Amistad JHG

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Amistad

Los elementos que forjan amistades para toda la vida.

La amistad es un valor universal. Está claro que difícilmente podemos sobrevivir


en la soledad y el aislamiento. Necesitamos a alguien en quién confiar, a quién
llamar cuando las cosas se ponen difíciles, y también con quien compartir una
buena película. Pero ¿Qué es la amistad? ¿De qué se compone? ¿Cómo tener
amistades que duren toda la vida?

Caerse bien

Las amistades suelen comenzar de imprevisto, y muchas veces sin buscarlas. En


el camino de la vida vamos encontrádolas. Y todo comienza porque alguien "nos
cae bien".

Convicciones, sentimientos, gustos, aficiones, opiniones, ideas políticas, creencias,


religión son algunos de las cosas en común que pueden hacer que nos hagamos
amigos de alguien.

Sentirse a gusto con una persona, conversar y compartir sentimientos es el


principio de eso que llamamos amistad.

Algo en Común

Para que la amistad sea verdadera, debe existir algo en común y, sobre todo,
estabilidad. El interés común puede ser una misma profesión, una misma carrera,
un pasatiempo en común, y la misma vida nos va dando amigos. Dice el refrán
Aficiones y caminos hacen amigos.

La amistad es un cariño, un apreciarse que promueve un dar, un darse y para ello


es necesario encontrarse y conversar.

Después, con el tiempo, la amistad puede desarrollarse ne profundiad y en


extensión mediante el trato, el conocimiento y el afecto mutuos.

La amistad no puede desarrollarse sin estabilidad. Por eso cuando dejamos de ver
durante muchos años a nuestros amigos, a veces nos enfrentamos a que parecen
personas totalmente diferentes, o simplemente no se pasa de un diálogo
superficial que deja un mal sabor de boca. La amistad es algo que requiere
estabilidad en el trato.

Tratarse

Conocer bien al amigo es saber de su historia pasada, de sus quehaceres actuales


y de sus planes futuros; y del sentido que da a su vida, de sus convicciones; y de
sus gustos y aficiones, y de sus defectos y virtudes. Es saber de su vida, de su
forma de ser, de comprenderse; es... comprenderle.

Comprender al amigo es meterse en su piel y hacerse cargo.

Desinterés
Para que una amistad sea verdadera, no basta con carse bien, hay que dar el
paso definitivo: ayudarse desinteresadamente, sin esperar nada a cambio. Al
amigo se le quiere porque él es él y porque yo soy yo. La amistad se orienta hacia
el tú y consiste más en un servir que en un sentir.

No es amigo ni el compañero ni el camarada. Tampoco es amigo que el busca


aprovecharse del otro. La amistad no es comercio de beneficios.

La veradera amistad es, en gran medida, servicio afectuoso y desinteresado.

Vale la pena

Ser amigo de verdad no es fácil, pero vale la pena el esfuerzo. Es un gozo tener
amigos de verdad: estar con ellos, charlar, ayudarle o ser ayudad y disfrutar y
alegrase con ellos ¡poder contar con ellos! Aunque cueste, vale la pena el esfuerzo
que requiere ser un amigo.

Tenerse confianza

No solamente se cree lo que dice el amigo, hay que creer en él. Tener confianza
en el amigo significa que tenemos la seguridad moral de que responderá
favorablemente a as esperanzas de amistad que depositemos en él.

La confianza mutua hace posible la autenticidad.

Dar. Darse.

La generosidad nos ayuda y facilita el dar que es esencial en la amistad. El dar y


el darse es esencial en la amistad. El amigo de verdad es generoso y da. Da sus
cualidades, su tiempo, sus posesiones, sus energías, sus saberes. Y lo hace para
procurar ayduar efeicazmente al amigo.

Debemos mirar genersoamente, con respeto y con cariño. El egoísmo se opone


radicalmente a la amistad.

Un acto de generosidad especilamente difícil es el perdonar. Debemos comprender


y saber los motivos de una acción que nos ha hecho daño. Saber perdonar es
propio de almas sabias y generosas.

Ser leales

No hay riqueza más valiosa que un buen amigo seguro. Ser leal supone ser
persona de palabra, que responda con fidelidad a los compromiso que la amistad
lleva consigo. Leales son los amigos que son nobles y no critican, ni murmura,
que no traicionan una confidencia personal, que son veraces. Son veraders
amigos quienes defienden los interes y el buen nombre de sus amigos.

Ser leal también es hablar claro, ser franco. Debemos también ser leales en
corregir a un amigo que se equivoca.

Ser agradecidos

Dice un refrán que "El agradecimiento es el más efímero de los sentimientos


humanos" y con mucha frecuencia parece tener razón. La gratitud es propia de los
verdaderos amigos.

¿Cuántas veces nos hemos sentido mal con un amigo porque no ha sido
agradecido del tiempo que le damos? Nosotros debemos agradecerle su tiempo,
los buenos ratos que nos hace pasar, su ayuda cuando nos sentimos mal. A
nosotros nos gustaría que una amistad nos dijera "gracias", demos entonces
nosotros el primer paso.

Un enemigo mortal

El Yo es un enemigo mortal de la amistad. El orgullo y el egoísmo no caben en la


amistad. El orgulloso no mira más allá de su persona, de sus propias cualidades,d
e sus intereses. No es capaz de ayudar a nadie.

Mantener las amistades

Las amistades se cultivan, maduran. Es fácil hacer amigos, pero es mucho más
difícil mantenerlos. La vida pone a prueba la generosidad, la lealtad, el
agradecimiento, y no siempre se sale bien de ella. De aquellos amigos de la
universidad, poco a poco la lista se hará menor. De un grupo de 30 o 40 amigos,
acabarán quedando, para toda la vida 3 o 4.

Hacer nuevos amigos

El hecho de que alguien no tenga muchos amigos no es algo que deba


permanecer así. El cultivar aficiones o asistir a alguna clase que nos interese es
uno de los mejores medios para hacer amigos. Una cosa maravillosa de la
amistad, es que incluso la gente más tímida puede hacer amistad ¡Con otros tan
tímidos como ellos mismos! Hacer nuevos amigos es abrir horizontes. Si alguna
vez algún amigo nos ha pagado mal, no significa que ocurra así con todo el
mundo. Lo peor que puede hacer cualquiera es cerrarse.

Las amistades cambian

Un punto fundamental al entender la amistad, es que las personas ni somos


perfectas y cambiamos poco a poco, es decir, que no siempre encontraremos un
"solo mejor amigo". Habrá quien comparta con nosotros nuestras aficiones, otro
quizá nuestros problemas, otro nuestros sueños. Querer buscar que una sola
persona llene todas nuestras necesidades de amistad es algo que podría llegar a
ser una utopía. Además ¿Quién dijo que no se pueden tener varios amigos?

¿Amistad o complicidad?

Así como la amistad sana es un valor esencial para nuestras vidas, el tener una
amistad con la persona equivocada puede serla fuente de muchos dolores de
cabeza. Problemas de droga, delincuencia, baja en el desempeño profesional,
problemas familiares son unos cuantos efectos de las malas amistades. La
amistad es compartir, pero no es complicidad. También es importante recordar
que somos personas individuales, con una conciencia individual. El hecho de que
tal o cual amistad "lo haga", no significa que nosotros debemos hacerlo. Tampoco
podemos esconder nuestra conciencia individual en una conciencia "compartida".
Es el caso típico de alguien que se mete en problemas serios porque salió con los
amigos y se perdió el control. "Más vale solo que mal acompañado" es un adagio
que, de haber sido practicado a tiempo, podría haber evitado muchos problemas.

Conclusión

La amistad es tan importante para el desarrollo humano, su estabilidad y el


mejoramiento de la sociedad que es un verdadero valor, que debemos cuidar y
fomentar
Un amigo es uno que lo sabe todo de ti y a pesar de ello te quiere.

Elbert Hubbard (1856-1915) Ensayista estadounidense.


La amistad es más difícil y más rara que el amor. Por eso, hay que
salvarla como sea.

Alberto Moravia (1907-1990) Alberto Pincherle. Escritor italiano.


La amistad es un alma que habita en dos cuerpos; un corazón que
habita en dos almas.

Aristóteles (384 AC-322 AC) Filósofo griego.


Un hermano puede no ser un amigo, pero un amigo será siempre un
hermano.

Demetrio de Falera (350 AC-280 AC) Orador, filósofo y gobernante ateniense.


La verdadera amistad es como la fosforescencia, resplandece mejor
cuando todo se ha oscurecido.

Rabindranath Tagore (1861-1941) Filósofo y escritor indio.


El que busca un amigo sin defectos se queda sin amigos.

Proverbio turco
Nuestra amistad no depende de cosas como el espacio y el tiempo.

Richard Bach (1936-?) Escritor y aviador estadounidense.


Los amigos que tienes y cuya amistad ya has puesto a prueba /
engánchalos a tu alma con ganchos de acero.

William Shakespeare (1564-1616) Escritor británico.


La amistad duplica las alegrías y divide las angustias por la mitad.

Sir Francis Bacon (1561-1626) Filósofo y estadista británico.


Un amigo es una persona con la que se puede pensar en voz alta.

Ralph Waldo Emerson (1803-1882) Poeta y pensador estadounidense.

Ana Mª Romero Iribas, "La amistad, un tesoro",


Nuestro Tiempo, I.03
Para Aristóteles la amistad era “lo más necesario para la vida”, y nosotros cuando
oímos decir que “un amigo es un tesoro” o que “donde está tu amigo, está tu
tesoro”, nos damos cuenta de que esas palabras resuenan como un aldabonazo en
nuestro interior. No nos dejan indiferentes, porque todos sabemos o intuimos qué
clase de tesoro puede llegar a ser una amistad.
A las personas nos gusta tener amigos: gente con la que compartir vida,
experiencias, tiempo, conversación… Nos gustan los amigos y nos parecen muy
importantes, incluso imprescindibles. La amistad es una relación humana con un
valor muy especial. Junto con la familia y el trabajo, es algo que nos parece que
merece la pena y a lo cual dedicamos tiempo y esfuerzo. Queremos tener amigos
en la vida: para no estar solos —a veces se siente la soledad incluso estando
rodeados de gente—, para vivir la vida más a fondo y para disfrutarla de verdad.
Como escribió Aristóteles, “sin amigos nadie querría vivir aun cuando poseyera
todos los demás bienes”.

Quizá por eso escribo esto. Escribir sobre la amistad me ayuda a saber qué espero
yo de ella, qué doy yo a mis amigos, si mi amistad con ellos es plena o sólo algo
“satisfactorio”. Reflexionar sobre las cosas ayuda a vivirlas mejor. Reflexionar es un
modo de vivir.

La amistad como regalo

Decía más arriba que dedicamos esfuerzo a hacer amigos. Y el esfuerzo es


necesario porque las cosas no salen solas. Sin embargo, la amistad no se puede
forzar. Por eso también puede decirse que la amistad surge siempre como un
regalo, como un don que se recibe. En un momento dado, aparece entre dos
personas un deseo de compartir, de comunicarse, de contar lo que se lleva dentro y
de contrastarlo, de ser conocido muy a fondo. De hecho, cuando uno vislumbra en
el horizonte la posibilidad de hacer una nueva amistad, de esas profundas y
verdaderas, que aportan y llenan tanto por dentro, parece que su espíritu se hincha
y crece. Es como ver nacer un día radiante. La vida se ve de otro color porque los
amigos hacen cobrar sentido a nuestras vivencias: éstas no van a ser sólo para
nosotros. Las cosas son distintas porque las vivimos pensando en compartirlas, en
transmitirlas, en discutirlas, en compararlas. De nuestros amigos nos interesa todo:
lo que piensan, lo que hacen, cómo viven las cosas. Lo importante no es sólo lo que
cuentan ni lo que les pasa; lo importante es que eso “es tuyo”, “eres tú”.

Desde mi adolescencia he experimentado disgusto ante las cartas meramente


descriptivas de los acontecimientos, o las que eran como una reseña informativa de
lo que había ocurrido en el verano. Las cartas verdaderas eran aquellas en las que
los acontecimientos del lunes o del viernes se describían como cosas que me
pasaban y no sólo como cosas que pasaban a mi lado. Lo interesante y lo que hacía
disfrutar era ver cómo esas cosas se vivían desde dentro de mi amigo. Como si
fuera con él en un submarino: en el suyo. ¡Y qué deseos tan enormes se sentían de
entrar en el submarino! ¡Qué maravilloso era todo desde allí dentro! Aunque no
siempre fueran cosas bonitas las que se veían, se veían desde la casa de tu amigo,
y estar en el interior de la casa, contemplar el mundo desde allí, era un privilegio.
El grado de amistad con los amigos podía distinguirse precisamente por eso. Por si
las cartas estaban llenas de preguntas convencionales y frases que se repetían del
mismo modo en todas las demás cartas o si en ellas te dejabas llevar, trayendo a
colación esto o aquello, y acabando en lugares desconocidos para ti misma, pero
bonitos y en los que habías disfrutado. Escribir para los amigos era descubrir el
mundo con unos ojos nuevos para dárselo a ellos.

La amistad es un regalo porque es vivir otra vida además de la propia. Es poder


vivir dos veces. Y es también reafirmar tu propia existencia porque hay alguien que
la quiere así: incondicionalmente. En el amigo encontramos aceptación plena. La
amistad es don porque, en cierto modo, llega cuando y como quiere; no es
programable; simplemente, surge y es como un regalo, un don que uno recibe. Esa
comunión del espíritu que hay entre los amigos, ese compartir denso e intenso, ese
vivir y ser sin dar explicaciones porque éstas no son necesarias para nuestro mutuo
entendimiento, ese encontrar las puertas del alma siempre abiertas y acogedoras
para ti porque eres tú, es el tesoro incalculable. No es extraño que los griegos la
calificaran como regalo de los dioses.

Regalo es también en el sentido de que nunca es verdaderamente merecida. Si se


puede hablar así, algunos podrían merecer más que otros el tener amigos. Pero en
el fondo, la amistad de una persona difícilmente es algo que uno llegue a
“merecer”. Se pueden tener de modo habitual disposiciones personales adecuadas
para la amistad, para tener amigos (no todo el mundo las tiene). Pero no se puede
decidir en qué momento aparecerá el amigo o de quién seré amigo. Por ejemplo,
todos contamos con momentos imborrables de la vida en los que comprendes
repentinamente que tienes delante a alguien que puede leer dentro de ti como si
fueras tú quien lo hicieras; que puede pasearse por tu alma sin explicaciones de tu
parte; sin necesidad de mapas, brújulas o palabras clave que le hagan entender lo
que se va a encontrar. Es la empatía, una sintonía especialísima que se establece
con muy pocas personas a lo largo de la existencia, y que es un descenso y un
ascenso vertiginoso por las entrañas de la verdadera vida.

Mirar a las personas

Cuando nos sentimos así, vistos con unos ojos ajenos que al mismo tiempo son
como los nuestros propios, es como si todo nuestro ser despertara. Querríamos
saberlo todo acerca de aquella persona y que ella conociera nuestro yo hasta el
final. Las conversaciones se convierten en un continuo maravillarse y mutuo
aportarse. Sentimos el mundo como un pequeño globo terráqueo que gira entre
nuestras manos y el motor de ese movimiento es la corriente que entre nosotros se
ha creado. Es un encuentro con otro yo, sin que ese yo se refiera a un yo idéntico,
a un “alma gemela”; pues puede serlo o no. Es otro yo porque se pone en nuestra
piel como si fuéramos nosotros mismos; pero al tiempo que mantiene su mismidad
y su alteridad. Y por eso, hay mucha riqueza en el trato con el amigo, porque lo
distinto siempre nos enriquece.

Mirarnos en un amigo es mirarnos en un espejo. En un espejo que devuelve algo


más que una simple reproducción de la propia imagen. Mirarnos en un amigo es
encontrarnos a nosotros mismos vistos desde fuera y con mayor perspectiva, pero
con el cuidado con que nosotros mismos pondríamos al mirarnos: “a través de él,
los amigos se enriquecen y perfeccionan, se descubren e interpretan. Se podría
decir que, al ver al otro, cada uno de ellos aprende a conocerse” (Marías). La acción
de mirar que tanto aparece entre los amigos, es algo que me parece esencial para
que pueda surgir amistad entre dos personas: para tener amigos hay que saber
mirar.

En una carta que recibí hace unos meses me decía una amiga que “había
encontrado el camino para trascender lo inmediato. El despertador para mirar (…)
era el del pensamiento filosófico y la contemplación de las cosas bellas”. En mi
respuesta, le reafirmé en su descubrimiento porque me parecía realmente valioso:
la filosofía y la contemplación estética son dos medios muy buenos para acceder a
lo más hondo de la realidad.

La belleza es un camino hacia la verdad especialmente bueno. Porque la belleza no


produce únicamente la mera delectación estética; posee una cualidad inestimable,
y es que exige contemplación por nuestra parte. Ante las cosas bellas no basta
pasear la vista. Para disfrutarlas verdaderamente hay que mirarlas con
detenimiento , con miramiento. Con ellas, hay que andarse con contemplaciones. Y
contemplar es importante porque hace que nos detengamos y miremos las cosas
tal como son, “dejando” que sean así.

La contemplación es un camino abierto hacia la verdad. Hacia la verdad personal, la


de los demás y la del universo entero. Eso lo expresa muy bien de otro modo
Lorenzo Silva en una de sus novelas. Escribía que “el mundo está lleno de tesoros
sin descubrir porque no hay quien se pare a mirarlos. Pero en cuanto hay alguien
que se detiene ante ellos, se abren ante esa persona como una maravillosa realidad
llena de riqueza y significado ofreciéndole nuevos horizontes”. Yo he pensado
muchas veces que eso exactamente pasa con las personas.

Por eso, para tener amigos hay que saber mirar. Mirar es ver con atención, es
contemplar, es concentrar nuestro ser entero en los ojos deseando captar lo que
hay frente a ellos. Mirar presupone una vista limpia, sin prejuicios ni cargas
anteriores, para captar lo que hay y no lo que yo he puesto o quiero poner. Mirar
no es ver lo que yo quiero ver sino percibir cómo son las cosas o las personas en sí.
Y además de limpieza interior, la mirada requiere también aceptación, renuncia a
dominar. Cuando miramos de verdad, estamos dispuestos a dejar ser a las cosas y
a las personas tal y como son. Esto es especialmente importante con las personas.
A las personas hay que dejarlas ser, hay que aceptarlas como son. Sin esa
condición nunca sabremos lo que es una verdadera amistad; nunca llegaremos a
saborear el gozo inmenso que produce esa identificación con el otro, ese compartir
la vida, los sueños, los deseos, los fracasos. Habrá siempre en el amigo una zona
de acceso prohibido o de “reservado”.

Para mirar de verdad hay que aprender a hacerlo. Los hay que conocen ese arte de
modo natural o han sido educados en él. Pero también puede aprenderse. Para
mirar hay que pararse, parar la rueda de la actividad exterior y parar también
nuestro ruido interior (qué tengo que hacer luego, cómo resolveré la cena en casa
de mi hermano, qué ropa necesito, a ver cómo queda el Madrid, a ver si consigo
cerrar un buen trato con este cliente…) Para mirar hay que perder el miedo a
“pasar tiempo” sin haber sido “eficaces”.

Todos hemos conocido personas que provocan que los que están a su lado den lo
mejor de sí mismos. Son personas que logran que los demás quieran —
parafraseando a Salinas— “sacar de sí su mejor yo”. Es así porque son personas
que saben mirar y que por eso han sabido encontrar la llave interior de las
personas. Esa llave de la confianza que uno entrega sólo cuando va a saberse visto,
aceptado y querido por sí mismo.

La morada del yo

Llegar a la intimidad del alma, al centro de la persona o sólo rozar su periferia,


exige rodeos: rodeos que son esencialmente contemplación, escucha atenta y
activa, mirada abierta y receptiva. Sólo cuando una persona percibe ese clima de
confianza a su alrededor, es capaz de empezar a abrir las rendijas de su yo. Y a
través esas rendijas pueden empezar a filtrarse los rayos de la luz que toda
persona esconde. La intimidad, la interioridad es siempre luminosa en el sentido de
iluminadora. Porque muestra siempre algo desconocido para quien no está allí
dentro. No siempre será lo original y nuevo el qué diga esa persona pero sí el cómo
ella lo vive. Esta es la llave que entregamos a nuestros amigos, y que hace que
quedemos totalmente al descubierto: vulnerables, también.

Algunas veces, tras haber desnudado la intimidad del alma en conversación con la
persona que nos ha inspirado esa confianza, uno siente el vértigo del miedo a
romperse, a que le rompan, a que se burlen, a que no comprendan, al silencio
indiferente o superficial. Hasta ahora, esos pensamientos, deseos, aspiraciones,
miedos y preguntas más íntimas habían quedado dentro de nuestra alma. A veces
nos angustiaban, otras nos elevaban, otras nos desbordaban por dentro de tal
forma que había que expresarlos de algún modo (quién no ha cantado, llenado de
piruetas su salón, compuesto una melodía o garrapateado un poema, historia o
carta, por puro desbordamiento. Tanto no cabía dentro; fuera crecía, pero tenía
más apoyos para ser sostenido, para ser vivido). Sin embargo, no dejaban de ser
nuestros: los demás sólo poseían de ellos su cara externa, lo que era fruto de la
superabundancia. Por lo demás, no habían sido escuchados por nadie hasta el final
y sólo de vez en cuando abríamos a alguien una pequeña ventanita de nuestro
interior, observando con atención la reacción del interlocutor ante aquello.

Pero, de repente, hemos encontrado alguien que ha provocado que primero


quisiéramos abrir una ventanita y después otra, y otra… Luego le hemos pasado al
interior de la casa, y —poco a poco— le hemos encendido todas las luces que había
en ella, iluminando incluso rincones sucios, destartalados, rincones sin ordenar, o
habitaciones llenas de trastos que no sabemos en dónde colocar. Le hemos
enseñado el sillón de los sueños, frente a la ventana, y le hemos invitado a
sentarse allí porque desde él puede conocerlos mejor. Le hemos presentado el
rincón de los miedos, ese sí está a oscuras porque nos parece que la luz acabará
por hacerlos crecer. Es un rincón siempre difícil de enseñar; se supone que de esos
no tenemos, y nos cuidamos mucho de dejarlos salir. También le hemos pasado al
cuarto de las preguntas; esa habitación está llena de frases sueltas, de
pensamientos, de párrafos incluso y hasta de alguna página escrita. Pero sobre
todo está lleno de interrogantes; es una habitación poblada de signos de
interrogación que hemos ido recogiendo a lo largo de nuestra vida: por qué las
relaciones humanas son tan complicadas, por qué hay personas que no miran hacia
adentro, por qué las focas son más importantes que los países del Sur… Hay
también un cuarto sin techo que mira directamente al sol, o al firmamento si es de
noche. Ese es el cuarto de las aspiraciones grandes, el cuarto en el que respiro
hondo, el cuarto al que hay que acudir siempre que hemos pasado un día entre
mucho polvo, o mucho tiempo en el sillón. También ha conocido la buhardilla; allí
no vamos demasiadas veces porque es donde están los pedazos rotos de nuestra
vida y todavía nos cuesta mirarlos sin sentir dolor o pena.

Hay personas a las que paseamos por nuestra morada interior sin miedo alguno; es
más, deseamos desde lo más íntimo de nuestro ser hacerlo. Sentimos desde muy
hondo que apreciará, entenderá y comprenderá cada objeto que encuentre en ella.
No le importarán los cacharros rotos, aunque tengamos la estantería llena de ellos;
no querrá reírse de nuestras inquietudes: se le iluminará la mirada al conocerlas
porque también ella las había sentido latir más de una vez. Le encantará que
tengamos un sillón de sueños y un cuarto sin techo, y querrá saber qué nos dicen
los astros por la noche y cómo es el vuelo de los pájaros que vemos pasar. Son
personas que hacen que sintamos la necesidad de hacer crecer todo eso, de
mostrárselo, de hacerlo vivir para ellas .

Esas personas son los amigos, el amigo: aquel con quien me atrevo a ser yo
misma; sin restricciones y sin temores. Esa persona con la que puedo decir todo
porque todo lo va a entender en su contexto; esa persona con la que puedo hablar
en borrador: sin orden, sin hilazón, sin sentido algunas veces. Con rabia o ira otras,
con desesperación, con alegría exultante, desvariando. Descubriendo todas las
raíces de mi alma y sabiendo que en ningún momento se aprovechará de ello para
arrancarme de mi lugar. “Y sabiendo que —como escribió alguien— “comprende
esas contradicciones en mi naturaleza que llevarían a otros a juzgarme mal”. Eso es
un amigo.

Amistad y silencio
La amistad se nutre más de la comunicación que del silencio. Sin embargo, el
silencio es precisamente en algunos casos el medio de comunicación que utilizan los
amigos: es necesario tanto saber estar en silencio como transmitir lo que uno lleva
dentro.

Asistir al desvelamiento de un secreto, al desvelamiento de la intimidad de las


personas, produce en el ser humano un enmudecimiento del espíritu, un
sentimiento de gratitud por lo que se percibe como un don o regalo inmerecido, una
impresión de estar pisando terreno sagrado. De hecho, todos podemos remitirnos a
alguna ocasión en la que, en conversación íntima con un amigo, al acabar de
escuchar, no hemos encontrado palabras adecuadas para decir nada. En esos
casos, quizá la prueba de mayor gratitud o de “correspondencia” sea precisamente
el silencio; un silencio, eso sí, cuajado de respuesta.

Hay veces en las que no se puede decir nada… porque las palabras lo estropean
todo. Hay cosas que la única contestación que merecen o que exigen es el silencio;
hay cosas con las que sólo puede mantenerse conversación en silencio. Porque o el
lenguaje es limitado, o uno es limitado, o ambas cosas. Pero algunas cosas, si se
expresan, se profanan. Así ocurre en las experiencias de encuentro: con un amigo,
con un paisaje, una obra de arte. En esos momentos, pronunciar algo es
mancharlo; hablar es romperlo. Algunas veces la comunicación con las cosas y
también con las personas requiere como condición que haya silencio; solamente
silencio. Y no un silencio para llenar, sino como medio de entendimiento.

Cuando se tiene la suerte de topar con alguien que tiene algo —poco o mucho—
que decir; cuando se tiene la suerte de que esas personas te abran sus puertas y
dejan que te asomes y penetres en su mundo interior, en la mayor parte de los
casos sólo se puede contestar enmudeciendo. Y ese silencio quiere ser entonces un
homenaje: la mayor muestra de agradecimiento y de admiración. Porque no se
trata de un silencio vacío sino pletórico de contenido: no significa carencia sino
plenitud.

El silencio es importante en la amistad. Estar con un amigo es también poder estar


en silencio sin miedo a que éste tenga que romperse y sin sentir la necesidad
perentoria de tener que llenarlo con palabras. No hay verdadera amistad entre dos
amigos si no saben disfrutar y valorar su silencio. El silencio es en sí mismo un
espacio y un tiempo para compartir. Rico de contenido y esencialmente valioso
porque supone una íntima comunión de espíritus.

La interioridad

La amistad está también muy relacionada con la interioridad. Entre dos amigos ésta
es más rica y sólida cuanta mayor sea la intimidad, la interioridad de cada uno de
ellos. Hay quienes tienen un gran mundo interior; tienen mucho que decir porque
son personas que integran en sí todo lo que hay a su paso: una frase que ha dicho
en clase el catedrático, la actitud de tal o cual persona, la satisfacción de haber
llegado al pico de la montaña, la crisis que le produce una situación difícil de
trabajo, una novela que ha leído, los tirones de la madurez.

Así es como las personas se van enriqueciendo por dentro y como su interioridad
cobra cada vez mayor volumen: integrando la experiencia, la vivencia personal y
las de las otras personas. Aprendemos también a través de las vivencias de los
demás, de la experiencia ajena. Quien está atento a su alrededor aprovecha todo
intensamente.
Se puede aprender a sentir de un modo distinto al propio; se puede aprender a
pensar de manera diferente a la que uno piensa; se puede aprender a valorar cosas
que yo no valoro. Escuchar a las personas y tratar de ser ellas, nos permite conocer
el mundo desde mil perspectivas diferentes a las nuestras. Y eso conlleva
ampliación personal, crecimiento, enriquecimiento, altura, perspectiva y
profundidad. La interioridad rica hace que la relación entre los amigos se amplíe.
Una amiga me decía hace poco —hablando de otra persona— la satisfacción que le
producía tratar con ella “porque es de esas personas que tienen algo que aportar”.

El conocimiento que alimenta la intimidad es —una vez más— el que sabe mirar,
sabe escuchar, sabe estar. La sola convivencia con las personas, o el mero estar
junto a las cosas o entre las cosas (junto al mar rodeado de un bellísimo paisaje, o
entre las obras magníficas del Louvre) no basta. Más de una vez las ratas habrán
correteado por los pasillos del Louvre; sin embargo todavía no hemos tenido
ocasión de encontrarlas embelesadas frente a la Venus de Milo, tras haber pasado
frente a ella toda la noche. Para las personas, las que son capaces de ello, las cosas
tienen una historia que contar, la naturaleza tiene algo que transmitir y todo lo que
encuentran es capaz de darles un mensaje. El hombre con interioridad es capaz de
ver sentido a todas las cosas; y en cierto modo de darles él mismo el sentido
puesto que es él quien lo capta, lo descubre y —en ese sentido— lo crea, lo recrea.
Por eso, forma parte del “tesoro” de la amistad tener amigos con un gran mundo
interior.

La amistad de las personas es un regalo. El regalo es mayor cuanta mayor sea la


interioridad y la intimidad compartida. Esta debe cuidarse y en ella juega un papel
muy importante el saber mirar porque puede franquearnos el paso al alma del
amigo. Una vez dentro, el mundo se abre ante nosotros de un modo desconocido y
luminoso que provoca en nosotros muy diversos sentimientos (admiración,
compasión, respeto, etc.), pero siempre el de “desear el bien del amigo, por el
amigo mismo” (Aristóteles).

Ana Mª Romero Iribas

Castidad y Fidelidad en el Noviazgo


También en el noviazgo va desarrollándose la necesidad de vivir la fidelidad y muy especialmente la castidad
como una preparación al matrimonio.

"El matrimonio no es efecto de la casualidad o producto de la evolución de fuerzas


naturales inconscientes" (Humanae vitae, numero 8), ni en el plano que
pudieramos llamar filogenetico ni en el plano ontogenetico es decir, ni en cuanto
al matrimonio como institución y al hombre como especie, ni en lo que atañe a
este o a aquel matrimonio en concreto y a sus protagomstas. El amor conyugal
"es un amor fiel y exclusivo hasta la muerte. Asi lo conciben el esposo y la esposa
el dia en que asumen libremente y con plena conciencia el empeño del vinculo
matrimonial" (Ibidem, n. 9), pero para llegar a esa madurez, se ha de aprender
antes la leccion en la escuela del noviazgo. Si en esos años previos se cultiva
egoistamente una alergia a todo lo que signifique estabilidad, fidelidad a un
compromiso, lazo noble, cierre de otras posibilidades porque se va abriendo lo
gran puerto del amor humano limpio, entonces no sera facil secundar la gracia
sacramental para vivir hasta la muerte la fidelidad conyugal.

Aunque pueda resultar paradojico, tratandose de lineas que abren unas


consideraciones sobre el noviazgo, hemos de comenzar reconociendo que no es
posible hacer siquiera un resumen orgánico y medianamente completo del tema.
La riqueza de la actividad humana—las innumerables posibilidades de la libertad—
y la variedad de circunstancias de edad, ambiente, formacion, etc., son
inabarcables y resulta vanidosamente esteril cualquier pretension de encuadrar la
accion dentro de un esquema. Cuando se olvida este hecho, se trazan unas lineas
teoricas de accion, que tienen poco que ver con la verdadera realidad; o se da
lugar a un planteamiento simplista y generico y, por tanto, facilmente ineficaz; o
se crea un monstruo artificial, de miembros hipertrofiados, segun los aspectos que
han resultado mas interesantes al autor o están más de moda: solo autonomia,
solo lirismo, solo sexo, solo sociologia, solo liturgia, solo politica, etc., etc.

El NOVIAZGO Y LA FIDELIDAD

Probablemente sorprenda un poco este titulo, siendo asi que una caracteristica del
noviazgo es la posibilidad de cambio, la opcion a rectificar una eleccion no
acertada, por el procedimiento de romper las relaciones, aunque a veces ese
sistema no sea sencillo ni llevadero. Tampoco se me escapa que el simple hecho
de enunciar la palabra noviazgo, implica actualmente una toma de posicion bien
concreta, precisamente porque hay quien se resiste incluso a dar status propio al
noviazgo mismo. Pero esta es precisamente otra razon para aclarar este punto
bien a fondo.

Si lo que se rechaza del noviazgo es un conjunto de convencionalismos sociales


pasados de moda, no habria nada que objetar, aunque seria oportuno examinar
con cierta detencion lo que se entiende por convencionalismos. Me explico
perfectamente la resistencia intima que algunos chicos pueden sentir a
reconocerse en la palabra novios, por la carga formalista con que a sus ojos
aparece ese nombre. Pero no es sensato pretender abolir lo que constituye la
esencia del noviazgo, se le llame como se quiera la situación, la actitud interior, la
conducta mutua—y en relacion a terceros—de un hombre y una mujer, en el
tiempo que precede a su posible matrimonio y con vistas precisamente a ese
matrimonio. En este sentido, es evidente que no puede designarse con la palabra
noviazgo cualquier enamoramiento adolescente o adulto, aunque revista ciertas
caracteristicas de estabilidad y exclusividad. Y por los mismos motivos, lo que se
dirrá a continuacion no esta dirigido al simple trato entre un chico y una chica, si
bien pueda tambien aplicarsele en algunos aspectos. Fundamentalmente, el
noviazgo implica una intencionalidad hacia el futuro, que—por el sentido de
responsabilidad que debe llevar implicito, por el compromiso mas o menos
expreso que encierra, y, por sus otros caracteres especificos—supera y trasciende
la simple relacion entre el boy-friend y la girl-friend.

Compromiso

Estamos hablando de intencionalidad hacia el futuro, y no en vano interesa


resaltar precisamente el aspecto de fidelidad a un compromiso—sujecion libre a
unos deberes—que se encierra en esa voluntaria atadura. Quiza por este hecho,
tenga hoy tan pocas simpatias el noviazgo serio: pero advirtamos que quien vea
el deber como una falta de libertad, quien no sepa renunciar a determinadas
posibilidades por amor, quien -no quiera que nada ni nadie le coarte, quien no se
decida a aceptar ese necesario condicionamiento, se descalifica automaticamente
incluso para el matrimonio, que implica la definitividad del compromiso provisional
y primerizo del noviazgo.
Entiendase que no hablo necesariamente de un.compromiso juridico o formal,
como es el de los antiguos esponsales o el de a llamada petición de mano. Me
estoy refiriendo a un compromiso intimo, quiza sin ninguna manifestacion
explicita, pero no por eso carente de fuerza. Es un compromiso-tendencia o, si se
prefiere, una disponibilidad al compromiso comprometiendose. Es una actitud
compleja, porque ha de conciliar la definitividad con la prueba; la exclusividad en
acto, con la apertura hacia otras posibilidades; la isla con la peninsula; la
provisionalidad, con la voluntariedad de una estabilidad probable, deseada y
futura. Se trata, en fin, de conseguir un equilibrio que dificilmente puede existir, o
aun concebirse, si falta amor y sentido de responsabilidad. Por eso es tan
importante, aunque sea balbuciente. Limitarse a pasar el tiempo, no terminar
nunca de decidirse, entender el noviazgo como un modo de entretenerse los
domingos por la tarde, o echarse a ciegas y sin reflexión en el rio de la primera
posibilidad de matrimonio que se presenta, son otros tantos modos de equivocar
el camino hacia la vida conyugal, con riesgo de arruinar toda la vida futura,
tambien la eterna.

Por eso en este punto pueden hacerse residir bastantes catastrofes matrimoniales,
a pesar de que hayan logrado posponerse algun tiempo, escondidas detras de la
festiva apariencia de las bodas o de la brillante facilidad de los primeros
momentos: fallan, porque se han casado dos inmaduros, aunque a veces basta
que sea inmaduro uno solo. No han crecido por dentro. No se han conocido. No se
han entregado verdaderamente el uno al otro, aunque incluso puedan haber
ofendido al Señor con intimidades ilicitas no es esa la entrega verdadera.

Estabilidad

"EI matrimonio no es efecto de la casualidad o producto de la evolución de fuerzas


naturales inconscientes" (Humanae vitae, numero 8), ni en el plano que
pudieramos llamar filogenetico ni en el plano ontogenetico es decir, ni en cuanto
al matrimonio como institución y al hombre como especie, ni en lo que atañe a
este o a aquel matrimonio en concreto y a sus protagomstas. El amor conyugal
"es un amor fiel y exclusivo hasta la muerte. Asi lo conciben el esposo y la esposa
el dia en que asumen libremente y con plena conciencia el empeño del vinculo
matrimonial" (Ibidem, n. 9), pero para llegar a esa madurez, se ha de aprender
antes la leccion en la escuela del noviazgo. Si en esos años previos se cultiva
egoistamente una alergia a todo lo que signifique estabilidad, fidelidad a un
compromiso, lazo noble, cierre de otras posibilidades porque se va abriendo lo
gran puerto del omor humano limpio, entonces no sera facil secundar la gracio
sacramental para vivir hasta la muerte lo fidelidad conyugal.

Concedamos que el noviazgo reune un determinado numero de caracteristicas que


lo definen e identifican. Tengo derecho o pensar que un chico y una chica son
novios si veo que encarnan todas, o la mayoria, o bastantes de esos caracteres
distintivos. Lo mismo que tengo derecho a no admitir que sean novios, si carecen
de alguna señal que sea fundamental, por ejemplo, la edad: nadie toma en serio
los noviazgos entre crios de ocho años. Con parecido hilo de razonamiento, estimo
que no se puede considerar noviazgo autentico y bueno, el de quien se reserva el
derecho de simultanear cariños—por llamarlos de alguna manera—, o de hacer
pareja con quien guste y cuando le guste. Son aberraciones, en mayor o menor
grado desde el trasnochado argumento del libertino—todovia no estamos casados
— hasta los coqueteos vanidosos, por celos, por venganza o por sencilla y simple
estupidez.

Si hay quien rechaza el noviazgo—hasta el mismo nombre, deciamos—, por lo que


tiene de estabilidad o de institucion exigente de nuevas responsabilidades
(arcaismos decimononicos y topicos aparte), rechaza una joya. Dan tanta pena
esas parejas de jovenes vagabundos, a veces desharrapados y sucios, que
salpican aeropuertos y carreteras de medio mundo. No son novios ni
probablemente quieren serlo son amantes en el sentido mas pobre de la palabra,
compañeros de quita y pon, enamorados mientras dura, pobrecillos que dan y
toman todo lo que pueden, sin la luz de una norma moral. Pero son tambien el
paradigma de muchos otros chicos, que sin su aparatosidad de trashumantes,
tampoco quieren o saben que la felicidad del amor humano exige fidelidad,
sentido de responsabilidad, aceptacion gustosa de las limitaciones que impone el
hecho de ser hombres y no animales criaturas de Dios; mas todavia hijos de Dios.

El NOVIAZGO Y LA CASTIDAD

Es evidente que el noviazgo no es solo un tiempo que precede al matrimonio, sin


que es sobre todo su preparacion, su escuela, su premisa. En el noviazgo está la
clave de tantas cosas, positivas y negativas, que condicionarán más tarde la vida
matrimonial, en un sentido o en otro. Por lo que se refiere a la castidad tambien.
Si un motrimonio limpio es en buena parte fruto de un limpio noviazgo, podríamos
igualmente decir que a un noviazgo turbio suele suceder un matrimonio sucio.

Doctrina cristiana

Vivir castamente el noviazgo tiene una gran importancia, no sólo por la razon
suprema de mantenerse en amistad con Dios, sino porque—aun humanamente las
faltas o los pecados en esta materia tienen una proyeccion que va más alla de la
inmediata. Hay que considerar esas cosas tambien en lo que tienen de síntoma,de
actitud de fondo ante Dios primero, pero al mismo tiempo ante uno mismo, ante
la persona del otro, ante el mundo. Las faltas de delicadeza, los atentados más o
menos velados al pudor, las familiaridades animalescas o los pecados de lujuria
que tengan lugar en el noviazgo, si no se corrigen y adquieren carta de
naturaleza, se proyectan y multiplican en el matrimonio, de un modo
absolutizador y desbordante

El noviazgo bien vivido constituye, en cambio, una garantia insospechadamente


eficaz para el futuro. Es "una ocasion de ahondar en el afecto y en el conocimiento
mutuo. Y como toda escuela de amor, ha de estar inspirado no por el afan de
posesión, sino por el espiritu de entrega, de comprension, de respeto, de
delicadeza" (J. Escriva de Balaguer, Conversaciones, Madrid, 1969, 3.. ed., n.
105).

Entender esa etapa frivolamente, a la ligera, como algo impuesto


mostrencamente por la imposibilidad de contraer matrimonio en seguida, o verla
como un medio oficioso de satisfacer la sensualidad mientras tanto, es equivocado
y lleva a gravisimos errores, no solo morales.

No es este el lugar para exponer la teologia moral en lo referente a la castidad, ni


sus fundamentos. Entre tantas enseñanzas, rotundas y repetidas, de la Sagrada
Escritura (cfr., p. e., Tob. 4,12 y 6,16 ss.; Eccli. 41, 17 y 20; 1 Thes. 4, 3-5; 1
Cor. 5, 9 y 6, 9-10), recordemos simplemente estas dos: "Bienaventurados los
limpios de corazon, porque ellos veran a Dios". {Mt. 5, 8);" la fornicacion y
cualquier especie de impureza (...) ni se nombre entre vosotros, como
corresponde a santos. Porque—tened esto bien entendido—ningun fornicador o
impudico o avaro, que viene a ser una idolatria, sera heredero del reino de Cristo
y de Dios. Que nadie os engañe con palabras vanas, pues por tales cosas
descargo la ira de Dios sobre los incredulos>(tEph. 5, 3-6).

Pero ante las afirmaciones de la Revelacion—y ante todo lo que la Iglesia enseña
en consecuencia—caben dos opuestas actitudes:

a) O se admite lo que la doctrina cristiana propone como norma moral, aunque se


sea consciente de que no es facil de vivir—por ejemplo, durante el noviazgo—, o
no se sepa como llevarlo a la práctica en determinados casos.

b) O se rechaza en bloque esa doctrina, incluso cuando parece que solo se esta en
desacuerdo con puntos concretos, tratando de reemplazarla—algunos dicen,
mejorarla, ponerla al dia—con otras reglas de comportamiento van desde las
opiniones personales sobre aspectos aparentemente circunscritos, hasta los
dogmatismos totalitorios y anarquicos de la revolucion sexual.

Si se sostiene una opinión que en mayor o menor medida se reconozca en esta


segunda actitud, logicamente se discrepara de todo lo que diremos en adelante,
pero con pena hemos de anticipar que en este ensayo no es posible tratar de
entendernos no hay espacio ni siquiera para el prologo, para ponernos de acuerdo
sobre el significado de algunos conceptos esenciales (amor, matrimonio, pecado,
conciencia...), o para llegar a una plataforma de entendimiento sobre el sentido
de la vida o sobre los postulados filosoficos mas elementales.

Premisas fundamentales

Las consideraciones que siguen pueden ayudar, en cambio, a quien se reconozca


en la primera actitud a que nos referiamos, por muchas y variadas que puedan
ser sus dificultades, si hay la disposicion de fondo que exige la fe y la buena
voluntad de acatar el Magisterio de la Iglesia. Aun entonces es preciso fijar unas
cuantas premisas:

1.° La doctrina catolica es la que—en nombre de Cristo y con la asistencia del


Espiritu Santo—enseñan el Papa, y los Obispos en comunicacion con la Santa
Sede, y forma un cuerpo unitario y sin contradiccion a lo largo de los veinte siglos
de cristianismo.

2.° Las opiniones de un autor o de cien autores—se llamen o no se llamen


teologos—, lo mismo que los modos de conducta que se observen en la vida
corriente aunque esten muy difundidos, no equivalen necesariamente a la doctrina
catolica ni tienen por que ser rectos y validos.

3.° Mas aun son criterios equivocados, carecen de razón y enseñan un


comportamiento objetivamente pecaminoso, si están en contradiccion con la
enseñanza de la iglesia. De hecho, uno de los mayores problemas con que debe
enfrentarse la pastoral en estos temas es que los chicos aprenden a comportarse
como novios segun lo que ven hacer a otros novios, o segun lo que les propone el
cine o leen en las novelas. Y, por lo general, esos modelos de comportamiento no
son cristianos, sino paganos; no reflejan el verdadero amor humano sino el afan
de sahsfaccion sensual.

Con estas premisas—aunque con las reservas ya mencionadas antes—resultan


automaticamente descalificados argumentos como "lo hacen todos"; "se ve
siempre asi en las peliculas"; "no estamos ya en el siglo XIX"; "lo he leido en un
libro de un teologo muy famoso"; "despues del Concilio hay autores que lo
admiten"; "me han dicho que si", etc. En una palabra, se trata de los argumentos
que apelan a motivos extrinsecos, de autoridad, modernidad, aggiornamento,
para justificar actitudes contrarias a lo que es la norma moral cristiana.

Dificultades

Quedan no obstante en pie las dificultades que podriamos llamar intrinsecas, o


sea, las que origina la misma vida de novios, a pesar de que los dos tengan buena
voluntad para acomodar la propia conducta al amor de Dios. Sin pretensiones de
ninguna sistematizacion, podriamos agrupar asi estos obstaculos

I) La espontaneidad del cariño.

II) Los peligros de la ocasión.

III) Las concesiones ante la compasion o el chantaje.

1) La espontaneidad del cariño. Suele oirse que el corazon no admite


convencionalismos y que—si el amor es sincero— todo lo demas cuenta poco. En
ese contexto, se sigue afirmando que—siendo lo primero el cariño—las relaciones
sexuales entre novios no tienen que esperar a ser legitimadas por lo que seria un
mero compromiso social, juridico, economico, etc.: el matrimonio contraido. Con
esas premisas, serian logicas y aun obligadas todas las manifestaciones de afecto
entre novios, fueran cuales fueran sus modalidades.

Resulta patente que un planteamiento de ese estilo, que prescinde de toda


referencia a Dios, a la ley moral o a la enseñanza de la Iglesia, esta viciado de
raiz y no puede ser aceptado por nadie que quiera seguir llamándose cristiano. La
Revelacion, a la que ya hemos hecho referencia, no puede ser ignorada o dejada
de lado. Puntualicemos ademas dos ideas que atañen al tema:

a) No es lo mismo el amor que sus manifestaciones. Aun sin dejar de ser


autentico—más aun: acrisolándose en su genuinidad humana—, el cariño ha de
acomodar sus modos de expresion a lo aue exija la ley moral No se trata de ir
contra la espontaneidad—entendiendo esta palabra en su sentido más valioso,
como opuesto a artificiosidad o a hipocresia—, sino de atribuirle el valor que le
corresponde. En todos los campos y no solo en el del amor, lo espontaneo debe
elevarse hasta transformarse en lo humano, para poder transfigurarse en lo
divino, mediante la gracia de Dios. De hecho, la espontaneidad no solamente no
es una regla de vida, sino que con frecuencia es una tendencia hacia un modo de
conducta pecaminoso. Recuerdense, por ejemplo, los siete pecados capitales:
soberbia, avaricia, lujuria, ira, gula, envidia, pereza; en todos hay de ordinario un
gran componente de espontaneidad, mayor o menor segun el temperamento. Son
cosas que fácilmente, tan facilmente que aparecen tambien cuando no las
quisieramos, porque son las tendencias al mal, que el pecado original ha dejado
en nuestra naturaleza.

Por eso la actividad humana no ha de guiarse por la espontaneidad sino por la ley
moral, que enriquece y facilita el verdadero libre obrar. Lo que debe caracterizar
nuestra vida no es el instinto—que es lo mas espontaneo que mueve a la accion,
por las raices deterministas que posee (pura bioquimica)—, sino el amor y el
deber, el sentido de responsabilidad, la obediencia libre a una norma etica.
De ahi que en el noviazgo no sea licito identificar amor humano e intimidad
sexual, aunque sean cosas relacionadas. Lo mismo que, para los ya esposos,
puede y debe seguir existiendo el amor, aun cuando las relaciones conyugales—
por los motivos que sean—esten impedidas. El amor, mas alla de la atraccion, de
la satisfaccion o de la instintividad, es una decision moral.

En el fondo, si parece a veces plantearse un conflicto entre amor y castidad, es


porque no se reflexiona sobre el significado del amor humano. Tiene valor, pero
no es el suyo un valor absoluto: en su nombre no se jushfican acciones que vayan
contra el Amor, con mayuscula. Ni podria realmente llamarse amor lo que fuera
causa de un grave daño espiritual: la muerte del alma, por el pecado grave, es la
más terrible manifeshción de desamor.

b) Fuera del legitimo matrimonio, es pecado mortal la busqueda directa del placer
sexual o la realizacion—total o parcial—de acciones que esten destinadas por su
noturaleza, independientemente de la intención del hombre, a la transmision de la
vida. Y esto, aunque—por las razones que sean—se sepa que no llegara la
concepcion, y aunque la intencion no sea ofender a Dios sino manifestar cariño.
Hay una "inseparable conexion, que Dios ha querido y que el hombre no puede
romper por propia iniciativa, entre los dos significados del acto conyugal el
significado unitivo y el significado procreador" (Humanae vitae, n. 12).

No se puede querer un elemento impidiendo el otro, porque esta en juego algo


muy profundo: la esencia de un acto, que trasciende todas las tecnicas, todos los
resultados y todas las intenciones. Un hombre es un hombre, aunque este
dormido o loco o paralitico; el acto conyugal es algo que tiene sentido y licitud
unicamente donde sus dos significados pueden desarrollarse plenamente: en el
matrimonio. "Usar de este don divino destruyendo su significado y finalidad
aunque solo sea parcialmente es contradecir la naturaleza del hombre y de la
mujer, y sus más intimas relaciones, y por lo mismo es contradecir tambien el
plan de Dios y su voluntad" (ibid.) aunque no se le quisiera ofender.

"Queremos reiterar lo que siempre afirmo la Iglesia acerca de las relaciones


sexuales prematrimoniales, sentidas hoy por muchos jóvenes como un preambulo
natural o aun conveniente del matrimonio que lo verdadera preparación
matrimonial es la pureza, el respeto mutuo, el dominio esforzado sobre la natural
impaciencia de la pasion, el afan nobilisimo de situar el centro de gravedad de la
relacion por encima de los sentidos. Solo puede entregarse el cuerpo cuando con
el se entrega la vida entera en el compromiso indisoluble, social, sacramental del
matrimonio. Solo entonces, dentro de esta comunidad definitiva de amor en la
sociedad y en la Iglesia, es santa la entrega de los cuerpos antes, no puede ser
sino una ambigua anticipacion, abierta a los engaños, las amarguras y
frustraciones que la experiencia muestra donde quiera que se ha resquebrajado el
orden verdadero del amor cristiano" (Matrimonio y Divorcio, Declaracion del
comisión permanente del Episcopado de Chile, 6-11-71, n. 51).

De todos modos, aclarado ese punto, puede seguir flotando una duda: ¿hasta
donde se puede llegar en las manifestaciones de afecto?

A grandes trazas, y sin entrar en casuisticas antipáticas, podriamos fijar unos


criterios 1. No deben ser cosas que, en el fondo de la conciencia, tengan un
timbre de lujuria, de bajeza, de egoismo o de clandestinidad se puede llegar—
suele decir Monsenor Escrivá de Balaguer cuando se refiere a este tema, en
conversaciones con gente joven—hasta donde se llegaria en presencia de la
propia madre. 2. Nunca deben suscitar directamente ninguna de las
manifestaciones corporales que son propias de la intimidad conyugal 3. A la hora
de la responsabilidad moral, no puede prescindirse de lo que pase en la conciencia
del otro, porque los novios son dos. Una intencion afectuosa, si es imprudente,
puede ser la causa de un pecado. 4. Siempre debe quedar tal limpia trasparencia,
que no se enfrie la vida de piedad sentida ni parezca haberse levantado un muro
entre el alma y Dios.

II) Los peligros de la ocasion. Puestos a extremar las cosas, alguna podria pensar
que en esta materia el mismo noviazgo es ya un peligro. Bajo cierto aspecto es
verdad, pero no se puede cerrar ahi la discusion, porque en el fondo no se ha
hecho más que recordar una verdad de Perogrullo que los novios son criaturas
humanas.

Es cierto que el noviazgo lleva consigo una serie de circunstancias que podrian ser
consideradas ocasion de pecado, en sentido moral:el cariño y la necesidad de
manifestarlo; la oportunidad de estar juntos con frecuencia; la familiaridad, etc.
Pero no es posible tratar de evitar esas cosas equivaldria a suprimir el noviazgo,
con todas sus caracteristicas.

Aun a riesgo de que el planteamiento parezca simplista, el problema práctico


puede reducirse a pocos puntos bien concretos. Cuando hay un fondo de rectitud
y de buena voluntad, muchas victorias y muchas derrotas espirituales dependen
de que se hayan sabido evitar o no tres ocasiones peligrosas: la soledad, la
oscuridad y el coche. Asi de sencillo.

Claro que el noviazgo requiere momentos de intimidad, para cambiar impresiones


y confidencias nobles, y para empezar a entrenarse en el nosotros y el mundo,
pero intimidad no quiere decir soledad, absoluta o con complices alrededor. No se
trata de entrar en detalles. Doy por sentado que los novios son lo suficientemente
crecidos como para detectar por si mismos, con la ayuda de Dios y de su Angel
Custodio, cuando se presentan esas situaciones que ponen el alma en peligro
inmediato. Si ellos no saben huir y asi guardarse, no habra nadie en la tierra que
los guarde, porque la famosa carabina ya pasó a la historia, aunque siga
figurando en el Diccionario de la Lengua.

III) Las concesiones ante la compasion o el chantaje. Sin necesidad de afrontar el


fondo del problema, basta recordar que hay diferencias en el modo de ser
masculino y femenino. Entre hombre y mujer se abre con frecuencia la laguna de
la ignorancia o de la duda sobre la interioridad del otro, en su sentido mas amplio.
Cada uno sabe lo suyo, aunque sea con bastantes aproximaciones; y cada uno se
ve obligado a fiarse, para saber lo que el otro vive, por lo que el otro dice. Luego,
andando el tiempo y creciendo la experiencia, no hara falta hablar, y no sera facil
disimular la realidad. Pero en el noviazgo todavia no se ha llegado a ese punto, y
no han perdido eficacia las palabras mentirosas.

No necesariamente, pero en este aspecto la chica suele ser la engañada, si es


ingenua y no esta atenta. Un clima de opinion bastante extendido puede
contribuir a hacerle creer que el mandamiento de la pureza tiene distinta vigencia
para el hombre y para la mujer; y si, ademas, ha tenido que bajar aprisa y
corriendo de las nubes rosas del romanticismo, lo que no conseguiría una
tentacion descarada lo consigue la compasion, o el respeto humano, o el miedo de
parecer anticuada. Digamos solo que ha de reaccionar con prontitud, para no dar
ocasion a la pasion, y con fortaleza.

Hay momentos, incluso, en los que se impone el romper, si no hacerlo llevarla


necesariamente a ofender a Dios o si se exigen pruebas de la autenticidad del
cariño —pecados graves—, como condicion para continuar las relaciones. "Quien
ama al padre o a la madre mas que a mi, no es digno de mi, y quien ama al hijo o
a la hija mas que a mi, no es digno de mi:, (Mt. 10, 37-38).

A MODO DE RESUMEN

Advertiamos al principio que no era posible abarcar todo el tema del noviazgo en
el ámbito de este articulo. Diremos ahora que si existe la manera de hacer un
resumen de toda la actitud de los interesados: el noviazqo no se puede vivir
cristianamente, si no se vive cristianamente fuera y al margen del noviazgo. Es
ilusorio pensar en unas recetas espirituales delimitadas y especificas.

La receta esta en lo de siempre: la vida de oracion, la frecuencia de sacramentos,


la mortificacion habitual, el afan por cumplir siempre y en todo la voluntad de Dios
—aunque haya fallos y caídas—, la devocion filial a la Virgen, y tantas otras cosas,
indispensables en la vida cristiana. No son un lujo ni asuntos para uso libre de
quien les tenga aficion. Quiza a veces pueden pasar meses y aun años sin que se
note el estado de desnutricion espiritual del alma que prescinde de esos medios
sobrenaturales, pero hay momentos en los que la debilidad de la vida del espiritu
aparece con toda su tragica agudeza de ordinario, cuando se ha de hacer frente a
nuevas dificultades o a situaciones mds complejas que las habituales. Es el caso
del noviazgo, como sera luego el caso del matrimonio o—todavia mas adelante—la
paternidad y la educacion de los hijos.

Tratemos sinceramente de amar a Dios sobre todas las cosas, de mantenernos


aen su presencia, como los enamorados dirigen continuamente su pensamiento a
la persona que aman, y todas nuestras acciones—aun las mas pequeñas—se
llenaran de eficacia espiritual. Por eso, cuando un cristiano se mete por este
camino del trato ininterrumpido con el Señor—y es un camino para todos, no una
senda para privilegiados—, la vida interior crece, segura y firme; y se afianza en
el hombre esa lucha, amable y exigente a la vez, por realizar hasta el fondo la
voluntad de Dios" (J. Escriva de Balaguer, Es Cristo que pasa, Madrid 1973, n.
119).

Noviazgo

Al llegar a la etapa de la adolescencia, se necesita cambiar sus marcos de referencia en


prácticamente todos los campos pues ahora la materia prima que lo constituye está cambiando
y se hace prácticamente imposible sostener las mismas pautas de conducta, de pensamientos
y deseos que se tenían cuando era niño. El mundo se ve diferente y tiene otro sentido cuando
se entra en la adolescencia. Nunca se tiene la certeza de qué rumbo van a tomar las cosas,
pero de algo sí es seguro: nada es ya como antes y tendrá que encontrar la manera de volver a
sentirse seguro en la nueva situación.

Aunque para los adultos puede ser evidente el momento en que un niño empieza a ser
adolescente (por su crecimiento físico, sus cambios en la conducta, su manera de pensar y de
actuar, etc.) para tí, estos cambios no son claros y los vives como una situación de confusión y
descontrol. El nuevo adolescente nunca tiene una consciencia clara de que está entrando en
un período de cambio y que lo que está ocurriendo es resultado de un proceso normal. Este
desconocimiento te hace más vulnerable a la inseguridad y a la sensación de extrañeza e
inadecuación de tu persona.

Esta sensación de extrañeza, de no saber cómo ser y de no estar seguro de nada, se intentará
superar o al menos disminuir mediante una serie de mecanismos de identificación con los
conocidos que tienen la misma edad que tú y en quienes descubres alguna cualidad que tú
valoras y te gustaría tener. Las relaciones con los compañeros de tu misma edad se vuelven
importantísimas pues no sólo cumplen una función social, sino que ahora se convierten en un
elemento indispensable para que puedas navegar en este período de la vida con cierta certeza
de que llevas un rumbo adecuado. El efecto psicológico de saber que eres normal o igual a los
demás, te da la tranquilidad necesaria y la seguridad en tí mismo para poder incursionar, con
ciertas probabilidades de éxito, en las demás áreas a las que tienes que enfrentarte.

Las oportunidades de tener amistades o relaciones sociales con otros adolescentes de tu edad,
resulta crucial para poder superar con éxito la pérdida de tu identidad infantil y el
desprendimiento de tus padres, y poder construir, apoyándote en tus compañeros, el propio
concepto de tí mismo y así poder consolidar tu identidad personal, indispensables ambos para
lograr una personalidad adulta y madura.

El indispensable distanciamiento que necesitas hacer con respecto a tus padres, te lleva a
estrechar el acercamiento a los amigos. Sin embargo, este acercamiento no siempre es facíl y
menos aun cuando pretendes iniciar una relación de noviazgo. Existen factores propios de tu
misma edad (inseguridad, miedo al rechazo, temor a hacer el ridículo, baja autoestima, tu
apariencia física, etc.) que hacen de esta experiencia todo un reto porque implica grandes
posibilidades de que fracases. La situación se complica con las presiones de tus padres que
pretenden (con buena intención) controlar tu conducta social.

En esta situación, tú como adolescente inicias los ensayos para satisfacer la imperiosa
necesidad de los amigos, necesidad de sentirte y ser igual que los demás, y de estar a la altura
de aquellos que ante tí aparecen como modelos.

Como te habrás dado cuenta, las dudas que tienen los adolescentes abarcan una amplia gama
de temas y se extienden a detalles que en otras edades jamás les llamarían la atención, pero
que ahora les parecen de lo más importantes. Mencionarlas todas sería imposible, sin embargo
hay algunos rasgos característicos que pueden generalizarse y que se encuentran en casi
todas las conductas de esta edad.

A continuación encontrarás ejemplos de algunas preguntas hechas por adolescentes como tú,
en donde podrás comprobar que lo que a tí te pasa no es exclusivo de tu persona y que en
realidad te ocurre porque eres un adolescente sano y normal. Las respuestas a las preguntas
fueron hechas por especialistas en el estudio de la adolescencia y confío que puedan ayudarte
a despejar tus propias dudas o a encontrar una solución a tus problemas.

Dificultad para iniciar una relación.

El noviazgo
 

Antes de empezar, me gustaría dejar en claro al tipo de noviazgo a que los


artículos contenidos en esta sección de Antesdelfin.com se refieren. El
noviazgo a que nos referimos debe ser un tiempo separado para que la pareja
se conozca mejor, para que pasen tiempo juntos, para que a lo que al
principio podría no ser más que un enamoramiento fugaz, se le dé tiempo… y
así ver si en realidad el Espíritu Santo nos muestra que la otra persona está
en los planes de Dios para nuestras vidas.

El noviazgo a que aquí nos referimos debe darse entre dos jóvenes maduros,
de 18 años en adelante, pero de 22 o más años preferible.
Muchos de nosotros nos embarcamos A DESTIEMPO en una
búsqueda incesante por la mujer o el hombre que Dios nos
tiene guardados, sin embargo, hacemos como Sarai y
Abraham… y ¡tratamos de ayudar a Dios!. Esto es inadmisible.
Durante el período que aquí llamamos noviazgo no debe haber contacto físico
directo, sino que debemos dar tiempo para que el amor crezca y lo que al
principio no es más que un "crush", se consolide y resulte ser una relación
saludable y aprobada por Dios y por los líderes locales del cuerpo de Cristo.

Los besos y los abrazos prolongados debemos dejarlos para la etapa del
noviazgo denominada "Compromiso". Es en esta etapa cuando la pareja, los
padres de los involucrados en la relación, y los líderes de la iglesia, asienten y
consideran que la relación ha alcanzado un clímax de madurez que justifica
un mayor acercamiento.

Jovencitos en la escuela, menores de 17 años no deben estar pensando en el


noviazgo ya que no han madurado y Dios no se complace en este tipo de
relaciones. Si ellos insisten que en "tienen amores", podemos dejarlos, pero
de contacto físico… ¡Nada!

Regla dorada para el noviazgo:


Los novios pueden hacer mientras están solos,
todo lo que harían si sus padres estuvieran presentes.
Tres Razones Para el
Noviazgo
 

Primera razón que justifica el noviazgo

En primer lugar, a los jóvenes el noviazgo le ayuda a relacionarse con los


demás. El matrimonio moderno es algo riesgoso, el noviazgo le da una
preciosa oportunidad para enfrentar asuntos claves como la confianza, la
honestidad y la habilidad de resolver conflictos sin el compromiso del
matrimonio. Como la razón del noviazgo debe ser para llegar finalmente a
una relación permanente y satisfactoria del matrimonio, utilice esta
oportunidad para ver cómo usted y la otra persona se relacionan. Una
buena regla para la vida es: "siguiendo la verdad en amor, crezcamos en
todo en aquel que es la cabeza, este es Cristo."
Efesios 4:15

La tentación sexual hace la necesidad de relaciones


maduras algo aún más importantes. De hecho, hay
cristianos que cuestionan la razón del noviazgo.
Alegan que este proceso creará deseos que no pueden
satisfacerse fuera del matrimonio. Se preguntan, '¿Por
qué exponerme a tanto sufrimiento y frustración?'

Sin embargo, aquellos que usan esta línea razonamiento muestran que
tienen concepciones erróneas acerca del matrimonio y del sexo. El
matrimonio bíblico, como el noviazgo, no es un lugar para el sexo sin
límite y fuera del control. Ambos requieren de mucho dominio propio
sexual - es decir, evitando el adulterio y buscando el bien de su pareja.
Como lo dice en 1 de Tesalonicenses 4:4 " que cada uno de vosotros sepa
tener su propia esposa en santidad y honor, no en pasión desordenada" El
noviazgo le permite seguir los consejos de Pablo.
Segunda razón que justifica el noviazgo

Además de aprender cómo relacionarse con otros, el noviazgo provee la


manera de encontrar una pareja apropiada. La mayoría de los padres
solteros se separaron de sus ex-parejas por alguna razón, sea buena o
mala. Debe recordar esta experiencia y hacerla parte de la lista de
consideraciones para la próxima persona con quien se case. Por ejemplo,
puede ser que le gusta una personalidad fuerte, mientras cuestiona su
habilidad de llevarse bien con una pareja dominante.

Su incomodidad puede ser un signo de su necesidad de examinarse sobre


el por qué le atraen las personas de carácter dominante - además de
examinar si esta atracción es saludable. El noviazgo le ayuda a entender
qué tipo de persona le es idónea. En estos asuntos tan críticos, las
escrituras nos amonestan a no juzgar repentinamente, "El corazón del
entendido adquiere sabiduría, y el oído de los sabios busca la ciencia."
Proverbios 18:15

Tercera razón que justifica el noviazgo

Finalmente, el noviazgo le ofrece la oportunidad de llegar a ser una


persona más fuerte. Porque todos nosotros llevamos nuestras heridas a
nuestras relaciones, examine aspectos de su personalidad durante el
noviazgo. Ser dema

Reglas para el noviazgo


 

La mayoría de los jóvenes no deciden un día tener relaciones


sexuales, sino que simplemente un día se dan las condiciones y
sucede. De hecho, la mayoría de estos "accidentes" ocurren entre las
horas de 3:00 a 5:00 de la tarde, cuando sus padres están en el trabajo
todavía. Lamentablemente, en Estados Unidos, el 42% de los jóvenes
cristianos (en menor proporción los hijos de padres
evangélicos/pentecostales) tendrán contacto sexual directo antes de
los 18 años. ¡Y esto no incluye a los que solamente
tienen sexo oral, besos y "manoseo". Este 42% se refiere
a sexo… ¡que incluye la penetración!

Reglas estrictas para "salir a una cita" son necesarias


para evitar que nuestros jóvenes se expongan a
tentaciones que sean casi irresistibles. Pero además de estas reglas
estrictas (que conlleven consecuencias), usted debe educar a sus hijos
sobre la verdad del sexo desde el punto de vista bíblico. Usted debe
expresar lo que espera de ellos cuando sus hijos salgan con la pareja
opuesta. Así les ayudará a que no pierdan el control.

Debido a que todo pecado comienza en la mente, mientras menos


oportunidades de estar solos y alejados les proporcionemos a nuestros
hijos adolescentes, menos posibilidades habrá de que se vean
tentados a cometer este grave error. Sin embargo, en algún momento
se verán solos… eso es inevitable. ¡Es allí cuando lo que usted haya
sembrado en ellos dará frutos.

Si nuestros hijos son lo suficientemente


dependientes de Dios y de nosotros para sus
decisiones, ellos no se tomarán sus decisiones
basándose en la percepción social, sino basándose
en principios bíblicos sólidos. Este es especialmente cierto, en el caso
del sexo. Es por eso que es esencial que usted como responsable
antes Dios por su familia, establezca ciertos parámetros o Guías de
comportamiento.

Algunas de las Guías de comportamiento pueden incluir:

 Las citas son reservadas para los fines de semana y para las
ocasiones especiales, y NO son para después de la escuela.
 Puede salir en grupo y con una persona mayor y responsable
(ojo… escoja bien a esta persona) empezando a la edad de ___
años.
 Puede salir en el auto o a solas ÚNICAMENTE cuando ya ha
terminado los estudios de la secundaria o bachillerato.
 Puede salir con un muchacho/una muchacha después que
este/esta haya pasado una tarde con ustedes (los padres). Esto
colocará las caras de los padres en la memoria de la pareja.
 Puede salir ÚNICA Y EXCLUSIVAMENTE con un cristiano o
cristiana DE COMPROBADA MADUREZ Y
RESPONSABILIDAD. (Hay muchos lobos vertidos de palomas
en nuestras iglesias)
 Tiene que avisar de sus planes (el lugar preciso donde estarán)
antes de la salida, y llamar si hay un cambio de planes.

Romper cualquiera de estas reglas DEBE tener consecuencias. De no


ser así, mejor no use las reglas ya que… ¡no hay justicia sin
retribución!

¿Le parece muy fuerte? Bueno pues, vivir una vida de pureza es duro.
Además de estas reglas sugeridas, establezca PRECISAMENTE los
parámetros de comportamiento mientras están en su
ausencia.

La Biblia establece que el hombre que no proporciona


para su familia es peor que un impío. La nutrición
familiar no solamente incluye la proporción de
alimentos, sino la educación emocional, sexual y la
seguridad para nuestras familias.

Los padres varones hispanos tenemos la tendencia de dejar todos


estos asuntos en las manos de nuestras esposas. ¡Ese es un error
garrafal! Como cabezas de nuestras casas deberemos un día
responder ante Dios por haber proporcionado un ambiente SEGURO
para nuestros hijos. ¿Es un embarazo antes del matrimonio o la
pérdida de la honradez de nuestra hija, por ejemplo, un ambiente
seguro?

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