Plancha El Trabajo

Descargar como doc, pdf o txt
Descargar como doc, pdf o txt
Está en la página 1de 3

A L G D G A D U

S F U

EL TRABAJO

Cuando un Prof es iniciado en nuestra Augusta Institución, ingresa en una familia en la cual todos los
HH estamos unidos por un sentimiento común de amor y devoción al Arte Real y al Trabajo, y recibe
además el beneficio de la Fraternidad real y efectiva de sus HH Deja de ser un hombre aislado, profano, y
empieza a recibir la inspiración misteriosa y la acción psíquica que la colectividad ejerce sobre cada uno de
los individuos que la conforman, que los impulsa a desarrollarse y a evolucionar hacia estados superiores del
ser. Así, a partir del sublime momento de su iniciación, empieza el M a recorrer un camino en su
búsqueda de la verdadera Luz.

Sin embargo, no se llega a ser artista por el simple hecho de desearlo. No se cristaliza el desarrollo sin un
esfuerzo continuo y metódico. Por otra parte, las artes se caracterizan porque no cualquiera puede ejercerlas
a plenitud. Para llegar a serlo, el artista necesita adquirir esa habilidad esencial y esa aptitud que otros no
poseen. Quienes mediante el desarrollo de sus talentos logran sobresalir entre sus semejantes, experimentan
el orgullo válido de ser reconocidos como selectos en relación al común de las gentes.

Pero el artista, o el obrero, adquieren tal condición, desarrolla sus aptitudes y perfecciona sus habilidades,
solo mediante su transformación permanente para adaptarse a las exigencias del arte, que paulatinamente a
medida que el artista evoluciona, se tornan más sutiles, más profundas, pero también más enriquecedoras.

Toda meta exige una preparación, a veces muy intensa, que le permite al individuo conocerse, y conocer los
procedimientos del arte que aprende. Y esa preparación la logra el M por medio del trabajo serio y
disciplinado. Es al pie de la obra y por el modo de trabajar donde y como se conoce al verdadero M

Y ¿Qué se entiende por Trabajo en Masonería? Quizás haya quienes, seducidos por el atractivo de los
símbolos, lleguen a confundirlos con la realidad, y a imaginarse que trabajar masónicamente consiste en
asistir asiduamente a los trabajos de su logia, y cumplir los rituales en forma precisa y exacta. Esa es
solamente una parte del trabajo masónico que si bien tiene su importancia, cuando se asume como el todo, se
deja de lado el verdadero trabajo iniciático. Si el M entiende su trabajo puramente en el sentido ritual-
liturgico, conocerá la letra, pero no la esencia de la Mas, pues su significado supera con mucho los aspectos
del simple ritual o liturgia.

El verdadero Trabajo, al que se han consagrado los sabios en todas las épocas, está mucho más allá de la
ejecución de los rituales, por importantes que ellos sean. La Gran Obra que la Masonería le exige a sus
miembros implica la participación decidida y efectiva de todos y cada uno en la transformación del universo.
Así, el M está obligado a re-crearse permanentemente a si mismo, en un proceso de continua evolución de
las distintas dimensiones de su ser, evolución real y profunda, no cosmética; está obligado y actuará así
naturalmente, a conocer y propiciar el progreso en todas sus formas y a trabajar por un plan para construir el
mundo a partir de la inteligencia, de modo que sus intervenciones SIEMPRE sean útiles y orientadas a lograr
la parición de lo mejor.

En tanto somos obreros del perfeccionamiento general, los MM debemos servirnos de la inteligencia, la
voluntad y el espíritu, para construir ese edificio moral indestructible, que sirva de templo para una
humanidad mas esclarecida y armónica, libre de los males que ocasionan la Hipocresía, la Ambición y la
Ignorancia. Ellas, deben ser combatidas sin descanso. He ahí el trabajo, en todos y cada uno de nosotros,
primero, y luego a nuestro alrededor. Iluminarse a si mismo, para luego poder alumbrar a los demás es el
verdadero fin del trabajo del M. Conquistar la luz, y difundirla luego. Somos pues obreros de la luz y
como tales somos partícipes de la Gran Obra.

Para el M todo trabajo verdadero adquiere carácter sagrado, en cuanto hace parte de la acción
transformadora del mundo. Trabajar verdaderamente, es obrar con utilidad para si y para la humanidad. Es
hacer obra de bien. Y el hombre que trabaja se engrandece en su dignidad, porque así se hace semejante al
Gran Obrero, creador del Mundo: el G A D U

Es incomprensible entonces, a la luz de la razón, que existan quienes llegan a considerar el trabajo como una
calamidad, o quienes aceptando su grandeza no se esfuerzan por realizarlo con toda la energía de su ser, pues
hay allí una contradicción. En contraposición, la Masonería glorifica las acciones, la vida y la perpetuidad del
esfuerzo, que solamente se interrumpe cuando es necesario para recobrar más energías. No puede el verdadero
M regocijarse en un falso paraíso de éxtasis y de pasividad y ocio, pues se priva del más noble y sublime
de los gozos, el de la acción fecunda y la producción de obras bellas, útiles. Vivir, es en efecto, equivalente
a luchar, crear, trabajar, pero hacerlo con propósito y no de manera vacía. Hacerlo así, o no hacer nada,
equivale a la muerte.

¿Cómo entonces no aceptar que el trabajo es para el M la única opción real de participar del poder creador?
No olvidéis HH que la vida de todo hombre está indisolublemente ligada a la Gran Vida, cuyo objetivo es
la construcción armónica del mundo y su perfeccionamiento. Solo participando de esa vida superior vivimos
realmente y solo a través de ella adquirimos posesión de la inmortalidad real.

En todo sistema, los órganos o elementos que lo constituyen existen cada uno en razón de la función que le
corresponde. Si el M desea, ambiciona persistir, tiene que saber estar a la altura de una función de
eternidad, y contribuir positivamente y sin reservas, a la Gran Obra. El buen obrero siempre encontrará su
camino hacia un porvenir seguro y permanente, perfeccionándose a si mismo, haciéndose apto para el trabajo.

También podría gustarte