Capítulo de Libro - Mora - 2020

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Administración

La

pública: la teoría del Estado


un enfoque desde

y los derechos humanos

Alex Valle Franco


Coordinador

Dirección
Editorial
La Administración pública:
un enfoque desde la teoría del
Estado y los derechos humanos

Alex Valle Franco


Coordinador

Dirección
Editorial
351.09866
V181a

Valle Franco, Alex


La administración pública: un enfoque desde la teoría del Estado y los derechos hu-
manos / Alex Valle Franco, autor y coordinador; Eduardo Valenzuela Nazate; Jhoel
Escudero Solis; Juan Carlos Garcés Delgado; María del Carmen Ordóñez; María
José Narváez Álvarez; Diego Jadán-Heredia; María Paulina Araujo Granda; Natalia
Alejandra Mora Navarro .— 1.ª ed. — Quito: Editorial IAEN, 2020.
198 p.; 15 x 21 cm

ISBN electrónico: 978-9942-29-050-2


1. Administración Pública 2. Derecho Administrativo 3. Estado-Ecuador 4.
Desentralización-Ecuador 5. Sector Público 6. Derechos de la Niñez y adolescen-
cia– Ibarra-Ecuador 7. Junta de Protección de Derechos-Ibarra-Ecuador 8. Derechos
Humanos-Ecuador 9. Delito de tráfico de influencias-Ecuador 10. Impunidad -Ecuador
11. Administración Pública-Delitos-Ecuador 12. Ecuador. I. Título
Este libro cumplió un proceso de revisión por pares (peer review) externo doble ciego.

Instituto de Altos Estudios Nacionales (IAEN)


Escuela de Derechos y Justicia
Av. Amazonas N37-271 y Villalengua, esq.
Tel.: (593 2) 382 9900
Quito, Ecuador
www.iaen.edu.ec
Información: [email protected]

Dirección editorial: Bolívar Lucio Naranjo


Coordinación de arbitraje científico: Javier Monroy Díaz
Corrección de estilo: David Chocair Herrera
Diseño de portada e interiores: Gabriel Cisneros Venegas
Foto portada: Cancillería del Ecuador
© IAEN, 2020

CC v—NC—SA
Esta licencia permite compartir, copiar, distribuir, eje-
cutar, comunicar públicamente la obra y hacer obras
derivadas.
Ética, sociedad y Administración pública.
Desafíos hacia la consolidación
del bienestar colectivo

Natalia Mora Navarro

1. Introducción
La ética en la administración pública ha cobrado vigencia en la actua-
lidad, debido a los crecientes actos de corrupción que han sido pú-
blicamente denunciados por los diversos medios de comunicación.
Este hecho, ha generado un debate sobre los aspectos legales y éticos
que rigen la administración y el comportamiento de sus funcionarios
frente a los recursos públicos de los administrados. En ese sentido, la
problemática recae en saber que los límites de los servidores públicos
es el respeto no solo por los derechos de los administrados sino por
los recursos estatales, los cuales están destinados al bienestar general
y no al provecho personal.
El objetivo del presente trabajo, es poner en debate el rol y los
límites del servidor público como guardianes de la “cosa pública”
y promotores del bienestar colectivo. El trabajo usa una metodolo-
gía basada en el método descriptivo analítico, un enfoque netamente
cualitativo y un modo dogmático jurídico. El marco teórico utilizado
se remite a los autores Ausín (2010) y Manuel Villoría (2015), quie-
nes son valiosos referentes contemporáneos en el tema de la ética del
servicio público.
Con la doctrina arriba indicada, se pretende lograr una concien-
ciación del servidor público en cada una de sus responsabilidades
debidamente estipuladas en la norma y que deben ser asumidas más
allá de un deber netamente legal, sino desde la ética profesional, la
cual tiene estándares mínimos de comportamiento, de conductas y

125
126 Natalia Mora Navarro

de procedimientos. En ese sentido, el servidor público no puede con-


vertirse en mero autómata de sus competencias, sino cumplir con
los principios constitucionales de servir al administrado con calidad,
calidez, eficacia, eficiencia y transparencia.
Respecto de la estructura, este documento se compone de tres
partes, en la primera, se discute acerca de la ética como un elemento
fundamental del espacio social, que consolida los aspectos esencia-
les para la comunidad en busca del bienestar colectivo, procurando
fortalecer prácticas beneficiosas para todos los involucrados y que
coexisten dentro de un mismo espacio organizado y regido por el
Estado. La administración pública desempeña un papel sustancial en
la vida de las personas ya que varias actividades se gestionan desde
las instituciones del Estado, con un conjunto de profesionales que
deben procurar que con sus actuaciones se garantice el pleno goce de
derechos de los ciudadanos.
Los funcionarios son la parte visible de las instituciones del Estado,
están en contacto con los ciudadanos y deben procurar la consolida-
ción de una buena imagen institucional a fin de generar confianza
y credibilidad desde su ámbito de actividad, llevando a la práctica,
aspectos tan relevantes como la justicia y la solidaridad.
La segunda parte de este trabajo se refiere a los retos a los que
actualmente se enfrenta la administración pública, no sólo porque
las necesidades sociales son complejas, sino también porque el pano-
rama actual coloca al Estado frente a aspectos estructurales de difícil
solución, en cuanto a problemas globales que trascienden las fron-
teras de los Estados, como, por ejemplo, movimientos migratorios,
crisis medio ambiental, etc. Lo antes mencionado obliga a las insti-
tuciones del Estado a ofrecer respuestas oportunas que garanticen la
convivencia y el funcionamiento armonioso del tejido social.
Finalmente, este trabajo se enfoca en los valores esenciales de la
ética pública, los cuales son necesarios para consolidar un proyecto
común que responda a las necesidades actuales de la sociedad, con
una estructura institucional y un sistema normativo que consoliden
las bases para construir espacios de mayor dignidad, justicia y solida-
ridad para lograr el bienestar del mayor número de personas posible.
Ética, sociedad y Administración pública... 127

2. Ética y espacio social


Nuestro comportamiento es guiado por un conjunto de normas y
reglas que marcan la ruta a seguir, las acciones y las opciones que es-
cogemos determinan lo que consideramos como importante, válido
o aceptable y que producirán efectos en nosotros mismos, el entor-
no y en la forma en la que nos relacionamos con la comunidad. En
principio la meta es: lograr un objetivo superior, consolidar prácticas
beneficiosas, con un compromiso orientado a conseguir un resultado
que aporte o fortalezca al conjunto de la sociedad. (Villoría, 2015).
El compromiso de una persona frente a la sociedad, también es un
reflejo del tipo de comunidad que lo rodea, pues sin duda que las
relaciones con los demás crean determinados efectos y justifican la
existencia de un conjunto de obligaciones, que aceptamos o estamos
comprometidos a asumir, para lograr una convivencia más o menos
armoniosa en este espacio organizado y regido por el Estado.
La ética tiene muchas aristas y una de ellas es la de buscar el bien,
pero los resultados y el impacto de las acciones dependen de la po-
sición del individuo en la sociedad, las tareas encomendadas a un
actor, así como las relaciones y obligaciones que le imponen su papel
en la sociedad, determinan sus gestiones y sus contribuciones al or-
den social. (Villoría, 2015). Las necesidades de la sociedad son nu-
merosas y son atendidas por un grupo de profesionales de diversos
perfiles, con actividades que involucran a un conjunto amplio de ac-
ciones y relaciones, en las que existe un componente ético además del
conocimiento teórico y técnico que se aplica.
En el escenario social contemporáneo la administración pública
desempeña un papel sustancial, ya que plantea una serie de linea-
mientos para todos quienes son parte de ella y desarrollan sus acti-
vidades profesionales en este ámbito. Existen tareas y obligaciones
propias de cada función y diferentes niveles de responsabilidad por
sus implicaciones e impacto en la construcción del bien público.
(Villoría, 2015). Desde la administración pública se da cumplimien-
to a leyes y normas, se imponen sanciones o multas por incumpli-
mientos, se gestiona el dinero público, se manejan datos, se regulan
hechos y actos jurídicos, se proveen servicios esenciales, todas estas
128 Natalia Mora Navarro

potestades tienen una orientación determinada y se encaminan al


cumplimiento de un objetivo superior en el marco de la Constitución
y de los derechos humanos.
Las personas que trabajan en la administración pública cumplen
con tareas relevantes, que pueden generar un impacto permanente
en las vidas de los ciudadanos, es por ello, que quienes son sus acto-
res o la parte visible de las instituciones del Estado, deben mantener
altos parámetros éticos comprendiendo que sus acciones y decisio-
nes construyen las bases de la sociedad que tenemos, por todo esto,
es importante no sólo la formación sino también un conjunto de
controles externos en caso de que se presenten transgresiones que
lesionen los intereses comunes.
El Estado tiene la tarea de proteger a sus ciudadanos, por ello
debe implementar y poner en práctica las acciones necesarias para
que estos puedan vivir en condiciones de dignidad, libertad, igualdad
y seguridad no sólo jurídica, sino también social, ambiental, econó-
mica, sanitaria, alimentaria, etc. La función pública sienta las bases
de una convivencia que aspira a ser armoniosa y plantea acciones de
cooperación en las que varias áreas y personas están vinculadas o
conectadas para servir al interés general, aquí el componente ético es
relevante y cada uno de los sujetos involucrados debe comprender el
alcance y los efectos de su proceder o de la falta de acciones desde su
ámbito de actividad.
La ética aplicada a la administración pública debe partir del res-
peto a la dignidad humana y el apego a los derechos humanos, ya
que de otro modo no se podría alcanzar el interés general, si bien es
cierto el funcionario está obligado a cumplir procedimientos y nor-
mas, también debe tener en su horizonte la observancia de principios
éticos, algunos de los cuales se expresan a continuación, sin que se
trate de una lista cerrada, enunciaré los siguientes: integridad, ho-
nestidad, equidad, transparencia, justicia y solidaridad. Es necesario
trabajar en la recuperación de la confianza y actuar en consecuencia
a la búsqueda de objetivos determinados, con el impulso de la par-
ticipación social, transformando el debate público y abriendo los es-
pacios de deliberación con integrantes no expertos pero sustanciales,
Ética, sociedad y Administración pública... 129

todo esto manifiesta una nueva visión que se encamina a un cambio


colectivo para encontrar soluciones a los desafíos y problemas socia-
les (Ausín, 2015).
En cada ámbito de la Administración pública es necesario que
los funcionarios traten de alcanzar una visión amplia y objetiva de
la realidad, integrando enfoques plurales para evitar que predomine
una única dimensión parcial o incompleta, ya que esto se alejaría de
los propósitos que buscan consolidar un espacio integrador, para
atender las necesidades de todos respetando la diversidad. En socie-
dades en las que existen grupos humanos marcados por la diversidad
en aspectos, históricos, étnicos, ideológicos, políticos o culturales,
es importante que el Estado y la administración pública respondan
a esa realidad compleja, con un acercamiento a las necesidades de
esos colectivos, para consolidar un proyecto común en el que puedan
mantenerse y validarse las diferencias en beneficio del bien colectivo.
La ética pública también se relaciona con un compromiso del
servidor público para actuar bajo la tutela de ciertos valores, que
permitirán materializar derechos y construir una mejor imagen de lo
público, de modo que las acciones justas y equitativas pueden dotar
de legitimidad y valor a las instituciones de cara a los ciudadanos.
También tiene un especial valor la confianza, que percibe la comuni-
dad ante las diferentes actuaciones de la administración, las acciones
diligentes y oportunas consolidan las buenas relaciones entre admi-
nistradores y administrados, sobre todo, en el momento en que se
valoran los intereses en juego y los efectos que podrían generarse con
las decisiones que se toman institucionalmente.
Los servidores públicos tienen deberes específicos determinados
en la ley y paralelamente existe un sistema de control, que se en-
carga de la detección de conductas contrarias a lo dispuesto en las
normas aplicables, en este sentido existen organismos de vigilancia
y fiscalización que buscan garantizar las mejores condiciones en un
ámbito de transparencia y eficacia. De igual manera son relevantes
los códigos de conducta, que manifiestan acuerdos para incentivar
prácticas éticas, que beneficien a la institución y ofrecen lineamientos
que rigen el comportamiento de los servidores públicos buscando
130 Natalia Mora Navarro

el fortalecimiento de valores, en el ámbito de sus actuaciones con


instituciones del sector público y privado, para alcanzar los objetivos
institucionales en el marco del respeto a los derechos humanos.
Existen mecanismos de control y de sanción con medidas que
marquen los límites que no deben traspasarse, estas acciones requie-
ren de un conjunto de procesos coordinados que logren actuar con
autonomía y sin ceder a las presiones de grupos de poder o a influen-
cias partidistas (Villoría, 2015). Deben ser transparentes, oportunas,
veraces, confiables y comprensibles para lograr consolidar una ima-
gen institucional fortalecida de cara a los ciudadanos, procurando
el bien colectivo, ya que las actuaciones desprovistas de ética causan
daños permanentes en la estructura del Estado, rupturas en la demo-
cracia, ineficiencia en el manejo de recursos, falta de protección de
derechos y perjudican la imagen del país.
Al interior de una institución pública existen también, un conjunto
de valores y prácticas, que influyen en las respuestas que se dan, por
parte de cada uno de los actores involucrados y son determinantes
en el cumplimiento de los compromisos adquiridos y actuaciones,
por lo que pueden producirse rupturas y el distanciamiento de los
objetivos que deben cumplirse. Estos factores internos y externos de
la propia organización guardan relación con el factor de integridad.
(Villoría, 2015). Es decir que existe una cultura institucional con un
conjunto de prácticas que se mantienen en el grupo y que marcan el
comportamiento ético de los funcionarios, que pueden responder o
no a principios y valores éticos, o a intereses particulares, buscando
un beneficio propio, alejándose de los valores que deben ser imple-
mentados por el servicio público y que garanticen la tutela de dere-
chos para todos los ciudadanos.

3. Los retos en la sociedad actual


En la Administración pública existen problemas y aspectos en los que
los resultados no son alentadores, sin embargo, es un espacio esencial,
ya que desde lo público se gestionan: carreteras, mercados, hospita-
les, seguridad social, registro civil, suministro de agua, electricidad,
puertos, aeropuertos, reservas forestales, controles fitosanitarios,
Ética, sociedad y Administración pública... 131

etc. (Peña, L., Ausín, T., Bautista, O., 2010). Las acciones desde lo
público posibilitan el ejercicio de los derechos positivos y muchas de
estas actividades, no podrían asumirse desde las iniciativas privadas,
con todas las garantías que requieren los ciudadanos, allí radica su
relevancia. En el panorama actual y en atención a las necesidades de
la sociedad contemporánea, el campo de acción del servicio público
debería expandirse a necesidades y ámbitos como el de la vivienda
pública, sanidad, seguridad social, la fabricación de medicamentos,
agricultura, promoción de empleo entre otros que resultan esenciales
(Peña, L., Ausín, T., Bautista, O., 2010).
En todo el mundo, existen grandes sectores de la población que no
pueden cubrir necesidades elementales y el panorama actual no pare-
ce ser alentador, en cuanto a ofrecer soluciones sustanciales para me-
jorar la vida de las personas y generar una alternativa con planes que
logren beneficios a gran escala en términos económicos y sociales.
Aunque existen muchos aspectos en los que se centra la atención del
servicio público, es claro que las complejas y crecientes necesidades
de los ciudadanos, pocas veces son atendidas en su totalidad desde
el Estado, basta mirar el ejemplo de varios países de América Latina,
en los que las cifras de desempleo son altísimas, las posibilidades de
acceder a una vivienda propia son escazas, los sistemas sanitarios son
deficientes y las economías se encuentran cada vez más deterioradas.
Parecería que además existe una creciente indiferencia ante proble-
mas sustanciales y en ocasiones una clara falta de reacción oportuna
ante nuevos desafíos o problemas que requieren una transformación
de la sociedad.
En la actualidad los Estados se enfrentan a grandes retos, que su-
ponen una transformación del sistema y un nuevo aprendizaje para
responder de manera oportuna a problemas globales que trascien-
den las fronteras y que pueden llegar a afectar a un número indeter-
minado de personas. El mundo moderno nos coloca frente a temas
tan complejos como: delincuencia organizada, terrorismo, crisis cli-
mática y medio ambiental, acceso universal a la atención médica,
acceso universal al agua potable y saneamiento, grandes movimien-
tos migratorios, violencia por motivos políticos, pobreza extrema,
hambre, aporofobia, brecha entre ricos y pobres, desigualdad entre
132 Natalia Mora Navarro

hombres y mujeres, falta de acceso a tecnologías digitales, etc. Todo


lo anterior, cambia nuestro modo de vida como ciudadanos y obliga
a las instituciones del Estado a ofrecer una respuesta efectiva que
garantice la convivencia y el funcionamiento del sistema.
Por lo antes dicho, el mundo contemporáneo y la globalización
son factores que generan una mayor complejidad y ponen a los ciu-
dadanos frente a problemas que no podrían ser resueltos por una
sola organización. (Cobarrubias, 2012). El conjunto de la sociedad
debe involucrarse en el cambio, ya que todas las acciones sumadas,
pueden lograr una respuesta que nos ayude a alcanzar consensos so-
bre la sociedad que queremos construir y las prácticas que validamos
en cada espacio, sea privado o público, puesto que el bienestar colec-
tivo se consolida con las actuaciones de los ciudadanos, construidas
colectivamente teniendo como eje la ética, ya que las decisiones indi-
viduales también repercuten en el interés común.
Existe la necesidad de construir objetivos comunes para alcanzar
determinados fines colectivos, que se consolidan con las acciones de
entidades organizadas, ya que la suma de esfuerzos facilita la conse-
cución de resultados, mediante la participación de diversos actores,
que cooperen e intervengan en distintas tareas. (Sánchez, 2018) Es
importante considerar que las relaciones económicas, culturales y so-
ciales actuales, trascienden las fronteras de los Estados y nos colocan
frente a panoramas más complejos, por lo que nuestro compromiso,
como comunidad debe fortalecerse. (Cobarrubias, 2012). Las necesi-
dades sociales actuales se vinculan con múltiples factores, es por ello
que las políticas implementadas desde los Estados deben atenderse
con la participación de varias instancias y actores involucrados. Es de-
cir, que las administraciones públicas requieren el trabajo articulado
y coordinado con el entorno, para consolidar nexos entre la gestión
pública y las organizaciones involucradas (Cobarrubias, 2012).
La imagen de la administración pública se encuentra deteriora-
da y con frecuencia se presentan casos contrarios a los intereses co-
munes, sin embargo, es importante trabajar en el fortalecimiento de
valores éticos, como un elemento clave de la convivencia social. Una
institucionalidad pública fortalecida es el resultado de prácticas es-
tables, justas, equitativas, que demuestren cercanía con los agentes
Ética, sociedad y Administración pública... 133

implicados, generando confianza y justicia social, siendo estos facto-


res los que se relacionan directamente con la calidad de la democra-
cia (Villoria, 2018). Es necesario, dejar atrás posiciones excluyentes,
generadoras de desigualdad y discriminación que separan a las per-
sonas en bandos o grupos alejados los unos de los otros y que no
permiten la construcción de una sociedad consolidada, que busque
el mayor bienestar posible, para un número amplio de personas.

4. Valores esenciales de la ética pública


En la actualidad nos enfrentamos a nuevos desafíos y a una realidad
diversa, que no se explica con teorías que antes pudieron haber resul-
tado válidas, para otro sistema y en un contexto histórico diferente,
hoy, nos impulsan las ideas de cambio y la necesidad de construir
un proyecto común, que responda a las necesidades actuales de la
sociedad y sobre todo a la búsqueda de condiciones de vida digna,
confianza en las instituciones y credibilidad frente a los ciudadanos.
La ética está presente en nuestras vidas y en nuestros juicios de
valor, sobre la conducta de los otros, frente a lo que legitimamos o
rechazamos, los Estados, los políticos, los funcionarios y los ciuda-
danos somos parte de un espacio común y por ello tenemos respon-
sabilidades compartidas. (Camps, 2019). Todos logramos que la ba-
lanza se incline en una u otra posición, dando valor a determinados
aspectos que creemos fundamentales o que necesitamos superar, en
nuestra historia reciente, es posible evidenciar el deseo de cambio,
con luchas sociales, para dejar atrás prácticas de racismo, discrimi-
nación, pensamiento colonial y exclusión, ente otras, para construir
una nueva sociedad.
Existen ideales colectivos y la ética es un elemento vital en el es-
pacio social, se vincula a la justicia y a la igualdad, busca cambiar la
indolencia, aprender a dar valor a aspectos esenciales y educar para
consolidar propósitos más elevados. A pesar de las dificultades del
mundo moderno, actualmente gozamos de libertades y derechos fun-
damentales, que son el resultado de procesos complejos, por lo que
se debe dar el suficiente valor a los logros alcanzados y continuar en
la búsqueda de su defensa e implementación en este contexto, un as-
pecto primordial es la justicia, en todas sus dimensiones, sobre todo
134 Natalia Mora Navarro

en cuanto a sus efectos colectivos, que se expresan en hacer mejor y


más digna la vida de las personas. (Ayala, 2020). Aunque la sociedad
actual parece estar fortaleciendo un modelo de vida individualista,
esta fórmula puede resultar menos válida para otros, por ello convie-
ne pensar en intereses comunes y en espacios de cooperación, con el
fortalecimiento de aspectos que nos beneficien a todos como socie-
dad, el bienestar de unos pocos frente a las carencias de muchos no
parecen ser el modelo más eficiente, equilibrado y justo.
La vida moderna, desde una lógica occidental se rige por pa-
rámetros individuales que facultan a que cada persona busque su
realización personal con el modelo que elija, que puede darse ejer-
ciendo una determinada profesión u oficio, con una forma de vida
determinada con apego a una corriente ideológica o política, con
una religión como punto de referencia o sin ella, o tomando un con-
junto de decisiones marcadas por las condiciones de su entorno y
circunstancias. Es decir que en el ámbito personal cada individuo
tiene cierta capacidad para decidir o elegir y aunque exista una vida
privada, en la que el individuo se desarrolla, con cierta libertad, existe
un espacio público, del que no está desconectado, puesto que conta-
mos con mandatos y preceptos legales, una administración pública y
un Estado que atenderá un conjunto de asuntos, que tienen un tra-
tamiento colectivo, pues existen derechos y obligaciones aplicables a
todos y que rigen la vida en sociedad (Camps, 2019).
Aunque cada persona tenga metas propias y un proyecto de vida
individual, está unida a un grupo y a un espacio social con el que in-
teractúa, por lo que la estructura institucional y el sistema normativo
le permiten vivir de una manera determinada, si el grupo normaliza la
desigualdad y se aleja de los ideales que busquen construir un mundo
con mayor dignidad y justicia, será difícil que esto no afecte de algún
modo a cada uno de los integrantes de una comunidad. Es posible
estructurar un conjunto de elementos válidos en la construcción del
bienestar para todos, en este sentido se partiría de una lógica públi-
ca, debido a que muchas acciones y prácticas tienen una repercusión
colectiva, expresada en un aspecto tan valioso como el de la justicia,
que es un elemento central de la ética, con aspectos que afectan o
pueden llegar a producir efectos en la vida de todas las personas, este
Ética, sociedad y Administración pública... 135

podría ser el sustento para tratar de consolidar el ideal de la justicia


para un beneficio común, tomando en cuenta que también es indis-
pensable que exista voluntad social y política (Cortina, 2017).
La justicia y la ética están unidas y su adecuada puesta en práctica
beneficia a toda la sociedad, pues se trata de un aspecto esencial que
no podría aplicarse desde una lógica de exclusión o privilegios para
unos pocos de manera selectiva, aunque en la práctica se evidencia
que existen grupos o sectores altamente vulnerables y cuyos derechos
pueden verse afectados. La ética trata de explicar los motivos para
ocuparse del otro o de los otros y mirar más allá de un pensamiento
individualista, pues el ciudadano es parte de un conjunto más amplio
y de un sistema, en el que todos contribuyen y tienen una función.
Mientras unos son indiferentes ante la injusticia o normalizan la des-
igualdad, otros han buscado involucrarse en construir una realidad di-
ferente y actuar para transformar su entorno, con este enfoque, diver-
sos movimientos sociales, como por ejemplo los grupos ecologistas o
feministas, han buscado marcar una diferencia, defendiendo aspectos
que antes no fueron considerados como merecedores de protección,
pero cuya tutela beneficia a un gran número de personas, es decir, que
se favorece a lo común y a pensar en los otros, para brindar un aporte
o solución a sus problemas y conflictos (Sánchez, 2018).
De la reflexión anterior se desprende que la ética está vinculada
a la justicia desde lo colectivo, pues no se trata de alcanzar el bien-
estar individual, aunque ese sea el modelo característico de nuestro
tiempo, una comprensión de bienestar más amplia, tiene que ver con
justicia social, equidad y la búsqueda de un cambio común. En este
contexto es esencial hablar de la solidaridad, que no siempre se pone
en práctica en sociedades económicamente más estables, en algunos
casos se evidencia la falta de compasión y generosidad, en los gran-
des centros urbanos, en los que las desigualdades son evidentes y
parecería que no importan las necesidades de los otros.
El Estado tiene grandes retos al tratar de atender las crecientes
necesidades de las personas, en esta tarea también hace falta integrar
un factor que permita un acercamiento más humano de quienes por
distintas circunstancias son víctimas de prácticas que afectan o me-
noscaban el goce de sus derechos, la justicia no puede estar apartada
136 Natalia Mora Navarro

de esa visión. En este contexto la ética, la justicia y la solidaridad son


elementos que se complementan, para brindar prácticas más huma-
nas y cercanas a la realidad social, ofreciendo una alternativa.
La sociedad de la información concentra distintos puntos de vista
y aunque muchos temas se comentan de manera constante, no se
ofrece una respuesta válida ante problemas globales, como los desas-
tres ecológicos o actividades de riesgo, en algunos casos no existen
opiniones sustentadas y en otros las grandes corporaciones emiten
criterios parcializados. Esto sugiere que estamos frente a temas que
son de interés colectivo, pero no se les da el valor que realmente tie-
nen, todo esto parece demostrar que es necesario contar con perso-
nas que se involucren en varios niveles para generar cambios reales
(Cortina, 2017).
Los individuos en la actualidad se encuentran frente a problemas
complejos, debido a que en ocasiones el poder de las grandes cor-
poraciones y empresas, se hace notar para favorecer a determina-
dos grupos de poder, causando graves problemas a la población, por
ejemplo, en el caso de actividades extractivas, su explotación pocas
veces genera un beneficio real para toda la sociedad, en este caso,
también, la ética juega un papel importante, en las decisiones que se
toman, desde los gobiernos y las instituciones.
Ante lo mencionado es indispensable contar con una respuesta no
sólo desde los gobernantes, sino también desde los grupos de pobla-
ción que se ven afectados y que sienten la necesidad de impulsar ac-
ciones para denunciar determinadas prácticas, se trata de gestiones
que expresan valentía y compromiso social en la búsqueda del interés
colectivo, fortaleciendo el sentido de pertenencia a una comunidad y
pensando incluso en los intereses de las futuras generaciones, en este
caso el sentido de la ética se vincula a intereses supraindividuales. En
las sociedades actuales, no se ha superado la desigualdad y prácticas
discriminatorias, por lo que es indispensable contar con cambios,
no solamente desde los gobernantes, sino también, en cuanto a ac-
titudes colectivas, impulsadas desde los ciudadanos y en la percep-
ción de su papel en la sociedad, en este contexto, han surgido varios
movimientos sociales, que logran alcanzar un importante poder de
Ética, sociedad y Administración pública... 137

convocatoria y expresan unos compromisos y acciones en favor del


cambio (Camps, 2019).
Por ejemplo, en el caso de colectivos, con un enfoque feminista, se
han dado pasos significativos, con sus acciones que han impulsado
reformas jurídicas e institucionales, en favor de la igualdad y esos
logros son el resultado de un proceso, que involucra a varios actores
y busca un cambio, para construir una sociedad más justa. Aunque
actualmente, existen leyes que responden a necesidades sociales, adi-
cionalmente es fundamental contar con una sociedad responsable y
comprometida con el cambio, ya que la ausencia de solidaridad, cau-
sa trastornos en la vida pública, por lo que debe existir cooperación,
entre los miembros de la colectividad (Cortina, 2017).
La ética también se vincula a la responsabilidad y tiene que ver
con la capacidad del individuo para actuar y hacerse cargo de los
resultados de sus propias acciones, así el integrante de una familia, el
trabajador, o el ciudadano, tienen un conjunto de conexiones y pro-
pósitos, dentro de una red de relaciones que genera interacciones,
diálogos, requerimientos, compromisos y obligaciones que pueden
medirse por medio de un conjunto de resultados. (Boff, 2020). En
cuanto a asuntos colectivos, es importante comprender que todas las
personas contribuyen de algún modo, en que se forje un determinado
tipo de sociedad, pero muchas veces existe pasividad y desinterés por
parte de los ciudadanos (Camps, 2019).
Una sociedad totalmente fragmentada no logrará consolidar in-
tereses comunes, para ello es fundamental la educación por medio
de la cual se podrán fortalecer parámetros y reglas necesarios para la
convivencia, esto ayudará a fomentar el respeto a los que nos rodean,
ya que cada uno tiene su función y merece ser tratado con dignidad,
respeto y solidaridad (Boff, 2020). Pero contar con una mayor ci-
fra de escolarización no significa que exista igualdad y justicia sobre
todo si se mantienen las inequidades sociales. La educación tiene un
papel relevante en la ética pública, no sólo en cuanto a consolidar
los valores que son esenciales en una determinada sociedad, sino que
también en un aspecto formal puede dotar al individuo de herra-
mientas para ser competitivo en el mundo moderno.
138 Natalia Mora Navarro

Lamentablemente, las desigualdades sociales y económicas, en


ocasiones también influyen en el sistema escolar dejando, a muchos
sin la posibilidad de obtener una educación de calidad, con lo que
podría ser más difícil cambiar dinámicas excluyentes, con asimetrías
que se consolidan y crean una sociedad pasiva y subyugada. En la
actualidad la educación se ha expandido y llega a un amplio número
de personas, con lo cual existe la posibilidad de que los ciudadanos
tengan un mayor acceso a la información y conozcan sus derechos, a
fin de poder exigir su defensa y tutela (Galán, 2010).
Una administración pública orientada en favor del interés general,
requiere adaptarse a una sociedad plural y cambiante, lo que coloca
al Estado frente a nuevos desafíos, por lo que también sus funciona-
rios deberán incorporar estrategias en atención a nuevas necesidades
colectivas. La ética es un elemento fundamental en la sociedad, ya
que los individuos cuentan con un conjunto de derechos y obliga-
ciones que permiten la convivencia y el sostenimiento de la sociedad,
Asimismo, es indudable que todas las personas buscan seguridad y
bienestar, la que podría lograse con prácticas de apoyo mutuo, coo-
peración y reciprocidad para buscar un interés común (Villoría &
Izquierdo, 2016).
Este factor se vincula con un conjunto de normas que regulan las
relaciones intersubjetivas y buscan un equilibrio para consolidar el
interés común y permitir la convivencia de los integrantes del grupo,
por lo que es importante contar con un sentido de justicia, que se ex-
presa en varios aspectos y niveles (Villoría & Izquierdo, 2016). Desde
la administración pública debe existir la comprensión de que su tarea
principal es la de servir a los ciudadanos para mejorar la calidad de
vida de las personas y que además de los compromisos contenidos
en las normas, se deben tomar en cuenta valores éticos, sin olvidar la
transparencia, el buen uso de los recursos, la rendición de cuentas y
la consecución de objetivos sociales (Pintos, 2017).
A manera de cierre, me gustaría recapitular algunos aspectos im-
portantes de este apartado. Considero que el panorama actual nos
coloca frente a nuevos desafíos y es indispensable incorporar cam-
bios para responder de manera eficiente a las necesidades sociales,
Ética, sociedad y Administración pública... 139

para consolidar relaciones de confianza y credibilidad entre las insti-


tuciones públicas y los ciudadanos. Es necesario que, por medio de
acciones colectivas, desde los espacios públicos, se actúe para res-
ponder ante prácticas de discriminación y exclusión para transformar
la sociedad, con acciones que busquen alcanzar justicia social y equi-
dad. Ética, justicia y solidaridad son aspectos que están estrecha-
mente vinculados y son indispensables en la búsqueda de prácticas
más humanas y cercanas a las necesidades de los otros.
Existe un nexo indisoluble entre administración pública y socie-
dad, pues se trata de dos caras de una misma moneda, por lo que, al
hablar de ética, no sólo deben analizarse las actitudes de los funcio-
narios, sino también las cualidades de los ciudadanos, sus compro-
misos y convicciones, que son elementos sustanciales en la construc-
ción del bien común, de modo que un conjunto de ciudadanos con
firmes valores éticos, es capaz de rechazar prácticas que perjudiquen
la vida pública. Sumado a lo anterior, las actitudes éticas de los ciu-
dadanos deben estar acompañadas de una institucionalidad pública
eficiente, con reglas y normas que respondan a las necesidades ac-
tuales de la sociedad y con apego a los derechos humanos, todo esto
orientado a construir una sociedad con mejores condiciones de vida
para todos.

5. Conclusiones
En la sociedad actual y frente a los retos a los que nos enfrentamos,
no podemos renunciar a la construcción de un Estado ético, conso-
lidado por las acciones de gobernantes, funcionarios y ciudadanos
comprometidos con el cambio, ya que existen problemas que no se
resolverían desde una lógica privada, por lo tanto, la figura del Estado
debe fortalecerse para generar confianza frente a los ciudadanos.
El Estado tiene un papel fundamental en la protección de los ciu-
dadanos, por ello debe implementar acciones para fortalecer el perfil
de sus funcionarios y fomentar la defensa de valores éticos para tute-
lar los intereses comunes y procurar que todos puedan vivir en condi-
ciones de dignidad, libertad y seguridad, con acciones conjuntas que
involucren a varios sectores de la sociedad.
140 Natalia Mora Navarro

La Administración pública se rige por una serie de lineamientos


para todos quienes son parte de ella, las diversas actuaciones prove-
nientes de estos espacios, deben estar apegadas a las normas y pre-
ceptos legales, pero también orientarse por valores éticos en el marco
de la Constitución y de los derechos humanos.
Los cambios se logran por medio de acciones colectivas, por lo
que el conjunto de la sociedad debe involucrarse activamente para
consolidar consensos sobre la sociedad que queremos construir,
puesto que el bienestar colectivo se afianza con las actuaciones de
los ciudadanos, funcionarios y gobernantes.
Las personas que trabajan en la Administración pública cumplen
con tareas relevantes que pueden generar un impacto permanente
en las vidas de los ciudadanos, es por ello que deben mantener al-
tos parámetros éticos comprendiendo los posibles alcances de sus
acciones y decisiones, este es el fundamento de la responsabilidad,
en el que debe estar presente también un equilibrio entre derechos y
obligaciones.
Todo el conjunto de la sociedad debe involucrarse si se busca ge-
nerar un cambio, ya que las acciones sumadas, pueden lograr una
respuesta que nos ayude a alcanzar consensos sobre la sociedad que
queremos construir, puesto que el bienestar colectivo se consolida
con las actuaciones construidas colectivamente teniendo como eje
la ética.

6. Referencias bibliográficas
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