Monólogo - Mujeres en Un Baño

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Monólogo – Mujeres en un baño público

MÓNICA TRIS

Uno de los grandes misterios que tienen los hombres es saber que ocurre en los baños públicos de
señoras. No entienden porque vamos de dos en dos y tardamos tanto en volver. Bueno, pues en
este memorable monologo aparecido en el programa de televisión “El Club de la Comedia” se
explica perfectamente la causa de ese extraño comportamiento para los hombres.

El gran secreto de todas las mujeres respecto a los baños es que de pequeña tu madre te llevaba al
baño…. te enseñaba a limpiar la tabla del inodoro con papel higiénico y luego ponía tiras de papel
cuidadosamente en el perímetro de la taza. Finalmente te instruía: ‘Nunca, nunca te sientes en un
baño público’ y luego te mostraba ‘la posición’ que consiste en balancearte sobre el inodoro en
una posición de sentarse sin que tu cuerpo haga contacto con la taza.

‘La Posición’ es una de las primeras lecciones de vida de una niña, súper importante y necesaria,
nos ha de acompañar durante el resto de nuestras vidas. Pero aún hoy en nuestros años adultos,
‘la posición’ es dolorosamente difícil de mantener cuando tu vejiga está a punto de reventar.

Cuando TIENES que ir a un baño público, te encuentras con una cola de mujeres que te hace
pensar que dentro está Brad Pitt. Así que te resignas a esperar, sonriendo amablemente a las
demás mujeres que también están discretamente cruzando piernas y brazos en la posición oficial
de ‘me estoy ‘meando”.

Finalmente te toca a ti, si no llega la típica mamá con ‘la nenita que no se puede aguantar más’.
Entonces verificas cada cubículo por debajo para ver si no hay piernas. Todos están ocupados.
Finalmente uno se abre y te lanzas casi tirando a la persona que va saliendo. Entras y te das cuenta
de que el picaporte no funciona (nunca funciona); no importa… Cuelgas el bolso del gancho que
hay en la puerta, y si no hay gancho (nunca hay gancho), inspeccionas la zona, el suelo esta lleno
de líquidos indefinidos y no te atreves a dejarlo ahí, así que te lo cuelgas del cuello mientras miras
como se balancea debajo tuyo, sin contar que te desnuca la correa, porque el bolso está lleno de
cositas que fuiste metiendo dentro, la mayoría de las cuales no usas, pero que las tienes por si
acaso…

Pero volviendo a la puerta… Como no tenía picaporte, la única opción es sostenerla con una mano,
mientras que con la otra de un tirón te bajas los pantalones y te pones en ‘la posición’… Alivio……
AAhhhhhh…. por fin… Ahí es cuando tus muslos empiezan a temblar…. Porque estás suspendida
en el aire, con las piernas flexionadas, las braguitas cortándote la circulación de los muslos, el
brazo extendido haciendo fuerza contra la puerta y un bolso de 5 kg colgando de tu cuello.

Te encantaría sentarte, pero no tuviste tiempo de limpiar la taza ni la cubriste con papel,
interiormente crees que no pasaría nada pero la voz de tu madre retumba en tu cabeza ‘jamás te
sientes en un inodoro público!!’, así que te quedas en ‘la posición’ con el tembleque de piernas… Y
por un fallo de cálculo en las distancias una salpicada finíííííísima del chorro te salpica en tu propio
culo y te moja hasta las medias!!!. Con suerte no te mojas tus propios zapatos, y es que adoptar ‘la
posición’ requiere una gran concentración. Para alejar de tu mente esa desgracia, buscas el rollo
de papel higiénico peeero, nooo hayyyyyy…!, el rollo esta vacío…! (siempre). Entonces suplicas al
cielo que entre los 5 kilos de cachivaches que llevas en el bolso haya un miserable kleenex, pero
para buscar en tu bolso tienes que soltar la puerta, dudas un momento, pero no hay más
remedio…..

Y en cuanto la sueltas, alguien la empuja y tienes que frenar con un movimiento rápido y brusco,
mientras gritas OCUPAAADOOOO!!!. Ahí das por hecho que todas las que esperan en el exterior
escucharon tu mensaje y ya puedes soltar la puerta sin miedo, nadie intentará abrirla de nuevo (en
eso las mujeres nos respetamos mucho). Sin contar el garrón del portazo, el desnuque con la
correa del bolso, el sudor que corre por tu frente, la salpicada del chorro en las piernas… el
recuerdo de tu mamá, que estaría avergonzadísima si te viera así; porque su culo nunca tocó el
asiento de un baño público, porque francamente, ‘tú no sabes qué enfermedades podrías
agarrarte ahí’….estás exhausta, cuando te paras ya no sientes las piernas, te acomodas la ropa
rapidísimo y tiras la cadena tratando de tocarla lo menos posible, por si las enfermedades…

Entonces vas al lavabo. Todo esta lleno de agua así que no puedes soltar el bolso ni un segundo, te
lo cuelgas al hombro, no sabes cómo funciona el grifo con los sensores automáticos, así que
tocas hasta que sale un chorrito de agua fresca, y consigues jabón (si es que lo hay), te lavas en
una posición de jorobado de Notredame para que no se resbale el bolso y quede debajo del
chorro… El secador ni lo usas, es un trasto inútil así que terminas secándote las manos en tus
pantalones, porque no piensas gastar tu kleenex para eso y sales…

En este momento ves a tu chico que entró y salió del baño de hombres y encima le quedó tiempo
de sobra para leer un libro de Borges mientras te esperaba. ‘¿Por qué tardaste tanto?” te pregunta
él ya aburrido. ‘Había mucha cola’ te limitas a decir.
Y esta es la razón por la que las mujeres vamos en grupo al baño, por solidaridad, ya que una te
aguanta el bolso y el abrigo, la otra te sujeta la puerta, otra te pasa el kleenex por debajo de la
puerta y así es mucho más sencillo y rápido ya que uno sólo tiene que concentrarse en mantener
‘la posición’ y la dignidad.

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