Sergio Urrego

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La lucha en nombre de Sergio Urrego

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Se cumplen cinco años de la muerte de Sergio Urrego y detrás de su caso hay una serie de precedentes
que no solo han dado pie para obligar a los colegios a modificar los manuales de convivencia y evitar la
discriminación, sino que ha conminado al Estado a velar para que este tipo de dramas no se repitan.

Pese a los avances, aún queda mucho por trabajar. Salvo las cartillas de género, con las que el Ministerio
de Educación quería orientar a los profesores y la cual generó polémica nacional, pocos han sido los
colegios que han implementado cambios en sus manuales.

El 4 de agosto de 2014, el joven de 17 años se quitó la vida en el Centro Comercial Titán, en el


noroccidente de la ciudad. Este hecho marcó el inicio de una serie de procesos judiciales, que revelaron
la historia de discriminación que padeció Urrego en su colegio, la cual había comenzado meses atrás.

Todo se desencadenó a raíz de una fotografía en la que Sergio estaba besando a un compañero de salón.
La imagen llegó a manos de un profesor, que escandalizado dio aviso a las directivas del colegio. A partir
de ahí, el manejo que le dieron fue una seguidilla de atentados contra la libertad de sus alumnos.

No solo obligaron a Sergio a confirmar su orientación sexual frente a cuatro profesores, sino que a los
dos les abrieron un proceso disciplinario, argumentando que el manual de convivencia calificaba el hecho
como una falta grave, al ser “obsceno, grotesco y vulgar”. No contentos con esto, conminaron a los
jóvenes a contarles a sus padres que eran gays. Los de Sergio fueron comprensivos; los de su compañero
terminaron denunciando a Urrego por acoso sexual, siendo el detonante de su martirio.

Desde entonces a Sergio no lo dejaron volver al colegio. Primero le dijeron que debía estar su padre y
luego, que debía ir a un psicólogo. Pese a que atendieron las condiciones, las directivas dijeron que él no
cumplía los parámetros para seguir en la institución. La situación obligó a Alba Reyes, madre del joven,
no solo a cambiarlo de institución, sino a hacer la denuncia ante la Secretaría de Educación de
Cundinamarca. No obstante, estaba lejos de ser una solución. Semanas después el joven se suicidó.

Lucha judicial

Un mes después de la muerte, Alba Reyes comenzó el proceso judicial para reivindicar los derechos de
su hijo. El primer logro fue el 3 de agosto de 2015, cuando la Corte Constitucional dejó claro que Urrego
sí fue discriminado y que las acciones del colegio fueron excusas para reprimir su sexualidad. El Alto
Tribunal ordenó al colegio a realizar un acto público de desagravio y al Ministerio de Educación a revisar
que los manuales de convivencia de los colegios respetaran la orientación sexual y la identidad de género.

En cuanto a los procesos particulares, han judicializado a la veedora del Gimnasio Castillo Campestre,
Rosalía Ramírez, y a la psicóloga Ivonne Cheque. “Estos son de los pocos casos en este país que
condenan la discriminación. Pero más importante, es el reconocimiento de acoso y discriminación por
orientación sexual contra Sergio”, señala Juan Felipe Rivera, abogado de Colombia Diversa.

Recientemente, el Tribunal Administrativo de Cundinamarca dictó un fallo sin precendentes, al


determinar que, pese a la denuncia de Reyes, la Secretaría de Educación del departamento incumplió su
deber de inspeccionar y vigilar al colegio donde estudiaba Sergio, pues no exigió los ajustes al manual
de convivencia, ni activó la ruta de atención contra la discriminación. Por esta razón, consideró que hubo
corresponsabilidad del Estado.

Para Alba Reyes el fallo es significativo, pues fuera de tocar el caso de su hijo, reitera que las secretarías
de educación son las responsables frente a los manuales de convivencia. Sin embargo, reconoce que aún
queda mucho por trabajar. “Es aplaudible que haya herramientas para evitar la discriminación, no solo
de género; pero muchas veces las familias no saben que hay leyes para defender a sus hijos”.

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