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Lucho

La ley de Enfiteusis de 1842 declaró que las tierras comunales eran propiedad del Estado, considerando a los indígenas simples arrendatarios. La ley de Exvinculación de 1874 buscó abolir las comunidades indígenas para fomentar el progreso, pero en realidad llevó a la expansión del sistema de haciendas. Juan Lero se autoproclamó el primer presidente indígena en 1899 tras promesas incumplidas de los liberales a los pueblos originarios luego de la guerra federal entre conservadores y liber

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Lucho

La ley de Enfiteusis de 1842 declaró que las tierras comunales eran propiedad del Estado, considerando a los indígenas simples arrendatarios. La ley de Exvinculación de 1874 buscó abolir las comunidades indígenas para fomentar el progreso, pero en realidad llevó a la expansión del sistema de haciendas. Juan Lero se autoproclamó el primer presidente indígena en 1899 tras promesas incumplidas de los liberales a los pueblos originarios luego de la guerra federal entre conservadores y liber

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UNIDAD EDUCATIVA

LIBORIO CADIMA

DOCENTE: Ariel

GRADO: 5°B

MATERIA: CIENCIAS SOCIALES

ALUMNO: Luis Mario Chiri García

COCHABAMBA
2022

1
Indice
Caratula 1
Índice 2
Ley de Enfiteusis.- 3
Ley de Exvinculacion.- 4
Levantamiento Indígena.- 5
Juan Lero.- 6

1.- Ley de Enfiteusis.-

2
Ley de Enfiteusis, promulgada el 14 de diciembre de 1842.

Ante la persistencia de la crisis minera, el dominio de las tierras cultivables aparecía como la
única vía de enriquecimiento para las clases dominantes. Aunque todavía no estaban
preparadas para convertir en haciendas las inmensas extensiones de tierra ocupadas por las
comunidades, la Ley de Enfiteusis allano el terreno para la futura transformación de los
comunarios en yanaconas (colonas de hacienda).

La citada disposición legal declaraba que las tierras “poseídas” por los comunarios eran
propiedad del Estado, considerándose a los originarios simples enfiteutas, es decir, poseedores
de la tierra en usufructo y tributarios por los productos agrícolas que obtenían de ella. A
diferencia de los decretos bolivarianos, se desconocía tanto la propiedad colectiva de la tierra,
y, al ser de dominio público, nadie podría condenar al gobierno si en algún momento decidiera
enajenar las tierras pertenecientes al Estado. El destino final de tal enajenación seria la
apropiación de los predios comunales por parte de una nueva clase de hacendados.

De cualquier manera, no fue durante el régimen de Ballivián que se efectivizo la usurpación de


tierras de comunidad. Transcurrirían dos décadas de aparente tranquilidad (1843-1863) en las
que la distribución de la población agrícola se mantendría básicamente estable, de acuerdo a
alas cifras proporcionadas por José María Dalence en 1845. En su bosquejo Estadístico de
Bolivia, Dalence calculaba la existencia de 5.000 haciendas y 3.000 comunidades indígenas;
pero para evitar una impresión engañosa, estos datos fueron complementados con el número
de cabezas de familia pertenecientes a cada tipo de propiedad: 5.000 hacendados, 80.000
colonos y 130.000 entre originarios, agregados y forasteros.

3
2.- Ley de Exvinculacion.-

Bajo el nombre de la Ley de Exvinculación, declarada en 1874, el gobierno de Bolivia pretendió


abolir las comunidades indígenas como institución terrateniente, contribuyente y
representativa con el argumento de fomentar el progreso del país. Sin embargo, lejos de
cumplir su objetivo de generar una transición capitalista del país, la ley produjo una expansión
del sistema semi-feudal de la hacienda. En vez de crear una clase de campesinos con
propiedad individual privada, la mayoría de las tierras comunitarias fueron absorbidas por la
hacienda, convirtiendo a los comunarios en peones.

4
3.- Levantamiento Indígena.-

Los levantamientos indígenas contra el dominio español comenzaron desde 1779, reflejando
más de 45 años de lucha por el sueño de la libertad [1].

Todo comenzó en 1779 cuando los caudillos indígenas, Katari, Túpac Amaru II y Túpac Katari,
establecieron los primeros levantamientos indígenas que se oponían al cobro excesivo de
tributos, los abusos de la mita y el desconocimiento de otros derechos [1], sin embargo, con la
ejecución de los tres líderes de la Gran rebelión en 1781, cualquier acto de rebeldía contra la
corona española fue castigado y controlado. A pesar de esto, el descontento social seguía
presente dentro de la población de Charcas, lo cual llevó a que el 25 de mayo de 1809 estallara
la revolución definitiva contra el reinado de España [2].

Durante el periodo 1809 a 1825, la batalla de Ayacucho (9 de diciembre de 1824), se


convertiría en el hito histórico más importante en la rendición del ejército realista [3]. Si bien
se creía que este sería el fin de los conflictos en este territorio, desde 1879 Bolivia estuvo
presente en un total de 4 guerras originadas por disputas de territorios con sus países
fronterizos (Perú, Chile, Brasil y Paraguay); Guerra del pacífico (1879-1883), Guerra del Acre
(1899-1903), Campaña del Manupiri (1910) y Guerra del Chaco (1932-1935), sin embargo, en
ninguna de las anteriores logró salir victorioso, por lo que perdió una gran parte de territorio
tanto marítimo como terrestre.

5
4.- Juan Lero.-

En medio de aquel valle rodeado por cerros, algunas columnas de piedra se resisten a
desaparecer ante el paso del tiempo, que se ha encargado de llenar de matorrales el cuartel
general de Juan Lero, personaje que el 12 de abril de 1899 se autoproclamó primer presidente
indígena en Bolivia. De ese suceso se ha escrito poco, aunque sigue vigente en el recuerdo de
la gente del cantón Peñas, en el municipio orureño de Antequera.

A finales del siglo XIX, el país atravesaba por una disputa entre conservadores y liberales, los
primeros con el desgaste después de haber gobernado el país durante 20 años, mientras que
los segundos estaban en constante ascenso popular. Los conservadores se hicieron fuertes en
Potosí y Sucre, en tanto que los liberales tenían adhesión en Cochabamba, Oruro y La Paz, que
se convirtió en la región hegemónica por su economía, lo que hizo plantear el cambio de la
sede del gobierno.

El presidente conservador Severo Fernández Alonso, en su intento por solucionar las disputas
por la capitalidad, promulgó, el 19 de noviembre del mismo año, la Ley de Radicatoria, que
ordenaba establecer el Poder Ejecutivo, de manera definitiva, en Sucre. La respuesta sucedió el
12 de diciembre, cuando en La Paz se organizó la Junta del Gobierno Federal, liderada por los
liberales, quienes, a su vez, se aliaron con Pablo Zárate Willka, líder indígena a quien le
prometieron reivindicaciones para los pueblos nativos, luego de que en 1880 fueran
despojados de sus tierras a través de la Ley de Exvinculación de 1874.

De esa manera comenzó una guerra civil, que fue denominada Guerra Federal. Fernández
decidió movilizarse hacia La Paz, pero en Challapata se enteró de que el enfrentamiento iba a
ser difícil porque los rebeldes habían comprado más de 2.000 armas, así que el 14 de
diciembre ordenó el reclutamiento de voluntarios en Sucre, quienes durante su marcha al
norte saquearon poblaciones indígenas.

El enfrentamiento decisivo ocurrió en el pueblo de Segundo Crucero, de Paria, el 10 de abril,


donde las fuerzas de Pando vencieron a las de Fernández luego de cuatro horas de combate, lo
que supuso la victoria de los liberales sobre los conservadores. Los originarios no olvidaron los
vejámenes del ejército del sur ni los 130 años de opresión de los blancos, así que
emprendieron una venganza contra quienes consideraban sus opresores.

Ante las promesas incumplidas por los liberales hacia los indígenas, Juan Lero Ponce, natural
de Peñas, estancia Quellivani —según el libro Entre la alianza y la confrontación, de Pilar
Mendieta—, organizó cuerpos de infantería y caballería, y constituyó un gobierno indígena, del
que se proclamó como su primer presidente. El levantamiento de Peñas, que en apariencia
servía a la rebelión liberal, en el fondo tenía ambiciosas tendencias de liberación social, escribe
Ramiro Condarco en Zárate, el temible Willka. Su reivindicación fue manchada con asesinatos y
saqueos, hasta que las fuerzas de Pando detuvieron a Lero, lo encarcelaron y luego lo
asesinaron. De esa historia quedan ahora los restos de su cuartel general, en la comunidad
Añahuani, en Cóndor Apacheta de Peñas.

“Admiro cómo Juan Lero manejó tanta gente”, afirma el guía Vicente Pacheco en las afueras de
dos habitaciones con paredes de piedra que alguna vez ocupó el líder indígena. Ahora,
matorrales y plantaciones invadieron el área donde estaban las caballerizas y el campo de
entrenamiento.

6
El cuartel se encuentra en un lugar estratégico, cubierto por montes, donde en una cueva Juan
solía meditar y organizar sus planes, y también donde sus hombres podían esconderse del
enemigo. Metros abajo aún quedan restos óseos de personas que fueron ajusticiadas por las
fuerzas indígenas. Vicente dice que a unos kilómetros hay otra fosa con más calaveras, que lo
mismo que las ruinas de piedra son los testigos de la vez en que Juan Lero se autoproclamó
presidente indígena en una población orureña.

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