Extracto Sentencia C-037 de 2000
Extracto Sentencia C-037 de 2000
Extracto Sentencia C-037 de 2000
5. El ordenamiento jurídico colombiano supone una jerarquía normativa que emana de la propia
Constitución. Si bien ella no contiene disposición expresa que determine dicho orden, de su
articulado puede deducirse su existencia, así no siempre resulte sencilla esta tarea. En efecto,
diversas disposiciones superiores se refieren a la sujeción de cierto rango de normas frente a
otras. Así, para empezar el artículo 4° de la Carta a la letra expresa: “La Constitución es norma
de normas. En todo caso de incompatibilidad entre la Constitución y la ley u otra norma jurídica,
se aplicarán las disposiciones constitucionales.” (…) Así las cosas, la supremacía de las
normas constitucionales es indiscutible.
6. Además de ser evidente que las normas constitucionales ocupan, sin discusión, el primer
lugar dentro de la jerarquía del ordenamiento jurídico, dentro de la propia Carta, no todas las
normas son igualmente prevalentes. Por ejemplo, el artículo 5° superior dispone la “primacía de
los derechos inalienables de la persona y ampara a la familia como institución básica de la
sociedad”, y el 44 indica que “los derechos de los niños prevalecen sobre los derechos de los
demás”, expresiones que no pueden ser entendidas sino como una orden de aplicar
preferentemente las disposiciones que garantizan y protegen esta categoría de derechos.
7. Pero más allá de la supremacía constitucional, de la propia Carta también se desprende que
las leyes expedidas por el Congreso dentro de la órbita de competencias que le asigna la
Constitución, ocupan, en principio, una posición prevalente en la escala normativa frente al resto
del ordenamiento jurídico. Esta conclusión se extrae de diversas disposiciones, entre otras
aquellas referentes a los deberes y facultades que, según el artículo 189 de la Constitución, le
corresponden al presidente frente a ley. En efecto, esta disposición le impone “promulgar la
leyes, obedecerlas y velar por su estricto cumplimiento” (numeral 10°), y “ejercer la potestad
reglamentaria, mediante la expedición de decretos, resoluciones y órdenes necesarios para la
cumplida ejecución de las leyes” (numeral 11°). Así las cosas, tenemos que los actos
administrativos de contenido normativo, deben tener por objeto el obedecimiento y cumplimiento
de la ley, de donde se deduce su sujeción a aquella. (…).
8. Inclusive, las disposiciones que en ejercicio de sus funciones adopten los órganos autónomos
o independientes previstos en la Carta, deben adoptarse conforme a los dictados legales. (…).
9. La Constitución Política consagra, además, una jerarquía entre distintas clases de leyes. En
efecto, de su texto se desprende entre otras, la existencia de leyes estatutarias, orgánicas,
marco y ordinarias, dándose entre estas categorías, cierta relación de subordinación. Así, las
leyes estatutarias a las que se refiere el artículo 152 superior, requieren para su expedición un
trámite más exigente que el de las leyes ordinarias, por razón de su contenido material, y aparte
de ser objeto de un control previo de constitucionalidad, solo pueden ser modificadas,
reformadas o derogadas por otras del mismo rango, tal como con lo establece el artículo 153
de la Constitución, lo que revela su supremacía frente a las leyes ordinarias.
En cuanto a la subordinación de las leyes ordinarias respecto de las orgánicas, la misma ha
sido expresamente reconocida por esta Corporación, que, al respecto, dijo:
“Una ley ordinaria tiene entonces que respetar los mandatos de la legislación orgánica;
no puede entonces una ley ordinaria derogar una ley orgánica, ni tampoco invadir su órbita
de competencia.” [6]
10. En lo que concierne a la competencia normativa de las autoridades territoriales, dentro del
marco de la autonomía de las entidades de esta naturaleza que consagra el preámbulo de la
Constitución, las atribuciones que corresponden a los departamentos y municipios deben
ejercerse de conformidad, no sólo con las disposiciones de la Carta, sino también con las de la
ley. A este respecto el artículo 298 superior literalmente indica, en relación con las funciones
administrativas de los departamentos, que “la ley reglamentará lo relacionado con el ejercicio
de las atribuciones que la Constitución les otorga.” Adicionalmente, las disposiciones
constitucionales relativas a las facultades de los gobernadores y de los alcaldes, indican que a
ellos corresponde cumplir y hacer cumplir la Constitución, las leyes, los decretos del Gobierno,
las ordenanzas de las asambleas departamentales y los acuerdos municipales (en el caso de
los alcaldes), de donde se deduce que sus disposiciones y órdenes no pueden desconocer o
incumplir tales normas, que por lo mismo resultan ser de superior rango jerárquico que las que
ellos profieren. Todo ello, dentro del marco de la autonomía que les corresponde, es decir
dejando a salvo la exclusiva competencia normativa que las autoridades territoriales tienen en
los asuntos que la Constitución señala como atribuciones propias suyas.
11. Dentro de la amplia gama de actos administrativos de contenido normativo, que incluye las
varias categorías decretos, resoluciones, reglamentos, órdenes, etc., la Constitución no prevé
explícitamente una relación de supremacía, aunque ella podría deducirse, de conformidad con
un criterio orgánico, por la jerarquía de la autoridades que las profieren, ésta sí señalada por la
Constitución; o de conformidad con un criterio material, atendiendo a su contenido, para indicar
que aquellas normas que desarrollan o implementan otras, o las refieren a situaciones
particulares, se someten a las que pretenden desarrollar. (…)