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SEMANA DE MAYORDOMÍA CRIS TIANA 2022

DIVISIÓN SUDAMERICANA
Índice
3 SEGUIDOR Y NO FAN

18 TODO ES VALIOSO EN LAS MANOS DE DIOS

25 FIEL HASTA LA MUERTE

33 LA RELIGIÓN DE LA PROSPERIDAD

43 ¿QUÉ ES EL SACRIFICIO?

51 EXPECTATIVA Y PACIENCIA:

59 UN REGALO PERFECTO

Copyright © 2020 División Sudamericana de los Adventistas del Séptimo Día ®


Todos los derechos reservados.
Publicado por la Casa Publicadora Brasileña
Sermones organizados por: Josanan Alves
Traducción: Departamento de Traducción de la DSA
Diagramación, tapa y proyecto gráfico: Marcos Castro
Fotos: Depositphotos y Freepik
Este material puede ser traducido, impreso o fotocopiado por cualquier enti-
dad Adventista del Séptimo Día sin obtener permiso adicional. Los documen-
tos republicados deben incluir el crédito: “Ministerio de Mayordomía, División
Sudamericana de los Adventistas del Séptimo Día, usado con permiso”. Está
prohibida la venta de este trabajo con fines de lucro.
Sabado

SEGUIDOR Y NO FAN
TEXTO BÍBLICO: Lucas 18:18-23

Introducción
Jesús estaba en camino hacia Jerusalén por última vez. Es-
taba en una misión, una misión de misericordia para la fami-
lia humana que le costaría la vida en la cruz y destinada a no-
sotros. De repente, su misión fue interrumpida por un hombre
que vino corriendo hasta él y cayó de rodillas en una posición
de servidumbre. Marcos no dio al hombre un nombre o título,
pero Mateo lo describe como “joven” (Mat. 19:22), lo que también
está implícito en su “corrida” (Mar. 17:17), algo que un hombre
mayor jamás haría. Y Lucas dice que él era un “hombre de posi-
ción” (Luc. 18:18), esto es, un miembro del honrado consejo de
los judíos. Los tres escritores del Evangelio, todos mencionan
su riqueza. Por lo tanto, conocemos a esa persona arrodillada
delante de Jesús como “el joven rico y de elevada posición”.
Impresionado cuando vio que Jesús bendecía a los niños,
ese joven deseaba ser bendecido de la misma forma. Le hizo
a Jesús la pregunta más importante que un ser humano puede
hacer: “¿qué haré para heredar la vida eterna? (Mar. 10:17).
En respuesta, Jesús citó varios de los mandamientos de Dios
y le indicó su necesidad de guardarlos. El joven afirmó que obe-
decía esos mandamientos, y después quiso saber que más tenía
que hacer (Mar. 19:20). Aunque su vida era moralmente pura y
religiosamente ortodoxa, todavía estaba insatisfecho. Había vis-
to algo que sucedió entre Jesús y los niños que lo afectó, y él se
sintió incompleto de alguna forma.

El vacío de una vida sin una entrega completa


Si usted creció en la iglesia, tal vez sabe lo que estaba sin-
tiendo ese joven gobernante. Usted nunca se rebeló contra la
religión de sus padres. Adoptó la cultura del sistema de fe de
sus padres y permaneció en conformidad con las reglas y tradi-
ciones de esa cultura. Usted fue a la Escuela Sabática, memorizó
versículos de la Biblia, participó activamente de los Conquista-
dores, vivió los principios de salud, conoció las veintiocho cre-
encias fundamentales, estuvo en la iglesia fielmente todos los
sábados, devolvió el diezmo honestamente. Usted no miente
y no comete fraude al dar sus impuestos. Seguramente usted
nunca mató a alguien o robó algo que no le pertenece. Sin em-
bargo, siente que le falta algo, ¿qué es?
El joven rico había trabajado mucho por todo lo que había
logrado en la vida. Planificó su trabajo y siguió su plan; y la vida
lo recompensó. Él se imaginó que Dios y la vida eterna funciona-
ban de la misma manera. “Solo dime el plan, Jesús, yo lo seguiré
y seré recompensado con la vida eterna”.
“Entonces Jesús, mirándole, le amó” (Mar. 10:21). Jesús vio
que el joven era sincero en su búsqueda de la vida eterna. Él lo
amaba. Lo amaba lo suficiente para decirle la verdad. A veces,
el amor debe decir cosas difíciles. Hoy, muchos de nosotros te-
nemos una noción reducida de lo que es el amor. Creemos que
ser amoroso significa que no podemos decir algunas verdades

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con amor. A veces, pensamos que lo más amoroso que podemos
hacer es simplemente dejar que la persona viva una vida de pe-
cado y no confrontarla.

Jesús le dijo la vedad


¿Pero qué haría Jesús? Bien, vea lo que Jesús hizo. Jesús
amaba a ese joven rico lo suficiente para decirle lo que nece-
sitaba oír. Jesús le dijo: “Una cosa te falta”. ¿Solo una? El joven
debe haberse animado al oír esto. He hecho muchas cosas. Si
me falta solo una, está bien, será fácil. En la rápida revisión de
los mandamientos que Jesús citó vemos que, con una excep-
ción, todos son negativos. O sea, todos mencionan cosas que
usted no hace. ¿Es así como definimos nuestra fe, por las cosas
que no hacemos? Cuando el joven afirmó que guardó todos esos
mandamientos desde la juventud, básicamente estaba dicien-
do: “Nunca hice mal a nadie en toda mi vida”. Eso pudo haber
sido verdad, pero la verdadera cuestión era: “¿Qué hizo usted de
bueno?”. Con todas sus posesiones, con todas sus riquezas, con
todo lo que podría dar, ¿qué bien hizo a otros? ¿Cuánto se es-
forzó usted para ayudar, consolar y fortalecer a otras personas?
Como muchos cristianos que guardan los mandamientos y
son efectivamente morales, ese joven tenía una religión “respe-
table” que consistía principalmente en no hacer cosas. Pero si
eso es toda su religión, usted es como el siervo que enterró el
talento que recibió en la tierra. Mayordomía es más que no ha-
cer cosas; es hacer las mejores cosas con todo lo que se recibe.
“Una cosa te falta”, le dijo Jesús al joven, “vende todo lo que
tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven,
sígueme, tomando tu cruz” (v. 21).
“Vende todo lo que tienes” (Luc. 18:22). Haga un compromiso
total. Desista de lo que usted tiene para que pueda recibir todo
lo que yo tengo. Jesús quería curar la “visión” del joven. Quería
que se diera cuenta de que, aunque pensaba que guardaba los

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mandamientos, estaba quebrantando el primero: “No tendrás
otros dioses delante de mí” (Éxo. 20:3).
El joven pensaba que quería ser discípulo de Jesús, pero no
comprendió que el llamado al discipulado es un llamado a la
mayordomía y que el llamado a la mayordomía es un llamado
para vivir negándose a sí mismo.
Jesús quería todo del joven, pero el joven quería solo una
parte de Jesús. Él no comprendió que una relación con Dios
debe ser exclusiva, no podría servir a dos señores.

¿Qué haría?
“Pero él, afligido por esta palabra, se fue triste, porque tenía
muchas posesiones” (Mar. 10:22). Se perdió el mayor milagro de
su vida, porque a pesar de todas las cosas que estaba dispuesto
a hacer, no estaba dispuesto a hacer lo más importante, no se
entregaría completamente a Dios.
¿Qué me hace sentir afligido? ¿Qué pide Dios de mí y qué
considero demasiado? Ese hombre se fue triste porque tenía
muchos bienes. ¿Será que yo me iría triste porque tengo grandes
obsesiones? ¿Óptimas diversiones? ¿Excelente moda? ¿Grandes
ambiciones? ¿Grandes pasiones por sexo, comida, deportes?
Para algunas personas, desistir de un programa de TV es pedir
demasiado. Para algunos, levantarse de la cama el sábado de
mañana es demasiado. Para otros, treinta minutos para orar y
estudiar la Biblia es demasiado. Nuestro rostro y nuestra fe pier-
den el vigor con el llamado de la mayordomía, porque queremos
los beneficios de vivir con Jesús sin el sacrifico de vivir negando
el yo.
El predicador Kyle Idleman cuenta sobre un llamado para
seguir a Jesús que hizo al final de un mensaje que predicó en
un viaje misionero al África. Dos jóvenes de unos veinte años
aceptaron a Cristo y se comprometieron a seguirlo. A la tarde
siguiente esos dos jóvenes aparecieron en la casa donde Kyle

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se hospedaba, cada uno llevando una bolsa en el hombro. Kyle
le preguntó al traductor local por qué ellos estaban allí. Este
le explicó que sus familias y su aldea no los recibían más por
haberse hecho cristianos. Cuando Kyle escuchó esto, tuvo mie-
do de que tal vez fuera más de lo que estuvieran dispuestos a
aceptar. El traductor le dijo: “Ellos sabían que les sucedería eso
cuando tomaron la decisión”.
Estaban eligiendo a Jesús en vez de sus familias. Estaban eli-
giendo a Jesús en vez de su propia comunidad y conveniencia.
Ellos no son fans de Jesús, son seguidores, pues los fans no ha-
cen eso.
Los seguidores están dispuestos a negarse a sí mismos y de-
cir: “Yo elijo a Jesús. Yo elijo a Jesús en vez de mi familia. Yo elijo
a Jesús en vez del dinero. Yo elijo a Jesús en vez de las metas de
una carrera. Yo soy completamente de él. Yo elijo a Jesús en vez
de emborracharme. Yo elijo a Jesús en vez de ver pornografía. Yo
elijo a Jesús en vez de una casa bien decorada. Yo elijo a Jesús
en vez de mi libertad. Yo elijo a Jesús a pesar de lo que otras
personas puedan pensar de mí”. Un seguidor toma la decisión
todos los días de negarse a sí mismo y elegir a Jesús… aunque
eso cueste todo.

Negarse a sí mismo
“Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y
tome su cruz, y sígame” (Mar. 8:34). Jesús está buscando segui-
dores, no fans. Los fans son como “admiradores entusiasma-
dos”. Un fan es la persona que va al partido de fútbol local con
el cabello pintado de los colores del equipo, agitando los brazos
y gritando: “Somos el número uno”. Está allá para divertirse y
alentar a su equipo hasta la victoria, pero, además del precio de
la entrada, no le cuesta nada estar allá. Él mismo nunca entra en
el partido. Y si es un fan de los buenos momentos, él volverá a
su casa cuando las cosas se ponen difíciles para su equipo.

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La iglesia está llena de cristianos fans, admiradores entu-
siastas, pero no abnegados. El joven rico era un admirador en-
tusiasta de Jesús, pero no estaba dispuesto a vivir negándose a
sí mismo por Jesús.

Mayordomía es vivir en abnegación


Dios lo está llamando de la negación espiritual a la abnega-
ción. Y porque lo ama le pide eso. Porque sabe que el egoísmo
será su ruina. Al fin de cuentas, si usted no está dispuesto a
decir “no” a sí mismo, estará más dispuesto a decir “no” a Dios.
El autor Dietrich Bonhoeffer escribió las siguientes palabras:
“Gracia barata es la gracia que nos concedemos a nosotros
mismos.
Gracia barata es predicar del perdón sin requerir arrepenti-
miento, bautismo sin disciplina en la Iglesia, comunión sin con-
fesión, absolución sin confesión personal. Gracia barata es la
gracia sin discipulado, gracia sin la cruz, gracia sin Jesucristo,
viva y encarnada.
Gracia cara es el tesoro escondido en el campo. Por ella un
hombre de buen agrado venderá todo lo que posee. Es la perla
de gran precio que tiene que comprar, por la cual el comercian-
te venderá todos sus bienes. Es el gobierno real de Cristo, por
amor de quien el hombre se arrancará el ojo que lo hace trope-
zar; es el llamado de Jesucristo por el cual el discípulo deja sus
redes y lo sigue”.
Espero que esta semana de mayordomía cristiana sea una
bendición en nuestra vida y nos haga pensar sobre el tiempo,
los talentos, el templo y el tesoro. Los mensajes de esta sema-
na nos llevarán a responder las siguientes preguntas: ¿Estamos
realmente conduciendo nuestra familia por el camino de la sal-
vación? ¿Vale la pena involucrarse en el reino de Dios? ¿Estamos
siendo más consagrados? ¿Más dedicados? ¿Más comprometi-
dos con la misión? ¿Más apasionados en servir a los pobres?

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¿Más liberales al dar? ¿Menos mundanos? ¿Mejores vencedores
de hábitos y vicios?

Jesús todavía nos mira con amor


Hoy Jesús me mira con amor y lo mira a usted con amor y nos
dice: “Una cosa te falta”. Yo no sé lo que significa eso para usted.
Para mí es una rendición total. Para mí, es que me encuentro
agarrado con mucha fuerza a lo que pienso que es mío cuando
todo le pertenece a él. ¿Usted y yo nos vamos tristes hoy porque
amamos nuestras cosas más de lo que amamos a Dios? ¿Porque
queremos el cristianismo como fans en vez de algo real?
No se trata de obras. Jesús no dijo al joven que venda todo
porque ese acto le daría puntos suficientes para ganar el Cielo.
Si parece que Jesús pidió lo imposible cuando dijo: “Vende todo
lo que tienes y dalo a los pobres, […] y ven, sígueme, tomando tu
cruz” (Mar. 10:21), entonces considere lo que Jesús dijo a los dis-
cípulos en el versículo 27: “Para los hombres es imposible, pero
para Dios, no; porque todas las cosas son posibles para Dios”.
Eso es por gracia, pero no es barato.
La mayordomía se resume a una cosa: “Si, pues, coméis o
bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios”
(1 Cor. 10:31).

Conclusión
Quiero invitarlo a orar ahora. Al hacerlo, considere al jo-
ven rico y pregúntese a sí mismo si usted está dispuesto a vivir
en negación. Si usted está dispuesto a tomar su cruz y seguir
a Jesús. Si usted está luchando para encontrar la respuesta, la
gracia de Dios es suficiente para usted. No es barata, pero está
disponible si usted extiende la mano para tomarla. No permita
que su rostro o su fe pierdan el vigor. “Con Dios, todo es posible”.
Ahora es la hora de vivir negándose a sí mismo”.

HEREDEROS DEL REINO | 9


Semana-feira
Domingo

LAS CINCO CORONAS


TEXTO BÍBLICO: Santiago 1:12

Introducción
Actualmente, veo a muchos cristianos escapando de la cues-
tión del mérito y de las recompensas, como si fuera algo antibí-
blico. La polémica deriva de que somos salvos por la “gracia”, en
la cual el mérito no es nuestro, sino solo del sacrificio redentor
de Cristo en la cruz. En ese aspecto, realmente no hay mayores
ni menores, porque todos por igual alcanzamos la salvación por
la misericordia divina. Pero Jesús declaró que en el Reino habrá
galardones (recompensas) mayores y menores.
Existe una palabra bíblica que nos ayuda a entender esa re-
compensa sin anular la creencia en los méritos de Cristo y en
la salvación solamente por la fe. Estoy hablando de la palabra
“corona” y sus significados bíblicos.
Hay dos palabras griegas comunes para “corona” en la Biblia.
Una de ellas, que se usa en el Nuevo Testamento, es la palabra
“diadema” (ornamento real para poner en la cabeza, corona) y
se encuentra en Apocalipsis (Apoc. 12:3; 13:1; 19:12). Esa palabra
se utiliza para designar las coronas en las cabezas del dragón,
las coronas de la bestia que surge del mar y las “muchas co-
ronas” en la cabeza de Cristo cuando regrese a la Tierra para
establecer su reino. La palabra “diadema” siempre se refiere a
la corona de un rey o dignatario imperial.
La segunda palabra para corona en la Biblia es la palabra
griega Stephanos (guirnalda concedida con significado de hon-
ra), que es la palabra principal griega que se usa para describir
las coronas que recibirán los cristianos que serán hallados fieles
(1 Tes. 2:19; 2 Tim. 4:8; Sant. 1:12; Apoc. 2:10). La palabra viene
de stepho, que significa “cercar, enrollar, torcer”, y hace alusión
a una corona de vencedor. En la costumbre greco-romana, esa
corona se daba al vencedor de los juegos olímpicos. Era tejida
como una guirnalda de roble, mirto, o también de hojas de olivo,
o en algunos casos, una imitación de esos componentes en oro.
En ningún pasaje de la Biblia existe alguna promesa de una
diadema para el cristiano, siendo que hay solo un Rey de reyes
que merece usar esa corona de realeza, que es Cristo. Sin em-
bargo, los cristianos recibirán la stephanos, que es una recom-
pensa y un símbolo de honra, de un trato especial.

Las cinco coronas


Hay cinco aspectos diferentes de la corona (stephanos) pro-
metida a los creyentes como parte de su paquete de “jubilación
celestial”:

LA CORONA INCORRUPTIBLE
“¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la ver-
dad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal ma-
nera que lo obtengáis. Todo aquel que lucha, de todo se abs-
tiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona [stephanos]
corruptible, pero nosotros, una incorruptible” (1 Cor. 9:24, 25).

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La idea de una corona incorruptible indica que ella durará
por toda la eternidad. Esa corona sugiere una recompensa que
el cristiano recibirá como señal y recordativo, por los siglos de
los siglos, de que fue fiel en su vida terrenal en el propósito de
seguir al Señor y serle obediente.

LA CORONA DE GOZO
“Porque ¿cuál es nuestra esperanza, o gozo, o corona de que
me gloríe? ¿No lo sois vosotros, delante de nuestro Señor Jesu-
cristo, en su venida? Vosotros sois nuestra gloria y gozo” (1 Tes.
2:19, 20).
A esa corona se la llama con frecuencia “corona del vence-
dor”, ya que habrá un galardón especial para cada uno de los
vencedores. Pablo estaba hablando a la iglesia ubicada en Tesa-
lónica, Grecia, a través de la primera carta enviada a ella, de las
trece cartas compiladas en el Nuevo Testamento. La carta está
dividida en cinco capítulos, y en cada capítulo, el apóstol hace
alusión al regreso de Cristo. Él le dice a esa iglesia que, en la
venida de Jesús, ellos recibirían una “corona de gozo”. Seremos
recompensados por las almas que ganamos para Cristo, y una
corona especial de vencedor se dará a cada creyente que gane
un alma.

LA CORONA DE LA VIDA
“Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque
cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que
Dios ha prometido a los que le aman” (Sant. 1:12).
Esa promesa es semejante a la promesa hecha en Apocalipsis
2:10, que es la recompensa de los creyentes que perseveraron y
vencieron las tentaciones y las pruebas. Cuando Cristo advirtió:
“He aquí, yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno
tome tu corona [stephanos]” (Apoc. 3:11), él estaba amonestan-
do a la iglesia de Filadelfia a ser fiel y soportar los ataques del
enemigo. Hay una corona especial para los que disciplinaron sus

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cuerpos, mentes y espíritus en seguir al Señor hasta el fin. Y esa
es la corona de la vida eterna.

LA CORONA DE GLORIA
“Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros reci-
biréis la corona incorruptible de [stephanos] gloria” (1 Ped. 5:4).
En ese pasaje, el apóstol Pedro habla a los ancianos, y los
instruye a permanecer fieles para abastecer al rebaño de cris-
tianos, y no por ganar dinero y a servir de ejemplo a otros. Si
fueran encontrados fieles en la venida de Cristo, recibirían una
“corona de gloria”. Esa corona en particular es para los que ser-
vían como ancianos, pastores y obispos, líderes espirituales en
la vida de los cristianos, como un pastor cuidaba de sus ovejas.

LA CORONA DE JUSTICIA
“Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual
me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino
también a todos los que aman su venida” (2 Tim. 4:8).
Es interesante observar que Pablo menciona el hecho de que
la corona se concede a los que “aman su venida”. Algunos po-
drían pensar que todos los cristianos aman la venida del Señor.
Sin embargo, hay algunos que alegan ser cristianos y que, en
verdad, se burlan y escarnecen por la idea de que Cristo regre-
sará pronto (2 Ped. 3:3, 4). Otros quedarán “avergonzados en su
venida” (1 Juan 2:28). Para los que anhelan esa venida, hay una
corona de justicia. Solo los que tienen un pacto activo con la jus-
ticia de Dios por medio de Cristo recibirán esa corona especial.
En otras palabras, la corona es la misma, pero con aspectos
de bendición y recompensa diferentes para los que fueron fieles
hasta el fin.
Hay siete bendiciones que Juan menciona en Apocalipsis (ca-
pítulos 2 y 3), prometidas para los que triunfen. Esas bendicio-
nes son:

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1. El vencedor comerá del árbol de la vida en el paraíso ce-
lestial de Dios (Apoc. 2:7).
2. El vencedor no sufrirá la segunda muerte (Apoc. 2:11).
3. El vencedor comerá del maná escondido y recibirá un
nombre nuevo, escrito en una piedra blanca (Apoc. 2:17).
4. El vencedor recibirá autoridad sobre las naciones (Apoc.
2:26).
5. Al vencedor no se le borrará el nombre del libro de la
vida (Apoc. 3:5).
6. El vencedor será una columna en el templo y recibirá un
nombre nuevo (Apoc. 3:12).
7. El vencedor se sentará en el trono de Cristo (Apoc. 3:21).

Todas esas bendiciones mencionadas son una parte de las


recompensas que recibirán los cristianos por servir fielmente a
Dios. Otras recompensas incluyen gobernar con Cristo sobre la
tierra durante los mil años.

El peligro de perder la corona de la salvación


Hay algunas cosas que conmueven y que están relacionadas
al juicio en el Tribunal de Cristo. Aunque una persona pueda te-
ner un pacto redentor para estar en ese juicio, habrá personas
que perderán su galardón eterno. Esa amonestación se encuen-
tra a lo largo de toda la Escritura. Aquí hay un ejemplo:
“He aquí, yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que nin-
guno tome tu corona [stephanos]” (Apoc. 3:11).
A la luz de las amonestaciones para no perder su galardón
y no permitir que otro tome su corona, las advertencias fueron
dadas a cinco de las siete iglesias en Apocalipsis, instruyéndolas
a arrepentirse de sus faltas espirituales y morales, de lo contra-
rio enfrentarían consecuencias severas:

14 | SEMANA DE MAYORDOMÍA CRISTIANA


“Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y
haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré
tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido” (Apoc.
2:5).
“Por tanto, arrepiéntete; pues si no, vendré a ti pronto, y pe-
learé contra ellos con la espada de mi boca” (Apoc. 2:16).
“He aquí, yo la arrojo en cama, y en gran tribulación a los
que con ella adulteran, si no se arrepienten de las obras de ella”
(Apoc. 2:22).
“Acuérdate, pues, de lo que has recibido y oído; y guárdalo, y
arrepiéntete. Pues si no velas, vendré sobre ti como ladrón, y no
sabrás a qué hora vendré sobre ti” (Apoc. 3:3).
“Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré
de mi boca” (Apoc. 3:16).

Nuestra única seguridad


En el “Tribunal de Cristo” (2 Cor. 5:10; Rom. 14:10-12), todos los
cristianos tendrán sus obras probadas de alguna forma por el
fuego, siendo recompensados por no quemarse. Las Escrituras
son claras al decir que para algunos puede suceder que nada les
falte además de la salvación:
“Y si sobre este fundamento alguno edificare oro, plata, pie-
dras preciosas, madera, heno, hojarasca, la obra de cada uno se
hará manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego
será revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego la proba-
rá. Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá
recompensa. Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida,
si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego” (1 Cor.
3:12-15).
En ese pasaje, Pablo está hablando de su experiencia per-
sonal. Ponía los fundamentos por necesidad. Estaba siempre
viajando. En verdad, permaneció dieciocho meses en Corinto

HEREDEROS DEL REINO | 15


(Hech. 18:11) y por tres años en Éfeso (Hech. 20:31), pero en Te-
salónica no permaneció más de un mes, y eso era muy común.
Había mucho terreno esperando para ser cubierto, había mu-
chos hombres que nunca habían oído el nombre de Jesucristo, y
si quería comenzar bien con la evangelización del mundo, Pablo
no podía hacer más que poner los fundamentos y seguir a otro
lugar. Solo cuando estaba encarcelado, su espíritu inquieto po-
día quedarse en un solo lugar.
Donde quiera que él iba lanzaba los mismos fundamentos.
Estos consistían en la proclamación de los hechos sobre el sa-
crificio de Cristo. Su tremenda misión era la de presentar a Cristo
a las personas. El fundamento de la iglesia consiste en el hecho
de que solo en Cristo el cristiano puede encontrar tres cosas:
a) Perdón de sus pecados pasados. Ahora experimenta una
nueva relación con Dios. Descubre de repente que Dios
es su amigo, y no su enemigo. Descubre lo que signifi-
ca sentirse a gusto con él. Descubre que Dios es como
Jesús. Donde una vez veía odio ahora ve amor y una tier-
na intimidad.
b) Fuerza para el presente. A través de la presencia y de la
ayuda de Jesús, el cristiano encuentra fuerza y coraje
para enfrentar la vida, debido al hecho de que ahora ya
no es una unidad independiente inmersa en una batalla
solo contra el universo adverso. Vive una vida en la cual
nada puede separarlo del amor de Dios en Cristo Jesús,
su Señor. Camina por el camino de la vida y pelea las ba-
tallas de la vida con Cristo.
c) Esperanza para el futuro. Ya no vive en un mundo en el
cual tiene miedo de mirar hacia delante. Vive en un mun-
do gobernado por Dios donde él actúa para que todas
las cosas operen juntas para el bien, en el cual su tiempo
está en las manos de Dios. Vive en un mundo en el cual
la muerte ya no es el final. Sin el fundamento de Cristo, el
hombre no puede obtener ninguna de esas cosas.

16 | SEMANA DE MAYORDOMÍA CRISTIANA


Llamado
Hoy es el día de tomar la decisión de entregar la vida com-
pletamente al Señor y de estar en completa dependencia de él,
aceptar su señorío sobre nuestra vida y esperar con paciencia y
fidelidad el día cuando él nos dará la corona de la vida. ¿Cuán-
tos quieren pedirle hoy al Señor esa seguridad de salvación y
vida eterna?

HEREDEROS DEL REINO | 17


Semana-feira
Lunes

TODO ES VALIOSO EN
LAS MANOS DE DIOS
TEXTO BÍBLICO: Lucas 21:1-4

Introducción
Robert Gilmour LeTourneau nació el 30 de noviembre de
1888, en Richford, Estados Unidos. Era hijo de padres piadosos y
desde la infancia oía sobre el evangelio. Por un tiempo rechazó
la verdad, pero gracias a las oraciones de sus padres, a los die-
ciséis años aceptó a Cristo como su Salvador personal. Era un
joven notable en varios aspectos, especialmente por su capaci-
dad de inventar cosas.
Cuando fue adulto inventó diversas máquinas de aplana-
miento de tierra, y se hizo famoso y rico por los equipos que
proyectó y construyó. Fue el responsable de 300 patentes. Sus
invenciones hicieron que en 1938 tuviera la increíble cantidad
de 1,5 billones de dólares. A los 30 años sufrió una pérdida de-
vastadora con la muerte de su hijo mayor. Eso lo hizo repensar
los objetivos y el propósito de su vida. Comenzó a preocuparse
con la posibilidad de que su amor por las máquinas estuviera
sustituyendo su amor y su compromiso con la causa de Dios. Por
eso, junto con su esposa Evelyn Peterson decidió dedicarse a la
causa de Dios y usar los recursos que poseía en la predicación
del evangelio.
Su historia se hizo conocida porque decidió devolver el 90%
de lo que poseía a Dios y vivir con el 10% restante. A partir de
entonces, fue conocido como el “empresario de Dios”. Su versí-
culo preferido era “Mas buscad primeramente el reino de Dios
y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mat. 6:33).
Cierto día, alguien le preguntó: “Señor LeTourneau ¿es verdad
que usted da el 90% de sus ganancias al Señor?” Él respondió:
“No, yo no doy nada a Dios. Todo le pertenece. Soy yo quien tie-
ne el 10% de lo que es de él”.
Esa historia nos presenta un grandioso ejemplo de genero-
sidad. Pero seamos honestos: a pesar de ser una historia linda,
está fuera del modelo de la mayoría de la gente. Muchos pueden
leer, y decir con razón que también podrían vivir con el 10% de
las entradas de un billonario.
Aquí brilla una vez más la belleza y la profundidad de la his-
toria de la viuda. Imagino que usted está de acuerdo conmi-
go de que como mínimo lo curioso del hecho es que el mayor
ejemplo humano de generosidad del Nuevo Testamento provie-
ne de una persona que no tenía prácticamente nada para dar.
Con frecuencia pensamos que generoso es alguien que entrega
grandes cantidades a la causa de Dios, pero Jesús decidió des-
tacar la generosidad en la entrega de dos monedas. Ahí se en-
caja la mayoría de la gente. La viuda representa a la mayoría de
nosotros, pues no poseemos una riqueza que pueda construir
hospitales y escuelas o eliminar el hambre de una pequeñísima
parte de la población mundial.

HEREDEROS DEL REINO | 19


Jesús no destacó la ofrenda de los que continuaban siendo
ricos, aun cuando entregaban grandes sumas de dinero como
ofrenda. Él escogió a una mujer cuya ofrenda hizo solo un pe-
queño sonido al caer en el cofre del templo. Esta historia me en-
seña que lo poco que tengo es capaz de hacer un gran impacto
cuando lo ponemos a disposición de Dios.

Lo que tenemos hace la diferencia


Muchas veces somos motivados más por lo que no poseemos
que por lo que tenemos. Dios espera que usemos en su causa lo
que está a nuestra disposición. Él nunca me preguntará por qué
no terminé con el hambre en el continente africano, pero me
preguntará por qué no terminé con el hambre de una familia en
mi ciudad. Él nunca me preguntará por qué no llevé el evangelio
a los países que no conocen la verdad, pero me preguntará por
qué no ofrecí estudios bíblicos a la persona que me atiende en
la panadería. No es nuestra falta de capacidad lo que le molesta
a Dios, sino nuestra falta de disponibilidad.
Necesitamos mirar a la Biblia y ver lo que Dios es capaz de
hacer con cosas aparentemente insignificantes como la honda
de David, la vara de Moisés, los panes y los peces de una criatu-
ra, un poco de harina y aceite de una viuda, un cesto usado para
hacer que Pablo escapara de la ciudad, etc.
Cierto día, la Madre Teresa de Calcuta inició una campaña
para recaudar azúcar para sus instituciones de caridad. En la
época faltaba el azúcar en la India, y el valor era muy elevado.
Un muchachito se acercó con una taza llena de azúcar, y le dijo:
“Yo pasé algunos días sin comer azúcar para traerle lo que logré
economizar”. Con una amplia sonrisa ella respondió: “No pode-
mos hacer ninguna cosa grande, solo pequeñas cosas con gran
amor”.

20 | SEMANA DE MAYORDOMÍA CRISTIANA


Dádivas pequeñas y grandes
Dios espera que entreguemos dádivas pequeñas, así como
espera que entreguemos las grandes. “Dios nos pide para los
necesitados no sólo nuestros dones, sino un semblante alegre,
palabras llenas de esperanza, un bondadoso apretón de manos”
(Palabras de vida del gran Maestro, p. 343).
No tenemos idea del impacto que puede producir cuando
ponemos las pequeñas cosas a disposición de nuestro grandio-
so Dios. Por ejemplo, cuando abrazamos a alguien, para noso-
tros puede ser solo un abrazo, pero para la persona abrazada
puede ser el reencuentro con la alegría de vivir. Cuando entre-
gamos una cesta básica, para nosotros puede ser solo comida,
pero para quien la recibe puede ser la fuerza para continuar. Las
ofrendas de una persona humilde pueden ser solo algunos cen-
tavos, pero colaboran para la compra de una Biblia y para llevar
salvación a una familia del otro lado del mundo.
Cuando usamos lo poco que poseemos en la causa de Dios,
deja de ser poco y se transforma en algo capaz de tocar la eter-
nidad. Elena de White afirma: “En esta vida nuestro trabajo por
Dios a menudo parece no producir frutos. Nuestros esfuerzos
para hacer el bien pueden ser arduos y constantes, sin embargo,
podría ser que no se nos permita ver sus resultados. El esfuer-
zo puede parecernos infructuoso. Pero, el Salvador nos asegura
que nuestra obra es apreciada en el cielo y que la recompensa
es segura. El apóstol Pablo, inspirado por el Espíritu, dice, “No
nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segare-
mos, si no desmayamos” Gálatas 6:9” (Testimonios para la Igle-
sia, t. 6, p. 308). 
Ese era el secreto de los primeros seguidores de Cristo: ellos
no poseían grandes riquezas, edificios, reconocimiento público.
Por el contrario, eran considerados una secta (Hech. 24:14). A
pesar de eso, crecieron e iluminaron el mundo con la verdad del
Cristo resucitado.

HEREDEROS DEL REINO | 21


Generosidad: La marca registrada del cristiano
La generosidad de los cristianos del siglo I era su marca re-
gistrada. Ejercía más influencia que cualquier cantidad de di-
nero o poder político. Con el pasar del tiempo, diversas plagas
asolaron las ciudades de la región. Cada vez el pueblo huía
al campo queriendo escapar de la muerte. Cuando lo hacían,
abandonaban a los enfermos sin que nadie los cuidara. Sin em-
bargo, los historiadores nos cuentan que los cristianos no se
iban. En vez de hacerlo, arriesgaban su propia vida quedándose
para satisfacer las necesidades de los que no podían salvarse.
Muchos de esos cristianos murieron en el proceso. Pero no te-
mieron la muerte, mientras trataban a los enfermos hasta que
recuperaran la salud, la noticia de su generosidad se esparcía
como reguero de pólvora.
Se nos desafía a seguir el estilo de vida de los cristianos del
siglo I. Debemos ejercer la generosidad y permitir que nuestra
historia ayude a otros a conocer a Cristo y a vivir en completa
entrega. Entonces, abandone la idea de que usted no es capaz
de hacer alguna diferencia con lo que posee. En las manos de
Cristo, todo lo que tenemos y somos hace la diferencia.
Una de las historias más impresionantes sobre la generosi-
dad de los primeros cristianos es la historia de Pacomio. Nació
en el año 292 d. C. en Tebas, Egipto. Era hijo de padres paganos.
Fue alistado contra su voluntad en el ejército romano. Los roma-
nos tenían la costumbre de invadir las comunidades y obligar a
todos los hombres a servir en el ejército. Los generales sabían
que esos soldados no tenían ningún apego o compromiso con el
imperio; por eso vivían como prisioneros todo el tiempo cuando
no estaban en combate.
Durante el período de prisión, el hambre devastó la región
donde estaba Pacomio. Muchos prisioneros morían de hambre.
Pero él y otros prisioneros comenzaron a recibir comida de no-
che por las rejas de la prisión. Cada noche esas personas regre-
saban con comida y libraron a los prisioneros de la inanición. Él

22 | SEMANA DE MAYORDOMÍA CRISTIANA


descubrió que sus benefactores eran seguidores de un galileo
llamado Jesucristo. Cuando fue puesto en libertad buscó a los
cristianos y con ellos aprendió a amar a Jesús y conoció sus ver-
dades. En seguida se hizo cristiano y fue bautizado en el 314 d.C.
y se transformó en un líder cristiano de influencia. La generosi-
dad lo alcanzó y con ella, la salvación.
Es urgente la necesidad de decidir la forma de ser conocidos
como cristianos. El mundo al vernos notará no solo una doctrina
distintiva, un hábito saludable, también verá una generosidad y
un altruismo contagioso.
¿Cuándo entramos en contacto con las personas, nuestras
actitudes demuestran que andamos con un Dios generoso en
gracia, misericordia y bondad? ¿O solo juzgamos, separamos y
condenamos? Debemos mirar todo lo que Dios puso en nuestras
manos y captar el motivo por el cual él nos está bendiciendo. La
generosidad debe ser nuestra marca distintiva, y eso es posible
por el poder de Dios en nosotros. Cada acto de generosidad,
cada acto de fidelidad es capaz de llevar a las personas de las
tinieblas a la maravillosa luz.
El escritor norteamericano Edward Hale dijo:
“Solo soy uno, solo soy uno más.
No puedo hacer todo, pero puedo hacer algo.
Lo que puedo hacer debo hacerlo.
Y lo que debo hacer, por la gracia de Dios lo haré”.
Tenemos la opción de vivir una vida de riesgo por la causa
de Dios o de comodidad sin responsabilidades o compromiso.
Sin embargo, solo los que deciden por una vida de riesgo pue-
den ser llamados verdaderos cristianos. Únicamente la actitud
de compromiso es capaz de desarrollar una fe genuina, notar el
actuar de Dios y vivir milagros. Es a esa vida a la que Dios nos
invita.

HEREDEROS DEL REINO | 23


Conclusión
¿Vamos a hacer la diferencia? ¿Vamos a comprometernos de
manera completa? Puedo garantizarle que usted nunca mirará
hacia atrás y se arrepentirá por haberse involucrado profunda-
mente con la causa de la salvación. También puedo garantizarle
que muchos, en algún momento de la vida, notarán lo que hi-
cieron el egoísmo y la codicia en la vida de los que pierden el
sentido. Espero un día, aquí o en la eternidad, oír su historia y
comprender lo poco o mucho que usted ha puesto a disposición
de Dios. Anhelo oír cuánto pudo transformar Dios lo que usted
poseía para la salvación de otras personas.
En este momento quiero invitarlo a tomar una de las deci-
siones más importantes de su experiencia cristiana. Diga en este
momento al Señor que decidió experimentar la sensación de ver
los milagros realizados por su intermedio y de lo que él puso en
sus manos. Vamos a orar ahora y pedirle a Dios que nos use de
manera poderosa y que ponga en nuestro camino a personas y
causas nobles para que seamos generosos.

24 | SEMANA DE MAYORDOMÍA CRISTIANA


Semana-feira
Martes

FIEL HASTA LA
MUERTE
TEXTO BÍBLICO: Apocalipsis 2:8-10

Introducción
Hoy aprenderemos tres lecciones con la valiosa carta de
Cristo a la iglesia de Esmirna. De las siete iglesias, Esmirna y fila-
delfia son las únicas que no recibieron reprensión. Ellas fueron
las iglesias más comprometidas y fieles, y recibieron las mejores
palabras de incentivo y de aprobación. Esas fueron las únicas
dos iglesias que no recibieron el tan temido “Pero tengo contra
ti” que pronunció Jesús a la mayoría de las otras iglesias.
Para entender el compromiso y la fidelidad de la iglesia de
Esmirna necesitamos entender un poco del contexto en el cual
vivía.
La ciudad de Esmirna era un centro obligatorio de culto
al emperador. Eso le daba el estatus de ciudad libre, lo que
significaba que podía elegir su propio gobierno. Una vez por
año, cada ciudadano estaba obligado a quemar incienso en el
altar dedicado a Cesar, y entonces recibía un certificado. Rehu-
sarse a hacerlo implicaba una amenaza de muerte. Por miedo de
perder el estatus de ciudad libre, los habitantes de Esmirna eran
abiertamente hostiles contra los cristianos que no adoraban al
emperador.
Para complicar más todavía la situación, la presencia de una
gran población judía unía a los paganos en odio y persecución
a los cristianos. Difamaban a los cristianos delante del gobierno
local, incitando a los paganos y a las autoridades a perseguirlos.
Las acusaciones eran las siguientes:
• Canibalismo, con referencia a los símbolos del cuerpo y
de la sangre de Cristo en la Santa Cena.

• Celebraciones de libertinaje entre los hermanos, pues los


cristianos se trataban como hermanos y hermanas.

• Ateos, pues su Dios es invisible.

• Desleales al emperador.

• Incendiarios, porque predecían el fin del mundo con


fuego.
Aun delante de toda esa dificultad, la iglesia de Esmirna era
extremamente fiel. Entonces lo que se podría esperar en la carta
de Cristo dirigida a esa iglesia es:
“Felicitaciones por su fidelidad, iglesia de Esmirna. No te-
man, porque ustedes no sufrirán ninguna dificultad. Su fidelidad
es una garantía de que ustedes no tendrán problemas. Su vida
será fácil y tranquila”.

26 | SEMANA DE MAYORDOMÍA CRISTIANA


¿No es esa la lógica humana?
Pero escuchen lo que Cristo le dice a esa iglesia (leer Apoca-
lipsis 2:8-11):

La comprensión del mensaje de Cristo a Esmirna


• Tome una lapicera y hagamos ahora un ejercicio.
• Ustedes entenderán lo que recibió la iglesia más fiel de las
siete.
• Me gustaría que subrayaran las siguientes palabras en ese
texto: tribulación, pobreza, blasfemia, sufrimiento, puestos
en prisión, puestos a prueba, muerte. Siete cosas, esa es la
“perfección” del sufrimiento.
• Seamos sinceros. ¿Ustedes no creen que eso debería ser di-
rigido a Laodicea (la iglesia tibia), o a Tiatira (la iglesia que
fornicaba con Jezabel y la impiedad)?

El significado de la fidelidad
Y es aquí donde muchos no comprenden la fidelidad.
¿Por qué ser fiel? Si soy infiel, sufro; si soy fiel, también sufro.
El dolor golpea la puerta de los fieles y de los infieles; y a
veces, hasta parece que los infieles prosperan más (tal vez yo
esté hablando a alguien que está golpeando una puerta, des-
pués otra buscando un empleo, y usted sabe que hay personas
que están empleadas y no son responsables y dedicadas como
trata de serlo usted, pero su fidelidad a Dios en el sábado hace
que tenga dificultades de encontrar un empleo. Tal vez esté ha-
blando a alguien que decidió ser fiel a Dios a través de los diez-
mos y las ofrendas, y está sufriendo burlas en casa por parte de
personas que dicen que usted está siendo engañado por una
iglesia o que tiene dificultades de mantener sus finanzas al día
y que, si usted dejara de devolver los diezmos y dar ofrendas,
tendría más libertad financiera).

HEREDEROS DEL REINO | 27


Entonces ¿cuál es el significado de ser fiel?
Necesitamos comprender que la fidelidad no cumple sus prin-
cipales propósitos en esta Tierra. En la Tierra, los propósitos de la
fidelidad se cumplen en mí por la transformación de mi carácter,
para que esté listo y poder ir pronto al lugar donde se cumplirán
los principales propósitos de la fidelidad que es el Cielo.
Miremos el texto nuevamente. Subrayamos siete cosas que
las personas de la iglesia de Esmirna sufrían, pero miremos me-
jor el texto, y encontraremos siete cosas que recibieron de Dios.
1. La Biblia dice que Jesús mismo habló con la iglesia. Él no
envió a un ángel, sino que él mismo habló con la iglesia
perseguida. No hay mayor recompensa que el Creador
del universo se dirija a alguien de manera personal.
2. “Conozco”, Jesús dice. “El que habla con ustedes, iglesia
de Esmirna, es el que murió. Yo pasé por lo que ustedes
están pasando”. Nosotros nunca recorremos un camino
que Cristo no haya recorrido.
3. “No tengan miedo”. La Tierra no tiene tristeza que el Cielo
no pueda curar.
4. “Sean fieles”. La fidelidad está disponible a todo aquel
que la desea. Esa es otra bendición extraordinaria dis-
ponible para la iglesia de Esmirna y para cada uno de
nosotros.
5. “La corona de la vida”. Como vimos en el sermón de ayer,
para “corona”, Juan tenía dos palabras disponibles: “dia-
dema” o “stephanos”. Él eligió usar “stephanos”.

• “Diadema” era la corona que el emperador usaba a


diario o en el día de su aniversario, no representaba
que la merecía o la victoria.
• “Stephanos” era la corona que el emperador, los atle-
tas y gladiadores usaban después de una victoria. No
hay corona cristiana sin lucha.

28 | SEMANA DE MAYORDOMÍA CRISTIANA


6. “Vencedor”. Hay victoria disponible para el pueblo de
Dios.
7. “No sufrirá daño de la segunda muerte”.

Fidelidad vs. Infidelidad


El fiel y el infiel pasan por tribulación, enfrentan pobreza,
sufren, enfrentan pruebas, pero solo el fiel tiene la garantía de
la victoria, de la corona de la vida y de no sufrir el daño de la
segunda muerte.
Lo que ustedes deben decidir es: ¿quieren vivir la infidelidad
y tener momentos en esta Tierra de aparente alegría o vivir la
fidelidad y tener la seguridad de la vida eterna y de la corona
de la vida?

Hasta dónde me llevará la fidelidad


Otra lección que nos enseña el mensaje a la iglesia de Esmir-
na es la siguiente: ¿Hasta dónde estamos dispuestos a ir por la
fidelidad? ¿Hasta el sábado de mañana, hasta el diezmo, hasta
una ofrenda de vez en cuando? Esta es la cuestión: La iglesia de
Esmirna estaba dispuesta a ir hasta las últimas consecuencias
por la fidelidad.

“Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida”.


¿Por qué no se menciona el diezmo y el sábado en Apoca-
lipsis? Porque el libro está hablando de la fidelidad de los últi-
mos días, y la fidelidad de los últimos días puede llevarnos a la
muerte. Es más que guardar el sábado y más que la devolución
de los diezmos.

El sufrimiento es seguro, pero también es limitado.


La tercera lección viene del versículo diez, que dice: “y ten-
dréis tribulación por diez días”. La tercera lección es que el

HEREDEROS DEL REINO | 29


sufrimiento es seguro; pero es limitado. Por lo tanto, el mensaje
es que los creyentes de Esmirna no deben ser miedosos, sino
fieles. No deben mirar el sufrimiento, sino a Dios que todo tiene
bajo control.
En los días del férreo imperio romano, el emperador Decio,
que lanzó una fuerte persecución contra los cristianos, supo de
la noticia de que sus gladiadores, un total de cuarenta, habían
aceptado la fe cristiana y que abiertamente profesaban su con-
versión contribuyendo a que otras personas aceptaran la misma
fe. El airado emperador inmediatamente dio órdenes para que
los cuarenta hombres fueran transportados a una región desier-
ta al norte de Armenia, a un lago helado donde deberían ser
abandonados, sin comida, sin ropa y sin abrigo. Abandonados
para morir con sufrimientos atroces.
Cuando los gladiadores recibieron el cruel mensaje, dijeron:
“No negaremos a Jesús, nuestro Salvador”. Escoltados por un
fuerte grupo de soldados, fueron transportados al lugar del su-
plicio, en aquella región desierta, cerca de un lago congelado,
allá entre nieves eternas, fueron abandonados para que murie-
ran de frio y hambre.
En el reparo de su carpa, el capitán de la guardia pudo es-
cuchar, esa primera noche, traído por el viento cortante de
aquella región friísima, un canto extraño de una linda melodía:
Cuarenta gladiadores,
luchan por Jesucristo.
Piden la victoria,
y reclaman la corona.
Dirigiéndose impresionado a los guardias que lo rodeaban,
ese comandante dijo: la devoción de esos hombres hacia su Jefe
es estupenda. Lo digo porque sé de la dedicación de los solda-
dos romanos al emperador y a Roma. He formado parte en no
pocas batallas donde se defendió al Imperio. Pero nunca vi salir

30 | SEMANA DE MAYORDOMÍA CRISTIANA


del pecho del soldado romano más valiente una manifestación
más positiva y sincera de devoción de la que escucho de estos
hombres que están allá fuera expuestos al rigor del hielo.
Justamente cuando terminaba de pronunciar estas palabras,
la cortina de la carpa se abrió y un desgraciado gladiador ar-
rastrándose, morado de frío y casi por expirar, en un último es-
fuerzo, se arrojó a los pies del comandante, y con palabras casi
inaudibles, dijo: “Yo reniego de Jesús; me retracto, déjeme vivir”.
El aire frío de la noche trajo el sonido del canto impresio-
nante de voces debilitadas…
Treinta y nueve gladiadores
Luchan por Cristo,
Piden la victoria,
Y reclaman la corona.
El comandante, movido de piedad por el pobre gladiador
que desertó, fijó sus ojos en él, y le dijo: “¿Eres el único que se
atrevió a venir a mí, renunciando la fe cristiana?”
“El único, señor”, respondió el hombre temblando.
Con un acto incomprensible, el oficial se quitó su casco, lo
arrojó sobre el pobre hombre, y le dijo: “Yo iré a tomar tu lugar”.
Y diciendo esto se perdió en la oscuridad de la noche y fue a
juntarse con el grupo condenado. Después de pocos momentos,
se escuchó de nuevo el canto impresionante de los gladiadores
de Cristo:
Cuarenta gladiadores,
luchan por Cristo.
Piden la victoria,
y reclaman la corona.

HEREDEROS DEL REINO | 31


Llamado
Elena de White termina el libro “El gran conflicto con las si-
guientes palabras:
“A medida que Jesús les descubra la riqueza de la redención
y los hechos asombrosos del gran conflicto con Satanás, los co-
razones de los redimidos se estremecerán con gratitud siempre
más ferviente, y con arrebatadora alegría tocarán sus arpas de
oro; y miríadas de miríadas y millares de millares de voces se
unirán para engrosar el potente coro de alabanza. 
“Y a toda cosa creada que está en el cielo, y sobre la tierra, y
debajo de la tierra, y sobre el mar, y a todas las cosas que hay en
ellos, las oí decir: ¡Bendición, y honra y gloria y dominio al que
está sentado sobre el trono, y al Cordero, por los siglos de los
siglos!” Apocalipsis 5:13
El gran conflicto ha terminado. Ya no hay más pecado ni pe-
cadores. Todo el universo está purificado. La misma pulsación
de armonía y de gozo late en toda la creación. De Aquel que todo
lo creó manan vida, luz y contentamiento por toda la extensión
del espacio infinito. Desde el átomo más imperceptible hasta
el mundo más vasto, todas las cosas animadas e inanimadas,
declaran en su belleza sin mácula y en júbilo perfecto, que Dios
es amor” (p. 657).
Hoy quiero invitarlos a tomar la firme decisión de entregarse
completamente a ese Dios de amor y bondad y permitirle que
actúe en sus vidas y los lleve por un camino de entrega y fideli-
dad, hasta el día cuando recibiremos la corona de la vida.
¿Cuántos quieren tomar esa decisión hoy?

32 | SEMANA DE MAYORDOMÍA CRISTIANA


Semana-feira
Miercoles

LA RELIGIÓN DE LA
PROSPERIDAD
TEXTO BÍBLICO: Mateo 6:33

Introducción
Done y hágase rico. El éxito del cristiano. La prosperidad
bíblica. Esa es la enseñanza de estos tiempos que se difunde
como fuego en un matorral a través de los círculos religiosos.
La idea popular de hoy es: Dios quiere que su pueblo sea
próspero. La pobreza simplemente demuestra falta de fe. Te-
niendo suficiente fe, usted puede pedir lo que quiera y lo obten-
drá. Todo puede ser suyo. Y si realiza donaciones para causas
apropiadas, le dicen que usted tendrá la garantía de que conti-
nuará recibiendo los recursos financieros.
Una religión nueva surgió en el horizonte: la religión de la
prosperidad que se enfoca en dar para recibir más, y este men-
saje nuevo atrae a muchos oyentes.
Nadie prestaría atención si fuera poco lo que promete esa
maravillosa prosperidad cristiana. La religión de la prosperidad
tiene sus testigos entusiastas. Las personas dicen que el desas-
tre financiero se transformó en abundancia cuando aprendieron
a reclamar ciertas promesas y comentan sus maravillosas ben-
diciones: autos de último modelo y casas nuevas de veraneo.
La prosperidad se volvió el nuevo éxito religioso. Parece ser
la nueva medida de la espiritualidad también. Los libros cristia-
nos más difundidos nos bombardean con fórmulas con garantía
de éxito: crea y reciba; done y hágase rico; diga lo que quiere y
exija; desarrolle su fe y aumente su cuenta bancaria.
Infelizmente, en las predicaciones por televisión algunos han
estado entre los mayores abogados de la religión de la prosperi-
dad. “Haga su donación, y Dios cuidará de todos sus problemas
financieros”, dicen; “done y la prosperidad estará garantizada”.

¿Cuál es la verdad sobre la prosperidad?


Alguno puede estar pensando: “Jesús no dijo acaso ¿dad y re-
cibiréis? ¿No es verdad que Dios quiere bendecir a sus hijos? ¿La
idea de prosperidad no está basada en las promesas bíblicas?”.
Sí, Jesús hizo esa promesa sobre el dar y recibir; Dios nos
quiere bendecir. Pero la cuestión es: ¿recibir qué? ¿Nos bendice
con qué? Creo que cuando la prosperidad material se vuelve el
punto básico de nuestra religión, entonces el evangelio está dis-
torsionado. Examinemos una de las promesas de la Biblia que
a veces se usa como garantía de la abundancia material. En el
Sermón del Monte, Jesús dijo: “Mas buscad primeramente el rei-
no de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”
(Mat. 6:33).
¿Qué quiere decir “todas estas cosas”? En Mateo 6, Jesús in-
sistió a sus oyentes que no se preocuparan con la comida y la
ropa. Nuestro Padre celestial, destacó Jesús, puede suplir nues-
tras necesidades básicas, así como alimenta a los pajarillos que
vuelan o los lirios del campo.

34 | SEMANA DE MAYORDOMÍA CRISTIANA


El término “todas estas cosas” se refiere a las necesidades
diarias: alimento, casa y ropa. Pero yo dudo seriamente que eso
incluía un nuevo yate o una televisión extra para los cuartos.
Es verdad que Dios nos bendice cuando buscamos primero
su reino, pero la bendición prometida es esta: nuestras nece-
sidades estarán suplidas. Es verdad que las Escrituras prome-
ten abundancia a los que son generosos, pero abundancia, en
la Biblia, tiene un sentido más amplio que simplemente mucho
dinero. La vida genuinamente abundante se centra en las rela-
ciones de amor, en el trabajo significativo y en un hogar feliz.
A veces, también incluye sacrifico y puede incluir prosperidad
material. Dios elige bendecir a algunas personas.
Existen personas que tienen el don de usar sabiamente
las finanzas para ayudar a otros. Conozco a hombres y muje-
res cristianos que Dios llamó a trabajar para él a través de su
prosperidad.
Las riquezas pueden ser una bendición, pero la falta de ri-
quezas también puede serlo. Existe el llamado a una vida sen-
cilla, y también hay ganancia en eso. Jesús descubrió que aun la
pobreza atendía muy bien a sus propósitos.
Sin duda, no todos somos llamados para ser ricos; no somos
todos llamados para buscar la prosperidad a fin de que poda-
mos donar más. Esté seguro: generalmente no funciona de esa
manera. La gran verdad es que la riqueza en raras ocasiones
inspira a la generosidad. Recientemente, dos iglesias decidieron
amparar familias de refugiados. Una de ellas era próspera, pero
sus miembros tuvieron mucha dificultad para juntar el dinero.
Ellos tuvieron que recurrir a cenas y al lavado de autos para
conseguir el dinero necesario.
La otra iglesia tenía muy poco de lo que llamamos “prosperi-
dad”, pero no tuvo que promover ningún evento para juntar fon-
dos. Los miembros simplemente recibieron la información de la
necesidad, y todos contribuyeron. Pronto tuvieron la cantidad
de dinero que se necesitaba.

HEREDEROS DEL REINO | 35


Prosperidad no es sinónimo de espiritualidad
El apóstol Pablo tuvo una experiencia similar con ciertas igle-
sias de Macedonia. Solicitó que las iglesias hicieran una colecta
para los cristianos de Judea. Y esto es lo que Pablo informó:
“Asimismo, hermanos, os hacemos saber la gracia de Dios que
se ha dado a las iglesias de Macedonia; que, en grande prueba
de tribulación, la abundancia de su gozo y su profunda pobreza
abundaron en riquezas de su generosidad” (2 Cor. 8:2).
Aunque eran muy pobres, los macedonios fueron generosos,
y esto los hizo parecer ricos. La prosperidad, por otro lado, con
frecuencia adormece nuestros mejores impulsos. Como dijo un
cristiano consultor de negocios, “las personas que tienen abun-
dancia, con frecuencia, son las más difíciles de motivar”.
Infelizmente, la religión de la prosperidad no funciona muy
bien, pues distorsiona el evangelio. Cuando nuestro objetivo
está en la prosperidad y en generar más fondos, pensamos que
Dios necesita desesperadamente mucho dinero. Comenzamos a
pensar que el dinero es el ingrediente principal en el avance de
la causa de Dios.
Pero el hecho es que los medios materiales no producen re-
sultados espirituales por sí mismos. Solo el Espíritu de Dios ge-
nera frutos espirituales.
El profeta Zacarías se vio frente a una tarea formidable de
ayudar a reconstruir el templo de Jerusalén. La ciudad estaba en
ruinas. Como recién volvía del exilio en Babilonia, el pueblo he-
breo tenía pocos recursos. Pero Dios alentó a Zacarías con estas
palabras: “[…] No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu,
ha dicho Jehová de los ejércitos” (Zac. 4:6).
Por mi Espíritu. Cuán fácil es olvidar estas poderosas pala-
bras. A veces, olvidamos que sin el Espíritu de Dios nada ocurre.
Sin su actividad no hay resultados.

36 | SEMANA DE MAYORDOMÍA CRISTIANA


Cientos de años después de que Zacarías ayudara a com-
pletar el templo, Jesús se sentó en ese mismo patio. Observó
las donaciones de los ricos que vinieron a poner bolsas de oro
y plata dentro del tesoro del templo. Hicieron una gran demos-
tración de generosidad. Pero entonces, se acercó una viuda po-
bre. Puso humildemente dos pequeñas monedas de cobre en
el cofre. Y Jesús dejó atónitos a sus discípulos y a los demás al
comentar […] esta viuda pobre echó más que todos” (Luc. 21:3).
La ofrenda de la viuda fue un sacrificio que vino de un don
dado por el Espíritu de Dios. Yo le digo, amigo: Dios necesita
corazones generosos. Sus planes no dependen de que los cris-
tianos se hagan ricos; ellos dependen de las riquezas de nuestro
cristianismo.
Tal vez, el mayor peligro de la religión de la prosperidad sea
lo que ella hace en nuestro corazón. Cuando el propósito de dar
se cambia por recibir, estamos en apuros, caemos dentro de la
trampa de la adquisición, nuestros valores se resumen en el de-
seo de cosas materiales.

La verdadera motivación
Pablo destacó cuán importante es la motivación para dar.
En su famoso capítulo del amor, dice: “Y si repartiese todos mis
bienes para dar de comer a los pobres, […] y no tengo amor, de
nada me sirve” (1 Cor. 13:3).
Algunos versículos después, Pablo dice que el amor no bus-
ca sus propios intereses. Entonces, si damos pensando en reci-
bir, no estamos dando con amor y no ganaremos nada. El tipo
de abundancia de Dios nos engañará. Pero dar con amor, sin
egoísmo, puede ser un arma poderosa en nuestras manos; po-
demos usarla para romper el materialismo de nuestra vida. El
donar auténtico enfría el viejo amor al dinero que es un peligro
en nuestra alma. Cuán desesperadamente necesitamos hoy del
arma poderosa que es la donación sin egoísmo.

HEREDEROS DEL REINO | 37


Vivimos en un mundo de ganancias, ganancias y más ganan-
cias. La palabra nueva para éxito hoy es “estilo de vida”. Debe-
mos mantener un estilo de vida que refleje nuestros ingresos:
comprar la casa apropiada, practicar los hobbies acertados,
comprar en las tiendas renombradas. Y la propaganda ha trans-
formado la prosperidad en una religión.
Las propagandas de la TV proclaman las virtudes de recom-
pensarse a sí mismo. Nos dicen: “Adelante, usted merece ese
sonido supermoderno, aquellos zapatos que cuestan una suma
elevada… usted lo merece”. Las voces de ganancia están en to-
das partes, su incentivo nunca termina. Siempre hay más para
comprar, siempre la mejor marca, un modelo nuevo, un paso
adelante en estilo.
Las loterías están siendo más divulgadas que nunca. Todos
parecen querer la oportunidad de acertar en la vida, de realizar
sus sueños. Cuando se acerca el momento de sacar el número
de la suerte, suenan clarines que hacen a millones permanecer
en reverente silencio. Todos se reúnen en torno de la ruidosa
llamada del “gane”. El sonido de la prosperidad tiene el sonido
de “gane mucho”. En otras palabras, el dinero habla. Sin embar-
go, no debemos permitir que las cosas materiales encubran las
espirituales.

¿Cómo prosperar de acuerdo con el modelo divino?


Todos necesitamos desesperadamente del arma de Dios:
donaciones sin egoísmo. Ese es nuestro único modo de luchar
contra la tiranía del dinero.
Un misionero de la Sociedad Misionera Británica estaba vi-
sitando a un hombre de negocios que era donante generoso y
regular. Después de conversar con el misionero durante algunos
minutos, el donante llenó un cheque con una ofrenda generosa
para las misiones. Al entregar el cheque, recibió una noticia muy
mala. Uno de sus barcos que llevaba una carga valiosa, se perdió

38 | SEMANA DE MAYORDOMÍA CRISTIANA


en el mar. El empresario miró al misionero por un instante, y en
seguida le dijo: “Disculpe, pero tendré que rehacer el cheque”.
El misionero entendió y le devolvió el cheque. Su amigo en-
tonces llenó otro cheque con un valor seis veces mayor que el
anterior. El misionero le iba a agradecer y salir cuando miró el
cheque y dijo: “Usted debe haberse equivocado aquí”.
“No, no me equivoqué, replicó el empresario, mi Padre ce-
lestial me acaba de recordar: “no os hagáis tesoros en la tierra,
pues pueden irse al fondo del mar”.
Ese notable hombre de negocios solía donar para evitar que
su corazón se apegara al dinero. Justamente cuando estaba sin-
tiendo la pérdida de un gran capital, cuando estaba sintiendo
más fuerte el impulso de ahorrar o lucrar, prefirió usar el arma
de la contribución; prefirió asegurar sus tesoros en el Cielo. Dar
es una bendición, es un fin en sí mismo, amplía los corazones y
fortalece los valores. El acto de donar sin apego no espera una
retribución divina. Se hace para atender la necesidad del próji-
mo. Pablo nos dice: “como en todo abundáis, en fe, en palabra,
en ciencia, en toda solicitud, y en vuestro amor para con noso-
tros, abundad también en esta gracia” (2 Cor. 8:7).
Watchman Nee era un hombre bendecido que se excedió en
la gracia de dar. Cuando trabajaba en la ciudad de Foochow, este
joven pastor chino recibió una invitación para realizar una serie
de reuniones en Chien-o. Esa ciudad quedaba a 200 kilómetros
río arriba. El pasaje en barco costaba por lo menos ochenta dó-
lares, y Nee tenía solo 30 en el bolsillo. Pero sintió que sus gas-
tos serían pagados y así aceptó la invitación.
Esa semana Nee supo que un hermano cristiano necesitaba
con urgencia dinero. Él quería ayudar, pero sabía que no tenía
siquiera el dinero para el pasaje. Sin embargo, Nee no podía
quitar de su mente la necesidad del hermano. Nee le dio 20 dó-
lares al hombre.

HEREDEROS DEL REINO | 39


El viernes, el joven pastor atravesó con balsa hasta los di-
ques con solo 10 dólares en el bolsillo. Nadie le había enviado
dinero para los gastos. Dentro de la balsa, Nee oró: “Señor, no te
pido dinero, solo pido que me lleves hasta Chien-o”. Al llegar a
los diques, Nee fue recibido por el dueño de un pequeño barco
a vapor: “¿Usted está yendo a Yen-Ping o Chien-o?”, le pregun-
tó el hombre. “A Chien-o”, respondió Nee. “¿Por cuánto?” “Siete
dólares”.
Nee no podía creerlo. Mientras llevaba su valija a bordo, se
enteró que el barco estaba al servicio del municipio, pero el
dueño a veces tenía un lugar vacío que podía ceder a un pasaje-
ro y ganar un dinero extra. Nee tuvo un viaje tranquilo y agrada-
ble río arriba hasta Chien-o.
Durante dos semanas, predicó en la ciudad ejerciendo un
impacto sobre muchas personas. Al final de las reuniones ten-
dría que enfrentar el largo viaje de vuelta, ahora con solo un
dólar y veinte centavos en el bolsillo. Los otros misioneros en
Chien-o hubieran tenido un gran placer en ayudarlo, pero Nee
no le comentó a nadie sobre su necesidad. Tenía plena convicci-
ón de que Dios resolvería esa situación a su manera.
Antes de llegar a los diques, el joven predicador fue alcan-
zado por un mensajero que traía una ofrenda de uno de sus
amigos. Y era más que suficiente para pagar los gastos, especial-
mente porque el mismo barco de flete estaba allá en los diques,
con la misma vacante disponible. Watchman Nee recordaría ese
viaje a Chien-o por el resto de su vida. Él había dado mucho y
había recibido mucho más. Pero no fueron las finanzas recibidas
lo que Nee apreció más, fue la emoción de cooperar con Dios,
de ver su mano actuando. Nee no dio ni adquirió riquezas. Dio
y adquirió una fe más rica. Él tenía la maravillosa seguridad de
que Dios atendería sus necesidades.

40 | SEMANA DE MAYORDOMÍA CRISTIANA


Filosofías antagónicas
Existen dos filosofías antagónicas que tenemos que enfren-
tar todos los días. Una dice: retenga todo lo que pueda. La otra
dice: excédase en la gracia de dar. Una promete abundancia ma-
terial y nos manda poseer más y más. La otra ofrece las riquezas
de la generosidad de la gracia de Dios y nos manda probarlo
más y más.
La “religión de la prosperidad” jamás obtendrá lo suficiente.
Por lo tanto, ¿qué podemos hacer para no caer en la trampa
de las ganancias? ¿Cómo podemos hacer del dar una prioridad
genuina en nuestra vida? Los hebreos nos muestran un modo
excelente de hacerlo. Ellos tenían la costumbre de dedicar lo
primero de todo al Señor: el primer hijo, los primeros frutos de
la cosecha, las primeras ovejas de sus rebaños. Esto se conoció
como el diezmo y formaba parte de la ley mosaica: “el diezmo
de la tierra, así de la simiente de la tierra como del fruto de los
árboles, de Jehová es, es cosa dedicada a Jehová” (Lev. 27:30).
Diezmo significa la décima parte. El pueblo de Israel daba
un décimo de sus ganancias materiales a Dios. El punto clave es
que eso era lo primero que separaban en la época de la cose-
cha. El diezmo que daban a Dios no era lo que sobraba, no era
el resto. Eran las primicias. Dar el décimo de lo que ganamos
para Dios pone nuestras posesiones en la perspectiva correcta.
No son solo medios para un fin. El diezmo es una bandera que
levantamos sobre todo lo que ganamos; nos hace recordar que
todo pertenece a Dios, que todo es para ser usado para su glo-
ria. El diezmo es el punto de partida de todo lo que damos, nos
ayuda a dar conscientemente.
En sus cartas, el apóstol Pablo nos recuerda las bendiciones
de la contribución sistemática. Él animó a los corintios a dar una
contribución generosa para los creyentes necesitados de Mace-
donia: “Pero esto digo: El que siembra escasamente, también
segará escasamente; y el que siembra generosamente, genero-
samente también segará” (2 Cor. 9:6).

HEREDEROS DEL REINO | 41


Yo creo esto de verdad, ¿y usted? El diezmo es un medio para
cosechar generosamente de manera regular. Puede parecer que
involucra un riesgo, pero descubrí que donar sistemáticamente
trae consigo algunas de las aventuras más satisfactorias de la
vida.

Llamado
A través de los años, la fidelidad nos hará ver muchas mane-
ras como Dios nos ha ayudado de manera generosa. Devolver el
diezmo será una experiencia maravillosa y edificadora de fe en
su vida. Yo no quiero que alguien pierda esa experiencia. Por lo
tanto, lo invito a entrar en sociedad con Dios. Comience su aven-
tura de fe y devuelva el diezmo. Abandone a religión del lucro y
experimente las bendiciones de la donación sistemática.
Creo que usted adquirirá una fe rica, experimentará la abun-
dancia espiritual y Dios suplirá todas sus necesidades.

Adaptado de un sermón del Pr. George Vandeman

42 | SEMANA DE MAYORDOMÍA CRISTIANA


Semana-feira
Jueves

¿QUÉ ES EL
SACRIFICIO?
TEXTO BÍBLICO: Salmo 50:5

Introducción
Un día, un empresario exitoso estaba en la iglesia, escuchan-
do un sermón sobre el sacrificio y de pronto se dio cuenta de
que, con dos autos, dos barcos, un tráiler, una bella casa para
vivir y una heladera llena de comida, él no sabía absolutamente
nada sobre el sacrificio.
Después del culto, mientras su esposa hacía el almuerzo, él
le dijo a ella: “¿Por qué no vendemos todo lo que tenemos, lo
colocamos en la causa de Dios y ayudamos a terminar el trabajo
de la predicación del evangelio? Si el cielo es tan bueno como
decimos, ¿qué estamos haciendo aquí?”.
Ella se dio vuelta, y le dijo: “¿Qué fue lo que causó eso en ti?”.
“Bueno”, respondió él, “solo estaba escuchando al pastor
hablar sobre el sacrificio hoy, y me di cuenta de que no sé nada
sobre sacrificio. ¿Tú lo sabes?”.
Si alguien le preguntara qué significa sacrificio, ¿sabría
responder?

¿Qué significa realmente el sacrificio?


Muchos cristianos cargan un sentimiento de culpa por tener
una casa, un buen auto y un conjunto extra de ropa en el arma-
rio. Muchos no entienden la relación entre la prosperidad finan-
ciera y el sacrificio. El problema es que el ser humano ejerce sus
derechos dados por Dios, usa sus talentos y su tiempo, y a veces
se vuelve próspero. Entonces, constantemente es bombardeado
con sermones y artículos sobre el tema del sacrificio. Y algunos
resultados muy extraños ocurren.
1° Algunos incluso son fieles, pero aun así se sienten cul-
pables porque no saben si están siendo lo suficiente-
mente fieles y entregando con sacrificio.
2° Otros rechazan la fidelidad y el sacrificio porque le temen
a la pobreza.
3° Otros piensan que el sacrificio y la fidelidad se limitan
solo a cosas materiales y por eso se resienten profunda-
mente con la idea de que dar a la iglesia significa sacrifi-
car todas las cosas por las que economizaron y trabaja-
ron durante su vida.
El texto de Salmo 50:5 da una imagen gráfica de Jesús vinien-
do en las nubes del cielo, llamando a sus ángeles y diciendo:
“Juntadme mis santos, los que hicieron conmigo pacto con sa-
crificio”. Parece que, si usted hiciera un gran compromiso o si
donara una propiedad, podrá ser parte de la vasta multitud y
estará listo para escuchar el gran llamado.
Si fuera correcto que el sacrificio significa solo dar cosas, en-
tonces un sacrificio total significaría la garantía más segura de

44 | SEMANA DE MAYORDOMÍA CRISTIANA


salvación. Por otro lado, si entregamos absolutamente todo, se-
remos totalmente inútiles para nosotros mismos, para nuestras
familias, para nuestra iglesia y para la causa. En realidad, serí-
amos una carga para el mundo que, de alguna manera, tendría
que sustentarnos.
Si el sacrificio significa solo dar cosas, entonces Abraham,
Isaac, Jacob, José y muchas otras personas no hicieron una
alianza por el sacrificio, porque todos murieron como hombres
muy ricos. Incluso así, todos fueron considerados dignos de la
vida eterna.

Sacrificio no es trueque
Para muchos, el sacrificio es una especie de trueque con
Dios. En otras palabras, cambiamos cosas con el Señor por cosas
que él nos dará. Comerciamos con él cosas perecibles y él co-
mercia cosas imperecederas con nosotros. Las falsas religiones
se basan en la idea de que usted puede comprar su camino al
cielo. Y eso está en completa oposición a la enseñanza bíblica.
Vea, por ejemplo, Salmo 50:12 y Ageo 2:8. Esos versículos nos
muestran que no tenemos nada para negociar con Dios, pues
todo ya le pertenece a él.
Un niño tenía una caja que guardaba bajo su cama o en el
armario. Él guardaba todos sus tesoros ahí: un multiuso con la
hoja rota, un reloj que no funcionaba, canicas/bolitas, y cual-
quier otra cosa que le pareciera interesante, terminaba en la
caja. Esa caja era valiosa para él, pero cierto día él vio a su primo
con una lupa y le fascinó. Inmediatamente, corrió, tomó su caja
de tesoros y se los ofreció todos a cambio de esa lupa. Su primo
aceptó, y él ahora se sentía el niño más feliz del mundo.
Durante dos semanas jugó todo el día con la lupa, y un nue-
vo mundo se abrió ante él. Insectos, hojas y flores tenían otro
significado al verlos con esa lupa maravillosa. Y entonces llegó
ese día fatal en el que su madre lo mandó a la casa de la tía para

HEREDEROS DEL REINO | 45


buscar algo. Mientras esperaba en la sala, su tío entró y lo vio
con la lupa en la mano. Su tío lo miró y le preguntó: “¿Qué tienes
en las manos?”.
“Tengo una lupa”.
“¿Puedo verla?”. El muchacho se la dio. El tío la miró con
atención y preguntó: “¿Dónde has conseguido esto?”.
“La cambié con mi primo Carlos”.
“Esta no es de Carlos, es mía”. Y rápidamente el niño vio a
su amada lupa desaparecer en el bolsillo del tío. Desde ese día,
el muchacho aprendió que siempre que negociara con alguien,
primero se aseguraría de que la persona sea, de hecho, la dueña
de lo que sea negociado.

Sacrificio y pacto
Veamos el Salmo 50:5 nuevamente: “Juntadme mis santos, los
que hicieron conmigo pacto con sacrificio”. El texto no comienza
hablando de sacrificio, sino de pacto. Necesitamos entender lo
que es un pacto. Un pacto es un acuerdo entre dos personas, o
un grupo de personas, para hacer o no ciertas cosas. Dios le dijo
a Abraham: “Haré de ti una gran nación. Será como las arenas
de la playa. Y te daré una concesión de tierra. Seré tu Dios y tú
puedes ser mío”. Abraham era extremadamente rico, pero Dios
no le pidió su dinero. Él pidió su dedicación. Eso fue todo.
Entonces, un día, el Señor le dijo a Abraham: “Quiero a tu
hijo”. Si él hubiera dicho: “Abraham, haré un trato contigo: o me
das todo tu dinero o me das al muchacho”, ¿qué habría elegido
Abraham? ¡Al muchacho! Él era su mayor bien. Pero Dios no le
dio una elección. Después de ese viaje agonizante al monte Mo-
ria, después que el ángel detuvo su mano cuando él estaba listo
a clavar esa daga en la carne temblorosa de su único hijo, Dios
dijo: “Ahora conozco el corazón de Abraham, porque él no retu-
vo a su hijo, su único hijo, de mí”. Si el sacrificio significara dar
cosas, él tendría que matar a Isaac. Pero Dios aceptó el hecho de

46 | SEMANA DE MAYORDOMÍA CRISTIANA


que él estaba dispuesto a entregarle lo que era más valioso para
él. Yo creo que esa prueba solo comprobó la autenticidad de la
aceptación del pacto por parte de Abraham. Dios ya sabía que él
podría pasarla. Ahora el propio Abraham sabía que podía pasar
la prueba de un sacrificio completo.

Entrega y sacrificio
Aunque Dios posea todo, hay una cosa sobre la cual él de-
cidió no ejercer ningún tipo de control: en las elecciones y en
nuestra voluntad. Cuando Dios decidió colocar el árbol del co-
nocimiento del bien y del mal en el Jardín del Edén, él lo hizo
porque el diablo lo acusó de ser un dictador, de obligar a las
personas a adorarlo y amarlo. Cuando él puso el árbol allí, de-
lante de todo el universo, ellos sabían que el diablo era un men-
tiroso, porque el reino de Dios se basa en el amor. Y el amor
exige libertad de elección. Es así de simple. Usted puede dar sin
amar, pero no puede amar sin dar.
David entendió eso maravillosamente. Él había acabado de
manchar su ilustre carrera con una mancha terrible de adulterio
y asesinato, y ahora su amigo Natán, el profeta, entró. Natán
dijo: “Tenemos un problema”.
David le preguntó: “¿Cuál?”.
“Hay un hombre de estatus y rico, dueño de ovejas; el sujeto
posee miles y miles de ovejas. Ahora, del otro lado del camino,
hay un hombre viejo. Él vive solo en una casa, y la única cosa que
posee es un cordero del que cuida con todo el amor y cariño”.
David estaba interesado, “Sí, continúa”.
“Bueno, el hombre rico recibió algunos invitados y serviría
cordero para la cena. Adivine qué cordero llevó. Él usó para la
cena al único cordero del hombre pobre”.
David se levantó del trono y dijo que debería ser la vida del
hombre rico por la vida del cordero. Y entonces vio el dedo largo

HEREDEROS DEL REINO | 47


del profeta y oyó decir: “Usted es ese hombre”.
De pronto, David vio la enormidad de su pecado. Él vio lo que
realmente había hecho. Y así, en el Salmo 51, él derrama su cora-
zón, diciendo: “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva
un espíritu recto dentro de mí” (v. 10). Él estaba implorando per-
dón a Dios porque vio lo terrible que es el pecado. El versículo
16 dice: “Porque no quieres sacrificio, que yo lo daría; no quieres
holocausto”. Si Natán hubiera dicho: “El Señor decretó que usted
debe dar 10.000 corderos”, David habría respondido: “Con gusto,
¿qué tal 20.000?”.

Un corazón contrito
Pero Dios no desea el sacrificio. “Los sacrificios de Dios son
el espíritu quebrantado; al corazón contrito y humillado no des-
preciarás tú, oh Dios” (v. 17).
¿De qué está hablando, con un espíritu quebrantado, un
corazón humillado? El ser humano tiene un espíritu salvaje e
ingobernable. Por naturaleza, somos malos y pecadores, que-
remos hacer todo a nuestra manera. Nuestros corazones son
exactamente así, salvajes e ingobernables. “al corazón contrito
y humillado no despreciarás tú, oh Dios”. Él no va a rechazar eso.
Jeremías dice que el corazón es malo por encima de todas
las cosas, desesperadamente malo (ver Jeremías 17:9). Al final
de su vida, Pablo dice: “He peleado la buena batalla” (2 Tim. 4:7).
¿Qué estaba diciendo? ¿Luchando contra los romanos? ¿Los ju-
díos? ¿Sus falsos hermanos? ¿Contra quién estaba luchando? ¡Él
estaba luchando contra sí mismo! ¿No es esa su mayor batalla?
La mayor batalla que tenemos es contra nosotros mismos. No
es fácil, esa batalla contra uno mismo, ese corazón salvaje e in-
gobernable. Eso es todo lo que tenemos que sacrificar. Ese es el
mayor sacrificio que Dios espera de nosotros.

48 | SEMANA DE MAYORDOMÍA CRISTIANA


Usando lo que tenemos para la gloria de Dios
Si consideramos el sacrificio a partir de un cuadro de re-
ferencia diferente, creo que quedará claro. En lugar de pensar
en dar o negociar, ¿por qué no pensar en usar? Eso sería total-
mente compatible con Dios, el propietario, y con el hombre, el
gerente o el agente. Como agentes, estaríamos constantemente
recibiendo y entregando, utilizando los recursos inagotables del
cielo. Seríamos dirigidos en nuestros negocios por los principios
que Dios dio en su Palabra, por el conocimiento de la necesidad,
por la impresión que el Espíritu Santo podría traernos. Y en es-
tas condiciones pertenecer a la empresa del universo. Ese cono-
cimiento y consciencia de nuestra relación de mayordomía con
Dios nos mantendría lejos del orgullo de ser propietario, pues
el orgullo de propiedad lleva a la auto dependencia, y la auto
dependencia conduce irremediablemente a la autodestrucción.
Dios no quiere que nos autodestruyamos. Él no quiere que
nos sintamos culpables por nuestros bienes, porque ellos son la
esencia de la mayordomía. Poseer no es el problema; reivindicar
propiedad es la gran tragedia del ser humano. Vea el sacrificio
en su sentido más amplio.
En Los Ángeles, la policía arrestó a un muchacho por asalto
a mano armada. Sus padres fueron llamados. Ellos tuvieron las
reacciones normales: vergüenza, irritación y rabia. Ellos estaban
con vergüenza de estar en la comisaría en primer lugar. Estaban
con vergüenza al pensar en lo que sus amigos podrían decir.
También tenían vergüenza porque estaban seguros de que sus
nombres estarían en el periódico. Estaban irritados porque eso
había importunado los planes para esa noche. Ellos estaban con
rabia de su hijo por haberlos sometido a esa humillación y esta-
ban con rabia de sí mismos. Ellos se culparon el uno al otro por
lo que ocurrió. Cuando confrontaron al hijo, él miró al suelo con
el ceño fruncido.
Finalmente, su madre le preguntó: “¿por qué, hijo, por qué?
Lo dimos todo. Siempre que decías que querías alguna cosa, no

HEREDEROS DEL REINO | 49


había una cosa que no tuviéramos para ti. Te dimos todo. ¿Qué
más podríamos hacer? Si querías algo, ¿por qué no lo pediste?
Todo lo que tenías que hacer era pedir. No hacía falta robar”.
Él permaneció sentado por un largo momento y finalmente
levantó la mirada. “¿Realmente quieren saber?”
“Claro, ustedes me dieron todo, inclusive de más. Pero cuan-
do quise jugar a la pelota con papá, él dijo ‘Perdón, hijo, estoy
muy ocupado. Sabes cómo es. Aquí tienes algo de dinero, ¿por
qué no vas a comprarte algo que te guste? ¿Sí, hijo?’ Cuando
quería que te quedaras en casa, mamá, y solo te quedaras con-
migo, dijiste: ‘Lo siento mucho, hijo. Tengo un compromiso con
mis amigas’ o ‘Tu padre y yo tenemos una cena con amigos. Lo
entiendes, ¿no? Aquí tienes, ¿por qué no aceptas este dinero?
Escuché de una nueva película que es realmente increíble’. Cla-
ro, lo entendí. Yo estaba estorbando. No quería dinero. No que-
ría cosas. Los quería a ustedes. Necesitaba de ustedes”.

Llamado
Mire, existen algunas cosas que el dinero no sustituye de
ninguna manera. Yo me pregunto cómo es con Dios, si a veces
le damos R$ 5, R$ 10 o R$ 20 extra y diezmos: “Sabes, Dios, es-
toy muy ocupado y estoy seguro de que tú sabes cómo es. Has
trabajado aquí y sabes cómo son las cosas. Lo entiendes, ¿no?”
Lo que realmente necesitamos entender es la naturaleza de
nuestro pacto con Dios, nuestra disposición a renunciar a todo,
tiempo, talento, toda nuestra vida. De eso se trata el sacrificio.
Recuerde que, si pudiera, Jesús podría haber dado todo el
universo o hecho otros dos universos por nuestra salvación.
Pero eso le costó la vida. Y es eso que nos costará. Porque esa
es la única cosa que realmente poseemos. Entonces, hoy decida
hacer un pacto de sacrificio con el Señor y decirle: “Todo lo que
tengo y todo lo que soy te lo entrego, y cuando quieras usarlo
para tu causa, solo me avisas, que estaré alerta para una entre-
ga completa”.

50 | SEMANA DE MAYORDOMÍA CRISTIANA


Viernes

EXPECTATIVA Y
PACIENCIA:
DOS CLAVES PARA LA ESPERA
TEXTO BÍBLICO: Romanos 8:19, 23, 25.

Introducción
Estos textos presentan uno de los diversos “aparentes” con-
trastes paulinos. En diversos momentos de sus escritos, Pablo
parece contradecirse en sus enseñanzas. Hay momentos en que
parece que él estuviese contra la ley: “vosotros, hermanos míos,
habéis muerto a la ley” (Rom. 7:4), y luego dice que la ley es
“santa, y el mandamiento santo, justo y bueno” (Rom. 7:12). O
cuando él parece estar desmereciendo al judaísmo y luego dice
que ser judío tiene muchas ventajas. Cada una de esas “aparen-
tes” contradicciones tiene una linda y profunda explicación.
Pero hoy me gustaría detenerme en los versículos que leere-
mos y pido a Dios que estos calienten su corazón y fortalezcan
su vida. Necesito explicar un poco el contexto del capítulo 8 (que
es uno de los más amados y conocidos en todo el Nuevo Testa-
mento) para que entienda la grandeza de lo que Dios nos quiere
decir hoy. Este capítulo es un contrapunto o una respuesta al
capítulo 7. En el capítulo 7, Pablo usa 13 veces la palabra pecado
y 13 veces la palabra muerte. Pablo presenta en el capítulo 7 la
falencia del hombre que vive en la carne. Ya en el capítulo 8,
Pablo está llegando al auge de su carta a los romanos, y algunas
de las palabras clave del capítulo 8 son: gloria, vida, esperanza,
hijos, herederos y redención.
En el capítulo 8, Pablo quiere llevar los ojos de sus lectores a
la bendita esperanza de la redención completa en Jesucristo. Él
presentó en los capítulos anteriores lo que la cruz hizo por no-
sotros, lo que la cruz está haciendo en nosotros y finalmente lo
que la cruz hará por nosotros. Pero mientras la redención com-
pleta no llega, él presenta en el capítulo 8 dos consejos sobre
cómo esperar la redención.

Dos consejos
El primer consejo se encuentra en los versículos 19 y 23. Él
dice que no solo las criaturas, sino también nosotros debemos
esperar la redención con “anhelo ardiente”. Esa es una expresi-
ón muy fuerte y, para entenderla, usted debe crear una imagen
en su mente. Imagine a alguien en puntas de pie, el cuello esti-
rado con el cuerpo inclinado hacia adelante, con la mano en la
cabeza, cerrando un poco los ojos para mirar fijamente un pun-
to en el horizonte de donde vendrá lo que se espera. Eso para
Pablo es anhelo ardiente.
El segundo consejo, en el versículo 25, dice que debemos
“esperar con paciencia”. Aquí se encuentra la “aparente” contra-
dicción. Usted puede argumentar con Pablo: “Pablo, ¿debo es-
perar con anhelo ardiente o con paciencia?”. Como en la mayoría
de las “aparentes” contradicciones en los escritos de Pablo, esos
pasajes no se excluyen, sino que se complementan. Es como si

52 | SEMANA DE MAYORDOMÍA CRISTIANA


él estuviera diciendo: hay una manera correcta y una manera
incorrecta de esperar la redención completa en Cristo Jesús.
Usted no puede esperar con tanto anhelo que termine per-
diendo la paciencia. Pero, en la vida práctica, es muy difícil man-
tener un equilibrio entre anhelo y paciencia. Ese es el tema que
quiero presentarles a ustedes hoy: anhelo y paciencia, las dos
claves para la espera de Jesús.

Anhelo impaciente
Quiero comenzar hablando de la manera equivocada de es-
perar la redención. Algunos cristianos dan un énfasis exagerado
en el anhelo y no tienen paciencia de esperar las promesas, ge-
nerando lo que yo llamo “anhelo impaciente”. Ellos quieren ex-
perimentar ahora lo que todavía no está disponible. Cuando una
persona comienza a predicar que ya podemos tener la victoria
completa sobre el pecado aquí, que una generación sin pecado
surgirá en los últimos días, está dejando que el anhelo de la
gloria salga del camino y está teniendo un anhelo impaciente. Y
hasta hoy yo solo vi dos tipos de cristianos surgir de este pensa-
miento: los legalistas amargos o los hipócritas.
Escucharemos a Jesús diciendo: “Su conflicto ha terminado”.
Cuando escuchemos eso, entenderemos que nunca más tendre-
mos luchas contra el pecado. Sin embargo, solo escucharemos
eso frente a la puerta de perla del cielo. Entonces, ¡tenga cuida-
do con ese anhelo impaciente de querer anticipar la perfección!
O cuando una persona comienza a buscar en Internet videos
especulativos sobre los eventos finales, videos sobre el decreto,
la persecución o el ecumenismo. Todo eso va a ocurrir, pero está
en el tiempo de Dios, no en el nuestro. Dios está actuando en
la historia para efectuar nuestra salvación, pero, si su “anhelo
ardiente” se concentra solo en la especulación de eventos, us-
ted podrá perder el foco de los eventos finales, que es Cristo,
y no el Papa, las bestias, la persecución y el ecumenismo. Y si

HEREDEROS DEL REINO | 53


usted pierde el foco de Cristo, podrá perderse incluso con todo
el conocimiento profético que posee. Siempre debemos recor-
dar que los eventos que anteceden al regreso de Cristo tienen
la función de mantenernos alertas y dependientes de Cristo, y
no la función de marcar fechas o crear un espíritu alarmista.
Jesucristo volverá, y las señales y los eventos sirven, no para
especular y marcar fechas, ¡sino para despertarnos!

Paciencia irresponsable
La segunda forma incorrecta de esperar el regreso de Jesús
(recuerde que la primera es el anhelo impaciente) es lo que lla-
mo “paciencia irresponsable”. Algunos dan un énfasis exagerado
a la paciencia y terminan cayendo en el letargo, en la apatía y en
el enfriamiento espiritual. Las promesas de la segunda venida
ya no calientan su corazón, y usted va siendo vencido por la in-
credulidad. Si estudia los sermones de Cristo, percibirá que este
tema era la base de muchas de sus enseñanzas.
Un día, él predicó un sermón que está registrado en Lucas
12:43-46. ¿Cuál era el problema del siervo de esa parábola? Él se
volvió tan paciente que perdió el anhelo. Él sabía y creía que su
señor regresaría, pero dijo “en su corazón”: “Mi señor se demora
en venir”. ¿Será que ese no es nuestro problema? Usted cree
sobre el regreso de Cristo, canta sobre eso, sigue a la iglesia que
proclama la segunda venida, pero ¿será que es tan paciente que
perdió el anhelo? Y el peligro es que esto esté ocurriendo en su
corazón: usted no proclama que no cree en el regreso de Jesús,
usted no perdió la fe, todavía lee sobre el tema, pero de manera
sutil, ha actuado como alguien que ha perdido el anhelo.
No quiero detenerme más en la forma incorrecta de esperar
que Jesús regrese. Quiero concluir con la solución presentada
por Pablo. La manera correcta de esperar a Jesús.

54 | SEMANA DE MAYORDOMÍA CRISTIANA


Anhelo ardiente
El primer consejo de Pablo es: espere que Jesús vuelva con
un anhelo ardiente. O sea: desee el regreso de Cristo; clame por
eso. Y solo hay una manera para que usted desee el regreso
de Cristo con anhelo. Usted tiene que conocerlo íntimamente.
El anhelo ardiente debe llevarlo no a la especulación, sino al
conocimiento personal e íntimo a través del estudio diario de
la Biblia y de tiempo en oración. ¿Quiere tener ese anhelo todo
el tiempo? Tenga un conocimiento íntimo y personal diariamen-
te con Cristo. Permita que su Palabra caliente su corazón dia-
riamente. El anhelo ardiente es el resultado de la dependencia
diaria de Dios en su vida, es el resultado de aquietarse y saber
que Dios es Dios y que cumplirá sus promesas. Entonces podría
llamarse “anhelo paciente”.

Espere con paciencia


El segundo consejo de Pablo es esperar con paciencia, pero
no una paciencia irresponsable, y sí una paciencia expectante y
llena de esperanza. Mientras Jesús no regrese, pasaremos por
momentos difíciles. Seamos pacientes. Derramaremos lágrimas,
perderemos seres queridos, etc. Pero no debemos desanimar-
nos o rendirnos de esperar pacientemente el regreso de Cristo.
La cuestión es que, como seres humanos, no nos gusta esperar
o tener paciencia.
Por eso, la mejor forma de permanecer pacientes, esperando
el regreso de Cristo es trabajar intensamente para la causa de
la cruz. Mientras más nos involucramos con la predicación del
evangelio, más desarrollaremos la capacidad de esperar con pa-
ciencia nuestra salvación.

Conclusión
Juan, el discípulo, se volvió seguidor de Cristo siendo muy
joven y pasó toda su vida creyendo en una promesa que Jesús

HEREDEROS DEL REINO | 55


hizo, de que volvería a esta Tierra. Juan invirtió toda su vida en
esa creencia, trabajó para la causa no con lo que le sobraba,
sino con lo mejor que tenía y por esa causa él, ya cansado y an-
ciano, fue preso en la isla de Patmos.
Jesús, entonces, se le aparece y le da visiones del tiempo del
fin, y cuando termina las visiones, Juan escribe en Apocalipsis
22:20 “Ciertamente vengo en breve”.
Si hubiera sido yo, tal vez hubiera respondido: pero, Señor,
hace más de 50 años que te estoy esperando sin demora, pero
para mí, estás tardando mucho.
Pero eso no es lo que Juan dice. Él responde: “Amén. ¡Ven,
Señor Jesús!”
Juan conocía a Jesús íntimamente. Solo puedo imaginar a
Juan dando un grito de victoria: “¡Amén! ¡Ven, Señor Jesús!” Quien
conoce a Jesús íntimamente y trabaja intensamente por su cau-
sa no está preocupado con la fecha; solo desea que él venga. Si
hoy, amén. ¡Ven, Señor! Si mañana, también. ¡Ven, Señor Jesús!
Lo importante es que él venga.
Permítanme terminar con una historia. Para mí, solo un hom-
bre tenía el derecho de perder el anhelo ardiente en el regreso
de Jesús. Ese hombre era Guillermo Miller. Mas que nadie, él ex-
perimentó la amarga decepción en el estómago cuando Cristo
no apareció en las nubes en 1844.
Él había estudiado la Biblia minuciosamente en oración y no
tenía presunciones de grandeza en su corazón. Dios claramente
lo envió a predicar y él lo hizo hasta el agotamiento por 12 años
para más de medio millón de personas. E incluso así, el evento
que él predijo no se cumplió. Hoy sabemos con claridad que él
había acertado la fecha de la profecía, pero se había equivocado
de evento. Jesús no volvería en 1844.
En medio de toda esa decepción, él fue ridiculizado en diver-
sos periódicos, y aun así declaró: “Yo creí y prediqué que Cristo

56 | SEMANA DE MAYORDOMÍA CRISTIANA


habría de venir en cualquier momento en el fin de los periodos
proféticos. Pero todavía creo, y con la ayuda de Dios, voy a pre-
dicar hasta que él venga. Puedo decir con todo mi corazón y
alma, ¡Amén, ven, Señor Jesús! Aguardo cada día y cada hora el
regreso de Cristo. Deseo estar con él y puedo decir que todavía
lo amo como lo amé 28 años atrás. Yo creía que ya debería estar
con él, pero todavía estoy aquí, un peregrino y extranjero, a la
espera del cambio de mortal a inmortal. A pesar de haberme de-
cepcionado dos veces, no estoy abatido o desanimado. Dios ha
estado conmigo en espíritu, y me ha consolado. Mi mente está
en perfecta calma, y mi esperanza en la venida de Cristo está tan
fuerte como nunca. Quiero permanecer firme día tras día hasta
que él venga”.
La inquebrantable confianza de Miller en el pronto regreso
de Cristo continuó hasta el momento de su muerte, el 20 de
diciembre de 1849. Durante los últimos meses de la vida de Mil-
ler, él estaba confinado a la cama. Cuando la muerte parecía
inminente, le enviaron un telegrama a su amigo Josué V. Himes,
para que fuera a Low Hampton, Nueva York. Al llegar Himes lo
encontró prácticamente ciego y muy débil. Miller reconoció a
su amigo. Una de las pocas cosas que Miller dijo a Himes fue la
siguiente: “Diles a los hermanos que el regreso del Señor está
cerca; pero ellos deben ser pacientes y esperarlo”.
Elena de White tuvo una visión en la que vio a un ángel guar-
dando la tumba de ese guerrero de Dios hasta la resurrección.
Dios no fallará con él, pues él lo conocía. Miller conocía mucho
sobre el regreso de Cristo, y no se permitió ser sorprendido por
lo conocido. Esa es nuestra mayor tragedia como adventistas.
Los que de nosotros lleguemos a perder la salvación, habremos
sido sorprendidos por el evento que más conocíamos. Y final-
mente llegaremos a la conclusión que conocíamos solo la doc-
trina del regreso de Cristo, pero no su persona.

HEREDEROS DEL REINO | 57


Llamado
Tal vez, haya entendido que está viviendo un anhelo im-
paciente o una paciencia irresponsable y hoy le gustaría de-
cir: “Señor, yo te amo y quiero pronto exclamar mirando a la
nube: ‘Este es el Dios al que esperaba’. Entonces, despiértame
hoy al peligro de ser tomado por sorpresa a pesar de todas las
oportunidades”.
Ayúdame a tener diariamente un encuentro espiritual con el
Señor hasta el día en que tendré un encuentro cara a cara.

58 | SEMANA DE MAYORDOMÍA CRISTIANA


Sabado

UN REGALO
PERFECTO
TEXTO BÍBLICO: Salmo 116:12

Introducción:
¿Qué daremos al Señor? Esa es una pregunta oriunda de un
corazón verdaderamente agradecido y que afirma tener el privile-
gio y el deber de darle algo: “Un regalo perfecto”. Algunos, sin em-
bargo, podrán estar en duda sobre cuánto dar y cómo dar. Gracias
al buen Dios, tenemos sabias orientaciones sobre eso, tanto en la
Biblia como en el espíritu de profecía. Observen esta cita:
“El asunto de la dadivosidad no ha sido librado al impulso.
Dios nos ha dado instrucciones definidas concernientes a él”. Y
añade: “Ha especificado que los diezmos y las ofrendas consti-
tuyen nuestra obligación” (Consejos sobre mayordomía cristia-
na, p. 86).
Por lo tanto, queda claro que hay dos cosas específicas que
debemos, como buenos cristianos, dar a Dios: diezmos y ofren-
das. Sobre el diezmo, no es necesario mucha instrucción, porque
la Biblia lo deja claro: es el 10% del ingreso. Y para el cristiano
que quiere practicar una fidelidad total, esta es la palabra final
(Lev. 27:27-30).
Con respecto a las ofrendas, todavía hay algunas dudas:
¿cómo ofrendar? ¿cuánto ofrendar? ¿Cómo tener una conscien-
cia tranquila que también estamos siendo fieles con respecto a
las ofrendas? Lo importante es: “Dios no nos deja sin orienta-
ción sobre la manera como debemos conducir nuestras finan-
zas”. Veamos algunas orientaciones del Señor con respecto a la
ofrenda perfecta y aceptable.

CÓMO OFRENDAR
1. Primero Dios – Mateo 6:33 - Es el principio del señorío
de Dios. “Cristo es el Señor de todo, o definitivamente no
es el Señor de nada”. Entonces, él debe ocupar el primer
lugar. “La porción del Señor debe separarse en primer lu-
gar” (CSMC, 86). Este es el principio bíblico: Las primicias
son del Señor – “Honra a Jehová con tus bienes, y con las
primicias de todos tus frutos” (Prov. 3:9).
2. Con alegría y gratitud – 2 Corintios 9:7 - Todas nuestras
ofrendas deben ser una expresión de alegría y gratitud,
porque son una parte de lo que Dios nos da para nuestra
manutención. “Venid al Señor con corazones rebosantes
de agradecimiento […] Todo lo que hacemos debemos
hacerlo voluntariamente. Debemos llevar nuestras ofren-
das con gozo y gratitud, diciendo al entregarlas: “De lo re-
cibido de tu mano te damos voluntariamente” (Consejos
sobre mayordomía cristiana, p. 209).
3. Por amor – 1 Corintios 13:3- Infelizmente, muchos ofren-
dan por motivos equivocados:

60 | SEMANA DE MAYORDOMÍA CRISTIANA


• Por deber u obligación
• Para ser visto o recordado
• Por sentimiento de culpa
• Por impulso – conforme al llamado.
Pero observen esta declaración: “Sin amor puro la más cara
ofrenda es demasiado pobre para que Dios la acepte” (Testimo-
nios para la iglesia, t. 2, p. 576).
El motivo que debe impulsarnos a ofrendar debe ser el amor
por Jesús y su iglesia. Donde esté su amor (corazón), allí usted
colocará sus tesoros.
4. Lo mejor – Levítico 22:21
a. ¿Por qué Dios se preocupó en dar tantas orientacio-
nes sobre la ofrenda?
¡Porque la ofrenda representa a Jesús! La mejor dádiva, sin
defecto, perfecta, ofrendada por Dios a nosotros. Debemos dar
lo mejor a Dios. Algunos le dejan las últimas y peores espigas, si
es que quedan. Si no hay, Dios debe esperar hasta una ocasión
más conveniente. Lo mejor: “Dios no estaba dispuesto a aceptar
una ofrenda imperfecta” (Testimonios para la iglesia, t. 1, p. 202).

CUÁNTO OFRENDAR
¿Cuánto debo ofrendar? Es una pregunta muy significativa.
Podemos decir que no existe una cantidad fija; varía de per-
sona en persona. ¿Por qué? La respuesta está en esta cita: “En
el sistema bíblico de los diezmos y las ofrendas las cantidades
pagadas por distintas personas variarán enormemente, pues-
to que estarán en proporción a sus entradas” (Consejos sobre
mayordomía cristiana, p. 78).
Es fácil entender esta declaración, pues afirma que cuantas
mayores sean las bendiciones que recibimos, tanto mayores
deben ser nuestras dádivas devueltas a Dios. Porque: “a todo

HEREDEROS DEL REINO | 61


aquel a quien se haya dado mucho, mucho se le demandará; y al
que mucho se le haya confiado, más se le pedirá” (Lucas 12:48).
Entonces, ¿cuánto debemos ofrendar? Hay algunos princi-
pios bíblicos:
1) Dar según la bendición – Deuteronomio 16:10 – Debemos
observar o anotar las bendiciones de Dios y, a medida
que estas aumentan, debemos también aumentar nues-
tras dádivas, como una expresión de nuestro amor y gra-
titud. “Dios ha ideado un plan por el cual todos pueden
dar según él los ha prosperado […]” (Testimonios para la
iglesia, t. 3, p. 451).
También es bueno recordar que las bendiciones de Dios no
siempre vienen en forma de billetes (financieramente hablan-
do), sino que se presentan en forma de salud, estabilidad en el
empleo, protección contra asaltos, accidentes de tránsito, etc.
En esta época turbulenta, llena de imprevistos, pasar un mes
tranquilo, sin enfermedad, sin accidentes, ¿no es una gran ben-
dición? Es motivo de preguntar: ¿Qué daré al Señor por estos
beneficios recibidos? Y la respuesta la damos cuando vamos
el sábado a la iglesia llevando nuestras ofrendas liberales con
alegría.
2) Ofrendar de forma proporcional – Deuteronomio 16:17 –
Proporcional o porcentual – es el mejor parámetro para
saber si estamos siendo fieles y leales en nuestras ofren-
das. No puede ser un valor fijo cada sábado o cada mes,
sino que las ofrendas, de forma similar al diezmo, varia-
rán mucho, ya que son proporcionales a las entradas.
Porcentual es así: Si usted ganó más, va a ofrendar más; si
ganó menos, va a ofrendar menos; y si no ganó nada, no va a
ofrendar nada. Sin embargo, siempre con base en un valor por-
centual y no en lo que se tiene en la billetera o en el bolsillo
al momento de la ofrenda. Así, tendrá su consciencia tranquila
ante Dios; porque está siendo fiel, según lo que Dios le concedió.

62 | SEMANA DE MAYORDOMÍA CRISTIANA


Esta es la orientación inspirada: “Después de apartar el diezmo
hay que separar los donativos y las ofrendas, “según haya pros-
perado Dios” (Consejos sobre mayordomía cristiana, p. 86).
Así, sería bueno que todos comprendiesen y aceptasen que
el pacto es una ofrenda justa y honesta, porque se da en por-
centaje, de acuerdo con las bendiciones de Dios. Exhortamos a
todos para que tomen la decisión de iniciar un pacto de fideli-
dad con Dios, ya sea con un 3, 4, 5, 6, 8, 10% o más. Lo importante
es comenzar este caminar de fidelidad, y la recompensa vendrá
según la Palabra de Dios. “Y os abriré las ventanas de los cielos”.
3) De forma planificada – 1 Corintios 16:2 – “Planificada”
significa que no debemos pensar o preocuparnos con
la ofrenda cuando llegamos a la iglesia o, peor, cuando
el diácono pasa el alfolí, sino, planificarla durante la se-
mana, usted y toda su familia. La Biblia recomienda: “[…]
ninguno se presentará delante de mí con las manos va-
cías” (Éxodo 23:15). Eso exige planificación familiar. Al se-
parar su pacto, al ponerse el sol el viernes, dialogue con
su esposa e hijos sobre la importancia que será ofren-
dada el sábado y, si sus hijos y esposa no tienen ingre-
sos propios, dé una parte del pacto y de las ofrendas a
ellos, para que tengan la alegría de participar del culto
con ofrendas al Señor. Esta actitud trae beneficios para la
familia. Los hijos se inspirarán en la fidelidad del padre
y, cuando tengan sus ingresos, van a seguir su ejemplo.
Desde pequeños, los hijos serán educados y enseñados
para ser fieles mayordomos y amar la obra del Señor.

CONCLUSIÓN:
¿Por qué esa orientación divina es importante?
a. Es el plan de Dios: “El único medio que Dios ha dispuesto
para hacer progresar su causa consiste en bendecir a los
hombres con propiedades. Les da la luz del sol y la lluvia;

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[…] les da salud y capacidad de adquirir recursos […] En
retribución, quiere él que los hombres y las mujeres ma-
nifiesten su gratitud devolviéndole una porción en diez-
mos y ofrendas” (Joyas de los testimonios, t. 2, p. 41).
b. Es un antídoto contra la pobreza: “Los hombres no se em-
pobrecen al devolver a Dios lo que es suyo; la pobreza
sobreviene cuando se retienen esos recursos” (Consejos
sobre mayordomía cristiana, p. 40).
c. Es el secreto de la prosperidad: “Las contribuciones que
se les exigían a los hebreos para fines religiosos y de ca-
ridad representaban por lo menos la cuarta parte de su
renta o entradas. Parecería que tan ingente leva de los
recursos del pueblo hubiera de empobrecerlo; pero, muy
al contrario, la fiel observancia de estos reglamentos era
uno de los requisitos que se les imponía para tener pros-
peridad” (Patriarcas y profetas, p. 566).
d. Es desarrollar un carácter semejante al de Jesús: “Deben
serles presentados blancos que despierten su benevo-
lencia, o no podrán imitar el carácter del gran Modelo”
(Consejos sobre mayordomía cristiana, p. 16).
e. Es el triunfo de la verdad: “Cuando los miembros despier-
ten y depongan a los pies de Jesús sus oraciones, sus bie-
nes y todas sus energías y recursos, la causa de la verdad
triunfará” (Don A. Copsey, Um Sacrifício Vivo, p. 58).

Llamado
Quiero invitarlo a terminar esta semana de oración haciendo
o renovando un compromiso de fidelidad con Dios en varios as-
pectos, pues nuestra fidelidad debe ser amplia y completa.

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(En este momento, se debe entregar la tarjeta de
renovación del pacto para quienes deseen renovar
su compromiso y fidelidad. Luego, el predicador
debe leer punto por punto de la tarjeta e invitar a
la iglesia a renovar los votos de fidelidad. La tarjeta
de renovación del pacto puede ser encontrada en:

Pr. Antenor Cruz da Costa

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Anotações

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