Teoria02 FundamentosCartograficosGeodesicos
Teoria02 FundamentosCartograficosGeodesicos
Teoria02 FundamentosCartograficosGeodesicos
¿Qué aspectos trata la geodesia y por qué es necesario conocer estos para trabajar con un
SIG? • ¿Qué es el geoide? • ¿Qué es el datum? • ¿Qué es un sistema de proyección y cuáles son
los principales? • ¿Qué diferencias existen entre ellos? • ¿Qué es la escala? • ¿Qué entendemos
por generalización cartográfica y para qué resulta útil?
Trabajar con información georreferenciada requiere conocer una serie de conceptos previos necesarios
para poder realizar correctamente todo tipo de operaciones. Estos conceptos no son exclusivos del ámbito
de los SIG, sino que derivan de otras disciplinas que tradicionalmente han trabajado con este tipo de
información, como por el ejemplo la cartografı́a.
Los datos georreferenciados tienen además una peculiaridad como datos espaciales, pues son datos
que se sitúan sobre la superficie de la Tierra. Por ello, es necesario tener un conocimiento preciso de
la forma de esta, para ası́ tratar con exactitud y rigor la información con que se trabaja en un SIG.
La geodesia es la ciencia que se encarga del estudio de la forma de la Tierra, y sus fundamentos se
encuentran entre los conceptos base de todo SIG, siendo por tanto necesario conocerlos para poder
hacer uso de estos.
En este capı́tulo veremos algunas ideas esenciales sobre cartografı́a y geodesia, que serán de aplicación
constante y fundamental en el uso de cualquier SIG.
3.1. Introducción
La caracterı́stica principal de la información georreferenciada es que tiene una localización
en el espacio, particularmente en el espacio terrestre. Esta localización se ha de dar por
medio de unas coordenadas que la definan de forma adecuada, lo cual implica la necesidad
de establecer un sistema en base al cual expresar dichas coordenadas.
Si medimos un dato de temperatura necesitamos un sistema de medición conocido, sin
el cual el dato de temperatura en sı́ carece de valor y significado. Ası́, no es lo mismo decir
que una temperatura es de 25 grados Celsius o que es de 25 grados Fahrenheit. Del mismo
modo, si a esa temperatura le queremos asociar algún tipo de información espacial (por
ejemplo, el punto exacto en el que fue medida), debemos establecer un sistema que permita
dar sentido a las mediciones que realicemos, y que posteriormente nos sirva para interpretar
los valores de las coordenadas y poder saber con exactitud dónde está el punto al que estas
hacen referencia.
El establecimiento de un sistema de referencia en el que expresar la situación de un punto
dado no es en absoluto una tarea sencilla, y requiere el conocimiento de abundantes conceptos
previos que van desde ideas fı́sicas hasta complejos desarrollos matemáticos y geométricos.
Los avances en este campo han sido constantes desde la antigüedad, y esta evolución es
la que ha permitido que en la actualidad se puedan obtener resultados altamente precisos
en el trabajo con información georreferenciada. Gran parte de lo que podemos hacer en
36 Sistemas de Información Geográfica
escala, es decir, la relación entre el tamaño real de aquello que representamos y su tamaño
en la representación, la cual constituye un factor básico de toda información cartográfica.
La escala condiciona a su vez la aparición de otra serie de ideas y de procesos asocia-
dos, como por ejemplo la generalización cartográfica. Esta engloba los procedimientos que
permiten que a cada escala se represente la información de la forma más adecuada posible,
maximizando el valor de dichas representaciones. Aunque tanto la escala como la genera-
lización cartográfica son conceptos muy vinculados a las propias representaciones visuales
de la información geográfica, y este libro contiene una parte dedicada especı́ficamente a la
visualización, se trata de conceptos cartográficos fundamentales y por ello se incluyen en
este capı́tulo, ya que resultan necesarios incluso si se trabaja con datos georreferenciados sin
visualización alguna de estos.
Suponer que la Tierra es una esfera no es una aproximación tan mala como puede pare-
cer (las representaciones gráficas a las que estamos acostumbrados exageran habitualmente
mucho el achatamiento del planeta), aunque el elipsoide es más preciso y necesario a la
hora de elaborar cartografı́a de zonas no muy extensas. A gran escala, sin embargo, y para
determinadas tareas, es habitual suponer la Tierra con una forma perfectamente esférica.
Como se muestra en la figura 3.1, un elipsoide viene definido por dos parámetros: el
semieje mayor y el semieje menor. En el caso de la Tierra estos se corresponderı́an con
el radio ecuatorial y el radio polar respectivamente. La relación existente entre estas dos
medidas define el grado de achatamiento del elipsoide. En particular, se establece un factor
de achatamiento según
r1 − r2
f= (3.2.1)
r1
siendo r1 el semieje mayor y r2 el semieje menor.
El elipsoide es la forma geométrica que mejor se adapta a la forma real de la Tierra, y
por tanto la que mejor permite idealizar esta, logrando un mayor ajuste.
Una vez que se dispone de una expresión teórica para la forma de la Tierra, el siguiente
paso es la determinación de los parámetros que definen esta. En el caso de utilizar la esfera,
hay que calcular su radio. En el caso de asumir el elipsoide como forma de referencia, deben
determinarse las medidas de los semiejes menor y mayor.
Debido a la evolución histórica de la idea de elipsoide de referencia, las medidas de
los semiejes que lo definen no son únicas. Es decir, no en todos lugares y en todas las
circunstancias se emplea un mismo elipsoide caracterizado por unos valores r1 y r2 idénticos.
Esto es debido principalmente al hecho de que un determinado elipsoide no se adapta de
modo igualmente preciso a todas las regiones terrestres, y el elipsoide que proporciona un
mejor ajuste para un área dada (por ejemplo, un continente o paı́s) puede no ser el mejor
en otra zona de la Tierra alejada de la primera.
A esto debe sumarse que los esfuerzos iniciales por determinar la forma de la Tierra y los
parámetros del elipsoide de referencia fueron realizados en tiempos en los que la comunicación
entre distintos puntos de la superficie terrestre no era la misma que hoy en dı́a. Por ejemplo,
los geodestas europeos de entonces realizaban un trabajo similar a sus colegas americanos,
pero los datos con los que contaban eran bien distintos, pues las mediciones de cada grupo
eran relativas a sus zonas de trabajo, ya que no resultaba sencillo desplazarse a otras partes
Fundamentos cartográficos y geodésicos 39
1
Elipsoide Semieje mayor Semieje menor f
Figura 3.2: Representación gráfica del geoide (Fuente: Misión GRACE (NASA)).
Figura 3.3: Tres superficies fundamentales: superficie real de la Tierra, geoide y elipsoide (Adaptado
de Wikipedia).
El geoide no es, sin embargo, una superficie regular como el elipsoide, y presenta pro-
tuberancias y depresiones que lo diferencian, como puede observarse en la figura 3.2. La
densidad de la Tierra no es constante en todos sus puntos, y ello da lugar a que el geoide
sea una superficie irregular como consecuencia de las anomalı́as gravimétricas que dichas
variaciones de densidad ocasionan.
Lógicamente, el elipsoide, por su naturaleza más simple, no puede recoger toda la va-
riabilidad del geoide, por lo que estas dos superficies presentan diferencias, cuyo máximo es
generalmente del orden de ±100 metros. Estas diferencias se conocen como alturas geoidales.
Al igual que en el caso de los elipsoides, existen diversos geoides de referencia, y estos no
son constantes en el tiempo sino que evolucionan para adaptarse a las modificaciones que
tienen lugar sobre la superficie terrestre.
La figura 3.3 muestra una comparación esquemática entre las tres superficies: superficie
real de la Tierra, geoide y elipsoide.
los terrestres. Por el contrario, cuando el elipsoide es local, estas propiedades no han de
cumplirse necesariamente, y el elipsoide a solas resulta insuficiente ya que carecemos de
información sobre su posicionamiento con respecto a la superficie terrestre.
Surge ası́ el concepto de datum, que es el conjunto formado por una superficie de referencia
(el elipsoide) y un punto en el que ((enlazar)) este al geoide. Este punto se denomina punto
astronómico fundamental (para su cálculo se emplean métodos astronómicos), o simplemente
punto fundamental, y en él el elipsoide es tangente al geoide. La altura geoidal en este punto
es, como cabe esperar, igual a cero. La vertical al geoide y al elipsoide son idénticas en el
punto fundamental.
Para un mismo elipsoide pueden utilizarse distintos puntos fundamentales, que darán
lugar a distintos datum y a distintas coordenadas para un mismo punto.
Latitud
Longitud
Meridianos 60º
30º
0º
Ecuador
Paralelos
un par de medidas de distancia x e y. Esta forma es mucho más sencilla e intuitiva, y permite
una mayor facilidad de operaciones.
Por otro lado, si necesitamos crear una representación visual de la información cartográfi-
ca, lo habitual es hacerlo en una superficie plana, ya sea a la manera clásica en un pliego de
papel o, usando las tecnologı́as actuales, en un dispositivo tal como una pantalla.
Por todo ello, se deduce que existe una necesidad de poder trasladar la información
geográfica (incluyendo, por supuesto, la referente a su localización) a un plano, con objeto
de poder crear cartografı́a y simplificar gran número de operaciones posteriores. El proceso
de asignar una coordenada plana a cada punto de la superficie de la Tierra (que no es plana)
se conoce como proyección cartográfica.
Más exactamente, una proyección cartográfica es la correspondencia matemática biunı́vo-
ca entre los puntos de una esfera o elipsoide y sus transformados en un plano [371]. Es decir,
una aplicación f que a cada par de coordenadas geográficas (φ, λ) le hace corresponder un
par de coordenadas cartesianas (x, y), según
Figura 3.5: Esquema del concepto de proyección. A los puntos A, B y C sobre la superficie del
elipsoide les asocian equivalentes a, b y c sobre un plano.
una parte de ellas sı́ que se fundamentan en un razonamiento similar a este, y el esquema
mostrado sirve bien para entender el concepto y el paso de coordenadas de una superficie
tridimensional a una bidimensional.
Veremos en los siguientes puntos las diferentes modificaciones que pueden introducirse
sobre la forma anterior de proyectar, y que dan lugar a tipos distintos de proyecciones.
Puede apreciarse igualmente en la figura que se producen distorsiones al realizar la pro-
yección. Es decir, que ciertas propiedades no se reproducen con fidelidad al pasar puntos
desde la superficie curva al plano. Por ejemplo, la distancia entre los puntos A y B no es
igual a la existente entre los puntos a y b. Con independencia de las caracterı́sticas propias
de la proyección, siempre existen distorsiones. Esto es ası́ debido a que la esfera, como se ha
dicho, no es desarrollable, mientras que el plano sı́ lo es, y por ello en el paso de coordenadas
de uno a otra han de aparecen inevitablemente alteraciones.
Tipos de proyecciones
Las proyecciones se clasifican según la superficie sobre la que se proyectan los puntos.
En el esquema de la figura 3.5, el plano de proyección es ya de por sı́ bidimensional. No
obstante, puede realizarse la proyección sobre una superficie tridimensional, siempre que
esta, a diferencia de la esfera, sı́ sea desarrollable. Es decir, que pueda ((desenrollarse)) y
convertirse en un plano sin necesidad de doblarse o cortarse. Estas otras superficies pueden
emplearse también para definir una proyección, de la misma forma que se hace con un plano.
Las superficies más habituales son el cono y el cilindro (junto con, por supuesto, el plano),
las cuales, situadas en una posición dada en relación al objeto a proyectar (esto es, la Tierra),
definen un tipo dado de proyección. Distinguimos ası́ los siguiente tipos de proyecciones:
representar franjas que no abarquen una gran distancia en latitud, pero poco adecuada
para representación de grandes áreas. Algunas de las proyecciones más conocidas de
este grupo son la proyección cónica equiárea de Albers y la proyección conforme cónica
de Lambert.
esquema de la figura 3.5, tenemos distintos tipos en función de la posición del punto
de fuga.
Otra forma distinta de clasificar las proyecciones es según las propiedades métricas que
conserven. Toda proyección implica alguna distorsión (denominada anamorfosis), y según
cómo sea esta y a qué propiedad métrica afecte o no, podemos definir los siguientes tipos de
proyecciones:
En los ejemplos de proyecciones que se han citado para los distintos tipos de proyecciones
(cónicas, cilı́ndricas, etc.) puede verse cómo resulta común especificar el tipo en función de
la propiedad métrica preservada, para ası́ caracterizar completamente la proyección.
La elección de una u otra proyección es función de las necesidades particulares. Como ya
se ha dicho, la proyección polar estereográfica es empleada cuando se trabaja las regiones
polares, ya que en este caso es la más adecuada. Proyecciones como la de Mercator, empleadas
Fundamentos cartográficos y geodésicos 47
habitualmente, no resultan tan adecuadas en esas zonas. Asimismo, hay proyecciones que no
pueden recoger todo el globo, sino solo una parte de este, por lo que no son de aplicación para
grandes escalas. La existencia de un gran número de distintas proyecciones es precisamente
fruto de las diferentes necesidades que aparecen a la hora de trabajar con cartografı́a.
Polar Stereographic).
Las proyecciones cartográficas, vistas en un punto anterior, son una forma particular de
conversión de coordenadas.
Un SIG ha de estar preparado para trabajar con cartografı́a en cualquiera de los sistemas
de referencia más habituales y, más aún, para facilitar al usuario la utilización de todo tipo
de información geográfica con independencia del sistema de coordenadas que se emplee. Para
ello, los SIG incorporan los procesos necesarios para efectuar cambios de coordenadas, de
forma que para unos datos de partida se genera un nuevo conjunto de datos con la misma
información pero expresada en un sistema de coordenadas distinto.
Otra forma en la que los SIG pueden implementar estas operaciones es mediante capa-
cidades de transformación y conversión ((al vuelo)), es decir, en tiempo real. De este modo,
pueden introducirse en un SIG datos en sistemas de coordenadas variados, y el SIG se en-
carga de cambiar estos a un sistema de referencia base fijado de antemano. Este proceso
tiene lugar de forma transparente para el usuario, que tiene la sensación de que todos los
datos estaban originalmente en el sistema de trabajo escogido.
Esto exige, lógicamente, que todo dato geográfico se acompañe de información acerca
del sistema de coordenadas que se ha utilizado para crearlo, algo que no siempre sucede.
Veremos más acerca de la importancia de este tipo de información adicional en el capı́tulo
31.
bien es cierto que existe un esfuerzo integrador para tratar de homogeneizar el uso de sistemas
de referencia, también existen esfuerzos para intentar facilitar la gestión de estos y que no
resulte tan complejo combinar cartografı́a producida utilizando sistemas de coordenadas
diferentes.
Uno de los intentos más exitosos en este sentido es el desarrollado por el consorcio pe-
trolı́fero European Petroleum Survey Group (EPSG), el cual, consciente de la necesidad de
disponer de información acerca de los distintos sistemas de coordenadas y de que esta infor-
mación fuera de fácil acceso y manejo, ha elaborado un esquema de codificación especı́fico.
Este esquema asocia a cada sistema de coordenadas un código (conocido como código
EPSG) que la identifica. Paralelamente, se han documentado en un formato común las
caracterı́sticas principales de todos estos sistemas, ası́ como las formulaciones que permiten
transformar coordenadas entre ellos.
Esta información constituye el EPSG geodetic parameter dataset, un repositorio de los
parámetros necesarios para [5]
3.4. Escala
El concepto de escala es fundamental a la hora de trabajar con cartografı́a, y es uno de
los valores básicos que definen toda representación cartográfica. Esta representación ha de
tener un tamaño final manejable, con objeto de que pueda resultar de utilidad y permitir
un uso práctico, pero el objeto que se cartografı́a (un paı́s, un continente o bien la Tierra
al completo) es un objeto de gran tamaño. Esto hace necesario que, para crear un mapa,
se deba reducir o bien el objeto original o bien el objeto ya proyectado, dando lugar a una
versión ((reducida)) que ya cumple con los requisitos de tamaño adecuado.
Es decir, imaginemos que aplicamos una proyección cónica sobre el elipsoide, empleando
para ello un cono que cubra dicho elipsoide, el cual tendrá que ser, lógicamente de gran
tamaño (¡hay que cubrir toda la Tierra!). Al desarrollarlo, el plano que obtenemos tiene
miles de kilómetros de lado. Debemos fabricar una versión ((a escala)) de este, que será la
que ya podamos utilizar.
En este contexto, la escala no es sino la relación de tamaño existente entre ese gran
mapa que se obtiene al desarrollar nuestro cono de proyección y el que finalmente maneja-
mos, de tamaño más reducido. Conociendo esta relación podemos ya conocer las verdaderas
magnitudes de los elementos que vemos en el mapa, ya que podemos convertir las medidas
hechas sobre el mapa en medidas reales. Es importante recordar que esas medidas no son tan
((reales)), puesto que la propia proyección las ha distorsionado —lo cual no debe olvidarse—,
pero sı́ que son medidas en la escala original del objeto cartografiado.
La escala se expresa habitualmente como un denominador que relaciona una distancia
medida en un mapa y la distancia que esta medida representa en la realidad. Por ejemplo, una
escala 1:50000 quiere decir que 1 centı́metro en un mapa equivale a 50000 centı́metros en la
realidad, es decir a 500 metros. Conociendo este valor de la escala podemos aplicar sencillas
Fundamentos cartográficos y geodésicos 51
reglas de tres para calcular la distancia entre dos puntos o la longitud de un elemento dado,
sin más que medirlo sobre el mapa y después convertir el resultado obtenido en una medida
real.
Una vez más es preciso insistir que lo anterior es posible siempre bajo las limitaciones
que la propia proyección empleada para crear el mapa tenga al respecto, y que dependerán
del tipo de proyección que sea en función de las propiedades métricas que conserva.
De hecho, e independientemente del tipo de proyección, la escala es completamente cierta
únicamente en determinadas partes del mapa. Cuando decimos que un mapa tiene una
escala 1:50000, este valor, denominado Escala Numérica, se cumple con exactitud tan solo
en algunos puntos o lı́neas. En otros puntos la escala varı́a. La relación entre la escala en
esos puntos y la Escala Numérica se conoce como Factor de Escala.
A pesar de que la escala es imprescindible para darle un uso práctico a todo mapa, y
cualquier usuario de este debe conocer y aplicar el concepto de escala de forma precisa,
los SIG pueden resultar engañosos al respecto. Aunque la escala como idea sigue siendo
igual de fundamental cuando trabajamos con información geográfica en un SIG, las propias
caracterı́sticas de este y la forma en la que dicha información se incorpora en el SIG pueden
hacer que no se perciba la escala como un concepto tan relevante a la hora de desarrollar
actividad con él.
Esto es debido principalmente a que la escala tiene una relación directa con la visuali-
zación, ya que se establece entre la realidad y una representación visual particular, esto es,
el mapa. Como ya se ha mencionado en el capı́tulo 1, los datos en un SIG tienen carácter
numérico y no visual, y la representación de estos se encarga de realizarla el subsistema
correspondiente a partir de dichos datos numéricos. Es decir, que en cierta medida en un
SIG no es estrictamente necesaria la visualización de los datos, y cuando esta se lleva a cabo
no tiene unas caracterı́sticas fijas, ya que, como veremos, el usuario puede elegir el tamaño
con el que estos datos se representan en la pantalla.
Un mapa impreso puede ampliarse o reducirse mediante medios fotomecánicos. Sin em-
bargo, no es esta una operación ((natural)), y está claro que desde el punto de vista del rigor
cartográfico no es correcta si lo que se hace es aumentar el tamaño del mapa. En un SIG, sin
embargo, es una operación más el elegir la escala a la que se representan los datos y modificar
el tamaño de representación, y esta resulta por completo natural e incluso trivial[319].
Pese a ello, los datos tienen una escala inherente, ya que esta no está en función de
la representación, sino del detalle con que han sido tomados los datos, y esta escala debe
igualmente conocerse para dar un uso adecuado a dichos datos. En este sentido es más
conveniente entender la escala como un elemento relacionado con la resolución de los datos,
es decir, con el tamaño mı́nimo cartografiado.
Esta concepción no es en absoluto propia de los SIG, ya que deriva de las representaciones
clásicas y los mapas impresos. Se sabe que el tamaño mı́nimo que el ojo humano es capaz de
diferenciar es del orden de 0,2 mm. Aplicando a este valor la escala a la que queremos crear
un mapa, tendremos la mı́nima distancia sobre el terreno que debe medirse. Por ejemplo,
para el caso de un mapa 1:50000, tenemos que la mı́nima distancia es de 10 metros
Si medimos puntos a una distancia menor que la anterior y después los representamos en
un mapa a escala 1:50000, esos puntos no serán distinguibles para el usuario de ese mapa, y
la información recogida se perderá. Estos razonamientos sirven para calcular la intensidad
del trabajo que ha de realizarse para tomar los datos con los que después elaborar una
determinada cartografı́a.
En realidad, el concepto de escala no es único, sino que tiene múltiples facetas. Por una
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parte la escala cartográfica, que es la mera relación entre el tamaño en el mapa y la realidad.
Por otra, la escala de análisis u operacional [342], que es la que define la utilidad de los datos
y lo que podemos hacer con ellos, ya que indica las limitaciones de estos. Cuando en un SIG
aumentamos el tamaño en pantalla de una cierta información geográfica, estamos variando
la escala cartográfica, pero no estamos modificando la escala de análisis. Por ello, por mucho
que ampliemos no vamos a ver más detalles, ya que para ello serı́a necesario tomar más
datos.
Veremos más ideas sobre la escala de análisis y algunas implicaciones al respecto en
el capı́tulo 9, al inicio de la parte dedicada a los procesos, ya que estos conceptos son
fundamentales para realizar correctamente análisis y operaciones como las descritas en esa
parte del libro.
Un tipo de datos espaciales particulares con los que se trabaja en un SIG, los datos
ráster, tienen a su vez un parámetro de resolución, con una clara relación con el concepto
de escala. Veremos más al respecto en el capı́tulo 5.
conjunto de calles que se contienen en él pueden presentar gran complejidad, tanto mayor
cuanto mayor sea el nivel de detalle con que han sido recogidas en los datos. Es decir,
que en el trabajo con un SIG la generalización no tiene importancia únicamente para la
visualización en sı́, sino también para el rendimiento del propio SIG a la hora de producir
dicha visualización.
Aunque en las situaciones anteriores la generalización puede llevarse a cabo eligiendo
qué elementos representar y cuáles no, esta selección no recoge en sı́ toda la complejidad de
la generalización, ya que esta es un conjunto más complejo de procesos y transformaciones
gráficas [453].
En ocasiones, el proceso de generalización es necesario por razones distintas a lo visto
en el ejemplo anterior, y requiere diferentes operaciones. Por ejemplo, podemos crear un
mapa del mundo que contenga vı́as de comunicación, pero no todas, sino solo las principales
autopistas de cada paı́s. En este caso, no vamos a encontrar problemas con distintas carre-
teras que se solapan en la representación, ni tampoco un volumen excesivo de datos, pero
debemos igualmente ((adaptar)) la representación a la escala, es decir, efectuar algún tipo de
generalización.
Si en ese mapa representamos una carretera con un ancho de 20 metros a escala 1:1000000,
el tamaño que tendrá en el mapa será de tan solo 0,02 milı́metros. Este ancho es práctica-
mente nulo y no tiene sentido representar esa carretera de esta forma, sino darle un ancho
mayor. Aunque no se esté dibujando con exactitud la magnitud real de ese elemento, el re-
sultado es mucho mejor desde todos los puntos de vista. Esta es otra forma de generalización
que busca también mejorar la calidad de la representación y la transmisión de la información
que contiene.
La generalización, por tanto, es un proceso que tiene como objetivo la producción de una
imagen cartográfica legible y expresiva, reduciendo el contenido del mapa a aquello que sea
posible y necesario representar. Para ello, se enfatiza aquello que resulta de importancia y
se suprime lo que carece de ella [135].
Simplificación. Se trata de crear elementos más sencillos que sean más fáciles y rápidos
de representar. Los elementos originales se sustituyen por estos más sencillos, de tal
modo que se mantienen las caracterı́sticas visuales principales pero las operaciones con
los datos se optimizan.
Suavizado. Se sustituyen formas angulosas por otras más suaves y de menor comple-
jidad.
Agregación. Un conjunto de varios objetos se sustituye por uno nuevo con un menor
número. Por ejemplo, al representar una ciudad, no dibujar cada una de las casas, sino
solo el contorno de cada manzana. La figura 3.10 muestra un ejemplo de esta técnica
aplicado a elementos lineales, en particular carreteras.
Figura 3.10: Un ejemplo de generalización por agregación. Dos carreteras prácticamente paralelas
y unidas se representan como dos elementos en el mapa, pero en el localizador de la parte superior
izquierda, a escala de menor detalle, se generalizan como una única (Tomado de Yahoo Maps).
tamaño para que pueda interpretarse con mayor facilidad y no perder información en
la representación.
Combinando operaciones como las anteriores de forma adecuada, se obtiene una car-
tografı́a mucho más útil, en la cual la información que contiene resulta más accesible y
práctica, con un mayor potencial desde todos los puntos de vista. En el caso de trabajar
en un SIG, algunas de estas operaciones, como pueden ser la simplificación o la agregación,
tiene también un efecto beneficioso sobre el propio manejo de los datos dentro del SIG.
Estas operaciones se enumeran aquı́ como ideas a aplicar para efectuar la generalización
de un documento geográfico, como corresponde a este capı́tulo de fundamentos y conceptos
cartográficos básicos. No obstante, estas mismas operaciones también las veremos en otras
partes del libro, ya que no son exclusivas de esta parte. Por su importante papel en la repre-
sentación visual de los datos, veremos más al respecto en la parte dedicada a visualización.
Algunos algoritmos para la simplificación y suavizado de lı́neas los estudiaremos en la parte
dedicada a procesos, particularmente en el apartado 18.7.
también tener un distinto origen. Incluso el tipo de información que vemos varı́a, ya que
las representaciones más globales son de tipo gráfico, creadas a partir de los propios datos
almacenados como objetos (calles, carreteras, etc.), mientras que la de mayor detalle es una
fotografı́a aérea.
En el caso de imágenes tales como esa fotografı́a aérea, existen además en un SIG una serie
de procesos que también pueden considerarse como parte de la generalización, y que atañen
más al rendimiento que a la representación. Para entenderse esto piénsese que las imágenes
se componen de elementos denominados pı́xeles, que son pequeños puntos, cada uno de los
cuales tendrá un color asociado (esto lo veremos con mucho más detalle en el capı́tulo 5).
El numero de estos pı́xeles en una imagen grande es muy superior al de una pantalla (una
pantalla también se divide en puntos, si te acercas a una lo podrás ver claramente).
El proceso de representación de la imagen en la pantalla consiste en calcular qué color
asignar a cada pı́xel de la pantalla en función de los de la imagen, pero este proceso, si se
utiliza la imagen completa, es muy costoso en términos de cómputo, ya que implica procesar
toda la información de la imagen, que puede ser del orden de centenares de millones de
pı́xeles. Si representamos una porción de esa imagen (una porción del territorio que cubre),
podemos solo trabajar con los pı́xeles en esa zona, pero la representación de toda la imagen
hace necesario procesar todos los valores que contiene.
Fundamentos cartográficos y geodésicos 57
Figura 3.12: Pirámides de representación con imágenes preparadas a distintas escalas (Fuente:
OSGeo).
Este proceso en realidad puede verse como un tipo de generalización ((al vuelo)). Ya di-
jimos que este tenı́a principalmente dos problemas: el rendimiento y la imposibilidad de
obtener resultados óptimos de forma automatizada. En el caso de imágenes, existe el pro-
blema del rendimiento, pero es posible automatizar la creación de datos a diferente escala
de trabajo. Esto es ası́ debido a que la representación de elementos tales como carreteras o
lagos se hace mediante una interpretación de esos objetos, y este proceso es en cierta medida
subjetivo, como vimos. En el caso de imágenes no hay que interpretar objeto alguno, ya que
esos objetos ya ((están)) representados en la imagen, y únicamente es necesario disminuir la
escala.
Los algoritmos para llevar a cabo este proceso se conocen como de remuestreo, y los vere-
mos con detalle en el capı́tulo 14. Algunos SIG utilizan estos algoritmos para hacer más fluido
el manejo de grandes imágenes mediante la creación de las denominadas pirámides. Cuando
el usuario introduce en el SIG una imagen de gran tamaño, este prepara varias versiones de
esa imagen a distintas escalas de detalle, de forma que posteriormente pueda recurrir a la
que sea más conveniente en cada caso en función de la escala de representación. Es decir,
el SIG realiza la ((generalización)) de esa imagen de forma automática, siendo necesario pro-
porcionarle únicamente la imagen de mayor detalle. La figura 3.12 ilustra gráficamente esto.
3.6. Resumen
La cartografı́a y la geodesia son ciencias que aportan un importante conjunto de cono-
cimientos y elementos al mundo de los SIG, y su estudio es fundamental para cualquier
trabajo con un SIG.
La geodesia se encarga de estudiar la forma de la Tierra, con objeto de posteriormente
poder localizar de forma precisa los puntos sobre esta mediante un sistema de coordenadas.
Dos conceptos básicos en geodesia son el geoide y el elipsoide, superficies de referencia que
modelizan la forma de la Tierra. El primero es la superficie formada por los puntos en los
que el campo gravitatorio tiene una misma intensidad, y se obtiene prolongando la superficie
de los océanos en reposo bajo la superficie terrestre. El segundo es un objeto definido por
una ecuación y una serie de parámetros, que permite asimilar la Tierra a una superficie
matemática.
El conjunto de un elipsoide y un punto de tangencia con la superficie terrestre (Punto
Fundamental), forma un datum.
58 Sistemas de Información Geográfica