417-432 - TEMA-19 - MOD-10 Psicofarmacos

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MÓDULO 10

Tema 19. Utilización de


psicofármacos en pediatría
A. Redondo Romero, A. Javaloyes Sanchís

RESUMEN
En los últimos años hemos asistido a un aumento claro de los problemas de salud
mental, tanto en niños como en adolescentes (alteraciones del comportamiento,
de las emociones, las relaciones sociales o el neurodesarrollo). Además de la elevada
prevalencia, los avances en la psicofarmacología infantojuvenil han propiciado también
un aumento de los tratamientos farmacológicos disponibles para esta población,
y con ello un incremento de las prescripciones de psicofármacos en los últimos años.
A pesar de la controversia al respecto, los estudios confirman que estos fármacos
desempeñan un papel esencial en algunos cuadros clínicos. El pediatra, ya sea
desde su papel de posible prescriptor o de persona de confianza a la que las familias
van a demandar su opinión experta, debe conocer la evidencia científica de estos
tratamientos y las repercusiones positivas o negativas que pueden tener a corto,
medio y largo plazo, así como la necesidad de mantener controles específicos
de salud en estos pacientes. En este capítulo vamos a revisar desde la práctica
clínica los diferentes psicofármacos comercializados en nuestro país
y el papel que desempeña el pediatra en la prescripción y la supervisión
de estos tratamientos.

El pediatra como prescriptor de psicofármacos


Sólo un pequeño porcentaje de prescripciones de psicofármacos se realiza direc-
tamente desde la atención primaria. Existen dos posibles escenarios: el de la ur-
gencia por intervenir hasta que el paciente sea visitado en un servicio de salud men-
tal (p. ej., ante un cuadro agudo de ansiedad), o el escenario en que el profesional
de atención primaria se siente competente para iniciar y supervisar determinadas
prescripciones (como ocurre en algunas zonas de nuestro país con los tratamien-
tos del trastorno por déficit de atención, especialmente el inatento). En este segun-
do escenario, es importante no olvidar la necesidad de incluir siempre en la inter-
vención aspectos psicoterapéuticos o psicoeducativos, apoyo familiar y apoyo
individual.

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I Curso de psiquiatría del niño y del adolescente para pediatras

La decisión de prescribir un psicofármaco o no debe tomarse después de haber res-


pondido a las siguientes preguntas: 1) ¿qué diagnóstico/síntomas se requieren tra-
tar?; 2) ¿con qué severidad están repercutiendo en la vida del niño?; 3) ¿qué alter-
nativas hay a la prescripción del psicofármaco?; 4) ¿qué terapias se pueden utilizar
de forma complementaria para mejorar la eficacia de la intervención?, y 5) ¿qué ries-
gos existen, a corto, medio y largo plazo?

Para responder a estas preguntas, es necesario conocer los principios de la psico-


patología infantojuvenil (al menos los criterios diagnósticos recogidos en la quinta
edición del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales [DSM-5])
y los hábitos de prescripción actuales. En muchas ocasiones es difícil realizar un
diagnóstico claro, porque sólo se identifican síntomas diana (como un nivel elevado
de impulsividad, ansiedad, tristeza) a los que se va a dirigir el tratamiento. Antes de
comenzar el tratamiento, también es importante decidir si hay que realizar un exa-
men físico o pedir alguna prueba complementaria (analíticas, electrocardiograma) co-
mo parte del diagnóstico diferencial, para descartar una posible organicidad (p. ej.,
un problema de tiroides que cursa con ansiedad y alteraciones del ánimo) y garanti-
zar que no existe ninguna incompatibilidad orgánica con el psicofármaco elegido.

Cómo hablar con el paciente y la familia


sobre psicofármacos
Clínicamente, es muy importante dedicar un tiempo en la consulta a proporcionar
tanto al paciente como a sus padres la información necesaria antes de prescribir el
psicofármaco, para que ellos se impliquen también en la toma de decisión. General-
mente, la postura inicial va a ser la de preocupación o rechazo, especialmente en el
caso de fármacos cuya indicación en ficha técnica no coincide con la indicación pa-
ra la que lo prescribimos (p. ej., uso de risperidona en niños pequeños cuando su in-
dicación en ficha técnica es la psicosis). Es importante remarcar la evidencia exis-
tente y ser realistas en cuanto a los beneficios esperados; en la mayoría de los
cuadros psicopatológicos hay que hablar de una mejoría sintomatológica, y no tanto
de curación del problema, ya que para ello se necesitan intervenciones más amplias.

En los últimos años se ha introducido como recomendación la obtención de un con-


sentimiento informado del paciente y de la familia en todas las prescripciones de psi-
cofármacos, especialmente en los que se utilizan fuera de las indicaciones de la fi-
cha técnica. Tanto los adolescentes como sus familias deben disponer de antemano
de la información necesaria (nombre del fármaco, indicación, posología, efectos se-
cundarios, interacciones y contraindicaciones) y, en caso de utilizarse un consenti-
miento informado, confirmar que han recibido dicha información y disponer de una
copia de los datos. La alianza terapéutica es esencial a la hora de solicitar el consen-
timiento informado, y el pediatra desempeña un papel crucial en este proceso. La

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Tema 19. Utilización de psicofármacos en pediatría

Tabla 1. Consentimiento informado para el tratamiento con psicofármacos


Nombre del niño/a, adolescente:

Nombre del padre, madre o tutor:

Fecha de nacimiento:

El doctor , responsable del tratamiento psiquiátrico


de mi hijo/a, ha hablado conmigo acerca de los problemas que presenta y ha recomendado los
siguientes medicamentos:
Nombre del medicamento Rango de dosis Síntomas que deben mejorar

Entiendo que la medicación es sólo una parte de su tratamiento, y que además se realizan
intervenciones psicoterapéuticas. El médico me ha dado información sobre los medicamentos,
me ha explicado los riesgos/beneficios de tomarlos o no, los riesgos/beneficios de tratamientos
alternativos y los riesgos/beneficios de no hacer nada. El médico me ha dado la oportunidad de
hacer preguntas y me las ha respondido. Entiendo que debo informar a cualquier médico sobre
los medicamentos que tomo. Entiendo también que puedo retirar mi consentimiento en cualquier
momento, consultando con mi médico.
Firma del paciente (si es mayor de 12 años): Fecha:

Firma del médico: Fecha:

Firma del padre o madre, o tutor legal: Fecha:

gran mayoría de los abandonos o rechazos a iniciar el tratamiento son consecuencia


de la falta de información de calidad a este respecto.

Existen varios modelos disponibles para el uso del consentimiento informado en el


tratamiento con psicofármacos tanto por parte del pediatra como del psiquiatra in-
fantil. Los más extensos pueden ser específicos para cada psicofármaco, e inclu-
yen los efectos adversos y las contraindicaciones específicas. En la tabla 1 se in-

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I Curso de psiquiatría del niño y del adolescente para pediatras

cluye un modelo más genérico, que puede utilizarse para las diferentes familias de
psicofármacos.

Papel del pediatra una vez prescrito el psicofármaco


Aunque en la mayoría de los casos la prescripción se realice desde los dispositivos de
salud mental, es frecuente que el pediatra reciba en las primeras semanas consultas
sobre los posibles síntomas asociados o no al nuevo tratamiento, o dudas sobre có-
mo se ha realizado la prescripción. La proximidad (tanto física como afectiva) y la ma-
yor disponibilidad del pediatra facilitan que las familias recurran también a este profe-
sional para valorar conjuntamente la percepción de mejoría y/o posibles cambios. Por
último, el pediatra se implica en la realización de algunos controles de salud necesa-
rios cuando se pautan estos tratamientos (aunque el profesional de salud mental pue-
de gestionar los controles de presión, peso, altura y las peticiones de analíticas).

Una vez elegido el fármaco más indicado (balance entre efecto terapéutico y posi-
bles efectos secundarios), el prescriptor siempre buscará la menor dosis con efecto
terapéutico y evaluará continuamente la eficacia y la tolerancia; por tanto, se hará
una escalada lenta para reducir el riesgo de efectos secundarios y favorecer una bue-
na adherencia (dejando clara la opción de consultar durante este proceso si existe
alguna duda).

Después de unas semanas de comenzar el tratamiento farmacológico habrá que


comprobar si la clínica ha mejorado. Para ello, es importante realizar una revisión del
tratamiento, y recoger los cambios apreciados, tanto personales como en el contex-
to familiar y escolar. Como hemos dicho anteriormente, la gran mayoría de los pa-
cientes precisa un modelo de intervención integral, que permita aumentar la eficacia
terapéutica, evitar recaídas y reducir la duración del tratamiento farmacológico.

En cada visita de seguimiento hay que decidir, en función del grupo farmacológico
descrito, si es necesario realizar o repetir alguna prueba complementaria o valorar
los posibles cambios en alguna de las determinaciones (analítica de control, peso,
frecuencia cardiaca, presión arterial...).

Aunque en la práctica clínica muchos niños y adolescentes reciben prescripciones


de psicofármacos de más de 1 año de duración, los estudios longitudinales que apor-
tan información sobre los beneficios y riesgos de la exposición a psicofármacos a
largo plazo continúan siendo limitados. Por tanto, es importante revisar de forma re-
gular la necesidad de mantener un tratamiento farmacológico. Aunque en función de
la patología y la familia de psicofármacos la duración del tratamiento es diferente
(p. ej., las benzodiacepinas no deben mantenerse más de 4 semanas, los tratamien-
tos para el déficit de atención se mantienen durante muchos años y los inhibidores

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Tema 19. Utilización de psicofármacos en pediatría

de la recaptación de serotonina [ISRS] deben mantenerse al menos 6 meses), por


regla general el tiempo recomendado para revisar la necesidad de mantenerlo es de
3 meses de estabilidad sintomatológica. Como hemos señalado, hay mayores ga-
rantías de mantener la efectividad una vez retirado el tratamiento farmacológico si se
ha trabajado de forma paralela en la atención psicoterapéutica.

Es importante que en los niños con psicofármacos prescritos durante ≥6 meses se rea-
lice un seguimiento cercano de los aspectos clínicos, como el peso, la talla, la presión
arterial y las variables bioquímicas, como la función hepática (lo recomendable es rea-
lizar una analítica de control al menos 1 vez al año).

Una vez tomada la decisión de retirar el tratamiento, es importante mantener un se-


guimiento muy cercano y planificar una reducción muy gradual. Será importante en
esta etapa dejar claro al niño y a su familia cuáles pueden ser las primeras señales
de alarma de una posible recidiva.

Familias de psicofármacos disponibles en nuestro país


Para facilitar la organización, se van a presentar las diferentes familias de tratamien-
tos farmacológicos disponibles, haciendo mención a los diagnósticos o síntomas pa-
ra los que están indicados. Al final del capítulo se incluye una lista de psicofármacos
disponibles en nuestro país, organizados por diagnósticos y síntomas, que puede ser
de ayuda para tener claro el tratamiento.

Psicoestimulantes
Son la primera línea de tratamiento en el trastorno por déficit de atención e hiperac-
tividad (TDAH), salvo si el niño presenta un nivel de ansiedad elevado, un cuadro de
tics o una epilepsia comórbida, en cuyo caso la primera indicación serían los inhibi-
dores de la recaptación de noradrenalina (atomoxetina), o cuando el perfil de impul-
sividad o de trastorno de conducta sea muy elevado, en cuyo caso los alfa-2 ago-
nistas tendrían un papel claro (guanfacina).

La efectividad de los psicoestimulantes es del 80%. Hasta 2015 sólo contábamos en


nuestro país con metilfenidato, comercializado en presentaciones de liberación rápi-
da o lenta. Está disponible en presentaciones de 4, 8 y 12 horas, lo que permite una
respuesta más individualizada en función de la edad del paciente, los horarios lecti-
vos y los posibles efectos secundarios que aparezcan; si el niño no sabe tragar, só-
lo podrá beneficiarse de las presentaciones de metilfenidato de 4 y 8 horas, ya que
la de 12 horas utiliza un sistema oros que obliga a que la pastilla se trague entera.
Estas presentaciones serán las recomendadas si aparecen efectos secundarios re-
lacionados con el apetito o el sueño, ya que permiten tiempos libres de tratamiento
durante el día y, por tanto, ausencia de efectos secundarios.

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I Curso de psiquiatría del niño y del adolescente para pediatras

En 2014 se comercializó en nuestro país la lisdexanfetamina en presentaciones de


30, 50 y 70 mg, que tiene un periodo de efectividad de 13 horas; como principal no-
vedad, cabe decir que se trata de un profármaco, por lo que se eliminan las interac-
ciones de absorción y metabolización. La pauta recomendada es una dosis menor
(30 mg) durante las 2 primeras semanas, independientemente de la edad o el peso
del niño, y ajustarla gradualmente en función de la eficacia.

Los psicoestimulantes no se recomiendan antes de los 6 años de edad. El mayor nú-


mero de prescripciones se realiza entre los 8 y los 10 años, y luego entre los 13 y los
15, ya que, aunque en algunos casos el diagnóstico se realiza de forma tardía, es en
esta etapa (coincidiendo con el mayor nivel de impulsividad y el aumento de las de-
mandas académicas) cuando se comienza el tratamiento farmacológico.

Las dosis iniciales de metilfenidato son de 0,5 mg/kg/día, que se pueden aumentar
hasta 1,2 mg/kg/día en función de la efectividad. Con las presentaciones de libera-
ción rápida se deben administrar 2-3 dosis iguales al día siempre después del desa-
yuno, la comida y la merienda (debido al efecto supresor del apetito). Los de libera-
ción lenta de 12 horas se administran 1 vez al día, y los de 8 horas, aunque son una
buena opción cuando no existe demasiada carga académica, en algunos casos pue-
den administrarse con una segunda dosis a la hora de comer, o complementarse con
una dosis de liberación rápida después de la merienda. La lisdexanfetamina debe in-
gerirse después del desayuno, en una única toma al día, y el comprimido puede di-
solverse en agua.

En todos ellos es importante valorar la respuesta y la tolerancia pasadas unas sema-


nas y, en la medida de lo posible, utilizar escalas e informes escolares que permitan
cuantificar los cambios y los posibles efectos secundarios. En los casos en que exis-
ta un componente muy elevado de impulsividad o problemática conductual, se pue-
den combinar los psicoestimulantes con neurolépticos.

La decisión de interrumpir la medicación los días no lectivos y en periodos de vaca-


ciones debe ser individualizada (en el 80% de los casos las prescripciones se man-
tienen hasta los 16 años, y del 20% restante un 5% de los pacientes llega a la etapa
universitaria con el tratamiento). Para atribuir un efecto positivo o negativo a la me-
dicación se requiere un plazo razonable de tiempo, aunque en la mayoría de los ca-
sos el beneficio se observa a partir de las primeras semanas. A pesar de que, como
hemos dicho, en la mayoría de los casos el tratamiento se mantiene hasta el final de
la adolescencia, es importante revaluar la situación de forma periódica (quizás al co-
mienzo de cada curso académico) y decidir la conveniencia de proseguirlo.

Los efectos secundarios de los psicoestimulantes son: pérdida de apetito, insomnio,


fenómeno de rebote al extinguirse el efecto de la dosis de la tarde, dolor abdominal,

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Tema 19. Utilización de psicofármacos en pediatría

cefalea y empeoramiento de los tics. Es muy posible que la familia acuda al pediatra
tras la aparición de estos efectos, quien tendrá que valorar la necesidad de intervenir.
Ante la pérdida de peso es mejor reducir la dosis del fármaco o introducir descansos
en el fin de semana que utilizar estimulantes del apetito. En casos de insomnio hay que
intentar utilizar presentaciones que se hayan eliminado por completo antes de conci-
liar el sueño. Para evitar la aparición de cefaleas o abdominalgias se debe hacer una
escalada muy lenta de la dosis. En los niños con TDAH y epilepsia se recomienda el
tratamiento con psicoestimulantes cuando no presentan crisis y se mantiene un trata-
miento anticonvulsivante de base. En los niños con TDAH y tics, el uso de psicoesti-
mulantes es controvertido y hay estudios que sugieren que en dosis altas o con pre-
sentaciones de liberación lenta se produce un mejor control de los tics.

En los niños con TDAH y trastornos del desarrollo del espectro autista, este trata-
miento se debe emplear con precaución, ya que en ocasiones puede provocar una
agitación psicomotriz, por lo que se recomienda introducir la pauta lentamente y man-
tenerla en dosis bajas. De todas formas, en algunos casos mejora la concentración
y reduce la hiperactividad y los movimientos estereotipados.

La tarea del pediatra de atención primaria con este grupo de fármacos es implicarse
en el seguimiento y supervisar los posibles efectos secundarios. En el subgrupo de
niños que presentan un TDAH puro, también sería posible manejar los psicoestimu-
lantes desde atención primaria (al parecer, en algunas regiones de nuestro país esta
práctica es habitual).

Existe una controversia abierta respecto al aumento de la prescripción de estos fár-


macos y el posible abuso, especialmente en la adolescencia. Es justo dejar claro que
las cifras de prevalencia del TDAH son muy elevadas y, por tanto, el porcentaje de
prescripciones de metilfenidato en niños y adolescentes también. Además existe otra
área de debate claro respecto al riesgo de abuso del metilfenidato en adolescentes.
Los estudios demuestran claramente que, a largo plazo, el riesgo de consumo de tó-
xicos es más bajo en los adolescentes con TDAH que reciben un tratamiento farma-
cológico que en los que no lo reciben. Si existe un perfil de especial riesgo, es mejor
utilizar las formulaciones de liberación lenta que las de liberación rápida.

No existe tampoco un consenso claro en cuanto a las pruebas complementarias


que se deben realizar antes y durante el tratamiento. Las pruebas complementa-
rias no son necesarias de forma sistemática antes del tratamiento. En caso de que
existan dudas entre un déficit de atención puro y una epilepsia de ausencias, se
debe realizar un electroencefalograma. Igualmente, ante la sospecha de una sinto-
matología compatible con un hipertiroidismo o una anemia, se realizarán una ana-
lítica y una exploración física para descartar la presencia de estas patologías, ya
que pueden presentar síntomas parecidos.

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I Curso de psiquiatría del niño y del adolescente para pediatras

Tabla 2. Recomendaciones oficiales de la AEPNYA sobre el uso


de psicoestimulantes en niños y adolescentes
• El TDAH es un trastorno grave que afecta negativamente al desarrollo emocional, el aprendizaje
escolar y la adaptación social de los niños y los adolescentes, para el que existen tratamientos
eficaces
• La seguridad de los tratamientos constituye un aspecto esencial que todos los profesionales
implicados conocemos y valoramos con especial interés
• De acuerdo con las recomendaciones de la American Academy of Child and Adolescent
Psychiatry y las nuestras propias, en todos los pacientes tratados con psicoestimulantes se
debe hacer una buena historia médica y exploración previas; de acuerdo con los estudios
existentes, es innecesario realizar un estudio cardiovascular explícito o un electrocardiograma
(o un electroencefalograma) si no hay sospecha clínica previa de problemas en este sentido
• Hasta el momento, el beneficio del tratamiento con psicoestimulantes en los niños y
adolescentes es muy superior al riesgo de no aplicarlo
• Los estudios publicados hasta la fecha, la práctica clínica o los datos epidemiológicos recogidos
no indican ningún riesgo superior al de la población general en cuanto al uso de los fármacos
mencionados en relación con los problemas cardiovasculares, incluido el riesgo de muerte
súbita
• Desde la perspectiva de su gran seguridad como fármacos, la AEPNYA comprende la
importancia de identificar y estudiar todos los efectos adversos raros que aparezcan y
determinar su prevalencia como único camino para poder tomar una decisión ponderada
riesgo-beneficio en cuanto a su uso. Además, en dicha toma de decisión deben incluirse los
riesgos a largo plazo que puede determinar el TDAH no tratado

AEPNYA: Asociación Española de Psiquiatría del Niño y el Adolescente;


TDAH: trastorno por déficit de atención e hiperactividad.

En todos los niños antes de la prescripción es necesario realizar una exploración car-
diovascular desde atención primaria. La realización de pruebas más exhaustivas, co-
mo un electrocardiograma o un ecocardiograma, sólo será necesaria en caso de que
haya alguna patología cardiaca o una historia familiar de problemas cardiovascula-
res de relevancia. Se recomienda medir la presión arterial, el pulso, la talla y el peso,
al menos, cada 3 meses, y realizar una analítica de control (hemograma, bioquímica
y función hepática), como mínimo, 1 vez al año.

En la tabla 2 se incluyen las recomendaciones oficiales de la Asociación Españo-


la de Psiquiatría del Niño y el Adolescente (AEPNYA) sobre el uso de estos fár-
macos.

Inhibidores selectivos de la recaptación de noradrenalina


Atomoxetina es el fármaco central de esta familia desde su introducción como tra-
tamiento del TDAH en niños y adolescentes (en Estados Unidos está comercializada
desde el primer trimestre de 2003, y en España desde finales de 2007). En 2016
llegó al mercado la presentación en solución (4 mg/mL), que facilita la ingesta, espe-

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Tema 19. Utilización de psicofármacos en pediatría

cialmente a los más pequeños. Atomoxetina es el psicofármaco con mayor número


de ensayos clínicos en niños y adolescentes, por lo que a pesar de la corta trayec-
toria de uso, oferta un perfil de efectividad y tolerancia demostradas en la población
infantojuvenil.

Al no ser un psicoestimulante, amplía las opciones terapéuticas de este trastorno. La


dosis recomendable es de 0,5 mg/kg/día durante 1 semana y después 1,2 mg/kg/día,
distribuidas en una sola toma en el desayuno. Se presenta en cápsulas (se recomien-
da no abrir el envase) y solución. Los efectos secundarios más frecuentes suelen ser
molestias gastrointestinales, cefaleas y, en algunos casos, cansancio o sueño (que
puede aliviarse pasando la toma a la noche). Su efectividad plena no se observa has-
ta pasadas las 4 primeras semanas.

Los estudios muestran que tiene un perfil más específico cuando el adolescente pre-
senta un nivel elevado de ansiedad comórbida o un trastorno por tics. De igual ma-
nera, hay que considerarla como una buena opción terapéutica si el niño presenta
epilepsia de forma comórbida.

Se recomienda también realizar un control de la presión arterial y el pulso; si se man-


tiene el tratamiento a largo plazo, sería recomendable realizar una analítica general,
al menos, 1 vez al año.

Alfa-2 agonistas
Desde 2017 disponemos como nueva indicación para el TDAH de un alfa-2 agonis-
ta, la guanfacina (que ya venía utilizándose junto con la clonidina en otros países).
Los estudios demuestran un nivel de eficacia elevado con este fármaco, especial-
mente si existe un perfil de gran impulsividad en el paciente.

Las presentaciones disponibles son de 1, 2, 3 y 4 mg, y la recomendación es comen-


zar con una dosis inicial de 1 mg y pasar cada 10-15 días a la siguiente posología en
función de la eficacia y la tolerancia. Debido a la alta eficacia en el control de los im-
pulsos, la guanfacina permite la reducción de la dosis o, en algunos casos, la inte-
rrupción de los neurolépticos que se utilizan de forma conjunta en niños y adoles-
centes con un diagnóstico de TDAH con una problemática conductual importante
(por tanto, permite reducir o eliminar los efectos secundarios de los neurolépticos,
que a veces son bastante perjudiciales para la salud del niño, como el aumento de
peso o el embotamiento cognitivo).

En el seguimiento médico es importante realizar un control regular de la presión ar-


terial y el pulso, así como una vigilancia cercana de los efectos secundarios, entre
ellos la sedación y los mareos.

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I Curso de psiquiatría del niño y del adolescente para pediatras

Antidepresivos
Aunque no están exentos de controversias, está claro que los antidepresivos se utili-
zan en los niños en diagnósticos muy variados y pueden mejorar, entre otros, los
siguientes síntomas: tristeza, ansiedad, síntomas obsesivo-compulsivos, labilidad emo-
cional y fobia social. Los diagnósticos clínicos en que están indicados los antidepresi-
vos son: episodios depresivos, trastornos de ansiedad, trastorno obsesivo-compulsivo
y enuresis nocturna. La edad a partir de la cual se pueden prescribir varía, pero en su
mayoría a partir de los 10 años.

Inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina


Entre los ISRS más utilizados en la infancia y la adolescencia se encuentran los si-
guientes: fluoxetina (20 mg/día), paroxetina (20 mg/día), sertralina (50-100 mg/día),
citalopram (10-20 mg/día) y fluvoxamina (50-150 mg/día). Además de su eficacia cla-
ra en los trastornos depresivos, han demostrado una efectividad evidente en cuadros
de ansiedad, por lo que en casos severos se aconseja la utilización de estos fárma-
cos en lugar de benzodiacepinas. Por último, esta familia de fármacos tiene efectivi-
dad en los trastornos obsesivo-compulsivos (especialmente la fluvoxamina).

Las dosis que se utilizan son las mismas recomendadas en los adultos. Por lo gene-
ral, son bien tolerados (los efectos secundarios más frecuentes son los síntomas gas-
trointestinales). Se aconseja mantenerlos, al menos, entre 3 y 6 meses después de
la mejoría. Es importante vigilar en el adolescente la aparición de síntomas hipoma-
niacos y retirar el fármaco si éstos aparecen.

Tabla 3. Recomendaciones oficiales de la AEPNYA sobre el uso


de antidepresivos en niños y adolescentes
• La depresión es una enfermedad grave que interrumpe el desarrollo emocional, el aprendizaje
escolar y la adaptación social de los niños y adolescentes. Es urgente disponer de tratamientos
eficaces al respecto
• La seguridad de los fármacos es un apartado esencial del tratamiento y, por consiguiente, todos
los resultados de los estudios realizados en niños y adolescentes deben ser públicos
y conocidos y disponer de un registro nacional de dichos resultados
• De acuerdo con las recomendaciones de la Food and Drug Administration, en todos los
pacientes tratados con antidepresivos se debe hacer un control riguroso de los posibles efectos
secundarios, especialmente durante las primeras semanas de tratamiento, con el fin
de detectar, de forma inmediata, la aparición o incremento de ideación suicida
• Hasta el momento, y de acuerdo con los datos disponibles, el beneficio del tratamiento con
antidepresivos en los niños y adolescentes es superior al riesgo de no aplicarlo. No hay que
olvidar que la depresión es la primera causa de suicidio en los adolescentes
• Deben hacerse nuevos estudios diseñados expresamente para evaluar la posible relación entre
los fármacos antidepresivos y el riesgo de ideación suicida
AEPNYA: Asociación Española de Psiquiatría del Niño y el Adolescente.

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Tema 19. Utilización de psicofármacos en pediatría

Existe un área de controversia clara con esta familia de fármacos: el posible aumen-
to de la ideación suicida y, por tanto, los aspectos legales derivados de su utilización.
A pesar de que inicialmente se generó una alerta farmacológica por este riesgo, ac-
tualmente la indicación se mantiene tanto para los niños como para los adolescen-
tes, y existen recomendaciones claras sobre su utilización.

Cada vez más profesionales de salud mental y algunos pediatras de atención prima-
ria utilizan esta familia de psicofármacos, sobre todo en los adolescentes, y espe-
cialmente en los niños y adolescentes con una sintomatología psicosomática grave
o cuadros de fobia escolar o social.

En la tabla 3 se incluyen las recomendaciones oficiales de la AEPNYA sobre el uso


de esta familia de fármacos.

Antidepresivos tricíclicos
Debido a la tasa alta de efectos secundarios (cardiotoxicidad y sedación) y de toxi-
cidad en caso de sobredosis, estos fármacos no están indicados en la infancia y la
adolescencia como primera línea de antidepresivos, a pesar de tener una eficacia
clara. Los antidepresivos tríciclicos se utilizan también para el trastorno obsesivo-
compulsivo, y en dosis bajas para mejorar la enuresis nocturna en los casos en que
no haya funcionado la desmopresina. Los más utilizados en niños y adolescentes
son: imipramina, clomipramina amitriptilina y desipramina. Se recomienda utilizar do-
sis bajas y vigilar de cerca los efectos secundarios, sobre todo cardiacos.

Antes de comenzar el tratamiento, se aconseja realizar un electrocardiograma de ba-


se y repetirlo, al menos, 1 vez cada 6 meses.

Neurolépticos/antipsicóticos
Aunque los neurolépticos tienen como principal indicación el tratamiento de los tras-
tornos psicóticos, en la infancia y la adolescencia se utilizan de forma muy frecuen-
te para controlar los síntomas que se enmarcan dentro de las conductas disruptivas
y la agresividad (impulsividad, irritabilidad, baja tolerancia a la frustración...). También
tienen una efectividad clara en los trastornos por tics complejos y el síndrome de
Tourette (ST).

Los neurolépticos atípicos, a diferencia de los convencionales, tienen un perfil de


efectos secundarios mucho más limpio, y en dosis bajas se utilizan desde edades
bien tempranas. Es importante pautarlos sólo cuando el nivel de sintomatología es
muy elevado y hayan fracasado alternativas en la intervención.

Los neurolépticos atípicos más utilizados en este grupo de edad son: risperidona,
olanzapina, paliperidona, aripiprazol, ziprasidona, amisulprida y quetiapina. Muchos

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I Curso de psiquiatría del niño y del adolescente para pediatras

estudios han confirmado una clara eficacia de risperidona para la irritabilidad, la agre-
sividad y la agitación en niños y adolescentes con trastornos del espectro autista y
con problemas de conducta asociadas a otras patologías (como el TDAH o el tras-
torno negativista desafiante).

Para los cuadros de tics complejos o el diagnóstico de ST, está indicado el tratamien-
to con haloperidol (antipsicótico convencional) en dosis de 0,5-3 mg/día, o los anti-
psicóticos atípicos, como el aripiprazol o la quetiapina.

La dosis de estos fármacos no depende del peso, por lo que siempre hay que em-
pezar con la dosis mínima y hacer una escalada gradual en las siguientes semanas,
hasta alcanzar la eficacia junto con una buena tolerancia. La mayoría de ellos ofre-
cen la posibilidad de administración en jarabe, gotas o comprimidos dispersables, lo
que facilita en ciertos casos la administración y la adherencia al tratamiento en algu-
nos niños. Respecto a las pruebas complementarias, es recomendable realizar una
analítica de control cada 6 meses y determinar los niveles de prolactina, ya que ésta
puede aumentar.

Un claro problema relacionado con el uso de estos fármacos en niños y adolescen-


tes es el frecuente aumento del apetito y del peso, lo que supone para esta pobla-
ción una repercusión muy negativa. Igualmente, hay que revisar las posibles reper-
cusiones cognitivas en el rendimiento académico. Existe también un riesgo de
aparición de efectos extrapiramidales (distonías, temblores...). La duración de estos
tratamientos debe ser lo más limitada posible, por lo que hay que reducirlos gradual-
mente después de un periodo de estabilidad conductual.

Es importante explicar a las familias que es posible que la indicación de la prescrip-


ción no coincida con la del prospecto, para evitar un posible rechazo del tratamien-
to, y también clarificar que en muchos casos se prescriben estos fármacos para me-
jorar los síntomas y no para curar los trastornos.

Aunque en la mayoría de los casos van a utilizarse desde los dispositivos de salud
mental, de forma puntual, en casos de elevada agresividad o irritabilidad, pueden uti-
lizarse en atención primaria, siempre como parte de un plan de intervención y co-
menzando por unas dosis bajas.

Estabilizadores del estado de ánimo/moduladores


del control de impulsos
Tanto los antiguos antiepilépticos (carbamazepina y ácido valproico) como los nue-
vos antiepilépticos, entre los que se encuentran gabapentina, lamotrigina, oxcar-
bazepina, tiagabina y topiramato, se han utilizado en psiquiatría del adolescente
para el tratamiento del trastorno bipolar de inicio temprano. Sin embargo, el uso

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Tema 19. Utilización de psicofármacos en pediatría

más frecuente es cuando existe en el adolescente un elevado descontrol de los im-


pulsos. Por este motivo, en muchos niños y adolescentes con problemas conduc-
tuales se prescribe un fármaco de esta familia con el objetivo de reducir la impul-
sividad, la agresividad y las conductas de riesgo. Esta indicación no se recoge en
la ficha técnica.

La oxcarbazepina ofrece un perfil mucho «más limpio» de efectos secundarios


que la carbamazepina, y no es necesario realizar analíticas de control ni estable-
cer niveles terapéuticos. La dosis recomendada es de 15-40 mg/kg/día, reparti-
da en 2 tomas. El ácido valproico tiene acción como estabilizador emocional, y
también mejora la agresividad y la impulsividad. La dosis recomendada oscila en-
tre 20 y 40 mg/kg/día, repartida en 2 tomas. Los efectos secundarios más frecuen-
tes son el aumento del apetito y del peso, la caída de cabello y los temblores. El
topiramato presenta propiedades terapéuticas para la impulsividad y la agresivi-
dad, y tiene un perfil específico en adolescentes con bulimia, por su efecto de dis-
minución del apetito.

El litio, a pesar de su clara efectividad en el trastorno bipolar de inicio temprano y en


los problemas conductuales en población discapacitada, se reserva como segunda
o tercera línea de tratamiento, debido a su toxicidad a largo plazo y a la necesidad
de realizar controles hematológicos regulares.

Generalmente, el uso de esta familia de psicofármacos se establece desde los ser-


vicios de salud mental infantil, y la función del pediatra se limita a una supervisión de
la tolerancia y la eficacia.

Benzodiacepinas
La utilización de las benzodiacepinas en niños y adolescentes debe limitarse a ca-
sos graves y a periodos muy breves (menos de 4 semanas). Su principal indicación
son los trastornos de ansiedad. Algunos de ellos, como el clorazepato, cuentan con
una presentación pediátrica, lo que hace posible ajustar la dosis en los niños de for-
ma adecuada. En los adolescentes es mejor utilizar diazepam o lorazepam, ya que
permiten un mejor ajuste de la dosis.

Es importante vigilar los efectos secundarios cognitivos; cuando se utilizan en tras-


tornos del espectro autista, es posible que produzcan una respuesta paradójica, au-
mentando el nivel de agitación.

Si existe un trastorno del sueño en el adolescente, hay que intentar utilizar medidas
higiénicas inicialmente. Se puede administrar melatonina durante unas semanas pa-
ra establecer un patrón de sueño saludable.

429
I Curso de psiquiatría del niño y del adolescente para pediatras

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430
Psicofármacos disponibles en España
Trastorno por déficit de Depresión Trastorno Autismo con trastorno Trastorno Ansiedad Tics complejos
atención e hiperactividad de conducta de conducta obsesivo-compulsivo
Fármacos •M  etilfenidato • Fluoxetina •R  isperidona • Risperidona • Fluvoxamina • F luoxetina •H  aloperidol
• L isdexanfetamina • Sertralina • Aripiprazol • Aripiprazol • Sertralina • P aroxetina • P imozida
• Atomoxetina • Escitalopram •O  xcarbazepina • Guanfacina • Amitriptilina •C  lorazepato
•G  uanfacina • Topiramato • Atomoxetina • Clomipramina •D  iazepam
• Metilfenidato • L orazepam
Dosis •M  etilfenidato 0,5-1,5 mg/kg/día, • Fluoxetina •R  isperidona • Dosis más bajas • Fluvoxamina • F luoxetina •H  aloperidol
en 1, 2 o 3 tomas en función de • Sertralina 0,5-3 mg/día de las indicadas en 50-150 mg • P aroxetina 20 mg 0,5-2,5 mg/día
la presentación (mejor escalar 50-100 mg •O  xcarbazepina niños sin autismo • Sertralina •C  lorazepato • P imozida
lentamente) • Escitalopram 300-1.200 mg/día (siempre realizar 50-150 mg 2,5-10 mg 1-3 mg/día
• L isdexanfetamina 30, 50 o 70 mg/ 20 mg • Topiramato escaladas lentas y • Amitriptilina •D  iazepam
día (según respuesta individual) • Comenzar 50-300 mg/día mantener dosis más • Clomipramina 2,5-5 mg
• A tomoxetina 0,5 mg/kg/día la con ½ dosis bajas) 10-150 mg • L orazepam
1.ª semana, después 1,2 mg/kg/ la 1.ª semana 1-3 mg
día, 1 x día por la mañana o por
la noche
•G  uanfacina 1-4 mg/día en 1 única
toma (mañana o noche)
Duración del • Individualizar (la mayoría hasta • Entre 3 y • Al menos 2 meses • Variable, reducir • Entre 3 y 6 meses • F luoxetina, • 3 meses
tratamiento el final de la escolarización) 6 meses después de mejoría gradualmente después de la paroxetina: 3 meses a partir de la
después de clínica después de 2 meses mejoría después de la mejoría en casos
la mejoría de mejora mejoría leves
•C  lorazepato, • 6 meses a
diazepam, partir de la
lorazepam: no más mejoría en casos
de 4 semanas moderados
Efectos •M  etilfenidato: pérdida de apetito, • Náuseas, •R  isperidona, • Risperidona, • Náuseas, cefaleas •N  áuseas, cansancio, • D istonía,
secundarios insomnio cefaleas aripiprazol: aripiprazol: aumento (1.ª semana) embotamiento síntomas
más • L isdexanfetamina: similares (1.ª semana) aumento de de apetito y cognitivo extrapiramidales
frecuentes al metilfenidato apetito, distonía cansancio
•G  uanfacina: cansancio • Topiramato: pérdida • Metilfenidato:
de apetito pérdida de apetito
y posible agitación
Controles • P eso, talla, exploración física • No necesarios • E xamen físico, peso • Examen físico • ECG con amitriptilina • N
 o necesarios • E xamen físico,
médicos • Tensión arterial y pulso y posible ECG y posible ECG y clomipramina peso y posible
(posible ECG) (antes y durante ECG
el tratamiento)

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Tema 19. Utilización de psicofármacos en pediatría

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