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El Popol Vuh Resumen

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El Popol Vuh es el texto maya más importante que se conserva hoy en día ya que nos

ofrece una completa aproximación a la historia y mitología maya, pero, también, es un


texto con una gran calidad literaria, algo que ha hecho que mucho críticos lo alineen a
otras grandes obras como el Ramayana hindú o la Odisea.
La creación del mundo según el Popol Vuh
Es importante que diferenciemos la creación del mundo según los mayas que la que aparece
en este libro. La primera parte del Popol Vuh nos habla sobre la creación del mundo y se
nos cuenta que los dioses son los encargados de crear los valles, las montañas, las plantas
y los animales. Pero también quieren crear a seres vivos que se encarguen de venerarlos y,
por eso, empiezan con la hazaña de crear seres que sean capaces de tener esta capacidad
de entrega. Crean a 4 seres vivos diferentes:
Animales de cuatro patas y aves: se dan cuenta de que o tienen la capacidad de hablar así
que prueban con otra creación
Criatura de barro: crean seres hechos de barro, pero también fracasan en su intento
porque se deshacen cuando llueve
Hombres de madera: son seres que no tienen la capacidad de venerar a los dioses, por
tanto, tampoco les sirven. Los descendientes de estos hombres de madera serán los
monos
Seres humanos: los seres humanos de hoy en día los crearon en su cuarto intento. Son
hombres que procedían del maíz y eran capaces de venerar a los dioses y de cumplir con
sus obligaciones.
Según esta teoría, los dioses se dieron cuenta de que los seres humanos que habían
creado eran muy poderosos y, por eso, decidieron nublar su visión para reducir su poder.
Y esta es la explicación de la aparición del ser humano según el Popol Vuh.
como la mejor, y la publican en París, en 1927, con el título de “Los Dioses, los Héroes y los
Hombres de Guatemala Antigua”, de la que después se han hecho varias ediciones, siendo
merecedora de citarse, en primer lugar, la de la Biblioteca del Estudiante Universitario [“El Libro
del Consejo”], en las publicaciones de la Universidad Nacional Autónoma de México. Y es la
versión del Profesor Georges Raynaud, la de mayor autoridad científica, la que ahora publicamos,
en la traducción al español de González de Mendoza y Miguel Ángel Asturias, seguros de que por
igual ha de interesar al investigador, al sociólogo, al poeta, al escritor, al artista y al curioso lector
que ame los mitos antiguos, y en este caso, el de cómo los dioses formaron el mundo americano y
cómo fue creado el hombre de maíz

Aquí comenzaremos la antigua historia llamada Quiché. Aquí escribiremos, comenzaremos el


antiguo relato del principio, del origen, de todo lo que hicieron en la ciudad Quiché los hombres de
las tribus Quiché. Aquí recogeremos la declaración, la manifestación, la aclaración de lo que estaba
escondido, de lo que fue iluminado por los Constructores, los Formadores, los Procreadores, los
Engendradores; sus nombres: Maestro Mago del Alba, Maestro Mago del Día [Gran Cerdo del
Alba], Gran Tapir del Alba, Dominadores, Poderosos del Cielo, Espíritus de los Lagos, Espíritus del
Mar, Los de la Verde Jadeíta, Los de la Verde Copa; así decía se. Rogábase con ellos, invocábase
con ellos, a los llamados Abuela, Abuelo, Antiguo Secreto, Antigua Ocultadora, Guarda Secreto,
Ocultadora, Abuela [que forma parte] de la Pareja [Mágica de Abuelos], Abuelo de la [misma]
Pareja. Así está dicho en la historia Quiché todo lo que ellos dijeron, lo que ellos hicieron, en el
alba de la vida, en el alba de la historia. Pintaremos [lo que pasó] antes de la Palabra de Dios,
antes del cristianismo: lo reproduciremos porque no se tiene [ya más] la visión del Libro del
Consejo1, la visión del alba2 de la llegada de ultramar, de nuestra [vida en la] sombra, la visión del
alba de la vida, como se dice.

Este libro es el primer libro, pintado antaño, pero su faz está oculta [hoy] al que ve, al pensador.
Grande era la exposición, la historia de cuando se acabaron de medir todos los ángulos del cielo,
de la tierra, la cuadrangulación, su medida, la medida de las líneas, en el cielo, en la tierra, en los
cuatro ángulos, de los cuatro rincones4, tal como había sido dicho5 por los Constructores, los
Formadores, las Madres, los Padres de la vida, de la existencia, los de la Respiración, los de las
Palpitaciones, los que engendran, los que piensan. Luz de las tribus, Luz de los hijos, Luz de la
prole6, Pensadores y Sabios, [acerca de] todo lo que está en el cielo, en la tierra, en los lagos, en el
mar. He aquí el relato de cómo todo estaba en suspenso, todo tranquilo, todo inmóvil, todo
apacible, todo silencioso, todo vacío, en el cielo, en la tierra. He aquí la primera historia, la primera
descripción. No había un solo hombre, un solo animal, pájaro, pez, cangrejo, madera, piedra,
caverna, barranca, hierba, selva. Sólo el cielo existía. La faz de la tierra no aparecía; sólo existían la
mar limitada, todo el espacio del cielo. No había nada reunido, junto. Todo era invisible, todo
estaba inmóvil en el cielo. No existía nada edificado. Solamente el agua limitada, solamente la mar
tranquila, sola, limitada. Nada existía. Solamente la inmovilidad, el silencio, en las tinieblas, en la
noche7. Sólo los Constructores, los Formadores, los Dominadores, los Poderosos del Cielo, los
Procreadores, los Engendradores, estaban sobre el agua, luz esparcida. [Sus símbolos] estaban
envueltos en las plumas, las verdes; sus nombres [gráficos]8 eran, pues, Serpientes Emplumadas.
Son grandes Sabios9. Así es el cielo, [así] son también los Espíritus del Cielo; tales son, cuéntese,
los nombres de los dioses. Entonces vino la Palabra10; vino aquí de los Dominadores, de los
Poderosos del Cielo, en las tinieblas, en la noche: fue dicha por los Dominadores, los Poderosos del
Cielo; hablaron: entonces celebraron consejo, entonces pensaron, se comprendieron, unieron sus
palabras, sus sabidurías. Entonces se mostraron, meditaron, en el momento del alba; decidieron
[construir] al hombre, mientras celebraban consejo sobre la producción, la existencia, de los
árboles, de los bejucos, la producción de la vida, de la existencia, en las tinieblas, en la noche, por
los Espíritus del Cielo llamados Maestros Gigantes. Maestro Gigante Relámpago es el primero.
Huella del Relámpago es el segundo. Esplendor del Relámpago es el tercero: estos tres son los
Espíritus del Cielo. Entonces se reunieron con ellos los Dominadores, los Poderosos del Cielo.
Entonces celebraron consejo sobre el alba de la vida, cómo se haría la germinación, cómo se haría
el alba, quién sostendría, nutriría11. “Que eso sea. Fecundaos. Que esta agua parta, se vacíe. Que
la tierra nazca, se afirme”, dijeron. “Que la germinación se haga, que el alba se haga en el cielo, en
la tierra, porque [no tendremos] ni adoración ni manifestación por nuestros construidos, nuestros
formados, hasta que nazca el hombre construido, el hombre formado”: así hablaron, por lo cual
nació la tierra Tal fue en verdad el nacimiento de la tierra existente. “Tierra”, dijeron y en seguida
nació. Solamente una niebla, solamente una nube [fue] el nacimiento de la materia. Entonces
salieron del agua las montañas: al instante salieron las grandes montañas. Solamente por Ciencia
Mágica, por el Poder Mágico, fue hecho lo que había sido decidido [concerniente a] los mentes, [a]
las llanuras; en seguida nacieron simultáneamente en la superficie de la tierra los cipresales, los
pinares.

Y los Poderosos del Cielo se regocijaron así: “Sed los bienvenidos, oh, Espíritus del Cielo, oh,
Maestro Gigante [Relámpago], oh, Huella del Relámpago, oh, Esplendor del Relámpago”. “Que se
acabe nuestra construcción, nuestra formación”, fue respondido. Primero nacieron la tierra, los
montes, las llanuras; se pusieron en camino las aguas; los arroyos caminaron entre los montes; así
tuvo lugar la puesta en marcha de las aguas cuando aparecieron las grandes montañas. Así fue el
nacimiento de la tierra cuando nació por [orden] de los Espíritus del Cielo, de los Espíritus de la
Tierra, pues así se llaman los que primero fecundaron, estando el cielo en suspenso, estando la
tierra en suspenso en el agua; así fue fecundada cuando ellos la fecundaron: entonces su
conclusión, su composición, fueron meditadas por ellos.

En seguida fecundaron a los animales de las montañas, guardianes de todas las selvas, los seres de
las montañas: venados, pájaros, pumas, jaguares, serpientes, víboras, [serpientes] ganti,
guardianes de los bejucos. Entonces los Procreadores, los Engendradores, dijeron: “¿No habrá más
que silencio, inmovilidad, al pie de los árboles, de los bejucos? Bueno es, pues, que haya
guardianes”; así dijeron, fecundando, hablando. Al instante nacieron los venados, los pájaros.
Entonces dieron sus moradas a los venados, a los pájaros. “Tú, venado, sobre el camino de los
arroyos, en las barrancas, dormirás; aquí vivirás, en las hierbas, en las malezas; en las selvas,
fecundarás; sobre cuatro pies irás, vivirás”. Fue hecho como fue dicho. Entonces fueron también
[dadas] las moradas de los pajarillos, de los grandes pájaros. “Pájaros, anidaréis sobre los árboles,
sobre los bejucos moraréis; engendraréis, os multiplicaréis sobre las ramas de los árboles, sobre
las ramas de los bejucos”. Así fue dicho a los venados, a los pájaros, para que hiciesen lo que
debían hacer; todos tomaron sus dormitorios, sus moradas. Así los Procreadores, los
Engendradores, dieron sus casas a los animales de la tierra. Estando pues todos terminados,
venados, pájaros, les fue dicho a los venados, a los pájaros, por los Constructores, los Formadores,
los Procreadores, los Engendradores: “Hablad, gritad; podéis gorjear, gritar. Que cada uno haga oír
su lenguaje según su clan, según su manera”. Así fue dicho a los venados, pájaros, pumas,
jaguares, serpientes. “En adelante decid nuestros nombres, alabadnos, a nosotros vuestras
madres, a nosotros vuestros padres. En adelante llamad a Maestro Gigante [Relámpago], Huella
del Relámpago, Esplendor del relámpago, Espíritus del Cielo, Espíritus de la Tierra, Constructores.
Formadores, Procreadores. Engendradores. Habladnos, invocadnos, adoradnos”, se les dijo. Pero
no pudieron hablar como hombres: solamente cacarearon, solamente mugieron, solamente
graznaron; no se manifestó [ninguna] forma de lenguaje, hablando cada uno diferentemente.
Cuando los Constructores, los Formadores, oyeron sus palabras impotentes, se dijeron unos a
otros: “No han podido decir nuestros nombres, de nosotros los Constructores, los Formadores”.
“No está bien”, se respondieron unos a otros los Procreadores, los Engendradores, y dijeron: “He
aquí que seréis cambiados12 porque no habéis podido hablar. Cambiaremos nuestra Palabra13.
Vuestro sustento, vuestra alimentación, vuestros dormitorios, vuestras moradas, los tendréis:
serán las barrancas, las selvas. Nuestra adoración es imperfecta si vosotros no nos invocáis.
¿Habrá, podrá haber adoración, obediencia, en los [seres] que haremos? Vosotros recibiréis
vuestro fardo: vuestra carne será molida entre los dientes; que así sea, que tal sea vuestro fardo”.
Así les fue entonces dicho, ordenado, a los animalitos, a los grandes animales de la superficie de la
tierra; pero éstos quisieron probar su suerte, quisieron tentar la prueba, quisieron probar la
adoración, mas no entendiendo de ningún modo el lenguaje unos de otros, no se comprendieron,
no pudieron hacer nada. Tal fue, pues, el fardo de su carne; así el fardo de ser comidos, de ser
matados, fue [impuesto] aquí sobre todos los animales de la superficie de la tierra. En seguida
fueron ensayados seres construidos, seres formados14, por los Constructores, los Formadores, los
Procreadores, los Engendradores. “Que se pruebe todavía. Ya se acerca la germinación, el alba.
Hagamos a nuestros sostenes, a nuestros nutridores. ¿Cómo ser invocados, conmemorados, en la
superficie de la tierra? [Ya] hemos ensayado con nuestra primera construcción, nuestra formación,
sin que por ella pueda hacerse nuestra adoración, nuestra manifestación. Probemos, pues, a hacer
obedientes, respetuosos sostenes, nutridores”, dijeron. Entonces fue la construcción, la
formación. De fierra hicieron la carne. Vieron que aquello no estaba bien, sino que se caía, se
amontonaba, se ablandaba, se mojaba, se cambiaba en tierra, se fundía; la cabeza no se movía; el
rostro [quedase vuelto] a un solo lado; la vista estaba velada; no podían mirar detrás de ellos; al
principio hablaron, pero sin sensatez. En seguida, aquello se licuó, no se sostuvo en pie15.
Entonces los Constructores, los Formadores, dijeron otra vez: “Mientras más se trabaja, menos
puede él andar y engendrar”. “Que se celebre, pues, consejo sobre eso”, dijeron. Al instante
deshicieron, destruyeron una vez más, su construcción, su formación, y después dijeron: “¿Cómo
haremos para que nos nazcan adoradores, invocadores?” Celebrando consejo de nuevo, dijeron
entonces: “Digamos a Antiguo Secreto, Antigua Ocultadora, Maestro Mago del Alba, Maestro
Mago del Día: «Probad de nuevo la suerte, su formación» “. Así se dijeron unos a otros los
Constructores, los Formadores, y hablaron a Antiguo Secreto, Antigua Ocultadora. En seguida, el
discurso dicho a aquellos augures, a la Abuela del Día, a la Abuela del Alba por los Constructores,
los Formadores; he aquí sus nombres: Antiguo Secreto, Antigua Ocultadora. Y los Maestros
Gigantes hablaron, así como los Dominadores, los Poderosos del Cielo. Dijeron entonces a Los de
la Suerte, los de [su] Formación, a los augures: “Es tiempo de concertarse de nuevo sobre los
signos de nuestro hombre construido, de nuestro hombre formado, como nuestro sostén, nuestro
nutrido, nuestro invocador, nuestro conmemorador. Comenzad, pues, las Palabras [Mágicas],
Abuela, Abuelo, nuestra abuela, nuestro abuelo, Antiguo Secreto, Antigua Ocultadora. Haced pues
que haya germinación, que haya alba, que seamos invocados, que seamos adorados, que seamos
conmemorados, por el hombre construido, el hombre formado, el hombre maniquí, el hombre
moldeado. Haced que así sea. Declarad vuestros nombres: Maestro Mago del Alba, Maestro Mago
del Día, Pareja Procreadora, Pareja Engendradora, Gran Cerdo del Alba, Gran Tapir del Alba. Los de
las Esmeraldas. Los de las Gemas, Los del Punzón, Los de las Tablas, Los de la Verde Jadeíta, Los de
la Verde Copa, Los de la Resina, Los de los Trabajos Artísticos, Abuela del Día, Abuela del Alba. Sed
llamados así por nuestros construidos, nuestros formados. Haced vuestros encantamientos por
vuestro maíz, por vuestro tzité16. ¿Se hará, acontecerá, que esculpamos en madera su boca, su
rostro?” Así fue dicho a los de la Suerte. Entonces [se efectuó] el lanzamiento [de los granos], la
predicción del encantamiento por el maíz, el tzité. “Suerte, fórmate”, dijeron entonces una abuela,
un abuelo. Ahora bien, este abuelo era El del Tzité, llamado Antiguo Secreto; esta abuela era La de
la Suerte, la de [su] formación, llamada Antigua Ocultadora con Gigante Abertura. Cuando se
decidió la suerte, se habló así: “Tiempo es de concertarse. Hablad; que oigamos y que hablemos,
digamos, si es preciso que la madera sea labrada, sea esculpida por Los de la Construcción, Los de
la Formación, si ella será el sostén, el nutrido, cuando se haga la germinación, el alba”. “Oh maíz,
oh tzité, oh suerte, oh [su] formación, asíos, ajustaos”17, fue dicho al maíz, al tzité, a la suerte, a
[su] formación. “Venid a picar ahí, oh Espíritus del Cielo18. No hagáis bajar la boca, la faz19 de los
Dominadores, de los Poderosos del Cielo”, dijeron. Entonces dijeron la cosa recta: “Que así sean,
así, vuestros maniquíes, los [muñecos] construidos de madera, hablando, charlando en la
superficie de la tierra”. —” Que así sea”, se respondió a sus palabras. Al instante fueron hechos los
maniquíes, los [muñecos] construidos de madera; los hombres se produjeron, los hombres
hablaron; existió la humanidad en la superficie de la tierra. Vivieron, engendraron, hicieron hijas,
hicieron hijos, aquellos maniquíes, aquellos [muñecos] construidos de madera. No tenían ni
ingenio ni sabiduría, ningún recuerdo de sus Constructores, de sus Formadores; andaban,
caminaban sin objeto. No se acordaban de los Espíritus del Cielo; por eso decayeron. Solamente
un ensayo, solamente una tentativa de humanidad. Al principio hablaron, pero sus rostros se
desecaron; sus pies, sus manos, [eran] sin consistencia; ni sangre, ni humores, ni humedad, ni
grasa; mejillas desecadas [eran] sus rostros; secos sus pies, sus manos; comprimida su carne. Por
tanto [no había] ninguna sabiduría en sus cabezas, ante sus Constructores, sus Formadores, sus
Procreadores, sus Animadores. Éstos fueron los primeros hombres que existieron en la superficie
de la tierra.

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