030 Cabaret

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Cabaret es un drama dentro de

un musical
FICHA TÉCNICA:

Título original: Cabaret


Nacionalidad: EEUU
Año: 1972
Dirección: Bob Fosse
Guión: Jay Presson Allen
(basado en la obra de Joe Masteroff, la obra teatral I Am a
Camera de John Van Druten, y los escritos de Christopher
Isherwood)
Producción: Cy Feuer
Dirección de Fotografía: Geoffrey Unsworth
Montaje: David Bretherton
Dirección Artística: Rolf Zehetbauer y Jurgen
Kiebach
Música: Ralph Burns
Diseño de Vestuario: Charlotte Flemming
Coreografía: Bob Fosse
Reparto: Liza Minnelli (Sally Bowles),Michael York
(Brian Roberts), Helmut Griem (Maximilian von
Heune), Joel Grey (Maestro de Ceremonias), Fritz
Wepper (Fritz Wendel), Marisa Berenson (Natalia
Landauer), Elisabeth Neumann-Viertel (Fraulein
Schneider), Sigrid von Richthofen (Fraulein Maur),
Helen Vita (Fraulein Kost), Gerd Vespermann
(Bobby), Ralf Wolter (Herr Ludwig)
Duración: 120 min. (Color)
Oscar 1972 (45ª ed.):
 Mejor Director  Mejor Montaje
(Bob Fosse) (David Bretherton)
 Mejor Actriz  Mejor Música Adaptada
(Liza Minelli) (Ralph Burns)
 Mejor Actor Secundario  Mejor Dirección Artística
(Joel Grey) (Rolf Zehetbauer, Jurgen Kiebach)
 Mejor Dirección de Fotografía  Mejor Sonido
(Geoffrey Unsworth) (Robert Knudson, David Hildyard)
SINOPSIS:

En el Berlín inmediatamente anterior a la subida al poder de Adolf Hitler conviven el liberal


ambiente de los cabarets y vodeviles con un cada vez mayor antisemitismo, la música noctur-
na con la violencia, el jazz con los jóvenes uniformados. El joven escritor estadounidense
Brian Roberts se enamora perdidamente de Sally Bowles, una cantante de variedades que
actúa en el club Kit-Kat. De pronto aparece el millonario Max en sus vidas, y la pareja co-
mienza a competir para hacerse con los favores del recién llegado.

HOJA INFORMATIVA

Nº 30
Junio 2004
COMENTARIOS:

El escritor anglo-estadounidense Christopher Isherwood alcanzó un gran


éxito con dos novelas autobiográficas acerca de su estancia como profe-
sor en el Berlín pre-nazi. Estos libros, que sirvieron para dar fama e
imponer el nombre de Isherwood, fueron Mr. Norris Cambia de Trenes
(1935) y Adiós a Berlín (1939), conocidas como las Crónicas berlinesas.
La experiencia vital de Isherwood en la Alemania previa a la Segunda
Guerra Mundial (concretamente, entre los años 1928 y 1933) le propor-
cionó el escenario para estas obras en las que advertía sobre el crecien-
te poder del nazismo. De hecho, más que contarnos su vida, Isherwood
quiso reproducir el clima social y político de una ciudad tan enormemen-
te compleja y sacudida por todas las contradicciones imaginables, como
lo fue la capital alemana en los últimos años de la República de Weimar.
Los Relatos de Berlín, título con el que se reeditó en 1964 esa especie de libro de memorias que significó Adiós a Ber-
lín, fueron adaptados y dramatizados por John Van Druten en la obra de teatro Soy una Cámara (I Am a Camera,
1951) y, a partir de esta obra teatral, por el guionista John Collier para la película homónima dirigida por Henry Corne-
lius en el año 1955. Asimismo, Joe Masteroff hizo, basándose en las Crónicas berlinesas de Isherwood y en la propia
pieza de John Van Druten, una adaptación para la obra musical de teatro Cabaret (1966) con música de John Kander y
letras de Fred Ebb, cuya versión cinematográfica fue realizada por Bob Fosse con guión de Jay Presson Allen. En rela-
ción a la exitosa obra de Broadway, la película Cabaret (1972) evidencia variaciones apreciables en el guión, los per-
sonajes y, sobre todo, en el tejido musical, ya que las extravagantes y afiladas letras y música de Ebb y Kander fueron
re-orquestadas por Ralph Burns y adaptadas para el filme; siendo rechazada casi la mitad del material original en fa-
vor de tres nuevas piezas musicales llenas de fuerza: "Mein Herr", "Maybe This Time" y "Money, Money". En este sen-
tido, la película de Fosse es, sin duda, un caso único, pues nunca antes una obra musical alcanzó tal éxito tras sufrir
tal cambio en su transición del escenario a la pantalla. Las obras mencionadas están inspiradas fundamentalmente en
la figura de Sally Bowles (interpretada por Julie Harris en I Am a Camera -tanto en la obra teatral como en la película,
del mismo nombre-, por Jill Haworth en el Cabaret de Broadway, y por Liza Minelli en la película Cabaret), que aparece
en Adiós a Berlín y que es sin duda, junto con Mr. Norris, el personaje literario mejor trazado por el escritor británico
Christopher Isherwood. La centralidad que tiene el personaje de Sally Bowles no es sólo por su vistosidad -esa fantás-
tica muchacha, cuya idea casi infantil del placer sexual se une a su incompetencia como actriz y cantante para formar
un conjunto delicioso y explosivo- sino por lo que refleja de una mentalidad muy de su épo-
ca -ese sentido bullicioso de la vida que en el fondo esconde, quizá sin saberlo, la fatalista Sin la presencia de
consciencia de que el mundo va al desastre-. De hecho, la heroína de Isherwood originó el
Liza Minelli la pelícu-
personaje de Holly Golightly, la extravagante protagonista de la novela Breakfast at Tiffa-
ny’s (1958) de Truman Capote -llevada al cine por Blake Edwards, Desayuno con Diamantes la sería otra, quizá ni
(1961), con Audrey Hepburn en el papel de Holly-. Y es precisamente por esa complejidad y mejor ni peor pero sí
capitalidad del personaje por lo que no podemos (ni debemos) escatimar elogios a la inigua- verdaderamente otra
lable interpretación del mismo que Liza Minelli hizo en el filme de Bob Fosse. Liza es Cabaret
y Cabaret es Liza, y sin su presencia la película sería otra, quizá ni mejor ni peor pero sí
película.
verdaderamente otra película. Y es que, aparte de exhibir sus dotes como extraordinaria
cantante de poderosa voz (muy parecida, por cierto, a la de su madre: Judy Garland), Liza Minelli desplegó en este
papel una sexualidad y sensualidad dignas de la Sally Bowles de Isherwood. La otra gran revelación del filme fue Joel
Grey y su salaz actuación como un maestro de ceremonias que, a la vez, hace las veces de cronista y narrador musical
del del triunfo de la ideología nazi que acaba por imponerse. Paradójicamente,
Grey, que ya había interpretado con éxito ese mismo papel en la obra teatral
de Broadway, estuvo a punto de ser eliminado del reparto de la película por
decisión de Bob Fosse. Afortunadamente, la intervención del productor Cy
Feuer posibilitó (o, mejor dicho, forzó) que Fosse contratara a Grey (de no
haberlo hecho, el propio Fosse hubiera sido despedido como director). Las acer-
tadas interpretaciones de Grey y Minelli fueron merecedoras de sendos oscars,
que se sumaron a otros seis en distintas categorías. Extrañamente, ninguno de
los ocho oscar que obtuvo fue a la Mejor Película, que se lo llevó ese año El
Padrino de Francis Ford Coppola. Pero Cabaret es algo más que un simple mu-
sical. Es también un drama perfecto en el que se relata, a modo de crónica
política el triunfo del nazismo en toda Alemania,
política,
incluyendo el Kit Kat Club. En ese sentido, “Tomo-
rrow Belongs To Me” (“El Mañana Me Pertenece”,
una canción alemana tradicional), es el número
clave del filme, pues patentiza, metafóricamente (a
través de la transición de un joven rubio y angelical,
a a un miembro de la juventudes
hitlerianas), el ascenso del nacio-
nalsocialismo. Cabaret es una rara
avis interpretada por actores que
nunca volvieron a ser los mismos.

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