10-Metodología de La Investigación Apuntes

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UNIDAD 1: CIENCIA Y CONOCIMIENTO

1) Teoría del conocimiento. Tipos: vulgar, filosófico, científico, técnico, religioso.


Conocimiento científico. Caracteres.

Conocimiento vulgar

El saber vulgar refiere a un conjunto de conocimientos desordenados y generados en forma espontánea, a


partir de la experiencia de las personas y por lo tanto sin estar ajustado necesariamente o en forma
comprobada a la realidad. Ejemplos: la calle por la que pasa un colectivo, o el dolor que causa quemarse.
Como las personas viven en sociedad, y el conocimiento tiende a ser transmitido, es muy probable que
estos conocimientos encontrados a través de la experiencia se transmitan por el hecho de pertenecer a una
comunidad, sin haber tenido cada una de las personas la experiencia de conocer en carne viva la validez.

Características del saber vulgar

Sensitivo: Porque, aunque parte de los acontecimientos se estructura con lo aparente que es lo que se ve;
Superficial: Porque no profundiza el proceso de conocer;
Subjetivo: Porque la aplicación de los hechos depende de la arbitrariedad de quien observa;
Dogmático y estático: Pues está condicionado a una gran cantidad de principios de la sociedad;
Asistemático: Pues no tiene criterios definidos para llegar a él, sino que sucederá por efecto de la
casualidad.

Conocimiento filosófico

Es un conjunto de saberes obtenidos mediante la observación, análisis y reflexión sobre la naturaleza del
ser y la realidad que este contempla.
La función es generar nuevas ideas y conocimientos a partir de la reflexión y de la argumentación
racional.
Busca responder cómo el ser humano se relaciona con la realidad y la existencia, y nos aproxima a la
sabiduría que guía la vida de las personas.
Sus objetivos son encontrar la verdad de las cosas, del conocimiento y del ser, así como, responder
cuestiones sobre el ahora y el pensamiento actual.
Se caracteriza por ser crítico, analítico e integrador, a fin de guiar las acciones humanas. Para ello, debe
evaluar la validez de sus argumentos y de sus afirmaciones.
Existen diferentes tipos de conocimiento filosófico que abarcan diversos temas, disciplinas, métodos y
teorías que permiten resolver diversos problemas filosóficos. Por ejemplo, el conocimiento
epistemológico estudia el origen y validez de las ideas, y el conocimiento político estudia cómo son las
relaciones entre los individuos de una sociedad.

Características del conocimiento filosófico

Es un conocimiento racional: busca respuestas comprensibles al entendimiento humano sobre los


fenómenos o hechos desconocidos. Los temas de estudio se abordan a partir de los conceptos, categorías
y principios lógicos que ya existen.
Es sistemático: busca organizar los conocimientos que se reúnen sobre un tema, a partir de un modelo que
le permita transmitir ese cúmulo de ideas de forma coherente.
Es crítico: es un conocimiento que propicia el análisis y el razonamiento de aquello que se conoce, en
especial, si se tiene dudas. Las personas se acercan a la verdad y evitan las afirmaciones absolutas.

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Se vincula con la historia: es un conocimiento que se relaciona con el contexto histórico, cultural y social
en que se formula. Por tanto, es cambiante en el tiempo.
Es un conocimiento integrador: abarca y trata de dotar de sentido a las experiencias humanas, lo que los
individuos pueden sentir, pensar, hacer o imaginar, pretende así generar nuevos conocimientos.
Es especulativo: es un conocimiento que, a través de la reflexión, busca acercarse a la realidad o a la
verdad de las cosas. Sin embargo, no está en la obligación de probar sus teorías.

Conocimiento técnico

Se conoce como conocimiento técnico o simplemente técnica al tipo de saberes aplicados que
comúnmente implican destrezas manuales e intelectuales, así como el uso de herramientas y de otros
conocimientos secundarios. Su nombre proviene del griego techné, que significa “oficio”.
Este tipo de conocimientos son propios del ser humano y surgen de la necesidad de alterar el entorno para
hacerlo más habitable. Para adaptar el mundo a nuestras necesidades, actualmente se combinan técnica y
ciencias, es decir, se utiliza la tecnología.
El conocimiento técnico puede aplicarse a diversas áreas del saber y de la vida del ser humano, desde la
utilización de herramientas, la reparación, la puesta en marcha de sistemas, hasta las diversas formas del
arte: los grandes pintores de la historia, por ejemplo, han innovado en las técnicas pictóricas de su época.
Como otras muchas formas del conocimiento, el conocimiento técnico debe aprenderse, es decir, no es
innato del ser humano. Por eso, a menudo requiere de la enseñanza, formal y/o informal, a manos de
alguien que ya conozca la técnica a aprender.
Se diferencia del conocimiento científico en que no necesariamente proviene de la teorización y
experimentación, ni se propone explicar el modo en que la realidad opera. Sencillamente busca el modo
en que podemos manipular la naturaleza para nuestro beneficio puntual.
Algunos ejemplos sencillos de conocimiento técnico son:
*El uso de algoritmos, fórmulas o aparatos de cálculo. *La plomería, electricidad y albañilería.
*La reparación de electrodomésticos. *La afinación de instrumentos musicales.

Características del conocimiento técnico

El conocimiento técnico tiene como propósito la resolución de problemas mediante el uso o la adaptación
de las herramientas humanas a la modificación de la realidad, todo con un fin práctico predeterminado.
Las técnicas son el objeto de estudio de la tecnología, y son uno de los principales aliados de la ciencia.
Ciencia, técnica y tecnología suelen converger en la creación de objetos artificiales para resolver
problemas puntuales. Finalmente, el desempeño de un individuo en la aplicación del conocimiento
técnico dependerá siempre de su entendimiento del mismo. Depende de talentos como la destreza, la
habilidad o la fuerza.

Conocimiento religioso

Es toda aquella información y pensamiento que se basa en un sistema de creencias indemostrables, las
cuales sirven como soporte moral, ético y emocional a la conducta humana. En estas se propone un
vínculo con lo que se considera sagrado: Dios, la divinidad, el espíritu, entre otros.
Este tipo de saberes se organizan en torno a un credo determinado, aglomerado en uno o más textos
sagrados o místicos, los cuales son interpretados por instituciones religiosas, como las iglesias y
sacerdocios existentes. Esta clase de corriente religiosa suele ser heredado a lo largo de las generaciones,
creando una conexión y sentido de pertenencia que organiza moral, social e incluso políticamente a una
comunidad.
De resto, los sistemas religiosos responden a su manera a un conjunto de cuestionamientos y dudas del
tipo existencial que la raza humana ha tenido desde el inicio de su existencia. Es por eso que entender lo

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que es el conocimiento religioso representa tanto una conexión profunda con energías y poderes fuera de
la comprensión de muchos, como un simple pensamiento mágico para otros.

Características del conocimiento religioso

Para entender un poco mejor lo que es el conocimiento religioso, se puede observar que estos presentan
muchas características que lo vuelve distinguible desde cualquier punto de vista, por lo que trataremos de
enlistar las más resaltantes:

Es dogmático: aunque se acepte o no, muchas veces carece de argumentos lógicos demostrables,
sustentándose mayormente en la fuerza de la creencia de la persona, también llamada fe.
Siempre existe una creación: Todas las creencias religiosas narran de distintas maneras la creación de la
humanidad por la mano de un ser todopoderoso, por lo que se debe rendir culto a ese creador.
Adoctrinamiento: impone ciertos preceptos morales y éticos, los cuales son protegidos e impartidos por
una iglesia, la cual podría describirse como una organización con el propósito de perpetuar la fe de su
religión.
Rezos: es una actividad constante en las religiones, las cuales se basan en una metodología de repetición y
creación de lazos comunitarios entre los creyentes.
Basadas en conceptos puros: la mayoría de las religiones basan sus doctrinas en sentimientos o conceptos
puros. Para entender mejor este punto, colocamos ejemplos como el cristianismo, la cual es considerada
una doctrina de la culpa, mientras que la religión de la antigua Grecia se basaba en el honor y el
equilibrio.

El conocimiento científico y sus características

Como toda actividad humana, la labor de los científicos e investigadores está naturalmente enmarcada por
las necesidades y las ideas de su tiempo y de su sociedad.
Los valores, las perspectivas culturales y el peso de la tradición juegan un papel sobre toda actividad que
se emprenda y, de un modo menos directo, pero no por eso menos perceptible, también se expresan en la
producción intelectual de una época el tipo de organización que dicha sociedad adopte para la obtención y
transmisión de conocimientos y el papel material que se otorgue al científico dentro de su medio.
Considerando estos factores será preciso definir a la ciencia como una actividad social y no solamente
individual, para no correr el riesgo de imaginar al científico como un ente abstracto, como un ser que no
vive en el mundo cotidiano, con lo que perderíamos de vista las inevitables limitaciones históricas que
tiene todo conocimiento científico.
Entre las características principales del pensamiento científico habremos de puntualizar que éste se ha ido
gestando y perfilando históricamente por medio de un proceso que se acelera notablemente a partir de la
época del Renacimiento. La ciencia se va distanciando de lo que algunos autores denominan
“conocimiento vulgar" o “conocimientos prácticos" y se va estableciendo así una gradual diferencia con
el lenguaje que se emplea en la vida cotidiana, en la búsqueda de un pensamiento riguroso y ordenado.
Al igual que la filosofía, la ciencia trata de definir con la mayor precisión posible cada uno de los
conceptos que utiliza, desterrando las ambigüedades del lenguaje corriente.
Nociones como las de “crisis", “animal" o “planeta", por ejemplo, que se utilizan comúnmente sin mayor
rigor, adquieren en los textos científicos un contenido mucho más preciso. Porque la ciencia no puede
permitirse designar con el mismo nombre a fenómenos que, aunque aparentemente semejantes, son de
distinta naturaleza: si llamamos “crisis" a toda perturbación que una nación tiene en su economía sin
distinguir entre los diversos tipos que se presentan, nos será imposible construir una teoría que pueda
describir y explicar lo que son precisamente las crisis: nuestro modo de emplear el lenguaje se convertirá
en nuestro principal enemigo. De allí la necesidad de conceptualizar con el mayor rigor posible todos los

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elementos que componen nuestro razonamiento, pues ésta es la única vía que permite que el mismo tenga
un significado concreto y determinado.
De allí también la aparente oscuridad de algunos trabajos científicos, que emplean conceptos específicos,
claramente delimitados, utilizando palabras que confunden al profano.
Otras cualidades específicas de la ciencia, que permiten distinguirla con bastante nitidez del pensar
cotidiano y de otras formas de conocimiento, son las que mencionaremos a continuación:

Objetividad: la palabra objetividad se deriva de objeto, es decir, de aquello que se estudia, de la cosa o
problema sobre la cual deseamos saber algo.
Objetividad significa, que se intenta obtener un conocimiento que concuerde con la realidad del objeto,
que lo describa o explique tal cual es y no como nosotros desearíamos que fuese. Ser objetivo es tratar de
encontrar la realidad del objeto o fenómeno estudiado, elaborando proposiciones que reflejen sus
cualidades. Lo contrario es la subjetividad, las ideas que nacen del prejuicio, de la costumbre o de la
tradición, las meras opiniones o impresiones del sujeto. Es preciso que nuestros conocimientos puedan ser
verificados por otros, que cada una de las proposiciones que hacemos sean comprobadas y demostradas
en la realidad, sin dar por aceptado nada que no pueda sufrir este proceso de verificación.
Si una persona sostiene: “hoy hace más calor que ayer" y otra lo niega, no podemos decir, en principio,
que ninguna de las dos afirmaciones sea falsa o verdadera.
Probablemente ambas tengan razón en cuanto a que sienten más o menos calor que el día anterior, pero
eso no significa que, en realidad, objetivamente, la temperatura haya aumentado o decrecido. Se trata de
afirmaciones no científicas, no verificables, y que por eso deben considerarse como subjetivas. Decir, en
cambio, “ahora la temperatura es de 24°C", es una afirmación de carácter científico, que puede ser
verificada, y que en caso de que esto ocurra podemos considerar como objetiva.
El problema de la objetividad no es tan simple como podría dar a entender el ejemplo anterior, sacado del
mundo físico. En todas nuestras apreciaciones va a existir siempre una carga de subjetividad, de
prejuicios, intereses y hábitos mentales de los que participamos muchas veces sin saberlo. Este problema
se agudiza cuando nos referimos a los temas que más directamente nos conciernen, como los de la
sociedad, la economía o la política, en todos los cuales puede decirse que estamos involucrados de algún
modo, que somos a la vez los investigadores y los objetos investigados. Por eso no debemos decir que la
ciencia es objetiva, como si pudiese existir un pensamiento totalmente liberado de subjetividad, sino que
la ciencia intenta o pretende ser objetiva, que trata de alcanzar un fin que, en términos absolutos, resulta
inaccesible.
Racionalidad: se refiere al hecho de que la ciencia utiliza la razón como arma esencial para llegar a sus
resultados. Los científicos trabajan en lo posible con conceptos, juicios y razonamientos y no con
sensaciones, imágenes o impresiones. Los enunciados que realizan son combinaciones lógicas de esos
elementos conceptuales que deben ensamblarse coherentemente, evitando las contradicciones internas, las
ambigüedades y las confusiones que la lógica nos enseña a superar. La racionalidad aleja a la ciencia de la
religión, y de todos los sistemas donde aparecen elementos no-racionales o donde se apela a principios
explicativos extra o sobrenaturales; y la separa también del arte donde cumple un papel secundario,
subordinado a los sentimientos y sensaciones.
Sistematicidad: la ciencia es sistemática, organizada en sus búsquedas y en sus resultados. Se preocupa
por organizar sus ideas coherentemente y por tratar de incluir todo conocimiento parcial en conjuntos
cada vez más amplios. No pasa por alto los datos que pueden ser relevantes para un problema, sino que,
por el contrario, pretende conjugarlos dentro de teorías y leyes más generales. No acepta unos datos y
rechaza otros, sino que trata de incluirlos a todos dentro de modelos en los que puedan tener ordenada
cabida. La sistematicidad está estrechamente ligada a la siguiente característica que examinaremos.
Generalidad: la preocupación científica no es tanto ahondar y completar el conocimiento de un solo
objeto individual, como en cambio lograr que cada conocimiento parcial sirva como puente para alcanzar
una comprensión de mayor alcance. Para el investigador, por ejemplo, carece de sentido conocer todos los
detalles constitutivos de un determinado trozo de mineral: su interés se encamina preponderantemente a

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establecer las leyes o normas generales que nos describen el comportamiento de todos los minerales de un
cierto tipo, tratando de elaborar enunciados amplios, aplicables a categorías completas de objetos. De este
modo, tratando de llegar a lo general y no deteniéndose exclusivamente en lo particular, es que las
ciencias nos otorgan explicaciones cada vez más valiosas para elaborar una visión panorámica de nuestro
mundo.
Falibilidad: se reconoce explícitamente la propia posibilidad de equivocación, de cometer errores. En esta
conciencia de sus limitaciones es donde reside su verdadera capacidad para autocorregirse y superarse,
para desprenderse de todas las elaboraciones aceptadas cuando se comprueba su falsedad.
Los conocimientos se renuevan constantemente y que vamos hacia un progresivo mejoramiento de las
explicaciones que damos a los hechos. Todo científico abandona la pretensión de haber alcanzado
verdades absolutas y finales, y por el contrario sólo se plantea que sus conclusiones son “provisoriamente
definitivas", válidas solamente mientras no puedan ser negadas o desmentidas. En consecuencia, toda
teoría, ley o afirmación está sujeta, en todo momento, a la revisión y la discusión, lo que permite
perfeccionarlas y modificarlas para hacerlas cada vez más objetivas, racionales, sistemáticas y generales.
Este carácter abierto y dinámico de la ciencia la aparta de un modo nítido de los dogmas de cualquier tipo
que tienen la pretensión de constituirse en verdad infalible, dándole así una enorme ventaja para explicar
hechos que esos dogmas no interpretan o explican adecuadamente, para asimilar nuevos datos o
informaciones, para modificarse continuamente. Es la diferencia crucial que la distingue de otros modelos
de pensamiento, sistemáticos y racionales muchas veces, pero sin la posibilidad de superarse a sí mismos.

2) Ciencia: Concepto. Origen. Relación con la filosofía. Clasificación de las ciencias.


Las Ciencias Sociales. Problemas epistemológicos. Verdad, método, objetividad y límites
del saber científica.

Origen de la ciencia

La palabra “ciencia” proviene del latín scientia, que traduce “conocimiento”, pero su empleo para
denominar al estudio crítico de la naturaleza es reciente: en el siglo XIX el británico William Whewell
(1794-1866) comenzó a emplear el término “científico” para referirse a quienes practicaban lo que toda la
vida se llamó “filosofía”, “naturalismo”, “historia natural” o “filosofía natural”, el estudio de las leyes de
la naturaleza.
De hecho, bajo algunos de esos nombres se cultivó en la Antigüedad el conocimiento científico, esto es,
el interés por averiguar cómo funcionan las cosas del mundo y por qué. Pero en la Antigüedad la
búsqueda científica era indisociable del pensamiento religioso, ya que la mitología y la magia eran las
únicas formas de explicación disponibles para el ser humano.
Esto cambió significativamente en la Grecia clásica, al surgir la filosofía: una doctrina de pensamiento no
religioso, cuyo fin era reflexionar y tratar de hallar las respuestas de manera lógica. Los grandes filósofos
griegos eran también “científicos” de alguna manera, pues junto a la lógica formal y el pensamiento
existencial cultivaban la matemática, la medicina y el naturalismo, o sea, la observación de la naturaleza.
Las disertaciones de Aristóteles, fueron tenidas por verdad incuestionable durante siglos. Rigieron incluso
a lo largo del Medioevo, en el que el discurso religioso volvió a dominar el pensamiento de Occidente.
Hacia el siglo XV se produjo el Renacimiento y nuevas mentes comenzaron a cuestionar lo que dictaban
los textos bíblicos. Aumentó la confianza en la interpretación racional y empírica de la evidencia,
produciendo un importante quiebre que permitió el paulatino nacimiento de la ciencia.
En ello jugaron un rol importantísimo pensadores renacentistas y post renacentistas, influenciados por el
Humanismo que, por primera vez, convenció a la humanidad de que podía hallar sus propias respuestas a
las eternas preguntas sobre el porqué de las cosas. Destacan los nombres de Galileo Galilei (1564-1642),
René Descartes (1596-1650), sir Francis Bacon (1561-1626) e Isaac Newton (1643-1727), entre otros.

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Así nació formalmente el pensamiento científico que fue cobrando cada vez mayor relevancia en el orden
cultural de la sociedad. De hecho, a partir del siglo XVIII la transformó profunda y radicalmente en
combinación con la técnica, creando así la tecnología y dando inicio a la Revolución Industrial.

Relación entre filosofía y ciencia

En un principio la filosofía abarcaba todos los conocimientos y por extensión, a todas las ciencias. Se
conocía a la filosofía como la gran ciencia universal.
Con el paso del tiempo, las distintas ciencias fueron dejando a la filosofía para constituirse por cuenta
propia como ciencias aparte e independientes de la filosofía. El filósofo fue sustituido por el científico y
el investigador. Primeramente, se separaron de la filosofía las ciencias matemáticas; luego fueron la
física, seguida de la lingüística, la química y la fisiología. Luego, se separaron la historia y la sociología.
Para el siglo XIX, la filosofía se habla quedado sola e incluso se llegó a creer que desaparecería como
disciplina; pero lejos de desaparecer, la filosofía ha continuado viva y aportando sus principios comunes a
todas las ciencias.
La filosofía sigue siendo hoy en día el "árbol que da vida" a todas las demás ciencias, ya que, sin este
tronco común, sin esta base, todas las diferentes ciencias no tendrían razón de ser.
Las ciencias son autónomas solamente en razón de su objeto y de su método. Por lo tanto, no dependen de
la filosofía ni en su método ni en su punto de partida, ni en su formulación de principios, ni en su proceso.
Dependen de la filosofía en sus raíces y en sus bases.
La ciencia estudia una determinada parte de la realidad, un solo fenómeno, mientras que la filosofía
estudia la realidad, en su totalidad. La ciencia es analítica y trata de descubrir las esencias de las cosas, lo
necesario y permanente, mientras que la filosofía es sintética y totalizadora. Por último, la ciencia es
transformadora de la realidad y es un proceso de elaboración de los conocimientos científicos; la filosofía,
en cambio, no transforma la realidad, sino que trata de comprenderla tal cual es.

Clasificación de las ciencias

Las ciencias que se ocupan de objetos ideales, y en las que se opera deductivamente, como las
matemáticas o la lógica, son las llamadas ciencias formales. Las ciencias que se ocupan de los hechos del
mundo físico, en cualquiera de sus manifestaciones, son las que llamamos ciencias fácticas, para
distinguirlas así de las anteriores, incluyéndose entre ellas a la física, la química, la biología, la sociología,
etc. Las ciencias que tratan de los seres humanos, de su conducta y de sus creaciones son, en principio,
también ciencias fácticas. Entre ellas cabe mencionar a la psicología, la historia, la economía y muchas
otras. Pero, como cuando estudiamos las manifestaciones sociales y culturales necesitamos utilizar una
conceptualización y unas técnicas de investigación en parte diferentes a las de las ciencias físico-
naturales, se hace conveniente abrir una nueva categoría que se refiera particularmente a tales objetos de
estudio. Se habla por eso de ciencias humanas, ciencias sociales o de ciencias de la cultura, como una
forma de reconocer lo específico de tales áreas de estudio y para distinguirlas de las que suelen llamarse
ciencias naturales.
Conviene aclarar que la clasificación de las ciencias, así como la existencia misma de disciplinas
separadas, posee siempre algo de arbitrario. Se trata de distinciones que se han hecho para la mayor
comodidad y facilidad en el estudio de la realidad, pero no porque ésta se divida en sí misma en
compartimientos separados. Por eso, históricamente, han aparecido nuevas ciencias, y se han ido
modificado también las delimitaciones que se establecen corrientemente entre las mismas.
Se comprenderá, por ello, que toda clasificación es apenas un intento aproximado de organizar según
ciertas características a las disciplinas existentes y que muchos problemas reales no admiten un
tratamiento unilateral, sino que sólo pueden resolverse mediante un esfuerzo interdisciplinario. Así el
desarrollo económico, por ejemplo, sólo puede comprenderse a través de conocimientos económicos,
históricos, sociológicos, políticos y culturales; los problemas de la genética requieren un abordaje doble,

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químico y biológico, y las matemáticas, que se incluyen dentro de las ciencias formales, resultan un
componente indispensable en muchas investigaciones que desarrollan las ciencias fácticas.
Según el tipo de interés que prevalece en la búsqueda de conocimientos, estos pueden dividirse en puros y
aplicados, hablándose en consecuencia también de ciencias puras y ciencias aplicadas. Las primeras son
las que se proponen conocer las leyes generales de los fenómenos estudiados, elaborando teorías de
amplio alcance para comprenderlos y desentendiéndose, al menos en forma inmediata, de las posibles
aplicaciones prácticas que se puedan dar a sus resultados. Las aplicadas, concentran su atención en estas
posibilidades concretas de llevar a la práctica las teorías generales, encaminando sus esfuerzos a resolver
las necesidades que se plantean los hombres. De estas últimas ciencias surgen las técnicas concretas que
se utilizan en la vida cotidiana. Por ejemplo, tenemos que de la física y la química surgen las diversas
ramas de la ingeniería, de la biología y la química deriva la medicina, y así en muchos otros casos. No
hay ciencia aplicada que no tenga detrás suyo un conjunto sistemático de conocimientos teóricos “puros",
y casi todas las ciencias puras son aplicadas constantemente, de un modo más o menos directo, a la
resolución de dificultades concretas.
La división entre ciencias puras y aplicadas no debe entenderse como una frontera rígida entre dos
campos opuestos y sin conexión. Una ciencia es pura solamente en el sentido de que no se ocupa
directamente por encontrar aplicaciones, pero eso no implica que sus logros puedan disociarse del resto
de las inquietudes humanas. Entre ciencias puras y aplicadas existe una interrelación dinámica, de tal
modo que los adelantos puros nutren y permiten el desarrollo de las aplicaciones, mientras que éstas
someten a prueba y permiten revisar la actividad y los logros de las ciencias puras, proponiéndoles
también nuevos desafíos.

La ciencia

La ciencia es el conjunto de conocimientos organizados, jerarquizados y comprobables, obtenidos a partir


de la observación de los fenómenos naturales y sociales de la realidad (tanto natural como humana), y
también de la experimentación y demostración empírica de las interpretaciones que les damos.
Estos conocimientos, además, son registrados y sirven de base a las generaciones futuras. Así que la
ciencia se nutre a sí misma, se cuestiona, depura y acumula con el paso del tiempo.
En el concepto de ciencia están contenidos diferentes saberes, técnicas, teorías e instituciones. Todo ello,
en principio, tiene como objetivo descubrir cuáles son las leyes fundamentales que rigen la realidad, cómo
lo hacen y, de ser posible, por qué.
Se trata de un producto cultural de la humanidad moderna, quizá uno de los más celebrados y reconocidos
de su historia, cuyas raíces sin embargo han estado con nosotros desde la Antigüedad clásica.
Es un modelo de pensamiento inspirado en la racionalidad humana y en el espíritu crítico, valores
filosóficos que tuvieron su auge a partir del Renacimiento. Los profundos cambios filosóficos y
cosmológicos que tuvieron lugar entre los siglos XVI y XVII, conocidos como la Revolución Científica.

Características de la ciencia

Aspira a descubrir las leyes que rigen el universo que nos rodea, mediante métodos racionales, empíricos,
demostrables y universales. Valora la objetividad y la metodicidad, y se aleja de las subjetividades.
Analiza sus objetos de estudio tanto cuantitativa como cualitativamente, aunque no siempre acuda a
modelos experimentales de comprobación (dependiendo de la materia).
Se fundamenta en la investigación, esto es, en un espíritu crítico y analítico, así como en los pasos que
establece el método científico, para formular leyes, modelos y teorías científicas que expliquen la
realidad.
Genera una importante cantidad de conocimiento especializado que debe ser puesto en duda y luego
validado por la propia comunidad científica, antes de ser aceptado como cierto o valedero.

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Se compone de un número importante de ramas o campos especializados del saber, que estudian
fenómenos naturales, formales o sociales, y que en su totalidad conforman un todo unificado.

Ramas de la ciencia

Ciencias naturales: son aquellas disciplinas científicas que se dedican al estudio de la naturaleza,
empleando el método científico para reproducir experimentalmente (o sea, en condiciones controladas)
los fenómenos en los que se interesan. Se las conoce también como ciencias experimentales, ciencias
duras o ciencias físico-naturales, y son ejemplo de ello: la biología, la física, la química, la astronomía,
etc.
Ciencias formales: las formales no se dedican a estudiar la naturaleza, sino objetos y sistemas puramente
abstractos, que sin embargo pueden ser aplicados al mundo real. Así, sus objetos de estudio existen sólo
en el mundo de la mente, y su validez se deriva no de experimentos, sino de axiomas, razonamientos e
inferencias. Son ejemplo de este tipo de ciencias: la matemática, la lógica, la informática, etc.
Ciencias sociales: también conocidas como ciencias humanas, este conjunto de disciplinas se dedica al
estudio de la humanidad, pero conservando una perspectiva empírica, crítica, guiada por el método
científico. Se alejan, así, de las humanidades y del mundo de la subjetividad, aunque también del mundo
experimental, acudiendo en su lugar a la estadística, la transdisciplinariedad y el análisis del discurso. Son
ejemplo de este tipo de ciencias: la sociología, la antropología, las ciencias políticas, la economía, la
geografía, etc.

El método científico y sus pasos

La observación de un fenómeno es el primer paso del método científico.


Se conoce con este nombre a una metodología propia del pensamiento científico, propuesto inicialmente
por sir Francis Bacon, pero fruto de años de pensamiento racionalista y empírico, y de la colaboración de
pensadores posteriores, como David Hume o William Whewell, por citar sólo dos nombres.
Este método exige la construcción del conocimiento según criterios de falsabilidad o refutabilidad (o sea,
que pueda ser sometido a potenciales pruebas que lo contradigan) y de reproductibilidad o repetibilidad (o
sea, que otros puedan hacer una verificación más de una vez y dar con el mismo resultado).

Los pasos del método científico son los siguientes:

Observación: Ir a buscar el fenómeno que se desea estudiar en su contexto natural, para obtener así datos
e información con los que analizarlo.
Hipótesis: Formulación de una explicación tentativa o “de trabajo” que nos permita seguir indagando en
la naturaleza del fenómeno, teniendo ya una dirección y una posibilidad interpretativa.
Experimentación: Llevar a cabo pruebas, ya en un ambiente controlado, para replicar el fenómeno y
poder estudiar sus mecanismos internos o sus respuestas a determinadas modificaciones.
Teoría: Retomar la hipótesis más probable y proceder a explicarla conforme a los resultados
experimentales y a la información total obtenida, brindándole sentido al fenómeno dentro del marco
científico de la época.
Conclusiones: Se expresan las conclusiones finales de la teoría formulada.

Conocimiento científico

El conocimiento científico abarca el conjunto de hechos verificables y sustentados en evidencia que la


ciencia tiene por válidos en un momento determinado de su historia. Se trata de un conjunto de leyes,
teorías y modelos para la interpretación y explicación de los fenómenos de la realidad. Están debidamente
documentados y sometidos al juicio especializado, y abiertos a la reinterpretación y el rebatimiento.

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Esto significa que el conocimiento científico se actualiza a sí mismo, afinando sus perspectivas,
desechando miradas obsoletas y manteniéndose en un constante estado de comprobación. Por eso se
diferencia enormemente de otras doctrinas de interpretación de la realidad, como la religión, en las que el
saber es estanco e incuestionable.

Otras cualidades del conocimiento científico:

Sencillo-Claro-Sistemático-Legal-Especializado-Objetivo-Fáctico-Crítico-Predictivo

Hay que tener en cuenta que la validez del conocimiento científico no es permanente ni incuestionable,
sino que se los consideran como tal siempre y cuando no sean refutados. Constantemente los
conocimientos obtenidos se contrastan entre sí y se cuestionan.
El conocimiento científico se organiza en base a una jerarquía de principios, que diferencia entre:

Hipótesis teórica: un enunciado no verificado, pero aceptable o creíble, que se formula al abordar un
problema desde una mirada científica, lo cual implica recolección de datos y de información previa.
Ley científica: Una proposición que establece una relación entre una causa y un efecto, proponiendo un
lenguaje formal para demostrarla. En ella se lleva a cabo el ideal del método científico: formulación de la
hipótesis, observación, experimentación y demostración.
Teoría científica: Una explicación que se formula a partir de un conjunto de principios o leyes, para dar
sentido coherente a las observaciones empíricas. Se trata de una abstracción totalizante, o sea, una
interpretación empírica sustentada en las leyes. En ese sentido, una teoría científica ya cuenta siempre con
sustento real y demostrado, y no debe entenderse como “una teoría más” o “una teoría entre muchas”, en
el sentido en que usamos la palabra teoría.
Modelo científico: Una representación conceptual o visual del conocimiento, que permite analizar,
simular o explorar la operación de las teorías científicas en un contexto determinado. Los modelos
científicos son recortes de la realidad que permiten poner en marcha lo establecido en las teorías y las
hipótesis previas.

UNIDAD 2: CIENCIA Y METODO.


1) Método. Concepto. La metodología y los métodos. El método científico: Análisis -
Síntesis. Deducción - Inducción. Método experimental. Método de observación.

Método y metodología

Para hacer ciencia, es preciso seguir determinados procedimientos que nos permitan alcanzar el fin que
procuramos: no es posible obtener un conocimiento racional, sistemático y organizado actuando de
cualquier modo: es necesario seguir algún método, algún camino concreto que nos aproxime a esa meta.
El método científico, por lo tanto, es el procedimiento o conjunto de procedimientos que se utilizan para
obtener conocimientos científicos, el modelo de trabajo o secuencia lógica que orienta la investigación
científica. El estudio del método o de los métodos, si se quiere dar al concepto un alcance más general se
denomina metodología, y abarca la justificación y la discusión de su lógica interior, el análisis de los
diversos procedimientos concretos que se emplean en las investigaciones y la discusión acerca de sus
características, cualidades y debilidades.
Sin embargo, en el lenguaje cotidiano, y aún en la terminología que se sigue frecuentemente en el mundo
académico, la palabra metodología se utiliza también muy extensamente en sentidos diferentes, opuestos
a

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veces al anterior: se habla así de “metodología de la investigación" para hacer referencia a los pasos y
procedimientos que se han seguido en una indagación determinada, para designar modelos concretos de
trabajo que se aplican en una disciplina o especialidad y también para hacer referencia al conjunto de
procedimientos y recomendaciones que se transmiten al estudiante como parte de la docencia en estudios
superiores. También suelen designarse como métodos a los estilos de trabajo peculiares de cada
disciplina, como cuando hablamos del “método antropológico" y a las formas particulares de
investigación que se utilizan para resolver problemas específicos de indagación, como cuando aludimos al
“método cualitativo", el "método experimental" o el “método estadístico".
Lamentemos de esta curiosa situación, de que no se emplee una conceptuación clara y precisa en el
campo en que, precisamente, se requeriría con mayor necesidad: hay usos aceptados del lenguaje que, por
la amplia
extensión que poseen, son casi imposibles de modificar. Desde estas páginas recomendamos asignar al
concepto de método el significado general de modelo lógico que se sigue en la investigación científica. En
cuanto al de metodología, pensamos que lo más adecuado es considerarla como el estudio y análisis de
los
métodos, reservando los términos técnicas y procedimientos para hacer alusión a los aspectos más
específicos y concretos del método que se usan en cada investigación. Pero esta recomendación general,
tomando en cuenta la observación anterior, deberá siempre seguirse con bastante flexibilidad,
adecuándola a las circunstancias de cada caso: no tiene mayor sentido entablar discusiones, que suelen
tornarse interminables, por simples problemas terminológicos. Más importante es que asignemos a cada
término un
significado preciso en cada trabajo o exposición que hagamos.
El método, en el sentido que acabamos de mencionar, se refiere entonces directamente a la lógica interior
del proceso de descubrimiento científico, y a él le corresponden no solamente orientar la selección de los
instrumentos y técnicas específicos de cada estudio sino también, fundamentalmente, fijar los criterios de
verificación o demostración de lo que se afirme en la investigación. Si quisiéramos ahora ser más
concretos
debiéramos dedicarnos a responder una pregunta crucial: ¿Cuál es, o cómo es, el método de la ciencia?
Pero
aquí nos encontraríamos con una seria dificultad: no investigan del mismo modo el astrónomo y el
economista, el historiador o el químico, el antropólogo o el bioquímico. La experiencia histórica muestra,
además, que los procedimientos de la ciencia cambian con alguna frecuencia, porque son distintos los
problemas que se van planteando en el desarrollo de las disciplinas y porque también las técnicas y los
instrumentos concretos evolucionan, a veces con gran rapidez.
La historia de la ciencia permite afirmar que el método, como camino que construye el pensamiento
científico, se va constituyendo, en realidad, junto con ese mismo pensamiento, indisolublemente unido.
Es
falsa la imagen que nos presenta el método como un todo acabado y cerrado, como algo externo a la
práctica
cotidiana de los investigadores, por cuanto él está estrechamente unido a los aportes, teóricos y prácticos,
que se van realizando. La ciencia no avanza por medio de un proceso mecánico, como si bastara con
formular un problema de investigación, aplicar el método correcto y obtener el resultado apetecido. La
investigación es un proceso creativo, plagado de dificultades imprevistas y de asechanzas paradójicas, de
prejuicios invisibles y de obstáculos de todo tipo. Por ello, la única manera de abordar el problema del
método científico, en un sentido general, es buscar los criterios comunes, las orientaciones
epistemológicas de fondo, que guían los trabajos de investigación.
Uno de los elementos más significativos en todo el pensar científico (aunque no exclusivo) es el esfuerzo
por la claridad en la conceptuación. Sin un trabajo riguroso en este sentido, era imposible formular con
precisión hasta la más simple observación que sirva de base para elaborar cualquier desarrollo teórico.

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Pero este es sólo un primer elemento. El análisis del pensamiento científico permite afirmar, además, que
el método de la ciencia se asienta en dos pilares fundamentales: por una parte, en un constante tomar en
cuenta la experiencia, los datos de la realidad, lo que efectivamente podemos constatar a través de
nuestros sentidos; por otro lado, en una preocupación por construir modelos teóricos, abstracciones
generales capaces de expresar las conexiones entre los datos conocidos. Entre estos dos elementos debe
existir una concordancia, una adecuación, de modo tal que el modelo teórico integre sistemáticamente los
datos que se poseen en un conjunto ordenado de proposiciones. Esto nos remite, al decisivo concepto de
verificación.
Como forma general, toda investigación parte de un conjunto de ideas y preposiciones que versan sobre la
Realidad, sobre hechos y fenómenos, y sus descripciones y explicaciones. El científico, por más que esté
persuadido de la verdad de estas proposiciones, no las podrá sostener hasta que, de algún modo, puedan
ser
verificadas en la práctica. Ello supone entonces que todo problema de investigación debe ser explicitado
en
términos tales que permitan su verificación, es decir, su comprobación o rechazo mediante la prueba de
los
hechos. Una proposición es verificable cuando es posible encontrar un conjunto de hechos, previamente
delimitados, que sean capaces de determinar si es o no verdadera. Así, si sostenemos que el peso
específico del mercurio es 13,6 veces mayor que el del agua, estamos en presencia de una proposición
verificable, por cuanto es perfectamente factible, por medio de una sencilla operación, determinar que la
afirmación se cumple. En cambio, al decir “Dios creó al mundo" no estamos frente a una afirmación
científica, ya que no es posible refutar o corroborar lo dicho mediante datos de la experiencia.
Un tercer elemento que creemos preciso incluir como integrante, en todos los casos, del proceder
científico,
es el uso sistemático de la inferencia, o razonamiento deductivo. Inferir significa sacar consecuencias de
un principio o supuesto, de modo tal que dichas conclusiones deban ser asumidas como válidas si el
principio también lo es. Por ejemplo, es posible reconstruir totalmente el esqueleto de un ictiosaurio a
partir de algunas pocas piezas si se conocen algunas características generales de la disposición ósea de los
vertebrados, o es factible deducir la hipótesis de la expansión del universo por el corrimiento de las
franjas espectrales de la luz de las galaxias hacia el rojo, según analogía con lo que ocurre a otros cuerpos
observados en la Tierra.
La inferencia opera durante la investigación, por lo general, de la siguiente manera: una vez formulada
una
hipótesis se deducen de ella posibles consecuencias prácticas que son luego, a su vez, sometidas a
verificación. La hipótesis misma no se prueba, no se confirma, sino las consecuencias deducibles de ella.
A este tipo de razonamiento operacional se le llama “modelo hipotético deductivo".
Podemos concluir este capítulo sin agregar dos cosas: la primera, bastante obvia, es que el lector se remita
a la bibliografía especializada, sobre filosofía, epistemología e historia de la ciencia, cuando tenga dudas
sobre estas complejas materias: no es posible adquirir un cierto dominio sobre ellas si no se las estudia
con paciencia, consultando la amplia variedad de ideas ya expresadas por tantos autores. La segunda
observación tiene más bien la forma de una advertencia, y está especialmente dirigida a los estudiantes y
a quienes se inician en el camino práctico de la investigación científica.
Existen docentes y autores que tratan de presentar al método, quizás con la mejor intención pedagógica,
como una especie de camino seguro y cerrado, como un conjunto de pasos sucesivos de obligatorio
cumplimiento. Esta manera de ver las cosas, como dijimos líneas más arriba, queda automáticamente
refutada al hacer el más somero repaso de la historia de la ciencia o al comparar el modo, a veces bastante
divergente, con que investigadores de diversas disciplinas encaran en la práctica su trabajo. Pero existe
otro argumento que permite apreciar la falacia lógica que encierra ese modo de concebir el método
científico: si existiese un método único, que pudiese definirse como verdadero de una vez y para siempre,
habría que aceptar que el mismo nos garantizaría la resolución automática de todos los problemas. No

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habría entonces ninguna dificultad metódica y el conocimiento progresaría en línea recta, haciéndose
ociosa toda discusión acerca de su carácter y de su validez. Pero esto, evidentemente, no se corresponde
con la realidad.
Ello es así, en última instancia, porque el método, en sí mismo, no es ni puede ser demostrable o
verificable. Sostener lo contrario derivaría en un razonamiento circular, en un obvio sin sentido lógico
pues, si el método nos garantiza un pensar científico ¿qué método garantizaría a su vez al mismo método?
Nos encontraríamos pues en una regresión hasta el infinito. De modo que la postura más razonable parece
ser la de aceptar que el método científico no puede ser, intrínsecamente, demostrado científicamente. Es
por este motivo que la metodología no es, estrictamente, una disciplina o ciencia particular que posea un
cuerpo propio de conocimientos. Debe considerarse en cambio como una reflexión sistemática, útil, sin
duda, pero cuyos productos no pueden equipararse a los de las afirmaciones verificables de la propia
ciencia.

El análisis y la síntesis

Todos los fenómenos que se presentan a la consideración del hombre son demasiados complejos si se les
examina con detenimiento. Son simples sólo a primera vista. Si se quiere indagar las causas, se hace
necesario separar en partes el fenómeno para estudiarlo de mejor manera. Pero como en esta separación
pudiera cometerse errores, es imprescindible juntar de nuevo las partes del todo separado con el objeto de
ver si se puede volver a integrar de igual forma. Si se nos encarga decidir sobre la calidad de un libro,
primero tendremos que separarlo en partes para poder estudiarlo; podríamos considerar por separado el
estilo literario, los aspectos temáticos y la facilidad para ser entendido. Esto facilitaría adentrarnos más a
la obra. Una vez terminado este estudio, se reunirá en un todo lo que observamos por separado, el cual
será nuestro veredicto con respecto a la calidad del libro.
Este procedimiento, utilizado en cuanto al libro, se repite cotidianamente en todos los asuntos de la vida.
La investigación científica no es ajena a estos procedimientos. El método científico emplea esta
descomposición y recomposición. A la descomposición se le llama Análisis, y la recomposición se
denomina Síntesis. El análisis es la operación intelectual que considera por separado las partes de un todo;
la síntesis reúne las partes de un todo separado y las considera como unidad.
Los conceptos de todo y parte se interrelacionan. El todo presupone las partes y viceversa.
Los todos, como composición de partes, son diversos. Existen todos que sólo suman partes, como un
montón de naranjas; y todos unitarios, que como unidades dependen de diversos principios organizadores.
Pueden estar organizados por relaciones físicas, como es el caso del átomo. Puede, considerarse como
unidad por relaciones humanas o espirituales; caso de una pintura o un edificio, donde los elementos
físicos cobran sentido sólo en función del hombre que es a la vez una de sus partes y su principio
organizador.
Los todos pueden incorporarse en todos más amplios. Las células forman tejidos y éstos integran órganos.
Los órganos componen aparatos y éstos compones sistemas; que son partes del todo llamado humano.
Queda por decir algo con respecto a la parte. Las partes se pueden considerar como: partes-todos cuando
los todos forman partes de todos mayores; la palabra es parte-todo de la frase.
Partes-elementos que son partes que no integran todos por carecer a la vez de todos; tal sería el caso de
las letras con respecto a las palabras. Partes-pedazos son partes arbitrarias que no resultan de su estructura
interna, sino del capricho de nuestra voluntad. Es lógico que un cuarto se divida en piso, paredes y techo.
Es arbitrario que se divida en tabiques, cemento y varillas, que resultarían de su demolición; estos serían
partes-pedazos.
Al análisis que consideramos, obviamente no le interesan las partes pedazos; partes separables son las que
se pueden considerar aisladamente, como el motor y la carrocería de un automóvil. Partes inseparables no
se pueden tratar por separado de otro objeto; tal sería el caso del color que es inseparable de la extensión.
Partes genéticas consideran el tiempo y el cambio; pasan de un objeto a otro diferente. El oxígeno y el

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hidrogeno no son partes presentes en el agua, en el sentido de las otras partes examinadas. Ambos son
gases y como tales no están presentes en el agua.
El análisis y la síntesis que estudia la lógica dicen Romero y Pucciarelli son procedimientos intelectuales,
no materiales. No se trata de poner efectivamente por separado los componentes, sino de considerarlos
por separado. El análisis material, que aleja uno de otro los componentes, es sólo un auxiliar del análisis
intelectual, y no coincide con él por completo, ya que en el análisis se llega de ordinario a aspectos no
materiales, como veremos en seguida. Sería un grosero error concebir todo análisis sobre el modelo del
análisis químico, o de cualquier otro procedimiento analítico material.
El análisis y la síntesis pueden estudiarse en dos planos: el empírico y el racional. En el plano empírico,
estos procedimientos se aplican, por ejemplo, en la descomposición y recomposición del agua mineral, a
partir del oxígeno, hidrogeno, calcio, azufre, litio, etc.
Con la finalidad de aclarar lo relativo al análisis y la síntesis, es conveniente precisar en qué medida
intervienen en el pensamiento científico.
Todo conocimiento científico es, en realidad, la síntesis de muchos otros conocimientos anteriores. Las
hipótesis recogen sintéticamente los resultados de los experimentos. Las teorías científicas representan la
síntesis de todo un conjunto de conocimientos de relaciones muy generales. En toda investigación
científica se utiliza frecuentemente el análisis con el fin de conocer mejor la naturaleza recóndita de los
fenómenos. Pero este análisis no consiste solamente en la separación de los elementos de un todo. El
análisis pretende ser dinámico, no se da el uno sin la otra.
Primero se analizan las manifestaciones inmediatas de la existencia, descubriendo sus aspectos
fundamentales. Luego se sintetizan estos elementos en la reconstrucción racional de la existencia, que se
formula por medio de una hipótesis explicativa.
Cuando la hipótesis se ha convertido en teoría, se analiza la evolución de esta forma sintética sencilla,
descubriendo así los elementos necesarios para practicar una síntesis superior. De ese modo se prosigue
continuamente en el avance del conocimiento científico, que transcurre de la síntesis racional al análisis
experimental, de la síntesis realizada en el experimento al empleo de la razón analizadora, del análisis del
experimento al desenvolvimiento sintético del razonamiento, del análisis racional a la síntesis
experimental.

Inducción
Es una forma de razonamiento que considera el análisis datos específicos para inferir conclusiones
generales sobre la naturaleza del fenómeno estudiado. Es decir, es un tipo de razonamiento científico que
estudia lo particular para llegar proposiciones que se apliquen a todos los fenómenos de la misma
categoría.
Este tipo de razonamiento se conoce como método inductivo y se aplica siguiendo ciertos criterios.
Método inductivo

Para aplicar el método inductivo, se observan y recolectan datos de una serie de fenómenos de la misma
naturaleza, a fin de encontrar un principio común a todos ellos. Por ejemplo, si un grupo de recién nacidos
llora cuando tiene hambre, se puede concluir que todos los recién nacidos lloran cuando tienen hambre.
Sin embargo, aunque la inducción sea un método ampliamente utilizado, no está exento de fallas. De
hecho, en el razonamiento deductivo no existe un criterio para determinar la validez de un argumento, lo
que ha sido llamado “el problema de la inducción”.
El problema de inducción, es lo que ocurre en los casos en los que las conclusiones (generales) no se
corresponden con las premisas (particulares).
Un ejemplo del problema de la inducción sería el siguiente:
Una tribu indígena aislada tiene contacto por primera vez con un grupo de exploradores de piel blanca.
Al verlos, podrían concluir que fuera de su territorio todas las personas lucen como los exploradores.
Sin embargo, sabemos que no es así, puesto que existen varios fenotipos de personas.

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Como no todas las conclusiones generales corresponden a datos particulares, se considera que la
inducción puede servir para describir hechos verdaderos. Por ejemplo, que ese grupo de recién nacidos
llora cuando tiene hambre o que aquellos exploradores son blancos.
La conclusión no siempre será verdadera, como sus premisas. En todo caso, es probable que sea
verdadera.

Pasos del método inductivo

1. Recolección de datos: es la selección de la serie de eventos a analizar. Por ejemplo: “Se van a analizar
todos los autos que pasan por la avenida principal a las 12 del mediodía.”
2. Observación: consiste en examinar cada evento por separado para detectar rasgos característicos.
Continuando con el ejemplo anterior, sería: “Los autos que pasan por la avenida principal a las 12 del
mediodía tienen ruedas, ventanas, asientos y puertas.”
3. Identificación de patrones: se consideran cuáles características se repiten en todos los eventos
seleccionados. Por ejemplo: “Los autos observados tienen 4 ruedas.”
4. Conclusión: a partir de los patrones observados se elabora una conclusión general. En este caso, la
conclusión sería: “Todos los autos tienen 4 ruedas.”

Características del razonamiento inductivo

Aportan conocimiento: las conclusiones extraídas no están contenidas en las premisas, con lo cual se
revelan nuevos datos. Por eso, es un método tan utilizado en las ciencias empíricas, dado que es una
herramienta de generación de conocimiento.
La conclusión es una probabilidad: las premisas pueden ser verdaderas y, aun así, la conclusión puede ser
falsa. Pero si las premisas son verdaderas, existe mayor probabilidad de que la conclusión lo sea.
La conclusión no está en las premisas, sino en las relaciones que se establecen entre ellas.

Deducción

El método deductivo es otra forma de razonamiento lógico utilizada en el mundo científico para
comprobar la veracidad de ciertos datos.
Un ejemplo del método deductivo, sería:
-Todos los planetas de la Vía Láctea son semiesféricos.
-Los planetas del sistema solar son semiesféricos.
-La Tierra es un planeta del sistema solar.
Esta es la razón por la cual se dice que la deducción va de lo general a lo particular, dado que las premisas
contienen datos genéricos de los cuales se extrae una conclusión que aplica a un evento específico.
Trasladado al ámbito de la investigación científica o producción de conocimientos, la deducción permite
apoyarse en teorías probadas o aceptadas para describir el fenómeno que se está estudiando y hacer
inferencias sobre él.
La inferencia se aplica a través del método deductivo, que a su vez tiene dos tipos:
1. Método deductivo directo: el investigador usa una premisa de la cual extrae su conclusión, sin
contrastarla con otras. Por ejemplo: Premisa A: los planetas no son cúbicos; Conclusión: la Tierra no es
cúbica
2. Método deductivo indirecto: el investigador requiere de dos o más premisas para extraer una
conclusión. Ejemplo: Premisa A: los planetas no son cúbicos; Premisa B: la Tierra es un planeta;
Conclusión: la Tierra no es cúbica.
En ambos casos, el objetivo es el mismo: tomar unas características generales y adecuarlas a las
particularidades del fenómeno para extraer conclusiones. Estas conclusiones, a su vez, sirven para validar
la teoría o conocimiento objetivo utilizadas en la investigación.

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Pasos del razonamiento deductivo

1. Recolección de datos: Consiste en definir qué hechos o eventos serán analizados. Por ejemplo: La
forma de los planetas del sistema solar.
2. Observación: Para construir las premisas, es necesario observar el fenómeno. La observación, a su vez,
tiene tantas etapas como premisas se quieran crear. La segunda premisa, y las que le sigan (en caso de que
las haya), siempre se utilizarán para contrastar la primera y confirmar así su veracidad. Por ejemplo:
Premisa A: los planetas no son cúbicos; Premisa B: Mercurio es un planeta; Premisa C: la Tierra es un
planeta; Conclusión: la Tierra no es cúbica.
3. Conclusión: Con los datos extraídos de la premisa general, y después de contrastarlos con el resto de
las proposiciones, se elabora una conclusión particular. En este caso: La Tierra no es cúbica.

Características del razonamiento deductivo

El método de razonamiento por deducción tiene elementos que son esenciales para ser considerado una
forma de generar conocimiento:
Las conclusiones no aportan conocimiento nuevo: el método deductivo solo describe o confirma
fenómenos ya conocidos.
Si las premisas son verdaderas, la conclusión es verdadera, de lo contrario, significa que alguna de las
premisas (o todas ellas) son falsas o que la deducción no se hizo de forma correcta.
Las premisas contienen, en sí mismas, la conclusión: la tarea del investigador es hallar los datos
ocultos en las proposiciones para llegar a una deducción lógica.

Método experimental

El método experimental es un método de investigación cuantitativo que consiste en poner a prueba la


validez de una hipótesis sometiéndola a experimentación. Es el más usado en las ciencias exactas, aunque
también ha sido empleado con éxito en psicología y educación.
Consiste en la identificación de las variables relevantes para la investigación, en el diseño de
experimentos y en la observación de los cambios que estas sufren o generan tras la ejecución de los
mismos.
Este método permite a los investigadores manipular las variables. De este modo se pueden establecer
relaciones precisas de causa-efecto entre una muestra de control (no se manipulan las variables) y una
muestra de experimentación (variables manipuladas).
Para el análisis de los resultados de experimentación se prefieren los instrumentos estadísticos, los cuales
aportan datos exactos y permiten observar patrones que no pueden ser detectados a simple vista.

Características del método experimental

El método experimental se distingue por estas cinco características:


1. Es un tipo de método cuantitativo: su objetivo es determinar la validez de una hipótesis por medio de la
experimentación y del análisis estadístico. Proporciona resultados específicos.
2. Se lleva a cabo bajo condiciones controladas: ya sea en el laboratorio o en una investigación de campo,
los investigadores tienen el control de todos los factores que pueden influir en el resultado de la
experimentación.
3. Los investigadores pueden manipular las variables: se trabaja con una muestra de control (en el que no
se manipula ninguna variable) y una muestra experimental, cuyas variables son manipuladas de acuerdo a
los requerimientos de cada investigación.

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4. Consiste en comparar las variables: la investigación experimental se trata de observar los cambios que
se han producido en las variables después de someterlas a experimentación, y compararlas con las
variables del grupo de control.
5. Utiliza variables dependientes e independientes: se llama independiente a aquella variable que ha sido
manipulada por los investigadores. Las variables dependientes son las que se ven alteradas debido a la
manipulación de la variable independiente.

Pasos del método experimental

1. Plantear el problema de investigación: responde a la pregunta: ¿qué se desea saber exactamente?


Ejemplos: Cuál es el efecto de una dieta alta en grasa en el organismo de los gatos. Cuán efectivo es el
romero para curar la calvicie.
2. Elaborar una hipótesis: una hipótesis es una respuesta probable al problema de investigación. Por
ejemplo, que en los gatos una dieta alta en grasa obstruye las arterias y puede producir la muerte.
3. Diseño del experimento: para saber si nuestra hipótesis es correcta o falsa, es necesario ponerla a
prueba. Para ello debemos identificar las variables relevantes y diseñar un experimento. Lo ideal sería
llevarlo a cabo varias veces.
4. Recoger los datos e interpretar los resultados: los recursos de la estadística son de gran ayuda a la hora
de analizar los resultados y percibir patrones que resultan invisibles a simple vista.
5. Sacar conclusiones: la interpretación de los resultados nos permitirá concluir si la hipótesis planteada
es correcta o errónea.

Ventajas del método experimental

1. Los experimentos se pueden reproducir: puesto que se realiza bajo condiciones bien definidas y
controladas, un experimento puede ser replicado por otros investigadores para confirmar o no los
resultados.
2. Los resultados son específicos: el método experimental hace uso de los instrumentos de las ciencias
exactas: cálculo, medición, análisis estadístico, por lo que sus resultados se expresan en forma
cuantificable y específica.
3. Se permite manipular las variables: la finalidad es que los investigadores tengan la libertad de
concentrarse en las variables que consideren relevantes y diseñar experimentos específicos para ellas.
4. Permite identificar la relación causa-efecto entre las variables: al manipular una cierta variable, y
observar los efectos que esta manipulación tiene en otras variables, los investigadores son capaces de
identificar relaciones de causa-efecto.
5. Resulta muy productivo en las ciencias exactas: el método experimental resulta especialmente
fructífero en las ciencias exactas, donde se considera que, si una teoría no ha sido confirmada por la
experimentación, no es ciencia verdaderamente.

Desventajas del método experimental

1. Se lleva a cabo en un entorno artificial: puesto que los experimentos se llevan a cabo en condiciones
muy controladas, no hay una garantía de que los resultados sean 100% aplicables en el mundo “real”.
2. Puede generar dilemas éticos: como, por ejemplo, en el caso de la experimentación en seres humanos, o
a causa de la crueldad de algunos experimentos en animales.
3. No da buen resultado si las variables no son bien precisas: por ejemplo, una investigación quiere saber
si escuchar música distrae a los trabajadores y reduce su rendimiento. Pero ¿cómo cuantificar la variable
distracción? ¿Cómo aislarla de otras variables presentes en el rendimiento laboral? En estos casos
conviene más la aplicación de un método cualitativo.

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4. Puede resultar costoso: la aplicación del método experimental requiere de científicos muy
especializados y equipamiento muy complejo y costoso, como el acelerador de partículas de Ginebra,
Suiza. Asegurar que un entorno sea 100% controlado es más difícil y cuesta más.
5. Puede tomar mucho tiempo: para sacar una conclusión válida desde el punto de vista científico se
requiere replicar varias veces el mismo experimento o realizar más de uno, lo cual requiere de mucho
tiempo.

Ejemplos de método experimental

Consumo de verduras e hipertensión: un investigador quiere conocer si la ingesta de verduras influye en


tener presión arterial alta. Un grupo experimental de 500 personas consume verduras cada día durante 2
meses. El grupo control, también de 500 personas, no consume verduras nunca.
Ejercicio físico y bienestar: un doctor quiere saber si la práctica diaria de ejercicio físico influye en el
bienestar de las personas. Un grupo experimental de 1000 personas practica 1 hora de ejercicio físico
diario, 5 veces por semana, durante 90 días. El grupo control, también de 1000 personas, no practica
ejercicio. Se mide el nivel de endorfinas (hormonas del bienestar) después de 90 días.

Método de observación

La observación como método, consiste en la utilización de los sentidos, para obtener de forma consciente
y dirigida, datos que nos proporcionen elementos para nuestra investigación. Constituye el primer paso
del método científico, que nos permite, a partir de ello, elaborar una hipótesis, y luego vuelve a aplicarse
la observación, para verificar si dicha hipótesis se cumple.
Siempre que vayamos a investigar, debemos partir de plantear el problema y los objetivos, ubicándolo
dentro e un marco teórico. En base a ello se hará la observación, que puede ser cuantitativa y/o
cualitativa.
El observador si bien cumple un rol activo, no interactúa con el objeto de su observación, sino que
recolecta datos y patrones de conducta. En algunos casos, cuando se trata de sujetos, éstos pueden saber
que están siendo observados, o desconocerlo. La observación puede realizarse en su ámbito natural o en
el laboratorio. La observación puede ser efectuada por seres humanos, o por dispositivos mecánicos.
Para que lo observado sea confiable, debe hacerse de la manera más objetiva posible (la objetividad total
es imposible) estar planificada y orientada a un fin, para tomar en cuenta lo que es importante prestarle
atención y desechar los aspectos inútiles. La observación debe estar sujeta a comprobación.
El observar no modifica el objeto de análisis, como sí ocurre en la experimentación, se limita a verlo,
tocarlo, oírlo, pero sin alterarlo. De la observación resultan datos positivos que las confirman o refutan.

2) Investigación científica: Concepto. Características. Tipos de investigación científica


según sus propósitos y fuentes. Clases de investigación y sus niveles: exploratorio,
descriptivo y predictivo. Perfil del investigador. Los instrumentos del investigador. Plan
de trabajo, proyecto y diseño de investigación.

El proceso de investigación y sus momentos

Llamamos investigación científica, de un modo general, a la actividad que nos permite obtener
conocimientos científicos, es decir, conocimientos que se procura sean objetivos, sistemáticos, claros,
organizados y verificables. El sujeto de esta actividad suele denominarse investigador, y a cargo de él
corre el esfuerzo de desarrollar las distintas tareas que es preciso realizar para lograr un nuevo
conocimiento. Los objetos de estudio son los infinitos temas y problemas que reclaman la atención del
científico, que suelen agruparse y clasificarse según las distintas ciencias o especialidades existentes.

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La investigación científica se desarrolla de acuerdo a los lineamientos generales del proceso de
conocimiento que ya analizamos en los dos capítulos precedentes. En ella se asiste, por lo tanto, a ese
acercamiento del sujeto hacia el objeto del que ya hablábamos, por un lado, y a la verificación de las
teorías que se elaboran al confrontarlas con los datos de la realidad, por el otro.
A pesar de que el proceso de conocimiento, es continuo y a veces bastante desorganizado, pues, no lo
olvidemos, se trata de una experiencia creativa donde no pueden excluirse ni la intuición ni la
subjetividad, existe la posibilidad de distinguir en el mismo algunas grandes fases o momentos que, desde
un punto de vista abstracto, muestran las sucesivas acciones que va desarrollando el investigador mientras
trabaja.
Existe un primer momento en que el científico ordena y sistematiza sus inquietudes, formula sus
preguntas y elabora organizadamente los conocimientos que constituyen su punto de partida, revisando y
asimilando lo que se ya se conoce respecto al problema que se ha planteado. Es el momento en que se
produce la delimitación o distinción entre sujeto y objeto, ya que allí el investigador se ocupa por definir
qué es lo que quiere saber y respecto a qué hechos. Igualmente puede considerarse como la fase en que se
plantea explícitamente la teoría inicial, el modelo teórico del que partimos y que se habrá de verificar
durante la investigación. Es en este momento cuando se formulan los problemas básicos de toda
indagación y cuando hay que atender preponderantemente a la racionalidad de lo que proponemos y a la
coherencia lógica de nuestro marco teórico. Por estas razones hemos adoptado la denominación de
momento del proyecto, o momento proyectivo, para referirnos a esta parte inicial del proceso.
A partir de este punto el investigador debe tratar de fijar su estrategia ante los hechos a estudiar, es decir,
debe formular un modelo operativo que le permita acercarse a su objeto y conocerlo, en lo posible, tal
cual es. Del mismo modo debe indicarse que, en este segundo momento, es preciso encontrar métodos
específicos que permitan confrontar teoría y hechos. La preocupación mayor durante toda esta fase es la
de elaborar sistemas de comprobación lo más confiables posibles, y el nombre con que la designamos es,
por todo lo anterior, momento metodológico.
Luego, ya elegidos los métodos o estrategias generales que han de servir para ejecutar nuestro trabajo, se
hace necesario abordar las formas y procedimientos concretos que nos permitan recolectar y organizar las
informaciones que necesitamos. A esta tercera fase la denominamos momento técnico y, aunque es
apenas una proyección y continuación del momento anterior, decidimos considerarla separadamente por
cuanto supone la realización de trabajos que en la práctica son bastante diferentes a los anteriores. En esta
fase suele incluirse también el trabajo práctico de la obtención de los datos, pues durante éste se redefinen
y ponen a punto las técnicas y los instrumentos que se emplean en la investigación.
Finalmente, cuando el investigador ya dispone de los datos que le proporcionan los objetos en estudio, se
abre una nueva fase, que tiene por cometido elaborar los nuevos conocimientos que es posible inferir de
los datos adquiridos. Se vuelve así de los hechos a la teoría, del objeto al sujeto, cerrando el ciclo del
conocimiento, aunque no definitivamente, pues la nueva teoría alcanzada sólo puede concebirse como un
superior punto de arranque para el desenvolvimiento de nuevas investigaciones. El nombre que
mejor se adapta a esta fase de la investigación es, por lo tanto, el de momento de la síntesis, aunque puede
también llamarse momento teórico o momento de la redacción final.
Estos cortes efectuados en la continuidad del proceso que analizamos son útiles para ver cómo los
problemas epistemológicos generales reaparecen en la práctica concreta de la actividad científica. Pero no
son todavía apropiados, por lo muy amplios y generales, para servir de guía a quien se ve frente a la
necesidad de efectuar un trabajo concreto de investigación. Por tal motivo encararemos ahora la tarea de
fijar etapas más específicas dentro de este proceso.

Un modelo del proceso de investigación

Para entender mejor el valor y las limitaciones de cualquier esquema que intente servir como modelo al
proceso de investigación es conveniente que reflexionemos acerca del origen que poseen tales modelos.
Los mismos no pueden sino surgir de dos fuentes: por un lado, de la observación y sistematización de la

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práctica científica que en diversos campos se realiza o se ha realizado; por otra parte, de la necesaria
organización lógica de los contenidos que en la misma intervienen, de modo de construir un modelo
internamente coherente. Visto lo cual se comprende perfectamente el carácter aproximativo que posee
todo esquema de pasos o etapas, y se entienden mejor las discrepancias que en los textos sobre el tema, se
suelen presentar. Par evitar que el esquema que proponemos se interprete erróneamente haremos además
otras dos consideraciones previas:
1) Todo esquema sobre el proceso de investigación corre el peligro, especialmente para quien no ha
realizado todavía labores científicas prácticas, de convertirse en una especie de modelo formal restrictivo,
en un molde rígido de procedimientos que puede adquirir hasta un carácter burocrático. En realidad, la
labor científica es un trabajo donde la libertad y la creación cumplen un papel central: no hay, ni puede
haber, ninguna receta que nos garantice un resultado positivo para nuestro trabajo, por cuanto las
dificultades y los imprevistos son tantos que impiden alcanzar una planificación completa del proceso.
La práctica nos enseña que investigar es una tarea casi artesanal en la que es preciso unir el pensamiento
riguroso a la imaginación, la disciplina de trabajo a la inspiración, en dosis variables según las
circunstancias. Por eso cualquier esquema que se presente no tiene más que el valor de una simple
sugerencia encaminada a estimular el pensamiento sistemático, de una especie de indicación general, que
sólo pretende ser una guía para que el estudiante que se inicia en este campo pueda tener en cuenta los
principales factores y aspectos que intervienen en el proceso.
2) Revisando la bibliografía que existe sobre el punto se advierte que en cada caso los diferentes autores
confeccionan diversos esquemas de pasos sucesivos que intentan describir las etapas del proceso. Varían,
eso sí, en la cantidad de pasos, aunque la secuencia general manifiesta casi siempre una cierta similitud,
inevitable por la misma lógica de la investigación. Diferencias importantes se encuentran, en esta
comparación, en lo relativo al número de pasos, al énfasis puesto en cada uno y, a veces, en el orden
establecido. La clasificación que ofrecemos enseguida al lector no pretende ser la única ni la mejor
posible: es simplemente el resultado de nuestra observación en este campo e intenta poner de relieve
algunos aspectos fundamentales que hemos percibido en nuestra práctica. Se distingue de la que presentan
casi todos los autores por una característica específica: no es lineal. Pretendemos con ello poner en relieve
el carácter dinámico y procesal de la investigación, de modo que no se conciba al proceso como teniendo
un principio y un fin definitivos, sino más bien como un trabajo continuo, donde cada investigación
particular es parte de un esfuerzo mucho mayor en el desarrollo de los conocimientos científicos. Por otro
lado, se observará que el modelo plantea etapas paralelas en su desenvolvimiento. Esto tiene por objeto
mostrar que no hay verdaderamente un orden único en el trabajo, sino que existen tareas que se
desarrollan de un modo simultáneo, que se complementan y determinan mutuamente.
Toda investigación versa, naturalmente, sobre algún área del conocimiento, aunque esta pertenezca a más
de una disciplina científica (en este caso se trata, obviamente, de un estudio interdisciplinario). Pero una
investigación puede definirse también como un esfuerzo que se emprende para resolver un problema: no
un problema cualquiera, claro está, sino un problema de conocimiento. En este sentido conviene señalar
que un problema de conocimiento se plantea o presenta cuando alcanzamos a precisar qué es lo que no
sabemos dentro de un área temática determinada, cuando establecemos una especie de frontera entre lo
conocido y lo no conocido y nos decidimos a indagar sobre esto último.
La segunda etapa que hemos definido consiste, por lo tanto, en lo que se denomina la formulación o el
planteamiento del problema. Ella es, quizás, la fundamental de todo el proceso indagatorio, la que
distingue una verdadera investigación de otros trabajos aparentemente similares, como los de revisión
bibliográfica, recopilación de información, procesamiento de datos, etc. Porque, en ausencia de un
problema no hay verdadera búsqueda de conocimientos, no hay creación, aunque puedan hacerse valiosos
aportes pedagógicos o prácticos: si no hay algo de algún modo desconocido o mal conocido no hay, en
verdad, auténtica necesidad de investigar, de obtener nuevo conocimiento.
Como se habrá observado, la formulación de un problema asume generalmente la forma de una pregunta,
de algún interrogante básico cuya respuesta sólo se podrá obtener después de realizada la investigación.
Dicho de otro modo, el objetivo fundamental de la investigación es resolver precisamente dicho problema

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de conocimiento (encontrar la respuesta) y su éxito deberá medirse entonces antes que nada por la
claridad pertinencia y precisión de dicha respuesta. Los problemas prácticos, en cambio, se resuelven
mediante la realización de algún tipo de acción, no mediante la obtención de un saber nuevo, aunque
puedan a veces necesitarse de nuevos conocimientos para desarrollar las acciones que hay que emprender.
La siguiente etapa, que llamamos delimitación de la investigación, incluye la tarea de fijar los objetivos,
generales y específicos, del trabajo a desarrollar, aclarando qué fines se considera posible alcanzar
concretamente. Porque no puede hacerse investigación científica estudiando todo a la vez, sin ningún
orden ni disciplina y sin tener una idea, aunque sea aproximada, de lo que se irá a alcanzar: es necesario
contar con un tema de estudio preciso y bien delineado que, por sus proporciones, pueda ser investigado
en correspondencia con nuestros recursos teóricos y materiales. Sobre estas dos indispensables
actividades de toda investigación hablaremos más extensamente en el capítulo siguiente.
Una vez precisado el objeto de nuestro trabajo habrá que abocarse a la tarea de construir un referente
teórico para el problema en estudio. Ello significa asimilar el bagaje conceptual y las teorías ya
elaboradas respecto al tema, pero reenfocadas para los fines específicos de nuestro caso. Implica por lo
tanto la revisión y organización de los conocimientos previos disponibles sobre el tema, en lo que se
refieren particularmente al problema que se ha planteado y al punto de vista que se ha asumido acerca del
mismo.
Conviene aclarar que la elaboración de este marco teórico está estrechamente ligada al mismo
planteamiento del problema, y en los hechos ambas cosas se van desenvolviendo casi simultáneamente.
Esto es así porque no puede plantearse con seriedad un problema de investigación delimitando lo que no
se sabe sobre algo si no se revisa y asimila previamente lo que ya se conoce acerca del mismo, si no se
ordena y elabora la teoría existente.
Las primeras cuatro fases del trabajo de indagación que acabamos de describir corresponden el momento
proyectivo inicial del que hablábamos en 3.1. Se observará que, en nuestro esquema, a partir de la etapa
No.3, se produce una bifurcación que implica la realización de trabajos simultáneos o, al menos,
paralelos. Nuestro objetivo al presentar las cosas de este modo ha sido remarcar que todo problema de
investigación se presenta ante nosotros bajo una doble faz: por un lado (línea de abajo) como una
colección de hechos, de fenómenos empíricos; por otra parte, como un conjunto de conceptos y de
proposiciones relativos a esos hechos o fenómenos (línea de arriba). Con esto se rescata la circunstancia
de que la investigación debe atender a la doble naturaleza de lo que se construye como objeto, en tanto
éste no sólo es un elemento puramente empírico, un segmento de la realidad, sino que está precisamente
constituido como resultado de nuestra labor de conceptualización y de elaboración teórica.
El elemento No.5, el que llamamos diseño concreto, cumple entonces la función de complementarse al
marco teórico: si éste proporciona el marco conceptual y referencial para el problema, el diseño tiene por
misión determinar la forma en que el problema habrá de ser verificado: establecerá el criterio general de
comprobación, el sistema de aproximación a la realidad específica considerada, la estrategia general a
utilizar. Junto con el paso No.6 pertenece a lo que antes hemos denominado el momento metodológico de
la investigación.
Los aspectos No. 6 y 7 son la continuación operativa del marco teórico y del diseño, respectivamente, tal
cual se observa en nuestro gráfico. La obtención de indicadores, llamada a veces operacionalización, tiene
por objeto la búsqueda de elementos concretos, empíricos, que permitan traducir y medir en la práctica
los conceptos que se han definido teóricamente; las técnicas de recolección de datos son la
implementación instrumental del diseño escogido. Ambos elementos se sintetizan en la confección de
determinados instrumentos de recolección de datos. Los instrumentos (como, por ejemplo, cuestionarios,
pautas de observación, etc.) tiene una forma y un contenido. La forma, es decir, si se trata de entrevistas,
cuestionarios, pautas, etc., estará determinada por las técnicas concretas escogidas; el contenido, es decir,
qué preguntar, qué observar será el resultado de la operacionalización efectuada. De este modo ambas
líneas, empírica y teórica, confluyen en este elemento, con el cual nos dedicaremos a la labor de
conseguir los datos capaces de construir una respuesta para nuestro problema inicial.

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Pero esos datos se obtienen en bruto y necesitan, por tanto, de un trabajo de clasificación y ordenación
que habrá de hacerse teniendo en cuenta las proposiciones sobre las que se asienta la investigación. Esta
tarea, el procesamiento de los datos, cierra la fase técnica del proceso, que incluye también a las tres
anteriores.
Finalmente, con estos datos ya procesados adecuadamente, habrá que retomar la labor propiamente
teórica para poder obtener de ellos la respuesta al problema planteado: será preciso analizar críticamente
la información, proceder a sistematizarla y sintetizarla, y arribar a conclusiones globales de acuerdo a los
datos disponibles. Estamos, así, en el momento final de la investigación, en el que llamamos de la
síntesis.
Con esto se cierra, aunque sólo en apariencia el proceso de investigación. Y decimos así por cuanto
ninguna investigación resuelve completamente los problemas formulados. Generalmente la respuesta es
sólo parcial, o hay ciertos elementos de confusión o, en el mejor de los casos, la respuesta eficaz de un
problema implica la aparición de varios otros nuevos problemas a investigar. El ciclo se reiniciará así a
partir del segundo elemento, de un modo circular e inacabable, como lo es en verdad la tarea del hombre
por resolver los interrogantes del mundo que lo rodea y de su propia práctica.

El sujeto investigador

Ahora bien, en cuanto a nuestra particular visión de las cualidades que todo investigador principiante o no
requiere para desplegar un trabajo efectivo y de calidad, diremos primeramente que el investigador no es
una clase especial y diferente de hombre, con algo así como una inspiración genial o cosa semejante. Por
el contrario, aunque hayan existido y existan verdaderos superdotados que se ocupan de la ciencia, la
mayoría de los buenos investigadores y muchos de los excelentes, no son otra cosa que hombres
largamente educados en la disciplina de la ciencia, gente que se ha hecho investigadora mediante la
voluntad y el estudio, cuya tarea es la de proponer teorías y ponerlas a prueba.
Naturalmente, quienes poseen una inteligencia más brillante o una intuición más aguda tienen mayores
posibilidades de alcanzar resultados de importancia. Pero eso no cierra las puertas a la mayoría de los que,
día a día, van levantando el edificio de la ciencia. Y aun aquellos que tienen a su favor mayores dotes
naturales no pueden escapar a esa necesidad de trabajar sistemáticamente, con paciencia, perseverancia y
continuidad, porque sin ello no es posible llegar a ningún resultado provechoso. Muchas investigaciones
son lentas y dificultosas, plagadas de tareas tediosas y de inconvenientes que pueden producir el
desánimo; sólo una firme determinación por conocer la verdad y exponerla, una voluntad sin desmayos
orientada hacia ese fin, nos convierte en verdaderos investigadores.
Es necesario poseer y cultivar un espíritu libre, una mentalidad creadora y abierta a todas las
posibilidades, porque el conocimiento científico se opone a las posiciones dogmáticas y porque los
hechos son muchas veces más fantásticos que cualquiera de nuestras expectativas. Sólo una inteligencia
que duda de todo y se pregunte, ante todo, una imaginación libre, nos prepara para construir teorías e
hipótesis que muchas veces resultan verificadas por la realidad. Una síntesis entre un despiadado espíritu
crítico y una imaginación sin trabas parece ser el modelo que nos ofrecen los más grandes científicos y
pensadores de todos los tiempos.
Existen también ciertos hábitos y capacidades que ayudan sobremanera a un investigador: los
conocimientos generales sobre muchas ramas del saber, la capacidad para trabajar en equipo, el placer
siempre presente por conocer, el entrenamiento en la lectura sistemática, crítica y cuidadosa, son
cualidades valiosas que todo estudioso debe cultivar y tratar de desarrollar en sí mismo. Por último,
diremos que la experiencia práctica en la misma acción investigadora resulta una ayuda importantísima,
por lo que nunca debemos abandonar este campo apresuradamente, como si no estuviésemos dotados para
desenvolvernos en él, sino insistir en nuestro trabajo hasta obtener lo que realmente podemos alcanzar por
nosotros mismos.

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