Charles Spurgeon - La Inmutabilidad de Dios - Sermón 1 Del 7 de Enero de 1855 - New Park Street
Charles Spurgeon - La Inmutabilidad de Dios - Sermón 1 Del 7 de Enero de 1855 - New Park Street
Charles Spurgeon - La Inmutabilidad de Dios - Sermón 1 Del 7 de Enero de 1855 - New Park Street
NO. 1
Sermón predicado en la mañana del Domingo 7 de
Enero, 1855
Pero si el tema humilla la mente, también la expande. Aquel que piensa en Dios
con frecuencia, tendrá una mente más grande que el hombre que simplemente
camina con pesadez alrededor de este globo estrecho. Quizás se trate de un
biólogo que hace alarde de su habilidad para hacer la disección de un escarabajo,
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Nada hay que pueda desarrollar tanto el intelecto, nada hay que engrandezca
tanto el alma del hombre como la investigación devota, sincera y continua del
grandioso tema de la Deidad. Y mientras humilla y ensancha, este tema es
eminentemente consolador. ¡Oh, en la contemplación de Cristo hay un ungüento
para cada herida! ¡En la meditación sobre el Padre, hay descanso para cada
aflicción y en la influencia del Espíritu Santo hay un bálsamo para cada llaga!
¿Quieres liberarte de tus penas? ¿Quieres ahogar tus preocupaciones? Entonces,
ve y lánzate a lo más profundo del mar de la Deidad; piérdete en su inmensidad, y
saldrás de allí como cuando te levantas de un lecho de descanso, renovado y lleno
de vigor.
No conozco nada que pueda consolar tanto al alma, que calme las crecientes olas
de dolor y tristeza, que hable de tanta paz a los vientos de las pruebas, como una
devota reflexión sobre el tema de la Deidad. Esta mañana, invito a todos a
considerar este tema. Les voy a presentar una sola perspectiva, y es la
inmutabilidad del glorioso Jehová. "Porque yo" -dice mi texto- "Jehová" (así debe
ser traducido)… "Porque yo Jehová no cambio; por esto, hijos de Jacob, no habéis
sido consumidos."
Tenemos tres puntos sobre los que vamos a reflexionar. Primero que nada, un
Dios que no cambia. En segundo lugar, las personas que se benefician de este
glorioso atributo, "los hijos de Jacob". Y en tercer lugar, el beneficio que obtienen,
"no habéis sido consumidos". Vamos a tratar ahora estos puntos.
1. Para ofrecerles una exposición de mi texto, primero voy a decirles que Dios es
Jehová y que Él no cambia en Su esencia. No podemos decirles qué es la Deidad.
No sabemos qué sustancia es esa que llamamos Dios. Es una existencia, es un Ser.
Pero no sabemos qué es eso. Sin embargo, cualquier cosa que eso sea, nosotros la
llamamos Su esencia y esa esencia nunca cambia. La sustancia de las cosas
mortales siempre está cambiando. Las montañas cubiertas de coronas de blanca
nieve se deshacen de sus viejas diademas durante el verano, en ríos que se
deslizan por sus costados, mientras la nube de tormenta les da una nueva corona.
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El océano, con sus poderosas corrientes, pierde agua cuando los rayos del sol
besan las olas que disuelven en una espuma que se eleva al cielo. Aun el propio sol
requiere de combustible fresco de la mano del Infinito Todopoderoso para
alimentar su horno ardiente.
Las dos naturalezas fueron unidas en una unión hipostática, pero la Deidad
permaneció siendo la misma. Era la misma cuando Él era un bebé en el pesebre,
como era la misma cuando extendió las cortinas del cielo. Era el mismo Dios que
colgó de la Cruz y cuya sangre se derramó en un torrente púrpura. El mismo Dios
que sostiene al mundo sobre Sus sempiternos hombros, sostiene en Sus manos las
llaves de la muerte y del infierno. Nunca ha sufrido cambios en Su esencia, ni
siquiera en Su encarnación. Él permanece para siempre, eternamente, como el
único Dios inmutable, el Padre de las luces, en quien no hay variabilidad, ni
siquiera la sombra de un cambio.
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¿Era Él sabio cuando constituyó este poderoso globo, cuando puso los cimientos
del universo? ¿Tenía sabiduría cuando planeó el camino de nuestra salvación y
cuando desde toda la eternidad Él diseñó Sus tremendos planes? Sí, y Él es sabio
ahora. Él no es menos hábil, Él no tiene un menor conocimiento. Sus ojos que ven
todas las cosas no se han debilitado. Sus oídos que oyen todas las exclamaciones,
suspiros, sollozos y gemidos de Su pueblo, no se han endurecido con los años que
Él ha escuchado todas sus plegarias. Él es inmutable en Su sabiduría. Sabe tanto
ahora como siempre, ni más ni menos. Tiene la misma habilidad consumada, y la
misma previsión infinita.
"Pero" -dirá alguno- "tal vez Dios nunca tuvo un plan." ¿Piensas que Dios es más
insensato que tú, amigo? ¿Te pones a trabajar sin un plan? "No" -dices tú-
"siempre tengo un esquema." También Dios. Todo hombre tiene su plan, y Dios
también tiene un plan. Dios es una mente maestra. Él planeó todo en Su
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Dios no altera sus planes. ¿Por qué habría de hacerlo? Él es Todopoderoso y, por
lo tanto, puede realizar Su deseo. ¿Por qué habría de alterar Sus planes? Él lo sabe
todo y, por lo tanto, no se puede equivocar en Sus planes. ¿Por qué habría de
alterarlos? Él es el Dios eterno y, por lo tanto, no puede morir antes que Su plan
se lleve a cabo. ¿Por qué habría de cambiar? ¡Ustedes, átomos de existencia sin
ningún valor, cosas efímeras de un día; ustedes, insectos que se arrastran sobre la
hoja del laurel de la existencia; ustedes pueden cambiar sus planes, pero Él nunca,
nunca cambia los suyos! Puesto que Él me ha dicho que Su plan es salvarme, por
eso, yo soy salvo.
¡Oh!, las promesas no fueron abatidas; los cimientos están allí; fue tu pequeña
cabaña de "madera, heno, hojarasca" que tú habías estado construyendo. Fue eso
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lo que se cayó. Tú eres el que has sido sacudido estando sobre la roca, no la roca
que está debajo de ti. Pero déjame decirte cuál es la mejor manera de vivir en el
mundo. He escuchado que un caballero le dijo a un hombre de piel negra: "no
puedo entender cómo tú siempre estás tan contento en el Señor, mientras yo
estoy a menudo deprimido."
"Pues bien, mi amo" -dijo él- "me tiendo completamente sobre la promesa; allí
permanezco. En cambio usted está de pie sobre la promesa, si el equilibrio es
débil y si sopla el viento, usted se cae y luego exclama '¡Oh!, me he caído'; en
cambio yo me tiendo enteramente sobre la promesa desde el principio y es por eso
que no temo caer."
5. Pero ahora viene una nota discordante para arruinar el tema. Para algunos de
ustedes Dios es inmutable en Sus amenazas. Si cada promesa se mantiene firme,
y cada juramento del pacto se cumple, ¡escucha tú, pecador! Pon atención a la
palabra. Oye los tañidos fúnebres de tus esperanzas carnales. Observa el funeral
de tus confianzas en la carne. Cada amenaza de Dios, así como cada una de Sus
promesas se cumplirán. ¡Hablemos de decretos! Te diré un decreto: "Mas el que
no creyere, será condenado." Ese es un decreto, y un estatuto que nunca puede
cambiar. Puedes ser tan bueno como quieras, ser tan moral como puedas, ser tan
honesto como desees, caminar tan derecho como puedas. Sin embargo, allí está la
amenaza inmutable: "Mas el que no creyere, será condenado."
¿Qué dices a eso, moralista? Oh, quisieras poder alterarlo y decir: "Aquel que no
viva una vida santa será condenado." Eso podrá ser cierto; pero no es lo que dice.
Dice: "El que no creyere." Aquí está la piedra de tropiezo y la roca que hace caer;
pero eso no lo puedes alterar. Debes creer o ser condenado, dice la Biblia; y fíjate
bien, esa amenaza de Dios es tan inmutable como Dios mismo. Y cuando hayan
transcurrido mil años de tormentos en el infierno, mirarás a lo alto y verás escrito
en letras ardientes de fuego: "Mas el que no creyere, será condenado."
"Pero, Señor, yo soy un condenado." Sin embargo, dice "será" aún. Y cuando un
millón de edades se hayan desplegado, y estés exhausto en medio de tus dolores y
agonías, volverás tus ojos hacia lo alto y todavía leerás "SERÁ CONDENADO".
Este decreto es inmutable, inalterable. Y cuando tú habrás podido pensar que la
eternidad ya ha tejido su último hilo, que cada partícula de eso que nosotros
llamamos eternidad deberá haberse extinguido, tú todavía verás escrito allá
arriba: "SERÁ CONDENADO". ¡Oh, qué terrible pensamiento! ¿Cómo me atrevo a
decirlo? Pero debo hacerlo. Ustedes deben ser advertidos, señores, "para que no
vayan ustedes también a este lugar de tormento". Se le debe decir cosas ásperas a
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ustedes; pues si el Evangelio de Dios no es una cosa áspera, la ley es una cosa
áspera; el Monte Sinaí es una cosa áspera. ¡Ay del atalaya que no amoneste al
impío! Dios es inmutable en sus amenazas. Ten mucho cuidado, oh pecador, pues
"¡horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo!
Los objetos de un amor eterno nunca cambian. A quienes Dios ha llamado, los ha
de justificar; a quienes ha justificado, los ha de santificar; y a quien Él santifica, lo
ha de glorificar.
7. Así, habiendo dedicado mucho tiempo, tal vez, para simplemente explicar el
concepto de un Dios inmutable, voy a tratar de demostrar ahora que Él no es
cambiable. Yo no soy un predicador argumentativo, pero voy a formular un
argumento, que es: la misma existencia, y el ser de Dios, me parece a mí que
implican inmutabilidad. Permítanme reflexionar por un momento. Hay un Dios.
Este Dios rige y gobierna todas las cosas; este Dios creó el mundo y Él lo sostiene
y lo mantiene. ¿Cómo será este Dios? Me parece ciertamente que no podemos
pensar en un Dios mutable. Concibo que el pensamiento es tan repugnante al
sentido común, que si nosotros pensamos por un momento en un Dios que
cambia, las palabras parecen chocar entre sí, y estamos obligados a decir:
"Entonces debe ser un tipo de hombre", y llegar a la idea de un Dios de la misma
manera que lo han hecho los mormones.
8. Bien, pienso que un argumento será suficiente, pero podemos encontrar otro
en el hecho de la perfección de Dios. Creo que Dios es un Ser perfecto. Entonces,
si Él es un Ser perfecto, Él no puede cambiar. ¿Pueden ver esto? Supongan que yo
soy perfecto hoy. Si fuera posible que yo cambiara, ¿sería yo perfecto mañana
después de la alteración? Si yo cambié, debí haber cambiado de un estado bueno a
uno mejor. Y entonces, si puedo mejorar, no puedo ser perfecto ahora. O también
pude haber cambiado de un estado mejor a uno peor, y si estuviera en una peor
condición no hubiera sido perfecto al principio. Si soy perfecto, no puedo ser
alterado y no volverme imperfecto. Si soy perfecto hoy, me debo mantener igual
mañana, si voy a mantener mi perfección. Así, si Dios es perfecto, Él debe ser el
mismo; pues el cambio implicaría imperfección ahora o imperfección después.
10. Ahora, queridos amigos, miremos al pasado: y allí vamos a recoger algunas
evidencias de la naturaleza inmutable de Dios. ¿Ha hablado Jehová y no lo ha
cumplido? ¿Lo ha jurado y no ha sucedido? ¿Acaso no puede decirse de Jehová: Él
ha hecho toda Su voluntad y ha cumplido todo su propósito? Miren a las ciudades
de los filisteos. Dios dijo "Lamenta Asdod, y ustedes puertas de Gaza, pues
ustedes serán derribadas"; y ¿dónde están ahora?, ¿dónde está Edom? Pregunten
a Petra y a sus murallas en ruinas. ¿Acaso su eco no repetirá la verdad que Dios ha
dicho: "Edom será una presa y será destruido"? ¿Dónde está Babel y dónde está
Nínive? ¿Dónde Moab y dónde Amón? ¿Dónde están las naciones que Dios dijo
que destruiría? ¿Acaso Dios no las ha arrancado de raíz y las ha arrojado lejos del
recuerdo de los que habitan en la tierra? ¿Y acaso Dios ha echado fuera a Su
pueblo? ¿Alguna vez se ha olvidado de Su promesa? ¿Alguna vez no ha cumplido
Su juramento o Su pacto, o se ha apartado alguna vez de Su plan? ¡Ah, no!
¡Señalen alguna instancia en la historia en la que Dios haya cambiado! No podrán
hacerlo, señores; pues a través de toda la historia, resalta el hecho de que Dios ha
sido inmutable en Sus propósitos. Me parece que oigo que alguien dice: "¡Yo
puedo recordar un pasaje de la Escritura donde Dios cambió!" Y yo mismo pensé
eso una vez. El caso al que me refiero es ese de la muerte de Ezequías.
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II. Ahora, en segundo lugar, permítanme decir una palabra sobre LAS
PERSONAS PARA QUIENES ESTE DIOS INMUTABLE ES UN BENEFICIO.
"Porque yo Jehová no cambio; por esto, hijos de Jacob, no habéis sido
consumidos." Entonces, ¿quiénes son "los hijos de Jacob", que pueden gozarse en
un Dios inmutable?
1. En primer lugar, son los hijos de la elección de Dios; pues está escrito: "A Jacob
amé, mas a Esaú aborrecí; pues no habían aún nacido, ni habían hecho aún ni
bien ni mal." Está escrito: "El mayor servirá al menor." "Los hijos de Jacob…
"Los hijos de Jacob" son los elegidos de Dios. Son los que Él conoció de antemano
y ordenó de antemano para salvación eterna.
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2. "Los hijos de Jacob" quiere decir, en segundo lugar, personas que gozan
derechos y títulos especiales. Jacob, ustedes saben, no tenía derechos por
nacimiento; pero él pronto los adquirió. Él cambió un guisado de lentejas con su
hermano Esaú, y así ganó la primogenitura. Yo no justifico los medios; pero él
también obtuvo la bendición, y así adquirió derechos especiales. "Los hijos de
Jacob" quiere decir personas que poseen derechos y títulos especiales. A los que
creen, Él les dio la potestad y el derecho de ser hechos hijos de Dios. Ellos tienen
un interés en la sangre de Cristo. Ellos tienen un derecho "para entrar por las
puertas en la ciudad". Tienen un título para recibir honores eternos. Poseen una
promesa de gloria eterna. Tienen un derecho de llamarse hijos de Dios. ¡Oh!, hay
derechos y privilegios especiales que pertenecen a los "hijos de Jacob".
Dios lo disciplinó a lo largo de toda su vida. Pero creo que hay muchos que
pueden sentir simpatía por el querido anciano Jacob. Han tenido que sufrir
pruebas tal como él. ¡Bien, todos ustedes que llevan una cruz! Dios dice: "Yo no
cambio; por esto, hijos de Jacob, no habéis sido consumidos." ¡Pobres almas
atribuladas! Ustedes no son consumidas a causa de la naturaleza inmutable de su
Dios. Ahora, no vayan por ahí inquietas diciendo, con el orgullo que proporciona
la miseria, "yo soy el hombre que ha conocido la aflicción". Ciertamente "el Varón
de Dolores" fue afligido mucho más que ustedes. Jesús fue ciertamente un
hombre que conoció las aflicciones. Tú, en cambio, sólo ves las faldas de los
vestidos de la aflicción. Nunca has tenido pruebas como las de Él. Tú no entiendes
lo que significan los problemas. Tú apenas has dado unos sorbos a la copa de
problemas. Sólo has sorbido una gota o dos, pero Jesús apuró la copa hasta las
heces. No teman, pues dice Dios: "Porque yo Jehová no cambio; por esto, hijos de
Jacob" -hombres de pruebas peculiares- "no habéis sido consumidos."
Los hijos de Jacob no pueden vivir sin oración. Son luchadores como Jacob. Son
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hombres en los que el Espíritu Santo obra de tal manera que ya no pueden vivir
sin oración, como yo no puedo vivir sin respirar. Ellos deben orar. Señores,
presten mucha atención, si ustedes están viviendo sin oración, ustedes están
viviendo sin Cristo. Y si mueren así, su porción será en el lago que arde con fuego.
¡Que Dios los redima, que Dios los rescate de una suerte tal! Pero ustedes son los
"hijos de Jacob", estén tranquilos, pues Dios es inmutable.
III. En tercer lugar, me queda tiempo para decir sólo una palabra acerca de otro
punto: EL BENEFICIO QUE RECIBEN ESTOS "HIJOS DE JACOB" DE UN DIOS
QUE NO CAMBIA. "Por esto, hijos de Jacob, no habéis sido consumidos."
"¿Consumidos?" ¿Cómo? ¿Cómo puede ser consumido un hombre? Pues, hay dos
formas. Podríamos haber sido consumidos en el infierno. Si Dios hubiera sido un
Dios cambiante, los "hijos de Jacob" que están aquí esta mañana, podrían haber
sido consumidos en el infierno. Si no fuera por el amor inmutable de Dios yo
debería haber sido una gavilla de heno en el fuego. Pero hay una forma de ser
consumido en este mundo. Existe tal cosa como ser condenado antes de morir:
"será condenado". Existe tal cosa como estar vivo, pero sin embargo estar
absolutamente muerto. Pudimos haber sido abandonados a nuestros propios
medios. Y entonces, ¿en dónde estaríamos ahora? Parrandeando con el borracho,
blasfemando contra el Dios Todopoderoso. ¡Oh!, si Él te hubiera dejado, amado
hermano, si Él hubiera sido un Dios que cambia, tú estarías entre los más
inmundos de los inmundos, y entre los más viles de los viles.
Pero no había nada en nosotros que pudiera ser amado al principio, así que no
puede haber menos ahora. John Newton solía contar una rara historia, e
invariablemente se reía al contarla, de una buena mujer que decía, para
demostrar la doctrina de la Elección: "¡Ah! señor, Dios debe haberme amado
antes de que yo naciera, pues de lo contrario no habría visto nada en mí
posteriormente que Él pudiera amar." Estoy seguro que eso es válido en mi caso, y
cierto en relación con la mayoría del pueblo de Dios. Pues hay tan poco que amar
en ellos después que han nacido, que si no los hubiera amado antes de nacer, no
habría visto ninguna razón para elegirlos después.
Pero, puesto que los amó sin obras, todavía los ama sin obras. Puesto que sus
buenas obras no ganaron Su afecto, las malas obras no pueden suprimir ese
afecto. Puesto que la justicia de ellos no sirvió de lazo para Su amor, así la
perversidad de ellos no puede cortar esos lazos dorados. Él los amó por Su pura
gracia soberana, y los va a amar aún. Pero nosotros deberíamos haber sido
consumidos por el diablo, y por nuestros enemigos; consumidos por el mundo,
consumidos por nuestros pecados, por nuestras pruebas, y en cientos de formas
más, si Dios hubiera cambiado alguna vez.
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