Historia de La Iglesia Antigua
Historia de La Iglesia Antigua
Historia de La Iglesia Antigua
6. Visión general de las tres grandes tradiciones patrísticas: asiática, alejandrina y agustiniana
La tradición es una categoría de la historiografía patrística asociada a una zona o a una persona o círculo
de personas, que alude a una presentación global o sistemática del misterio de fe y que nos permite
distinguir las diferentes sensibilidades con que se recibió y plasmo el primer anuncio apostólico. Está
categoría, no se circunscribe solamente a la reflexión teológica, sino que implica el resto de facetas de la
vida cristiana. Cada tradición está siempre viva, puede cambiar dentro de un mismo autor inclusive, y de un
autor a otro de la misma tradición. El aspecto que se mantiene consiste en la continuidad de
determinados
principios fundamentales. Una misma tradición puede albergar posiciones tanto ortodoxas como
heréticas.
Si siempre está cambiando, ¿cómo se marca la pauta de una tradición? En general, se advierte en
Ireneo, el representante por excelencia de la llamada tradición asiática; en Orígenes, el de la alejandrina; en
Tertuliano, el de la africana; y en Agustín, el de la agustiniana. Las tres grandes tradiciones patrísticas son:
- La tradición asiática. Representada por algunos Padres Apostólicos, Melitón, Hipólito de Oriente, Teófilo
Antioqueno, Ireneo, Tertuliano, Lactancio, elementos de Gregorio de Elvira, Zenón de Verona,
Prudencio...
- La tradición alejandrina. Arraigada en Filón y definida por los dos grandes: Clemente y Orígenes. Los
origenianos, que son legión, pocos son originales: Ambrosio en puntos de cristología e Hilario en todo.
- La tradición agustiniana. Sigue a san Agustín de Hipona.
6.1. Contraposición entre tradición asiática y tradición alejandrina: Dos ambientes destacaron, en el
período entre la mitad del s. II y del s. III: el asiático y el alejandrino. El florecimiento cultural de los dos no
fue contemporáneo. La cultura asiática tuvo su akmé en la segunda mitad del siglo II, la alejandrina en la
primera mitad del siglo III; y esta no provoco el declive de la anterior. El declive había comenzado ya a
manifestarse antes, aunque es indudable que tal difusión contribuyó a acentuar esa caída de la tradición
asiática. El florecimiento cultural se dio en esas áreas porque: el Asia romana en el siglo II tiene una óptima
condición social y económica que favoreció la literatura en ambiente tanto pagano como cristiano;
Alejandría, también bajo el dominio romano, continuó siendo un centro de estudios y de actividad cultural.
Otra observación concierne a la aparente oposición Asia-Alejandría, por una parte una ciudad
(Alejandría), y por otra una región entera (Asia). Esto es así porque resulta fácil situar en Alejandría el lugar
de origen y de máxima propulsión de la cultura hegemónica, donde se formaron y trabajaron, sus
representantes más importantes, Clemente y Orígenes, no es posible hacer lo mismo para la otra cultura
ligada a personajes con diversa localización: Justino (Éfeso), Melitón (Sardes), Teófilo (Antioquía) e Ireneo
(Lyon). Por eso, el término asiática es indicativo de una impostación cultural que floreció, no en un centro
concreto, sino en una región que, en aquel tiempo, vivía el momento mejor de su historia civil y social, y en
la que no predominaba un solo centro, de igual significado. La asiática se nos presenta más enraizada en el
nivel popular que luego fueron recibidas en un nivel culto y, ahí, elaboradas más adecuadamente; la cultura
alejandrina más elitista, nació en las escuelas de Clemente y, de Orígenes, y se impuso en un nivel culto y
jerárquico. Sólo gradualmente, logró conquistar una base popular. La cultura asiática y alejandrina, han de
asumirse geográficamente sólo en la fase inicial de su actividad, pues ejercitaron su influencia y se
difundieron más allá de su área geográfica y, por consiguiente, la especificación pasa a asumir valor cultural.
La cultura asiática gracias a la notoriedad de sus representantes ejercitó su influjo en áreas incluso
muy distantes. Tertuliano conoció bien a Justino, Ireneo y Teófilo. Por lo que respecta a la
cultura alejandrina, la condena de Orígenes (por su obispo Demetrio enviándole a Cesarea de Palestina) no
dañó en modo apreciable la posición hegemónica y, su traslado a Cesarea inauguró en área siro-palestinense
una actividad cultural alejandrina, al final del siglo III, estaba difundida en parte del Oriente cristiano.
En la raíz de la oposición se encuentra una diversa concepción de la realidad. En Asia prevaleció una
concepción materialista, alejada del espiritualismo platónico. En la base está la influencia judía la cual, no
había recibido en modo apreciable la contraposición entre realidad material y espiritual tal como la
concebían los griegos. Tal influencia judía estaba bien enraizada también en un humus popular,
naturalmente inclinado a apreciar los aspectos más corporalmente visibles y evaluables. En un nivel culto,
tal tendencia se sistematizaba en la filosofía estoica cuyas influencias, se advierten en todos los principales
representantes de esta cultura, sobre todo en Ireneo o Tertuliano. En Alejandría, el espiritualismo platónico
está como en su casa; en Filón se advierte su influencia de modo fuerte y también en Clemente, pero es
sobre todo Orígenes el que lo hace propio de modo orgánico y lo convierte en fundamento de su concepción
del mundo. El universo estoico es monista y postula un único nivel de realidad, aunque articulado de modo
vario. En cambio, el universo platónico funciona en dos niveles: realidad sensible y realidad inteligible. En
consecuencia, la reflexión doctrinal de los asiáticos presenta caracteres más unitarios respecto al
divisismo que caracteriza la reflexión de los alejandrinos en los contextos más diversos, y esta
bipolaridad (asiático-
alejandrina) se advierte en todos los ámbitos en donde tal reflexión doctrinal comenzó a ejercitarse.
6.2. La tradición agustiniana: En Las Confesiones utiliza un tono cordial, la luz de Cristo no sólo ilumina
su sabiduría sino a todo el hombre. Es su corazón iluminado, tocado por la verdad. Utiliza mucho los Salmos
En Contra Académicos: combate su escepticismo sobre el hecho de que el hombre no puede comprender la
verdad y para ello usa los libros platónicos, siempre que no estén en contradicción con la teología cristiana.
Cristo para Agustín es la única autoridad firme. Critica a los neoplatónicos cuando dicen que el mal es un
desorden en sí mismo pero que en la totalidad de la vida tiene sentido. Plotino dirá esto, pero Agustín dice
que el primer orden es lo bueno y que el mal es fruto del pecado original. Recibe de los neoplatónicos la
definición del mal: el mal no es una sustancia (como decían los maniqueos) sino una privación. Cuando
muere su madre habla de la inmortalidad del alma en De quantitate animae. Ve que lo que hay en la
sabiduría pagana se puede llevar a la verdad en el cristianismo. Interviene en tres grandes cuestiones:
- Polémica maniquea: Agustín trata el problema del mal partiendo de una reflexión que al principio de su
vida fue filosófica, proveniente de la doctrina maniquea. Se va despojando a lo largo de su vida de los
condicionamientos filosóficos que no le permiten acercarse de forma teológica. Va habiendo una evolución.
Agustín trata de demostrar que el dualismo ontológico maniqueo es absurdo. El mal es una ausencia de ser
y, por tanto, el no ser no puede tener entidad ontológica. Sólo hay un principio eterno que es la luz. Esto lo
toma de los neoplatónicos, en concreto de Plotino que dice: Sólo hay un único principio.
- Polémica donatista: El problema donatista surgió porque un obispo traditor ordenó obispo a Ceciliano,
cosa que el partido de Donato no acepta y ordena a Mayorino en su lugar. El cisma comienza a amainar en
el
411 por la intervención de Agustín, pero hay un lapso de tiempo en el que la Iglesia va a estar dividida con
mayoría donatista. Agustín, hace evolucionar la doctrina de la Iglesia. Dice que no existen dos Iglesias: los
buenos –los de Donato– y los malos –los traditores–, no existen dos tiempos sino sólo uno, que ya juzgará el
que tiene que juzgar cuando llegue el momento, ahora es tiempo de tolerancia. Habla de la Iglesia permixta
donde los buenos están mezclados con los malos sin ser perjudicados. Así los sacramentos mantienen su
validez aunque los ministros sean malos, a partir del acto en sí, a partir de la obra obrada, no a partir del que
obra. La omnipotencia de Dios no queda privada de validez por el pecado del hombre, Dios quiere salvar por
el bautismo y salva aunque el que lo administre sea un traidor.
- Polémica pelagiana: Cabe distinguir tres fases:
411–418 d.C.: San Agustín toca la doctrina pelagiana en general; escribe tranquilamente contra ellos. 418–
430 d.C.: Contra Juliano de Eclana, es una fase muy polémica.
La última etapa se solapa en parte con la anterior y son los últimos años de vida de Agustín, en los que
mantiene una lucha feroz escribiendo libros contra los monjes de los monasterios de Hadonmeto y Marsella.
Hay que tener muy en cuenta que para Agustín, la predestinación nunca es a la condenación (sí es así en
Calvino) sino a la salvación. No estructura su teología sino que con ella trata de dar respuesta de forma
racional a un problema: ¿cómo es posible que la Iglesia se salve y los otros no? Detrás late la doctrina
africana de que fuera de la Iglesia no hay salvación; no puede ser que Dios pueda ser superado por la
criatura. Sin embargo, Agustín en un momento dado se da cuenta de que incluso la fe es ya gracia.
4. La reforma gregoriana
Contexto: Tras la muerte de Otón III, el pontificado vuelve a caer en manos de las familias romanas, que
imponen a papas indignos, hasta que el emperador Enrique III, s. XI, se arroga la facultad de designar al
papa. Sus designaciones fueron acertadas y recayeron en personas dignas, que pusieron las bases para la
reforma gregoriana. Pero este sistema de elección no era bueno, porque privaba de libertad a la Iglesia.
En
1056 falleció Enrique III, cuando su hijo contaba con 6 años, lo que aprovechó la Santa Sede para
emanciparse de la tutela imperial. Los papas eran elegidos por el clero romano y a posteriori se notificaba al
emperador su designación. En 1059 se regula la elección pontificia, reservándola al Colegio de Cardenales.
Todo el cuerpo de la Iglesia se hallaba necesitado de reforma y de modo especial el clero. Los males que
aquejaban a la Iglesia eran: la simonía, el nicolaísmo (violación de la norma del celibato por vivir en
concubinato) y la investidura laica (provisión de oficios eclesiásticos por poderes seculares). Esta última se
consideraba el origen de los otros dos males. Aparecen movimientos que luchan contra el clero indigno.
Iniciativas de reforma anteriores a Gregorio VII:
La fundación de Cluny: En 910, el duque de Aquitania funda el monasterio de Cluny y lo somete a la
protección de la Santa Sede para librarlo de los abusos del poder temporal. Esta orden reformará casi todos
los monasterios de Europa y su influjo será muy grande, de ella saldrá la gran mayoría de los reformadores.
La reforma del clero secular: Los papas designados por Enrique III apoyarán formas de vida común
o canónica que se basan en la habitación común, la misa, el rezo del oficio divino en común y la lectura de
la Biblia, para luchar así contra el nicolaísmo y la simonía. Pero no solucionan las investiduras laicas.
La reforma iniciada por Gregorio VII (1073) (lucha contra las investiduras). En 1074 se celebra un
sínodo en Roma que emana las siguientes disposiciones: a) Quienes hayan conseguido simoníacamente un
oficio quedan suspendidos. b) Nadie puede comprar o vender cargos eclesiásticos. c) Los sacerdotes
concubinarios no pueden oficiar celebraciones religiosas. d) El pueblo no debe asistir a oficios celebrados
por sacerdotes concubinarios o simoníacos. El emperador Enrique IV acepta estas normas, pero los
obispos y sacerdotes alemanes se oponen, al igual que ocurre en Francia. El sínodo de 1075 publicó un
decreto contra la investidura laical, amenazando con la excomunión a los príncipes y reyes que
confirieran la investidura de los obispados o de cualquier otro oficio eclesiástico. También publica los
privilegios de la Santa Sede en el Dictatus Papae, donde se hallan resumidos los principios fundamentales de
su doctrina. Son
27 proposiciones que recogen las tesis clásicas de los teóricos defensores de la supremacía del
poder espiritual sobre el temporal. Por la investidura laical se desató el conflicto con Enrique IV, el cual
en un
sínodo en Worms depuso al papa. Gregorio VII respondió con la excomunión y la dispensa del vasallaje a
los súbditos del rey (1076). Tras la penitencia ante el castillo de Canosa, el papa levantó la excomunión al
emperador. Pronto la conversión de Enrique IV se reveló falsa, y en 1080 fue de nuevo excomulgado,
reconociendo el papa a Rodolfo de Suabia como emperador. Enrique IV creó un antipapa, Clemente III, que
fue entronizado tras la victoria militar de aquél en 1084. Gregorio VII murió al año siguiente en el destierro,
pero como papa. Los sucesores de Gregorio VII prosiguieron su política hasta acabar con las investiduras:
Tratado de Sutri (1111), por Pascual II y Enrique V, Concordato de Worms (septiembre de 1122), con el
que se dio por terminada la lucha, y con carácter dogmático, el I Concilio de Letrán (1123).
Inocencio III (1198): Ejerció su autoridad suprema sobre todos los reinos cristianos y recurrió con éxito
a las penas canónicas cuando los soberanos se apartaban de la justicia; enfeudó estados a la sede romana. Su
autoridad era obedecida en toda la cristiandad. Impulsó la cruzada para recuperar los Santos lugares.
El pontificado y Federico II: Federico II tuvo una concepción de su autoridad imperial menos cristiana y
más secularizada. Tras recibir dos excomuniones del papa Gregorio IX, Italia se dividió en dos bandos, los
partidarios del papa (güelfos) y los del emperador (gibelinos). En el Concilio de Lyon (1245), el papa
Inocencio IV, volvió a excomulgar a Federico II, lo privó del imperio y predicó una cruzada contra él.
También desligó a sus súbditos del deber de fidelidad. Muerto Federico II en 1250, el papa mantuvo la
excomunión contra su hijo, que murió pronto y sus estados fueron desgajados.
La crisis de la cristiandad: La lucha entre papas y emperadores que se había extendido a lo largo de dos
siglos, pareció terminar con la victoria del pontificado. El imperio alemán salió deshecho y nunca
recobraría la primacía que había tenido. La Iglesia también sufrió las consecuencias: a) Salió herida de
muerte la concepción unitaria de la cristiandad. La violencia con la que se enfrentaron tenía que acabar por
arruinar el sistema. b) El prestigio del pontificado también salió disminuido de su choque con el Imperio.
Los dominicos: S. Domingo de Guzmán viaja en 1204 a Francia con su obispo y ve los estragos que ha
causado los albigenses o cátaros. Comenzó a predicar contra ella y abrazó una vida pobre y penitente que
fuera garantía de su predicación. Terminada la cruzada, Domingo reunió a los primeros compañeros y
fundó la orden de los Frailes predicadores, aprobada en 1217. En el primer capítulo general de 1220 perfiló
la estructura de la orden, que fue reorganizada por el tercer general, san Raimundo de Peñafort. La práctica
de la pobreza fue regulada sin problemas. Consecuentes con su vocación de defensores de la fe,
dieron importancia a los estudios y trabajaron en las grandes universidades. Rama femenina y una orden
tercera.
La orden del Carmen: Nacida en Palestina, se constituyó como orden mendicante. Se vincula a la vida
eremítica llevada por el profeta Elías en el Monte Carmelo. Su regla es aprobada en 1226. Ante la expansión
del Islam se trasladan a Chipre y luego a toda Europa.
Las órdenes redentoras: Se dedicaban al rescate de los cristianos cautivos por los musulmanes. Son la orden
de la Merced y de los Trinitarios.
8. La herejía medieval
El adopcionismo: El obispo Elipando de Toledo (al que se une Félix de Urgel) se permite hacer un retoque
al misterio de la Trinidad y de la Encarnación para quitar lo que los musulmanes rechazaban. Afirma que
Jesús es hijo de Dios por naturaleza divina, pero por naturaleza humana es hijo adoptivo. Para él la segunda
persona adopta la naturaleza humana. Dicho así, a los musulmanes les sonaba bien. Elipando
rechaza abiertamente la doctrina de las dos personas (nestorianismo), pero con sus premisas se podía llegar a
tal conclusión. Lo combatió el abad Beato de Liébana y Eleuterio, obispo de Osma: Jesús no puede
ser al mismo tiempo hijo natural e hijo adoptivo de Dios. La filiación responde a la persona, hijo de es algo
que se predica de la persona, no de la naturaleza. La persona de Cristo es sólo persona divina, con dos
naturalezas, divina y humana. Tomaron cartas en el asunto el emperador Carlomagno y el papa Adriano I y
se condenó este adopcionismo mitigado en el Sínodo de Ratisbona (792) y en el de Francfort (794).
La controversia sobre la predestinación: Godescalco, que fue monje, malinterpreta a san Agustín y a san
Fulgencio de Ruspe. Afirma que existe una doble predestinación, a la gloria o a la condenación. Lo
combatió su propio abad y sus tesis son condenadas en los Sínodos de Maguncia (848) y Quierzy (849).
Pero ahora, aparece la herejía como fenómeno social que requiere una respuesta por parte de la Iglesia y
del poder civil. Hunde sus raíces en el movimiento de exaltación de la pobreza, aparecieron posturas
extremas que al denunciar la riqueza eclesiástica adoptaban una actitud anticlerical y
antijerárquica. Del franciscanismo surgieron grupos de Humillados y Fraticelli, muy ligados a ciertos
espirituales de la orden.
Los valdenses: Tomó el nombre de su fundador, Pedro Valdo, rico comerciante de Lyon que después de
desprenderse de sus bienes, reunió a algunos discípulos que se llamaron Pobres de Lyon, los cuales
practicaban una vida evangélica. A este evangelismo inicial faltó el profundo sentido de fidelidad a la
Iglesia. Por esta razón, ciertos grupos de valdenses del norte de Italia llegaron a romper con la Iglesia.
Los cátaros (albigenses): Se manifestó durante el siglo XII en Italia y otras regiones de Europa, pero
arraigó sobre todo en el mediodía de Francia (Languedoc). Último brote de una antigua corriente herética,
en la que se mezclaban elementos gnósticos con otros de raíz dualista maniquea, y que identificaba el mal
con la materia creada. Tomó la forma de una iglesia, cuyos miembros se dividían en dos categorías: un
grupo escogido de perfectos o puros, que vivían libres de todas la ataduras carnales y adquirían tal
condición en virtud de un rito de iniciación; y la masa de adheridos o creyentes, que no asumían tan
rigurosos compromisos y seguían usando de los bienes materiales. Su éxito se debió a sus predicadores,
cuya austeridad de vida contrastaba con el relajamiento de muchos eclesiásticos. La Santa Sede
observaba con creciente alarma
el deterioro de la situación religiosa en Toulouse y envió sucesivas misiones que no obtuvieron
resultados apreciables. Fue en 1205 cuando santo Domingo de Guzmán se asoció a la misión que dirigía el
legado papal. Inocencio III convocó una cruzada contra los albigenses.
Represión de la herejía: La cruzada antiherética se presentó como una empresa de conquista y la nobleza
del
sur unió sus fuerzas para defenderse contra los barones del norte, que por su condición de
cruzados pretendían adueñarse de las tierras del mediodía. La herejía fue desarraigada por la acción de la
Inquisición y los grandes beneficiarios fueron los reyes de Francia que terminaron por incorporar el
condado de Toulouse a la monarquía francesa. La lucha contra la herejía dio lugar al nacimiento de la
Inquisición como un instrumento de defensa de la fe. Desde el siglo XII aparece una Inquisición a nivel
episcopal, resultaba poco eficaz, el papa Gregorio IX, en 1232, creó la Inquisición pontificia y la confió a los
dominicos.
Introducción: La clásica división de la historia de la Iglesia en cuatro grandes edades (Antigua, Media,
Moderna y Contemporánea) es ampliada con una etapa más por los historiadores de la Universidad
Gregoriana de Roma. En efecto, proponen la inserción de una etapa intermedia entre la Edad Media y la
Moderna a la que han puesto el nombre de Edad Nueva. Abarcaría casi cuatro siglos: desde el atentado de
Anagni (1303) hasta la Paz de Westfalia (1648), cubriendo, pues, la última etapa de la Edad Media
(conocida también como Baja Edad Media) y la primera etapa de la Edad Moderna (también llamada
Renacimiento).
La reforma en Italia: es diversa de la española. No hay un poder central que la impulse. Es una reforma
que nace de una peculiar evolución del mundo asociativo medieval (gremios). Hay dos intentos de reforma:
- Las Compañías del Divino Amor: Formadas por sacerdotes y laicos. Entienden que han de hacer visible en
la Iglesia el amor de Dios a través de las obras de misericordia, (hospitales, casas de acogida, etc.). Son
Compañías circunscritas cada una a su ciudad. Proliferan por toda Italia, entre ellos algunos alcanzaron el
ministerio episcopal y elaboraron los célebres Memoriales de reforma.
- Las nuevas órdenes de Clérigos Regulares: Somascos, Teatinos y Barnabitas. Surgidas por el influjo de
las Compañías del Divino amor. Carácter laical y social. Comprenden que dentro de la vida religiosa entra
también la actividad caritativa. Se busca la libertad respecto de los compromisos conventuales clásicos
(coro), no por comodidad, sino para dedicar la mayor parte del tiempo al ministerio.
Hay que situar el nacimiento de la Compañía de Jesús en el contexto de la reforma en Italia. Fundada
por san Ignacio de Loyola. Su cuarto voto de obediencia al papa configura su actividad. Otra expresión de la
reforma en Italia es el V Concilio de Letrán (1512-17). Fue sin embargo un intento de reforma fallido.
3. Lutero y el Luteranismo
Vida y doctrina de Lutero: Nace en 1483. Tuvo una personalidad atormentada. Recibió la educación
académica propia de la clase social pobre. Le influye también la espiritualidad de los Hermanos de la Vida
Común, centrada en la experiencia interior de Dios y en la preocupación por la propia salvación. Entra en
la orden de los Agustinos Reformados en 1505. Pronto es reconocida su capacidad, por parte de su maestro
el P. Staupitz. Va ganado autoridad en la orden. En 1512 viaja a Roma y conoce la corte papal renacentista.
Comienza a enseñar teología en la universidad de Wittenberg. La explica desde la filosofía nominalista, el
gran referente del momento es Gabriel Biel. Las doctrinas fideístas de este autor le convencen: las cuales
proponían que sólo accedemos a Dios por la fe. Le influyen varios factores: la doctrina de la gracia de san
Agustín, según la cual la debilidad humana, en su incapacidad para obrar el bien, sólo puede esperar de la
gracia el encuentro con Dios; la mística alemana, muy preocupada por la propia salvación; y la corriente
humanista, con su gran interés por el estudio de la Escritura y los Padres de la Iglesia.
Con estas influencias, Lutero hace una síntesis en la que hay tres
pilares:
- Justicia de Dios, que se ha cumplido en Cristo, en la cruz se ha saldado la deuda contraída por el
pecado.
- Justificación por la fe, Fe totalmente pasiva en la justicia de Dios, creer en su salvación: justicia
extrínseca.
- Sola Scriptura: única fuente del conocimiento de Dios y del hombre. En contraposición a la Tradición.
Tal síntesis teológica tiene profundas consecuencias eclesiológicas y políticas:
- La sola fides (justificación por la fe) excluye cualquier mediación entre el creyente y Dios. Por tanto todo
ministerio ordenado es inútil. Los sacramentos no son ya signo eficaz de la gracia sino recuerdos de Cristo.
- La Iglesia es la comunidad de los salvados. Es una comunidad invisible en la que no hay autoridad visible.
Corresponde a los príncipes temporales la organización de los aspectos institucionales de la comunidad.
La crisis luterana estalla en 1517, por la predicación de la indulgencia. Lutero, indignado ante estos
tejes y manejes económicos, cuelga en las puertas de la universidad de Wittenberg sus 95 tesis (31/10/1517),
en las que denuncia los errores y abusos de la Iglesia. El teólogo Eck se reúne con Lutero para discutir los
errores doctrinales en la Disputa de Heildelberg (1518). Se comprende la gravedad de la situación
y Lutero escribe al papa explicando su posición. Afirma que es una doctrina verdadera y solicita del
sumo pontífice un concilio que decida en materia de fe. El Imperio alemán decide tomar cartas en el
asunto. En la Dieta de Augsburgo (1518) se aborda el conflicto: interviene frente a Lutero el cardenal
Cayetano. En la disputa de Leipzig (1519), Lutero se encuentra de nuevo frente a Eck. Las universidades de
Lovaina y Colonia condenan las doctrinas de Lutero como contrarias a la fe.1520 fue el año decisivo, Lutero
escribe tres pequeñas obras en las que marca claramente el límite entre su doctrina y la doctrina católica:
- A la nobleza cristiana de la nación alemana: toda la jurisdicción temporal y religiosa está en los
príncipes
- De la cautividad babilónica de la Iglesia: Acusa al papa de no proceder a ninguna
reforma.
- De la libertad cristiana: Síntesis de toda su doctrina. León X, tras la publicación de estas
obras, decide excomulgar a Lutero (bula Exsurge Domine 15/06/1520). Lutero responde quemando
públicamente la bula junto al Corpus Iuris Canonici. El emperador Carlos V es ahora el encargado de
reducir a Lutero. Le convoca a la Dieta de Worms (1521) pero Lutero se niega a retractarse. En el
Edicto de Worms (25/05/1521), Carlos V le declara proscrito en todo el Imperio. Pero para entonces
Lutero tiene ya muchos seguidores el pueblo alemán le veía como un libertador. El luteranismo: Para
comprender la rápida extensión de sus doctrinas hay que adentrarse en el contexto político,
económico, social y religioso en el que cuajaron sus ideas: el Imperio alemán de los inicios del
siglo XVI. Este territorio era un conglomerado de pequeños estados gobernados por príncipes. El
emperador ejercía un gobierno de alta tutela con poco poder de decisión en los asuntos particulares de
cada estado. Esta atomización hacía que el papa tuviera bajo control a los príncipes y que pudiera
apropiarse con facilidad de los beneficios de muchas diócesis. Eso generó un clima de rencor hacia el
papado, y la doctrina de Lutero se hacía muy atractiva. Por otra parte, había una fuerte crisis social
en la que los caballeros y campesinos estaban en franca decadencia. El clima turbulento también
favorece la predicación de Lutero, marcada por el desprecio de las instituciones. Por otro lado: confusión
teológica provocada por las disputas entre escuelas; misticismo germánico teñido de nacionalismo;
influencia de la Devotio moderna y del humanismo reflejado en una búsqueda de la religión íntima y
auténtica; y anticlericalismo debido a los abusos del clero alto.
Cronología de la confesión luterana y de la respuesta católica: La confesión luterana se va estabilizando:
se reforma la liturgia y aparece una organización eclesiástica. Los príncipes alemanes que declaran su
apoyo, forman una liga en 1525. En 1530 Carlos V convoca la Dieta de Augsburgo. Pretendía, suprimir el
cisma. Para ello quiere imponer el Edicto de Worms, pero los príncipes luteranos responden abandonando la
dieta. Queda claro que Alemania se ha dividido en dos partes. En 1531 los príncipes alemanes crean la
Liga de Esmalcalda para defenderse del poder imperial. Entre 1532-36, el emperador da un periodo de
tregua para centrarse en la lucha contra los turcos; aprovechan para extender el protestantismo. Por otra
parte, la disputa que mantiene Carlos V con el rey francés Francisco I por la preponderancia en
Europa, obstaculiza la lucha contra el protestantismo. En 1541 la Dieta de Ratisbona intenta un
acercamiento teológico que fracasa. En 1545 da inicio el Concilio de Trento, al que no acude ningún
protestante. En 1546 muere Lutero. En 1547 las tropas de Carlos V derrotan la Liga de Esmalcalda en la
batalla de Mühlberg. Pero los problemas políticos de Carlos V con el imperio alemán, las
decisiones que toma acerca de su sucesión y los desacuerdos entre los católicos, hacen que todo se eche a
perder. Finalmente, en 1555 la Paz de Augsburgo cierra esta etapa, cambio de actitud: Carlos V deroga el
Edicto de Worms y se asume que no hay reconciliación posible. A partir de ahora no se hablará de unión,
sino de guerra de religión.
5. La Iglesia post-tridentina
Clausurado el concilio, supuso gran esfuerzo llevarlo a la práctica, tarea que se encomendó al papa. Pío
IV, san Pío V, Gregorio XIII y Sixto V son los grandes papas reformadores. Tomaron
medidas:
- Se prohíbe interpretar los decretos del Concilio de Trento; Pío IV crea la Congregación del
Concilio.
- Publicación de libros únicos para toda la Iglesia: Catecismo para párrocos, Breviario Romano,
Misal
Romano (Pío V, 1570), Corpus Iuris Canonici (1580-82), Biblia Vulgata sixto-clementina
(1592).
La otra tarea que el concilio encomendó al papa fue la reforma-creación de la curia romana. Sixto V quiere
reformar el gobierno papal, al que ayudaba el consistorio de cardenales. El papa acaba con este
consistorio, y crea congregaciones encargadas cada una de una tarea específica.
También hay que hablar de la recepción del concilio por parte de Europa. Los luteranos, por
supuesto, no hicieron caso. Los católicos aceptaron bien lo doctrinal, pero lo disciplinar no tanto. En
efecto, el poder político veía recortados sus derechos. Lo que hicieron los monarcas fue acudir al
exsequatur: si un decreto de un concilio no es promulgado por el rey, no tiene validez.
La teología después de Trento está marcada por el modo de hacer teología de la universidad de
Salamanca. Sintetizan teología escolástica y humanismo. Utilizan un método teológico nuevo, muy
riguroso y racional, de gran eficacia en la controversia con los protestantes. El autor más representativo es
Melchor Cano (De locis theologicis, 1562). Se dividen los saberes, cada disciplina elabora su propio manual.
Esta época se llama manualística. En el siglo XVII la teología vivió un momento de perplejidad por la
controversia de De auxiliis. Tiene lugar el Jansenismo doctrinal, cuyos protagonistas son: Cornelius
Janssens y los hermanos Arnauld. También la abadía de Port Royal. Inocencio X y Alejandro VII
condenan las proposiciones erradas extraídas del libro Augustinus. En esta época hay también un
desarrollo de la mística y de la teología espiritual con autores como san Francisco de Sales y Pierre de
Bérulle. Respecto a la vida religiosa destacan las Hermanas de la Caridad. La actividad pastoral se reactiva,
se utilizaron las misiones populares para cristianizar al pueblo. También las misiones en territorios no
cristianos (India, Filipinas, Japón, China) marcaron la vida de la Iglesia. Como aspecto negativo están, las
guerras de religión, España, Francia e Inglaterra se disputan la preponderancia en Europa; los Países Bajos
se dividen en razón de la confesión católica o protestante; Inglaterra hace la vida imposible a España.
6. Tensiones entre la Iglesia y el Estado español durante los siglos XVII y XVIII
Regalismo: Los siglos XVII y XVIII están marcados por una progresiva unión de trono y altar. Los reyes de
España fueron obteniendo privilegios de la Santa Sede con los que conseguían un fuerte control sobre la
Iglesia muy perjudicial para la vida de la misma. Se produjeron injerencias recíprocas que llevaron a un
desprestigio eclesial. En efecto, cuando surgían quejas contra el Estado, solían ir acompañadas de críticas al
clero. Las ideas ilustradas favorecían esta mentalidad. En España, el gran ideólogo del regalismo es
Pedro Rodríguez de Campomanes y el rey que con más fuerza llevó a la práctica estas ideas fue Carlos III.
Expulsión de los jesuitas: En este episodio se puede ver un ejemplo de hasta qué punto las decisiones de un
monarca influyen en la vida de la Iglesia. Los jesuitas habían ido cayendo en desprestigio en España
por diversos motivos: influencia del jansenismo, soberbia de algunos jesuitas, privilegios que habían
obtenido, conflictos con otras órdenes, etc. El rey Carlos III los veía como enemigos. Aprovechó el
motín de Esquilache para iniciar una campaña de desprestigio contra ellos, pues les declaró culpables.
Finalmente el rey decide expulsar a los jesuitas de España el 2 de abril de 1767, a través de la Pragmática
Sanción, que
fue leída en todos los institutos jesuitas de España. Se les permitió coger lo necesario para el viaje. Salieron
532 jesuitas en dirección a Italia. Encontraron asilo en Córcega. Tras esta expulsión, Carlos III inició
negociaciones con el papa Clemente XIV para lograr la supresión de la Compañía. Intervino el embajador
José Moñino. Tras negociaciones que no estuvieron exentas de amenazas e intentos de soborno, el papa
publicó el breve Dominus ad Redemptor del 31 de julio de 1773, en el que se decretaba la supresión de la
Compañía de Jesús.
TESIS 50 LA IGLESIA CONTEMPORÁNEA
6. Entre dos Guerras Mundiales: Benedicto XV y la Primera Guerra Mundial, Pío XII y la
Segunda Guerra Mundial
Benedicto XV (1914-1922): El 3 de septiembre de 1914 fue elegido papa, sucesor de san Pío X, tan sólo un
mes después de iniciarse la I Guerra Mundial (1 de agosto). Experto diplomático, amante del derecho
(promulgó el Código de 1917), inteligente y prudente, heredó una compleja situación eclesial en lucha
contra el anticlericalismo y el modernismo. Condena el racismo, el nacionalismo, el modernismo y el
socialismo, e invita a los católicos a mantener la paz y la concordia. Pero, evidentemente, lo que marcó
este breve pontificado fue la Primera Guerra Mundial y el intento de buscar una paz justa. El fracaso en
ambas cosas, las críticas, incomprensiones e ignorancias que sufrió se debió a la misma beligerancia
y a las deterioradas relaciones de la Iglesia con los estados.
En la Primera Guerra Mundial (1914-1918) se enfrentaron dos bloques: los Aliados (Francia, Rusia,
Inglaterra, Italia, Serbia, Montenegro, Bélgica, Rumanía, Portugal, Japón y EEUU) contra las potencias
centrales (Alemania, Austria-Hungría y el imperio otomano). En su gran mayoría eran países católicos
que
pretendían que el papa tomara partido por unos o por otros.
Benedicto XV, en cambio, buscó la paz y la reconciliación entre las naciones. Pidió una tregua
durante la Navidad de 1914 y sondeó la posibilidad de una mediación vaticana entre Francia y Alemania en
el verano de 1915. A partir de entonces se concentró en actividades de asistencia a los prisioneros,
favoreciendo su atención e intercambio. El gesto más importante fue la nota de paz del 1 de agosto de 1917,
dirigida a los jefes de las naciones beligerantes. En ella calificó a la guerra de masacre inútil, e hizo 6
propuestas: disminución de las armas, creación de un árbitro internacional, liberación del comercio
marítimo, evacuación y reconstrucción de los territorios ocupados, renuncia a las indemnizaciones de
guerra y revisar las pretensiones territoriales de los países. El eco de esta nota fue muy grande, pero la
reacción generalizada fue la indiferencia. Tras el armisticio (11-XI-1918), el papa propuso una
verdadera paz fundada sobre los principios cristianos de la justicia, pero los sucesivos tratados de paz entre
los vencedores y cada uno de los estados vencidos tras la conferencia de Paz de Versalles, hundieron a los
vencidos, dando una tregua de 20 años para que estallase la Segunda Guerra Mundial.
Pío XII (1939-1958): Elegido el 2 de marzo de 1939, había tenido una gran experiencia diplomática y de
gobierno, pues fue nuncio en Alemania. Desarrolló un abundante magisterio sobre los temas más diversos,
inició la reforma litúrgica y proclamó el dogma de la Asunción de la Virgen en 1950. Su elección coincidió
con una nueva guerra mundial.
En 1933, Hitler se hace con el poder en Alemania. Ese mismo año comienza una política persecutoria
contra los judíos, con las leyes raciales que limitaban la libertad de los hebreos. Los obispos alemanes
protestaron tímidamente. Ante la posibilidad de un ataque contra la Iglesia la Santa Sede firmó un
concordato con Alemania. Sin embargo, cuando en 1936, aumentaron las noticias sobre persecuciones a los
judíos, la Santa Sede comenzó una campaña diplomática y los obispos alemanes pidieron al papa una
encíclica contra el nazismo. El 14 de marzo de 1937, Pío XI publica la Mit brennender Sorge (Con viva
angustia y estupor). En la primera parte de la encíclica son denunciadas y declaradas contrarias a la fe
cristiana las doctrinas estatalistas y racistas profesadas por el nacionalsocialismo, que no es mencionado
explícitamente. En la segunda parte, denuncia las sucesivas violaciones contra el Concordato e invita
a los obispos, sacerdotes y fieles a perseverar en la prueba y a dar testimonio de la fe.
Cuando comienza la Segunda Guerra Mundial, Pío XII, en su encíclica Summi Pontificatus, denuncia
los horrores de la guerra y la exaltación de las teorías estatalistas que conducen al totalitarismo. Al mismo
tiempo, Radio Vaticana comenzó a denunciar los crímenes contra los judíos. Estos hechos llevaron a Hitler a
amenazar a la Iglesia Católica con la persecución y la invasión de los Estados Vaticanos, lo que llevó a Pío
XII a una campaña diplomática y a establecer en el mismo Vaticano una oficina para refugiados, católicos y
judíos. Por otra parte, hasta que no terminó la guerra las potencias no descubrieron cuál había sido el
resultado de la solución final decretada por Hitler contra el pueblo hebreo.
7. El Concilio Vaticano II
En un mundo dividido en dos grandes bloques tras el final de la Segunda Guerra Mundial, el capitalismo
y el marxismo, el 25 de enero de 1959, el papa Juan XXIII anuncia en la basílica de San Pablo extramuros la
convocatoria de un sínodo romano, un concilio ecuménico y la revisión del Derecho Canónico. Juan XXIII
pretendía una reforma de la Iglesia, la unidad de los cristianos y la apertura de la Iglesia al mundo para
ayudarle a resolver sus problemas. Se da paso a la fase ante-preparatoria (1959-1960), en la que se forma
una comisión que recoge las opiniones de obispos, universidades y facultades de teología. A continuación, la
fase preparatoria (1960-1962) prepara 70 esquemas que los padres han de discutir y aprobar. Se crea para su
elaboración una comisión central y 10 subcomisiones para los diversos ámbitos temáticos.
El 11 de octubre de 1962 comienza el concilio. El papa, en el discurso de apertura, presentó la
fecundidad siempre nueva del Evangelio contra los profetas de desventuras que tienen temor a lo nuevo.
Durante los primeros debates se puso de manifiesto la necesidad de cambiar el reglamento para que los
debates pudieran recoger las intervenciones de los Padre conciliares. Al mismo tiempo, se evidenció
las
distintas escuelas teológicas que dieron lugar a la creación de comisiones mixtas para adecuar los
esquemas a los nuevos planteamientos teológicos. Esto tuvo como consecuencia que en el primer periodo
se discutirá el documento sobre la liturgia. El 3 de junio de 1963 muere Juan XXIII, siendo elegido Pablo
VI el 21 de junio, que continúa los trabajos conciliares. Resumió en cuatro puntos los objetivos
principales: la conciencia de la Iglesia, su renovación, el restablecimiento de la unidad de los cristianos y
el diálogo con el hombre actual. Para agilizar los trabajos, Pablo VI sustituyó la comisión de coordinación y
dirección por un colegio de moderadores de las sesiones formado por cuatro cardenales.
El segundo periodo (29-IX-1963 / 4-XII-1963) comenzó con la discusión del esquema de la Iglesia,
habiendo diferencias al tratar la colegialidad. Se discuten también el de los obispos y el del ecumenismo,
aprobándose la constitución sobre la liturgia. En los meses sucesivos se produjo el viaje del papa a Tierra
Santa y su encuentro con el patriarca Atenágoras.
El tercer periodo (14-X-1964 / 21-XI-1964) vio la discusión de textos sobre: escatología, la Virgen,
libertad religiosa, judíos y religiones no cristianas, revelación, seglares, sacerdotes, religiosos, Iglesias
orientales, misiones, seminarios, educación y sacramentos, y se promulgó la constitución dogmática sobre
la Iglesia y los decretos sobre ecumenismo e Iglesias orientales.
En el cuarto periodo (14-IX-1965 / 8-XII-1965) se aprobaron el resto de los decretos y
constituciones, y se instituyó el sínodo de los obispos. Hay que destacar en este momento el viaje realizado
por Pablo VI a la sede de la ONU, donde pronunció un solemne discurso. El 8 de diciembre, Pablo VI
clausuró el concilio, estableciendo un Jubileo hasta Pentecostés de 1966. Documentos aprobados: