Iconoclasia y Postpatrimonio
Iconoclasia y Postpatrimonio
Iconoclasia y Postpatrimonio
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José de Nordenflycht / TAREA 8 (8): 314-318
1 Cristeva Cabello. Patrimonio Sexual. Crónica de un circo transformista para una arqueología
de la disidencia sexual. Santiago de Chile, Tríoeditorial, 2017.
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Los primeros son los artistas, los segundos somos todos los demás.
Un todos donde la naturaleza inmaterial del patrimonio se revela como
más persistente, ya que recordar es una acción emotiva, por lo que su
racionalización es siempre posterior. En este sentido, si administramos
la obsolescencia, debemos estar atentos a la construcción de esa raciona-
lización jurídica e institucional, tanto como a su experiencias afectivas.
La expectativa para algunos de que el momento postpatrimonial
pueda traernos una “nueva normalidad” basada en la competencia por
el poder simbólico, donde el patrimonio resultante levanta relatos uni-
direccionales al autorizar información a partir de una certeza jurídica,
tal vez no sea ni tan nueva y ni tan normal.2 Lo que un momento post-
patrimonial reclama entonces es por el contrario no volver a ese estado
de las cosas, donde sabemos que es más normal que se destruya a que se
conserve, que su amenaza sea una condición y no un estado. Para ello
debemos estar siempre en la vigilia – no vanguardia– de los esfuerzos por
conservarlo al aumentar su rendimiento a partir de escenarios de adelan-
to en que debemos situar nuestras subjetividades; poner el cuerpo, acaso.
¿Qué es lo que anuncia este momento postpatrimonial? Posiblemente
la aparición de cuerpos patrimoniales, esos que desde las iconoclasias se
abren a las disidencias y sus nuevas normalidades. Esos que son la re-
presentación al unísono del cuerpo social desplegado en lugares que son
los hábitos de sus memorias.
Tal vez esa sí sea la nueva normalidad que queremos para nuestro
patrimonio.
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