Catálogos Concepto Clases 1
Catálogos Concepto Clases 1
Catálogos Concepto Clases 1
En el siglo XIII se fundan las universidades, las cuales contarán con bibliotecas,
que, a su vez tendrán un inventario o catálogos de libros. De la misma forma, se realizan
inventarios de bibliotecas privadas, en especial cuando se venden o donan.
3) Los catálogos académicos (1500-1700)
La llegada de la imprenta propició el que los catálogos también se imprimieran
(eran catálogos tipo libro). Pero aumentó el volumen de las bibliotecas y varió el
contenido de los libros, por lo que, sobre todo desde el siglo XVII, las bibliotecas
académicas utilizaron un orden sistemático (Naudé, Bodley). Y apareció también, en la
Biblioteca Bodleyana (Oxford), el primer catálogo diccionario (con obras de autores,
títulos anónimos, materias). No obstante, todavía tenían carácter de inventario: a un
libro correspondía una sola noticia bibliográfica.
4. Los catálogos de las bibliotecas a partir de 1700
Hasta bien entrado el siglo XIX, se siguieron elaborando en forma de libro, lo
cual dificultaba la recuperación (se intercalaban pocos asientos secundarios; era difícil
acceder por materias…) y eran costosos de actualizar. (De esta forma-libro proviene el
término ‘asiento’). La solución vino con el catálogo de fichas. Ya Gessner las había
propuesto en sus Pandects (1548). Y Rozier, en la preparación del catálogo de la
Academia de Ciencias de París (publicado en 1775), había utilizado naipes para anotar
las descripciones de libros, precisamente por su carácter intercambiable (además de por
ser baratos y de tamaño uniforme). De ahí surgió la recomendación que daba el código
nacional francés de 1791 para elaborar los catálogos de las bibliotecas utilizando naipes
(entonces su verso era blanco), que en esa nación se extienden en la década de 1830.
La facilidad de intercalar fichas, hizo que Cutter lo diera a conocer en los
Estados Unidos, junto a las reglas en las que definió el propósito de los catálogos [el
cual se han venido repitiendo en todos los temas y manuales]: a) facilitar la localización
de un libro del que se conoce: o el autor o el título o la materia; b) mostrar lo que
posee la biblioteca: de un autor, de una materia, de un tipo de literatura; c) ayudar a la
elección de un libro por su edición o por sus características. El fichero multiplicó las
entradas secundarias, creó la necesidad de normalizar los encabezamientos de materia e
introducir la clasificación. Su actualización era tan fácil como intercalar las fichas. Se
normalizaron en 1895 (7,5 x 12,5 cm).
También mostraba sus desventajas: al crecer la colección, se redujo al mínimo
los puntos de acceso (secundarias), y, por otra parte, no podía ser difundido. La
primera desventaja trató de paliarse diversificando el catálogo diccionario en varios
distintos (de autores y obras anónimas, de títulos, de materias, sistemático), que fueran
más manejables. Ante lo segundo, en la década de 1950, se comenzaron a editar las
fichas en microforma utilizando el ordenador (COM), y en la década siguiente a
experimentar con el acceso en línea, dando paso a las distintas generaciones de OPAC
que veremos en su momento. Quedaba abierta la puerta: al acceso remoto a los
catálogos (incluso cuando cierra la biblioteca), a la posibilidad de formar catálogos
colectivos, a multiplicar los criterios de búsqueda, a la consulta simultánea, a la
puesta al día rápida, al conocimiento de la disponibilidad para el préstamo y a la
posibilidad de imprimir inmediatamente cada noticia.
La evolución de los catálogos en el último medio siglo pasa por una seria
normalización internacional, iniciada en la Conferencia de París en 1961, seguida de
la edición de las ISBD (más tarde de FRBR) y del formato MARC (más tarde de
Dublin Core), que unifican el modo en el que aparecen los datos, y culminada por las
Ignacio C. Soriano Jiménez 3
Temario oposiciones 2005-2006
Catálogos. Concepto y clases
De entre ellos, veremos en primer lugar los más representativos desde que las
bibliotecas se han concebido como lugares públicos de consulta y han utilizado las
fichas; para pasar después a la época en la que se introducen los ordenadores.
El catálogo alfabético de autora/es y de obras anónimas
Es el catálogo indispensable y obligado de la biblioteca pública. Es un catálogo
técnico y difícil, porque tiene múltiples funciones informativas. Se ordena por el
encabezamiento, formado por nombre de persona, de una entidad, o por el título, según
indica en cada caso las normas respectivas. Los asientos pueden ser: principales,
secundarios, de referencia o analíticos.
La ordenación del catálogo de autores es alfabética. En España, sus reglas están
contenidas en el capítulo 9 de las Reglas de Catalogación, redactadas por el Ministerio
de Cultura, 1.ª edición, 1985. La alfabetización se hace por unidades de ordenación:
signos, palabras, bloques…, teniendo algunas reglas especiales a considerar:
- no se cuentan los signos diacríticos, ni las conjunciones <<y>> o <<i>>
- no se cuentan como tales las consonantes dobles
- el signo & se traduce por la palabra correspondiente en cada idioma
- no se cuentan los indicadores de función
El catálogo alfabético de materias
Se distingue de los otros porque los asientos bibliográficos se encuentran
ordenados y encabezados por las materias de que tratan las obras. Los encabezamientos
deben de estar elegidos de entre una lista que la biblioteca ha adoptado para el caso
(Autoridades). Son los mismos que se han consignado en la ficha principal, debajo de la
descripción física, precedidos de números árabes.
El encabezamiento puede estar constituido: por una sola palabra (es la forma
ideal y, generalmente, se trata de un nombre); por nombre + apellido; nombre +
complemento (términos compuestos que no admiten formulación más simple); nombre
+ nombre (para designar materias que se entrecruzan); encabezamiento +
subencabezamiento (de materia, topográficos, cronológicos, de forma).
El catálogo diccionario
Es el resultado de mezclar en un solo bloque alfabético todos los asientos del
catálogo alfabético de autores/as (incluidas las secundarias), de títulos y de materias.
Debe su nombre al hecho de que, como sucede en los diccionarios, la ordenación de las
entradas se hace alfabética, siendo, a la vez, el reflejo del carácter enciclopédico de los
fondos de una biblioteca. Ha sido muy utilizado. Su desdoblamiento, por comodidad de
uso, ha dado origen a los otros que comentamos.
El catálogo topográfico
Es el resultante de colocar las fichas según el orden de los libros en los estantes.
Si los libros están colocados siguiendo una numeración correlativa, las fichas se
ordenarán en el catálogo por la misma numeración. Cuando los libros están colocados
en los estantes siguiendo la CDU, las fichas se ordenarán conforme a los números de
aquélla y, dentro de un mismo número, por orden alfabético de autores (en este caso,
coincide con el sistemático).
La notación o número de orden se denomina «signatura». Es un signo compuesto
de cifras o letras, o una combinación de ambas, que sirve para identificar el lugar de un
libro dentro de una colección y, por ello, debe figurar tanto en el lomo del libro como en
el asiento bibliográfico que lo describe.
El catálogo topográfico es imprescindible para los recuentos periódicos de los
libros, dado que éstos en los estantes y las fichas en el catálogo siguen el mismo orden.
Es de uso interno de la biblioteca.
El catálogo sistemático
Tan útil como los anteriores, el catálogo sistemático indica el lugar donde se
encuentra la obra, además del número de obras que tiene una biblioteca sobre una
materia o materias determinadas.
La disposición de las fichas, aquí, no sigue un orden alfabético de palabras, sino
que se ordenan por un símbolo (signatura o notación), cuya significación y valor vienen
determinados por un código elaborado de antemano. El método que, normalmente,
siguen todas las bibliotecas españolas en sus catálogos sistemáticos es la Clasificación
Decimal Universal (CDU), que divide los conocimientos humanos en 10 grupos.
Los catálogos automatizados (OPAC = Online Public Access Catalogue)
Los Catálogos de Acceso Público en Línea tienen la particularidad de que son un
catálogo diccionario que se nos presenta como una serie de datos en la pantalla de un
ordenador, a la que damos unas órdenes para que nos devuelva la información. Lo que
antes se denominaba ‘asiento’ y ‘ficha’, ahora se llama ‘registro’ (que puede ser
reproducido y distribuido con facilidad). El OPAC es un módulo de los SIGB, que se
alimenta de las descripciones bibliográficas que se han introducido en formato MARC.
Los catálogos en línea requieren un cambio fundamental en el modo de interacción
del/a lector/a frente al catálogo de la biblioteca. El acceso a los catálogos en línea
implica que el/a usuario/a aprenda la forma de diálogo del sistema.
Tienden a tener un diseño amigable e intuitivo. Al ser colgados en Internet,
permiten ser consultados desde lugares lejanos, incluso cuando cierra la biblioteca (el
famoso 24 x 7). A ello añade: la facilidad con que son actualizados, la consulta
simultánea que pueden hacer varias personas, la posibilidad de formar catálogos
colectivos, la de consulta única a varios catálogos a través de Z39.50, y la posibilidad
de imprimir inmediatamente cada registro o guardarlo en un disquete o enviarlo por
correo electrónico. Entre otras virtualidades que conllevan, destacamos:
integran en una sola herramienta los diferentes
catálogos de fichas
cada registro bibliográfico puede ser recuperado
desde cualquiera de sus elementos (autoría, título, materias, etc.)
permiten realizar búsquedas avanzadas, utilizar
operadores booleanos (‘y’, ‘0’, ‘no’) y de comparación (entre determinados
años), elegir idioma, etc.
dan información sobre el estado de circulación de los
ejemplares del documento (si están prestados o no) y sobre su consideración
(si se pueden prestar o no)
permiten realizar ciertas operaciones al/a usuario/a
(reservas, renovaciones)
han multiplicado las descripciones analíticas (las
partes de un todo)
autores/as, las referencias cuentan con los datos necesarios para identificar y localizar
un documento, incluido el código de clasificación LC y el código interno del catálogo.
En 1956, la LC recibió las fichas catalográficas de varios cientos de bibliotecas
estadounidenses, con lo que el catálogo adoptó la forma de catálogo colectivo, y su
versión impresa cambió de nombre: National Union Catalogue (NUC). Desde entonces,
a través de programas de catalogación cooperativa, más de 150 bibliotecas de USA y
Canadá están representadas en este catálogo, que se ha convertido en una excelente
fuente bibliográfica, debido a la amplitud de su cobertura (incluye material librario,
registros musicales y films) y a la calidad de su descripción. En 1983 comenzó una
edición en microfichas de algunas secciones (audiovisuales y sonoro).
2.- Ámbito supranacional. El catálogo colectivo más extenso de este
ámbito es el World-Cat (Online Union Catalog), elaborado por la red Online Computer
Library Center (OCLC), con sede en Ohio, en la que se agrupan más de 30.000
bibliotecas. Tiene una bibliografía de gran alcance y de gran consulta en el mundo, con
más de 67 millones de registros bibliográficos, que representan 400 idiomas [consultado
en julio de 2006]. Incluye los encabezamientos de materia de la Library of Congress. La
red OCLC permite que las bibliotecas suscritas a ella, enlacen sus propios OPAC en las
bases de datos incluidas en su suscripción, con lo que lo/as usuario/as son dirigido/as
hacia los recursos de la biblioteca suscrita. Todo ello puede verse en: www.oclc.org, en
donde se incluye la versión de búsqueda en español.
Otra gran red bibliotecaria supranacional es RLIN (Research Libraries
Information Network), que dispone de más de 88 millones de referencias de libros,
materiales audiovisuales, mapas y otros documentos ubicados en distintas bibliotecas, y
fundado inicialmente como apoyo al RLG (Research Libraries Group). Es un catálogo
colectivo masivamente utilizado por cientos de bibliotecas como sistema de información
para la catalogación y el préstamo interbibliotecario.
En el ámbito europeo, tenemos el proyecto The European Library (TEL)
(antiguo GABRIEL), que proporciona, desde un único punto, acceso en línea a
catálogos de bibliotecas nacionales europeas, entre ellas la Biblioteca Nacional
Española.
3.- En España, hemos de destacar el catálogo automatizado de la Biblioteca
Nacional, de nombre Ariadna, que permite la consulta de: libros anteriores y posteriores
a 1831 (división que hace entre fondo antiguo y moderno), manuscritos y documentos,
revistas y periódicos, colección de calcografía, mapas y planos, videograbaciones,
partituras, grabaciones sonoras, y recursos electrónicos, así como la consulta simultánea
de todos los fondos nombrados. De este catálogo se extrae la Bibliografía Nacional.
Cuenta también nuestro país con catálogos colectivos. Nombramos en primer
lugar: el Catálogo Colectivo de Publicaciones Periódicas (CCPP), alojado en la página
de la Biblioteca Nacional. Otro proyecto en marcha es el Catálogo Colectivo del
Patrimonio Bibliográfico Español (PABI), en él participan tanto bibliotecas públicas
como privadas, y es elaborado conjuntamente por el MECyD y las CC.AA. El Catálogo
se realiza en cumplimiento de la Ley 16/1985, del Patrimonio Histórico Español. Se
halla en proceso continuo de ampliación y depuración; tiene hoy en día 722.539
registros, que describen en su mayor parte distintas ediciones de obras impresas entre
los siglos XV y XX, depositados en cerca de 500 bibliotecas [consultado en julio 2006].
A destacar, también, el CIRBIC, catálogo de la red de bibliotecas del Consejo
Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) <www.csic.es>. Y el constituido por
Ignacio C. Soriano Jiménez 10
Temario oposiciones 2005-2006
Catálogos. Concepto y clases