La Mujer Del Boticario
La Mujer Del Boticario
La Mujer Del Boticario
(1860-1904)
Leer un cuento para reflexionar sobre relaciones entre hombres y mujeres
en la vida cotidiana.
Antes de la lectura
1. ¿Qué sentido le das a la expresión “ser la mujer de alguien”?
2. 2. Escribe una breve descripción de cómo imaginas a la protagonista del
cuento, basándote solamente en su título. Anton Chéjov, narrador
y dramaturgo, nació
en el sur de Rusia, hijo
La mujer del boticario de una humilde familia
de comerciantes. Es
La pequeña ciudad de B***, compuesta de dos o tres calles torcidas, duerme considerado uno de los
con sueño profundo. El aire, quieto, está lleno de silencio. Solo a lo lejos, en grandes maestros del
algún lugar seguramente fuera de la ciudad, suena el débil y ronco tenor del cuento. Entre sus obras
ladrido de un perro. El amanecer está próximo. destacan, además de sus
relatos, La estepa y La
Hace tiempo que todo duerme. Tan solo la joven esposa del boticario gaviota.
Chernomordik, propietario de la botica del lugar, está despierta. Tres
veces se ha echado sobre la cama; pero, sin saber por qué, el sueño huye
tercamente de ella. Sentada, en camisón, junto a la ventana abierta, mira
a la calle. Tiene una sensación de ahogo, está aburrida y siente tal desazón Durante la lectura
que hasta quisiera llorar. ¿Por qué…? No sabría decirlo, pero un nudo en la
garganta la oprime constantemente. 1 1 ¿Por qué crees que la joven
se siente así? Plantea dos
Detrás de ella, unos pasos más allá y vuelto contra la pared, ronca hipótesis.
plácidamente el propio Chernomordik. Una pulga glotona se ha adherido
a la ventanilla de su nariz, pero no la siente y hasta sonríe, porque está
soñando con que toda la ciudad tose y no cesa de comprarle Gotas del rey Dato
de Dinamarca. ¡Ni con pinchazos, ni con cañonazos, ni con caricias, se le Gotas del rey de Dinamarca
podría despertar! es el nombre con que se
conocía a un difundido elixir
La botica está situada al extremo de la ciudad, por lo que la boticaria en Europa, especialmente en
alcanza a ver el límite del campo. Así, pues, ve palidecer la parte este la Edad Media. Estas gotas
del cielo, luego la ve ponerse roja, como por causa de un gran incendio. se usaban principalmente
Inesperadamente, por detrás de los lejanos arbustos, asoma tímidamente como expectorante, pero
popularmente se le atribuían
una luna grande, de ancha y rojiza faz. En general, la luna, cuando sale de
cualidades que hacían que
detrás de los arbustos, no se sabe por qué, está muy azarada. De repente, “sirviera para todo”.
en medio del silencio nocturno, resuenan unos pasos y un tintineo de
espuelas. Se oyen voces.
“Son oficiales que vuelven de casa del policía y van a su campamento”,
piensa la mujer del boticario.
Poco después, en efecto, surgen dos figuras vestidas de uniforme militar
blanco. Una es grande y gruesa; otra, más pequeña y delgada. Con un andar
perezoso y acompasado, pasan despacio junto a la verja, conversando en
voz alta sobre algo. Al acercarse a la botica, ambas figuras retrasan aún más Vocabulario
el paso y miran a las ventanas. ➜ azarada: enrojecida.
➜
La boticaria mira los rostros sonrosados, escucha su charla y no tarda en 5 ¿Qué quiere decir este
animarse a su vez. ¡Oh…! Ya está alegre, ya toma parte en la conversación, gesto de la boticaria?
ríe y coquetea, y por fin, después de hacerse rogar mucho de los
compradores, bebe dos onzas de vino tinto.
—Ustedes, señores oficiales, deberían venir más a menudo a la ciudad
desde el campamento —dice—, porque esto, si no, es de un aburrimiento Interroga la imagen
atroz. ¡Yo me muero de aburrimiento! 1. Así se veían las afueras de
una ciudad rusa del siglo
—Lo creo -se espanta el médico—. ¡Una niña tan bonita! ¡Una maravilla XIX, ¿se acerca a lo que
así de la naturaleza, y en un rincón tan recóndito! ¡Qué maravillosamente imaginabas? Explica.
bien lo dijo Griboedov! “¡Al rincón recóndito! ¡Al Saratov…!”. Ya es hora, 2. ¿Cómo contribuye a
sin embargo, de que nos marchemos. Encantados de haberla conocido… la lectura imaginar el
encantadísimos… ¿Qué le debemos? ambiente en que ocurren
las acciones?
La boticaria alza los ojos al techo y mueve los labios durante largo rato. 5
90 2 • Mujeres y hombres
Masculino • Lección
y femenino 77
• Lección
—Doce rublos y cuarenta y ocho kopeks —dice.
Obtesov saca del bolsillo una gruesa cartera, revuelve durante largo tiempo
un fajo de billetes y paga.
—Su marido estará durmiendo tranquilamente… estará soñando… —
balbucea al despedirse, mientras estrecha la mano de la boticaria.
—No me gusta oír tonterías.
—¿Tonterías? Al contrario… Estas no son tonterías… Hasta el mismo
Shakespeare decía: “Bienaventurado aquel que de joven fue joven…”.
—¡Suelte mi mano!
Por fin, los compradores, tras larga charla, besan la mano de la boticaria
e indecisos, como si se dejaran algo olvidado, salen de la botica. Ella corre
a su dormitorio y se sienta junto a la ventana. Ve cómo el teniente y el
doctor, al salir de la botica, recorren perezosamente unos veinte pasos. Los
ve pararse y ponerse a hablar de algo en voz baja. ¿De qué? Su corazón late, 6 ¿Crees que cambiará la
le laten las sienes también… ¿Por qué…? Ella misma no lo sabe. Su corazón suerte de la boticaria?, ¿por
qué?
palpita fuertemente, como si lo que hablaran aquellos dos en voz baja fuera
a decidir su suerte. 6 Al cabo de unos minutos el médico se separa de 7 ¿Qué motiva el enojo de la
boticaria?
Obtesov y se aleja, mientras que Obtesov vuelve. Una y otra vez pasa por
delante de la botica… Tan pronto se detiene junto a la puerta como echa a
andar otra vez. Por fin, suena el discreto tintineo de la campanilla.
La boticaria oye de pronto la voz de su marido, que dice:
—¿Qué…? ¿Quién está ahí? Están llamando. ¿Es que no oyes…? ¡Qué
desorden!
Se levanta, se pone la bata y, tambaleándose todavía de sueño y con las
zapatillas en chancletas, se dirige a la botica.
—¿Qué es? ¿ Qué quiere usted? —pregunta a Obtesov.
—Deme… deme quince kopeks de pastillas de menta.
Respirando ruidosamente, bostezando, quedándose dormido al andar y
dándose con las rodillas en el mostrador, el boticario se empina hacia el
estante y coge el frasco…
Unos minutos después la boticaria ve salir a Obtesov de la botica, lo ve
dar algunos pasos y arrojar al camino lleno de polvo las pastillas de menta.
Desde una esquina, el doctor le sale al encuentro. Al encontrarse, ambos
gesticulan y desaparecen en la bruma matinal.
—¡Oh, qué desgraciada soy! —dice la boticaria, mirando con enojo a su
marido, que se desviste rápidamente para volver a echarse a dormir—.
¡Que desgraciada soy! —repite. 7
Y de repente rompe a llorar con amargas lágrimas Y nadie… nadie sabe…
—Me he dejado olvidados quince kopeks en el mostrador —masculla el
boticario, arropándose en la manta—. Haz el favor de guardarlos en la mesa.
Y al punto se queda dormido.