Santo Rosario
Santo Rosario
Santo Rosario
1. La señal de la cruz
Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos Señor, Dios nuestro. En el nombre del
Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
2. Acto de contrición
¡Señor mío Jesucristo!, Dios y Hombre verdadero, Creador Padre y Redentor mío; por ser vos quien sois y
porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberte ofendido y no haberte amado.
Propongo firmemente no volver a pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta. Te
ofrezco mi vida, obras y trabajos, en satisfacción de todos mis pecados. Así como os lo suplico, así espero
y confío, que en vuestra bondad y misericordia infinita me los perdonaréis y me daréis gracia para
enmendarme y para perseverar en vuestro santo servicio, hasta el fin de mis días. Amén.
Después de las intenciones se recitan las siguientes oraciones dadas por el Santo Ángel a los pastorcitos
en Cova de Iría, Fátima, un año antes de la aparición de Nuestra Señora:
“¡Dios mío, yo creo, adoro, espero y os amo! ¡Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan,
no os aman”
“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo te adoro profundamente y te ofrezco el Preciosísimo
Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de nuestro Señor Jesucristo, presente en todos los Sagrarios del
mundo, en reparación de los ultrajes con los que Él es ofendido. Por los méritos infinitos del Sagrado
Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María, te pido la conversión de los pecadores”.
5. Invocación al Espíritu Santo
Pedir el Espíritu Santo: “Ven Espíritu Santo, Ven por medio de la poderosa intercesión, del Inmaculado
Corazón de María, tu amadísima Esposa” (Se repite 3 veces).
6. Padre Nuestro
Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu Reino; hágase tu
voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos
del mal. Amén.
7. Ave María
Dios te salve, María, llena eres de gracia; el Señor es contigo. Bendita Tú eres entre todas las mujeres, y
bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora
y en la hora de nuestra muerte. Amén
8. Gloria
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de
los siglos. Amén.
Nota aclaratoria: Sabemos que esta jaculatoria tradicionalmente se reza después del Gloria, sin embargo,
muy especialmente en Antioquia, Colombia, se hace después del Padre Nuestro debido a una cultura
ancestral muy arraigada en la región. Además, en otros países como México y Guatemala, se termina esta
oración “ampáranos gran Señora” o de otras maneras; por lo tanto, para esta jaculatoria se debe orar de
las maneras propias de cada país.
13. Salve
Dios te salve, Reina y Madre, Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra. Dios te salve a ti
clamamos los desterrados hijos de Eva; a ti suspiramos gimiendo y llorando en este valle de lágrimas. ¡Ea,
pues, Señora Abogada Nuestra! Vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos, y después de este
destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clemente! ¡Oh
piadosa! ¡Oh Dulce y siempre Virgen María! Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, para que seamos
dignos de alcanzar las promesas y gracias de Nuestro Señor Jesucristo. Amén.
En las cuentas grandes del rosario: Padre Eterno, te ofrezco el Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad
de tu amadísimo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, como propiciación de nuestros pecados y los pecados del
mundo entero.
En las cuentas pequeñas del rosario: Por su dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo
entero.
Al final rezar 3 veces: Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros y del mundo
entero.
Oración Final: Expiraste Jesús, pero tu muerte hizo brotar un manantial de vida para las almas y el océano
de tu misericordia inundó todo el mundo.
Oh, fuente de vida e insondable misericordia divina, anega al mundo entero, derramando sobre nosotros
hasta tu última gota.
Oh, Sangre y Agua que brotaste del costado abierto de Jesús como manantial de vida para las almas, en tí
confiamos. Amén
“Que tu misericordia Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de Tí” Salmo 32, 22.
MISTERIOS
Misterios Gozosos (lunes y sábados)
1. Primer Misterio Gozoso: La Encarnación del Hijo de Dios
«Al sexto mes el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una
virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; el nombre de la virgen era María»
(Lc 1,26-27).
«En aquellos días María se puso en camino y fue aprisa a la región montañosa, a una ciudad de Judá;
entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.
Y sucedió que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó
llena de Espíritu Santo; y exclamando a voz en grito, dijo: "Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto
de tu seno"» (Lc 1, 39-42)
«Sucedió que por aquellos días salió un edicto de César Augusto ordenando que se empadronase todo el
mundo. Este primer empadronamiento tuvo lugar siendo Cirino gobernador de Siria. Iban todos a
empadronarse, cada uno a su ciudad.
Subió también José desde Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama
Belén, por ser él de la casa y familia de David, para empadronarse con María, su esposa, que estaba
encinta. Y sucedió que, mientras ellos estaban allí, se le cumplieron los días del alumbramiento, y dio a luz
a su hijo primogénito, le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en el
alojamiento» (Lc 2,1-7).
«Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidarle, se le dio el nombre de Jesús, como lo había
llamado el ángel antes de ser concebido en el seno. Cuando se cumplieron los días de la purificación de
ellos, según la Ley de Moisés, llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarle al Señor, como está escrito
en la Ley del Señor: Todo varón primogénito será consagrado al Señor y para ofrecer en sacrificio un par
de tórtolas o dos pichones, conforme a lo que se dice en la Ley del Señor» (Lc 2, 21-24).
«Sus padres iban todos los años a Jerusalén a la fiesta de la Pascua. Cuando tuvo doce años, subieron
ellos como de costumbre a la fiesta y, al volverse, pasados los días, el niño Jesús se quedó en Jerusalén,
sin saberlo sus padres...
Y sucedió que al cabo de tres días, le encontraron en el Templo sentado en medio de los maestros,
escuchándoles y preguntándoles; todos los que le oían, estaban estupefactos por su inteligencia y sus
respuestas» (Lc 2, 41-47)
«Bautizado Jesús, salió luego del agua; y en esto se abrieron los cielos y vio al Espíritu de Dios que
bajaba en forma de paloma y venía sobre él. Y una voz que salía de los cielos decía: "Este es mi Hijo
amado, en quien me complazco"». (Mt 3,16-17)
«Tres días después se celebraba una boda en Caná de Galilea y estaba allí la madre de Jesús. Fue
invitado también a la boda Jesús con sus discípulos. Y, como faltara vino, porque se había acabado el vino
de la boda, le dice a Jesús su madre: "No tienen vino". Jesús le responde: "¿Qué tengo yo contigo, mujer?
Todavía no ha llegado mi hora". Dice su madre a los sirvientes: "Haced lo que él os diga"». (Jn 2, 1-5).
"El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en el Evangelio". (Mc 1, 15)
«Seis días después, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y los llevó aparte, a un
monte alto. Y se transfiguró delante de ellos: su rostro se puso brillante como el sol y sus vestidos se
volvieron blancos como la luz» (Mt 17, 1-2).
«Mientras estaban comiendo, tomó Jesús pan y lo bendijo, lo partió y, dándoselo a sus discípulos, dijo:
"Tomad, comed, éste es mi cuerpo"» (Mt 26, 26).
«Entonces Jesús fue con ellos a un huerto, llamado Getsemaní, y dijo a sus discípulos: "Sentaos aquí
mientras voy a orar". Y tomando consigo a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a sentir tristeza y
angustia. Entonces les dijo: "Mi alma está triste hasta el punto de morir; quedaos aquí y velad conmigo". Y
adelantándose un poco, cayó rostro en tierra, y suplicaba así: "Padre mío, si es posible, que pase de mí
esta copa, pero no sea como yo quiero, sino como quieras tú"» (Mt 26, 36-39).
«Pilato puso en libertad a Barrabás; y a Jesús, después de haberlo hecho azotar, lo entregó para que
fuera crucificado» (Mt 27, 26).
«Entonces los soldados del procurador llevaron consigo a Jesús al pretorio y reunieron alrededor de él a
toda la cohorte. Lo desnudaron y le echaron encima un manto de púrpura y, trenzando una corona de
espinas, se la pusieron sobre la cabeza, y en su mano derecha una caña, y doblando la rodilla delante de
él, le hacían burla diciendo: "Salve, Rey de los judíos"». (Mt 27, 27-29)
4. Cuarto Misterio Doloroso: Jesús con la Cruz a cuestas camino del Calvario
«Y obligaron a uno que pasaba, a Simón de Cirene, que volvía del campo, el padre de Alejandro y de
Rufo, a que llevara su cruz. Lo condujeron al lugar del Gólgota, que quiere decir de la "Calavera"» (Mc 15,
21-22).
«Llegados al lugar llamado "La Calavera", le crucificaron allí a él y a los dos malhechores, uno a la derecha
y otro a la izquierda. Jesús decía: "Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen"... Era ya eso de
mediodía cuando, al eclipsarse el sol, hubo oscuridad sobre toda la tierra hasta la media tarde. El velo del
Santuario se rasgó por medio y Jesús, dando un fuerte grito dijo: "Padre, en tus manos pongo mi
espíritu" y, dicho esto, expiró» (Lc 23, 33-46).
«El Señor Jesús, después de hablarles, ascendió al cielo y se sentó a la derecha de Dios» (Mc 16, 19).
«Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en un mismo lugar. De repente vino del cielo un
ruido como el de una ráfaga de viento impetuoso, que llenó toda la casa en la que se encontraban. Se les
aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos;
quedaron todos llenos del Espíritu Santo y se pusieron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les
concedía expresarse» (Hch 2, 1-4).
«Todas las generaciones me llamarán bienaventurada porque el Señor ha hecho obras grandes en mí»
(Lc 1, 48-49).
5. Quinto Misterio Glorioso: La coronación de María como Reina y Señora de todo lo creado
«Una gran señal apareció en el cielo: una mujer, vestida de sol, con la luna bajo sus pies, y una corona de
doce estrellas sobre su cabeza» (Ap 12, 1).