Unidad IV La Aplicación de Tratados Internacionales de Derechos Humanos Como Derecho Interno
Unidad IV La Aplicación de Tratados Internacionales de Derechos Humanos Como Derecho Interno
Unidad IV La Aplicación de Tratados Internacionales de Derechos Humanos Como Derecho Interno
Introducción
1
Instituto Interamericano de Derechos Humanos. Manual auto-formativo para la aplicación del control de
convencionalidad dirigido a operadores de justicia. San José, Costa Rica. 2015, pp.10
2
https://aulainteramericana.ac.cr/
Uno de los temas que generan mayor controversia entre el Derecho Interno y el Derecho
Internacional de los Derechos Humanos es la determinación de la jerarquía entre ambos
cuerpos legales y la manera de cómo deben interrelacionarse entre sí.3. Esta es, quizás, la
principal cuestión a aclarar cuando incursionamos en los verdaderos alcances de los
derechos humanos: su protección en tiempo y espacio; su vigencia con sentido universal; el
compromiso real que han asumido los Estados para someterse a las obligaciones
internacionales por medio de los tratados que han firmado y ratificado; en la buena fe para
aceptar sin dobles discursos la vigencia de los derechos humanos para todas las personas
sin discriminación de ninguna naturaleza; en la claridad de que un Estado no puede invocar
su legislación interna para no cumplir obligaciones internacionales asumidas cuando
aquella es contraria o más desventajosa que los derechos incorporados en los instrumentos
internacionales; en suma, en el entendimiento de que los derechos humanos son, en última
instancia, razón de ser del Estado, el cual tiene como objetivo final la realización del bien
común.
Así, unas constituciones les otorgan un valor jurídico a los tratados por debajo de la
Constitución, pero hay otras que les reconocen a los tratados una jerarquía igual a la
Constitución o todavía más, un valor supraconstitucional.
En Colombia, la Constitución tiene una norma similar, al disponer el artículo 93 que: “Los
tratados y convenios internacionales ratificados por el Congreso, que reconocen los
derechos humanos y que prohíben su limitación en los estados de excepción, prevalecen en
el orden interno”; y orden interno, también, en nuestro criterio, no sólo es el establecido en
las leyes sino en la propia Constitución.
3
Mucho se ha escrito sobre las relaciones entre Derecho Internacional y Derecho Interno. Ver en ese
sentido: ANZILOTTI, citado por SEPULVEDA (César), Derecho Internacional, México, Editorial
Porrúa S.A., 11 edición, 1980, p.68. RUIZ MIGUEL, Carlos. La Ejecución de las Sentencias del
Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Editorial Tecnos, S.A., Madrid, 1997. p.p. 72-108.
En cierta forma, también podría ubicarse en este primer sistema de jerarquía supra
constitucional de los derechos humanos establecidos en instrumentos internacionales, el
caso de la Constitución de Venezuela de 1999, en cuyo artículo 23 se dispone que
“Los tratados, pactos y convenciones relativos a derechos humanos, suscritos y
ratificados por Venezuela, tienen jerarquía constitucional y prevalecen en el
orden interno, en la medida en que contengan norma sobre su goce y ejercicio
más favorable a las establecidas por esta Constitución y la ley de la República, y
son de aplicación inmediata y directa por los tribunales y demás órganos del
Poder Público.”
Otro grupo de Constituciones atribuye rango constitucional a los instrumentos
internacionales sobre derechos humanos (la Constitución del Perú de 1979, derogada en
1994 y la Constitución de Argentina de 1994 que le otorga una “jerarquía superior a las
leyes”, a un grupo de tratados y declaraciones vigentes para ese entonces que enumera
taxativamente el artículo 75, 22 de la Constitución.).
Un tercer grupo de países establecen de manera expresa rango supra legal, pero inferior a
la Constitución a los tratados derechos humanos. En estos sistemas, los tratados están
sometidos a la Constitución, pero prevalecen sobre las leyes.
Este es el caso de la Constitución de Costa Rica, la cual dispone que “Los tratados públicos,
los convenios internacionales y los concordatos debidamente aprobados por la Asamblea
Legislativa, tendrán desde su promulgación o desde el día que ellos designen, autoridad
superior a las leyes” (art. 7).
Conforme a esas clasificaciones, pareciera que una interpretación literal de esos textos
resolvería el conflicto de la jerarquía de los tratados de derechos humanos delegando la
respuesta a lo que indique la Constitución del país.
Desde el punto de vista constitucional la respuesta es correcta. Desde la óptica del Derecho
Internacional es inexacta. El cómo resolver este debate, pasa por cuestionar como única
expresión válida, la pretendida presunción de “que después de la Constitución no existe
ninguna otra norma con rango superior”. Esa valoración, derivada comúnmente de la
famosa obra del Derecho Constitucional del jurista austriaco Hans Kelsen en su clásica
Teoría Pura del Derecho, ha sido desdicha. Y ha sido desdicha por él mismo, como
veremos.
Esta opción, que parece sencilla, debe pasar por el necesario esclarecimiento de
comprender cómo se ha llegado hasta esa solución, pasando por supuesto por la clásica
discusión de la interrelación entre el Derecho Internacional y el Derecho Interno.
¿Cuáles son esos derechos y condiciones o situaciones “reconocidas” por el Estado? Son,
en primera instancia, los derechos constitucionales y todas aquellas normas jurídicas, pero
también supuestos fácticos y compromisos morales, que transcienden del Derecho y que
hacen parte de lo que supone un proyecto de vida digna. El Derecho de los Derechos
Humanos, debe estar impregnado de ese valor para que sea válido. Esos estándares, son los
mismos que deben informar tanto el Derecho Interno, como el Derecho Internacional de los
Derechos Humanos.
En un nivel más complejo e integral, los derechos humanos se constituyen como la razón de
ser de la institucionalidad del Poder del Estado, el cual estará legitimado únicamente en el
tanto que sea respetuoso de un marco indisoluble donde confluyen los siguientes tres
elementos: Estado de Derecho; democracias participativas y respeto de los derechos
humanos para todas las personas sin ningún tipo de distinción.
No obstante, es recomendable, para evitar imprecisiones, entender los derechos humanos
como un término genérico que involucra derechos y deberes constitucionales, pero también
otros que están reconocidos en instrumentos internacionales como tratados y declaraciones
de derechos humanos. Siendo el género, los derechos humanos equivalen a derechos
constitucionales cuando son reclamables en el derecho interno de cada país por medio de
las garantías procesales que la misma Constitución Política reconoce. Pero cuando
trascienden de la esfera del Derecho interno, dejan de llamarse derechos, garantías o
libertades constitucionales, para asumir una comprensión más universal como derechos
humanos.
En otras palabras, los derechos humanos se manifiestan de muchas maneras y por muchos
medios de protección, tanto en el derecho interno, como en el derecho internacional. Es por
ello que, a partir de la generalización y reconocimiento internacional de los derechos
humanos, se configuró una nueva rama del Derecho Internacional que se denomina
“Derecho Internacional de los Derechos Humanos”. A pesar de su reciente reconocimiento,
ha sido una de las ramas del Derecho con mayor avance doctrinal y jurisprudencial en los
últimos cincuenta años, especialmente por haberle dado reconocimiento a la persona
humana como sujeto de Derecho con capacidad de demandar internacionalmente a Estados
por violación a derechos humanos, aspecto que le estaba totalmente vedado en el Derecho
Internacional clásico.
Aún más, desarrollos recientes, incluso como cláusulas claramente establecidas en los
principales tratados de derechos humanos, avanzan en la interpretación de los derechos
humanos para abandonar ese conflicto jerárquico, de manera que en cada caso concreto se
aplique siempre la norma que más favorezca a la persona humana, independientemente de
que provenga de un tratado, de la Constitución o de una ley ordinaria (principio pro homine
o pro persona).
La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela 4ya reconoce este principio de
manera específica y en Costa Rica, ha sido incorporado por vía de jurisprudencia de la Sala
Constitucional.
Algunas ocasiones, se suele señalar que la actuación de los órganos internacionales cuando
investigan y llegan a conclusiones respecto de una cuestión de derechos humanos dentro de
un Estado, podría violar la “Soberanía Nacional”, o la Constitución del país. Esa posición
se encuentra totalmente superada por las siguientes razones:
5
CARRILLO SALCEDO, Juan Antonio. Soberanía de los Estados y Derechos Humanos en
Derecho Internacional Contemporáneo. Madrid, Tecnos, 1995, pp. 32 y 134.
Artículo 2. Deber de adoptar Disposiciones de Derecho Interno
Si en el ejercicio de los derechos y libertades mencionados en el artículo 1 no
estuviere ya garantizado por disposiciones legislativas o de otro carácter, los
Estados partes se comprometen a adoptar, con arreglo a sus procedimientos
constitucionales y a las disposiciones de esta Convención, las medidas
legislativas o de otro carácter que fueren necesarias para hacer efectivos tales
derechos y libertades (subrayado no es del original).
De no ser así, y si el criterio a seguir fuera el de darle un valor jerárquico a los tratados de
derechos humanos conforme a criterios constitucionales disímiles (supra constitucional,
constitucional, supra legal o legal), el Derecho Internacional no existiría porque siempre
estaría condicionado a lo que estipule cada Constitución, lo cual implicaría la sinrazón del
derecho internacional, o lo que es igual, un Derecho Internacional vigente solo para los
Estados que le otorgan un rango supraconstitucional a los tratados.
Todavía, hay una norma más clara que antepone la preeminencia de los estándares
internacionales por encima del derecho interno: el artículo 27 de la Convención de Viena
sobre el Derecho de los Tratados, que dicta que:
Pero para mayor abundamiento, tratándose de tratados de derechos humanos, hay otro
principio que rompe los esquemas de ese debate. Se refiere a que la norma a aplicar en un
caso determinado, será la que más favorezca a la persona humana, independientemente de
donde sea su origen.
Sobre este particular, debe entenderse que al margen de lo que cada Constitución establezca
en relación con el valor que le otorgue a los tratados internacionales, desde el punto de vista
del Derecho Internacional, acarrearía responsabilidad internacional el que un tratado
debidamente ratificado no sea aplicado por ser contrario a las normas internas vigentes, ya
que se estaría violando el principio pacta sunt servanda y se estaría anteponiendo el
derecho interno por encima del derecho internacional.7
7
El artículo 27 de la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados de 1969, estipula
claramente que una parte "no podrá invocar las disposiciones de un Derecho interno como
justificación de un Tratado..."