Servicio Público
Servicio Público
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El servicio público es aquel brindado por el Estado, ya sea directamente o bajo su control y
regulación. Así, se busca asegurar el abastecimiento a la población de ciertos productos
considerados esenciales.
Es decir, los servicios son considerados públicos cuando el Gobierno los provee. Esto puede ser,
mediante entidades o empresas estatales.
Todo servicio público tiene como finalidad general procurar la atención de las necesidades que
originan prestaciones dirigidas a los particulares, individualmente o en su conjunto, que son de
interés público y sirven al bien común y de índole tal que imponen que ellas deban ser, en un lugar
y tiempo dados, asumidas por el Estado.
Los servicios públicos pueden ser prestados por el Estado de manera directa, bajo el control de
éste mas o menos activo, y otros por último pueden y aún deben mantenerse en manos privadas.
la existencia de una necesidad o una exigencia de interés público, y que como tal afecta y
compromete el bienestar general;
Todos los servicios públicos ofrecen una serie de notas caractrizantes o elementos constitutivos de
su noción conceptual, respecto de los cuales existe, si bien con algunas variantes, acuerdo
doctrinal, en cuanto a su determinación. Dichos caracteres son los siguientes:
continuidad,
regularidad,
uniformidad o igualdad,
generalidad y
obligatoriedad.
Todos los caracteres señalados se ponen claramente de manifiesto con el funcionamiento del
servicio público, pues atañen primordialmente a la forma como debe prestárselo.
Continuidad:
De acuerdo con Serra Rojas, los servicios públicos pueden clasificarse en cuatro grandes categorías
si se parte de la competencia de los diversos órganos del Estado Federal Mexicano:
Las prestaciones proporcionadas por el servicio público se pueden clasificar en los siguientes
términos:
Fuente: gob.mx
Su naturaleza se determina por las facultades de los órganos federales. El articulo 124 de la
Constitución establece que. “las facultades que no están expresamente concedidas por esta
Constitución a los funcionarios federales, se entienden reservadas a los Estados.
Determinada la competencia del órgano federal, puede crearse en una ley la Organización de un
servicio público.
Los servicios públicos pueden ser:
Concurrentes con las demás entidades. Hay determinadas materias que no son de la
exclusiva competencia federal, y pueden ser atendidas por las autoridades federales,
locales y municipales: Turismo, salubridad, caminos, etc.
En varios Estados se reserva a las autoridades locales las materias que no sean federales. Las
constituciones de los Estados regulan éstas, y forman la competencia de los servicios públicos
locales, que deben ser regulados por leyes que expidan las Legislaturas de los Estados.
Son aquéllas organizaciones que atienden problemas que afectan principalmente el manejo de
una circunscripción territorial, como alumbrado, policía, jardines, cementerios, limpia.
Son creados por la acción de la organización de las Naciones Unidas en determinados ramos que
interesan a todas las naciones. Los servicios públicos internacionales crean organizaciones que se
regulan por convenios entre los Estados, tales como problemas sanitarios, educativos,
asistenciales, económicos y otros.
No esenciales
Facultativos
Uti singuli
Concurrentes
Mixtos
Impropios o virtuales
Empresas nacionalizadas
En principio, todos los servicios públicos, son de alguna manera retribuidos, ya que los usuarios o
beneficiarios de ellos pagan por su prestación alguna compensación, ya sea mediante la forma de
un impuesto, una tasa o un precio. Ello se deriva del hacho de que la administración para poder
costear los servicios públicos debe de obtener de los propios administrados los recursos
necesarios para hacerlo, puesto que no puede crearlos por si misma.
El servicio público es gratuito, cuando el usuario no paga por el hecho de su prestación suma
alguna que específica y concretamente sea imputada a ese fin. Ésta gratuidad no es absoluta, sino
relativa, puesto que éstos servicios son en realidad costeados por medio de los recursos normales
y generales de la administración, cuya fuente principal es el impuesto.
El servicio público es oneroso en cambio, cuando el usuario paga por su prestación un importe
determinado como retribución.
El servicio público es lucrativo por último, cuando además de ser oneroso, la retribución está fijada
en forma tal que no solo cubre el costo del servicio, sino también un beneficio o ganancia en favor
de quien lo ejecuta.
Si bien se podría discutir si los servicios públicos prestados directamente por la administración
pública pueden o no deben ser gratuitos - aun cuando el principio general debe ser el de su
razonable retribución, salvo excepciones debidamente justificadas -, la discusión no es admisible
cuando se trata de servicios públicos prestados indirectamente por medio de un concesionario, ya
que en tal caso no puede exigírsele a éste, que es un particular, que colabore gratuitamente en la
ejecución del servicio, de suerte que en ese supuesto la prestación se llevará a cabo en forma
onerosa o mas bien lucrativa, significando para el concesionario la obtención de una ganancia o
beneficio, que es justamente lo que lo ha llevado a aceptar tal colaboración.
Los servicios públicos gratuitos solo son admisibles cuando se los vincula a exigencias generales
sociales o económicas, como ocurre cuando el Estado, por ese medio, pretende alcanzar una
finalidad de fomento, pero en el resto de los casos, lo equitativo es que sean retribuidos, pues ello
significa una mas justa distribución de los gastos de la administración.
Tanto el precio como la tasa resultan de un instrumento especial, en el cual constan, con todas sus
formas y modalidades es la tarifa, vocablo que deriva del árabe tarif, infinitivo del verbo arrafa,
que significa, publicar, dar a conocer y divulgar.
Respecto a los usuarios del servicio, la tarifa, - que debe ser siempre fijada y aprobada por la
administración pública -, tiene valor reglamentario, de un acto reglamentario de la
administración, de modo de que si el administrado desea utilizar o aprovechar la prestación debe
acatar esa parte del servicio así regida, y pagar la tarifa fijada, lo cual le da, a su vez, el derecho a
exigir la aplicación correcta de la tarifa y la ejecución de la prestación en forma debida,
pudiendo articular en caso contrario, los recursos que fueran admisibles.
Cuando el servicio público se presta bajo la forma de una concesión, la tarifa tiene, entre el
concedente y el concesionario, valor contractual, puesto que es el contrato de concesión el que
determina como se fija, qué elementos deben integrarse para su calculo, como se la varía o
modifica, como se la deber{a percibir de los usuarios, etc.
Entre las condiciones que debe reunir una tarifa para ser considerada válida y eficaz, cabe citar las
siguientes:
a. debe haber sido establecida por la autoridad administrativa competente para ello,
c. debe haber sido establecida conforme al principio de igualdad entre los usuarios,
Además, y para el caso de los servicios públicos concedidos, la tarifa debe haber sido fijada con
intervención del concesionario, con sujeción de lo que al respecto prevea el contrato de
concesión, y debidamente notificada al concesionario.
Indudablemente, una de las condiciones mas importantes que debe reunir la tarifa es la de ser
justa y razonable, concepto que fue desarrollado por Bielsa en su conocido trabajo sobre La
locución justo y razonable en el derecho y en la jurisprudencia, publicado en Rosario en 1942.
Para ello, además de los intereses del concesionario, cuando exista, deben tenerse muy en cuenta
los del público en general, es decir, de los usuarios, sobre la base de dos factores, que a veces
pueden parecer contrapuestos: por un lado la relación que exista entre el precio o la tasa que se
cobre por el servicio y el poder adquisitivo probable del usuario; por el otro, la justa remuneración
que compensa el capital invertido y permita el mantenimiento y el desenvolvimiento del servicio
en forma correcta y adecuada.
Las tarifas no tienen por que ser inmutables, y al contrario, su revisión periódica, no solo es
jurídicamente legítima, sino además económicamente necesaria, incluso para mayor beneficio de
los usuarios, y una siempre adecuada distribución del costo del servicio de que se trate.
Las tarifas, que deben ser ciertas, para su mas simple aplicación, y uniformes en las distintas
categorías, pueden revestir diferentes modalidades, y ser fijas o móviles o dispuestas por la
administración bajo el sistema de tarifas máximas, cuyo tope no podrá sobrepasar quien preste el
servicio.
Para que se pueda exigir y cobrar la tarifa, es imprescindible de que el servicio a que ella se refiere
haya sido efectivamente prestado en las condiciones debidas, o que al menos el servicio haya sido
puesto a disposición del usuario, siendo voluntario de éste utilizarlo o no.
Se ha aceptado que la razonabilidad de una tarifa puede ser revisada en sede judicial, por medio
de los recursos y acciones pertinentes para ello, pero sin que la autoridad judicial pueda
inmiscuirse o llegar a afectar la prestación del servicio en si mismo, cuya realización está reservada
a la administración pública. Por ello, si bien en sede judicial se puede declarar la nulidad de una
tarifa, la autoridad judicial no podría fijar otra en su reemplazo, o eximir definitivamente al usuario
del pago del servicio prestado, cuando éste debe ser retribuido.
El objetivo o finalidad
10. El objeto o finalidad del servicio Se dice que el servicio público tiene por objeto la satisfacción
de una necesidad colectiva, pero se aclara que es el legislador y no el juez quien aprecia cuándo
hay en la sociedad una tal necesidad que deba ser atendida mediante el procedimiento del
servicio público. Con este punto de partida, el fin del servicio público es un elemento contingente
y que no sirve para caracterizarlo en un plano teórico estable. Este dato carece por ello de rigor
dogmático, además de constituir de cualquier manera un elemento subjetivo y no un aspecto
objetivamente apreciable. 13 Sobre la naturaleza o esencia de las cosas en el mundo jurídico, ver
el Tratado, t. 1, cap. I. Ver también allí lo referente a las definiciones y clasificaciones, donde
tratamos algunos supuestos metodológicos que son aplicables a este capítulo. servicios públicos
405 Es evidente, por lo demás, que algunos servicios públicos no atienden una verdadera
necesidad pública, sino que simplemente realizan actividades de utilidad pública; que otros
servicios públicos persiguen específicamente una finalidad de contralor fiscal o de otro tipo, pero
no satisfacer una necesidad pública. (Así el servicio de manufactura y venta de tabacos en Francia,
o el monopolio estatal de los alcoholes en Costa Rica, tienen finalidades simplemente fiscales.)