Familias y Escuelas
Familias y Escuelas
Familias y Escuelas
Sam Reddigng
Esta guía aborda lo que los padres pueden hacer para ayudar a sus hijos a tener éxito en la
escuela, porque reconoce que estos, son los primeros y más influyentes profesores. Forma
parte de la Serie de Prácticas educativas desarrollada por la Academia Internacional de
Educación (IAE, por sus siglas en inglés) y distribuida por esta y la Oficina Internacional
de Educación (IBE, por sus siglas en inglés), organizaciones privadas intergubernamentales
que se han integrado a la UNESCO, sin por ello perder su autonomía.
Introducción
En todas partes hay presiones para que los niños aprendan cada vez más en la escuela, que
los jóvenes al concluir sus estudios adquieran habilidades demandadas por la economía
(habilidades de lectura, escritura, cálculo, resolución de problemas) y que contribuyan a
una formación ciudadana nacional y abierta a lo universal (comprender la historia, el modo
de gobierno y las tradiciones de cualquier sociedad). De ahí, que las escuelas reciban
constantemente presiones externas e internas para que sean más efectivas y productivas.
Sin embargo, el autor reconoce que la cantidad de tiempo que pasan los niños en las
aulas durante los primeros 18 años de vida es poco (quizá 13% de las horas de vigilia) en
comparación con el tiempo que pasan con la familia y en el entorno comunitario. Por ello,
pretende rescatar los resultados de investigaciones sobre la influencia de la familia en el
aprendizaje académico, y ayudar a mejorar aspectos alterables del currículo del hogar,
mediante el acercamiento entre: padres, alumnos, escuela y comunidad. Para ello, ofrece la
presente guía, que se desglosa en diez acciones fundamentadas en resultados de
investigación y propuestas de aplicación generales, que cada escuela podrá ajustar de
acuerdo a sus características locales y necesidades identificadas.
Un currículo del hogar alterable –donde se incluyen las relaciones familiares, las prácticas y
los patrones de vida familiar- es un predictor del aprendizaje académico más confiable que
es status familiar. Sí el niño llega a la escuela preparado con actitud, hábito y habilidad para
aprender al máximo la instrucción del profesor, la eficacia de este se incrementa. Por
consiguiente, se recomienda emprender y fortalecer ciertas prácticas familiares, con
independencia del status económico o el nivel educativo de los padres, que contribuyan al
aprendizaje académico de sus hijos. En las siguientes secciones se enfatizan.
2. La relación padres-hijos
Los niños se benefician cuando las relaciones padre-hijo cuentan con un lenguaje rico y
están basadas en el apoyo emocional. Ejemplo de acciones que contribuyen a forjar estas
relaciones son: hablar con él, oírlo con atención, leerle y escuchar cómo lee; hablar sobre lo
que los padres y el hijo están leyendo; contar historias, hablar con él todos los días y
escribir cartas. Es importante, construir conversaciones en ambas direcciones, con un tono
positivo y reforzador, un clima de confianza, que goce de la indagación, la curiosidad y el
descubrimiento.
Las interacciones diarias entre padres e hijos, los pasatiempos y las actividades recreativas
que se disfrutan en familia favorecen la predisposición de los niños para aprender en la
escuela. Así también, es importante que los padres les proporcionan límites predecibles
para sus vidas, estimulan un uso productivo del tiempo y propician experiencias de
aprendizaje como algo habitual en la vida familiar.
Los niños alcanzan mejores resultados académicos cuando sus padres establecen para ellos
metas altas pero realistas. Es importante, hacer ver que los resultados se obtienen más a
través del esfuerzo que de las habilidades innatas o de “sacar provecho de las situaciones o
de las oportunidades”. Además cabe mencionar, que las familias con expectativas elevadas
de rendimiento académico, al mismo tiempo proporcionan: orientación y apoyo
consistentes en la relación con los aspectos escolares; mantienen contacto con los
profesores; tienen interés del perfil académico que están trazando; a diario fomentan
interacciones verbales abundantes con cuestionamientos que incitan a pensar, usar palabras
nuevas y hablar con precisión.
Aplicación: los padres pueden entender las metas y pautas que están marcando para sus
hijos mediante un esbozo del programa de actividades típicas que el alumno realiza durante
la semana después del horario escolar; reflexionar sí estudia o lee, cuánto tiempo ve
televisión. Una vez que son conscientes del uso del tiempo, puede generar una agenda que
incluya actividades recreativas, sociales, tiempo de estudio y lectura. Es igualmente
importante, mantener una comunicación periódica con los profesores y priorizar los hábitos
y actitudes del niño, más que centrarse en las calificaciones, que pueden ser engañosas.
5. Tareas en casa
Cuando las tareas que se realizan en casa son utilizadas apropiadamente por los profesores,
su efecto sobre los aprendizajes puede ser tres veces superior al de tener un mejor estatus
socio-económico familiar. Son eficaces para que el alumno domine conceptos, hechos,
desarrolle un pensamiento crítico, actitudes y hábitos productivos. También producen un
efecto compensatorio al ser tomados como parte de la calificación. Además ayudan a
formar un hábito de estudio independiente en casa, generan la interacción familiar, ayudan
a los padres a saber lo que el niño está aprendiendo, dan tiempo para reflexionar y
familiarizarse con algún tema, permiten al docente un control frecuente del progreso del
alumnado.
Aplicación: es importante que las tareas para casa guarden relación con lo visto en
clase, sean calificadas y retroalimentadas pronto, sean frecuentes, cuentan como parte de la
calificación, señalen las normas generales de cantidad y calidad para guiar a los padres y
estudiantes.
6. Comunicación escuela-familia
Los niños se benefician cuando sus padres y profesores se comunican entre sí en ambas
direcciones, porque pueden comprender sus expectativas mutuas y se mantienen en
contacto para hablar sobre hábitos de aprendizaje, actitudes, interacciones y progreso
académico. Es importante que los profesores se sientan apoyado por otros colegas y la
institución cuando emprenden dichas acciones; sin embargo, que mejor sí crean canales
constructivos y permanentes de comunicación escuela-familia como parte de una propuesta
institucional.
La participación se puede dar desde muchos ángulos, una tipología aceptada es usar las
siguientes categorías: crianza (cuidados y alimentación del niño); comunicación
(información continua entre padres y escuelas); voluntariado (ayuda en la escuela);
aprendizaje en casa (apoyo y conclusión de las enseñanzas recibidas en la escuela); toma de
decisiones (participación en las estructuras de toma de decisiones del colegio);
colaboración con el entorno comunitario (representar a la escuela en actividades de
colaboración con otras organizaciones).
8. Formación de padres
Los programas que enseñan a los padres a mejorar el ambiente familiar en beneficio del
aprendizaje de los niños toman una variedad de formas y pueden producir resultados
importantes. Algunos ejemplo son: las visitas a los hogares por partes de los formadores;
sesiones grupales dirigidas por padres previamente entrenados; programas específicos
como aquellos que ayudan a mejorar la estimulación cognitiva, la interacción verbal y el
reforzamiento del aprendizaje académico de sus hijos en casa; los esfuerzos para estimular
las actividades de lectura en la familia; y otras orientaciones para el currículo del hogar.
Aplicación: hacer las visitas domiciliarias atractivas para los padres, ubicar al educador
en el marco de la familia, y centrarse en una sola familia a la vez; colaborar con otras
organizaciones que puedan influir en la actuación de los padres cuando sus hijos son
pequeños; hacer un listado con las actividades que los colegios quieren promover con los
padres; publicar, informar, guiar y apoyar iniciativas para realizar tareas escolares en casa;
contar con los padres para organizar, contactar y dirigir actividades con otros padres; tener
en cuenta datos de campo, modelos y currículos contrastados y probados; centrarse en el
currículo del hogar.
9. Relación familia-escuela
Las relaciones familia-escuela pueden vincularse, con tres períodos históricos del desarrollo
económico: las sociedades agrícolas, donde la familia vivía en un nivel de subsistencia que
dependía del trabajo de sus hijos y la función de la escuela era liberarlos de sus familias e
incrementar sus posibilidades de desarrollo; la economía industrial, donde los objetivos de
la familia y escuela convergen, buscando el bienestar económico del niño en el largo plazo;
la fase pos-industrial, en la que los padres encuentran que las demandas que exige la
crianza de los niños compiten con sus actividades de adultos, y esperan que los colegios
cubran ese vacío.
Cuando las familias de los alumnos se relacionan entre sí, se incrementa el capital social:
los niños son atendidos por un número mayor de adultos y los padres comparten pautas,
normas y experiencias educativas.
Aplicación. Una escuela debe ser capaz de formar y mantener una comunidad entre
sus miembros: su personal y las familias de sus alumnos. Esto es posible, en un marco que
incluya modos de articular valores comunes sobre la educación, de acercar a unos padres
con otros y con los profesores. Enseguida se enuncian algunos elementos constitutivos para
crear programas encaminados a ello: a) Representación, al incluir a los padres de familia en
la toma de decisiones. b) Valores educativos, articulados en conjunto por los padres y los
profesores. c) Comunicación, bidireccional entre familia y escuela. d) Educación, a través
de programas tanto para profesores como para padres. e) Experiencia común, entre
docentes, alumnos y padres. f) Asociación, entre grupos de la comunidad educativa.