Genio y Figura Del Surrealismo

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AI"^C^^^iZ^l^ll0 y Moderno

CUADERNO ESPECIAL • EDICIONES COBALTO • BARCELONA 1948



EDICIONES COBALTO
C

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Ejemplar
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!@^ 1z

GENIO Y FIGURA
DEL SURREALISMO

Anécdota y balance de una


subversion

por R. SANTOS TORROELLA


T_7

EL GRUPO SURREALISTA EN 1934 - (De izquierda a derecha y


de arriba abajo): A. Bretón, M. Ernst, S. Dalí, H. Arp, Y. Tanguy,
R. Char, R. Crevel, P. Eluard, G. de Chirico, A. Giacometti,
fi. Tzara, Picasso, R. Magritte, V. Brauner, B. Péret, G. Rosey,
J. Miró, E.Mesens, G. Ilugnet, Man Ray.

.RAÚTAsEME una confesión inicial: el surrealismo Münchausen pretendiendo salir del pozo tirándose de las
se me antoja una modalidad de pintura triste, con- orejas.
tradictoria, irremediable. Surge tras la cadena (le tenden- Creo sinceramente, pese a determinadas manifestaciones
ciosos ensayismos, de lucubraciones precipitadas —im- actuales en otros países, cuyas noticias nos llegan de vez en
presionismo, simbolismo, fauvismo, futurismo, expresionis- vez, que la hora del surrealismo, en lo que a la pintura
mo, cubismo, purismo, orfismo, dadaísmo— que en menos se refiere, ha tocado a su fin. Y tal ha sido la brevedad en-
de un siglo han arrastrado la nave de la pintura, de ban tre la eclosión y el vencimiento, tanto de esta como de otras
-dazoenb,hstldiquecarnohy, tentativas análogas en el campo de las artes, que ya hoy,
desarbolada y casi exánime, tendrá que reparar sus averías. a tan corta distancia de su culminación, nos está permitido
Como último eslabón, pues, desenlace de múltiples peripe- trazar su "historia", decir algo de ese genio y figura, cuyo
cias, el surrealismo nos ofrece una faz agónica y postrime- tránsito inevitable nos autoriza a bosquejar una biografía,
ra, contraída por gestos ululantes y desaforados. Su genio, en cierto modo, necrológica.
si a la postre tenemos que hablar de él, es atrabiliario y Hubo un tiempo en el que la simple mención de la pala-
fosco, mal genio en suma. Rebelde a todo trance, hostil a bra sticrrealisino provocaba súbitas indignaciones, repulsas
cuanto le ha precedido, grita su verdad como desde una- coléricas y sarcasmos con menos ironía de buena ley que
barricada. Tiene figura de revolucionario y genio de incom- destempladas acritudes. Todo ello, sin embargo, tan sólo
prendido; pero ambas cosas con forzados ademanes, lo que ocasionalmente entre nosotros, pues aunque es lo cierto
no significa que carezca su advenimiento, históricamente, que españolas son algunas de las firmas más relevantes con
de justificación. Echando una ojeada sobre estos casi cien que ha contado el surrealismo, no lo es menos el que jamás
años de aventuras en el arte de pintar, caemos en la cuenta arraigaron en el ámbito artístico de la Península. Pero del
de que, a lo largo de ellos, se ha ido acercando a un callejón mismo modo que el universal renombre de un Miró o de
sin salida, el último paso hacia el cual tenía que darlo, for- un Dalí no despertaban entre nosotros interés ni preocupa-
zosamente, el surrealismo. De ahí que en éste la exaspera- ción excesivos, tampoco debían apresurarnos, aquietadas ya
ción y el nerviosismo sean más acusados y alarmantes. De las turbulencias iniciales, hacia una comprensión y recono-
ahí, también, su triste destino, que se nos muestra unas cimiento mayores, tanto para las obras de los dos surrealis-
veces con cierta grandiosidad, como de esfuerzo sobrehuma- tas catalanes como para las de sus colegas del grupo surrea-
no, y otras con la grotesca gesticulación de un barón de lista parisién. En resumidas cuentas, que tanto unos como

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otros no han sido tomados en España, ni para bien ni para lucha. El intelectual desarraigado, el político de la oposi-
mal, demasiado en serio. ción; húngaros, franceses, alemanes, rumanos, rusos ; todos
Más querámoslo o no, nos indignen o nos hagan reír las los que por sus convicciones o por su mucho apego a la vida
manifestaciones surrealistas de cualquier índole, es lo cierto considerábanse en peligro en sus propios países se dieron
que su influjo se ha extendido, y acaso subrepticiamente se cita allí, y entretenían sus ocios, en el nerviosismo de la
siga extendiendo, a los lugares más insospechados, a los espera, discutiendo en las tertulias de café, fraguando pla
aspectos que guardan menos conexión, al parecer, con di- -nesdagitcópolí,mLenijustfcado
chas manifestaciones. Del mismo modo que el cubismo convicciones derrotistas con un vago teorizar de sutiles
—planta exótica también en nuestra tierra, a pesar de Pi- trascendencias. En este ambiente de deserción y huída, el
casso y de Juan Gris— fué infiltrándose, como tónica y es- más apto sin duda para sentirse desligado de una civiliza-
tilo de unos años, hasta aflorar a los más varios dominios ción que se proclamaba en peligro lejos de las trincheras,
—decoración, mobiliario, arquitectura, artes gráficas, etc.—, surgió el movimiento denominado Dadá. Sus promotores
así también el surrealismo se halla presente hoy en nuestra fueron: el rumano Tristán Tzara, el alsaciano Hans Arp,
vida, lo encontramos a cada momento y en las más varias y los alemanes Hugo Bell y Richard Hulsenbeck.
circunstancias como algo que imprime su sello característi- ¿ Qué era y qué se proponía este movimiento? Veamos
co a estos años de inquietud e inestabilidad por que atrave- lo que nos dice de él, al cabo de los años, el propio Tris-
samos. En la proyección de una película, en la faja de una tán Tzara:
novela incitando al posible lector, en la conducta de un ami- "... Cuando digo nosotros, pienso sobre todo en la gene-
go, en la revista de humor preferida por el público, nos ración que durante la guerra del 14-18 sufrió en la carne
salen al paso determinados matices, cuando no testimonios de su adolescencia, pura y abierta a la vida, ver cómo se
evidentes, de una predisposición favorable al absurdo de escarnecía la verdad a su alrededor, cubriéndola con los
indudable procedencia surrealista. oropeles de la vanidad o con las bajezas de los intereses de
Por paradójico que pueda parecer, precisamente estas clase... Ese fué, hace treinta años, cuando Dadá nació en
infiltraciones, la "industrialización" del surrealismo, que Suiza, el estado de espíritu que caracterizaba a la juventud
constituyen pruebas elocuentes de su difusión, señalan a la de entonces. Dadá nació de una exigencia, de una voluntad
par el momento de su decadencia y extinción. El surrealis- implacable de llegar al absoluto moral, a la creencia pro-
mo, con la triaca de la popularidad, se ha vuelto menos funda en que el hombre, desde el centro de todas las crea-
peligroso, y ya nadie teme aquella virulencia que le carac- ciones del espíritu, afirma su preeminencia sobre las no-
terizaba, y que hasta cierto punto constituía su razón de ser. ciones vacías de substancia humana, sobre las cosas muer-
Hoy, por tanto, ya podemos hablar de él con relativa como- tas y los bienes mal adquiridos. Nació de una subversión
didad, referir sus peripecias como de algo que pasó, y, en común a todas las adolescencias, que exigía adhesión com
suma, establecer el balance entre sus yerros y sus logros -pletadinvuoscedaíntimsur,
con la certeza de no equivocarnos démasiado. consideraciones para la historia, la lógica o la moral am-
Mas en ningún modo quisiera que alguien me tomara biente" (i).
por apresurado y gozoso enterrador del grupo surrealista. El recuerdo, treinta años después, posiblemente le su-
Siempre habría de salir quien me dijera: Los muertos que giera a Tristán Tzara muchas más cosas, o una justifica-
vos matáis... Entendámonos; yo no pretendo que deje de ción más consecuente de las mismas. Con todo, lo que que-
seguirse colocando el marbete surrealista a esta o la otra da de aquel movimiento, prescritos ya los oropeles y estri
pintura, a esotro o aquel pintor. Creo, tan sólo, que las -denciasurblfgoe,s tdpra
circunstancias que hicieron posibles, y hasta justificaron, contra las cabezas de turco de una civilización, a la que
las lucubraciones surrealistas, han adoptado ahora otro ca- hacía culpable de los más graves atentados contra el eles-
riz; que en arte no hay grupos que valgan, sino catalogacio- tino de la humanidad. Convendrá que nos detengamos un
nes retrospctivas y artistas con personalidad suficiente de poco en la pequeña historia del dadaísmo, pues "sin Dadá
por sí; que eso de cogerse de la mano tinos cuantos pinto- —afirma el escritor francés M. Nadeau— tal vez existiera
res para tapar la calle y que no pase nadie, puede divertir igualmente el surrealismo, pero sería muy otro".
unos momentos o resultar profiláctica medida, pero a la Los componentes del grupo antes mencionado reuníanse
larga aburre y molesta. Creo, en suma, que el surrealismo en el Cabaret Voltaire, taberna literaria de carácter revo-
tiene ya su enterrador oficial, y que éste, el genial y dis- lucionario fundada por Hugo Bell. El 8 de febrero de 1916
paratado Salvador Dalí, no necesita que le ayuden en su se bautizó la nueva tendencia, dejando al azar, para huir
oportuna tarea. de todo convencionalismo, la elección del nombre que para
el caso se requería. Se abrió el diccionario I arousse por
una página cualquiera; la palabra inicial, Dadá, fué unáni-
memente aceptada. No trataremos de inquirir sti sentido,
Retrocedamos un poco; la historia empieza, en realidad, por más que la definición del diccionario parezca prestarse
en 1916 y en Zurich. Durante la primera guerra mundial a ello: "Dadá: n. m. Terme enfantin oou plaisant, dont on
de este siglo (1914-18), lo mismo que durante la segunda se sert pour designer un cheval". Hans Arp ya nos previe-
( 1 939-45), Suiza constituyó un pequeño islote en . medio de ne: "Estoy convencido de que esa palabra carece de im-
la tormenta, refugio más o menos accesible a desertores,
(1) Tristán Tzara : "Le siirréalisvne et Papi és -gicerre", conferencia pro-
pacifistas y exilados de las naciones que participaban en la nunciada en el Anglo-French Art Centre de Londres el 27 de septiembre
de 1946. Reproducida en ADAM, Núm. 162-63, Londres, sept. oct., 1946.

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portancia y que tan sólo los imbéciles o los profesores es-
pañoles pueden tomarse interés en cuestión de datos y fe-
chas. Lo que nos importa es el espíritu dadá y todos nos-
otros éramos dadá antes del nacimiento de Dadá."
La primera publicación donde se da fe de vida del nio
-vimentoslaqu ídestablcimno
tenía su sede: Cabaret Voltaire; sin embargo, en ella no
se definía aún plenamente la tendencia iconoclasta del
grupo. Más tarde, en julio de 1917, aparece el primer nú-
mero de Dadá, revista dirigida por Tristán Tzara. A con-
tinuación, da comienzo la era subversiva, gesticulante y
atroz, organizándose veladas escandalosas, en las que se
provoca al público y se hace todo lo posible por zaherirle,
ofenderle y estimular su irritación. He aquí cómo se des-
cribe tina de esas veladas:
"En el escenario se golpeaban objetos metálicos, llaves y
botes para producir música (?) hasta que el público, enlo-
quecido, protestase. Serner, en lugar de recitar poemas,
depositaba un ramillete de flores a los pies de un mani
-quídelosaprmit.Unavoz,prced
un inmenso sombrero de forma cónica, recitaba poemas
(le Arp. Huelsenbeck aullaba sus poemas más fuertes cada
vez, en tanto que Tzara daba golpes sobre un cajón, si-
guiendo el mismo ritmo e idéntico crescendo. Huelsen-
beck y Tzara danzaban con cloquear de oseznos, o bien,
metidos dentro de un saco y con un tubo en la cabeza,
balanceaban el cuerpo desmañadamente en un ejercicio de-
nominado noir cacadoli..." (2).
No se trataba de otra cosa que de manifestar el más pro-
fundo desprecio hacia todo, incurriendo deliberadamente en
el ridículo y en la estupidez, incluso hasta hacer gala de Portada de la revista 391. publicada por F. Picabía
esta última para dejar bien sentado que todo el patrimo- en Barcelona
nio de la cultura ambiente hallábase a idéntico nivel des-
preciable. Son ellos mismos, este puñado de jóvenes re-
beldes, los que hablan de "la idiotez pura reclamada por andanzas en Nueva York de los pintores Marcel Duchamp
Dadá" y, descaradamente, para que el absurdo les sea reco y Francisco Picabía, de otra; finalmente, el grupo creado
nocido y nadie pretenda que tales alharacas se promuevan en París en torno al poeta Apollinaire, con las revistas
en nombre de ningún motivo trascendente, confesarán en Sic (1916), Nord -Sud (1917-18) y I,itterature (fundada en
uno de sus manifiestos: "Ustedes no comprenden lo que 1919), constituyen otros tantos testimonios del universal
hacemos, ¿verdad? Pues bien, queridos amigos, nosotros desbarajuste a que responden el atrevimiento y las provo-
lo entendemos menos aún". Como ha escrito René Huyghe, caciones de los dadaístas. En un momento dado, todos
director de la revista L'Ain,our de l'Art, "el ridículo fué esos testimonios van a confluir en Dadá y, a través de éste,
en manos de estos nihilistas morales lo que la bomba en ya como algo organizado y creador, en el Surrealismo.
las de los nihilistas políticos. El dadaísmo rebajó todas las Dadá, III aparece en diciembre de 1918. En ese mismo
potencias del espíritu, a la manera de la cortesana antigua, número colabora ya Francisco Picabía, pintor nacido en
representada en las esculturas medievales en actitud de París (1878) de madre francesa y padre español. Cultiva-
obligar al grave Aristóteles a ponerse en cuatro patas Para dor del impresionismo al comienzo de su carrera, Picabía
servirle de escarnecida cabalgadura" (3). se siente atraído después (en 1909) por los cubistas; hacia
Debemos olvidar por un momento cuanto de risible, de 1917 coincide en Nueva York con M. Duchamp y, al re-
ingenua pedantería en el fondo tienen todas estas manifes- gresar al continente —una corta estancia en Barcelona,
taciones. El mero hecho de su existencia, durante varios para marchar luego a Zurich y a París—, incorpora al da-
años, debe ponernos en guardia. No afecta bravuras el daísmo el espíritu facecioso y corrosivo de su camarada
jaque frente al extraño a ellas que, por temple y majeza, Marcel Duchamp. Este es otro curioso personaje del que
puede abatirlas de un manotazo. Consignemos, además, el conviene hablar; con Hans Arp, Marx Ernst y Francisco
hecho de existir precedentes y paralelismos a esta activi Picabía, constituye el tetrarcado artístico de Dadá. Marcel
-daeDá.Elcubismo,ftrdeunap;ls Duchamp nació el 1887, en Blainvile (Sena inferior), sien-
do hermanos suyos el pintor cubista Jacques Villon y el
(2) Georges Hugnet : L'esprit dada dens la peinture. (' Cahiers escultor de la misma tendencia Duchamp Villon. Marcel
d'Art", 1932-193G.)
(3) llené Huyghe: La nouvelle subjectivité. En L'Amour de l'Art, mostró en sus principios preferencias por las prácticas
marzo de 1934.
fauvistas, convirtiéndose después , al cubismo y figurando critores y artistas. "¿Por qué escribe usted?", rezaba una
como tal en la exposición de los Independientes de 1911. encuesta que se publicó en la revista antes mencionada. Las
Guillermo Apollinaire, que lo incluye en su famoso libro contestaciones eran desenfadadas, cínicas a veces; pero, de
Les peintres cubistes', le dedica grandes elogios, en par- todos modos, relacionadas con tan abiertas y serias pre-
ticular por ser "el único pintor de la escuela moderna que ocupaciones como las siguientes: revisión de ciertos valo-
se preocupa hoy (otoño de 1912) del desnudo". Pero de res, explicación del por qué de la creación artística, del
la calidad y de la índole de tal preocupación nos hablan destino humano del poeta y su validez... Con Tristán Tzara
con sobrada elocuencia los títulos puestos por Marcel Du concluyen todas "esas inocentes y viejas cuestiones". Inau-
La lllariée mise á nu-champsuobr.Vénealgs: gúranse veladas semejantes a las de Zurich. En una de
par ses celibataires inanes, Le Roi et la Reine travessés ellas Tzara, tras haber anunciado la lectura cíe un poema,
par des nus vites, Nu descenda.nt un escalier, Le Roi et la recita un artículo cualquiera de periódico con infernal
Reine entourés de nus vites. Algunas de las obras de Du- acompañamiento de campanillas y carracas; en otra se mo-
champ se hallaban dotadas de extraños mecanismos, uno vilizan 32 conferenciantes para la lectura de manifiestos,
m
de los cuales estuvo a punto de decapitar al pintor-fotógra- uno de los cuales es dado a conocer al público por diez per-
fo Man Ray. Pero aparte de su labor pictórica, si es que sonas a la par. Se recurre a todos los medios para causar
realmente puede llamársela así, Duchamp desarrolló activi la irritación y el amedrentamiento de la gente, se hace co-
-daesivrínol,dpmtrexosicn rrer la falsa noticia de que el popular Charlie Chaplin hará
y ele revistas como las editadas por él en Nueva York con acto de presencia en persona, etc...
los títulos de Cancera Work, 2g1, The blind Man y Wrong- El historiador del surrealismo, Maurice Nadeau, obser-
wrong, en las cuales colaboraba Picabía, quien, por su par- va oportunamente a propósito de todas estas andanzas de-
te, publicó otra en Barcelona con el título de 391. En esta daístas: "Acaso se tengan hoy por entretenimientos inofen-
tarea de Duchamp adviértese de ordinario una tendencia sivos; pero había algo más. Las provocaciones constantes
conducente a menospreciar la obra de arte, a hacer de ella a un público ávido de arte moderno y de emociones estéti-
una composición arbitraria, al margen de toda sensibilidad cas nuevas, que venía a ver Dadá porque creía, en efecto,
y sin el menor asomo de lo que siempre se han considerado hallarlas, y que incluso es posible que hubiera adoptado
como recursos plásticos de buena ley. Por ese camino, llega Dadá si éste lo hubiera querido, se acrece aquí con repe-
en 1912 al peregrino invento de lo que bautizó con el nom tidas indagaciones aisladas y colectivas, en numerosos do-
Ready JI/Lady —dioses toutes faites, en su traduc--bred minios, y con ataques a la literatura y el arte oficiales, que
ción francesa— que no son otra cosa que objetos manufac- son menos gratuitas..." (4). Estos ataques eran dirigidos
turados, promovidos a la dignidad de arte por el capricho contra escritores famosos —en la revista "Z" exclamaba
o la elección del artista. Tal aquel Ready Mady que por Picabía: "Si leéis en voz alta durante diez minutos segui
verdadera irrisión fué presentado por Duchamp en la ex- -dosaGievutrbcpdámalor"—,cnt
posición ele los independientes de Nueva York, en 1917, las obras más veneradas del pasado artístico, como en aque-
con el título ele Fontaine y que no era otra cosa que la taza
(4) M. Nadeau : IHistoire d.0 Surrealisme, p. 49.
de un urinario público colocada boca abajo sobre un
plinto.

DADA sou¢v¢ TOUT


Con estas aportaciones, Dadá acrece su virulencia, e
intensifica su poder destructivo por medio de manifiestos,
carteles, veladas, falsas noticias remitidas a los periódicos,
DADA connart tout DADA crache tout.
etcétera. En abril de 1919 aparece el número 4-5 de Dadá
con el nombre de Anthologie Dadá. Es la despedida de MA I S.......
D.ID.A POUS A-T-/L JAMAIS PARLÉ:
Zurich. La guerra concluyó y puesto que París constituía de
ó^uoe
la capital del arte en el mundo, desembocadura' de todos N o^ dee P:n,el , de Um—
de ,erdlne,
los cauces y trampolín de todas las tentativas, había que J^ de Pluma
Q da l'Art Iro:, .[..lni Che, .ml)
ir a su conquista. Otros jóvenes, impacientes y solivienta- de 1, doa —
d, d'A enons le
^0 elle h---
dos, aguardaban a Dadá con los brazos abiertos. Ellos tam- áe I'heror—
i d., mee, .one.
bién habían empezado a dar fe de subversión por medio de J` Áe cou u he e c veNane
O de I • Idla III <ü .eellp
algunas publicaciones. La más próxima al espíritu dadaísta Va••d
ae.Á .Indo,
era la aparecida meses antes con el título de Litterature, . \^ du enl< du dnle . dn 0—

OV et de. .lol,II.. ode P.,1.


a cuyo frente figuraban nombres de capital importancia en
JAMAIS JAMAIS JAMAIS
la historia del surrealismo: André Bretón, I,ouis Aragon,
DADA nc P als pu DADA n'n p s lié, fine. DADA n'.11r.p, p- Ir, mes 6r.
Philipe Soupault y Paul Eluard; los tres primeros, como
directores de la revista; el último, como espolique. Todos LE MINISTÈRE EST BEN VERSÉ. PAR pul? PAR DADA
ellos habían colaborado precedentemente en Dadá III y en Lo futuriete est mort. De quof ? De DADA
Une jean. 1,11, .e m, d. A uu.. Ae gvoi 7 De DADA
la An.thologie Dadá. On üldphom — e.pri,. Qui .. w 1 rmleur 7 DADA
NO On ecu. m.r<b. uu 1..picd. C'e,l DADA
5, r .rr. de, Idde, .6,1*.....w I. e..,
Tan pronto como llegó Tzara a París, donde era "espe- . (.flu de. ddcourertn..,e.I qom
dle n les crdpiter den ,
rado como un Mesías", dan comienzo las actividades sub- v ,i bou. trourn le le. ro ^ad . I i« ;d .1.. —he* qer

versivas del dadaísmo francés. El grupo Litterature se C'EST DADA .QUI COMMENCE A VOUS PARLER

inició con demasiadas concesiones aún al quehacer de es- Fragmento de un manifiesto dadaísta

8
lla portada de la revista "391", obra de Duchamp, en la cionario a ultranza, abocado de lleno al comunismo; entre
que aparece la Gioconda con bigotes. La culminación de los artistas más destacados de este grupo figura el pintor
estos ataques es el "proceso Barrés ". La revista Litterature y dibujante satírico George Grosz, nacido en Berlín en
lo anunció previamente: "Acusación y juicio seguido con- 1893, y emigrado a Nueva York en 1932, donde adquiere
tra Mauricio Barrés por Dadá.—Tendrá lugar el viernes poco después nacionalidad norteamericana. El foco de Co-
13 de mayo de 1921, exactamente a las 20 h., en la sala lonia, a diferencia del anterior, llevó a cabo actividades de
de la Société des Savants calle Danton, n.° 8". En este jui- índole plástica preferentemente, siendo los principales ani-
cio, en el que se acusaba a Barrés de "crimen contra la madores de ellas el pintor Max Ernst y el poeta-pintor
seguridad del espíritu", los abogados defensores, Louis Baargeld; no obstante, la revista fundada por éste, Der
Aragon y Ph. Soupault, no se contentaban con menos que Ventilator, también se orientó hacia el comunismo, ven-
con pedir la cabeza de su defendido (?). La cosa, empero, diéndose a las puertas de las fábricas y alcanzando una ti-
no llegó a mayores, aunque ha habido quien sospechó que rada de 2o.000 ejemplares, hasta que fué suspendida por
la momentánea htúda de París, durante aquellos días, de el ejército inglés de ocupación. El fundador del movimien-
Maurice Barrés, fué motivada por temer el viejo escritor to dadaísta en Hannover fué el también pintor y poeta Kurt
que su vida se hallara realmente en peligro. La sesión se Schwitters, quien rechazó en todo momento cualquier acti-
llevó a cabo con toda prosopopeya. En el banquillo de los vidad de carácter político, siéndole por tal motivo negada
acusados se colocó un maniquí de madera que hacía las su asistencia a la gran exposición dadaísta celebrada en
veces del encausado; jueces, abogados y fiscales vestían Berlín en 1920.
blusas y delantales blancos, tocándose con birretes del mis-
mo color; Benjamín Peret, a un extremo de la sala, man-
teníase en posición de firmes, representando al soldado des-
conocido alemán. Huelga decir que el léxico empleado en La fundación oficial del grupo surrealista acaece en 1924,
todas las intervenciones fué de subidos acentos y que en quedando establecida su sede, el Bureau de Rechcrches
los calificativos dados a Barrés no se escatimaran las ofen- Surréalistes, en París, calle Grenelle, nÚm. 15. La publica-
sas más mordaces. Con todo, ya no se trataba de una mera ción que lleva el título de La Révolution Surréaliste em-
provocación, como en otras manifestaciones dadaístas; y pieza a publicarse el primero de diciembre de dicho año y
precisamente por ello, este proceso señalaría el primer pun- será su portavoz habitual.
to de divergencia entre Tristán Tzara —quien parece que El primer Manifeste du Surréalisme, que por aquellas
no estaba muy conforme con aquel acto— y André Bre- fechas da al público André Bretón, constituye prueba so-
tón. Este va a ser el iniciador de una nueva tendencia, cuya brada de que Dadá había sido superado. Nos hallamos
eclosión señala la muerte de Dadá: el surrealismo. Un año ahora frente a una cohesión de actividades y pensamien-
después, André Bretón, cuya acusada personalidad ha de tos, frente a un programa sólidamente establecido, que da
ejercer una influencia decisiva, tiránica podría decirse, en fe de más ambiciosos propósitos que Dadá. Por de pronto,
el movimiento surrealista, se propone la celebración en Pa- en el Manifiesto de Bretón, ya se empieza por definir la
rís de un gran "Congreso internacional para la determi- palabra Surrealismo (5) e incluso se proponen los térmi-
nación y defensa del espíritu moderno". Tzara, parece ser nos que deban utilizarse en un futuro diccionario: "Su-
que "quería prolongar artificialmente, en el terreno ideo- RREALIsmo. N. m. Automatismo psíquico puro que se pro-
lógico, el estado anárquico del armisticio" ; con su absten- pone dar expresión, ya sea verbalmente, ya por escrito o
ción hizo fracasar la tentativa del Congreso. André Bretón de otro modo cualquiera al funcionamiento real del pensa
y sus amigos Aragon, Eluard, Peret —Picabía se había re- -miento.Dcadésuenitodgbrje-
tirado con anterioridad— se separaron del grupo. Con esta cido por la razón, libre de toda preocupación estética o -
escisión Dadá, tras una breve agonía, deja de existir. Poco moral." Pero esta definición no basta para descubrir el ver-
después, en su libro Le j as perdu, Bretón hará este co- dadero contenido del movimiento surrealista; tras él se es-
mentario: "El cortejo fúnebre de Dadá, no muy numeroso, conden motivaciones de varia índole que conviene poner
siguió el mismo camino que el del cubismo y el futurismo... en claro.
Dadá, aunque tuvo, como acostumbra a decirse, su hora Desde el primer instante, el surrealismo ofrécese con una
de celebridad, no fué muy sentido al morir: a la larga, contundencia y una seguridad en sí mismo y en sus fines,
su omnipotencia y tiranía le habían hecho insoportable." que si le granjean fáciles adeptos es porque concurren a su
Con todo, el dadaísmo, si no dejó tras de sí huella pro- favor, en el momento de aparecer, múltiples circunstancias.
funda, habrá de tenerse en cuenta cada vez que se considere Por de pronto, una juventud literaria, impaciente como to-
el estado de espíritu de la juventud europea en los años que das por afirmar su personalidad frente al prestigio de sus
siguieron al primer conflicto mundial de este siglo. Prueba predecesores, encuentra en las subversivas instigaciones del
de ello la constituye el que se expandiera rápidamente por surrealismo el mejor disparadero de sus inquietudes. Por
diversas ciudades de los países más afectados por los de- otra parte, tras la guerra, se ha hecho tópico hablar de un
sastres de la guerra. Además de los dé Zurich y París, el "mundo nuevo", de crear un estado de cosas distinto al
dadaísmo tuvo focos importantes en Berlín, Hannover y anterior, en el que la humanidad pueda dar libre curso a
Colonia. El de Berlín, fundado en 1917 por Richard Huel- todas sus posibilidades de mejoramiento. Las soluciones del
senbeck, a quien se le nombró Comisario de Bellas Artes (5) Adaptamos aquí esta traducción (le la palabra francesa surréa-
durante la revolución alemana, adoptó un carácter revolu- lismne por haber sido reconocida expresamente por Bretón con motivo de
su visita a Tenerife en 1935.

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pasado, de un pasado que se quería hacer concluir defini- de otra, según las propias manifestaciones de sus funda-
tivamente, en las trincheras de Yprés y de Verdún, no po- dores, lo que el surrealismo se propone es "la destrucción
dían ser utilizadas ya, entre otras razones, por una que de todo un mundo".
parecía harto evidente: la de que fueron esas mismas so- La labor literaria o artística, cualquier especie de trabajo
luciones las causantes (le la guerra y de la crisis moral y en general, como cauce normativo de la existencia, son re-
material que ésta trajo consigo. pudiados enteramente. Lo que ha de hacerse es "consumar
El dadaísmo fué un primer gesto de protesta, una reac- la vida tal y como nos ha sido dada, y no tener que ganar-
ción cínica, salpicada de sarcasmos y gesticulaciones irritan- la". El desprecio hacia cualquier forma de rutina, la del
tes contra aquel estado de cosas. El surrealismo quería ser trabajo intelectual especialmente, se evidencia en frases
algo más: quería ser "una nueva declaración de los.derechos como las que Louis Aragon pronunció en 1925 en la Re-
del hombre", tal y como rezaba la portada del primer nú- sidencia de Estudiantes de Madrid. "¡ Ah !, banqueros, es-
mero de la Revolution Surréaliste. tudiantes, obreros, funcionarios, criados —exclamaba en
Hoy, para casi todos, el surrealismo ha quedado defini- aquella ocasión—, vosotros sois los alcabaleros de lo útil,
tivamente incluido entre las tendencias literarias y artís- los agitadores de la necesidad. Yo no trabajaré nunca, mis
ticas de nuestros tiempos, se habla de él como pura velei- manos conservan su pureza. Insensatos, escondedme las
dad de un puñado de pintores y de poetas. Sin embargo, palmas de las vuestras, y esos callos intelectuales raíz de
los fundadores del movimiento se proponían darle un al- vuestro orgullo. Yo maldigo la ciencia, hermana gemela del
cance mucho mayor; hasta tal punto que, en sus inicios, trabajo. ¡Conocer!, ¿habéis descendido al fondo de ese
combaten precisamente el arte y la literatura, los ridiculi- pozo negro?..."
zan y zahieren en todos sus aspectos, como una rémora Consecuentes con manifestaciones semejantes, Aragon,
más en el camino de esa liberación definitiva del hombre Bretón, Boiffard y Gérard abandonan sus estudios univer-
que pretenden conseguir. Liberación, no al viejo estilo bur- sitarios en la Facultad de Medicina; otros, vuelven la es-
gués y democrático, sino por eliminación de todas las con- palda a la Sorbona, y todos, en suma, evitan cuanto pudie-
tradicciones que afectan íntima, profundamente, a la vida. ra asegurarles una posición en la vida, puesto que el no
El surrealismo quiere ser, de una parte, un método de co- hacerlo de tal modo supondría, en su sentir, doblegarse a
nocimiento dirigido, en particular, a los continentes espi- las ciegas imposiciones de la moral ambiente, perpetrando,
rituales no explorados sistemáticamente hasta entonces; y, en consecuencia, un grave falseamiento de la propia per-
sonalidad.
Repasando los primeros números de La Revolution
Surréaliste, surgen ante nosotros constantemente frases
y artículos que ponen de manifiesto esa ambición su-
rrealista de ejercer una profunda influencia en todos los
órdenes de la vida. Así, junto a encuestas de mero tanteo
acerca de la importancia del suicidio o del amor, aparecen
frases como ésta: "¡ Abrid las cárceles!, ¡ licenciad el ejér-
cito !" O estas otras: "La idea de cárcel, la idea de cuar-
tel, son hoy moneda corriente; estas monstruosidades ya no
os causan sorpresa. Lo indigno reside en la tranquilidad de
aquellos que han soslayado la dificultad por medio de rei-
teradas abdicaciones físicas o morales (honradez, enferme-
dad, patriotismo)."
Los componentes del grupo proclaman que la revolución
surrealista se propone crear "un misticismo de nuevo cu-
no", "un mito colectivo". En sus espíritus, "antes que cual-
quier preocupación, ya sea surrealista o revolucionaria, lo
que predomina es un estado de furor". Están llenos de in-
dignación, según dicen, contra todo el acervo cultural del
pasado. "Ideas, lógica, orden, Verdad (con mayúscula), Ra-
zón, todo lo entregamos a la nada de la muerte. ¡ No sa-
béis hasta qué extremos puede llevarnos nuestro odio a la
lógica !" Consecuentes con ello, cuanto amenace nuestra
caduca civilización encontrará en el movimiento surrealista
un fiel aliado. Así, por ejemplo, en el instante en que se
habla en Europa de una posible amenaza oriental, del re-
novado "peligro amarillo", La Revolution Surréaliste, en
su tercer número, proclama abiertamente que es en Asia
donde se encuentra el remedio de los males que aquejan al
Occidente. A ella le dirigen llamamientos como el conteni-
Y. TANGUY - La inspiración do en la Lettre atitix écoles du Bouddha: "Lo mismo que

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vosotros —escriben— nosotros rechazamos el progreso: Leiris, se asomó al balcón gritando: ¡Muera Francia!,
¡ venid, echad abajo nuestras casas !". Y Robert Desnos, en ¡Viva Alemania! Retado por la muchedumbre, que le in-
ese mismo número, como nuevo Espronceda, solicita el con- vita a descender, Leiris obedece y aun a riesgo de ser lin-
curso de los bárbaros del Asia para la destrucción de la chado, de lo que le libró la policía cuando ya habían des-
cultura europea, puesto que ellos son los únicos capaces de cargado algunos golpes sobre él, repite las exclamaciones
avanzar sobre las huellas de los "arcángeles de Atila". provocativas como un insulto y un desafío a la patriotería
Pero el documento más elocuente respecto a los propó- del buen pueblo parisién. Y para no citar más ejemplos,
sitos y al estado de espíritu que animan al movimiento por ¿quién no recuerda en Barcelona la famosa conferencia
aquellas fechas es el que lleva el título de Declaration du pronunciada por Dalí en el Ateneo, donde provocó la có-
27 jan.vier 1925, donde se hacen manifestaciones como las lera y la indignación de los barceloneses con los más graves
siguientes : y nefandos insultos a la memoria de Guimerá, tan venera-
"i.° Nosotros no tenemos nada que ver con la litera- do entonces por ellos?
tura; pero somos tan capaces como cualquiera de servirnos Pero en los actos de éste y parecido jaez, antes se re-
de ella cuando nos sea menester. conocen las huellas del dadaísmo que las manifestaciones
"2.° El movimiento surrealista no es un medio de ex- estrictamente revolucionarias. Los surrealistas, aun cuando
presión nuevo o más fácil, ni tampoco una metafísica de la en repetidas ocasiones coquetearon con los partidos mar-
poesía. Es un medio de liberación total del espíritu y de xistas, hasta llegar incluso a conversaciones para empren
cuanto se le asemeja. -derunactivoj,lersqunopdi
"3.° Estamos completamente decididos a realizar una acomodarse en ningún momento a esa disciplina de parti-
revolución. do que constituye la mejor de las garantías para la efecti-
"4.° Hemos juntado la palabra surreaiismo a la de re- vidad de un movimiento auténticamente revolucionario.
z'olución tan sólo para mostrar el carácter desinteresado, Así se explica que para líderes comunistas como Henri
diferencial e incluso estrictamente desesperado de esta re- Barbusse, los surrealistas no sean otra cosa que "intelec-
volución. tuales quitaesenciados", afectos a un "virtuosismo decaden-
"5.° No pretendemos introducir ningún cambio en los te", origen de "malsanas complicaciones". En el "Congreso
errores de los hombres, pero estamos seguros de demostrar- de Escritores Proletarios Revolucionarios" de Kharkov, el
les la fragilidad de sus pensamientos y sobre qué cimientos surrealismo es considerado como "una reacción de las jó-
movedizos, sobre qué subterráneas cavernas han fijado sus venes generaciones intelectuales de la élite pequeño bur-
moradas inseguras..." guesa", se le relega al desván de las concepciones "idealis-
En todas estas manifestaciones, proclamas y gritos de tas" y se le reconoce tan sólo el mérito de haber servido
combate salta a la vista una altisonancia decidida, un fa-
natismo apasionado, que se conjuga mal con el confuso y,
con frecuencia, contradictorio encadenamiento de las ideas
expresadas. _ Qué revolución puede ser ésta —se pregun-
ta uno— por la que tan tercamente abogan los surrealistas
si "no se propone introducir ningún cambio en los errores
de los hombres"? Y no es que los surrealistas no hayan
hecho acto de presencia en la vía pública, que sus invecti-
vas hayan estado solamente sobre el papel. No; si no han
llegado a poner en práctica la consigna de A. Bretón "el
acto surrealista por excelencia consiste en salir a la calle
y hacer fuego sobre la multitud hasta el último disparo";
si no han llegado, ciertamente, a comerse tantos niños cru-
dos como de sus panfletos y proclamas fuera lícito creer,
al menos desarrollaron una serie de actividades subversi-
vas que llegan hasta desafiar con la mayor sangre fría las
iras populares. Poseen todas las armas de la provocación
y el insulto, conocen a la perfección el punto neurálgico de
irritabilidad (le las gentes y hacen gala de su completa ca-
rencia de escrúpulos frente a los prejuicios o los conven-
cionalismos sociales y políticos del instante en que viven.
Así, cuando para todo francés la vencida Alemania era el
enemigo secular que había que reducir de una vez por to-
das a la impotencia, ellos son los únicos que se atreven a
lanzar a pleno pulmón el grito de ¡ Viva Alemania! Y ello,
no sólo, como en una célebre ocasión, ante la concurrencia
a un banquete, sino frente a la misma muchedumbre agol-
pada en la calle por el escándalo allí promovido. Uno de
los surrealistas que asistieron a dicho banquete, Michael DALI - Busto retrospectivo de ruujer (escultura-objeto)

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mo concluyera por convertirse, pura y simplemente, en una
escuela literaria o artística; al menos, sus únicos frutos
fueron cosechados por pintores y poetas que comulgaron
con los propósitos estéticos que animaron al grupo.
Antes de pasar a las consideraciones que aquí nos inte-
resan particularmente, las relativas a la pintura surrealis-
ta, convendrá que anotemos, siquiera sea con brevedad, al-
gunos datos relativos a la historia final de este movimiento.
En 1925, Pedro Naville, director hasta entonces de La
Revolution Surréaliste, afirma, en el tercer número de ésta,
la imposibilidad de un arte genuinamente surrealista. "Na-
die ignorará —dice— que no existe una pintura surrealis-
ta ; ni los trazos a lápiz ejecutados al azar de los adema-
nes, ni las imágenes persiguiendo las figuraciones del sue-
ño, ni las fantasías imaginativas pueden, en modo alguno,
ser calificadas de aquel modo." André Bretón rechaza este
criterio y empieza a publicar en la revista —a partir del
cuarto número ya bajo su dirección— los artículos que han
de componer su libro Le Surrealisme et la Peinture, editado
en volumen aparte en 1928. En el mismo año de 1925 se
decide la adhesión formal del grupo al partido comunista.
Adhesión frágil, con muchas reservas, que no podrá resol-
verse en ningún momento, dadas las contradicciones inter-
nas del surrealismo, en actividad alguna de carácter estric-
tamente político. En marzo de 1926 se crea la Galería Su-
rrealista en la que empiezan a exhibirse las obras de varia
índole que llevan el marchamo del grupo. Poco después so-
breviene otra crisis dentro de éste —la primera fué la pro-
MAX ERNST - El altar de la Patria vocada por Naville, partidario del desenlace político del
surrealismo— que trae como consecuencia la exclusión de
algunos de sus miembros, entre ellos A. Masson, Philippe
Soupault, Ribemont-Dessaignes, Vitrac, Michael Leiris,
Desnos... André Bretón descalifica a todos en su Segundo
manifiesto Surrealista, publicado en 1929, con el que pre-
tende llevar a cabo una depuración del movimiento. A cu-
brir las bajas sufridas acuden nuevos miembros, entre ellos
oís Salvador Dalí y Luis Buñuel. Estos dos realizan aquel mis-
mo año el primer film surrealista, titulado Un Chien an-
J. ! l9AG^
dalou. Al año siguiente, en plena efervescencia política, el
portavoz del grupo cambia su título por el de Le Surréa•
lisie au service de la Révolution, y Salvador Dalí, con-
vertido en uno de sus miembros más destacados, aporta a
A L'ww..•^ ^u ^-r .*M. .^r...u..
la doctrina de aquél su método "paranoico-crítico", al que
añadirá, al año siguiente, una nueva aportación: el objeto
que funciona simbólicamente. También en 1931 es cuando
Dalí y Buñuel producen una nueva película, L'Age d'Or,
ANDRÉ BRETÓN - Poema objeto (1935) cuyo estreno, en el Studio 28, provoca un gran escándalo,
siendo intervenido el film por orden gubernativa. Louis
para que algunos de sus miembros evolucionaran hasta la Aragón, al regreso en 1931 de un viaje a Rusia en compa-
plena aceptación de la ideología comunista. ñía de G. Sadoul, empieza a desplazarse hacia la política
Pero dejemos aquí estas y otras andanzas posteriores de partido, quedando separado definitivamente del grupo
del surrealismo en sus penosos intentos de conseguir efec- surrealista en 1933. Por aquellas fechas el surrealismo em-
tividad revolucionaria sin traicionar sus propios principios. pieza a hacer acto de presencia en otros países. La primera
Para la historia del movimiento son de sumo interés, pues exposición colectiva tiene lugar en Estados Unidos en 1931 ;
ellas promovieron los frecuentes cambios de rumbo, las a partir de entonces sucédense en dicho país, con relativa
crisis internas y las apostasías que en el curso de su bre- frecuencia, exposiciones semejantes, tanto individuales co-
ve historia tuvieron lugar. Es posible, casi seguro, tam- mo colectivas. También, aunque no con la misma asidui-
bién, que hayan sido esos constantes fracasos en el terreno dací, y en algunos casos sólo esporádicamente, se celebran
de la acción política, los que hayan hecho que el surrealis- otras en Londres, Basle, Bruselas, Zurich, Barcelona, Pra-

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ga, Copenhague, Tenerife, Belgrado y Tokio. Las publica-
ciones de carácter surrealista, o que simpatizan con el mo-
vimiento, se incrementan rápidamente; las más definidas,
aparte de las francesas, son: Surrealisnnus, en Praga; Na-
drealizam danas i ovde, etl Yugoeslavia; Gaceta de Arte,
en Tenerife; Konhretion, en Dinamarca, y L'Echange su-
rrealiste, en Tokio. Al principio del año 1938 se celebra en
París, en la Galerie des Beaux -Arts, la "Exposición inter-
nacional del Surrealismo" en la que figuraron obras de se-
tenta artistas procedentes de catorce países, permanencien-
do abierta durante dos meses con éxito extraordinario. El
estallido de la guerra, primero, y la firma del armisticio
franco-alemán, después, trae consigo la dispersión del gru-
po surrealista; la mayoría de sus componentes emigran a
Estados Unidos. Sobrevienen nuevas y abundantes deser-
ciones, entre ellas la de Dalí, cuya ruptura con Bretón era
esperada desde hacía tiempo. En la actualidad, el surrealis-
mo arrastra su agonía a merced de simpatizantes tardíos
y mimetizadores de toda laya; la última exposición celebra-
da en París tuvo, según nos informan, un carácter pura-
mente retrospectivo. E,1 estado de espíritu que da la tónica
en la última post-guerra, al menos en Francia, no es ya el
del grupo dirigido por Bretón, sino que corre a cargo, por
el momento, de Jean Paul Sartre y sus discípulos los exis-
tencialistas.

Cuál ha sido la aportación del surrealismo al ámbito de


las artes? ¿ Qué nuevos valores o qué hallazgos sorpren-
dentes, son los suyos, que tanta expectación, repulsas y MAX ERNST - Jatagaga
ditirambos trajeron consigo? Cuestiones difíciles de resol-
ver, pero que, sin duda, conviene afrontar.
El surrealismo se nos muestra como una tremenda sub-
versión, agitada constantemente por rotundas negaciones y
con un amargo cariz de pesimismo. Es una ruptura total
con la herencia, próxima o lejana, del pasado, al que se
acusa sin cesar de obstinado falseamiento en todos los ór-
denes de la vida. Los siglos de cultura que nos han prece-
dido deformaron al hombre de tal manera que sólo le per-
mitieron desarrollar sus facultades intelectivas, razonado-
ras, de sumisa adaptación a la realidad externa. Para ello
tuvieron que ser reprimidas las zonas oscuras de la con-
ciencia, desautorizarse el sueño, la locura, las flagrantes
contradicciones entre la razón y los instintos, entre el ám-
bito de la lógica y el de la fantasía, manifestaciones y fenó-
menos todos ellos que se presentan una y otra vez, con des-
esperada insistencia, en la vida de los hombres, como an- LEN LYE - 1- tnellas en irn jardín japonés (1930)
gustiosas protestas contra la tiranía y el repudio de que
se les ha hecho objeto. ¿Èn nombre de qué principios, de en el que la vida y la muerte, lo real y lo imaginario, el
qué supremas razones, se hizo de este modo, si a pesar de pasado y el futuro, lo comunicable y lo incomunicable, lo
ellos no se ha conseguido liberar a la humanidad de los alto y lo bajo, dejan de ser percibidos contradictoriamente.
males que la apesadumbran constantemente? Y sería en vano que se le atribuyera a la actividad surrea-
Frente a esa realidad contidiana en la que se nos ha edu- lista otro móvil que el de la esperanza de lograr la deter-
cado, y de la que proceden todas las exigencias morales y minación de ese punto..."
materiales que atenazan nuestra vida, tiene que existir otra Se trata por tanto, en el movimiento surrealista, de llevar
realidad, una sobre-realidad, en la que acaso se encuentre a cabo una experiencia nunca intentada hasta él: la de dar
la solución definitiva a todas nuestras inquietudes. "Todo validez, consagración con todos los honores, a cuanto la
lleva a creer —exclama Bretón, en uno de sus arrebatos humanidad, en el decurso de los siglos, ha realizado los ma-
filosófico-poéticos— que existe un cierto punto del espíritu yores esfuerzos por someter o combatir como perturbador

13
Las actividades de uno y otro orden, positivas y negati-
vas, podemos hallarlas en cualquiera de los terrenos fre
-cuentadosprl i.Enedapturlomis-
mo que en los otros. Un cuadro surrealista tiene, pues, es-
tas dos vertientes: la negativa, que se complace en irritar
al sentido común aplicado a las artes, desautorizando cual-
quier proceder antiguo; y la positiva, cuyo empeño no es
otro que el de constituir una revelación, plásticamente ex-
presada, de ese trasfondo espiritual rechazado hasta ahora
por la conciencia. De una u otra manera, una cosa queda
totalmente descartada: la fruición, el placer estético, la de-
lectación ofrecida en otras épocas por la obra de arte. Un
cuadro ha dejado de ser algo que nos recrea los sentidos,
que nos transfiere idealmente a un ámbito más intenso, no-
ble y fervoroso, venero de mociones que nos aligeren el
peso del vivir. Por el contrario, ahora, o es sobrecarga de
mistificaciones polémicas y confusionismos desconcertantes
a primera vista, o exponente documental de lo acaecido
en los desvanes de la conciencia, una vez soslayado, no sólo
el más discreto gobierno de la razón, sino hasta el menor
intento de crear algo que pueda reconocerse a todas luces
como obra de arte. En este sentido, la primera preocupa-
ción de los surrealistas no parece ser otra que la de des-
valorizar la obra de arte en cuanto a tal; siguen utilizando
líneas y colores, ciertamente, pero sin conferirles ninguna
preeminencia de carácter técnico, antes al contrario, reba-
DALI - Objeto surrealista de funcionamiento simbólico jándolos cuanto pueden, sustituyéndolos o entreverándolos
con materiales de diversa índole, sin excluir los más viles
de su conciencia y rémora en su equilibrio vital. Se trata y mostrencos. Los medios expresivos no cuentan nada en
de poner en libertad la vida de los instintos, las profundida- relación con el genio del artista, pues todo se abandona a
des abismales del alma, los delirios imaginativos de la insa- un puro juego de azar que, cuando no se acepta como mero
nia mental, cuanto de azaroso, incomprensible para la ra- sarcasmo, preténdese que constituya la revelación espontá-
zón y hostil al sentido común pueda darse entre los hom- nea de ese trasfondo anímico que, en su sentir, debía com-
bres. Un propósito de esta índole, teniendo fe ciega, como portar la liberación definitiva del hombre.
la juvenil y angustiosa de los surrealistas, en sus resultados, Por lo que del surrealismo aplicado a las artes se me al-
forzosamente tenía que dar origen a dos géneros distintos canza, su aportación redúcese a cuatro procedimientos, fór-
de actividad: uno, meramente destructor, encaminado a de- mulas o actividades, que trataré de exponer brevemente.
rrocar las bases sobre las que se había consolidado, cómoda i.° El automatismo. Por él se sugiere la necesidad de
y firmemente, la herencia del pasado; otro, positivo, con- eludir todo gobierno de la razón, como enemiga que ésta
ducente a crear las nuevas soluciones para el futuro. es de cualquier contenido sobrerreal, en las creaciones del
En el primer orden hay que colocar toda la labor sub- espíritu. Como método aplicado a la poesía o la pintura,
versiva, rabiosamente iconoclasta, emprendida por el su- el automatismo convierte a quien se sirve de él en una es-
rrealismo: provocaciones públicas, insultos a los represen- pecie de aparato registrador para transcribir literalmente
tantes más calificados del mundo de nuestros días, panfle- las proyecciones del subconsciente. El artista "debe colo-
tos injuriosos, manifestaciones de humor negro, alianza carse en el estado más receptivo posible", esperar el des-
con los movimientos revolucionarios capaces de arruinar punte caótico de su imaginación y limitarse, acto seguido,
la vieja civilización europea, y, en suma, cualquier gesto, a calcarlo, a reproducirlo con la mayor fidelidad posible,
actitud o expresión que pudiera irritar a las gentes, produ- sin retoques, forcejeos ni enmiendas. Basta con que el artis-
cir confusión, promover desconfianza en los valores tradi- ta o el poeta prescindan de toda represión normativa para
cionalmente admitidos. que aflore, sobre el lienzo o el papel, todo un mundo ma-
En el segundo aspecto hay que contar las lucubraciones ravilloso, cuya belleza, si aún es lícito emplear aquí esta
de André Bretón, por medio de las cuales se dota al mo- palabra, reside en la caótica confusión, en la arbitrariedad
vimiento surrealista de un programa y una fundamenta- sorprendente de las imágenes que coloca ante nosotros.
ción ideológica perfectamente definidos. Junto con ello, 2.° Los "collages". Esta denominación —que creo po-
hay que tener en cuenta las actividades llevadas a cabo en dría traducirse a nuestro idioma por la de pegotes— aplí-
la "Oficina de investigaciones surrealistas", pomposa de- case a un procedimiento creado por Max Ernst —si bien
nominación que revela hasta qué punto la ciega confianza con precedentes en Picasso y en Chirico— que consiste en
en sus posibles descubrimientos se había adueñado del gru- formar "cuadros" o representaciones gráficas mediante re-
po surrealista parisién. cortes de grabados antiguos, con preferencia de la segunda

14
mitad del siglo xix, pegándolos unos junto a otros al azar
o arbitrariamente. Reúnense de este modo los elementos
más heterogéneos y dispares —un brazo, un pájaro, una
lámpara— dentro de un orden totalmente distinto al que
les pertenece —configuración humana para un animal, o
viceversa— evitando en lo posible cualquier idea precon-
cebida. Los collages constituyen uno de los procedimientos
surrealistas cultivados con mayor insistencia; de ellos ema-
na una proyección humorista e ironizante, descalificadora
de lo ya plasmado en otras épocas, sumamente dócil al es-
píritu que informa todas las actividades del grupo.
3. 0 Eleboración nueva del objeto. A ella responden los
numerosos artefactos presentados por los surrealistas en
sus exposiciones, o reproducidos en sus revistas, y que re-
ciben nombres como los siguientes: objeto onírico, real y
virtual, móvil y mudo, objeto que funciona simbólicamente,
poema objeto, objeto fantasma, objeto hallazgo...
Esta elaboración nueva, propónese nada menos que li-
cenciar definitivamente al objeto, tal como éste se halla
presente en nuestra vida cotidiana, donde no constituye,
para el surrealismo, sino el producto, la materialización de
un desafuero de la inteligencia contra el espíritu. Hay que
eliminar, a su entender, la consideración puramente utili-
taria, racionalística, enemiga de la fantasía y del azar, que
rige la presencia del objeto en nuestro mundo, donde a
cada cosa —una mesa, un tintero, una ventana— correspon- VALENTINE HUGO - Retrato de Arturo Rimbaud
de una función prevista de antemano y una estructura for-
mal tópica, tan represiva para el caprichoso desenlace de Como es sabido, la enfermedad denominada paranoia
nuestros deseos más incomprensibles, como puedan serlo —monomanía, según la expresión castellana habitual—
los resortes de la conciencia para los desordenados impul- consiste en un delirio de interpretación del mundo y del
sos de las zonas más oscuras de nuestro ser. yo del sujeto afectado por ella, sobre el que éste hace
is curioso señalar que en este aspecto los surrealistas. recaer toda su atención. Generalmente, la enfermedad, que
encuentran un predecesor en el arquitecto barcelonés Gau- no ocasiona ningún trastorno orgánico en el individuo que
dí. Aludiendo al estilo a que pertenece la obra de éste, ha la padece, se ve acompañada de alucinaciones, de interpre-
escrito André Bretón: "Cosa notable, la arquitectura, es taciones delirantes de los fenómenos acaecidos en la reali-
decir, la más elemental de todas las artes, parece ser tam- dad. Salvador Dalí, aunque posteriormente —en su Vida
bién la primera en orientarse en ese sentido. A despecho secreta de Salvador Dalí— haya dicho con ironía que "en
de la reacción particularmente violenta que le ha seguido, esa época, no sabía exactamente en qué consistía ese famo-
no puede olvidarse, en efecto, que el arte arquitectónico y so método que había inventado", colocó en manos de los
escultórico de 1900, el modern style, ha revolucionado de surrealistas el arma más poderosa para "sistematizar la con-
pies a cabeza la idea que había llegado a prevalecer respec- fusión y contribuir al descrédito total del mundo de la rea-
to a la construcción humana en el espacio y que ha expre- lidad." Posteriormente a la fecha de estas palabras suyas,
sado con una intensidad única, imprevista y sorprendente que pertenecen a La Femme visible (1936), Dalí se expresa
"el deseo de las cosas ideales" que hasta entonces se había con suficiente claridad respecto a la aplicación en pintura
tenido por impropio de sus dominios, al menos en el mundo de su método paranoico-crítico, en el párrafo siguiente de
civilizado. Como lo expresó en términos apasionados, por La conquéte de l'irrationnel (19J5) : "Toda mi ambición en
vez primera en 1930, Salvador Dalí, ningún esfuerzo colec- el terreno pictórico consiste en materializar con la mayor
tivo ha llegado a crear un mundo de sueños tan puro y tan furia imperialista de precisión las imágenes de la irraciona-
impresionante conto esos edificios "modern style", los cua lidad concreta. Que el mundo imaginativo y de la irracio-
-les,amrgndquiteca,osynpríl, nalidad concreta sea de la misma evidencia objetiva, de la
verdaderas realizaciones de deseos solidificados, en las que misma consistencia, de la misma duración, del mismo espe-
el irás violento y cruel automatismo traduce dolorosamen- sor persuasivo, cognoscitivo y comunicable, que el del mun-
te el odio a la realidad y la necesidad del refugio en un do exterior de la realidad fenoménica. Lo que importa es
inundo ideal, tal cono sucede en una neurosis infantil." lo que se quiere comunicar: el tema concreto irracional.
4. 0 La paranoia. crítica. Su creador, Salvador Dalí, la Los medios de expresión pictórica se hallan al servicio de
define, en cuanto a método, de la siguiente manera: "Acti- ese tema. El ilusionismo del arte imitativo más abyecta-
vidad paranoico-crítica: método espontáneo de conocimien- mente arribista e irresistible, los trucos hábiles del trompe-
to racional basado en la asociación interpretativo-crítica i'wil paralizante, el academismo más analíticamente narra-
de los fenómenos delirantes." tivo y desacreditado, pueden convertirse en jerarquías su-

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blimes del pensamiento al contacto de las nuevas exactitu- se deduce de las palabras del propio Freud cuando, visita-
des de la irracionalidad concreta; a medida que las imáge- do en Londres por Dalí, le confesó que "en las pinturas
nes de ésta se aproximan a la realidad de los fenómenos, clásicas buscaba lo subconsciente y en una pintura surrea-
los medios de expresión correspondientes se aproximan a lista lo consciente". ¿ Qué obtendríamos, por otra parte,
los de la gran pintura realista —Velázquez y Vermeer de con desautorizar a la razón y a la vida consciente en be-
Delft—, y conducen a pintar realísticamente conforme al neficio de las imágenes del sueño, de los absurdos a que
pensamiento irracional, conforme a la imaginación desco- dan lugar la histeria y la locura? Una vez instaladas éstas
nocida. Se obtiene así la fotografía en colores y a mano de en nuestra vida cotidiana convertiríanse en más tiránicas
las imágenes superfinas, extravagantes, extra-plásticas, aún que la misma razón, y ésta, al ser reprimida, reclamaría
inexploradas, super-pictóricas, super-plásticas, engañosas, del mismo modo, y acaso más imperiosamente, la satisfac-
hipernormales, débiles, de la irracionalidad concreta —imá- ción de sus propios derechos, connaturales al hombre y
genes (le la irracionalidad concreta: imágenes que provi único apoyo, con el que éste cuenta para afirmarse a sí
reductibles por los sis--siunalmetoxpcbsni mismo frente a la opresión de las cosas y los seres que
temas de la intuición lógica ni por los mecanismos racio- habitan en su mundo.
nales." Con todo, si de veras se quiere penetrar en la entraña
El método paranoico-crítico viene a dar un paso adelante del surrealismo, comprender hasta qué punto puede expli-
en el programa de las realizaciones surrealistas, dejando carse su existencia, es necesario no perder de vista que ha-
abierto, a la par, un portillo para la reintegración del ar- llábase animado de grandes ambiciones, y que por contra-
tista a la seriedad disciplinada y coherente de la materia dictorios o absurdos que puedan parecernos sus postula-
pictórica. Por otra parte, este método comporta, según las dos, por ridículas que se nos antojen ciertas actividades
palabras del propio Dalí, la liquidación de procedimientos suyas, en el fondo responde fielmente a una de las más
anteriores, tales como el automatismo, del que ya nada po- hondas crisis espirituales acaecidas en Europa; crisis que
día esperarse por estar basado en "el papel exclusivamente aun hoy, en esta encrucijada de bélicos avatares y de des-
pasivo y receptor del sujeto surrealista". esperanzas crecientes, prosigue su tarea de consumir las
Con esta aportación daliniana puede decirse que se cie- energías acumuladas sobre nuestro continente por largos
rra la órbita de las tentativas del surrealismo en la pin- siglos de civilización y de cultura. Lo que para los pinto-
tura. Esto es todo, acaso más el ruido que las nueces, y res ha supuesto esta crisis, la angustiosa persecución de una
sería inútil pretender que el surrealismo pudiera añadir tabla que les ayudara a sobrenadar, refléjase con vivos
nuevas "sorpresas" a las ya reseñadas y de las que sólo acentos en estas palabras de nuestro Salvador Dalí: "Soy
por derivación se han obtenido otros breves recursos adya- la encarnación más representativa de la Europa de la post-
centes, como "la calcomanía sin objeto", de Oscar Domín- guerra... Y en cada uno de los ideológicos atajos que mi
guez, o el "fumage", de Paalen. cerebro hubo de tomar para ser el primero, tuve que pa-
A la luz, pues, de la síntesis expresada cabe trazar un garlo caro, con la negra moneda de mis sudores y pasio-
balance entre el haber y el debe del movimiento surrealista, nes..."
entre sus tentativas, tan rabiosa y batallonamente enuncia- Pero esa negra moneda aún podía retiñir, al ser golpea-
das, y sus resultados. Balance que cada cual puede estable- da, con auténtico sonido, cuando la hora del surrealismo
cer por sí mismo a la vista de las obras producidas por este estaba en su cenit, cuando constituía un arriesgado y fe-
movimiento, y que a mi entender arroja un déficit no- bril salto en el vacío. Después... "Todos los que continúan
torio. En fin de cuentas, ni la pintura se ha liberado de imitándome —prosigue el mismo Dalí—, rehaciendo el "su-
nada, ni ha visto superarse las grandes creaciones del pa- rrealismo" primario, están condenados al limbo de la falta
sado, ni esa vida soterraña de la imaginación y de los ins- de estilo, pues para llegar a la creación de un estilo, en vez
tintos ha logrado revelarnos, ni poética ni plásticamente, de continuar desintegrando, es preciso integrar, y en vez
los recónditos secretos que alberga nuestro ser. En todo de intentar tozudamente servirse del surrealismo con fines
caso, los problemas planteados por los surrealistas, podrían subversivos, es preciso intentar hacer del surrealismo algo
continuar teniendo un interés filosófico, ser objeto de in- tan sólido, completo y clásico como las obras de las mu-
vestigaciones psicológicas, pero en modo alguno de plas- seos."
mación artística consecuente. Como ha escrito un crítico Lo mismo, ¿quién no lo recuerda?, dijo Cézanne a pro-
francés, E. Teriade, "existe mayor verdad psicoanalítica pósito (lel impresionismo. Como siempre —todo se repite
en las obras de arte de Freud que en las ejecutadas según en la historia—, o las aguas vuelven a su cauce o nadie
el conocimiento y la observancia de sus teorías"; o como podrá beber en ellas.

DALÍ - Dibujo

16
Demonios fecundando el árbol de la vida. (Londres, British Museum)

SURREALISME ANTIQUE ET MODERNS


por J. L. V. BRANS

E
N face du surréalisnie moderne, le spectateur profane perd peut beauco-up poni• les arts, et aussi qu'il ne peut rieu. Il ne
facilement la téte. 11 ne convprend rice• à ces figures bi- petit rice, s'il se flatte de les gouverner; je le dis à votre lrou-
zarres, grotesques et irréelles, à ces ligues qui très sou neur, Messieurs les artistes qui nr'écoutez, vous étes abso l-ument
maia d'un enfant, à ces coulencrrs qui 1-ui font-vcntsemblda ingouvernables. Et je vous félicite de tout neon cocar: les gou-
mal a usi pleusi. Pour lui, cela n'est plus de l'art; c'est de la vernaenaents sérieusi ne cherchent pas à ajouter• au-si difficultés
folie. réelles de leer m'ission, les difficultés et les res ponsabilités de
L'attitude dir critique cl'ar•t est bien différ•ente. Il voit cha•que tdches pour lesquels i,ls ne sort pas faits. Les destinées de l'art
éaole dans le caire de l'évol'ution continuelle des créations ar • sont entre les matas des artistes, et elles y son bien... Je crois
salt que toute révolution est provoquée par l'dpui--tisque;l ferm.ernent que si l'en voulait gouver•ner les arts, on ferait
sement d'une esticétique décadente et qu'il faut attendr ••e le cré- fausse route, et que l'cntreprise aboutirait il un échec éciatant."
puscncle de la théorie nouevelle avant de la juger. C'est seulement Quel critique d'art se refuscrait 4 souscrire à ces mots? Dis-
à ce vzovnent- là qu'on voit la place que celle-ci oceupera da+ns cipliner les artistes, leus• dicter des règles, esl une illnsion ridicu-
l'Ii'istoire de l'art et 1'influence qu'elle petit avoir sur le progrès le et, en outre, une tentative pareille pourrait avoir résultats
de l'art en générale. Tocat jugement sur le sur'réalisme mede'rne désastreus?. Chagar.e nouvelle écoie a anc se fernaer 4 ses débutts
est done pi•éineturé; celui-ci est escore en pleine vie, et rieu les portes des Salons; les punts grands artistes de la secunde
ne nous permet de prévoir ou de prédire quand et comn2-ent il meoitié du 19° siècle out vu refuse,- leurs oe-uvres par les critiques
finira. off'iciels qui or•ganisaient les grandes esposi#ions. Ces ocurres
, Cette constatation en invhlique une nutre égalesnent importan- méprisées sont ma^intenant daus •nos musées. Nous nous •r•éjouis-
te: ilji serait dérisoire de vouloir donner une définition de sur- son.s 4 conteunpler- des créations que nos an,cétres ont -egardées
réalisnr.e inoderne. On petit en• dire beaueoup de dioses; on le avet indiignation, et en secoua.• nt la téte.
petit, analyser en ses diffé'r•ents aspects, mais aussi longtemps Je une réfvre à des exenvples d'un passé qui n'est -pas très
qu'il conserve sa vitalité, tous les efforts pour l'eniprissoner dans éloigné, et ces exemples sont décisifs. En exa minant les luttes
des limites verbales sont mutiles. Entre la realité vivan te et la pacientes et acltaa•nées des pméc-urseuu-s dans l'laistoire de l'art,
tyrannie des mots il y a toujours eu et il y aura toujaur•s une on en vient inévitablentent à la conclusion que le progrès de l'art
incompatibilité invincible. est intinsémnent lié 4 sa liberté absolue. Il faut done éviter tout
Je •me permets en•core une antre reinar que. A pro pos de cer- ce qui pourrait nuire à l'épanouissement d'une co-nception nou
tai•nes nurnifestations artistiques modernes, on- a lancé le slogan qui n•e réussisent pas ont toujoaurs-vel.Mómnsipérce
de l'art dégénéré. Fa.ut-il dénon•ecr la mesqu'inerie de ce procédé? quelque utilité; elles confim'ment d'antres efflorescences et les
L'art est comete la vie; ji gel-me et croit le plus féoondement ic obligent 4 se perfectionner.
¡'oir libre. Ce qui n'est, pas viable pér-it sans a-ucune intervention
1ea'manime. En 1879, ic l'occasion de l'ouver'ture du Salon des Ar-
tistes vivants, à Paris, M. Jeies Ferry, ministre de d'Instruction
Publique et des Rea'us?-Arts, esiposa en quelques inots très clairs Ces observations préliminoires n'orat rient à faire avee le poifnt
les rapports du. gouvernement avet les artistes. "J'estime, dit-il, de vue fondannental de la convparaison que je tlecierai d'ótablir
que le Oouver ,nement, selon le point de vue auquel il se place, entre cer•taiaies créations artistiques de i'Antiq'uité et celles des

17
1

Figura de- mujer rsc l u ni iIizrnla. Figura antropomorfa de la caverna


cn Predmost (Aturi\ in) des Trois-Trères (Ariége)

•curr•éalistes modernes. Ce n'est pas l'aspect ar•tistique extéri.cur montés d'objets syrn-bolipues, qui. rnenaeen-t d'óeraser le Saint An-
qui nous in.teresse ici: nota alten•tion va, plutot qu'ri. la fornte, to ne (le Dali exprinncnt de móm,e des forces que l'oeil nu ne
à i'es.sence m i• ni e da ..urréalismne. Elle s'attache cit l'aspeet ps)j- pereoit pas mais que le peintre croit réellernent presentes et
cicolotlique de ces inunjes •irréelics qui naus révèlent les idees actives dans la. tentation.
theologiques des peuples antigues, d'une part, et d'a:utr•e part, Du point de rae psychologique, le surrealisme ntoderne est
la ph.ilosopl?,ie esthétiryue d'un t/roupe important d'aïtistes con- done un phénomcine es.sentiellentent identique au ssurréalism.e an-
tem,porains. Bien que libre de toute influenee tliéloyigve, celte tique; daus l'un et daars l'antre, ors voii l'Iioimsne it la reolterche
pltilosophie a eles points de ressom-blanee réelle avet les ^rnani- des neobiles intimes qui agitent i'éts •e huneaiin, et des esprits su-
festations artistigaes des religian.s pr• inuiti.ves. Pénétr •ant le qué- pór•ieurs qui le dominent. Les dieux égyptiens it t@te d'oiseau. ou
ta•nte dór•outant de er'ayances et de doctrines, de spiritaalisnte de vaclie, les statues cynocéplral.e.s que les Egyptiens a.dorér•ent
nébnleux et de mnatériali.srne brutal, qui se dresse de tout cóté camine annoneiateurs du leven du jour, les rases canopes qui
llevant nous quand nous suivons le fleuve ele l'histoire, nous en servaient it enferme les viscères eles inorts, et dont les couver-
revenons tonjours tt l'honvme qui vent devoiler les tnystères qui cles étai.ent surmontes des quatre venies, fils d'Os iris, un sin ge
l'oppr•Ñment. cynocéph.ale et devtx autres figures it tete d'épervier et de chacal
Le fond philo.sopliir/ite du surrealisme est l'effo.rt sc ulair•e polir —toutes ces creat ions des artistes égyptieats so«nt pone mous eles
découvrtr les réalités obscures qui se caehent der•rière les réalités nsessages surréalistes surgir de l'intiagination d'un peuple qui
visibles. C'est la rech.erehe ele réalités que nous c•roymrs plus est entré dins l'h.istoire quan d l'Europe etait encor•e en plei•ne
réelles que celles que nous connaissons 'par nos sens doni les barbarie. Ces eréations surréalistes nuats pr•ésentent des étres
perceptions sont innpuissantes it saisir les causes profundes qui ah.ur•issants, fantastiques, impossibles, erais qui caeh.ent arpe
ont creé, qui ineuvent et dirigent la. vie ele tout etre vivant.11 inz-e realité qu'aucune figure d'un étre humain réel ne pouvait expri-
l'intellipence est inca•pable de saisir ces rapport.s: il faut recourir neer. L'influen.ce cr'éatrice. du soleil et l'inttrvention protectrice
a l'imaginution et it l'intuition, au r@ve et, it i'lrallucination com au malicieuse de certains anineanx, l'intaginaiion les !avait iden-
•évélation des relation..s du monde-meinstru.paxde tifiées a.vee les dievx. Ceu.x-ci. se présentent aux artiste tels que
perceptible avet un monde .mupérieuu • et caché. les croyances du peuple les a fa.ronn.és, c.-a.-d. murris des attri-
Surréalism,e et .sumauturel sont ainsi iusgtit'b un certain point buts r•éels eles forces mz-ystérieuses qu'ils portent en eux. Eme
syllan111ues. Tous deu.L rnm•qucnt lasituafion d'unre chose risible Assyrie, à liabylone, en I'er•se et en Extr&mne Orient, on r•etr•ouve
par ea pitar! it une eliose invisible: tens deux reconnaissent qu'il le seimne monde surréel: ce .sont des clr.evaux ailés, des dieux
existe au -rles.sus du réel et cllit nulurrl, des forces supérieures, adés a tóte d'aigle et d'élépliunl, des lions et des taureaux ailés
des forces surréelles ct suenatttrelles. it tete humaine et coiffes de tiares; ce sont les splvi•nx que les
C'est ih le fond philosoplririne cant•nt.un des théologies tn fiques éllyp tte u s plueaient près des nionurnents funóraires et daus les
et du surréalisure m.odcrne. On s'en rend compte inunrédiatement vtllées de icar temples qu'on recaí! ¡ei, tr'ansfoenrós, it l'entrée
quand on confronte un Mercare ailé d'un sculpteu.r linee avet une des villes et des pulai.s. lis repr•ésentent des ttres d'aire force
Tentation (le Saint _lntuine de Duli. .1u point de rae artistique, .supérieure: jis ont la tóte pensante ele l'home, les ailes vigou-
il y a. eles rliffóvences fondmnuentales, mais contiene expressions r'eu•ses de 1'aigle, le clos puissant da tau caa et les griffes terri
d'idees fanta.stiques, e'cst la mime eltose. L'artiste prec a expri- du lion. lis protégent les habitanl.s des denteur•es pr•in.cières-bles
nué dan.s une figure aux pieds ailés une ehose irréelle, mats qui et des cités centre les esprits ela. mal. On les retronve plus tard
est cependunt l'im.a•lle sincere de sa cr•oyanee en la force sur- daus la figure des chérub.s juifs à quatre visages différents
réeile dont est doné un de ses dieux. Les élélpha ets énor•ntes, sur- (ltonunae, lion, taureau ou aigle) qui protègent l'arche de l'allian-

18
ce, et da. ns les animaux s,+lrnboliques qui aocompag+r,ent les quatre
évangélistes -de la religion chr•étienne.
A travers l'f sie Minenre et l'ile de Chppr•e, la Ci•èce a. adopté
la naém•e tecicnique surréaliste pour • figurer les personnages de
sa mytlr,olot/ie. Les frontons, les métope.s et les frises des tem
-plesitau,mnordgé;tslecorpminqu-e
(le serpent; d'a-utres vous font aysister ic des combats de Cen-
taures, ces étres fabuleux qui tiennent de i'1rorn'nte par la téte
et le torse, du cheval par la cr•oupe et les pattes. Pécase vous
apparaït .cons la forme d'un cheval aile; les Satyres sont i>,u-nis
de carnes et (le picds de bono; les Harpies du -m,anu'ment de
Xanthos et, des stèles funéra-ires sant des oiseau.x 4 téte de fem
qui tiennent dan.s leurs serres des petites figures personari--nce
f i an.t des Ganes.
Je ne donne que quelques exemples que tout le monde con-
nait et qui appartiennent a la inythologie de peuples hi.storiques.
La prélristoire pent nous en fournir• d'antres qui ne .som pas
?n-oins intéressants. Les cavernes de la elite ca-ntabriqu-c et celles
du Sud de la France vous ont conservé un nombra considérable
de figures d'aniinaux antbi •oporu•or•plies qui, salis aucun. donte,

Cunrdi,iu de puerio del palacio de As+a-nasirp rI 11


(L.ondres. Bri iish luseun+)

se rapportent arc culte (le 1'liornane préhistoriq-ue. Une des plus


connues est Le Sorcier de la carerve des Trois-Frcres (atiéttc):
sur des jaanbes h,unr.aines se tient, it nioitié dressé, u'n corps de
cheval, mnuui d'u-ne gnene; les pattes de devant ressenr-blent la
celles d'un o-ur•s; les o-reilles sont celles du loop: la téte est
rnunie de deux comes de cerf, et. le -mentor se ter mine en une
lonpne barbe de bison. Il est érident que cet assem-blage de dif-
férentes parties de plusicurs anirnaux a un sens aussi- réel que
les figures contpo-sées de i'dntiquité. Ce cens réel, nous •ne port
-races surnaturelles et de-vonsleairqup1'étdsoya
l,'intadination surréaliste des peuples préAistoriques. Les Irabi-
tants de la caverne de Tr •ois-Frér•es orat, pr•obablenr.c-+t roulu fair•e
une inuige de i'esprit protecteur ole leur derneure. L'Ro-mane di
vinisé qui devait les défendre catre tous les dangers ne po-umait
itre un tiovr,m•e ordinaire, uu honrare réel: il devait disposer d'une
pui.s.sance sur•Arana•ine, et celle-ci il 1'enr•prvn+ta avx animau,r.
Il a l'ovie extrY,ucin+•ent fine drr loup, la• rapidité du cerf, l'auili-
té (bu elieral san coge, la force de l'our •s. Ces gvnlitrs qui .sont
par rapport ò. l'liomme réel des q-ualités .su-r •réelles, 1'Arr bit anl (les
caxer'nes en a besoin dc's qu'•u-n dan-pler le menace.
Comparés aux spl+irnx épltptiens et assl/riens, les nom-brenx
an.i.nutux an ti, ropornorples des cavernes pro°I+ixtoriques soni d'uu
surréalisn+e plus direet, plus primitif, moris aussi beaueoup plus
expre.ssif. Moins clair est le langage des nombreuses inscripcions
qui aeconnpal/ncnt ces figures magiques. Ces signes, derrière les-
quels se cacl+ent non seulernent des objets de la vi-e quotidienne
erais aussi des idées, •ne no-us orat pas encare trahi leurs secrets.
La pictograpluie idéologique ole t'lronnnr,e printitif contient cepen-
dant égalenient des si(lnes surr •éalistes, camine d'aille+u•s toute
ócritur•e qui n'est pas plhonétique et qui se base sur le dessin. Dc..s
La diosa Sachsnel que t'/+o-mane exprime une idée abstraite, il doit recourir au sur-
(Londres, British Muscum) réali,srne: celui-oi est inhérent 6 toute idéogrraphie. C'est se sur-

19
ROSCO - Porinener de £as tentaciones de San 1Inlonio
LI Jnjierno - \ liniar u-a del libro Les tres ricbes beures de lean de Berry
(Chantilly) (Museo ele Lisboa)

róa•lisnte que la seience doit déeitiffrer et tdch.et• de comprendre ntonstrueux et multiplie "l'ltontme clans la bóte et la béte daus
si elle vent pénétrer les grands problèntes des croyances et des t'anitnal i,npossible". L'explotation inlgénate et, naive des eréa-
cultures préltistoriques. tions surréalistes de i'dntiqué par les enlumineurs, les sculpteurs
et, tout it la fin, par les peintres chrétiens n'a rien d'étonnant; il
y avait, je l'ai déjit dit, certaines croyances coinmunes relatives a
Je rept•ette de ue pouvoir donner que quelques indications très t'activité des esprits da bien et du mal au ciel, 4 l'enfer et sur
générales. Le terraja est tellement viste qu'on risgste de s'égarer tet•re. El jusqu'd la fits du nno yen á-ge ces croyances furent en
el de perdre de vue l'objet principal. En effet, le surréalisnte pré- Europe aussi sincéres et aveugles que celles des Grecs avant le
historique qul revit dans les civilisations antiques, on en retrou- siècle des grands philosophes. -
ve encorre les traces après que celles-ci ont denuis longtemps ces- La Réfot'me et le Renaissance out tani les sotcr•ces de ce sur-
sé d'exister. Entre les prentiières manifestati-ons de i'uctivité ar- réalisme rebi-gieux dont Jet •otne Bosch fut le der,niet• granel repré-
tisti.que de l'lionwne et l'art du mopen Ccfle existe ttne continuité sentant. L'oeuvre des nombreux ivtitateurs de Bosch et aussi les
qui repose sur des héritages successifs et sur la- coet-inuation funtaisies de Bruegel sont dejó des créations profanes et plus
partielle da monde antique dans certaines conceptions cos ni- ou nwins factices: la mode -el le'dósin de plai e, ont p ris la place
ques et religieuses du monde cha•étien. Elussi bien que 1'limame de la foi et du désir d'instrui-re. L'âiu-t •ope s'engage daus la voie
antique, l'ltontnte cltvétien a beso-tu d'tute r •eprésentation fit/urée d'un positivisme qui tóche de séparer le naturel du surnaturel, le
des esprits supét•ieurs de sa rei-igio-n; lezrrs qualités stcrnaturelles, niel perceptible da surréel fantastique. Les artistes se refusent
ji vent les exprinter d'una •manière na-turelle, tangible, et ld oit désormais it franclrir les frontières du niel tangible et du vrai
ses propres croyances ne sont qu'vn prolongetnent plus ou ntoins raisonnable et raisonné. Sculs des visionnaires géniaux convine
transformó des cro¡fauces des siècles précédents, -il est tout na- Gopa et Fólicien I?ops ont le courage d'aller au deld de la vision
turel cIu'il aeeeptc aussi les ntóntes moijens d'expt•ession et qu'il di-recte eles eh-oses pous• nous intposer• lene visión intime el sati-
adapte les figures unciennes Ct la no-uvelle foi. L'artiste chrétien rique du monde el des hom-mes.
dut ntoljett dqe uous présente le surréel de la indnte niattiere que
ses prédécessenrs pa jeas: au perceptible réel il ajoute des dió-
ments fantastiques ponc ntatérialiser des qualités qui de/tap-
peal C i'entprise des sens; la figure de l'h.ohttnte naturel, il la Au sens le plus exact du inot, l'dame humaine est une entité
niunit ainsi des insignes d'ttne pttissaatce stcr/1unaine. Dès le sua•réaliste: nous ne la connaissons que par son activité qui
début du moyen áge, la fa une surréaliste de l'Egypte ancienne, échappe ft la petceptio-n directe des sens. Cette activité nous ni-
de l'Asie Mineua•e et de la Grèee s'ajoate aux anees et démons vèle une vie tumitltueuse pleine de nostalgies, de craintes, de
ailés; le bestiaire fantastique des premières civit-isations histori- soneis et de conc bats, et ceux-ci, l'artiste les transforme en iina-
ques se répand peti à peu en Europe: griffons, dragons et chi- ges. C'est lit la base de tort surréalisme qu'il soit antique ou
mères s'introduisent (litis les manuscrits et daus les Bibles. ntoderne, qu'il appartienne aux peuples ele l'Orient ott aux pett-
Ce surréalisnte villoureu-x aspire d nous présenter ce qui est plades des fordts africaines.
plus r ni JUe le eral, plus réel que le niel; il crée des diables Guillés par les reactions pltilosopltiques contre la tyrannie des

20 :-- ;
seus et de la. raison, les surréalistes nrode]'nes t(chent de réta- nous tradvit dans ses poésies ou ses oeuvr•es plastiques. Ld, ab
blir le -fantastique surr-éaliste que te rationalisnre avait eltassé: les surréalistes de l.'Anliquité et du atollen Pye reproduisaient
jis se révoltent contre Pznl.itation servile de la natere et de l'as fidèlement les images qui rivaient dans l'Qvre de tau un peu pie.
• rières la vie banale existe une antre-pectxériudsa.De- les surréalistes modernes ate nou-' présentent que des ecpórieuee.
ele, la ele réelle qui est bien diff&rente de celle que nous mon- personnelles. C'est une differr ó nce importante. Il ni un que ir, uo..
trons daus nos relations sociales. C'est une vie de funtaisies contem-porcins les crol/aurc., collecli 'es dont le ,surr'rali.Sn1-e pri-
folles, de désirs inavonables, de dérètgleni,ents nionstru,eux. Les nvitif a sru•gï spontanórnent. Les surréalistes des temps passó.s
procédés trrrditionnels de la logique raison tiente ne .suffisent pas tfr.chaient égalenent de nou s faire voir • arre réalité qui se carlre
4 ¡'explorolion de cette seconde vie qui se cache derrière l'ossa derrière l'apparence des eltoses. pon t- eux aussi l'aetirité anti.s-
qui se refugie dans le réduit profond de la-turednóca, tique fut en m4me temps une aetivité de l'esprit, ruais cettc ac-
subconscieneie. tivité avait un bat élevé: elle chencha d nous faire comprendre
C'est.cette vie que les su réalistes modernes poersuivent. On les forces créatrices et motrices da nconde. Elle aroait en- car•ae-
l'est anusé a cotnparer certains de leurs tableaux avet des des- tère théologique et eosrnique daus lequel le sur•réel et le surna-
sins d'enfants et ntétne d'enfants anorinaux. Il s'agit, en effet, tua•el se confondaient. Le surréalisnte inoderne,. au contr•aire, est
(Pruit-, exploration des instinets de l'honunte privnitif dont les essentielleine t antlrropocentnique; il r•ejette le surnatur•el et ne
urnarenients psyclrologiques n'étaient pas encore entra-vós par s'occ-rrpe pas des forces supérieures qui sant au delrorx de l'irorn-
des conventions et des contraintes sociales. L'enfant anormal seul rne: il va ic la reclrerche des instincts pnirnilif.s-, <urtout des ir+.^-
peut jusqu'ú certain point nous revéler spoiitanénnent cet état; tincts sexuels, et des forces secr•ètes que l'l,ourrne porte en soi.
l'artinte surréaliste tfiche de s'y planger par des moyens arti.fi- Sors le rapport scientifique, ses expénienees peurent avoir peut-
ciels. Il a recaurs à toutes sortes de pr •océdés qui écartent l'iu- étre quelque volear: sous le rapport arti.xtirque, elles peuvent ré-
ter•veution de la raison et excitent l'imagination.- i-1 provoque des tablir les droits de la vision fantastigee, erais je ne erais pus
r; lats (le rece, d'hallucination et d'hypnose afin de faire jaillir de que ces ntérites le pourront sauver. L'atelier de i'a-rtiste n'est
sa subconsciente les mnessages mystérieux et ineohérents qu'il pas un laboratoir'e d'expér•iences psychologiques.

PICASSO - SYlujer- con guitarra

21
Les Cé fs 1 olatits (Rocen, Musée de Antiquités)

SURREALISMO MEDIEVAL Y MODERNO EN LOS


TAPICES FRANCESES
por PAUL GUINARD

i, surrealismo moderno, fruto de nuestra inquietud, no se ha de París, a un -tièmpo que atestiguabal brillante renacimiento
E preocupado, en general, (le buscarse un abolengo. Pero
encuentra sus ,Lnlepasaclos por doquiera que el artista dé a las
de la vieja y provinciana manufactura de Aubusson, ponía de
manifiesto ante los ojos de todos aquella filiación. ¿Cómo? Vale
realidades la 1110gia del sueño, por doquiera que el visïonurio tal vez la pena mostrarlo, considerando los clos "cabos ele la
mezcle las criaturas observadas en la realidad y las creacio- cadena" en .la historia de la tapicería francesa —saltando por
nes (le su fantasía : y cuanto más precisa y fiel es la obser- encinas de los siglos clásicos—, para subrayar el parentesco de
vaciún, esa yuxtaposición resulta mals sorprendente. Itemontan- estas sinfonías murales (le colorido pujante y sobrio, (le estas
do el curso (le los tiempos, encontranios surrealismo en Goya visiones tan minuciosas en el detalle conto irreales en su at-
y en Blake, acaso más todavía en Breughel.y en el Bosco. Pero mósfera, de esos apasionantes maridajes de la observación y
hay todo un sector del arte que nos ofrece un surrealismo espon- del sueño.
túneo, pudiéramos decir ingenuo, de intención decorativa más que Si consideramos la tapicería de la época clítsica, la que co-
literaria. Sin remontarnos a las fantasmagorías orientales de mienza con el taller de Fontainebleau bojo Francisco I, que iba
los bestiarios roménicos, de los monstruos semi-hombres, senil- a alcanzar su apogeo bajo Luis XIV con los Gobelinos (le Le
animales, en una época (le vida galante y de gracias mundanas, Brun, que se reafirma con el estilo Luis XV en Beauvais, bajo
en una época en que la evolución general del arte tiende al rea- la dirección (le Oudry, salta a la vista un rasgo común por
lismo, a la conquista del espacio, de la perspectiva, del paisaje, encima (le todas las diferencias de estilo y (le decoración: la
desde el siglo xiv hasta comienzos del xvi, un sector importante tapicería toma como modelo el cuadro, adapta su composición
del arte francés, la tapicería, continúa siendo -ingenuamente agrupando més o menos felizmente algunos personajes sobre pla
surrealista. -nosecald_u¿nroeaqitcsdpje.
Ahora bien, en este arte de la tapicería, renaciente desde hace En las obras maestras de Le Brnn, sobre todo en la serie de las
una quincena de años, es precisamente donde el surrealismo Estancias Reales, se trata de un ,i "ventana falsa" que se abre
moderno halla sus triunfos menos discutidos, y empieza a ganar sobre un vasto paisaje entre unos peleros planos de coluumatas
al gran público. Y de un modo consciente, explícito . —por la —arquitectura pintada destinada a encajar en la decoración real
pluma de su renovador, Jean Lurçat—, se enlaza con la tapi de las grandes galerías de fiestas—. Precuenteuiente el efecto
tapi -ceríamdivl.LgnosExpicódeglos se continúa en detalles: reproducción de medallones encuadra-
-ceríafnsdlvoe1946,nMusdArteon dos por estucos antológicos (le Fontainebleau, o el cuadro ficticio

22
L'Apocalipse: Le Dragon et la Fenime (Angers, Musée des Tapisseries)

Con-1 (n;ers, Musée des Ta ii;'éries)

23
G'Eté, por DOM ROBERT (Colección Tabard)

Le Bel até, por RAOUL DUF (Colección Tabard)

24
£es Saisoiis - E'AtUontne, por MARCEL GROMAIRE (París, M Iilier National)

al que ni siquiera falta la cinta por donde se cuelga, destacán- y 1378, y que habían sido encargados por el duque de Anjou, her-
dose sobre las `orlas" caprichosamente floridas del estilo mano de Carlos V, para la capilla de su castillo de Angers.
Luis XV. Sabemos también que el dibujante Hennequin de Brujas se ins-
Muy distinta es la concepción de la Edad Media, y ello se piró en los manuscritos de las colecciones reales. Pero el interés
explica, aun fuera de toda consideración estética, por el carác- histórico se desvanece ante la belleza plástica y poética. Nos
ter de "decoración móvil" de la tapicería, que tiene que servir llama la atención por la pujante sencillez del dibujo, que tiene
para todos los usos: para alegrar los muros desnudos de los la elegancia nerviosa del arte parisino de la época, pero con una
castillos que más semejan prisiones que palacios, para hacer sencillez exenta de todo manierismo. También sorprenden la
más confortables las inmensas salas dividiéndolas transversal- nobleza serena de estas composiciones simples y claras de figu-
mente, creando "alcobas de tapicería" en torno a los lechos de ras poco numerosas, la riqueza sobria de los tonos —no más
gala, para adornar las tiendas de eampafa de los soberanos que de veinticinco o treinta—; algunos azules, el blanco, el negro,
pueden llevarse los tapices en su equipaje. ¿Para qué buscar algunos verdes y esos colores de fuego y de sangre. Y este arte
composiciones sabiamente distribuídas, si el tapiz ha de adap- tan seguro se pone al servicio de una cautivadora fantasía poé-
tarse a cuadros de dimensiones variables, va a ser a menudo tica. No es una Apocalipsis feroz y macabra a la manera de
fruncido, y en ocasiones cortado? La preocupación de la pers Durero. Los dragones de siete cabezas, los corceles de rostro
-pectivaydlsronequlpbmasent humano y barbudo, los saltamontes , de cabeza coronada, son Huís
a los miniaturistas a lo largo del siglo xiv, carece totalmente bien divertidos que espantosos. La presencia constante de án-
de sentido para la tapicería. Esta admite perfectamente el irrea- geles de alas agudas, bellos como San Jorge, que dialogan con
lismo de los fondos, lo arbitrario en la escala de las figuras y los profetas, mecen en el espacio las almas de los justos, tocan
la repetición •de los mismos motivos: sólo se le piden colores pro- sus curvas trompetas y abren de arriba abajo a los dragones,
fundos y agradables, bellos motivos decorativos: banderolas, es- es teas bien tranquilizadora. Y esa Gran prostituta que es
cudos, ramajes verdes o floridos —y entre todo eso, imágenes una graciosa mujer que se peina tranquilamente ante su espejo,
}ien legibles, evocadoras de sueños legendarios, o novelescos—. sentada sobre las olas, o que cabalga el monstruo de las siete
Estos tapices no excluyen en modo alguno la justeza de la obser- cabezas, esas estrellas y esas barcas que caen del cielo, esas
vación naturalista en el detalle; por el contrario, nada más lejos ciudades que se derrumban como •castillos de naipes, todos estos
de ellos que la abstracción decorativa a la manera del Oriente sortilegios participan más bien de los cuentos de Las Mil y una
musulmán y (le algo más cercano a nosotros, del cubismo. Pero Noche. Sobre todo se desarrollan sobre fondos mágicos, casti-
no por eso nos introducen menos en el inundo de lo irreal. Y esto llos que parecen suspendidos en el aire, bosquecillos y céspedes
es lo que constituye el singular encanto de los grandes tapices de floridos y, en lugar del cielo y del espacio, adornos de follaje,
la Apocalipsis de Angers, los más antiguos (1) (y el más impor- entre los cuales llueven estrellas y rayos de fuego. El encanto
tante conjunto (le tapices franceses) que se han conservado. Tie- se acrecienta por las mismas dimensiones de la tapicería: las
ne una especie de atractivo misterioso aunque su historia se co- setenta y dos piezas que subsisten (de noventa) se desarrollan
nozca perfectamente por documentos de archivo. Sabemos que en- una longitud de 144 metros. A través de la aparente mono-
fueron tejidos en el taller parisino de Nicolas Bataille, entre 1376 tonía de estas visiones, en la mezcla constante de los reinos
de la naturaleza, y de la naturaleza a lo sobrenatural, hay una
(1) Recordemos que la famosa "Tapicería de Bayeuz" que narra renovación continua, una encantadora variedad en el detalle.
la conquista de Inglaterra por los Normandos en 1066 es un trabajo
do bordado con aguja y no una tapicería. Ni por el tema ni por el estilo, ninguna de las tapicerías

25
40

Crand llnii,e•s Yégelal, por JEAN LURÇAT (Colección Jansen)

posteriores iguala en "surrealismo' a la del Apocalipsis. Sin dos (en una tapicería ejecutada sin duda para el rey Luis XI) ?
embargo, la inspiración no se ha agotado. Sin duda los tapices ¿Pero qué significan sobre todo los compañeros de la Dama del
del siglo xv, de asuntos históricos, bíblicos o alegóricos, incluso unicornio, cuya serie se ha conservado en el Museo de Cluny?
las escenas de batallas o de cacerías se orientan cada vez más La graciosa dama, bajo una especie de dosel —espacio abierto
hacia la manera flamenca, hacia las composiciones organizadas entre la verdura— escoge joyas, se mira en el espejo que le
en grupos de personajes suntuosamente vestidos, evolucionando presenta su doncella. Fácil es ver aquí representaciones de los
entre arquitecturas complicadas ; incluso allí subsiste la impre- cinco sentidos. Pero el sexto cuadra con la misteriosa divisa
sión de un mundo diferente del que cae bajo nuestros sentidos, "A mi solo deseo", ¿altivo espíritu de dominación?, ¿sumisión
por la ausencia de aire, por la superposición caprichosa de los gozosa del amante? ¿Y para qué sirven estos compañeros fami-
personajes y de los edificios en los distintos planos, el entre- liares, el león bonachón, el gracioso unicornio (e i animal fabu-
lazarniento de divisas y banderolas de formas y (le letras singu- loso que sólo una virgen puede donar) que juegan en torno de
lares. Pero, sobre todo, hay un tipo de tapicería más modesto y ella? Nada da una imagen más seductora (le la vida cortés —su-
familiar, más puramente francés (florece en la región del Loi- prema sonrisa de la Edad Media que se acalla. Nada mejor
ra y más especialmente en los talleres de Tours, -en lit se- tampoco da la sensación (le lo "gratuito", de la libre fantasía
gunda mitad del siglo xv y al alborear el siglo xvi) que guarda que reconstruye el universo a su "solo deseo".
para nuestras imaginaciones todo el encanto de los jardines de La tapicería moderna ha tardado en reanudar con este arte
ensueño. Surrealismo amable y cortesano, cuya tónica la dan esos ni.ígico". Incluso algunos interesantes esfuerzos hechos por los
tapices "de mil flores", esos semilleros (le flores (le los campos Gobelinos en los años que precedieron a la última guerra mun-
de Francia, margaritas y pervincas, lirios y jacintos, que inva- dial se vieron comprometidos, de una pacte por la incapacidad
den toda la superficie, con sus colores vivos y gratos, a través (le renunciar a la imitación del cuadro, (le otra parte por el
de los cuales juega todo un mundo de pajarillos, de conejos, de precio inasequible a que venía a salir un tapiz, cuyos cente-
ardillas —sin preocupación (le verosimilitud, se ve a los cone- nares de tonos degradados no llegaban sin embargo nunca a
jos saltar entre los árboles, mientras que los pájaros picotean dar la ilusión de un cuadro. Tenía que ser un pintor el que
en el suelo—. Un poco perdidos a través de todo estó, algunos pusiera fin a este trabajo de Sísifo. Pero este pintor se había
personajes felices, cautivos en este Edén pacífico, sustraídti a las codeado con el surrealismo de 1920, y su imaginación había per-
leyes del espacio y a las vicisitudes del tiempo, pastores que manecido obsesionada por visiones estradas —pinturas descar-
miran tranquilamente a sus corderos, pastoras que hilan, ocios nadas en puertos fantasmales, barcos aprisionados e inmovili-
(le gentilesliombres enamorados que se pasean, música 'sobre zados por el hielo—, sometidas a iin:l escritura minuciosa, a
todo, mucha música: conciertos (le instrumentos; órganos en -me- una disciplina de composición rígida. Este doble carácter se iba
dio (le las enramadas, y los cantores alrededor dé la hermosa a afirmar cuando las circunstan •ias le llevaron a trabajar de
dama de Rohan. un modo continuo para esa manufactura provinciana de Aubus-
En algún caso, la presencia de extraños animales heráldicos son (le la que iba a convertirse en renovador.
pone una nota más misteriosa. ¿Qué son esos bellos ciervos ala- Aubusson, pueblecito de Francia central, oculto en un verde

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valle a orillas del Creuse tenía una antiquísima tradición :trte- hombre que parece salido del bosque lleva entre enormes f ila-
sana : en los siglos xvi i y xvttt, trasplantaba con una especie jes;.el sol y las estrellas prendidas en un bastón.
de lozanía rústica y popular los asuntos que estaban de moda en La sutileza de la invención, partiendo de elementos simples,
la corte; mientras que la tradición arcaica de has "verduras" la admirable armonía decorativa, la poesía a la vez clara y mis-
se nuintenía allí mejor que en ningún otro sitio. Pero a comien- teriosa, hacen de estas obras de LurÇat uno de los logros indis
zos d l siglo xx participaba ele la decadencia común, y 2.000 de -cutiblesdo úmañs,unodecirtq
los 3.000 obreros que empleaba esta industria los habían aban- pueden mejor reconciliar al gran público con el "arte moderno".
clonado. Las cosas cambiaron cuando Jean Lurçat (que había; En todo casò, el éxito. se ha dibujado en plena guerra : los
dado ya interesantes modelos-de tapices para los talleres crea- talleres ele Aubusson están en pleno renacimiento y Lurc;at ha
dos por una mujer (le gusto refinado, Madame- Cuttoli, y que suscitado émulos que, cada uno con su .temperamento propio, se
conocía los problemas planteados por esté arte) fui encargado esfuerzan en la misma unión ele rigor y (le fantasía. Algunos de
en liXil por la dirección ele Bellas Artes de crear modelos nuevos esos convertidos son artistas que tienen ya un glorioso p;tsado
propios para renovar la antigua indústria, y justamente volvió como pintores: Dufy, ,el normando conquistado por el Medite-
sus ojos hacia los tapices de la Edad ]Media : "arte mural, más rráneo, que aplica su gentileza, su optimismo esencial, a evo-
n lo que delicado, cuyas obras están hechas para obedecer a un car distracciones ele verano, ele playa y ele campo, torbellinean-
imperativo procedente de la arquitectura", la tapicería es tam- do en la embriaguez de la luz; Gromaire, el áspero flamenco,
bién un "arte irreal" que renuncia a la profundidadl y a la vero- que siempre con un dibujo rígido, con alargamientos angulo-
similitud. Es el "canto gregoriano" de la Apocalipsis de Angers, sos, ilumina un poco su- sombría paleta y estiliza los traba-
"uno de los himnos más vigorosos de nuestra historia", el que j os . de las estaciones y . de los días, o ciudades de arquitectu-
va inspirar a este maestro de la tapicería. Ha adoptado de aqué- ras ciclópeas, en contrastes de azules violáceos y rojos som
lla la severa economía -única solución que permite reducir los -bríos.Peald unqipoeartsmájóvn
precios de fabricación—, las armonías austeras y ricas, con ha descubierto los recursos que el irrealismo de la tapicería con-
transposición en tina gama diferente: el predominio de los ver- cedía a la fantasía poética: unòs, como Coutaud o Saint Sai ns,
des, de los ocres, ele los pardos-rosáceos, reemplaza el de los hacen correr figuras mitológicas .de tonos verdosos, de líneas
rojos y los azules, pero el vigor de los contrastes es el mismo, angulosas por bosques sin profundidad donde caza Diana o
y subraya también unas composiciones tan sencillas como mis- donde Orfeo reúne a las Musas; otros, como Savin, evocan traís
teriosas. Grandes franjas horizontales alternativamente -claras directamente los juegos y trabajos del hombre, transponiendo los
y oscuras, círculos, estrellas, una sólida armadura de motivos temas medievales de la caza o de la vendimia; un altra cándida
geométricos. Pero en medio de todo esto una sutil e inquietante como la ele Dom Robert ele Chaunac, que ingresó en la Orden
fan.tas:a. Nada de "asuntos" en el sentido estricto de la pala- Benedictina después de pasar por la Escuela ele Artes decorati-
lira: grandes juegos cósmicos, metamorfosis en las que todos vas, ha dejado brotar en sus tapices de símbolos cristianos, una
los reinos de la naturaleza se confunden y se entrelazan, com poesía ingenua y honda. En sus juegos de pajaritos entre flo-
•o epigráficos -sentencias,-binádosecmtvaligráfos res de una deslumbrante riqueza, se une una ternura francis-
divisas, corto texto de poemas de Apollinaire o de Eluard inge- cana con un esplendor cromático que recuerda la miniatura
niosamente repetidos o distribuídos. persa.
La mayor parte del tiempo los títulos son casi misteriosos: No se puede presentar aquí un cuadro de conjunto de aquel
Los perros astutos, El narciso de los pájaros, El pájaro ele renacimiento, que se va diversificando a medida que se define,
hierro que indica el viento; toda una mitología extraña en la y que se afirmó últimamente a través de una importante Expo-
que se vuelven a encontrar, trazados con el mismo dibujo a la sición colectiva en el otoño de 1947. Basta con insistir sobre el
vez seguro y firme, en el efecto general, y recortado y barba- hecho esencial: parece que la tapicería. moderna encontró su
do en el detalle, y alternados sin confundirse nunca: los hom camino, siguiendo la huella ele un artista tan inteligente corno
-bresyloat,páj srbole,pycs. original, y que aquella vía es deliberadamente "surrealista". Tal
Uno de ellos es particularmente significativo: el que se titula vez será por este conducto como el público llegará a entender
El -universo vegetal. Hay en él el desbordamiento de una especie lo que es verdaderamente fecundo en la concepción surrealista:
de fantasía panteísta, sobre el tema ele la identidad profunda la curiosidad hacia la naturaleza con el afán ele superarla, de
entre todos los seres ele la naturaleza: el gallo aparece con un crearla nuevamente, el libre juego del espíritu con los elementos
plumaje hecho ele hojas secas, espigas ele trigo crecen sobre el que nos proporciona, y lo que hay en esta inquietud de profun-
1(01(1) del león, los arbustos engendran peces y mariposas. Y el datnente humano.

Les Chicas Rases, por JEAN LURçAT (Colección Tabard)

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Fig. 1. SALVADOR DALÍ - Composición

LA PEINTURE SURREALISTE
par BERNARD DOBIVAL
Conservateur au Musée National (l'Art Moderne

L fut en septembre 1925 que s'ouvrit à la. galerie Pierre la tion. (vuelques belles aanmées lui sant awssua•ées, de aritvne gfu'd- la

C prenaière Exposition de peinture surréaliste. Elle t1rqupait


des ouvrages de Hams Arp, Chirico, Hax Ernst, Panul Klee,
Jlan, Ray, llasson, Miró, Picasso et Pierre Roy. Son inauguration
peinture surréaliste, qui eanplit eia 1939, de ses oeuvres provo
n'en est pas-cantes,lboiqudPrCle.Lmoucv•nt
moros entré dans sa phase déclinante. Il eut beau, par la suite,
coincidadt avet ume révolution• de pala.is su. vensie a la direction faire de nouvelles reca tres, pacblier la luxueuse reune Minotaure,
de la Révolution S•urréaliste, oit Pierre Naville, qui ve arollait organiser• des manifestations ta.pageuses commne celle qui cut
pas 4 la possibiti•té d'uvne plastique surréaliste, éta.it "débarqué" lieu la la Galerie Beaux-Arts en 1937: la jeunesse et la vie ne
pair An•dré Breton•, qui voaulait travailler pour sa part, à sa naiis- s'en retiraient pas onoiaas de lui, daus le mtrn•e temps que ses
sanee. Vint alars la période aseendanr•te dic maacvenaent. Breton champions eux-mvétaties l'aban.doavnaient quelque pea pour la poli-
donare (t la publica,tian qu'il anuiane une série d'articles suar les ti.que. Un reguin assez ina.ttendu lui vint de la guerre de 1939.
arts qu'il rG^unit pl'2ts tard en un volnune: Le Surréalisme et la ¡'asió aun Dtats -Usis en la personne de certains de ses pri.nci-
peinture publi.é en 1928; acne galerie, la Galerie Surréaliste, se paux représentants, il y fit d'autan•t plats florés pu'il y agissait
spóeialise daus les expositioras des toiles de cet esprit, de 1926 en vase clos, du fait de la rupture des relations artistiques entre
à 1929. Rais la zizanie se inet clors dans l'équipe surréaliste. ce gays et la France qui, pendant l.'ocoupation, élabor •ait préci-
En réponse au second manifeste du surréalisme paru daus la sóurent une peintu re atoatvelle. Mais cette floraisan tan•dive outre-
Révolution surréaliste de déceanbre 1929 (le premier manifeste Atlamtique, ne lvi redonnva pas unte sève vigoitreuse: 0n le vit en
avant vu le jour cine ans plus tót), quelques adhérents, las de juillet 1917 ¿t une Exposition intern•ationale dic sic réalisme et la
lag tyrannie de Breton: Desnos, Ribentont-Dessaign.es, Vitrac entre galerie Maeght. Le surréalisme est maintenant assez mort pour
nutres, lanrcent cantre l'ui et contre Aragon un papnphlet vntitulé qu'on puisse en esquisser l'ltistoia•e.
Un cadavre. La Revolution surréaliste ineurt daus la bayarr•e, Q'uiconqu.e entrepr •end de le faire doit uvasit tocat, signaler
quc remplace, en 1930, Le Surréalisme au service de la Révolu- rlu'aiu lieu d'étre d'abord un fait plastique, convnt.e l'art des Faat-

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ves et des Cubistes, le Surréalis)ne n'est pas uo)iquam.ent, je di'rai celui de se faire entendre des spécialistes idéologues wí- des
rndnte n'est pas sitrtout un mottven>,ent pictural, pas plus qu'il réunions publiques, ne sont pas des fina, unís des ma pena." Ma
n'est atatirpuenaeni ni surtout un mouvem.ent de litt& atore. C'est, visions da pcintre et de renscígner par con_-yendtrauis
sinon une philosopltie, du moins une "Weltanschaung" dans séquent sitr cette vie subconsciente qui est la ale rdelle. •-L'oeurre
la quelle un de ses syntpathisamts, Michel Caurouges, a vu légi- plastique... se référera ir uni modéle purement í°ntrrícur nu n
time)neut "une des formes aiggies de la crise de l'ltoinme" et sera pas—", décide André Breton duna son liare Le $uurdallrc
"un ébraatlement de la coneeption du monde, de la sensation de )ne et la peinture. Beaucoup plus qu'une valeur plastíryue, te
t'existence et du mode de vie". Le pronnier• manifeste du surréa- qu'il attend de la peinture, c'est q)i'elle possiste une rale'ur en
lisme le reconntiañt explicitemen.t, qui le declare "aiutom.atis)ne quelque sol-te nu;taphysique. `Il m'est impossible de crmsídérer
psychique par, par lequel o•n se propase d'exprimer soit ve •bale- un tablean aattrencent que com-me u.n.e fenítre don! nuin premier
ntent, soit par écrit, soit de toute autre manière le fonctionue- soucl est de rayo-ir sur quoi elle donase" confesse-t_íl sana ma
ntett réel de la pensée, en l'absetce de tout controle exercé par -bi.guté
la raison, en deshors de torete formatiori estltétique oit )norale. De là ini des aspects les plus iunniédiate)neut sensibles de la.
Le su't réealisin,e repose sur la oroyanee à la réalité . sitpé ieure peinture surréaliste: sa paruvreté,-son indigente plastique. Pour
de certaines fornies d'associations ncgl'i.gées jusqu'à lui, à la affiryner• cette nature de "mopen", il convient de ve pas don'ncr
toete puissance du réve, au jeu désintéressé de la pensée. Il tend art métier une i)nportan)ce qui paturrait faire crodre qu'il est )ras
à miner définitivantent tous les autres inécanisntes psychiques bot en. soi. Or de toutes les tàcltn.iques pratiquées deguis •un
et à se substititer à eux dares la résolution des antres problòmes de)ni-.sièele, il en est une à l'lteure a.ctuelle que frappe le pire
de la vie." Et d'une façon enco)e plus p'récise, Ancoré Bretón dé- disorédit: la technique acadéntique. C'est done elle clu'adoptent
clarait autre part: "Rappelons que l'idée du surréalisme tend les Sunr•éealistea, mi par souci d'ét•re conséq•uents avet eua•.n)i•
si)nplement à la récupération Lo-tale de notre force psychique par et par esprit d'universelle v)égation. Dessin-rnes,mipadéo
ce inoyen qui n'est atare que la descente vertigineuse en nous, étrique, meuu et seo à la foil, couleur terne et douceétre q)ci
1•'illuvinia•tion systénuaique de ces lieux cacltés, et l'obseurcisse- manifesta volonta'ire)n.ent le pits maarvais gozét, l'a)nour des- tons
nten.t progressif des autres lieux, la pronnenade perpét•telle en de con.fiseur, des fondus et des degradés; fa.ire lirécis, ')ninutieux.
pleiine zone interdite." licité, oit le travail de créa^tion. se dissinvtile sous uii aspeot liase,
Quelle place le surréalisme pecat il dès lors accorder à. la pein- poreelainé, anonyme; établissement de ces formes olt •cien. •n'est
turef Il se)nble à. prentière tinte qu'il n'en a que faire. "Le surréa- oubli.é dares ¿'capote perspectif le plus exact et le plus tradilion-
lisnte —iranche André Bretones-, n'est, pas intéressé 4 temia gran.d nel (convine si le Surréalisnie ignorait les efforts de tou te la
compte de tout ce quii se produit à caté de laci sous prétexte d'art, peinture )noderne pour aller plers lofn, que la perspective, et sou
de pltilosophie ou d'a4zti-pltilosophie, en un niat de tout ce qui dédain de l'espace) ; rechorche inéine du tran)pe-i'oeil: voilà les
n'a pas pour fin t'.ainéasntissenzent de l'ét're en un brillant, inté- cara•etères dit vnStier des sutrreallates qui, niant tout, deoa.ient
ri.our et aveugle." Qui se propuse un bat autssi sublime que n•ier aussi la peinture, la uier dons ce qu'elle• a de p1,us caneret
l'anéantissente')tt de l'hommte dama l'extase de l''inspiration et la et de plus inumédiat: son corps, sa melvair, sa textuire.
découverte corollavre de l'Etre, n•e pecat que regarder de haut Ce métier appliq'ué, unes quin, iinpersonnel cert alt peintre sur-
tout ce qu i n'est pas ce bot et ne sent pas 4 l'atteid•re! réaliste à transcrire ses images in2•térieures. Parfois le peintre
MMais l.'art, justament, ne le fait-il pas? Rappelons-•naus le tente se contente de ra'pprocher d'ntne façon inipré )te des objets
déjà cité du. premier Manifeste Surréaliste, oit il est dit que cet réel-s, comn.e il arrive que la• réverie le fasse quand elle vous
auton)atisme psycltique, qui "se propose d'exprin)er... le fonetion- montre un coq)tetier avjn-ès d'un téléplto'ne et d'urna rou.e de
nemett réel de la pensee", prétend le faire "soit verbalement, soit bicyclette. De leus vaisi'n-cage intprévu, le fantasti.qu.e na*Gtra, coni-
par écrit, .solt de tacte cutre manière". Qu'est-ce 4 dire, sinon. inc it fait dany le tablean de Dali qu.'expose le ]Ivsde Na.tioual
qu'André Breton donne sa chance tt l'art, uno yen puissao)t d'ex- d'Art Moderne (fig. 1,). Parfois plus irntagiu.atif, le peint're sur.
pression s'il en est, et d'autaut plus intéressamt it utiliscr que, réaliste fondra des objets divers en un objet unique, doninant
nio'ins analytique et moins logique que le discours et que l'éerit, par exemple rt une arm.ure )cdiévale un sexe proéminent (il
i.l pc-nt traduire plus adéquatement la pen.see intu.itive ct la vi- est volont'iers obsédé par les in)a.ges sezntelles) et' la coiffant
sion inspiréef Aussi à peine Breton eut il "incorporé à sa création d'•)tue téte de clia.t que couronve un• fer électriga•e. Il essayera.
poétique" une phrase "qui cognait à la vitre" et do'nt la trans- cuí in gnelquefola d'inventer des objets nouveanx, un -ala il n'il
cri•ption aove-ne sur ses talons une foule d'au,tres phrases égale- parviendra qu'en co)nbiinon)t de façon orpm?¿gue des élé)nents
ment surprenantes, —que Desi os proposa que le peintre "ferrn4t reels ent•pruntés à des ehoses différentes com nie Tanguy daus 5-an
les yeum, traçut sur •une feuille u)t écheveau de traits, puis, y Tour de lenteur dut Musée Natiou.a.i d'Art Moderne: tant notre
ayan.t aperçu ces cltoses vagues et fanatastiques que notre imagi- esprit est impuissanvt 4 cien créer ex nihilo...
natio'n découvre da'ns les nades ou les taches des matis, les déli- Visionnaire, la peitztre surréaliste a sa place dares le drlrou-
mitit et les colorat, en apportant à ce travail la plats grande dis- lenzent de la peinture conten poraine doni 1.'essence est, on. le sait,
crétion possible. En effet ce qui importe, c'est la eonception pre- l'affrau)chissemen.t de la réalité. Dfais 1'a-t-elle éga.le)nen.t lorsque
mière, soit qu'il ait, une vis-ion d'ensemble du tablean et qu'il tels de ses champions copiem les objets d+t n)ande réel en
note cette vis-ion en un dessin rapide, soit que, pacti 4 l'avcntture, s-'ie).terdisant de les déform.er, inodélant des formes en saillie sans
il lais.se 1'i•nspiration• se renouveler par à -cous, et surgir plets forte souci d'u respect —tra.ditionnel dep)tis Gaug)uin. et Seura.t—, des
à chagne coup de pincea,u, jusqu'à l'acco)nplissenmen .t de i'ocuvre". ¿leus dimensions organigrres clii support, ereusent l'espace, re-
Répon•se ct "l'écritua •e anton)atique" de Rreto'n et Souparult le chercent l'i.11usionatisntef Soua)nission ft la n.at)ure, 'bulifférence a.u.
"dessin auton).atiqu.e" de Desnos —(qu'avait dejà pressenti et de- gen:re "tablean" ces deux caractères risqu.eront de faire de l'art
vaneé i'allen)and Ma—z' Ernst avet ses procédés de collage et de su)-réaliste un curieux anachronisnle et le feraient, en effet, si
frottage)— entr'ouvrait la, porte du temple surréaliste 4 la peiv- son réa.lisnve n'était un faux réalisme. Copien exactament les
ture. Logiatue avet lui tné)ne lorsqu'il la condanvnait, le surréa- objets de la sature nc suffit pas en effet 4 faire oeutire réaliste.
lisme n'étatt pas illogique quaa).d il voyait n elle un préc-ioux Il faut encare les associer suivaott un certai.n. ordre —l'ordre
auxiliaire. Aussi a'efforça-t-il d'attirer à lvi des peintres (Asp, de la na,t)ure—, dant le refus fait farilemont verser l'oouvre ende
Dali, Duchamp, Ernst, Ala.gritte, Mant Rali, Afasson, Miro, Tan)_ dares le fantastique. Qua-nd Dali ef Ma.gritte rassentblent des
pupt sont ceux que n)oan)ne le Dictionnaire du Surréalisme), et de objets snivaut 'uat ordre qui n'est pas le leur, i1s to)urn.ent le
(aire acne place it le)n• art. réalisvne, oit plutot, par une trenstn.utation quasi seta'nique, en
Mala quelle place? Une place bien ltulntble. C'est ainsi que rendant blanc le noir et noir le blanc, inventent cau réalis-ne ab-
Crevel daus .sou livre: Dali, nu 1'anti- obscurantisme professe pé- solunient ir-réaliste. (Jet étonnant tonc de passa-passe en dit
renvptoire)nen,t: "La peiutt)re, l'art ele sculptcr, scéeua+riser et long sur lenes disposit'ions: liltéralinent, ils veulent nous faire

29
o,

Fig. 2. JUAN MIRÓ - La course de Inureaux (1945)

prendre des vassies pour des lanternes. Leur tronvpe-Poeil est fr•é- peinture? Tant s'en. faut. Premierem.ent, et quelles que soient
giueni.ment un trompe l'espr°it. A 'nous de ne pa.s tom•ber daus le ses limites et ses déficiences, elle n'a pas m.oins produit des
panneau ca nous rappela.nt la parole d'André Breton: " Ce peut oeuvnes de valeun dues d des artistes de talent. André IIasson
c^trc aussi agréable de lutter avet la réalité que de la mépriser, posséde un• sens puissan.t da ry/thme; 1'an. c•y a des dons exquis
de déployer des rases infinies pour déjouer ses toan:s que de la de coloriste; Miro, enfin, est un avt.hen-tique grand peintre qui,
suivre." A cet agrément s'en ajoute un nutre pour le peintre en rernontant 4 l'art prélristorique et en trouvant son bien dans
sur•róaliste: roser avee l'art lui m.éme, le jouer conimte déjd on les graffitti les moros artistigices, a, non seulement, fatt passer
avait joué la. natur•re, et, tc cet effet, trainsformer en oeuvre d'art un sang ueuf dans les .veines de la peinture, snais inventé des
oc qui ori•llinellentent et essentiellem-ent n'n était pas. Exposez oeuvres belles par leur dessin u-ermix, leer composition origin.ale
d'une certaine maniére im 'uriuoir que mus baptisez Fanta•iu.e: et ténúr air e, la franch.ise barbare et raffinée de leer c7iromatis-
n'a•ur•ez-vans pas ainsi créé une fontatne aussi artistique que celle m,e, l'ivn.ps•évu de leurs ryt7emzes spir°ituels et. puissam,ts (fig. 2).
de Grenelle? Dépaijser certaims objets standard, et, de ce fait, E•n, second lien, cette peinture a exereé une in.flu.ence considé-
leur conférer• un sens subjectif et une poesie inattendue, les rable. S'il est possible que son exemple ait agi s r 1'évobution de
Surréalistes se sant sonvent livrés 4 ce jeu. DCr• ision de l'art, Picasso d'un art, plasticien ei un art subjectiviste et accoseché
convine l'a cru longtemps? Peut étre, inais davantage encore: du Picasso subiste le Picasso de Guernica, il est certai-n• qu'elle
volonté d'étre des th.arumaturges, a+mbitio ,n nr•énze de s'égaler te a inspiré un grand nombre de peinares de 1925 ti 1939. Lurçat
bien. L'h•umilité n'est pas la• qualité ma,btrisse de cette peinture. liti doit bien, sautis donte, quelque ehose, et, 4 trarvers liti, toute
Ses défauts, cependant, auraient pu liti en, inspirer lene borne la tapisserie vivanfe d'a.ujoacrd'h•ui. Elle a engagé les adeptes du
¿Lose. Le prender est l'illusian• que l'ou petit, en peinture, faire groupe "Forces Nouvelles" daus la voie de l'observation et du
ocurre valable en dédaignant pr •écis&inen.t les condiiliruis de la respeet des objets dont son exemple a pronvé que l'art pouvait
peinture. Excéerable darles les inains de Meissonnier et de ¡Iou- tous les charger de nv1/stère. André Marclrand, Francis Graben
guereau, par quel miracle l'académisme deviendrait-il ineilleur n'orat pas fait fi de ses suggestions. Et, nombre de jeunes peim,-
dans celles de Dali? Un niauvais méti-er suffirait 4 gater i'ex- tres d'orat con•tinavée jusqu'a nous aves plus ou •ni.ovns dé fidélité,
pression des visions les plus convaincantes: or les leus ne le .sort roman Labisse, Ino, Lafon, Marenbert, Coutaud. Les arts irubli-
pus, qui sonffren.t de leur in.tellectu.a•lirrne et de leur aliare vou- citaires, les arts décoratifs, le cinéma, la photo glnaplrie ne i'ont
luc. Rarem.ent les peintures des Surréalistes déflagent un• fluido pas non plus ignorée. Elle a été vrainnent un• fait pictural hi,sto-
poétique: elles sort trop laborieuses et sement trop l'effort de rique. Ajan tons qu'enfin elle porte témoign,age sur le dnam•e de
cebui qui l'est battu les flanes afín de les connposer. En parrvait-il nutre temps. Ce n'est pas la premibre foil, en effet, que la peinr
ftre autrem•en•t? André Lliote n'a pas tort de penses que nan tune connait de ces mouvemen.ts visionnaires et subjectivistes.
et de remarques rlu.'un.e attitude inspirée, convine celle que recher- Mais on peut observes qu'ils ne se sant produits qu'aux époques
ehaien•t les Surréalistes, ne sanu•ait durer longtemps: ce quii con- de cnise et qu'ils otra été d'autamt plus importants que la cr•ise
dajrn•ne ceux qui prétenden.t la conserves oonstamment la renr•pla- était plus grave. Test ainsi que celle qui bouleversa l'Europe 4
cer l'inspiratiom par l'artifice et la pevn•ture visiono aire par la la fin du Moyen-Age pernvit 4 une peinture que je qualifierai de
vision comanercialisée. La peimture surréaliste était de ce fait pré-sur•réaliste de fleurir un peu partout et prnineipalement en
corronvpue dans sa sature snúme. Flandre et en Allenragne: Jérome Bosch et Pierre Breuyluel, 14,
Est-ce ir. dire qu'elle ne compte pas daus i'historie de nutre Grilnervald, Baldung G•rien, Altdofen, ici, en sant les chaanpions

30
Fig. 3. ANDRE MIASSON - L'enlevement (Foto Franceschi)

les plus admirables. Nouvelle erise ¿t la firi, da. YVIIIIème sièele. Chagall à Chuleo, de Pierre Roy aus anima.teurs (le Dada,
Nouvelle peinture visionnaire dont i'e.sparinol Gaya et l'anrglais —to•ne précurseui•s plets ou, mointis inr.nr.Gdiats de la peinture sur-
Blake sort les repr•ésentants les plus caractéristiques. Et si de- réaliste,— n'est ce pas le signe que la Irise «netemporaine d4passe
pule plecs de ciequante oms, les peintres de leer r•ace se snccèdent celles qui l.'ont, jusqu'ici, précédée? Conséquence, écho, tr^nroin
pernri nous (et pas seulenr,ent en Framce, en Belg/ique, en. Alle- de cette Irise, la peinture surréaàiste est aiusi, l'expression d a
magn,e, en Angleterre, aux Etats-Unis, au Br•ésil .dgalentient) gdnie mó . ne de uotre temps, et c'est assez paor qu'elle possáde
d'Odilon Redon rr Vincent Van Gogh., de Picasso A Soutin,e, de un i,rr,tdrêt considerable et une valeur capitale.

Fig. 4. YVES TANGUY - 7ours de lenierar (Foto Franceschi)

31
JUAN MIRO - £a masía (Col. E. Hemingwey, U. S. A.)

JUAN MIRÓ
por SEBASTIÁN GASCH

oct. casi treinta años que conozco al pintor Juan Miró. En rras, las expulsiones violentas (le Soupault y Artaud del grupo
el año 1919 frecuentábamos juntos el Circol Artistie de surrealista acaudillado por Breton, y otras escisiones y deser-
,Soni Lluc. Aquel hombrecito de rostro de manzana, callado, re- ciones, motivaron el planteamiento de una encuesta a la que
servado, que entraba raudo en la clase de dibujo, sin mirar ni Miró respondió que, sintiéndose rabiosamente individualista,
dirigir la palabra a nadie, y permanecía absorto ante el modelo, velase incapaz de someterse a la disciplina cuartelera que toda
ausente de todo lo que sucedía en torno suyo, daba la impre- acción común exige. Es que, repito, Miró es un hombre atento
sión, dibujando, de padecer horriblemente. Sacaba la lengua únicamente a las sugestiones de su vida interior. Apagado, poco
como el crío que pugna por trazar las primeras letras del abe- vivo, de genio muy sosegado y apocado; pacífico en apariencia,
cedario y, con pena y gran trabajo, sudando como un esclavo, tina violencia inaudita, en cambio, anida en lo más hondo de su
cubría la hoja de papel blanco de líneas penetrantes, agudas, alma, violencia que sólo se trasluce en sus lienzos. Jamás me
incisivas, pero que guardaban escasa relación con el modelo que ha sido dado presenciar unos colores tan agresivos como los que
intentaban reproducir. Es de sobra conocida la frase del ma- proporcionan una intensidad sobrecogedora a las obras de Juan
logrado Manolo Hugué: "Cada vez que he tratado de crear im l\iiró.
Apolo o puna Venus, he dado a luz una rana." Miró también tra- ¿Sería acaso cm dibujo seudocubista que, en 1919 o 1920,
taba de hacer una Venus, pero engendraba invariablemente unas expuse en la Exposición de Primavera, dibujo de inefable can-
mujeres desnudas, abolladas, llenas de chinchones, que tenían dor, que despertaba la hilaridad en el ánimo de todos los visi
cierto parecido con un saco de patatas mal compuesto. -tanes,yqugrdibanoseñlcdo
Miró tenía todo el aspecto de un niño. Menudito, rechoncho, como si en aquel rincón se exhibiese un fenómeno de feria, lo
con su americana cruzada que, en vez de hacerle unís ancho, le que inspiró viva simpatía a Miró hasta el punto de que me tra-
volvía más redondo, nadie hubiera dicho, viéndole, que era el tase con una cordialidad en él desacostumbrada? Fuese cual
autor de unos lienzos que, ya por aquellos años, dejaban estupe- fuese la causa de ello, lo cierto es que prontamente nació un
factos a cuantos los contemplaban. El tono encarnado de su ros- afecto puro y recíproco entre ambos. Mi primer artículo, apa
tro, de payés del Campo (le Tarragona, contrastaba enérgica- 1925 en la Gaseta de les Arts, dirigida a-reciloafnsdñ
mente con su extremada pulcritud. Al entablar conocimiento con la sazón por Joaquín Folch y Torres, versaba sobre este pintor,
él, uno experimentaba la sensación de que era un maniquí, re- casi desconocido en aquel entonces.
cién escapado (le su escaparate, y que llevaba aún en los labios Quienes tengan edad y memoria para recordarlo, no han el-
la sonrisa comercial que se veía obligado a insinuar ante los vi dado a buen seguro la actitud adoptada por ciertas gentes
transeúntes. Sólo cuando hablaba, lo que sucedía raras veces, ante las primeras obras de Juan Miró. I n la riente de todas
desaparecía el mufleco de cartón y afloraba a sus ojos una luce- esas personas debe de estar presente la rabia con que fueron
cita de luciérnaga antediluviana. Hablaba inuy poco, sí, y cuan- rasgados clandestinamente los dibujos de Miró expuestos por
do tomaba li determinación de hacerlo, decía cosas completa- vez prinmera en las Galerías Dalnnau de la calle (le Puertaferrissa.
mente anodinas. Llevaba una vicia ordenadísima, de una regula- Todas esas personas deben recordar las burlas sangrientas, la
ridad cronométrica. El secreto (le la excepcional fuerza (le expre- inhumana hostilidad, el trato cruel de que era objeto Juan
sión (le su arte reside en su potente vida interior. Miró es un Miró, considerado unánimemente como loco. Un joven pintor;
hombre que vive de continuo reconcentrado, abstraído, ensimis- de cuyo nombre no quiero acordarme, permanecía todo el santo
mado, con todo su ser fijo en los latidos de su vida interior. olía ante las pinturas de Miró, expuestas en las susodichas Ga-
De ahí su parquedad de palabras y su total ausencia de socia- lerías, para decir a cuantos dignábanse escucharle que todos
bilidad, su individualismo feroz. Su propensión a obrar según el aquellos lienzos eran obra de un orate. A excepción de los seño-
propio albedrío, prescindiendo (le la colectividad, le impide in- res Mañach y José lIompon, quienes desde el primer momento
corporarse a grupos o capillitas. En los años entre las clos gue- creyeron ciegamente en el talento de Miró, nadir se atrevía a

32
JUAN MIRÓ - Arribe : Verano (1929) - Abajo: Pintura-encolado (1934) JUAN NIIRÓ - Arriba: Dibujo (1934) - Abajo: El bombre de la pipa

33
adquirir lienzos del pintor de Montroig. Hasta que sucedió lo que primeros, los extravertidos, no establecen un contacto directo
fatalmente tenía que ocuï rir. Lo inevitable. Miró tomó la reso con el espíritu que mora en la materia ni lo expresan en toda
-lucióndemgra.Losp ñqueaónPrísof- su inmaterialidad. Lo perciben en lo visible y lo expresan por
ron ciertamente muy fáciles. medio de lo visible. O sea, que esa substancia oculta de las cosas
Miró efectuó una Exposición individual en la Galería La les es revelada por la materia. Y esta materia es contemplarla
Licorne, la cual, pese al prefacio de Maurice Raynal, pasó com por ellos con singular complacencia, y tratada con la exclusiva
-pletamnidvr.EcomahnteRsbrg,c- finalidad de poner de relieve toda su pompis y magnificencia.
diendo, sin duda alguna, a instancias de Picasso, consintió en Los segundos, los introvértidos, por el contrario, se tienen por
tener en depósito La masía, el importante lienzo de Miró que unos seres puros, quieren realizar enteramente la ruptura con
nadie quería adquirir. Pero lo arrinconó en el desván y allí se el mundo exterior, y pretenden establecer un contacto directo
mantuvo sin mutación -durante largo tiempo. Al cabo de al- con el espíritu que vive en la materia, y expresarlo en toda
gunos meses, Miró fué a ver a Rosenberg, quien le hizo la si- su inmaterialidad. Al igual que los místicos, intentan prescin-
guiente proposición: "No ignora usted que actualmente en Paris dir de la forma para llegar al espíritu, el cual tratarán luego tic
la gente vive en aposentos muy pequeños. Su tela tiene inusitadas traducir en sus obras con la ayuda de unos medios de ascética
dimensiones. Podríamos dividirla y venderla, a trozos." Ro- desnudez, desprovistos dic la más infinitesimal parcela de sen-
senberg hablába seriamente. Por fortuna, no tardaron mucho sualidad. Fácil es advertir que los introvertidos se internan en
tiempo en desvanecerse las amenazadoras nubes que se cernían parajes extremadamente peligrosos. Esos ilusos caen fatalmente
sobre Juan Miró. Nuestro pintor trabó íntima amistad con el es- en el suicidio angélico por olvido (le la materia, del que habla
critor norteamericano Hetningway y los poetas Evan Shipman y Maritain, después de comprobar que el arte, perteneciendo al
Ezra Pund, que dedicaron a su obra un número entero ple la hombre, existiendo eq el hombre y siendo para el hombre, no
Little Revie w de Nueva York. En 1923, Hemingway le adquirió puede hacer abstracción de las cosas.
La masía por 300 francos y se la ofreció a su esposa. Actual- Juan Miró es un , introvertido "casi" absoluto. Y decimos
mente, La mn.asia se halla en Nueva York y la señora Heuiing- "casi", porque un introvertido absoluto, como lo quieren ciertos
way no ha querido nunca desprenderse de esta obra, aunque en subjetivistas a ultranza, no es posible. Muchos esteticistas mo-
varias ocasiones le hayan ofrecido sumas respetables por la mis- dernos, en efecto, pretenden que, para el introvertido, el verda
ma. Miró siguió conociendo y frecuentando a otros artistas y -deroalism,nqudecrbvoasgilepc-
literatos de aquella época que supieron advertir el talento que táculos naturales, sino el que imita con más fidelidad las l visio-
revelaban' sus obras, ejecutadas aún con un oficio trabajoso, nes percibidas por la imaginación en momentos de inspiración.
tardo y vacilante. Muchas personas, por el contrario, continua- Y añaden, con Jean Epstein: "la realidad es la realidad inte-
ron reaccionnado de un amelo harto desfavorable ante los lienzos rior." El introvertido, según ellos, se impone a sí mismo la prohi-
de Miró. Algunos marchantes reían de clientes adentro o des- bición de narrar, de contar, de precisar cosas y hechos, y —exal-
teirli ladamente a] contemplarlos. El célebre Kahnweiller dijo sin tación máxima del inundo interior en perjuicio del mundo exte-
un adarme de ironía que donde estarían mejor aquellas telas rior— se proponen desterrar rotund.uuente de sus obras la más
sería en una hoguera. Un día Miró recibió la visita de los surrea- leve descripción de los paisajes externos, para plasmar exclu-
listas Paul Euard y André Breton. "Me dieran la impresión —es- sivamente los paisajes internos. Para esos esteticistas, el intro-
cribióme en aquel tiempo— de unos revolucionarios, perro dentro vertido ha de ser un. ascético buscador de lo absoluto, quien,
del tradicionalismo unís ncan_so." Quedaron ambos algo azorados loco de pureza, se ocupará únicamente en la vida interior, se
y salieron del taller de Miró sumamente desorientados. Hasta entregará volupiuosaruente a la introspección niás desembri lada
que, una noche, el americano Evans Shipman le llevó a casa de y buscará desesperadamente las imágenes en las zonas más re-
Jacques Viot, que en aquel tiempo era el gerente de la Galería cónditas de su inconsciente. Para tales extremistas, el introver-
Pierre Loeb. En cuanto Viot conoció la pintura de .Miró, le pro- tido, si es poeta, cubrirá sus oídos de cera, y, si es pintor, pin-
puso un contrato muy noble. Aquel hombre no tenía nada de tará con los ojos cerrados. Así, según ellos, se llevará a cabo la
judío. Era un aventurero genial que un buen día desapareció de total ruptura con el mundo exterior, y el artista se podrá con-
Europa para vagar a lo largo y a lo ancho del vasto inundo. sagrar sin impedimentos a la búsqueda despiadada de sensacio-
Al salir Viot en dirección desconocida, Miró firmó con Pierre nes en lo más hondo de su mundo interior, Este introvertido
Loeb un contrato muy ventajoso y por tiempo indefinido. Ha sido absoluto, sin embargo, es una pura utopía. El artista, en efecto,
Pierre Loeb quien ha contribuido a labrar la fama de nuestro a pesar ele todos los esfuerzos que haga, no podrá nunca eva-
pintor y el que ha conseguido introducirle en los grandes mer dirse totalmente de la realidad, a no ser que esté ciego, sordo y
-cadosinter l.ALbsdeugarpmintqe mudo, y por tanto no apto para la realización artística.
Juan Miró ocupa en la pintura contemporánea.
Juan Miró, en consecuencia, no menosprecia radicalmente los
objetos. Su posición inicial es francamente objetivista. La palabra
objetivista, tomada claro está en su acepción trascendental, se-
Juan Miró ha descubierto las más puras y elementales po- gún quería Baudelaire. O sea, no las apariencias materiales de
sibilidades expresivas de la línea, del punto, de los colores, del las cosas, sino su esencia, su verdadera realidad.
significado figurativo. Pintura de ideogramas la suya, libre yux- Así, pues, creemos que Miró sigue este proceso: sus ojos y
taposición de hechos que no está justificada por ningún enlace su espíritu han entrevisto, a través de las apariencias materia-
lógico, pintura-poesía. Un lienzo de Miró nos brinda la clave o el les, la realidad profunda ele las cosas. Este es el punto de arran-
esquema de tina visión interior. Resulta sumaniente difícil defi- que, la revelación inicial. Luego, Miró se apropia esa sensación,
nir el arte de Juan Miró, conciso y sobrio, purísimo, desprovisto la instala en su alma, la trabaja, la despoja de estorbos, de pará-
de adornos hasta la desnudez. De todas maneras, hay que in- sitos, hasta poderla trasladar pura e intensamente a sus obras.
tentarlo. Y ésta es la verdadera labor interna del introvertido. En otras
Carl Jung divide a los hombres en dos categorías: los extra- palabras: Miró ha descubierto el resplandor espiritual en la
vertidos y los introvertidos. Los primeros son "individuos que en cosa real, Entonces se apropia esa cosa, la instala en su espí-
todos sus juicios, percepciones, sentimientos, actos y estados ritu, la trabaja, la pule, para plasmarla en sus obras, resplan-
afectivos, sienten principalmente como motivos los factores ex- deciente toda ella de aquel espíritu que se oculta bajo las apa
ternos." Por lo que respecta a los segundos, "derivan sus moti- -riencasmtl,yqurisahpentdo,mjrich
vaciones principalmente del sujeto, de sus hechos internos." intuído, en la cosa real antes de dar comienzo a su obra. Trá-
Esa clasificación que el psicólogo suizo hace de los hom tase, podríamos decir, de una fusión del objetivismo y el subje-
-bresngal,pudtmbiésercalot. tivismo, que Juan Miró, único en nuestra época, realiza plena
Efectivamente, hay artistas extravertidos e introvertidos. Los y puramente,

34
ESQUEMA DE
r-.

por J. A. GAYA NUÑO

S ALVADon DALÍ es ególatra, egocéntrico, egoísta; por ello, y


por su gran cantidad de histeria, sincero hasta el cinismo.
Por cínico, no tiene que frenar ni disciplinar la imaginación,
sino echarla a galope. Y, a veces, mistificarla, exagerando, am-
pliando, para que nada aieance medida. Pero, gran inixtificador
como es Dalí, jamás engaña en los perfiles fundamentales de su
obra ; el engaño residirá en otras mil posturas secundarias de su
vida. Hasta ahora, ha dirigido su estética con un fanatismo típi-
camente hispano. Resumiendo desde el princil p io, es un artista
cuyas cualidades, defectos e incidencias vitales (le cualquier
género están supeditadas a la consecución de su arte.

En Dalí hay nuls pormenor menudo que accidente biográfico;


en su vida falta la aventura y sobra la ocurrencia. Nacido en
Figueras el 12 de mayo de 1904, lijo de un notario, con educa-
ción normalmente pegtteïinhtnrguesa, decide ser pintor desde la
adolescenci:i. Marcha a Ma 1i i 1 para estudiar en la Escuela de
Bellas Artes de San Fernando y, hasta su expulsión de ht iuisma,
vive tinos años cle ilimitada extravagancia. Excéntrico siempre,
se crea en Cataluña una :utreola de funámbulo y desequilibrado.
y, como gusta de las situaciones catastróficas, las provoca siem- 11
pre que puede. Expone con éxito en París y conoce a Gala, esposa
tl
del poeta surrealista Paul Eluard; ella había (le ser su mujer,
su colaboradora, su diosa y su estímulo. Algún período difícil
en la playa malagueña de Torremolinos y, en lo sucesivo, largas
estancias en Cadaqués. Viaje a Nueva York, con la subsiguiente
coma lnista de América. Nueva York y 1^.u • ís hasta la (guerra
Mundial, que le hace establecerse definitivamente en Norteamé-
rica. Todo ello, sazonado de una fama escandalosa y gritadora.
Todavía hoy, a los cuarc cnttt y cuatro años, cu:uido lla subido a
toda la gloria ambicion.ula, usa patillas y bigote mefistofélico;
ya es bastante para su retrato.

Rara vez habrá planeado en el campo de las artes phísticas


un ejemplar tan anormal (le creador. Para llegar desde una in- DALÍ - Rebato del padre y la berntana del pintor
fancia de exagerado mimo hasta la resonancia mundial de 1945, (Col. M. Dalí de Bus. Barcelona)

35
ey

DALÍ - Dibujo (Col. F. Riviere, Barcclr n:c)

este catalán genial no h:c recorrido los escalones previstos, desde fuere, hal,í:t que buscarla con vinculación eterna y no cabía ser
la creación de las academias, para la captación de la fama. confundida con la gloria fugaz del militar ni del político. Antes
Todo ha sido un esfuerzo refinadamente cerebral, en que serrí de que Dalí eligiera la pintura como profesión, ya le estaba pre-
difícil separar lo auténtico y lo simulado. Un esfuerzo en que destinada por la especial calidad de gloria duradera que sólo el
multitudes de tontos han servido de pedestal para alzar el espí arte, en cualquier manifestación, apareja. Es lástima que en el
-rituzgaen,soicabledDí.Lpnturm- ejército de pintores no se usen uniformes, porque entonces sí que
jor construída técnicamente que se haya visto desde antes de Dalí hubiera estrujado todos sus meollos y meninges en orden
Goya no debe nada a ninguna docencia, padrinazgo ni inovi- a conseguir toda suerte de penachos y chatarras `oradas. Pero
miento, ya que, en el surrealismo, Dalí ha actuado como un Ro- había de ir por fuerza al arte, un arte cle estiiclencia infinitas,
binson rebelde y disconforme; sin importarle de las masas de en que él fuera máximo cocinero y mangoneador. Y un arte vi-
snobs ni (le las minorías selectas, sil lucha ha sido un rebusque sual, que pudiera ser pregonado por el cine, voceado desde la
de lo no real. En esta obra ingente todo será lógico, dispara- gran plataforma norteamericana. Para llagar a e te.últi?no resul-
tado y paradójico desde que la órbita ole vida daliniana ha sido tado no fueron precisos, muchos años ni muchos tañteos. Es con-
lanzada por su actor, Palomino y Vasari de sí mismo, en unas gruente, por tanto, la autosensación de geniaJidacl sentida por
confesiones mucho más cínicas que las ole Rousseau, en su Vida Dalí desde muchacho; y, como halló pronto el éxito, ha evolu-
secreta (1). Este documento y monulaento ele imptídica egola- cionado poco. Nada más lejos de la velocad picassinna para
tría, aún narrado con cierta claridad, deja flotantes en lo impre- hacer y deshacer; Picasso "no busca, sino encuentra", mientras
ciso los principales nudos de esta diabólica y seductora historia el de Figueras sí que busca incesantemente en el gran escenario
que ha sido la imposición del arte daliniano. Era, pues, preciso riel sueño y del absurdo. Pocas evoluciones, repetimos, en su
este esquema porque en la Vida secreta, cifra paranoica ole la arte. En su vida, una sola; quería ser Rey, rey de verdad, con
paranoica actividad de Dalí, lo que debiera ser Inés claramente corona y innato ole aruciño; esta ambición se ha frustrado, peró
explicado se esconde astutamenfe tras la exhibición de puerili- Dalí es demasiado listo, demasiado cauto para adoptar la divisa
dades. Lo que no se cuenta es lo més sabroso. Al misino tiempo, "Aut Caesar aut nihil". Así, ha podido llegar a ser el César de
en este libro único, al lado de ingeniosísimas sutilezas y de una plástica muy nueva, construida, según veremos, con elemen-
trascendentales desnudeces, se hacen afirmaciones tendenciosas ts muy viejos.
y se inserta més (le una majadería (2). De éstos será el primero un ansia de rigor. Fl que quiso' ser
Primero de todo fué su egoísmo, su vocacional y congénito rey y virtualmente sigue siendo monarca de una desenfrenada
egoísmo. El niño apestosamente mimado en el hogar, inferior en ambición de renombre, había de conservar una patológica pasión
juegos y vivacidad animal a los compañeros de colegio, debía jerárquica y, hecho pintor, exigiríase para su obra la jerarquía
elegir una actividad decorativa, en que la principal figura del ole la tradición, la tradición que comienza con el Renacimiento
decorado fuera él propio. Naturalmente, esta actividad decora- italiano y mata Goya con su semental violencia. Este, Goya, no
tiva, este afín (le ser sienrin • e el primero, por los medios que podría, n;itin • .rllente, ser su elegirlo, porque era dintl hico, y en
(1) ify .secret bife se publicó en inglés en 1941. Hay edición cas la obra claliniana sólo hay un aparente movimiento en la com
-telan,rducipoJa(BensAir,Pod194).Ot -plicaónoefrm, vdatopermncxái.
buen rloi• umento sobre el artista es a! redor Dalí, por Tantos Tu rail
Soby ('l`he \tuseuni of \lodern Art, Nueva York, 1941), con cuidada Goya era fogoso y activo en sus alucinaciones; las de Dalí son
bibliografía. pasivas. Goya es, en fin, un pintor maldito y desconocido para
(2) Tengo derecho a expresarlo así en trueque (le haber sido el
primero que en un manual ole Historia del :Arte Español ha incluido Salvador Dalí. Nada hay en él de goyesco, a no ser los concu-
a Dalí en In gran línea de nuestra pintura, tras el Greco, Velázquez,
Goya 8 Picasso. mitantes esfuerzos para radicalizar los respectivos estilos. Los

36
0

DALÍ - Pintura. (Colección Gudiol, Barcelona)


maestros ideales de Dalí eran mucho más modestos, y de la re-
gión; aparte Urgell y Fórtuny, que le sedujeron en virtud de
alguna ingeniosidad técnica, el catalán que más imprime su sello
en nuestro hombre es Gaudí, el anciano arquitecto de la Sagra
-duFamil.Gí,noesprvt(lgi,osuperdtacn
abrumadoras cantidades de un hiriente mal gusto, había de
impresionar, con sus arborescencias seudogóticas, con sus camu-
flajes y chirimbolos, al ávido y mal educado Dalí, una de cuyas
reglas estéticas consiste en "odiar la simplicidad en todas sus
formas". Aún más sinceramente, proclama la fecundidad del mal
gusto, simbolizando éste, con harta razón, por los nombres de
Gaudí, Boecklin y Wagner. He aquí las extraordinarias consecuen-
cias de que el niño Dalí fuese llevado una tarde al parque Güell.
Más recientemente, se ha interesado por otra monstruosidad, una
de las más neciamente artificiosas escuelas pictóricas que se
hayan dado en un país antipictórico por excelencia como es In-
glaterra: el prerrafaelismo.
Bien, con una teología artística tan elemental, hubiera sido
lógica la inclinación de Dalí hacia el Barroco, con mayúscula.
Pero, afortunadamente, a la hora de buscar maestros efectivos,
elige los mejores, quizá sólo por su persistente afición a codear-
se con lo selecto. Y entonces es cuando se crea un par de dioses;
el primero en su gloria es Rafael, mientras abomina •(le Miguel
Angel. El segundo, Vermeer de Delft, en perjuicio de Rembrandt.
Pero más que a Vermeer será fiel al Renacimiento italiano y
lo será más según pasen los años y tenga sed de catolicismo.
Sus dibujos, frecuentemente embrollados de trazo, pero frescos
de silueta, guardan gran semejanza formal, sin duda estudiada,
con los de Leonardo. Como éste, epigrafía los diseños con lar-
gas explicaciones a las que sólo falta estar escritas del revés para
mayor parentesco. Bien que tales explicaciones no tratan sino de
dar idea de un "surrealistic object", como un modelo de traje
para espectro o un candelabro ultrasofisticado.
En substancia, Dalí prefiere lo delicado a lo hercúleo, lo DALÍ - Pititinr a (Col. José Gudiol. Barcelona)
claro antes que lo confuso. Estas son preferencias de origen re-
moto en su cerebro y delimitan, cada vez más, un mundo plás-
tico. Ya para siempre, los personajes de Dalí serán delicados,
suaves, blandos en demasía, hasta la blandura viscosa de la
putrefacción, no tratada con cariño de pincel desde tiempo de
Valdés Leal. Los contornos, a Io Vermeer, con una limpidez
lumínica tan absoluta que impida borrar el menor trazo, la más
pequeña frontera de las cosas. Todo un manifiesto antiimpre-
sionista, lanzado por un muchacho (le empuje revolucionario
bajo el que se encubren mohos indeciblemente conservadores.
Pero hacía muchos años que se bahía olvidado esta factura
pictórica. Por lo menos, así no pintaban los mejores. Era nece-
sario un rigor técnico de primer orden, el que nos proporciona
la paradoja de un Dalí, anarquista del arte, suplicando de los
viejos profesores de la Escuela de San Fernando la dosificación
necesaria para mezclar el aceite de linaza, y el barniz, y el
color. Porque las extravagancias admitidas por Picasso, Bra-
que y compañeros mártires, los "collages", la inserción de ma-
terias heteróclitas en el lienzo, son olvidadas pronto por Dalí
para volver a la vieja técnica trabajadísima, a la pincelada mi-
nuciosamente constructiva, al empaste ejemplar que sólo es dable
observar en inedia docena de los mejores museos del Mundo
Conseguida esta técnica, ya no la dejará de la mano.
Ello irá unido a un perfecto estudio de sombras, generalmente
violentas, mucho más que en su Vermeer. El color será rico,
muy matizado y contrastado, con opulencias venecianas, tenden-
te siempre a producir sensación de clarida 1. Las perspectivas,
también rigurosas, vistas en Giorgio de Chirico y en Carrá, pero
sin que la desnuda desolación de éstos pase a ser elemento primo
(le las onntwsiciunes. Por esta acuiuulación (le cuidados, puede
proclamarse que cada cuadro (le Dalí es digno de servir de ejem-
plo para la más tradicionalista academia. Ha producido mucho,
porque es incansable y vivaz trabajatlor ; pero pule y bruñe cada
una de sus obras como pudiera hacerlo Hans Memlin ,g. Siendo
Dalí pura plIua(loja y excentricidad. nn resulta menor la (le que
su obra. estu^li:ol;intente ri'vlu^ i^mnri;t y eslri^lonte, grite me- DALÍ - Ret rate de Pwil £Ifuard (1929)

37

•.
DALÍ - La persistencia de la memoria. 1931 (Musco de Arte Moderno, New'York)

chante los más venerables y museables procedimientos pictó- dor de lo hediondo y podrido como determinante de belleza, con
ricos. lo que no hace sino proclamar valientemente una faceta, esté-
Pero, ¿qué habría de pintar, cuál sería la obra, una vez tica o paraestética, común a muchos, pero inconfesable para
redescubierta esta técnica ancestral? Sencillamente, se trataba todos. No sólo es esto fuente de la inspiración dalinian i ; abun-
de hacer plástica la hiperestesia de Dalí, esto es, recuerdos, fal- dan los tópicos literarios, artísticos o musicales referentes a Gui-
sos recuerdos, sueños y vigilias aberrantes, presentimientos y fal- llermo Tell, Palladio, Tristan e Isolda, etc. Aderezos muy dali-
sos presentimientos. Aparte pocos tanteos postcubistas, comenzó nianos son las muletas, con oficio múltiple, la putrefacción con
por un afán de sensibilizar los objetos hasta lograr efectos seme- gusanos o con miríadas (le hormigas, las apariciones de salta-
jantes al "trompe 1'oeil" ; mas éste era un juego inocente, bueno montes, la consistencia purulenta o quebradiza de los perso-
para un Marcos Correa en nuestro siglo xvii, o para Acosta, en najes, la compenetración de ropas y carne para formar una
el xviit ; había que sensibilizar y plasticizar las ideas, los sue- llaga o una oquedad. Repetidas en muchos cuadros, apariciones
ños, los estados mentales, las alucinaciones momentáneas, las geni finamente dalinianas ; relojes blandos, bucranios, cambio del
aberraciones paranoicas. De todo ello hemos estado bien surti auricular de teléfono por una langosta, etc. En realidad, no es
-daslgenrcio tambsguer,ychoáDalí posible alistar toda la caterva de elementos surreales en la obra
como criatura frágil y morbosa. Acaso tuviera parecidos prin- del gran paranoico.
cipios personales la pintura del Bosco. En el catalán, la furia El no tiene sino que ser fiel al cerebro para que estos acce-
exhibicionista, la preocupación sexual, la . atracción hacia toda sorios sean la salsa de una fantasmagoría sin precedentes; esti-
fenomenología obscena y escatológica suplirá con creces, como rar miembros, confundirlos, acentuar la sensación de fragilidad
fuente de monstruosidad, a la preocupación moralista de Jeró- o de fortaleza, hacer viscosa tal superficie, esponjosa la otra,
nimo van Anken. Una vez, los amigos y la esposa de Dalí llega- aporcelanada la de más allá. Para esta magia había pedido Dalí
ron a preguntarse si éste sería coprófago. a los barbudos profesores che la calle de Alcalá sus recetas de
No nos precipitemos: antes de la acción, conviene hablar del pintura lamida; para no dejar equívocos en la çalidad de las
escenario en que haya de enfocarse. Y ésta es otra de las obse- cosas. Se comprende que por este prurito de puntualizar super-
siones tradicionales de Dalí; sólo un paisaje hay que le sub- ficies su autor haya llegado al cine, ya que, a la inversa, los
yuga y que considera hermoso: El de Cadaqués y Rosas y Port temas dalinianos parecen dextrísimas mixtificaciones de fileu.
Lligat, hasta el cabo de Creus. Teatro de sus juegos y unimos El espectro de Vermeer de Delft rae puede' ser utilizado corno
de infancia, se le agarra de tal suerte, que ningún otro - de los mesa, Yo mismo a la edad de diez albos, cuando era el niño-
vistos logrará suplantarlo. Y él, tan barroco en sus realizaciones, langosta y tantos otros títulos de parecido aire son la realización
seguirá fiel a un paisaje elemental, casi lunar, muy propicio para de ilusiones que no pueden ser ajenas ni a los espíritus más
cualquier sensación espectral. adocenados. Pues para este terrible, enfermizo imaginativo que
Ahora, este paisaje eterno, calcinado, árido, desértico, infini- es Dalí, con su encéfalo cáustico e hirviente, tales deforma-
tamente más veraz y sugeridor que los abstractos fondos urbanos ciones no son sino parte del programa. Sus cuadros más apara-
de los surrealistas italianos, se puede poblar con formas. Llega tosos, El juego l crjtbre o El .r/ran masturbador, contienen toda
la conquista de lo irreal a través de figuraciones mentales, las la demonología procaz que puede parir un sueño excitado. Creo
más, de fácil y lógica explicación, muchas de ellas producto de que, a la corta, no es sino la afición al demonio y a lo demo-
alucinaciones personales según preferencias y aversiones gastro- níaco que late con repetición bellaca en toda la pintura espa-
nómicas (pan, huevos fritos) o sexuales (masturbación), de con- ñola; pocas escuelas nacionales habrán producido tantos diablos
trastes entre la más purísima belleza y la más sucia podre- como la nuestra. Zarathustra hizo un gran bien a su titiritero
dumbre. Nada de esto sería posible en un temperamento normal. mortecino al convencerle de que no había demonio, pero los otros
Pero Dalí es de una anormalidad flagrante; es un insano adora- mil demoniejos de la subconsciencia no eran tan fáciles de hacer

38
DALÍ - Decoración para el ballet Baccbariale

DALÍ - 91(i esposa, desnuda, conlenr ¡da u lo cono su carne se convierte


pelo y arquitectura. 1945
en esca¡ca tres vértebras de ama col uu na,
(Col..I^^hn Perolia)

39
DALÍ - Aparición de rostro y frutero sobre una playa (1938)
(\\'a(lswcurtti Atheneuuu. New York)

DALÍ - Familia de centauros marsupiales (1941)


(Col. Alfonso González)

40
desaparecer y seguirán infestando, con forma goyesca, solanesca y dibujos que le puedan proporcionar imágenes. Contemplando
o daliniana, toda la pintura de acento inequívocamente hispano. imágenes, saciándose de perfiles y formas, viendo lo que se ve
La verdad -es que, al cabo de quinientos años, los monstruos de y lo que se pudiera ver, expande su inmensa colección de mons-
Dalí no son mucho más complicados que los (le tantas y tantas truos. Que todo esto haya salido de un admirador de Gaudí es
tablas góticas. sencillamente maravilloso.
La investigación del secreto formal obsede a Dalí ; ninguna Todo es maravilloso en la . pintura de_ Dalí ; no podía ser de
materia será tan consistente como para no permitir involucra- otra suerte, dado que es pintura sincera y bien realizada, reali-
clones de su propia sustancia, ninguna cosa tiene funciones zada con el fanatismo peculiar de su autor , "Nunca he conocido
prohibidas; todo puede aunarse, mezclarse, retorcerse. Es el más un especimen de español más completo. i Qué hombre tan faná-
lírico canto al absurdo y la más absurda de las epopeyas. Pero tico !", parece que fué el comentario de Segisnnindo Freud a su
si todo es absurdo, casi todo resulta maravilloso, prodigiosa- conocimiento de nuestro artista. Y estamos tan ayunos de artis-
mente lógico. Este es el más admirable Dalí, el que muestra tan tas fanáticos que con dificultad podría hallarse un elogio de
bellamente y sin fatiga creadora la paranoia hecha carne. Pues semejante enjundia. La verdad es que sólo a base de fanatismo
todos estos fingimientos son de una frescura, un sabor y un y de desprecio para con los demás pueden crearse colecciones de
tono de pintura clásica, perfectamente museable. Como cosa nor- monstruos hasta formar una verdadera y propia teratología.
mal, la pintura surrealista es triste y acusadora, exponencial Esta teratología daliniana sólo en ocasiones será de oscuro
(le lo más turbio contemporáneo. Pero también en Dalí, como significado, aunque algunas resulten ininteligibles para su autor,
en Marc Chagall, hay cuadros alegres. El mundo surrealista es cuando se limita a reproducir una pesadilla reciente con la
ingente, sin exclusivas para la morbosidad. La Familia de cen, mayor fidelidad posible. Regularmente, esta cosmogonía requie-
tauros marsupiales rebosa salud animal, apetito genésico satis- re escasa capacidad de comprensión, pues punza por la profunda
fecho, maternidad, paternidad, familia, en una palabra, que Ru- corporeidad y videncia de su contenido. Es decir, que no es sólo
bens o Jordaens no hubieran desdeñado firmar; El momento una confesión de su autor, sino la expresión de un estado de
sublim -e, un auricular de teléfono inclinado sobre un par de hue- ánimo que en su traducción tangible puede ser común a todos o
vos fritos, es un bodegón mucho más ilustre que lo mejor de Sán- a muchos. Algún ejemplo: Constrttcci&u blanda corc judías coci-
chez Cotán, o Loarte, o Menéndez; es el gran bodegón del si- das: Aviso de Guerra Civil no puede contener mayor calidad
glo xx. Otras veces, el pan; Pedazos de pan inspirando sentido premonitiva; un amasijo de miembros del mismo cuerpo que se
de amor, y, en efecto, los dos coscurros saben y huelen a pan entredevoran furiosamente. El espectro del sex-appeal llama el
crujiente y esponjado; lógico es que se amen entre sí. autor a un desvencijado, fofo simulacro femenino de grandes
No, ninguna naturaleza viva o muerta es desconocida por pechos y vientre, mirado atentamente por un niño vestido (le
Dalí. Es un panteísmo integral, con grados de religión positiva, marinero. Este niño marinerito, figura muy frecuente en la obra
en que tanto sube a la superficie una osamenta abandonada en de Dalí, es él mismo, en su turbulenta y anormal infancia. Pero
el campo como una joya. Dalí colecciona documentos, fotografías igual pudiera ser uno cualquiera de nosotros; sin aparentar tan-

DALÍ - l 4clnmor fosis paranoica del rostro de Cala (1932) DALÍ - El espectro de Yernreer de Delfl, apto para servir de mesa (1934)
(Col. Kochno, París) (Col. 'Hall! Sobo ?', llerli(rd)

41
ta sinceridad, podemos reconocernos en muchas (le estas pinturas,
como en muchos disparates de Goya.
Goya, de vivir en nuestro tiempo, hubiera sido asediado por
los directores cinematográficos para realizar escenarios y pro-
yectar situaciones espectrales. Dalí, naturalmente, ha hecho cine.
Sus films, en colaboración con Luis Buñuel, Le chien midalou.
y L'dg d'or, datan, respectivamente, (le 1929 y 1931. El primero
cautivó a París, fué aprobado sin reservas por la crítica inteli-
gente y significó una enorme cantera de posibilidades, desapro-
vechadas, según era (le esperar, por la espantosa rutina cine-
matográfica ; ahí era nada, los asnos pudriéndose sobre pianos
y el ojo cortado por una navaja (le afeitar. Sus fotogr:uuas pu-
dieron ser publicados en Les (oil ices d'art con el marcha uo del
más puro aroma vanguardista. Pero esta película . como L'Qge
d'or, con sus obispos pudriéndose sobre rocas, eran todavía rea-
lizaciones para minorías. Ahora, todo el mando ha saboreado
/tec'uerdrr., la única cinta de gran público que nos ha obligado a
amar el cine como se anean las salas del Museo del Prado ; pues
pieza (le museo es, aparte la interpretación (le Ingriil Bergman
y Gregory I'eck, el maravilloso sueño de éste, obra (lahuiana.
Ya es mayormente fútil en el ampurdanés otro aspecto, la
mixtificación pirtúrica, la combinación (le iniógenes (le modo que
puedan formar otra u otras. La ocurrencia es vieja en la His- DALÍ - Dibujo
toria del Arte. Sin citar los precedentes italianos, traídos por
James Thrall Soby, ahora recuerdo una vieja tabla en los alma-
cenes de la Academia de San Fernando, un busto (le hombre tific:cciones dalinianas, la mejor, la obra maestra, será Espaïia,
cada cual ole sus órganos faciales es una hortaliza. La mixtifi- pintada en 11)38, con un penetrante sentido de la tragedia bélica.
cación y la doble imagen es juego predilecto (le Salvador Dalí
y tino (le los exponentes más claros de su ingenio; ver descom-
ponerse o integrarse una forma en otras sin más relación que
Hasta aquí, lo daliniano susceptible de pasar a la Historia
la semejanza de un contorno o un apéndice significa una ima-
del Arte; pues otras partes de su vida y obra sólo tienen acceso
ginación por demás moldeable que no ha cesado de bullir desde
a la crítica de circo. El descrédito del surrealismo no nace de
ln niñez, desde que fuera juego ver el desgarro y movimiento de
la pintura, buena pintura en cuanto sea sincera, de Salvador
las nubes adoptando formas y más formas, dando las claves de
Dalí, sino de las eyesivas payasadas a que éste y otros se han
un eterno surrealismo. Y, siendo nunterosísimo el acervo ole mix-
entregado. Bien está lo de no retroceder ante ningún escrú-
pulo para plasticizar un estado de ánimo, pero ese rebusque ole
la publicidad, vistiéndose de buzo o presentándose con un enor-
me pan, es el descrédito, sin remedio, sin justificación. Hace dos
o tres años comenzó en Madrid, comenzó y murió casi al instan-
te, como era natural, un seudomovimiento, el postismo, que sólo
se aproximaba al surrealismo por el lado de la payasada menos
ingeniosa posible. Por lo demás, descubrir el surrealismo en 1945
como un hecho nuevo, es cosa muy española.
Y, precisamente, cuando se puede profetizar el firis del Dalí
surrealista. La mayor paradoja en esta obra grandiosa y absurda
consiste en que su autor, tarde o temprano, renegará de ella.
Cuanto mayor sea la extravagancia, antes llegará el arrepen-
timiento. El hombre que, con Juan Miró, hablaba un día ole
asesinar la pintura, está muy satisfecho de que el asesinato no
haya pasado de proyecto. Y, además, Dalí posee una preocupa-
ción antifáustica, eugeniodorsiana, que le lleva, desde hace años,
a desear la vejez, la serenidad: Quiere ser anciano y estar tran-
quilo. Pese a su exagerado egoísmo, queda muy lejos, ya lo diji-
mos, ole la perpetua juventud creacional (le Picasso. Se agotará
mucho antes. Ya ha empezado a rectificar, en otro orden. Desde
sus años sacrílegos y blasfemos, sólo han hecho falta otros pocos
para la arribada al catolicismo, aunque convendrá otorgar poca
consistencia a una fe quemen 1.941 anhelaba, pero aún no tenía.
No, no será otro Saulo, como tampoco fué otro Juliano.
Era, y lo proclamaba con orgullosa razón Gómez de la Serna,
no uno más en el surrealismo, ni siquiera el primero, sino el
autor del Daliísmo. Porque nadie como él, pese a su línea origi-
nal, ha combinado lo que pudiera haber de aprovechable pira
sus fines personales, de arte personal, en Eluarð y André l;re-
ton, en René Magritte y en Chiri.co, en los rail recovecos de
Picasso. Pero ya el surrealismo es, para Dalí, cosa pasada; cuan-
do podía ser el pontífice incontestable del ismo más fecunda-
mente prometedor, más hinchado de toda escala de brujos mo-
delos, lo abandona; y en la antología Le sui'realis-nve en. 1947 su
DALÍ - ilu jelas de Cala (1935) nombre sólo suena como el de un antiguo militante, mientras

42
aparecen otros prometedores apellidos hispánicos. Sin embargo, Las tres esfinges de Bikini, Lelo. a•trr»Lita, Equilibrio intraatómi,-
el hecho de que esté a punto de publicar sus Fifty Secn•ets of co de anua• plrtrtna de ei-ne, etc., etc. Bien, poco importa cual sea la
Magic Ci,aftsmnanlship parece demostrar que no le abandona su fuente inspiradora (le Dalí (1) siempre que nos siga fabricando
afán mago, exotérico y agnóstico, por complicar secretamente la buena pintura, siempre que su genialidad no caduque, siempre
alquimia de las formas. El sencillo secreto (le convertir lascua - que los dólares no le ablanden. Queremos que si llega a viejo, y
1 ro letras de su firma en algo de bárbaro barroquismo ya es una así sea, tenga la recia hosquedad de Goya, su inconfesado ante-
garantía de fidelidad a sí propio. cesor, queremos que por siempre siga siendo el gran Dalí y que
Su última, reciente, teoría plástica, relatada por la prensa, por siempre tenga eco solemne la invocación de nuestro García
está influenciada por la conquista del átomo; "ya no me interesa Lorca, el admirable:
lo psicopatológico —afirma—, ini ambición actual radica en "i Olt, Sa•Ivador Dali., de voz aceitu-nluhe... !"
lograr la recuperación (le la técnica de los viejos maestros uni- Hoy es todavía, con Xavier Cugat, I3ing Crosby, Frank Sina-
versales para interpretar la nueva concepción de ]a física". Pero tra, etc., uno de los triunfos más sonados en la baraja (le ases
como ambición es pequeña, por ya conseguida ; muy frecuente- de Norteamérica. Si un olía sale (le la baraja no resultará extra-
mente pienso, ante la Muchacha en,, paisaje, de la Colección fio que acabe pintando retratos (le millonarios en la menor traza
Gudiol, pintada en 1926, que tiene pinceladas de Mante; na ; surrealista. El mayor enemigo del genial Salvador Dalí es el
otras veces se ofrecen con absoluta apariencia de minucia dali- frívolo Salvador Dalí.
ulana la maravillosa fluidez de unas gotitas (le sangre, de unas (1) No sólo importa poco, sino que esta su eia atómica sirve
l;í runas, de unas venas hinchadas en la superficie nítida de una para certificar el contenido mercantil, comercial, buscador del ui (tulio
grito que hay en su insobornable raíz catalana. No .abanos naàa (le
tu hin flamenca. Con esta técnica, que ahora pretende buscar, ha la de s¡ ntera ('¡ , ')ti del átomo, ni (le sus aplicaciones. ni de la menor
pintado, li;i creado Dalí todos sus hijos, monstruos robustos y concreción sub re cl astuto; pero los coterráneos dr Dal1, en In 1i:u• ce-
lona del P:u •alelo y del Barrio Chino establecen un "Bar Ilil:ilo' y
vitales, de varia teratogenia, a la que nada pueden añadir las anua ciiin una Venta (le zapatos "a precios attútuieos". Esta nota 100
coin •idencia, con Vistas a epatar, en uno y en otros, me pareev :uuy
concepciones atómicas. Los títulos de sus nuevos cuadros son elocuente.

^yF6^N Cl{M'w

DALÍ - Dibujo

43
SOBRE LAS REVELACIONES
PSICOLOGICAS DE LAS
FANTASIAS SURREALISTAS
. 111 ^^..
por el Dr. JUAN-RAMON DE OTAOLA
Neurólogo del Hospital Clínico y del
Instituto Neurológico de Barcelona

Evocaré genios de tal virtud que le Traigan


lisonjeramente engarfiado basta el abismo. t - !
SIAKESPEAIua (en ^Uacbetb) '9

I. — DE LA PINTURA DE COSAS A LA PINTURA


a
DE PENSAMIENTOS q

L ideal supremo de la pintura, unmínimemente reconocido du


E
del Renacimiento, ha consistido en conseguir la reproducción en
-rantelscui rdabjoelsigncta
-•
la obra, con la máxima fidelidad posible, de la naturaleza, gene-
ralmente en sus aspectos más bellos y más importantes, en la
misma forma en .que se nos aparece a la conciencia como efecto
de la experiencia visual.
En esta orientación —la verista o realista, que informa la
tradición pictórica .académica— se trata, por tanto, de encon-
i I
trar una máxima equivalencia entre la configuración, relacio-
nes, calidades cromáticas e importancia de las cosas reales y
las atribuídas a los elementos plásticos contenidos en el cuadro,
que llegan a constituir, de este modo, una materialización de la
imagen mental del mundo externo, tal como pensamos común-
mente que debe éste de ser en realidad.
Fig. 1. El automatismo imaginativo en la locura
(Observación personal del autor)

Un punto ele vista enteramente opuesto caracteriza al mo-


dernismo de van gstardia, el cual promueve en la pintura una
violenta subversión de aquellos conceptos tradicionales.
Todas las tendencias renovadoras, "antiacadémicas", de la
pintura moderna, ostentan de común, por encima de las diferen-
cias que las individualizan, un alejamiento, acentuado con ma-
yor audacia cada vez, de las formas pertenecientes a' la reali-
dad material percibida, para ofrecernos en su lugar versiones
sui genceris —más o menos arbitrarias, estilizadas, alambica-
das— de las cosas, o invenciones de formas plásticas, insólitas,
abstracciones en completo divorcio con las formas característi-
cas que poseen las cosas en su verídica realidad.
Entre dichas tendencias, el surrealismo, siguiendo una direc-
ción peculiar, adopta como materia de sus producciones plásti-
cas las imágenes surgidas de la más profunda intimidad men-
tal, cuyos contenidos viene así a revelar ien una especie singular
de fantasías a las que puede concederse la significación de una
"psicografía" simbólica; y ello porque con las figuras de Lis
imágenes surrealistas se aspira al descubrimiento plástico del
mundo interno, a "pintar el pensamiento", y no las cosas, el "me-
canismo verdadero del pensamiento", para decirlo con las pala-
bras de A. Breton (MMnnifeste dzc Sattrenlisme), en un extrema-
do esfuerzo de auto-expresión sincera y total•
A tales fines se sacrifican todos los principios lógicos, éticos
e incluso estéticos que pudieran desvirtuar su propósito esen-
cial, aceptando por el contrario lo trivial, lo absurdo, incluso
lo feo o lo terrorífico, si ello facilita la exteriorización de los
contenidos que pugnan en el alma por exliresarse, o se llega a
la semidisolución del mundo percibido, con la desaparición de las
formas organizadas, salvo quizá algunas vagas y equívocas refe-
rencias, ya en las fronteras de lo amorfo, donde se apagan las
últimas luces del conocimiento, en el tránsito de lo que todavía
Fig. 2. El automatismo imaginativo en el dibujo infanii] no es más que una ciega energía de la materia viva a lo que
(Tornado de Postistno) empieza a ser psique.

44
De este modo resultan estas obras tan singulares y aparen- Declara Picasso que, cuando pinta, se limita a transcribir
teniente inexplicables, que representan panoramas ilimitados en sobre el lienzo las ineprevistas apariciones que fwerzan por si
los que la vida orgánica no hace acto de presencia o se manifies- ncistn.as en mí, sin que sepa de antemano qué es lo que va a
ta especialmente torturada, lánguida o monstruosa ; esas figuras poner en él ni de qué colores usará. (Citado por H. Read en
estrafalariamente integradas por los más heterogéneos elemen- Art Notq,)
tos, además de disformes o mutiladas; esas reuniones ele objetos El automatismo imaginativo puede llevarse a cabo también
heteróclitos, dispuestos de forma desconcertante y totalmente en forma más activa, como es el método que Dalí usa y designa
distinta de la habitual, en un alarde desenfrenado de delirante con el nombre de "paranoico-crítico"; pero siempre, en el surrea-
fantasía. lismo, la imagen precede a todo concepto, al contrario de lo que
Claro está que estas composiciones, en definitiva, represen- ocurre con el realismo, en el que toda imagen es el resultado
tan cosas, ya que el pensamiento vivo es en sí mismo irrepre- de un concepto precedente conforme al cual se determina su
sentable. Lo característico aquí es que el surrealismo utiliza las ln•opia configuración.
figuras concretas como medio para expresar en su máxima En lugar de la fantasía alegórica, nos encontramos aquí, por
desnudez la esencia misma del pensamiento, en vez de utilizar el tanto, con el "delirio imaginativo" o "fantasía delirante', si se
pensamiento como medio para establecer una relación objetiva nos permite llamarlo así.
con las cosas.
Entre el pensamiento y las representaciones en que se mani
-fiestanox lcuareióndsgfcla
sino una correspondencia de significación simbólica: la repre- El producto de tipo más elemental del automatismo imagi-
sentación no declara su objeto, esto es, la materia concreta nativo es un caótico barullo ele estructura y color, en el que
intencional del pensamiento, sino que s-ug^ie?e lo que puede ser parecen intervenir sólo aquellos dispositivos psico-fisiológicos
su sentido profundo, su origen, su finalidad propia, análoga- que tienen una función más inferior y física en el trabajo del
mente a lo que ocurre con las imágenes de los sueños (fi;;. 12). sistema óptico cerebral. Estas representaciones pueden produ-
Claro es que, de todos modos, en la pintura de orientación rea- cir el efecto ele una melodía. •iisttal, sin sentido descriptivo
lista también se representan temas abstractos tratados en forma alguno, que quizá pueda complacer, conco quiere Picasso, por lo
alegórica, pero siempre se refieren a algo que, aunque por su mismo que agrada escuchar el canto del ruiseñor aunque no sea
índole forma parte de la esfera de la realidad ideal, pertenece posible entender en él significación determinada, pero que es
al ambiente externo y objetivo del hombre (la representación ele inasequible a toda explicación psicológica concreta.
una ciencia, de la música, del bien o del mal, por ejemplo), y los Pero en formas ele elaboración más acabada, la melodia visual
elementos que componen estas alegorías son buscados, combina- adquiere ya un sentido descriptivo aun dentro (le lo melódico,
dos y realizados según conceptos previos y por efecto de una o cristaliza en imágenes en las que se reconoce una interven-
s ción a la actividad asociativa propia de los procesos de ideación,
actividad mental reflexiva sistemática y, en suma, racional.
Por el contrario, las fantasías surrealistas se producen en si bien en su aspecto más automático, menos reflexivo y volun-
virtud de un proceso de a2ttotnatismm imagii?ativo y expresivo, tario, en el que los èleineritos representativos visuales se aglu-
y mediante una actitud rigurosamente subjetiva e introspectiva. tinan, contlbïnan, deformin o disocian, no obedeciendo a principio,
Según A. Breton, el surrealismo es un "a.utomatism .o psíquico por asociativo alguno ele índole racional.
el que se propone expresar, sea verbalmente, sea par escrito o de En estos productos se aprecian ya las características de ma-
cualquier otra manera, el f- . ienu.miento real del pnsanaien.to. yor interés psicológico de la pintura surrealista: la tendencia a
Dictado del pen•saarniento en ausencia de todo control ejercido por la evasión hacia lo irreal, cl regocijo por lo absurdo, del tipo
la razón, y pt •escin dion.do de toda preocupación estética o moral" del humor negro o patihulario, generalmente, y la intperio.tiidad
(Dlanifeste dic Surrealisnee). autoexpresiva, a la que deben las obras surrealistas su funda-

Fig. 3. DALÍ - El destete del nweHe alimento

45
fin? man en la corteza terrestre fisuras irrumpen aquellos en estado
de fusión, constituyendo ' las erupciones volcánicas, cuando la
corteza del psiquismo racional ofrece fisuras ocurren estas irrup-
ciones psíquicas en las que la propia substancia del pensamiento
emerge como un magma desorganizado y en bruto. En la psico-
sis podemos observarlo como consecuencia de la ruina de las
funciones psíquicas superiores por el efecto destructor de la
rTa enfermedad, y en el surrealismo como consecuencia de una in-
tención premeditada, que suponemos consecutiva a un estado
caduco y crítico de la cultura.
No es la primera vez que en la historia del Arte se acusan
las fases críticas de la cultura en obras en las que, anticipán-
dose a las creadas por los adalides del movimiento surrealista
contemporáneo, se aprecia el regocijo por lo absurdo, el humor
negro, la necesidad prácticamente imperiosa de autoexpresión
anímica. Recordemos a Goya con sus Capriclmos y Disparates,
exponente de la crisis moral producida por la influencia del enci-
clopedismo francés; y el caso del Bosco, contemporáneo y cote-
rráneo de Erasmo, a quien tocó vivir la tumultuosa coyuntura
cultural que señaló el paso de la Edad Media a la Edad Mo-
derna.
El movimiento surrealista es el brote hasta ahora más inipor-

Fig. 4. DALÍ - Canibalismo del otoño (1936)

mental importancia psicológica, ya que es en su consecuencia


por lo que, como decíamos, constituyen verdaderos documentos
psicoanalizables en los que se visualiza plásticamente la esencia
viva del pensamiento.
Sin duda alguna, no resulta fácil, ni en principio siquiera
verosímil, reconocer en esos grotescos esperpentos, que el hom
-bre"snatocidmarchosixtfne
valor alguno, algo . concerniente a los procesos de pensamiento
del sujeto normal, tales como cada cual los vive en su propia
mente, y que parecen, si acaso, producto de la enajenación
mental.
Efectivamente, la similitud con las obras artísticas de los
enfermos mentales salta a la vista, y de ello damos un ejemplo
en la figura núm. 1, en la que se reproduce un dibujo ejecutado
por un paciente psicótico que empleaba un método de trabajo
enteramente idéntico al descrito por Picasso, ya que estas figu-
ras son auténticos retratos de imágenes que el sujeto percibía
pseudoalucinatoriamente. Este paciente, por lo tanto, persona de
ínfima categoría cultural y sin la menor noción artística, rea-
lizaba estas obras con absoluta espontaneidad, e ignorando en
absoluto la significación que a la luz del análisis psicológico
muestran tener.
Pero es que entre el pensamiento del sujeto normal y el del
psicótico privado del uso (le razón, la diferencia es comparable
a la existencia entre un batallón que realiza sus evoluciones dis-
ciplinadamente, en correcta formación y a la voz de mando, y
este mismo batallón después (le haberse dado la orden de romper
filas. Los materiales del -pensamiento son los mismos, en tino y
otro caso. Idéntica comparación es aplicable también a la mente
infantil, de la que ha surgido, por el mismo procedimiento, el
dibujo de la figura núm. 2. Lo peculiar en cada caso es el orden
en que se organizan los materiales representativos, y la preci-
sión eñ que llegan a constituir un conjunto coherente y adap-
tadlo a la realidad externa.
Bajo el influjo de la razón, el pensamiento adquiere una con-
figuración conforme al sentido de las convenciones intelectua-
les, morales y estéticas a las que el uso consuetudinario ha
dacio fuerza •de ley. Pero eso no obstante, la materia prima
sigue siendo la misma.
De igual modo que las masas minerales subyacentes a la
corteza terrestre, la materia prima del pensamiento se man- Fig. 5. DALÍ - Boca misteriosa aparecida en la
tiene a gran presión bajo la costra de la cultura vigente, y así espalda de mi niñera y La cara de 3'íae`Wesl, que
como cuando por efecto de sus movimientos orogénicos se or- puede servir de habitación

46
tante, extenso y profundo, de este tipo de "arte de crisis", y si
nos interesa su análisis psicológico es porque, independiente-
mente del valor que pueda tener dentro de la estricta esfera del
arte, en sus obras se nos revelan hechos que nos permiten adqui-
rir una precisa comprensión, no sólo del surrealismo como estilo
característico de nuestro tiempo, sino, en términos generales, del
problema existencial del hombre que vive el momento presente
de la cultura, (le cuyo estado crítico es el surrealismo, entre
tantos otros, un testimonio de excepcional valor.

II. - LO QUE IGNORAMOS DE NUESTRA PROPIA


ALMA
Apostille"> Goya aquella parte de su obra caracterizada por el
delirio imaginativo, su obra "surrealista" pudiéramos decir, con
las siguientes palabras: "La fantasía abandonada a la Itazóin
produce monstruos imposibles; unida a ella, es rihadre de las
Artes y origen de sus maravilas".
Existe un motivo, no obstante, para que deban interesarnos
los productos de la "fantasía abandonada a la Razón", y es que,
monstruosos o no, constituyen sus productos la expresión de

Fig. 6. DALÍ - La llegada de los anamor fos crónicos

realidades que habitan y obran en el fondo del alma, y ejer-


cen en ella importantes efectos, sin que ej sujeto se percate
habitualmente de ello.
Cuando se contempla una tela surrealista, el espectador se
siente inevitablemente afectado de un modo muy vivo por ella:
unas veces, si se trata de un 'amateur", experimentando una
atracción fascinadora; otras, por la más irritada de las indig-
naciones. La indiferencia es imposible.
Estas reacciones deben su vivacidad no sólo a la concordan-
cia o discordancia que puedan presentar con los ideales estéticos
del espectador, sino a que éste sufre los efectos emocionales, fas-
cinantes o perturbadores y repulsivos, según los casos, que clan
a estas obras el secreto de su extraño poder. La actitud del
espectador es en gran parte consecuencia de la que mantiene
frente aquellos aspectos de su propia psique inconsciente que con-
templa reflejados en el cuadro, indiscretamente desnudos de los
artificios y revestimientos con los que él mismo se los oculta en
su vida cotidiana, y que no sólo, por su índole irracional, cues-
tan comprender, sino que h,il itualmente se prefieren ignorar.
Por ello, lo primero que se necesita para poder comprender
el sentido de estas obras es tener tina noción clara de lo que "lo
inconsciente" significa en la vida psíquica.
La existencia de funciones psíquicas inconscientes no es, con-
trariamente a lo que suele suponerse, un descubrimiento recien-
tísimo. Veamos lo que a este respecto escribió La Itochefoucaul.d
hace unos cuatro siglos, en sus Reflexiones sobre el amor pro-
pio: "... No puede sondearse sil profundidad ni atravesar sus
abismos. Allí, a cubierto de las más penetrantes miradas, da mil
insensibles vueltas y revueltas. Allí se hace, a menudo, invi-
sible a sí misma: allí concibe, nutre y eleva, sin saberlo, gran
número (le afecciones y odios; algunos tan monstruosos que cuan-
do los saca a la luz los desconoce o no puede resolverse a reco
-nocerls.Dtabuidqelcrnasidíupe-
suasiones que tiene de sí mismo ; de allí vienen sus errores, sus
ignorancias..."
Fig. 7. DALÍ - Pormenor de El juego lúquhre La teoría del inconsciente es, en purida . d, el resultado natu-
(1929) ral del largo proceso de pensamiento cuyos jalones fundamenta-

47
Freud y todas sus posteriores derivaciones. Lo que el psicoaná-
lisis ha aportado ha sido, creemos, una técnica o procedimiento
que nos permite la aplicación práctica usual de -ésas ideas, sumi-
nistrándonos el instrumento por el que podemos introducirnos
a voluntad en estas obscuras zonas! de la. psique ignorada, y per-
cibir y comprender los acontecimientos que allí tienen legal, tan
distintos a los de la zona clara de la mente, que al no familia-
rizado con ellos le producen una irremediable sensación de inve-
rosimilitud.
"El principio y como fundamento de todos los bienes es que
se conozca cada uno bien a sí mismo", escribía Fray Luis (E,zpo-
sieión del Libro de Job); pero la psicología profunda analítica
enseña que para conseguirlo suficientemente es preciso intro-
ducir la luz del conocimiento en lo inconsciente, en un mundo
que aunque propio resulta incongruente con nuestra reconocida
manera de pensar, sentir y querer, pero en el que se agitan las
fuerzas más elementales, más poderosas y decisivas, en la forma-
ción y en la dinámica de la personalidad.
Los análisis psicológicos que siguen son una pequeña mues-
tra de cómo puede llevarse a cabo este propósito, si bien, como
Fig. 8. DALÍ - Ciudad de los cajones (1936) es comprensible, han de limitarse a lo indispensable para adqui-
rir una noción general del procedimiento que baste para enten-
der los materiales contenidos en las obras surrealistas en su
significación psicológica profunda y, en su consecuencia, en la
significación del papel que este estilo viene a desempeñar cultu-
ralmente.

III. — VISIONES DEL MUNDO INTERNO


Es sabido que la expresión más explícita y directa del incons-
ciente se efectúa por medio de imágenes de carácter preferente-
mente visual, tras de cuyo aspecto manifiesto se esconde la sig-
nificación latente a que las imágenes hacen referencia. Los cua
-drosuealitcnyomuaespcidj"l
mundo de dentro", desde el momento en que hacen de estas imá-
genes el objeto de la creación pictórica. Pero, como se comprende,
paisajes en cuyos fondos no podemos identificar país alguno
determinado, ni en las figuras de cosas y personajes, los per-
sonajes y las cosas que representan, si no es mediante el empleo
de una clave de interpretación, en la que estriba el análisis psi-
cológico profundo.
Las interpretaciones que-siguen han sido ordenadas según 1a
índole del proceso psíquico a que se refieren los contenidos ana-
lizados en relación con la estructura y dinámica de la persona-
liclacl, de acuerdo con la siguiente pauta enunciada aquí sinóp-
ticamente:

Apetencia de placer.
–Según el mera- Mecanismos ins- Apetencia de hegemonía.
Fig. 9. PAUL ELUARD - La noche veneciana nisino reactivo tintivos. 1 Apetencia de perduración.
de la personali-^
les son Sócrates y Kant. La crítica socrática del conocimiento dad considerado.
Mecanismos culturales: Imperativo del deber.
se dirige, en efecto, al descubrimiento de verdades que, no obs-
tante estar contenidas implícitamente en la mente de todos, son
– Según el plano de rea- ( Plano de la realidad individual.
desconocidas para el propio sujeto. Como consecuencia más inme-
lidad penetrado por el
diata, en Platón se encuentran ya anticipaciones del psicoaná-
sujeto en el curso de la Plano de la realidad colectiva.
lisis, como son: la existencia de larvadas tendencias inmorales
evolución de su persona- r
en la mente de hombres de recta condición moral, la función de
lidad. 1 Plano de la realidad suprasensible. (1)
los ensueños como revelador de su presencia y mecanismo sus-
titutivo de la satisfacción de aquéllas, el origen corporal de los (1) A nuestro modo de ver los diversos sistemas psicoan;ilíti.cos
apetitos, la influencia del instinto sexual en las manifestaciones adolecen de un defecto de o rigen fundamental que es el de apoyarse
en teorías metapsicológicas, discordantes muchas veces con el conoci-
más elevadas y varias de la vida psíquica, etc. miento científico-experimental moderno de la vida instintiva tal como
A su vez, la crítica kantiana del conocimiento racional mis- en sus nociones niás importantes expusimos en nuestro trabajo Neuro-
patoloffla (le las ne'w•o.sis.
mo, pone de relieve la importancia máxima de lo desconocido, Por ello consideramos como una necesidad primordial para llevar
al psicoanálisis a su elaboración científica definitiva el abordar el es-
ya que para Kant es incognoscible, por principio, la esencia de tudio de la personalidad profunda, sustituyendo el punto de vista (le
las cosas, aquello en que éstas encuentran su auténtico sentido. una metapsicología cualquiera, sea la de Freud o la de Künkel por
ejemplo, por el de la neurofisiología actual (le las funciones instin
Y a su vez, en el postkantiano Schopenhauer se encuentran, a -tivas.
Las sinopsis transcritas y el estudio presente en su conjunto están
nuestro modo de ver, concretados de la manera más explícita en parte inspirados en los resultados a que hemos llegado en este
todos los fundamentos teóricos del psicoanálisis, comprendidos sentido, cuyo desarrollo sistemático y completo nos proponemos expo-
ner próximamente.

48
1.° LOS MECANISMOS INSTINTIVOS Y LOS OBJETOS
DEL QUERER.—De la riquísima iconografía de los inconsciente
que constituye la obra de Salvador Dalí, entresacamos una serie
de producciones que suponemos está inspiradas por la acción
(le un complejo (le organización sumamente primitiva, ya que se
refiere a las primeras fases de la vida, a la fase de la lactancia.
A la vista del cuadro representado en la fig. 3, conjetura-
mos que podía tener la significación de una fantasía (le devora-
ción "canibalística" relacionada con el apetito de placer alimen-
ticio-bucal del lactante; supusimos que la idea de las mesillas
que aparecen al lado de la mujer, como si hubiesen sido ex-
traídas (le su cuerpo, habría sido elaborada consecutivamente
como justificación del boquete existente por la devoración, y a
la vez como expresión (le una teoría inconsciente de la función
desempeñada por la nodriza, de su mecanismo interno. Es nota-
ble que la asociación psicológica refleja de este mueble con la
lactancia ha sido puesta de relieve en las observaciones expe-
rimentales de Ch. Bühler, quien pudo apreciar que el ruido hecho
al abrir y cerrar el cajón de la mesilla era estímulo eficaz para Fig. 10. NANS ARP - Configuración (1936)
provocar el reflejo de succión en el lactante, por la existencia
de un condicionamiento originado por la sincrónica utilización
del contenido del cajón y el acto de lactar. Efectivamente, en
gran parte de la obra del mismo autor encontramos abundantí-
simas comprobaciones que justifican tal hipótesis, y los testimo-
nios (le una intensa fijación a la fase oral, que en ella se apre-
cian.
En primer lugar, en la autobiografía del autor, la reproduc-
ción de esta misma obra va acompañada de un humorístico epí-
grafe muy explícito: "Mi nodriza de cuya espalda se ha ex-
traído una mesa -de noche". Además, en una réplica, el mismo ori-
ficio aparece enmascarado bajo una fantasía'geológica, en la que
se reconoce claramente la éonfiguración característica de la no-
driza de espaldas (fig 4). En esta versión se desarrolla el tema
del canibalismo de modo más evidente, incluso revelándose en el
título de la obra. Obsérvese en la parte inferior (le la misma
un cajón entreabierto.
En la fig. 5, parte superior, se corrobora la interpretación por
medio de otra modalidad de expresión del mismo tema. Existen,
además, otras muchas obras en las que los mismos elementos se
repiten hasta la saciedad, en similares o nuevos tipos de relacio-
nes y combinaciones; pero para concluir lo expuesto baste con la
fig. 8, en la que el empleo dado como elemento plástico a los ca-
jones, que entran precisamente a formar parte aquí de un cuerpo
humano, no deja lugar a ninguna duda sobre el tipo de 'rela-
ción condicionada a que antes nos hemos referido.
Por medio de esta serie de fantasías se expresan, por lo tanto,
reminiscencias de las vivencias de satisfacción instintiva de
placer más arcaicas que se produjeron bajo el influjo de impre-
siones de las que el sujeto, entonces sumido en total incons-
ciencia, no pudo tener noción alguna, pero cuya potencia afec-
tiva ha sido suficiente para inspirar tanto tiempo después estas
ocurrencias imaginativas. Fig. 11. iVIAX ERNST - ]nana I-lacbelle y Carlos "El Jenierario"

El afán instintivo de hegemonía. — En la misma serie


anterior se revela un actitud ele exigencia . imperiosa de satis- puerta, sin que puedan ser vistos por el sujeto que, indefenso,
facción porque la fantasía ele devoración implica, además de se encuentra sentado de espaldas, y al que amenazan con sus
una apetencia, una agresión contra el objeto apetecido en la que negras y ganchudas patas. En el fondo, en una excesiva lejanía
se expresa una forma de voluntad de poder que de tal modo se y con enigmática expresión de "Gioconda", un personaje feme-
esboza también inconscientemente en aquellas tempranas edades nino parece ejercer una función protectora, como también, má-
de la vida. gicamente, el Angelus de Millet, que aparece sobre la puerta
como un amuleto defensivo. Unas estatuillas de escayola, en una
E. afán instintivo de perduración. — Es el llamado i.nstimto repisa a la izquierda, parecen representar a algún allegado del
de conservación, que cuando el sujeto empieza a tener conciencia que el sujeto se siente en exceso distanciado y desprovisto de
de su existencia individual se revela como horror a la destruc- la confianza que le hubiera dado su afectuosa protección.
ción personal y a la nada.
El horror a la disolución de la conciencia vinculada a un "yo" 2.° LOS MECANISMOS CULTURALES Y LOS MANDATOS
todavía endeble en exceso, y el retorno a la nada, ha debido ins- DEL DEBER. — Como puede comprenderse, las ilimitadas exi-
pirar el cuadro representarlo en la fig. 6, que tanto recuerda a gencias de poder y autosatisfacción que promueve el incons-
las ensoñaciones infantiles del pavor nocturno. Los "anamorfos ciente comportamiento del niño en virtud ele sus impulsos ins-
crónicos", terroríficas antropomorfizaciones de las poderosas y tintivos, encuentra más o menos tarde una barrera que inter-
desconocidas fuerzas del inconsciente, acechan ocultos tras la fiere su expansión desconsiderada, ciega e incondicional.

CS•]
Esta barrera se forma por la actitud correctora de los educa- rio, por tanto, incurrir en reiteraciones, limitándonos a aludir,
dores, que vetan al neófito la satisfacción de aquellos impulsos de pasada, a que en el curso del desarrollo psicológico ulterior,
que se realizan en actos considerados viciosos y dañinos, pro- y en relación con la ampliación de la conciencia que el sujeto
vocando la asociación artificial entre estos actos, o la intención va adquiriendo de sí, se producen nuevas formas de autocompla-
de efectuarlos, con vivencias displacientes como la percepción cencia ligadas a sectores y funciones distintos, que tanto por ellos
de la cólera o angustia del educador, su retracción de afecto, ame- mismos como por las represiones a ellos ligadas, poseen una
nazas de castigo, etc. Así, se consituyen los automatismos repre- importancia grandísima en la estructura psíquica total del sujeto.
sivos, que entran a formar parte de la zona inconsciente de la
personalidad cultural, cuyos patrones elementales se forman tam- 2.° PLANO DE LA REALIDAD COLECTIVA. — Después
bién en las primeras edades de la vida. de su realidad como ser individual y de los objetos relacionados
En la primera de las obras comentadas (fig. 3), el personaje con su individualidad, el sujeto descubre, cuando existe, la rea-
reprsentado ostenta la cabeza baja y la cara cubierta con un lidad supraindividual de la comunidad afectiva, de los senti
paño, signos expresivos de los sentimientos de vergüenza, bási- com+uividact. A partir de entonces, el afecto deja (le-mientosd
cos en la formación de los mecanismos de represión interna, y estar vinculado exclusivamente a la autocomplacencia, la volun-
que a su vez traducen la existencia de reminiscencias de repre- tad de poder y el anhelo de seguridad, corno impulsos instintivos
siones de las que entonces fué objeto la inconsciente sensualidad individuales, para transferirse en mayor o menor parte a la
infantil. relación con otras personas, cuyo destino vital viene a vincu-
Las demandas instintivas de placer encuentran su más fuer- larse con el propio del sujeto : la madre y el padre en primer
te oposición represora, desde luego, en cuanto atañe a las mani lugar. De las imágenes inconscientesi formadas en el curso de la
-festacionídlEr,asmápecodluas- relación con estas personas, partirán en su vida ulterior influ-
den, como es sabido, presentarse en épocas sumamente tempra jos decisivos para configurar su actitud y determinar su capa-
-nasdelvi. cidad para su realización en la vida amorosa y social, es decir,
La concepción ambivalente del Eros, como fuente de placer y, en un plano en el que existen posibilidades cuando está prepa-
al mismo tiempo, de destrucción y muerte, está arraigada con rado psíquicamente para ello, muy superiores a las que ofrece la
fuerza en los fondos del psiquismo, revelándose, por ejemplo, en vida individual, sujeta siempre, por poderosos que sean los recur-
el dibujo (le la fig. 1, donde emerge a través (le las ruinas men- sos del individuo, a infinidad de limitaciones y contradicciones.
tales de su autor. La -importancia de estas imágenes parenteles inconscientes,
En la obra daliniana, se halla abundantemente representada radica en que sirven corno prototipos de los objetos capaces de -
dicha concepción bajo la forma (le calaveras y esperpentos de satisfacer necesidades afectivas que él sujeto no podría nunca
aspecto sexualoide, figuras que angustiosamente se pudren o de- realizar en sí mismo, y que satisface proyectando este afecto so-
rriten, y que no reproducimos aquí por imposibilidad de multi- bre la persona o idea capaz de encarnar el sentido de aquella
llir;n• inilefini^lamente las ilustraciones. Las represiones ejerci- imagen prototípica inconsciente. De la existencia de ésta depen-
das en la fuina de amenazas (le castigo físico o de mutilación, de, por tanto, la más importante posibilidad de llegar a un
son representadas también por medio de iuutilaciones, heridas, enamoramiento genuino y a la vivencia de simpatía. Toda la
deformaciones, etc. psicología de la vida erótica y social tiene aquí, según las ideas
Las demandas inspiradas por el afán de hegemonía son asi- (le Jung, que en gran parte aceptamos, su clave maestra.
mismo objeto (le represión, parte por las exigencias de la edu- El surrealismo, como arte eminentemente individualista, es
cación, parte incluso por las reacciones (le rivalidad inducidas rico en significaciones negativas a este respecto. Se suele encon-
en la voluntad (le poder del educador adulto, dotado por ello de trar con frecuencia la imagen de lo femenino concebida como
más fuerza dentro de la competencia que se establece inconscien- algo felino, es decir, pérfido y desalmado, o ruda y mostrenca,
temente. como producto de una imagen sexual prototípicamente negativa,
En la fig. 7 vemos a un individuo colocado sobre un pedes- inspiradora de un carácter misógino.
tal oclil mn lu una posk,ibn superior e inalcanzable para el león En la obra de Dalí antes comentada (fig. (i) se muestra, por
(;,imago del padre?) que puede verse en tierra. El individuo allí el contrario, una intensa fijación a una iivagen materna positiva,
encaramado se tapa la cara en expresión de vergüenza intensí-
pero de características arcaicas, en donde el prototipo de lo feme-
sima, mientras que su mano derecha, monstruosamente hiper-
nino adquiere carácter dispensador le satisfacción y amparo, evi-
trofiada, nos orienta sobre el sentido originario de la represión.
denciando el persistir de la relación de dependencia inconsciente
Bajo la forma de esta misma fiera, o su cabeza, y la figura
con la imagen primordial de la madre.
de Guillermo Tell, símbolo del "padre sacrificador", se desarrolla-
De parecido modo las obras surrealistas revelan actitudes
ampliamente por el mismo autor este tema en una serie cle
inconscientes hacia los semejantes, caracterizadas por sentimien-
interesantísimas obras que tampoco pueden ser reproducidas y
analizadas aquí. tos hostiles bajo cuya inspiración aparece caricaturizado todo
lo que de insignificante, ridícula y aberrante puede apreciarse
en el género humano.
IV. - EN EL CAMINO HACIA EL — SI MISMO"
3.° PLANO DE LA REALIDAD SUPRASENSIBLE. — To
Así como en los análisis antecedentes hemos tratado de des- -doslhecatimonsdrefalvid
cribir algunos aspectos que se refieren a los elementos consti sujeto en relación con la realidad objetiva, o sea, con casas que
-iutvos(leaprndíquic,elosmatrque existen indepenmlientemente de su pens.mmiento. Nos referiremos
siguen, trataremos de revelar algunas particularidades (le los a continuación al plano de la rem 1idad suprasensible, que sólo
pracesos que se originan por la acción de los mecanismos des- puede conocerse de minera subjetiva y no a partir del contenida
critos en los diversos "planos de realidad" que el sujeto penetra concreto de cualquier percepción sensible.
en el curso de la evolución de su personalidad psíquica. La negación de la realidad material, objetiva, es el caballo
(le batalla predilecto del sura• cali smi. He agní ' algunos text: s
1. 0 PLANO DE I4 REALIDAD INDIVIDUAL. — Está earacteri hicos: "... lo que la vida. tiene de in(¿s precario, la. vida
constituído por los objetos relacionados con la satisfacción (le los real, se entiende...". "El lm.o•ni,bre, ese definitivo .so•iiadar cada vez
apetitos individuales y sus consiguientes represiones. Los ejem- más descontento de su .suerte". "Lo maravilloso es siem.pre bello,
plos analizados se refieren precisamente a hechos correspon sólo lo maravilloso es belio..." Para A. Breton, autor de las fra
-dientsaplo;í,cmejainto-buldscr, -sequacbmoditr,lpesujoimtad-
pertenece a la fase más arcaica (le la organización del sistema ginación infantil queda "abandonado ase destino sin. luz", siente
psíquico de auto-satisfacción individual, o libido. No es necesa- "que le faltan poco a poco, sus razones de vivir".

50
Fig. 12. FUSSLI - Pesadilla (c. 1782)

El automatismo mental del ensueño se reproduce fielmente en esta composición, muy anterior al
actual surrealismo, cuyo contenido corresponde a un sueño típico c frecuente de simbolismo fácil
de interpretar, que manifiesta el acoso nocturno y proyección en la pantalla del pensamiento onírico
de ciertos impulsos reprimidos, así como la angustia que por la índole de los mismos se origina en la
durmiente, aun cuando el trabajo del sueño encubre ante su conciencia, tras representaciones figuradas
e indirectas, su significación real.
Y es que, como decía J. P. Richter, "los brazos del hombre por el sujeto de igual modo que las otras realidades internas (le
se tienden hacia el infinito, todos nuestros deseos no son sino sus apetitos, si quiere conservar el buen orden y equilibrio de su
partes de un anhelo ilimitado". I'ero este anhelo, en lo que tiene psiquismo. Jung, guiado por sus investigaciones psicoamilíticas.
precisamente de ilimitado, no puede encontrar en el inundo de la ha llegado a la conclusión de que la metafísica, los mitos y
realidad material posibilidades de cumplida satisfacción, y, por creencias constituyen formas de satisfacción (le necesidades ins-
eso, estas exigencias, en el fondo alimentadas por la energía in- tintivas que no pueden ignorarse o reprimirse impunemente.
condicionada y sin límites de los impulsos instintivos, busca otra En la obra del psicótico antes referido (fig. 1), en lat que la
forma de realidad en cuyos objetos poder cumplirse totalmente. expresividad de lo inconsciente adquiere, como consecuencia de
En esta otra forma de realidad figura, en primer término, su enajenación, la máxima espontaneidad y sinceridad, halla-
como modalidad luús rudimentaria, la magia, mediante la cual el mos también formas identificables como representaciones de intú-
sujeto adquiere un ilusorio dominio sobrenatural sobre aquélla. genes arquetípicas (le la misma índole : por ejemplo, esas estruc-
En la fi g. 11 puede verse un ejemplo de composición surrealista turas circulares, que pueden considerarse como expresiones sim-
de carácter m.ígico en el que la atmósfera de "prodigiosidad" bólicas de infinitud, en que se circunscribe una figura humana
ha sido llevarla a su último extremo. de pintoresca simbología erótica, como en otra similar que tam-
También por medio de la espiritualización puede el sujeto bién poseemos contiene una cara en la que parece representarse
remontarse por encinta de la realidad inmediata. El surrealismo, una deidad solar. Además, profusión de figuras antropomórficas
con su carácter de melodía visual, parece que pretende confe- en expresión recogida, con la vivísima intensidad característica
rir a la pintura posibilidades (le expresión similares a la más del arte mágico de los pueblos salvajes, de impasibilidad o terror
espiritual de las artes, la música, en la que se describen sen- de carácter sobrenatural. También, por otra parte, encontramos
timientos abstraídos de los más diversos aspectos de la vida real, en el dibujo infantil reproducido (fig. núm. 2) un símbolo ar-
y que son como sus propias esencias destiladas. Por ello quizá quetípico similar : el círculo radiante, mágico, en cuyo interior
resulten aplicables para quienes sienten la pintura surrealista se representa aquí una persona, ingenuamente concebida, y que
cono los melómanos la música, las consideraciones que sobre la quiere ser. 1)robab1emente, la del propio infantil autor.
metafísica de este arte escribió Schophenhauer: "Lo inefablemen- Dalí, el Primer proveedor, sin duda, de inl:ígenes inconscien-
te íntimo de toda música, cuya virtud nos hace entrever un pa- tes, también ha empleado con abundancia este arquetipo bajo la
raíso, tan familiar como cercano, y lo que le confiere ese carác- forma de plastrones recortados, parecidos al reproducido de Arp,
ter tan comprensible y a la vez tan inexplicable, consiste en que de perfil más complicado, atravesado por numerosos orificios, a
reproduce todas las agitaciones de nuestro ser íntimo, pero sin cuyo través, como por su contorno, se ven objetos diversos che
la realidad y lejos de sus tormentos." (Véase, por ejemplo, en su abigarrada mitología personalista. Recordamos una (le estas
la fig. ti una pequeña sinfonía patética compuesta en fotomon- figuras, en la que un individuo, como si reentrase en su propia
taje.) alma, se dirige hacia los "fondos subterráneos" de esta simbólica
Pero llevando aún más lejos su evasión de la realidad mate- edificación arquetípica, como abrumado por un remordimien-
rial, el surrealismo llega a pretender captar y plasmar en sus to o quizá mós bien por el peso de la derrota de la ]nchn contra
obras vivencias extraídas de la propia esencia trascendental, lo algún elemento del complejo paterno.
"íntimo", el "hondón" del altea, adonde "nu llega imagen (le cosa
creada alguna" y donde "se gusta la eternidad" (Fray Juan de
los Angeles). Y creemos perfectamente justificada esta cita del V. - SURREALISMO Y PSICOANÁLISIS
clásico del misticismo español, cuanto que es el propio A. Breton
quien habla (le no hacer "concesión alguna al inundo de la per- El gran problema psicológico de la existencia humana estriba
cepc•idn • ' (Le .xurrealism.e et la Yeintare). Más explícitamente en encontrar la fórmula que haga posible la satisfacción de las
aún se expresa el pintor neoyorkino actual Frederick Haucke fundamentales exigencias (le los instintos, sus demandas de pla-
cuando dice: "Sólo el ¡Misterio central es real. Sólo cuando su cer, poderío y seguridad, dentro de las circunstancias y en las
atracción es tan poderosa cuino para obligar a cada elemento de condiciones que la realidad exterior le obliga a acatar.
un cuadro a situarse en ulla perspectiva espiritual que alcanza Hasta hoy, tales fórmulas han brotado insensiblemente del
:i los i rofundos fondos del alma, la profundidad en que Dios proceso creador de las culturas, y con ellas han nacido, madu-
nace, Ruede hablarse (le pintura." rado, decaído y sucumbido. Su eficacia para orientar y encau-
Si bien no con estas explícitas intenciones místicas, el su • rea- zar el desarrollo psicológico ele ha .personalidad humana, va mía
1islno nos ofrece abundantes referencias a la realidad-suprasen- cle una a otra cultura, pero en todo caso han adolecido de un
sible trascendente, plásticamente revelada por la indefinición de inconveniente, y es el de que han sido siempre creadas irracio-
contornos y ele límites, los rostros de expresión impasible corno la nalmente, sin tener en cuenta las leyes que rigen, en general la
vida humana, y las de cada modalidad individual, en particular.
eternidad, los relojes blandos que parecen destinados a cronome-
Por primera vez en la historia humana, el plicoanalisis surge
trar la duración del .tiempo interminable (1), la tan repetida, ili-
como un esfuerzo encaminado a conseguir el encauz.uuiento del
mitac•ión de los fondos, tan típica del estilo, además de algunas
desarrollo psicológico y la adaptación del individuo a la reali-
evidentes alusiones a preocupaciones metafísicas (le que hacemos
dad de un modo racional y conscientemente adecuado a las con-
omisión por falta de espacio.
diciones particulares de cada individualidad, cuyas posibilidades
I'or úlilun • quedan I cor interpretar ciertos elementos plás-
potenciales trata de descubrir y desplegar.
ticos repetidamente utilizado. por los pintores surrealistas, for-
Freud, el fundador del método, aplicó este principio a los "ele-
utas inticf`inibles, sin límites de prim •il^iu ni fin, sin alusión a nin
mentos menos humanos del hombre", como se ha dicho muy
-gúnobjetprcialdmter,cosn
bien. Su análisis, consideró el desarrollo psicológico desde un
ofrece, por ejemplo, en la obra de Hans Arp de la fig. núm. 10.
punto (le vista limitado ai plano de la vida individual, y especial-
Estas representaciones, nos plantean el problema de la conside-
mente en relación con el instinto genésico. Este intento de redu-
ración arquetípica de lo anílnico-trascendente experimentado
cir al hombre a un "conjunto che mecanismos impersonales"
como vivencia psíquica por el sujeto, que (le tal forma emerge
(Kiinlcel) hoy no merece la pena siquiera de ser tenido en cuen-
y se expresa cunau cualquier otro contenido anímico creado por
ta ; pero es preciso reconocer el mérito que representa el haber
el autolnatisln(i expresivo cuando se aflojan los dispositivos que
dotado a la psicología de un método que permite inmergir al
lo loa ntiunen relegarlo al inconsciente. Lo suprasensible queda así
sujeto en el trasfondo ele su conciencia, para reconocer las in-
delinidanueute elevado ;t la categoría de positiva realidad, ell me-
fluencias unís elementales y físicas que ha experimentado en el
nos desde el punto Ile vista psicológico, teniendo que ser tratada
curso de su desarrollo psicológico personal, hasta identificar las
fuerzas potenciales no desplegadas por falta de un estímulo acle-
(1) vttnse lo ilusirariún rurrenpuudientn cu el articulo de rsla mismo revista
Esquema le Delí' • , pur J. A. Ca)y e (aig. 35). cunclo, o el instinto desviado de su objetivo propio por el efecto

51
de experiencias desafortunadas, etc., hasta corregir y superar Pero en el segundo aspecto, hay que admitir que no carece
todo lo que entorpeció o perturbó la consecución de una adap- de justificación el sacar a la luz las antinomias que el surrea-
tación armoniosa y feliz a la realidad. Esto es simplemente poner lismo plantea tan descarnadamente, porque en los términos anti-
las bases para la participación (le la ciencia en el progreso moral nómicos que habían sido reprimidos por la cultura vigente, exis-
práctico, sin el cual el progreso material, que las ciencias físicas ten valores que deben desplegarse y aprovecharse, y en su forma
han favorecido en tan alto grado, se está viendo asazmente lo presente esta cultura, ahora en crisis, ofrece limitaciones que
estéril y peligroso que resulta. Por algo ha dicho heyserling que permiten considerarla insuficiente, en el grado de evolución psi-
en la historia de la Humanidad se abre una nueva era, la era cológica del hombre moderno, para aceptarla como molde acle-
de la Psiquiatría (nosotros preferiríamos . decir de la. Psicología). cuaclo para verter y configurar la rica substancia de la perso-
Y es que los poderes que más gravemente amenazan y dañan el nalidad humana.
destino del hombre, no son los elementos naturales adversos de Y es que ante todo conflicto psicológico, cualquier solución
los que el progreso . material puede proteger, sino la angustia parcial y unilateral es defectuosa. En el psicoanálisis, cuando se
cwistaccial, y las cor.pulsianes de las fuerzas indonzina.das del practica individualmente, se llega a la liquidación de los con-
inconsciente que el propio sujeto lleva consigo y de los que sólo flictos personales si se consigue hacer al sujeto capaz de
el progreso psicológico le pueden librar. Y esto es lo que la abarcar conscientemente en una síntesis vital los pares de con-
psicología profunda, psicoanalítica, ampliada a los elementos de trarios razón-instinto, individualidad-comunidad, acción-espíritu,
la vida colectiva y suprasensible, en especial por Adler y Jung, autoridad-libertad, etc., que constituyendo las tesis y las antí-
pretende alcanzar. tesis de su dialéctica personal luchan en el fondo de su mente
por lograr la supremacía y su aceptación por el "yo" consciente
y voluntario.
De modo similar, cabe pensar que en el orden general de la
cultura puede llegarse Cínicamente a la solución de sus conflictos
Con su automatismo expresivo, y su actitud introspectiva, que e irreconciliables contradicciones actuales, cuando sean de co-
en algunos aspectos hemos comprobado aquí, es el surrealismo mún conocimiento las peculiaridades de la vida mental profun-
como una especie de psicoanálisis de la cultura en el que se nos da, y pueda, en su consecuencia, cada individuo llegar, en
indican los puntos de fricción e incongruencia entre el hombre primer lugar al esclarecimiento de la presencia e importancia
contemporáneo, como ente vital, y su cultura. Veamos algunos de los pares de contrarios referidos y después a aquella síntesis,
de los más importantes. sobre la que una nueva, más fecunda y permanente armonía
Por su cultivo de la incoherencia y el regocijo por lo ab- anímica 1mueda establecerse.
surdo, el surrealismo significa un escarnio de la razón impe-
rante en la cultura hasta Iïant, que con su Crítica quebranta
gravemente su prestigio.
Por rehusar la menor imposición o disciplina de cualquier
clase, el surrealismo significa la rebeldía frente a la actitud dog- BIBLIOGRAFIA
mática y autoritaria tradicional, con tina crítica desenfrenada
y disolvente hasta el caos. "Sólo la déstrucción es creadora", FRAY J. nr ros ANCrr,Es.—Conquista del espiritual y secreto rei-
dicen. no de Dios. Nueva Biblioteca de A. Espaïloles. Madrid. 1912.
Por su caricaturización de la figura humana, dentro de un A. BEETóv.--D(anifeste de Surrealisme. Sagittaire. París. 1924.
humor impregnado de desolada desesperación, el surrealismo A. BRr-róN.— Second Hanifeste die Surrealisme. —La Revolution
significa la negación de la idealización y exaltación de la con- Surrealiste. Diciembre 1929. París.
dición humana propia del humanismo, para subrayar por todos
los medios posibles el absurdo, la ridiculez y miseria del hombre. A. BRETóN. —Le Sarrealisn+.e et, la Peinture. Brentano's, 1945.
Con la expresión abierta y libre de las demandas de los New York.
instintos, significa el surrealismo la aspiración a la afirmación C. BÜHLER. Infannoia y Juventud (La génesis de la conciencia).
de los derechos de la animalidad, el menosprecio de las tenden- Espasa-Calpe. Madrid, 1946.
cias ascéticas, la despreocupación moral pagana. S. DALí.—Vi lla secreta de Salvador Dali. Poseidón. Buenos
Con su evasión a la irrealidad, la supervaloración de la liber- Aires, 1944.
tad de la imaginación, el surrealismo representa una negación S. DALÍ. —La conquete de l'irrationel. Editions surrealistes.
del valor de la realidad material y (le la vida práctica y posi París.
-tivsa,querdplntoaescidrlubj-
S. DALÍ.—Realidad y sobrerrealidad. La Gaceta Literaria. Ma
tiva, mágico-espiritual.
-dri,1.5eoctub928
En suma, el surrealismo representa una erupción de todos los
apetitos y sentimientos reprimidos y negados por las principa- 13'. HAUCI:E.—Citado por B. Holme en "New York Comentary".
les ideas de la cultura vigente. Como en el negativo (le un cliché The Studio. Tulio 1944.
fotográfico aparece aquí en claro todo lo que había sido rele- F..Kti Nt:EL. —Del yo al nosotros. L. Miracle. Barcelona. 1940.
gado a las zonas obscuras —lo inconsciente— por 1u ideología FRAY L. DE* LróN. Pccgia+as escogidas. Miracle. Barcelona. 1634.
imperante durante estos siglos, con su carácter racionalista, hu-
manista, positivista y ascético, y proclama el derecho a su rea- J. R. ns OTAOLA. Neln•opotolotgía de las neurosis. Medicina Clí-
]ización con tanta más violencia cuanto más violentamente había nica. Barcelona. Abril 1948.
sido postergado anteriormente. H. REA+D.— Sunrealisnje. —Faber and Faber. Londres. 1937.
Pero ahora falta fundamentar la pertinencia y legitimidad de LA Roc xraOUcALT L.n.—Refle+cion,s, Sentences, etc. Garnier. París.
semejante derecho, que los surrealistas -defienden con un faná- A. SCHOPENHAUr R.PI inundo como voluntad y representación.
tico absolutismo.
M. Aguilar. Madrid. 1927.
Desde el punto de vista imparcial de la psicología analítica
hay dos aspectos que merecen tenerse en cuenta: el primero, que J. P. RLCHTER. —Choix de rCves.—Fourcade. París.
aceptada esta posición en sus términos absolutos, su significa- JANN TOPASS. —La Pensée en Revolte (Essai sur le surrealisme).
ción psicológica es enteramente negativa, desintegradora y anti- Henrí(1nez. Bruselas. 1935.
vital por tanto. No pueden sorprendernos la frecuencia con que C. G. YUNG.—Metani-orph.oses et spfniboles (le la libido. —Mon-
la neurosis, toxicomanías y suicidios florecen entre sus cultiva- taigne. París.
dores y adeptos. C. G. Yuuc. Picasso. Revista de Occidente. Madrid, mayo 1934.

52
HENRY MI00RE - Reclining figure ANGEL FERRANT - Crupo 47 (1947)

LAS ULTIMAS OBRAS DE IIENRY MOORE


Y ANGEL FERRANT
por MATHIAS GOERITZ

C UN razón se han visto en la Antigüedad griega los funda-


mentos y la base de la plástica occidental. La mayoría de
los escultores del inundo cultural cristiano recibieron siempre
tonces habían sido inseparables de la reproducción de ciertos
modelos, cuya ejecución se aproximaba en mayor o menor grado
a la Naturaleza.
un impulso renovado de la plástica griega; pero los más nota- Y también en este arte concreto-abstracto puede descubrirse
bles no actuaron como imitadores y clasicistas, sino como artis- ya una línea definida (le evolución, tanto en el lenguaje de las
tas libres, independientes, creadores por iniciativa propia, y para formas como en la fuerza expresiva. Constantin Brancusi, Pablo
los cuales el helenismo fué sólo un valor intrínseco. Toda obra Gargallo, Henri Laurens, Alexander Archipenko, Ewald Materé,
plástica libre e independiente se halla en esencia mucho más Ossip Tadkine —y en cierto modo los maestros del Banhari.s. del
cercana al verdadero arte clásico que las de imitadores y co- edificio--, y en otros muchos, fueron quienes plantearon los pro-
pistas, que no exteriorizan su creación interna, sino que preten- lilemas. Sus aspiraciones eran revolucionarias; y sin embargo
den llegar al espíritu del helenismo trabajosamente y desde la tenían algo de avance a saltos, pues siendo constructivos eran al
superficie. mismo tiempo destructores.
Verdad, pureza, naturalidad, juventud y grandeza interna son Estaba reservado a una nueva generación el llegar, con el
las premisas de un espíritu clásico. La forma externa puede adop- tiempo y por sus propias fuerzas, a la serenidad y a la línea
tar el aspecto que se quiera, pero debe ser nueva y nacida (le clara y precisa. Son hombres como Hans Arp, Jacques Lipschitz,
lo hondo; así son las estatuas de las catedrales góticas (le Char- Angel Ferrant, Henry Tloore, Alexander Ctlder, Alberto Gia-
tres o de Reims, cuyo espíritu es mucho más afín al helénico cometi y Max Bill, los que han alejado el peligro de caer en un
que las columnas pseudo clásicas de la iglesia de la Magdalena ; decorativismo exclusivo, desarrollando la plástica moderna hasta
y las esculturas del Barroco bávaro respiran con más intensi- llevarla a nuevos valores y a un nuevo simbolismo.
dad el espíritu de una mentalidad libre, clásica, que las imáge- La nueva producción de Angel Ferrant, titulada Grupo i, no
nes de los clasicistas del Munich del ochocientos, e incluso del sólo tiene gran importancia para la evolución del artista, sino
siglo xx. Lo mismo pude afirmarse del Arte, y sobre todo, (le la que posee el interés (le ser expresión (le la cultura española de
plástica actual. nuestros tiempos, e incluso demuestra con cuánta intensidad y
En el J.?íiigen.dsti.l (estilo joven), con tanta frecuencia injus- analogía se está formando el sentimiento de varios artistas de la
tamente vituperarlo, se puso ya la primera piedra de las nuevas época actual por encima de fronteras y naciones. Sugiramos una
formas. Georges Minne y Aristide Maillol, Ernst Barlach, Carl comparación con la plástica moderna de otros países, y escoja-
Milles, Charles Despiau, `Vilhelm Lehmbruck, Hermann Haller, mos para ella, como ejemplo, una obra del escultor inglés más
Georg Iiolbe, Gehard Marchs y otros, superaron las tendencias importante en la actualidad, la Reclini tig Fi¡jure (Figura Recli-
pictóricas del arte (le Rodin, procurando volver por diversos nada), de Henry Moore.
caminos a los valores plásticos fundamentales, del mismo modo Debe advertirse que Moore y Ferrant no se conocen personal-
que en la pintura los Cézanne, Seurat o Vicent van Gogh esta- mente, y que jamás se ha preocupado ninguno de ellos con par-
ban llamados a poner fin a las tendencias disolventes del impre- ticular interés de la obra del otro. Y puede casi asegurarse que
sionismo y a abrir nuevos caminos. De esta manera colocaron la Moore nunca ha visto en la realidad una obra de Ferrant, y
base sobre la que fundamentarían su independencia y originali- que éste tampoco ha contemplado un original de Moore. (Las
dad los artistas (le una nueva época intelectual. fotografías de libros y revistas que uno u otro hayan podido
Los artistas jóvenes (le entonces se enfrentaron con el pro- ver, no pueden influir gran cosa en los principios estéticos de un
blema de representar la forma pura, abstracta, la cual es, como artista.)
en toda plástica, sumamente concreta; y plasmar la misma be- Y, sin embargo, puede establecerse una comparación. La mis-
lleza, la energía, vigor y grandeza interna, que hasta aquel en- ma inspiración en la forma, idéntica armonía anima la expre-

53
ANGEL FERRANT - Crispo 47

sión estructural de ambos artistas. Aquí se abre una escotadura cia los vestigios de la cultura prehistórica o las obras de los
a través de una curva, que se amplía en línea perfecta y vuelve pueblos primitivos. Se advierte que el G9'n po 47 está destinado
a cerrarse; allí aparece una superficie descendente, un ritmo de a elevarse sobre el agua de un lago, o a descansar en una espa-
movimiento que tiene su correspondencia en el juego de planos ciosa llanura, acaso en un paisaje castellano.
existente en la obra del otro artista; y aquí como allí son for- Ferrant se dirige con su obra a un grupo humano, no a indi
mas redondeadas las que determinan el sentido de la expresión Para-viduosetrmna,lqcotpneaHryM.
plástica. éste lo humano es decisivo; y no porque en su Figura Reclinada
Por otra parte, los caracteres de los artistas son muy distin esté concebida la humanidad con más precisión que en Angel
-tos,cmpuedarionlsbracmáten- Ferrant, cuya pareja yacente nopuede echarse en olvido ; lo
ción. La obra de Moore es grave, solemne, trágica ; el grupo de esencial es que la forma de Henry Moore parece salida de cien-
Ferrant, juguetón, humorístico, irónico. El primero tiende a la tro, es dramática y evoca emociones y sentimientos que aluden
unidad monumental de la forma; el segundo intenta resolver al yo personal, no al mundo circundante. Se creería reconocer en
los problemas por un juego armonioso de libertad y contención. tino de los artistas al hombre fáustico, y en el otro al panteís-
Ferrant, partiendo de los elementos naturales, crea un con- tico, según la concepción de Goethe.
junto de formas que recuerdan a veces conchas o gotas, y una Otro criterio puede servir para arrojar nueva luz sobre la
división en diversos planos sabiamente ordenados, a los que acom- originalidad de los caracteres de uno y otro: Angel Ferrant usa
paña un sentimiento muy sutil; sobre ellos reposan a veces las raramente, casi nunca, el dibujo como medio de crear formas,
grandes masas de los cuerpos quebrados. Las múltiples formas le basta una piedra bien formada, un pedazo de madera o una
particulares que Ferrant amontona como pedazos de roca, se concha, para clar formi, mediante la unión de varios de tales
agrupan en forma de torre en un todo, de manera que apenas cuerpos; sólo con algunas formas- plásticas consigue con éxito
parecen tocarse, y da la impresión de que el grupo se mueve, y lo que quiere expresar. Es plástico ante todo y sobre todo; un
que se ha convertido en el ano.bile de Alexander Calder, sin peso lápiz o un pliego de papel sólo los concibe como objetos mate-
ni gravedad. Y no obstante, al contemplarlo - más de cerca se riales para formar figuras corpóreas; y todo lo que queda en el
aprecia con cuánta perfección se mantiene la gravidez, que da al plano es extraño para él. Así crea los objetas, que constituyen
grupo la unidad que alcanza su máximo en las formas monu- lo mejor del conjunto de su producción. Vive en ellos el proble-
mentales aisladas. ma de] tiempo y del espacio; esconden algo de la tragedia del
A pesar de esto, la Fiyura Reclinnçtda de Moore posee una siglo L1 y, sin embargo, es como si el espíritu humano hubiese
monumentalidad más intensa_ Su expresión formal recuerda la hallado aquí la salida de un callejón para entrar en la vía de
combinación de los huesos o la ramificación de troncos o raíces un nuevo futuro de posibilidades estéticas de la plástica.
de árboles; pero a pesar de esto, proceden de la fantasía huma- Estos objetos, compuestos con la más fina ironía —que a ve-
na, y tienen una relación insignificante con el juego libre, vo- ces denota una afinidad esencial con Juan Miró—, juegan en el
luntarioso, de la Naturaleza. La forma abstracta aparece ple conjunto de la obra de Ferrant el papel que en Henry Moore
-tóricadevogán,qutrmiasoyvent. ha asignado al dibujo. Tan original e importante es el medio de
A partir de lo animado, de lo humano sobre todo, llega la fan- expresión de Ferrant, tan vasta es, por otra parte, la obra dibu-
tasía de Moore a la abstracción, mientras que Ferrant, por el jística del inglés, que pueden citarse no sólo entre los mejores
contrario, saca de la materia unas cuantas formas elementales escultores, sino que también —y juntamente con Paul Klee y
que después compone, resultando así un conjunto que recuerda Marc Chagall—, entre los más famosos dibujantes del siglo xx.
la apariencia humana. La Figura Reclinada de Moore está tra- Los esbozos hechos por Moore durante los bombardeos de la se-
bajada en un gran bloque, su tamaño supera al natural ; mien- gunda Guerra —Mundial en las bodegas, y en los corredores del
tras que el grupo de Ferrant, tal como lo vemos hoy, es pequeño, metropolitano londinense, representan quizá el cuadro más bello
aunque concebido para grandes dimensiones. y conmovedor llevado al lienzo por la mano del pintor. Y tam-
Y aquí reside la diferencia esencial entre los caracteres de bién en este Shelter Sketch Boolc (Libro (le Apuntes del Refu-
los dos artistas: predilección -de Ferrant por las formas pri- gio), se encuentran siempre nuevas creaciones, esbozos abstrac-
mitivas de la Naturaleza, su amor a la roca y el guijarro, ele- tos para formas plásticas que confirman la originalidad de la
mentos fundamentales de sus creaciones. Resalta la pronunciada rica fantasía y el vigor de las formas anheladas por el ar-
semejanza entre su plástica y los grandes monolitos que sur- tista.
gen en el paisaje, e inmeditamente se vuelve el pensamiento ha- El observador de los diversos temperamentos artísticos se en-

54
cuentra en ambós casos, Ferrant y Moore, ante una plástica ab-
soluta, de la que se puede afirmar, con buen sentido escultórico,
que puede ser percibida por el sentido del tacto mejor que por el
de la vista. En unas y otras obras se trata de un ejemplo de sa
-biduría,envstxpicay,obredungam-
durez intelectual que sólo podían ser concebidas por almas de
artistas que durante años trabajaron ensimismados, hasta llegar
—en el apogeo de su potencia estética-, a su arte clásico. Y am-
bos artistas, a pesar de tener el uno más de cincuenta años, y
estar cerca de ellos el otro, han conservado el vigor de una
juventud interna como pocas veces se halla en el arte de nues-
tros días.

HENRY MOORE:
"I am very much aware that associational, psychological fac-
tors play a large part in sculptu}•e. The meaning and signifi-
cance of form itself probably depends on the countless asso-
ciations of man's history.
Por example, rounded forros convey an idea of fruitfulness,
maturity, probably because the earth, women's breasts, and most
fruits are rounded, and these shapes are important because
they huye this background in our habits of perception. 1 think
the humanist organie element will always be for me of funda-
mental inq>ortance in sculpiure, giving sculpture its vitality.
Each particular carving 1 make takes on in my mind a human,
or occasionally animal, character and personality, and this per-
sonality controls its design and formal qualities, and malees me
satisfied or dissatisfed with the work as it develops.
My own aim and direction seem to be consistent with these
beliefs, though it does lot depend upon them. My sculpture is
becoming less representational, less an outward visual copy,
and so what some people would call atore abstract, but _only
because I believe that in this way 1 can present .the human
psychological content of ¡ny work with the greatest directness
and intensity.—"

ANGEL FERRANT:
"_4 veces me fascina la forma de una cadera o de un pómulo,
pero no puedo afirmar con franca sinceridad que en estas pe-
culiaridades de lo tangible y viviente esté el "quid" de lo
que veo.
Creo que las propiedades esenciales (le la imagen se osten-
tan ocultas y nadir más que la mirada prodigiosa las descubre.
Este mirar de lince es el que ha revelado las verdades más
sensacionales en el orden plástico desde los más remotos tiempos.
Verdad, tratándose de artes del espacio se opone diametral-
mente a ilusión, imitación, semejanza...
Los verdaderos valores del arte empiezan en el punto en que
terminan aquellas sugestiones. Y puede pensarse esto al con-
templ:rr unit obra tan cuajada cle extraordinaria configuración
naturalista como Las menivas, por ejemplo. Por el contrario,
delante de un alicatado árabe, pongo por caso, en el que nada
es fingido, en el cual salta a la vista el juego sin trampa, nos
hallamos como :arte una laberíntica estancia vacía. Podría de-
cirse que hay tat contenido en la obra de arte que no se ve
si no se tiñe. Y, tintura es la configuración naturalista, del
mismo modo que lo os el episodio, la ocurrencia o la anécdota
--presenciada, histórica u onírica—."

Arriba: 11ENRY MOORE - ideas for esnrlpiare. 1940


(Colección Miss Helen L. Besor. Conecticut, U. S. A.)

Abajo: ANGEL FERRANT - Yariaero (le Sada


Objeto, 1945 (Colección particular, Madrid)

55
bien cèlui dic un-jet que celui des ,noye-ns
d'expression.
Chagall a su en profiter et ti•jo-inplter
paree q t'il avait en lui un réve de frai-
eh.eur qui ne l'est ja-mais interrompu ic
ti-ave-is tantes les évolutions de sa tech-
nigne ou de son style. Oir retrotuoe toit-
jout-s la méine ma.gie, lag méme indiffé-
rence devan•t les réali•tés matérielles. Les
étres, ou les choses, n'ant ni poi.ds -ni corps,
mais sute liste'; les aotimau.x oonservent
dens lett?s yeux le regard étonné des en-
fa;nts à qui l'ara cante une belle histoire ;
les bouquets .sortt pich s de tant un mande
de personnages extraordinuires; . les oi
et les amoreux 11 vivent cóte ic cóte-seaux
de la núnt.e vie contemplativo et ihdiffé-
rento d nos préoccupati.ans . Les malsons
vog'ttent d'ans l'ai?- camine des nefs ?nagi-
ques sur des mers ench,a+ntées.
Le méme univers naélancoligtce, un peto
dattiotcrettx par! ois, mais ionjonrs cun-
preint d'une étraitge poésie, vit dons l'oent-
vre de Chagall, depuis sa jeuceesse. Se-tele
peut-étre la coteleur marque différents
temps : celle d'asetrefois est plus violente,
celle d'aujourd'hni plus snbtile. Olors
qu'autrefois elle s'organisait en ¿arpes ta-
cites, en granas ce plats, en oppositions de
rouges °vifs et de bleus ardents, elle s'ir-
rise aujourd'h?ai daus un halo plus vapo-
CI-IAGALL - Enlre chite el loop c-eux, daus une atinosph&re plus mouvan-
te. Les séd-uctions populaire de l'imagee
ric sort remplacées par le scintillement
des pierres préciieuses, faismnt naltre peu
à peu une maniòre de féerie céleste oit cien

CHAGALL n'est inerte ou insensible.


Par son reftts de réel, ott a pu (aire de
Chagall ucn eles créateurs du sierréalisme ;
par RAYMOND COGNIAT mais alors que le surt-éalisme conduit gé-
néralament clans un monde ingttiétatet,
penplé de fant6cnes dattloureux t un monde
E Musée d'Art Moderne a déeidé de ans (execption faite pone- les anudes d'oc- oit l'en ne pénètre qu'aveo angoisse et dant
L eon•saerer régulic^rentent (les exposi- au.pation alienuuude qu'il d22t passen pao'- on a lente de sortir, celui de Chagall, au
-tionsauxelrpcont.- tiellement en dmérique), Chagall n'a nien canti-aire, offre d'in puisables séductions
rains. Ji est bon qu'un hoinmage officiel perdre de son caractére slave, ni rieu que l'or n'a nulle ervuie de refuser lors-
soit ainsi rendre à des artistes vivan t.s et gagné d'un pseudo snobis?ne parisiet. Thn- qu'me a commencé de sabio- son charnt,e.
permette au pu.blie d'app•récier• un enscm- fin, cette exposition, par son oharme et sa Si l'on a pu acouser l'art français, de-
ble poter mioux juger • de rapport de ceux fraïcheur spontanée, fait justice eles sttt- puis gteelque gtcarante ans, de s'enferuneen
dont la réputatian fait le prestige de l'art pidités ?•épattcbues naguére par les théo- dans des doctrines esthétiques et de rc'a,tt-
d'aujotrrd'lctti sans qu'on en catreaisse to7t- ries nazies set- l'art dégénéré et sur le ra- toriser les artistes à s'epateou.ir que daos
jaurs tres exaetem.ent les différ-ents as- ejemne. les limites de ces doctrines, l'ac-t de Cha-
pects. L'enseneble de l'oeuvre de Chagall don- gall apporte d de tepes affirmations un
On ne saurait jrop féliciter les organi- ?t.e avattt tout une étonnante laçon (le li- dementi total. En fait, i.l ne se rattache ic
sateurs d'avoir inaugu ró lev,'- prograw'nte berté. Dans 'un temps qui seneble n'étre rieu ; il ne courtut rvttl invitatenr ; niel s)js-
par une exposition de Chagall ; e'est fart préocoupé que de progrès social, de n2é- tème n'est parti de btti. Ji est une des
rc pro pos rendre itommcage ú ten artiste git i taphysique ou d'amdlioratign ?nécarrique, preaves d'épa•nonissement individual qui
jove daos l'h.istoire de re que l'on a appelé elle appairait non pas convine un anacht•o- ftet possible jadee ic l'attteosphàre d'en
l'Ecole de Paris, un róle essentiel. Une crisine, erais convine -une protestation par et de ferveu?• dares laquelle pu--tlou.siarne
(elle nnanifestation se préte, en effet, ic de la féerie (le ses eou.letu•s, mutant que de rent se développer les tenepéraments les
nwcltiples significations : avant tout elle l'ianagination du peinare. Elle se sit-ue ert, plus contradictoires. 11 est l'exent,ple de la
apporte art public pan-sien un ensemble dehors méme de ce temps anquel elle seny ouriosité -in d'nn publie plus anride
d'une importante et d'una gnalité excep- ble étranrgère ; mais c'est justament dons de conteaïtre et d'approuver que de criti-
tianmelles. Elle montre ancssi cometent la la mesure oit elle a pu delore sans avoir quen et de ref?,tser ;et mdrne si le ciiobi.sme
dite F'cole de Paris a su adopten des tent- besoin de se sowmctre aux préoecupations y fut pour quelque cltose, il prouve conc
péraments trés divers, sans leer faire per-. extérieures ,qu'elle est typigiteneent i epré- fat fécond puisqu'il ap--biencsom
die le-un earactère indivi.duel et neme sans sert•tative ,d'une époque qui a accepté toe- porta it Cita-gall, artiste piar et candida,
les amputen de ce qu'ils peuvent avoir tes les possibilités, époque qui, par son s'il en fut, une tiloúre que d'aueun
d'ethnique, voire de national. Car bien égoïsme et son indiffére?tce, a laissé ú cropaient ne pouvoir itre obtenue que par
gtc'il vive en France depuis quelque tren-te chacen sa liberté de tous les clwix, aussi l'intripee et l'arrivisnte.
UN RETRATO FEMENINO ROMANO
HALLADO EN AMPURIAS
por MARTIN ALMAGRO

URANTE la campaña de Excavaciones derarse como el gineceo del palacio, tal vez purias fué arrasada según nuestra opi
D realizada en 1947 en las ruinas de
Ampurias tuve la fortuna de que apare-
el lugar donde durmiera la dueña de la
casa que podría disponer de un apartado mental irrupción franca que pasó por la
-nió,porlac defuna-

ciera el 5 de agosto un magnífico retrato corralillo, o deslunado, destinado para so- Tarraconense llegando hasta muy lejos
de una mujer romana en mármol blanco laz propio, en la parte más retirada de la con su ola de saqueos, incendios y total
que ha pasado a enriquecer la ya valiosa misma, donde además existe una cisterna destrucción de todo núcleo urbano. Esta
colección de antigüedades ampuritanas que para el servicio (le aquel departamento de primera oleada de pueblos bárbaros se
posee la Excma. Diputación Provincial de la lujosa vivienda. Esta habitación estaba sabe transcurrió en la segunda mitad
Barcelona, propietaria y mantenedora de cubierta con mosaico de motivos geomé- del siglo iii, pero no se conoce con pre-
aquellas venerables ruinas, con el Capi- tricos entre los cuales aparece desarrolla- cisión absoluta ni la fecha de llegada
tán General de Cataluña y la sociedad do un dibujo de esvásticas entre cuaclra- a nuestra Patria de estos invasores ni
de los Amigos de Ampurias. dos blancos y negros combinados. El tipo la duración de sus saqueos. Seguramen-
Fué hallado en una habitación inmedia- de este piso podría fecharse hacia el si- te este retrato en mármol sería arranca-
tal al equis o salón de vivir, de la gran glo u o finales del i de nuestra era. A la do de su sitio y abandonado en aquel lugar
casa hellenística que hemos descubierto misma época y al siglo iri pertenecían donde lo hemos hallado casualmente. Nos
en el ensanche romano de Ampurias y que los cascotes cerámicos diversos que se induce a esta suposición no sólo la inade-
he llamado Casa n..° 1. recogieron entre la tierra que cubría cuada forma cíe su hallazgo, sino también
Todo hace suponer que este retrato se aquellas ruinas. I'ero todo ello no tiene las conclusiones que fácilmente se dedu-
halló fuera de su antiguo lugar y que ha- mayor interés para fechar la pieza es- cen del estudio que hemos realizado y del
bía sido arrojado allí entre los escombros cultórica hallada y sí sólo la época en que cual damos a continuación un resumen.
al destruirse aquel hermoso palacio roma- debió construirse el ensanche último su- La escultura . apareció bastante bien
no que poseía un magnífico jardín rodea- frido por el palacio a que nos referimos. conservada, aunque ha sufrido el lamen-
do de un peristilo, un atrio espacioso y No es imposible que nuestra escultura hu- table y frecuente deterioro de la punta de
amplias habitaciones de gran riqueza y biera estado emplazada allí, pero lo más la nariz con lo cual la fisonomía realista
bello gusto. probable es suponer que sería arrojado en de la retratada queda algo desfigurada.
La habitación en que fué encontrado el el lugar de su hallazgo . hacia finales del También muestra un fuerte golpe en la
retrato que aquí estudiamos puede consi- siglo ixi, cuando toda la ciudad de Am- parte alta de la frente donde precisamente

57
se ofrecía el arranque de su curioso pei- Los artistas romanos que ante todo sin- tendencias diferentes. Por ello nos pare-
nado. Otros golpes lleva en la barbilla, en tieron necesidad de este servicio hacia la ce más seguro datar hacia comienzos de
el ojo derecho, la oreja izquierda y el veracidad y el realismo, ejecutaron mu- la era este buen retrato.
moño. chas de sus obras tras la muerte del di- De todo lo dicho se desprende por qué
El retrato se ha labrado en mármol funto y las copiaron de las citadas imá- lit entrada de un retrato romano en un
blanco (le buena calidad. Sin embargo, por genes funerarias que se guardaban en un Museo o colección de arte es siempre la
obra de la oxidación del mismo mármol lugar de honor en la casa romana. adquisición de una obra selecta, nueva y
y (le las tierras y los otros escombros con Nuestra retratada queda en esta obra llena de vida, siendo por otra parte piezas
lo.s que ha estado enterrada, han propor- bien y realmente perpetuada, ya pasada mucho unís difíciles de poseer, sofre todo
cionado a la pieza una serie de mancho- su juventud, con sus mejillas enjutas y sí son como la adquisición que describi-
nes negruzcos, amarillentos y grises que pómulos bien señalados, ya que su carne mos un retrato particular y no una es-
la afean y desfiguran un poco y que se- aparece un poco caída. Tenía unos ojos cultura oficial a la que tan dados fueron
rán muy difíciles de quitar. No así las hermosos, ;;randes y serenos. Su barbilla los romanos. La vanidad entre aquel gran
muchas concreciones calizas que ofrecía muy acentuada denuncia una mujer (le pueblo fué cosa corriente y los retratos
al ser hallada y que han sido eliminadas carácter firme y esto inisino acusan sus [le emperadores se labraban en serie y
en el taller del Museo Arqueológico por labios finos que bordean una boca regu- cualquier persona más o menos importan-
el personal especializado del mismo. lar. La sequedad con que todas estas par- te recibía en vida o muerte estatuas de
Las dimensiones de esta cabeza de már- tes de la cara se ofrecen son una segura sus amigos admiradores o subordinados.
uiol podríamos decir que corresponden al prueba de que este retrato fué ejecu- Tales obras hechas con un sentido de adu-
tamaño natural de la retratada midiendo tado copiando una (le aquellas "ixmclgenes- lación no llegan frecuentemente a tener
35 cm. de altura. nzcaiorunti" de la que no se ha logrado —ni la fuerza de los verdaderos retratos que
Sin duda alguna la escultura que des- tal vez lo ha querido el escultor— apar- se guardaban en las casas, sobre todo en
cribimos representa una buena muestra tar el recuerdo del rigor mortis, que la tiempos (le la República y aún en los pri-
de lo que fué el magistral arte romano mascarilla en cera, obtenida del rostro del meros siglos del Imperio, d'índoles un va-
en el retrato. La retratadl es una mu- cadáver, hubo de conservar. Sobre todo la lor religioso de culto a los antepasados.
jer ya de algunos años que conservaba •boca bien cerrada y algo contraída es una La belleza realista ejemplarmente lo-
una auténtica belleza natural. Por la téc- prueba clara de nuestra ° suposición. Lo grada, al esculpir los buenos escultores
nica en que se ha realizado la escultura mismo indica la nuez que se acusa so- romanos las cabezas de estos retratos, da
así como por el tipo del peinado debe co- bresaliente en medio del cuello bien mo- interés a infinidad de obras escultóricas
locarse en los primeros años del imperio. delado. : La manera ruda con que se ve de aquel gi o pueblo. En estas cabezas,
Todavía el realismo vivo de los retratos tratad:t toda la mandíbula inferior, cuya como la Olio)')) ballada en Ampurias, el ar-
de la época republicana se muestra pa- fuerza ósea se manifiesta neusadamente tista romano ponía toda su ati onción y en
tente en esta obra, seguramente ejecuta- es otro indicio de lo mismo. ellas nos ha conservado su grandeza. Los
da siguiendo una masc.u• illa funeraria. El Más libre ha podido moverse el artis- ropajes de las estatuas romanas son tra-
realisiuo y vigor con que se ven tratados ta nioilelando el cuello de esta cabeza que tados casi siempre igu;il y las otras partes
los pómulos y el rictus de los labios son debía estar encajada en una (le aquellas del cuerpo incluso los pies y manos son
de una casi segura derivación del molde estatuas vestidas que se fabricaban inás cosas que en las esculturas mi imanas abu-
de, una mascarilla de cera de origen fune- en serie y que las realizaban escultores de rren y nada dicen al que las contempla.
Tarin. Es sabido cómo el retrato romano segunda fila. A veces simples artesanos. Cientos de estatuas romanas descabezadlas
tuvo una constante inspiración en el ser- Por ello muchas veces sólo las cabezas lle- son aún hoy simples elementos decorati-
vicio al culto a los antepasados, cuyo re- nas de esa eternidad magnífica, salvan a vos. No así las cabezas que siempre ini-
cuerdo se conservaba con las típicas "iaui- tantas estatuas romanas en las que los presionan por su rucia y vibrante natu-
lPcn .es ma,iowcm,^, obtenidas tras la impre- pliegues (le los paños (le la pomposa toga ralidad, por su carácter y vida interior.
sión de 1 uiscarillas de cera, en los tiiomen- o la indumentaria militar, nada añaden. Estatuas romanas famosas, como la exis-
tos siga imites a la muerte del así retra- También ha sido tratado con libertad tente en el museo (le Munich, cataloga-
tado. Estas mascarillas servían para los por el cincel del artista el peinado, cuida- da con el n.° 2B, se han 1odido describir
actos rituales del entierro y ceremonias do pero sobrio, que llevaba la retratada. así : "aohnirable caracterización (le la ca-
fúnebres. Luego eran el modelo con el cual Corresponde a lo mola de la época (le Au- beza aunque el cuerpo no tiene vida". Y
se obtenían los retratos, tanto si se eje- gusto y se ha llam)1d)) con frecuencia pei- ello es tan cierto que una estatua roma-
cutaban en mármol como el que ahora pu- nado de Octai-iu, fechándose a partir del na pierde casi todo su valor estético si
blirnmos, como si se fundían en bronce o año 40 at. de J. C., aunque esta moda duró le falta la fuerza del retrato que la ca-
horro cocido tras obtener los moldes ne- sobre todo en las provincias del Imperio, beza representa. Viceversa ocurre en el
cesarios sacados de las mascarillas ori hasta comienzos del siglo i. arte griego donde una pierna, una rodi
-ginales.Etprocdm benva- Los cabellos aparecen representados con -1a,untórxesádocntal-
ciados fue inventado según Plinio (Natnt- un sencillo paralelismo, Están recogidos talle y amor que es preciso no sólo verlos,
raiis Fli.storiae, XXXV, 153) por Lisistra- por encima (le las orejas que quedan al sino palparlos con los dedos pari gozar-
to de Siciorie, hermano del gran escultor descubierto y bordean los lados de las sie- los plenamente. Por eso son populares y
griego Lisipo. Sin embargo, todo parece nes con amplias y graciosas ondas recogi- (limosos los torsos mutilados (le la escul-
indicar que entre los etruscos y romanos das hacia atrás, donde se h :ui trenzado tura griega en tanto que resultan insen-
la tra lición (le obtener mascarillas fune- formando un apretado moño al cual se une sibles y casi sin vida las cabezas de esas
rarias, luego conservadas como parte ne- una trenza central formada por el pelo mismas estatuas griegas. Griegos y roma-
cesaria para el ritual funerario y para (le la parte superior (le la cabeza para nos sintieron la escultura —y la vida
el culto a los antepasados, era muy an- luego bien combinado pasar a unirse al toda— desde puntos de vista diferentes.
tiguo, originando el realismo del arte es- moño formado por las trenzas laterales. Y para comprenderlo la pieza que pasa
cultórico romano, que vino a ser algo nue- El moño grande y rebajado que ofrece este a enriquecer nuestras colecciones de arte
vo y original (le la cultura romana, al retrato, es una variedad provinciana y una clásico, será un magnífico testimonio que
Margen de las aportaciones cuantiosas que prueba de la continuidad, sobre todo lejos prueba a la vez lo mucho que podemos
hubo (le recibir el arte de Roma del arte de Roma, de aquel nodo de peinarse "a lo esperar de las excavaciones de la vieja
griego. Octavia", cuando ya en Roma reinaban Ampurias.

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ARTE RELIGIOSO
,SURREALISMO EN LOS CAPITELES BOMANICOS?
por CARLOS CID

10

hablar de surrealismo en los ea- surrealismo como ha habido un clasicismo


C piteles románicos? En otros aspectos
ARE
del . Arte medieval puede contestarse (le
o un barroquismo como sentido (le la vida
y tendencia estética, sin perjuicio de las
manera afirmativa con más o menos pre- épocas concretas, de un siglo v a. de J. C.
cipitación y exactitud; el caso de la pintu- en Atenas, un Renacimiento italiano, o un
tura gótica, la flamenca sobre todo, es ya Barroco propiamente dicho ; pero siempre
clásico, incluso empieza a estar un poco con las reservas que impone el tiempo y
trillado, y algo semejante puede decirse de la Historia ; y el "surrealismo de ayer"
las miniaturas de los códices y aun de sus es tan fundamentalmente distinto del de
letras figuradas; pero en la escultura, en hoy, como el arte griego del neoclásico.
la ornamentación que recubre un tronco Ese "estilo", si así se le puede llamar, es
de pirámide o de cono con función cons cono todos los demás, un idioma estético
-truciva,lospenudifcltas. que se ha hablado en distintas épocas;
Ante todo debe reflexionarse sobre la po- pero en cada una se han dicho en ellos co-
sibilidad de surrealismo en ellos, y en caso sas distintas, a veces opuestas, y con acen-
afirmativo, qué podemos entender por tal tos muy diferentes.
en los capiteles románicos; hay que pre- Una de las características más acusa-
guntar por tanto, ¿existe un "surrealismo das del surrealismo es la personalidad, o
de ayer" en la decoración de esas piezas Santa {:cría de l'Estany (Barcelona) mejor, la individualización llevada hasta
arquitectónicas?, ¿es idéntico :cl "surrealis- Capilel repr-esenlrrnrlo dos grifos afrontados sus extremas consecuencias; y no sólo del
nio de hoy"? Caso de existir, ¿en qué es- surrealismo, sino de todos los "isinos" des-
triban sap s diferencias y semejanzas? Pre- únicos que tienen derecho a limar uso lí- de fines de la pasada centuria y de todo
guntas son éstas (le laboriosa y compro- cito de ellas. lo que va de la presente. Día llegará en que
metida contestación ; una identificación Según este criterio creemos que no pue- se enfoque nuestro tiempo bajo un punto
afirmativa entre ambas premisas repug- de hablarse en modo alguno de surrealis- de vista histórico y hasta arqueológico, y
na decididamente al arqueólogo, pero muo en los capiteles románicos, al menos entonces desaparecerán muchos ale esos
9
atrae fácilmente al crítico literario, fan- si por tal entendeuros ese conjunto de ideas "ismos" que forman como un gran panal
tasioso y más o menos amante de extra- estéticas, y de otros órdenes bastante apar- ale insignificantes celdillas, que en su ma
vagancias acrecentadoras de una perso- tados, que definen un aspecto del Arte em -yorpatenlgicmuhoa
nalidad lo más individualizada posible. contemporáneo, producto en gran parte clel -brióndestlo;pqunces
Nosotros hemos protestado numerosas ve- ambiente cultural ale hoy, es decir, téc- les englobe en uno solo; y no sería ex-
ces contra uno y otro extremo: el Arte no nica, convulsiones y problemas (le nues trailo que se llame simplemente "indivi-
puede ser sólo técnica, Física, Química, en- -troiemp;lsuaqrent dualismo" a todo el Arte del siglo ». Y
cerrada en fichas carentes de calor; pero un Salvador Dalí, por ejemplo. Ahora bien, en este punto básico disienten nuestros su-
tampoco debe convertirse en un juego de si llaniamos surrealismo a una serie (le rrealistas y el escultor románico de capi-
frases grandilocuentes, de ideas esnobísti- elementos tales cono a la libertad inmensa teles: mientras es imposible confundir una
cas, originales o no, contenidas en párra- y triunfante, al automatismo, al juego in- obra ale Dalí con otra de Miró o de Cha-
fos literarios... En el centro está el equi- genioso y laberíntico ale las formas, al sim- gall, al tiempo que Ramón Gómez de la
librio: sea la crítica ale Arte cálida, hu- bolismo, a la sexualidad incluso, gober- Serna habla de "charlotismo", "archipen-
mana, esté por encima de las direcciones nados y fundidos por inca fantasía pletó- kismo" y él particularmente es "ramonis-
de las pinceladas o (le los planos de gubia rica y desenfrenada a veces, entonces sí ta", siguen planteados insolubles proble-
pero abandonemos las interpretaciones ex que podemos hablar de surrealismo, no mas de atribución de capiteles, permane-
cesivamente personales que hubieran asom- sólo en los siglos románicos, sino en to- cen anónimos bellísimos claustros del si-
brado, indignado acaso, a los propios ar- dos los tiempos de la existencia humana, glo sir, y continuará nuestra ignorancia
tistas; resérvense, en suma, las fantasías desde las cavernas hasta hoy. En ese sen- sobre quién proyectó muchas catedrales
para los verdaderos creadores de la obra, tido creemos que ha existido siempre un que se alzan espléndidas en todo el Occi-

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dente cristiano. Los capite'es rouránicos se guerra y socialismo, y que frecuentemen-
mueven dentro de ciclos iconográficos de- te no se conforma con representar las es-
finidos, reghunentados concienzudamente cenas de burdel, a que nos habían acos-
y ya preconcebidos por la tradición; son tuinbrado los artistas del período anterior,
escasísiinos los nombres de artistas con- sino que se complace en reproducir los
signados, el caso (le algún claustro, como momentos anteriores o posteriores, siem-
el de San Benet de Bages, es excepcional. pre más ínfimos y repugnantes... El arte
Existe por tanto ese enorme abismo en- rom:íuico está muy distante de todo eso,
tre uno y otro artista: el románico tra- es cierto que de tanto ett tanto interviene
bajó de acuerdo con su tradición, época, el sentimiento amoroso, y que apela con
escuela, etc., fué conservador por exce'en- frecuencia al simbolismo erótico, pero fal-
cia ; el surrealista procura individualizar- ta siempre el pesimismo, ese interés pa-
se, piensa ante todo en apartarse de los tológico de los contemporáneos. Incluso en
demás, en no confundirse con los otros. la conciencia religiosa medieval pesaban
Muchos artistas contemporáneos buscan, más las preocupaciones acerca de la fe
antes de producir, su "ismo" particular y que las de moral sexual, por las que se
confían con harta frecuencia su distinción, tenía una tolerancia que hoy sorprende
reclamo diríamos, más a ese "ismo" de su a una conciencia normal; las narraciones
propiedad que a la verdadera personali- de Berceo lo demuestran bien a las cla-
dad artística. Por eso procuramos no con- ras. Y tan es así, que los símbolos amo-
fundir el concepto de individualidad con rosos llegaron a tomarse como medio de
el de personalidad: la primera distingue expresión de otros problemas.
dos producciones que preconcebidamente Uno de los temas de simbolismo erótico
no se parecen en nada, la segunda es la que pueden presentarse como nwdélicos
que hace indubitablemente diferenciadas del Arte medieval es el desarrollado en
una adosara (le Leonardo y otra de Ra- dos capiteles gemelos del claustro del mo-
fael, aunque el tenia sea el mismo. Nos- nasterio de Santa María de Ripoll, que re-
otros preferimos desde luego la personali- producimos en estas páginas. El ambiente
dad. Lo dicho no significa que los artis- decorativo se desarrolla entre roleos, ro-
tas contemporáneos carezcan siempre de setas y sogueados que denuncian viejas
ella; por eso tenemos hoy también algunas ascendencias orientales, clásicas y germá-
firmas apreciables. nicas, y unas conchas de peregrino que
En cuanto a psicoanálisis, subconsciente, aparecen en la rosca del arco, aludiendo
complejos y automatismo, es innegable quizá a la devoción de Santiago. Los dos
que abundan niás en el surrealismo que en capiteles, ele origen bizantino en la forma
el siglo xii; pero en cambio, aquéllos, co- general de su masa, representan, uno, el
lectivos en general, en oposición a los in- más externo, una especie de barco con as-
dividuales de hoy, al menos en Arte, tie- pecto de tonel y ondas marcadas en el
nen la ventaja de ser siempre sinceros y casco, a cuyo bordo se asoman unos hoin-
espontáneos, lo que no puede afirmarse del bres extraordinariamente obesos y de apa
surralismo actual, aquejado a veces de -riencabutl;o,sirena
cierta pose, y donde deliberadamente sue- que para nuestro gusto tienen muy poco
le forzarse al "inconsciente" —"haciéndole sex appeal: su cara desagradable surge de
trabajar como un negro", según frase dec un tronco desnudo con senos incipientes y
F. Vela—, y preparándolo truchas veces en ele anatomía convencional, bajo los cua
la literatura médica, en esta época en que -lescñidortnufaleíq
la terminología científica se ha vulgari- asoma la parte de pez, terminada en una
zado determinando en la Enasa una seudo- cola que recuerda bastante la de algún
sabiduría, divulgada incluso por el cine- pescado vulgar ; esta cola es alzada por
matógrafo, culpable de que mucha gente no las manos de las sirenas, que las empu-
especialista, y aun ignorante, hable coit ñan por el arranque de la aleta caudal.
absoluta irresponsabilidad (le un subcons- Es fácil comin•ender que se trata de una
ciente que en parte no deja ele ser una interpretación, muy medieval por cierto,
creación artificial. de viejas leyendas mediterráneas que al-
Otro de los puntos fuertes del surrealis- canzaron cristalización poética en la Odi -
mo de hoy es el elemento sexual, el sen- sea.; pero aquí los navegantes represen-
tido del sexo, uno de los más profunda, tan la concupiscencia, expresada en la
vitalmente humanos, y que no podía ha- adiposidad exagerada ele sus carnes (sim-
llarse fuera del Arte, donde ha encontrado bolismo con el que no estarán del todo
siempre la más perfecta expresión en cual- conformes nuestros médicos contemporá-
quiera de sus infinitos aspectos, desde el neos), y las sirenas significan la tenta-
platonismo místico hasta la concupiscencia ción ; es una adaptación entre tantas ele
Barata. El aspecto sexual del surrealismo un tenia clásico por el espíritu cristiano.
recoge plenamente los problemas de nues Pero este simbolismo tiene una extensión
-troiempnqulsoetri,: mayor que el puramente erótico, y repre-
Santa María de l'Estany (Barcelona) neurótico, su simbolismo cae dentro de la senta en general los peligros a que se ve
1. Pájaros que responden a un simbolismo paranoia ; es la perfecta expresión de este expuesta la naturalza pecadora del ser
erótico. - 2. Dos escenas de tocador y de amor amor de nuestra época, mohíno, sin vita- humano. Al menos ésta es nuestra inter-
3. Cuatro cabezas a manera de frutos lidad, infecundo, amor de mercado negro pretación, sin perjurio de errores. Otro ca-
entretejidas con tallos vegetales en un planeta racionado y enfermo de pitel con sirenas prácticamente iguales a

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las descritas se encuentra en el claustro como una biblioteca de enseñanzas piado-
de Ema; en el de Santa María del Estany sas para los monjes, pero tiene macho de
existe ruin con escenas de tocador y dan- museo de escultura y casi (le pinacoteca
za con participación de mujeres, dentro a veces su relieve es poco profundo o bus-
de un ambiente juglaresco, así como una ca efectos pictóricos jugando con luces y
escena de compromiso matrimonial y otra sombras, y no olvidemos que en sus bue-
de erotismo muy concreto. nos tiempos estuvieron pintados con colo-
En los capiteles románicos no existe pe- res enteros y brillantes.
simismo, al contrario, su temática teoló- Se puede intentar una clasificación sis-
gico-moral conduce al optimismo de la temática a veces por sus orígenes, por te-
Providencia divina y de la salvación del mas otras, lo mejor en la práctica es un
alma; y notemos de paso que la ideología criterio mixto. La base de la sistemática
surrealista es en conjunto impía, atea, ene- no puede sentarse teniendo en cuenta su
miga de Dios y de los valores espirituales masa, sino casi exclusivamente los motivos
positivos, opuesta diametralmente por tan- ornamentales que la recubren. Entre los
to al torrente de fe y enseñanza que re- capiteles de tema floral, muy interesantes
presentan los capiteles de un claustro, cu para nosotros por el juego infinito, por la
-yaconfizuert,vlgasá alteración fantástica y antinatural de la
muy lejos del pesimismo purulento y afe- anatomía vegetal en beneficio del juego
minado de algunos surrealistas de hoy. de las formas, se cuentan, aparte de los de
Además, el surrealismo es una sublevación imitación romana, derivados -le los corin-
anárquica, destructora, nihilista, apologé- tios y compuestos, por variantes de las ho-
tica de apetitos de toda especie, con pre- jas, proporciones y tallas, aquellos otros
ferencia por los más innobles, del ser hu- en los que se añaden al acanto las rosetas,
mano, a los que no sólo se han quitado palmetas y muchísimas plantas, a veces de
todos los frenos, como afirman los propios la flora local, de las mismas que crecen
iniciados, sino que son impulsados muchas en el huerto del monasterio, modestas las
veces con energía y goce malsano, como más de las veces y que un clásico jamás
si en el hombre sólo existiera lo pútrido hubiera trasladado a la piedra, pero ap-
y negativo. Muy diferente era aquella épo- tas para combinaciones inifitas, fuera de
ca románica, con todas sus leyendas y vi- todo cálculo de posibilidades, y que alter-
siones fantasmales (más propias empero de nan a veces con extrañas figuras. Así ce
los tiempos góticos, época de las grandes inicia lo que después será la decoración
histerias colectivas) ; el surrealismo ha ido gótica naturalista.
contra todo lo instituido, no por sus va- En los capiteles florales apareció la fan-
lores éticos o estéticos, sino por el sólo tasía en la modificación y variantes de
hecho de su preexistencia, malversando los modelos clásicos, y de las formas na
así el supremo y heroico derecho, y deber, -turalesd mno;lsjugó
del hombre a la rebeldía cuando ésta es intensamente el automatismo en el entre-
justa y motivada. Lo románico no fué así, lace de los tallos, de acuerdo con esa exu-
y particularmente-en España, en siglos de berancia medieval no sólo del mundo cris-
Reconquista; lo que entonces existía, lo tiano, sino de todo el complejo cultural
que se estaba consolidando en el corazón del Viejo Mundo (los musulmanes son qui
y en la vida del hombre, no se defendió esca -záelmjorp),fntals
con frases extravagantes ni roturas de vi- -sayetroipdfmslaAnt-
drios de lupanar, se mantenía lanza en gliedad ; soltura, libertad frente a la re-
mano en campo abierto, por hombres po- glamentación, y que representa el triunfo
tentes y sanos en todos los sentidos: fué pleno de la fantasía. No olvidemos que a
aquélla época de singulares y desiguales los entrelazos contribuyeron las miniatu-
combates, no de clínicas y suicidios. ras y letras figuradas existentes en los có-
La variedad de capiteles es tan grande dices del siglo xii, que se ejecutaban mu-
que apenas es posible una agrupación sis- chas veces al mismo tiempo en los scrip-
temática ele las formas que florecen en toria de los mismos cenobios, hasta que
nuestros monasterios. Se encuentran en luego sé volvió a la primitiva sencillez,
portadas, naves y claustros sobre todo; las cuando San Bernardo clamó contra los ex-
historias se reservaban principalmente pa- cesos escultóricos de los monasterios.
ra los últimos, pues el exceso de altura a Otro grupo es el de los capiteles histo-
que con frecuencia están situados los pri- riados, que responden a temas sacados de
meros hacen difícil muchas veces su con- la Historia, pero sobre todo de la Biblia,
templación, y otras armonizan con ele- la tradición y la fábula, sin olvidar los
mentos del resto de la portada o de las ele la vida contemporánea y otros muchos
naves y por ello son más decorativos y difíciles (le incluir en una clasificación ab-
menos fantásticos, aunque hay excepcio- soluta.
nes importantes a esta regla. Ciclo muy interesante es el derivado ele
Los capiteles que más interesan son los los animales simétricos y afrontados, en
cl ustrales que, casi a mano, producen un relación con los tejidos musulmanes, cop 1. Museo S. Pedro de Galligans (Gerona)
goce (le posesión, de ilustración de libro). -tos,bizanyper dso- Capitel de tradición románica: Cabezas pie
tienen sentido ele cuadro expuesto, accesi- bre todo, por los que penetran en Occiden- animales cuerpos vegetales. - 2. Sta. Ma -
bles no sólo a la inteligencia, sino al tacto ría(le l'Estany (Barcelona) Personajes
te la temática fantástica centro y extremo diabólicos - 3. San Cagat del Vallés
y la contemplación directa; el claustro es oriental ; a veces proceden de los Bestia- (Barcelona) Arpías

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ríos, y entonces se tratan las figuras con transparencia, desproporciones e ingenui- piernas el cuerpo de un oso tras la ca-
menos hieratismo y más libertad, pero dad de muchas de sus obras. Así, habría beza de un pájaro inverosímil. Pero exis-
siempre con imaginación desbordante. un parecido por el principio lógico de que te un juego más interesante, y es, no ya
Acaso los ejemplares más bellos del hom- dos cosas semejantes a una tercera lo son el (le animales compuestos, como los pá-
bre entre dos fieras afrontadas, raros cen- entre sí; pero esto no puede aceptarse de jaros con cabeza humana que reproduci-
tauros, grifos o leones, se encuentran en manera absoluta, y los nuevos abismos que lnos, sino la transformación (le unos seres
los capiteles de pilar de la iglesia de Se- tropezaríamos entre nuestras artes y las en otros, a la manera de los reptiles y la-
rrabona (Itosellón), que causan una fuerte primitivas no harían más que complicar el drones de la Séptima Fosa del Octavo
impresión mesopotámica en la abundancia problema sin resolverlo. Círculo de La Divina. Conrecdia, donde los
de elementos decorativos de abolengo asi- Es frecuentísimo en los capiteles romá- fraudulentos estaban condenados a robar-
rio utilizados como marco al tema des- nicos el juego de arabesco con las formas; se constantemente sus formas. En el ca-
crito, última evolución de Gilganiesh, el en la Seo vieja (le Lérida pueden apre- pitel reproducido de San Pedro de Galli-
héroe sumerio. Dentro del marco fantús- ciarse como en pocas partes. En un capi- gans (Gerona), las piernas de las muje-
tico deben recordarse capiteles como uno tel, que publicamos, (le Santa María del res se lían transformado en peces de cu
de Ripoll con un hombre vestido, centra- Estany aparecen dos grifos afrontados en -yasboc,unidrgelvt;o.i
do y en pie, de expresión plácida, pero cu- los que se ha procurado sacar el máximo variante de esta idea, muy difundida, se
yos brazos se transforman en unos ele- partido posible de las curvas en provecho encuentra en el Estany, donde las muje-
mentos a manera de gruesas sogas que de- de la fantasía; si nos fijamos con aten- res sostienen hojas con las puntas meta-
voran tranquilamente por sus extremida- ción, la cabeza humana sobre la que apo- morfoseadas en sendas cabezas de autinia-
des una cabezas rechonchas de mons- yan dos de sus garras parece tener un les. Claro que tales conversiones, tan ;tra-
truos, cuya masa sustituye a las volutas par de brazos que son dos patas de los tas al surrealismo —recordemos las "imá-
de los ángulos, y que atrancan de hojas monstruos, y dos piernas alzadas al aire, genes dobles" (le Dalí—, no son privativas
invertidas. Otro muy interesante está en que corresponden a las otras extremidades suyas o del románico, y se encuentran
el curioso claustro de arcos rebajados (le delanteras de los animales, dando la im- también en la decoración china, romana o
Santo Domingo de Perelada, formado por presión (le un hombre andando, con los plateresca, por citar sólo ejemplos sobra-
gruesas cabezotas de cuya boca salen dos pies para arriba ; claro que en casos así, damente conocidos,
patas; a veces las patas se sustituyen por como en toda plástica compleja y oscu- Al llegar a este punto ponemos fin al
lenguas bipartidas, cono en 1a. Seo (le Lé- ra, nos asalta siempre la sospecha de que divagar sobre. temas apasionantes y com-
rida, o por larguísimos apéndices que en- todo sea una interpretación personal del plejos, que demuestran cómo la Humani-
lazan por el talle a otros monstruos, como espectador, una verdadera "re-creación' dad, siendo siempre la misma, ,sabe reno-
en el Estany. de la obra. Pero abundan los casos (le au- varse continuamente, y si es verdad que
Para los aficionados a buscar relacio- téntica .transformación de las figuras. Uno nada nuevo existe bajo el sol, tamhién es
nes a ultranza acaso podría encontrarse de los inás frecuentes son esos cémulos cierto que nada se repite, a pesar p le las
un parentesco entre lo románico y el su- de miembros humanos y de animales, .y a apariencias. En resumen, si hoy existe un
rrealismo a través ole las semejanzas de veces órganos de plantas, cuya contem surrealismo, apreciable como toda rebeldía
ambos con la mentalidad primitiva. Es -placióndetrsuvmo cuando no cae en lo estulto, también hubo
muy conocido lo que deben al ;irte abo- seres iniagiarios y cambiantes. Ello re- en la Edad Media una expresión ole lo
rigen muchos "ismos" actuales, sobre todo cuerda los postes totémicos del NO..ne- irreal y fantástico, pero tan distante ole la
al arte negro; pero también es innegable ricano, en los que es frecuente ver un actual como nosotros mismos ole los hom
un primitivismo en el escultor románico, castor a cuyos enormes colmillos se aga- -bresqulapodjn.
acusado en sus emires de perspectiva y rrü un sapo, mientras aparece entre sus (Folografias del autor)

Sanni Mlamía (le Ripoll (Gerona) Claustro (le San Pedro Llu (;i1 ligaos Santa María ple Ripoll (Ceroua) Sirenas
Confusión de seres y plantas (Gerona) Capitel ,le las sirenas y navegantes Simholislno de la Injuria

62
UN PINTOR INGLES EN ESPAÑA

.-Ante un retrato de lPío Baroja

por L. LAFUENTE FERRARI

)N Pío Baroja ha sido, probablemen- convencional de nuestros escritores del si-


D te, uno de los escritores contempo-
ráneos más inmortalizados por los pinto-
glo XIX y dejó entrar en su prosa esa con-
cisa precisión, ese brusco enfoque del mo-
res. Sin dada lo Im merecido. 1+71 estilo de tivo que podríamos llamar, hasta cierto
Baroja cortó bruscamente con la tradición punto, impresionista. Por otra parte, don
de engolado academicismo y de retórica Pío, en contraste también con nuestra li-

Autorretrato del pint,)r inglés 1-1. W. Simpson

teratiiro del siglo xix, tan escasamente


aficionada a la naturaleza y al paisaje y
que cuando lo aborda o lo describe lo hace
también a través de tópicos convenciona-
les y no de emociones directas, don Pío,
decirnos, era ciertamente un escritor liara
pintores. Podrán los gramáticos poner pe-
ros a su prosa directa y espontánea, pero,
en cambio, tendrá siempre la decidida oil-
mi 1; •i ún ele los que consideran el mundo
como un magnífico espectáculo visual para
contemplarlo con los ojos muy abiertos.
En cuanto a retratos de don Pío, recuerdo
ahora ci de su paisano Juan de Echeva-
rría, el que trajo a nuestra pintura ecos
traducidos al vasco del postimpresionismo
francés; me acuerdo también del tlúplice
retrato de los (los hermanos Baroja que
las líneas esquemáticas de Vázquez Díaz
representaron hace bastantes años. No ha-
ce mucho Luis Mosquera nos daba tina
versión pictórica dè este clon Pío, ancia-
no insobornable y fiel a sí mismo que nos
demuestran sus últimos libros. -Recapitu-
lemos estos recuerdos delante de otro re-
trato tle Baroja que en estas páginas se
reproduce. Ls el clon Pío humilde y erran-
te conco él se ll:uuú, pero én realidad ca-
sero y contemplativo, con su boina vasca
adoptada como cubrecabezas ale la intimi
-cladfmir,onbualceq
le defiende de fríos importunos y su hl.• in-
ca faz y barbas ele plata ; su fisonomía se
halla ennoblecida por la vejez . y en sus
ojos la mirada tiene, todavía, una agude-
za y una penetración juveniles. Es un re-
trato hecho con simpatía hacia el modelo,
Retrato de Pío Baroja con pincelada sincera y deshecha, que

63
modela sin dureza, que matiza la som Y sueñan todos ellos con una posible e tual (le una personalidad que se manifies-
-braylconts ueqac- hipotética situación en que pudieran de- ta predominantemente en la mirada. Si
san la arquitectura craneal del modelo dicarse por entero a su nuevo :unor: la estos retratos que aquí publicamos, in-
en suma, un retrato también íntimo y fa- pintura. Simpson ha alcanzado esa feli- cluyendo entre ellos el del propio pintor,
miliar, sincero y directo que representará cidad y pinta incansablemente con deseo sirven para definir el perfil de este con-
para la posteridad al gran escritor en este (le superación, con exigencias para consi- verso de la pintura que es noi amigo Simp-
iuoinento de culminación (le su vida cuan- go mismo que comparte, a veces, con los son, (le este entusiasta de] color y el pin-
do su obra se resume en los recuerdos que pocos amigos a los que muestra sus cua cel que ha tenido la fortuna de hallar.
él va desgranando, no sin cierto escándalo -dros,cnjóveatiqusn con una añcha vida cumplida de queha-
(le amigos y hasta de admiradores, en las en él la presencia de un colega. Hace unos cer y de experiencia, un nuevo entusias-
Memorias que ahora publica. días Juan Antonio Morales, el refinado y mo y una nueva capacidad, todavía po-
El retrato es obra de un pintor inglés exquisito colorista, joven maestro entre ^Iríamos decir su personalidad (le pintor
que vive entre nosotros, más o menos con- nosotros, ha posado para él, con su atuen- se completa por su interés por la natura-
temporáneo de clon Pío y cuya persona- (lo de taller, con la chaquetilla roja que leza Muerta que pinta constaníeinente o
lidad me interesa también comentar ante se viste para trabajar ;ante el caballete por loS paisajes de bosques o de praderas
el retrato del gran Solitario de Vera. y la aguda mirada aguileña que fija en cle sus veraneos en la campiña inglesa,
Mr. H. W. Simpson es un caso verdade- el modelo cuando se halla entregado a la o con sus estudios de tejados madrileños,
ramente representativo de nuestra época tarea de pintar. Pues Simpson, corno de- vivos de color y erizados de chimeneas
turbulenta y extraña del hombre que se muestran los cuadros que aquí se repro- desde la atalaya (le nuestra corte que es
abraza a la pintura con fervor de aman- ducen, prefiere especialmente el retrato; hoy su estudio.
te en una época avanzada de su vida. Ha- con predilección especial gusta reflejar lit 1i1e han surgido estas consideraciones
ce ya bastantes años que el impulso (le fisonomía de sus amigos en dibujos al car ante el retrato de Baroja, nuestro gran
pintar suele adoptar algunos extraños ca- -bónelosqu idacpngles novelista vasco, español y profundamente
racteres, distintos (le la tranquila artesa- no incurre en amaneramientos siempre pe- madrileño. El pintor y el novelista nos di-
nía (le la Edad Media o de la vocacional ligrosos. El concentra su principal inte- cen, a su modo, que no hay vejez ni de-
1 m ufesionalidad de los tiempos modernos. rés en la mirada, en ese quid personal que cadencia para el hombre de espíritu aler-
l s frecuente, desde el último tercio del los ojos del modelo expresan y que cons- ta, para el que tiene abiertos los ojos con
siglo pasado, que un hombre dedicado (IIi- tituye el supremo éxito de parecido para entusiasmo y simpatía, con interés apasio-
rante la mayor parte de su existencia a los que consideran que el retrato consiste nado, sobre todo, por el maravilloso espec-
nienesleres muy alejados del arte, sienta precisamente en eso, en el reflejo espiri- táculo de la vida.
ale repente la llamada (le la pintura que
le arrebata y le atrae y le lleva a dedi-
car a ella sus wejores lloras, cuando no
su íntegra vida exaltada muchas veces
hasta el drama. El típico caso bien cono-
cido es el de Gauguin, caso extremo que,
naturalmente, adoptó monstruosos carac-
teres ejemplares que no suelen repetirse
en cualquier mortal. Ningún drama en la
vocación pictórica de mi amigo Simupson
tina cumplida educación le hacía dominar
desde su juventud el dibujo, con esa pre-
cisión y esa complacencia especial con que
los ingleses lo sienten. Pero su vida es-
tab;a dedicada al servicio de su país, a
través de ese largo y complicado periplo
por todo el mundo que suele ser tan fre
-cuentlosbria.Sgutpl
pintura no hizo sino acentuarse en su con-
tacto con los países meridionales. Yugos-
lavia primero y España después, han con-
trilnuí^lo, sin duda, a exaltarlo hasta el
punto de que llegado el trance de reposar
de sus fatigas de funcionario y de aban-
donar sus dilatados servicios, Simpson se
ha sentido, en su renovada juventud (le
hoy, pintor. Pintor que arrostra su pro-

fesión con los entusiasmos y las ilusio-


nes del que ha encontrado su verdadero
camino. Conocemos a docenas los casos se-
mejantes en España de médicos, funciona-
rios, abogados, que inoculados por la pa-
sión pictórica, sólo buscan hurtar ei ma
tt sus loras de trabajo-yortiempsbl
profesional para dedicarlas a la pintura Retrato del 1 0 Juan Antonio
(101 Mor;il ^

64
por VICENTE ALEIXANDRE

UERIDO amigo: No sé qué es el tiempo en la obra del ar- dos en la violenta pasión delicada que no se termina. Amor para
Q tista. Para el artista en cierto modo solar el tiempo no siempre.
existe. En la madurez de tu arte tú eres el mismo que una m - La belleza es siempre cruel. La serenidad no reside en la
itana —¿cuándo?— salió para Roma con esa seguridad que estoy forma. Una forma serena es siempre una pura inmànencia. Los
por llamar astral con que tú siempre has partido hacia el cum- cuerpos bellos que tú has contemplado tienen pasión de peren-
plimiento de tu destino. Eras entonces casi tan joven como ahora nidad, aspiran a la hermosura que no se destruye; pero, como
—en ciertos artistas ¿dónde está la juventud, la no juventudf- conscientes de su transcurso, están pasados por un viento que
y saltas después de haber pintado esos paisajes de La Mancha,: les afecta: se miran soplados de pasión, y sufren. ¡Ah, conocen
campos, pueblos desiertos, calles blancas de una fulguracibii casi la pesarosidad de la belleza!
irreal, que mostraban ya el mundo absorto en el éxtasis a que Pintor tú solar, en que el color, limpio, parece recién des-
continuamente aspiraría tu arte. compuesto de la luz, cálidamente caído de su unidad a, su diverso
Has ido, vuelto, regresado, pisado, ascendido. nombre, para adaptarse a las formas y denunciarlas con amor,
Existe el artista plástico que no se mueve de su cerrillo y des- como en el acto de la caricia.
de él mira el mundo y geniaZniente a veces se arranca toda, una La sensorialidad de tu pintura habla, al espíritu con un len-
interpretación personalísima, quizá castigada, de la tremenda guaje misteriosamente carnal. De ahí esa atmósfera mórbida que,
existencia. Y existe el artista que sale al planeta y en su reco siendo deslumbrante, parece un lamento. De una como cons ma-
-ridosevampgn l¢riasutc,ed ni- ción de lo bello se alza la llama pura, último resultado espiritual
dad en el uníivoco ser, y es siempre reconocible. de una combustión de lo hermoso, que en un perpetuo holocausto
Es sano y fuerte, y creo que saludable, ver al artista que parece acabarse y renacer, mientras el cuadro sobrevive con
trajo de Roma y Grecia una interpretación dolorosa, pagana y todos sus dones estéticos.
ardiente del mundo mediterráneo hecho sueïlo antiguo, y que Esas visiones clásicas pasadas por el sueño, por el destierro,
vuelve de Inglaterra (donde hace años reside) con estos vastos por la pasión que derriba. los torsos de piedra, por un suelo
dibujos, con mucho más que color, porque éste ya no existe, con- ammante, donde yacen quizá palpitantes, están cruzadas por lo
sunvido cenitalmente; verle llegar, en su no desmentida natura- que de algtin modo habría que llamar el soplo romántico. Su
leza, siempre hijo de su misma tierra, incluso con su misma anhelo, el levísimo desequilibrio que manifiestan son reti
invariable prosodia, como una aseveración más de la radical -ceniasduot clnaiódesor.Yunm-
unidad de su ser de artista, vilidad apresada, cuajada, se sofoca de las invisibles venas
Son los dibujos ingleses la última actualidad de tu trabajo donde todas las furias residen. Una paloma verdadera, de
creador. Pero yo, entre ellos, estoy repasando todavía las pági- pronto, en uno de tus cuadros, penetrando por el pecho de
nas del libro que en Londres te ha editado la Falcon Press con bronce del Auriga de Delfos lo rompe, y de allí caen unas gotas
reproducciones de tu obra. Oleos de Taorinina, de Selinonte, de de sangre.
Roma, de Delos. Un Narciso, mancebo doloroso de carne, abra- ¡Qué bien comprendo que tú hayas podido hacer tu homenaje
zado a un numen, Venus de mán-mol roto, que erguida en un a Keats! El romántico inglés perteneció a esa raza de grandes
plano superior sólo es alcanzada por la muda pierna, contra la poetas —acaso los más altos— que cuajan su encrespado furor en
que la anhelante mejilla se estrecha. Piedras rodadas, bustos la más augusta belleza, asegurándose una perennidad como la
caídos, como después de una imposible fiesta de amor, restos de una mágica ola. que en su alzamiento de espuma fuera súbii¡
mortales que en su destrozo amante revelasen los estallados e tamente detenida por la mano de un dios, para su perpetuidad.
invisibles frenesíes del mármol. Es conco la salvación del fragor y su forma. Tú has visto las
Luna de miel en Taormina. Un paisaje saturado de azules soleadas presencias clásicas como un dolor o belleza, y el des/ui-
cargados, sobre un asomo de pámpanos o floresta, de todo lo que cimiento de l¢ hermosura ha sido sobrecogido en tu arte y ha
en el amor se consume o se ¢got¢. Y dos maniquíes, dos sucin- quedado, en su immnvinencia, como suspenso. Es como la hermo-
tas esenciadidades, despojados de todo lo que despierta, sumi- sura que no puede durar... y que no se termina,

65
0
DIBUJOS DE TEMAS INGLESES "Serie de los estudiantes de Oxford y Cambridge". Jardines,
figuras: paisajes aludidos, composiciones donde la línea vibra
En un pintor como tú, es interesante el trasplante desde el perfiladamente, con una excitación levísima. que despierta todas
resplandor amarillo de las tierras mediterráneas a la bruma pla las formas, apenas referidas, perseguidas sin embargo, acari
-teadlscrniugea.Nocnzsóle -ciads,ntourgalmistepondvra
que un despojainiento de bueninosidad externa te ha llevado a delicia. Paisajes a veces pequeños, mayores otras (aire libre,
un ascetismo de formas, también de materia, con esas natura- muchachos, muchachas) donde el candor de los cuerpos, a tra-
lezas muertas donde los objetos diarios sustituyen al esplendor vés de los vestidos diarios, denuncia la paganía amante del pin-
antiguo y donde los enseres estrictos reemplazan a las gallardas tor que se continúa. De tal manera que esos cuerpos parecen
testas en que un avaricioso sol se encrespaba. también aquí estar salvados de un decaecimiento mortal, tro-
Pero si conozco, en cambio, tus dibujos ingleses. cado por su descanso sobre el césped, ligados al frescor vegetal
El dibujo en ti, es acaso algo más de lo que comúnmente se del paisaje que los armoniza.
entiende por dibujo. Es fácil, quizá obvio, hablar de Ingres "Serie de retratos". Unos, sólo líneas perfiladas, abstraídas
cuando de la gran sucesión del dibujo moderno se trata .. Creo de la masa, representativamente. Son líricas revelaciones, de una
que es acaso en ti, oontempordneamente, donde culmina la coni- pentración heridora y certísima. Otros, más complejos, tratados
plejidad creciente de la concepción dibujtstica,: en ti surge el en sombras y luces, quebrados de línea, como pinceladas, corres-
dibujo con un tratamiento de cuadro, con el completo plantea' ponden al cuadro completo, con documentos interpretativos con-
miento de la obra —en disposición, porte y alcance— hacia ese jugados, que hacen del retrato una representación de lenguaje
presupuesto resultado. casi simbólico, sin perjuicio de la aguda personalidad psicológica.

66
11

., P. ..-... .. .t. 1147 r

Pero no son estas series las que más quería comentar contigo. a la estatuaria), aunque continuamente tras miman de sus lfoni-
No sé si por poeta o simplemente por espectador de tu obra, yo tes corporales, con un punto de embriaguez, que no proviene de
quería determvnarme a mirar la serie de interpretaciones a los las superficies severas de belleza, sino del hálito central del invi-
sonetos de Shakespeare y la otra sucesión, más breve, suscitada sible pecho —el amante— en el que las formas gravitan .. Viendo
por El Paraíso Perdido de Milton. suspensas ciertas leyes físicas, se piensa en la trasinutacián del
mundo por la virtud amorosa, y no se sabe si es el amador
—fuente aquí de inspiración de toda la serie— o si es el mundo
DIBUJOS DE LOS SONETOS hecho amor el que exhala el aliento donde todas las formas
DE SHAKESPEARE están como sostenidas.
Pocas veces la pesarosidad de la belleza ha estado más pre-
Hemos entrado en el recinto del ensueño. Rostros absortos, sente. Los cuerpos, las bellas testas dobladas por el ensueño
manos crecientes, exentas, invasoras, vegetación imposible que, amante sienten la dolorida pesadumbre de su propia hermosura.,
como emanada de la unidad del -mundo, quiere absorber la dis- y desfallecen con un quejido que fuera una súplica, mientras la
persa belleza. Toda una realidad sensible está descomponiéndose invisible buz las corono con una, tácita cariciasidad que opera
en la realidad ensosada. Cabezas, cuerpos, como advenidos en misteriosamente en el corazón del espectador.
su rigurosa veracidad an tística, exhalados cono por un aliento Unos dibujos (los que yo llamaría• del orden. primero) perfi-
amoroso, inmersos en una luz que, no por invisible, está menos lan sus líneas abstrayéndolas de los volúmenes en una síntesis de
irradiantemente presente. lirismo que sube. Las lineas vibran finisimamente, con una pal
No hay desleimiento en esas formas (las más puras tienden -pitacónherd,y scomundeliahq

67
de la tierra del amor se elevase. Pero la nitidez consiente la per- cuerpos tendidos, rigurosos de perfiles amantes, yacen en mo-
fecta limea melóddca, dibujada. con un rigor que casi podríamos roso abandono, sin sonido, después del amor, con ese reposo que
llamar cristalino. El valor plástico es el único, tomado esto en parece el silencio musical que sigue a los besos. La evidente des-
su riguroso sentido; pero la emanación poética es su último nudez extrema de los trazos ha escogido, ha abstraído unidades
resultado. puras de la confusión del mundo, de la confusión del amor.
En otros dibujos (y en muchos, en la mayoría, mezclada- En otros dibujos (donde un orden segundo se insinúa) esas
mente) la línea melodiosa se ha quebrado, se ha descompuesto, unidades puras, rostros, troncos, manos, senos, no revelan su
estrellada, en haces de sombra y luz, que ahora ya moldean, ilu- individualidad completa. El mundo amante tiende a la unifica-
minan, asedian, con una gama de matices que aspira a la expre- ción, y una viciosa, generalizarte fronda vegetal se exhala, crece,
siva entrevisión de la realidad ensoñada. Allí la pasión palpita asciende, rodea, absorbe a las dispersas unidades de la belleza..
con otra complejidad y de una ráfaga de noche o deseo se sus- Los hermosos troncos, los senos latidores, la boca anhelante, las
citan los rostros agolpados, los ojos magnos, las invasoras manos lánguidas cinturas, están abrazados por la flora que los toma.
sin cuerpo que entre una fronda tejida se imponen y con alu- Son dibujos de una patética morosidad que allí ha sujetado,
cinación fulguran. detenido la consumación de las formas, amenazadas con voca-
Los que llamaría dibujos del orden prianero, desnudos, de una ción de meterte, de amor.
línea melódica, son los menos. Casi todos estén mezclados, con Esa indefensión de la belleza es visible en aquellas compo-
sutil intención, con el estallamiento lineal que al modelar abraza. siciones donde la juventud ha sido dibujada con los trazos más
En una composición, una mano fina pende, perfecta, casi m'usi puros. Los rostros tienen una inmovilidad de éxtasis. Los aman-
-cal,deunoriam.Enotdelisr,uno tes no se miran, mientras una boca común respira unificada-

68
4
damente casi con dolor. Esos ojos absortos, esa belleza que no La voz del amante ha entonado su canción (Sonetos de Sha-
se defiende, está asaltada por la pasión de fuera que la ahoga. kespeare). Pero es aquí el amor mismo el que habla, el que final-
¿De fuera? No es fuera, ni dentro. alanos totales, un río de mente contempla la fugitiva belleza: dispersa, y el que por liltim.o
manos, una catarata de manos, manos del amor, manos de la la va a resolver en su propia unidad sin rostro. Es todavía el
caricia, manos del mundo todo, se yerguen, se encrespan, se sueño, en la inminencia de esa trasmutación, lo que aquí admi-
aplacan, se aplican. Surten como una expresividad que yo no ramos, en las formas todavía sensibles, hermosas, que, solicita-
creo haya sido superada. das de la vorágine de su consumición, se despiden. Se dejan
Las manos en estos dibujos son los agentes del amor activo. so fiar.
Son bellas e inestables. A veces es una sola y entonces parece Una como sinfonía del amor es el conjunto de estos dibujos,
estar reducida. a su función de acariciadora. Pero otras veces, donde el poder del artista ha rozado las lindes de su complejidad
surgen imposiblemente, se alzan con gesto suplicante, con gesto y donde los medios plásticos, tan personalmente ricos, han • al-
de dolor, con afán de beso y se multiplican, se concretan entre canzado un sino espiritual de la más elevada alcurnia.
las otras realidades que podríamos llamar normales. Rompen
entre la fronda, se asodman entre las puras hojas carnosas, adop- DIBUJOS DE EL PARAÍSO PERDIDO
tan su presencia como un sueño. Se las ve, tan aparentemente
puras, crecer, crecer, pujar, seducir, reducir, destruir. Se adivina Nunca como en aquellos dibujos y en estos inspirados por El
que una vez consumadas las formas rebeldes ellas también des- Paraíso Perdido, de Milton, se puede ver más claro que su arte
aparecerán, en aras de la unificación amorosa, del amor del nada tiene que ver con el del ilustrador. Son dibujos "inspirados
mundo hecho uno. por", no "ilustrativos de". El artista ha partido de la, emoción

69
que un difuso contacto le ha producido. Exactamente igual que un El naei?niento del hombre, el pecado, los ángeles, son los
poeta pasa por un poniente, y un estado de alma misteriosamente temas hasta ahora tratados en la serie inconclusa. La comunión
vibra enlazado, y sume el doloroso poema, teñido de luz traes'- amante que en la serie anterior era el abrazamiento de las for-
parente y con un gemido de acabamiento. 0 como el artista plás- mas, exhalación del amor, que intentaba asumirlas, consumir-
tieo que penetra sus visiones, las anota, las crea en virtud de las, aquí recorre el camino inverso: es el nacimiento del hom
las persona-les suscitaciones, de las que la obra sensible resulta -bre,qudslainfeóutradlmnoscie
el indefinible trasunto. la cualificación de su forma, a la individuación segregada, de su
Si las distintas melodías concurrentes en la serie de los dibu- humana realidad ya exenta.
jos shakespearianos componen a modo de una sinfonía total, aquí Adán nace de la tierra. Nace como nace el árbol. Adán era
en estos otros se ha llegado, en cada unidad, o en las más sign-i- la tierra, o la tierra era también Adán, romo era todo, el todo.
ficativas, a la completa sintonización del cuadro, de tal manera Como un brazo enor'mne que se alzase potente de un súbito abis-
que, sin color, cada obra de la corta sucesión se plantea y re- mo en que el planeta se resquebrajase; o, mejor, como una tre-
suelve, emc su totalidad y en sus partes, al nodo de un complejo menda encima polvorienta contagiada todavía del humus primero,
organismo plástico. Creo que aquí se acentúa la novedad en ti el cuerpo de Adán está pujando, y en el primer cuadro (le la
de lo que se ha llamado "un dibujo", con un ascendimiento del serie se le ve gigantesco, aún no emergido del todo, con los pies
rango de la línea que por un último grado del proceso creador todavía hincados en su origen térreo, altos y aún casi, vegetales
llega al máximo de su annbición planteada. El color no es visible, los brazos, con caedizas ramillas en las piernas roblizas, transus-
pero ¿quién ignorará la vibración que el consumido color, el tanciado ya casi totalmente en su carne humiana, pero aún flo-
"purificado" color, ha dejado en la matización ascendida? real, aún seguramente con el aroma verde y fuerte de la grani

70
criatura cuasi arbórea que se ha erguido de la Naturaleza. la Creación se contempla en el vasto cántico, que eso es el cua
Todavía más bello, más misterioso es el nacimiento de Eva, -drosiguentlaEvcmp.Uniextrablysfóco
en tu concepción. ¡Qué paisaje edénico! ¡Qué misteriosas flores país en fronda pura, todo seducción pura, felicidad pura, en-
volantes, árboles ciertos, vibraciones musicales de una línea pura, reda una primera sombra tendida de Eva. Aquí Eva, como el
tan pronto morosamente tierna en hojas y pétalos, como ensan- primer Adán, es floreal todavía. Un seno es aten, flor. El vientre,
chada y oscurecida en el tronco asediado de la primera savia casi rosa. La pierna, fina, puro trasunto de alguna gran, hoja
general! Y en el centro, el misterio más que humano. Adán ab. carnosa. El gesto de abandono entre las fraternas ramas es casi
sorto en el dolor creativo. Eva naciendo de su torso, como un todavía vegetal, con la voluptuosidad de los pétalos que como
sueño, como un vapor lineal, infinitamente femíneo; Eva ascen- carne femenina se organizasen. Unos enormes pies adánicos, po-
diendo, aún inserta en el contorno varonil, pero ya con la asun- derosos, tendidos en primer término, dicen del suero dichoso;
ción de una mano exenta que ya traza fuera del ámbito adá- pies inocentes, con dispersas hojas, con casi silvestres florecillas
nico el primer gesto, la primera súplica: nace la mano y ya en no claramente diferenciadas. Y presidiendo la total composición,
el aire lleva una flor. centrándola, la gran Eva completa, ya libre, ya, ella sí, dife-
Bellísima concepción, mágica composición donde a mí me pa- rente, desnuda: un torso de miujer limpio, sin mácula, sinfoni-
rece que tu arte del dibujo alcanza su cima. La maestría ha zando con límpida sensualidad el triunfo de la realidad humana
llegado a. su ápice, al servicio de una concepción ya de por si absolutamente distinta.
hermosa y de desarrollo tan feliz que todo el misterio de la tren- Entre los pájaros, redondos, cándidos, la voluta de la ser-
ci.án femenina se siente como un vaho de intensisisna poesía. piente. Es el Paraíso. Va a ser el pecado.
El triunfo de la mujer señalado como el opulento instante de Y lo es en el cuadro siguiente. Rostro de Adán caído. Sólo la

71
cabeza y el cuello: un truncamiento que la intuición del artista cida, aparecida, canta gozosamente su vegetal presencia, su sor-
ha simbolizado como el rompimiento de la plenitud. Un torso de presa, y estruja aún las ramillas que de sí no son distintas.
nvujer, donde como en sucesión, los senos son propiamente senos, La serie está aquí acabada. Las varias composiciones han
redondez, casi manzana. La tentación, y, predominante, el lati- coronado tu obra de creador de dibujos. ¿Son líneas lo que hemos
gazo de una serpiente que, contrastando con la cabeza de infi- visto? "Poesía en línea", llamas tú al armonioso conjunto de
nito dolor, de infinita ciencia de Adán después del pecado, cruje aquéllos. Una emanación de poesía trasmina de este amontona-
de actividad maligna y da a la composición como un relámpago, miento de belleza libre. En los dibujos nois puros líneas melodio-
como una ráfaga. Frente a la plenitud, a la serenidad inocente, sas, sonidos casi audibles parecían cristalinamente ascender en
inmóvil, el movimiento, el tiempo, es el mal. el ámbito claro de la contemplación. En los más complejos, una
El mal, angélicamente visto, existe en el cuadro de los ánge- sinfonización de las formas se elevaba con musical poder. El
les. Cabezas puras, absortas en el éxtasis, enmarcadas en el lenguaje de las artes se discrimina, pero su resultado se unifica
halo; todas armoniosas hacia un centro. Abajo, divergente, la de algún modo en los centros receptivos. Aquí la pura virtud
cabeza del que se adivina ILuzbel. No se extasía. Un leve ceño plástica ejerce su poderío, sin devirtuarse, hasta una meta últi-
casi humano de pesadumbre. Una cabellera extrañamente irrum- ma que comúnmente está reservada a la poesia, si na a la música.
pida de flores, de jugos térreos, da aroma, color, seducción, al ce- El envío ha nacido desde la perfecta adecuación de losrmedios
leste mal. Lo sensorial está insinuado, y la hermosura sensible plásticos que lo engendraron; pero sus resonancias, sus .suscita-
asoma su maligna limitación. clones hieren, iluminan, cantan y se albergan en el corazón, por
Y sin embargo, por último, todavía refrescando, se pueden ver el mudo lenguaje de los trazos y en su valor di.recto y estricto,
en el fin los brazos alzados, si flareales inocentes, de un Adán con la magia trascendida de lo que llamamos poesía.
menor; sólo cabeza, cuello, brazos altos de la criatura que, na- Sí: Poesía en línea.

a`1I

72
COSTUMBRISMO MAGICO
DE NIDA DE LA HLRRÁN

por .l. M. JUNOY

Baile de gala

OSTUMBRISMO y magia no deben to- Mucho mejor que a través del Partenón, tunihres que ella ha sabido interpretar y
C marse aquí en el sentido habitual,
en la acepción vulgar de la palabra.
de los restos mutilados y gloriosos de sus
relieves, de sus estatuas de m.írmol pen-
sugerir mejor que ningún contempor.íneo,
artista o escritor, de aquella época?
No me refiero yo, en este caso, a nada télico, el espíritu, la gracia perdurables
ordinariamente típico o pintoresco, a nada del genio ático (como si dijéramos la bá- ** a: *
turbiamente tenebroso o esotérico. sica substancia, el principio fundamental
El costumbrismo y la magia, en esta del más puro helenismo) nos han sido
suerte de milagro histórico-plástico-poético transmitidos a través de unos centenares Nuestro Ochocientos barcelonés, en toda
que ha realizado Nida de la Herrán (le de figurillas en tierra cocida o "terra cot su amplitud y detalle, en toda su colora-
Gran significan algo que supera lo curioso -ta"deTngr,Myifálesn- ción y sentimiento aparece monografimulo y
y episódico; algo que, por su donaire, su mortales. reflejado en esos muñequillos y muñequi-
fantasía —verdaderamente mágicos— nos ,,Por qué no suponer, no pensar lo mis- llas —en trapo, en alambre, en tafetán—,
hace revivir (en los ojos y en el alomo) el mo de estos Teatrinos o Dioramas ocho- precarios y fugacísimos, que ha evocado
quintaesenciado perfume de unas genera- centistas de Nida de la Herrín, tanto o documental y eneantadoramente Nida de
ciones desaparecidas, de unas sombras más representativos y evocativos de las la Herrán.
bienamadas. obras literarias y artísticas de mayor sig- Contempláis esos diminutos escenarios,
nificación y alcance de aquellos tiempos; esos personajes en miniatura, y os sugie-
tiempos, emociones, idiosincrasias y cos- ren capítulos, estrofas enteras de las no-
velas, • de los poemas románticos y post-
románticos más representativos.
Ante alguno de sus paisajes recordáis
pinturas escogidísimas y peculiarísiinas.
Aquel grupo de árboles mentolados, es un
Vayreda. Aquel rincón de jardín —azul li
-liaceo,rsmnd—uClaeDo-
net.

En sus últimas creaciones Nida de la


Herrán ha dado todavía un paso fluís en
su costumbrismo mágico.
Me refiero a aquel palco —bistre y car
-mesí—dlGranTtoLicem-
tras se está representando la ópera Anna
Bolera; a aquel Baile de Gala, con toda
la cadencia, con toda la iluminación suge-
rente y privativa (le aquellos decenios ; a
aquella Estación flamante del primer fe-
rrocarril de nuestro litoral, de una carac-
terización y ambientación perfectas.
Son tales obras (afirmo yo esto sin te-
mor (le incurrir en hipérbole) dignas de
ser puestas al lado de las pinturas, de los
dibujos —ele un género, de una inspira-
ción, de un tema similar— que se conser-
Estudio de u pintor ocbocenlista van en los Museos.

73
BIBLIOFILIA Y LIBRO DE ARTE

VIZCONDE DE GUELL: DE ALFONSO XI! A TUTANKAMEN


PERSPECTIVAS DE UNA VIDA

ETIDAS veces se ha señalado lo mu- y nos parece escuchar su amena charla. observación aguda, ora el suave destello
R cho que escasean en nuestras letras
los libros de memorias y diarios ínti-
en la que la sencillez se convierte en pren
-daerfinmtoylgvdaensi-
de una lírica imagen. '
Nacido en una de las últimas décadas
mos; pero ignoro si se ha tomado el he- no de hidalguía. Ante nosotros surgen sus del siglo sis, el vizconde de Gilell pudo
cho en consideración para tratar de in- años infantiles, sus andanzas de juventud, asistir a múltiples peripecias históricas
quirir las causas a que obedece. ¿Falta de sus experiencias de madurez ; aquí y^ allá que hoy, sin ser mucho el tiempo trans-
talento narrativo para lo que directamente multitud de anécdotas personales, evoca- currido, se nos aparecen lejanas ante la
nos afecta?, ¿indolencia, menguado espíri- ciones de figuras de otro tiempo y peri- radical alteración de costumbres que tra-
tu de observación, incapacidad para la no- pecias íntimas hilvanadas eón el hilo de la jeron consigo. Así, al ser recordados por
tación precisa de nuestros recuerdos per- evocación sentimental, perceptible apenas él ciertos personajes que casi pudimos co-
sonales, escrúpulos de conciencia en el ac- en ese matiz de melancolía que destilan es- nocer los nacidos al borde de la primera
to de desnudarnos el alma ante los demás, tas páginas, sin apesadumbrarlas nunca conflagración de este siglo, su testimonio
o cobardía en la decisión de ser sinceros por salirles al paso. siempre, atajando la resúltanos excepcional por revelarnos el
una vez por todas?... El solo enunciado de gravedad excesiva, ora el donaire de una acento de toda una época que no podemos
estas causas posibles, si bien todas ellas
negativas, basta y sobra para que se coni-
prenda el alcance de una cuestión como la
apuntada, particularmente en lo que al
examen de nuestra propia psicología se
refiere. Y si no es ésta la ocasión oportu-
na para resolverla como cumple, al menos
pudiera serlo para esbozar una breve res-
puesta, sugerida por el libro de memorias
—de recuerdos o evocaciones, fuera mejor
decir— que ahora nos brinda, con ademán
prócer y nostálgico, el Vizconde de Güell.
Confróntese este libro con cualesquiera
de los numerosos ejemplos de índole aná-
loga que la literatura (le allende los Piri-
neos nos ofrece. La divergencia échase de
ver desde el primer momento. Los tinos
valen por lo que dicen, nunca por lo que
callan, que a las veces importa o sugiere
macho más; el otro deja en penumbra mu-
chas cosas, las insinúa tan sólo como si
no quisiera sobreentender en el lector una
avidez de intimidades ajenas, por demás
censurable. Allí se hace vicio de la since-
ridad ; aquí, una virtud de la contención.
¿Pueden darse actitudes más contrarias?
Y, ¿no obedecerá precisamente a esta di-
ferencia de temperatura moral, evidencia-
da a nuestro favor en libros como el del
vizconde (le Güell, la general indolencia
para el cultivo de esta especie de litera-
tura entre los españoles?
Desde el umbral de la -madurez inclí-
nanse los hombres a volver los ojos hacia
su pasado ; pero si son muchas y muy di-
versas las maneras de vivir, también lo
son las (le recordar; y, sin duda alguna,
a los españoles el tiempo ido nos enseña
a ser graves, mesurados y discretos. Y es
esto precisamente, un verdadero ejemplo
de ponderación y de discreta sinceridad lo
que nos brinda el vizconde de Güell desde
las páginas de este libro. Le vamos leyendo El Vizconde de Güell (Foto 'reixi( ió)

74
reconocer como propia, puesto que su his-
tórico perfil quedó definitivamente cerra- J. A. GAYA NUÑO: EUGENIO LUCAS
do al pie de las trincheras de Verdún. Pun-
to menos que míticas se nos aparecen hoy ECIDIDiUIENTE parece llegado el mos a tiempo para que no se frustre del

esas figuras de las que el vizconde nos ha- D momento de revalorizar nuestra. pin- todo el propósito de recuperar los perfi-
lila : personas de sangre real, Alfonso XII, tura. déci,-nronónica; el injusto abandono, les h.unm-anos y estilísticos de aquellos pi -li
la reina Victoria Eugenia, Alfonso XIII, cohonestado apenas con la repetición en -tares.Yoprecisamntloquea
la Infanta Eulalia de Borbón, el Archidu- obras de conjunto de ciertos nombres colección El arte y los artistas españoles
que Luis Salvador de Habsburgo, el Prín- —Lucas y Alenza sobre todos—, nó de- desde 1800 se propone conseguir al ser
cipe de Dinamarca; aristócratas de nacio- bía, no podía durar. Los motivos de se- iniciada ahora., bajo la rúbrica de CO-
nalidades diversas, algunos de los cuales mejante incuria son, empero, explicables. BALTO, con el libro Eugenio Lucas, de
viven aún entre , nosotros, pero a cuyos Por de pronto, una figura extraordinaria, J. A. Gaya Nitño.
nombres forzosamente había de conferirles la de Goya, estaba ahí, aunque con. más No fué Eugenio Lucas y Padilla el
matices de lejanía una época como la ac- afros de biografía adscritos al siglo XVIII, ,nrús desatendido entre nuestros pintores
tual en la que han sido rotos los diques del bien centrada, por sus geniales anticipa- del XIX. Si no vino a revolucionar riada,
popularismo a ultranza ; artistas como la ciones en el-.=XIX; y él tenía que ser qu-en al menos hacía-le simpático la braveza de
Patti, Sarah Bernhardt, María Guerrero, polarizase la atención de cuantos se de- su pincel, y, sobre todo para los extraños,
Fernando Díaz. de Mendoza, Lucrecia dicaran a estudios de arte en relación con su obra plasmaba la más auténtica repre.
Bori ; escritores como Cuadrado, Jacinto dicha centuria. Has no era ésta la única sentación de ese pintoresquismo desgarra-
Verdaguer, Costa y Llobera, Alcover, Pi- causa de . aquel abandono. •La mudanza do al que tantos se contpla•cía•a en que-
có y Campamar, Jaime Collell... La plu- de los tiempos, que erigió a la capital rernos reducir. Si la espaftolada luquen-
ma ágil y correcta siempre del vizconde se —ct punto de convertirse en grato Son-
de Güell atina a perfilar con leves trazos venir d'Espagne para rubios turistas—
la personalidad de cada una de estas fi- tenía, a- la postre, que salvarse, es porque
guras, enmarcándolas en su ambiente pro- en ella, facilona o bravía, superficial o
pio, aquel que contribuía al realce y ca- profunda, vibra si.enrpre el pulso y la fie-
racterización ile esa época, de ese temps bre vocacional de un gran pintor.
perdu que sería en vano querer recuperar Pero ni siquiera esta corriente favora-
y cuya huida lamentamos sensiblemente a ble al alcalaino debería hallarse libre de
través de las evocaciones de quienes al- lamentables consecuencias; la peor de to-
canzaron a vivirlo. Mas aunque lo perece- das, los complejos problemas de autentici-
dero del llamado "gran mundo" tenga que dad suscitados por el goyisrno luquense,
aparecer reiteradamente en este libro, a la y, tras ellos, los tal vez menos arduos
postre, esa vena tan española de la refle- surgidos en la zorra, de 'interferencia entre
xión madura y los estoicos alientos, de raíz Lucas, el Viejo, y Lucas, el Mozo, como
senequista o quevedesca, es la que dice su castizamente les denomina en alguna oca-
última palabra ; porque preciso es notar sión Gaya Nuilo. Y ya es, por de pronto,
que el espíritu a que responden estas evo- un gran tanto en favor de este último
caciones del vizconde de Güell se contie- haber conseguido, en la obra que aquí co-
ne por entero en frases como estas suyas mentamos, deslindar limpiamente, en be-
que parecen condensar la moraleja del li- neficio de su unidad estilística, los domi-
bro: , "La vida es como un juego de cartas nios auténticos de Eugenio Lucas y Pa-
en que la suerte puede más que nosotros. dilla. Excelente punto de partida el de
En cada jugada creemos que sabemos lo Gaya, al comenzar afirmando que hay que
que hay que hacer, pero sólo cuando la quitarle a Lucas "el sambenito de inLita-
partida está terminada y las cartas sobre dor de Goya, que con injusticia. viene
1n mesa, comprendemos realmente lo que arrastrando"; porque precisamente el mal
ha sido el juego." Facsímil (le la portada de Etnjenio Eucas de que adolece la crítica retrospectiva de
No podríamos terminar este breve co- arte es el de no concederle a cada cual
mentario a la obra del vizconde de Güell francesa en centro universal de las artes, lo que de veras le es propio, tïratrdo con
sin aludir elogiosamente, como es de jus- concentrando en ella los frutos del más harta facilidad poi- el sendero de los pa-
ticia, a la presentación editorial que de atrevido teorizar —casi siempre desauto- ralelism•os, la g influencias y las imitacio-
ella ha hecho el librero y editor José Por- rizando lo anteriormente ejecutado—, con- nes. El hecho diferencial, la personalidad
ter. La índole del libro, la personalidad citó en gran medida el desdón de los es- artística- de Eugenio Lucas, es lo que en
de su autor y los materiales gráficos por píritus - más inquietos —y más capaces, mayor medida interesa al que se haya
éste ofrecidos Tenían que plantear , nume- por tanto— en lo que respecta a los pin- sentido cautivado por las briosas sacudi-
rosos problemas de nada fácil solución. El tores del XIX cuyas obras no-pasaran por das de su pincel; y solamente en función
señor Porter, tan experto en cualquier em el'meridiano de París. A trasmano de tan- de ese hecho diferencial caben el amiáli•sis
-presadbilof,h resvl ta• consigna y contr•aor•den, pictóricas como de aquellos influjos y el cotejo con las as-
con corrección y tino ejemplarès. Merced en las últimas décadas hemos conocido, cendencias que se le puedan atribuir. Por
a ello, el lector se siente sumergido des- tales obras sólo nos podían ofrecer una haber procedido de este modo, Gaya _laño
(le el primer instante en la atmósfera más temática trasnochada y un tecnicismo tó- 1ta acertado a eslabonar ese estudio bio-
propicia para paladear a su sabor los re- pico y ari- quilosado, aun en sus mejores gráfico 1 critico, por tanto tiempo espe-
cuerdos que en el libro se contienen; y nvomentos • Tenía que sobrevenir, a fuerza rado, del gran Lucas; y a este libro ten-
ez esto, sin duda alguna, esta identifica- de desen.ga,ilos, , la fatiga provocada por drá que recurrir necesariamente todo.
ción entre la parte material y espiritual taca ambiciosas postulaciones artísticas, aquel que desee urca información correcta.
de una edición bibliófila, lo que debe , per- para. que se nos remansasen la atención y un análisis certero acerca. del pintor y
seguir en todo momento quien se haga y la mirada sobre las obras de nuestros de su obra, para cuyo conocimiento prác-
cargo (le ella. pequeños maestros del XIX. Más coni- ticamente es este el único libro accesible
R. S. T. prensivos ya a estas alturas, aún esta- a -nuestro público.

75
Aparte de lo apuntado, el libro contie- estricta autenticidad. Junto con este ca- menor de El garrochista ; y, por últint.o,
ne un "Catálogo sumario de la obra de tálogo, tantbién se incluyen en el libro: más de citareu-ta grabados en negro de
Lucas", cen el que se anotan, por fechas unos facsímiles de la firma del pintor; obras de Laceas, seleccionadas escrupulo-
de ejecución, más de •un centenar de cua ,una lú.niina a todo color para que pue- santiente con el propósito de ofrecer una
-dros,pacuylitmenshapro- da apreciarse la factura luquense, repro. visión de conjunto de su multiplicidad es-
curado limitar la mención a los de más (luciendo aa su tatonïlo original un por- tilística.

LUIS G. CONSTANS: DOS OBRAS MAESTRAS DEL ARTE GOTICO


EN BAÑOLA S
r„íct•,uuES merece en todos sus aspectos poco frecuente que, ni siquiera por esta instalación del oi,aníi'ieo Retablo de Ba-
la labor, noble y esforzada, - que rea- iíltima razón, se emprendan tareas de re- ¡lolas que yacía arrin sonado en una caiii-
liza, casi podríamos decir que en voz baja, cuperación, saneamiento y estudio en loca- lla secundaria ; anís tarde, son los trabajos
el Centro de Ljstudios Comarcales de Ba- lidades a trasmano (le la capitulidad, que preliminares para la formación ele un pe-
ïlela-s. Labor que se lleva a cabo con reco - deben seïialarse con piedra blanca las de queito Museo local ; ahora, este libro de-
gintiento y tenacidad verdaderamente este puñado (le esclarecidos laifiolenses en mosén (',onstans, Dos obras maestras del
ejemplares, y que trio lace, por : Ilo, el htí- pro de su tuitrimmiio artístico. Un día es Arte gótico en Bañolas, t;ui pulcra y be-
lito cordial (le cuanto se ejecuta por puro la test uu aci(m de su Iglesia Parroquial, llantente editado. Actividades todas ellas
y desinteresaQn ,iiuor a bis vínrol is en- cuyas bellisitu;i vi lrieras reprodujiiuos para las que se requiere prolijidad de me-
traïiables del lr;tisitie nativo. \l;is es tan en nuestro cuaderno ,interior; otro, la re- dios, y para cuyo sostén, en localidades
como Bañolas, difícilmente podrá contar-
se con alguna que otra gota de los par-
vos caudales de la subvención oficial. Mas
no queremos supeditar tan sólo a los mé-
ritos del esfuerzo y el entusiasmo la la-
bor desarrollada por el Centro de Estu-
dios bañolenses; con ello, acaso restára-
tnos quilates al tino y excelente orienta-
ción que en todo momento la presiden y
de los cuales constituye buen exponente
el libro que reseñamos aquí. Exenta de fá-
ciles localismos,, justificados siempre por
la exigiiidad de perspectiva, la obra de
mosén Constans vale sobre todo por la eru-
dición, el acopio documental que aporta y
la claridad expositiva de que hace gala.
Todo ello referido a esas dos joyas artís-
ticas, el retablo de la Virgen y el arca ele
San \lartiritín, que ya de por sí justifi-
can una excursión a la villa de Bañolas,
de tan, privilegiado asiento cabe la plácida
belleza de su lago.
Iniciase el libro con un capítulo con-
sagrado a la localización del Retablo de
¡añolccs, el rastreo de cuyas vicisitudes
nos orienta, •a la par, de las sufridas por
el antiguo cenobio al que perteneció y so-
bre el que se edificara un día la Casa Mi-
sión en donde se conserva actualmente. El
segundo capítulo lo compone una circuns-
tanciada y minuciosa descripción del re-
tablo, siguiendo el hilo de los temas re-
presentados y con abundantes observacio-
nes, al paso de lo anecdótico, acerca del
estilo, factura, conservación, etc., para ter-
minar con la presentación de la bella ima-
gen gótica de la Virgen, escultura de ala-
bastro que preside el conjunto. El siguien-
te capítulo aborda el estudio de la proble-
mática identificación —que se deja inde-
cisa— del llamado maestro de Bañolas, au-
tor del retablo, trayéndose a colación las
muy valiosas opiniones (le Post —para
quien constituye "el mejor y más original
d los retablos pintados en el norte de Ca-
taluña"—, Gudiol, Verrié, Ainaud y Su-
bías. Con ello, pasa tnosén Constans a la
Pormenor de una ele las tablas del retablo de Bañolas segunda parte de su libro, dedicada al es-

76
II
1

Li rl
EUGENIO LUCAS - El Garrocbista (pormenor)
(Colección D. Carles. Barcelona)
tudio de la preciosa arca de plata sobre-
dorada que da cobijo al cofrecillo de ma
-deranosgulreiqad
San Martirión, Patrono de la villa. Si-
guiendo el mismo orden que en el retablo,
inician este est tul io varias consideracio-
nes históricas. .I I,Is que dan realce algu-
nas pinceladas evocativas y de ambienta-
ción ; vienen después varias notas acerca
de] culto bañolense a San \Lu • tiri:ín, par.r
proseguir con la descripción pormenoriza-
(ln de Is arqueta, recuadro por recuadro,
con gran copia (le referencias a todas lu-
ces exabustivas, concluyendo con la asig-
nación de época y autor, el cual es iden-
tificado por mosén Constans, aportando
Para ello fundadas razones, en el célebre
artífice gerundense Francisco Ortal, de
cuyo taller salieron en la primera mitad
del xv obras tan preciadas corno la nlag-
nífica Custodia (le la Seo gerundense. Po-
nen contera al libro lusos apéndices en los
que se transcriben importantes documen-
tos en corroboración de los asertos y des-
cripciones (le mosén Constans. Esto es, en
sus lineamientos más esquematizados, la
obra de mosén Constaras, la cual recomen-
damos sinceramente desde aquí a cuantos
se interesan pur estos tenias.
El libro, excelentemente impreso en pa-
pel cuché, Ya ilustrado con abundantes
reproducciones fotográficas de J. M. Gu-
diol y J. M. Mateu. y con dibujos (le J. Al-
sius. La edición consta de treinta ejem-
piares numerados del I al XXX y cuatro-
cientos sesenta numerados del 1 al 460,
Arca de San Martirián, de Baóolas R. S. '1'.

J. E. URANGA GAL])l ANO: RETABLOS NAVARROS DEL


RENACIMIENTO
1: vale José Uranga tanto de la foto- da caso, únicamente aquello que es 'una entonces se sabía. Con esto, su obra sa
S pr•rtfía• conco de la erudición, para ha-
cer desfilar ante nosotros una serie de
aportación- inédita, aanque haya de reca
-7Jitlar,phceoqu Aast un, sentido clásico de papeleta segura, esas
-criflea,sobduciment.Ya

espléndidas reproducciones de los conjnn- frecuentisinr,as divagaciones literarias con


tos y pOrnr•eaor-es de estos retablos nava- las que se sobrecarga la investigación
rros. Son los retablos de las moro r illa. DIPRT. (,Ó.\ PAIR 1L DE a'.11IRRA ciear1ifica.
Muchos son los entendidos que se quedan CONSEJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES CIENTÍFICA.". Las láminas que ilustro, su obra. eon•s-
INSTITUCION PRÍNCIPE DE VIANA
estupefactos al ver tacita hermosura, in- tituyen el cuerpo del libro. El texto es a
sospechada para la m.aq/oría de ellos. La nodo de ilustración de esas Sorprenden.-
obra de Biurr un, valiosa conreo la de todo tes bellezas en todo aquello que no es —ni
debe ser— dcyarlu.` que hablen por si -miv-
prec•un-sor, pero nacís útil a quien aprove-
che sus materiales paür a refu.ndi^rlos y eOJn-
RETABLOS NAVARROS rnas. Se han, evitado, en la descr~ipeión, los
pletarlos que al desprevenido lector, pron- DEL RENACIMIENTO fáciles regodeos retóricos, que obras tales
sugieren trrntas veces, a• la prosa. Ni la
to a. perderse en lasciva recién desen
-bierta,djunmpsóecofa JOSG E I 'R.•sSGA GALDIANO
ntiuucia plateresca ni el retorcimiento be-
Ii.etero,jeneidad: era dificil discernia• en ruco conmueven, aquí, la elocuencia del
ella aun, la destartalada figura. de Belén PRESENTACION "e.rplieador" impasible. Otra cosa hubiera
del justo alarde escultóricn, rotundo y dit acarreado, quinas, mals que conociuniento y
NIANUEL GOMEZ-NIOiEXO
• Siguieron las-nodelsmjrt.a saber, alteración. la•berintica. Y, por tanto.
investigaciones 'metódicas de .losé Rurntón in.enos goce, en definitiva: que sólo se dis-
Castro, eficazmente secundado, en parte, fruta a• r+anci•enrirr del arte curando la un-en-
por ¡cuentes. Hot/, este libro de Uranga es te está serena. y la• enwciun• repri^nrida. De-
ejennplo (le orden y de claridad. Lo que se jarse ir —siquiera sea al justificado en-
dice de cada retablo es tan evidente como tusiasnto— ofrece el peligro de recobrar el
lo que se 'm'uestra de él en soberbias fo- seso en otra parte. Quiero decir, -no apre-
totJr•aftas. Y advirtanr•os que Uraarda, a ciar can rigurosa atención la obra de que
ejemplo de Gómez Moreno, no gusta de se trata.
adornarse con plantas ajenas: dice, en ea- Y no es fácil contener la emoción ante

77
una escultura como esta de San Esteban
que preside el retablo de Genevillu. Pero
su muda contemplación nos dice, acaso,
más. Nos dice, por añadidura, que las culo-
clones auténticas enmudecen a quien las
experimenta. lía sitio •un acierto de Uran.
ya no añadir lucubraciones literarias a la.
primera fotografía que de esta figura nos
maestra, y secundar, en cambio, nuestro
estupor añadiendo a esa foto(irafía, otra. ¡-
aun otra y otra, que manifieste la. escul-
tura por nuevos imprevistos escorzos a, ca-
da cual más interesantes. Hasta la• unción
que dicha• imagen tiene nos impresiona,
muda 7/ hondamente, al ¡yunto de hacernos
permanecer callados, algún. tiempo, ante la
página.. Si se suman, en nuevas proyec-
ciones, una serie magnífica de Apóstoles
—el San Juan sobre todo— que ?mponen
su enérgica santidad sobre el efímero pu-
lular de grotescos y paganías platerescas,
se subraya, con• esto, la eficiencia de este
método expositivo. Aumentará nuestro
caudal ci:ïiendo la probabilidad de que
Andrés de Araoz sea el maestro de este
prodigioso retablo. Y aun del de Lapabla-
ció•n., el mejor de Navarra, según Uranga.
Pues, aunque tenido par obra de Juan de
lote, es realmente de la escuela de Araoz.
Aquí tannbién• hay una figura, de San Juan
digna de las antologías. Y otros grupos.
Contrasta la serena majestad de la Vir-
gen y el Niño, con la pasión. del Descen-
dimiento, que no sólo recuerda a Juni, sino
a los cuadros que de este asunto pintara
Boticelli bajo la influencia del arrebata-
do clominrio florentino. Son de ese estilo Lapoblación. Retablo mayor de la iglesia. (Pormenor)
tam•bi•én, los del Busto, Arzoz —y su Anun-
ciación—, Arrn•anann.zas, Alio e Isaba.
El de Unzu no es ya miguelanrgesco. Re- otras de Tierra de Campos. Y este arte, libro: "He aquí una nuestra de la obra
cuerda un arte, en cierto modo, afín. de netamente navarro, es el que da origen y que calladamente, pero sabiendo a dónde
Donatello. Es una bellísima• pieza, toda de- lugar al romanista de Ancheta. Acierto fué van derechos, realizan los hombres buenos
licadeza y gracia, como los otros eran ro- de "Príncipe de Viana" anticipar una mo- de Navarra con enseñarnos lo que hay de
bustez y enjundia. Asombra el de Valtie- nografía de este artista, firmada por crí- historia, de arqueología y de arte en su
vra por su magna labor, distribuida entre tico tan próximo como lo puede ser Ca- tierra, la manos espailola por su trayec-
manos diversas: las de Cambray entre món.. Y ahora editar esta obra de Uranga. toria histórica y, sin embargo, donde el
otras. Aquí está el de San Juan. de liste- Si dejo el prólogo para el final es por- afina nacional tiene un am-raigo de patrio-
lla, obra de Fray Juan de Bea.uva:is, es- que deliberadamente está tratado como tismo hasta el sacrificio, reservándose dar
cultor hasta hoy desconocido, y tan im,- epilogo. Gómez Moreno dice en él que no ejenvplo a toda Espa'il.a, por iniciativa per-
presionante err can junto como en detalles, aporta dato nuevo propio, y en su con- sonalisi,m.a suya, de cómo se resuelve el
tales cual el Daniel en la Josa de los leo- ciencia artística cree que no ha hecho sino problema político y el problema adminvis-
nes, que constituye. por si sólo una obra "divagar" sobre el texto de Uranga. Mas trativo y el problema• cultural, con cuyo
acabada de arte. El de Santa. Marta la si el investigador no había aquí ele intro- éxito podrían gloriarse cumplidamente,
Real de Sangilesa, de donde es ese San ducir inédita colaboración al libro, el si no flotase por enciam ele ello, justifi^
Mateo que no habremos de olvidar ya itnu- maestro y el crítico no quedó ocioso. En el cán,dolo, el problema moral, la honradez
ea, y viene atribuido a Jorge de Flandes. prólogo enjuicia Gómez Moreno, 'uno a uno, de conciencia erigida era bandera de su 'pa-
El de La Magdalena de Tudela, en que todos los retablos que se estudian en el tria chica". Y después de este prólogo, el
intervino Domingo de Segura. El de Gas- libro. Y visto éste, llega a una conclusión libro de Uranga: este 'muevo escritor de
tiain, el de Uba+ni, el de Belascoain, el de en cada caso; lo cual equivale a la uncís arte a quien, por encima, de s'u acierto,
Sagüés, el excelente de Ochagavia y ese ajustada valoración de cada una de esas ouadra el dictado del prologuista. Recmer-
otro tan hermoso ele Men.davia, cuya Visi obras, hecha por la mayar autoridad en la do que en viejos catálogos se llama a una
-taciónosuDedmticans- materia. Y esto en el libro mismo; ' esto de las cabezas del Greco, que guarda el
ber algo más del "muy noble señor Maese que generalmente tarda mucho tiempo, Prado: "Retrato de un hombre bueno". Y
Metelin, imaginero", entallador principal pues sabido es que, desde la investigación porque lo es también el libro, esperamos,
de este conjunto nobilísimo. Unos y otros a la crítica, suele mediar largo trecho. de Uranga, otros sobre arte navarro, pues
completan, al decir de Uranga, la más co- Pero no se limita a hacerlo Gómez Mo- labor tiene prevenida y competencia bien
nocida tendencia de Ancheta, con una es- reno: emite, además, uu• juicio conciso so- probada.
pléndida aportación plateresca: en Nava- bre el autor y sobre la tierra, digno (le ser
rra convergen corrientes que proceden de transcrito para que termine esta nota con ANTONIO MARICHALAR
tierras de Aragón y Rioja unas veces y las palabras mismas con que se abre el Marqués de Montesa

78
HANS O. POP.PELREUTHER: UN RESUMEN

1 1STA ahora el caso Huís frecuente


^ ha sido el del pintor frustrado que
concluye en crítico de arte. Pocas, nvuy
pocas, se da el inversó, el del estudioso
en cuestiones artísticas que, justificando
sus desvelos por un apasionamiento cre-
ciente, decide sustituir la pluma por el
pincel. Y algo, o mucho, hay de esto en
Hans D. Poppelreuther quien, matricula-
do en Historia del Arte en sus años mo-
zos, asistiendo en la Universidad de Ber-.
lía a las clases del gran Heinrich Wölf-
flin, concluye por entregarse de lleno a
la tarea de pintar. Experiencia interesan-
te en grado sumo para ser conocida a fon
-do; no es mucho, empero, lo que a el a -
nos alude su protagonista en este heruro-
so libro que con el título de Un Resumen
ha dado a. la imprenta; mas sin duda no
le será difícil di avisado lector echar de POPPELREUTHER - Toledo
ver los frutos de esa experiencia en cada
una• de las atinadas observaciones, entre-
veradas con recuerdos múltiples, que en
el libro se contienen.
El título de Un Resumen señala el pro-
pósito de condensar entre estas pátinas
el camino de una vida hasta la cima al-
canzada en el umbral de la madurez. La
visión. rètroepectiva es breve, cono de rá-
pida ojeada desde el ápice de un alcor:
pero hay altura y amplitud serena en este
modo de ïnirar, y hemos de ser nosotros
los primeros en agradecer que sea así,
puesto que esa visión de Poppelreuther
dirígese en particular sobre las cosas y
los hombres de nare.^tro país. Ha sido aquí,
en tierras españolas, donde ha transcurri-
do para él la casi totalidad de los treinta
y seis años que median desde sus prime-
ros contactos con. España. hasta el día de
hoy. Venía entonces con el mirar enzpa
Pedo por las nieblas y vapores de los al-
tos hornos del Rur h, aunque tal vez ya
preparado para percibir los diáfanos ce-
lajes mediterráneos por la obra brillante
de Sorolla, "cuya exposición en Berlín
—según nos dice—, una de las grandes
ki
sorpresas de mi juventud, a principios del
siglo veinte, contribuyó notablemente al
desarrollo de la pintura del plein air en
Alemania". Sus inquietudes artísticas
traíanle impaciente por conocer las obras
del Greco, de Velázquez y de Goya que
atesoran nuestros museos; sobre todo las /1
del primero, del que tanto se había ha-
blado en Alemania., hace cuarenta años,
"conto precursor de las formas expresio- VÁZQUEZ DIAL - Retrato de 7-lans O. Poppeh-eutber (Dil^ujo)

79
ni.stas". Y guiado de la mano de Cossío comprensión para nuestro carúeter y naces pléndidos paisajes mallorquines, catalanes
y (le Beruete, recorrió rra y otra, vez las tro espíritu, no le va en zaga el interés 11 castellanos, de tant• prodigiosa riqueza
salas del Prado, recogiendo cus us visi- a que se hace acreedor por las experien- de matices e intensidad de colorido cono
tas profundas enseiia.n.zas, en particular cias artísticas compendiadas en • él. Pre- nunca hubiéramos creído qne pudieran
de Velázquez, para quien tiene en su libro ocupado como pocos pintores actuales por conseguirse por un procedimiento tan leve
las frases mals cálidas 1 certeras. cnnden- el perfeccionamiento de sus medios expre- y delicado como el de la acuarela. A dar-
sedas muy grúficannente en la que le hace sivos, ambicioso de cautivar con su ayuda, le consistencia a. esta Última, a conseguir
escribir que "la pintura. de Velri:zquez ric- y en toda su plenitud, la belleza de las para ella un respeto 11 consideración
ne a ser como la clare de 'un código uni- formas rp los colores, Poppelreuther no se parigual al. (leí óleo, encaantnaitse las muy
versal". ncuestra. tacaño en revelar a cvrcrntos le oportunas consideraciones de la segunda
Cuanto cvrlunr•cv aprendiera, sumado a levan los resultados obtenidos en cl curso mitad del libro. Con mayor amplitud y
lo mvucdco que lía había en e*1 11 a su de- de 'sus indagaciones; los profesionales de pormenores nos prometió entonces tratar-
voción por nuestro paisaje, fructificaría la acuarela han de ser muy especialmente las Poppelreuther en una obra en prepa-
en sus propias obras al acoycrse al retiro quienes hallen en su libro los consejos atris ración : y no queremos terminar esta bre-
mallorquín. ele Orlen!: porque preciso es Útiles y oportunos, pues en tal procedi- ve nota sin alentarle en su proyecto que,
subrayar que Poppcle •eather ha dedicado miento es en el que el pintor aicnicn ha dada su competencia profesional, espera-
tz estas últimas un intenso fervor, del llegado a una maestría indiscutible: buc mos sea del mayor interés para el núcleo,
que dan fe reiteradamente los logros ad- esto Último la constituyó la-napruebd cada. vez mas uunteroso y experto, (le los
mirables que ha. Podido coarsequir. Y si es exposición de sus obras celebrada en la acuarelistas españoles.
mucho lo que el libro Un Resumen nos Galería Bueholz, de Madrid, el pasado di-
cautiva, por ser sincero testimonio de ciembre, donde pudimos admirar sus es- R.S.T.

CARLOS CID: ARTE ANTIGUO


Y PRECIVILIZADO
CARA Qe aparecer el fascículo 1 de Ver courlensatlu en pocas páginas la in- su saber sobre (10111 capítulo 11111101 1a5
A este trabajo ambiciosamente em- gente literatura científica es una empresa obras imprescindibles. Por cuanto repre-
pren rlirlo por el autor, Profesor encargado digna de admirar y de felicitar. Cid nos senta esta primera producción editorial
del curso de la Universidad de Barcelona. da en este fascículo tal vez la mats com del joven profesor ele nuestra Universidad
Todos los que abordamos diariamente el -plicadyfírte]bopyc- no hemos de regatearle nuestro atplau-
problema de hacer síntesis breves que re- tado, al estudiar el arte Precivilizado y so y deseamos ver publicados pronto los
flejen el conjunto ele conocimientos sobre que abarca, siguiendo un método etnogr.í- otros capítulos ele esta obra que comple-
una ciencia cualquiera, sabemos las difi- fico másque artístico, todo el arte de las tarún el fascículo que ahora reseñamos.
cultades que encierra el libro que Cid culturas sin historia escrita. El arte pre-
MARTIN ALMAGRO
h,i escrito. histórico, el de los primitivos actuales y
de los pueblos americanos primitivos pre-
colombinos añadiendo en un capítulo tílti-
mo aquellas producciones artísticas de ca-
r:ícter popular que aún se conservan arras
tradas entre nosotros (le tiempos prehis-
tóricos, másel arte infantil.
En las breves páginas de este libro mo-
dest.unente presentado pero bien ilustra-
do, se ha escrito un resumen claro y útil
para aquel que desee iniciarse en el co-
nocimiento de lit producción artística.
El autor escribe sus p.íginas sin pre-
sunción, ll;rn;unente, con estilo c • Iau, o y po-
rh• íamos 111111Ì;ur rn,u r rativo. De cada pue-
blo da una noticiar escueta y luego, una
vez localizada en la formación cultural
del lector, describe las obras esenciales y
características de su producción artís-
tica.

La diosa azteca Coarli, l ue, divinidad de la Una lista bibliográfica bien selecciona-
Máscara dde nralo•rn (b- I,r Costa de Marfil
muerte y la fecundidad cht permitirá al lector que desee ampliar (Africa Oriental)

80
NOTAS BIBLIOGB A.I ICAS i

AItS HISPANIAE: Historia Universal del arte paleocristiano, acredita también sabido aprender. sin (tiinteti.srnos y con
del Arte ltispciu ¿co. Volumen segundo, una veteranía de desvelos consagrados, discreta paavqrtcrlad, la lección que de
comprendiendo : "Arte romano", por Blas desde su Tarragona, la Tarraco imperial, aquéllos puede resultar provechosa: la de
Taracena ; "Arte paleocristiano", por a problemas iconogr.íficos y litúrgicos del conceder más amplio crédito a la inca.gi-
Pedro Batlle Huguet; "Arte visigodo. primer arte cristiano. Esta parte es nexo mielón, perro sin deformar horrendamente
Arte asturiano", por Helmut Schlunk. obligado entre lo romano y lo visigodo, los: datos sutil ittistrcrdo.s por la realidad en
Un voluuten en cuarto mayor ele 441 pñ- que, en su continuidad asturiana consti torno. Y cosa curiosa. pot' este cansino, tolt
ginas + una hoj; t de colofón, con -tuyelaprmongáficetdapr quien I"elix Kclly se enruentv,, hasta dar-
429 ilustraciones y clos láminas fuera de Schlunit, el joven erudito alemán preocu- se la 'mano con ellos, es c •on ciertos acurt-
texto. Encuadernado en media piel, con pado por el temprano arte medieval espa- re-listas ingleses del siglo dieciocho cono-
planchas. Madrid. Editorial Plus Ultra ñol y sus contactos con obras africanas y cidos por el nombre de "tohottrapltical
(1947). próximo orientales. De este modo, la uni- dt-a-ut/lt.tsnceu". Recordemos que los c•o-
dad del volumen comentado gira alrededor ncien.zos de Turner se orientaron por ese
Este hermoso libo es el segundo tomo, de lo romano y sus últimas consecuencias, ea mino, It selrrtra^ntente ambas cosas' —el
en plan y aparición, de tino de los más rebasando el "spiitantilc", la tardía anti- margen concedido a la intauinación t/ cl
ambiciosos planes que es posible imaginar gtiedad, de la nomenclatura arqueológica, rtfdtt de describir pintorescos luprn •es-
en cuanto a bibliografía artística se re- porque no siendo libro para arqueólogos nos darán la cifrar roto dttt fra de la ji in-
fiera. Hay muchas Historias del Arte en sino para público sencillamente culto, se- turo cid. neozelandés Peli. Ke•llu.
circulación que, por especular con mate- ría excesivo plegarse a ciclos demasiado El libro, conto de la Palcos Press. ¡tul'
ria universal se presentan a un público rigurosos. ('('0y bien cuidado. Las reproducciones,
también universal con lujo de medios in- La ilustración es, no ya trascendente, tonto en negro canto ert color, ercelctttcs.
formativos. Ars Hispaniae, que por su como cumple a un libro ele arte, sino de 1

número de volúmenes igualará, una vez importancia capital; cultivado y profano R. S. T.


coronado su plan, a obras como la edita- hallarán aquí la sorpresa de una escul-
da por "Propyllien" o la dirigida por An- tura romana, de una iglesia visigoda cual
dré Michel, ha ele ser, a diferencia de és San Pedro de Nave, reproducida con ho I{ER'ALD, JOHN: Tire llistotvl of trupres-
-tas,lhiordeunacl, -noresquhat ólcnzba sioni,.stu, editada por 7'/te 1Iuscuut of
hispano. Lo español, lo lusitano y las con- Catedral de Burgos o Las Menina+ de Hodern Art, Nctc York. Un volumen en
secuencias estéticas de ambos pueblos en Velázquez; el secreto de esta soberbia in- cuarto, encuadernado en tela ; -174 pá-
su expansión ultramarina. formación gráfica, de su adaptación y ginas de texto, con abundantes ilustra-
Los diez y ocho volúmenes proyectados perpetuo contacto con la lr'tr,t del texto, ciones intercaladas y 21 láminas en co-
en esta magna empresa significan, pues, de la calidad, en fin, ele la obra es la lor fuera de texto. Nueva York, 1946.
un anhelo de proyectar sobre el público dirección ele don José Gudiol ; en adelan-
estudioso todo el incomparable panorama te, así como se habla de la Historia del Llega a España con algún retraso un
evolutivo del arte español, presentado con Arte de lIichel, podrit comentarse el Ars buen libro sobre tema que puede enjui-
una riqueza de medios totalmente desusa- Hispaniae de Gudiol. Y esta Editorial ciarse ya con perspectiva histórica, pues
da en nuestra rutina libresca. Cuando se Plus Ultra que realiza el magno esfuerzo la conquista que para la pintura repre-
piensa que sólo una parte mínima de nues de valorar todo, absolutamente todo nues senta el impresionismo ha convertido en
-bupatrimoníscelqutrin- -troae,mclgiudosam- clásica esta tendencia, que permanecerá
fa, a fuerza ele ser sobada una y otra vez dores del mismo. tan inconmovible, dentro de las vicisitu-
con la impertinencia de la repetición, re- J. A. G. N. des estéticas, conto la composición rena-
sultaba urgente una serie de estudios en centista o el colorido barroco.
que todo el inmenso caudal desconocido, La impresión es buena y cuidada en ge-
olvidado, todo lo que se ha librado (le la READ, HEIIBEItT: l'eli.z Kellli. Un vo- neral, aunque extraña, afeando las di-
vulgarización en cromos, cobre la pres lumen encuadernadoen tela, con cija- versas c;ilidades ele papel empleadas, que
-tanciyoblezmrds.Unació renta y una reproducciones en negro y junto con la pobreza de la portada lo ale-
de técnicos, arqueólogos e Historiadores color. Falcon I'ress, London, 1947. j;ut de ;tmhiciones bibliófilas, aunque re-
encargados tle los estudios (le ars Bis- sulta sólido y manejable. Los capítulos
partiae, auxiliados por la dignidad que el ¡"c1 i,c Kelly pe'r'tenece a la última hor- contienen breves, pero acertados bosque-
huecograbado confiere ;t la reproducción, nada pictórica de hnplatcrra; para se't' jus históricos y biográficos que ambientan
llena este cometido de valorizar, en modo tnícs exactos, de Nuera Zelanda, que es de bien las obras y los ac •aeceres artísticos.
absoluto, piezas españolas cuya -calidad donde arribó a la Isla poco antes de la El detallismo anglosajón se manifiesta en
se agiganta, tuerecidumente. tptrerra última. Su primera exposición en los pies (le los grabados, donde consta fe-
Así ocurre en este segundo volumen. Londres es de .1943, a la que sigue otra cha exacta o aproxinutda de las obras,
'1!tl.acena, el ilustre Directo' del Museo ets. 1944, exponiendo después en 1946, en situación y dimensiones, lo que en este
Arqueológico Nacional, sistematiza con ri- Escocia. Con ((in breve 11 rápido historial, caso constituye un acierto. El tuétorlu se
gor casi gernuínico la etap;! rumana de la, Va.leon I'ress, reputada apadrinadora lleva hasta el punto tle registrar en el ín-
nuestro arte en un estudio r octuuentadí- (le jóvenes /pintores, y que ya prestó aco- dice general incluso las contraporLul;ts.
simo, como (le quien ha dedicado roda su gicla, a tt'uestro Gregorio Prieto, lanza aprovechadas para reproducir un mapa ele
actividad, desde los (lías ya lejanos de las ahora el nombre de este neozelandés en las "ciurinrles impresionistas" francesas.
excavaciones de Ntn rancia, a resucitar el el libro que reseïtanios aquí y cuya i'n- La parte gráfica, abundantísima, ofre-
vivir de los hispanos antes y en lat ronta- troduecióu irasilo escrita por Herbcrt ce el' interés ele publicar muchas obras de
nización. El viejo resumen ele nlélida so- Rea4, el cónsul de los surrealistas en 15- Museos y colecciones antericanas poco o
bre el tema, pese a ser benemérito, queda gla,terra•. aro es de estos últimos, crnpe- tnal conocidas en Europa. Es también útil
ampliamente sustituído por este estudio ro, P'elix 11 elly, auaigit•c bien es cierto que lu inclusión moderada ele obras que, no
de T;n°tcena. en ocasiones, y a juzgar por las obras re- siendo impresionistas, tienen valor de pre-
Batlle Huguet, en su concisa exposición producidas en el libro, demuestra haber cedente, reacción o consecuencia. Comple-

81
tan las ilustraciones varios dibujos, di- no lo fué del ballet; y no lo fué porque John Pope-Hennessy, el autor del libro
rectos o a pluma, reproducción a veces de su interés no era el ballet sino lo huma- que aquí reseñamos, bien acreditado ya
viejas revistas, que aligeran la obra con no —el hábito, la costumbre-- de los se- por sus obras anteriores acerca de Sas-
notas caricaturescas o de época, así como re.s que bailaban en su tiempo. Sólo artis- seta y Giovanni de Paolo, ha tenido el
fotografías de los artistas, que permiten tas de segundo orden tuvieron interés por acierto de podar toda la hojarasca inútil
un a modo de careo con el lector. Men- el ballet mismo. Pero una gran época ar- en su estudio preliminar sobre La pintura
ción especial merecen las magníficas re- tística del ballet —la de Dagas no lo cuatrocentista en Siena. No ha podido lo-
producciones en color, que a toda plana, fué— exige la. atención del pintor. A esta grarlo, pues resultaba sumamente difícil,
definen mucho técnicas y cuadros que no llamada ha acudido Lee-Elliot. sin que la exposición se resintiera de al-
se prestan al gris, como la Gane Saint Haskel nos indica el método del pintor. guna sequedad, tan sólo de tanto en tan-
habitualmente deformada. -Lazre, "Lee-Elliot no toma apuntes de la repre- to contrarrestada por algunas referencias
Corona la obra el Apéndice, con tablas, sentación, para que luego ayuden a su re- comparativas a pintores de nuestro tiem-
sinopsis, gráficos, etc., y una espléndida cuerdo, sino que espera a conocer realmen- po, que airean y hacen más ágil la sínte-
bibliografía general, y particular de cada te v a• sentir el ballet, y después trabaja sis expresada. Iniciase ésta con breves
artista, que abarca desde las monografías rápidamente de memoria. No utiliza foto- consideraciones acerca de la peculiar con-
hasta los artículos periodísticos, hacien- grafías, lo que en verdad destruiria el cepción pictórica del cuatrocientos sienés,
do de esta obra un libro útil de consulta. efecto que busca.." Difícilmente quedará cuya contraposición con el florentino se
un tncis bello y exacto "record" del ballet acusa reciamente por su propensión a lo
CARLOS CID
europeo del primer tercio del siglo que decorativo bidimensional, su estancamien-
estas pinturas y dibujos de Lee-Elliot.
to en una tradición de escasas concesio-
THEYRE LEE-ELLIOT: Paintin.ds of the nes a la realidad comprobable por los sen-
ballet. Introducción de Arnold L. Has- tidos y su resistencia "a formar a sus dis-
kell. Un volumen en cuarto, encuader- cípulos en las cuasi científicas fórmulas
nado en tela, con noventa y una repro- JOHN POPE-HENNESSY: Sienese Qua- de los estudios florentinos", merced a las
ducciones en negro y color. Collins St. trocento painting. — Un volumen en fo- cuales éstos evolucionarían con mayor ra-
Jaure's Place, London. pidez hacia una concepción más flexible y
lio, con 34 páginas de texto, 20 figuras
y 93 láminas. Ed. Phai.don Press. Ox- profunda que la (le aquéllos. Vienen a con-
Las XCI reproducciones de dibujos y tinuación pormenorizadas referencias a la
ford & London, 1947.
pinturas de T. Lee-Elliot -no exigen comen-
obra de los pintores sieneses más caracte-
tario alguno: basta verlas. Toda una era
La pintura italiana ha contado siempre rísticos: Sasseta, Giovanni di Paolo, Pie-
del arte, la era Diagh.ileff, pasa ante ustes-
con la atención entusiasta y erudita de tro di Giovanni d Ambrogio, Sano di Pie
tros ojos. Todo el. encanto de los alados
críticos e investigadores de habla inglesa. Domenico di Bartolo, Lorenzo Vic--tro,
atractivos, no exento de morbosidad, de un
Las razones de esta preferencia, con su 'chietta, Mateo y Benvenuto di Giovani.
mando in,tcncionalmente artificioso, escé-
paralelismo en la general atracción ejer- Francesco di Giorgio y Neroccio dei Lan-
nico y de cuento de hadas, en que no obs-
tante su evidente falsedad el corazón se cida por los países meridionales sobre los di. Todos ellos aludidos en sus rasgos pe-
siente 'nostálgicamente atraído. btuntlo en del Septentrión, por sobrado conocidas culiares, y con certeros y sintéticos juicios
el que no hay 'referencias a un unís allá, huelgan aquí. Ello es que desde hace cien acerca cle su obra, por John Pope-Hen-
pero perdidamente •romá,ntico, en un últi- años, con Rushin como más caracterizado nessy.
mo romanticisino: el de un "yo" sin más iniciador, la bibliografía británica acerca El resto del volumen, su parte material
contenido cure la danza., despojada de toda del arte italiano ha ido adquiriendo pro- más importante, lo componen las magnífi-
trascendencia ritual, y tan sólo al servi- porciones que rayan ya en lo superabun- cas láminas cuya comprensión y estudio
cio de sí misma. Pero un mundo bel li- dante. Y no es lo malo, claro está, la pe- nos ha facilitado el autor, quien ha lle-
si m•o. queña partícula inédita que cada uno de vado a cabo la selección, completísima, con
A. L. Naskell prolo go, con esa sencilla los nuevos sumandos bibliográficos pueda singular acierto. Ejemplar en todos sen-
y verdadera inaestria del gran mouento aportar a la literatura precedente; sino el tidos la edición de esta obra, constituye un
literario inglés de nuestros días, uno de que cada una de ellas, (le poca entidad las nuevo testimonio de la pulcritud y magni-
los momentos de triáis alta comprensión a más de las veces, no justifiquen la publi- ficencia que de un tiempo a esta parte ca-
que ha llegado la especie humana, el li cación (le un nuevo volumen sin reiterar racterizan a la producción editorial bri
-brodeLElit.suanre por enésima vez las trilladas investigacio- -tánica,prulmeoqaibr
puesto de honor dentro del ante moderno. nes sobre las que deba engastarse aque- de arte se refiere.
Si Deltas fué el pintor de las bailarinas, lla partícula original. R.

82

INDICE
Genio y figura del surrealismo; anécdota y balance de una subversión, por
R. Santos Torroella ......... ... ... ... ... ......... ... ...... ... ... ... 5
Surréalisme antique et moderase, por J. L. V. Brans ... ...... ...... ...... 17
Surrealismo medieval y moderno en los tapices franceses, por Paul Guinard. 22
La peinture surréaliste, por Bernad Dorival .................. ............ 28
JuanMiró, por J. Sebastián Gasch ........................................32
Esquema de Salvador Dalí, por J. A. Gaya Nuño ...... ............... ... 35
Sobre las revelaciones psicológicas de las fantasías surrealistas, por el doctor
J. R. ple Otaola ... ............... ... ...... ......... ...... ... ... ... 44
Las últimas obras de Hen'ry Moore y Angel Ferrant, por Mathia.s Goeritz. 53
Chagall, por Raymond Cogniat ............ ...... ...... .................. 56

NOTAS
Un retrato femenino romano hallado en Am-puritas, por Martín Almagro. 57
¿Surrealismo en los capiteles románicos?, por Carlos Cid ... ... ... ... ... 59
Un pintor inglés en Eshauia, por E. Lafuente Ferrari ............... ...... 63
Carta a Gregorio Prieto, por Vicente Aleixandre ... ... ... ... ... ... ... ... 65
Costumbrismo mágico de Nido de La Herrán, por J. M. Junoy ............ 73

BIBLIOFILIA Y LIBRO DE ARTE: Vizconde de Güell: De Alfonso XII


a Tutan,kanzen (R. S. T.) . — J. A. Gaya Nuño: Eugenio Lucas
(R. S. T.) . — Constans: Dos obras maestras del arte gótico en Baño-
las (R. S. T.) . — J. E. Uranga Galdiano: Retablos navarros del Rena
(A. Maricha.lar) . — Hans 0. Poppelreuther: Un resumen-cimento
(R. S. T.) . — Carlos Cid: Arte antiguo y precivilizado (Martín
Almagro) .................. ......... .............................. 74-80

BIBLIOGRAFIA ...... ... ... ......... ... ... ... ... ... ... ...... ...... ... 81
Este cuaderno de COBALTO , acabóse
de imprimir en los talleres de

La Polígrafa el día

15 de julio de 1948.

Grabados de

V. Oliver

LAUS D E O
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Colección
EL ARTE Y LOS ARTISTAS ESPAÑOLES
DESDE 1800
EDICIONES COBALTO al iniciar la presente colección propónense contribuir de manera
decidida al mejor conocimiento de una de las etapas más interesantes y fecundas del arte
español. La ausencia de perspectiva histórica pudo, en cierta medida, justificar hasta época
reciente la escasez de estudios de esta índole; pero hoy, cuando la lejanía ha aumentado
y cuando empiezan a lograr consagración definitiva las obras y los autores del siglo xix, sería
lamentable abandono no acudir a llenar esta laguna. Merced al competente análisis y la justa
valoración de quienes pueden y deben realizar tan importante tarea, EDICIONES COBALTO
aspiran a reunir en esta serie, y dentro del más corto plazo de tiempo posible, un conjunto de
monografías particulares, de amplia y escrupulosa documentación, acerca de todos aquellos
pintores que, desde Goya, completan y realzan el perfil del siglo xix español. La serie no
quedará, sin embargo, cerrada rígidamente con la centuria a la que de manera especial ha de
consagrarse, sino que completará la visión de aquel período con las aportaciones posteriores
más acusadas, dedicando algunos volúmenes de la serie a aquellos artistas de nuestro tiempo
cuyas obras hayan alcanzado singularidad y relieve excepcionales.
Cada monografía comprenderá: la biografía del pintor, el minucioso estudio y la valoración
estilística de su obra, un catálogo completo de ésta, cuando su volumen no resulte excesivo,
y el esencial si así fuere; varios facsímiles de la firma, y de cuarenta a cincuenta grabados en
negro y uno a todo color de las obras más importantes o características del pintor estudiado.

PRIMER VOLUMEN PUBLICADO:

Eugenio Lucas
por J. A. Gaya Nuño

DE PRÓXIMA PUBLICACIÓN


.4ureliano de I3eruete Eduardo Rosales

por E. Lafuente Ferrari por Gregorio Prieto

77 aleriano T3écquer Ramón Casas
Iwr R. Santos Torroella l iar 1) '' i iingo Carles

£eonardo -llenza ]Vlariano _Tortuny
por iI. Rodrígue z (le Rivas I or Carlos Cid

Ignacio Zuloaga Joaquín Sorolla
. por P. Abad Ríos Por .losé Milicua

A los que seguirán otros volúmenes sobre: Esquive!, Pvlmaroli, Iarlí Alsina, Gutiérrez de la Peda,
7uai: Cris, J'vleifréii, F. de .7vtadrazo, Salvador Dalí, Dominuto 7vtarqués, .Pérez Rubio,
Miralles, Ignacio Pinazo, \Toiiell, etc.

PEDIDOS A EDICIONES COBALTO - Av. José ANTONIO PRIMO RIVERA, 685, PRAL., l .a
COBALTO
Arte Antiguo y Moderno
REDACCIÓN v ADMINISTRACIÓN: AVDA. JOSÉ ANTONIO, 685, PRAL. l." - TRLr TONO 55637 - BARCELONA

Cada volumen de COBALTO se compone de cuatro cuadernos, con un total aproximado de trescientas
páginas de texto, cuatrocientos grabados en negro, doce láminas a todo color y multitud de artículos,
ensayos y notas de especialistas y críticos de arte tanto españoles como extranjeros.

P UBLICADOS:
VOLUMEN 1
PRIMER CUADERNO: EL PAISAJE
SEGUNDO CUADERNO: EL RETRATO
TERCER CUADERNO: TURNE-R
CUARTO CUADERNO: LOS ANIMALES EN EL ARTE

Vol,UNIEN IT
PRIMER CUADERNO: SURREALISMO

DE PROXllMA APAIUCION:
COBALTO VOLUMEN JI
ArleAoligoo y illadenio ArleAoli iio y Moderno

SECUNDO CUADERNO:

CERA MICA ESPAÑOLA

L t
Este cuaderno contendrá, entre otros del mayor
interés, los trabajos siguientes:

.Representaciones anirnalistas eu la cerámica ibérica,


por Antonio Tovar.

Las fábricas menores de cerámica ert el siglo XIX,


por el Marqués de Lozoya.

COBALTO
;. oÉALTá
Cerámica y porcelana, por Enrique Caliano.
Are : l irli,»m y :'61 nilei rnr
Arte Arliirro y Moderno
La cerámica de Alcora, por Jover-Nolla.

^V
..4 zulejería catalana, por Carlos Cid. t
r ,^ com;

La colección de vidrios del Dr. 7-le rn ando, Ir


Nieves de lloyos Sancho.

La colección del Marqués de Santo Dotrrinjo, por


M. Rodríguez (le Rivas.

, final Ruiz, pintor de flores, por R. Santos


Facsímiles de las portadas

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=\ fi Torroella. Facsímiles de las portadas

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EXPOSICION -HOMENAJE
JOAN mino
ORGANIZADA POR Ed. COBALTO
del 23 de abril al 6 de mayo de 1949
EN LAS
GALERIAS LAYETANAS
CATALOGO
1. Casas de la Reforma. 1916. Col. Xavier Vida] de Llobatera, Barcelona.
2. Desnudo. Pastel, 1917. Col. Joan Prats, Barcelona.
3. Ciurana. 1917. Col. Joaquín Gomis, Barcelona.
4. Retrato de J. F. Ráfols. 1917. Col. J. F. Ráfols, Barcelona.
5. Retrato de E.-C. Ricart. 1917. Col. E.-C. Ricart, Villanueva y Geltrú.
6. Cambrils. 1917. Col. E.-C. Ricart, Villanueva y Geltrú.
7. Ermita de Horta. 1917. Col. Joan Prats, Barcelona.
8. Prades. 1917. Col. Manuel Miró, Barcelona.
9. Naturaleza muerta. 1917. Col. Llorens Artigas, Barcelona.
10. Naturaleza muerta. 1918. Col. José Mompou, Barcelona.
11. Cabeza de niña. 1919. Col. Joan Prats, Barcelona.
12. Nord-Sud. 1917. Col. Sra. Vda. de Mañac, Barcelona.
13. Cartel para la revista "L'Instant ". 1919. Col. Joaquín Gomis, Barcelona.
14. Nota del "batre ". 1918. Col. Joan Prats, Barcelona.
15. Pintura. 1925. Col. Joan Prats, Barcelona.
16. Pintura. 1927. Col. Joan Prats, Barcelona.
17. Estudio para una pintura. 1928. Col. Joan Prats, Barcelona.
18. Dibujo en colores. 1932. Col. J. V. Foix, Barcelona.
19. Dibujo en colores. 1932. Col. Joan Prats, Barcelona.
20. Mujer desnuda y llama en el espacio. 1932. Col. Joan Prats, Barcelona.
21. Dafnis y Cloe. Aguafuerte, 1933. Col. Joan Prats, Barcelona.
22. Dibujo en colores. 1933. Col. Ramón Sunyer, Barcelona.
23. "Collage". 1933. Col. Joan Prats, Barcelona.
24. Pintura. 1934. Col. Ramón Graelis, Barcelona.
25. Portada de un número de "D'Ací i D'Allà". 1934. Col. Joan Prats, Barcelona.
26. Plafón, 1934. Col. Joan Prats, Barcelona.
27. Felicitación navideña. 1935. Ccl. Joaquín Gomis, Barcelona.
28. Figura y perro ante la luna. 1936. Col. Sra. Vda. de Torres, Barcelona.
29. Pintura. 1936. Col. Joan Prats, Barcelona.
30. Dibujo en colores. 1937. Col. Joan Prats, Barcelona.
31. Dibujo en colores. 1939. Col. Joan Prats, Barcelona.
32. Pirograbado. 1941. Propiedad de Odette Gomis, Barcelona.
33. Dibujo en colores. 1944. Col. Joaquín Gomis, Barcelona.
34. Pintura para un marco "modern -style". 1944. Col. Joan Prats, Barcelona.
35-49. Litografías. 1944. Col. Joan Prats, Barcelona.
50. Escultura. 1945. Tierra cocida, en colaboración con Llorens Artigas. Col. Joan Prats, Barcelona.
51. Cerámica. 1945. Col. Joan Prats, Barcelona.
52. Dibujo en colores. 1946. Col. Joan Perucho, Barcelona.
53. Aguafuerte. 1947. Col. Joan Prats, Barcelona.
54. Cartel para la exposición Miró en París. 1948. Col. Joaquín Gomis, Barcelona.
55. Cerámica. 1948. En colaboración con Llorens Artigas. Propiedad de la Sra. de Llorens Artigas, Barcelona.
56. Cerámica. 1948. En colaboración con Llorens Artigas. Propiedad de la Sra. de Miró, Barcelona.
57. Ilustración para un poema de René Char. Col, particular, Barcelona.

En las vitrinas, diversas publicaciones ilustradas por Joan Miró. ^^^^Q•

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