Derecho Colectivo Del Trabajo
Derecho Colectivo Del Trabajo
Derecho Colectivo Del Trabajo
Pero, es en el año de 1936 que la historia del Derecho del Trabajo venezolano
comienza con certera aplicabilidad legal a raíz de la promulgación de la Ley del
Trabajo de ese año. Durante ese período, se efectuó “la primera misión de la
Organización Internacional del Trabajo (OIT) para prestar asistencia técnica
directa a un Estado miembro en la redacción de un proyecto de ley del trabajo.
Una referencia puntual merece el paso de David H. Blelloch por Venezuela en
1936, ocasión de la primera misión enviada por la OIT a un país miembro para
prestar asistencia técnica in situ en el marco de la redacción de una legislación del
trabajo. 1936 es, por otras tantas y muy relevantes razones, un año especialmente
referencial y virtuoso de la historia de la OIT en la América Latina” (Villasmil Prieto,
2011:10).
La Ley de 1936 fue elaborada por la Oficina Nacional del Trabajo con colaboración
de la OIT, bajo el gobierno de Eleazar López Contreras. Rafael Caldera, en ese
entonces con apenas 21 años de edad, era uno de los primeros en exponer, a
través de una serie de artículos periodísticos, la necesidad de instaurar en
Venezuela una legislación obrera moderna. Por tal motivo, el presidente López
Contreras le confió la subdirección de la Oficina Nacional del Trabajo, creada en
febrero de 1936, siendo el Director de la Oficina Alfonzo Calatrava. Con ese cargo
público, Caldera vino a ser promotor y coautor de la Ley del Trabajo promulgada
en julio de ese año (Mirabal Rendón, 2014: 520). En virtud que, durante el período
dictatorial de Juan Vicente GÓMEZ, la Ley del Trabajo del 23 de julio de 1928 no
tuvo aplicación práctica en Venezuela2, aparte de que, restringía severamente la
autonomía sindical, obviaba la negociación de contratos colectivos y atribuía al
patrono facultades dirigidas a reprimir los conflictos colectivos de trabajo (Carballo
Mena, 2014:512).
Hoy en día, durante los tiempos de gobierno de Hugo Rafael Chávez Frías (1999-
2013) y Nicolás Maduro Moros (2013 a la actualidad), la institución laboral de la
negociación colectiva se encuentra disminuida a pesar del surgimiento de
numerosos sindicatos partidarios del Presidente Chávez y favorecidos por las
autoridades administrativas laborales, pero, producto de la gran cantidad de
empresas privadas cerradas y/o expropiadas, así como, por la baja negociación
colectiva en las empresas estatales y el sector público, sumado a una profunda
crisis económica, esta institución no ha seguido progresando como venía
haciéndolo a finales del siglo XX.
3. Por último, se introduce la noción de proceso social del trabajo que abarca a
todo el Derecho Colectivo del Trabajo.
A modo general, es importante afirmar que los actos de los funcionarios del trabajo
en su intervención, durante la negociación colectiva, han de orientarse a facilitar la
negociación, y en ningún caso a obstaculizarla.
Esta reforma legal, como nueva exigencia, hace que la constitución de una
organización sindical sea muy compleja, por no decir discriminatoria, dado que en
la práctica se ha favorecido mayoritariamente la constitución de sindicatos
oficialistas. Al poner trabas para la creación de un sindicato y éste constituir la
representación más dinámica que negocia colectivamente en el país, se produce
una regla de proporción, a menor número de sindicatos, menor es, la negociación
colectiva.
Documentos para el registro: 1. Copia del acta constitutiva que debe ser creada
conforme al artículo 383 de la LOTTT. 2. Un ejemplar de los estatutos que debe
cumplir con las formalidades del artículo 384 de la LOTTT. 3. La nómina de
integrantes promotores de acuerdo al artículo 385 de la LOTTT. Esta
documentación debe cumplir con las formalidades establecidas en la Ley, y debe ir
firmada por todos los integrantes de la junta directiva en prueba de su autenticidad
(Art. 382 LOTTT).
Recabados todos los requisitos por la futura organización sindical, ésta deberá
someterse a un procedimiento para su registro (Artículo 386 LOTTT). Así,
presentarán los documentos indicados ante el Registro Nacional de
Organizaciones Sindicales de acuerdo al ámbito territorial de la organización
sindical que se proyecta. Pero, si la documentación presenta deficiencias u
omisiones conforme la Ley, el funcionario de registro lo comunicará a los
solicitantes dentro de los treinta (30) días siguientes a la solicitud, orientándolos en
la forma de subsanar las deficiencias, siendo ésta, la única oportunidad de hacer
observaciones sobre deficiencias u omisiones. Así que los solicitantes tienen un
lapso de treinta (30) días para corregir las deficiencias indicadas. Si la
documentación no tiene deficiencias o éstas son subsanadas correctamente
dentro del lapso establecido, se procederá al registro de la organización sindical
dentro de los treinta (30) días siguientes y se entregará a los solicitantes la boleta
donde consta el registro para que la organización sindical pueda funcionar y
ejercer la negociación colectiva.
2.) Otra de las grandes reformas en esta materia, lo ha sido el tema de las
elecciones sindicales, aun cuando, esta figura ya existía en la legislación de 1990,
su tratamiento era más sencillo pues, quien organizaba el proceso electoral era el
mismo sindicato a través de la solicitud de convocatoria que se hiciese al juez del
trabajo de su circunscripción luego de transcurridos tres (3) meses de vencido el
período para el cual hubiera sido elegida la directiva del sindicato. Pero, si no se
había convocado a nuevas elecciones, un número no menor del diez por ciento
(10%) de los trabajadores miembros de la organización, podía solicitar al Juez del
Trabajo de la jurisdicción que dispusiera la convocatoria pertinente para efectuarse
las respectivas elecciones sindicales.
Por su parte, la LOTTT del 2012 desarrolló esta figura de las elecciones sindicales
y a pesar que flexibilizó la norma Constitucional (293.6 CRBV) en cuanto a la
posibilidad, y no a modo de imposición, de solicitud de asesoría técnica y apoyo
logístico, conforme al Art. 405 LOTTT, pero aun así, llegó a normar con tanto
detalle esta situación que creó serios límites al grado de autonomía sindical.
Por otro lado, la LOTTT dispuso que los integrantes de la junta directiva de las
organizaciones sindicales cuyo período haya vencido de conformidad con la Ley y
sus estatutos, no podrán realizar, celebrar o representar a la organización sindical
en actos jurídicos que excedan la simple administración, por tal razón, no podrán
presentar, tramitar, ni acordar convenciones colectivas de trabajo, pliegos de
peticiones con carácter conciliatorio o conflictivo ni actas convenio, es decir les
queda vetado el derecho a negociar colectivamente (Art. 402 LOTTT), hasta tanto
no superen esa formalidad de elecciones.
“Al tiempo que toma nota de los elementos proporcionados por el Gobierno, la
Comisión reitera una vez más que las elecciones sindicales son un asunto interno
de las organizaciones, en el que las autoridades, inclusive el CNE, no deberían
injerirse. La Comisión pide por lo tanto de nuevo al Gobierno que tome medidas
para que: I) las normas vigentes establezcan que sea la autoridad judicial la que
decida los recursos relativos a elecciones sindicales; II) se elimine el principio de
que la mora electoral inhabilita a las organizaciones sindicales para la negociación
colectiva; III) se elimine la obligación de comunicar al CNE el cronograma
electoral; IV) se elimine la publicación en la Gaceta Electoral de los resultados de
las elecciones sindicales como condición para ser reconocidas. Adicionalmente, la
Comisión pide de nuevo al Gobierno que tome medidas para revisar las siguientes
disposiciones de la LOTTT que restringen el derecho de las organizaciones
sindicales de organizar libremente la elección de sus representantes: I) el artículo
387 que condiciona la elegibilidad de los dirigentes a haber convocado en plazo a
elecciones sindicales cuando eran dirigentes de otra organización;II) el artículo
395 que prevé que el incumplimiento por parte de los afiliados y afiliadas a los
aportes o cuotas sindicales no impedirá el derecho al sufragio; III) el artículo 403
que impone un sistema de votación que integra en la elección de la junta directiva
la forma uninominal y la representación proporcional, y IV) el artículo 410 que
impone la figura del referéndum revocatorio de cargos sindicales. La Comisión
pide al Gobierno que informe de toda evolución a este respecto”
Al motivar su sentencia de esa forma, la Sala dejó por sentado que el derecho
electoral está por encima del derecho a la sindicalización, aun cuando verse sobre
un caso de naturaleza electoral de índole sindical, sin tomar en cuenta que la
esencia de ambos derechos nace de la misma estructura constitucional, con lo
cual, ha debido aplicar la teoría de la ponderación de derechos fundamentales
para que un derecho fundamental, no se viere abrogado, por otro derecho de su
misma clase.
Siendo que el Art. 95 de la CRBV establece como derecho fundamental que, los
trabajadores sin distinción alguna y sin autorización previa, tienen derecho a
constituir libremente las organizaciones sindicales que estimen convenientes para
la mejor defensa de sus derechos e intereses, y que estas organizaciones no
están sujetas a intervención administrativa. Y en ese sentido, señala esa norma
constitucional que los trabajadores están protegidos contra todo acto de
discriminación o de injerencia contrarios al ejercicio del derecho a la libertad
sindical. Vale destacar que la injerencia, bien puede provenir de los particulares, o
del mismo aparato estatal. Por ende, acentuar más el control del Poder Electoral
sobre las elecciones sindicales a través de una sentencia de la Sala Constitucional
constituye una evidente injerencia que perjudica el derecho fundamental a la
libertad sindical16.
“De allí que podamos concluir que los convenios colectivos no constituyen otra
cosa que negocios jurídicos y como tales son producto de la autonomía colectiva,
es decir, del poder reconocido a las categorías profesionales para regular sus
propios intereses considerados dignos de protección por parte del ordenamiento
jurídico”.
Siendo así, Jorge Rosenbaum (2001:33) ha señalado que: “es posible hacer un
recorrido de las distintas concepciones doctrinarias sobre la naturaleza del
convenio colectivo, según se ponga el acento en sus aspectos contractuales, en
sus aristas estatutarias y normativas, o incluso en sus elementos eclécticos o
mixtos (el convenio es “un híbrido”, que refunde en un todo unitario, el contrato y la
norma). A partir de estas grandes corrientes analíticas, la contribución doctrinaria
se multiplica, permitiendo el nacimiento y la postulación de variadas teorías que
contribuyen a explicar y enfocar el estudio de una manifestación tan peculiar de
las relaciones colectivas del trabajo: la negociación colectiva”.
Sin pretender tomar partido por una determinada postura, parece necesario
reconocer que son precisamente los ordenamientos positivos los que, aún sin
apartarse de las ideas del contrato que le dieron origen a la negociación colectiva,
han reconocido el valor normativo derivado de la autonomía privada colectiva al
plasmar jurídicamente los efectos obligatorios, automáticos y generales del
convenio, al posibilitar su extensión y al admitir bajo ciertas circunstancias o
requisitos, su aplicación ultraactiva (Rosenbaum, 2001:34).
En definitiva, importante es, a los fines prácticos, destacar los efectos jurídicos del
convenio colectivo. Así, Héctor Jaime Martínez (2011:135-136), señala que:
“Las convenciones colectivas de trabajo presentan una particularidad que las hace
diferentes de los negocios jurídicos o contratos regidos por el derecho civil. En
estos se aplica el principio de la relatividad de los contratos en el sentido de que
los efectos del contrato sólo afectan a las partes que lo celebran-res Inter alios
acta aliis ne que no cere ne que prodesse potest-, en tanto que en materia de
convenciones colectivas de trabajo, éstas pueden resultar aplicables a personas
que no han intervenido en su celebración”.
Por otro lado, los convenios homologados tienen eficacia temporal de acuerdo con
el plazo estipulado por las partes, pero se les reconoce constitucionalmente una
eficacia ultra-activa por aplicación de los principios constitucionales de
intangibilidad y progresividad de los derechos y beneficios laborales (Art. 89.1
CRBV). Dicha ultraactividad se proyecta respecto de las cláusulas normativas, que
siguen rigiendo las relaciones laborales y las condiciones de trabajo hasta tanto se
las sustituya por un nuevo convenio colectivo que mantenga o mejore las
condiciones de trabajo anteriores.
Vale acotar que cuarenta (40) o más trabajadores de distintas entidades de trabajo
que ejerzan una misma profesión, oficio o trabajo similares o conexos, podrán
constituir un sindicato profesional de ámbito territorial local o estadal. Tratándose
de un sindicato profesional (organizaciones sindicales horizontales, por oficio o
profesión, que reúnen a los trabajadores independientemente del tipo de empresa
en la que trabajan), los acuerdos que éste celebre tendrán eficacia limitada a las
categorías profesionales de trabajadores a él vinculados, como miembros de una
categoría diferenciada. Los trabajadores no dependientes podrán formar
sindicatos de ámbito territorial local o estadal con un número de cuarenta (40) o
más trabajadores de la misma profesión, oficio o actividad.
“Es por esto que si bien es cierto que la convención colectiva tiene su origen en un
acuerdo de voluntades, también es cierto que una vez alcanzado el mismo debe
necesariamente suscribirse y depositarse ante un órgano con competencia
pública, concretamente ante el Inspector del Trabajo, quien no sólo puede formular
las observaciones y recomendaciones que considere menester, sino que debe
suscribir y depositar la convención colectiva sin lo cual ésta no surte efecto legal
alguno. Estos especiales requisitos en su formación, incluyendo la suscripción y el
depósito, con la intervención de un funcionario público, le da a la convención
colectiva de trabajo un carácter jurídico distinto al resto de los contratos y permite
asimilarla a un acto normativo que –se insiste- debido a los requisitos que deben
confluir para su formación y vigencia, debe considerarse derecho y no simples
hechos sujetos a las reglas generales de la carga de alegación y prueba que rigen
para el resto de los hechos aducidos por las partes en juicio.
Desde luego que este carácter jurídico, el de derecho, tiene desde la perspectiva
procesal una gran importancia porque permite incluir a la convención colectiva de
trabajo dentro del principio general de la prueba judicial según el cual el derecho
no es objeto de prueba, pues se encuentra comprendido dentro de la presunción
legal iuris et de iure establecida en el artículo 2º del Código Civil, según la cual:
<<La ignorancia de la ley no excusa de su cumplimiento>>, con fundamento en la
cual el derecho se presume conocido, sobre todo por el juez, lo que está
consagrado como el principio iuranovit curia, el juez conoce el derecho, y por
tanto, las partes no tienen la carga de alegarlo ni probarlo, ni el juez el deber de
examinar las pruebas que las partes hayan producido para la comprobación de su
existencia, porque el deber de analizar y juzgar todas cuantas pruebas se hayan
producido en juicio, en conformidad con lo dispuesto en el artículo 509 del Código
de Procedimiento Civil, se refiere a las pruebas de los hechos no del derecho (Vid.
Sentencia Nº 4 de esta Sala de 23 de enero de 2003)”.
“Por último es menester aclarar que aunque la ley laboral incluya a las
convenciones colectivas dentro de las fuentes del derecho del trabajo, en
conformidad con lo dispuesto en el artículo 60 literal a) de la Ley Orgánica del
Trabajo, no son iguales, porque la fuente es de donde emana el derecho y la
convención colectiva es el derecho mismo y ello es precisamente, lo que dispensa
a las partes de la carga de demostrarla, porque el juez puede de manera fácil y
sencilla, dentro o fuera de juicio, comprobar su existencia, pues esta se encuentra
suscrita y depositada ante la Inspectoría del Trabajo, lo que no ocurre con el
contrato individual de trabajo o con otras de las ‘fuentes del derecho laboral’
indicadas en el artículo 60 de Ley Orgánica del Trabajo.”
NORMAS INTERNACIONALES
“Varias de estas normas son conocidas como ‘fundamentales’ pues proporcionan el marco
necesario para mejorar libremente las condiciones de trabajo individuales y colectivas. Se
trata de las normas relativas a la libertad sindical y a la protección del derecho de
sindicación; a la aplicación de los principios del derecho de sindicación y de negociación
colectivas; a la abolición del trabajo forzoso; a la edad mínima de admisión al empleo; a la
prohibición de las peores formas de trabajo infantil y la acción inmediata para su
eliminación, a la igualdad de remuneración entre la mano de obra masculina y femenina por
un trabajo de igual valor; y a la no discriminación en materia de empleo y ocupación”
Multidisciplinario para los Países Andinos Esta Declaración de Principios se formula
oportunamente como un mensaje dirigido al pueblo latinoamericano, cuyas expectativas de
empleo se ven interferidas por la globalización de la economía, que se caracteriza por el
descarte del trabajo subordinado y del ataque a la negociación colectiva, que siempre ha
resultado ser el símbolo del progreso para los trabajadores. Es una medida urgente para
éstos insistir en la libertad de sindicación, en el sostenimiento de la negociación colectiva
como fórmula sencilla de impulsar el progreso de los trabajadores. Por esta razón, toda
medida que in interfiera la libertad sindical, directa o indirectamente, provenga de los
empleadores o de los mismos trabajadores, constituye un obstáculo al desarrollo social y a
la unidad de los trabajadores por mejores condiciones laborales”
En esta misma línea de pensamiento, el paralelismo sindical es condenado por el Convenio
98 de la OIT. Este fenómeno tiene lugar cuando se pretende el control sindical, pero desde
afuera del centro laboral o del centro sindical. El mecanismo ideal debe ser que se luche en
el seno de la propia organización que se desea transformar, es decir, si se trata de un
organismo sindical, cuya política contradice los intereses de los trabajadores, debe acudirse
al expediente de la sustitución de sus representantes por los mecanismos electorales fijados
en la ley.
PLURALISMO SINDICAL
La división del movimiento obrero, en cualquiera de sus niveles, beneficia a los enemigos
del trabajador y de sus derechos. Favorece una dispersión innecesaria y antihistórica. Es
decir, que la lucha por la vigencia de la libertad sindical debe centrarse en la unidad de sus
trabajadores, en la jerarquización de los valores que la clase trabajadora debe conquistar. El
pluralismo sindical es permisible, jurídicamente admisible, pero a nivel de la unidad
máxima, que seria la Central de Trabajadores, de sus Federaciones y sus Sindicatos, la
unidad tiene que ser el denominador común. Eso sí, la unidad por la clase trabajadora, para
la clase trabajadora, de la clase trabajadora, con independencia de lo que cada uno piense
políticamente, que es otro máximo derecho humano: la libertad de pensamiento. Esta es la
conclusión que se deriva de los convenios internacionales adoptados por Venezuela.
Pero además, se debe descartar la idea de que el Sindicato sirva al empleador como
instrumento de dominación o como simple soporte de su política. Una política así
obstaculiza el propio desarrollo empresarial. Ocurre en determinados momentos que el
empleador necesita negociar aspectos puntuales de la producción con sus trabajadores.
Quienes más conocen del proceso productivo son los técnicos, los trabajadores. Estos
pueden aportar soluciones para ahorrar materia prima, o tiempo para la ejecución de la
función. Ahora bien, esta cooperación sólo se obtiene en un clima de confianza, de libertad,
de unidad, un clima no discriminatorio.
En el sector privado existe una trayectoria sobre los temas antes mencionados cuya
aplicación ha permitido mejorar las condiciones de trabajo de la clase trabajadora. La
historia del movimiento sindical venezolano indica que, en ciertos períodos de gobierno, ha
sido obstruida la libertad sindical por el gobernante de turno. Por otra parte, este
movimiento sindical se dividió desde el año de 1960, más por razones ideológicas y de
política partidista, que por razones atinentes a la libertad sindical o por reivindicaciones de
los trabajadores. De repente el movimiento sindical ha subordinado su lucha específica a
intereses diferentes, siempre detrás del mito de la ley. Pero esto no es lo más grave. Ahora
se utiliza el conflicto como medio político de cambio extraconstitucional. Para la historia
del movimiento obrero los años 2001 y 2002 marcan una gestión lamentable, por completo
ajena a los principios integrantes de la libertad sindical. Véase el abrazo de un sindicalista y
un empresario al inicio de un conflicto, reflejado en los medios de comunicación, que es el
símbolo más elocuente de la decadencia sindical.
En nuestro país este movimiento sindical ha estado dividido. Por lo menos desde el punto
de vista formal. La ingerencia de factores extraños a la organización sindical ha desvirtuado
por completo, en algunos casos, la función o el papel de los Sindicatos y es por esto que no
han desarrollado una política propia, que reconozca, por ejemplo, que las normas
internacionales del trabajo “no sólo son un vehículo para trasladar los beneficios
económico al progreso social, sino también para generar efectos sociales que contribuyan
al desarrollo económico”.
Otro de los adelantos en cuanto al derecho colectivo del trabajo se refiere, viene dado, sin
duda alguna, por la consagración del derecho a la negociación colectiva de todos los
trabajadores del sector público. La negociación colectiva del trabajo también estaba
amparada en la Constitución de la República de 1961, pero en forma parcial, porque sólo
consagraba la imperatividad de que la ley favoreciera el desarrollo de las relaciones
colectivas de trabajo y estableciera el ordenamiento jurídico adecuado para las
negociaciones colectivas y para la solución pacífica de los conflictos y únicamente estaba
amparada a nivel constitucional la convención colectiva.
Uno de los aspectos más importantes del Derecho Colectivo del Trabajo en Venezuela, lo
constituyen los conflictos colectivos que son medios para modificar las condiciones de
trabajo, reclamar el cumplimiento de las convenciones colectivas, o para oponerse a
medidas de cualquier índole que puedan perjudicar a los trabajadores, incluyendo las
practicas antisindicales. La ley establece dos clases de procedimientos de solución de
conflictos colectivos: la autocomposición y la heterocomposición. En la primera categoría
se encuentran: la negociación, la conciliación, la mediación y la consulta. En tanto que en la
segunda se encuentran: el arbitraje y la decisión judicial.
En este sentido la autoridad administrativa tiene a su cargo el deber de procurar la solución
armónica y pacífica de las divergencias, aun antes de que revistan carácter conflictivo, es
decir, antes de que se presente el pliego de peticiones conflictivo, sin perjuicio de que las
partes acuerden procedimientos previos para la solución de las diferencias. Agotados que
sean estos procedimientos previos y una vez que la autoridad administrativa tenga
conocimiento de que hay una diferencia de carácter colectivo, abrirá una etapa de
negociación colectiva entre las partes, con la potestad de participar en ella si lo estima
conveniente, a fin de armonizar los intereses enfrentados. Este procedimiento se aplica
indistintamente a los trabajadores del sector privado y del sector público, como ya lo
señalamos, con la diferencia de que en este último caso, es necesario darle aviso al
representante de la República.
Una vez agotados los procedimientos previos, los trabajadores pueden dar inicio al
procedimiento conflictivo mediante la presentación de un pliego de peticiones conflictivo
ante la autoridad administrativa, quien le dará aviso al patrono, en el cual el sindicato
manifieste sus planteamientos en relación con las condiciones de trabajo de los prestadores
de servicios o para que se celebre una convención colectiva o se dé cumplimiento a la ya
celebrada. Una vez presentado el pliego el sindicato no puede realizar nuevos
planteamientos, salvo que se refieran a hechos sobrevenidos.
Dos características importantes de esta etapa son que los trabajadores una vez iniciado el
conflicto, por breve lapso, no pueden suspender sus labores y también existe la posibilidad
de que se acumulen varios conflictos en uno sólo a fin de designar una sola Junta de
Conciliación, en todos aquellos casos en los cuales se planteen conflictos colectivos de
trabajo en diversas empresas que forman parte de una misma rama de actividad.
Si la conciliación no tiene éxito se puede ocurrir a una Junta de Arbitraje, cuyas decisiones
son obligatorias para las partes durante un determinado período, se basan principalmente en
la equidad, atendiendo a lo más conveniente al interés de las partes en conflicto y no tiene
ningún recurso administrativo, pero sí judicial, en casos excepcionales.
Tal vez no exista en el campo de las relaciones colectivas del trabajo una institución
más representativa y vinculada a la clase trabajadora que la huelga. Ella fue el medio a
través de la cual la clase obrera logró el desarrollo y el respeto de sus primeras
reivindicaciones en el campo de la incipiente gestación que se creó con ocasión de la
revolución industrial. Los asalariados, nuevo estamento social que surge con ocasión de las
grandes industrias que necesitaban para su desarrollo y consolidación de la mano de obra,
tuvieron en la huelga la expresión más genuina de las reivindicaciones y de los anhelos de
esa nueva clase que nacía totalmente desprotegida. Podríamos decir, sin temor a
equivocarnos, que la huelga ha sido el motor que generó la legislación laboral, ya que a
través de ella se dio origen a una concientización y la estructuración de un movimiento que
por su importancia, por su fuerza combativa y por la influencia que tuvieron ante los
industriales, empleadores y los propios Estados, hicieron posible los primeros pactos
colectivos del trabajo, basados en el ejercicio por parte de los trabajadores de ese
mecanismo tan eficaz para la defensa de sus justas causas. Sin el derecho de huelga,
pensamos que no hubiese sido posible la creación de una clase obrera organizada, ni que
esta hubiese logrado el reconocimiento y la creación del movimiento sindical como hoy lo
conocemos. Por ello la huelga es anterior al derecho del trabajo y es génesis y expresión de
la solidaridad obrera en defensa de sus derechos.
ESTRUCTURA DE LA HUELGA
La huelga es un movimiento de expresión colectiva que presupone una concertación
previa de los trabajadores, para lograr una abstención o paralización colectiva total de las
actividades de un empresa o grupos de empresas, con el fin de inducir al patrono a tomar o
dejar de tomar una actitud para la solución de un conflicto colectivo de trabajo no resuelto
conciliatoriamente. La huelga es esencia pacifica, coordinada, temporal, pública y de
expresión pluralista y democrática de los trabajadores que la apoyan. Por el contrario, la
toma de fabricas, el sabotaje y la violencia son ajenos a la institución de la huelga y del
movimiento obrero y constituyen desviaciones generadas por causas ajenas al conflicto y de
quienes participan en ella y muchas veces provocadas por elementos extraños que tratan de
descalificar una institución que legitima situaciones y aspiraciones justas de los
trabajadores
OBJETIVOS DE LA HUELGA
ETAPAS DE LA HUELGA
Tuvo que pasar casi más de medio siglo, desde la Revolución Industrial para que la
huelga dejara de ser una situación de hecho y fuese reconocida como un derecho y entrara a
formar parte de la legislación laboral a través del constitucionalismo social. Para llegar a
esta situación, hubo que pasar etapas muy difíciles, a través de las cuales el movimiento
obrero se fue acrisolando, organizando, con la actitud decidida de líderes consustanciados
con la fe, en que la clase obrera podría llegar a constituirse en un movimiento organizado
que tuviese influencia, por derecho propio, dentro de la sociedad. Es justo reconocer, que
en esta lucha no solamente tuvieron el mérito de hacerlo los propios trabajadores
participantes de esta jornada, sino con el apoyo de sus familiares, ya que un proceso
huelgario los afecta por igual, porque en esencia la huelga busca la justicia social. Las
etapas más importantes fueron: La inicial, indiferencia del Estado, frente al conflicto
colectivo del trabajo; con una falta absoluta de legislación sobre la materia y el desamparo
de los trabajadores que tenían que asumir solos su defensa en procura de mejores
condiciones de trabajo; solo dependían de su propia solidaridad y los patronos utilizaban
todos los medios que consideraban idóneos para reprimirlos desde el despido a la
persecución, el arresto y otras formas hoy afortunadamente superadas. La segunda, la
huelga como delito: los estados. Presionados ante una reacción para ellos desconocida,
proscribieron la huelga, considerando que esta constituía una alteración de la paz social y la
equipararon como un delito; en consecuencia el trabajador que participara o instigara en
una huelga, no solamente perdía el trabajo, sino que era sometido a las penas de prisión
establecidas. La última etapa, la huelga garantía constitucional: donde a través del
constitucionalismo social, se reconoció como un derecho-garantía inherente a la clase
trabajadora.
LA HUELGA Y EL CONFLICTO
Muchos son los estudios, opiniones y tratados que se han escrito sobre la huelga,
pero es una de las instituciones del derecho del trabajo que más se han combatido y las
cuales se han tratado siempre de revestir o de rodear de requisitos, procedimientos y
normas que siempre la mimetizan o entraban, llegando inclusive a hacerlas nugatorias,
porque es imposible cumplir todos estos requisitos dentro de la dinámica y la urgencia de
una solución de un conflicto colectivo de trabajo. Se ha tratado de presentar la huelga,
como violenta y como un hecho autónomo de generación espontánea. Nada más ficticio. La
huelga, por el contrario, es el desarrollo inevitable de un conflicto colectivo del trabajo
persistente, que no ha logrado una solución negociada concertada por los canales de
recíprocas concesiones y de una conciliación activa. Toda huelga presupone una situación
previa de un conflicto colectivo, bien sea una negativa a negociar un contrato colectivo o el
desconocimiento a los trabajadores de derechos vigentes no satisfechos. Pero no todo
conflicto colectivo genera una huelga. Por ello la huelga nunca es autónoma, espontánea,
intempestiva; al contrario, como expresión colectiva es causada y gremialista, producida
como consecuencia de una actitud intransigente o contraria al establecimiento de diálogos
francos y sinceros, es una relación de causa-efecto.
La huelga nació como una defensa justa de la clase obrera, pero no siempre coincide
con lo legal. Por ello el nacimiento del derecho de huelga, estuvo al margen de la ley,
porque la ley estaba interesada en reprimir. En Venezuela este derecho no fue una
excepción. Sin embargo, Venezuela presentó expresiones de ejercicio del derecho de
huelga, que merecen mención especial: en 1895 se produjeron manifestaciones de
desempleados en Caracas; en 1908, la huelga de los trabajadores en el Puerto de la Guaira,
la famosa huelga de telegrafistas, primer movimiento huelgario nacional que fue reprimido
por el régimen imperante en forma feroz, encarcelando a sus dirigentes. En 1919 se produjo
una serie de paralizaciones colectivas de trabajo en los gremios de los tranviarios,
tipógrafos, zapateros; también se produjo una huelga de los trabajadores de las minas de
cobre de Aroa, que explotaba una compañía inglesa. Entre 1922 y 1925 se produjo
agitación laboral huelgaria en los campos petroleros, por las condiciones infrahumanas que
imponían las transnacionales a nuestros trabajadores; desembocando en la primera huelga
petrolera de 1925, antecesora de lo que sería la famosa huelga petrolera de 1936, que
constituye una de las gestas más heroicas del movimiento sindical venezolano, y a partir de
esta arranca su verdadera estructuración, ya que en ese mismo año se logró el -16 de julio
de 1936- la promulgación de la vigente Ley del Trabajo, la cual consagró en forma
vanguardista el derecho de huelga, el cual solo estaba condicionado a un periodo o lapso de
conciliación de las famosas 120 horas antes del estallido de la huelga. Lo anterior
demuestra que en Venezuela, hace 51 años, el movimiento obrero logró su reconocimiento
a ese derecho que garantiza la estructura necesaria para la defensa, en última instancia, de
la justicia social y del hombre en su connotación universal.
CARACTER SOLIDARIO