Novena Al Señor de Los Milagros
Novena Al Señor de Los Milagros
Novena Al Señor de Los Milagros
Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos Señor Dios nuestro.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío.
Por ser vos quien sois, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo
corazón el haberos ofendido. Propongo firmemente nunca más pecar, apartarme
de todas ocasiones de ofenderos, confesarme bien, y cumplir la penitencia que me
fuera impuesta. Amen.
DIA PRIMERO
¿Y quién podrá decir los secretos milagros que hace este mismo Señor en favor
de las familias que tienen la suerte de contar en su seno con alguna persona
devota que a El acude con fe y confianza? La ciudad misma, tan expuesta a
temblores de tierra, tal vez se hubiera arruinado mil veces y hubiéramos sido
sepultados todos entre ruinas y escombros, si no fuera por la gran devoción a
este Señor de los Milagros. ¿Y no es un verdadero milagro el que después de
haber pecado no hayamos perecido para siempre y sin remedio? Sí, Dios mío,
grande milagro de vuestra misericordia es el mantenernos vivos, capaces de
salvación y penitencia cuando hoy más que nunca, merecemos vuestra justa
indignación. Haced Redentor amabilísimo, que me aproveche de esta vuestra
misericorida y me salve para siempre. Amén.
DIA SEGUNDO
Consideración sobre la necesidad de acudir al Señor de los Milagros
Considera, alma mía, cuán grande necesidad hay de que se acuda con fe y
confianza a implorar misericordia y perdón por los pecados a fin de que el Señor
a quien tanto y tan gravemente ofende, no nos castigue, movido por su justa
indignación, antes bien nos perdone y libre de los castigos que nuestros
pecados merecen. o haberse hallado en Sodoma y Gomorra diez justos siquiera
que rogaran al Señor, como refiere la Sagrada Escritura castigó Dios con
terrible destrucción aquellas poblaciones pecadoras. En otra ocasión, debiendo
el mismo Señor castigar a Jerusalén por ciertos pecados, sólo exigía del profeta
Jeremías las oraciones y méritos de algún justo para usar misericordia. ¡Cuánto
valen y de cuánto sirven las almas buenas que ruegan al Señor! Por ellas tiene
Dios paciencia con todos nosotros y como dice en el Santo Evangelio: "no
arranca la cizaña o arrancar con ella el trigo." Así por algunas personas
piadosas que vengan a orar con mérito ante este Señor de los Milagros podrá
ser que haya misericordia para todos y seamos libres de muchas y tremendas
desgracias que nuestros pecados reclaman. Acude, pues, alma mía a este
Divino Señor, llora tus pecados y los pecados de todos, a fin de que libre de
todo mal seamos salvos en el tiempo y en la eternidad. Amén.
DIA TERCERO
DIA CUARTO
Consideración sobre los consuelos que tenemos en el Señor de los Milagros
DIA QUINTO
Considera, alma mía, cómo Jesucristo Crucificado, con sus manos llagadas, su
pecho herido y su corazón abierto nos declara de la manera más elocuente que
no nos abandona, que nos ama siempre, que se sacrifica y muere uestra
salvación. El nos repite las palabras llenas de ternura que decía a la multitud
que le rodeaba: "Venid a mí todos los que estáis afligidos y padecéis trabajos y
yo os consolaré." "Tengo sed de vuestro amor y deseo vuestra salvación",
"Quiero recibiros en mis brazos y estrecharos sobre mi corazón. Quién
desconfiará teniendo un Redentor tan misericordioso? Además es nuestro
Abogado delante del Padre Celestial y por eso nos dice el Apóstol San Juan:
"Hijos míos, no pequéis, pero si alguno pecare, no desconfíe, porque tenemos
por abogado ante el Padre a Jesucristo su Hijo." Y como nos aconseja el
Apóstol San Pablo: "Teniendo un Pontífice y Medianero tan grande como
Jesucristo, Hijo de Dios vivo, que penetró en los cielos y está sentado a la
diestra del Padre y es igual a El, acudamos con eterna confianza al trono de su
misericordia, seguros de alcanzar las gracias que necesitamos". Este trono de
misericordia se ofrece a nosotros en la sagrada Imagen del Señor de los
Milagros. Entonces pues, alma mía, acude a este divino señor, segurísima de
que todo cuanto pidas al Padre Celestial en su nombre se te concederá y El
mismo te lo concederá. Si Dios mío, así lo creo porque Vos lo dijísteis, y así lo
hago abriendo mi corazón y descubriendo humildemente mis necesidades para
que Vos, Salvador del mío las remediéis y me salvéis eternamente. Amén.
DIA SEXTO
Consideración sobre las virtudes que nos enseña El Señor de los Milagros
Considera, alma mía, cómo Jesucristo Señor Nuestro, nos da ejemplo de todas
las virtudes que debemos practicar para conseguir nuestra salvación. El fue
humilde con la más profunda e incomprensible humildad en su Encarnación. El
fue humilde con la más profunda e incomprensible humildad en su Encarnación,
fue pobre con asombrosa pobreza en su Nacimiento, obedecía a María y a
José, a la vez que cumplía fielmente toda la Ley. Cuán tierno fue este Divino
Señor con los niños, cuán indulgente con los pobres pescadores, cuán
Clemente con Magdalena, cuán bueno con Juan y cuán beningno y dulce con el
mismo Judas! El permanecía tranquilo ante ultrajes, sufría con paciencia
inalterable las contrariedades, amaba, tiernamente a la humanidad, amaba,
principalmente en sus últimos instantes, bendecía con su bondadosas miradas,
perdonaba a sus enemigos y moría por la salvación de todos los hombres.
Cómo quieres alma mía que El te atienda y proteja siendo tu conducta tan
opuesta la suya? Aprende, pues, alma mía a ser buena como El, humilde como
El, pobre y desprendida como El, obediente y mansa como El, paciente y
misericordiosa como El, y si alguna vez fuese necesario sufrir y padecer,
acuérdate que El, primero derramó su sangre y dio su vida por tí. Oh Jesús de
mi vida! Haced el gran milagro de reproducir en mi vuestras virtudes, de suerte
que llegue a ser semejante a Vos en este mundo para que también lo sea
eternamente en el Cielo. Amen.
DIA SEPTIMO
DIA OCTAVO
DIA NOVENO
Consideración sobre la Resurección del Señor de los Milagros
Considera, alma mía como ese Señor y Dios nuestro, que murió en la Cruz,
resucitó saliendo gloriosísimo del sepulcro, se apareció a la Virgen Santísima su
divina Madre, a sus apóstoles y discípulos, conversó y trató familiarmente con
ellos por espacio de cuarenta días, al fin de los cuales, viéndolo todos, subió a
los cielos en admirable y gloriosa ascensión. De allí, del cielo ha de volver otra
vez al mundo a juzgar a los vivos y a los muertos. Entonces saldrán de sus
sepulcros los hombres de todos los tiempos y de todas las naciones para
presentarse ante este Divino Señor que hará ostensible, con gran gloria y
majestad, su justicia eterna y universal en la condenación de unos y en la
salvación de otros.
Señor de los Milagros, porque te amo, me arrepiento de todos los pecados que
he cometido y con los cuales te he crucificado de nuevo en mi corazón; te
prometo comenzar desde hoy una vida nueva.
Señor de los Milagros, porque te amo, quiero verte presente en cada uno de mis
hermanos.
Amén.