Formación Docente en Lectura y Escritura
Formación Docente en Lectura y Escritura
Formación Docente en Lectura y Escritura
La profesión docente adquiere relevancia en el ejercicio del poder que devela el modelo
racionalidad que la sustenta y el interés transformador al cual responde. Las políticas educativas
son el escenario en el cual el poder y lo político adquieren su expresión fundamental.
Espacio donde el significado de la educación se vincula y responde a las más profundas
concepciones sobre la naturaleza misma del ser humano (como adaptación a la realidad o como
transformación de la sociedad).
Es pertinente hacer referencia a las concepciones de profesión docente que impregnan algunos
de los modelos pedagógicos, a los efectos del análisis se plantea que la profesión docente ha de
estar asociada al desarrollo profesional, lo que significa que la formación docente inicial es
solamente el punto de partida, a la experiencia de la docencia, o, sea, la práctica profesional;
condiciones laborales, condiciones, materiales, institucionales, tiempos de docencia directa e
indirecta, consideraciones sociales del trabajo docente, y los mecanismos de control vs
evaluación.
La Pedagogía Tradicional en el escenario de la construcción de un modelo social homogéneo
y armónico instala la imagen docente vinculada fuertemente al referente de sabiduría. Se legitima
su función junto con la de la institución educativa, constituyéndose en una figura relevante y
respetada. No lo define como profesional ni le concede espacios de autonomía. Su trabajo se
regula desde dos perspectivas; la selección institucional del conocimiento a enseñar y la
transmisión como metodología de enseñanza.
El proceso educativo se presenta muy regulado para el docente y también para los estudiantes,
queda en evidencia que son escasos los niveles de autonomía que podría ejercer un docente es
este marco, predomina el interés práctica, lo que significa que podríamos afirmar que se está
lejos de pensar en el docente como profesional autónomo, tampoco el docente tiene conciencia
de esta posibilidad, lo que puede dar lugar a que espontáneamente surjan practicas alternativas
que generan rupturas al modelo. Estas, que no están dirigidas intencionalmente hacia el cambio,
provocan modificaciones de baja incidencia y escasa continuidad.
Las Pedagogías Tecnicistas presentan una estructura más rígida, con mayor control del
proceso de enseñanza, el cual está diseñado por especialistas. Estos son los encargados de
analizar científicamente, con un análisis objetivo y pasible de generalizaciones, la realidad, para
elaborar las propuestas que de diferentes formas le llegan al docente para su aplicación.
Estos especialistas son los profesionales, los docentes no participan de estas
macroplanificaciones estratégicas, las modalidades adoptadas pueden ser; manuales, guías,
unidades de planificación, materiales didácticos, cursos de capacitación.
En Uruguay en la década de los 90, estas modalidades tuvieron gran impacto en todos los
ámbitos educativos, con diferentes grados de presencia que aún se siguen desarrollando. Las
resistencias también han variado en intensidad, al igual que las modalidades.
Lo más relevante de lo propuesto está centrado en el desdibujamiento de la profesión docente.
Se necesitaban muy pocos conocimientos para dar cumplimiento a los lineamientos
metodológicos que se recibían. La superioridad de los planificadores se dejaba visualizar también
a través del inicio de las evaluaciones de carácter nacional, que marcaban las diferencias en los
resultados de aprendizaje. Los docentes, excluidos de todo el proceso, empezaban a ser
responsabilizados de los fracasos vinculados a la realidad cultural de las familias de los
estudiantes.
La educación aparecía como reproductora del modelo social. En este enfoque pedagógico, al
docente se le negaba cualquier participación o espacio de autonomía, tanto en el discurso como
en la práctica. No obstante, algunos docentes fueron conquistando sus propios espacios para
ejercer la profesión docente.
Desde una perspectiva más actual, las Pedagogías Crítico-Transformadoras se plantean otras
relaciones en el escenario educativo. En primer lugar, le atribuyen un rol fundamental al docente
como profesional, lo que requiere una postura ética y comprometida para justificar las opciones
que se realizan.
La profesión docente implica una formación inicial que incluya una amplia cultura general, el
saber que aportan las Ciencias de la Educación y las Disciplinas que serán objeto de enseñanza,
la práctica docente como práctica profesional orientada en tres dimensiones: enseñanza,
investigación y extensión.
Esta formación profesional tiene implícitas ideas de producción de conocimiento, valoración y
uso del conocimiento como sustento del desarrollo de la profesión. Exige un trabajo colaborativo,
cooperativo a nivel institucional, lo que significa la conformación de comunidades académicas.
Dicho encuadre de la profesión docente habilita fácilmente a reconocer la apertura de
diferentes espacios y niveles de autonomía profesional, reclama la participación responsable y
comprometida de los docentes en las instituciones y en la sociedad, requiere de una actitud
dialógica y dialéctica, centrada en el respeto de la opinión del otro.
La criticidad se fundamenta en el análisis argumental de las situaciones, en la confrontación de
las razones que la explican y en la búsqueda de acuerdos a través de la negociación continua.
Exige, simultáneamente, un fuerte compromiso de actualización teórica de las interpretaciones
del sentido común.
El interés teórico por la formación docente es relativamente reciente, por cuanto
históricamente podemos situar una preocupación política en el origen mismo de la docencia,
centrada en cómo perfeccionar, desarrollar, mejorar la profesión. A mediados del siglo pasado
y por influencia de las corrientes tecnicistas, la preocupación se centró fundamentalmente en el
hacer, en la práctica entendida como la reproducción de modelos internalizados acríticamente.
Recién en las últimas décadas se ha producido un amplio desarrollo de teorías e
investigaciones acerca de cómo nos formamos para el trabajo docente, dando lugar a diversas
preocupaciones epistemológicas, pedagógicas, políticas acerca de dicha formación y a posibles
alternativas de la misma.
Durante mucho tiempo se consideró que el aprendizaje de una práctica, por más compleja
que sea, se podía realizar a través de la imitación de aquellos experimentados en la misma. El
avance de los conocimientos teóricos y la mayor comprensión de los problemas que el ejercicio
de ella puede presentar, dieron lugar a una preocupación por la formación teórica necesaria
para diversos desempeños. Se generalizó, entonces, la convicción de que era ineludible una
formación teórica y que algunos ejercicios deberían llevarse a cabo como cierre final de esa
formación.
Lo que se ha denominado y aún hoy se denomina “enfoque tradicional” de la formación, el
enfoque tradicional propiamente dicho como el tecnocrático suponía que era necesario y
suficiente que un futuro docente aprendiera primero todos los conocimientos que fundamentan
una práctica y que después realizará el ejercicio supervisado de la misma. Allí debería
demostrar la aplicación más o menos experta de los aprendizajes previos para luego poder
asumir un trabajo.
Subyace a esta manera de entender la práctica la concepción de que la teoría informa a la
práctica, de que la formación en ésta se produce por simple inmersión y como aplicación de la
teoría. Subyace también una concepción del práctico como técnico u operario que debe saber
usar los conocimientos producidos por los teóricos, así como la idea de que hay una sola
manera de hacerlo y que la misma no está atravesada por la subjetividad de quien realiza las
acciones.
Por esas razones y otras es que caben algunas interrogantes, el pasaje por un IFD (Instituto
de Formación Docente) durante un período determinado ¿es suficiente? ¿te acredita como
profesional de y en Educación¨
Cuando ingresas a trabajar en una escuela; ¿se debe seguir estudiando y formándose? Los
espacios que se seleccionan para esas prácticas: ¿son representativos de la realidad en la que
te desempeñarás?
Además de la negación de la dimensión subjetiva, es decir, del peso que tienen las creencias,
valores, supuestos, este enfoque desconoce que las prácticas son siempre sociales y
contextuadas. Es decir, que están siempre atravesadas por cuestiones ideológicas y que los
problemas que se presentan son siempre complejos, diversos e inciertos, por lo que requieren
de soluciones singulares y creativas, además de fundamentadas, contextualizadas.
La filosofía positivista y el espiritualismo están en la base de esta tradición y, aunque otras
tradiciones hayan hecho caer las utopías normalizadoras y los docentes pongan ahora más
énfasis en lo afectivo que en el disciplinamiento o en la eficiencia, se trata de una tradición
todavía presente, tanto en los IFD como en las prácticas profesionales.
La tradición académica pone el acento en el “docente enseñante”, el que sabe su materia,
negando la necesidad de formación pedagógica. Se trata de una tradición habitual en la EMB,
terciaria y, en parte, también en la escuela primaria, pues este enfoque ha sido dominante en
todos los niveles.
Pérez Gómez distingue dos enfoques dentro de esta tradición: el enciclopédico y el
comprensivo.
En el primero predomina una concepción de enseñanza como transmisión de informaciones,
como acumulación de conocimientos. “Dentro de este enfoque se confunde al docente con el
especialista en las diferentes disciplinas, no se distingue con claridad entre el saber y el saber
enseñar, concediéndose escasa importancia tanto a la formación didáctica en la propia
disciplina cuanto a la formación pedagógica del docente. El proceso de transmisión de los
conocimientos de la cultura no requiere más estrategia didáctica que respetar la secuencia
lógica y la estructura epistemológica de las disciplinas”.
Se espera que el docente “posea” el conocimiento, sin necesidad de comprender el proceso
de producción del mismo. Se organiza la clase desde una lógica didáctica homogénea: la
exposición.
Consecuente con el concepto de aprendizaje que se considera pertinente, en términos de
repetir el conocimiento acumulado, las formas de enseñanza están sustentadas, básicamente,
en las diversas modalidades que aseguran una recepción y un dar cuenta de la información
que se dispone. Mientras mayor sea la cantidad y profundidad de los contenidos que se
entregan, mayor será la estimación que se tenga del docente. Por consiguiente, las formas de
enseñanza que se utilicen, deberán procurar una exposición clara, ordenada e interesante, a la
que habría que agregar, de acuerdo con los estudios al respecto, la cualidad de información
significativa, tanto desde el punto de vista del patrimonio cultural como desde la percepción de
relevancia que es posible favorecer en el alumno. Otras de las características que constituyen
tradición es la consideración que se imparte a todos por igual, con las mismas exigencias, en
tiempos estimados como apropiados, según grado de importancia atribuido o autoatribuido,
generalmente.
Este enfoque ha caracterizado más de algún campo disciplinario en la Educación de todos los
tiempos, considerando los últimos mil años, incorporándose en cada época y contexto,
variantes aún no sustanciales, cuantitativa o cualitativamente hablando. ¿Cuál podría ser el
aporte de nuestros tiempos a esta postura? Indudablemente, los programas para uso de un
dispositivo personal, las redes de información, las conference, meet, zoom, video-conferencias.
Todas ellas bajo el mismo principio: manejo de información, sea ésta de punta como aquélla
reconocida históricamente como de relevancia. Sin embargo, la pregunta esperada: ¿Se
forman profesionales o personas con grados académicos sólo con los puntos de vista
sustentados desde esta perspectiva? ¿Se forman realmente, con su único, o muy preferencial
criterio orientador?
Con el enfoque comprensivo, a diferencia del anterior, con una perspectiva academicista, el
docente no es sólo un ordenador y acumulador de información, es un conocedor de la
estructura de la disciplina, es capaz, mediante la investigación pura o aplicada, de hacer
penetrar a otros en las interacciones que caracterizan la identidad del conocimiento en
cuestión.
De este modo, permite que su alumno sea su discípulo, pero, al mismo tiempo su
colaborador. Lo introduce en la metodología de la incertidumbre y de la búsqueda permanente
de nuevas relaciones, en el tenor de provisionalidad de los resultados de la investigación
humana, como dirían Floden y Bauchman (1990).
Resulta imprescindible que el docente maneje la estructura epistemológica de su disciplina,
pero, al mismo tiempo el conocimiento del contenido pedagógico de las disciplinas (Schulman,
1989). En otras palabras, el docente requiere del manejo de formas de enseñanza que
permitan la representación de los contenidos más sustanciales y, en consecuencia, de los
conceptos generadores del conocimiento básico.
Destrezas relativas a las expresiones de conformación de modelos, diagramas, esquemas,
mapas conceptuales, resultan valiosas herramientas desde esta óptica. La perspectiva
académica asume una postura de minusvalía frente a los apoyos pedagógicos en cuestiones
de enseñanza; incluso, continúa aseverando que basta con contar con conocimientos sobre
algo para poder enseñarlos, para transmitirlos. ¿Será realmente suficiente transmitir contenidos
para provocar una transferencia de conocimientos? ¿Se podrá generar conocimiento, a partir
de una transmisión reordenada por otras personas; incluso, sistematizada por otros sujetos,
¿hasta con posturas valóricas distintas? ¿Deberían declararse todos los criterios organizadores
del conocimiento antes de ser introyectados? ¿Hasta qué punto una introyección resulta
legítima
De ahí la mención de lo expuesto por Pérez Gomez:
... que lejos de imponer restricciones mecanicistas al
desarrollo de la práctica educativa, emerja de ella
útil y comprensivo para facilitar su transformación.
Al mismo tiempo, y al pretender el desarrollo de
un conocimiento reflexivo, se propone evitar el
carácter reproductor, acrítico y conservador del
enfoque tradicional sobre la práctica.
(1994, p 413)
La práctica de aula se debe convertir en un espacio que nos permita reflexionar, pensar,
revisarnos entonces, considerarla como objeto de análisis, reflexivo y flexible, por lo tanto, se
abordará la diversidad de temas a la luz de los aportes teóricos que nos brindan los distintos
enfoques, modelos e investigaciones.
Una práctica situada en donde se intentará resignificar, revisar, reconstruir, y recuperar
conceptos, nociones, contenidos y estrategias de intervención para mejorar la calidad de las
prácticas de enseñanza. El docente junto al formador busca el mejor camino posible para
brindar oportunidades de aprendizaje para sus alumnos. A partir del saber llamado “disciplinar”
de las disciplinas que estudian el objeto de enseñanza, será tarea del docente diseñar su
propia práctica. Aquí se agrega la dificultad de depositar en los docentes la responsabilidad de
la producción de un conocimiento nuevo sobre cómo enseñar y al mismo tiempo, el requisito de
juzgar empíricamente su validez en el aula, con el riesgo que ello supone en relación a los
procesos de aprendizaje de los estudiantes.
La formación se realizó en diversos espacios, virtuales, presenciales y en las aulas, en
parecería (Telma Weisz), entre el colectivo de la institución y en otras instancias con colegas
de otras escuelas de TC.
En una primera instancia se socializó la temática, luego cada formador llegó a la escuela, se
mantuvo conversación con todo el equipo, se explicó la dinámica de trabajo, se escuchó a los
docentes sobre las posibles temáticas a abordar, los intereses que presentaban los estudiantes
y ahí se comenzó a transitar. Proceso que permite ir desandando caminos, fortaleciendo otros y
construyendo nuevos.
Del análisis de: ¿si la formación en servicio era importante, significativa?
Si: ¿después de comenzar nuestra carrera deberíamos seguir formándonos?
Si: ¿debíamos adecuar las propuestas?
Se recogen algunas afirmaciones del colectivo:
“… la verdad hace muchos años, yo no leo nada”
“…yo, hace más de veinte años trabajo acá, y esas formaciones, son, medias traídas de los
pelos….
“…mirá, por más formación, a mi altura, no pienso cambiar nada…
“mucha formación, mucha formación, pero aumento, nada, plata para eso hay….
“yo, la voy hacer, porque si después en la calificación cuenta, bueno, algún puntito subiré…
“bueno, yo creo que es importante, estar formándonos siempre…
“creo, es importante el esfuerzo que hace el gobierno para que nos actualicemos…
“tenemos que aprovechar”…
“yo, hace catorce años trabajo acá, …”
“Leer es adentrarse en otros mundos posibles.
Es indagar en la realidad para comprenderla mejor, es
distanciarse del texto y asumir una postura crítica
frente a o que se dice y lo que se quiere decir, es
sacar carta de ciudadanía en el mundo de la
cultura escrita…” Lerner (2001: p115)
En este sentido, Frank Smith (1975) (cf. Ferreiro y Teberosky, 2003:345) sostienen que, en el
acto de leer, las personas utilizan dos tipos de información: una información visual y otra no
visual.
La información visual es la información gráfica provista por el texto (la organización de las
letras, su disposición espacial, las imágenes) mientras que la información no visual son los
conocimientos lingüísticos del lector en relación a los conocimientos sobre el tema tratado en el
texto; léxico, estructura gramatical y también el soporte material del texto.
Es primordial comprender que la información visual es relevante solo si el lector es capaz de
interpretarla desde sus conocimientos previos.
“…el acto de lectura no puede ser concebido
como una adición de informaciones (información
visual más información no visual)
cuando menos, el acto de lectura debe
concebirse como un proceso de coordinación
de informaciones de diversas procedencias
(con todos los aspectos inferenciales que ello
supone), cuyo objetivo final es la obtención
de significado expresado lingüísticamente,”
Ferreiro, (1997:85)
Según lo expresado, concibiendo el acto de lectura como un proceso de coordinación de
informaciones del texto, del contexto (gráfico, verbal y situacional) y del lector para construir
sentido sobre lo que se lee, las investigaciones psicogenéticas indagaron situaciones en la que
los niños leían textos (palabras y oraciones) acompañados por imágenes (contexto gráfico), y
textos sin acompañamiento de imágenes, pero con el contexto verbal que un adulto les proveía
a los niños.
Con respecto a la situación de lectura con imágenes (situación den la que se les presentan a
los niños partes de texto e imagen, y se les solicita que lean y justifiquen sus lecturas), sus
autoras proponen una progresión evolutiva.
En un primer momento, dibujo y escritura están indiferenciados y ambos construyen una
unidad.
Posteriormente, la escritura se diferencia de la imagen; los niños atribuyen al texto un
enunciado verbal asociado globalmente.
Luego, cuando los niños consideran las propiedades del texto, cada una de las partes recibe
la atribución de unidades pertenecientes a las mismas categorías (ya oraciones o nombres).
Finalmente, los fragmentos de lo escrito son puesto en correspondencia con segmentos del
enunciado, en el caso de la situación de lectura sin imagen, a los niños se les presentaba un
texto que no estaba acompañado por una imagen, sino de un enunciado verbal del adulto, es
decir, el adulto leía para el niño lo que decía la escritura y luego lo invitaba a leer y a justificar
sus lecturas.
Un aspecto que destacan las investigadoras es que los niños que no leen
convencionalmente, no piensan que se necesita escribir todo lo que se dice. En este sentido,
los niños no esperan encontrar por escrito todo lo que se lee, es decir, hacen una clara
distinción entre “lo que está escrito” y “lo que se puede leer”.
“El hecho de que el niño no espere encontrar
transcriptas todas las palabras del mensaje oral
es sumamente importante, porque nos indica de inmediato
una concepción de la escritura diferente de la nuestra:
el texto sirve para provocar o sugerir una emisión oral, pero no
la deteriora totalmente”, Ferreiro y Teberosky (2003:145)
Las autoras al plantear cómo los niños podrían ir poniendo en correspondencia las partes del
enunciado con las partes del texto, evidenciaron una progresión genética:1) solamente los
sustantivos están representados en la escritura, 2) los sustantivos y el verbo están
representados,3) los artículos también están representados.
Cuando el niño piensa que solo los sustantivos están escritos, la dificultad radica en
considerar que el verbo se escribe de forma independiente al sustantivo, por ejemplo, ante el
texto “la nena compró un caramelo”, el adulto indica que en el texto dice eso, incluso el niño
repite ese texto, pero en el momento en el que se le solicita identificar cada una de las partes,
el niño considera que solo “nena” y “caramelo” están escritos.
A través de este y otros hechos se puede demostrar que los niños proponen una concepción
en la que Ferreiro y Teberosky (2003:163) plantean:
“la escritura no es vista como una reproducción
rigurosa de un texto oral, sino como la representación
de algunos elementos esenciales del texto oral”
Progresivamente, los niños comienzan a considerar como una parte independiente del texto
también al verbo, mientras que se mantiene la resistencia de considerar al artículo como un
elemento que pueda ser escrito. Esto puede relacionarse, por un lado, con particularidades del
orden gráfico en el sentido de que el artículo está compuesto generalmente por dos o tres
letras, condición que entra en contradicción con la hipótesis de cantidad que debe tener una
palabra para que se pueda leer.
Con respecto al texto propuesto por Ferreiro y Teberosky: “papá patea la pelota”, cuando se
le pregunta al niño; qué dice en el fragmento “LA”, responde, “con dos letras te dije que no se
puede leer”.
Por otro lado, un problema metalingüístico, ya que si el articulo no es considerado una
palabra por los niños, entonces no es necesario escribirlo.
Cuando los niños sostienen que también se pueden leer los artículos, es cuando consideran
que todas las partes del enunciado oral están escritas. Dicha respuesta no es una
consecuencia que esta marcada por la decodificación o el descifrado, por el contrario, es un
proceso de coordinación de informaciones diversas que van realizando los niños.
Sintetizando, se retoman conclusiones de las autoras, Ferreiro y Teberosky (2003: 203-206)
sobre este proceso evolutivo de puesta en correspondencia de segmentos escritos y orales en
los niños, que nos servirá como referencia para pensar las situaciones didácticas de lectura en
la alfabetización inicial.
A lo largo de toda la evolución, “la escritura no es considerada como una réplica del
enunciado, como una imagen especular del acto oral”, es decir, la lectura aparece desde un
principio como un “acto de construcción” por parte de los niños.
“La comprensión del sistema de escritura es un proceso de conocimientos”, en el cual los
niños irán construyendo, reconstruyendo y coordinando cada vez más las distintas
informaciones que entran en juego a la hora de interpretar la escritura.
Las formas en las que se reconstruyen escolarmente los objetos de conocimiento son
determinantes a la hora de pensar la enseñanza.
Así lo sostiene Kaufman (1998:54)
“…La manera en que se concibe el acto
lector es un elemento crucial para
definir el tipo de situación didáctica
que propondremos a nuestros alumnos” …
Son variadas las propuestas didácticas que retoman las investigaciones psicogenéticas, para
pensar cómo generar condiciones didácticas que favorezcan que los niños coordinen
progresivamente información del contexto y del texto mismo para saber qué dice o dónde dice
algo en textos que saben de memoria, qué les puede leer el maestro/a, o en textos que aún no
conocen.
Es importante tener presente que se puede leer con diversos propósitos; para estudiar,
aprender sobre temas diversos, buscar información, escribir, disfrutar, …, siempre con
propósitos sociales y comunicativos reales, tal como señala Goodman (1984:27),
“Leer es buscar significado y el lector
debe tener un propósito para buscar
significado en el texto”
Situaciones de lectura
Se aprende a leer en comunidades de lectores, en las que la lectura es una práctica que
responde a propósitos sociales y comunicativos reales, según lo expresa Ferreiro (1999:10)
“Solo las prácticas sociales de interpretación
permiten descubrir que esas marcas (de la escritura)
sobre una superficie son objetos simbólicos; solo
las practicas sociales de interpretación las transforman
en objetos lingüísticos”
Mucho antes de que los niños hayan aprendido convencionalmente el sistema de escritura
puede comenzar a apropiarse del “lenguaje escrito”, de las formas propias de la lengua escrita,
a través de la lectura del maestro en la escuela; el uso social de la escritura ha afectado
particularmente al lenguaje. Si bien cualquier expresión de la lengua puede ponerse por escrito,
las circunstancias de uso en las diferentes comunidades han hecho que ciertas expresiones de
la lengua quedaran especialmente reconocidas como pertenecientes al dominio de lo escrito. El
término lenguaje escrito denota esas formas del discurso (Teberosky (1995:12)
“A través de la voz del maestro, la formación
del lector no se posterga: es posible desde el primer
dia de clase, incluido el nivel inicial. Así los chicos
se están formando como lectores y van aprendiendo
palabras y formas de decir propias de la
escritura que incidirán positivamente también
en la elaboración de sus producciones escritas”
Kaufman y Lerner (2015: 10)
En estas situaciones están presente las intervenciones de los docentes para ir construyendo
conocimiento con los niños acerca del lenguaje escrito y de las prácticas de lectura.
Explicitar y compartir con los niños los motivos por los que se selecciona el cuento, en este
caso los autores salieron de una encuesta que se realizó y los niños sugirieron los diferentes
cuentos de los que conocían, luego se incorporarán otros que den cuenta de personajes de
brujas como propusieron.
Acompañar y comentar aspectos relevantes de la vida y estética de un autor en particular,
características destacadas del género literario y de ser posible información relativa a
propiedades de otros textos de circulación social, fomentar el vincular la historia que se lee con
otras leídas, escuchadas, vistas, exploradas, vividas, con las propias miradas de los niños
sobre lo que leen.
Dar espacio para discutir interpretaciones de una historia, resaltar formas propias de la
lengua escrita.
Así, de esta forma y poco a poco la escuela se va constituyendo como una “microsociedad de
lectores” (Lerner, (2001: 125), en la que los niños pueden aprender a leer mientras les lee el
docente bajo condiciones que garanticen que todos, con sus diversos puntos departida, puedan
ir participando, involucrándose, posibilitando que las practicas de lectura sean vividas como
una “actividad social de negociación de significados, como una práctica polémica, colectiva,
multívoca, polifónica” Seoanes, (2004: 12)
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