El Cerebro Funciona Las 24 Horas
El Cerebro Funciona Las 24 Horas
El Cerebro Funciona Las 24 Horas
Sumando a ese misterio está la afirmación de que los humanos “solo” emplean
el 10 por ciento de su cerebro. Si solo la gente normal pudiera aprovechar ese
otro 90 por ciento, ellos también podrían convertirse en sabios que recuerdan a
la veintiuna posición decimal o tal vez incluso tendrían poderes telequinéticos.
Aunque es una idea seductora, el “mito del 10 por ciento” está tan equivocado
que es casi ridículo, dice el neurólogo Barry Gordon de la Escuela de Medicina
Johns Hopkins en Baltimore. Aunque no hay ningún responsable definitivo para
culpar por esta leyenda, la noción ha sido vinculada al psicólogo y escritor
estadounidense William James, quien argumentó en The Energies of Men que
“estamos haciendo uso de solo una pequeña parte de nuestros posibles
recursos mentales y físicos”. También se ha asociado con Albert Einstein,
quien supuestamente lo usó para explicar su altísimo intelecto cósmico.
Usando una técnica llamada imagen por resonancia magnética funcional, los
neurocientíficos pueden poner a alguien en un escáner y ver qué partes del
cerebro se activan cuando hacen o piensan en algo.
Una simple acción, como cerrar y abrir el puño de la mano o decir unas pocas
palabras requiere de la actividad de mucho más de una décima parte del
cerebro. Incluso cuando se supone que no se está haciendo nada, el cerebro
está haciendo mucho, ya sea controlando funciones como respirar y el palpitar
del corazón, o recordando cosas por hacer.
De dónde salió
¿Cómo puede una idea sin fundamento biológico ni fisiológico expandirse por
todos lados?
Zona gris
Así que quizás la gente oyó que sólo el 10% de las células se ocupa del trajín
duro y asumió que se podían aprovechar las neuroglias también. Sólo que esas
células son totalmente distintas y no se podrían de repente transformar en
neuronas para darnos más potencia mental.
Otro dato que se estudió fue el de las densidades de tejido, según el género:
los hombres tienen, según esta investigación, más alta densidad de tejido en la
amígdala izquierda, que controla respuestas vinculadas al miedo, el
hipocampo, la corteza insular y el cerebelo, regiones de estrecha ligazón con
las funciones de la memoria, las emociones, los sentimientos y el movimiento.
En las mujeres, por su parte, se detectó un promedio de mayor densidad de
tejido en las áreas relacionadas con la planificación y toma de decisiones, y la
información sensorial. Los autores del artículo expresan que se puede
confirmar la diferencia de tamaño y estructura cerebral en hombres y mujeres,
por lo que ya no se puede ignorar el real del sexo en la neurociencia,
especialmente en la investigación de condiciones psiquiátricas que se dan más
frecuentemente en uno u otro género.
A su vez, los hombres lograron una puntuación superior en los test relativos a
la habilidad espacial. "Somos conscientes de que investigaciones anteriores
sugieren que los cerebros de las mujeres están mejor organizados o procesan
la información de manera más eficiente, pero no lo notamos en nuestro
estudio", sostuvo van der Linden.
Varias voces se alzaron en contra del estudio. Entre ellos, Jopeph Devlin,
neurocientista del University College de Londres, expresó: "Es un estudio bien
realizado, pero la evidencia no es lo suficientemente fuerte como para
demostrar que los cerebros masculinos más grandes son más inteligentes que
los cerebros femeninos más pequeños".
Devlin remarcó que, si bien los cerebros de ambos sexos son diferentes, aún
no hay demasiadas precisiones sobre cuál es superior. "Sabemos que la
cuestión espacial es ligeramente mejor en hombres que en mujeres, mientras
que las mujeres tienden a tener un mejor vocabulario. Pero debemos ser
escépticos de las afirmaciones de que los hombres son más inteligentes que
las mujeres. Especialmente cuando hay poca o ninguna evidencia de eso y
mucha evidencia de lo contrario".
Hay mucho mitos sobre cómo funciona el cerebro. Uno que se repite, en foros
de Internet y libros de autoayuda, es que cada mitad del cerebro tiene sus
propias funciones, y que una persona tiene un lado dominante. Si es el
derecho, la persona es intuitiva y sensible. Si es el izquierdo, lógica y analítica.
Luego de hacerlo, experimentó con pacientes que tenían las dos partes
separadas, y demostró que funcionaban como entidades aparte, con procesos
de razonamiento diferentes. En el izquierdo se encontraban las funciones del
lenguaje, la matemática y la lógica, en el derecho la percepción espacial, el
reconocimiento de caras y la música.
Las pruebas más modernas, con scanners que pueden identificar la actividad
cerebral, demuestran que los dos hemisferios trabajan de manera
complementaria.
“Bajo el scanner, el lenguaje estaba presente en los dos lados del cerebro, en
áreas del cortex. Las áreas de la izquierda lidiaban con aspectos centrales,
como la gramática y la producción de palabras, mientras que aspectos como la
entonación y el énfasis hacían trabajar al lado derecho”, describió John
McCrone en The New Scientist.
Un informe de la OCDE sobre el tema concluye “si bien hay algunas asimetrías
funcionales, los dos hemisferios del cerebro no funcionan de manera aislada,
sino juntos en cada tarea cognitiva.”
El hemisferio cerebral
Cada hemisferio está compuesto por la corteza cerebral superficial, la
sustancia blanca y los núcleos basales.
Las lesiones en este área dan lugar a crisis motoras simples, hipotonía facial y
hemiplejia contralateral. También pueden aparecer alteraciones del
funcionamiento social y es muy frecuente la presencia de afasia de Broca, que
se caracteriza por una alteración en la expresión de la fluidez verbal, mientras
que la comprensión está relativamente preservada. Otras manifestaciones son
alteración en la lectura (alexia) y escritura (agrafia).
El mito del cerebro izquierdo y el cerebro derecho se asocia también con otros
mitos como el de las diferencias sexuales entre los encéfalos de hombres y de
mujeres.
Uno de los posibles daños de este mito es que puede hacer creer a algunos
estudiantes, o a sus padres o profesores, que no pueden dedicarse a algunas
carreras, a algunos proyectos vitales porque no tienen el cerebro adecuado.
Nada hay que respalde este criterio, nuestro cerebro es sorprendentemente
plástico y su capacidad de aprender es su mayor virtud.
Este hallazgo, que desmiente la tesis vigente hasta ahora, que sostenía que el
cerebro maduraba por completo entre los 8 y los 12 años, explicaría además
por qué muchos adolescentes no empiezan a razonar y a comportarse como
adultos hasta una edad tan avanzada, que puede alargarse más allá de los
veinte años, según afirma Giedd, director del Instituto Nacional de Salud Mental
de Bethesda (Estados Unidos).
Ahora bien, ¿de qué depende este "recorte" cerebral?, y, sobre todo, ¿es
posible lograr que esta "poda" se produzca antes para que los adolescentes
alcancen más pronto la madurez? Aunque aún no están claros los factores que
determinan este fenómeno, Giedd ha detectado que éste ocurre antes en las
chicas que en los chicos, y que en los jóvenes más inteligentes se produce a
edades más tempranas.
Factores de aceleración
Jay Giedd es uno de los once expertos que han participado en un curso sobre
sexos e inteligencia organizado por el Consorcio Universidad Internacional
Menéndez Pelayo de Barcelona, en el que se ha intentado responder a
cuestiones tan diversas como quiénes son más inteligentes, los hombres o
mujeres, o por qué ellas son más propensas a sufrir enfermedades mentales.
"No se puede decir con rigor que un sexo es más inteligente que el otro,
aunque sí se ha demostrado que existen muchas diferencias en los cerebros
de hombres y mujeres, tanto en cuanto a su tamaño, como en las conexiones y
las sustancias químicas que contienen", ha explicado el catedrático de
Psicobiología de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y coordinador
de las jornadas Ignacio Morgado.
Hasta ahora el cerebro creaba circuitos para sustentar sus funciones más
necesarias: dotar de sentido a las percepciones, controlar la postura y la
manipulación, dominar el lenguaje y la comunicación. A partir de ahora debe
crear circuitos que le permitan tomar decisiones basadas en el análisis crítico
de cada situación. Se intuye que estos circuitos serán mucho más complejos,
¿no?
Además, para tomar decisiones no basta con el análisis frío de los datos
objetivos que nos llegan a través de los sentidos, en nuestras decisiones
intervienen inevitablemente las emociones y aquí es donde interviene el
sistema límbico.
La plasticidad sináptica
Cuando está ocupado en un nuevo aprendizaje o en una nueva experiencia, el
cerebro establece una serie de conexiones neuronales. Estas vías o circuitos
neuronales son construidos como rutas para la inter-comunicación de las
neuronas. Estas rutas se crean en el cerebro a través del aprendizaje y la
práctica, de forma muy parecida a como se forma un camino de montaña a
través del uso diario de la misma ruta por un pastor y su rebaño. Las neuronas
se comunican entre sí mediante conexiones llamadas sinapsis y estas vías de
comunicación se pueden regenerar durante toda la vida. Cada vez que se
adquieren nuevos conocimientos (a través de la práctica repetida), la
comunicación o la transmisión sináptica entre las neuronas implicadas se ve
reforzada. Una mejor comunicación entre las neuronas significa que las
señales eléctricas viajan de manera más eficiente a lo largo del nuevo camino.
Por ejemplo, cuando se intenta reconocer un nuevo pájaro, se realizan nuevas
conexiones entre algunas neuronas. Así, las neuronas de la corteza visual
determinan su color, las de la corteza auditiva atienden a su canto y, otras, al
nombre del pájaro. Para conocer el pájaro y sus atributos, el color, la canción y
el nombre son repetidamente evocados. Revisitando el circuito neural y
restableciendo la transmisión neuronal entre las neuronas implicadas cada
nuevo intento mejora la eficiencia de la transmisión sináptica. La comunicación
entre las neuronas correspondientes es mejorada, la cognición se hace más y
más rápidamente. La plasticidad sináptica es quizás el pilar sobre el que la
asombrosa maleabilidad del cerebro descansa.
Neurogénesis
Hemos visto que la plasticidad es la capacidad que tiene el cerebro para alterar
sus propiedades biológicas, químicas y físicas. Sin embargo, como los cambios
en el cerebro, el funcionamiento y el comportamiento se modifican siguiendo un
recorrido paralelo. En los últimos años hemos aprendido que las alteraciones
cerebrales en los niveles genéticos o sinápticos son provocados tanto por la
experiencia como por una gran variedad de factores ambientales. Los nuevos
conocimientos adquiridos están en el corazón de la plasticidad, siendo las
alteraciones cerebrales probablemente la manifestación más tangible de que se
ha producido el aprendizaje, que a su vez ha sido puesto a disposición del
cerebro por el entorno. El nuevo aprendizaje se produce de muchas formas,
por muchas razones y en cualquier momento, a lo largo de nuestra vida. Por
ejemplo, los niños adquieren nuevos conocimientos en grandes cantidades,
produciéndose cambios cerebrales significativos en esos momentos de
aprendizaje intensivo. Un nuevo aprendizaje también puede surgir por la
presencia de un daño neurológico sobrevenido, por ejemplo a través de
lesiones o de un accidente cerebrovascular, cuando las funciones soportadas
por un área cerebral dañada se deterioran, y se deben aprender otra vez. La
necesidad de adquirir conocimientos nuevos continuamente puede ser
intrínseco a la persona y quizás esté guiada por su sed de conocimiento. La
multiplicidad de las circunstancias para que se ocasione un nuevo aprendizaje,
nos hace preguntarnos si el cerebro va a cambiar cada vez que se aprende
algo. La investigación sugiere que esto no es así. Parece que el cerebro
adquirirá nuevos conocimientos, y por lo tanto actualizará su potencial para la
plasticidad, si el nuevo aprendizaje conlleva una mejora de comportamiento.
Con el fin de aprender a marcar fisiológicamente el cerebro, el aprendizaje
debe conllevar cambios en el comportamiento. En otras palabras, el nuevo
aprendizaje tiene que ser un comportamiento pertinente y necesario. Por
ejemplo, el nuevo aprendizaje que asegura la supervivencia será integrado por
el organismo y adoptado como una conducta apropiada. Como resultado de
ello, el cerebro se habrá modificado. Tal vez lo más importante sea el grado en
que una experiencia de aprendizaje resulte gratificante. Por ejemplo, aprender
utilizando juegos interactivos es especialmente útil para potenciar la plasticidad
cerebral. De hecho, se ha demostrado que esta forma de aprendizaje
incrementa la actividad del córtex prefrontal (PFC). Además, en este contexto
de oferta de incentivos, es positivo tratar de jugar con el refuerzo y la
recompensa, como se ha hecho tradicionalmente, para que los niños se
involucren en el aprendizaje.
Plasticidad Cerebral
¿Cuándo, en qué momento de la vida del cerebro está éste más abierto al
cambio cuando es expuesto a estímulos ambientales? Parece que los patrones
de plasticidad son diferentes dependiendo de la edad y, realmente, todavía
queda mucho por descubrir acerca de la interacción entre el tipo de actividad
inductora de la plasticidad y la edad del sujeto. Sin embargo, sabemos que la
actividad intelectual y mental induce la plasticidad cerebral cuando se aplica
tanto a personas mayores sanas como cuando se aplica a ancianos con alguna
enfermedad neurodegenerativa. Más importante aún, parece que el cerebro es
susceptible de cambio, tanto positivo como negativo, incluso antes del
nacimiento de su portador. Los estudios en animales muestran que cuando las
madres embarazadas se establecen en un entorno rico en estímulos positivos,
su descendencia posee un mayor número de sinapsis en regiones específicas
del cerebro. Y a la inversa, cuando se ha aplicado luz estresante a las
embarazadas, se ha comprobado que su descendencia muestra un reducido
número de neuronas en el córtex prefrontal (PFC). Además, parece que el PFC
es más sensible a las influencias ambientales que el resto del cerebro. Estos
descubrimientos son de suma importancia para el debate "naturaleza" vs.
"entorno", ya que parece que el "entorno" puede inducir cambios en la
expresión génica neuronal. ¿Cómo evoluciona la plasticidad del cerebro y cuál
es el efecto de la estimulación ambiental aplicada a lo largo del tiempo? Esta
es una pregunta de suma importancia para los problemas terapéuticos y las
respuestas seminales que ofrece la investigación genética en los animales
plantean que algunos genes se ven afectados incluso en un lapso muy corto de
estimulación, otros genes adicionales son afectados durante un período de
estimulación más largo, mientras que otros no experimentan ningún cambio en
absoluto, o de producirse, se revierte su tendencia. Aunque el uso corriente del
término 'plasticidad' conlleva una connotación positiva, en realidad, la
plasticidad se refiere a todos los cambios que se producen en el cerebro,
algunos de los cuales pueden presentarse junto con el deterioro del
funcionamiento y el comportamiento. El entrenamiento cognitivo parece ideal
para la inducción de la plasticidad cerebral. Proporciona la práctica sistemática
necesaria para el establecimiento de nuevos circuitos neuronales y para el
fortalecimiento de las conexiones sinápticas entre las neuronas. Sin embargo,
como hemos visto, en ausencia de un beneficio tangible de la conducta, el
cerebro no va a aprender de forma efectiva. De ahí la importancia de
personalizar los objetivos relevantes para la formación.