El Cerebro Funciona Las 24 Horas

Descargar como doc, pdf o txt
Descargar como doc, pdf o txt
Está en la página 1de 25

NEUROMITOS

El término neuromito fue acuñado por


un neurocirujano, Alan Crockard,
durante la década de los 80, aludiendo
con él a un tipo engañoso de saber
sobre el cerebro dentro de la cultura
médica. En el contexto educativo, los
neuromitos fueron introducidos por la
OECD en 2002, surge así la primera
definición de neuromitos educativos, concebidos como concepciones erróneas
en relación con el aprendizaje escolar, y modelándose como el reflejo del
establecimiento de puentes sin fundamento entre los resultados de las
investigaciones procedentes de las ciencias cognitivas, y la educación. Desde
hace varias décadas, los neuromitos persisten en las escuelas, siendo
utilizados, a menudo, para justificar enfoques de enseñanza ineficaces. En los
años recientes las comunicaciones científicas respecto a este tópico se están
incrementando, perfilando para el futuro un nuevo campo de investigación
orientado a la construcción de una estructura que posibilite una mejor
información de estas comunicaciones. Existen diversos núcleos temáticos a
través de los que han indo emergiendo este tipo creencias, y que van a ir
perfilando los principales neuromitos objeto de estudio en investigaciones
precedentes.

1. USAMOS NUESTRO CEREBRO LAS 24 HORAS


Despiertos o dormidos, nuestro cerebro sigue activo.

El cerebro humano es complejo. Junto con la realización de millones de


actos mundanos, compone conciertos, emite manifiestos y elabora soluciones
elegantes para las ecuaciones. Es la fuente de todos los sentimientos
humanos, comportamientos, experiencias, así como el depósito de la memoria
y la auto-conciencia. Así que no es ninguna sorpresa que el cerebro siga
siendo un misterio en sí mismo.

Sumando a ese misterio está la afirmación de que los humanos “solo” emplean
el 10 por ciento de su cerebro. Si solo la gente normal pudiera aprovechar ese
otro 90 por ciento, ellos también podrían convertirse en sabios que recuerdan a
la veintiuna posición decimal o tal vez incluso tendrían poderes telequinéticos.
Aunque es una idea seductora, el “mito del 10 por ciento” está tan equivocado
que es casi ridículo, dice el neurólogo Barry Gordon de la Escuela de Medicina
Johns Hopkins en Baltimore. Aunque no hay ningún responsable definitivo para
culpar por esta leyenda, la noción ha sido vinculada al psicólogo y escritor
estadounidense William James, quien argumentó en The Energies of Men que
“estamos haciendo uso de solo una pequeña parte de nuestros posibles
recursos mentales y físicos”. También se ha asociado con Albert Einstein,
quien supuestamente lo usó para explicar su altísimo intelecto cósmico.

La durabilidad del mito, dice Gordon, se deriva de las concepciones de las


personas sobre su propio cerebro: ven sus propias deficiencias como evidencia
de la existencia de materia gris inexplotada. Esta es una suposición falsa. Lo
que es correcto, sin embargo, es que en ciertos momentos de la vida de
alguien, como cuando simplemente estamos en reposo y pensando, podemos
estar usando solo el 10 por ciento de nuestro cerebro.

En primer lugar, es importante hacer una pregunta: ¿10% de qué?

Si se refiere al 10% de las regiones del cerebro, es una afirmación fácil de


refutar.

Usando una técnica llamada imagen por resonancia magnética funcional, los
neurocientíficos pueden poner a alguien en un escáner y ver qué partes del
cerebro se activan cuando hacen o piensan en algo.

Una simple acción, como cerrar y abrir el puño de la mano o decir unas pocas
palabras requiere de la actividad de mucho más de una décima parte del
cerebro. Incluso cuando se supone que no se está haciendo nada, el cerebro
está haciendo mucho, ya sea controlando funciones como respirar y el palpitar
del corazón, o recordando cosas por hacer.

Cuando cualquier célula nerviosa se deja de usar se degenera y muere o es


colonizada por otras áreas vecinas. Sencillamente, no permitimos que las
células del cerebro estén ociosas. Son demasiado valiosas.

Por otro lado, si bien es cierto que la naturaleza a veces es misteriosa,


evolucionar para tener un cerebro diez veces más grande de lo necesario sería
muy extraño, particularmente teniendo en cuenta que su gran dimensión es tan
costosa para la supervivencia, pues puede causar obstrucciones y la muerte de
la madre durante el parto.

Además, el cerebro necesita muchos recursos: mantener el tejido cerebral vivo


consume 20% del oxígeno que respiramos, según el neurocientífico cognitivo
Sergio Della Sala.

De dónde salió

El cerebro consume el 20% del oxígeno que respiramos.

¿Cómo puede una idea sin fundamento biológico ni fisiológico expandirse por
todos lados?

Es difícil rastrear la fuente original.

El psicólogo y filósofo estadounidense William James escribió en el libro "Las


energías de los hombres" que hacemos "uso solamente de una pequeña parte
de nuestros posibles recursos mentales y físicos" (3). Era optimista y pensaba
que la gente podía lograr más, pero él no se refiere al volumen del cerebro ni a
la cantidad de las células, tampoco da un porcentaje específico.

La cifra del 10% aparece mencionada en el prólogo de la edición de 1936 del


popular libro de Dale Carnegie "Cómo ganar amigos e influir sobre las
personas", y a veces hay gente que dice que Albert Einstein fue la fuente. No
obstante, Della Sala ha tratado de encontrar esa cita y ni siquiera los que
trabajan en el archivo de Albert Einstein la han podido hallar. Así que parece
ser otro mito.

Zona gris

Hay dos fenómenos que quizás expliquen el malentendido.

Nueve de cada diez células en el


cerebro son lo que se denomina
neuroglias o células gliales, que son
células de apoyo y proveen
asistencia física y nutricional al otro
10% de las células, las neuronas,
que se encargan de "pensar".

Así que quizás la gente oyó que sólo el 10% de las células se ocupa del trajín
duro y asumió que se podían aprovechar las neuroglias también. Sólo que esas
células son totalmente distintas y no se podrían de repente transformar en
neuronas para darnos más potencia mental.

En 1980, un pediatra británico llamado John Lorber mencionó en la revista


Science (4) a unos pacientes con hidrocefalia que tenían muy poco tejido
cerebral y sin embargo podían funcionar. El caso, sin embargo, no demuestra
que el resto de nosotros podemos usar nuestros cerebros más de lo que lo
hacemos, sino que esas personas se habían adaptado a circunstancias
extraordinarias.

2. LOS HOMBRES TIENEN CEREBRO MAS GRANDE QUE LAS MUJERES


Foco habitual de los debates más variados pero siempre encendidos, las
diferencias entre el hombre y la mujer siguen siendo un motivo de estudio para
la ciencia. En este caso, un grupo de científicos de la Universidad de
Cambridge ha realizado una investigación para resolver, de una vez por todas,
la pregunta acerca de quién tiene el cerebro más grande; luego de analizar los
datos acerca del tamaño de los cerebros estudiados por las neurociencias
durante los últimos 20 años (tomando en cuenta 126 artículos publicados entre
1990 y 2013, con información de cerebros de todas las edades), han obtenido
un resultado definitivo: el cerebro promedio del hombre es de mayor volumen
que el de la mujer, más precisamente entre un 8 y un 13% más grande; esto
derivado de tener más espacio intercraneal, más materia gris, sustancia blanca,
zonas repletas de líquido cefaloraquídeo y cerebelo. Además, en los cerebros
masculinos resultaron ser más grandes, proporcionalmente, las partes
vinculadas al sistema límbico y a sistema de la lengua.

Otro dato que se estudió fue el de las densidades de tejido, según el género:
los hombres tienen, según esta investigación, más alta densidad de tejido en la
amígdala izquierda, que controla respuestas vinculadas al miedo, el
hipocampo, la corteza insular y el cerebelo, regiones de estrecha ligazón con
las funciones de la memoria, las emociones, los sentimientos y el movimiento.
En las mujeres, por su parte, se detectó un promedio de mayor densidad de
tejido en las áreas relacionadas con la planificación y toma de decisiones, y la
información sensorial. Los autores del artículo expresan que se puede
confirmar la diferencia de tamaño y estructura cerebral en hombres y mujeres,
por lo que ya no se puede ignorar el real del sexo en la neurociencia,
especialmente en la investigación de condiciones psiquiátricas que se dan más
frecuentemente en uno u otro género.

En pleno auge de la neurociencia, el cerebro es sin dudas el órgano del cuerpo


humano más estudiado. Cómo funciona, cómo decodifica información, cómo
recuerda, cómo olvida, cómo se vinculan entre sí las neuronas. Múltiples
interrogantes que poco a poco se esclarecen.

En la misma línea, la disputa entre mujeres y hombres se hace presente.


¿Quién de los dos tiene un cerebro más grande? ¿Para qué aptitudes
responde mejor uno que el otro? ¿En qué actividades específicas se destacan?
Hacia allí apuntó una nueva investigación de la Universidad Erasmus de
Rotterdam, Países Bajos, publicada en la revista Intelligence.
En primer lugar, los investigadores utilizaron imágenes de resonancia
magnética para medir el tamaño del cerebro de 875 voluntarios, dispersos
entre hombres y mujeres. Después de los análisis, encontraron que los
cerebros masculinos son un 14% más grandes.

De acuerdo al equipo de investigación, de la dimensión del cerebro se


desprende también otro resultado. En las pruebas vinculadas al coeficiente
intelectual, los hombres demostraron estar 3,75 puntos por encima de la media
de las mujeres. "Encontramos que los cerebros de los hombres son más
grandes que los de las mujeres y nuestro análisis sugiere que esta es la razón
por la menor inteligencia general promedio a través de una serie de pruebas",
dijo a Daily Mail el doctor Dimitri van der Linden, uno de los responsables del
estudio.

A su vez, los hombres lograron una puntuación superior en los test relativos a
la habilidad espacial. "Somos conscientes de que investigaciones anteriores
sugieren que los cerebros de las mujeres están mejor organizados o procesan
la información de manera más eficiente, pero no lo notamos en nuestro
estudio", sostuvo van der Linden.

Pese a la declaración del líder de la investigación, el tamaño del cerebro no


implica un uso eficiente del mismo. En el propio estudio, las mujeres se
caracterizaron por una mayor consistencia en las pruebas relacionadas a la
memoria.

Varias voces se alzaron en contra del estudio. Entre ellos, Jopeph Devlin,
neurocientista del University College de Londres, expresó: "Es un estudio bien
realizado, pero la evidencia no es lo suficientemente fuerte como para
demostrar que los cerebros masculinos más grandes son más inteligentes que
los cerebros femeninos más pequeños".

Devlin remarcó que, si bien los cerebros de ambos sexos son diferentes, aún
no hay demasiadas precisiones sobre cuál es superior. "Sabemos que la
cuestión espacial es ligeramente mejor en hombres que en mujeres, mientras
que las mujeres tienden a tener un mejor vocabulario. Pero debemos ser
escépticos de las afirmaciones de que los hombres son más inteligentes que
las mujeres. Especialmente cuando hay poca o ninguna evidencia de eso y
mucha evidencia de lo contrario".

3. CUANTO UNA REGIÓN DEL CEREBRO ESTÁ DAÑADA, OTRAS


PARTES DEL CEREBRO PUEDEN REALIZAR SU FUNCIÓN
En la práctica clínica es frecuente escuchar la expresión “es un paciente muy
de hemisferio izquierdo” e igual ocurre con el derecho. En las próximas
publicaciones descubriremos a qué se refieren estas expresiones,
centrándonos en el presente artículo en el primer caso, cuando la lesión se
produce en el hemisferio cerebral izquierdo.

Hay mucho mitos sobre cómo funciona el cerebro. Uno que se repite, en foros
de Internet y libros de autoayuda, es que cada mitad del cerebro tiene sus
propias funciones, y que una persona tiene un lado dominante. Si es el
derecho, la persona es intuitiva y sensible. Si es el izquierdo, lógica y analítica.

En realidad, el cerebro es bastante más complejo. Aunque es cierto que hay


algunas funciones que están alojadas en distintas partes, éste no está dividido
tajantemente entre dos hemisferios.

El mito viene probablemente de algunos experimentos que se hicieron en el


siglo XIX, donde científicos, como el francés Paul Broca, descubrieron que las
lesiones en ciertas partes del cerebro bloqueaban algunas capacidades del
lenguaje. Desde entonces se estudian las distintas funciones que están
alojadas en las diferentes partes del cerebro.
En los años 60, los experimentos del ganador del Premio Nobel de Medicina,
Roger Sperry, demostraron que los dos hemisferios podían ser separados
(cortando el corpus callosum que los une), lo que se utilizó como cura para
casos agudos de esquizofrenia.

Luego de hacerlo, experimentó con pacientes que tenían las dos partes
separadas, y demostró que funcionaban como entidades aparte, con procesos
de razonamiento diferentes. En el izquierdo se encontraban las funciones del
lenguaje, la matemática y la lógica, en el derecho la percepción espacial, el
reconocimiento de caras y la música.

El problema es la aplicación de esos resultados a todas las personas. El hecho


de que una persona con esquizofrenia tenga funciones marcadamente
diferentes en cada lado del cerebro, no quiere decir que funcione así en todos.

Así lo explica el neurocientista William Calvin: “Los pacientes con el cerebro


dividido pueden ser excelentes candidatos para el estudio de la capacidad del
cerebro de mover ciertas funciones de un hemisferio al otro durante la primera
infancia, más que excelentes candidatos para inferir las capacidades de cada
hemisferio.”

Las pruebas más modernas, con scanners que pueden identificar la actividad
cerebral, demuestran que los dos hemisferios trabajan de manera
complementaria.

“Bajo el scanner, el lenguaje estaba presente en los dos lados del cerebro, en
áreas del cortex. Las áreas de la izquierda lidiaban con aspectos centrales,
como la gramática y la producción de palabras, mientras que aspectos como la
entonación y el énfasis hacían trabajar al lado derecho”, describió John
McCrone en The New Scientist.

Un informe de la OCDE sobre el tema concluye “si bien hay algunas asimetrías
funcionales, los dos hemisferios del cerebro no funcionan de manera aislada,
sino juntos en cada tarea cognitiva.”

El hemisferio cerebral
Cada hemisferio está compuesto por la corteza cerebral superficial, la
sustancia blanca y los núcleos basales.

Ambos hemisferios están separados por la fisura longitudinal y unidos por el


cuerpo calloso. A su vez, cada uno está dividido en cuatro lóbulos: frontal,
parietal, temporal y occipital.

Algunas funciones cognitivas superiores están distribuidas con preferencia y,


en ocasiones, exclusivamente en uno de los hemisferios cerebrales, en cuyo
caso se dice que ese hemisferio es dominante para tal función. Generalmente,
el hemisferio izquierdo es dominante para el lenguaje y la capacidad
matemática, mientras que el hemisferio derecho lo es para la percepción
espacial y habilidad musical

En general las zonas de las cortezas de asociación de los lóbulos frontal,


parietal y temporal del hemisferio izquierdo son responsables de la
comprensión y expresión del lenguaje, de ahí que el hemisferio izquierdo se
considere el dominante para esta función. La preponderancia cerebral se
establece durante los primeros años de vida, dándose un periodo en el cual
ambos hemisferios muestran capacidad lingüística. Si uno de ellos sufre una
lesión, esta podría compensarse debido a la plasticidad que muestra el
encéfalo durante el periodo de desarrollo, así un niño podría aprender a hablar
con normalidad. Con el tiempo esta plasticidad va disminuyendo y la lesión del
hemisferio dominante a menudo provoca la pérdida del habla, como podremos
ver.

Las lesiones en el hemisferio cerebral izquierdo

El lóbulo frontal funcionalmente está implicado en los aspectos del control y


programación motora, controla la función expresiva del lenguaje, y además es
el responsable de otras funciones cognitivas muy superiores como el
discernimiento, la predicción y planificación de la conducta.

Las lesiones en este área dan lugar a crisis motoras simples, hipotonía facial y
hemiplejia contralateral. También pueden aparecer alteraciones del
funcionamiento social y es muy frecuente la presencia de afasia de Broca, que
se caracteriza por una alteración en la expresión de la fluidez verbal, mientras
que la comprensión está relativamente preservada. Otras manifestaciones son
alteración en la lectura (alexia) y escritura (agrafia).

El lóbulo parietal cumple funciones de integración y procesamiento de la


información sensorial multimodal y está implicado en la noción consciente del
esquema corporal, orientación y habilidades espaciales.

De haber daño, aparecerán crisis sensitivas en las cuales se producen


alteración y/o disminución de la sensibilidad en el lado contralateral. Puede
aparecer una distorsión del esquema corporal, dificultando la localización de
partes del mismo (autotopagnosia) e incapacidad para identificar los dedos de
la propia mano (agnosia digital). Con frecuencia habrá pérdida del campo visual
inferior. Personas con daño en este área muestran graves problemas para
nombrar objetos (anomia), incapacidad para llevar a cabo operaciones
matemáticas (acalculia), alexia y agrafia.

Al lóbulo temporal le corresponden las funciones auditivas, la comprensión del


lenguaje, la memoria, aspectos emocionales de la conducta y la apreciación
consciente del sentido del olfato.

Pacientes con una lesión unilateral izquierda de lóbulo temporal padecen


ataques paroxísticos de impasibilidad (ausencias), conductas sin propósito
(automatismos), alucinaciones olfativas, auditivas y del complejo visual,
trastornos del estado de ánimo y la memoria (déjà vu). Habitualmente el daño
en esta zona dará lugar a la aparición de Afasia de Wernicke, donde el
lenguaje es fluido, pero contiene errores (parafasias) volviéndose en ocasiones
incomprensible. No hay repetición y la comprensión está muy deteriorada.

Por último, el lóbulo occipital es el responsable de la percepción e


interpretación visual.
En caso de lesión aparecerán alucinaciones visuales paroxísticas de naturaleza
simple, como luces y colores (crisis parciales simples) y pérdida del campo
visual contralateral (hemianopsia homónima contralateral).

Es importante no olvidar la interacción funcional de lóbulos-hemisferios, ya que


lo habitual en la práctica clínica no es encontrarse síndromes puros, sino
variabilidad inter e intralesiones e inter e intrapacientes.

4. EL HEMISFERIO DERECHO E IZQUIERDO SIEMPRE TRABAJAN


JUNTOS
Todos sabemos que tenemos dos hemisferios cerebrales, dos grandes
masas encefálicas densamente plegadas en su superficie —la corteza cerebral
— que es donde están situadas las funciones intelectuales. En la década de
1960, el tratamiento de personas con epilepsia refractaria a los medicamentos,
usó una nueva estrategia: la callosotomía, cortar el cuerpo calloso, la cinta de
sustancia blanca formada por entre 200 y 250 millones de axones y que
conecta ambos hemisferios. La idea era cortar la conexión para evitar que el
ataque epiléptico saltara de un hemisferio al otro y afectara a los dos. El
sorprendente resultado fue que ambos hemisferios seguían funcionando con
bastante normalidad, el paciente no mostraba dos personalidades o ninguna
señal dramática de su cerebro dividido y se llegó a decir, con sorna, que el
cuerpo calloso para lo único que servía era para transmitir los ataques
epilépticos de un hemisferio al otro.
Aunque no todo el mundo lo expresa de la misma manera, según este mito, en
los estudiantes que son más intuitivos dominaría el hemisferio derecho
mientras que los que aprenden de una forma secuencial, lineal, serían
«cerebralmente zurdos», es decir, que predominaría el hemisferio izquierdo. Se
dice también que en las personas en las que domina el hemisferio izquierdo
prevalece la lógica, el pensamiento racional y ordenado, mientras que en los
más creativos y con facilidad para el arte, dominaría el hemisferio derecho.
Según esta forma de pensar, el hemisferio izquierdo se fijaría en los detalles,
en el conocimiento, en la percepción de patrones, en las estrategias en las
cosas prácticas, sería el lugar de las matemáticas y la ciencia, y actuaría sobre
seguro. El derecho, por el contrario, se fijaría en las grandes panorámicas, en
el presente y el futuro, en las creencias y la fantasía, sería impetuoso y tomaría
riesgos y sería el lugar de la filosofía y la religión.

La idea de que hay personas de cerebro izquierdo y otras de cerebro derecho


es un mito ampliamente extendido, incluso entre personas con buena
formación. Un estudio realizado en Gran Bretaña y Holanda, con una muestra
de 242 profesores de enseñanza primaria y secundaria encontró que el 91% de
los británicos y el 86% de los holandeses consideraban que había diferencias
en la dominancia hemisférica (cerebro izquierdo frente a cerebro derecho) que
podían explicar las diferencias individuales en el aprendizaje de cada
estudiante.

Algunos programas educativos animan a los maestros a determinar qué


hemisferio domina en cada niño antes de ponerse a enseñarle nada. Una vez
más una pérdida de tiempo y recursos, en una ficción sin fundamento científico.
El mito tiene derivadas como que los dos hemisferios no se comunican bien,
que sin una ayuda complementaria a un módico precio no se va a desarrollar
bien el hemisferio subyugado y que estaríamos perdiendo la mitad de nuestro
potencial cerebral. ¡Paparruchas! Los mitos siempre surgen porque parecen
explicar algo que percibimos, que cada estudiante aprende de una manera
distinta, que hay personalidades distintas y gustos por cosas diferentes, que
hay personas más sistemáticas y otras más imaginativas, pero el mito del
cerebro izquierdo y el cerebro derecho no es una buena base para explicar
esas diferencias individuales.

El mito del cerebro izquierdo y el cerebro derecho se asocia también con otros
mitos como el de las diferencias sexuales entre los encéfalos de hombres y de
mujeres.

En la primavera de 2012, el principal rabino británico, Lord Jonathan Sacks, dijo


en una entrevista en Radio 4 de la BBC «Lo que ha hecho que exista Europa y
que sea tan creativa es que la Cristiandad era una religión de cerebro
derecho… traducida a un lenguaje de cerebro izquierdo, pues todos los
primitivos textos cristianos están en griego».

La base científica del mito es bien conocida. La localización de funciones


específicas es algo que se conoce desde los 1860 gracias al trabajo de Paul
Broca. Broca presentó el caso de un paciente, Louis Leborgne, que tras una
lesión en el hemisferio izquierdo había perdido la capacidad de hablar. Otro
investigador, Wernicke también encontró que la comprensión del lenguaje
estaba en el hemisferio izquierdo y entonces los investigadores empezaron a
preguntarse qué es lo que hacía el derecho. El neurólogo John Hughlings
Jackson propuso que el lado derecho era el de la percepción mientras que el
neurólogo francés Jules Bernard Luis dijo que las emociones estaban
localizadas en el hemisferio derecho, mucho más primitivo, mientras que el
intelecto estaba en el hemisferio izquierdo, que era el civilizado. Roger Sperry,
que estudió animales y personas con el cerebro dividido (callosotomizados) y
ganó el premio Nobel declaró al New York Times «Soy de dos mentes. De
hecho, igual que usted. Y hasta hace poco, la América de las empresas no
hacía mucho para aprovechar una de ellas. Pero ahora que estamos metidos
hasta las cachas en lo que se llama la Economía Creativa y la Era conceptual
nadie puede permitirse ignorar al artista interior: el hemisferio derecho del
cerebro». Pronto surgieron los magufos y timadores habituales vendiendo
tratamientos como colocar discos de metales e imanes en la superficie del
cuerpo, «metaloterapia», que en teoría -pero nunca en la realidad- corregían
disfunciones mentales o de comportamiento equilibrando ambos hemisferios.

Hay funciones cerebrales que están claramente lateralizadas como el lenguaje


o el procesamiento visuoespacial. En la mayoría de los individuos diestros,
prestar atención a estímulos relacionados con el lenguaje genera actividad
cerebral principalmente en el hemisferio izquierdo mientras que prestar
atención a estímulos implicados en el procesamiento visuoespacial genera
actividad lateralizada al hemisferio derecho. También se ve algo parecido con
las matemáticas. Algunas tareas aritméticas como contar o recitar las tablas de
multiplicar reclutan más neuronas en el hemisferio izquierdo que en el derecho
mientras que otros aspectos, como estimar cuantos objetos similares hay en un
dibujo reclutan más en el derecho que en el izquierdo. Pero en realidad, los
estudiantes, todas las personas, usamos ambos hemisferios. Nadie puede
decir si en un estudiante domina el cerebro izquierdo o el derecho porque no es
así, la información fluye entre ambos hemisferios a través del cuerpo calloso en
frecuentes viajes de ida y vuelta, y el cerebro recluta más o menos zonas,
incluso en el hemisferio opuesto, según la necesidad de procesamiento. Un
ejemplo llamativo son los ajedrecistas. A la hora de identificar piezas y sus
tipos de movimiento un jugador principiante usa unas regiones cerebrales
ventrales en el hemisferio izquierdo pero un gran maestro recluta zonas
similares también en el hemisferio derecho, estableciendo un procesado en
paralelo para la enorme habilidad que demuestra en el juego.

Las técnicas de neuroimagen participan en esta confusión. En general, para el


no especialista lo único que se ve tras un estudio con PET o resonancia
magnética funcional son zonas con colores brillantes muy localizadas en uno u
otro hemisferio. Puede llevar a la imagen errónea de que son zonas funcionales
aisladas, islas de actividad nerviosa. En realidad, ante casi cualquier tarea,
grandes partes del cerebro muestran actividad. Para determinar cuáles son las
zonas más específicas o con un cambio en su nivel basal de actividad más
aparente lo que se hace es restar de la imagen del cerebro realizando esa
tarea, la imagen del cerebro en reposo y a continuación se establecen, de
forma arbitraria, niveles umbral. Es decir, si una zona no ha duplicado o
triplicado su actividad podemos decidir no representarla aunque sí estaba
activa. 729358744Por eso las ilustraciones de neuroimagen pueden dar una
imagen irrealmente parcelada, más segregada entre ambos hemisferios, y con
menos zonas implicadas de lo que sucede en realidad. Por lo que sabemos
cualquier función cognitiva compleja pone en marcha una red con múltiples
regiones, distribuida en ambos hemisferios y funcionando de forma coordinada.
En realidad, podríamos considerar al encéfalo como una orquesta sinfónica
neuronal, donde según los momentos puede haber zonas o incluso neuronas
individuales que tienen mayor protagonismo, pero ni hay elementos silentes —
el mito del 10%— ni podemos decir que una parte de la orquesta domina sobre
otra, el mito de la dominancia hemisférica.

El tema de la dominancia hemisférica se ha analizado en detalle usando


resonancia magnética funcional. Nielsen y su grupo analizaron los cerebros de
1011 personas con edades entre 7 y 29 años buscando pruebas de un
predominio de un hemisferio frente al otro. El estudio incluía un fino análisis de
7.266 regiones encefálicas y se vio lateralización de función pero era siempre
local, nunca global. Quiere decir, que había regiones que eran más activas en
un hemisferio que en el otro pero en ningún caso se veía una activación de uno
de los hemisferios que dominase sobre el otro. Con la edad se veían pequeños
incrementos en la lateralización y no se distinguieron diferencias en la
lateralización entre ambos sexos.

Uno de los posibles daños de este mito es que puede hacer creer a algunos
estudiantes, o a sus padres o profesores, que no pueden dedicarse a algunas
carreras, a algunos proyectos vitales porque no tienen el cerebro adecuado.
Nada hay que respalde este criterio, nuestro cerebro es sorprendentemente
plástico y su capacidad de aprender es su mayor virtud.

5. EL DESARROLLO DEL CEREBRO HA TERMINADO EN EL MOMENTO


EN QUE LOS NIÑOS ALCANZAN LA SECUNDARIA
En esta etapa crucial el cerebro sufre cambios muy importantes en su
estructura. Cambios que van a estar marcados por el momento biológico de su
neurodesarrollo y por las experiencias personales del adolescente.

El pediatra estadounidense Jay Giedd ha descubierto que el cerebro humano


está en construcción hasta el final de la adolescencia, aunque en esta etapa las
neuronas y conexiones nerviosas no crecen, sino que se van "podando" hasta
que se alcanza el raciocinio propio de la edad adulta. Giedd, que ha presentado
estos resultados en Barcelona, ha llevado a cabo un riguroso estudio con más
de 2.000 personas de entre 3 y 25 años, que le ha permitido observar que al
final de la infancia el cerebro experimenta un aumento "desmesurado" de
neuronas y de conexiones nerviosas, que después se van reduciendo durante
la adolescencia.

Esta "poda" neuronal, que culmina con el tránsito de la adolescencia a la edad


adulta, se produce primero en la zona posterior del cerebro y por último en la
corteza frontal, que es la que controla el razonamiento, la toma de decisiones y
el control emocional.

Este hallazgo, que desmiente la tesis vigente hasta ahora, que sostenía que el
cerebro maduraba por completo entre los 8 y los 12 años, explicaría además
por qué muchos adolescentes no empiezan a razonar y a comportarse como
adultos hasta una edad tan avanzada, que puede alargarse más allá de los
veinte años, según afirma Giedd, director del Instituto Nacional de Salud Mental
de Bethesda (Estados Unidos).

Ahora bien, ¿de qué depende este "recorte" cerebral?, y, sobre todo, ¿es
posible lograr que esta "poda" se produzca antes para que los adolescentes
alcancen más pronto la madurez? Aunque aún no están claros los factores que
determinan este fenómeno, Giedd ha detectado que éste ocurre antes en las
chicas que en los chicos, y que en los jóvenes más inteligentes se produce a
edades más tempranas.

Factores de aceleración

El experto apunta a la calidad y cantidad de actividades que realizan estos


adolescentes, como idiomas o informática, como un posible factor de
aceleración de este recorte neuronal, si bien no se ha confirmado si un exceso
de actividad puede ser conveniente o contraproducente a la hora de determinar
el desarrollo del cerebro.

Jay Giedd es uno de los once expertos que han participado en un curso sobre
sexos e inteligencia organizado por el Consorcio Universidad Internacional
Menéndez Pelayo de Barcelona, en el que se ha intentado responder a
cuestiones tan diversas como quiénes son más inteligentes, los hombres o
mujeres, o por qué ellas son más propensas a sufrir enfermedades mentales.

"No se puede decir con rigor que un sexo es más inteligente que el otro,
aunque sí se ha demostrado que existen muchas diferencias en los cerebros
de hombres y mujeres, tanto en cuanto a su tamaño, como en las conexiones y
las sustancias químicas que contienen", ha explicado el catedrático de
Psicobiología de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y coordinador
de las jornadas Ignacio Morgado.

Morgado asegura que la forma de pensar y de procesar la información de


hembras y varones es diferente, aunque al final el resultado es el mismo, pese
a que se llegue por vías distintas. Se sabe también que las mujeres son más
sensibles a lo emocional y a la amenaza, así como más asustadizas y capaces
de comprender las desgracias ajenas, lo que les hace ser más propensas a
sufrir enfermedades de base emocional, como la ansiedad o la depresión.

Cambios en los circuitos cerebrales

Esto sucede porque es necesario que aparezcan nuevos circuitos y conexiones


que permitan sustentar el pensamiento analítico que caracteriza al humano
adulto.

Hasta ahora el cerebro creaba circuitos para sustentar sus funciones más
necesarias: dotar de sentido a las percepciones, controlar la postura y la
manipulación, dominar el lenguaje y la comunicación. A partir de ahora debe
crear circuitos que le permitan tomar decisiones basadas en el análisis crítico
de cada situación. Se intuye que estos circuitos serán mucho más complejos,
¿no?

En la adolescencia el cerebro sigue perfeccionando sus capacidades


cognitivas, la memoria, el lenguaje, el aprendizaje complejo… aquellas
habilidades que ya domina y sigue utilizando consolidarán los circuitos que las
sustentan. Las dendritas y axones que los conforman formarán sinapsis
(uniones de comunicación) más rápidas, más maduras, que para ello se
rodearán de mielina, una vaina que acelera la comunicación. Las habilidades
que no practique usarán menos los circuitos que las sustentan y se “desharán”
las uniones sinápticas en una especie de poda de lo superfluo. (Esto explica
donde fueron mis conocimientos de latín y mis clases de piano…)

A la vez aparecen estos nuevos circuitos de las decisiones, más complejos,


que precisan de áreas cerebrales más extensas, y a veces más alejadas, y que
deben conectarse entre sí. La sede principal de estos “circuitos decisorios” es
la corteza prefrontal, la que está en la parte más anterior del cerebro y por tanto
la última en madurar según el programa general establecido.

la corteza prefrontal y el sistema límbico

La corteza prefrontal humana es proporcionalmente mucho mayor que la de


cualquier otra especie. En ella tienen lugar las funciones cognitivas más
delicadas: la toma de decisiones, la planificación de tareas y tiempos, la
inhibición de un comportamiento inadecuado… y es la sede de nuestra
autoconciencia.

También es imprescindible para la interacción social, porque nos permite “leer”


el comportamiento de los otros, sus acciones y gestos, su mímica facial –con
su carga de emociones y pistas sobre su estado mental–. Antes de que el otro
hable, nuestro cerebro puede saber lo que está pensando.

Pero el adolescente aún no ha desarrollado del todo estas habilidades


prefrontales.

Además, para tomar decisiones no basta con el análisis frío de los datos
objetivos que nos llegan a través de los sentidos, en nuestras decisiones
intervienen inevitablemente las emociones y aquí es donde interviene el
sistema límbico.

El sistema límbico nos permite procesar emociones y recompensas. Cuando


nos lo estamos pasando bien, cuando hacemos cosas emocionantes, el
sistema límbico nos recompensa con una descarga de dopamina, lo que nos
produce una sensación placentera.

En el cerebro adolescente el sistema límbico responde con más fuerza a esa


recompensa en comparación con el cerebro del adulto.

Durante la maduración cerebral de la adolescencia se integran los circuitos


emocionales y cognitivos y precisamente lo hacen en las áreas frontales.

En las áreas frontales se controla y aúna lo cognitivo y lo afectivo.

Para que se produzca esta “unión” entre lo racional y lo emocional se crean


nuevos circuitos, nuevas sinapsis, que al principio serán débiles y fácilmente
cambiantes, hasta que la habilidad de tomar decisiones mejore y, a fuerza de
repetirse, se consoliden.
6. EL APRENDIZAJE NO ES DEBIDO A LA ADICIÓN DE NUEVAS
CÉLULAS EN EL CEREBRO
"La plasticidad cerebral se refiere a la
capacidad del sistema nervioso para
cambiar su estructura y su
funcionamiento a lo largo de su vida,
como reacción a la diversidad del
entorno. Aunque este término se utiliza
hoy día en psicología y neurociencia, no
es fácil de definir. Se utiliza para referirse
a la los cambios que se dan a diferentes niveles en el sistema nervioso:
Estructuras moleculares, cambios en la expresión genética y comportamiento.”

La neuroplasticidad permite a las neuronas regenerarse tanto anatómica como


funcionalmente y formar nuevas conexiones sinápticas. La plasticidad neuronal
representa la facultad del cerebro para recuperarse y reestructurarse. Este
potencial adaptativo del sistema nervioso permite al cerebro reponerse a
trastornos o lesiones, y puede reducir los efectos de alteraciones estructurales
producidas por patologías como la esclerosis múltiple, Parkinson, deterioro
cognitivo, enfermedad de Alzheimer, dislexia, TDAH, insomnio adultos,
insomnio infantil, etc…

Diferentes equipos de neurólogos y psicólogos cognitivos que estudian los


procesos de plasticidad sináptica y neurogénesis han demostrado que la
batería de ejercicios clínicos de estimulación cerebral de CogniFit ayuda a
fomentar la creación de nuevas sinapsis y circuitos neuronales capaces de
reorganizar y recuperar la función de la zona dañada y la transmisión de
capacidades compensatorias. Las investigaciones evidencian que la plasticidad
cerebral se activa y fortalece aplicando este programa clínico de ejercicios de
intervención. Se puede ver abajo una representación artística de cómo podría
desarrollarse una red neuronal tras someterse de forma continuada a la
estimulación cognitiva adecuada.

La plasticidad sináptica
Cuando está ocupado en un nuevo aprendizaje o en una nueva experiencia, el
cerebro establece una serie de conexiones neuronales. Estas vías o circuitos
neuronales son construidos como rutas para la inter-comunicación de las
neuronas. Estas rutas se crean en el cerebro a través del aprendizaje y la
práctica, de forma muy parecida a como se forma un camino de montaña a
través del uso diario de la misma ruta por un pastor y su rebaño. Las neuronas
se comunican entre sí mediante conexiones llamadas sinapsis y estas vías de
comunicación se pueden regenerar durante toda la vida. Cada vez que se
adquieren nuevos conocimientos (a través de la práctica repetida), la
comunicación o la transmisión sináptica entre las neuronas implicadas se ve
reforzada. Una mejor comunicación entre las neuronas significa que las
señales eléctricas viajan de manera más eficiente a lo largo del nuevo camino.
Por ejemplo, cuando se intenta reconocer un nuevo pájaro, se realizan nuevas
conexiones entre algunas neuronas. Así, las neuronas de la corteza visual
determinan su color, las de la corteza auditiva atienden a su canto y, otras, al
nombre del pájaro. Para conocer el pájaro y sus atributos, el color, la canción y
el nombre son repetidamente evocados. Revisitando el circuito neural y
restableciendo la transmisión neuronal entre las neuronas implicadas cada
nuevo intento mejora la eficiencia de la transmisión sináptica. La comunicación
entre las neuronas correspondientes es mejorada, la cognición se hace más y
más rápidamente. La plasticidad sináptica es quizás el pilar sobre el que la
asombrosa maleabilidad del cerebro descansa.

Neurogénesis

Considerando que la plasticidad sináptica se logra a través de mejorar la


comunicación en la sinápsis entre las neuronas existentes, la neurogénesis se
refiere al nacimiento y proliferación de nuevas neuronas en el cerebro. Durante
mucho tiempo la idea de la regeneración neuronal en el cerebro adulto era
considerado casi una herejía. Los científicos creían que las neuronas morían y
no eran reemplazadas por otras nuevas. Desde 1944, pero sobre todo en los
últimos años, la existencia de la neurogénesis se ha comprobado
científicamente y ahora sabemos que ocurre cuando las células madre, un tipo
especial de célula que se encuentra en el giro dentado, el hipocampo y,
posiblemente, en la corteza pre-frontal, se divide en dos células: una célula
madre y una célula que se convertirá en una neurona totalmente equipada, con
axones y dendritas. Luego, estas nuevas neuronas migran a diferentes áreas
(incluso distantes entre sí) del cerebro, donde son requeridas, permitiendo de
esta forma que el cerebro mantenga su capacidad neuronal. Se sabe que tanto
en los animales como en los humanos la muerte súbita neuronal (por ejemplo
después de una apoplejía) es un potente disparador para la neurogénesis.

Plasticidad Funcional Compensatoria

El declive neurobiológico que acompaña al envejecimiento está bien


documentado en la literatura de investigación y explica por qué los ancianos
obtienen peores resultados que los jóvenes en las pruebas de rendimiento
neurocognitivo. Pero, sorprendentemente, no todos los ancianos presentan un
menor rendimiento, algunos logran hacerlo tan bien como sus contrapartes más
jóvenes. Esta diferencia inesperada del rendimiento de un subgrupo de
individuos de la misma edad ha sido científicamente investigada,
descubriéndose que al procesar la nueva información los ancianos con un
mayor rendimiento utilizan las mismas regiones del cerebro que utilizan los
jóvenes, pero también hacen uso de otras regiones del cerebro que ni los
jóvenes ni el resto de ancianos utilizan. Los investigadores han reflexionado
sobre esta sobreexplotación de las regiones del cerebro en los ancianos con
mayor rendimiento y en general han llegado a la conclusión de que la
utilización de nuevos recursos cognitivos refleja una estrategia de
compensación. En presencia de déficits relacionados con la edad y la
disminución de la plasticidad sináptica que acompañan al envejecimiento, el
cerebro, una vez más, pone de manifiesto su plasticidad para reorganizar sus
redes neurocognitivas. Los estudios demuestran que el cerebro llega a esta
solución funcional a través de la activación de otras vías nerviosas, activándose
así más a menudo las regiones en ambos hemisferios (lo que sólo ocurre en
personas más jóvenes).
Funcionamiento y comportamiento: El aprendizaje, la experiencia y el
entorno

Hemos visto que la plasticidad es la capacidad que tiene el cerebro para alterar
sus propiedades biológicas, químicas y físicas. Sin embargo, como los cambios
en el cerebro, el funcionamiento y el comportamiento se modifican siguiendo un
recorrido paralelo. En los últimos años hemos aprendido que las alteraciones
cerebrales en los niveles genéticos o sinápticos son provocados tanto por la
experiencia como por una gran variedad de factores ambientales. Los nuevos
conocimientos adquiridos están en el corazón de la plasticidad, siendo las
alteraciones cerebrales probablemente la manifestación más tangible de que se
ha producido el aprendizaje, que a su vez ha sido puesto a disposición del
cerebro por el entorno. El nuevo aprendizaje se produce de muchas formas,
por muchas razones y en cualquier momento, a lo largo de nuestra vida. Por
ejemplo, los niños adquieren nuevos conocimientos en grandes cantidades,
produciéndose cambios cerebrales significativos en esos momentos de
aprendizaje intensivo. Un nuevo aprendizaje también puede surgir por la
presencia de un daño neurológico sobrevenido, por ejemplo a través de
lesiones o de un accidente cerebrovascular, cuando las funciones soportadas
por un área cerebral dañada se deterioran, y se deben aprender otra vez. La
necesidad de adquirir conocimientos nuevos continuamente puede ser
intrínseco a la persona y quizás esté guiada por su sed de conocimiento. La
multiplicidad de las circunstancias para que se ocasione un nuevo aprendizaje,
nos hace preguntarnos si el cerebro va a cambiar cada vez que se aprende
algo. La investigación sugiere que esto no es así. Parece que el cerebro
adquirirá nuevos conocimientos, y por lo tanto actualizará su potencial para la
plasticidad, si el nuevo aprendizaje conlleva una mejora de comportamiento.
Con el fin de aprender a marcar fisiológicamente el cerebro, el aprendizaje
debe conllevar cambios en el comportamiento. En otras palabras, el nuevo
aprendizaje tiene que ser un comportamiento pertinente y necesario. Por
ejemplo, el nuevo aprendizaje que asegura la supervivencia será integrado por
el organismo y adoptado como una conducta apropiada. Como resultado de
ello, el cerebro se habrá modificado. Tal vez lo más importante sea el grado en
que una experiencia de aprendizaje resulte gratificante. Por ejemplo, aprender
utilizando juegos interactivos es especialmente útil para potenciar la plasticidad
cerebral. De hecho, se ha demostrado que esta forma de aprendizaje
incrementa la actividad del córtex prefrontal (PFC). Además, en este contexto
de oferta de incentivos, es positivo tratar de jugar con el refuerzo y la
recompensa, como se ha hecho tradicionalmente, para que los niños se
involucren en el aprendizaje.

Plasticidad Cerebral

Comprendiendo las condiciones que inducen la plasticidad

¿Cuándo, en qué momento de la vida del cerebro está éste más abierto al
cambio cuando es expuesto a estímulos ambientales? Parece que los patrones
de plasticidad son diferentes dependiendo de la edad y, realmente, todavía
queda mucho por descubrir acerca de la interacción entre el tipo de actividad
inductora de la plasticidad y la edad del sujeto. Sin embargo, sabemos que la
actividad intelectual y mental induce la plasticidad cerebral cuando se aplica
tanto a personas mayores sanas como cuando se aplica a ancianos con alguna
enfermedad neurodegenerativa. Más importante aún, parece que el cerebro es
susceptible de cambio, tanto positivo como negativo, incluso antes del
nacimiento de su portador. Los estudios en animales muestran que cuando las
madres embarazadas se establecen en un entorno rico en estímulos positivos,
su descendencia posee un mayor número de sinapsis en regiones específicas
del cerebro. Y a la inversa, cuando se ha aplicado luz estresante a las
embarazadas, se ha comprobado que su descendencia muestra un reducido
número de neuronas en el córtex prefrontal (PFC). Además, parece que el PFC
es más sensible a las influencias ambientales que el resto del cerebro. Estos
descubrimientos son de suma importancia para el debate "naturaleza" vs.
"entorno", ya que parece que el "entorno" puede inducir cambios en la
expresión génica neuronal. ¿Cómo evoluciona la plasticidad del cerebro y cuál
es el efecto de la estimulación ambiental aplicada a lo largo del tiempo? Esta
es una pregunta de suma importancia para los problemas terapéuticos y las
respuestas seminales que ofrece la investigación genética en los animales
plantean que algunos genes se ven afectados incluso en un lapso muy corto de
estimulación, otros genes adicionales son afectados durante un período de
estimulación más largo, mientras que otros no experimentan ningún cambio en
absoluto, o de producirse, se revierte su tendencia. Aunque el uso corriente del
término 'plasticidad' conlleva una connotación positiva, en realidad, la
plasticidad se refiere a todos los cambios que se producen en el cerebro,
algunos de los cuales pueden presentarse junto con el deterioro del
funcionamiento y el comportamiento. El entrenamiento cognitivo parece ideal
para la inducción de la plasticidad cerebral. Proporciona la práctica sistemática
necesaria para el establecimiento de nuevos circuitos neuronales y para el
fortalecimiento de las conexiones sinápticas entre las neuronas. Sin embargo,
como hemos visto, en ausencia de un beneficio tangible de la conducta, el
cerebro no va a aprender de forma efectiva. De ahí la importancia de
personalizar los objetivos relevantes para la formación.

También podría gustarte