Sintesis Falacias Copi

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I - II SOBRE LA LÓGICA Y FALACIAS DE COPI

Una tendencia generalizada una vez que se habla de lógica, es considerarla únicamente
como disciplina formal, o sea como un sistema axiomático por medio del cual se
realizan operaciones cuantitativas. A partir de esta perspectiva la más grande parte de
los alumnos la ve como parte de la matemática. Es una postura insuficiente.

A partir de otra óptica, se debe demostrar la lógica como el desarrollo de patrones


disciplinarios de pensamiento que se realizan imprescindibles para poder hacer el saber
adecuado.

Existe exuberante bibliografía con respecto al asunto, entre ellas subraya la obra de
Irving Copi, quien hace un fundamental aporte didáctico referente a la comprensión y
valoración de esta interesante disciplina en su creación Introducción a la Lógica.

El conocimiento ‘’Es cualquier grupo de proposiciones tal que una de ellas se deriva de
las otras, las cuales son consideradas como pruebas de verdad de la primera. Un
argumento tiene una estructura, conformada por: hipótesis y conclusión. La conclusión
se refiere a la proposición que se asegura sobre la base de las otras proposiciones
(premisas del razonamiento), y que al mismo tiempo de estas proposiciones se asegura,
que ofrecen la razón o las razones para aceptar la conclusión. La veracidad o falsedad de
las hipótesis lo instituye la ciencia principalmente, pues las hipótesis pueden nombrar a
cualquier tema. La comunicación de cualquier proposición o de cualquier argumento
debe hacerse por símbolos y solo puede realizarse mediante la implementación del
lenguaje’’.

Existe un isomorfismo (la misma estructura) entre el movimiento de lo real y los


procesos del pensamiento en el proceso de conocer lo real. El movimiento de la realidad
objetiva (la sociedad y la naturaleza) encuentra explicación mediante las ciencias
objetivas, en tanto que las leyes del pensamiento además se mueven según leyes y
disciplinas. Tal coincidencia es lo que se otorgó a llamar aquí el isomorfismo entre el
movimiento de lo real y los procesos del pensamiento.

Dicho movimiento está signado por 2 disciplinas: la lógica real y la lógica abstracta. La
lógica real se refiere a las disciplinas de lo real (cómo se conduce la realidad material) y
la abstracta, a las leyes del pensamiento (cómo se conduce el pensamiento en plan de
conocer lo real). Ambas lógicas se encuentran presentes tanto en la ciencia como en la

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cotidianidad, consecuentemente interesa tanto al científico como al hombre común en su
desenvolvimiento social en todos los niveles.

Es por ello el interés de trabajar la lógica abstracta o analítica o como además se le suele
llamar ‘’lógica aristotélica’’ (se le atribuye a Aristóteles su creación), en plan de
utilizarla en los diferentes ámbitos en los que se desenvuelve el individuo, desde la
cotidianidad hasta la formalidad del pensamiento expresado en leyes científicas.

A pesar de la rigurosidad de la lógica analítica determinada por sus 3 leyes, hay


razonamientos que violan el orden conceptual propio de los referidos principios sin
embargo que aparentan cumplirlos. Esos razonamientos erróneos no obstante
persuasivos son las falacias.

Una falacia o sofisma es una forma de argumento que aparentemente es correcto, no


obstante, que cuando se revisa resulta no serlo. Se parten en: formales y no formales.
Las no formales se encuentran en el lenguaje común, no obstante, las formales requieren
del uso de símbolos y conectores lógicos.

Este estudio concentra su interés en las no formales por cuanto se pretende que el
alumno aprenda ciertas técnicas que le permitirán mejorar su argumento en el campo
donde se desenvuelve, ya que las falacias son errores del argumento en los cuales se
puede caer por inadvertencia o falta de atención en el tema, o ya que nos engaña alguna
ambigüedad en el lenguaje usado para formularlo.

Otro objetivo de la definición es borrar la ambigüedad. Como ya hemos dicho, hay


falacias de ambigüedad justamente pues no atestamos de forma explícita a nuestro
interlocutor o auditorio el sentido preciso con el cual aspiramos a que un término o
palabra se inserte en la proposición y de suyo otorgue un sentido universal. Es harto
recurrente que la mayor parte de los vocablos poseen 2 o más significados o sentidos
diversos, sin embargo, comúnmente esto, per se, no origina mayor problema. No
obstante, en ciertos entornos, no se ve precisamente el sentido que se pretende ofrecer a
un vocablo definida y por esto, en dichos casos, mencionamos que el término es
‘ambigua’.

En este capítulo sobre las falacias, justamente, Copi examina los razonamientos
incorrectos que resultan del uso desapercibido de términos ambiguos y que, por regla
general, se caracterizan como ‘falacias de equívoco’. Tales razonamientos únicamente
son engañosos si la ambigüedad se cuela desapercibida. Recordemos que el sofista en su

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anhelo por persuadir a toda costa continuamente ejecuta movimientos lingüísticos
compensatorios en el instante en que su interlocutor afina su radar lógico. De forma,
puesto que, que, una vez que se examina la ambigüedad, su aspecto persuasivo
desaparece y la falacia queda a la vista. Por esto, para disipar la ambigüedad,
requerimos exponer definiciones que expliciten lo más diáfanamente viable los
diferentes significados del vocablo u oración ambigua.

El lenguaje no únicamente puede llevar a hacer razonamientos falaces, sino que además
origina erróneas discusiones, o sea, discusiones del tipo en los cuales se acaba por
alejarse de la cuestión disputada por no determinar con detalle y exactitud el ‘universo
del discurso’; el elenco de términos en juego, a cuyos contenidos nos aprestamos a
dilucidar. En este sentido, ciertos desacuerdos aparentes no corresponden a genuinas
diferencias de crítica, sino sencillamente a usos diferentes de un término. Ahí es donde
la ambigüedad de un término clave ha originado una discusión verbal que, además,
comúnmente, tenemos la posibilidad de situar fin al desacuerdo señalando la
ambigüedad.

Copi arranca el capítulo dedicado a las falacias bosquejando una sucinta caracterización
de estas y realizando un deslinde semántico entre la importancia de ‘falacia’ como “idea
errónea o religión falsa”, y el sentido más estrecho o técnico de la misma como un tipo
de argumento erróneo en su proceder metódico. Subrayamos este cuadro ya que las
“falacias de atinencia”, que expondremos después, son precisamente de carácter formal.
Que tengan este carácter desea mencionar que el estudioso de la lógica debería
exclusiva y exclusivamente atender a la famosa “forma lógica” del argumento, o sea,
entresacar de un cuerpo humano de proposiciones constituyentes de un argumento -al
mencionar de Gilbert Ryle (1981: 335-36)-, atender al “esqueleto lógico” de éste.

Por ello es por lo cual se denomina lógica formal, pues su operativa no atiende al
contenido y los diversos significados que virtualmente permanecen relacionados. Y es
así como les corresponde a todas las ciencias empíricas, además de conocer la lógica de
su propia ciencia, saber los procedimientos y armazón conceptual propia de su dominio
epistémico.

De aquí que el lógico, esmerado en el desentrañamiento formal de diferentes discursos,


deba advertir tan sui generis y contraintuitiva cualidad1. Si no detecta la “inatinencia”
entre las hipótesis y la realidad de la conclusión que éstas tratan de transferirle, entonces
bastante de forma sencilla seremos presas de falacias de las más distintas índoles. Ni los

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lógicos más avezados proponen que una persona en plenitud de su facultad racional se
percate de cada una de las probables falacias que podrían estar inmersas en el ámbito de
los más diferentes discursos; en otros términos, básicamente inhumano. Más sí nos
advierten que ciertos razonamientos de forma sutil estructurados –premeditadamente o
no- sí son atinentes, tal vez no a partir de un criterio formal, sin embargo, sí a partir de
un criterio psicológico.

Las “falacias de atinencia” son cada una de esas donde las hipótesis no poseen
“atinencia” -o pertinencia- lógica relacionadas con las conclusiones. O sea, donde, en
palabras sencillas, las hipótesis hablan de una cosa y la conclusión de otra. Las “no
formales” son falacias del tipo que se manifiestan en el sentido o composición
gramatical de vocablos o disposición de dichos en el ámbito de una proposición2.
Devienen errores habituales de argumento en los que sucumbimos por falta de atención
en el asunto, o bien ya que nos engaña alguna ambigüedad en el lenguaje utilizado para
formularlo.

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