4.-Por Qué Esperar La Segunda Venida

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¿Por qué esperar la Segunda Venida?

- Una Mirada de
Esperanza

INTRODUCCIÓN

1. Tal como pudimos ver el día de ayer, la promesa de la 2a venida cuenta con el respaldo del

evento de la cruz. Dios tanto amo, tanto entregó... que difícilmente se olvidará de la

humanidad por la que pagó el más alto precio.

2. El día de su retorno llegará; así lo prometió. La pregun- ta que algunas personas se hacen

es... ¿Para qué volve- rá? ¿Con qué propósito? ¿Qué sucederá? Para algunas personas, este

evento parece significar el final de muchos proyectos, emprendimientos, e incluso, de

sueños familia- res. En el último tiempo, ha crecido mucho el interés por ciuidadr nuestro

planeta. No es una mala idea. Sin embargo, incluso estas iniciativas ecológicas parecen

“interrumpir- se” por la idea de que este mundo igualmente acabará. El optimismo de

muchos los impulsa a creer que este mundo es nuestro y que depende de nosotros cuidarlo...

y que además podemos hacerlo. De esta manera, en muchas cú- pulas directivas del mundo,

cómo en el plano personal, pareciera haber poco espacio para una gran intervención divina,

como lo es la segunda venida.

3. Sin embargo, hay una situación de vida en donde aún los más reacios para creer en Dios no

descartan considerarlo como una “opción”. Nos referimos a la ocasión cuando nos

enfrentamos a la muerte. Ahí, en ese escenario, pareciera que existe una actitud distinta

hacia la posible interven- ción de Dios; incluso es deseable. Algunos incluso la exi- gen: “Si

es que Dios existe, ¿por qué no hizo algo?”; “¿No lo podría haber sanado?”. Otras personas,

más resignadas, también esperan algo de Dios: consuelo, fortaleza, fuerza

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para seguir ante la ausencia de su ser amado. En definiti- va, la muerte produce que la indiferencia

hacia Dios sea reconsiderada.

I. Cristo venció la muerte

1. Cuando Jesús resucitó, una de las primeras cosas que aclaró fue que, en verdad, estaba vivo.

Jesús se mostró dispuesto a que lo tocaran, lo vieran, incluso, comió delante de ellos para que vieran

que era de carne y hueso: “Mirad mis ma- nos y mis pies, que yo mismo soy; palpad, y ved; porque

un espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo. Y diciendo esto, les mostró las manos

y los pies. Y como todavía ellos, de gozo, no lo creían, y estaban maravillados, les dijo: ‘¿Tenéis

aquí algo de comer?’. Entonces le dieron parte de un pez asado, y un panal de miel. Y él lo tomó, y

comió delante de ellos” (Lucas 24:39-43). La idea de que alguien resucitara no era nueva en la

historia del pueblo de Israel. Profetas como Elías y Eliseo pudieron obrar ese mi- lagro. Aun así,

este era un desafío para los propios discípu- los de Jesús. Incluso días antes de su partida hacia el

cielo, Jesús “se presentó vivo con muchas pruebas indubitables” (Hech. 1:3), a fin de confirmar la

fe de sus seguidores.

II. El hijo de Dios vencerá la muerte

1. Cuando el apóstol Pablo llevó el evangelio a tierras grie- gas, se encontró con las ideas propias de

esa cultura. Uno de los aspectos que más les costaba aceptar a los griegos era la idea de que alguien

pudiera resucitar: que de ma- nera corporal viviera otra vez. Incluso cuando el apóstol escribe a la

iglesia en Corinto, les debe aclarar que es un error pensar en que no hay resurrección. ¿Qué

esperanza tendríamos si la muerte pone fin a todo? El apóstol señaló: “Porque si los muertos no

resucitan, tampoco Cristo resu- citó; y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana; aún estáis en

vuestros pecados” (1 Cor. 15:16, 17). O sea, la esperan-

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za de vencer la muerte, de volver a vivir, solo es posible si creemos que Jesús resucitó. Si la

resurrección de Jesús no fuera una realidad, toda esperanza futura se extingue. La resurrección de

Jesús no fue una excepción; más bien establece lo que todo creyente puede experimentar si pone su

fe en Dios.

2. Hoy, creer en la resurrección es la esperanza de muchos; pero, lamentablemente, no de

todos. Sin embargo, en oca- sión de la segunda venida, Jesús nos permitirá compartir su

victoria sobre la muerte. Incluso, creer en la resurrec- ción inevitablemente significa que

aguardamos su segun- da venida. “Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, de igual

manera también Dios, por medio de Jesús, reuni- rá con él a los que murieron” (1 Tes. 4:16,

NVI).

3. Reunirnos con Jesús, al igual que con nuestros amados, es el gran deseo de Dios. En la

actualidad, hay muchas cosas que dividen o separan a las familias. Discusiones por cosas

menores pueden resultar en grandes disputas y divisiones. ¡Que increíble saber que, si aún

la muerte ha separado a tu familia, Dios la puede volver a unir! ¿Sabrá Dios resolver,

entonces, aquellas situaciones menores que nos han sepa- rado? ¡Claro que sí! La segunda

venida no solo resolverá el problema de la muerte, sino todos aquellos problemas que nos

han robado las ganas de vivir.

4. Si vivir nuevamente es posible, ¿qué hacer con las ideas que señalan que uno experimenta

varios ciclos de vida? ¿Morir para renacer una y otra vez? Algunas personas in- cluso

sienten que estas ideas son atractivas... Tener varias oportunidades para corregir lo que en

esta vida hicimos mal no les parece una mala idea. Sin embargo, esta idea depende de

nuestro esfuerzo por mejorar, de nuestra ca- pacidad de superarnos... cada día. Sin embargo,

al mismo tiempo, se han vuelto populares las ideas que señalan que todo es relativo, que

nada es realmente mejor ni peor. En- tonces, ¿cómo mejoro si no tengo elementos objetivos

con los que puedo medir mi progreso?


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5. Dios nos ofrece otro camino: una sola vida y una solución definitiva para nuestro problema.

¿La solución? La muerte y resurrección de Jesucristo. Como su muerte fue el máxi- mo

sacrificio, no necesita repetirse una y otra vez. Se nos ofrece una vez y para siempre.

Debido a esto, no necesita- mos pasar interminables ciclos de vidas intentando mejo- rar.

Con una vida basta si aceptamos la solución divina. Esto es lo que nos enseña el apóstol

Pablo cuando escribió: “Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran

una sola vez, y después de esto el juicio, así tam- bién Cristo fue ofrecido una sola vez para

llevar los peca- dos de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado,

para salvar a los que le esperan” (Heb. 9:27, 28). Jesús vendrá por segunda vez para salvar,

para librar- nos de manera definitiva de las garras de la muerte.

6. Incluso quienes han aprendido a cultivar una buena vida en esta tierra, saben que no es

suficiente. Nuestro corazón anhela la eternidad junto a Dios. El apóstol Pablo escribió:

“Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salva- ción a todos los hombres,

enseñándonos que, renuncian- do a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este

siglo sobria, justa y piadosamente, aguardando la esperan- za bienaventurada y la

manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo, quien se dio a sí mismo

por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y puri- ficar para sí un pueblo propio, celoso

de buenas obras” (Tito 2:11–14). No tengamos miedo al regreso de Jesús. Mientras estamos

acá, podemos esforzarnos, podemos in- cluso ser buenos mayordomos y cuidar el planeta;

es posi- ble crecer y desarrollarnos y alcanzar grandes alturas para honra y gloria de Dios...

pero, nada de eso cambia nuestra necesidad de vida eterna. Por esta razón, la segunda veni-

da es la mejor noticia; es la promesa que nos trae la mayor felicidad, la mayor

bienaventuranza.

CONCLUSIÓN
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1. Tal vez hemos caído en la tentación de no aguardar la se- gunda venida con la misma

expectación que cuando re- cién creímos. Tal vez hay proyectos, sueños y anhelos que

inconscientemente nos hacen desear que el Señor se tarde lo suficiente para cumplir ese

sueño tan especial... Queri- dos amigos: mis sueños y planes pueden ser buenos, pero los

planes de Dios son los mejores.

2. Hoy debemos orientar nuestra vida hacia el pronto en- cuentro con nuestro Salvador. Nada

en esta vida, por bue- no que sea, se compara con lo que Dios ya tiene preparado para

nosotros. ¿Quieres prepararte para la eternidad?

3. La victoria de Cristo sobre la muerte hace posible nuestra victoria y vida para siempre.

LLAMADO

¿Por qué no reservar los sábados para ese encuentro es- pecial con el Creador? El día antiestrés es

un regalo de Dios que llega hasta nosotros todas las semanas, y él quiere que disfrutemos de ese día.

Si usted desea tomar la decisión de aceptar ese regalo y haga preparativos para que eso se convier-

ta en parte de su vida. Póngase de pie en este momento. (Mire a los ojos de las personas que estén

adelante y diga algo más o menos así):

Usted es muy especial para Jesús; pues delante de él, todos somos iguales. Dios tiene un lindo plan

para su vida. Mientras hablo con usted, Jesús está en medio de nosotros sosteniendo sus manos. Él

quiere conducir sus pasos a partir de ahora; por eso, no tenga miedo de tomar una decisión, Dios le

dará fuerzas. Hoy es día de comenzar una nueva etapa en la vida. Es hora de comenzar a escribir su

nueva historia. Coloque sobre Jesús to- das sus angustias, comience hoy una nueva vida, entierre

todo el pasado y comience ahora una caminata de victoria. ¿Quiere eso para su vida? ¿Quiere que

ore por usted? Quiero que es- cuche esta linda canción y luego yo oraré por usted.  

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