TEMA 9 Reproducción Social e Ideológica A Través Del Currículo
TEMA 9 Reproducción Social e Ideológica A Través Del Currículo
TEMA 9 Reproducción Social e Ideológica A Través Del Currículo
CURSO:
CURRÍCULO
TRABAJO:
Reproducción social e ideológica a través del currículo
PROFESOR:
DR. GERBER SERGIO PÉREZ POSTIGO
GRUPO:6
INTEGRANTES:
● Huillca Kana Junior
● Condori Chavez Roy Randy
● Moscoso Moscoso Juan Enrique
● Aquino Yucra Marcos Daniel
AREQUIPA-PERÚ
2021
Teorías del curriculum y reproducción social
Estructura y resistencia
Estructuración y resistencia de Gidden pretende mostrar cómo la estructuración
social es un proceso de formación y en el que la acción humana y estructuras
sociales están relacionadas en forma dialéctica, toma en cuenta los procesos
en que la gente resiste a las fuerzas sociales que controlan irregular son si
mediante dominación
La teoría del curriculum como ideología
Ideología.
Vulgarmente ideología se refiere a un punto de vista político.
Refiriéndonos a su significado original este concepto hace referencia a la
Ciencia de las ideas.
Por su parte Marx la emplea para referirse a los estilos el pensamiento de
grupos particulares o sistemas totales de pensamiento.
Desde otro punto de vista, se considera la ideología una falsa conciencia en la
cual las ideas son construcciones sociales que pueden actuar enmascarando la
operación de intereses particulares.
Los sistemas educativos y, por tanto, las instituciones educativas guardan siempre una
relación estrecha con otras esferas de la sociedad. Lo que en cada una de ellas sucede
repercute, con mayor o menor intensidad, en las demás. De ahí que, a la hora de reflexionar
sobre la política educativa, sobre las instituciones escolares y los curricula que planifican y
desarrollan, sea necesario contemplarlos desde ópticas que van más allá de los estrechos
límites de las aulas. La política educativa no puede ser comprendida de manera aislada,
descontextualizada del marco socio-histórico concreto en el que cobra auténtico significado.
Las relaciones específicas de poder que existen en cada sociedad tienen una prolongación
en el sistema educativo. En él los distintos intereses van a tratar de hacerse valer, de alcanzar
algún grado de legitimidad, pero también las contradicciones que día a día generan los
modelos de relaciones laborales e intercambio, la producción cultural y el debate político van
a tener algún reflejo en las instituciones y aulas escolares.
El curriculum oculto
Los proyectos curriculares, los contenidos de la enseñanza, los materiales didácticos, los
modelos organizativos de los colegios e institutos, las conductas del alumnado y del
profesorado, etc., no son algo que podamos contemplar como cuestiones técnicas y neutrales,
al margen de las ideologías y de lo que sucede en otras dimensiones de la sociedad, tales
como la económica, cultural y política. Al contrario, gran parte de las decisiones que se
toman en el ámbito educativo y de los comportamientos que aquí se producen están
condicionados o mediados por acontecimientos y peculiaridades de esas otras esferas de la
sociedad y alcanzan su significado desde una perspectiva de análisis que tenga en cuenta esa
intercomunicación.
Sin embargo, olvidamos en muchas ocasiones, que el sistema educativo y, por tanto, las
instituciones escolares son una construcción social e histórica. La presión de los grupos e
ideologías más conservadoras, sin embargo, intenta hacernos partícipes de la idea de la
inevitabilidad, perennialismo y ahistoricismo de todo aquello que juega en favor de sus
necesidades e intereses.
Las prácticas escolares tal como se vienen realizando en las últimas décadas, salvo raras
excepciones, acostumbran a regirse por el esquema simplista de un profesorado que sabe
mucho y un alumnado que apenas sabe nada y que, por consiguiente, necesita aprender
mediante la enseñanza toda una serie de asignaturas con nombres como matemáticas,
geografía e historia, lenguaje, o educación física. Todo ello acompañado de una estrategia
metodológica muy condicionada por recursos didácticos como los libros de texto, así como
de un sistema de evaluación reducido casi exclusivamente a lo que conocemos como
exámenes que avalan ante el resto de la sociedad los méritos y deméritos alcanzados por el
alumno. Un modelo donde no se acostumbra a cuestionar de forma explícita otras posibles
responsabilidades que no sean las del propio estudiante; que olvida, por ejemplo, interrogarse
acerca de cuáles son las obligaciones de la Administración, del centro docente e, incluso, del
propio profesorado en el resultado de lo que acontece dentro de las aulas. Un modelo
sustentador de una escuela donde cada estudiante debe autoreconocerse como ignorante y,
por tanto, a quien se le niega la capacidad o posibilidad de negociar democráticamente lo que
se le ofrece etiquetado como de interés para cada persona a título individual y para toda la
sociedad, según llega a decirse.
Pero la vivencia de este modelo educativo no significa que sea el único posible, ni
supone que siempre fuese de esa manera o que vaya a continuar igual durante mucho más
tiempo. Como cualquier otro modelo, se ha desarrollado en una época histórica concreta; sus
peculiaridades y características específicas, responden a circunstancias culturales,
económicas y políticas de otros momentos de la historia de la humanidad.