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SL5288-2021 Salario en Especie

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OMAR ÁNGEL MEJÍA AMADOR

Magistrado ponente

SL5288-2021
Radicación n. 82566
Acta 38

Bogotá, D. C., seis (6) de octubre de dos mil veintiuno


(2021).

Decide la Sala el recurso de casación interpuesto por


JULIO ELÍAS ALMANZA SALCEDO contra la sentencia
proferida por la Sala Civil-Familia-Laboral del Tribunal
Superior del Distrito Judicial de Montería, el 25 de mayo de
2018, en el proceso que instauró contra RODRIGO BULA
HOYOS.

I. ANTECEDENTES

Julio Elías Almanza Salcedo llamó a juicio a Rodrigo


Bula Hoyos, con el fin de que se declarara la existencia de
un contrato de trabajo desde el 1 de octubre de 1997 hasta
el 30 de mayo de 2015, contrato que coexistió con los
celebrados por el demandante con EAT VIMAR y CLÍNICA
SAHAGÚN IPS S.A., por consiguiente, se condenara al

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demandado a pagar: cesantías, intereses de cesantías,


vacaciones, primas de servicios, dotaciones, diferencias
salariales, indemnización por despido injusto, pensión
sanción, sanción moratoria por la no consignación de
cesantías, sanción moratoria por el no pago de salarios y
prestaciones sociales, intereses moratorios doblados; como
pretensión subsidiaria, de no acceder a la pensión sanción
se condene al demandado al pago de los aportes a pensión
al fondo de su elección.

Fundamentó sus peticiones, básicamente, en que fue


contratado para laborar al servicio del demandado desde el
1 de octubre de 1997 a través de un contrato de trabajo
verbal e indefinido, hasta el 30 de mayo de 2015, en el
cargo de ayudante de gallería; que fue despedido sin justa
causa; labor que desempeñó en la vivienda destinada a
criadero de gallos ubicada en el barrio San José, propiedad
del demandado; las funciones ejercidas era entrenar gallos,
motilarlos de lunes a domingo; cumplía horario de 12:00 del
mediodía a 5:30 de la tarde; la remuneración asignada
durante toda la relación de trabajo fue de $150.000; que no
se le pagó, cesantías, intereses de cesantías, primas de
servicios, vacaciones; que el día 14 de enero de 2003
ingresó a trabajar a la Clínica Sahagún a través de la EAT
VIMAR en el cargo de camillero, en el horario de 6:00 de la
tarde a 6:00 de la mañana, finalizada el 31 de julio de 2011;
a partir del 1 de agosto fue contratado por la Clínica
realizando la misma labor en el mismo horario, estos
contratos coexistieron con el primero de los mencionados.

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Al dar respuesta a la demanda, la parte accionada se


opuso a las pretensiones y, en cuanto a los hechos, aceptó
la fecha de iniciación de la relación laboral, la celebración
de un contrato verbal a término indefinido, el lugar de
prestación del servicio, que la labor se realizaba de lunes a
domingo; la remuneración pagada; que empezó a laborar
con otras empresas señaladas, según certificaciones
adjuntas. Manifestó en su favor, que la relación de trabajo
culminó en el mes de diciembre de 2002 y no como lo
señaló el demandante, pues, en enero de 2003 se trasladó
con su familia a la ciudad de Montería, que procedió a la
liquidación de las prestaciones sociales del señor Julio
Almanza, a quien se le hizo entrega de 41 gallos de pelea,
por un valor de $4.100.000, a título de liquidación de sus
prestaciones sociales como ayudante de gallero, por el
periodo comprendido entre el 1 de octubre de 1997 y 31 de
diciembre de 2002.

En su defensa, propuso la excepción de inexistencia de


un contrato de trabajo, inexistencia de las obligaciones
contractuales, cobro de lo no debido, buena fe (fs.°19 a 28)

II. SENTENCIA DE PRIMERA INSTANCIA

El Juzgado Civil del Circuito de Sahagún-Córdoba, al


que correspondió el trámite de la primera instancia,
mediante fallo de 7 de febrero de 2017 (f.°73, 74Cd),
resolvió:

PRIMERO: Declarar que existió una relación laboral entre el

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señor JULIO ALMANZA HOYOS y el señor RODIGO BULA


HOYOS, desde julio de 1997 hasta diciembre de 2002. En
consecuencia, condenase a pagar a la demandante las sumas
dinerarias que se relacionas de la siguiente manera:
Cesantías: $1.753.692
Interés de cesantías: $ 206.179
Vacaciones $ 621.897
Total $2.621.897

SEGUNDO: Absolver al demandado de las demás pretensiones,


conforme lo expuesto.

TERCERO: Costas a cargo de la parte demandada y a favor de


la parte demandante. Fíjese como agencia en derecho el valor de
$737.000.

III. SENTENCIA DE SEGUNDA INSTANCIA

Al resolver los recursos de apelación interpuestos por


las partes, la Sala Tercera de Decisión Civil-Familia-Laboral
del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Montería,
mediante proveído de 25 de mayo de 2018, resolvió:

PRIMERO: MODIFICAR el numeral primero de la sentencia de


primera instancia de fecha 07 de febrero de 2017, proferida por
el Juzgado Civil del Circuito de Sahagún -Córdoba en el sentido
que las sumas a pagar son las siguientes:

CONCEPTO SUMA
Cesantías $3.144.718,32
Intereses de cesantías $367.185,08
Vacaciones $1.686.523,65

SEGUNDO: CONFIRMAR en todo lo demás.

El Tribunal se planteó como problemas jurídicos a


resolver: i) determinar si entre las partes se presentó una
coexistencia de contratos de trabajo entre el demandante con
la EAT VIMAR, la Clínica Sahagún IPS y con el demandado

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durante el período comprendido desde enero del 2003 al 30


de mayo de 2015; ii) establecer si hay lugar a reliquidar las
prestaciones sociales reconocidas; iii) establecer si la dación
en pago constituye un modo o forma de extinguir las
obligaciones.

Sobre la declaratoria de coexistencia contractual a


partir de enero de 2003, expresó:

Es preciso indicar que el artículo 26 del CST habla de la


coexistencia de contrato de trabajo, que se configura cuando un
mismo trabajador puede celebrar contratos de trabajo con dos o
más empleadores salvo que se haya pactado la exclusividad de
servicio en favor de uno solo, el accionante manifiesta que
laboró desde el 1° de octubre del 97 hasta el 30 de mayo 2015
como ayudante de gallería y que ese contrato verbal de trabajo
coexistió con los contratos de EAT VIMAR y Clínica Sahagún, de
las pruebas legal y oportunamente aportadas al proceso las
documentales se encuentra constancia de vinculación laboral
expedida por la clínica Sahagún IPS y EAT VIMAR, el accionado
presentó certificado de ser socio fundador de la Clínica Sahagún
declaraciones extra proceso constancia de afiliación al sistema
general de pensiones salud y riesgos del señor Julio Almánzar;
certificación de horarios establecidos para el funcionamiento de
club gallístico; copia de recibo de servicios públicos no
cancelado oportunamente; certificado académico expedido por
la Universidad Pontificia Bolivariana copia de tarjeta
profesional.

Prosiguió,

Sobre la prueba testimonial se observa que rindió declaración el


señor Heiker Rafael Ramos Contray, que conocía al señor Julio
Almanza desde hace 10 años y que esté labora en la Clínica de
Sahagún desde el año 2003, expresa que distingue al Señor
Bula como patrón del señor Almanza.

Asimismo, manifiesta que veía al Señor Almanza cuidando los


gallos motilando y entrenando los gallos y qué estos eran del
señor Rodrigo Bula analizado este testimonio, se observa que no
es creíble, no da veracidad alguna sobre los hechos de la
demanda, para que un testimonio sea creíble, tiene que explicar
de la ciencia de su dicho dando explicación de las
circunstancias de tiempo, modo y lugar, puesto que interrogado
visitaba esporádicamente al señor Almanza y no demostró

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claramente si tenía conocimiento del contrato de trabajo que


tenían las partes ni haber presenciado en ningún momento si el
señor Almanza era subordinado por el señor Bula, así la cosas,
no se le puede dar credibilidad a lo manifestado por este testigo
por no ser este suficiente para establecer si el señor Julio
Almanza prestó sus servicios de manera simultánea en la
Clínica Sahagún IPS y, como ayudante de gallería y toma como
precedente lo contenido en la sentencia del 12 de marzo de
2002, radicado 4812 y sentencia del 2 de septiembre del 2008
radicado 31701.

En ese sendero la coexistencia del contrato de trabajo entre el


señor Julio Almanza y el señor Rodrigo Bula no se tiene de
manera clara puesto que no obran pruebas que prediquen la
coexistencia de sus labores con clínica Sahagún IPS y VIMAR
EAT y el hoy demandado que permiten identificar cuándo y de
qué modo se configuró la pretendida coexistencia, por ende, la
existencia del contrato más allá de diciembre de 2002,
adicionalmente hay que decir que no se encuentra probada la
prestación del servicio alguno más allá del 2002 razón por la
cual la sentencia de primera instancia en este ítem será
confirmada.

Adujo que, si bien es cierto, que hubo un error de


parte del juez al momento de realizar las operaciones
aritméticas sobre los valores reconocidos, consideró que se
debió ordenar la indexación de las condenas impuestas,
para que éstas no perdieran su poder adquisitivo.

En relación a la liquidación de las prestaciones


sociales, la consignación de las cesantías y la sanción del
artículo 99 de la Ley 50 de 1990, del pago doblado de los
intereses de cesantías y la sanción moratoria por no
demostrar los pagos de la seguridad social, consideró, que
no eran de aplicación automática, que hay que evaluar si
hubo mala fe, en la no consignación de las cesantías a un
fondo y el no pago de las prestaciones sociales a la
finalización del contrato de trabajo. En el caso objeto de
estudio, es deber del demandado demostrar la buena fe, la

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cual se encuentra acreditada, cuando entregó 41 gallos al


señor Almanza, como liquidación de las prestaciones
sociales en el año 2003, hecho tomado como cierto por el a
quo, sin que se atacara dicha determinación.

Por lo tanto, no es razonable el pago de esta sanción


moratoria por este concepto, en relación a la omisión de las
cotizaciones a seguridad social también se ciñen a los
mismos postulados tal y como se pone en la sentencia de 3
de octubre de 2017 radicado 52920, en lo esencial la buena
o mala fe no depende de la prueba formal de los convenios,
de la simple afirmación del demandado sino de creer estar
actuando conforme a derecho, pues, en todo caso es
indispensable la verificación de otros aspectos que giran
alrededor de la conducta que asumió en su condición de
deudor obligado de acuerdo a ese precedente para el caso
en estudio se observa que si bien es cierto, que el
empleador no cumplió con el deber de afiliar al sistema de
seguridad social al Señor Julio Almanza no se puede
condenar al empleador al pago de la sanción porque como
se dijo está aprobada la buena fe del demandado, lo mismo
ocurre con la sanción doblada de intereses de cesantías y
por tal razón se confirma la absolución que hicieron juez de
instancia.

Sobre la dación en pago, como una de las formas de


extinguir las obligaciones, estimó que era preciso indicar,
que por regla general en el pago el deudor no puede
extinguir la obligación con nada distinto a la prestación que
se debe ni el acreedor puede exigir nada distinto que la

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prestación a la cual se tiene derecho, pero ello no es


absoluto, porque es una obligación in natural y puede
convertirse en equivalencia, sin embargo, las dos partes
pueden de común acuerdo cambiarle a la prestación debida
el objeto de su relación jurídica si esto se produce tendrá
una nueva obliga y tendremos en cuenta si se opera o no
una novación.

Si bien es cierto, que la dación en pago es un modo de


extinguir las obligaciones se tiene que en el caso en estudio
no se cumplen los requisitos para que se dé la dación en
pago, adicionalmente no se demuestra el acuerdo de las
partes en el cual quedaron a paz y salvo, es decir, que no se
puede estructurar la dación en pago.

En materia laboral el artículo 129 del CST prevé que el


salario en especie no puede llegar a conformar más del 50%
de la totalidad del salario, y que cuando un trabajador
devenga un salario mínimo legal el valor por el concepto del
salario en especie no podrá exceder del 30% así pues, la
regla general es que el salario debe pagarse en dinero
efectivo, el salario en especie sólo puede darse al trabajador
en concepto de remuneración complementaria, la
retribución en especie alimentación, habitación, vestuario
no puede llegar a conformar o a constituir la totalidad del
salario, en el caso de su examen, aunque el juez de primera
instancia ha dejado sentado sin que se haya hecho réplica
que el demandado entregó 41 gallos al Señor Julio Almanza
por cuenta de $6.000.000 para pagar prestaciones sociales
no puede esta sala reconocer dicho pago porque el

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demandado no invocó la excepción de pago ni de


compensación.

Recordó que conforma el artículo 282 del CGP el juez


debe declarar oficiosamente las excepciones que encuentre
probada excepto la de prescripción compensación y nulidad
relativa.

IV. RECURSO DE CASACIÓN

Interpuesto por la parte demandante, concedido por el


Tribunal y admitido por la Corte, se procede a resolver.

V. ALCANCE DE LA IMPUGNACIÓN

El recurrente pretende que la Corte case totalmente la


sentencia de segunda instancia y, en su lugar revocar
íntegramente la sentencia de primer grado, para que se
condene en la forma solicitada en la demanda inicial.

Alcance subsidiario, se case parcialmente la sentencia


del Tribunal, en cuanto absolvió al demandado del pago de
la sanción del artículo 99 de la Ley 50 de 1990, sanción del
artículo 65 del CST, pago doblado de los intereses de
cesantías; pago de los respectivos aportes a pensión.
Además, solicitó, no casarla en lo restante, para que
actuando la Corte como tribunal de instancia, revoque
parcialmente el fallo de primer grado frente a dichas
absoluciones, se ordene su pago, y se confirme en lo demás.

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Con tal propósito, formuló un cargo por la causal


primera de casación, el cual no fue replicado.

VI. CARGO ÚNICO

La impugnación se dirigió por la vía indirecta, por


aplicación indebida de los artículos 22, 23, (artículo 1° de la
Ley 50 de 1990), 24 (artículo 2° Ley 50 de 1990), 25, 26, 47
(artículo 5° Decreto 2351 de 1965), 65 del CST, parágrafo
1°, 129, 193, 267 del CST y SS; 6, 99 de la Ley 50 de 1990,
17, 18, 21, 23, 133, 288 de la Ley 100 de 19993, artículo 5°
del Decreto 116 de 1976, 1627 y 2407 del CC.

Denunció los siguientes errores manifiestos de hecho:

No dar por demostrado, estándolo, que el contrato que


existió entre el demandante JULIO ALMANZA y el
demandado RODRIGO BULA desde el 01 de octubre de
1997 coexistió con los contratos de trabajo suscrito por el
demandante con ETA VIMAR del 14 de enero de 2003 al 31
de julio de 2011 y CLÍNICA SAHAGÚN IPS de agosto de
2011 al 30 de mayo de 2015.

En la demostración del error afirmó, que el Tribunal


no valoró en debida forma la única prueba testimonial
practicada en el proceso, a través del testigo HEIKER
RAFAEL RAMOS COTRAY, quien manifestó claramente que
lo conoció desde el año 2003 hasta la fecha trabaja en la
Clínica Sahagún IPS, como ayudante de gallos para el señor
Rodrigo Bula, pues al preguntarle al juez de primera

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instancia “[…] usted en respuesta anterior dijo que conocía al


señor Julio Almanza Salcedo desde hacía 10 años y desde
ese momento que usted lo conoce de esos 10 años, lo conoció
trabajando simultáneamente trabajando en la Clínica y en
los gallos y cuidando los gallos”

Que se evidenció que el testigo es claro en afirmar que


el demandante JULIO ALMANZA trabajó tanto para la
clínica como para el señor Bula en el tiempo comprendido
entre enero de 2003 y mayo de 2015; afirmó, que la ley
permite la coexistencia de contratos con dos o más
empleadores.

Que, en el caso bajo estudio, se acreditó que el


accionante trabaja como camillero de la Clínica en el
horario de 6 de la tarde a 6 de la mañana, horario que no
interfiere en las labores que debía cumplir como ayudante
de gallos a favor del demandado Rodrigo Bula en la jornada
diurna; que existió un deslinde suficientemente claro, que
no deja duda alguna en cuanto a que el tiempo, energía y
dedicación que se vincula a la actividad de ayudante de
gallería, es diferente a las que ejecuta el demandante como
camillero en la Clínica Sahagún.

Afirmó que, del testimonio vertido en el proceso, quedó


demostrado, que prestó sus servicios personales a favor del
demandado desde enero de 2003 hasta mayo de 2015,
presumiéndose que existió un contrato de trabajo (artículo
24 del CST), presunción que no fue desvirtuada por el
demandado, pues no existe prueba en plenario que indique

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lo contrario.

Señaló como segundo error de hecho, dar por


demostrado, no estándolo, que la relación entre las partes
finalizó en diciembre de 2002.

Aseguró que no existe prueba dentro del plenario que


demuestre que la relación laboral finalizó en diciembre de
2002, omitiendo la parte demandada demostrar este
supuesto de hecho, sin embargo, con el testimonio se
demostró que dicha prestación se extendió más allá de
2002.

Dar por demostrado, no estándolo, que el señor Julio


Almanza recibiera 41 gallos como pago por las prestaciones
sociales adeudadas hasta el año 2002 y que este aceptara
los mismos como dación en pago.

Aseveró, que en su interrogatorio de parte no hizo


mención a tal entrega y mucho menos que se tuviera como
pago de prestaciones sociales adeudadas. La manifestación
de la entrega de 41 gallos lo hizo la parte demandada en su
escrito de contestación de demanda y, en el interrogatorio
no se demostró que tal supuesto haya sido cierto y se
propuso como excepciones de mérito las de: inexistencia de
un contrato, inexistencia de la obligación, cobro de lo no
debido y buena fe. Nunca se propuso como excepción la de
pago o la de compensación, por lo que no se podía tener la
entrega de los gallos como un pago.

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Dar por demostrado, no estándolo la existencia de una


buena fe ante la omisión de no pago por parte del
demandado a la terminación del contrato la totalidad de
salarios y prestaciones sociales, además del pago de los
aportes al sistema integral de seguridad social salud-
pensión ARL, a cargo del demandado eximiéndolo del pago
de la sanción por mora por la no consignación de las
cesantías establecidas en el artículo 99 de la Ley 50 de
1990, indemnización por falta de pago prevista en el
artículo 65 del CST, indemnización por no pago de aportes
al sistema de seguridad social y parafiscales contenidas en
el parágrafo 1° del artículo 65 del CST y ss, pago de
intereses doblados de las cesantías.

En la demostración del error afirmó, que la Sala exime


al dar por demostrado que con la entrega de 41 gallos para
el pago de prestaciones sociales no se configuraba la mala
fe del mismo en la omisión de dichos pagos y afirmó la Sala
“que no puede la esta Sala reconocer dicho pago porque el
demandado no invoco la excepción de pago ni de
compensación, recuérdese que con el artículo 282 del CGP, el
juez debe declarar oficiosamente las excepciones que
encuentre probadas, excepto las de prescripción,
compensación y nulidad relativa.

Afirmó que la buena fe equivale a obrar con lealtad,


con rectitud y de manera honesta, es decir, se traduce en la
conciencia sincera, con sentimiento suficiente de lealtad y
honradez del empleador frente a su trabajador, que en
ningún momento ha querido atropellar sus derechos, lo

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cual está en contraposición con el obrar de mala fe, de


quien pretende obtener ventaja o beneficios sin una
suficiente dosis de probidad o pulcritud. En el caso que nos
ocupa el no pagar las prestaciones sociales en tiempo y el
no realizar las cotizaciones correspondientes al sistema
integral de seguridad social, cuando es consciente el
empleador que se encuentra frente a una relación de
carácter laboral, evidencia diáfanamente que su actuar esta
desprovisto de buena fe, más si se tiene en cuenta que con
la contestación de la demanda se acepta la existencia de
una relación laboral.

Errores que se originaron en la apreciación errónea del


interrogatorio de parte del demandante, del demandado y la
prueba testimonial.

VII. CONSIDERACIONES

La génesis de la presente litis, se contrae a la solicitud


de la parte accionante que se declarara la existencia de un
contrato de trabajo con el accionado, en los extremos
temporales del 1 de octubre de 1997 al 30 de mayo de
2015, contrato que coexistió con los celebrados por el
demandante con los empleadores EAT VIMAR y CLÍNICA
SAHAGÚN IPS S. A., a partir de enero de 2003.

El Tribunal al momento de proferir el fallo confutado,


consideró que de las pruebas allegadas al proceso era dable
determinar la existencia de un contrato entre las partes en
contienda entre el 1 octubre de 1997 y diciembre de 2002 y

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exoneró en relación a las indemnizaciones y sanciones


solicitadas al considerar que no se encontraba demostrada
la mala fe del accionado.

Por su parte, la censura para tratar de derruir la


sentencia confutada señala cuatro errores de hecho que se
concretan en: i) que el Tribunal no dio por demostrado,
estándolo, que la relación de trabajo que unió a las partes
se extendió hasta el año 2015, contrato que coexistió desde
el año 2003 con los celebrados por el demandante con la
EAT VIMAR y LA CLÍNICA SAHAGÚN IPS S. A.; ii) que el
Tribunal, dio por demostrado sin estarlo que el exempleador
actuó de buena fe.

Advertido lo anterior, es de precisar, la ausencia de


debate sobre los siguientes aspectos fácticos: i) que entre
las partes se celebró un contrato de trabajo a término
indefinido, con fecha de inicio 1 de octubre de 1997; ii) que
fue contratado como ayudante de gallería; iii) que en enero
de 2003 el demandante fue contratado en el cargo de
camillero con las entidades EAT VIMAR y CLÍNICA
SAHAGÚN IPS S. A. y que su horario de trabajo era de 6 de
la tarde a 6 de la mañana.

Es de reiterar, que al ser escogida como vía de ataque


la de los hechos, le corresponde a la Sala determinar si el
Tribunal se equivocó en la valoración de las pruebas
señaladas por la censura, teniendo en cuenta que, en sede
de casación, solo son prueba calificada el documento
auténtico, la confesión y la inspección judicial, como lo

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prevé el art. 7 de la Ley 16 de 1969. Las demás pruebas


solo se podrán examinar si el Tribunal incurrió en un yerro
fáctico en relación con aquellas.

Extremos temporales del contrato de trabajo y la


coexistencia del contrato de contratos.

La censura para tratar de demostrar los errores


enrostrados a la decisión cuestionada en relación al
extremo final de la relación de trabajo, señala, que el
Tribunal no valoró en debida forma la única prueba
testimonial practicada en el proceso, a través del testigo
HEIKER RAFAEL RAMOS COTRAY, quien manifestó
claramente que conoció al demandante desde el año 2003
hasta la fecha, trabajó en la Clínica Sahagún IPS y como
ayudante de gallos para el señor Rodrigo Bula, pues al
preguntarle al juez de primera instancia «[…] usted en
respuesta anterior dijo que conocía al señor Julio Almanza
Salcedo desde hacía 10 años y desde ese momento que
usted lo conoce de esos 10 años, lo conoció trabajando
simultáneamente trabajando en la Clínica y en los gallos y
cuidando los gallos».

Se advierte que las inferencias del juzgador derivadas


del testimonio rendido por el señor RAMOS COTRAY
conservan intacta su presunción de legalidad, a pesar de
haber sido denunciado por el impugnante para edificar los
precitados yerros fácticos, puesto que este elemento de
juicio no es prueba calificada y a la Sala le está vedado
entrar a examinar la valoración efectuada por el juez de

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apelaciones, ya que fue el propio legislador, en su libertad


de configuración legislativa, en armonía con las garantía
dentro del marco del debido proceso y sobre la base que la
casación es un recurso extraordinario, quien delimitó la
configuración de los yerros fácticos aptos para casar una
sentencia respecto a tres medios específicos mencionados
precedentemente y dentro de los cuales no se encuentra el
testimonio.

De la coexistencia de contratos a partir de enero de


2003.

Señala la censura que, de la certificación emanada de


la Clínica, se demuestra que su horario laboral era de 6 de
la tarde a 6 de la mañana, lo que no interfería con su labor
de ayudante de galleros, lo que fue refrendado en el
interrogatorio de parte rendido, e insiste que con la
declaración de RAMOS CORTAY se demuestra la
coexistencia de contrato a partir de enero de 2003.

Sobre este puntual aspecto, se impone resaltar, que el


horario laboral en la clínica nunca fue objeto de
controversia, pues al analizar el hecho 10 de la demanda y
su respuesta (f.° 2 y 20 respectivamente), se observa la
aceptación de la parte demandada, aspecto que no es objeto
de reparo alguno. Es de precisar, que los argumentos del
juez de la alzada para no reconocer la coexistencia de
contratos, se fundamentaron básicamente en: i) ausencia
de prueba para demostrar la multiplicidad de contratos de
trabajo; elementos que permitan identificar cuándo y de qué

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modo se configuró la pretendida coexistencia; ii) que no se


encuentra probada la prestación del servicio más allá del
2002.

De lo expuesto, no se puede endilgar al Tribunal un


error con el carácter de protuberante, cuando concluyó que,
al analizar los diferentes medios de prueba, no se podía
concluir una relación laboral con el señor Bula más allá de
diciembre de 2002 y mucho menos una coexistencia
contractual en el periodo comprendido entre enero de 2003
y el año 2015.

Ahora, para ahondar en razones, la única prueba que


predica una relación laboral en los periodos en que se duele
la censura es el único testimonio vertido al proceso, al que
el Tribunal le restó veracidad, al considerar que el mismo,
no daba razón de sus dichos, que el contacto que tenía con
el accionante era esporádico, a su vez, no demostró
claramente si tenía conocimiento del contrato de trabajo
que existía entre las partes, ni había presenciado si el señor
Almanza era subordinado por el señor Bula; asimismo, no
existen pruebas que demuestren la coexistencia de
contratos de trabajo a partir del año 2003. Prueba que
como se precisó, no es apta en casación, de ahí que las
conclusiones permanecen indemnes.

En esa medida, las pruebas denunciadas no logran


desvirtuar la conclusión del Tribunal en cuanto a que
después de diciembre de 2002, no siguió el demandante
siendo subordinado del señor Bula y que se dio la

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coexistencia de contratos de trabajo con las entidades


mencionadas. Por tanto, la acusación no prospera.

De la sanción moratoria de los artículos 99 de la


Ley 50 de 1999 y 65 del CST.

Los argumentos del Tribunal para abstenerse de


imponer las sanciones se basaron en, que éstas no operan
de manera automática, que en el caso objeto de estudio se
encontraba acreditada la buena fe “cuando entregó 41
gallos al señor Julio Almanza como liquidación de las
prestaciones sociales en el año 2003, hecho que fue
aceptado como cierto por el a quo sin que se atacara dicha
determinación”.

Considera el recurrente que el Tribunal erró al dar por


demostrada la buena fe del demandado y, por consiguiente,
exonerar de las indemnizaciones pedidas.

Así las cosas, el problema jurídico que propone el


recurrente a la Sala tiene que ver con resolver si conforme a
la sustentación del cargo, el Tribunal se equivocó al no
imponer al demandado la sanción moratoria prevista por el
numeral 3° del artículo 99 de la Ley 50 de 1990, como
también la indemnización moratoria consagrada en el
artículo 65 del CST, modificado por el artículo 29 de la Ley
789 de 2002.

Para dilucidar lo anterior, se debe comenzar por


recordar, igual que lo hizo el juez de segundo grado, que las

SCLAJPT-10 V.00
19
Radicación n.° 82566

indemnizaciones contempladas en las citadas disposiciones


no son de aplicación automática, sino que, al tener un
carácter sancionatorio, le corresponde al juez al momento
de decidir, analizar la conducta del empleador con el fin de
determinar si estuvo o no revestida de buena fe.

Al respecto, en decisión CSJ SL, 21 abr. 2009, rad.


35414, esta Corte sostuvo:

[…] en lo referente a estas dos clases de indemnizaciones mora-


torias, por la no consignación al fondo de cesantías consagrada
en el numeral 3° del artículo 99 de la Ley 50 de 1990 y la causa-
da a la terminación de la relación laboral por el no pago opor-
tuno de salarios y prestaciones sociales debidas dispuesta en el
artículo 65 del Código Sustantivo de Trabajo, como lo pone de
presente la censura, que es criterio de la Sala que ambas por te-
ner su origen en el incumplimiento del empleador de ciertas
obligaciones, gozan de una naturaleza eminentemente sanciona-
toria y como tal su imposición está condicionada al examen,
análisis o apreciación de los elementos subjetivos relativos a la
buena o mala fe que guiaron la conducta del empleador.

Ese criterio resulta acorde con el expuesto por la Sala en


sentencia de 11 de julio de 2000, rad. 13467 en que señaló:

La indemnización moratoria consagrada en el numeral tercero


del artículo 99 de la Ley 50 de 1990 tiene origen en el
incumplimiento de la obligación que tiene el empleador de
consignar a favor del trabajador en un fondo autorizado el
auxilio de cesantía, luego se trata de una disposición de
naturaleza eminentemente sancionadora, como tal, su
imposición está condicionada, como ocurre en la hipótesis del
artículo 65 del Código Sustantivo del Trabajo, al examen o
apreciación de los elementos subjetivos relativos a la buena o
mala fe que guiaron la conducta del patrono.

Lo anterior significa, que como de tiempo atrás se ha venido sos-


teniendo, la aplicación de la indemnización moratoria para cual-
quiera de los dos eventos que ocupan la atención a la Sala, no
es automática ni inexorable, y por ende en cada asunto a juzgar
el sentenciador debe analizar si la conducta remisa del emplea-
dor estuvo o no justificada con argumentos que pese a no resul-
tar viables o jurídicamente acertados, sí puedan considerarse
atendibles y justificables, en la medida que razonablemente lo
hubiese llevado al convencimiento de que nada adeudaba por

SCLAJPT-10 V.00
20
Radicación n.° 82566

salarios o derechos sociales, lo cual de acreditarse conlleva a


(sic) ubicar el actuar del obligado en el terreno de la buena fe, y
en este caso no procedería la sanción prevista en los preceptos
legales referidos.

Bajo esta órbita, se tiene que el Tribunal al examinar la conduc-


ta de la empleadora demandada y encontrar demostradas las
circunstancias en que aquella fundó su firme convicción de no
estar frente a un contrato de trabajo respecto del demandante,
lo cual se erige como suficiente para brindar apoyo a una con-
ducta de buena fe, indefectiblemente conduce a concluir que la
interpretación que le imprimió dicho juzgador a las disposicio-
nes legales de marras, esto es, los artículos 99 numeral 3° de la
Ley 50 de 1990 y 65 del C. S. del T., se aviene a las orientacio-
nes jurisprudenciales que constituyen su correcta hermenéutica
jurídica.

Igualmente, entre otras, en CSJ SL, 2 de ag. 2011,


rad. 39695, esta corporación precisó:

Se impone, también remembrar lo sostenido por esta Corte, de


tiempo atrás, referente a que la simple negación de la relación
laboral no exonera per se al empleador demandado de la san-
ción moratoria, como tampoco la demostración del contrato de
trabajo trae consigo inexorablemente que se imponga dicha
sanción.

En efecto, la absolución de esta clase de sanción cuando se dis-


cute la existencia del vínculo contractual laboral, no depende de
la negación del mismo por parte del accionado al dar contesta-
ción al libelo demandatorio, ni la condena de esta súplica pende
exclusivamente de la declaración de su existencia que efectúe el
juzgador en la sentencia que ponga fin a la instancia; habida
consideración que en ambos casos se requiere del examen de la
conducta del empleador, a la luz de la valoración probatoria que
hable de las circunstancias que rodearon el desarrollo del con-
trato, a fin de poder determinar si la postura de éste resulta o
no fundada, lo cual depende igualmente de la prueba arrimada
y no del simple comentario o afirmación de haberse regido el
nexo por un contrato de prestación de servicios.

Por último, ha sido posición reiterada de esta Sala que la impo-


sición de la sanción moratoria depende de las particularidades
de cada caso, que aparezcan debidamente demostradas en el
proceso, de tal suerte que las consideraciones efectuadas en de-
terminado asunto no pueden ser automáticamente trasplanta-
das a otros.

DE LA PROTECCIÓN DEL SALARIO Y SU FORMA

SCLAJPT-10 V.00
21
Radicación n.° 82566

DE PAGO
Se impone recordar, que el Convenio 95 de OIT,
debidamente ratificado por Colombia, mediante la Ley 52 de
1962 y por disposición del artículo 53 de la CP, dicha
norma internacional hace parte del derecho interno, y, en
aplicación del artículo 93 ibidem, la Corte Constitucional le
reconoció jerarquía dentro del bloque de constitucionalidad
en la sentencia SU-995 de 2009.

Por su parte, el artículo 1 del instrumento


internacional relacionado, se establece:

A los efectos del presente Convenio, el término salario significa


la remuneración o ganancia, sea cual fuere su denominación o
método de cálculo, siempre que pueda evaluarse en efectivo,
fijada por acuerdo o por la legislación nacional, y debida por un
empleador a un trabajador en virtud de un contrato de trabajo,
escrito o verbal, por el trabajo que este último haya efectuado o
deba efectuar o por servicios que haya prestado o deba prestar.
Destaca la Sala.

Del contenido del mencionado instrumento


internacional, se puede extraer que su propósito consiste en
procurar protección jurídica al crédito salarial, a través de
medidas que sirven para reforzar y complementar las
previstas en el derecho de origen interno.

A su vez, la Comisión de Expertos en Aplicación de


Convenios y Recomendaciones de la OIT, la CEACR, en el
Estudio general de las memorias del Convenio y la
Recomendación No. 85 sobre la protección del salario, de
2003, respecto de los principios y normas consagrados en el
Convenio 95 y la Recomendación 85 de la OIT, expresó:

SCLAJPT-10 V.00
22
Radicación n.° 82566

El conjunto de normas contenidas en los instrumentos


responde a un principio común: garantizar al trabajador el pago
directo y puntual de su salario. Buena parte de las
disposiciones tiene como destinatario pasivo al empleador,
deudor y responsable directo del pago del salario, y exige que se
asegure al trabajador la plena disponibilidad de su salario.
Pero, además, como ya lo había previsto la legislación civil en
muchos países, los instrumentos considerados establecen
reglas que protegen al trabajador frente a los acreedores del
empresario y frente a sus propios acreedores, mediante una
limitación a los embargos o las cesiones del crédito salarial y la
fijación de determinadas preferencias de dicho crédito frente a
los acreedores del empresario, lo que supone límites a la plena
disponibilidad y transferencia del crédito frente a terceros.
Estas diferentes perspectivas dan al Convenio núm. 95 una
especial complejidad y, al mismo tiempo, permiten entenderlo
como parte de un sistema tendiente a proteger de forma
completa el pago efectivo del salario. De esta manera, sus
diversas disposiciones están relacionadas unas con otras y se
completan entre sí, lo que no hace fácil el necesario examen
aislado de los artículos del Convenio, sin que por otra parte ello
implique desconocer el mutuo condicionamiento de esas
disposiciones y que configuran el conjunto del sistema del
Convenio núm. 95. Dicho sistema se articula en torno a cinco
aspectos principales: i) la forma y el medio de pago del salario;
ii) la libertad de los trabajadores de disponer de sus salarios; iii)
el deber de información; iv) las garantías salariales, y v) las
medidas de aplicación[1]. Negrillas de la CSJ.

Sobre la temática de las garantías salariales puesta a


consideración de la Sala, en sentencia CSJ SL3711-2017,
expresó:

El cuarto aspecto cubierto por el convenio, siguiendo la


agrupación del órgano de control de la OIT de los temas
tratados por dicho instrumento acabada de ver, se refiere a las
garantías salariales tendientes a asegurar el pago total de los
salarios adeudados y a proteger a los trabajadores del
menoscabo arbitrario, injusto o imprevisto de sus
remuneraciones, como podría ser el ocasionado por el no pago
de los derechos salariales a los que tiene derecho.

Específicamente, dentro del grupo IV, observa la Sala que el


artículo 12.1 del Convenio prevé que el salario se deberá pagar
a intervalos regulares y el 12.2 establece que, «[c]uando se
termine el contrato de trabajo se deberá efectuar un ajuste final
de todos los salarios debidos, de conformidad con la legislación
nacional…», dentro de un plazo razonable, habida cuenta de los
términos del contrato.

SCLAJPT-10 V.00
23
Radicación n.° 82566

Y el artículo 15 ordena: «[l]a legislación que dé efecto a las


disposiciones del presente Convenio deberá… c) establecer
sanciones adecuadas para cualquier caso de infracción».

De lo anteriormente expuesto se sigue que ciertamente el


artículo 65 del CST regulador de la indemnización moratoria
con base en el cual el ad quem negó la condena por este
concepto, constituye, entre otros, uno de los desarrollos
normativos del Convenio 95 en el derecho de origen interno, en
especial del artículo 15, literal c), puesto que, de él, claramente
se desprende que su finalidad es la de erradicar la cultura de no
pago de los derechos salariales del trabajador a la terminación
del contrato, momento en el cual el empleador deber quedar a
paz y salvo con el trabajador por todo concepto derivado de la
relación laboral que, por cualquier razón, llega a su fin, «…salvo
los casos de retención autorizados por la ley o convenidos por
las partes…», a menos que no haya acuerdo «…respecto del
monto de la deuda, o si el trabajador se niega a recibir, el
empleador cumple con sus obligaciones consignando ante el
juez de trabajo y, en su defecto, ante la primera autoridad
política del lugar, la suma que confiese deber, mientras la
justicia de trabajo decide la controversia». Artículo 65 CST.

De lo expuesto se tiene, que a la finalización del


contrato de trabajo el empleador debe efectuar un ajuste
final de todos los salarios debidos y proceder a su pago de
forma inmediata.

La forma de pago de salarios y prestaciones


sociales

Es de anotar, que en relación al primer aspecto


delimitado por el instrumento internacional «la forma y el
medio de pago del salario», la CEACR, en el párrafo 65 el
estudio general de 2003 precitado, señala 4 medios de pago
principales: efectivo, cheque contra un banco, giro postal y
pago en especie. Y en el párrafo 66 señala que el pago en
efectivo se realizará en moneda legal, lo que guarda
consonancia con el artículo 134 del CST, que señala «El

SCLAJPT-10 V.00
24
Radicación n.° 82566

salario en dinero debe pagarse por períodos iguales y


vencidos, en moneda legal», a su vez el 135, regula «Cuando
el salario se estipula en moneda o divisas extranjeras, el
trabajador puede exigir el pago en su equivalente en
moneda nacional colombiana, al tipo de cambio oficial del
día en que debe efectuarse el pago».

Si bien, el salario puede ser pagado en especie, existe


limitantes en relación a esta forma de pago, tal como se
expresó por la CEACR, en el párrafo 104 y 114 en el estudio
general de 2003 precitado, como se puede ver enseguida

104. El pago de la remuneración en especie, es decir, la


entrega de bienes y servicios en lugar de moneda de curso
legal libremente convertible, tiende a limitar el ingreso en
efectivo de los trabajadores y constituye por lo tanto una
práctica cuestionable. Incluso en aquellas industrias u
ocupaciones en las que este medio de pago ha sido utilizado
durante largo tiempo y ha sido aceptado por los trabajadores
interesados, se requiere de garantías y protección legislativa
frente al riesgo de posibles abusos. Las disposiciones del
artículo 4, habida cuenta de esta doble preocupación,
prohíben que el pago en especie reemplace completamente a la
remuneración en efectivo y sólo lo aceptan como excepción,
bajo el estricto respeto de ciertas condiciones específicamente
determinadas. La Comisión cree conveniente poner de relieve
desde un principio que puesto que las condiciones
establecidas en los párrafos 1 y 2 del artículo 4 del Convenio
son complementarias, la legislación de los Estados ratificantes
deberá reflejar de manera exhaustiva todas y no simplemente
algunas de las disposiciones examinadas a continuación.

Y en el párrafo 114, se señala que el pago en especie


solo puede ser parcial.

Pago parcial en especie 114. De los trabajos preparatorios de


los instrumentos se desprende que desde un principio existió
consenso entre los Estados Miembros en cuanto a que el pago
de salarios en especie únicamente podía efectuarse en forma
adicional al pago en efectivo y por lo tanto comprender sólo
una parte del salario. Este principio fue incorporado desde el

SCLAJPT-10 V.00
25
Radicación n.° 82566

comienzo en el cuestionario de la Oficina sobre la legislación y


la práctica, en los informes preparatorios y en los textos
propuestos como proyectos de instrumentos y recibió apoyo
unánime durante las discusiones de la Conferencia. Algunos
gobiernos sugirieron incluso que los instrumentos
internacionales debían estipular que la legislación nacional
debería establecer hasta qué monto del salario podía ser
pagado en especie mientras que otros gobiernos consideraron
conveniente delimitar la proporción del salario que podía ser
pagada en especie de manera que no excediera del 50 por
ciento del valor total del mismo.

Ahora bien, al descender a la legislación interna el


artículo 129 del CST permite el pago del salario en especie
sin que pueda exceder del 50% de la totalidad del mismo y,
si se trata de salario mínimo esta forma de pago no podría
exceder del 30%. En este orden de ideas, no existe dentro
del ordenamiento jurídico interno una norma que avale el
pago de las prestaciones sociales en especie, por
consiguiente, las prestaciones sociales deben ser pagadas a
la finalización del contrato de trabajo en efectivo y en
moneda legal, como una forma de protección del salario
como única fuente de ingreso del trabajador.

Debe agregar la Sala respecto del pago del salario en


especie que acorde con el artículo 136 del CST, igualmente
se prohíbe el pago del salario en mercancías, salvo que
corresponda a una remuneración parcial.

Del caso concreto.

En el sub examine, encuentra la Sala que la decisión


del juzgador de la alzada no estuvo precedida de un examen
pormenorizado de las pruebas recaudadas, que daban
cuenta de cómo se ejecutó la relación contractual, pues, el

SCLAJPT-10 V.00
26
Radicación n.° 82566

carácter de la relación laboral que unió a las partes nunca


fue objeto de cuestionamiento y, durante la vigencia de la
misma existió una omisión total de las obligaciones y
deberes del empleador con respecto al pago de primas,
vacaciones, cesantías y sus intereses, asimismo, la
afiliación al sistema de seguridad social integral,
comportamiento que no se encuentra dentro de los
postulados de la buena fe.

Es de anotar que el argumento del juez de apelaciones


para encontrar demostrada la buena fe se cimentó en lo
expuesto en el interrogatorio de parte, de la cual se extrajo
la confesión, prueba ésta calificada en casación y
denunciada por la censura, de la que se dedujo la entrega
de «41 gallos al señor Julio Almanza como liquidación de las
prestaciones sociales en el año 2003, hecho que fue
aceptado como cierto por el a quo sin que se atacara dicha
determinación», desconociéndose que la forma contemplada
en el ordenamiento laboral para extinguir las obligaciones
relativas a las prestaciones sociales es el pago en efectivo,
pues, el pago en especie de este crédito laboral no se
encuentra avalado por la ley, a su vez, la posible
aquiescencia del actor al recibir las aves aludidas, no exime
al empleador de ser condenado al pago de la sanción
moratoria, sin tener presente que el trabajador es la parte
débil de la relación, y que en muchas ocasiones se ve
compelido por la necesidad de obtener una fuente de
ingresos para su subsistencia y la de su familia, a aceptar
condiciones alejadas de las que en estricto rigor rigen en el
mundo del trabajo.

SCLAJPT-10 V.00
27
Radicación n.° 82566

Ahora, también fue objeto de denuncia en el cargo la


contestación de la demanda, pieza procesal que de tiempo
atrás, ha sostenido la corporación, que no es prueba apta
en casación para configurar un error del Tribunal capaz de
quebrar la sentencia impugnada, a no ser que contenga
confesión de las partes o que sus manifestaciones hayan
sido tergiversadas o abiertamente desconocidas por el
sentenciador, «incluso, pueden ser acusadas como pieza
procesal capaces de generar un error manifiesto de hecho, en
aquellos eventos en los que la voluntad de las partes es
desconocida o tergiversada ostensiblemente por el fallador».
CSJ SL3173-2021 que reiteró las sentencias CSJ SL255-
2020 y CSJ SL 2168-2019.

De la pieza procesal antes relacionada, se observa que


se responde de manera conjunta a los hechos 15 a 26 (f.°20
del cuaderno principal) y, se afirma que procedió a pagar la
liquidación de las prestaciones sociales con los gallos tantas
veces mencionados, acción que transgrede el ordenamiento
jurídico al tratar de extinguir las obligaciones adeudas con
un pago en especie no contemplado en las normas
laborales.

Advertido lo anterior, se tiene que el actuar del ex


empleador no se ajusta a los parámetros eximentes de este
tipo de sanciones, pues si bien la existencia del contrato de
trabajo no fue objeto de controversia, lo cierto es que su
actuar displicente y omisivo durante la vigencia la relación
laboral que existió entre las partes, desconociéndose los
derechos del trabajador al no realizar los pagos de las

SCLAJPT-10 V.00
28
Radicación n.° 82566

prestaciones sociales causadas durante la existencia de la


relación contractual, aunado a un pago realizado fuera de
los parámetros legales. Comportamiento que dista de los
postulados de buena fe.

Ahora, en relación a quien debe asumir la carga de


demostrar que actuó sin intención fraudulenta, esta
Corporación tiene delineado que es al empleador, tal como
en la sentencia CSJ SL3288-2021 que reiteró la sentencia
CSJ SL199-2021, en esta última se expuso:

[…] cabe anotar que si bien es cierto en algún momento del


desarrollo de su jurisprudencia esta Sala de la Corte consideró
que, de cara a la imposición de la sanción por mora en el
empleador incumplido existía una presunción de mala fe, ese
discernimiento no es el que en la actualidad orienta sus
decisiones, porque, pese a que mantiene su inveterado y
pacífico criterio sobre la carga del empleador para exonerarse
de la sanción por mora, de probar que su conducta omisiva en
el pago de salarios y prestaciones sociales al terminar el
contrato estuvo asistida de buena fe, considera que ello en
modo alguno supone la existencia de una presunción de mala
fe, porque de las normas que regulan la señalada sanción
moratoria no es dable extraer una presunción concebida en
tales términos, postura que, ha dicho, se acompasa con el
artículo 83 de la Carta Política.

En ese orden de ideas, el Tribunal erró al considerar


que el actuar del empleador estuvo revestido de buena fe y
exonerar de las sanciones reclamadas. Así las cosas, se
casa la sentencia confutada.

Sin costas en el recurso extraordinario al salir avante


el cargo.

Sentencia de Instancia

SCLAJPT-10 V.00
29
Radicación n.° 82566

Es de reiterar, que la Corporación ha señalado de


manera inveterada que la sanción moratoria prevista en la
normativa atrás citada no constituye una respuesta judicial
automática frente al hecho objetivo de que el empleador, al
finiquitar el contrato de trabajo, deje de cancelar al
trabajador los salarios y prestaciones sociales adeudados,
de ahí que la misma encuentre lugar cuando quiera que, en
el marco del proceso, el empleador no aporte razones serias
y atendibles de su conducta, es por ello, que en sede de
instancia, son suficientes las consideraciones expuestas en
el recurso extraordinario de casación, que el actuar del
empleador no estuvo revestido de buena fe durante la
ejecución y la terminación de la relación laboral, por lo que
es procedente la imposición de las sanciones moratorias del
artículo 99 de la Ley 50 de 1990, por la no consignación de
las cesantías en un fondo de cesantías y, la del artículo 65
del CST por el no pago de las prestaciones sociales a la
terminación del contrato de trabajo.

Antes de proceder a la imposición de las sanciones


moratorias reclamadas, se tiene que no es objeto de
discusión que, lo extremos de la relación laboral se
encuentran comprendidos entre 1 octubre de 1997 a 31
diciembre de 2002, que el salario devengado por el
demandante fue el mínimo de cada época.

Asimismo, el artículo 99 de la Ley 50 de 1990


establece que el valor liquidado por cesantías deberá
consignarse antes del 15 de febrero del año siguiente, en el
fondo de cesantías elegido por el trabajador y, el empleador

SCLAJPT-10 V.00
30
Radicación n.° 82566

incumplido deberá pagar un día de salario por cada día de


retardo, en el caso objeto de litis, el empleador no realizó
consignación alguna por concepto de cesantías, lo que
conlleva la imposición de la sanción mencionada así:

año Asignació Asignació Sanción del artículo 99 ley 50 de Total


n n diaria 1990
mensual
1997 $172.005 5.733.5 Desde el 15 de febrero de 1998 2.064.060
al 14 de febrero de 1999
1998 $203.825 6.794,16 Desde el 15 de febrero de 1999 2.445.900
al 14 de febrero de 2000
1999 $236.438 7.881,26 Desde el 15 de febrero de 2000 2.837.256
al 14 de febrero de 2001
2000 $260.100 8.670 Desde el 15 de febrero de 2001 3.121.200
al 14 de febrero de 2002
2001 $286.000 9.533,33 Desde el 15 de febrero de 2002 3.003.000
al 31 de diciembre de 2002
Total 13.589.616

Del cuadro antes relacionado se tiene, que el


empleador adeuda al trabajador la suma de $13.589.66 por
concepto de la indemnización consagrada en el artículo 99
de la Ley 50 de 1990.

En relación a la sanción moratoria del artículo 65 por


el no pago de salarios y prestaciones sociales a la
terminación de la relación de trabajo, se tiene que
corresponde a un día de salario por cada día de retardo
hasta que se produzca el pago efectivo, de lo que viene de
decirse, el salario mínimo legal vigente devengado por el
demandante para el año 2002 es de $309.000 mensuales,
es decir, que su asignación diaria es de $10.300, que corren
desde el 1 de enero de 2003 hasta que se produzca el pago

SCLAJPT-10 V.00
31
Radicación n.° 82566

efectivo de las prestaciones adeudadas y, se confirma el


numeral primero en su integridad.

Por consiguiente, se revocará el numeral segundo de la


sentencia proferida por el 7 de febrero de 2017 por el
Juzgado Civil del Circuito de Sahagún-Córdoba y en su
lugar se condena al demandado a pagar al demandante:

a. La suma de $13.589.616 por concepto de la sanción


contemplad en el artículo 99 de la Ley 50 de 1990, por
no haber realizado la consignación de las cesantías en
un fondo de cesantías.
b. La suma de $10.300, diarios por el no pago de las
prestaciones sociales a la terminación de la relación
laboral, los que corren desde el 1 de enero de 2003
hasta que se produzca el pago efectivo de las
prestaciones adeudadas.

Sin costas en el recurso extraordinario de casación.


Las de las instancias a cargo de la parte demandada.

VIII. DECISIÓN

En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de


Justicia, Sala de Casación Laboral, administrando justicia
en nombre de la República y por autoridad de la ley, CASA
la sentencia dictada por la Sala Civil-Familia-Laboral del
Tribunal Superior del Distrito Judicial de Montería, el 25 de
mayo de 2018, en el proceso que instauró JULIO ELÍAS
ALMANZA SALCEDO contra RODRIGO BULA HOYOS,

SCLAJPT-10 V.00
32
Radicación n.° 82566

únicamente en lo relacionado a la absolución de la sanción


del artículo 99 de la Ley 50 de 1990 y la indemnización
moratoria del artículo 65 del CST. No la casa en lo demás.

En sede de instancia, RESUELVE,

REVOCAR el numeral segundo de la sentencia


proferida por el 7 de febrero de 2017 por el Juzgado Civil
del Circuito de Sahagún-Córdoba y en su lugar condenar al
demandado a pagar al demandante:

a. La suma de $13.589.616 por concepto de la sanción


contemplada en el artículo 99 de la Ley 50 de 1990,
por no haber realizado la consignación de las
cesantías en un fondo de cesantías.
b. La suma de $10.300, diarios por el no pago de las
prestaciones a la terminación de la relación laboral,
los que corren desde el 1 de enero de 2003 hasta que
se produzca el pago efectivo de las prestaciones
adeudadas.

Costas como se indicó en la parte motiva.

Notifíquese, publíquese, cúmplase y devuélvase el


expediente al Tribunal de origen.

OMAR ÁNGEL MEJÍA AMADOR


Presidente de la Sala

SCLAJPT-10 V.00
33
Radicación n.° 82566

GERARDO BOTERO ZULUAGA

FERNANDO CASTILLO CADENA

LUIS BENEDICTO HERRERA DÍAZ

IVÁN MAURICIO LENIS GÓMEZ

JORGE LUIS QUIROZ ALEMÁN

SCLAJPT-10 V.00
34
Radicación n.° 82566

OMAR ÁNGEL MEJÍA AMADOR 


Magistrado Ponente
 
SALVAMENTO DE VOTO
Radicación n° 82566

REFERENCIA: JULIO ELÍAS ALMANZA SALCEDO


vs. RODRIGO BULA HOYOS.

Con el acostumbrado respeto por las decisiones de la


Sala, salvo el voto en las presentes diligencias, por cuanto
considero que el cargo no debió prosperar en lo atinente a
la sanción moratoria, al no acreditarse un error evidente de
hecho que condujera al quiebre de la sentencia.

Ha sostenido la jurisprudencia que para que se pueda


romper la doble presunción de legalidad y acierto de la cual
se encuentra revestida una sentencia, cuando se acude al
recurso extraordinario de casación y, en este caso
específico, la vía indirecta, es imperativo que el impugnante
acredite de manera fehaciente que el fallador no valoró una
prueba que reposa en el expediente, que la contempló de
manera equivocada o que la supuso; por lo que no es viable,
a través de este medio de ataque, realizar planteamientos
globales o genéricos.
Por ello, se erige como un deber inexcusable,
singularizar cada prueba legalmente calificada, de manera
que, si el dislate no obedece a su materialidad u objetividad
no es discernible en casación, pues el respeto a la libertad

SCLAJPT-10 V.00
35
Radicación n.° 82566

de convencimiento, se exhibe insoslayable y, precisamente,


por esta autonomía es que la ley adjetiva exige que el yerro
en la contemplación de la plataforma probatoria sea de tal
magnitud que hiera la retina, es decir, como lo ha dicho de
antaño esta Corporación se detecte a simple vista porque
se impone inequívocamente a los ojos de la Corte.

En ese sendero, el error de hecho debe ser manifiesto,


evidente, ostensible, debe aparecer prima facie. Tiene dicho
la Sala que «las simples conjeturas, aunque acompañadas
de alguna razón, no son bastantes a la casación, terreno en
el que es preciso armarse de razones potísimas. En suma, en
casación no se triunfa con sólo sembrar dudas, sino sobre la
certeza del despropósito en que haya incidido el
sentenciador de instancia. Esto, y nada menos, es lo que la
proverbial jurisprudencia ha enseñado en torno al error de
hecho» (CSJ, SL, 27 feb. 2013, rad. 38024).

En el presente asunto, contrario a lo aducido por la


mayoría, considero que a pesar de que la acusación fue
encauzada por la vía indirecta, ningún verdadero
argumento de índole fáctico se esbozó y, por el contrario,
partiendo de las mismas premisas probatorias establecidas
por el Tribunal, en un análisis jurídico propio de la vía
directa, se concluye por el recurrente y por la Sala, que
tales supuestos no podrían catalogarse como buena fe
eximente de las indemnizaciones pretendidas, empero, a tal
aserto no podía llegarse por la vía elegida.

Aunado a lo anterior, ninguna de los elementos de

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juicio señalados por la censura logra evidenciar el error de


hecho manifiesto; en primer término, porque la prueba
testimonial no es apta en casación a la luz del artículo 7 de
la Ley 16 de 1969 y, en segundo lugar, porque de la
confesión del demandante en su interrogatorio nada
diferente se logra extraer que al término de la relación
laboral sus acreencias laborales fueron pagadas con unos
gallos de pelea.

Por ello, y en atención a que la línea de pensamiento


de la Corte ha sido incisiva en predicar el respeto por la
libertad e independencia de la labor de juzgamiento en las
instancias, en atención a lo preceptuado por el artículo 61
del ordenamiento adjetivo en lo laboral, y de lo consagrado
en el artículo 228 de la Constitución Política, aun cuando
surja alguna discrepancia en materia de valoración del
material probatorio; de la estimación fáctica hecha por el ad
quem no se exhibe nada descabellado que desafíe el sentido
común y las reglas de la sana crítica.

En efecto, si bien la mayoría concluyó que era evidente


que en el caso concreto existió mala fe del empleador al
pagar las prestaciones sociales en especie al trabajador, y
no considerarse como válido, al tenerlo como indicador del
ánimo de defraudar los intereses del trabajador; lo cierto es
que la labor hermenéutica desplegada por el colegiado de
instancia, contrario a predicarse como errónea, considero
que se acopla al contexto social en que se desarrolló la
relación laboral y, es que en últimas, eso es el derecho, la
regulación de unas prácticas o usos de la sociedad, los que

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no pueden resultar ajenos al análisis que el juzgador realiza


de las pruebas en el marco de la insoslayable sana crítica.

De tiempo atrás se ha concebido el pago en especie


como forma válida para remunerar la labor del trabajador,
aunque es evidente que no se pagaba de la misma forma
como en la actualidad. Así, en la antigüedad «se asignaba
una unidad de trigo como forma de pago por jornal; la
cantidad de alimentos asignada se entregaba ya fuera en
forma de ración diaria o como provisión al inicio del periodo
de trabajo, tiempo en el cual el trabajador debía conservarla.
A la cantidad de alimentos se llamaba Sila, que era
equivalente a un poco menos de un litro de cebada tostada
con algo de aceite, y se establecía 10 silas diarias para un
segador, 2 silas diarias para un trabajador libre y 1 sila
diaria para un esclavo»1.

Esta forma de remuneración en especie se mantuvo


para los soldados romanos que equivalía «a una dracma al
día, más siete raciones mensuales de cebada y dos de
grano»2; y aunque algunos autores han señalado que no es
fácil determinar el valor de las compensaciones laborales en
la Edad Media, «debido a que los monarcas alteraban el
valor de las monedas, la Ordenanza francesa de 1349 y
1350 fijó 12 denarios al día más el alimento interno que se
les daba»3.

1
VARELA JUÁREZ, Ricardo, Antecedentes del Salario en el Mundo, México DF,
Ed. Pearson, Pág. 251.
2
MUÑIZ COELLO, Joaquín. Las Finanzas Públicas del Estado Romano en el Alto
Imperio. Torrejón de Ardoz, Madrid, 1991. Ed. Akal. Pág. 12.
3
Varela, Ob. Cit, Pág. 253

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En la época moderna, el pago en especie ha tenido una


especial importancia en «economías y sistemas productivos
poco desarrollados debido a la estabilidad y seguridad en el
valor de los productos, particularmente cuando la inflación es
elevada, pues el trabajador deja de asumir el riesgo derivado
de las fluctuaciones monetarias»4.

Sin embargo, pese a existir tales antecedentes, esa


manera de pago en forma diferente al dinero, gestó serias
luchas entre empleadores y trabajadores en varios
contextos histórico-políticos, las que en muchas ocasiones
tuvieron consecuencias muy lamentables que obligaron, en
últimas, a establecer el reconocimiento del salario, en su
mayor proporción, en estricta moneda corriente.
Ciertamente, a principios del siglo XX, se gestaron una serie
de movimientos obreros en procura de reivindicar una
multiplicidad de derechos laborales, entre ellos, el sistema
de vales.

En efecto, puesta la mirada en aquel escenario, donde


la escasa legislación en materia de sindicatos impedía la
promoción para el surgimiento de uniones de trabajadores,
cuyo radio de aplicación, además, era restringido a
trabajadores de una misma empresa, encontramos en la
Huelga de las Bananeras promovida en la empresa United
Fruit Company en el año 1928, una ocasión para el
reclamo, más que legítimo, de una serie de derechos
laborales en el que se incluía, la modificación del pago
mediante vales de la empresa.
4
FERNÁNDEZ, Avilés, Configuración Jurídica Del Salario, Granada 2001, Pág. 287.

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Recordemos que, en el pliego de peticiones radicado


ante la precitada empresa, se plasmaron como solicitudes:
«1. Reconocimiento a la Federación y a los sindicatos
estableciendo los contratos colectivos propios en la
negociación de clase. 2. Seguro colectivo para los
trabajadores (Leyes 37 de 1921 y 32 de 1922). 3. Aplicación
de la Ley 57 de 1915 sobre accidentes de trabajo y
reglamentación de la misma. 4. Mejoramiento higiénico de
las viviendas (Ley 46 de 1918) y cumplimiento de las normas
de higiene social (Ley 15 de 1925). 5. Descanso dominical
remunerado (Ley 76 de 1926). 6. Abolición de los
comisariatos y libertad de comercio. 7. Pago semanal y
no quincenal. 8. Abolición del sistema de vales. 9.
Aumentos de salarios del 50% para los salarios menores.». 5

De esta manera, claro era que existía una


inconformidad sobre la imposibilidad de disponer
libremente de la asignación salarial, puesto que ella era
representada en documentos que solo podían ser canjeados
ante dependencias del empleador, lo que truncaba
realmente el querer del empleado ante la adquisición de
aquellos bienes que considerara indispensables para suplir
sus necesidades básicas.

Y es que fruto de esta tendencia histórica del pago del


salario en dinero, es que se concibe la posibilidad de
reconocerlo en especie, bajo la égida del artículo 129 del

5
Sánchez Ángel, Ricardo. Significados de la Huelga de las Bananeras 1928, pág. 59,
Universidad Nacional de Colombia, 2009.

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Código Sustantivo del Trabajo, según el cual se permite al


empleador pagar la remuneración del trabajador en dinero y
en especie de acuerdo con los porcentajes allí establecidos,
claro, con la prohibición de trueque y venta de mercancías y
víveres por parte del empleador, de conformidad con los
artículos 136 y 137 del mismo compendio normativo.

Siendo así las cosas y como se indicó, si bien el mayor


énfasis sobre la necesidad de reconocer en dinero el salario
y prestaciones, la prohibición del trueque y venta de
mercancías se concentra en el decurso de la relación
laboral; ello no encuentra distinción al momento de la
terminación del contrato de trabajo.

Y al ser lo anterior así, en mi sentir, si bien el pago


recibido por el demandante, representado en unos gallos de
pelea, no podía considerarse como una forma válida de
extinguir la obligación, independientemente si se trataba de
un pago completo o deficiente; lo cierto es que en el marco
social y cultural de las partes, este podría resultar de algún
modo aceptable, por ende, carente de mala fe.

Por lo que, la consecuencia directa ante la inexistencia


del pago, era ordenar nuevamente la cancelación en dinero
como único medio para la extinción de la obligación; pero lo
que si resulta inadmisible es afirmar que, pese a procederse
a cancelar la suma que se consideraba deber, bien fuese en
especie, de ello podía extractarse el ánimo inequívoco de
defraudar al trabajador, quien no era desconocedor del

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Radicación n.° 82566

valor de las aves entregadas por moverse en ese medio,


además de que no lo cuestionó en el proceso.

Sobre ese particular, no se debe perder de vista que,


para la aplicación de la sanción moratoria, no existen reglas
definidas para acreditar la creencia de no sustraerse de
aquellas obligaciones con respecto a quien presta sus
servicios de forma personal y subordinada y, en ese
sendero, se abordó el análisis del juez plural cuando en sus
conclusiones expone que la sanción moratoria no se abría
paso ante el hecho probado en primera instancia –y no
discutido por el demandante- relativo a que recibió un pago
por los derechos laborales que pudieron generarse a su
favor.

Y es que en el tema puntual de la cultura y tradición


en la crianza de gallos de pelea, el que se define como
negocio oneroso que debe ser desarrollado de manera
asociada6, cuenta con un arraigo en diferentes zonas del
país cuyo manejo, de forma independiente a que comparta,
dado su alto contenido consuetudinario, debe ser respetado
por aquél operador jurídico que se enfrenta a un problema
jurídico que surge en tales regiones. Así, más allá de un
simple ejercicio intelectual observado desde la cúspide de la
administración de justicia, que deja de lado, el verdadero
sentido de los usos sociales, lo prudente era auscultar ese
entorno social que rodeó el pago y la labor desplegada por el
demandante, supuestos fácticos que fueron analizados por
el ad quem.
6
https://www.youtube.com/watch?v=_XS8fl5w75w&t=125s.

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Es que es tan particular este asunto, que vale la pena


remitirse a la diligencia de interrogatorio que rindió el
demandante en el decurso del proceso, donde con asombro
y tenacidad, el juez de conocimiento, al observar una
repuesta entregada por este, afirma – como un hecho
indiscutible y con exclamación- que en esa sala desde
donde presidía la audiencia pertinente, «todo el mundo
conocía de gallos» para con ello, convocar al deponente a
una mejor explicación de lo narrado. Y, es esa realidad
intangible, aquella que no podía ser desconocida por la
Corte, itero, bajo un ejercicio simple de juzgamiento
desprovisto del análisis de las costumbres de una región de
nuestro país.

En los anteriores términos dejo sentadas las razones


de mi disentimiento con la decisión mayoritaria.

Fecha ut supra

FERNANDO CASTILLO CADENA

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