La Taguara Del Humanismo o La Cultura Comunal
La Taguara Del Humanismo o La Cultura Comunal
La Taguara Del Humanismo o La Cultura Comunal
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La taguara del humanismo
o la cultura comunal
ediciones el cayapo
Título: La Taguara del Humanismo o la Cultura Comunal
Autor: El Cayapo
Editorial: Ediciones El Cayapo
Correo electrónico: [email protected]
Teléfono: 0416-089.79.85
Registro legal: Sin depósito de ley
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Primera edición: Febrero del 2018
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LOS MOCHOS DEL PENSAMIENTO
No nombraremos otras tragedias,
con la nuestra basta y sobra para ser los otros,
que también nacieron y vivieron
en el sistema de la muerte que creó al humanismo.
Nosotros como vida crearemos el verso de la otra cultura.
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reporte beneficios. Son tan hábiles que pueden plagiar lo que
sea, delante de quien sea, sin vergüenza alguna. Dentro de
los jodidos que estamos estos son los peores, porque además
si les reclamas su miserable conducta, se transmutan en víc-
timas, estos mochos del pensamiento.
QUIEN TODO IGNORA TODO APRENDE, QUIEN NADA TIENE TODO GANA
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puede responder desde el adentro, desde la intracultura no
tocada por la cultura humanista.
Cada palabra de este tiempo debe ser sometida a la hoguera
que genere la conversa de los juntos.
Que nos atemoriza quedarnos en el aire, que a la edad que
tengo ya no tengo fuerzas para asumir esas discusiones y
esas tareas que de ellas derivan, bueno de eso se trata, lle-
guemos cada quien hasta donde podamos, pero no dejemos
a medias lo que debe ser arrancado de raíz.
LA PLANCHA DE ZINC
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riquezas, destruyen las condiciones de la vida que hacen po-
sible la existencia de la especie. No es cierto que un día fun-
cionará favorable a las mayorías esclavizadas, no es cierto
que resolverá ningún problema, no es cierto que se recupe-
rará. Por el contrario, su decrepitud y con ello su ineficiencia
se acentuarán.
Los desprevenidos dicen luchar para salvar al planeta. Y lo
dicen con una prepotencia, como si de verdad tuviéramos
esa capacidad, como si no fuéramos una caspa más en la
naturaleza, sin saber que esa conducta nos hace ocultar la
verdadera tragedia como especie. La incapacidad está en no
comprender que estamos atrapados en un sistema producti-
vo que se sostiene sobre el miedo, el hambre y la ignorancia
de la propia especie, que a su vez es dirigida por creyentes
convencidos que lo que hacen es lo que se debe hacer, que
si al final las condiciones materiales en que nos toca vivir
como especie se vuelven una plancha de zinc, pues bienve-
nida sea con tal y estemos vivos.
En esa lógica, hasta lo último de la guerra será por ver quién
queda en el control de la plancha de zinc. En esa ardua ta-
rea están los dueños de todas las infinitas tendencias; que
van desde los que practican el sometimiento y la explotación
absoluta para lograr mayor ganancia; hasta los moderados
creyentes que piensan que todos somos hijos de Dios, y te-
nemos derecho a competir por extraer la plusvalía explotan-
do legalmente a los demás.
En el otro bando están los religiosos de izquierda, que van
desde los que dicen radicalmente “asesinemos a todos los
ricos, quitémosles las fábricas, produzcamos hasta el infi-
nito, repartamos riquezas y seamos felices todos”, hasta los
moderados que quieren salvar, mitigar, modificar, transfor-
mar, reformar, hacer eficiente al capitalismo y convivir con
él hasta que todos seamos felices. Todos los bandos parecie-
ran sufrir de amnesia, porque todos han practicado hasta la
saciedad todas las modalidades y al contrario de acabar con
el problema lo han acrecentado. De aquí palante queda la
sinvergüenzura y la ignorancia interesada en el discurso de
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cualquier lado; porque la realidad es la realidad en donde
cada quien cobra por su postura.
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se problematiza, y genera su propia destrucción, la ilusión
de ser ricos, vendida por el circo del humanismo, se ha es-
fumado, la realidad brutal nos dice, que no todos podemos
cumplir los dorados y lucrativos sueños.
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la guerra y que “para derrotar al capitalismo” y este, cada día
se hizo más fuerte.
Que nadie diga que no nos organizamos, que no nos ideolo-
gizaron, que no nos disciplinamos, que no obedecimos, que
no combatimos, que no fuimos leales a partidos, sindicatos,
gremios, de todos los tipos y tipas, grupos, grupitos, sectas,
secticas en las que nos dividieron de acuerdo a las misera-
bles ambiciones de cualquier aventurero.
Todas las teorías e ideologías habidas y por haber las asu-
mimos. Que nadie diga que no se intentó derrotar al capita-
lismo en todas las formas y contenidos. Lo que pasa es que
siempre nacen los trasnochados, los llegados tarde al pasa-
do, los que dicen, “aquellos no sabían lo que había que hacer
yo sí se”. Hoy, en este desbarajuste no tiene ningún sentido
criticar los hechos ocurridos ni a sus protagonistas, toca es
comprender este presente para actuar en consecuencia.
Para los viejos luchadores el Estado lo representaba todo, y
eso tenía una razón, cuando se produce la culminación del
largo proceso de la revolución burguesa en Europa, cuando
se refrenda y se legaliza en París 300 años de crimen, robo y
saqueo por medio de la piratería, cuando se refrenda la crea-
ción del imaginario burgués, cuando se le corta la cabeza
al rey, no era a un hombre, era a un sistema monolítico, ya
caduco, representado por el rey y su corte, quienes concen-
traban no sólo el poder político e ideológico, sino también el
poder productivo.
Lo que no se percataron los viejos luchadores es que había
cambiado el mundo y ya el poder se había concentrado en
los dueños, y el Estado se había transformado en árbitro y
represor de los pobres, en un instrumento y no en un fin
en sí mismo, como había sido en el sistema feudal, donde la
monarquía eran los dueños mismos.
Después de la revolución burguesa los dueños ocultaron su
poder y convirtieron al Estado en el imaginario del poder,
el trapo rojo al que todo el mundo siguió tirándole piedras,
como si al rey ya no le hubieran cortado la cabeza, como si
no hubiera existido el tratado de Westfalia.
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Los hilos del poder real lo movían los dueños a su antojo,
incluso el Estado siempre representó para los dueños una
traba, con la que siempre se mantuvo una relación amor-
odio, porque frena los mas criminales deseos de los dueños,
su profunda vocación de robarse todo.
Los pobres debemos tener claro que esta crisis estructural
tiene mucho que ver con la necesidad de los dueños de eli-
minar el Estado, porque ya no aguantan más su arbitraje y
frena el avance del monopolio hacia donde marcha el capita-
lismo aceleradamente. Es su naturaleza: ser único, estar por
encima de todos.
El llamado “mercado mundial” aparece como discurso
cuando se coloniza el continente llamado por los dueños
“americano”. Es precisamente allí, en el transcurso del siglo
XV y XVI, que nacen las grandes rutas de comercio, que la
piratería va institucionalizando el régimen de la propiedad
de la tierra y el mar y que el imaginario burgués va agarran-
do cuerpo a punta de crimen y saqueo.
Hoy quizás asistimos a una reedición de la época de la acu-
mulación primaria de capitales, donde no debe existir inter-
mediación, pedir permiso, pagar impuesto, ni ninguna otra
traba que limite el saqueo. Hoy estamos ante una nueva y
brutal reedición del Manchester de 1712. Hoy es el llamado
desesperado a la Matriz del poder.
Bajo todo este contexto, el desbaratamiento del Estado trae
como consecuencia que se abran grandes rendijas en la es-
tructura del poder y los pobres podamos presentarnos a la
historia con posibilidad propia, pero esta ocurrirá cuando
dejemos la condición pedigüeña del esclavo y nos plantemos
como una clase con conocimiento de sus intereses históricos.
El cual es desaparecer como clase y prefigurar otra cultura.
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zación. Esto no quiere decir que nos acostemos a dormir, a
esperar que se derrumbe todo para que aparezca la prome-
tida felicidad; es sólo una oportunidad histórica. Los pobres
debemos superar la condición de clase sometida, superar la
condición ideológica de imitación al dueño, de aspirar estar
donde él está, (hecho que aparenta ser individualizado, pero
es generalizado en toda la clase) porque esas aspiraciones, su
deseo de cumplimiento en cada uno de nosotros, sólo refor-
zará la condición de clase explotada.
Otra de las claves es que los resortes éticos de la explotación
se rompieron y las grandes mayorías descubrimos que las
élites gobernantes, los dueños, sólo lo eran porque robaban,
asesinaban, saqueaban; prevalidos del poder físico que os-
tentaban; lo que les permitía tener el control entre otras co-
sas del Estado.
También se amplía el conocimiento del poder, no del control
poderoso del conocimiento, sino de dar con la respuesta de
por qué alguien tiene el poder. No es porque es buen médi-
co, abogado, pintor, poeta, músico, político, religioso; no. Es
porque tiene poder para robar y matar. Ese conocimiento lo
tiene la gran mayoría, entonces la gran mayoría busca ac-
ceder por esa vía que ya no es el trabajo esclavo y que era el
único mecanismo ético por donde creíamos que el lucro se
obtenía, hoy descubrimos, que el lucro se obtiene es roban-
do, matando y apropiándose de las cosas en competencia a
muerte con los demás. Sacándole el jugo a cualquier discur-
so, a cualquier palabra, a cualquier idea que haga posible la
coronación.
Que se cumpla la motivación, porque al final es eso: que nos
vean, que nos aplaudan, no importa cuántos segundos dure
eso, lo importante es el aplauso de ese segundo aunque des-
pués tengamos que mal suicidarnos, volviéndonos mierda,
drogándonos, porque la soledad que nos viene es masiva.
Porque la cola y la empujadera que hay para llegar donde lle-
gamos es muy grande; entonces eso genera una revolución,
porque el de arriba tiene que entregar vainas para poder te-
ner a su alrededor quien lo proteja, eso hace que aparezca
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otro con conocimiento, y bueno, a coñaza limpia va todo el
mundo, generando una inmensa contradicción dentro de la
sociedad, porque los resortes ya son flexibles y se cumple
la máxima de Cantinflas, en donde la sentencia de “o nos
comportamos como caballeros o como lo que somos”, deja
de tener sentido porque todos nos comportamos como lo
que somos.
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la fábrica está construida, constituido su concepto para que
haya un dueño y existamos los sometidos. Por cómo están
ubicadas las máquinas, por la posición de las oficinas, por la
estética alrededor de toda su estructura, por todas sus reglas,
es la proxémica del poder. El objetivo final de ella es extraer
plusvalía, no producir objetos como nos lo han hecho creer.
Todo eso está expresamente claro en la fábrica. Donde esta-
mos los obreros, donde están los administradores y donde
están los dueños. Entonces eso hace que se repita otra vez el
dueño de manera automática en ese proceso, en un día, en
dos, tres días, no seremos el mismo dueño. Tal vez flaco, tal
vez gordo, con un tabaco en la boca, tal vez refinado, tal vez
tosco y ordinario, pero al final la orden es de dueño. No an-
daremos con un traje de marca como distinción, pero el traje
no hace al burgués, como no hace al monje, es el hábito, es la
práctica, el ejercicio; lo que hace al monje o al empresario o
a cualquier persona; no la forma ni lo que dice ser.
Tomando como ejemplo la experiencia de la Unión So-
viética, y revisando los documentos históricos del Partido
Comunista, nos encontramos que desde el año 1926-1929,
cuando con cierta estabilidad interna y externa se comienza
a planificar la industrialización del país, los sindicatos que
habían tomado importante protagonismo en la dirección de
fábricas no tardaron demasiado en reproducir las prácticas
de los antiguos dueños.
En un compendio histórico de la vida interna del Partido
Comunista de la Unión Soviética, editado y publicado por
su Comité Central, se describe cómo se fueron generando
tendencias burguesas para defender los privilegios que ha-
bían alcanzado estos sectores en menoscabo de los soviets:
la mayoría de los trabajadores organizados colectivamente.
Ese es uno de los tantos problemas que tenemos que plan-
tearnos como clase pensando colectivamente, porque en este
cataclismo tenemos la eventualidad de convertirnos en otra
opción que no sea la de vivir explotados, eso no ocurre auto-
máticamente, es una contingencia revolucionaria que la cla-
se se transforme de clase explotada en clase pensante, y eso
genere la posibilidad de ser otra cultura, pero eso no ocurre
mágicamente.
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EL MOTOR DE LA HISTORIA
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había, que se reconocía como clase, era la de los poderosos,
que en diversos periodos históricos se bautizaron con dis-
tintos nombres. Que todo cambie para no cambiar nada,
los pobres seguíamos siendo esclavos y ellos poderosos, no
importa que se llamaran esclavistas, feudalistas, o modo de
producción asiático o burgueses.
Por ejemplo en esta conflagración, los pobres seguimos sien-
do una clase explotada, una clase que aun no se reconoce,
que sigue consumiendo y creyendo en ese consumo como su
fin último. Y vamos a trabajar, pero ya no trabajamos porque
el trabajo nos dignifica, si no que vamos a trabajar porque no
hay de otra, pero ya sabemos que podemos trampear al igual
que el dueño, porque descubrimos que no es trabajando que
se hace plata, eso es un detalle, eso es un dato, descubrir que
los tipos que tienen plata, la tienen porque se la robaron.
Perdida la ética del trabajo esclavo con la que nos domina-
ban, ya todo el mundo está trabajando en la trampa, ese es el
dinero seguro. Eso también tiene que ver con la desaparición
de las clases en el marco de una revolución. Porque el pro-
letario entonces asume la conducta delincuencial, histórica
bandera de la clase dominante, eso también es un dato; ma-
sivamente todos estamos robando porque masivamente el
bachaquero se comporta como un importador, y todos nos
comportamos como el bachaquero es decir como Lorenzo
Mendoza o Cisneros, o cualquier otro burgués.
Ya somos lo que somos ya no nos comportamos hipócrita-
mente como caballeros, es la licuadora que nos revuelve, que
nos iguala en la misma molienda, ya no somos la imitación
de la clase ladrona que nos dominó sino que somos ladro-
nes. Eso no quiere decir que ahora si nos podemos sentar a
comer y beber con Lorenzo Mendoza, comeremos y bebere-
mos con los cómplices en el robo; así como se sienta Lorenzo
con los otros capos de confianza.
Si no nos reconocemos como clase en función de trascen-
dencia, de transustanciación, no lo somos y nunca antes nos
reconocimos como clase. Entonces, no hubo lucha de clases,
sino una regolera contra la gente que se obstinaba de ser so-
metida y quería vivir como sus dueños. En este instante, la
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clase nunca se reconoció, sólo asumió el comportamiento de
la clase dominante cuando los dueños combatían entre ellos
por el poder y eso lo llamaban revolución, pero sólo eran los
dueños usando a los pobres para que peleáramos mientras
ellos controlaban.
El hecho de que una clase no se reconozca como clase, no
quiere decir que no exista tal clase, las clases están definidas
por Marx, de acuerdo a la posición que ocupan con respecto
al aparato de producción y a las relaciones sociales que se
establecen, pero esto no es porque lo dijo Marx, no es un he-
cho teórico, o en otro caso ideológico, aunque haya personas
que así les interesa que sea, sino porque así es en la realidad.
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tiempo de revolución y por ausencia del conocimiento, de
pertenecer a una clase; muchos pobres nos afiliamos y de-
fendemos a la banda de los burgueses humanistas.
Entonces los elementos y análisis tradicionales que dieron
origen a esa tesis que pone a una clase a ser más revoluciona-
ria, o a ser la única clase revolucionaria están errados, por-
que para que se produzca una revolución tiene que haber
una involucración de todo el mundo, si no, no es una revo-
lución, si no es un rin de boxeo con dos tipos cayéndose a
coñazos y otros carajos mirando y gritando eufóricamente
ante la coñaza. No, el problema no es así, el problema es que
el espectador, el rin, las luces, el locutor y todo el mundo,
formamos parte de la gran guerra.
Todos estamos involucrados por el deterioro del sistema, o
por el punto final o por agotamiento, o por inestabilidad, o
como queramos llamar a esa condición en que se produce
ese hecho inexplicable. Las clases pierden el carácter de clase
sustentado en la estabilidad o costumbre del capitalismo.
Porque un pobre repetido en millones, que se levanta a las
cuatro de la mañana, va al trabajo y regresa a la casa en la no-
che, en el mismo infinito cansancio, creyendo que es natural
vivir así; no es igual a un pobre también millones, que hace
lo mismo en ese mismo grado de cansancio, pero actuando
en el marco del desastre en que ha entrado el capitalismo,
en donde puede cuestionar su existencia y el marco material
en que se desenvuelve, teniendo la opción de poder crear
otro pensamiento, otro diseño cultural, tal y como nos ocu-
rre actualmente a los pobres, en la República Bolivariana de
Venezuela.
Como no es igual el papel del burgués, individuo minoritario
en el marco estable del capitalismo, que ese mismo burgués
en el marco de la tragedia. Por ejemplo, pudiéramos pensar
que una María Corina Machado, un Henrique Capriles, que
lo que hacían era consumir drogas y vivir su vida loca en
Europa o en Estados Unidos y así Leopoldo López y todos
esos muchachos que de estar en nueva York en el estudio 84
o viajando a Europa, esperando que los viejos se mueran o
ellos esperar madurar para venir a ser dueños de las empre-
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sas que le donarán los padres, de pronto se ven de la noche
a la mañana, a los veinte y pico de años, involucrados en
esta tragedia global, intentando hacer política, porque ya los
mayordomos no pueden hacer política, es decir desconocen
cómo se hace política en el marco revolucionario y por otro
lado no tienen los mismos intereses de los dueños, aunque lo
ambicionen, entonces no es el mismo Capriles, ése Capriles,
ni esa María Corina, ni ese Leopoldo, ni ninguno de esos ca-
rajos impolutos empresarios que escondidos en sus burbu-
jas ideológicas se protegían de ser nombrados responsables,
porque esas culpas las recibían los políticos, ¿Quién podía
nombrar a los jerarcas de la iglesia como los ladrones que
son? ¿Quién podía nombrar a los dueños de la Polar como
ladrones o criminales que son?
La tragedia al irrumpir en la sociedad rompe las vidrieras
de la costumbre y los marcos que la sostienen, todo se pone
en evidencia en una conflagración. Entonces, las clases cam-
bian su carácter; no es lo mismo ese proletario, ni ese bur-
gués en el Estado estable del sistema capitalista, que en el
Estado actual de inestabilidad absoluta, entonces esas clases
ya no volverán a ser las mismas mientras dure la disolución
y circunstancialmente pierden su carácter de clase poderosa,
quedando en evidencia sus verdaderas motivaciones; o en el
caso del proletariado descubrimos la condición de esclavos
y la imposibilidad de ser otros, ubicando inicialmente a los
dueños y por otro lado la existencia de una cultura social
que hace posible la esclavitud, aunque se disfrace de libre
venta de la fuerza de trabajo por un salario.
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la opresión ahogará las relaciones diplomáticas que a duras
penas se mantienen entre obreros y patrones, produciéndose
una revolución donde posiblemente los pobres lleguemos a
comprender la necesidad de ser una clase para sí.
En una revolución, que se produce por decadencia de la cul-
tura social dominante o cuando esta busca más riquezas y
obliga su generación; nunca hasta ahora se ha sabido de una
revolución que haya ocurrido por la necesidad e intereses de
la clase pobre; siempre los tiros comienzan desde el poder.
Todo el mundo lo primero que reclama es la riqueza para sí,
una riqueza que aun cuando se dice de los dueños, no está
definida su propiedad, una riqueza que no se diseñó para ser
disfrutada por todo el mundo, sino por poquita gente, es en-
tonces, cuando vemos la licuadora donde se transmutan las
posiciones. Por ejemplo, ¿Qué hace un rico haciendo políti-
ca, política partidista? Eso nunca le hizo falta porque tenía
quien se la hiciera. Los burgueses entre ellos, generan unas
relaciones sociales que ocupa una organización de mando y
control del aparato productivo, los obreros mantenemos en
esa organización una relación de sometimiento, ocupamos
la posición de productor de riqueza dentro del aparato pro-
ductivo, quienes hacemos que ese aparato con nuestra ener-
gía produzca la riqueza, entonces eso nos da carácter de cla-
se, es independiente del reconocimiento o no, o de que nos
reconozcamos como tal clase, o de que alguien nos nombre.
Esclavos ya somos por el papel que jugamos en el aparato de
producción.
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Ahora lo que estamos analizando con mayor conciencia es
que en medio de la destrucción la clase pudiera colearse por
la rendija que se abre. Cuando los dueños del planeta se en-
frentan por más poder; cuando aparecen las contradicciones
interburguesas se producen alzamientos y eso crea junturas
y solidaridades en el seno de la clase, automáticamente nos
reconocíamos como pelabolas, y en ese momento dejába-
mos de competir por el mísero salario, para defender inte-
reses comunes, como clase. Pero eso no tenía continuidad
en el tiempo, porque para que tuviera continuidad debían
ser estudiados esos hechos por la misma clase, si alguno que
otro individuo de la clase destacaba, era absorbido bien por
la clase media o por la burguesía porque le servía a sus inte-
reses; eran alabados.
Aquellos que se negaban a ser alabados, a ser asumidos,
aquellos que reconocían y se daban cuenta que debían tra-
bajar por su clase eran asesinados, encarcelados, vueltos lo-
cos. La burguesía creó demasiados mecanismos para perpe-
tuarse en el poder, en el entendido de su existencia, porque
esa clase si se reconoció como tal, si sabía y sabe que es una
clase. Por ejemplo ahorita en este momento, toda la guerra
que se tiene contra este gobierno y el gobierno no ha hecho
nada fuera de lo normal, el gobierno está tratando de po-
ner a funcionar fábricas, tratando de industrializar el país,
tratando de dar estudio con las mismas universidades que
reproducen el esclavismo, en el marco del capitalismo.
Y sin embargo la conciencia de clase de la burguesía, sabe,
le indica que es peligroso, que en algún momento los pro-
letarios pudiéramos pensar en otra opción cultural que nos
saque del marasmo del sometimiento, del esclavismo, por-
que eso traería como consecuencia la desaparición de la bur-
guesía como tal clase poderosa; eso lo saben los burgueses y
por eso pelean a muerte, por eso ponen bombas, sabotean
elecciones, asesinan personas; crean discursos engañosos;
todo lo que hacen no es porque son buenos o de pinga o
defiendan la democracia. Cuando defienden democracia, li-
bertad e igualdad, es porque son sus instrumento de aliena-
ción; en el caso de la democracia, es su sistema dictatorial de
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gobierno para el sometimiento y control del Estado, porque
la burguesía tiene conciencia de su existencia como clase y
se defiende a muerte; no así el proletariado; eso hace que
cuando se produce la revolución el proletariado aspire a es-
tar en el puesto donde está su amo.
YA NO SOMOS LA CLASE
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opción de poder plantearse cambiar, porque es la que tiene
la condición de explotación. La burguesía no está luchando
por cambiar como burguesía dentro de esta destrucción. La
burguesía está peleando a muerte por mantenerse como cla-
se poderosa. La acumulación es total porque el capitalismo
copó todo el planeta, no puede acumular más, Rockefeller
no lo tiene todo, pero el capitalismo como sistema si llegó a
donde tenía que llegar. Colapsó como todo órgano que tiene
una función. Los órganos sin función se atrofian, si el siste-
ma deja de acumular se atrofia.
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de las fábricas algún día seremos felices. Esa esperanza tiene
que desaparecer para que se pueda pensar otra cultura. Toda
esa idea de “vamos a industrializarnos para poder resolver
los problemas”, como si los problemas de esta sociedad no
fueran consecuencias de unas causas inherentes al sistema
de la industrialización. Por lo tanto, tiene que desaparecer
para que pueda ocurrir el otro hecho, el otro pensamiento.
El otro pensamiento puede estar ocurriendo al mismo tiem-
po que se lucha denodadamente por mantener o no mante-
ner el poder la clase dominante, porque el sistema se resque-
braja, entra en movimiento, se vuelve inestable la ecuación.
En el marco de esa contradicción los pobres podemos pensar
la posibilidad de crear la otra cultura. Los pobres tenemos la
palabra y la acción toda por decir y construir. Una cultura
comunal es posible.
Antes de que ocurriera esta situación, esa discusión no esta-
ba, busquemos los libros, porque Marx habla del desnuda-
miento del sistema, pero las salidas no estaban en el marco
de que el proletariado pudiera pensar, porque ya se decía
que el marxismo era y aun se sigue diciendo que es el pensa-
miento del proletariado, como si el marxismo lo hubiéramos
pensado y escrito nosotros, incluso los proletarios en gene-
ral no nos hemos leído a Marx.
LOS INVERSORES
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de que algún día dejarán de ser imitación para tornarse en
verdaderos criminales saqueadores.
Después de quinientos años lo sabemos. Pero hay que con-
vencer al mundo de incrédulos esclavos que la pesadilla con-
tinúa, los inversores siguen llegando porque los gritos de los
imitadores los convocan y les crean facilidades de saqueos
jamás imaginados. El mito que crearon para disfrazar el cri-
men ya no les hace falta, ahora son convocados como salva-
dores en todo el planeta.
De acuerdo con lo dicho por Lyndon La Rouche, economista
norteamericano:
“Los dueños del mundo usaron desde 1971 hasta 1982 al Banco
Mundial y al FMI, que entonces eran ‘Alí Baba y los 40 ladro-
nes’ del mundo entero, para empobrecer a las naciones, lleván-
dolas a la bancarrota. Todos los países de América Central y
del Sur, juntos, ¡han más que pagado cada centavo que jamás
hayan pedido prestado! ¡No deben nada, excepto los efectos de
esta deuda artificial súper impuesta!
Así que, ¿cuál es el estado del mundo? Hemos creado naciones
desesperadas que ya no cuentan con la capacidad de desarro-
llar sus propias economías. Ahora les ofrecemos que nos entre-
guen su mano de obra barata a precios de trabajo esclavo, que
nos permitan saquear sus recursos naturales y a su pueblo.
Henry Kissinger ha dicho textualmente: África tiene recursos
naturales, en particular el escudo sureño; recursos minerales.
¡Nos proponemos tomar esos recursos! ¡Son nuestros! ¡No pode-
mos dejar que los africanos los consuman! No podemos permi-
tir que vivan tantos africanos: consumirán recursos que quere-
mos para nuestro futuro. No podemos permitir su desarrollo,
porque luego usarán más recursos naturales per cápita. No
podemos permitir eso: ¡tenemos que emprender una reducción
poblacional contra África, contra el sur de África!”.
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sistema global cada país juega un papel distinto; en el caso
venezolano, somos mina desde que llegaron los europeos y
después con los Estados Unidos, desde hace cien años.
Nunca hemos perdido la condición de mina, sólo han varia-
do las circunstancias: qué producto de la mina se pone de
moda, sea oro, diamante, coltán, café, cacao, añil, caña, pes-
cado, cuero, petróleo, gente, lo que se le extraiga a la mina,
siempre que sea ganancia del capital.
En cada caso siempre ha existido el inversionista armado,
con armas y leyes, todas de carácter impositivo. El mismo
objetivo siempre respaldado por el misil.
Durante un periodo de aproximadamente cien años, casi se
les regaló el petróleo a las grandes empresas petroleras del
mundo, mayoritariamente a las norteamericanas que fueron
quienes controlaron e impusieron el Estado moderno en Ve-
nezuela, y con ello toda su ordinaria cultura del comercio
petrolero. De dónde se llevan los sudores.
Hay un mito que se ha vendido de tiempo en tiempo, in-
cluso cuando cambian los productos de la mina, o cuando
ocurren situaciones en el mundo, como las grandes guerras
o las grandes crisis del capital. Ese mito es el de la inversión.
Todos los interesados nos dicen a los esclavos que sin inver-
sión no hay progreso, no salimos de abajo. Pero desde hace
quinientos años los europeos y más reciente los norteame-
ricanos han estado invirtiendo aquí y nunca hemos salido
de abajo, ni progresado, ni hemos sido potencia. Porque el
inversor en una mina es alguien que busca robar con menor
costo la riqueza que existe en la mina.
El inversor cuando mete plata en una mina se lleva, no sólo
el sudor en forma de riqueza o de energía que tiene el tra-
bajador, sino que también se lleva la materia prima que hay
en la mina. Cuando un inversor norteamericano mete plata
aquí es porque en Estados Unidos no la puede invertir, no le
rendiría los dividendos deseados, entonces busca la mano
de obra barata en la mina, sea Venezuela, México, China o
Rusia o donde las condiciones de debilidad le permita llevar
activos, sea agua, cerros, montañas, valles, energía de gente
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o de cualquier otro tipo, transformada en plusvalía, y nos
deja el gran pasivo: enfermedades, violencia y condiciones
ambientales destruidas.
LA RED DE LA MISERIA
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invertirlo, no para consumirlo. Invertir ese dinero implica
que la plusvalía se trastoque a futuro en preservación de ac-
tivos que nunca partan al extranjero.
Eso debe pasar por tener un diseño de país y no de reparar
la acostumbrada mina, donde se necesita casa o carro o mo-
das o patinetas para consumir. Es lo único que pudiéramos
hacer y no seguir pensando en los inversores, porque eso sí
nos amarran para siempre a la miseria hoy y en el futuro.
Eso es lo que es el inversor: un arácnido que nos teje la red
de la miseria y nos deja a nosotros tejiendo la ilusión eterna
de tener carro.
La realidad es que, por mucha inversión que tenga un país,
siempre será un país arruinado a futuro. Lo podemos decir
claro y raspao: hace quinientos años teníamos tres mil ríos,
hoy tenemos mil; las montañas, valles, sabanas, humedales
que se han destruido para construir autopistas, edificios, ca-
rros, estacionamientos ya no están. La ribazón en los ríos
y la pesca en los mares no son abundantes; los niveles de
contaminación de los mares, del aire, han aumentado; los
niveles de vida (pueden decir que una minoría llegará a se-
tenta años) colectiva es mucho más baja porque los niveles
de alimentación que tenemos son extremadamente pobres.
¿Somos más ricos hoy o somos más pobres?
Con los inversores estamos en un proceso de arruinamien-
to permanente y con ellos no saldremos nunca de ser una
mina. Las generaciones futuras van a ser más pobres cada
día que lo que hemos sido nosotros y los antepasados. Mien-
tras, en la ignorancia vamos a la ruina.
Siempre estará el argumento tonto del consumidor ignoran-
te: “Entonces no vamos a tener carro, volveremos a usar gua-
yucos, no seremos potencia, no progresaremos nunca”. La
propuesta es que pensemos un país fuera del concepto del
inversor, ¿o acaso el grado o nivel de individualismo y egoís-
mo es tan alto que no permitirá pensar en la vida, si somos
la vida? Porque la condición o forma de la vida que somos
puede desaparecer, porque la forma es una condición finita
de la vida, pero no así la vida
31
PERO EL INVERSOR COMO LOS CASINOS NUNCA PIERDE
32
silos, más procesadoras de maíz y más producción, nos van a
mantener jodidos, porque eso es tecnología, esos son paque-
tes tecnológicos y los diseñadores y los vendedores de esa
tecnología nos tendrán cogidos por el cogote. Porque cuan-
do compramos esa tecnología, ya hemos pagado la plusva-
lía aun cuando no se haya producido, porque es tecnología
que no manejamos, que no sabemos usar, pero aunque la
supiéramos usar ella no nos pertenece, nunca la podríamos
controlar, y siempre su uso trasladaría la plusvalía al exte-
rior a engordar a las grandes empresas transnacionales que
monopolizan la producción agrícola, animal y de cualquier
otro tipo, manteniéndonos en la pobreza como sus esclavos,
mientras el chorro de petróleo se devuelve prácticamente
como un regalo a las grandes transnacionales, quienes nos
imponen los precios a grado de especulación en espiral per-
manente; lo que hace que ellos trasladen toda su ineficiencia
productiva a nuestros territorios.
Estados Unidos y Europa a través de las corporaciones cri-
minales originadas en esas naciones, mediante la extracción
de materias primas y recursos de todo tipo desde nuestros
territorios, al tener conciencia del papel de generales que
juegan en el mercado mundial, saben que el verdadero ne-
gocio con el que dominarán a los países a los cuales les ex-
traen energía es el desarrollo científico, la creación de pa-
tentes, licencias y de paquetes tecnológicos, y de ahí para
abajo, los repuestos, la obsolescencia, los ajustes, la chatarra,
la sustitución de una máquina por otra y todas las estafas
que se desprenden de esa acción. Bajo este método es que
su robo transnacional se ejecuta en toda la ley: ellos “pagan”
supuestamente por el petróleo y demás materias primas y
luego ese dinero lo recuperan vendiéndonos maquinaria y
los paquetes tecnológicos para que los imitemos.
Pero nunca, por más miles de millones de dólares que ten-
gamos en las reservas internacionales y por más buena fe
que tengamos de industrializarnos gringamente, no seremos
como ellos, porque intentarlo, quererlo y desearlo nos inte-
gra a su diseño político, y en su diseño somos y seremos una
colonia soñando con ser metrópolis.
33
Seguir bajo la égida del aparato de producción capitalista,
sin su cuestionamiento práctico, sin experimentar otras téc-
nicas otros métodos, otra forma de hacer, es no entender que
la única eficiencia que este sistema tiene, consiste en la ex-
tracción de la plusvalía, en saber sacar las cuentas del robo
y recostársela al más pendejo de la partida en este caso, los
países minas como nosotros.
34
repetido muchas veces en este planeta. Tampoco una van-
guardia que se sacrifique por nosotros, de eso tenemos un
saco lleno. Miles de obreros y campesinos; hermanos que
se sacrificaron por un mundo nuevo que nunca pensaron,
simplemente les dijeron que había que luchar por él.
Estamos obligados a pensarnos, a pensar lo nuevo, lo dife-
rente; ni el destino ni el futuro existen, y la esperanza sólo
nos achanta, y nos coloca en la sala de espera de la historia,
donde vemos pasar las oportunidades y nunca nos decidi-
mos a mirarnos, a sabernos, a conversarnos, porque todos
por separados, esperamos a nuestro salvador y cada uno de
nosotros se odia a sí mismo, en el temor de que el otro nos
puede quitar la oportunidad de ser salvado. Y nos afiliamos
a las peores causas buscando la salida mágica que nos vuelva
élite, dueño, poderoso, desconociendo que la solución está
es en el encuentro de los solos, de los individuos que pode-
mos dejar de ser individuos, en la actual contradicción
Esa oportunidad maravillosa de abandonar la tragedia y
placer del capitalismo para construirnos en otra cultura que
debemos pensar, diseñar y convertir en plan político que pa-
ralelamente por un lado se deshaga del capitalismo y por el
otro se construya como cultura comunal.
35
físico, y lo volvieron arquitectura, y lo volvieron maqueta y
mapa sobre el territorio llamado planeta y lo construyeron y
lo volvieron ciudades y fábricas y ejércitos, y escuelas y mu-
seos, pero nada de eso existía, como no existían los carros, ni
los celulares, ni toda la tecnología que conocemos.
Los pobres sostenemos todo esto ¿Por qué no pensar en esta
revolución, como deshacernos de ese pensamiento y crear
lo que decidamos? Los grandes resortes éticos del trabajo
esclavo están rotos, vuelto añicos, ¿Por qué intentar recom-
ponerlos? ¿Por qué no intentar lo distinto? si es más fácil que
seguir en la costumbre.
Los pobres tenemos que tomar decisiones trascendentales
o seguimos siendo esclavos o reventamos quince mil años
de esclavitud, la determinación debe ser una forma de vida
en el marco de la contradicción revolucionaria, no imitemos
mas; pensemos.
36
Las ciudades cumplen funciones necesarias al capitalismo,
en todas hay desperdicios y destrucción natural, se repite en
su escala la tragedia del humanismo, remachándose al infi-
nito.
Cuando ya el capitalismo no las necesita se desprende de
ellas sin ningún dolor, son muchas las ciudades destruidas
por medio de la guerra o abandonadas a su suerte por el ca-
pitalismo en el planeta entero. Son simples órganos en de-
secho, y cuando son abandonadas no es sólo el nombre, el
territorio y su paisaje, es la gente con toda su historia, con
sus afectos y sus tragedias, las ciudades se convierten en un
simple amor pasajero para el humanismo, donde después, la
carroña artística empieza a vivir de las viseras podridas de
ese cadáver.
El humanismo es la civilización que aun en toda su deslum-
brante grandiosidad provoca en su mismo tiempo de exis-
tencia las más grandes ruinas que cultura alguna haya de-
rivado en la historia de la especie. El humanismo es como
cagar y comer en el mismo plato a la vez. De manera, que
las ciudades son un producto, una mercancía, no son un he-
cho divino o mágico, obra y gracia de Walt Disney, o creadas
por la vara mágica de Harry Potter, no son mejorables, ni
cambiables, lo único que hacen es crecer metastásicamente
como un cáncer.
En 1933 los urbanistas ingenieros y arquitectos, se reunieron
y produjeron un documento conocido como la carta de Ate-
nas, redactada con motivo del IV Congreso de Arquitectura
Moderna [CIAM] celebrado a bordo del Paris II en 1933 en
la ruta Marsella-Atenas-Marsella. Fue publicada en 1942 por
Le Corbusier y Josep Lluis Sert, del cual tomaremos el punto
94.
“La peligrosa contradicción observada aquí plantea una de
las cuestiones más peligrosas de nuestra época: la urgencia de
regular, a través de un medio legal, la disposición de todo sue-
lo útil para equilibrar las necesidades vitales del individuo en
plena armonía con las necesidades colectivas”
Hace años que las empresas de equipamiento, en todos los lu-
gares del mundo, se estrellan contra el petrificado estatuto de
37
la propiedad privada. El suelo -el territorio del país- debe es-
tar disponible en cualquier momento, y estarlo a su equitativo
valor, estimado con anterioridad al estudio de los proyectos.
Cuando está en juego el interés general, el suelo debe ser movi-
lizable. Sobre los pueblos que no han sabido medir con exacti-
tud la amplitud de las transformaciones técnicas y sus formi-
dables repercusiones sobre la vida pública y privada, se han
abatido innumerables inconvenientes. La ausencia de urbanis-
mo es la causa de la anarquía que reina en la organización de
las ciudades, en el equipamiento de las industrias. Por haber
ignorado ciertas reglas el campo se ha vaciado y se han llena-
do las ciudades por encima de cualquier límite razonable; las
concentraciones urbanas se constituyen al azar; las viviendas
obreras se han convertido en tugurios. Para la salvaguardia
del hombre no se ha previsto nada. El resultado es catastrófico,
y casi uniforme en todos los países. Es el amargo fruto de cien
años de maquinismo sin dirección alguna.
Desde entonces han transcurrido casi cien años más y las
ciudades periféricas del capitalismo están peores, incluso el
arquitecto comunista Óscar Niemeyer y el urbanista Lúcio
Costa quienes aplicaron los principios filosóficos de la carta
de Atenas, construyeron Brasilia, y veamos que es Brasilia.
De ser una joya arquitectónica y urbanística hoy es igual a
cualquier ciudad del mundo, como dice la carta de Atenas;
con todas sus taras de origen. Porque no es la ciudad y su ur-
banismo ni el deseo de hacerla agradable: es el capitalismo,
es el afán del lucro que obliga al constructor a volverla ese
negocio de poca inversión y gran ganancia que todos los días
puede armar y desarmar.
Sabemos que muchos argumentan deslumbrados sobre las
ciudades europeas, sus amplias bien limpias y cuidadas ca-
lles, sus bellos jardines y sus amplios salones de arte, sus uni-
versidades y museos. Claro que nadie se preocupa por sus
suburbios, sus muros de contención de la miseria, su exten-
sión de basura, sus desechos tóxicos, venenos, transgénicos,
tecnología en desecho; hacia la periferia africana, asiática,
americana, oceánica.
38
EN LA CIUDAD LA MAYORÍA JUEGA BANCO
39
todos sus frentes, es lo que termina estableciendo que de-
mandemos más comida y más dólares para importar comida
que nunca terminarán de saciar nuestra hambre infinita, que
no es estomacal, sino histórica y cultural. Mientras sigamos
venerando el imaginario de la ciudad, estas situaciones se-
guirán sucediendo cada vez con mayor fuerza. Es imposible
resolver el problema del hambre en el marco del capitalismo:
siempre las ciudades demandarán más y más comida, pues
su condición de cárcel y ejército masivo, la necesita para sos-
tener el látigo de la cotidianidad, sea derrochándola, acapa-
rándola o bachaqueándola, todas conductas que produce el
aparato de producción capitalista basado culturalmente en
la competencia, la exacerbación del individualismo y el robo.
¿Dónde podríamos vivir para no malbaratar las cosas? Por-
que la ciudad no es una opción de vida, mantener una ciudad
requiere tres veces su consumo real, la cantidad de alimentos
que se bota para mantener a las personas de una ciudad son
tres veces más que la que consumimos, así es en combusti-
ble, en agua, en materia prima, en servicios; la ciudad es un
barril sin fondo que crece arropando toda la naturaleza, pero
además, consume gente en la misma proporción, porque la
gente que trabaja en una ciudad es reducida, la gran mayoría
juega banco en la producción, sea como ejército de reserva o
activo en deterioro.
Sin embargo, los teóricos del humanismo como los del co-
munismo, argumentan que el problema es producir más, na-
die se da cuenta o no le interesa entender que en las ciudades
se invierten tres unidades energéticas y se obtiene una, el
resto se malbarata; lo que hace parecer eficiente al capitalis-
mo es que el dueño se apropia de los resultados y el planeta
sufre las consecuencias de la ineficiencia del sistema.
La ciudad no es el resultado de un fin buscado, sino el pro-
ducto de un devenir en la guerra, no hay ciudad que no haya
fundado la guerra, porque incluso aquellas que se fundaron
sin una guerra de por medio, terminaron comportándose
como si estuvieron siempre en guerra. El problema está en
la motivación que genera al modo del cómo se produce, si
nos vamos de la ciudad al campo, reproduciremos inmedia-
tamente la ciudad que cargamos en el cerebro.
40
En este momento, el campesino es tan ciudadano en los ni-
veles de consumo como cualquier ciudadano, la ciudad, ese
modo de vivir producto del capitalismo, contaminó a todo el
planeta. Es un concepto que ningún humanista quiere cues-
tionar, pero si anda estúpidamente quejándose, del monóxi-
do y la capa de ozono y el calentamiento global; como si eso
no fuera una consecuencia.
¿Cuántos ríos Orinoco, Caroní o Apure destruiremos para
darnos cuenta que Caracas o Dubai no son la vía de la vida;
que ningún paño de agua tibia aliviará ni mucho menos re-
solverá el problema? Que trascender sustancialmente pasa
porque pensemos seriamente en cómo eliminar la ciudad.
En este caos los que vivimos en las ciudades, mal podemos
pensar en su eliminación, si nos encuestan entre industriali-
zación y conuco diríamos más industrialización. Los pobres
debemos ser radicales en el pensamiento y audaces en la ac-
ción, para separarnos del capitalismo. Todo el que crea que
mejorando las ciudades construiremos la otra cultura no se
da cuenta que estamos prolongando la tragedia. No sigamos
administrando al capitalismo, financiemos la otra cultura.
Chávez decía:
“El capitalismo dice que no pensemos, que hagamos, que resol-
vamos, ¿Pero que resolvamos sobre qué? ¿Hagamos sobre qué?
Eso hay que pensarlo, ¿Qué es lo que vamos a resolver? ¿Qué es
lo que vamos hacer? Tenemos que pensarlo”
Y no hay que plantearse el problema desde el infantilismo
de: “que se le quite esto o aquello”, o “bomba con las ciu-
dades para volver al campo” es mágico planteárselo desde
ese punto de vista. Si derrumbamos una ciudad, al otro día
la construimos más grande y fuerte para que no la puedan
bombardear, porque es en el cerebro donde está la ciudad. Es
un concepto, como una silla por ejemplo, que no existía en el
cerebro hasta que la vimos, aunque ella ya estaba construida,
pero incluso para el que la inventó la silla no existía, hasta
que la pensó, la diseño y la volvió física por la necesidad de
sentarse. Es un concepto, una idea y hasta que no la hagamos
esa silla no existe, por que no está en el cerebro y lo que no
está en el cerebro, la gente tiende a decir que no es verdad.
41
Cuando le pedimos al gobierno ¿Por qué no ponen Mercal
por todos lados? ¿Por qué no meten presos a todos los ladro-
nes? ¿Por qué no acaban con tal cosa? Es porque no vemos
la magnitud del problema, sólo vemos una pequeña parte, el
afuera de las cosas; la magnitud de la tragedia que es el ca-
pitalismo, eso que es cotidiano lo queremos ver ideológica-
mente, que si la explotación del trabajador, que si la miseria,
que si la pobreza, pero no vemos la magnitud del problema,
¿por qué es que hay pobreza? Eso no lo analizamos, simple-
mente decimos es culpa del capitalismo, ¿Qué es lo que hace
que ocurra la pobreza? ¿Por qué ocurre la riqueza? Y en esa
misma magnitud del problema es que no podemos lograr
entender el malbarato de energía que tenemos, el malbarato
de agua, porque no vemos las dimensiones de las cosas, la
dimensión de la tragedia que ha generado el humanismo y
su aparato de producción el capitalismo en el planeta.
No la podemos valorar porque incluso las cifras que salen en
los libros se quedan cortas. Por ejemplo, una isla de basura
del tamaño de Nueva York flotando en el pacífico; hasta que
no la vemos no nos damos cuenta de la magnitud del basu-
rero en que ha convertido el capitalismo al planeta, hasta
que uno no ve los grandes ríos destruidos en Asia, donde la
gente y las canoas flotan sobre basura. Los ríos asiáticos son
inmensos canales de plástico, esa dimensión de la tragedia
no la podemos percibir y por eso no le conseguimos solu-
ción. Las soluciones violentan las creencias nuestras, lo que
hay que hacer, lo que toca hacer va mas allá de nuestras ca-
pacidades individuales, sobre todo cuando nuestro cerebro
funciona fragmentariamente. Donde tendemos a decir, no
podemos con eso y preferimos dejar que eso pase.
Las principales ciudades del mundo arrojan aproximada-
mente 8 millones de toneladas de plástico al año a los mares
y océanos. 2 millones de toneladas de desechos industriales
principalmente también son arrojados diariamente. Más del
58% de los ríos del planeta se encuentran totalmente conta-
minados por la podredumbre que arrojan las grandes fábri-
cas de Asia, Europa y Estados Unidos.
Casos como México, quizás el más trágico del continente
que habitamos, la gran mayoría de los ríos están contamina-
42
dos, complicándole la vida a la gente que vivía de ese recurso
(40% de la población hasta hace décadas) para sostenerse.
Todo este daño en beneficio de las grandes ciudades y de las
ganancias de las grandes fábricas. El agua, por ejemplo, el
concepto humanista no la comprende como un activo para
la vida de la especie, sino como materia prima para que las
corporaciones del servicio de agua, de las plantas refresque-
ras y de agua embotellada puedan seguir operando. Empre-
sas como Coca Cola utiliza 390 millones de litros de agua
anualmente para producir refresco lo cual ha afectado a las
poblaciones campesinas de China e India sobre todo, quie-
nes por la falta de agua para mantener sus cultivos (en be-
neficio de Coca Cola, que también es dueña del agua) se ven
obligados a engrosar el ejército fabril de esos dos países, sin
contar el agua que se malbarata en las industrias armamen-
tísticas, generación eléctrica, transporte; y el inmenso daño
que producen las industrias mineras a las aguas del planeta.
Eso tenemos que analizarlo como pueblo, porque los pobres
pagamos las consecuencias, el pueblo nunca deja de existir,
pase lo que pase. Ahí es donde tenemos que hacer los es-
fuerzos, mientras estemos vivos debemos luchar por la vida,
tener la ética de luchar por la vida permanentemente, nunca
darle chance a la cultura de la muerte no dándose por ven-
cido jamás.
43
naturaleza tiene la capacidad de recomponerse por sí sola,
no necesita de nuestra ayuda, pero nosotros si necesitamos
luchar todos los días del mundo, todos los días pensar, como
cambiar las condiciones materiales de la existencia de esta
especie, eso todos los días hay que pensarlo porque el sis-
tema humanista todos los días trabaja para acabar con las
condiciones materiales de la existencia de la especie.
44
munal y veremos que esta especie puede durar mucho más y
en condiciones de vida saludable.
45
decide y quien tiene más soldados organizados y conscien-
tes. No es verdad la conseja aquella de que la guerra la ganan
los héroes, los sacrificados, los mártires y los ejércitos de me-
nos soldados, no, la ganamos los pueblos cuando participa-
mos mayoritariamente. Veamos la guerra de independencia,
más allá del arrojo, la valentía, la astucia y la capacidad de
los líderes, esa guerra sólo se ganó cuando todo el pueblo
decidió participar.
46
y eso lo hace radicalmente complejo y peligroso. La única
forma de ganarla, es con la participación activa de todos no-
sotros. Así ganaron la guerra los pueblos soviéticos, los chi-
nos, los vietnamitas y todos los pueblos que han combatido
al capitalismo. Hoy hay una diferencia, es que esta guerra no
está en el marco de las balas y las trincheras, aunque no deja
de ocurrir, pero no es sólo en ese marco que debemos diri-
mirla, también y fundamentalmente se debe entender que la
única forma de ganarla (aunque no abandonemos el garrote
para la defensa, como decía el poeta Aquiles Nazoa) es en el
campo del pensamiento, de la creación. Esto no es posible
lograrlo de manera individual en este tiempo, porque no te-
nemos los recursos, ni el tiempo, ni las comodidades, y sobre
todo, porque el sistema escolar y de transmisión de conoci-
miento, no sólo está en manos del aparato burgués, sino que
además los proletarios aspiramos que nuestros hijos salgan
de abajo y lo entendemos no sustituyendo, sino escalando
en el aparato que nos ha sometido. La solución está en crear
los mecanismos, que permitan a los juntos pensar, diseñar la
otra política.
En este tiempo los pobres no podemos hablar de resisten-
cia. Que hable de resistencia el capitalismo que es el que está
muriendo, pero nosotros no, nosotros estamos en el marco
de una Revolución, somos una clase en contradicción que
está en proceso de abandonar al sistema que nos creó, pero
tememos soltar amarras, deseamos irnos pero disfrutando
las mieles del capitalismo, sin entender que esas mieles exis-
ten porque somos nosotros quienes las producimos. Si nos
vamos, dejan de existir, por tanto, irse, implica crear, pensar,
diseñarse, como otra gente; fuera de la alienación del trabajo
esclavo, pero también de su consumo irracional que en de-
finitiva es el que nos hace trabajar más y esclavizarnos más.
ESTAMOS EN OFENSIVA
47
favorable en gran medida al patrón, aunque todas sus ins-
tituciones sigan favoreciendo al patrón, el simple hecho de
entrar en conflicto, en contradicción como clase, nos coloca
en ofensiva, porque descoloca al poder burgués.
Es verdad que le seguimos trabajando, pero, también es ver-
dad que este sistema ha entrado en una inmensa contradic-
ción tal y como su propia dimensión. Ya su contradicción
no la puede dirimir fuera de sus fronteras, está obligado a
confrontarse en su propio cuerpo, en su propio terreno y es
por eso que se produce esta inmensa conflagración planeta-
ria que como clase debemos estudiar, no sólo ser parte como
soldados sino ser realmente participantes protagónicos, no
ser creyentes, ser pensantes, ser creativos, y para ello, debe-
mos crear formas orgánicas que vayan más allá de la guerra,
formas que nos permitan desenredar el rollo, formas orgá-
nicas, que nada tengan que ver con las formas que nos han
organizado para la esclavitud.
Todas las formas en las que hemos sido organizados hasta el
momento son formas que remachan la esclavitud, la fábri-
ca, los gremios, los partidos, las religiones, las escuelas, las
organizaciones artísticas, los ejércitos. Absolutamente todas
son parte del sistema y lo reproducen y con ello nuestra es-
clavitud, que es lo único que tenemos. Claro está, todas estas
organizaciones potencian la libertad del individuo, crean la
ilusión y la remachan y es verdad, después de mucha com-
petencia uno sólo puede ser Papa, uno sólo dueño, uno sólo
general, uno sólo director de escuela, rector de universida-
des, ministro de tal o cual cosa, presidente, siempre uno, uno
sólo el gran poeta o pintor, uno sólo jefe del partido, dueño
del sindicato, del colectivo, de las mujeres, de los negros, de
los indios, cuando mucho si se confrontan poderes, crean
gobiernos de intereses y mandan varios, pero siempre com-
pitiendo para ver quién se queda con la torta.
48
ciedad esta en un proceso de separación del capitalismo, no
sabemos cuántos años va llevar. Nosotros sabemos que los
resortes éticos del trabajo esclavo en el capitalismo se rom-
pieron pal coño, se volaron, eso ya no existe sino como re-
medo. No hay nadie que ande trabajando por ética o por
moral, por orgullo, las fábricas deben pagar millones de dó-
lares, para crear motivaciones al logro, crecimiento perso-
nal, y cuanta pendejada permita un mínimo de pertenencia
a la corporación. La gente trabaja por la plata ya no por el
salario, sino por la trampa que pueda hacer hasta que consi-
gue una mejor opción de más plata y ya tiene claro eso, que
no importa que sea vendiendo droga o lo que sea con tal de
tener la plata.
Lo que la gente desconoce es que ya los valores de las co-
sas están establecidos, si somos muy pobres arañamos me-
nos de la torta, si tenemos un poco de más plata arañamos
un poco más, entonces los atracadores ya están escogidos,
el del misil, el de la pistola, el del cuchillo, el del pellizco
con alicate, a cada uno lo que le va tocar. Ningún atracador
del barrio o la urbanización, se va llevar el Banco Central, el
Manhattan Bank, no, eso no va ocurrir salvo en las películas,
eso ya está tasado, cuánto se va llevar cada tipo, ya hay un
mercado donde está un policía, un PTJ, un juez, un abogado,
un fiscal, un alguacil, un empresario, cada atracador en su
dimensión, todo el mundo está ganando en la jugada, sabe
hasta dónde llega cada quien, el que no lo sabe es la rata o
el que se cree más pila y ese paga las consecuencias, a la rata
la caza el mismo sistema en el camino y la quiebran o la po-
nen presa, porque a la mafia no le interesa tener atracando
tipos por ahí fuera del sistema, toda rata que sale a la pista lo
quiebran o lo meten preso y punto, eso no dura, eso a los 16
o a los 18 años ya está listo, eso no pasó de ahí. A la mafia no
le conviene que le estén saboteando el negocio, y entonces
sépase, la rata presa, también es un negocio.
Por eso, en los años noventa se concentró en barrios muy le-
janos de las ciudades una porción altísima de personas des-
echadas y buscadas para su eliminación por el sistema, estas
personas a su vez reprodujeron al sistema en su exacta cruel-
49
dad, con su real ética, la guerra pura y cruda sin maquillajes
pero aplicada a los otros pobres y eso aceleró la descompo-
sición del sistema.
Entonces, ese paso del que se tiene que hablar en la transi-
ción es como crear los mecanismos para que el pensamiento
pueda florecer, eso se tiene que hacer en la transición, ¿Cómo
crear los mecanismos? Porque no es verdad que mágicamen-
te se van a resolver los problemas.
Como un mágico paquete que llamemos “comunal”, no va
ocurrir de esa manera; tiene que ocurrir a través de procesos
experimentales, en territorios donde nos vayamos despren-
diendo de las miserias no sólo materiales, sino conceptuales
y podamos de verdad, poner al servicio de un pensamiento
todo lo que tenemos de capacidad al servicio del capitalismo
y lo dediquemos a crear el otro pensamiento, a experimen-
tar, a ensayar, para la otra manera de vivir. De otra forma no
va ocurrir nada, y esa propuesta tiene que verse como un
problema político, como un problema filosófico, como un
problema cultural.
50
producción del dinero, el tener dinero. Porque lo que nos
da presencia o existencia en la sociedad es el dinero, no es
otra cosa, o un título que nos genere poder, que nos nombre,
y si lo tenemos que conseguir criando culebras o vendien-
do cocaína o comprando el paquete Monsanto, o criando o
sembrando extensivamente un monocultivo, lo haremos en
función del Dios dinero; por tanto no tiene solución ni hay
forma de convencimiento, a menos que se produzcan masi-
vamente experimentos.
En el capitalismo no existe una arquitectura medieval, los
castillos o fortalezas que quedan de la época se usan en el
turismo y los negocios de imitación, que venden hoteles en
forma de castillos, para que la idiota clase media se crea la
princesa del sapo o la cenicienta del príncipe.
Cuando el famoso IV congreso de arquitectura realizado a
bordo del París II en la ruta Marsella-Atenas-Marsellas año
1933, donde los capitalistas impusieron las reglas de la nueva
arquitectura y de la ingeniería y se pusieron de acuerdo para
convenir cuánto costaría el metro cuadrado de construcción
en cada país, de acuerdo a sus condiciones materiales, pai-
saje y geografía, fue también cuando se pusieron de acuerdo
para rebajar los costos de producción, aun cuando eso im-
plicaría destruir miles de culturas en el planeta desde su ar-
quitectura, con el fin de unificar, monopólicamente, toda la
construcción. Los mismos bloques del 23 de enero los con-
seguimos en África, en Asia, América y en Europa, como ya
dijimos, de acuerdo a sus condiciones de paisaje geográfica
o climática. Aun cuando la lectura de la carta de Atenas los
arquitectos adornan su labor a favor de la vida, pero la rea-
lidad, brutal y real realidad que nos muestra el presente, nos
dice que cuando el sueño está precedido del lucro como fin
último, no hay poema que valga.
51
este proceso. Si nos percatáramos de eso entonces la fábrica
pasaría a formar parte de un plan político, de un diseño en
paralelo, de un nuevo aparato de producción, que al princi-
pio, mientras se preparan las condiciones a la transición de
la nueva cultura, resuelva circunstancialmente los problemas
elementales de la sociedad entendiendo las contradicciones
entre el consumismo y la situación trágica en la que estamos
involucradas las clases.
Ejemplo: Una fábrica de colchones, si asumiéramos la con-
dición de lo paralelo, esta debe adaptarse a las condiciones
actuales de la sociedad. Ya no podría estar produciendo
colchones de lujo, deberá hacerlos duraderos, ya no debe-
ría aplicar el principio de la obsolescencia programada. Los
trabajadores debemos garantizar el salario en convenio con
el Estado y participando activamente con el conocimiento
absoluto de todo el proceso de la fábrica. No debemos dejar
en mano de una persona o un comité la administración; el
Estado debe absorber la producción y crear mecanismos de
distribución en compañía de las formas orgánicas que debe
crear la clase, en este caso los Consejos Comunales y las Co-
munas que deben organizarse en función del control, pla-
nificación y distribución de la producción y no en función
de consumirse la producción hasta que se creen las nuevas
relaciones de producción. Los trabajadores debemos organi-
zarnos para mantener los sueldos; crear mecanismos organi-
zativos que puedan ir desbaratando el sistema y la dinámica
fabril, mientras se diseña el otro modo de producción, por-
que nosotros no necesitamos producir plusvalía, que al final
se la apropia el empresario externo e interno.
¿QUÉ SE COME?
52
como viven sus señores dueños. Ser un dueño pero fuera de
la mina como todo dueño que no vive en la mina. El minero
y su administración vive cambiando riqueza por alimento y
chatarra, esa ha sido la historia en Venezuela. Ahora, en este
tiempo no podemos seguir practicando el mismo modelo,
debemos entender la necesidad de cambiar y en función de
eso realizar planes a mediano y largo plazo. En mediano pla-
zo, se debe hacer inversión a diez años, o veinte años para
importar, como siempre, toda la comida necesaria, cambiar
los patrones de importación, crear empresas que puedan
desbaratar las importadoras tradicionales, con otros códi-
gos para la rendición de cuentas en donde los trabajadores
tengan participación y se pueda rendir cuentas permanente-
mente en el marco emergente. Empresas que no se pueden
perpetuar, porque se debe entender que son una herramien-
ta de un plan para transformar sustancialmente a la socie-
dad. Es de entender que esos años son plazos que se pueden
acortar en el proceso del diseño y la construcción de la otra
cultura.
Para esta inversión se debe llegar a un acuerdo con las nue-
vas fuerzas emergentes del capitalismo a fin de que nos abas-
tezcan de comida y otros insumos durante todo ese periodo,
de todas maneras hemos cambiado en toda nuestra historia
lo mismo sin obtener nada, perpetuando la ruina. Cambie-
mos dólares por futuro, ya está bueno de regalar los activos
y recibir papel de muy bajo valor; por primera vez sigamos
el ejemplo de Chávez cuando creó en paralelo todas las mi-
siones y las nuevas formas de relaciones internacionales. El
siempre invirtió en futuro para crear un país que en algún
momento de este plan debe dejar de ser mina y constituirse
en otra cultura.
Las preguntas pertinentes en torno a cualquier plan que se
trace, deben girar alrededor del diseño de país que quere-
mos. Porque, de nada valdría los esfuerzos de tantos años
por garantizar acceso a “bienes” antes negados si nuestro
único plan es convertirnos en consumidores compulsivos,
aspirantes a clase media o burgueses, producto de la ficción
de bonanza de cualquier periodo que nos toque vivir.
53
En los planes que hagamos junto al gobierno y el tiempo que
se le gane a la guerra global, debe ser en función de propo-
nernos hacer un diseño político que nos permita la discu-
sión permanente del país que queremos: ¿Queremos un país
aparentemente rico que produzca pobres vertiginosamente
como lo hacen todos los modelos de países desarrollados?
¿Ganar tiempo para qué? ¿De verdad debemos condenar al
chavismo a ser un pueblo consumidor y repetir la historia de
cientos de miles de pueblos que intentaron superar el sistema
capitalista sin tocar su lógica cultural-política? ¿Superare-
mos el desastre capitalista reproduciendo con mayor esfuer-
zo sus símbolos resumidos en la satisfacción de la necesidad
infinita? ¿Construiremos otra cultura sin tocar el aparato y
la lógica de producción del capitalismo, su modo de relacio-
narnos y sus mecanismos para adquirir conocimiento?
54
do para encarar caminos espinosos e intocables, hasta ahora,
por toda la intelectualidad burguesa.
Se entiende que la pregunta ha sido motivo de burla en todos
los espacios de adquisición de conocimiento formal, pero se
hace necesario superar las contradicciones que nos impone
la costumbre del sistema en el que vivimos para atrevernos a
doblar el cerebro, a caminar hacia el abismo de lo descono-
cido, aun cuando parezca que regresamos a la ignorancia de
los años de la infancia.
A cada uno le ocurrió en el salón de clases que cuando pre-
guntó lo condenaron y todo el mundo intentaba responder
aunque fuera una loquera, o por lo menos nos silenciábamos
para que no nos jodieran por la pregunta, para no some-
ternos al escarnio público, al miedo. Por ejemplo ¿por qué
los niños preguntan tanto? Porque no tienen prejuicios, ni
miedo a saber.
Sin la interrogante presente corremos el riesgo de darle res-
puesta tradicional a todas las angustias con las que cargamos
y bien es sabido en este momento que no hay nada más pe-
ligroso que la tradición o la enorme fuerza de la costumbre;
que nos mantiene paralizados e inmóviles ante la decadencia
del sistema.
En medio de esta debacle toca entonces cuestionar todo el
andamiaje político-filosófico en el que se sustenta el huma-
nismo y no sólo su ejercicio de gobierno, o sus detalles frag-
mentariamente, para poner en práctica los experimentos de
la nueva cultura y su ejercicio político debemos, como pue-
blo, ir cuestionando a todo el sistema, a sus bases fundacio-
nales, sus instituciones, su lógica rutinaria, sus símbolos, su
manera de ver la vida en el planeta, a toda la cultura.
Que nada quede sin cuestionar, lo que nos parezca más
de pinga o lo más extraño, lo aparentemente incuestiona-
ble, todo dogma, todo decir, toda hechura, todo poema,
toda canción, toda religión, toda ciencia. Cuestionémoslo.
Cuestionar el conocimiento humanístico, sin ningún interés
como no sea producir otra manera de conversa, otros códi-
gos, otras claves; que nos hagan cultura distinta, radicalmen-
te diferente al humanismo.
55
Hagamos un esfuerzo por la interrogación, porque ahí es
donde vamos a conseguir la respuesta.
56
Porque no se trata de más salarios o beneficios para sobrelle-
var la esclavitud, se trata es de crear, en medio de las dificul-
tades que presenta la batalla, los mecanismos que en defini-
tiva hagan desaparecer las condiciones materiales que hacen
posible nuestra esclavitud. Pero la lucha que nos proponen
los dueños de los gremios es para remachar el sometimiento
por medio del hambre, el miedo y la ignorancia, que al final
es una política beneficiosa para los dueños y los líderes que
dirigen a los gremios en donde nos agrupan como en potre-
ros o galpones de gallinas.
Ahora se quiere pedir al país que de todo para cada gremio,
para cada líder, construyendo una ética de la acción política
que destruye la posibilidad de que la clase pueda generar su
propia política, cuando los gremios o los gremialistas em-
plean la extorsión como forma de interactuar políticamente
desmovilizan, desaniman y dividen a la clase, es su caracte-
rística primordial, contribuyendo (queriendo o sin querer)
con su acción al triunfo de la política de los dueños del pla-
neta, que no es otra que la de mantener explotada a la clase,
mientras fortalece el divide y vencerás como principio, es-
tén donde estén. En este tiempo, esa política es hondamen-
te contraria a los intereses de la clase, que debe mantenerse
activamente en ofensiva.
Sobre todo en esta debacle que no es cualquiera, sino el de-
sastre en donde ya el capitalismo cubrió a todo el planeta, en
donde ya no tiene frontera, en donde se repite, en donde no
tiene recursos para rehabilitarse, pero sobre todo en donde
éticamente no puede sostener los principios de la explota-
ción, porque todos los esclavos descubrimos que no es tra-
bajando como la gente se hace dueña sino robando, y todos
en mayor o menor medida estamos en esa. Por eso, mal pue-
de una clase seguir buscando ayuda o afiliarse a los discursos
del regalo o del “que me den”, o el de robar, porque todos lo
hacen. En esta situación debemos empeñarnos ser los seres
históricos que demanda el momento y los gremios, allí no
tienen nada que hacer como no sea el desmovilizarnos, el
entregarnos a los dueños, el ser partícipes inconscientes de
nuestra destrucción.
57
A los dueños de los gremios no se les ocurre pensar el terri-
torio-mina que hemos sido, y que hoy tenemos la posibili-
dad de convertirnos en un país con decisiones propias, un
país donde no existan los dueños ni los esclavos, un país que
no sea visto para el saqueo. Un país que, para concebirlo, ne-
cesitamos ampliar el horizonte de mira y entender que éste
no es posible sin el concurso de todos los países del planeta,
porque a todo el planeta lo habita el capitalismo y esa tarea
no se puede hacer sino abandonando las pequeñas parcelas
egoístas e individualistas del gremialismo, para sumarnos
como seres pensantes a lo que juntamente se debe crear.
El gremialismo en tiempos es una traba, siempre está des-
vinculado o contrario a políticas unificadoras. Siempre es
parcelario, sectario, divisionista, y lo único que le interesa es
su miserable parcela.
Las organizaciones de gremio son absolutamente reacciona-
rias, no tienen otra definición, van contra toda posibilidad
de cambiar, siempre reclamando vainas que serán arrasadas
por el tiempo que vivimos. Las organizaciones hoy prolife-
ran como las iglesias y las ONGs, son financiadas y promo-
cionadas por los dueños de las grandes empresas, producen
grandes divisiones, retrasando el trabajo del directorio re-
volucionario, se disfrazan de más revolucionarios que los
demás pero su única batalla es contra el gobierno que no les
cumple sus “derechos” que son sus necesidades, que de paso
son infinitas, sustentadas en el consumismo compulsivo que
impone la sociedad en decadencia, remachando con esta po-
lítica el trapo rojo del Estado, como si éste fuera el causante
y no la consecuencia de la tragedia que significa el humanis-
mo para el planeta.
En función de esos particulares y egoístas intereses, si tie-
nen que pactar con las transnacionales lo hace afiliándose
a diseños políticos absolutamente contrarios a los intereses
de la clase para lograr que le den sus supuestos derechos,
desconociendo, y en muchos casos, escondiendo la verdad
de que en el capitalismo el derecho no existe, es una ilusión
que vende el humanismo para evitar que los proletarios nos
percatemos de la situación de explotados, y no podamos
58
crear ni diseñar políticas que nos organicen para salir de la
condición de explotados.
En la mayoría de los casos, todas las ONGs y otras orga-
nizaciones gremiales en la actualidad están dirigidas por la
clase media, prestándole un gran servicio a los intereses de
los dueños. En sus diseños políticos piden derechos genera-
les, por ejemplo, derechos para todas las mujeres, los negros,
los indios, los sexo diversos, administrando empresas de su
propiedad, robándole la energía por igual a los que los gre-
mios dicen defender, incluso en los países imperiales (Hilary
Clinton, Obama, Tatcher, Trump por nombrar sólo a estos)
que de paso han aplicado políticas aún más duras en contra
de los pobres en el mundo sin importar su condición gre-
mial de género o color de piel.
No invirtamos como clase más esfuerzos en la división, jun-
témonos con un solo propósito, vamos al encuentro de los
juntos, separémonos de todo gremialismo y pensemos el di-
seño de la otra política para poder dejar de ser el objetivo de
la violencia explotadora, para saber que son los dueños quie-
nes nos joden y no el Estado, para saber que la política pro-
letaria es posible, pensarla, diseñarla, organizarla, planearla,
aplicarla en este siglo XXI.
El gremialismo consciente o inconscientemente, en estos
días, trabaja a favor de los intereses de los dueños, no im-
porta qué tan bello disfracen el discurso, sean ecologistas,
salvadores de semillas, protectores de negros, cuidadores de
indígenas, arrulladores de perros, guardianes de indigentes,
guachimanes de estrellas, salvadores de religiones, piedras y
tótems; todos, absolutamente todos, están al servicio de los
dueños, sépanlo o no, son sus filiales, y no hay gremio de
estos que no tengan sus casas matrices donde se reúnen, en
donde les diseñan sus planes, y no lo decimos nosotros, no
es precisamente en los barrios en donde queda la sede de la
organización internacional del trabajo, o la de los ecologis-
tas, o defensores de cualquier vaina o gente o perro o río o
estrella, todas las sedes quedan allá en donde habita el poder
del capital.
59
Comprender la actual situación no es sólo mirar el espejo o
mirarse en el espejo, o criticar al del espejo o al que está fren-
te al espejo, sino ver, oler, sentir, tocar, escuchar, saborear a
estos y a los que están, detrás, arriba, abajo, a los lados de los
espejos, los rotos, los sin romper y los por construir.
60
porque puede durar miles de años en esa muerte arrasando
con todo, porque no es un simple cuerpo, es un cáncer que
controla todo y no hay terapia que pueda curar o despren-
derlo.
Los pobres estamos en la obligación de labrarnos un destino
diferente al que nos asignó el capitalismo, los pobres debe-
mos saber que el destino como el futuro no existen sino en
la medida en que lo creemos, lo forjemos, y estos serán tal y
como nosotros los pensemos, los soñemos, los diseñemos.
61
Algunas ideas que producen estas discusiones son toma-
das en cuenta no para asumirlas y ponerlas en práctica, o
si asombran o nos molestan profundizar su ¿Por qué? Sino,
más bien, se asumen para ser consumidas o condenadas, o
vendidas por cuotas, bien sea en forma de pintura, bien sea
un rap, un poema, un libro, lo que sea que salga de estas con-
versas, pero estamos tan fragmentados cerebralmente, que
no nos percatamos aun de buena fe, que el sistema no tiene
soluciones por parte, incluso que no tiene soluciones ni so-
lución, y que lo único que haríamos condenándolo con un
poema o exaltándolo, es dándole vida en cualquiera de los
sentidos, que miserear el discurso por desespero sólo con-
duce a la satisfacción circunstancial de que hemos pensado
algo distinto, quedando todos esos aceres y ese esfuerzo del
pensamiento en un espasmo, que sólo agrega más basura que
termina creando cansancio y desaliento, porque esas medias
verdades que genera el análisis de la particularidad, oculta
la realidad global del capitalismo, la esencia del humanismo,
como todo un sistema en proceso de deterioro.
Pero eso le ha ocurrido a millones de intelectuales, que
siempre han visto y analizado al sistema por separado, y en
eso nos conseguimos grandes literatos o poetas o cantores o
pintores; narrando las atrocidades del capitalismo, grandes
médicos o científicos, arquitectos o ingenieros, condenando
la ciencia y la técnica del humanismo, militares condenan-
do la guerra de manera brillante, pero ninguno de ellos se
ha preocupado por juntar globalmente al humanismo en el
análisis y conseguir ubicar la necesidad de lo distinto como
dato cultural, que sustituya al humanismo, y como no han
podido conseguir soluciones se dedican a perfeccionar lo
descubierto y a vivir con los pagos que hace el capitalismo
por favores recibidos, esto en los casos de quienes no se me-
ten en peo, en el caso de los que se meten en peo y se radica-
lizan les queda la cárcel, el manicomio, o el cementerio, por
vía del suicidio o por vía del asesinato perpetrado por el hu-
manismo a través de sicarios. Pero, ninguno hace lo distinto,
¿Cómo se plantea? ¿Cómo se genera? ¿Cómo se produce?
62
UN SÚPER HUMILDE
63
terioro de una sociedad, con la decadencia propia de una
sociedad. En donde todos sus resortes éticos se han roto.
Individuos que han descubierto la conducta de sus élites,
su razón de ser en el crimen y el saqueo. Individuos que
perfectamente nos podemos dedicar como lo hace una im-
portante porción de la sociedad, a la imitación de las élites;
pero en este caso, por convicción y voluntad, sin que nadie
nos obligue, decidimos plantearnos ante la disyuntiva o la
posibilidad de la desaparición de la cultura de lo individual
constituido, alimentar la posibilidad de una cultura que sea
en lo colectivo.
Estos individuos debemos interrogarnos sobre diversos te-
mas no importando lo espinoso que sean, ni cuánto nos
afecte su discusión. Porque debemos tener claro que cada
vez que toquemos un tema seremos cuestionados los indi-
viduos egoístas que somos. Nos tenemos que organizar de
la manera que mejor permita el encuentro de los egos, con
los límites propios de los egos, con el tiempo de los egos,
sin ideologías, sin ilusiones, sin aspiraciones de vivir juntos
para siempre, por la sencilla razón de que todos nos estamos
separando del aparato de producción y las relaciones de pro-
ducción que este genera, y no es posible la juntura sino en
el marco de la creación de otra cultura y esta a su vez no es
posible sin la participación decidida de las grandes mayorías
proletarias; por tanto la juntura del hoy es circunstancial y
se mueve bajo los intereses capitalistas que tenemos, en la
satisfacción del consumidor que somos.
64
capitalismo. Todo el mundo dice que el capitalismo se jodió,
está en un barranco, no hay vida, eso sí lo conseguimos en
todas partes, un mercado de la desesperanza intelectual.
Porque es también una profesión ser cronista de la guerra,
en este caso de la muerte del sistema capitalista. Como todo
buen supermercado de consumo masivo encontramos de
todo: desde analistas militares que describen en exactitud
los sistemas, tecnologías, tácticas, estrategias, métodos y for-
mas, hasta charlafilósofostelevisivos, buscadores de aplausos
que no intentan más que ponerle colorete al muerto para
que no se vea tan feo.
Además, es cómodo y les pagan para hacerlo, ahora el pro-
blema es quien tiene el atrevimiento de decir que va a pasar
después del capitalismo, está bien se va pal coño, ¿Qué va a
pasar? ¿Dónde está la discusión sobre eso? ¿Qué vamos ha-
cer? ¿Qué hará la gente que va a vivir esa situación, como va
a vivir? ahora nosotros podemos hacernos los lomo e baba,
y vacilarnos este gobierno y todas sus prebendas, pero haga-
mos lo que hagamos y comportémonos como nos compor-
temos no cambiará la situación, esta seguirá su curso.
Algunos pasarán a la historia como los tristemente celebres
músicos del Titanic, que mientras se hundía ese parapeto,
los tipos le ponían buena música a la tragedia.
SEREMOS LEPROSOS
65
Abandonemos, por ejemplo, la idea de pensar que somos
un colectivo. Tendemos a pensar que en el mismo momento
que nombramos el dato cultural de lo colectivo ya eso nos
convierte en colectivo automáticamente, cuando eso no es
cierto y no puede ocurrir en 20, 30 o 40 años más, que po-
damos vivir. No va a ocurrir el hecho que nos transforme en
colectivo, ser culturalmente colectivo eso no es posible, por-
que eso entraría en el mundo de la ideología, de la fantasía
y retrocederíamos siglos en el pensamiento, repetiríamos la
historia del humanismo y su tragedia.
Estas discusiones deben tenerse con claridad: somos indi-
viduos, individuos de una sociedad en decadencia, enten-
derlo desde esa perspectiva, porque esta sociedad no está
floreciendo, no está entrando en una crisis de nacimiento,
de que está llorando porque va a parir. No, no está parien-
do, lo que se está es muriendo, esta es volviéndose mierda,
ahí tenemos que tomar una decisión, le dedicamos la vida a
tratar de salvar lo insalvable, al sibaritismo, al vivalapepismo
o le dedicamos la vida a crear un pensamiento. Esas son las
alternativas que se nos presenta, todas válidas para los que
vamos a morir o ya estamos mejor dicho muertos; si, eso
nos angustia, conversar, buscar y hurgar donde está precisa-
mente la respuesta, en el espinal de esta contradicción. Me-
ternos en el espinal, cuando todos queremos vivir las mieles
del capitalismo, los aplausos, eso por supuesto que conlleva
a que nadie nos tome en cuenta, seremos leprosos, porque
nadie puede alabar a un ego que todos los días nos mienta
la madre.
66
ego, quien habla por nosotros, no somos nosotros; algún día
hablaremos o hablará el nosotros, lo que soñamos, por eso
decimos que nosotros fuimos soñados como un futuro.
¿Cuándo vamos a soñar el futuro? Porque el futuro no existe,
el futuro se piensa, se planifica, se diseña y luego se constru-
ye en la realidad, dentro de la realidad, no fuera de la reali-
dad, entonces esa es la disyuntiva en el individuo, en el que
se está planteando esto. No es el fin del mundo si nosotros
no hacemos esto, si no nos consagramos a la creación del
otro pensamiento, o los que creen ideológicamente que si no
lo hacemos todo esto se acabaría, sin comprender que esto
no se acaba hasta que no se destruye la sociedad enferma, y
eso es independiente de nuestra existencia como individuos,
lo que pasará si no se piensa es que no podrá construirse otra
cultura, porque una hecatombe no construye nada. Porque
si no sería fácil tumbar un gobierno y dejar que la buena fe
haga todo, por eso los individuos debemos decidir qué papel
jugar en la historia, en este caso en medio de la destrucción,
podemos decidir vivirnos el tiempo o ser soldados ideológi-
cos de un supuesto futuro preconcebido o dedicarnos a pen-
sar sobre otra cultura y no caer en el chantaje ideológico de
“si no hacemos tal o cual cosa no estaremos a la altura de los
tiempos” porque ya se es, nada más por estar en este espacio,
en este tiempo histórico y sus contradicciones. Lo demás es
lo que decidimos hacer en ese tiempo.
67
porque ¿cómo nos metemos en una vaina sin método? Es
un desorden, ¿cómo nos metemos en un desorden sobre
todo cuando estamos acostumbrados a un orden que ya
conocemos y está incorporado al cuerpo y nos tiene todas
las respuestas? Estamos acostumbrados a tener un orden, a
ser aplaudidos y aceptados o mejor tolerados que es lo que
somos; pero precisamente ahí está la aventura, no sólo que
podamos producir un concepto sino la metodología del con-
cepto y la expresión de la metodología del concepto y las for-
mas del concepto, porque si no, no va a ser un pensamiento,
va a ser un remedo del pensamiento que ya existe. Hay que
crear la forma, el contenido y el método de la cultura comu-
nal. No puede haber un sancocho de pura olla sobre el fogón.
Hay que pensar en sugerir y construir una metodología
que diga la palabra nueva, aunque suene pretencioso, pero
sí, que intente, por sí misma, ser diferenciada. No importa
cuánto tiempo nos lleve construir la metodología, no buscar
ganar tiempo, ni aprovechar recursos en el plano existente,
ni generar más rápidos resultados, si al final esos resultados
estarán contaminados con lo existente.
El parir es un hecho natural. Si una mujer pare, sale un mu-
chacho o una muchacha que pueden ser morochos, tripo-
chos, y más y eso es natural para todo el mundo, que un ser
vivo, para seres vivos o muertos de su propia especie, pero
si una mujer pare un cochino, García Márquez se gana el
Nobel.
Difícilmente un cadáver puede parir lo vivo, pero peor aún,
nunca podrá parir otra cosa, en este caso otra cultura; sólo
en la medida en que conscientemente esto se piense, pue-
de ocurrir como hecho histórico. ¿Es que acaso seguiremos
repitiendo las sociedades ficticias para salir del paso, acaso
los pobres no somos quienes pagamos las consecuencias de
esas tragedias? Entonces, los pobres debemos obligarnos a
pensar para no continuar siendo esclavos.
No nos preocupemos, la metodología aparece en la misma
medida en que trabajemos en el pensamiento. Nosotros hoy
podemos pasar todo el día y conversar sobre eso, no es un
tipo solo que está pariendo como crear una metodología
para entrompar una discusión que no ha existido.
68
LA HOGUERA DE ESTOS TIEMPOS
69
sustento pueblo temeroso que hace que el temor le permita
ser gobernado, que acepte la sumisión y eso es producto de
una situación que genera la debacle, como lo es la aparición
de un gobierno que no estaba previsto en los planes de la
burguesía. Nosotros tenemos unas premisas que ya están allí
en la mesa y son claves prácticas. Hay otra clave que es la ac-
tuación del individuo en el marco de los puntos difíciles en
que se desenvuelve este proceso. Por ejemplo el 89, el 92, el
2002, el paro petrolero, la muerte de Chávez. Hitos que nos
ubican en cómo se produce inmediatamente una respuesta
donde el individuo se transmuta en acción colectiva, en su-
blimación que, podemos señalar, como el germen o feto de
la cultura comunal, lo colectivo, que se ha expresado varias
veces en el país.
Ese tipo, el mismo que puede andar vendiendo droga, em-
panada, teléfono, el que trabajaba en Cantv, o el pescador, el
campesino, el obrero, la ama de casa, todos los que pueden
o no andar en una trampa se inmolan en una marcha en
defensa de sí mismos, del país, se inmolan por una cultura
posible en donde no van a vivir como individuos culturales,
donde sus prácticas cotidianas no serán posibles, porque al
juntarnos estamos prefigurando la posibilidad de otra ética.
Sin embargo, generamos ese hecho magnífico de la subli-
mación que es lo que al final queda; porque los individuos
volvemos a nuestra individualidad, a seguir trampeando, a
seguir engañando, a seguir trabajando en el marco de la cul-
tura de la explotación; pero lo que queda de todos nosotros
es el acto, la historia, ese punto especial que nos sublima a
todos.
70
el mundo, y nos hubiéramos reído del loco seguramente.
No había nada en su contextura física, no tenía una luz ni
unas mariposas amarillas que lo siguieran, no tenía ese re-
lámpago del Catatumbo cada vez que hablaba, cuando nació
no se abrieron las aguas del Boconó, no hubo terremoto ni
huracán en Sabaneta. No era verdad que traía consigo una
fuerza sobrenatural, pero la vaina más impresionante es que
se muere y segundos antes para todo el mundo la realidad
era que si Hugo Chávez moría se acababa todo. Incluso el
mismo Maduro, el mismo Diosdado echan ese cuento, ellos
dicen que se cagaron, pensaron en la guerra civil. Entonces,
el comandante murió y dejó esa deflagración atómica de la
soledad en nosotros; el tipo más impresionante de este siglo
muere y con él la lógica de esa idea del personaje histórico,
del personaje fuerza, del personaje ilumina masas, el mesías.
Murió a plena luz del día, murió sin un testamento, sin un
libro mágico, no dejó los diez mandamientos, nos quedamos
con Maduro, con Diosdado, con el directorio. No dejó el co-
fre mágico y la vaina sigue, aquí estamos, eso nos llama a re-
flexión ¿Realmente radica la fuerza en el individuo? Esta re-
volución demuestra que no, como lo demostró la revolución
soviética, no era Lenin, no, radica donde siempre a radicado
en nosotros el pueblo. Honestamente los grandes líderes lo
han dicho, pero el poder oculta la realidad, si revisamos los
discursos de Chávez, lo repitió hasta el cansancio.
Ahora el problema se nos presenta cuando debemos saber
que somos huérfanos de líderes, mesías, predestinados, dio-
ses. Que como clase debemos crear absolutamente todo o
más bien, comprender qué es lo que somos como pueblo.
Quienes siempre hemos creado absolutamente todo, que no
necesitamos guías, ni jefes, ni dueños, ni dioses a quien se-
guir. Que no necesitamos mantener a nadie para que calme
el hambre, los miedos y las ignorancias; razones por las que
se nos ha dominado en todos los tiempos.
Que debemos valorarnos, querernos, mirarnos sin inter-
mediarios, sentir orgullo, sabernos la fuerza que mueve lo
que existe y que podemos hacer la tragedia del capitalismo o
71
construir otra cultura. Que nada hay fuera de nosotros, que
no necesitamos ni esperanzas, ni utopías, que si lo decidi-
mos somos el horizonte que no necesita marchar a buscar
nada en el afuera.
72
mandando las jugadas que se están mandando es porque se
están atreviendo en un momento donde hay que atreverse.
El problema es ¿para qué ellos se están atreviendo y para qué
nos vamos atrever nosotros? Ellos se están atreviendo para
su perpetuidad igual que los chinos y otros, para su lógica
burguesa, para seguir sosteniéndose como poder mundial,
para sustituir a los gringos o a otros poderosos. Ellos se están
atreviendo en medio de la gran guerra interburguesa, que en
la actualidad se libra por el control absoluto del planeta.
Viene nuestra pregunta como pobres ¿cuál es nuestro plan y
para que nos vamos a atrever? Como pueblo estamos obliga-
dos a reconocernos, a entendernos, a saber no traicionarnos
por un bollo de pan por seguir a un poderoso que igual nos
somete. En ese sentido, ¿para qué usamos este atrevimiento,
para qué usamos este esfuerzo, para qué nos juntamos, para
qué seguimos obstinadamente buscando vías si no nos re-
sultan otras, para que torcernos la cabeza, si ya existe un mé-
todo, para qué seguir pensando en crear otra cultura, para
qué otro pensamiento si ya hay bastante? Porque si un pue-
blo que sabe que los amarres éticos que lo mantienen atado a
la esclavitud han sido rotos, no se atreve a cambiar las condi-
ciones materiales de su existencia, es un pueblo que merece
la esclavitud por siempre y cambiar las condiciones, no quie-
re decir comer más, tener carro, estudio, cargo, vivienda, es
atreverse a crear otras condiciones materiales, otro modo de
producción, otra mirada, otro sentir, otro ser, otra cultura; y
para eso debemos aprovechar la gran rendija. Todo lo demás
serán vulgares hechos anecdóticos.
73
la acción comunera, hasta dogmáticos en todas las estancias,
en todos los espacios, desde agroecólogos, hasta urbanistas
clasificados.
Hay una incapacidad de asumirnos ignorantes ante lo otro,
porque sin el poder del conocimiento no cobramos la plata,
no nos aplauden, no nos publican.
Como clase no podemos dedicar la vida a ser unos reflexólo-
gos de una especie que está muerta en vida; el cerebro debe
darnos para pensar fuera de esa lógica, no podemos ser cro-
nistas de la hecatombe, porque la hecatombe somos noso-
tros, somos el cadáver, quien anota, quien hace la autopsia, y
quien debe pensar en cambiar esa condición.
74
no es que no hay pobres o ricos, no es que no han existidos
alzamientos ni aplastamientos, siempre los hubo. Pero, para
hablar de enfrentamiento, para hablar de lucha de clases
una clase y otra tienen que haber tenido claro sus intereses,
ahora ¿Qué interés tenía o tiene una clase que pide aumento
de salario para seguir siendo esclavos? Hoy los obreros de
Cantv se reúnen con Maduro para pedirle más salarios, Ma-
duro les da 30%, pero ¡nooooo!, queremos 100%. Y así son
todos los gremios. Su único objetivo es matar la cochina de
los treinta cochinitos.
Entonces, si lo vemos desde esta perspectiva no seríamos
una clase que según dicen está históricamente destinada a
transformar el mundo, o predestinada a transformar el mun-
do, si seguimos pidiendo aumento de salario, eso sólo quiere
decir que existimos como clase que se constituyó en fuerza
a partir del 89, ahora como clase no tenemos conocimiento
de existencia para la trascendencia, aun cuando somos una
fuerza y hemos producido muchas claves que sin ellas es im-
posible, que se genere o se cambie la historia.
Los pobres somos la única fuerza real que hay ahora con ca-
pacidad para generar pensamiento y otras formas orgánicas
de existencia. Lo que nosotros estamos planteando, es que
como clase empecemos a preguntarnos, que dejemos de se-
guir pidiendo: “dame casa, dame techo, dame estudios”, una
clase que está en esa no tiene ninguna aspiración de dejar de
ser esclava, por el contrario remacha su condición.
Pero muchos dirigentes durante siglos, nos dijeron que esa
era la lucha, no sabíamos que para ser una clase para sí,
debemos tener un motivo para luchar, un motivo que nos
haga trascendentes como clase. El interés de los pobres en
el marco de esta lucha es desaparecer como clase y para ello
tenemos dos grandes tareas en la historia: enterrar el cadáver
del capitalismo y para sepultarlo debemos separarnos de él
75
y preparar las condiciones para la creación de la cultura que
ha de sustituirlo, previa desaparición de las clases. Y debe-
mos tener claro que eso no es un hecho mágico, mecánico o
lineal, que es un largo proceso de experimentaciones y equi-
vocaciones, muchas de ellas dolorosas, pero es la tarea.
Debemos, como clase, aprovechar el marco actual para saber
de nuestro pasado: ¿Cómo surgimos, a quién le servimos,
por qué le servimos, y por qué no debemos servirle? ¿Cómo
crearon sus leyes, sus ejércitos, sus instituciones, sus me-
canismos de transmisión del conocimiento, cómo los fue-
ron perfeccionando en el tiempo, sus aparatos de represión
cómo los fueron remachando? ¿Cómo surgió la fábrica, y
todos los sistemas de explotación que le acompañan, cómo
se impusieron las necesidades innecesarias? Todo eso debe-
mos averiguar. Para tener claro las condiciones en que debe
constituirse la otra cultura.
Pensar como se genera la angustia del otro pensamiento,
a partir de que angustia, porque no hay asidero del hecho
práctico, no hay muestra práctica de lo que hay que hacer.
No hay ejemplos prácticos, no hay vitrinas y eso es una ven-
taja; que puede atormentar mucho, sí; pero es una ventaja.
El campesino, por ejemplo, no existe como una clase estruc-
turada, porque se la tragó el hacer del capitalismo, entonces
no podemos hablar de los intereses de la clase campesina.
No hay cultura indígena estructurada en este país, porque
al igual que con los campesinos el capitalismo impuso sus
modos, usos y costumbres a lo que alguna vez fueron cul-
turas indígenas, pero como se ha desatado una mercadería
política muy arrecha, y esa mercadería política se ha basado
justamente en vender la idea para que alguien la compre de
que existe tal o cual fuerza y yo la represento. Pero todos esos
profesionales de las ciencias sociales, lo que son es un grupo
de buhoneros de la política. La clase no puede convertirse en
buhonera del pensamiento.
Hay preguntas que debemos hacernos ¿Cómo podemos ha-
blar de cultura indígena viva, activa; si en cada región en
donde habitan los compañeros se están construyendo uni-
76
versidades, y viviendas al modelo capitalista, si su consumo,
su vestimenta, corresponden a la cultura humanística; si ya
hay arraigo de la propiedad privada, si los niveles de comer-
cialización corresponden a la cultura humanística, impuesta
por códigos ideológicos, luego del sometimiento por las ar-
mas?
77
para perpetuarme cual Dios” Correctamente, Dios es un
concepto absoluto, perpetuo, eterno, la burguesía dice: “yo
seré eterna”
Ahora, eso no lo hace la burguesía esperando aprobación
porque ya no tiene un Dios. Lo hace a conocimiento de su
existencia, con conciencia de existir, y lo hará a costa de lo
que sea y de quien sea; como lo ha demostrado en el trans-
currir de la historia. Sus matanzas son insuperables, es una
clase caníbal cebada en su propia especie. Por eso, crea mu-
seos, universidades, fábricas, ideologías, y por supuesto un
Estado a su imagen y semejanza, para que le prolonguen la
existencia.
Y esa prolongación está sustentada en un aparato poderoso
que nos reproduce como ricos y como pobres, son las con-
secuencias que genera ese aparato, esa cultura. Pero, en el
marco de sus contradicciones, la dinámica la lleva a tragarse
a sí misma, lo que hace posible la aparición de una revolu-
ción planetaria, la cual abre una inmensa rendija en don-
de los pobres pudiéramos, por vía del conocimiento, crear
las condiciones para construir la otra cultura. No es que la
burguesía nos sueña para que la enterremos, porque ella no
entiende, ella no está planteándose morir, sino vivir eterna-
mente. Mal puede haber pensado a sus sepultureros (nos
sueña como sus esclavos) ahora las relaciones de producción
en la dinámica del aparato de producción de la cultura pro-
ductiva, hace que aparezcamos como los sepultureros, tal y
como definió Marx, una de nuestras tareas históricas.
Hay una interrogante que se deriva de esa idea de Marx. ¿Por
qué no nos llamó los asesinos del capitalismo? Pudo haber
dicho los asesinos. Son oficios distintos, el de sepulturero
y el de asesino, aunque un asesino puede ser sepulturero y
un sepulturero puede ser asesino, pero los oficios son dis-
tintos aunque pueden convivir los dos en un mismo indivi-
duo. Ahora el mundo está conquistado, controlado, y la pe-
lea actual es entre quienes quieren ser dueños absolutos. En
medio de esas peleas interburguesas por el control, se abren
rendijas por donde nos coleamos nosotros entre el desastre;
78
pero las características de este colapso a otras crisis, es que
este es planetario, como planetario es el imperio humanista
en su fase superior, el fascismo.
Es en este marco en donde estamos obligados a pensarnos
como clase, eso implica saber, ¿Qué nos hace históricos
como clase?, ¿Por qué trascender?, ¿Qué significa desapa-
recer?, ¿Cómo desaparecer?, ¿Qué debemos abandonar?,
¿Qué debemos proponer como dato cultural que sustituya al
actual humanismo?, ¿Qué debemos estudiar?, ¿Qué accio-
nes emprender, cómo organizarnos en este tiempo?, ¿Cómo
entender el tiempo del desmoronamiento sin que esto nos
lleve a la quietud y a la creencia de la espera, para nosotros
emprender lo por hacer?, ¿Cómo comprender que la tarea es
ya, pero sin el apuro con que fue construida esta sociedad? Y
como estas, muchísimas otras interrogantes que como clase
debemos hacernos y respondernos, así como la clase bur-
guesa se determinó, tejió su destino, diseñó su futuro, así
también nosotros como clase debemos pensar y diseñar lo
por venir.
Pero todo pasa por comprender nuestro desaparecer como
clase, porque en nuestra desaparición está la desaparición
del sistema dominante, ya que somos nosotros quienes lo
reproducimos y sostenemos.
79
cia y crear otras que hagan posible la construcción de otro
modo de producción y con él, otras relaciones y otra cultura
y otra gente, radicalmente distinta a los explotadores y ex-
plotados que somos en la actualidad.
Para nosotros esta es la gran interrogante: ¿Es viable abrir,
plantear y conversar si es posible otra perspectiva cultural
para la vida?
80
el problema no eran los ricos, ni éramos los pobres, sino el
sistema mismo hoy representado por las corporaciones que
dominan a todo el planeta, y que son sus contradicciones las
que producen revoluciones.
En la cotidianidad de la fábrica se generan relaciones de
producción, la interrelación dinámica de las clases está su-
premamente relacionada con el aparato, el modo de produc-
ción, quien produce a las clases. A unos los produce como
dueños y a otro nos produce como pobres. Cuando lo vemos
desde esta perspectiva, entonces podemos entender que una
clase si puede tomar decisiones.
81
gestión empresarial, hablan el mismo lenguaje patronal y
al final terminan siendo patronal, aplicando la misma in-
eficiencia empresarial del capitalismo. Entonces, no es ver-
dad que la solución es producir más, bajo la administración
obrera en cualquier modalidad, y eso se ha demostrado a lo
largo de la historia, no sólo en los países que llamaron socia-
listas, sino también en los países capitalistas, porque si algo
quiebra por su ineficiencia, es el capitalismo.
La teoría de que el capitalismo produce la riqueza y la labor
del socialismo es distribuirla, no es cierto. El problema es
en medio de la debacle, ¿Qué papel vamos a jugar en ella?,
¿Podemos pensar otra cultura? Esa es la gran discusión ¿Se
reactiva el aparato de producción o se elimina?
82
como norte el norte y cuando no es el sur del sur de Bolívar
pa’ llá, todos ambicionamos irnos. Pero no hay uno que no
se rasgue las vestiduras diciendo que es más venezolano que
el Manirote.
La élite no conoce Venezuela, por más propagandas que
hagan de sus productos y que nacionales como el pabellón
criollo. No saben un carajo de ser venezolanos. Juan Vicen-
te Gómez por, ejemplo, era criollito, criollito, pero él, fue el
gran mayordomo de las transnacionales petroleras y comer-
ciales que saquearon y aun saquean a este país. Seguramente
Gómez desayunaba arepitas andinas y se jartaba de suero
con maguey y bebía miche, hablaba como cualquier otro
viejo original del páramo y en temporadas de frío lucía su
mejor chamarra o poncho. Pero no puede llamarse venezo-
lano Gómez, porque regaló a Venezuela entera.
Como él, todos los presidentes antes de Chávez, la inmensa
mayoría de los profesionales, de los políticos de izquierdas y
derechas, si hurgamos en cada plan para el país detrás con-
seguimos una copia de lo extranjero. El único que habló en
público de las bondades que somos como país fue Chávez,
porque sentía orgullo de ser, no sólo de este territorio, sino
de provenir de la clase pobre, como muchas veces lo dijo;
sin demagogia alguna. Se sentía orgulloso de su nariz entre
negra e india, de su color, de su verruga, de su hablar, nada
lo avergonzaba, un venezolano en toda la línea.
Como pueblo elegimos a un igual, pero eso no basta; nece-
sitamos romper con las cadenas de la cultura de la repre-
sentatividad y empezar a pensar en construir la cultura de
la participación protagónica en todos los ámbitos de la vida.
El diciembre de 2014, toda la oposición que tenía plata viajó
al exterior y los chavista con plata, no viajaron porque tienen
que estar metidos en el paquete, porque esa discusión está
planteada y esa ladilla de Diosdado, ajá, te tengo pillao, te
fuiste, eso frena a un poco de bichos que se quieren dar su
vueltica por las Europas, los mayamis y los niuyores. Porque
esos igualito quieren estar en Disneyworld, porque los edu-
caron para eso, toda esa clase media fue educada para aban-
donar este país de mil formas, como intelectual de izquier-
83
da, como profesional, como derecha, como buhonero, como
científico, como deportista, como usted lo busque, todos
queremos arrumarnos aunque sea en Maicao o Cúcuta, con
tal y salir de este país de indios y negros, flojos y chavistas.
EL VIEJITO DE LA CLASE
84
proponernos una teoría, un hecho cultural a ver qué va a
pasar, si el chamito empieza por sembrar, por pescar, si el
chamito, la chamita están en esa jugada permanente, eso es
lo que le va a construir un íntimo ético, y estamos conven-
cidos de que lo único que nos puede recuperar a nosotros
como especie es el dato natural, no hay otra manera; bueno
a nosotros no, nosotros estamos jodidos, pero como pueblo,
nos recupera el hecho natural, volvernos a la tierra, pero no
volvernos para comernos, para destruir, para robarnos lo
poco que queda, si no para rehabilitarnos en y con la tierra
bajo otro concepto de la vida.
Las condiciones naturales nos rehabilitan porque nos conec-
ta con la cotidianidad del monte, el cuerpo se devuelve a su
animalidad y comenzamos a percibir la relación como tal
animal, ya no tenemos poder sobre ella. Comprendiendo,
que su ocurrencia está relacionada con la desaparición por
conocimiento, del hambre, el miedo y la ignorancia que nos
construyó como esclavos, en la superación del ser, de la ne-
cesidad que trasciende al ser del conocimiento.
85
minación absoluta, de destrucción de las culturas existentes
en todo el territorio, aun bien entrado los sesenta, se podían
diferenciar ambas culturas, la sencilla y enraizada cultura de
los pobres a la que perteneció Chávez, con su solidaridad,
sus rasgos colectivos, su armonía aun dentro de la tragedia,
y por el otro la arrolladora, ordinaria, consumista, derro-
chadora, ignorante, altisonante, contaminante, cultura euro-
gringa que termina imponiéndose, porque es el aparato de
producción que se va extendiendo por todo el territorio. Es-
tas dos culturas se diferencian en esos años, como las aguas
del Orinoco y el Caroní por los lados de la isla de Fajardo,
en los barrancos de San Félix. Ya hoy, todos somos gringos,
hasta los que decimos que no, mascamos chicle y usamos sus
peretos.
86
des, los dueños no viven en las fábricas ni en las minas y sus
extensiones, sean barrios, urbanizaciones, supermercados,
iglesias, universidades, escuelas, hospitales o ejércitos.
Por eso, proponer construirnos comunalmente requiere de
pensar el territorio. Ahí algo está claro, es que sea cual sea
el sistema que se construya, debe realizarse en un territorio,
donde no esté asentada ninguna otra cultura, ni basada en
las premisas de otra cultura, ni sea la continuidad mejorada
o disminuida de otra cultura, porque no es lo mismo que
hagamos una comuna integral en Petare, a que la hagamos
en un territorio en donde podamos diseñar la política desde
el principio, porque Petare ya es un diseño del humanismo,
es una necesidad del humanismo, y como Petare todo el pla-
neta.
Ahora, ¿Nos queremos mentir? Bueno, justifiquemos y pun-
to y no nos radicalicemos en el pensamiento, ni seamos au-
daces en la acción y dediquémonos a vivir de la carroña que
deja el capitalismo, porque en definitiva de eso viven los que
tienen acceso a emitir opiniones o a orientar la opinión.
La cultura que se ha de pensar y construir tiene que cuestio-
nar el termino país como concepto, el país como símbolo,
porque el problema no es el país, el problema es el planeta,
no se puede construir o pensar una cultura con los térmi-
nos que impuso el capitalismo, entonces la contradicción o
la duda es, ¿Por qué hacer teoría de ser venezolano? Si la cul-
tura que se tiene que pensar tiene que cuestionar el término
país, inevitablemente la discusión tiene que darse planeta-
riamente, porque después del derrumbe, de la debacle, no
nos podemos proponer seguir siendo un país en los térmi-
nos en que se lo planteó, usó y explotó el capitalismo.
Estamos hablando de un concepto de la guerra, el país visto
como un concepto de la guerra, el país nación, el país Estado,
así es que existe el país, no existe de otra forma. Un país pue-
de ser muy pequeño, pero son gentes que tienen una misma
cultura en un marco geográfico natural concreto. Podemos
ser muy universales pero no ser chinos, neoyorquinos, o
mayameros, esa mutación sólo es posible en la clase media,
pero la gente de verdad, no imita esas ordinarieces, a la gente
87
la establece su modo de producir en una geografía y clima
específico, con unas estaciones, unas fronteras naturales y el
modo de producción que ha de determinar la relación con
los demás y el resto de la naturaleza. Un andino es un andi-
no, no porque lo decidieron los imperialistas de Francia, ni
un francés, o porque lo decidieron los imperialistas ingleses,
o chinos o japoneses. No, cada uno tiene un dato natural
que los constituye como universales en el sitio donde estén.
Ahora, ¿qué nos hace iguales? Es el sistema de producción,
la cultura que él genera. Entonces, franceses, italianos, andi-
nos, chinos, africanos, somos iguales como esclavos o como
dueños, como pobres o como ricos, en ese marco el sistema
creó las fronteras que dividen la propiedad privada, sin im-
portar clima o dificultades geográficas o topográficas, fron-
teras que se pueden mostrar con pequeños hitos, o mojones,
con muros, con puertas, con murallas, alcabalas y para ello
los ejércitos, las leyes, y las simbologías poderosas que des-
tacan a cada dueño, quienes se diferencian en la forma de los
uniformes militares, los himnos, las banderas, los escudos,
las constituciones, todos elementos ficticios que identifican
la dueñitud sobre el territorio y todo lo que en él está vivo o
muerto. Y en nombre de esa propiedad privada que llaman
país o nación, o patria, o matria, nos obligan a los pobres a
defender banderas, escudos e himnos que sólo son los trapos
rojos con que los dueños nos convocan a la guerra.
El concepto país, o nación o patria o matria, está asociado
a la guerra, al dueño de la guerra, que constituyó la nación,
que constituyó el Estado, ese concepto está siendo cuestio-
nado, ese concepto que está asociado a la representatividad,
a la violencia legalizada en el Estado que protege a los due-
ños, debe desaparecer. El proceso destructivo y cuestionador
actual colocará en evidencia no sólo lo filosófico del concep-
to, sino también su hechura física.
En la medida en que se constituya una cultura que sustente el
concepto de la participación protagónica, desaparece la fron-
tera impuesta de la guerra, porque son ficticias aun cuando
sus referencias sean naturales como un río, una montaña, un
desierto, el mar o el océano. El Arauca no separa a Colom-
88
bia de Venezuela, sólo separa una porción de gente que está
aquí y otra que está allá, sin embargo el río los determina a
todos. Son araucanos no importa si venezolanos o colom-
bianos, pero la guerra se encarga de diferenciarlos porque en
el marco del capitalismo están las fronteras de la guerra, del
reparto del botín territorial, que dice que uno tiene cédula
colombiana y otro tiene cédula venezolana. Unos pertene-
cen a la mina Venezuela y otros a la colombiana.
Hay una idea por crear que debe formar a un venezolano
que nunca ha existido, no hay un modo de producción que
lo haya determinado. El campesino que propone esta idea no
ha existido, nunca ha existido un venezolano no capitalista.
El que ha existido es culturalmente capitalista en la categoría
de minero y en la particularidad de los pobres somos escla-
vos en una mina, es lo que hemos sido, de lo que estamos ha-
blando es de que tenemos que constituirnos culturalmente
para ser un país, porque sólo hemos sido una mina.
Si la miseria intelectual quiere conformarse con los pegos-
tes simbólicos, que lo haga, pero nosotros los pobres que los
sufrimos, porque hemos sido explotados; debemos esforzar-
nos por pensar un país, porque salvar estas ruinas capitalis-
tas implica prolongar en el tiempo la esclavitud.
Nosotros fuimos decididos por los dueños, ellos impusie-
ron su religión, su modo de trabajar, de comer, de cagar, de
vestir, de calzar, sus gustos, sus placeres, su cosmovisión,
en fin, nos impuso el humanismo, esa aberración histórica
que constituye a la cultura europea. Un europeo es huma-
nista, sea esclavo o dueño, nosotros somos la imitación del
humanismo, el remedo, y para nosotros constituirnos como
país, nación cultural; debemos abandonar todo ese proceso
imitativo y centrarnos en construirnos como otra cultura.
Entonces, ahí podemos con orgullo llamarnos: venezolanos,
o como decidamos llamarnos. Cuando desaparece el apara-
to de producción es obvio que desaparece el pobre y el rico.
¿Cuál es la diferencia? La diferencia es que nosotros vivimos
en una mina y nos comportamos como mineros. Un país
europeo no es mina sino taller o centro de administración,
o banco que produce lo que se necesita en la mina, eso no
89
quiere decir que ahí no esté presente la lucha de clases. No-
sotros, hemos sido una mina y la lucha en la mina comporta
unas características distintas a las del país taller. Recordemos
el comportamiento de los obreros y la clase media francesa
ante la revolución de independencia en Haití.
Ahora, ¿qué significa ser venezolano no minero?, ¿qué signi-
fica ser un país y no una mina? Significa que debemos pensar
ese concepto, que nunca ha sido pensado, sino como la que-
ja, el deseo, el llanto, en lo mágico religioso, sino fuéramos
esto, si fuéramos lo otro, a lo más que se ha llegado a pensar
es en el marco de la imitación, los filósofos que hemos teni-
do, a excepción de Simón Rodríguez, que de paso no pensó
sino hasta su tiempo como correspondía, porque el deslum-
bre de la época estaba en la revolución burguesa que llega-
ba a su fin y comenzaba la construcción de su resultado. Si-
món Rodríguez, en el marco de su tiempo se dio cuenta que
aun para ser burgués y no mina, se debía ser independiente
como nación con reglas, con estado, con modos, usos y cos-
tumbres, con capacidad militar, originales; pero incluso para
que eso ocurra tiene que ser eliminada la condición de mina,
pero los parásitos dueños de la época les bastaba con ser in-
termediarios en el saqueo y el crimen de la gran burguesía
mundial, por eso la guerra de independencia se volvió sal y
agua y los grandes padres fundadores terminaron como lo
dijo Bolívar, arando en el mar.
Ahora bien, en este tiempo, las condiciones son otras y las
clases en pugna también son otras y los objetivos de las mis-
mas también son otros. Si eliminamos la condición de mina
pasamos por eliminar también la lucha de clases, porque el
capitalismo es un sistema global que abarca a todo el planeta
y ninguna mina dentro de ese sistema dejará de ser mina sin
que desaparezca el capitalismo como modo de producción,
como cultura. Crear una cultura no mina pasa por entender
que no podemos pensar en un país sino que ha de ser mun-
dial el sistema pensado, y requiere del concurso de todos
los pueblos del mundo pensar la otra cultura no mina, sin
dueños y sin esclavos. Es una propuesta mundial, porque el
sistema donde vivimos así lo es.
90
Pero si somos coherentes con lo que estamos diciendo, no le
podemos recomendar a los chinos como construirse cómo
chinos, sino que nosotros nos tenemos que preocupar es por
construirnos. La idea es un modelo de producción planeta-
rio, donde cada cultura se construya como se tiene que cons-
truir, no es que el chino nos va a decir a nosotros y nosotros
a los guatemaltecos como hacerlo. Ahora bien, ese sistema
debe crear sus propias relaciones, su manera de ver, de hacer.
Un sentido común que corresponda a la solidaridad no de-
clarativa, al intercambio sin la premisa del robo o el saqueo,
es decir, unas relaciones que conecten a los pueblos para su
bienestar y no para su empobrecimiento.
Los que pretendemos cambiar entendemos y decimos que
abandonar la mina es una posibilidad para poder ser vene-
zolanos, debemos crear un modo de producción. Ese modo
de producción tiene que sembrarnos para poder ser un país,
entonces seríamos venezolanos bajo otra perspectiva que no
la conocemos todavía. Con otra cultura que la determina
su modo de producción; ese venezolano posiblemente a lo
mejor decida no seguir llamándose venezolano, porque ese
nombre tiene una carga histórica de sometimiento.
Para que aparezca ese otro venezolano, nosotros estamos
obligados a plantearnos una propuesta que sea radicalmente
distinta al modo de producción que hoy existe.
Ni el destino, ni el futuro existe, como no existe el socialis-
mo, ni cualquier otra cultura donde los seres vivamos sin la
zozobra del hambre, el miedo y la ignorancia. La gran tarea
de nosotros los pobres, desde ahora y por muchísimo tiem-
po es por un lado desprendernos de toda esperanza, de toda
utopía, de toda creencia, de todo pensamiento mágico reli-
gioso, así sea científico. De todas las formas orgánicas crea-
das en el marco de la historia de la guerra o el humanismo,
que es decir lo mismo, desprendernos de todo conocimiento,
de todo pensamiento, de todo lenguaje, así sea poético, que
nos aferre al esclavismo y por otro, dedicarnos en conjunto,
buscando, ensayando formas orgánicas que permitan crear
el pensamiento, diseñar la política y los mecanismos para
fundar el futuro, decidir el destino en donde ya no estemos
como pobres o como dueños.
91
El destino como el futuro se sueña, se diseña, se construye,
así como nosotros fuimos soñados como esclavos, como po-
bres, nosotros podemos soñar a otros como un poema ha-
bitando la vida en su permanente cambio, sin sistemas que
pretendan perpetuarla como muerte.
La posibilidad de crear la otra idea nos pone en la disyuntiva
de pensar si el socialismo, si el comunismo es la otra idea.
¿Qué pasa si las ideas nacen de las confrontaciones sociales?
Por ejemplo, cuando surgió el humanismo el mundo occi-
dental estaba sumido en una profunda crisis de identidad,
estaba por decidir quiénes serían en el futuro, cuál su desti-
no, y en ese marco se constituyó una clase: los burgueses que
nacen de las contradicciones de los poderosos de la época.
Con esta clase surgió el capitalismo como un modo de pro-
ducción para la satisfacción de las necesidades de los indi-
viduos, pero a su par también de esa misma clase surgie-
ron las teorías utopistas, socialistas, comunistas, que decían
que ese mismo modo de producción debía ser para repartir
colectivamente esas riquezas que produjera, pero el tiempo
ha dicho que los liberales, los capitalistas, tenían razón: este
sistema sólo sirve para satisfacer las necesidades de los indi-
viduos y en el marco de su historia terminó por imponerse,
mientras que los comunistas y los socialistas pelearon por
quitárselo para usarlo como distribuidor de riquezas. En esa
guerra sucumbimos millones de pobres.
Antes que esta clase emita su propia idea, todas las teorías
que se emitieron están picadas de religión por todos lados,
incluso, aquellas que insurgieron cuestionando las religio-
nes. Porque toda idea que nace, tiene, no sabemos si es el
don, o la virtud o el defecto del misterio, porque es nueva,
siempre que una idea nace, sobre ella va a primar el miedo,
la condenamos por miedo a lo que desconocemos, la conde-
namos porque estamos imbuidos de las viejas ideas que se
han vuelto ideología en el cuerpo, y por esa fuerza de la cos-
tumbre las viejas ideas nos dicen que las ideas nuevas aten-
tarán contra nosotros, pero no es cierto, las nuevas ideas que
nacen de grandes confrontaciones sociales sólo buscan que
el mundo donde se vive tengan otra cultura, otro modo de
92
vivir, uno agradable fuera de esta tragedia que por miedo del
hambre y la ignorancia se aposentó como pegoste ideológico
en el cerebro social. Por eso, la idea cuando se pone en la
calle genera una lógica reacción, porque la idea dominante
no acepta que otra idea aparezca, porque la idea dominante
no está en un punto X del cielo, la idea dominante no está
escondida en una caja cuadrada, no está dentro de una cue-
va impenetrable, no, está en la realidad, en las condiciones
materiales en que se desenvuelve el cuerpo de las personas,
actúa desde las personas, por eso, domina y las personas nos
sentimos afectadas, porque nos incomoda la posibilidad de
atentar contra la fuerza de la costumbre, la comodidad apa-
rente. Ejemplo, en 1989 las condiciones materiales deterio-
radas de la sociedad enferma nos obligan a tomar decisiones
que en condiciones normales nunca haríamos, pero, apenas
se siente una aparente comodidad de inmediato nos quere-
mos devolver a estadios que sólo habitan en la memoria, y
sólo la construcción de otra idea nos puede sacar del maras-
mo de la nostalgia y colocarnos en la realidad.
Pero, en la sociedad eso no es tan fácil de aplicar, porque los
intereses de las clases, personas y grupos, obligan a devolver-
se y esa es una batalla que inicialmente se debe librar en el
campo del pensamiento, pero a la vez, en el mismo instante,
en el mundo físico, real y objetivo.
En la historia, todos los creadores de ideas, por diversos in-
tereses, y sobre todo por la necesidad del ego de ver realizada
su idea, y han terminado por ser negociadas para adaptarlas
como remedio y no como la idea que es. Es así, que naciendo
radicales en sus principios, en su raíz, en su esencia, termi-
nan reformándose para beneficio de lo existente.
Por eso, nos hacemos sectas, por eso los partidos, los gru-
pos, las religiones, los gremios, los géneros se hacen sectas,
y terminan volviendo ideología las ideas, las ideas terminan
siendo una pasta mal cocida, un mazacote detestable que las
personas terminamos defendiendo a ciegas.
Hay muchísimas preguntas que como clase tenemos que ha-
cernos para poder andar juntos. Entre otras, ¿qué es lo que
consideramos nosotros que es sectario?, ¿cuál es la ideología
93
que nos nombra, o es que nosotros tenemos nuestra propia
idea del nosotros?, ¿somos nombrados o nos nombran? Por-
que sabemos que las ideologías tienen parámetros fijos, dog-
mas, tienen misterios. La ideología tiene todo eso: un Dios
verdadero, padre, hijo y espíritu santo, tiene sus liturgias, y
en los sitios de adoración la gente canta himnos, esa es una
condición de la secta, sea política, sea poética, sea de lo que
sea, cantan un himno. ¿Dónde está el misterio?, ¿cuál es la
sagrada escritura de esta clase?, ¿necesitamos unas sagradas
escrituras que nos transforme, que adoremos?, ¿qué leamos
la palabra de alguien?, ¿dónde está el orden del día en las
discusiones de esta clase?, ¿dónde está la fecha fija de reu-
nión de la clase, dónde el salón fijo, dónde el sitio de reunión
para la comunión de la clase?, ¿cuál es el gremio que adora-
mos? No existe nada de eso porque estamos en un barranco
histórico y por primera vez nos percatamos que hemos sido
nombrados con la palabra poderosa de otros, que nunca he-
mos tenido nuestra propia palabra, por la sencilla razón que
no nos hemos pensado como clase para sí, que no hemos
diseñado nuestra política, que no hemos decidido nuestro
destino, nuestro futuro. Incluso los dirigentes de buena fe
que tenemos, que han salido de nuestras filas, nos nombran
amorosamente como el pueblo, las mayorías, la masa, pero
ellos no se incluyen en el nosotros, porque la palabra que
usan es la extranjera, la poderosa, la que siempre nos ha
nombrado para el uso y el cambio, en fin, es la exógena a la
clase y cuesta demasiado nombrarse desde el adentro, cuan-
do el adentro no ha producido su propio lenguaje, porque el
nombrarse requiere de un imaginario, de un saberse, de un
enorgullecerse, de un no basta existir, sino de ser esencial-
mente.
Nuestra expresión, nuestra palabra, siempre será en sus ini-
cios una palabra no acorde con la religión, será una palabra
cuestionadora permanentemente, incluso, nosotros no po-
demos seguir usando el término ideología para referirnos a
la creación de conocimiento o para su expresión. La ideolo-
gía es una percepción falsa de la realidad, es un mecanismo
que se usa para el sometimiento. Todo ejército, toda fábrica,
94
toda escuela, todo espectáculo o medio de promoción tiene
una ideología, lo que ellos llaman la doctrina. Ahora, hay
que preguntarse, ¿Qué ideología podemos usar como clase
para someternos, para obligarnos a pensar de una manera?
¿Qué obligatoriedad tiene alguien de pensar de una manera
determinada? Por el contrario, nosotros tenemos que permi-
tirnos la más amplia conversa, porque necesitamos crearnos,
ser nosotros, en los otros que soñaremos y mal podemos re-
petir los mecanismos de sometimiento mental que hicieron
posible nuestra esclavitud.
La discusión nos ha dicho que el individuo es un construc-
to antinatura y lo hemos evidenciado en la realidad. Ahora
nosotros estamos tratando de buscar en lo paralelo al hecho
individual y empezamos a descubrir cómo funciona la natu-
raleza, los demás animales, las plantas, y la conclusión es que
toda esa vaina funciona colectivamente ¿Cómo es que estos
animales que somos no funcionamos colectivamente, igual
que los otros animales? ¿Qué superioridad tenemos noso-
tros con respecto a los otros animales para funcionar separa-
damente de ellos? Esas son discusiones que nos ubican a no-
sotros sobre cómo se comporta el individuo y como pudiera
ocurrir nuestro comportamiento en una cultura colectiva.
Hay una diferencia en esta búsqueda. No es que andemos
buscando en el afuera lo que tenemos que buscar aquí mis-
mo y por eso, es mucho más doloroso las discusiones porque
nos afectan que jode, porque nos vemos obligados a atacar
el yo, a atacar el individuo que habita en nosotros, como
concepto, eso es muy doloroso, no es sencillo y siempre que
conversamos de temas escabrosos nos defendemos. Ahora,
¿Nos defendemos nosotros realmente como un hecho natu-
ral? No. Nos defendemos como concepto. El concepto sale a
defenderse, el cadáver brota de la boca y se planta, buscando
en el miedo la protección, como un escudo, saca la palabra
para supuestamente proteger el cuerpo, por el miedo que lo
habita, pero realmente lo que se está defendiendo es el con-
cepto, es el concepto que habla por nosotros.
Debemos estar vigilantes de lo que decimos y de lo que ha-
cemos, porque las ideas sin ninguna duda van a rozar siem-
95
pre el dato religioso, siempre está a la vuelta de la esquina la
trampa religiosa, y eso siempre hay que tenerlo con cuidado,
estar alerta de que nos puede ocurrir, estar pendiente, de que
sin darnos cuenta empecemos a armar vainas con dogmas, a
convertir lo colectivo en lo máximo, cuando ninguno de no-
sotros sabemos vivir en colectivo, el que lo diga se equivoca
o tiene otro interés de convertir esta vaina en un partido, en
una secta, en un gremio. Porque es bonita la palabra colecti-
vo tenemos que tener cuidado.
Nuestra habilidad como individuos sabios siempre nos pone
a la defensiva, y nosotros hemos discutido la conducta del
individuo que se pone a la defensiva ante el discurso de lo
colectivo, y pretendemos usar lo colectivo para beneficio
personal. Por ejemplo, obrero que piensa bota la fábrica, no
me condenen, ni mandar ni ser mandados, y eso lo quere-
mos aplicar en medio de un sistema que es absolutamente
dictatorial y pasa cotidianamente. Cualquiera lanza esa pun-
tica cuando se exige la responsabilidad y se apela a esa bara-
jita, o a las bolserías de la libertad.
Ahora, ¿Quién dijo que la libertad era nuestra? Cuando na-
cimos ya ese concepto estaba en el mundo, no es de la clase
porque nosotros no la hemos parido. La libertad correspon-
de a los burgueses porque ellos la necesitaban para poder
aplicar sus planes, pero ideológicamente es una palabra
puesta en nuestros cerebros como ideología, de esa palabra
hay libros, estatuas.
A nosotros nos toca es cuestionar esa palabra y su conteni-
do, pero no lo hacemos porque la ideología nos hace tram-
pas, por miedo, porque tiene miedo a ser cuestionado cuan-
do cuestiona los conceptos. ¿Entonces yo no existo? ¿Y mis
derechos? ¿Qué va a pasar con mis derechos? Cuando uno
dice todas esas idioteces o piensa esas idioteces, porque a
veces no las dice, pero las practica, se niega a pensar, a en-
tender que esos conceptos no son de la clase, que la clase
debe generar sus propios conceptos, no nos percatamos de
que estamos hablando como individuos, que es un concepto
hecho físico en el cuerpo que habita.
A nadie se le ocurre preguntarse porque si es libre no come
lo que le da la gana, el único individuo que come lo que le
96
da la gana es un individuo muy poderoso. El carajo está aquí
conversando y dice: conocí un restaurante en París y el ca-
rajo se monta en su jet particular y se va a París a cenar esa
comida tan famosa, se va a Tailandia, o a tal lado, pero, ¿Un
esclavo lo hace? El esclavo lo más que puede decir es: me
como esta arepa porque me da la gana, me como un perro
caliente y quien me va a decir que no, si soy libre, ¿Por qué,
yo no puedo comer perro caliente? Si yo soy libre, ¿Pasta
o arroz? Yo puedo elegir, para eso vivo en un país libre y
democrático, pero no nos damos cuenta que elegimos en lo
que ya existe, en lo que el mercado produce para nosotros.
Ahora, nosotros como clase debemos callar y no decir lo que
nos toca decir porque los individuos se pueden molestar, o
es que acaso no sabemos que la guerra furibunda desata-
da no es respuesta de ese malestar, o podemos escoger el
acto diplomático e irnos por las ramas, como cuando dijo
un compañero: nuestra clase en este momento histórico es
como un gato que se coloca sobre una patineta y es lanzado
por una pendiente, lo más seguro es que el gato se estrelle,
pero la clase no puede dejarse estrellar, debe pensar, debe
diseñar, debe planificar, debe realizar planes, hacer política,
de otra manera le sucederá lo que al gato.
Hemos sido lanzados miles de veces por la pendiente de la
historia y siempre nos hemos estrellado por esperar que al-
guien nos salve. No esperemos, no creamos. Pensemos, sea-
mos nosotros. Esa es la disyuntiva en la que nos coloca la
historia, seguir siendo esclavos o decidir ser lo que nos dé la
gana, sin importar, qué carajo digan los explotadores y sus
mayordomos.
Ahora, ¿Para qué estamos aprendiendo este discurso, para
qué lo estamos construyendo? ¿Para pelearnos con los de-
más? Si es así estamos equivocados, porque eso nos vuelve
una secta. Este discurso nosotros lo estamos construyendo
en la medida que vamos pensando, que vamos compren-
diendo, que vamos haciendo cosas, cosas que salen mal, que
salen bien, y llegamos a conclusiones.
Este discurso no busca salvar esto, ni a jipis ni a obreros ni
a campesinos, el mundo está ahí, uno no puede dedicarse a
cambiar el mundo porque perdería la vida en eso, los siste-
97
mas no se cambian, los sistemas viven y mueren como todo
ser natural, porque eso es una idea y las ideas son naturales,
las ideas no son del aire, nacen de la gente y sus circunstan-
cias históricas.
Ahora su ciclo de vida y el poder que sostiene una idea, bus-
ca permanente mantenerse en la eternidad, pero como la
idea muere muy rápidamente, entonces se crean elementos
físicos para que esa idea se vuelva estructura física y se con-
vierta en un hecho poderoso, dominante, eso hizo la burgue-
sía: convirtió una idea en un acto poderoso, pero si ella no
hace eso, hace rato hubiera desaparecido. Porque sabemos
que la burguesía, por ejemplo, tiene inmensos laboratorios
de la comunicación, de la información, de la propaganda, la
burguesía invierte dinero en la religión, en los museos, en las
plazas, en las escuelas, en las universidades, en los ejércitos.
Un burgués siempre está rehaciendo una iglesia, arreglando
una catedral, financiando una universidad, refaccionando
una escuela. Siempre están ordenando hospitales, siempre
quieren mejores ministerios, porque son las estructuras fí-
sicas a través de las cuales permean la idea a los cuerpos de
las personas que van naciendo, porque si esas estructuras no
estuvieran ahí los cuerpos de esas personas que van nacien-
do no se contaminarían de esa idea.
Las ideas no surgen por contrarias. Surgen a partir de una
realidad. Nosotros tenemos años viviendo esta realidad,
sabemos de la pobreza, estudiamos toda esa vaina, descu-
brimos un montón de datos, esos datos nos van sirviendo
para la posibilidad de crear otra cosa, a lo mejor podemos
equivocarnos, porque mañana decimos hay que tumbar el
gobierno, porque esos ministros no quieren hacer lo que
nosotros estamos pensando y ahí nos vamos a llevar un es-
trellón, porque vamos a saber lo que es un ejército dándote
coñazos, porque por muy de pinga que sea Maduro, Dios-
dado, por mucho que no nos quieran dar latigazos. Si nos
paramos en una plaza a echarles tiros, los tipos van a buscar
los mecanismos de volvernos mierda y más todavía cuando
somos pobres.
Porque no tenemos ejércitos, no tenemos estructuras físicas,
no tenemos universidades, ni escuelas, ni hospitales, no te-
98
nemos nada de eso que defiendan la idea, por eso, una idea
es muy pobre en términos de su nacimiento, porque no tiene
fuerza, no es poderosa en su estructura física, puede ser po-
derosa, porque como toda idea, convence gente, pero no es
poderosa en términos de la continuidad. Mientras no habita
el cuerpo, no se hace cultura física.
Esta idea está intentado implementar su primer acto físico,
trata de conseguir congéneres, convives para apoyarse y se
entiende que se apoye entre los iguales de la clase, porque la
clase en medio de los combates se va desprendiendo de los
pegostes ideológicos con que hemos sido criados, porque en
las refriegas se pone en evidencia la falsedad de las ilusiones
que nos han vendido durante siglos y eso nos crea deses-
peranza y luego fuerzas para crear. Eso, nos llevará años, es
un primer paso que da la idea para no morir al principio y
después esa idea se supone que se vuelve física en un libro, se
vuelve física en un video, en un suplemento, en una película,
en una pintura. Ahí va teniendo existencia.
Hasta que da pasos más audaces como la experimentación
física en los territorios y comienza a conversar de la casa,
luego pasa a experimentar la casa, a la averiguación, a la
equivocación, a la invención, así en todos los aspectos que
hacen posible la existencia de la especie.
¿Cuál es el error? Creer que es una gran idea y que basta con
salir a predicarla y ya todo el mundo se convence y cambia
radicalmente y de la noche a la mañana ya todos somos fe-
lices. Pues no, su presencia es muy débil y es muy fácil des-
truirla porque nosotros somos hambrientos, tenemos mie-
do, ignoramos demasiado, no tenemos capacidad personal
para defenderla, no nos hemos construido un íntimo ético,
no nos hemos hecho responsables. Porque la idea no es de
un grupo, la debe producir toda la clase y para que ello ocu-
rra se deben librar los combates que se presentan en la rea-
lidad y son esas confrontaciones las que van dando el abono
para que la idea florezca.
Esos combates son en todos los frentes, en el lado físico,
en el imaginario, en el conocimiento y de cada una de esas
contradicciones se va prefigurando el andamiaje de la otra
cultura. No antes, no por deseo, no por magia. Es por el em-
99
patuque de la guerra que se hace posible el desaparecimiento
de las clases, porque desaparecen las condiciones materiales
que les hacen posible y con ellas, la fuerza de las ideas que
las sostienen.
Hay una clave de las muchas que ha emitido este hacer, que
nos involucra y que debemos estudiarla. Esta clave es lo pa-
ralelo, aplicada no sólo por el gobierno sino también por la
clase en las batallas más difíciles. La idea tiene que amasarse
en paralelo, ahí hay unos ejemplos claves que dio Chávez:
no puedo ir por aquí, hago una constituyente, hago misio-
nes, y así va educando en las batallas. Ahora, ese paralelo se
lo traga el sistema, porque todavía el gobierno no tiene una
idea de lo distinto, como nosotros no la tenemos. Nosotros
tenemos gagueos sobre la posibilidad de lo distinto. Quien
diga de nosotros que sabe lo que hay que hacer está jodido.
100
capitalista convierte todo lo vivo en muerte y su aparato de
transmisión ideológica permanentemente está reproducien-
do el culto a la muerte.
Todo está hecho para rendirle culto a la muerte y por el con-
trario, millones de libros o programas de tv, radio, prensa son
dedicados a condenar la vida. Para ellos, todos los animales
son peligrosos, también lo salvaje, los bosques, vientos, las
aguas, pero en la exaltación de un carro como el egoísta,
que es la conjunción de muchos elementos asesinados, no se
cuenta la cantidad de bosques desforestados, aguas desvia-
das de su cauce, montañas destruidas para extraerle sus mi-
nerales, animales asesinados para la construcción de presas
para extraer la energía hídrica. Esa experiencia, esa práctica
es la que nos hace depredadores, saqueadores, asesinos, con
sentimiento de culpa. Hemos creado la hipocresía en forma
de política, arte, religión, diplomacia, para siempre esconder
la gran tragedia producida hasta los momentos, para sola-
mente mantener una élite poderosa, todo ese hacer que al
final terminó siendo un concepto del vivir, nunca se ha cues-
tionado en su esencia, en su globalidad absoluta, sino en sus
partes y sin que estas estén o se vean conectados con el todo.
En ese desespero por querer limpiarle la basura al capitalis-
mo, en ese creernos culpables religiosos, las élites nos dije-
ron a los esclavos que todos éramos responsables de la trage-
dia, cuando a nosotros nadie nos consultó, nadie nos pidió
opinión sobre si queríamos o no queríamos ser esclavos,
por ejemplo, si queríamos desviar un río o no, si queríamos
construir ferrocarriles o carros o no.
101
102
La cultura comunal
103
104
EL CAPITALISMO COPÓ A TODO EL PLANETA
105
tiene una decisión que tomar. De aquí en adelante las quejas,
lloriqueos y blandenguerías buscando ayuda; son conductas
de esclavos que sólo merecen la violencia del partir.
106
Esto incluye a las familias, al aparato escolar en todos sus
niveles, en general, a toda forma orgánica dentro de la socie-
dad, eso implica la aplicación permanente de la dictadura de
una clase sobre las demás, es a esto a lo que históricamente
los dueños han llamado democracia o gobierno democráti-
co, aunque cuando hay guerra entre dueños o se alzan las de-
más clases, se aplica el extremo gobierno, llamado dictadura
y que es ejercido por militares que se prestan a las jugarretas
de los dueños.
107
fermedad, ejército-de lo que usted quiera, para apropiarse
del botín y disfrutarlo.
Lo humano es sinónimo de criminal, es sinónimo de ladrón.
O ¿de quién son los ejércitos y las fábricas de armas? ¿Los
laboratorios, las fábricas de drogas? Del dueño, del huma-
no que esclaviza para su propio bienestar, sin careta y sin
vergüenza alguna, que conscientemente organiza al planeta
determinándolo como enemigo, convirtiéndonos a todos los
demás en sus enemigos. Cumpliendo con el principio pri-
mario de la guerra: divide y vencerás.
La cultura comunal debe ser concebida como otra cultura
radicalmente distinta en su esencia y forma a la cultura del
humanismo.
La cultura comunal no debe combatir al humanismo, no
debe ser su antípoda, su contrario, su continuidad histórica,
su apéndice, su destino, su futuro, su fin, su eliminador de
problemas, su conclusión lógica.
La cultura comunal debe ser el resultado de una idea, de un
modo de vivir, que no repite al pasado, que no tiene cuentas
pendientes, ni agradecimientos con el humanismo ni con
ninguna otra idea que haya existido en el mismo tiempo,
sean estas a favor o en contra de nosotros los pobres.
Debe ser una idea sin ataduras con el pasado o el presente,
que no viene de un largo proceso de amasado, sino de un
análisis calmado de la realidad en su pasado y su presente,
que no se puede repetir ni en su tragedia ni en su placer
porque para que una exista, necesita de la otra condición.
Porque la cultura comunal no es un apaga fuegos del huma-
nismo.
108
de ser concebida con millones de hospitales, Barrios Aden-
tro y clínicas privadas, todas medrando del esfuerzo de un
pueblo que mantiene el robo que se realiza desde todos estos
subsistemas. No puede ser concebida como consumidora
pasiva de cuanto paquete tecnológico nos vendan en todas
las áreas del quehacer productivo: salud, arte, conocimiento,
deporte y otros que se realizan dentro de la cultura huma-
nística.
La cultura comunal no se puede sustentar en el mito de la
anticorrupción, de la ausencia de profesionales probos, por-
que de esos existen en la misma proporción de los no pro-
bos, en el mito de la inteligencia o la brutalidad: barajitas
usadas en todos los tiempos para vender medias verdades o
mentiras absolutas que terminan justificando la existencia
del humanismo. En el mito de los hombres y mujeres capa-
ces, honestos, audaces, trabajadores, esforzados, inteligen-
tes, sabios, con muchos estudios, porque de esos está lleno
el humanismo y nada ha resuelto como no sea las trabas que
les conducen a gremios, a los géneros, a los colores de piel,
a los gustos sexuales, a las creencias religiosas o comunistas
o anarquistas o socialistas, al pueblo, o a los pobres. Porque
al final de ese cuento siempre estará un dueño repitiéndose
en la enajenación de cada una de esas estructuras organiza-
cionales.
La propuesta de elaborar el concepto de la cultura comunal
desde otra perspectiva cultural necesariamente debe tomar
en cuenta lo dicho sobre el tema, lo experimentado, lo in-
tentado, lo ejecutado, pero nunca para ser imitado, salvado,
protegido, sino para comparaciones y la posibilidad de saber
dónde se trancaron los serruchos, en aquellos casos que sean
aporte. En general todo debe ser analizado en todos los sen-
tidos sin afiliación ideológica.
109
requiere no sólo un decreto, una ley que la declare, y unos
recursos, y unas divisiones territoriales, y una cantidad de
gente por territorio, requiere saber del territorio y su uso, sus
recursos, requiere que el territorio sea planificado por sec-
tores dispuestos al diseño político del país con el directorio
revolucionario en función del modelo productivo comunal.
Se requiere que el territorio no tenga dueño (en principio el
que se va a usar como experimento de la cultura comunal).
Se requiere un plan atendido directamente por el Estado y el
directorio en particular, porque con la burocracia y tecno-
cracia actual se nos hace cuesta arriba cualquier experimen-
to y mucho menos aquellos que le han de mover el piso a
todo el andamiaje organizativo del capitalismo en el ámbito
de la administración del Estado, por tanto, se requiere que
sea un experimento tal y como se aplicaron las misiones, en
paralelo.
Un experimento que nos incorpore como pueblo con cono-
cimiento de para qué es lo que vamos a hacer. Tiene que te-
ner gente, que no ande arañando un plato para comer o una
gente que nunca sacia su ambición, tiene que tener gente con
vocación histórica preferiblemente, jóvenes de ambos sexos,
con una gran disposición a la creación, al descubrimiento, a
la experimentación, gente que debe buscarse entre nosotros
los pobres preferiblemente.
La cultura comunal debe disponer de todos los mecanismos
que permitan la adquisición del conocimiento, sus integran-
tes no pueden estar signados por los dogmas de ningún tipo,
sea religioso o de cualquier otro signo. La organización del
experimento de la cultura comunal debe ser provisional, no
debe copiar los modelos conocidos por cuanto repetiría al
sistema existente. Siempre debemos recordar que los siste-
mas no son sumatorias de partes, sino que están concatena-
dos en un engranaje que lo uno sin lo otro no puede funcio-
nar. En caso de que algo falle este se reproduce.
No se puede esperar que por obra y gracia desaparezcan los
dueños para poder aplicar las políticas necesarias que con-
tribuyan a crear la cultura comunal. Se requiere que se haga
fuera de los espacios en que se construyó la ciudad capita-
110
lista o humanística, se requiere pensar su arquitectura, su
conocimiento, sus instituciones, su tecnología, en general,
concebir la comuna como un dato cultural y no como una
salida política que tarde o temprano terminará por devolver-
nos a formas y contenidos anteriores que aun estarán apo-
sentados en la memoria esclava que nos habita.
111
planes alternativos de salud y adquisición de conocimientos,
debe contar con los planes de construcción de viviendas par-
tiendo del experimento en el uso de materiales de construc-
ción que eviten el uso del sistema portland de construcción.
Debe contar con planes de recreación sustentados en la ad-
quisición de conocimientos, en el entendido de que nece-
sitamos formarnos para construir la otra cultura y que ella
no es posible si los pobres no somos capaces de prepararnos
para crear conocimiento. Todo esto previo censo y forma or-
gánica que nazca de la asamblea de familias.
En ese marco, se podría diseñar un plan de trabajo, que in-
cluya siembra, cría, producción de calzados, vestidos, cons-
trucción y otros, en la misma comunidad, siempre en la
escala pequeña, tal y como la realizan ya ellos mismos. Sa-
tisfechas las necesidades de la comunidad, el Estado deberá
comprar la cosecha y distribuirla en las zonas aledañas de la
comunidad eliminando al intermediario como tradicional-
mente se conoce.
Este plan debe contar con todas las facilidades. Debe verse
como un experimento que requiere todo el cuidado.
Este plan no puede estar o depender de las decisiones bu-
rocráticas ni tecnocráticas. Es un plan político que además
debe estar acompañado del estudio. Pero no del estudio tra-
dicional, porque este nos devuelve a reforzar lo establecido
en la fuerza de la costumbre, porque el noventa por ciento de
los conocimientos están constituidos ideológicamente para
sostener al sistema económico y cultural capitalista, sino el
estudio de la realidad en el entendido de que se debe crear
y fortalecer la memoria de lo hecho hasta hoy, para crear las
bases de la memoria de la cultura futura.
Se debe tener claro en este plan integral experimental que
es posible que rápidamente estas familias prosperen. Y que
como tienen el imaginario del progreso individual instalado
como todos, probablemente iniciarán carrera hacia la cla-
se media y su posterior oposición al gobierno, tal y como
ha estado ocurriendo con otros planes, que al no tener el
acompañamiento político los beneficiarios terminaron sien-
do opositores en su inmensa mayoría.
112
Este tipo de situaciones deberán ser sometidas a estudio y
discusión permanente dentro de esta comunidad. Se debe
analizar sus causas, sus consecuencias, su devenir cultural, el
condicionamiento de estas conductas por siglos de costum-
bre. Porque debe ser fundamental entender que este proyec-
to no es para salvar el imaginario burgués, ni a la clase me-
dia, ni a los pobres. Es para, a través del experimento, crear
otra cultura, por eso, debe entenderse fundamentalmente el
propósito experimental de la propuesta.
113
mensión, suma, resta, multiplicación, división, geografía,
historia, nociones básicas de construcción y otros oficios.
Todo centrado en entregar y compartir conocimientos re-
feridos a la realidad, partiendo del territorio donde se ha de
fundar la comuna integral: su origen, sus suelos, su paisaje.
Y de allí, expandirse a otros territorios.
Aprender en la vida práctica elementos de la producción
como la siembra, la cría, la producción de calzado y vestidos.
Porque estamos obligados a trabajar con otro método que
no es el capitalista industrial, y para ello debemos apelar a
viejos campesinos, pescadores, criadores, obreros: maestros
necesarios en la producción.
Paralelo al trabajo en el terreno, el mismo equipo ha de tra-
bajar en los espacios creados para el estudio: los cuarteles
comunicacionales. Donde por solo citar un ejemplo se po-
dría tener de manera permanente en horarios establecidos
para tal fin, un proyector con películas para el estudio pro-
fundo de todos los temas de interés de la revolución y de
revoluciones anteriores. Someter a debate y discusión todos
los temas, sobre todo los fundamentales para estimular la
creación intelectual y teórica en el seno de la clase. Estimu-
lar la producción de canciones, libros, revistas, cuadernos de
estudio, folletos, entre otros.
Incluir en el esquema permanente de estudio, los discursos
de Chávez, de los líderes que sirvan al propósito de construir
la memoria. Para la gestación de un contingente de jóvenes
preparados radical y audazmente en la creación de pensa-
miento y su aplicación en el territorio. Para fundar un país
en donde dejemos de ser mina y podamos separarnos defi-
nitivamente del capitalismo.
Estos experimentos deben ser vistos para vivir y no para
producir riquezas, deben ser balanceados, estudiados, en to-
das sus acciones para ver sus resultados. Los resultados no
pueden ser vistos como éxitos o fracasos porque estaríamos
aplicando el principio capitalista y rápidamente el experi-
mento (que lo más seguro no dé resultados como espera el
cerebro condicionado que tenemos) termine viéndose bajo
estos principios del pensamiento burgués.
114
Proponemos las Fuerzas Armadas por ser una institución
en donde las contradicciones se han profundizado, por su
disciplina necesaria, por su conocimiento de la estrategia y
la táctica, por su composición de clase, por su comprensión
de los hechos históricos trascendentes y sustanciales que es
fundar un país desde otras perspectivas. Porque, allí se pue-
de conseguir un equipo de trabajo que entienda el rumbo
de la idea que tiene inicialmente que conversarse en todos y
cada uno de sus detalles, antes de su aplicación.
Con respecto a los resultados de estos jóvenes que partici-
parán en el campamento, puede que a los dos años un por-
centaje de ellos siga soñando con el capitalismo. Incluso que
el 70% se devuelva a su barrio a seguir siendo esclavo. Pero,
incluso ese 70% que se devuelve va hablar de lo que está ha-
ciendo el otro 30% y de lo que él hizo, y supongamos que
hable mal, se cumplirá aquella máxima de Maquiavelo en
el Príncipe: que hablen de mí, aunque sea mal, pero que ha-
blen.
Tendríamos 100% de propaganda física y verbal, que acom-
pañaría a otros medios, se promovería en todo el país. Eso
debería ocurrir cada dos años y repetiríamos el ciclo en cada
contingente. En 10 años son 5 experimentos que se crea-
rían. Tendríamos de esta manera un país discutiéndose so-
bre hechos específicos, sobre su realidad concreta y sobre la
globalidad del problema del sistema capitalista y su posible
sustitución por otra cultura, que estaría naciendo ahí y ellos,
nosotros, seríamos parte de esta histórica creación.
Después podemos incorporar a jóvenes de otras institucio-
nes, como el INCES, o las Escuelas Técnicas Agrícolas y Pe-
cuarias, y a los partidos que seriamente se proponen susti-
tuir al capitalismo como modo de producción.
Al mismo tiempo se crearían los laboratorios de investiga-
ción en donde trabajarían, jóvenes y personas adultas con
espíritu creativo y que comprendan la tarea histórica de
crear pensamiento; a fin de tratar e investigar a fondo temas
necesarios absolutos para vivir y temas que por su nocividad
para el futuro deben ser desechados, de manera que en esos
centros se discutiría de todo sin prejuicio alguno.
115
También se generarían los centros de propaganda, en fun-
ción de promover la conversa sobre la otra cultura y desnu-
dar las taras y lacras que genera el humanismo, sus motiva-
ciones, sus mecanismos, sus ambiciones, su fin. Todas estas
actividades deben ser organizadas y promovidas en todo el
país.
116
uno de nosotros es la propiedad, es el consumo, es el saqueo,
y es que en el producto que generamos se refleja rapidito el
problema otra vez.
Imaginemos que el capitalismo se hubiese puesto a pensar
como resuelve el problema del feudalismo, por hablar en
esos términos lineales, no hubiera construido nada por-
que hubiera empezado: como le hago cloacas a los castillos,
como hago castillos dignos para todos. Entonces, no pudiera
haber construido otra cultura.
117
dato: se calcula que hay 40 mil apartamentos desocupados
en Caracas que no tienen que ver con la Misión Vivienda,
son de propietarios que van una vez al año, una vez cada 6
meses. Las tienen como inversión. Es un grupo de personas
que acumula viviendas para obtener ganancias, es decir, la
vivienda como bien de fortuna, como bien especulativo.
Ese crimen está legalizado en las leyes del capitalismo, se lla-
ma propiedad privada. Pero esa conducta acumuladora de
la élite se ha transferido a los pobres. Veamos otro dato: en
ciudad Caribia, una urbanización que planteó Chávez como
modelo de la nueva ciudad socialista, hay familias que tie-
nen hasta cuatro apartamentos, y eso se repite en todos las
urbanizaciones o complejos habitacionales, entonces, no he-
mos terminado de propagandizar la supuesta solución de la
vida de tres millones y medio de personas y nos estalla en la
cara el problema real: de nuevo miles de personas sin casa.
Son problemas dentro del capitalismo. Es la angustia de mi-
llones de personas que su principal problema es la vivienda,
entonces vuelve a intensificarse el problema de la inseguri-
dad y eso es una complicación profunda, y pasa por no en-
tender que en el capitalismo el problema de la vivienda no
tiene solución, eso ya lo dijeron los grandes teóricos, pero
nos hemos quedado con los enunciados, no hemos anali-
zado, ¿Por qué no tiene solución? Nos quedamos con las
creencias de que los capitalistas son malos y no quieren a los
buenos proletarios, no hemos sido claros en entender que se
debe estudiar el problema a fondo, porque hoy a pesar que lo
decimos, sólo estamos corriendo la arruga y haciendo más
ricos a los capitalistas.
Debemos decirlo responsablemente: el problema sigue ahí,
incluso con problemas nuevos. La ranchería no se ha movido
y la tragedia de la muerte sigue instalada en los barrios don-
de se supone que debería haber bajado el número de familias
que lo habitan. La costumbre del barrio ha sido trasladada
a los nuevos urbanismos y las casas que no fueron demoli-
das para ser sustituidas por apartamentos, están de nuevo
ocupadas, alquiladas o han sido vendidas. Los apartamentos
(con o sin ley que lo avale) también pasaron a ser un bien de
118
intercambio, de compra y de venta, porque es la normalidad
del sistema capitalista que vive en el cerebro de todos.
La solución está en una clave que emitió Chávez y esta revo-
lución: lo paralelo. Y lo paralelo requiere un atrevimiento,
sólo que ha ocurrido lo paralelo en el término de lo político,
en la acción política, en la guerra. Con la lógica tradicional
entonces estaremos condenados a construir millones y mi-
llones de viviendas más, en un esfuerzo enorme de todo el
país para que el problema siga sin resolverse. ¿Es el proble-
ma entonces la vivienda o su concepto? ¿La vivienda es un
problema aislado? ¿Cómo resolver la carencia infinita de la
propiedad?
En la concepción de la cultura comunal nos toca estudiar a
fondo la vivienda porque ni los barrios, ni las urbanizacio-
nes, ni las casas individualizadas, podrán ser posibles.
Que es arrecho, que eso no lo podemos comprender los
obreros, o los campesinos, o pescadores. Entendemos que
es un peo imaginarse que nosotros no pensamos y que no
podemos comprender. Pero porque no dejar que ocurra, que
discutamos los planes entre todos, la oportunidad de cons-
truir otro mundo.
119
calarnos sus lacras, y hay la creencia de que si todo funcio-
na bien viviríamos muy bien. Pero, incluidos los llamados
marxistas se olvidan que por muy bien que se administre
al capitalismo se reproducirá como capitalismo, que no se
trata de buena fe, de honestidad, de voluntad, de cojones o
de desprendimiento.
Se trata de entender que vivimos en un sistema que no cam-
bia ni cambiará, así lo deseemos o lo obliguemos, es un sis-
tema que ha tenido la capacidad de adsorber todo lo que ha
intentado combatirlo, que se adapta a todas las circunstan-
cias, que su anarquía e inestabilidad son permanentes, que
no obedecen a un mal curable o incurable, es así como fun-
ciona, es su esencia, su característica.
No es malo ni es bueno, por tanto no es reformable, ni re-
dimible, ni condenable, su dinámica no depende de buena
o mala administración, su esencia está en el robo, en el cri-
men, en la satisfacción de veleidades. Su origen se remonta
al miedo, el hambre y la ignorancia ancestral que lo hizo po-
sible.
Como sistema no está en capacidad de resolver los proble-
mas que genera, como la depredación, la pobreza, la conta-
minación en todos los sentidos y todas sus consecuencias. Es
un sistema que produce dueños y esclavos, que en el tiempo
se han llamado amos, señores, reyes, patrones, empresarios,
y por el otro, esclavos, vasallos, siervos, obreros, trabajado-
res, y los ilusorios gerentes, administradores, profesionales,
policías, ejército.
La cultura comunal no puede plantearse como un proyecto
solucionador de los problemas del capitalismo ni para admi-
nistrar los recursos del capitalismo.
120
permitan la habitabilidad de todas las especies. Significa
crear condiciones materiales para que esta especie que so-
mos no le tema a su propia especie y a las demás.
Estamos diciendo que podamos producir para comer, para
conocer, para eliminar los miedos, todas ellas condiciones
que mantiene vigente el actual sistema de explotación de-
predador, que se consume permanentemente los activos del
planeta y no hace absolutamente nada para la recuperación,
como no sea mover su aparato de propaganda para culpar-
nos a todos de las desgracias que produce. Significa poder
invertir en experimentos comunitarios en donde la partici-
pación protagónica sea una condición que supere la repre-
sentatividad.
Invertir en la cultura comunal, significa financiar desde su
pensamiento, planificación, diseño, experimentación, cons-
trucción, porque la cultura comunal no puede ser apéndice
ni remedo del acomodo humanista en función de mantener
su aparato de guerra, el capitalismo.
121
no que les moleste, sin horarios, ni fechas en el calendario,
sin pagar luz, agua, ni teléfono, sin la molestia de las cuotas
del carro, o la hipoteca de la casa, sin que nadie los mande,
les reclame, les exija, sin que nadie les pida ni siquiera por fa-
vor que les resuelvan tal o cual cosa, sin preocuparse de don-
de viene la comida, el vestido ni el calzado. Comer, comer y
divertirse hasta los extremos, tener hijos y no preocuparse
por su crianza. Andar de centro comercial en centro comer-
cial, con una tarjeta que pague infinitamente para comprar y
comprar y comprar.
Saltar de religión en religión, como cambiar de vestido, mi-
litar en todos los partidos de todas las ultras derechas e iz-
quierdas sin que les comporte ningún remordimiento, ser de
todos los gremios o mejor dicho, cada uno tener su propio
gremio, su propia ONG, para combatir contra un gobierno
al que se le pueda gritar: “mira mardito conserje, ven a reco-
germe la basura”.
122
reproducción de la lógica explotadora, es decir, se intentó
superar a la sociedad capitalista, bajo el mismo modo de
producción y los resultados son ya conocidos. La Unión So-
viética terminó desintegrándose y del sueño comunista sólo
quedan los registros en la historia.
Para efecto de construir la cultura comunal, necesariamen-
te debe ser cuestionado este modelo productivo, porque es
absolutamente incompatible con el concepto comuna, por-
que este aparato tiene un fin, que es el de hacer rico a una
persona o a un grupo reducido de personas en nombre del
bien colectivo y con el esfuerzo colectivo, pero a ese colec-
tivo sólo le queda la tragedia, porque el resultado del modo
de producción capitalista es por una parte la producción de
riquezas y por la otra, la pobreza, y sus grandes productos.
Estamos en medio de la gran ruptura, y hasta ahora nada ha
cambiado sustancialmente porque el aparato de producción
sigue siendo el mismo, lo que sí ha cambiado es el tiempo en
que se mueve o se acciona, y las circunstancias, tanto para
obreros como para patrones. En este entorno, nos toca dis-
cutir si administramos este modo de producción o si lo des-
montamos.
Ejemplo, si el patrón abandonó la fábrica, entonces los obre-
ros las administramos, quitamos este dueño y ponemos un
director obrero o una gerencia política o ponemos a un cua-
dro político para que dirija. Al rato, estamos repitiendo su
dinámica. De esa cabuya ya tenemos un rollo muy conocido,
porque la administración como está precedida, imbuida de
los viejos conceptos, se roba la producción y los recursos, o
administra mal, o reproduce a la empresa en una magnitud
de explotación mayor, en la creencia de que se trata de pro-
ducir más que los capitalistas.
123
tando ideas de cómo se debería crear la comuna como sis-
tema de vida, porque se debe tener claro que lo comunal no
puede ser nunca individual, se debe tener claro que en esas
conversas lo individual se defenderá con todos los dientes,
porque intuye o sabe, que en la cultura comunal no tiene
cabida, o no podrá controlar lo colectivo; porque son dos
culturas radicalmente distintas donde una no tiene cabida
en la otra.
El proceso de investigación y comprobación permanente de
la idea, donde el marco experimental juega un papel prepon-
derante, se requiere que miles de personas participemos en
este proceso profundamente molesto, porque va a cuestio-
nar en los eventos prácticos lo que somos individualmente.
El proceso de construcción de la comuna que igual requiere
de la participación colectiva en donde la arquitectura y la or-
ganización del sistema comunal, se muestra como hechura.
Todos estos procesos se interrelacionan dinámicamente,
aun cuando algunos de ellos pueda profundizar más que los
otros, pero en todo caso todos se confabulan para fortalecer
la idea de lo comunal como una cultura y no como un sub-
sistema del humanismo o de su continuidad.
124
cultura comunal, sólo construyendo otro imaginario, otra
manera de adquirir conocimiento y otra arquitectura en el
modo de producción, se podrá desaparecer el mundo pode-
roso que hasta el momento nos hace esclavos. El poder nos
hizo esclavos por ignorancia y la creación nos hará cultural-
mente comunal.
125
consecuencias, es decir, el gen capitalista vivito y reprodu-
ciéndose.
En esas mismas comunas están lidiando con el tema de cómo
se hace para sustentar el paquete tecnológico del ganado sea
vaca, cochino, ovejo, gallina, pato que se tiene, y tienen que
lidiar con cosas como el ofrecimiento de semilla de pasto
transgénico para que el forraje sea mucho más efectivo en el
engorde, pero tienen un pasto nativo con mayor eficiencia
en algunos espacios y necesitan algunos recursos para se-
guir, sin tener que deforestar más todavía, si es que esa es la
necesidad de tener más, y hasta eso está en discusión.
Entonces, son detalles desde el punto de vista económico,
político, desde el punto de vista cultural, que están allí en
pleno choque, como hacemos nosotros, para construir un
proyecto de cultura comunal y tratar de conjugar las reali-
dades que hay. Es decir hay una tierra y un ganado que es
propiedad colectiva, pero la mayoría de lo que hay es pro-
piedad privada, cómo comprometemos la idea de la cultura
comunal, a unos carajos que están pensando en sacar dinero
de la tierra bajo la condición de mina, y que a su vez parti-
cipen en las actividades de la cultura comunal, porque es un
beneficio de ellos. Eso es una realidad, es decir, el usufructo
de lo colectivo para un propósito particular familiar, y esas
contradicciones están sucediendo en tiempo real, en un es-
pacio real, no es la quimera, ni el acto de la imaginación.
Eso no lo podemos resolver para efecto de este trabajo, pero
si podemos, por ejemplo, a través de los centros de investi-
gación discutir e investigar a fondo todo lo referente a esos
hechos que se ponen en evidencia en la contradicción actual.
126
comporta con la misma rigidez del parlamento burgués?
Análisis de hechos reales para poder hacer un retrato de lo
que es la comuna en este momento. ¿Cómo está constitu-
yéndose, como se está desarrollando? ¿Qué hace una gente
sembrando pasto, alimentando ganado en una montaña que
la está destruyendo? Y genera otras, ¿A dónde va la gente,
si el valle tiene dueño? ¿Por qué la gente no puede vivir en
los valles? ¿Qué hace que la gente no pueda vivir en el valle?
¿Qué hace que un país que tiene 916 mil cincuenta kilóme-
tros cuadrados de tierra firme no tenga territorio? Un país
que declara oficialmente esa cantidad de territorio y no pue-
da decidir construirse soberanamente.
El mundo práctico intenta demostrar que el planteamiento
de constituirse en un mundo cultural comunal es imposible,
porque el mundo práctico que conocemos es el del capitalis-
mo, su manera de producir y su manera de relacionarse; en
él se expresan todos los modos usos y costumbre del modelo
capitalista, quien se niega a desaparecer como hecho cultu-
ral.
Ese mismo trabajo nos puede llevar con seriedad e incor-
porando a distintos comuneros que estén interesados en el
trabajo intelectual, a tomar ejemplos de cada comuna que
sean precisos. Pero no hacerlo ni desde la condenatoria ni
desde la alabanza, sino objetivamente, como un trabajo de
investigación serio que nos va a dar una cantidad de elemen-
tos para lo que estamos haciendo.
No podemos crear la cultura comunal fuera de las contra-
dicciones que este proceso caótico genera, entendemos que
eso lo va a resolver el accionar en el tiempo.
Debemos como clase en proceso de pensamiento, entender
que la tarea es el aporte a partir del análisis de la realidad na-
vegando en estas aguas profundas, averiguar todas las claves,
símbolos, signos que se expresan en el ahora. ¿Cómo nos
comportábamos antes de esta tragedia y como nos compor-
tamos ahora que estamos sumergidos en ella?
Pudiéramos como experimentación, como investigación,
escoger en el país cuatro comunas funcionando: una de los
andes, otra en oriente, otra del centro y otra en los llanos.
127
Esas experiencias sobre la mesa de trabajo nos van a dar lo
que es hoy la realidad.
Pero lo que no nos va a dar la realidad es la solución a los te-
mas libertad, paz, economía, ¿Por qué libertad y comuna no
se la llevan bien? Esa es una provocación para la discusión,
entonces qué pasa si hablamos de comuna y lucha de clases,
o ¿cómo es eso, es posible o también es una provocación?
Pero, ¿Por qué vas a construir una sociedad donde a la gente
le van a seguir latigueando el lomo o unos van a seguir so-
metiendo a otros?
Para lograr un modelo de investigación acorde con los tiem-
pos, debemos crear un método. Cómo lo vamos a usar y
como es más cómodo, porque si no, nos tocaría ir a la uni-
versidad y hacer un curso de metodología de investigación,
cada uno a meterse a estudiar todo el paquete para terminar
repitiendo una tesis capitalista. Eso al final nos va a llevar es
para sus mismas conclusiones.
Entonces, eso nos lleva a una discusión y a una producción
intelectual seria, no tenemos que ir a buscar ejemplos de
China ni de Francia ni de ningún otro país, por mucho fra-
caso o éxito que hayan tenido, porque se supone que crear el
Estado comunal es algo inédito, que no ha sido creado, y que
su creación, pasa por el abandono de lo existente, pasa por
crear otra cultura, pasa por crear otro pensamiento.
128
la razón política de la ética, la razón filosófica de la ética,
la razón práctica de la ética, la razón productiva de la ética,
para conocer todos sus pormenores, para saber entonces si
la ética se aplica igual a cualquier sociedad. Si es divina, si es
eterna, si es hereje, apóstata, atea, si la determina el modo de
producción y sus relaciones o si hay que crear otra ética, o
si se inventa o viene dada por el proceso en que nos vemos
inmersos.
129
Este mecanismo debe resolver lo que no resuelven los im-
portadores tradicionales y no lo resuelven porque no quie-
ren, porque en medio de la guerra ganan muchísimo más
que en tiempos calmos, pero además hay otro ingrediente
en su decisión y es que nos odian y desean y conspiran y
matan y roban para que les entreguemos de nuevo el Estado,
porque los dueños no son por parte, no es un concepto a
medias o son dueño de todo o no lo son. Saquemos la cuenta
de cuánto se están robando ahorita los Cisneros, la Polar, los
ladrones de cuanta importadora hay, los bancos, y nos per-
cataremos que sobre pasa cualquier inversión que hagamos
en paralelo con diez años de importación a saco roto, no va-
mos a gastar nunca lo que hemos gastado en este momento
y ellos se han robado.
Tenemos la opción de poder producir a vuelta de diez años
los conucos necesarios, pero eso se tiene que hacer en para-
lelo, no se tiene que estar quitando empresas ni nada de eso.
Eso sería como una propuesta en el marco de lo que estamos
creando, en el marco de la transición, pero eso hay que pen-
sarlo, procesarlo, digerirlo, pudiera ser una loquera lo que
estamos diciendo, pero entonces habría que decir, no fue
una loquera misión barrio adentro y toda esas otras misio-
nes que hizo Chávez en paralelo, o todas las formas novedo-
sas en que se ha combatido desde el 1998 hasta hoy a todas
las acciones del imperialismo.
Vamos a durar diez años importando para educar, formar y
preparar gente. El capitalismo es una máquina que está pro-
duciendo pobre todos los días, y por supuesto, también pro-
duce riqueza, lo que ocurre es que esa riqueza es a costa de
esa pobreza. Proponernos el hecho histórico de sustituir este
sistema por otro en donde no se empobrezca más la vida, es
la más grande aventura que especie alguna haya emprendido
en la historia.
130
jamás tendremos, dejémonos de estar creando fábricas de
alimentos y comprando camiones y comprando maquina-
rias en el exterior que ya se están robando la plusvalía cuan-
do se llevaron el pago.
Si se jode ese camión o se jode ese tractor, se acabó, ya hemos
pagado y perdido, si los paquetes tecnológicos no funcio-
nan, ya los pagamos y perdimos. Por otro lado, se debe dejar
de financiar o subsidiar a los llamados productores que no
son más que sanguijuelas que chupan todo el año del Estado
y cuando se les reclama apelan al remoquete de que somos
productores de la patria y el gobierno nos quiere arruinar
y matar de hambre a los venezolanos. Quien quiera tener
la agricultura como negocio que pague sus riesgos, porque
nunca reparten las ganancias y hasta los impuesto sobre la
renta se niegan a pagarlos.
Vamos a diseñar en paralelo un aparato de producción ali-
mentario que sea la base para crear la otra cultura. Un apa-
rato de producción primario, básico, elemental. ¿Cuál es ese
aparato de producción que no necesita tecnología externa?
El conuco. Para ello se requiere una gran voluntad política,
una decisión de trascendencia, un retorcer del cerebro hasta
los extremos.
Se requiere de una decisión política, una voluntad política
seria. Porque se necesita tomar la tierra en mejores condi-
ciones y las personas que dirigen el Estado, Deben plani-
ficar mecanismos de experimentación e invertir sin dolor,
sin esperar retribución. No busquemos que este tiempo nos
juzgue, porque ya nos instruyó el expediente, nos juzgó,
condenó y busca permanentemente asesinarnos, desapare-
cernos. No necesitamos que nadie nos dé el visto bueno, ya
los barcos están quemados, de ellos ni la ceniza. El riesgo
es en función del futuro, que no diga el futuro que fuimos
unos cobardes por atenernos a los miserables intereses del
presente.
Ya es la hora de no seguir hablando en el aire, de la contami-
nación ambiental en todas sus variantes, todos sabemos que
ella ocurre por la existencia del modo de producción capita-
lista, todo paño de agua tibia sólo acelera la destrucción de
las condiciones de vida.
131
No podemos seguir criando, y sembrando en montañas, hu-
medales, y zonas de alto riesgo ambiental, cuando existen
vastas extensiones de tierra en manos de dueños, sean per-
sonas o instituciones. Esas tierras que reúnen todas las con-
diciones deben dejar de producir drogas y forrajes, aquellas
que así lo hacen, hay que ponerlas a producir alimentos y las
que no lo hacen y están ociosas también. Quienes quieran
producir drogas y forrajes (Caña, Sorgo, Maíz, otros) como
negocio, que asuman sus riesgos.
COMUNA Y AUTOPISTAS
LA COMUNA Y LA FELICIDAD
132
genere una cultura, donde las relaciones de producción es-
tén signadas por el trabajar juntos para todos.
Este modelo de producción no es posible si pensamos usar el
de hoy como una opción en la creencia religiosa o científica
de que los pobres somos un problema a solucionar, como si
fuera natural ser pobres, como si no fuéramos un produc-
to, mercancía principal para la producción de la riqueza. Si
seguimos produciendo riquezas nosotros seguiremos repro-
duciéndonos. Necesitamos un modelo productivo que no
produzca riquezas acumulables y contables. La felicidad no
existe, existe la vida y la manera de vivirla en el capitalismo.
La competencia por el lucro, hace la contentura de quien
trampea por obtenerlo en gran escala, ese estado de perma-
nente actividad es lo que podemos llamar felicidad y que
en los pobres lo confundimos con el evento, que de vez en
cuando obtenemos más salarios que lo acostumbrado, pro-
ducto de un esfuerzo mayor. Pero, la felicidad no tiene exis-
tencia física permanente, ni es un estado permanente del ser.
En la cultura comunal los comuneros no pueden trabajar en
función de la felicidad, sino en función de estar vivos, en
condiciones materiales de poder disfrutar la existencia.
133
sido zurdo. Ninguna de esas vainas son opciones, son mode-
los, son propuestas, son posibilidades nuestras, no podemos
pensar en ese marco.
Entonces la propuesta cultural, que debemos elaborar seria-
mente, radicalmente, como una opción a la muerte del ca-
pitalismo, debe ser pensada por todos nosotros los pobres,
fuera de lo existente, entendiendo su existencia para no re-
petirse en ella, eso es lo que habría que plantear y para eso
hay que crear los mecanismos.
VOMITEMOS INTERROGANTES
134
manera más fácil. Por ejemplo, sobre el tema práctico de la
investigación.
Al meterle el diente a un tema tan jodido como ese de la
libertad, nos lleva automáticamente para otro Tótem, la li-
bertad de la mujer en la comuna. Ya entramos al tema fami-
lia, porque la libertad atraviesa todo dentro de esta sociedad
individualizada y egoísta. Ahora el problema es la definición
de libertad y si eso lo vinculamos a comuna.
Ahora lo central es la libertad, luego de allí, ya no tenemos
que estar discutiendo comuna y libertad, porque de acuerdo
a esa lógica matemática y cosmética, lo único opuesto a li-
bertad es opresión y más nada y la cosa resulta que no es así,
nosotros hemos heredado el concepto libertad, entonces,
¿Cómo nos planteamos la definición de libertad en contra-
posición o en paralelo al concepto comuna?
Lógicamente, si tenemos esa definición ya nos explicamos
mujer y comuna, ya nos explicamos hijo, mujer, comuna.
¿Por qué ocurre la libertad, quien la ejerce, por qué la ejerce,
para qué la ejerce, a partir de qué la ejerce, contra quien la
ejerce? ¿La libertad se puede ejercer contra cosas y personas,
la puede ejercer una mujer, un negro, un indio, un marido?
Cuando llegamos a la claridad de qué es la libertad, pode-
mos definir los sujetos que la practican y la posición que jue-
gan con ella, ya tenemos un mecanismo de cómo explicar,
y entonces, ¿Es lo mismo la mujer oprimida, que Margaret
Thatcher, es lo mismo la bandera que Hillary Clinton esgri-
me a la de la mujer sometida como proletaria, sea en su casa
o en la fábrica, o en la casa, la fábrica y el centro comercial,
o en la fábrica, la casa, el centro comercial y el gremio que
pretende liberarla ¿O la USAID que elaboró el documento
del feminismo?
Entonces, no vamos a tocar el tema libertad y mujer en el
aire o el de los derechos de la mujer libre, sino ¿Quién la
ejerce, por qué la ejerce, para qué la ejerce, dónde se ejerce,
contra quién se ejerce la libertad?
¿Qué es la libertad, qué entendemos por libertad? ¿De qué
tronco ideológico viene el imaginario que nosotros hemos
construido alrededor de esa palabra, o mejor dicho de que
135
tronco ideológico vienen los interesados en mantener el
ejercicio de la palabra o su valor? ¿Cómo ese concepto de
libertad, ese concepto de producción, de productividad, de
desarrollo económico, de dónde vienen sus troncos, sus orí-
genes, sus raíces?
136
si él bota esa empresa o la cierra, se quedaría sin trabajo y
su familia se moriría de hambre igual que él, porque no ve
otra alternativa que no sea el robo. Eso trae consecuencias
nefastas que también el compañero sabe, pero si el compa-
ñero pudiera conversar fuera de esa tragedia que es el ganar
la arepa todos los días, comprendería que se puede organi-
zar otra manera, otra forma de producir, que generaría otra
forma de relacionarse y por tanto otra cultura, en este caso
solidaria, equitativa, necesaria y sin malbarato.
137
gados en que se prorratea el salario y eso es lo que se nos
termina pagando de acuerdo al valor de lo invertido y las
condiciones materiales en que se invierte para la compra de
nuestra energía como una mercancía más en el mercado.
Entonces, la idea esa de la libertad de un esclavo que cree que
puede montarse donde sea, viajar a donde sea, comer donde
sea, comer lo que sea, es un hecho meramente ilusorio, no es
real. Por eso, la libertad no es ficción, la libertad es un hecho
real, físico, se ejerce contra alguien, se ejerce por encima de
millones de seres, o a costa de millones de seres, la libertad,
ahí es donde viene la pregunta: ¿Dónde se originó? ¿Por qué
se originó? Es decir, sus antecedentes y su ejercicio práctico.
Cuando planteamos la posible cultura comunal, sustituto
del capitalismo después de su desaparición, tendríamos que
preguntar si tiene sentido la libertad en la comuna, porque si
tiene sentido la libertad en la comuna, no tiene sentido pe-
lear por la comuna, porque si en la comuna habrá dueños, si
en la comuna unos carajos se van a montar encima de otros
para poder hacer lo que les dé la gana, entonces, qué sentido
tiene hacer eso si ya existe.
Por ejemplo, hay una comuna en donde el gobierno les en-
tregó a los colectivos que pelearon por ellas, casi tres mil
hectáreas, estas fueron repartidas entre todos los colectivos,
una de las personas que no era ningún colectivo, sino un
ladrón dueño de un burdel, no se conformó con lo que le
dieron, sino que empezó a comprarle tierras a otros parcele-
ros sin conocimiento de lo que estaba ocurriendo, sino por
la ilusión de tener plata en el bolsillo le vendían, ahora cuan-
do el consejo comunal se percató de los hechos; ya el señor
estaba corriendo cercas.
Qué sentido tiene hacer un esfuerzo de esa magnitud, tum-
bar gobiernos, destruir una sociedad, donde millones de se-
res se desangran, quedan tullíos, para terminar igual, pues
habrá un dueño, que igual es libre y tres generaciones des-
pués todo el mundo vuelve a ser esclavo. Eso no tiene nin-
gún sentido. ¿A quién le achacamos esa corrupción?
Igual el término democracia, el gobierno de un pueblo, esa
es la vaina edulcorada, pero cuando vamos a la realidad, nos
138
damos cuenta, incluso en Venezuela, para el ejercicio de la
democracia había que tener bienes de fortuna. ¿Qué esclavo
tenía bienes de fortuna? Ninguno. Ese no tenía el derecho,
entonces lo que llamaban el pueblo llegaba hasta los que te-
nían bienes de fortuna, de ahí para bajo todo el mundo era
esclavo, seguía siendo un problema de élite, el ejercicio del
gobierno y el de la libertad.
Cuando nos planteamos las interrogantes de la comuna o
de la otra cultura, entonces, tenemos que preguntar si esa
terminología es viable, aplicable, porque el lenguaje, el con-
cepto, la terminología no es de gratis, obedece al poder exis-
tente, quien lo dice, cómo lo dice, contra quien lo dice.
La investigación debe tener claridad en esos dos elementos,
que son antecedente e interrogantes, luego del antecedente,
hacia lo que se va a construir o lo que se va a proponer en
la comuna, eso implica el aparato de producción, porque en
la comuna, la gente tiene que vestir, tiene que comer, tirar,
caminar, trabajar, producir herramientas, producir, calzado,
vestido, comida, divertirse, generar arte y mecanismo del
arte.
¿Cómo se vive realmente la libertad? ¿Por qué decimos que
somos libres si tenemos, como pobres, todas las grandes li-
mitaciones que nos podamos imaginar? ¿Quién es libre y
quién no? ¿Es libre un individuo, dos, cuantos individuos
libres hay en el planeta? ¿Qué implica ser libre? Es decir, por
ejemplo, podemos comer, ya, ahorita mismo, pero no sabe-
mos de comidas exóticas, no conocemos nada de eso que
venden en otro país, pero por ejemplo, puede que queramos
comer un gran erizo blanco aderezado con limones jugosos
de San Diego sobre la cuchara de una hermosa mujer des-
nuda, o si eres mujer, sobre la pinga de un hombre desnudo
en el mar nocturno de Tiraya con luna llena. ¿Podemos ir a
nadar en el pacífico? ¿Podemos ir a ver el volcán que está en
erupción ahorita? ¿Somos libres para hacer eso? ¿Dónde está
nuestra libertad? ¿Podemos darle una patada por el culo a un
tipo que nos cae mal, sin ningún problema? El concepto de
libertad es imposible que uno, como pobre, pueda ejercerlo.
¿Cómo hacemos para no meternos, Por qué nos metemos
139
con la libertad, pero no podemos discutir el tema libertad
sin meter la familia allí? Porque la libertad implica toda ac-
tividad humana, hablar de libertad o de opresión, dos caras
de la misma moneda. Vamos a involucrar la actividad eco-
nómica y todas las demás actividades que nos imaginemos,
planteados desde la discusión.
La investigación es comuna y libertad, sin la frontera, el otro
mes tocará comuna y familia, sin la frontera, y de allí salta-
mos al tema de economía, y nos regresamos al tema princi-
pal sin terminar aparentemente ningún tema, pero eso no es
nada, porque nada está separado y cada discusión en el pro-
ceso de investigación nos llevará a otro tema y nos devolverá
a otro que creíamos terminado. Descubriremos el por qué
tal o cual cosa debe y no debe estar en la comuna, al final,
todos los temas terminarán por dar respuestas.
Quizás no sean en el orden aristotélico lógico formal, tal vez
no sean las esperadas, pero esas serán las respuestas, ya se
verá si somos lo suficientemente honestos para asumirlas,
para practicarlas o si nos damos cuenta que no estamos en
capacidad y sólo las publicamos, o si nos asustan y no publi-
camos nada.
ARTE Y COMUNA
140
Pero en el colmo del cinismo, en los últimos años, lo vendió
como expresión de cultura de supuesta resistencia, y todas
las expresiones cadáver de las culturas que fueron masacra-
das por el capitalismo, las metió en un museo y las vendió
igualito, además lo vendió como tragedia. Picasso pintó el
Guernica, un pueblo bombardeado por nazis y fascistas en
1937, en la frontera con Francia y España, y lo destruyeron
asesinando a la población que resistía a la dictadura de Fran-
cisco Franco. Ahora, preguntemos cuánto cuesta el Guerni-
ca, y donde está, todo eso igual ocurre con la música, con la
poesía.
En la discusión sobre la creación de las comunas o la otra
cultura estamos obligados a conversar sobre el arte, pero no
sobre el misterio que hoy lo arropa, sino descarnadamente.
Por ejemplo, es verdad que necesitamos todos esos ministri-
les que cantan en la mesa del dueño, o de los funcionarios,
o son necesarios aquellos que cobran por ser artistas tal y
como hoy se hace en el capitalismo, en donde el arte es una
mercancía más y se justifica el cobro. En la otra cultura en
donde se supone que no existirá la plusvalía, quien podrá
vender arte, quien podrá comprarlo.
141
puede hacer y no se puede hacer porque no hay condiciones
para hacerlo, ninguno de nosotros ni que lo quisiera ni que
tuviera plata. Ya no existe esa soledad, sólo el individuo que
produjo intelectualmente a la burguesía.
EL CORDERO PROLETARIO
142
ble el estudio, la investigación, la experimentación, la siste-
matización, la construcción de la cultura comunal por parte
de la clase.
De otra manera, todos los esfuerzos una vez más serán en
vano, porque depende del conocimiento del tiempo histó-
rico que estamos viviendo. Sólo financiando esa posibilidad
en el seno de la clase, se logrará construir paralelamente en
medio de la contradicción, las bases conceptuales de la cul-
tura comunal.
Lo decimos porque el humanismo está funcionando iner-
cialmente. Ya no le hace falta crear pensamiento, porque esa
necesidad ya está cubierta. Por ejemplo, en Europa, ¿Quién
está produciendo pensamiento en Europa? Todos los inte-
lectuales están sobradamente ocupados justificando al ca-
pitalismo, por la vía de negarlo. El capitalismo es contami-
nante, salida: la gente debe reciclar. El capitalismo destruye
bosques, salida: vamos a sembrar árboles. El monóxido jode
la capa de ozono, no fumes. Por ahí van los intelectuales,
denunciando al capitalismo por parte y a su vez dándole sa-
lidas, pero no existe un tipo pensando en un mundo distinto
al humanismo.
143
a abandonar, a negar de lo aprendido, para contribuir a crear
lo distinto, porque debemos saberlo de una vez por todas:
lo distinto trae su propia envoltura, su propio contenido, su
propio método, pero todo ello debe ser creado.
144
los productivos. Todos con éxitos en sus distintos ámbitos,
pero inútiles para comprender que el hambre no puede ser
infinita en un planeta finito, que no es posible comernos a
todo el planeta sin las consecuencias de la desaparición de
la especie.
La propuesta de la cultura conuco que hacemos no está mas-
ticada, no es una receta. Inclusive, el método no está elabo-
rado, debe constituirse en los aceres que genere la conversa.
Las contradicciones del humanismo le conseguirán su muer-
te. Es por esto que ocurre este merequetén, donde se coloca
sobre la hoguera toda la institucionalidad que le hace posi-
ble, toda estructura, todo concepto. Todo será tocado por el
huracán, no quedará nada sin cuestionar.
145
miento y la planificación. El conuco en sí mismo es escuela,
trabajo, forma de encuentro. No las concibe de forma aisla-
da. Esas instituciones como las conocemos, no tienen cabida
en el conuco.
En política, por primera vez en la historia, se puede con-
versar sobre un modo de producción que sustente y se sus-
tente en lo colectivo como un hecho cultural. El signo de
esta revolución, la participación protagónica, abre todas las
compuertas y brinda todas las posibilidades para avanzar en
esta discusión, en este pensamiento y en esta práctica de po-
der vivir de otra manera, tal vez amable, que hemos dado en
plantear como la cultura comunal sustentada en el modo de
producción conuco.
En el conuco no tiene cabida la diplomacia (la palabra que
miente) porque nadie tiene la necesidad de engañar a na-
die, no tiene cabida la guerra porque no habrá necesidad de
asesinar ni saquear a nadie, por el simple hecho de que ese
crimen, llamado la propiedad privada, no es necesario en
donde todos trabajan para todos, en el entendido de ser co-
lectivo cultural y no individuo.
El conuco se propone como el modo de producción de una
cultura en donde en vez de ser depredadores podemos ser
conscientemente reguladores naturales. En el conuco no
cabe el robo, ni el crimen. El conuco es un hecho colectivo
de un hacer juntos, y con una abundancia que permite co-
mer a todos, sin miedos, hambres o ignorancias.
Es un planteamiento desde y para la clase, aunque nosotros
no vivamos en esta cultura del conuco no debemos ambicio-
nar vivir en ella, aunque no seamos colectivos, somos indi-
viduos queriendo aportar a la creación y experimentación
que tribute a la misma. Somos individuos no sólo luchando
para evitar que la burguesía se recomponga como clase ab-
solutamente poderosa, sino también juntándonos para pen-
sar, imaginando lo colectivo como dato cultural. El pensar
nos mantiene vivos dentro del capitalismo, porque permite
la posibilidad de lo otro. Mientras pensamos, estamos fuera
del capitalismo, cuando dejamos de pensar nos devolvemos
a su rutina, a su costumbre, a su alienación.
146
El Estado actual, dirigido por el directorio, debe financiar
el proceso de crear pensamiento, sin esperar nada a cambio
como no sea el diseño de otra cultura en donde él también
se transforma o desaparece, dando paso a otra forma de re-
lacionarnos, donde el Estado deje de ser el árbitro de los bur-
gueses y el represor histórico de la clase pobre (para lo cual
fue creado hace ya un buen tiempo).
La experimentación permite que en la vida práctica se ge-
neren datos desde el hacer, que nos regulan, nos hacen
conscientes de que no debemos joder al otro, ni endilgarle
nuestro trabajo, hasta que se construya una ética que luego
se convierta en un hecho automático que sin pensar se re-
produzca.
147
La propuesta de la cultura conuco se sostiene en el enten-
dido de que ella no es posible en el marco del humanismo,
por cuanto dos culturas no pueden coincidir en un mismo
territorio y tiempo histórico, sin que una someta a la otra,
usándola como esclava o subsidiaria. Por cuanto, una cul-
tura se desarrolla y se constituye a partir de su modo de
producción, y el modo de producción capitalista, sostén del
humanismo, no es posible sin el sometimiento de toda otra
cultura, de todo otro modo de producción.
SOMOS LA NATURALEZA
148
toda su precariedad, en sitios inhóspitos y de difícil cultivo
donde fueron arrinconados indígenas, africanos, asiáticos,
todos trabajadores del campo, todo esto, para que el huma-
nismo como terrateniente ocupara las mejores tierras del
planeta. El capitalismo en su devenir guerrero se fue alimen-
tando de diversas culturas, quedándose con lo que le servía
de cada cultura.
La tierra para el terrateniente en la cultura capitalista no es
necesaria para la producción de comida, sino para mante-
nerla ociosa o produciendo drogas, combustibles y forrajes
que contribuyen al sostenimiento tecnológico de la fábrica.
Pero, además les sirve para mantener amarrado a los obreros
al tren del aparato fabril, por el simple hecho de que si la tie-
rra se usara para producir la cultura necesaria, el aparato de
producción sustentado en la explotación desaparecería. En
tanto, que trabajar la tierra se convierte en un hecho cultural
radicalmente distinto a la explotación, por cuanto, crearía
conocimientos que pondrían al desnudo todo el aparato mi-
litar productivo actual.
149
nómica del país se sustentaba en el campo, claro que siempre
en función minera, nunca como soberanía. Todo lo que se
producía era para la exportación: caña, añil, ganado, café,
cacao y otros. Los conucos del pobre resolvían el hambre de
las guerras, pero además sustentaban una cultura marginada
que permitía la comida del pobre, la adquisición de su cono-
cimiento, la creación artística, la arquitectura, la producción
de sistemas de transporte acuático, resolver las enfermeda-
des, pero, por encima de todo los constituía éticamente para
el desprendimiento.
Los pobres sabíamos que los dueños robaban, que los milita-
res asesinaban, que los políticos eran rapiños, sin embargo,
se decía, limpio pero honrado, pobre pero digno. Pero, con
la llegada de la extracción petrolera toda esa cultura fue des-
apareciendo e imponiéndose la cultura gringa, ordinaria y
grosera que permeó a todas las clases sociales hasta llegar a
ser este mezclote enfermo que somos, y que generó esta si-
tuación que nos permite estudiar y planificar la otra cultura
en donde las bases éticas de la cultura conuco nos ayude a
constituirnos, a sembrarnos, a ser gente orgullosa de ser de
un territorio, que no imita sino que crea, que construye, que
vive en armonía con el resto de la naturaleza.
A las transnacionales agroindustriales no les importa si se
produce o no comida, a ellos sólo les interesa vender maqui-
naria, abono, fertilizantes, semillas, equipos, venenos. Con
eso, se encargan de extraer plusvalía a cambio de objetos, sin
mayores esfuerzos.
Eso que han llamado “paquetes tecnológicos”, por ejemplo,
según cifras públicas, el 70% de las ganancias de la Corpo-
ración Monsanto durante 2015 (1.480 millones de dólares)
en América Latina sobre todo se debió a la venta de semillas
modificadas genéticamente de maíz y otros rubros como el
sorgo o el girasol. El 30% restante de las ventas de Monsan-
to, tanto en América Latina como en el resto del planeta,
se deben específicamente a maquinarias y distintos insumos
químicos necesarios para que la semilla plástica que venden
pueda desarrollarse de forma eficiente.
El paquete tecnológico va desde la semilla hasta la máquina
cosechadora. La mayoría de los países a nivel mundial es-
150
tán obligados a obedecer a este tipo de paquetes, ya que la
mayoría de sus gobiernos han llegado al poder, promovidos,
financiados y apoyados por grandes transnacionales como
esta.
La cultura conuco, entonces, debe crear su propia tecnolo-
gía, fuera de la lógica de producción transnacional y cultural
del sistema capitalista. Debe saber usar la energía necesaria,
sin malbaratarla, partiendo del principio de que las energías
no se acumulan, sólo se consumen. Que nosotros somos,
como especie, seres energéticos, y por tanto, en la medida en
que malbaratamos la energía nos malbaratamos.
Un país mina como fue concebido Venezuela no debe pro-
ducir comida, no está previsto que invierta en producción de
comida. En este tiempo estamos obligados a pensar y dise-
ñar no sólo la comida sino también la otra cultura, esto in-
dica ser radicales en el pensamiento y audaces en la acción.
151
alimentario. La cultura conuco debe ser un todo, es un con-
cepto sustentado en las infinitas variantes de la vida, no se
mueve en el mundo estático, ni el maniqueísmo religioso de
lo bueno y lo malo, visto desde la filosofía que nos indica qué
se mueve y qué no cuando la realidad nos dice lo contrario.
LOS NINGUNEADOS
152
trucción del Estado, la arquitectura, sus sistemas de trans-
porte. Muchos caseríos de Venezuela a partir de los años
40 fueron quemados para imponer el sistema portland de
construcción basado inicialmente en cabillas, zinc, cemento,
sangre, lágrima, rabia, odio, y la destrucción de otra cultura
(sustentada en madera, barro, paja, palma y afecto). Así mis-
mo, ocurrió con la comida, el calzado, el vestido, la diversión
y el arte.
Incluso las primeras empresas constructoras en Venezuela,
propiedad de la familia Mendoza y los de segunda genera-
ción de la familia Cisneros, así como de los parientes direc-
tos de María Corina Machado, la oligarquía siderúrgica de
los Zuloaga, hicieron del sistema portland una política de
Estado. Todos los manuales de construcción y el sistema
académico (tanto público como privado) se basó en única y
exclusivamente en este formato, legitimando la explotación
de ríos, montañas y de la población para el beneficio del gran
capital de la construcción nacional y extranjero.
De ahí, que el conuco sea visto por cualquier sector político,
sin importar su tendencia, como una aberración, y se expre-
sen de la forma tan despectiva como lo hacen. Sin importar
que pueblos enteros, que en sus procesos de lucha por li-
brarse del capitalismo, demostraron que es mentira que la
industrialización de la comida sirva para alimentar a no ser
que sea para mantener o dar de comer a ejércitos en el marco
y la lógica de la guerra, tanto en los campos de batalla o en
las fábricas, aunque a esa porquería la propaganda lo haya
convertido en alimento.
Toda la producción de comida del planeta a través de la agro-
industria es para sostener al ejército fabril que hace que la
fábrica se mantenga en movimiento. Nada de la producción
de comida a gran escala está diseñada para alimentar, sino
para sostener la esclavitud de la fábrica. Los otros productos
de la agroindustria son drogas y forrajes, toda la producción
en conjunto empobrecen no sólo a la gente sino también a
la tierra.
Ahí está, por ejemplo, Estados Unidos. Su territorio está di-
vidido por las grandes empresas agroindustriales y cuatro
153
grandes cinturones que segmentan la producción de deter-
minados rubros. En la parte occidental y cercano a la costa
del océano pacífico, el 35% del territorio se utiliza para uso
exclusivo de la ganadería intensiva, otro 20% a la producción
de maíz y forrajes para la alimentación de más ganado en la
parte norte, otro 25% para la producción de trigo ubicado
en el sureste para mantener la gran agroindustria galletera,
panificadora y de chucherías, y el 20% restante, ubicado en
la parte más al sur, para la producción de algodón para la
industria textilera.
Todo el plan político y económico de ese territorio está pen-
sado en función de las empresas y su ganancia, la mínima
inversión y la máxima ganancia, a costa del deterioro de los
suelos, del ecosistema y peor aun de la salud de todo un pue-
blo que consume esta basura llamada alimentos.
Sin embargo, mucho de este territorio se utiliza también
para la producción de marihuana. Según las instituciones
que hacen vida incluso dentro de su propio territorio como
una llamada Drug Science, dedicada a la investigación de
drogas en ese país, una cosecha de marihuana es mucho más
rentable que una de trigo en varios cientos de millones de
dólares.
Según esta misma institución, 10 de los estados que más
producen marihuana (los que se encuentran más al sur del
territorio) pueden producir hasta 1.000 millones de dólares
MENSUALES. Siendo más rentable producir marihuana, es
lógico que la producción de comida tienda a abandonarse,
porque tanto una como la otra son negocios, sólo que en este
caso el último da más plata y por ese abismo todos vamos.
154
se vio obligada a vivir de la litósfera porque el hambre, el
miedo y la ignorancia obligó a los antiguos a los ataques y
defensas, generando una experiencia cultural que ha obli-
gado a pensar única y exclusivamente en los métodos de la
guerra como mecanismo de solución a todo problema. No
existe en el mundo nada que no se rija por la lógica guerrera.
Todos los idiomas conocidos y aún existentes están llenos
del verbo poderoso.
En este momento valoremos las interrogantes, de lo con-
trario nos quedaremos como los eternos solucionadores de
problemas en el mundo mágico o esperando que el gobierno
los resuelva.
Quitémosle lo bucólico al conuco, esa falacia que nos llama a
rescatar un conuco de comiquita, bello, precioso, dentro del
capitalismo. Entenderlo como un hecho cultural necesario
para que la gente sea gente y se pueda sustituir el cadáver del
capitalismo.
El capitalismo no se puede combatir, es la cultura de la gue-
rra. Confrontándolo aumentamos sus ingresos. En su lógica
siempre lo alimentamos. Lo mantenemos vivo, aunque sea
entubado.
Ya sabemos que no es el desarrollo industrial, el crecimiento
económico, la dependencia de la venta de petróleo, de mine-
rales. Está a la vista que son estafas, que no nos sirven.
Las escuelas, las universidades, la fábrica, todo el andamiaje
institucional sólo pueden dar respuestas justificadoras de y
para el sostenimiento del capitalismo. No se puede seguir
creyendo cuentos de economistas.
155
La ciudad no produce poesía desde el punto de vista de la
ternura. En la ciudad hay grito, rabia, soledad enferma, odio.
En el conuco, en cambio, nadie está sólo.
El indígena, el africano, el oceánico y el asiático, traen un
conocimiento ancestral de esta cultura del conuco como
una cosmogonía. Nosotros, no tenemos sino algunos datos
de esto, lo demás lo conocemos de la mano del invasor muy
plagado de su ideología.
La cultura del conuco se compone de otra ética, que no es
la del saqueo y el crimen que nos invadió, por el contrario,
nada es desecho, a nadie desprecia. La cultura conuco forta-
lecerá una ética sustentada en el trabajo no esclavo, que debe
ser practicada como conciencia en el colectivo, en el respe-
to a lo diferente, a lo distinto, una ética del cumplimiento,
una ética para la alegría, incluido el llanto. Una ética que
asuma a las mayorías, no para su uso, sino para su des alie-
nación como sujeto político. Una ética para lo transparente,
una ética que no manipule en nombre de nada ni de nadie,
una ética que acepte mas allá de la tolerancia, una ética que
solucione mas allá de las salidas, una ética que no se sustente
en “el fin justifica los medios”, sino que asuma que fin y me-
dios son parte del devenir. En fin, que se promueva una ética
que tenga como norte la vida en su constante andar, sin las
odiosas separaciones conocidas. Una ética donde la compra
venta no sea intermediación de quienes la practican.
156
cuando use energía externa al cuerpo nunca sobrepasará su
uso o la malbaratará.
El conuco permite comida y trabajo limpio: su principio es
no usar más allá de lo que se necesita para recuperar la in-
versión de la energía.
En el conuco invertimos una unidad energética y obtenemos
dos. En el capitalismo invertimos tres y obtenemos una. Lo
que pasa es que en el capitalismo las consecuencias de esa
ineficiencia, no la paga el dueño, la paga la naturaleza.
El conuco es solidario. El capitalismo, competitivo. El conu-
co produce casa, alegría, música, baile, pintura, poesía, es-
cultura, teatro, el capitalismo lo saquea y lo hace mercancía.
El conuco jamás se estanca, siempre está naciendo, siempre
está en movimiento más allá de la banda ancha. El conuco
no va a la guerra.
Las casas del conuco nunca acumularán odio o rabia, jamás
se pelearán por herencia, la propiedad será una entelequia
porque el conuco es por todos y para todos. La cultura del
conuco es para el agua y los vientos, para el fuego y la tierra.
La cultura del conuco es para que el trabajo no sea esclavo,
para que el vestido y el calzado sean una fiesta su hechura.
En el conuco, el hambre, el miedo y la ignorancia no tienen
cabida, como hoy, en la cultura capitalista. En el conuco la
tecnología no esclaviza, en la cultura del conuco todos los
seres tenemos relaciones armónicas, nadie compite con na-
die, todos participan, cada quien tiene su lugar, incluidas las
piedras y los árboles caídos.
El conuco no salva ciudades, se traza en paralelo como cul-
tura de vida. El conuco no desecha, no trafica, no compite,
no violenta.
El conuco no es la ciudad apuñaleada de fábricas, escuelas,
iglesias, universidades, museos, ateneos, estadios, autopistas
y calles infinitas, reproductoras de basura, drogas y desechos
humanos.
El conuco no es ese olor a ciudad en descomposición perma-
nente que impregna a la naturaleza.
Un país de conuco no le hace falta el amor como trampa
para ser nombrado.
157
¿PUEDE PENSARSE EL CONUCO COMO UN MODO DE PRODUCCIÓN?
158
tipo de gente también, que se gana para ese hecho, que se
consagra a ese hecho.
No es una vaina que la tengamos que ver por separado, el co-
nuco como una isla en el capitalismo, porque el capitalismo
es el eterno. La universidad está ahí bien bonita, y lo que hay
es que meter una cátedra que se llame conuco y biodiver-
sidad, y ahora se va hablar de conuco y biodiversidad y de
la agro ecología, y del eco socialismo y de la permacultura,
y la universidad campesina, y la indígena, que con los mé-
todos capitalistas-humanistas con que fue negada la cultu-
ra indígena y campesina, estás prepararán a los indígenas y
campesinos en las nuevas tecnologías que los pongan a ser
competitivos.
Porque a fin de cuentas qué hace ese poco de gente caminan-
do realenga por encima de esa biósfera, cuando debajo tiene
tantos minerales y deben aprender a vivir en ciudades para
que sean ciudadanos y no unos ignorantes indios y campesi-
nos que no saben producir ni comprar nada. Y en todas las
escuelas vamos a sembrar un huertito, y cada uno tendrá su
propio conuquito, donde produzca en su casita, su propia
bebidita, y tendrá su mujercita, y su gremiecito, y viviremos
con una intensita felicidita que no nos cabrá en el pechito, y
a los que no tengan tierrita podrán crear sus conuquitos en
sus feiburcitos y en sus tuitersitos siempre aisladitos y como-
ditos. Eso sí, revolucionaritos. Pensando que eso todavía no
es el socialismo y de que seguro que sí, que eso viene por ahí
y que el gobierno nos lo debe traer.
159
La fábrica no está separada de la escuela, la escuela cumple
la función perfecta para la fábrica, entonces en cada escalón
de la escuela se forma un tipo de gente para cada escalón de
la fábrica. Se forma el obrero, se forma el técnico, se forma
el capataz, se forma el gerente, el gerente medio, el gerente
alto, hasta el dueño, que es la escuela donde el carajito le cae
a patadas a los maestros para ser dueño.
Dueño es el que manda, el que domina, el que somete, el
otro es el gerente, que es la escuela diplomática, que aprende
a pedir por favor, que tiene todas esas estupideces de creci-
miento personal, pero la realidad es que le está cayendo a
coñazos a todo el mundo para el ser gerente, nada de eso está
separado, todo eso está concatenado, pertenece a un sistema.
Todo tributa al final a la acumulación del capital, a la expan-
sión del capital, a costa de la explotación de lo jodido que
somos, eso es una escala que está allí y la escuela en cada
escalón le va a servir a la fábrica. No es a otra cosa. El ejército
le va servir a la fábrica, el gobierno le va a servir a la fábrica,
el Estado le sirve a la fábrica en todos sus aspectos. El poder
judicial, el que vende las armas, las drogas, los manicomios,
las cárceles, los barrios, las urbanizaciones, es decir, todo eso
está al servicio y enmarcado dentro de un sistema, nada está
separado y todo funciona como una fábrica.
Por eso, el conuco tiene que ser visto también como un sis-
tema cultural, radicalmente distinto al capitalismo, no como
una continuidad del sistema capitalista, no como un apéndi-
ce, como un adorno. El conuco no puede ser la continuidad
histórica del humanismo, porque si es así, ¿Por qué enton-
ces pensar si eso siempre llegará? ¿El capitalismo sólo es un
paso para la gran transformación del ser? No, es un sistema
impuesto a punta de plomo, machetazo, pedrá, botellazo, ca-
ñonazo, misiles, voladera de cabezas y pateadera de rabos.
Eso no tiene ninguna continuidad, ni es eterno, ni sin él no
podremos vivir, nada de esa trampa ideológica es cierta, no
hay nada que respetar, ni que rendirle culto, ni pleitesía. No
hay ningún pasado que conservar, todo forma parte de la
gran tragedia que es el humanismo: una mierda que nos des-
160
truyó y destruyó al resto de la vida en todo el planeta. La
cultura conuco no tiene nada que ver con el nacer o el morir
del capitalismo.
No se puede plantear un plan de transición para salvar las
costumbres del capitalismo, del humanismo. Ahí pisamos el
peine. La transición debe ser concebida como el espacio y
tiempo, donde por un lado, nos pongamos de acuerdo en
cómo palear la devastación creada por el capitalismo en la
vida, y por otro, crear las condiciones materiales para po-
der pensar, diseñar, experimentar, estudiar y practicar la otra
cultura de una manera radical, sin pensar en resolver las con-
secuencia que produjo históricamente el miedo, el hambre y
la ignorancia, que dieron como resultado al humanismo y
sus sistema de producción el capitalismo. Ahí volvemos a la
estrategia de lo paralelo.
Porque si empezamos a salvar que si con la permacultura,
que si con el eco socialismo, no llegamos a nada. Esos son
inventos para que cuatro vagos sobrevivan con eso, o vivan
de eso dentro del capitalismo. Se la inventan y estafan, esos
son los vendedores de milagros, de indulgencias, de place-
bos capitalistas, para los por mi culpa, por mi culpa, de la
clase media, que logran embaucar a jóvenes pobres que bus-
can opciones distintas al capitalismo.
A nosotros debe preocuparnos cómo crear un sistema y no
tenerle miedo al pensamiento anterior, porque justamente,
lo que lo domina a uno es el pensamiento anterior que está
hecho físico. El ejército es un constructo de un pensamiento,
el gobierno, la asamblea nacional, el poder ejecutivo, el po-
der judicial, toda esa vaina primero son un pensamiento y
luego un constructo físico, pero antes fue pensamiento que
se produjo en el devenir de la sistematización de experien-
cias durante siglos, de guerras y negociaciones que las clases
fueron experimentando en su devenir poderoso.
Para nosotros crear el otro pensamiento como clase, sin pa-
rarle bolas a lo que digan o lo que no digan, quien quiera
condenar que condene, no tenemos porque estar perdiendo
el tiempo condenando al capitalismo. Ya eso ocurrió, ya no
161
debemos lloriquear, ya no podemos andar diciendo que el
capitalismo nos escoñetó el lomo, que el capitalismo nos jo-
dió, que pobrecito nosotros que somos pobres.
Dejemos eso a los sin cerebros, a los vividores de pobres, a
los gremialistas, a los cantadores de pobreza, a los enseñado-
res de llagas, que lloriqueen ellos. Nosotros no tenemos por-
que estar en eso. Nosotros tenemos que proponer ideas en
medio del proceso, crear conceptos y condiciones para que
en este caso el planteamiento del conuco sea experimentado.
Nosotros no podemos crear la cultura del conuco como po-
lítica que resuelva el hambre del capitalismo, porque eso es
imposible, porque en la transición se libra una gran guerra,
y en ese marco esa guerra se tragaría todo aquello que le
sirva y siempre estará enmarcada en la prisa que la guerra
impone.
162
Para salir de la taguara
y entrar a la cultura comunal
163
164
ESCRIBES O CAMBIAS PAÑALES
165
les y se sabe si triunfan, porque si no se lo tragó el tremedal
de las drogas en cualquiera de sus formas, usos y maneras.
También es cierto que de alguna manera, producto de siglos
de costumbre, estamos imposibilitados para desprendernos
de una vez de toda la institucionalidad de la cultura bur-
guesa con la que convivimos diariamente. La familia es una
de las más duras instituciones que sostienen el imaginario
burgués y todo el chantaje que este contiene.
Para la creación del pensamiento es necesario que todas las
relaciones que se establezcan estén en el marco de la política
como angustia y labor diaria. Nos será imposible dadas las
condiciones objetivas de la decadencia: mantener relaciones
del tipo tradicional y dedicarnos al diseño político, porque
una relación tradicional en el marco del capitalismo está
atravesada por enormes intereses individuales y comerciales.
La presión social alrededor de una relación tradicional nos
hará insostenible el trabajo político, porque no es más que
la enorme fuerza de la costumbre manifestándose en cada
detalle, en cada segundo, en cada paso que demos. Estará
presente el fantasma de la tradición que nos invitará a no
cambiar, a devolvernos a la tranquilidad de la cobardía, sea-
mos hombres o mujeres.
En cada aspecto de la sociedad capitalista y de la lucha de
clases, la negociación es permanente. De manera, que no es
diferente con las relaciones personales del individuo que se
piensa y decide consagrarse a la política y al diseño del otro
pensamiento.
Establecer relaciones políticas nos permitirá llegar a acuer-
dos básicos con el sistema y sus máquinas invisibles de la
costumbre. La idea es robarle tiempo a la tragedia, negociar
con los hábitos y darle al sueño de la otra cultura cada vez
más tiempo vital. Será invertir en la vida negociando con la
muerte.
166
quién coño te dijo a ti que tú escribías. Entonces, la tipa su-
fre la misma situación a la inversa, tiene el mismo proble-
ma. Quién en esas hipotéticas condiciones podrá pensar, sea
hombre o mujer (aquí si cabe todo el mundo). No es posible
generar pensamiento cuando vivimos como individuos en
medio de ese drama.
Pero, no conforme con el caso familiar, sale un vecino que es
anti Maduro a decirte que el corrupto de Diosdado se robó
una gandola con remolque y todo, cargada de agujas y las
tiene guardadas en el Furrial y por eso hay escasez de agujas
en el país. Y sin cortar el discurso, de una vez te ofrece paña-
les que está bachaqueando y lo dice sin ningún dolor: yo me
apertreché de pañales, claro no tengo hijos, pero si alguien
los necesita yo se los vendo y les gano unos realitos extra,
¡Claro, tú sabes, la vaina está jodida!
Otro que dice todos los días, ¿Para qué escribir? Aquí lo que
hay es que echar plomo y acabar de una vez con esos escuá-
lidos, y al rato el carajo sale a jugar parley. En definitiva, para
que nosotros los pobres podamos discutir o conversar, es-
cribir, pensar y diseñar la otra cultura, necesitamos hacerlo
en colectivo en todos los sentidos, porque desde el punto de
vista individual no existen condiciones.
La creación del pensamiento distinto pasa por periodos de
experimentación de quienes lo intenten, sin obviar la guerra
nuestra de cada día que nos impone el humanismo.
167
los campos), no puede educar al hijo, no tiene tiempo para
educar al hijo, a ella no la educaron para hacer eso. Nosotros
hablamos de construir una cultura de pensar, de diseñar, de
hacer política para una cultura.
Ahora, ¿en qué modo de producción se sustenta esa cultura
que hablábamos de la señora, de la mujer, que no puede criar
al hijo en este momento? En la realidad que vivimos en la
ciudad, porque ella anda preocupada de ella. El egoísmo que
la han insuflado es tal, que lo único que le importa es ella,
el hijo no le importa, quiere que la vean a ella como sacrifi-
cada madre, es la pose madre de la propaganda, atapuzada
de todos los peretos que le vende el consumismo madre. Es
madre loca, es vivir ella, es comer ella, es estudiar ella, re-
solver sus crisis personales que ya le vienen en un paquetico
que se la envolvió el capitalismo, es madre mercado, con-
sumo, explotada, creída, dolida, drogada, madre de queja y
lamento, del tormento, hija, abuela, madre la madre que nos
parió en medio del esclavismo perpetuado, donde tampoco
los hombre saben criar ni cuidar, ni dar afectos. Es imposible
que de ahí pueda nacer una ética que no sea la ética de la
compra venta de la cultura humanística; en donde la mujer
y el hombre no tenemos la forma para criar al hijo, donde es
más importante usar y lucir abalorios.
Entonces, en la ciudad que también copó el campo y las ran-
cherías de pescadores, es imposible criar gente con una ética
de la honestidad, con una ética de la querencia, con una ética
del respeto; no estamos hablando de la ética capitalista que
ya comportamos, hablamos de la ética distinta que prego-
namos pero no practicamos, porque las éticas se practican,
queramos o no. Lo que no practicamos es la falsa moral o la
ética ideológica.
Cuando vemos a Chávez contando su historia, descubrimos
que el tipo tenía una abuela que le transmite la ética, que
le transmite el íntimo ético ¿De dónde viene la abuela? De
ser una india de la sabana, una campesina de la sabana, que
entiende su papel, que no tiene otro dilema en el mundo que
no sea dedicarle la vida afectiva a ese par de chamos que son
Adán y Hugo.
168
Entonces, la tipa le va transmitiendo a través del traba-
jo, también le hablaba, pero le hablaba a partir del trabajo.
Cuando sembraba, picaban la lechosa, pescaban, cocinaban,
entiende cómo respetar, cómo compartir, hacía comida y le
mandaba comida al vecino, o el vecino le mandaba; cómo
andar bien vestido, limpio, no echoniándose, pero limpio.
Es decir, esa ética no se puede construir en el concepto ciu-
dad, es mentira que la fábrica nos puede construir esa ética,
es mentira que la escuela que conocemos puede construir
esa ética, es mentira que la universidad que conocemos pue-
de construir esa ética. No hay manera que el modo de pro-
ducción actual pueda construir una ética distinta a la éti-
ca del robo y del crimen, distinta a la ética que él mismo
promueve. Porque lo que produce es gente aislada, indivi-
dualizada, cada uno comiéndose el mundo, tragándose a sí
mismo, odiándose a sí mismo, odiando a los demás, con la
hipocresía a flor de piel, es decir, eso es la ética que nosotros
conocemos en la ciudad, con eso no es posible construir la
cultura comunal.
¿Qué es lo que estamos diciendo? Tiene que crearse un me-
canismo en donde el niño sea criado desde el trabajo, no
puede ser de otra manera. Para tener un Hugo Chávez tene-
mos que construir otra cultura, la comunal, que sería el es-
pacio físico donde él obtendría otro tipo de conocimientos,
condiciones materiales, el ambiente, y las relaciones ama-
bles, con respeto y seriedad, que se requiere para formar a
un niño como adulto. ¿Pero qué hace el capitalismo? El capi-
talismo nos dice: no, el niño no puede trabajar, el niño tiene
que vivir su infancia. ¿Qué significa su infancia? Que es un
consumidor compulsivo, un mercado potencial, la infancia
es un target, es un mercado al que se ataca.
Según datos de las mega corporaciones del juguete, para fi-
nales del año pasado la venta anual en todo el mundo estaba
alrededor de cien mil millones de dólares. Es un gran mer-
cado que gira alrededor de los niños. Y no solamente se trata
del lucro producto de la compra venta de juguetes, se trata
de la razón cultural detrás de toda esa industria: modifica-
169
ción de conductas, moldear de distintas formas el lenguaje
desde la niñez, instalar prácticas de guerra lo más temprano
posible, incentivar la competencia, el ego, la promoción del
concepto individuo, en fin, hablamos de un ataque directo
desde los primeros años.
Igual se ataca ferozmente al joven, al adolescente, a la mujer,
a la anciana, al anciano. Cada uno de nosotros es un merca-
do particularizado, al que se le crean necesidades, incluso
necesidades que deben asumir otros sus costos, por ejemplo,
el niño, los adultos, padres y abuelos y resto de familiares, los
cuales serán atacados y culpabilizados si no cumplen con las
exigencias del mercado, perdón de los niños, los ancianos,
los hijos.
Entonces, al mercado no le interesa que esa gente esté unida,
no le interesa que esa gente participe de un hecho cultural,
no le interesa porque cuando la gente se junta, el capitalismo
desaparece, cuando la gente se separa el capitalismo aparece,
eso es lo que al capitalismo le conviene y le interesa cuando
nosotros estamos pensando, es porque dejamos de consu-
mir. Nos centramos, planteamos vainas y surgen ideas, sur-
gen propuestas, surgen planteamientos, pero cuando noso-
tros dejamos de pensar, volvemos a la tradición, volvemos a
la costumbre del capitalismo, volvemos a la trampa de joder
al otro, a engañarnos.
¿Cuál es el niño que estamos discutiendo para la cultura co-
munal? ¿Un niño capitalista? A ese niño que estamos crian-
do lo promovemos como que estamos preparándolo para la
cultura comunal, que aún ni sabemos que será, porque no la
hemos conversado, no la hemos construido, no la hemos vi-
vido, entonces, no podemos engañarnos con qué vamos for-
mar al niño “socialistamente”, porque el niño nació aquí y se
va a comportar con las costumbres de aquí, de esta sociedad.
Lo que nosotros le trasmitamos en conocimiento será el que
nos han transmitido a nosotros. Todos somos ignorantes so-
bre esa otra cultura comunal o socialista. Todos los que le
estamos hablando a ese niño somos ignorantes.
Cada uno cree que tiene la razón en la crianza, pero nun-
ca nos hemos puesto de acuerdo para discutir entre todos,
170
una sola manera de hacer las cosas, porque no queremos que
nos violenten nuestra práctica. No estamos pensando, sino
tratando de imponer lo que sabemos. Nosotros nunca nos
hemos sentado a conversar todos sobre ese planteamiento.
Y los niños son presa de las indecisiones nuestras, alrededor
de estos temas. Claro que choca, claro que nos invade un
miedo incontrolable solo pensar cuestionarnos temas como
este, y lo que nos provoca es ignorar el cuestionamiento y
pegar el carrerón, pero, son los temas fundamentales que
sostienen la sociedad enferma en la cual habitamos. Si no
los discutimos, pues de nada servirán los esfuerzos que se
hagan alrededor del espejismo de una crianza responsable.
Porque todos los días estamos debatiendo nuestro mundo
capitalista y no nos atrevemos a cuestionarlo todavía, por-
que aun creemos en la posibilidad ideológica de crear con-
diciones dentro del capitalismo para ser felices. A nosotros
nos cuesta que jode mandarnos al carajo.
Seguimos pegados en cómo resolver el coñazo que me dio
una maestra, pero cuando nosotros no juzgamos entre todos
la tragedia, cada uno de nosotros, somos una tragedia y esa
tragedia se la estamos trasmitiendo al niño, una tragedia en
miseria. ¿Quién de nosotros vive en un mundo agradable?
¿Si nosotros viviéramos en un mundo agradable, tendría-
mos la necesidad de reunirnos para pensar lo agradable? Eso
sería una ociosidad.
Criar a un niño es un problema político. Ahora, hay una
política que es la política del capitalismo, que es con la que
educamos nosotros y con la que nos educaron a nosotros.
Nosotros queremos repetir esa política, nosotros no quere-
mos experimentar otra, no, nos armamos un mundo mágico
de niños bellos y de padres lindos, padres sin culpa en cual-
quier territorio, y repetimos esas prácticas en todos los es-
pacios donde intentamos trabajar y lo disfrazamos con dis-
cursos rimbombantes, gremiales, académicos profesionales,
seudo filosóficos, sicológicos, sociológicos. Nos creemos los
mojones de niños índigos, superdotados, especiales, mejor
que los otros, pero la realidad es la realidad: ese niño cre-
cerá y no será nada diferente al desastre que somos en esta
171
sociedad, tal vez un tilín peor, después que padres y madres
intenten prepararlos para venderlo al mejor postor en la mú-
sica, el deporte, el arte, o la profesión que los catapultará a la
fama de los fracasados.
Eso es lo que hacemos, pero no, no queremos hablar de eso.
Es preferible engañarnos y ser hipócritas. Ahora el problema
es que todos parimos hijos, ¿Cómo vamos hacer? Tenemos
que ponernos de acuerdo, porque estamos planteándonos
políticamente crear un mundo comunitario, comunal, pero,
¿Estamos desprendiéndonos nosotros de la miseria que so-
mos, estamos haciendo esfuerzo para eso, estamos analizan-
do todos los días nuestras acciones, nuestras conductas? Eso
es parte de la conversa, que es lo que le vamos a trasmitir al
niño, a la niña, debemos entenderlos como un hecho políti-
co y un concepto lo que le trasmitimos.
¿Cómo se lo trasmitimos si no estamos en posibilidad de
abandonar lo que tenemos constituido como sabiduría?
¿Cómo lo hacemos si nos estamos engañando todo los días?
Cada uno reacciona de una manera distinta, entonces tres o
cuatro estamos de acuerdo en un momento de caerle a co-
ñazos a los niños, tres o cuatro nos ponemos de acuerdo es
en abrazarles, tres o cuatro nos ponemos de acuerdo es en
regañarles, cada uno tiene un modelito y nos hacemos cóm-
plices, entonces, cada uno estamos planteándonos escurrir
el bulto o echarle la culpa al otro.
Porque el problema somos el nosotros que construyó la
cultura humanista, es el humanismo, es el capitalismo, no
son ellos. El problema esencial somos nosotros: el hijo que
frustró el humanismo y que cargamos dentro y ese es el que
queremos como modelo, pero ese está muerto, ese jodió, ya
no está, ya ese hijo frustrado se murió hace tiempo, no está
con nosotros.
La discusión política es esa, ponerse de acuerdo fuera de esa
miseria. El discurso político está ahí, ponerse de acuerdo
fuera de la miseria, ah, pero el individuo que somos dice o
piensa, “yo no quiero que a mi hija la escoñeten como me
escoñetaron a mí, yo no quiero que me la eduquen de tal
172
manera, yo estoy convencido que es así que se educa, como
se hace actualmente”, aunque tenemos millones de ejemplo
de que se siguen frustrando y muriendo los hijos en el que
somos y que seguimos aspirando a que mi hijo no sufra lo
que yo sufrí.
Nunca nos preguntamos si verdaderamente educamos a los
hijos por criterio propio, aunque todos digamos que “yo
educo a mi hijo como yo quiera”. Honestamente, nadie pue-
de decir que lo hizo, porque a los hijos los educa un diseño
político que está determinado por el aparato de producción
que nos somete. A los hijos los educa un concepto de fami-
lia burguesa, una escuela burguesa, una calle burguesa, un
Estado burgués, una fábrica burguesa, y las consecuencias
las disfruta el aparato de producción burgués. Pero padre y
madre son quienes pagamos los costos, estemos separados o
unidos, o si recae más en uno que en otro.
Pero en el íntimo ético sabemos de verdad que nunca tuvi-
mos una política para educar a los hijos. Nunca pensamos
en eso, porque la fuerza de la costumbre nos condujo a edu-
car a los hijos en la esperanza de ser dueños, jefes, pero las
condiciones materiales sólo produjo esclavos.
Lo que si nos dice la experiencia es que si nosotros vamos a
intentar pensar una cultura comunal, tenemos que ponernos
de acuerdo, porque hay una vaina que si es cierta: el sistema
no tiene dos voces, el sistema tiene una sola voz y es política,
es conceptual. Como tal voz, nos educó para dueños y para
esclavos.
¿Qué voz, qué gesto, que ética, que política, que filosofía, qué
modo de producción y qué conocimiento inventaremos los
pobres para que los niños del futuro sean dignos de vivir la
vida a plenitud, niños con conocimiento de que deben pre-
pararse para ser adultos responsables como los fueron con
ellos? Porque no puede ser el mismo sistema que nos educó,
frustró y usó a nosotros como esclavos. Eso es un acuerdo al
que tenemos que llegar y respetar como regla, una regla para
nosotros andar en medio de la contradicción, porque si no
terminamos culpando a los niños.
173
LOS NIÑOS NO PUEDEN TENER DERECHOS
174
tratar como un niño, tenemos que tratarlo como gente, con
el respeto que se merece, es una gente que está absorbiendo
conocimiento. No podemos convertir un niño de tres años,
de siete años en adultos y tratarlos como adultos, ellos tienen
que vivir a plenitud su edad, y es deber de la clase propor-
cionarle todas las condiciones favorables aun en medio de
la muerte del capitalismo, para que en cada paso que van
dando los niños, respondan al mundo en el que viven o en el
que decidan construir para vivir.
Si no los educamos para que sean un responsable político, un
compartidor, un solidario, un trabajador, con conocimiento
de quien es, entonces serán unos alienados que creerán que
siempre tienen derechos o deberes y no personas que viven
en conjunción con otras personas para lograr fines que fa-
vorezcan la existencia, sin tener que dañar lo sustancial, sin
tener que andar justificando robo y crimen como hoy ocurre
en el humanismo.
En medio de la contradicción de educarse en el capitalismo
pero viviendo en su destrucción, nosotros no los estamos
educando ni para que sean esclavos ni los estamos educando
para que sean dueños. Los debemos educar para que sean
políticos en un tiempo paradójico.
Tienen que ser políticos los niños desde pequeños y no el
político ese ideológico, que grita como le dicen, no, no, eso
es idiota, eso es un niño ideológico, eso es desagradable, por-
que si no pasa como a los niños que los educan para pastores
evangélicos o para curas y terminan ladrones y otras me-
nudencias. A los doce, los diez años, unas maravillas dando
discursos perfectos, cuando en realidad es un hecho ideoló-
gico, esto no es un buen indicio para optar a la política.
Ellos tienen que captar la realidad como políticos, actuar
dentro de la realidad. Cuando revisamos la vida de Chávez,
desde que el carajito comenzó a tener uso de razón, la abue-
la lo educó políticamente. Desde niño fue constituyéndole
un íntimo ético y ese carajo repitió esa misma enseñanza en
todo su hacer, durante el ejército y después cuando fue presi-
dente. Desde pequeño le instalaron ese íntimo ético y ¿sobre
qué se lo instalaron? Sobre el mundo práctico.
175
Lo enseñaron a trabajar desde pequeño, a respetar las per-
sonas, a ser amable con las personas, a vincularse con las
personas, a entender su mundo real porque él no tenía ma-
gia, no tenía un clase media que lo rodeara, él no tenía nada
de eso. No escuchaba budas, ni escuchaba evangélico, escu-
chaba era a la abuela echándole cuento de muertos y vainas.
Entonces, cuando vemos el ejemplo tenemos que usar la po-
lítica que hizo la abuela de Chávez, esa es la política de Rosa
Inés, porque en el fondo necesitamos políticos.
La clase necesita una política. La clase no necesita gente fe-
liz, porque nosotros estamos condenados a morir, incluso
estamos muertos ya. Necesitamos construir políticos y cons-
tituirnos como políticos, porque estamos en el mundo de
la muerte. ¿Entonces vamos a buscar gentes felices ahorita?
Equivocación mortal. Si nos ponemos a buscar niños felices,
no se educan para que hagan política. Él verá para qué lado
decide coger camino.
Si lo tratamos bien, si fuimos éticamente correctos dentro
del mundo, porque éticamente correcto no quiere decir que
seamos ideológicamente éticos, sino por ejemplo, si somos
delincuentes, si somos ladrones y somos buenos en el oficio
y los enseñamos a ladrones, y tienen vocación, y tienen las
condiciones, van a ser buenos ladrones como lo hacen las fa-
milias que son dueñas: educan bien a los hijos para que sean
ladrones, les enseñan todas las malas mañas, la falsa moral o
la doble moral, pero por encima de todo les dan el ejemplo,
porque es el ejemplo el que al final los va a educar.
Si los vamos a educar como políticos para crear otra cultura,
no podemos andar pensando en la rapiña, ni buscando ser
diputados, o cualquier cargo de gobierno, porque esas tareas
requieren de otras facultades. Si vamos a engañar gente, si
los vamos a enseñar a ser irresponsables, a no cumplir con la
palabra, si vamos a estar de reunión en reunión y nunca ha-
cemos nada, si no contribuimos a nada, si no participamos
en nada, sino que vivimos robando, jodiendo gente, nunca
cumplimos con lo que se propone, bueno, ellos se van a edu-
car exactamente como somos, como los enseñemos. Porque
somos su imagen inmediata, su modelo, o mínimo una con-
176
tradicción. Ahora, si cumplimos la palabra, los niños van a
buscar eso, porque no tenemos que estar cargando, ni abra-
zando demagógicamente. Ellos van viviendo, van viendo la
realidad, si se está sembrando matas, ellos van practicar y
entender de siembra.
Nosotros como clase no debemos cometer el error, por mu-
cho miedo que tengamos, de volvernos a la costumbre, por-
que la costumbre en todas sus variantes nos sostiene como
esclavos y eso debemos tenerlo siempre presente, siempre
debemos sospechar de quienes nos quieren devolver, de
quienes nos dicen que así se ha hecho siempre; sin sospe-
char de nada. Es verdad, no sabemos nada, y esa es la gran
ventaja, No conocemos nada, y toda la política que vayamos
a diseñar nosotros, tiene que estar en consonancia con la
política que vamos a emitir nosotros y eso al final nos va a
constituir éticamente y los va a constituir a ellos.
La regla no es para ellos, es para nosotros que tenemos cono-
cimiento de asumir responsabilidad. Si nosotros no la asu-
mimos ese es el ejemplo que le daremos, porque los niños se
crían con ejemplo, no se crían ideológicamente. Si, ideológi-
camente les damos un caramelo, ellos van a responder ideo-
lógicamente con eso. Si ideológicamente les damos coñazo,
ideológicamente van a responder con coñazo. Pero a ellos
lo que les queda de verdad en el cuerpo, es el ejemplo, es el
trabajo cotidiano, eso es lo que les va quedando.
¿Cuándo creamos estas reglas? ¿En qué marco productivo se
crean, quiénes se ponen de acuerdo para crear y respetar las
reglas? Entonces, las reglas debemos discutirlas y no puede
ser un hecho caprichoso, o un acuerdo de intereses, porque
no estamos pensando para nosotros, porque ese hijo que
pensamos está muerto, no es rescatable en nosotros.
Porque en definitiva esa intracultura niño que se frustró en
nosotros, es el individuo que somos y sólo dejando de ser
nosotros, lo que implica la desaparición de las condiciones
materiales que nos hacen posible histórica y socialmente, es
posible la aparición del otro que ya no seremos, del otro al
que no le es necesaria la demagogia de la esperanza y la uto-
pía para estar, para existir. Eso dejémoslo a los poetas reli-
177
giosos de este tiempo, que sigan creyendo y bebiendo en las
copas de la esperanza y la utopía.
Pero los pobres como clase, debemos tener claro que nues-
tra existencia sólo es posible bajo el régimen de esclavitud
existente y que la única solución que se tiene es trabajar por
eliminar ese sistema, y con su eliminación, nuestra desapari-
ción. Porque nosotros no tenemos ningún progreso que bus-
car, ni un país que desarrollar, ni una civilización que cuidar
y mantener, porque todo lo existente sólo nos mantiene es-
clavos.
Nosotros como clase con conocimiento nos toca es desapa-
recer. Sabemos que mucha gente por no decir todos noso-
tros nos cagamos, cuando se habla de que ya no estaremos y
nos preocupamos del y entonces para que voy a cambiar el
mundo si ya no estaré, sino será para mí, si nadie me aplau-
dirá, ni me sobará el ego, y entendemos que nos asustemos y
salgamos corriendo a producir, a sostener el ego individuo,
a traicionarnos como clase, a buscar desesperadamente vol-
vernos clase media, con un medio discurso, en una media
revolución, en donde sea posible hablar del futuro en el aire
como la casa de Ada Luz, según el vallenato, sin que se viole
nuestro derecho a soñar con ser ricos, mientras nos mori-
mos de arrechera y envidia siendo clase media.
Entonces, para que esa regla se acepte, la gente debe tener
consonancia con todo lo que haga. Por ejemplo, los hijos no
pueden ser educados como individuos competitivos en una
cultura solidaria, eso implica que todo el deporte que cono-
cemos debe ser cuestionado desde sus orígenes. La manera
como se adquiere conocimiento en la sociedad capitalista, la
manera como se trabaja, cómo se come, se viste, se juega, se
hace arte. En fin, la cotidianidad de la sociedad que conoce-
mos.
La mujer hace política con su hijo, pero no puede hacer po-
lítica sin el hijo, no puede buscar a otra mujer o a un hombre
para que le cuide el hijo, mientras ella hace política. Y no
sólo eso, debemos saber que individual o gremialmente no
debemos hacer la política, porque entonces estaríamos repi-
tiendo la filosofía capitalista o humanista, de hagamos po-
178
lítica mientras tengamos esclavos. No, tenemos que cargar
al muchacho, trabajar, limpiar, hacer la propaganda, crear
las herramientas, estudiar la política, diseñarla, aplicarla,
producir la comida, la ropa, estamos obligados como clase a
guindarnos el muchacho como hacían las indígenas cuando
trabajaban el conuco, que no le endilgaban el hijo a nadie, lo
cargaban en el lomo y ahí estaban y no se quejaban, ni anda-
ban buscando mamá, ni papá, ni tío, ni nada que atendiera al
hijo. No, asumían, porque es un dato natural, independien-
temente de la política, porque el niño es responsabilidad de
la madre y padre en un determinado periodo natural hasta
que pasa a mano del control de la cultura en la que va a vivir,
sea aquí en el capitalismo o sea en el mundo que sea.
Pero el niño está obligado a respetar reglas, el niño no se
puede criar libremente. En el capitalismo el niño que no es
dueño, es esclavo, porque si nace dueño, lo educan para pa-
tear esclavos. Eso es un dueño.
Pero si un esclavo educa al hijo en ese mismo concepto, tie-
ne como resultado un frustrado, porque el niño cuando sea
adulto, que es el mayor tiempo de vida, se va a dar cuenta
que no puede patear a nadie, porque apenas pateé le viene
el cachetón. ¿Qué pasó con mamá y papá? ¿Qué pasó con
abuelo que me consintió? ¿No y que iba ser bello? Pues no,
lo que le va a sobrar bello es la tragedia.
Nosotros no podemos educar a los hijos para que sean li-
bres, nosotros no podemos darnos ese lujo, le cagaríamos la
vida para siempre como nos la cagaron a nosotros. Nosotros
tenemos que diseñarlos para que hagan política desde el en-
tendimiento de que son esclavos y ellos tienen que saber que
son esclavos, porque nosotros nos vamos a morir y el capi-
talismo va a seguir aquí y ellos tienen que constituirse como
políticos, no tradicionales, es decir no burgueses, sino polí-
ticos. Políticos que a la vez trabajan por la destrucción de lo
existente y a la vez trabajan por el diseño de la otra cultura,
observando todas las claves y códigos que emite la sociedad
en medio del proceso.
La otra equivocación frecuente sobre todo en los comeflo-
res, ecologistas, hippies, izquierdistas, vegetarianos, y otra
179
inmensa lista de salvadores de este mundo, es la creencia de
que ellos sí saben cómo educar a sus hijos fuera del capitalis-
mo. Crean las burbujas de jabón donde encierran a los niños
hasta que esta revienta y ¡zaz! Los niños al siquiatra o directo
a las drogas o a recorrer estúpidamente el mundo con sus
medias verdades a cuestas, inscribiéndose en cuantas reli-
giones o sectas salva gente existen, en la creencia de que les
violaron sus derechos o nunca les dieron el premio ofrecido
por los cariacontecidos padres, que a su vez ya pasaron por
esa, pero creen que a su hijo no le sucederá lo mismo.
La clase debe diseñar política no para ser atendida por quien
la esclaviza, sino para deshacerse de los mecanismos que ha-
cen posible la esclavitud. La clase no puede diseñar política
para que le atiendan a los hijos en las escuelas burguesas,
porque ya nuestros hijos van a esas escuelas. Pero el clase
media quiere ir a Harvard, ah, entonces no quiere crear otra
cultura, lo que ambiciona es ser Leopoldo López. Quieren
que tengamos las mismas universidades, con los mismos
derechos, ah no, entonces quieren ser Leopoldo López pero
con más comodidad, en vez de ir a Estados Unidos estudie
aquí mismo. Pero repetimos, somos es esclavos y descono-
cemos que toda la riqueza que producimos los pobres, no
alcanzaría ni para mantener la escuelita del barrio si nos
dedicáramos a construir Harvard por todas partes. No po-
demos pensar en nuestra hambre, en nuestra carencia para
construir la otra cultura, porque no hay forma de ser sacia-
dos todos los pobres en este modelo productivo.
No podemos pensarnos desde esa perspectiva, porque sino
concluiríamos que el capitalismo es perpetuo y que sólo bas-
ta con hacerlo funcionar a favor de todos. La clase debe di-
señar política para que no sea perpetuo y no para proteger
al hijo, diseñemos política para que el sistema sea sustituido,
no para calmar circunstancialmente el hambre de lo que sea.
Ese es el gran dilema que siempre nos ha planteado la his-
toria a nosotros los pobres. Cuando se presentan las opor-
tunidades de inventar, diseñar, crear y producir lo distinto
dejamos en manos de los expertos en lo que existe. Y los
resultados todos, indican estar en nuestra contra. Balance
desfavorable para nosotros, cero ganancias, pura pérdida.
180
Inventamos, nos arriesgamos, nos equivocamos juntos
como clase; en función de crear una manera de producir y
de construir la cultura comunal radicalmente distinta al ca-
pitalismo, una manera de relacionarnos desde otra perspec-
tiva, una mirada diferente al humanismo.
La política de la clase debe estar sustentada en la invención,
en la sospecha de todo conocimiento producido en capitalis-
mo, en humanismo y fundamentalmente en sus principios,
en sus valores, en su moral, en su ética. La clase no debe
temer. Somos los grandes creadores de la especie y por eso
nos han esclavizado, porque no basta ser creadores de lo
necesario, necesitamos hacer política, crear política, aplicar
política, diseñar política, la clase necesita un baño constante
de política, la política que nos unifique, que nos identifique,
que nos valore, que nos haga juntos. No manada, no horda,
organizadamente juntos, planificadamente juntos. No reba-
ños, no ejército de otras clases. Necesaria y filosóficamente
juntos.
Ser una clase para sí con decisión, con filosofía, con con-
cepto, con plan, con diseño, una clase con papel histórico
definido. No decidido por otras clases, no dirigida, no guia-
da, no usada, no esclavizada, y para ello necesitamos que los
hijos sean educados en estos preceptos, con estas visiones de
constructores de futuro. Que diseñen cultura sin esclavos y
sin dueños y para ello deben ser profundamente políticos,
filósofos, artistas, con oficio, donde el cuerpo este prepara-
do para el trabajo, donde la responsabilidad con ese hacer
les haga ser fuego, lumbre en permanencia, que donde estén
todo el mundo sepa que está la clase. No esclava, no some-
tida, sino creando, diseñando el devenir sin esperanzas, ni
utopías religiosas, sino con conocimiento del papel que se
está jugando.
¿Qué política vamos a diseñar en función de crear la otra
cultura, la comunal integral? Esa es una pregunta que de-
bemos responder como clase, porque hasta el momento en
la historia respondemos con comodines filosóficos, creados
por las clases dominantes. Comodines que nos sumen en un
interminable enredo, que no podemos controlar, que nos
181
hacen eternos como esclavos. Eso sí, no cualquier esclavo,
un esclavo moderno.
Pese a que en este tiempo nos percatamos de otras posibili-
dades, estos comodines se expresan a través de las diversas
instituciones que en el Estado y el sistema en general se ha-
cen prácticos en el cuerpo individual y luego reflejado en lo
colectivo, creando la sensación de que eso es lo que somos y
eso es lo que debemos ser para siempre. Que cuando mucho
debemos prepararnos para superar individualmente esa si-
tuación, que debemos trabajar mucho, estudiar mucho para
superar nuestra situación de pobreza.
Lo que no se nos dice es que ese mismo aparato escolar con el
que según saldremos de abajo, es el mismo que nos somete,
nadie explica que es imposible físicamente, matemáticamen-
te, y sobre todo socialmente salir de abajo. La realidad nos
dice que debemos eliminar el aparato escolar, porque este
cada día nos reproduce como esclavos cuando nos transmite
toda su obediencia, su disciplina y su rollo ideológico, lo que
nos convierte en esclavos en todas sus escalas.
Ahora bien, concebir la cultura comunal pasa por no imagi-
nar salvarnos. Una de las guías o directrices que han usado
hasta los momentos los compañeros socialistas para superar
el sistema capitalista, es pensar que si producimos más que
el sistema capitalista y repartimos equitativamente los recur-
sos habremos resuelto el problema de la carencia en los se-
res. Y lo hicieron y en algunos países se sigue haciendo con
un heroísmo, un sacrificio, una obstinación, una terquedad,
digna de elogios, pero hasta los momentos los resultados no
son los prometidos.
Este esfuerzo merece de nosotros como clase un análisis
profundo para desentrañar las claves de lo necesario, que
nos hagan comprender en perspectiva la tarea actual para
que las malsanas e irresponsables críticas de los críticos de
academias, oficinas, cafetines y otros espacios no afecten la
visión de la realidad. Porque la mayoría de lo que estas perso-
nas saben lo aprendieron en los libros y otros instrumentos
acumuladores y transmisores del saber y la ideología del hu-
manismo, y desconocen, olvidan o se hacen los lomoebaba,
182
para no explicar o no comprender que su saber es anterior a
la revolución y que aun más la cultura por concebir, enton-
ces, mal se puede analizar la situación o entregarle respuesta
a la misma, con estos instrumentos o lenguaje, cuando nos
percatamos que ello sólo reproducirá nuestra esclavitud.
En medio del fragor descubrimos, sabemos, que el intento
de salvarnos como esclavos es vano, no nos conduce sino a
repetir eternamente la tragedia, porque nadie puede vivir en
su propio sueño, y en este caso hablamos de la clase. Noso-
tros como clase no podemos aspirar a vivir en la otra cultu-
ra, ni como dueños ni como esclavos, sólo podemos soñar
con ser otros, y en ese sentido el esfuerzo nos debe llevar a
comprender que no es para nosotros como forma de vida
finita que estamos trabajando.
Es como si los tres mil muertos y contando el reloj, que se
produjeron en el ochenta y nueve y todos los que aún siguen
ocurriendo nada más en Venezuela, se hubieran puesto a
pensar en sus vidas, viviendo en la otra cultura, pues senci-
llamente no estaríamos aquí.
Cuando la clase sueña no debemos soñar en satisfacer las
carencias, sino en el diseño, la construcción de un mundo
donde no existan las carencias capaces de convertir a los se-
res en esclavos de otros, ni las condiciones que lo faciliten,
porque sino repetiríamos a lo eterno las mismas condiciones
en las que se desenvolvieron los pueblos que experimenta-
ron anteriores procesos.
Porque los críticos de oficio no dicen de los inmensos es-
fuerzos que realizaron los líderes junto con los pueblos para
resolver los graves problemas del hambre, el frio, la salud, las
condiciones de trabajo, la transmisión de conocimientos, y
muchos otros problemas que al final terminaron por ahogar
el sueño de un mundo, de una cultura distinta en aquellos
millones de seres que alegremente entregaron la vida por
cambiar.
Lo que nos ocurre a nosotros en estos días, nos dice que se
trata es de un diseño político. Si a nosotros nos jodieron,
no nos mimaron, no comimos, no bebimos, no leímos un
poema, no escuchamos una canción sublime, no viajamos,
183
no comimos caviar, no fuimos a visitar la chatarra de la torre
Eiffel, o el Big Ben, poco importa. Si quiere aproveche como
individuo hágalo, haga cualquier trampa y lo logra, invente
que usted llevará a pasear a quien usted se imagine sin ese
derecho, para eso los pobres somos bastante y aún se nos
puede seguir usando para los planes de cualquier charlatán
o estafador de oficio.
Pero, nada de eso nos transformará como clase, a lo mejor
como individuos nos haga más arrogantes, o más comedi-
dos, pero nunca trascenderemos sustancialmente, porque
no se trata de salvar o proteger a los individuos, se trata es
de superar la condición de individuos. Dejar de ser sustan-
cialmente individuos y crear las condiciones para la posible
existencia de lo colectivo, sustancia de lo natural de la vida.
Por eso, cuando nos reunimos para conversar la otra cultu-
ra, no lo hacemos como gremios, que necesitan resolver sus
situaciones en el capitalismo, exigir derechos, que al final esa
ilusión del derecho se convierte en ganancia del capital, por-
que le mueve su maquinaría productiva.
Cuando el capitalismo entrega derechos es porque le con-
viene, porque si fuera por la lucha desde cuando se hubiera
impuesto el socialismo, porque si alguien tiene los mecanis-
mos para propagandizar es el capitalismo, pero que ha hecho
cuando de socialismo se trata, crear grandes masacres, sino
que lo digan los veintiocho millones de soviéticos que fue-
ron masacrados en la segunda gran guerra de exterminio.
Los gremios de mujeres han logrado inmensa cantidad de
derechos pero aún siguen siendo esclavas de segunda, siem-
pre y cuando sean asalariadas. Los obreros y campesinos
después de muchas masacres, hemos logrado nuevos au-
mentos de salarios, pero, jamás hemos dejado la condición
de obreros y campesinos al servicio del patrón, del dueño.
Los negros y sus derechos civiles se lo pasan por el forro los
blancos dueños de los Estados Unidos: la meca de las liber-
tades.
Estos pocos ejemplos ilustran que esas luchas de nada sirven
en el marco de una revolución, que esas luchas en tiempo
revolucionario nos ocultan la verdad de la tarea por realizar.
184
Mientras más gremios o individuos le reclamemos derechos
al Estado en revolución, más estaremos conspirando contra
nosotros mismos como clase, porque eso no sólo evita que
pensemos, sino que nos divide y no permite saber que es el
enemigo realmente.
Como clase debemos discutir política, diseñar política, co-
mer política. La burguesía existe porque se diseña y se con-
cibe como una clase política que ejerce la política sobre toda
la vida que existe.
Por eso, nosotros como clase no podemos exigir derechos a
quien no tiene ningún interés en asignarlos. Cuando la clase
se siente a conversar, lo debemos hacer para producir políti-
ca. Se sentó porque tiene una decisión política. No podemos
sentarnos como mujeres abandonadas, ni maridos abando-
nados, ni tipo sin drogas, o tipo con drogas, no. Nos con-
vocamos como clase para diseñar la política que nos ha de
convertir en seres pensantes, para diseñar los planes que nos
hagan desaparecer como clase sometida y soñar con gente
que no sufra lo que hemos sufrido nosotros.
Cuando estamos con estas conversas estamos ejerciendo o
practicando un hecho político, que es poner a funcionar el
cerebro ya no en función de reclamar para nosotros.
Ser radical en el pensamiento y audaz en la acción. No es
lo mismo pueblo en capitalismo, que pueblo en capitalismo
pero en decadencia. En los ochentas el problema era el go-
bierno, el radical lo que hacía era tirar piedra y esperar bue-
nos representantes. En otros países las demandas, aún hoy,
son eso, demandas, todas ellas por derechos gremiales.
Aquí, en la Venezuela de hoy, decidimos participar protagó-
nicamente en el diseño político del país y eso es lo que nos
da fuerza vital: tener la capacidad de pensar desde el aden-
tro. No podemos seguir buscando intelectuales, analistas, es-
pecialistas del afuera. Eso es no entender lo que nos ocurre.
También se nos plantea la radicalidad del pensamiento. Ir a
la raíz del problema, estudiarlo y actuar en función de eso,
con audacia, con estrategia, organizadamente y es ahí donde
nos viene la mayor tarea: construir una ética acorde al tiem-
po histórico.
185
Porque si bien es verdad que somos culturalmente capitalis-
tas y que ya el capitalismo tiene su ética del humano saqueo,
el humano crimen, la humana hipocresía y la humana false-
dad, no es menos cierto que el estar arrastrados por este hu-
racán nos permite planificar como clase el desprendimiento
de eso.
Que el carapacho de esclavo, pedigüeño y mercancía tran-
seúnte, de paso a la posibilidad de ser gente. Y para eso es
una ética, la que nos toca construir. Sabemos que no es man-
tequilla, porque no podemos conformarnos con ser chavis-
tas de puro papelillo, porque ser chavistas no es una pose.
Asumir eso, es la tarea más dolorosa, porque nos interpe-
la, porque no hay receta, porque no enterraremos aún (en
términos de generación, esta que vive hoy día) al capitalis-
mo, porque es largo el camino, porque se dice fácil y suena
bonito, pero nos parte la cara cuando reconocemos la raíz
del problema en nuestro cotidiano. Porque la frustración de
cada coñazo cuesta que jode sacudírsela de encima. Porque
el estar en una guerra y a la vez tener que construirnos como
otra cultura es una contradicción tan jodida que pareciera
imposible resolverla.
Ya la guerra nada más nos obliga a estar las veinticuatro ho-
ras pendientes de los dueños, buscando ver por dónde lan-
zan los coñazos, en el ¿Qué pasó aquí? ¿Qué pasó allá?, emi-
tiendo mensajes para moralizar la fuerza, discutiendo como
país permanentemente, haciendo encuentros, asambleas, la
campaña permanente en respaldo firme a nuestro directorio.
Ya eso nos consume y siempre llega el minuto en que nos
damos cuenta que no hay otra hora para sembrar lo que uno
se come, para vestir lo que uno se pone, para producir la
computadora con que se escribe, ni la cámara con que se
graba y entonces es necesario dejar de sostener el aparato
capitalista que nos esclaviza como trabajadores, que destru-
ye ríos, mares y montañas, para reproducirnos permanen-
temente como esclavos. Es la tarea que no se emprende y
nos sentimos mercenarios, traficantes de ideas, que en nada
contribuyen a superar esa condición.
186
Y entonces nos desentendemos de la guerra y nos dedica-
mos las veinticuatro horas a buscar, fundar, a no usar ningún
aparato que el capitalismo haya diseñado y buscar estar tran-
quilos, despejados, libre de culpas, hasta que un buen día la
realidad nos cachetea con la guerra y del apoyo firme que
necesita el directorio en los pasos que se dan y la necesidad
de fortalecer la discusión permanente de todo el país. Y en-
tonces la fundadera se nos torna un aislarse y volvemos a la
contradicción, al punto de inicio de ¿Qué hacer?
Discutámoslo entre todos: construir una ética en medio de
la guerra que es el capitalismo ahora en ruinas, esa es la ta-
rea más importante y a esa es a la que hay que entregarle la
vida. Porque somos una fuerza, así irrumpimos en la histo-
ria. Constituirnos en conocimiento creador, esa es la tarea
que nos toca.
Este es el tiempo de superar esa condición de ser sólo fuer-
za, porque la fuerza se manipula, una fuerza es como una
palanca. Movemos la palanca, y ella mueve agua, porque esa
es su condición. Pero nos toca a los pobres crear las condi-
ciones para otra cultura, que no debemos esperar como a
un mesías, que no debemos buscar como a una utopía, que
estamos obligados a saberla desde el cuerpo. Que cada casa,
cada poema, cada silla, cada plato, cada calzado, cada vesti-
do, cada herramienta, cada surco, cada corral, cada muelle,
sea un verso colectivo que se estudia, que se imagina, que se
cocina, que se teje, pensadamente entre todos.
INTERROGANTES A RESOLVER
187
nos sirve? ¿Qué parte del Estado nos sirve? ¿Todo el Estado
nos sirve a nosotros? ¿Qué tipo de Estado debemos tener
en estos tiempos? ¿Qué se come? ¿Cómo se caga? ¿Con qué
nos limpiamos? ¿Dónde dormimos?, ¿Con quién tiramos?
¿Cómo es qué, si la política es lo que ha hecho la historia, es
lo que ha construido culturas, es lo que ha dirigido el arte,
los oficios y las religiones, a nosotros los pobres se nos en-
señó a negarla, a odiarla, a no practicarla? ¿Qué es eso de
la política? ¿Por qué se habla tanto de la política? ¿Por qué
se esconde tanto en la política y con la política? ¿Por qué
los trabajadores nunca pudimos hablar de política o polí-
ticamente en la fábrica? ¿En la universidad?, ¿En la iglesia?
¿En la escuela? ¿En la familia? ¿Si cada una de esas institu-
ciones obedecen a un diseño político, a un interés político?
¿Si cada una aplica esa política y todas son de origen políti-
co? ¿Cómo es que no podemos hablar de política? ¿Cómo es
que la política es sucia? ¿No sirve para nada? ¿Cómo hacer
que masivamente, eso que está en el cuerpo instintivo del
pobre, se convierta en una teoría, en una manera de pensar
que se nos vuelva herramienta para crear lo distinto, que se
nos haga concepto cotidiano en el cuerpo y en el cerebro?
¿Cómo se hizo el capitalismo en el cuerpo y en el cerebro?
¿Por qué Venezuela no tiene territorio? ¿Cómo se puede di-
señar en un país sin territorio, una nueva cultura? ¿Quiénes
pueden hacer el diseño de ese concepto? ¿Gente pobre dis-
cutiendo vainas? ¿Cómo criamos a los hijos? ¿Quiénes los
van a criar? ¿Donde los vamos a criar? ¿Lo haremos de ma-
nera tradicional o cuestionaremos esas formas y contenidos
de hacer las cosas? ¿Cómo criar en la comuna? ¿Para qué los
vamos a criar? ¿Cuáles sus valores, sus principios? ¿También
serán mercancía como nosotros? ¿Serán individuos egoís-
tas? ¿Comprarán y venderán como nosotros? ¿Se sostendrán
como nosotros sobre el hambre, el miedo y la ignorancia?
¿Ambicionarán ser dueños? ¿Serán considerados mercan-
cías, objetos moldeables para el consumo? ¿O gente que tie-
ne deberes con la sociedad y con las que la sociedad tiene
deberes y será preparada para vivir en la sociedad de los jun-
tos? ¿El niño será criado colectivamente? Los hijos, ¿Ten-
188
drán dueños, pertenecerán a alguien? ¿Podremos hacer con
ellos lo que nos dé la gana y usarlos como mejor nos parezca,
tal y como ocurre en la cultura capitalista? ¿La crianza de los
niños será una responsabilidad individual? ¿Cómo vamos a
criar a los hijos en la otra cultura? ¿Qué plan tenemos?, ¿Qué
proyecto tenemos? ¿Cómo construir otra idea? ¿No tenemos
que ver con crear otro mundo histórico social?, ¿Queremos
seguir siendo esclavos? ¿Queremos seguir recibiendo látigo?
¿Cómo formar administradores políticos con determinación
creativa? ¿Cómo financiar nosotros los pobres la cultura co-
munal? ¿Cómo desde el Estado burgués, en este tiempo, se
pueden generar mecanismos que permitan experimentar
otro hacer, otro decir, otro pensar, otra manera de producir,
que nos obligue a superar la fuerza de la costumbre?
TEMAS A CONVERSAR
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190
ÍNDICE
191
¿QUIÉN SE ATREVE Y A QUÉ?.................................................................................... 72
LOS COMUNÓLOGOS SIN IGNORANCIA................................................................... 73
LA COCHINA DE LOS TREINTA COCHINITOS............................................................. 74
LA CLASE NO DEBE SER BUHONERA DEL PENSAMIENTO........................................ 75
DESAPARECER COMO CLASE.................................................................................... 77
¿ES POSIBLE OTRA PERSPECTIVA CULTURAL PARA LA VIDA?.................................. 79
HAY UNA SOCIEDAD DE CLASES Y NO UNA LUCHA DE CLASES................................ 80
FALSO POSITIVO QUE NOS HA COSTADO EN DEMASÍA............................................ 81
MÁS VENEZOLANOS QUE EL MANIROTE.................................................................. 82
EL VIEJITO DE LA CLASE............................................................................................ 84
SER TRAMPOSOS PARA MEDIO VIVIR...................................................................... 85
EL GALPÓN DE POLLO, UNA CIUDAD....................................................................... 86
LA MUERTE EN SU GLOBALIDAD ABSOLUTA............................................................ 100
192
SOMOS LA NATURALEZA.......................................................................................... 148
LA COMIDA NO DEBE SER MERCANCÍA.................................................................... 149
MIENTRAS MÁS TENGAMOS MÁS POBRES SEREMOS.............................................. 151
LOS NINGUNEADOS................................................................................................. 152
EL CONUCO NO ES UNA COMIQUITA........................................................................ 154
LA CIUDAD NO PRODUCE POESÍA............................................................................ 155
EL CONUCO COMO CULTURA DE CREACIÓN PERMANENTE..................................... 156
¿PUEDE PENSARSE EL CONUCO COMO UN MODO DE PRODUCCIÓN?.................... 158
EL CONUCO NI ENTIERRA NI ES HIJO DEL CAPITALISMO......................................... 159
193
194
ESTE LIBRO FUE IMPRESO EN LA REPÚBLICA BOLIVARIANA
DE VENEZUELA AL MES DE FEBRERO DEL AÑO 2018
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