Es Web Semana-De-mayordomia 2022
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DIVISIÓN SUDAMERICANA
Índice
3 SEGUIDOR Y NO FAN
33 LA RELIGIÓN DE LA PROSPERIDAD
43 ¿QUÉ ES EL SACRIFICIO?
51 EXPECTATIVA Y PACIENCIA:
59 UN REGALO PERFECTO
SEGUIDOR Y NO FAN
TEXTO BÍBLICO: Lucas 18:18-23
Introducción
Jesús estaba en camino hacia Jerusalén por última vez. Es-
taba en una misión, una misión de misericordia para la fami-
lia humana que le costaría la vida en la cruz y destinada a no-
sotros. De repente, su misión fue interrumpida por un hombre
que vino corriendo hasta él y cayó de rodillas en una posición
de servidumbre. Marcos no dio al hombre un nombre o título,
pero Mateo lo describe como “joven” (Mat. 19:22), lo que también
está implícito en su “corrida” (Mar. 17:17), algo que un hombre
mayor jamás haría. Y Lucas dice que él era un “hombre de posi-
ción” (Luc. 18:18), esto es, un miembro del honrado consejo de
los judíos. Los tres escritores del Evangelio, todos mencionan
su riqueza. Por lo tanto, conocemos a esa persona arrodillada
delante de Jesús como “el joven rico y de elevada posición”.
Impresionado cuando vio que Jesús bendecía a los niños,
ese joven deseaba ser bendecido de la misma forma. Le hizo
a Jesús la pregunta más importante que un ser humano puede
hacer: “¿qué haré para heredar la vida eterna? (Mar. 10:17).
En respuesta, Jesús citó varios de los mandamientos de Dios
y le indicó su necesidad de guardarlos. El joven afirmó que obe-
decía esos mandamientos, y después quiso saber que más tenía
que hacer (Mar. 19:20). Aunque su vida era moralmente pura y
religiosamente ortodoxa, todavía estaba insatisfecho. Había vis-
to algo que sucedió entre Jesús y los niños que lo afectó, y él se
sintió incompleto de alguna forma.
¿Qué haría?
“Pero él, afligido por esta palabra, se fue triste, porque tenía
muchas posesiones” (Mar. 10:22). Se perdió el mayor milagro de
su vida, porque a pesar de todas las cosas que estaba dispuesto
a hacer, no estaba dispuesto a hacer lo más importante, no se
entregaría completamente a Dios.
¿Qué me hace sentir afligido? ¿Qué pide Dios de mí y qué
considero demasiado? Ese hombre se fue triste porque tenía
muchos bienes. ¿Será que yo me iría triste porque tengo grandes
obsesiones? ¿Óptimas diversiones? ¿Excelente moda? ¿Grandes
ambiciones? ¿Grandes pasiones por sexo, comida, deportes?
Para algunas personas, desistir de un programa de TV es pedir
demasiado. Para algunos, levantarse de la cama el sábado de
mañana es demasiado. Para otros, treinta minutos para orar y
estudiar la Biblia es demasiado. Nuestro rostro y nuestra fe pier-
den el vigor con el llamado de la mayordomía, porque queremos
los beneficios de vivir con Jesús sin el sacrifico de vivir negando
el yo.
El predicador Kyle Idleman cuenta sobre un llamado para
seguir a Jesús que hizo al final de un mensaje que predicó en
un viaje misionero al África. Dos jóvenes de unos veinte años
aceptaron a Cristo y se comprometieron a seguirlo. A la tarde
siguiente esos dos jóvenes aparecieron en la casa donde Kyle
Negarse a sí mismo
“Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y
tome su cruz, y sígame” (Mar. 8:34). Jesús está buscando segui-
dores, no fans. Los fans son como “admiradores entusiasma-
dos”. Un fan es la persona que va al partido de fútbol local con
el cabello pintado de los colores del equipo, agitando los brazos
y gritando: “Somos el número uno”. Está allá para divertirse y
alentar a su equipo hasta la victoria, pero, además del precio de
la entrada, no le cuesta nada estar allá. Él mismo nunca entra en
el partido. Y si es un fan de los buenos momentos, él volverá a
su casa cuando las cosas se ponen difíciles para su equipo.
Conclusión
Quiero invitarlo a orar ahora. Al hacerlo, considere al jo-
ven rico y pregúntese a sí mismo si usted está dispuesto a vivir
en negación. Si usted está dispuesto a tomar su cruz y seguir
a Jesús. Si usted está luchando para encontrar la respuesta, la
gracia de Dios es suficiente para usted. No es barata, pero está
disponible si usted extiende la mano para tomarla. No permita
que su rostro o su fe pierdan el vigor. “Con Dios, todo es posible”.
Ahora es la hora de vivir negándose a sí mismo”.
Introducción
Actualmente, veo a muchos cristianos escapando de la cues-
tión del mérito y de las recompensas, como si fuera algo antibí-
blico. La polémica deriva de que somos salvos por la “gracia”, en
la cual el mérito no es nuestro, sino solo del sacrificio redentor
de Cristo en la cruz. En ese aspecto, realmente no hay mayores
ni menores, porque todos por igual alcanzamos la salvación por
la misericordia divina. Pero Jesús declaró que en el Reino habrá
galardones (recompensas) mayores y menores.
Existe una palabra bíblica que nos ayuda a entender esa re-
compensa sin anular la creencia en los méritos de Cristo y en
la salvación solamente por la fe. Estoy hablando de la palabra
“corona” y sus significados bíblicos.
Hay dos palabras griegas comunes para “corona” en la Biblia.
Una de ellas, que se usa en el Nuevo Testamento, es la palabra
“diadema” (ornamento real para poner en la cabeza, corona) y
se encuentra en Apocalipsis (Apoc. 12:3; 13:1; 19:12). Esa palabra
se utiliza para designar las coronas en las cabezas del dragón,
las coronas de la bestia que surge del mar y las “muchas co-
ronas” en la cabeza de Cristo cuando regrese a la Tierra para
establecer su reino. La palabra “diadema” siempre se refiere a
la corona de un rey o dignatario imperial.
La segunda palabra para corona en la Biblia es la palabra
griega Stephanos (guirnalda concedida con significado de hon-
ra), que es la palabra principal griega que se usa para describir
las coronas que recibirán los cristianos que serán hallados fieles
(1 Tes. 2:19; 2 Tim. 4:8; Sant. 1:12; Apoc. 2:10). La palabra viene
de stepho, que significa “cercar, enrollar, torcer”, y hace alusión
a una corona de vencedor. En la costumbre greco-romana, esa
corona se daba al vencedor de los juegos olímpicos. Era tejida
como una guirnalda de roble, mirto, o también de hojas de olivo,
o en algunos casos, una imitación de esos componentes en oro.
En ningún pasaje de la Biblia existe alguna promesa de una
diadema para el cristiano, siendo que hay solo un Rey de reyes
que merece usar esa corona de realeza, que es Cristo. Sin em-
bargo, los cristianos recibirán la stephanos, que es una recom-
pensa y un símbolo de honra, de un trato especial.
LA CORONA INCORRUPTIBLE
“¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la ver-
dad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal ma-
nera que lo obtengáis. Todo aquel que lucha, de todo se abs-
tiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona [stephanos]
corruptible, pero nosotros, una incorruptible” (1 Cor. 9:24, 25).
LA CORONA DE GOZO
“Porque ¿cuál es nuestra esperanza, o gozo, o corona de que
me gloríe? ¿No lo sois vosotros, delante de nuestro Señor Jesu-
cristo, en su venida? Vosotros sois nuestra gloria y gozo” (1 Tes.
2:19, 20).
A esa corona se la llama con frecuencia “corona del vence-
dor”, ya que habrá un galardón especial para cada uno de los
vencedores. Pablo estaba hablando a la iglesia ubicada en Tesa-
lónica, Grecia, a través de la primera carta enviada a ella, de las
trece cartas compiladas en el Nuevo Testamento. La carta está
dividida en cinco capítulos, y en cada capítulo, el apóstol hace
alusión al regreso de Cristo. Él le dice a esa iglesia que, en la
venida de Jesús, ellos recibirían una “corona de gozo”. Seremos
recompensados por las almas que ganamos para Cristo, y una
corona especial de vencedor se dará a cada creyente que gane
un alma.
LA CORONA DE LA VIDA
“Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque
cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que
Dios ha prometido a los que le aman” (Sant. 1:12).
Esa promesa es semejante a la promesa hecha en Apocalipsis
2:10, que es la recompensa de los creyentes que perseveraron y
vencieron las tentaciones y las pruebas. Cuando Cristo advirtió:
“He aquí, yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno
tome tu corona [stephanos]” (Apoc. 3:11), él estaba amonestan-
do a la iglesia de Filadelfia a ser fiel y soportar los ataques del
enemigo. Hay una corona especial para los que disciplinaron sus
LA CORONA DE GLORIA
“Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros reci-
biréis la corona incorruptible de [stephanos] gloria” (1 Ped. 5:4).
En ese pasaje, el apóstol Pedro habla a los ancianos, y los
instruye a permanecer fieles para abastecer al rebaño de cris-
tianos, y no por ganar dinero y a servir de ejemplo a otros. Si
fueran encontrados fieles en la venida de Cristo, recibirían una
“corona de gloria”. Esa corona en particular es para los que ser-
vían como ancianos, pastores y obispos, líderes espirituales en
la vida de los cristianos, como un pastor cuidaba de sus ovejas.
LA CORONA DE JUSTICIA
“Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual
me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino
también a todos los que aman su venida” (2 Tim. 4:8).
Es interesante observar que Pablo menciona el hecho de que
la corona se concede a los que “aman su venida”. Algunos po-
drían pensar que todos los cristianos aman la venida del Señor.
Sin embargo, hay algunos que alegan ser cristianos y que, en
verdad, se burlan y escarnecen por la idea de que Cristo regre-
sará pronto (2 Ped. 3:3, 4). Otros quedarán “avergonzados en su
venida” (1 Juan 2:28). Para los que anhelan esa venida, hay una
corona de justicia. Solo los que tienen un pacto activo con la jus-
ticia de Dios por medio de Cristo recibirán esa corona especial.
En otras palabras, la corona es la misma, pero con aspectos
de bendición y recompensa diferentes para los que fueron fieles
hasta el fin.
Hay siete bendiciones que Juan menciona en Apocalipsis (ca-
pítulos 2 y 3), prometidas para los que triunfen. Esas bendicio-
nes son:
TODO ES VALIOSO EN
LAS MANOS DE DIOS
TEXTO BÍBLICO: Lucas 21:1-4
Introducción
Robert Gilmour LeTourneau nació el 30 de noviembre de
1888, en Richford, Estados Unidos. Era hijo de padres piadosos y
desde la infancia oía sobre el evangelio. Por un tiempo rechazó
la verdad, pero gracias a las oraciones de sus padres, a los die-
ciséis años aceptó a Cristo como su Salvador personal. Era un
joven notable en varios aspectos, especialmente por su capaci-
dad de inventar cosas.
Cuando fue adulto inventó diversas máquinas de aplana-
miento de tierra, y se hizo famoso y rico por los equipos que
proyectó y construyó. Fue el responsable de 300 patentes. Sus
invenciones hicieron que en 1938 tuviera la increíble cantidad
de 1,5 billones de dólares. A los 30 años sufrió una pérdida de-
vastadora con la muerte de su hijo mayor. Eso lo hizo repensar
los objetivos y el propósito de su vida. Comenzó a preocuparse
con la posibilidad de que su amor por las máquinas estuviera
sustituyendo su amor y su compromiso con la causa de Dios. Por
eso, junto con su esposa Evelyn Peterson decidió dedicarse a la
causa de Dios y usar los recursos que poseía en la predicación
del evangelio.
Su historia se hizo conocida porque decidió devolver el 90%
de lo que poseía a Dios y vivir con el 10% restante. A partir de
entonces, fue conocido como el “empresario de Dios”. Su versí-
culo preferido era “Mas buscad primeramente el reino de Dios
y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mat. 6:33).
Cierto día, alguien le preguntó: “Señor LeTourneau ¿es verdad
que usted da el 90% de sus ganancias al Señor?” Él respondió:
“No, yo no doy nada a Dios. Todo le pertenece. Soy yo quien tie-
ne el 10% de lo que es de él”.
Esa historia nos presenta un grandioso ejemplo de genero-
sidad. Pero seamos honestos: a pesar de ser una historia linda,
está fuera del modelo de la mayoría de la gente. Muchos pueden
leer, y decir con razón que también podrían vivir con el 10% de
las entradas de un billonario.
Aquí brilla una vez más la belleza y la profundidad de la his-
toria de la viuda. Imagino que usted está de acuerdo conmi-
go de que como mínimo lo curioso del hecho es que el mayor
ejemplo humano de generosidad del Nuevo Testamento provie-
ne de una persona que no tenía prácticamente nada para dar.
Con frecuencia pensamos que generoso es alguien que entrega
grandes cantidades a la causa de Dios, pero Jesús decidió des-
tacar la generosidad en la entrega de dos monedas. Ahí se en-
caja la mayoría de la gente. La viuda representa a la mayoría de
nosotros, pues no poseemos una riqueza que pueda construir
hospitales y escuelas o eliminar el hambre de una pequeñísima
parte de la población mundial.
FIEL HASTA LA
MUERTE
TEXTO BÍBLICO: Apocalipsis 2:8-10
Introducción
Hoy aprenderemos tres lecciones con la valiosa carta de
Cristo a la iglesia de Esmirna. De las siete iglesias, Esmirna y fila-
delfia son las únicas que no recibieron reprensión. Ellas fueron
las iglesias más comprometidas y fieles, y recibieron las mejores
palabras de incentivo y de aprobación. Esas fueron las únicas
dos iglesias que no recibieron el tan temido “Pero tengo contra
ti” que pronunció Jesús a la mayoría de las otras iglesias.
Para entender el compromiso y la fidelidad de la iglesia de
Esmirna necesitamos entender un poco del contexto en el cual
vivía.
La ciudad de Esmirna era un centro obligatorio de culto
al emperador. Eso le daba el estatus de ciudad libre, lo que
significaba que podía elegir su propio gobierno. Una vez por
año, cada ciudadano estaba obligado a quemar incienso en el
altar dedicado a Cesar, y entonces recibía un certificado. Rehu-
sarse a hacerlo implicaba una amenaza de muerte. Por miedo de
perder el estatus de ciudad libre, los habitantes de Esmirna eran
abiertamente hostiles contra los cristianos que no adoraban al
emperador.
Para complicar más todavía la situación, la presencia de una
gran población judía unía a los paganos en odio y persecución
a los cristianos. Difamaban a los cristianos delante del gobierno
local, incitando a los paganos y a las autoridades a perseguirlos.
Las acusaciones eran las siguientes:
• Canibalismo, con referencia a los símbolos del cuerpo y
de la sangre de Cristo en la Santa Cena.
• Desleales al emperador.
El significado de la fidelidad
Y es aquí donde muchos no comprenden la fidelidad.
¿Por qué ser fiel? Si soy infiel, sufro; si soy fiel, también sufro.
El dolor golpea la puerta de los fieles y de los infieles; y a
veces, hasta parece que los infieles prosperan más (tal vez yo
esté hablando a alguien que está golpeando una puerta, des-
pués otra buscando un empleo, y usted sabe que hay personas
que están empleadas y no son responsables y dedicadas como
trata de serlo usted, pero su fidelidad a Dios en el sábado hace
que tenga dificultades de encontrar un empleo. Tal vez esté ha-
blando a alguien que decidió ser fiel a Dios a través de los diez-
mos y las ofrendas, y está sufriendo burlas en casa por parte de
personas que dicen que usted está siendo engañado por una
iglesia o que tiene dificultades de mantener sus finanzas al día
y que, si usted dejara de devolver los diezmos y dar ofrendas,
tendría más libertad financiera).
LA RELIGIÓN DE LA
PROSPERIDAD
TEXTO BÍBLICO: Mateo 6:33
Introducción
Done y hágase rico. El éxito del cristiano. La prosperidad
bíblica. Esa es la enseñanza de estos tiempos que se difunde
como fuego en un matorral a través de los círculos religiosos.
La idea popular de hoy es: Dios quiere que su pueblo sea
próspero. La pobreza simplemente demuestra falta de fe. Te-
niendo suficiente fe, usted puede pedir lo que quiera y lo obten-
drá. Todo puede ser suyo. Y si realiza donaciones para causas
apropiadas, le dicen que usted tendrá la garantía de que conti-
nuará recibiendo los recursos financieros.
Una religión nueva surgió en el horizonte: la religión de la
prosperidad que se enfoca en dar para recibir más, y este men-
saje nuevo atrae a muchos oyentes.
Nadie prestaría atención si fuera poco lo que promete esa
maravillosa prosperidad cristiana. La religión de la prosperidad
tiene sus testigos entusiastas. Las personas dicen que el desas-
tre financiero se transformó en abundancia cuando aprendieron
a reclamar ciertas promesas y comentan sus maravillosas ben-
diciones: autos de último modelo y casas nuevas de veraneo.
La prosperidad se volvió el nuevo éxito religioso. Parece ser
la nueva medida de la espiritualidad también. Los libros cristia-
nos más difundidos nos bombardean con fórmulas con garantía
de éxito: crea y reciba; done y hágase rico; diga lo que quiere y
exija; desarrolle su fe y aumente su cuenta bancaria.
Infelizmente, en las predicaciones por televisión algunos han
estado entre los mayores abogados de la religión de la prosperi-
dad. “Haga su donación, y Dios cuidará de todos sus problemas
financieros”, dicen; “done y la prosperidad estará garantizada”.
La verdadera motivación
Pablo destacó cuán importante es la motivación para dar.
En su famoso capítulo del amor, dice: “Y si repartiese todos mis
bienes para dar de comer a los pobres, […] y no tengo amor, de
nada me sirve” (1 Cor. 13:3).
Algunos versículos después, Pablo dice que el amor no bus-
ca sus propios intereses. Entonces, si damos pensando en reci-
bir, no estamos dando con amor y no ganaremos nada. El tipo
de abundancia de Dios nos engañará. Pero dar con amor, sin
egoísmo, puede ser un arma poderosa en nuestras manos; po-
demos usarla para romper el materialismo de nuestra vida. El
donar auténtico enfría el viejo amor al dinero que es un peligro
en nuestra alma. Cuán desesperadamente necesitamos hoy del
arma poderosa que es la donación sin egoísmo.
Llamado
A través de los años, la fidelidad nos hará ver muchas mane-
ras como Dios nos ha ayudado de manera generosa. Devolver el
diezmo será una experiencia maravillosa y edificadora de fe en
su vida. Yo no quiero que alguien pierda esa experiencia. Por lo
tanto, lo invito a entrar en sociedad con Dios. Comience su aven-
tura de fe y devuelva el diezmo. Abandone a religión del lucro y
experimente las bendiciones de la donación sistemática.
Creo que usted adquirirá una fe rica, experimentará la abun-
dancia espiritual y Dios suplirá todas sus necesidades.
¿QUÉ ES EL
SACRIFICIO?
TEXTO BÍBLICO: Salmo 50:5
Introducción
Un día, un empresario exitoso estaba en la iglesia, escuchan-
do un sermón sobre el sacrificio y de pronto se dio cuenta de
que, con dos autos, dos barcos, un tráiler, una bella casa para
vivir y una heladera llena de comida, él no sabía absolutamente
nada sobre el sacrificio.
Después del culto, mientras su esposa hacía el almuerzo, él
le dijo a ella: “¿Por qué no vendemos todo lo que tenemos, lo
colocamos en la causa de Dios y ayudamos a terminar el trabajo
de la predicación del evangelio? Si el cielo es tan bueno como
decimos, ¿qué estamos haciendo aquí?”.
Ella se dio vuelta, y le dijo: “¿Qué fue lo que causó eso en ti?”.
“Bueno”, respondió él, “solo estaba escuchando al pastor
hablar sobre el sacrificio hoy, y me di cuenta de que no sé nada
sobre sacrificio. ¿Tú lo sabes?”.
Si alguien le preguntara qué significa sacrificio, ¿sabría
responder?
Sacrificio no es trueque
Para muchos, el sacrificio es una especie de trueque con
Dios. En otras palabras, cambiamos cosas con el Señor por cosas
que él nos dará. Comerciamos con él cosas perecibles y él co-
mercia cosas imperecederas con nosotros. Las falsas religiones
se basan en la idea de que usted puede comprar su camino al
cielo. Y eso está en completa oposición a la enseñanza bíblica.
Vea, por ejemplo, Salmo 50:12 y Ageo 2:8. Esos versículos nos
muestran que no tenemos nada para negociar con Dios, pues
todo ya le pertenece a él.
Un niño tenía una caja que guardaba bajo su cama o en el
armario. Él guardaba todos sus tesoros ahí: un multiuso con la
hoja rota, un reloj que no funcionaba, canicas/bolitas, y cual-
quier otra cosa que le pareciera interesante, terminaba en la
caja. Esa caja era valiosa para él, pero cierto día él vio a su primo
con una lupa y le fascinó. Inmediatamente, corrió, tomó su caja
de tesoros y se los ofreció todos a cambio de esa lupa. Su primo
aceptó, y él ahora se sentía el niño más feliz del mundo.
Durante dos semanas jugó todo el día con la lupa, y un nue-
vo mundo se abrió ante él. Insectos, hojas y flores tenían otro
significado al verlos con esa lupa maravillosa. Y entonces llegó
ese día fatal en el que su madre lo mandó a la casa de la tía para
Sacrificio y pacto
Veamos el Salmo 50:5 nuevamente: “Juntadme mis santos, los
que hicieron conmigo pacto con sacrificio”. El texto no comienza
hablando de sacrificio, sino de pacto. Necesitamos entender lo
que es un pacto. Un pacto es un acuerdo entre dos personas, o
un grupo de personas, para hacer o no ciertas cosas. Dios le dijo
a Abraham: “Haré de ti una gran nación. Será como las arenas
de la playa. Y te daré una concesión de tierra. Seré tu Dios y tú
puedes ser mío”. Abraham era extremadamente rico, pero Dios
no le pidió su dinero. Él pidió su dedicación. Eso fue todo.
Entonces, un día, el Señor le dijo a Abraham: “Quiero a tu
hijo”. Si él hubiera dicho: “Abraham, haré un trato contigo: o me
das todo tu dinero o me das al muchacho”, ¿qué habría elegido
Abraham? ¡Al muchacho! Él era su mayor bien. Pero Dios no le
dio una elección. Después de ese viaje agonizante al monte Mo-
ria, después que el ángel detuvo su mano cuando él estaba listo
a clavar esa daga en la carne temblorosa de su único hijo, Dios
dijo: “Ahora conozco el corazón de Abraham, porque él no retu-
vo a su hijo, su único hijo, de mí”. Si el sacrificio significara dar
cosas, él tendría que matar a Isaac. Pero Dios aceptó el hecho de
Entrega y sacrificio
Aunque Dios posea todo, hay una cosa sobre la cual él de-
cidió no ejercer ningún tipo de control: en las elecciones y en
nuestra voluntad. Cuando Dios decidió colocar el árbol del co-
nocimiento del bien y del mal en el Jardín del Edén, él lo hizo
porque el diablo lo acusó de ser un dictador, de obligar a las
personas a adorarlo y amarlo. Cuando él puso el árbol allí, de-
lante de todo el universo, ellos sabían que el diablo era un men-
tiroso, porque el reino de Dios se basa en el amor. Y el amor
exige libertad de elección. Es así de simple. Usted puede dar sin
amar, pero no puede amar sin dar.
David entendió eso maravillosamente. Él había acabado de
manchar su ilustre carrera con una mancha terrible de adulterio
y asesinato, y ahora su amigo Natán, el profeta, entró. Natán
dijo: “Tenemos un problema”.
David le preguntó: “¿Cuál?”.
“Hay un hombre de estatus y rico, dueño de ovejas; el sujeto
posee miles y miles de ovejas. Ahora, del otro lado del camino,
hay un hombre viejo. Él vive solo en una casa, y la única cosa que
posee es un cordero del que cuida con todo el amor y cariño”.
David estaba interesado, “Sí, continúa”.
“Bueno, el hombre rico recibió algunos invitados y serviría
cordero para la cena. Adivine qué cordero llevó. Él usó para la
cena al único cordero del hombre pobre”.
David se levantó del trono y dijo que debería ser la vida del
hombre rico por la vida del cordero. Y entonces vio el dedo largo
Un corazón contrito
Pero Dios no desea el sacrificio. “Los sacrificios de Dios son
el espíritu quebrantado; al corazón contrito y humillado no des-
preciarás tú, oh Dios” (v. 17).
¿De qué está hablando, con un espíritu quebrantado, un
corazón humillado? El ser humano tiene un espíritu salvaje e
ingobernable. Por naturaleza, somos malos y pecadores, que-
remos hacer todo a nuestra manera. Nuestros corazones son
exactamente así, salvajes e ingobernables. “al corazón contrito
y humillado no despreciarás tú, oh Dios”. Él no va a rechazar eso.
Jeremías dice que el corazón es malo por encima de todas
las cosas, desesperadamente malo (ver Jeremías 17:9). Al final
de su vida, Pablo dice: “He peleado la buena batalla” (2 Tim. 4:7).
¿Qué estaba diciendo? ¿Luchando contra los romanos? ¿Los ju-
díos? ¿Sus falsos hermanos? ¿Contra quién estaba luchando? ¡Él
estaba luchando contra sí mismo! ¿No es esa su mayor batalla?
La mayor batalla que tenemos es contra nosotros mismos. No
es fácil, esa batalla contra uno mismo, ese corazón salvaje e in-
gobernable. Eso es todo lo que tenemos que sacrificar. Ese es el
mayor sacrificio que Dios espera de nosotros.
Llamado
Mire, existen algunas cosas que el dinero no sustituye de
ninguna manera. Yo me pregunto cómo es con Dios, si a veces
le damos R$ 5, R$ 10 o R$ 20 extra y diezmos: “Sabes, Dios, es-
toy muy ocupado y estoy seguro de que tú sabes cómo es. Has
trabajado aquí y sabes cómo son las cosas. Lo entiendes, ¿no?”
Lo que realmente necesitamos entender es la naturaleza de
nuestro pacto con Dios, nuestra disposición a renunciar a todo,
tiempo, talento, toda nuestra vida. De eso se trata el sacrificio.
Recuerde que, si pudiera, Jesús podría haber dado todo el
universo o hecho otros dos universos por nuestra salvación.
Pero eso le costó la vida. Y es eso que nos costará. Porque esa
es la única cosa que realmente poseemos. Entonces, hoy decida
hacer un pacto de sacrificio con el Señor y decirle: “Todo lo que
tengo y todo lo que soy te lo entrego, y cuando quieras usarlo
para tu causa, solo me avisas, que estaré alerta para una entre-
ga completa”.
EXPECTATIVA Y
PACIENCIA:
DOS CLAVES PARA LA ESPERA
TEXTO BÍBLICO: Romanos 8:19, 23, 25.
Introducción
Estos textos presentan uno de los diversos “aparentes” con-
trastes paulinos. En diversos momentos de sus escritos, Pablo
parece contradecirse en sus enseñanzas. Hay momentos en que
parece que él estuviese contra la ley: “vosotros, hermanos míos,
habéis muerto a la ley” (Rom. 7:4), y luego dice que la ley es
“santa, y el mandamiento santo, justo y bueno” (Rom. 7:12). O
cuando él parece estar desmereciendo al judaísmo y luego dice
que ser judío tiene muchas ventajas. Cada una de esas “aparen-
tes” contradicciones tiene una linda y profunda explicación.
Pero hoy me gustaría detenerme en los versículos que leere-
mos y pido a Dios que estos calienten su corazón y fortalezcan
su vida. Necesito explicar un poco el contexto del capítulo 8 (que
es uno de los más amados y conocidos en todo el Nuevo Testa-
mento) para que entienda la grandeza de lo que Dios nos quiere
decir hoy. Este capítulo es un contrapunto o una respuesta al
capítulo 7. En el capítulo 7, Pablo usa 13 veces la palabra pecado
y 13 veces la palabra muerte. Pablo presenta en el capítulo 7 la
falencia del hombre que vive en la carne. Ya en el capítulo 8,
Pablo está llegando al auge de su carta a los romanos, y algunas
de las palabras clave del capítulo 8 son: gloria, vida, esperanza,
hijos, herederos y redención.
En el capítulo 8, Pablo quiere llevar los ojos de sus lectores a
la bendita esperanza de la redención completa en Jesucristo. Él
presentó en los capítulos anteriores lo que la cruz hizo por no-
sotros, lo que la cruz está haciendo en nosotros y finalmente lo
que la cruz hará por nosotros. Pero mientras la redención com-
pleta no llega, él presenta en el capítulo 8 dos consejos sobre
cómo esperar la redención.
Dos consejos
El primer consejo se encuentra en los versículos 19 y 23. Él
dice que no solo las criaturas, sino también nosotros debemos
esperar la redención con “anhelo ardiente”. Esa es una expresi-
ón muy fuerte y, para entenderla, usted debe crear una imagen
en su mente. Imagine a alguien en puntas de pie, el cuello esti-
rado con el cuerpo inclinado hacia adelante, con la mano en la
cabeza, cerrando un poco los ojos para mirar fijamente un pun-
to en el horizonte de donde vendrá lo que se espera. Eso para
Pablo es anhelo ardiente.
El segundo consejo, en el versículo 25, dice que debemos
“esperar con paciencia”. Aquí se encuentra la “aparente” contra-
dicción. Usted puede argumentar con Pablo: “Pablo, ¿debo es-
perar con anhelo ardiente o con paciencia?”. Como en la mayoría
de las “aparentes” contradicciones en los escritos de Pablo, esos
pasajes no se excluyen, sino que se complementan. Es como si
Anhelo impaciente
Quiero comenzar hablando de la manera equivocada de es-
perar la redención. Algunos cristianos dan un énfasis exagerado
en el anhelo y no tienen paciencia de esperar las promesas, ge-
nerando lo que yo llamo “anhelo impaciente”. Ellos quieren ex-
perimentar ahora lo que todavía no está disponible. Cuando una
persona comienza a predicar que ya podemos tener la victoria
completa sobre el pecado aquí, que una generación sin pecado
surgirá en los últimos días, está dejando que el anhelo de la
gloria salga del camino y está teniendo un anhelo impaciente. Y
hasta hoy yo solo vi dos tipos de cristianos surgir de este pensa-
miento: los legalistas amargos o los hipócritas.
Escucharemos a Jesús diciendo: “Su conflicto ha terminado”.
Cuando escuchemos eso, entenderemos que nunca más tendre-
mos luchas contra el pecado. Sin embargo, solo escucharemos
eso frente a la puerta de perla del cielo. Entonces, ¡tenga cuida-
do con ese anhelo impaciente de querer anticipar la perfección!
O cuando una persona comienza a buscar en Internet videos
especulativos sobre los eventos finales, videos sobre el decreto,
la persecución o el ecumenismo. Todo eso va a ocurrir, pero está
en el tiempo de Dios, no en el nuestro. Dios está actuando en
la historia para efectuar nuestra salvación, pero, si su “anhelo
ardiente” se concentra solo en la especulación de eventos, us-
ted podrá perder el foco de los eventos finales, que es Cristo,
y no el Papa, las bestias, la persecución y el ecumenismo. Y si
Paciencia irresponsable
La segunda forma incorrecta de esperar el regreso de Jesús
(recuerde que la primera es el anhelo impaciente) es lo que lla-
mo “paciencia irresponsable”. Algunos dan un énfasis exagerado
a la paciencia y terminan cayendo en el letargo, en la apatía y en
el enfriamiento espiritual. Las promesas de la segunda venida
ya no calientan su corazón, y usted va siendo vencido por la in-
credulidad. Si estudia los sermones de Cristo, percibirá que este
tema era la base de muchas de sus enseñanzas.
Un día, él predicó un sermón que está registrado en Lucas
12:43-46. ¿Cuál era el problema del siervo de esa parábola? Él se
volvió tan paciente que perdió el anhelo. Él sabía y creía que su
señor regresaría, pero dijo “en su corazón”: “Mi señor se demora
en venir”. ¿Será que ese no es nuestro problema? Usted cree
sobre el regreso de Cristo, canta sobre eso, sigue a la iglesia que
proclama la segunda venida, pero ¿será que es tan paciente que
perdió el anhelo? Y el peligro es que esto esté ocurriendo en su
corazón: usted no proclama que no cree en el regreso de Jesús,
usted no perdió la fe, todavía lee sobre el tema, pero de manera
sutil, ha actuado como alguien que ha perdido el anhelo.
No quiero detenerme más en la forma incorrecta de esperar
que Jesús regrese. Quiero concluir con la solución presentada
por Pablo. La manera correcta de esperar a Jesús.
Conclusión
Juan, el discípulo, se volvió seguidor de Cristo siendo muy
joven y pasó toda su vida creyendo en una promesa que Jesús
UN REGALO
PERFECTO
TEXTO BÍBLICO: Salmo 116:12
Introducción:
¿Qué daremos al Señor? Esa es una pregunta oriunda de un
corazón verdaderamente agradecido y que afirma tener el privile-
gio y el deber de darle algo: “Un regalo perfecto”. Algunos, sin em-
bargo, podrán estar en duda sobre cuánto dar y cómo dar. Gracias
al buen Dios, tenemos sabias orientaciones sobre eso, tanto en la
Biblia como en el espíritu de profecía. Observen esta cita:
“El asunto de la dadivosidad no ha sido librado al impulso.
Dios nos ha dado instrucciones definidas concernientes a él”. Y
añade: “Ha especificado que los diezmos y las ofrendas consti-
tuyen nuestra obligación” (Consejos sobre mayordomía cristia-
na, p. 86).
Por lo tanto, queda claro que hay dos cosas específicas que
debemos, como buenos cristianos, dar a Dios: diezmos y ofren-
das. Sobre el diezmo, no es necesario mucha instrucción, porque
la Biblia lo deja claro: es el 10% del ingreso. Y para el cristiano
que quiere practicar una fidelidad total, esta es la palabra final
(Lev. 27:27-30).
Con respecto a las ofrendas, todavía hay algunas dudas:
¿cómo ofrendar? ¿cuánto ofrendar? ¿Cómo tener una conscien-
cia tranquila que también estamos siendo fieles con respecto a
las ofrendas? Lo importante es: “Dios no nos deja sin orienta-
ción sobre la manera como debemos conducir nuestras finan-
zas”. Veamos algunas orientaciones del Señor con respecto a la
ofrenda perfecta y aceptable.
CÓMO OFRENDAR
1. Primero Dios – Mateo 6:33 - Es el principio del señorío
de Dios. “Cristo es el Señor de todo, o definitivamente no
es el Señor de nada”. Entonces, él debe ocupar el primer
lugar. “La porción del Señor debe separarse en primer lu-
gar” (CSMC, 86). Este es el principio bíblico: Las primicias
son del Señor – “Honra a Jehová con tus bienes, y con las
primicias de todos tus frutos” (Prov. 3:9).
2. Con alegría y gratitud – 2 Corintios 9:7 - Todas nuestras
ofrendas deben ser una expresión de alegría y gratitud,
porque son una parte de lo que Dios nos da para nuestra
manutención. “Venid al Señor con corazones rebosantes
de agradecimiento […] Todo lo que hacemos debemos
hacerlo voluntariamente. Debemos llevar nuestras ofren-
das con gozo y gratitud, diciendo al entregarlas: “De lo re-
cibido de tu mano te damos voluntariamente” (Consejos
sobre mayordomía cristiana, p. 209).
3. Por amor – 1 Corintios 13:3- Infelizmente, muchos ofren-
dan por motivos equivocados:
CUÁNTO OFRENDAR
¿Cuánto debo ofrendar? Es una pregunta muy significativa.
Podemos decir que no existe una cantidad fija; varía de per-
sona en persona. ¿Por qué? La respuesta está en esta cita: “En
el sistema bíblico de los diezmos y las ofrendas las cantidades
pagadas por distintas personas variarán enormemente, pues-
to que estarán en proporción a sus entradas” (Consejos sobre
mayordomía cristiana, p. 78).
Es fácil entender esta declaración, pues afirma que cuantas
mayores sean las bendiciones que recibimos, tanto mayores
deben ser nuestras dádivas devueltas a Dios. Porque: “a todo
CONCLUSIÓN:
¿Por qué esa orientación divina es importante?
a. Es el plan de Dios: “El único medio que Dios ha dispuesto
para hacer progresar su causa consiste en bendecir a los
hombres con propiedades. Les da la luz del sol y la lluvia;
Llamado
Quiero invitarlo a terminar esta semana de oración haciendo
o renovando un compromiso de fidelidad con Dios en varios as-
pectos, pues nuestra fidelidad debe ser amplia y completa.