Arte Forense

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 6

UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE ASUNCIÓN

Facultad de Ciencias Jurídicas, Políticas y Sociales

DepartamentodeDerecho

DEONTOLOGÍA JURÍDICA

ARTE FORENSE

El arte forense

En todo saber hay siempre un arte, una ciencia y una filosofía. El arte es el saber
empírico; la ciencia, el saber sistematizado, y la filosofía, el saber profundizado
con miras a desentrañar la razón de ser del hombre, de la vida y de las cosas y
fenómenos del Universo. En esta conjunción trinitaria, el arte practica, la
ciencia construye y la filosofía indaga y valora. El saber jurídico, como todo
saber, tiene su porción de arte, de ciencia y de filosofía.

El ejercicio de la profesión forense, la cual puede valorarse no sólo desde el


punto de vista de la técnica jurídica, sino también desde el doble aspecto
humanista y humanitario, supone desde este último punto de vista una serie de
comportamientos inspirados en un cálido sentido de humanidad, de
comprensión, de solidaridad social, que comprende todos los valores del
espíritu.

Por eso, se exige del abogado, además de una adecuada preparación técnica, la
posesión de una vasta cultura humanista así como la predisposición al
aprendizaje de cualquier otra ciencia.

El abogado necesita, por tanto, una cultura interdisciplinar.

Es especialmente en base a la realización de los valores del espíritu por lo que el


ejercicio de la abogacía se convierte en un arte. Basta pensar en el papel que
estos valores juegan en los contactos que el abogado mantiene con su cliente:

1
escucharlo con paciencia, con atención, con comprensión de sus deseos; meterse
en su interior para descubrir su personalidad; intentar comprender no sólo los
motivos inmediatos, sino también los móviles más o menos remotos del
comportamiento, cuyas consecuencias le han llevado ante los Tribunales o le
han inducido a recurrir al consejo del jurista; conocer la posición y las
reacciones previsibles de la parte contraria y, en todo caso, colocarse por
encima del debate y “separarse” del litigio objetivamente considerado y del
mismo litigante, al efecto de no crear una excesiva carga emotiva en el propio
trabajo de defensor o de no hacer suscitar un interés personal en las vicisitudes y
en el resultado del pleito. Y aún más, puesto que el abogado, en cualquier
momento de su asistencia, además de su propio distanciamiento, intentará
también realizar el distanciamiento del cliente del litigio, de su egoísmo, de la
visión unilateral y a menudo errónea que aquél tiene de su propio interés o de su
propia situación en orden a la controversia o al asunto de que se trate.

Ésta es la delicada, compleja tarea del abogado que, poniéndose en la piel de su


cliente y sabedor de que su obligación es tutelar los intereses de éste, deberá
iluminarle objetivamente, controlándole con la realidad, a través de una
evaluación imparcial de los pros y los contras de la que extraerá, en la medida
de lo posible, las consecuencias sobre el desarrollo eventual y el resultado
posible del litigio o del asunto.

Arte forense, pues, implica la posesión de cualidades técnicas y morales y que


permite atemperar el interés del cliente objetivamente considerado en el marco
de los intereses superiores de la colectividad. El examen de los problemas
expuestos por el cliente no se hace solamente entonces desde el estricto punto
de vista de la técnica jurídica, sino sobre la base de una valoración bastante más
amplia del interés del 2 asistido, precedida de una obra de introspección
psicológica de su personalidad, de la ponderación exacta de su situación
patrimonial, moral y social.

El trabajo de un abogado hoy día no solo puede valorarse desde el punto de


vista técnico jurídico, sino que también y fundamentalmente en ciertos casos
(especialmente tratándose de litigios de carácter familiar) los clientes y la
sociedad valoran su actuación desde el punto de vista de las condiciones
humanitarias, es decir, las actuaciones del abogado debe estar inspirado en una
serie de comportamientos como ser: cálido, sentido de humanidad,
comprensión, solidaridad, todos estos son los que llamamos valores del espíritu
y forman parte de dicho arte que depende de cada persona en particular.
2
Exigencia para el Abogado.

Se exige del Abogado, además de una adecuada preparación técnica, la posesión


de una vasta cultura humanista. Pensemos en el papel del Abogado para con su
cliente: escucharlo con paciencia, con atención, comprensión de sus deseos,
meterse en su interior para descubrir su personalidad, intentar comprender no
solo los motivos inmediatos sino también los más remotos del comportamiento,
soportar los desahogos del cliente, actuando como catalizador del stress que
perturba al cliente.

Administración del cliente.

Entra en la función del abogado como colaborador de la Justicia, la actividad de


amigable componedor de la LITIS; aplicando ante todo al estudio de la causa,
valoración de los pros y contras, interés del cliente con relación al riesgo que
afrontaría y las ventajas correspondientes y llegadas el caso proceder a una
amigable composición. La “administración del cliente” no debe anular la tutela
de sus intereses y el respeto a su personalidad.

Máximas.

Dos máximas de carácter ético universal son:

•No hagas a los demás lo que quisieras que te fuese hecho a ti mismo.

•Haz por los demás lo que quisieras que los demás hicieran por ti.

Estos dos preceptos deontológicos siempre deben regular el comportamiento del


Abogado con sus clientes, con la parte contraria y con los terceros cuando se
encuentre de cara con su cliente u otro implicado en el pleito; debe elegir el
camino, las estrategias a seguir exclusivamente obedeciendo a su propia
conciencia. Hoy día, el individualismo se ve superado gracias al trabajo en
equipo (Bufetes, Estudios Jurídicos, Empresas Consultoras) en donde cada
miembro tiene su grado de autorresponsabilidad.

3
Temperamentos.

Existen varios temperamentos que los describimos a continuación:

a) Abogado atrabiliario: es aquel escorbútico y permanentemente irritado e


histérico.

b) Abogado autosuficiente: es aquel que cree, está convencido de que él es el


único depositario de la verdad jurídica.

c) Abogado fraudulento: es aquel que es preciso desconfiar de él, porque casi


nunca cumple lo que prometió.

d) Abogado condescendiente: es aquel dispuesto a renunciar a una ventaja


procesal para favorecer al colega adversario distraído, esperando que este le
ofrezca reciprocidad en casos análogos si surgieren en el futuro.

e) Abogado atérmico: es aquel frío de carácter, sutil e irónico (sin pelos en la


lengua), distante y hasta probablemente mal colega.

f) Abogado altruista: es aquel que da de sí todo sin esperar nada a cambio, está
dispuesto a renunciar y de buen grado a sus honorarios en los casos piadosos
“Pro bono”.

Función Social.

El abogado cumple una función social desde los distintos lugares donde se
desempeña como tal dicha función, así tenemos: El legislador abogado que
realiza su trabajo como servicio a la necesidad pública creando leyes.

El juez abogado que administra justicia entre los distintos intereses


contrapuestos desde el punto de vista social, como desarrollo de una actividad
laboral que permite el mantenimiento del profesional y de su familia.

El abogado socializado que realiza gestiones en determinados sectores como ser


la protección y defensa gratuita a sectores insolventes.

El abogado debe poseer en consecuencia dotes morales indiscutibles, debe


proceder en el ejercicio con “dignidad, decoro, lealtad, honor y diligencia”.

4
Código de Organización Judicial 1

CAPÍTULO II

DE LOS ABOGADOS Y PROCURADORES

Art. 87 Toda persona física capaz puede gestionar personalmente en juicio, bajo
patrocinio de abogado, sus propios derechos y los de sus hijos menores, cuya
representación tenga. Fuera de estos casos quien quiera comparecer ante los
Juzgados y Tribunales de la República debe hacerse representar por
procuradores o abogados matriculados.

Art. 88 Los Jueces y Tribunales no darán curso a los escritos que se presentaren
sin cumplir este requisito. Quedan exceptuadas las actuaciones ante la Justicia
de Paz y las del recurso de Habeas Corpus, y de Amparo, y otros casos
establecidos por leyes especiales

Art. 89 Para ejercer la abogacía ante Jueces y Tribunales se requiere:

a) título de abogado expedido por una universidad nacional, o extranjera


debidamente revalidado; y, b) mayoría de edad, honorabilidad y buena conducta
debidamente justificadas.

Art. 91 A más de los requisitos exigidos en los artículos anteriores, los


abogados y procuradores deberán estar inscriptos en el libro de matrícula, y
haber prestado juramento ante la Corte Suprema de Justicia. Esta inscripción es
de carácter permanente y sólo podrá ser casada o anulada en los casos y en la
forma previstos en este Código.

Art. 92 En la solicitud de inscripción, el abogado o procurador manifestará bajo


juramento que no le afectan las incompatibilidades previstas por este Código
para el ejercicio de la profesión.

Art. 93 Cumplidos los requisitos enunciados, la Corte Suprema de Justicia,


previo examen de los documentos presentados, concederá o denegará la
inscripción dentro de los ocho días. Transcurrido este plazo sin que la Corte se
pronuncie se reputará inscripto en la matrícula al profesional. Contra la
resolución denegatoria, que debe ser fundada, corresponderá el recurso de
reposición. Concedida la inscripción se fijará día y hora para que el recurrente
preste juramento de ley ante el Presidente o un Miembro.

1
https://www.pj.gov.py/ebook/libros_files/Codigo_de_Organizacion_Judicial.pdf

5
Art. 94 La Corte Suprema de Justicia casará o anulará la matrícula del abogado
o procurador por mala conducta, faltas graves en el ejercicio de la profesión,
incapacidad física o mental inhabilitante debidamente comprobada, o por
condena judicial que importe inhabilitación para el ejercicio de la profesión, o
por la existencia de alguna de las incompatibilidades previstas en este Código .
El procedimiento para la casación de la matrícula será el establecido por la ley
para el enjuiciamiento de magistrados judiciales, sin perjuicio de la sus-pensión
del abogado o procurador en el ejercicio de su profesión durante la
sustanciación, cuando mediaren presunciones graves.

Art. 95 Los abogados y procuradores tienen el derecho de cobrar honorarios por


sus servicios profesionales en la forma que determinen las disposiciones legales
respectivas.

Art. 96 Los abogados y procuradores responderán a sus mandantes de los


perjuicios que les causaren por falta, descuido, negligencia o infidelidad en el
desempeño de su mandato.

INCOMPATIBILIDADES

Art. 97 El ejercicio de la profesión de abogado o procurador es incompatible


con la calidad de funcionario público dependiente del Poder Ejecutivo o
Judicial, o miembro de las Fuerzas Armadas y Policiales en servicio activo. Esta
prohibición no rige:

a) cuando se trate de asuntos propios o de sus padres, esposas, hijos menores de


edad, o personas bajo su tutela o curatela;

b) para el ejercicio de la docencia; y,

c) para los asesores jurídicos del Poder Ejecutivo y de entidades autónomas o


autárquicas, y para los abogados incorporados al Servicio de la Justicia Militar

No podrán matricularse como abogado quienes ejercen la profesión de Notario


y Escribano Público.

Art. 98 Las incompatibilidades previstas en este Código que afecten a los


abogados y procuradores podrán ser denunciadas al magistrado de la causa por
las partes, quien después de oír al afectado elevará la denuncia a la Corte
Suprema de Justicia a los efectos que hubiere lugar.

También podría gustarte