5-Apocalipsis Baruch - 2 Y 3 (Siriaco)
5-Apocalipsis Baruch - 2 Y 3 (Siriaco)
5-Apocalipsis Baruch - 2 Y 3 (Siriaco)
El año vigésimo quinto de Jeconías, rey de Judá, la palabra del Señor vino a
Baruch, hijo de Nerías, y le dijo:
-¿Has visto todo lo que me ha hecho este pueblo? Las maldades que cometieron
las dos tribus que han quedado son mayores que las de las diez tribus que fueron
cautivas. Voy a dispersar a este pueblo entre los gentiles para que haga el bien
entre ellos […]
Llegó el día siguiente, y he aquí que el ejercito de los caldeos rodeo la ciudad. Por
la tarde, yo, Baruch, abandoné al pueblo, Salí y me establecí junto a una encina.
De repente un fuerte espíritu me elevo y me hizo subir por encima de los muros de
Jerusalén. Cuando miré, he aquí cuatro ángeles que estaban de pie sobre los
cuatro ángulos de la ciudad y cada uno de ellos sostenía una antorcha de fuego en
sus manos. Otro ángel bajó del cielo y les dijo:
-Coged vuestras antorchas y no las encendáis hasta que os lo diga, pues he sido
enviado en primer lugar para decir una palabra a la tierra y colocar en ella lo que
me ha ordenado el Señor Altísimo.
Entonces lo vi descender hasta el Santo de los Santos y coger de allí el velo de la
puerta, el propiciatorio, las dos tablas, el vestido santo de los sacerdotes, el
incensario, las cuarenta y ocho piedras preciosas con las que se viste el sacerdote
y todos los vasos santos del tabernáculo.
Dijo a la tierra con voz alta:
-¡Tierra! ¡Tierra! Escuchad la palabra del Dios poderoso, recibe estas cosas que te
he confiado y guárdalas hasta los tiempos postreros. Cuando se te dé la orden,
entrégalas para que no las dominen los extranjeros, pues ha llegado el momento
en el que Jerusalén será preservada por un cierto tiempo de su destrucción total,
hasta que se diga y vuelva a ser reparada para siempre.
La tierra abrió la boca y se las tragó.
Después de esto, oí que aquel ángel decía a los ángeles que sostenían las
antorchas:
-Destruid y abatid sus murallas hasta los cimientos para que los enemigos no se
gloríen y digan: “¡Hemos abatido la muralla de Sión, hemos incendiado el lugar del
Dios Poderoso!”. Apropiaos del lugar en el que yo estaba antes […]
Capítulo 2. Dudas de Baruch y primera revelación.
Tras esto, yo, Baruch, estaba de pie sobre el monte Sión y he aquí que vino una
voz de lo alto y me dijo:
-Álzate, Baruch, y escucha la palabra de Dios poderos […], serás conservado hasta
la plenitud de los tiempos para que actúes como testigo, y si estas prósperas
ciudades desde entonces dicen: “¿Por qué Dios envía sobre nosotros estas
tribulaciones?”, les diréis que los pueblos serán castigados con todo rigor
Respondí y dije:
-[…] ¿Qué mal peor que estos que hemos visto hemos de esperar ver?
[…] ¿Qué provecho sacaron los que te reconocieron sin andar en la vanidad
como el resto de los pueblos […]? A pesar de que los demás actuaran inicuamente,
se podría haber perdonado a Sión por las obras de lo que hicieron el bien y no
hundirlo, por causa de las obras de los inicuos […].
El Señor respondió, diciéndome:
-Ciertamente, el hombre no conocería mi juicio si no hubiera recibido la Ley y yo no
lo hubiera instruido con inteligencia. Ahora bien, puesto que sabe que ha cometido
una transgresión, sabe también que va a ser atormentado. Respecto a los justos,
sobre los cuales dijiste: “Por ellos vino este mundo”, el mundo futuro será también
por ellos. Este mundo es lucha y abundancia de trabajo fatigoso; ese mundo futuro
es una corona con gran gloria […]. Debido a esto, he aquí que vienen días que irán
mas deprisa que los primeros, las edades correrán más que las que precedieron y
los años pasaran más rápido que los presentes. Por eso me ha llevado a Sión, para
correr más rápido y visitar el mundo a su tiempo. Ahora, pues, guarda en tu corazón
todo lo que te voy a mandar y séllalo en lo profundo de tus entrañas […].
Me marché de allí, me senté junto al torrente Cedrón […]. Al ponerse el sol, mi alma
tuvo muchos pensamientos y comencé a hablar ante el Poderoso, diciendo:
-Tú qué hiciste la tierra, escúchame […]. ¿De qué sirve la fuerza que se convierte
en debilidad, el alimento que sacia pero se vuelve hambre y la belleza que se
convierte en fealdad? […]. ¿Hasta cuándo durará el tiempo de los que pasan por
el mundo mancillándolo con tanta impiedad?
[…]. ¡Muestra ahora rápidamente tu gloria y no retrases nada de lo que
prometiste!
Ocurrió que, tras esto, se abrieron los cielos y tuve una visión. Se me dio fuerza y
se oyó una voz de lo alto que me decía:
-¡Baruch, Baruch! ¿Por qué te conmueves por lo que no conoces?
¿Por qué te agitas por causa de aquello de lo cual no estás convencido? Igual que
no me olvido de los hombres que existen y de los que pasaron, del mismo modo
me acuerdo de los futuros y de los que han de venir
[…]. Tienes que escuchar lo que ha de venir después de estos tiempos. En
verdad, mi salvación está cerca: ha de venir y no está lejos como antaño.
He aquí vienen días en los que se abrirán los libros en los que están escritos los
pecados de todos los que pecaron y también los tesoros en los que se reúne la
justicia de los que fueron justificados en medio de la creación. En aquel tiempo
sucederá que contemplarás, tú y muchos que contigo están, la paciencia del
Altísimo, la cual existió de generación en generación: pues tuvo paciencia con todos
los nacidos que pecaron y fueron justificados […].
Repuse, preguntando:
-¿Durará mucho tiempo esta tribulación? ¿Esa necesidad abarcará muchos años?
Respondió, diciéndome:
-Ese tiempo está dividido en doce etapas, y cada una está reservada para lo que
se ha establecido para ella: en la primera etapa comenzaran las perturbaciones.
En la segunda etapa, el asesinato de los nobles. En la tercera, la caída de muchos
en la muerte. En la cuarta, el envió de la espada. En la quinta, el hambre y la sequia.
En la sexta, los terremotos y los horrores. En la octava, abundantes fantasmas y
visita de demonios. En la novena, caída de fuego. En la decima, rapiña y abundante
opresión. En la undécima, iniquidad y lujuria. Y en la duodécima. La mezcla de todo
lo que se ha dicho antes. Las etapas de ese tiempo están reservadas: se mezclaran
ambas y se utilizaran la una con la otra […].
“Toda la tierra se agitará entonces. Por eso todos los seres vivos lo notarán. En
aquel tiempo protegeré tan solo a los que se encuentren en esos días en esta tierra.
Acaecerá que, tras cumplirse lo que debe suceder en esas etapas, comenzará a
manifestarse el Mesías. Behemot se manifestará desde su lugar y Leviatán
ascenderá desde el mar: los dos grandes cetáceos que creé el quinto día de la
creación y que reservé para este tiempo. Entonces servirán de alimento para todos
los que queden. La tierra dará también su fruto, diez mil por uno: en una vid
habrá mil pámpanos, un pámpano producirá mil racimos, un racimo dará mil uvas
y una uva producirá una medida de vino. Los que desfallecían se regocijarán y
también verán prodigios todos los días. Desde mi presencia saldrán vientos que
traerán cada mañana un aroma de frutos deliciosos, y al final del día nubes que
destilarán un rocío saludable. En aquel tiempo ocurrirá que descenderá de nuevo
desde el cielo el tesoro del maná y comerán de él durante esos años, pues ellos
son los que llegarán al final de los tiempos. Tras esto sucederá que se cumplirá el
tiempo de la llegada del Mesías, que volverá gloriosamente. Entonces, todos los
que durmieron con la esperanza resucitarán. En aquel tiempo sucederá que se
abrirán los depósitos en los que se guardaba la multitud de las almas de los justos,
y saldrán: podrá contemplarse la multitud de las almas unida en una asamblea
unánime; las primeras se alegrarán y las últimas se entristecerán. Sabrán, pues,
que ha llegado el momento del cual se dijo que sería el fin de los tiempos. Mucho
se consumirán las almas de los malvados al ver todo esto. Sabrán que ha llegado
su suplicio y que su perdición ha venido […].
Me quedé dormido y tuve una visión durante la noche. Un bosque de arboles estaba
plantado en una llanura. Altas montañas y rocas abruptas lo rodeaban. Ese bosque
ocupaba un gran lugar. Frente a él creció una vid bajo la cual brotaba una tranquila
fuente. Esa fuente llegó hasta el bosque y se convirtió en enormes olas. De repente,
estas olas inundaron aquel bosque, arrancaron multitud de arboles y abatieron
todas las montañas que había a su alrededor. La altitud del bosque y la cima de los
montes fueron humilladas. Tan fuerte fue el flujo de esa fuente que no dejó nada
de ese frondoso lugar excepto un solo cedro. Tras expulsar la fronda de aquel
bosque y destruir y arrancar todo de tal manera que no quedara nada ni lugar
alguno fuera reconocible, entonces, con tranquilidad y calma, vino aquella vid junto
con la fuente; llegó hasta un lugar que no estaba lejos del cedro. E hicieron que el
cedro se acercara hasta ella. Contemplé, y he aquí que esa vid abrió la boca y
habló diciendo a aquel cedro: “¿No eres ese cedro que ha quedado del bosque de
los malvados? Por tu medio la maldad ha sido constante y nunca se ha perpetrado
durante todos estos años el bien. Mostraste tu fuerza sobre lo que no te pertenecía,
y nunca te apiadaste de lo tuyo. Extendías tu poder sobre los que estaban lejos de
ti, y a los que se te acercaban los apresabas con las redes de tu maldad, llenándote
de soberbia en todo momento como uno que no puede ser erradicado. Pero ahora
se ha
apresurado tú tiempo y ha llegado tu hora. Vete, pues, tras el bosque que se
marchó antes de ti y conviértete en arena como él: que vuestro polvo se mezcle.
Dormid ahora en la pena y reposad en el tormento hasta que venga vuestro
momento postrero en el que volverás y serás aún más atormentado”.
Tras esto, vi a ese cedro arder y a la viña crecer. A su alrededor había un campo
lleno de flores imperecederas. Yo me desperté y me levanté […]. Me respondió el
Señor diciendo:
-Baruc, esta es la interpretación de la visión que tuviste. Viste un espeso bosque al
que rodeaban unos montes altos y abruptos, y este es su significado: He aquí que
vienen días en los que será destruido este reino que en nuestro tiempo a destruido
a Sión, y será sometido por el que viene tras él. De nuevo ese será destruido tras
un tiempo y se levantará un tercero que dominará también en su época y será
destruido. Tras este se alzará un cuarto reino cuya tiranía será más dura y peor
que la de los anteriores. Gobernará durante mucho tiempo, como el bosque de la
llanura: se mantendrá durante épocas y se alzará más que los cedros del Líbano.
La verdad se esconderá de él y todos los que están mancillados con la iniquidad
huirán hacia él, del mismo modo que las bestias dañinas huyen y penetran en el
bosque. Sucederá que entonces, cuando se aproxime el tiempo de su fin para caer,
se manifestará la autoridad de mi Mesías, que se asemeja a la fuente y a la vid.
Cuando se haya manifestado erradicará al pueblo numeroso.
Respecto a este alto cedro que viste, que quedaba de ese bosque, y las palabras
que le dijo la vid y que tú oíste, este es su significado: el último gobernante que
entonces quede vivo cuando sea destruido su numeroso pueblo será encadenado
y subido al monte Sión. Mi Mesías lo reprenderá por todas sus iniquidades,
reuniendo y poniendo ante él todas las acciones de su gente. Luego lo matará y
protegerá al resto de mi pueblo que se encuentre en el lugar que yo elegí. Su
autoridad permanecerá eternamente hasta que se acabe el mundo corruptible y se
cumplan los tiempos predichos. Esta es tu visión y esta es su interpretación.
Respondí diciendo:
-¿A quiénes y a cuantos les pasará esto? ¿Quién será digno de vivir en ese
tiempo?[…]
Respondió diciéndome:
-También te mostraré eso. Puesto que me preguntaste: “¿A quiénes y cuántos les
pasará esto?”, te diré que los que creyeron tendrán el bien que se ha predicho, y
los que rechazaron tendrán lo contrario […]. Los tiempos suceden a los tiempos y
las edades a las edades: unas toman
de otras y al final todo se equipara según la medida de los tiempos, de las horas y
de las edades. La corrupción se lleva a los suyos y la vida a los suyos. Cuando se
convoque al polvo, se le dirá: “¡Devuelve lo que no te pertenece y restituye todo lo
que en su momento custodiaste!” […].
Tuve una visión: una nube ascendió desde un mar muy grade. Yo la
observé: estaba llena de aguas blancas y negras. Había muchos matices en estas
aguas, y en su parte más alta se veía algo parecido a un gran relámpago.
Contemplé como esa nube pasaba rápidamente en una rauda carrera y cubría toda
la tierra. Ocurrió que, tras esto, aquella nube comenzó a derramar sobre la tierra
las aguas que en ella estaban y contemplé que el aspecto de las que de ella
descendían no era uniforme. Al inicio, durante un cierto tiempo fueron muy negras;
después observé que las aguas eran brillantes pero no abundantes. Luego
contemplé de nuevo las aguas negras y después otra vez las brillantes, luego las
negras y más tarde las brillantes. Así ocurrió doce veces, aunque las aguas negras
eran siempre más abundosas que las brillantes. Al final de la tormenta provocada
por la nube sucedió que llovieron aguas negras, y eran más tenebrosas que todas
las anteriores. Había fuego mezclado con ellas; allí donde descendían estas aguas
se producía corrupción y destrucción. Tras esto vi un relámpago que ya había
observado en la parte más alta de la nube la tomó y la hizo descender hasta la
tierra. El relámpago era aún más luminoso, hasta el punto de que iluminaba toda la
tierra. Y sanaba aquellos lugares sobre los que había descendido las aguas del
final, produciendo corrupción y destrucción. Ocupaba toda la tierra y dominó sobre
ella. Tras esto vi que doce ríos subían del mar, rodeaban a aquel relámpago y lo
servían. Yo me desperté por causa del miedo.
Suplique al Poderoso y dije:
-Únicamente Tú, Señor, conoces de antemano las alturas del mundo […]. Tú has
mostrado esta visión a tu siervo, ¡revélame también su interpretación!
Ocurrió que, cuando acabé de pronunciar las palabras de esta oración, me senté
allí bajo un árbol para descansar bajo la sombra de sus ramas […]. Estaba
pensando sobre esto y sobre cosas semejantes cuando he
aquí que fue enviado a mí el ángel Ramiel, que cuida de las visiones verídicas, y
me dijo […]:
-Puesto que has suplicado al Altísimo que te revele la interpretación de la visión
que tuviste, he sido enviado para contártela… Del mismo modo que viste una gran
nube que ascendió desde el mar y pasó cubriendo toda la tierra, así es la amplitud
del mundo que hizo el Poderoso cuando ideó hacer el mundo […]. Como viste
primeramente, al comienzo de la lluvia provocada por la nube hubo en primer lugar
aguas negras que descendieron sobre la tierra: esa el transgresión que cometió
Adán, el primer hombre. Pues al hacerlo apareció la muerte –que no existía en su
tiempo-, se dio nombre al luto, se preparó la tristeza, se creó el dolor, se cumplió la
fatiga en el trabajo, el orgullo comenzó a establecerse, el Sheol deseó renovarse
con la sangre de los hombres y tomó a sus hijos, se creó el ardor de los padres, la
majestad de la humanidad fue humillada y la bondad se marchitó. ¿Qué puede ser
más negro y tenebroso que eso? Este es el comienzo de las aguas negras que
viste. De estas aguas negras nacían nuevamente otras aguas negras, y las tinieblas
fueron creadas a partir de las tinieblas: Adán corrió peligro, y también los ángeles,
pues ellos tenían libertad en esa época que fue creada; algunos de ellos bajaron y
se mezclaron con las mujeres. Los que obraron de ese modo fueron atormentados
con ataduras. El resto de la multitud de los ángeles, que no tiene número, se
contuvo. Los que habitaban en la tierra perecieron juntamente por medio de las
aguas del diluvio. Estas son las primeras aguas negras.
“Tras eso viste aguas brillantes. Eso es el manantial de Abraham: sus
descendientes, la llegada de su hijo, del hijo de su hijo y de los que se les asemejan.
Pues en aquel tiempo no tenían una ley escrita que pudiera ser nombrada, pero
entonces cumplían la obra de los mandamientos. La fe en el juicio futuro nació en
aquel entonces, la esperanza en el mundo que habría de renovarse se edificó en
aquel entonces, y se plantó la promesa de la vida futura. Estas son las aguas
brillantes que viste.
“Las terceras aguas negras que viste son la mezcla de todos los pecados que
después cometerían los pueblos tras la muerte de estos justos, y la impiedad que
cometió la tierra de Egipto cuando sometieron a esclavitud a los hijos de estos. Sin
embargo, también ellos perecieron al final.
“Las cuartas aguas brillantes que viste son la llegada de Moisés, de Aarón, de
Miriam, de Josué hijo de Nun, de Caleb y de todos los que se le asemejan […].
“Las quintas aguas negras que viste llover son las obras que hacían los amorreos,
los sortilegios mágicos que obraban, las maldades de sus misterios y la mezcla de
sus impurezas. También Israel se manchó con
los pecados durante los días de los Jueces, cuando veían los muchos signos que
salían de Aquel que les había hecho.
“Las sextas aguas brillantes que viste son el tiempo en el que nacieron David y
Salomón […]. La ciudad de Sión dominaba entonces sobre todas las tierras y
lugares. Estas son las aguas brillantes que viste.
“Las séptimas aguas negras que viste son la perversión del pensamiento de
Jeroboam, que ideó hacer dos becerros de oro […].
“Las octavas aguas brillantes que viste son la rectitud y la justicia de Ezequías, rey
de Judá, y la gracia de Dios que vino sobre él cuando Senaquerib se estremeció y
pereció […].
“Las novenas aguas negras que viste son toda la iniquidad que tuvo lugar en los
días de Manasés, hijo de Ezequías […].
“Las décimas aguas brillantes que viste son la pureza de la generación de Josías,
rey de Judá, pues en aquel tiempo únicamente él se sometió al Poderoso con todo
el corazón y con toda el alma […].
“Las undécimas aguas negras que viste son la calamidad que ahora le acontece a
Sión […].
“Las duodécimas aguas brillantes, este es su significado: después de esto, llegará
un tiempo en el que tu pueblo caerá en una necesidad, como en un peligro de
perecer todos a la vez. Pero se salvará, y los enemigos que se les oponen caerán,
y vivirá un gran regocijo […].
“Las ultimas aguas negras que viste, que era aún más negras que todas las
anteriores y que fueron reunidas tras el número doce, significa el mundo en su
totalidad. El Altísimo dividió la historia desde el principio, pues solo Él sabe lo que
habrá de suceder […]. Ese es el final. “Escucha la explicación de las ultimas aguas
negras que llegarán después de esas aguas negras. Esta es la palabra: he aquí
que vendrán días en los que hará venir el Poderoso sobre la tierra, sus habitantes
y sus gobernantes […]. Se odiarán mutuamente, se incitarán al combate, los viles
dominarán a los nobles y los despreciables se elevarán por encima de los
respetables. Y la mayoría será entregada a la minoría […]. Y ocurrirá que todo el
que se libre y escape de todas estas cosas predichas –los que vengan y los que
sean vencidos- serán entregados a manos de mi siervo el Mesías. Toda la tierra
devorará a sus habitantes. “La tierra santa se apiadará de los suyos y defenderá a
sus habitantes en aquel tiempo. Esta es la visión que tuviste y esta es su
explicación: Yo he venido para decirte estas cosas, pues tu oración ha sido
escuchada por el Altísimo.
Capítulo 7. El tiempo mesiánico.
“Escucha sobre las aguas brillantes que habrán de ser al final, después de las
aguas negras. Esta es la palabra. Después de que hayan venido los signos que se
te dijeron anteriormente, cuando las naciones sean turbadas y llegue el tiempo de
mi Mesías, él llamará a todas las naciones: a unos los dejará vivir y a otros los
matará. Esto sucederá a las naciones que serán salvadas por él. Todo pueblo que
no haya explotado a Israel ni haya pisado la semilla de Jacob vivirá. Y esto es
porque algunos de entre todas las naciones habían sido sometidas a tu pueblo.
Todos aquellos que te han dominado o te han explotado serán entregados a la
espada.
“Después de humillar a todos los que estaban en el mundo se ha sentado en paz
mi Mesías para siempre en el trono de su reino. Entonces se revelará el gozo y
aparecerá la calma. Entonces el remedio descenderá con el rocío y desaparecerá
la enfermedad; el miedo, el dolor y los gemidos pasarán de los hombres y volverá
la alegría por toda la tierra. Nadie morirá fuera de su tiempo, ni de repente tendrá
lugar ningún contratiempo […]. Los animales saldrán del bosque y servirán a los
hombres; serpientes y dragones saldrán de sus guaridas como para someterse a
un niño. Entonces las mujeres ya no tendrán dolor al dar a luz, ni serán
atormentadas cuando den los frutos de su vientre.
“Y en aquellos días no se fatigarán los cosechadores, ni se cansarán los dedicados
a la construcción porque sus trabajos progresarán velozmente por sí solos, al
tiempo que ellos trabajan con total tranquilidad. Porque ese tiempo significará el
final de lo que es corruptible y el principio de lo incorruptible. Por esto se realizarán
las cosas predichas. Por ello se alejará de las cosas malas y se acercará a aquellos
que no morirán. Estas son las últimas aguas brillantes que llegarán después de las
últimas aguas negras.
El Apocalipsis griego de Baruch o Baruch III.
(Versión 1).
1 Una descripción y revelación de Baruch, en relación con los inefables cosas que
vio por mandato de Dios. Bendice Tú, oh Señor.
2 A la revelación de Baruch, que se situó en el río Gel llora por el cautiverio, de 3
de Jerusalén, cuando también Abimelec fue preservada de la mano de Dios, en la
explotación de Agripa. Y él estaba sentado, por tanto, el hermoso puertas, donde
el santo de los santos laicos.
1. 1 En verdad me Baruch estaba llorando en mi mente y apenados por cuenta del
pueblo, y que el 2 fue el rey Nabucodonosor permitido por Dios para destruir su
ciudad, diciendo: Señor, ¿por qué hiciste tú el incendio de tu viña, y establecer que
los residuos? ¿Por qué Tú hiciste esto? ¿Y por qué, Señor, Tú no has compensado
con otro castigo, pero nos has ofrecer a las naciones como éstas, de modo que 3
reproche y nos dicen, ¿Dónde está su Dios? Y he aquí que yo estaba llorando y
diciendo estas cosas, vi a un ángel del Señor viene y me dice: Entender, oh hombre,
amado mucho, y no a ti mismo problemas tanto en relación con la salvación de
Jerusalén, para así dice el Señor Dios 4, el Todopoderoso. Él me envió antes de ti,
de dar a conocer y demostrar a todos de ti (las cosas) 5, 6 de Dios. Para tu oración
fue escuchada antes de Él, y entró en los oídos del Señor Dios. Y cuando él dijo
estas cosas a mí, yo estaba en silencio. Y el ángel me dijo: Cesación de provocar
7 Dios, y te voy a mostrar otros misterios, más grande que estos. Baruch y me dijo:
Como vive el Señor Dios, si tú me muestran, y he oído una palabra de tu, no voy a
seguir hablando más. 8 Dios añadir a mi juicio en el día del juicio, si hablo en lo
sucesivo. Y el ángel de las facultades que me dijo, Ven, y te voy a mostrar los
misterios de Dios.
5 1 Y Baruch dijo al ángel, 2 Permítame preguntarle una cosa de ti, Señor. Desde
Tú me dice que el dragón 3 bebidas un codo de la mar, me dice también, cómo es
su gran vientre? Y dice el ángel, Su vientre es el Hades, y en la medida en que se
lanza una caída (por) trescientos hombres, tan grande es su barriga. Vamos,
entonces, que yo también te puede mostrar más de estas obras.
1 Y yo dije, ¿Y donde el sol comenzará sus labores, después de que el gallo cante?
2 Y el ángel me dijo: Escucha, Baruch: Todas las cosas que se te mostré en el
primer y segundo cielo, y en el tercer cielo, el sol pasa a través de la luz y da al
mundo. Pero espera, 3 y tú verás la gloria de Dios. Y mientras yo estaba
conversando con él, he visto el ave, y se presentó 4 en frente, y creció cada vez
menos, y en longitud regresó a su tamaño completo. Detrás de él y vi brillar el sol,
y los ángeles que llamar, y una corona a su cuenta, la vista de los que 5 no se
pueden mirar el momento, y he aquí. Y tan pronto como el sol brilló, la Phoenix
también extendió sus alas. Pero yo, cuando vi tan gran gloria, fue baja con gran
temor, y huyeron y 6 se escondieron en las alas del ángel. Y el ángel me dijo: No
temas, Baruch, pero has de esperar y ver su configuración.
1 Y cuando yo había aprendido todas estas cosas desde el arcángel, que entiende
y me llevó a un cuarto 2 3 cielo. Y vi una monótona llanura, y en medio de un charco
de agua. Y hay en ella multitud de aves de todo tipo, pero no como los que aquí en
la tierra. Pero vi una grúa de grandes como 4 grandes bueyes, y todas las aves
fueron más allá de los grandes en el mundo. Y le pregunté al ángel, 5 ¿Qué es la
llanura, y lo que la piscina, y lo que las multitudes de las aves a su alrededor? Y el
ángel dijo: Escucha, Baruch: La llanura es el que figura en la piscina y otras
maravillas es el lugar donde el 6 de almas de los justos viene, cuando se celebrará
conversar, vivir juntos en los coros. Pero el agua es de 7 que reciben las nubes, y
la lluvia sobre la tierra, y los frutos aumento. Y me dijo de nuevo para el ángel del
Señor, pero (lo) son estas aves? Y él me dijo, ellos son los que continuamente 8
cantar alabanzas al Señor. Y yo dije, Señor, y cómo los hombres dicen que el agua
que desciende en 9 de lluvia es el mar? Y el ángel dijo: El agua que desciende en
la lluvia-esto también es de la mar, y de las aguas sobre la tierra, pero lo que
estimula los frutos es (sólo) a partir del 10 de esta última fuente. Conoce, por tanto,
de ahora en adelante que, a partir de esta fuente es lo que se denomina el rocío
del cielo.
Capitulo 11.La Quinta Cielo. El arcángel Mijael
1.Y luego vinieron otros de la misma manera y lamentándose los ángeles llorando,
con miedo y diciendo: He aquí cómo se nublaron, 0 Señor, para que se entregaron
a los hombres malos, y queremos salir a partir del 2 de ellos. Y Michael dice, Ye no
puede apartarse de ellas, a fin de que el enemigo no puede prevalecer a 3 del final,
pero me dice lo que os pedimos. Y dijeron, te Oramos, Michael nuestro
comandante, nos transferencia de los mismos, ya que no podemos cumplir con los
hombres malvados y tontos, porque no hay nada bueno 4 de ellos, sino toda clase
de maldad y la codicia. Para no entrar en ellos he aquí [en la Iglesia en absoluto, ni
entre los padres espirituales, ni] en cualquier buen trabajo. Pero donde hay
asesinatos, hay también que en el medio, y dónde están las fornicaciones,
adulterios, robos, calumnias, perjurios, celos, la embriaguez, las luchas, la envidia,
murmuraciones, susurrando, la idolatría, la adivinación, y como tal, 5 a
continuación, son que los trabajadores de dichas obras, y de otros peores. Por tanto
tenemos que rogar a que podrán apartarse de ellos. Michael y dijo a los ángeles,
espere hasta que aprender de lo que el Señor venga a pasar.
1 Y dijo también convertir a los que trajeron nada: Así dice el Señor, que no triste,
de 2 de rostro, y no llorar, ni dejar que los hijos de los hombres solos. Pero ya que
me enojó en sus obras, y hacer que vaya y con rabia y envidia provocada contra
un pueblo que no es la gente, a 3 personas que no tiene entendimiento. Por otra
parte, además de estos, envíe la oruga y la langosta unwinged, y el moho, y la
langosta común (y) con granizo y relámpagos ira, y 4 castigarlos severamente con
la espada y con la muerte, y sus hijos con los demonios. Para que no escuchen mi
voz, ni tampoco observar mis mandamientos, ni ellos, pero se menospreciador del
mi mandamiento, e insolente hacia los sacerdotes que proclamó mis palabras a
ellos.
Me tomó y me condujo hasta el lugar donde está cimentado el cielo, en el que había
un rio que nadie puede atravesar, ni siquiera un soplo desconocido de todos los
que puso Dios. Me tomó y me condujo sobre el primer cielo y me mostro una
enorme puerta a la vez que me decía: -Entremos por ella.
Penetramos como con alas, una marcha como de treinta días de camino. Y dentro
del cielo me mostró una llanura habitada por hombres. Sus rostros eran de buey,
los cuernos de ciervo, los pies de cabra y los lomos de cordero. Yo, Baruch,
pregunté al ángel:
-Declárame, por favor, cual es el grosor del cielo por el que caminamos o cual es
su distancia o que significa la llanura, para que también yo se lo comunique a los
hijos de los hombres.
Y me contestó el ángel, cuyo nombre era Famael:
-La puerta que acabas de ver es la puerta del cielo y su grosor es como la distancia
que hay desde la tierra al cielo, e igual es la extensión de la llanura que viste.
Y añadió el ángel de las potestades:
-Ven y te mostraré secretos mayores.
Pero yo insistí:
-Explícame qué clase de hombres son estos.
Y me respondió:
-Estos son los que construyeron la torre de la lucha contra Dios (la torre de Babel).
El Señor los ha trasladado de sitio […].
Hicimos con el ángel desde aquel lugar una marcha como de ciento ochenta y cinco
días. Me enseño una llanura y una serpiente que tenía el aspecto de una roca. Me
enseño el Hades: su apariencia era tenebrosa y abominable. Y pregunté:
-¿Quién es esta serpiente y quien es el monstruo que la rodea?
El ángel me contestó:
-La serpiente es la que traga los cuerpos de los que han llevado mala vida; de ellos
se alimenta. Y este es el Hades, que se asemeja a aquella en que bebe también
del mar como un codo y no mengua nada de él. Baruch intervino:
-¿Cómo es eso?
-Y el ángel prosiguió:
-Escucha. El Señor Dios trescientos sesenta ríos; los primeros de todos son el
Alfias, Abirós y Guericós. A ellos se debe el que no disminuya el mar.
Yo repliqué:
-Muéstrame, por favor, cuál es el árbol que sedujo a Adán.
Dijo el ángel:
-Es la vid que plantó el ángel Samael por la que se irritó el Señor Dios. Por eso lo
maldijo a él y a su planta. Puesto que no permitió que Adán la tocara, el diablo,
envidioso, lo sedujo por medio de la vid. Y yo, Baruch, repliqué:
-Si la vid es la causa de tamaña calamidad, reo de maldición por parte de Dios y
que condujo a la perdición al primer creado, ¿Cómo es ahora de tanta utilidad?
Y contesto el ángel:
-¡Buena pregunta! Cuando Dios desencadenó el cataclismo sobre la tierra e hizo
perecer a todos los hombres y a los cuatrocientos nueve mil
gigantes, y el agua subió quince codos por encima de las cumbres, penetró el agua
en el Paraíso y arrasó todos los brotes. Pero el sarmiento de la vid brotó a pesar
de todo y salió a flote. Cuando la tierra emergió del agua y salió Noé del Arca,
comenzó a plantar las plantas que iba encontrando. Topó con el sarmiento y
tomándolo se preguntaba que sería aquello. Yo me presente y le dije lo que había
pasado con él. Y preguntó: “¿Pero he de plantarlo o qué? Puesto que por su culpa
pereció Adán, no vaya yo también a incurrir por él en la ira de Dios”. Dicho esto se
puso a suplicar para que Dios le revelara que debería hacer con él. Prolongó la
suplica durante cuarenta días, con intensas peticiones y exclamó entre lamentos:
“Por favor, Señor, revélame que debo hacer con esta planta”. Dios despacho al
ángel Sarasael, quien le dijo: “Levántate, Noé, planta el sarmiento, porque esto dice
el Señor: La amargura de este se transformará en dulzura y su maldición se
convertirá en bendición y su fruto se convertirá en sangre de Dios, y así como por
el género humano obtuvo la condena, de nuevo por Jesucristo, el Emmanuel, va a
obtener la restauración y el acceso al Paraíso”. Sábete , pues, Baruc, que así como
Adán obtuvo la condena por ese árbol y fue privado de la gloria de Dios, de igual
modo los hombres de ahora, al beber sin mesura el vino por él producido, cometen
una transgresión peor que la de Adán, se colocan lejos de la gloria de Dios y se
hacen partícipes del fuego eterno […]
Capitulo 4. Segundo y tercer cielos: El ángel revela los misterios del sol.
Me tomó y condujo al lugar donde sale el sol. Y me mostró un carro de cuatro tiros
con llamas por debajo. Y sobre el carro había un hombre sentado que llevaba una
corona de fuego. El carro iba tirado por cuatro ángeles. Y he aquí que un pájaro
revoloteaba delante del sol, como nueve montañas de grande. Y pregunté al ángel:
-¿Qué significa este pájaro?
Y me contestó:
-Este es el guardián de la tierra habitada.
Y repliqué:
-Señor, ¿Cómo puede ser el guardián de la tierra habitada?
Muéstramelo.
Y me dijo el ángel:
-Este pájaro va planeando junto al sol y al desplegar sus alas amortigua sus rayos
ígneos. Pues si no lo amortiguara no se salvaría la raza humana ni ningún otro
viviente. Pero Dios ha puesto ahí este pájaro.
Desplego sus alas y vi en su ala derecha letras descomunales como la superficie
de una era que mide cuatro mil modios. Las letras eran de oro. Y el ángel me dijo:
-Lee esto.
Y lo leí. Y decía así: “Ni me engendra la tierra ni me engendra el cielo, sino que me
engendran una alas de fuego”.
Y pregunté:
-Señor, ¿Qué significa esta ave y cuál es su nombre?
Me respondió el ángel:
-Su nombre es Fénix.
-Y ¿Qué come?
Y me contestó:
-El maná del cielo y el rocío de la tierra […]
Mientras estaba hablando con él vi al pájaro que apareció delante y crecía poco a
poco y alcanzaba su plenitud. Y detrás de este, al sol destellando y a los ángeles
con él, llevando la corona sobre su cabeza, cuya figura no pudimos contemplar de
frente ni ver. Y al mismo tiempo que comenzó a brillar el sol, desplegó también sus
alas el Fénix. Yo, al contemplar semejante esplendor, me sobrecogí atemorizado,
eché a correr y me oculté en las alas del ángel. Este me dijo:
-No temas, Baruch, sino espera y verás la puesta de ambos.
Me tomó y condujo hacia el poniente. Y cuando llegó el momento de ponerse, de
nuevo vi delante al pájaro que venía y al sol que se acercaba con los ángeles. Y
mientras se acercaba vi a los ángeles que quitaban la corona de su cabeza. El
pájaro se detuvo exhausto y replegó sus alas. Al contemplar este espectáculo, dije:
-Señor, ¿Por qué quitaron la corona de la cabeza del sol y por qué está el pájaro
tan agotado?
Y el ángel me contestó:
-La corona del sol, cuando este termina de recorrer el día, la toman cuatro ángeles,
la trasladan al cielo y la renuevan por haberse manchado ella y sus rayos sobre la
tierra. Así que de esta forma se renueva cada día.
Yo, Baruch, repuse:
-Señor, ¿y por qué se manchan sus rayos sobre la tierra?
Y el ángel me contesto:
-Por contemplar las trasgresiones y las injusticias de los hombre, como son las
prostituciones, adulterios, robos, saqueos, idolatrías, borracheras, asesinatos,
disputas, envidias, difamaciones, murmuraciones, cuchicheos, adivinaciones y
cosas como estas que no son agradable a Dios […].
Capitulo 5. El cuarto cielo.
Desde aquí me tomó el ángel y me condujo al quinto cielo. Pero la puerta estaba
cerrada. Y pregunté:
-Señor, ¿no se abre esta puerta para que pueda entrar?
Y me contestó el ángel:
-No podemos entrar hasta que llegue Miguel, el clavero del reino de los cielos. Pero
aguarda y verás la gloria de Dios.
Se produjo un potente ruido como un trueno y dije:
-Señor, ¿Qué ruido es este?
Me respondió:
-Ahora viene el general en jefe, Miguel, a recibir las suplicas de los hombres […].
Y vi al general en jefe, Miguel, que agarraba un cuenco gigantesco.
Su profundidad era como desde el cielo hasta la tierra y su anchura como desde el
norte hasta el sur. Y pregunté:
-Señor, ¿Qué es lo que agarra el arcángel Miguel?
Me contesto:
-Aquí es donde se concentran los méritos de los justos; todas las cosas buenas
que hacen son transportadas por medio de él ante el Dios celeste.
Y mientras estaba conversando con ellos, he aquí que se presentaron unos ángeles
que llevaban canastillas llenas de flores. Y se las entregaron a Miguel. E interrogué
al ángel:
-Señor, ¿Quiénes son estos y qué es lo que transportan?
Y me respondió:
-Estos son los ángeles que están frente a los justos.
Tomo el arcángel las canastillas y las puso en el cuenco. Y añadió el ángel:
-Estas flores son los méritos de los justos.
Y vi a otros ángeles llevando canastillas vacías, que no llenas. Venían entristecidos
y no se atrevían a acercarse porque no tenían los premios completos. Y Miguel
gritó estas palabras:
-Venid también vosotros, ángeles, traed lo que habéis transportado. Tanto Miguel
como el ángel que estaba conmigo se entristecieron mucho porque no habían
llenado el cuenco. Asimismo, se acercaron a continuación también otros ángeles
llorando y transido de dolor mientras decían temerosos:
-Míranos ennegrecidos, Señor, porque hemos sido entregados a hombres
malvados y queremos separarnos de ellos.
Y dijo Miguel:
-No podéis retiraros de ellos para que no domine hasta el final el Enemigo. Pero
decidme que pedís.
Y contestaron:
-Te suplicamos, Miguel, nuestro general en jefe, que nos separes de ellos porque
no podemos resistir junto a hombres malvados y necios, puesto que no hay en ellos
nada bueno, sino toda clase de injusticia y ambición […].
Y dijo Miguel:
-Esperad hasta que sepa del Señor qué se va a hacer.
En ese preciso momento se marchó Miguel y se cerraron las puertas. Se produjo
un ruido como un tueno. Pregunté al ángel:
-¿Qué ruido es ese?
Y me contestó:
-Ahora presenta Miguel a Dios los méritos de los hombres.
En ese mismo instante descendió Miguel y se abrió la puerta. Traía aceite. Y a los
ángeles que traían las canastillas llenas se las llenó de aceite con estas palabras:
-Llevadlo. Dad como premio cien veces más a nuestros amigos y a los que han
realizado con trabajo las buenas obras. Pues los que bien siembran, bien recogen.
Y dijo a los que llevaban las canastillas llenas y a los que la llevaban vacías:
-Marchaos, bendecid a nuestros amigos y decidles: “Esto dice el Señor: en lo poco
sois fieles, sobre mucho os constituirá. Entrad en la alegría de nuestro Señor”.
Y volviéndose dijo a los que no llevaban nada:
-Esto dice el Señor: No estéis cabizbajos no lloréis ni abandonéis a los hijos de los
hombres. Al contrario, puesto que me irritaron con sus obras, id, castigadlos,
exasperadlos y provocadlos contra una nación que no es nación, contra una nación
insensata. Más aún, despachad junto con ello vendaval e inundación, gorgojo y
langosta, granizo con relámpagos y furia. Divididlos con espada y muerte; y a sus
hijos, con demonios. Porque no escucharon mi voz ni guardaron mis mandamientos
[…].
Con estas palabras se cerró la puerta y nos retiramos. El ángel me tomó y me
devolvió al lugar del principio. Cuando volví en mí, di gloria a Dios por haberme
considerado digno de semejante dignidad. Y vosotros, hermanos, que participáis
de una revelación como esta, dad gloria también a Dios para que el os glorifique
ahora y siempre y por los siglos. Amen