Crisis Del Antiguo Regimen. Guerra Independencia 2020-2021

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Crisis Antiguo Regimen 1

CRISIS DEL ANTIGUO RÉGIMEN

INTRODUCCIÓN

A la muerte de Carlos III las reformas iniciadas en España no habían demostrado la


eficacia deseada y el Antiguo Régimen se mantenía aunque amenazado por sus
desequilibrios y condicionado por los terribles acontecimientos que se iban a desarrollar
en Europa.

Los acontecimientos internacionales van a tener gran repercusión en su reinado.


Apenas estrenado en el trono Carlos IV estalla la revolución en Francia (1789)
abriéndose la puerta a un período de gran turbulencia en toda Europa con las Guerras
revolucionarias y napoleónicas (1789-1815).

Este período supone para Occidente un proceso imparable de destrucción del Antiguo
Régimen que llevará finalmente a la implantación del Liberalismo, la expansión del
capitalismo (Liberalismo económico) y la consolidación de la sociedad de clases (frente a
la estamental).

En España este momento de cambios profundos se vivirá con intensidad identificándose


con una sucesión de grandes convulsiones que a punto estarían de llevar a España a su
destrucción como nación. En poco tiempo se producirá un feroz enfrentamiento contra los
franceses, consecuencia de la invasión Napoleónica (1808) y la posterior Guerra de la
independencia (1808-1814). El conflicto ayudó notablemente a la difusión de las ideas
ilustradas, al tiempo que estimulaba el estallido de un profundo sentimiento nacionalista
que, en muchos aspectos, puede considerarse como el inicio de la España
contemporánea.

La definitiva derrota napoleónica (1815), sin embargo, supuso el triunfo del


Absolutismo en España y en la mayor parte de Europa (Sistema de la Restauración
tras el Congreso de Viena) y el enfrentamiento entre absolutistas y liberales (oleadas
revolucionarias del XIX). Finalmente, la agitación política europea y española tuvo su
reflejo en el inicio de un proceso de rebelión al otro lado del Océano Atlántico que llevaría
al nacimiento de las nuevas naciones del entorno hispanoamericano, un proceso de
emancipación de los antiguos reinos de Indias que certificaría el final del primero de los
grandes imperios.

ORÍGENES

Hay que ver, en primer lugar, cuál era la situación de España al final del reinado de
Carlos III.

España presentaba un panorama de paz, orden, prestigio y desarrollo bajo la pantalla


del Despotismo Ilustrado. Las reformas iniciadas por los Borbones en España desde su
triunfo en la Guerra de Sucesión, y la renuncia de España a la hegemonía europea habían
conseguido un equilibrio y serenidad para España que resultaban del todo extrañas tras
siglos de contiendas y esfuerzos económicos y demográficos.
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Pocos años después, con Carlos IV, la situación habría cambiado por completo siendo,
entonces, definida por la indignidad, las conspiraciones cortesanas, las fricciones internas
y una inevitable sensación de tragicomedia. Todo el optimismo del final del reinado de
Carlos III se desvaneció en apenas una década.

Tan profundos cambios en tan poco tiempo se deben explicar por la lamentable
influencia de la Revolución Francesa y la ambición imperialista de Napoleón, hechos
éstos que se han de unir a la incompetencia, ambición e inmoralidad de la familia real
y del valido Manuel Godoy.

La explicación no es fácil si se tiene en cuenta que se mantenían vivos y activos en


política muchos de los personajes que habían sido tan importantes pocos años antes
(Floridablanca, Jovellanos, Aranda, Campomanes, …). En el terreno internacional por
aquellos años España había construido un sólido sistema de alianzas borbónicas (con
Francia, Parma y Nápoles), los conocidos como Pactos de Familia.

Se había recuperado parte del prestigio militar gracias a la neutralidad armada en


tiempos de Fernando VI y a la reconstrucción del aparato militar y naval en tiempos de
Carlos III. Inglaterra, un viejo rival, atravesaba una profunda crisis tras la pérdida de las
13 colonias norteamericanas. Las colonias españolas de Indias se encontraban en su
mejor momento manteniendo fructíferas relaciones comerciales con la península y
alcanzando un grado notable de autonomía económica. Las Indias encontraron a finales
del siglo XVIII el apogeo de su desarrollo cultural y material, fruto final de un lento
proceso de tres siglos de colonización española. En el cambio de sigo se había construido
una sociedad hispanoamericana que se aproximaba al modelo de los estados europeos.

En este panorama la revolución en Francia significó una influencia nefasta, a la que se


sumó la torpeza continuada y persistente de los gobernantes españoles bajo el reinado de
Carlos IV.

Para España el desastre tendrá tintes dramáticos en lo político, lo económico y lo social,


con unas consecuencias complejas que acabarían prolongándose hacia los siglos XIX y
XX y que ayudarán a entender muchos de los desajustes económicos, políticos y sociales
de la Historia Contemporánea de España.

Carlos IV sucedía a su padre en 1788. En el mismo 1789 llegaban las primeras noticias
de la revolución en Francia y provocaban entre los círculos de poder y las élites sociales
y gubernamentales un miedo generalizado a la expansión de las ideas
revolucionarias. Pronto los ministros ilustrados fueron apartados del poder por temor a
que la simple propuesta de reformas pudiese abrir la posibilidad a acontecimientos
semejantes a los acaecidos en la vecina Francia. Se construyó un cinturón sanitario que
aislase España de la influencia francesa, se incrementó la censura sobre publicaciones, y
todo lo procedente de Francia quedó bajo sospecha, incluso se llegó a intensificar la
acción de la Inquisición como medio para detener la llegada de nocivas influencias
francesas.

La muerte de Luis XVI en la guillotina empujó a las naciones europeas a la guerra contra
la Francia revolucionaria (coalición 1793-1795, Guerras de la Convención). España se
vio envuelta en la Guerra del Rosellón, como se conoció aquí. El estallido de la
revolución en Francia llevó a España a un cambio en las alianzas, Francia se había
convertido en la amenaza de las naciones y España e Inglaterra, feroces enemigas
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enfrentadas en el atlántico y el Nuevo Mundo, unieron fuerzas hasta 1795, momento en


que España firmará unilateralmente la Paz de Basilea (22 de julio) con Francia a
espaldas de Inglaterra.

La derrota española y los tratados de paz con la nueva Francia fueron el resultado de
una guerra mal planificada y ejecutada.

En 1799 Napoleón se hace con el poder en Francia intensificando una política de


acercamiento España-Francia en la que jugaría un papel determinante Manuel Godoy,
valido (o privado) del rey de España. Se había iniciado un período casi ininterrumpido de
guerras que culminaría con la invasión francesa y la Guerra de la Independencia (1808-
1813).

LA FAMILIA REAL Y LA PRIVANZA DE GODOY

En un tiempo en el que el protagonismo de los reyes era identificado con sus naciones, la
importancia que jugará la familia real española resulta incuestionable. Los reyes Carlos
IV y María Luisa de Parma unieron sus destinos a los del favorito Manuel Godoy, los
tres serían conocidos por el pueblo español como la Trinidad en la Tierra. Conozcamos a
cada uno de los protagonistas.

Carlos IV (Nápoles, 12 de junio, 1748 – Roma, 20 de enero, 1819) demostró escasa


capacidad para los asuntos de la política, falto de interés tan sólo preocupado por la
caza, los oficios manuales y la religión.

María Luisa de Parma (Parma, 9 de junio, 1751 – Roma 2 de enero, 1819) nunca ocultó
su ambición política. La reina ejerció un dominio sobre el rey que no pasaría
desapercibido desde el primer momento. Las simpatías o enemistades de la reina
condicionaban una parte de la política española. La inmoralidad de su conducta y la
ostentación impúdica de sus favoritos desacreditó a la reina, y al propio rey, a los ojos de
la nación.

De capital importancia para los sucesos que tendrían lugar tiempo después, cabe
recordar un hecho notable como es la decisión de Carlos IV de derogar en 1789 la
Pragmática Sanción de 1717 según la cual las mujeres españolas no podían
acceder al trono. Los Borbones habían instaurado en España la Ley Sálica, por la
que las mujeres eran eliminadas de la sucesión al trono, se volvía ahora a la Ley de
las Partidas. Esta derogación se mantuvo en secreto.

Manuel Godoy (Badajoz, 12 de mayo, 1767 – París, 4 de octubre, 1851) aparece muy
pronto en la corte, con apenas 20 años es oficial de la Guardia Real (1785). Godoy
protagonizó una carrera política fulgurante dando pie a que el pueblo español lo
señalase como amante de la reina atribuyéndosele la paternidad de algunos de sus
muchos hijos. Carlos IV lo colmó de títulos y honores, llegando a casarlo con una prima
suya, María Teresa de Borbón y Vallabriga. Godoy atesoró una enorme riqueza y
patrimonio y desempeñó los más altos cargos del Estado, imponiéndose a los restos de la
Administración palaciega de Carlos III (Conde de Floridablanca, Secretario de Estado de
1777 a 1792, y Conde de Aranda, Secretario de Estado en 1792).

Manuel Godoy resulto una personalidad enormemente polémica. Mientras que en el


interior trató de llevar a cabo un programa reformista ilustrado, en la linea del Despotismo
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Ilustrado, que generó un profundo rechazo en muchos grupos sociales, en especial entre
la nobleza y el clero, en el exterior se caracterizaría por un sometimiento a la voluntad de
Napoleón que llevó a España a la tragedia. En su descargo puede decirse que otras
potencias europeas como Holanda, Prusia o Austria fueron humilladas y anexionadas por
la ambición y el poder de Napoleón y sus ejércitos.

Siendo todavía un joven oficial de la Guardia Real los reyes Carlos y María Luisa de
Parmase fijaron en él y en breve se había convertido en consejero y hombre de confianza,
alcanzando en poco tiempo honores y poder. En la Corte desde 1788, sirviendo en la
Guardia Real, hasta 1792 conoció toda clase de honores, en su mayoría concedidos por
el nuevo rey: cadete, ayudante general de la Guardia de Corps, brigadier, mariscal de
campo y sargento mayor de la Guardia. La cantidad de títulos que concentró en su
persona es tan extraordinario que baste con decir que en 1801 fue nombrado
Generalísimo, título nunca otorgado antes en España, y finalmente, en 1807, próximo ya
a su caída, el rey le concedió el título de Gran Almirante, con tratamiento de Alteza
Serenísima, y de Presidente del Consejo de Estado.

Entre las reformas emprendidas por Godoy algunas pretendían limitar el poder de la Alta
Nobleza. El rey se vio necesitado a elevarle hasta la más alta nobleza concediéndole los
títulos de Grande de España, Duque y Príncipe para que gozase de la necesaria
autoridad frente a la poderosa aristocracia española.

Manuel Godoy era de origen humilde, lo que demostraba la desconfianza de los reyes
ante la gran nobleza. Godoy pertenecía a la nobleza menor. Muy pronto demostró
carecer de respaldos, más allá de los demostrados por los mismos reyes, y se enfrentó
con todos los estamentos del país:

. alta nobleza por sus orígenes plebeyos


. Iglesia por sus intenciones reformistas
. ilustrados desconfiaban de él por su gran poder
. el príncipe heredero, Fernando (VII), por la gran influencia sobre sus padres
. el pueblo español por las relaciones, ciertas o falsas, que se le atribuían con la reina y
que llenaban de descrédito al rey

Godoy, hombre de espíritu ilustrado, inició importantes reformas:

. primeros intentos desamortizadores de bienes eclesiásticos


. limitación del poder de la Inquisición
. control sobre la poderosa nobleza terrateniente
. ayuda a la creación de Sociedades de Amigos del País (reformistas ilustrados)
. protección a los artistas e intelectuales
. reducción de los monopolios gremiales
. ley agraria
. supresión de algunos impuestos
. liberalización de los precios de las manufacturas

En 1797, reunió un gobierno integrado por importantes miembros de la Ilustración


española que ya habían desempeñado cargos de importancia en tiempos de Carlos III:
Gaspar Melchor de Jovellanos en Justicia, Francisco de Saavedra en Hacienda, Francisco
Cabarrús del Banco de San Carlos fue embajador en París, Juan Meléndez Valdes,
Mariano Luis de Urquijo, …
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Entre las obras más reconocidas y polémicas de la privanza de Godoy fue la


desamortización de bienes de la Iglesia para hacer frente a la crisis financiera que
había provocado la guerra, primero contra Francia y luego contra Inglaterra. Los bienes de
obras pías se sometieron a pública subasta en 1808. Fue mayor la fractura producida con
la Iglesia que el beneficio económico que se obtuviera.

POLÍTICA EXTERIOR: ESPAÑA Y NAPOLEÓN


En 1793 Godoy se hace con todo el poder. En 1793 se conoce la suerte del rey Luis XVI
de Francia, quien será ejecutado en enero. España fue, con toda probabilidad, la nación
que más luchó por salvar al rey francés, y en este campo Manuel Godoy no escatimó
esfuerzos frente a la tibieza de Floridablanca y Aranda. La tensión era grande, y el pueblo
español, tradicionalmente monárquico, se rebeló contra la situación de la vecina Francia y
se manifestó partidario de la guerra contra los revolucionarios por el rey y por la verdadera
religión.

Finalmente fue Francia quien declaró la guerra a España (7 de marzo, 1793). España
se vio subordinada a Inglaterra en la campaña. La escuadra hispano-inglesa ocupó
Tolón, que se perdió posteriormente y dio paso a una despiadada venganza y matanza
por parte de los revolucionarios jacobinos.

Godoy demostró una pésima condición como estratega en la dirección de la guerra.


Mientras, en Francia estalló un furioso patriotismo revolucionario que se volvió contra
los ejércitos invasores. Por otra parte, la amistad con Inglaterra resultaba forzada y
entre algunos políticos y militares españoles existía una fuerte desconfianza hacia
Inglaterra, nación muy interesada en las colonias españolas de América. Los ingleses
eran una amenaza para los intereses españoles en ultramar.

La campaña fue inicialmente victoriosa para las tropas del general Antonio Ricardos,
Capitán General de Cataluña. Fuertes dificultades económicas de la Hacienda Pública
estorbaron la marcha de la guerra y el desánimo se instaló fácilmente en las tropas
españolas que sufrieron las primeras derrotas. La inesperada muerte del general
Ricardos y la contraofensiva francesa llevó a la derrota y la retirada. Los ejércitos
revolucionarios cruzaron los Pirineos y se extendieron por Cataluña, Aragón, Navarra y
el País Vasco extendiendo la frontera hasta el Ebro y colocando la guillotina en el centro
de San Sebastián. Así surgió la primera resistencia popular contra los franceses en
forma de guerrilla, resucitándose las milicias de somatenes que habían sido eliminadas
por los Decretos de Nueva Planta.

El gobierno pacta el armisticio en secreto y se firma una indigna paz, la Paz de Basilea
(22 de julio, 1795) que garantizaba la retirada de Francia a cambio de compensaciones
territoriales en el Caribe. Francia devuelve a España todos los territorios ocupados
en España (el valle de Arán y parte del Ampurdán, de Navarra y de Vacongadas) tras
haber obtenido del rey la promesa firme de que los simpatizantes con la Revolución no
serán castigados. A cambio España concede a Francia grandes derechos sobre
importación de ganado español y le entrega la parte española de la isla de Santo
Domingo (los franceses ya controlan la parte occidental de la isla, Haití, desde la firma
del Tratado de Rijswijk en 1697). Queda para más adelante la redacción de un nuevo
acuerdo que sellará una alianza militar contra Inglaterra. Por esta paz humillante
Godoy es reconocido por sus servicios con el título de Príncipe de la Paz. Triste resultó
el hecho de que ministros como Floridablanca habían instado a Godoy a firmar una paz
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muy favorable para España cuando las circunstancias lo permitían, pero el privado no
atendió estas razones y se empeñó en continuar una guerra para la que no estaba
preparado.

Mientras, el curso de la revolución resulta imparable. El Terror jacobino es frenado por la


reacción termidoriana que devuelve a los moderados al poder (Directorio, de 26 de
octubre de 1795 a 9 de noviembre de 1799, golpe de 18 de Brumario que inauguraba el
Consulado napoleónico). Esta circunstancia lleva a Godoy a renovar los antiguos Pactos
de Familia (primer Tratado de San Ildefonso -18 agosto de 1796), ahora con la Francia
revolucionaria, lo que sitúa a España en contra de Inglaterra, quien aprovecharía la
ocasión para disputarle a España las posesiones ultramarinas. Godoy con este tratado
pretendía frenar las ambiciones inglesas, Reino Unido había protestado por la Paz de
Basilea que se firmó sin su consentimiento, y fortalecerse en la Corte, tras una primera
conspiración contra él, la del marino Alejandro Malaspina en invierno de 1795.

Recordemos que los Pactos de Familia eran acuerdos que unían los intereses políticos y
militares de las casas de Borbón francesa y española. Primer Pacto de Familia (1733)
llevó a España a participar en la Guerra de Sucesión en Polonia y como consecuencia
de ésta el infante don Carlos (III) se convirtió en rey de las Dos Sicilias (Sicilia y
Nápoles), mientras que el Segundo Pacto de Familia (1743) devolvió a España los
ducados de Parma y Toscana. El resultado fue que España había recuperado buena
parte de los territorios italianos perdidos en el Tratado de Utrecht.

La derrota de la escuadra española junto al Cabo de San Vicente en febrero de 1797 y la


conquista inglesa de la Trinidad, en el Caribe, llevó a un momento muy difícil que se vio
superado por la heroica defensa de Cádiz, Puerto Rico y Tenerife ante los intentos de
asalto británicos.

Godoy vivió sus peores momentos. El Directorio inició negociaciones con Inglaterra
sin contar con España. Las intrigas contra el favorito y la traición del propio Directorio,
obligaron a retirarse a Godoy por un tiempo (marzo de 1798)

Napoleón se hace con todo el poder en Francia (1798), y España se ve más sometida a
los intereses de Francia. Firma del segundo Tratado de San Ildefonso (octubre 1800)
en una situación de gran ventaja para Francia.

Godoy vuelve a recuperar el poder en 1801. Por el tratado firmado con Napoleón España
y Francia en 1801 atacan a Portugal (Guerra de las Naranjas). Este momento certifica la
cima de la gloria del valido consiguiendo, de manera casi incruenta, una paz favorable con
el Tratado de Badajoz (junio 1801). Este acuerdo cerraba los puertos portugueses a
Inglaterra y establecía una alianza y cooperación mutua entre España y Portugal. Meses
después Francia y Portugal firmaban el Tratado de Madrid (septiembre 1801) que
confirmaba el anterior y abría los puertos portugueses a la flota francesa.

Napoleón estaba necesitado de una paz (la paz es un período entre dos guerras, en una
recordada sentencia de Napoleón) y consiente la Paz de Amiens (1802) con Inglaterra, a
quien obsequia con la conservación de Trinidad, España, por su parte, se mantuvo en
Olivenza (Portugal) y retuvo Menorca, que había sido nuevamente ocupada por los
ingleses.
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Francia continuó ejerciendo una presión agobiante para España, que además estaba
seriamente amenazada por Inglaterra en el Atlántico. Mientras Napoleón recortaba la
soberanía española Inglaterra acechaba las Indias y el comercio atlántico. Barcos, dinero
y hombres eran empleados para satisfacer los deseos imperialistas de Napoleón. Fueron
muchos los españoles de muy diversa condición que mostraban su preocupación por la
humillante sumisión a los intereses de Francia. Las guerras con Inglaterra estaban
resultando ruinosas para España, pero Napoleón obliga. En 1803 Godoy consigue la
neutralidad a cambio de un acuerdo económico con Francia (1803), nación a la que
pagará una cuantiosa pensión para que continúe la guerra. Inglaterra entendió esta
situación como de enemistad manifiesta y no reconoció la neutralidad española
prosiguiendo con la guerra contra los intereses españoles. Una acción naval contra
buques españoles pbligó a Godoy a declarar la guerra a Inglaterra (1804).

En el marco de las Guerras de la Tercera Coalición Inglaterra volvía a atacar a España y


a forzarla a una actividad naval en el Atlántico f que llevaría al desastre de Trafalgar (21
de octubre de 1805).

La escuadra hispano-francesa al mando del almirante Villeneuve desestimó la


experiencia de los marinos españoles (Gravina, Valdés, Churruca, Alcalá Galiano,
Escaño, …). La pésima estrategia planteada por el mando francés se resolvió con una
derrota total ante la flota inglesa comandada por el almirante Horacio Nelson. La
batalla significó una gran derrota cargada de gloria, heroísmo, y épica … pero que supuso
la pérdida de buques y hombres. Trafalgar significó la pérdida del poder naval de
España y un golpe insuperable para el comercio con las Indias. España quedaba
desprovista de los medios para proteger sus negocios y sus posesiones ultramarinas.

En este tiempo, las Indias resistían con gallardía los ataques de los ingleses, como el
doble intento de ocupar Buenos Aires (1806 La Reconquista y 1807 La Defensa, como
fueron conocidas). Las colonias españolas daban muestras de fidelidad a la Corona.

Godoy fue uno de los más señalados como responsable del desastre naval. Los
descontentos con la política del favorito se agruparon en torno al Príncipe de Asturias y
Godoy temió por su suerte y la de los reyes, acercándose aún más a Napoleón. Se estaba
creando un partido antigodoyista, también conocido como aristocrático o fernandino. Es
muy posible que Napoleón apreciase a Godoy como hombre y como ministro, aunque
no dudase en alentar los recelos y las ambiciones, unas veces de Godoy y otras del
Príncipe de Asturias, para sus propios intereses. Entra dentro de lo posible que Godoy
plantease eliminar de la lista sucesoria a Fernando, o incluso ofrecerse él mismo como
regente. En ese tiempo, Napoleón siguiendo con sus planes para España, animaba a
Fernando a conspirar contra su padre, y mantenía una relación de confianza con
Godoy.

Napoleón, en la cúspide de su poder, pidió hombres, barcos y dinero, y finalmente exigió


la adhesión de España al bloqueo continental contra Inglaterra. Es ahora cuando
Godoy se percata de la ambición de Napoleón y de sus verdaderas intenciones para con
España, calculando incluso un cambio de bando que supondría intervenir en la Cuarta
Coalición contra Francia, pero la gran victoria de Napoleón en la batalla de Jena
(octubre 1806) le lleva a no progresar en sus planes.
España se adhirió al bloqueo continental (febrero de 1807) y atendió a las exigencias
militares francesas. Pero como era preciso que Portugal participase también en el
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bloqueo y el regente del reino se oponía, se estableció un nuevo acuerdo con Francia,
el Tratado de Fontainebleau (27 de octubre de 1807), por el que Portugal sería
ocupada por fuerzas hispano-francesas. Nuevos buques, de los pocos que se
conservaban después de Trafalgar, pasan a Francia y se acuerda una expedición de
17.000 hombres al mando del marqués de la Romana a Dinamarca a luchar junto a los
franceses.

En España Fernando, el Príncipe de Asturias, se había convertido en el más


encarnizado enemigo de Godoy. Se gestaba una conspiración, conspiración del
Escorial (enero 1807), dirigida por el Príncipe y su preceptor, el sacerdote Escoiquiz, que
se saldaría con el fracaso.

El complot del Escorial contra los reyes es descubierto y Fernando arrepentido delata a
todos los implicados. El arrepentimiento del Príncipe de Asturias fue aireado por sus
defensores como muestra de su buena voluntad, y contribuyó aún más al descrédito de
Godoy al sugerirse la idea, falsa por completo, de que todo el complot había sido una
ficción del propio Godoy para descalificar a Fernando ante sus padres.

Por ese tiempo las tropas francesas van entrando en la península para atacar Portugal
y, tal vez, ayudar a Fernando a eliminar al impopular Godoy y a los cada vez más inútiles
y desacreditados reyes. 80.000 soldados franceses entran y ocupan los nudos de
comunicaciones y las principales ciudades españolas.

Godoy finalmente sospecha que las intenciones de los franceses puedan ser otras
además de la ocupación de Portugal y decide llevar a los reyes camino del sur y,
posiblemente llegado el caso, hacerlos embarcar rumbo a América para dirigir la guerra
contra los franceses. Estos planes fueron públicamente desmentidos para tranquilizar al
pueblo español ante la presencia cada vez más numerosa de franceses. La comitiva real
se detuvo en Aranjuez.

El rey Carlos, poco antes de perder la Corona, explicaba a sus súbditos la entrada de las
tropas francesas:

“S.M. se ha servido dirigir al Excmo. Sr. D. Pedro Cevallos, primer secretario de Estado y
del despacho, el real decreto siguiente:

Amados vasallos míos: Vuestra noble agitación en estas circunstancias es un nuevo


testimonio que me asegura de los sentimientos de vuestro corazón; y Yo, que cual padre
tierno os amo, me apresuro a consolaros en la actual angustia que os oprime. Reposad
tranquilos: sabed que el ejército de mi caro aliado el Emperador de los franceses
atraviesa mi reino con ideas de paz y de amistad. Su objeto es trasladarse a los puntos
que amenaza el riesgo de algún desembarco del enemigo; y que la reunión de los
cuerpos de mi guardia, ni tiene el objeto de defender mi persona, ni acompañarme en un
viaje que la malicia os ha hecho suponer como preciso. Rodeado de la acendrada lealtad
de mis vasallos amados, de la cual tengo tan innegables pruebas, ¿qué puedo yo temer?
Y cuando la necesidad urgente lo exigiere, ¿podría dudar de las fuerzas que sus pechos
generosos me ofrecerán? No: esta urgencia no la verán mis pueblos. Españoles,
tranquilizad vuestro espíritu: conducíos como hasta aquí con las tropas del aliado de
vuestro buen Rey; y veréis en breves días restablecida la paz de vuestros corazones y a
Mí gozando la que el cielo me dispensa en el seno de mi familia. Dado en mi palacio real
de Aranjuez a 16 de marzo de 1808 = Yo el Rey = a D. Pedro Cevallos.
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Gaceta de Madrid (25 de marzo de 1808)”.

Entre el 17 y 18 de marzo estalla el Motín de Aranjuez. Partidarios de Fernando, nobles,


pueblo enardecido, servidores y soldados pagados generosamente atacan las
dependencias de Godoy y de los reyes. El valido, a punto de perecer linchado, es salvado
por el Príncipe de Asturias. El día 19 de marzo abdica Carlos IV a favor de su hijo.
Godoy es recluido en el castillo de Villaviciosa de Odón (Madrid) protegido por el mismo
mariscal Murat, jefe de las tropas francesas de ocupación.

Fernando VII es aclamado por el pueblo haciendo una entrada triunfal en Madrid. Pocos
reyes en la historia de España han despertado tanta ilusión y han empujado a tan gran
optimismo.

Carlos IV se acogía a la benevolencia del emperador:

"Señor mi hermano: VM. sabrá sin duda con pena los sucesos de Aranjuez y sus resultas
y no verá con indiferencia a un rey que, forzado a renunciar a la corona, acude a ponerse
en los brazos de un grande monarca, aliado suyo, subordinándose totalmente a la
disposición del único que puede darle su felicidad, la de toda su familia y la de sus fieles
vasallos.

Yo no he renunciado a favor de mi hijo sino por la fuerza de las circunstancias, cuando el


estruendo de las armas y los clamores de una guardia sublevada me hacían conocer
bastante la necesidad de escoger la vida o la muerte...

Yo fui forzado a renunciar; pero he tomado la resolución de conformarme con todo lo que
quiera disponer de nosotros y de mi suerte, la de la Reina y la del Príncipe de la Paz."

Mientras Fernando VII reorganizaba su gobierno Napoleón seguía enviando tropas. El


Gran Duque de Berg, Joaquín Murat, uno de los generales más destacados del
Emperador ocupaba Madrid con 60.000 hombres. Fernando tenía ante él la opción de
retirarse al sur y resistir o someterse. Eligió la más deshonrosa de las opciones.

Napoleón tenía otros planes para España, y ya hacía tiempo que había decidido
sustituir a los reyes. Napoleón buscó monarca entre sus hermanos, e incluso se postuló
la posibilidad de que Murat ciñese la vieja corona de los reyes de España. Napoleón no
ocultaba su desprecio por los monarcas españoles, no olvidemos el origen revolucionario
de Napoleón y su demostrada animadversión hacia la casa de Borbón, algo que había
demostrado reprimiendo las algaradas monárquicas durante el final del Directorio.

El 10 de abril de 1808 Fernando salía hacia la frontera para entrevistarse con el


Emperador. A pesar de las advertencias que recibió y de las sospechas que hacían
pensar que Napoleón había preparado una trampa, éste aún creía que el Emperador
sancionaría su arribada al trono.

Sin ser del conocimiento del joven rey, ésta era la estrategia del Emperador, Carlos,
María Luisa y Godoy también se dirigían a la entrevista en Bayona bajo escolta militar
francesa. Entre el 20 y el 30 de abril todos se encontraron en en el castillo de Marracq
en Bayona, cerca de la frontera hispano-francesa. La familia real española solicitaba la
mediación imperial, si bien la reclusión de todos ellos en suelo francés ya estaba
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decidida de antemano. Fernando, antes de abandonar Madrid, había establecido una


Junta Suprema de Gobierno bajo el mando del Infante Antonio. Aunque de atribuciones
escasas y poco definidas esta institución quedaba como la depositaria de la soberanía
nacional.

Los ejércitos franceses ocupaban España con total arrogancia conociendo los
propósitos del emperador y a la espera de un nuevo rey. El pueblo español, por su
parte, se prepara para defender al rey, la nación y la verdadera religión. El “Dios,
Patria y Rey” que tan bien entendía el pueblo.

Los incidentes entre franceses y españoles iban en aumento. El pueblo entendía mal la
situación, los franceses se manejaban como conquistadores antes que aliados, y los
militares españoles ocultaban su recelo y malestar en la disciplina que les obligaba a
obedecer sin cuestionar nada.

GUERRA DE LA INDEPENDENCIA
A finales de abril, Napoleón insistió en la salida de los últimos miembros de la familia
real, María Luisa, la hija, y el infante Francisco de Paula. A las 8:30 del 2 de mayo un
grupo de madrileños, en su mayoría de baja condición, paseaba ante las puertas del
Palacio Real a la espera de novedades. Molina Soriano, un maestro cerrajero, fue el
primero en dar la voz, en pocos minutos los madrileños se arremolinan frente a palacio
al grito de “¡Qué se los llevan!!, la guardia francesa abre fuego sin contemplaciones y se
derrama la primera sangre.

Por todo Madrid se organizan partidas espontáneas armadas con útiles domésticos,
arma blanca y fusilería de caza. La pelea es cruel y desesperada. Murat debe emplear a
todas sus fuerzas acantonadas en Madrid. Mientras esto ocurre, el Capitán General de
Madrid y los miembros de la Junta de Gobierno dan orden de acuartelar a las tropas,
impidiendo su salida de los cuarteles y su participación en el combate, que sólo será a
título individual y bajo desobediencia de órdenes.

Los artilleros del cuartel de Monteleón se sublevan por España y por el rey armando al
pueblo y resistiendo horas ante un enemigo numeroso y bien equipado. Los capitanes
Luis Daoíz y Pedro Velarde entran en la leyenda muriendo en la defensa del cuartel.

Heroísmo y crueldad por las dos partes en unas horas que cambiaron el destino de
España y, probablemente, de Europa.

El bando del mariscal Murat, publicado el 4 de mayo en el «Diario de Madrid» y el 6 en


la «Gazeta de Madrid» no ofrecía muchas dudas sobre cual iba a ser la respuesta
francesa. La contundencia con que se emplearon los soldados franceses,
comprensible también ante la violencia que se les venía encima, creó una cierta
conciencia de no haber actuado con honestidad entre algunos franceses. No hay
que olvidar que el ejército francés había entrado en la península como aliado y bajo
un talante amistoso.

“Escrito militar del 2 de mayo de 1808, publicado en la prensa cuatro días más tarde, en
el que se da detalle de los castigos para aquellos que hayan participado en la revuelta
contra las tropas francesas.
Crisis Antiguo Regimen 11

Soldados: mal aconsejado el populacho de Madrid, se ha levantado y ha cometido


asesinatos. [...] La sangre francesa vertida clama venganza. Por lo tanto, mando lo
siguiente: […]

Art. 2. Serán arcabuceados todos cuantos durante la rebelión han sido presos con armas.

Art. 3. Todos los moradores de la corte, que anden con armas, o las conserven en su
casa sin licencia especial, serán arcabuceados. [...]

Dado en nuestro cuartel general de Madrid, a 2 mayo de 1808.


Gaceta de Madrid, 6 de mayo de 1808”

Murat reconoce que:

“”el dos de mayo será un día de luto, para mí tanto como para vosotros”

El general francés barón de Marbot era también de la opinión de que:

“… nuestra causa era mala y a los españoles les asistía la razón al rechazar a unos
extranjeros, que después de haberse presentado en su casa como amigos, querían
destronar a sus soberanos y apoderarse del reino por la fuerza. Esta guerra me parecía,
pues, impía …”

Mientras los madrileños se batían con valor en las calles de la capital el dos de mayo y
con su ejemplo empujaban al resto de la nación en rebeldía contra el invasor, los
herederos de la Corona de España estaban en Bayona total y devotamente entregados al
emperador.

Napoleón exigía la doble abdicación para entregar la corona a uno de sus hermanos
bajo la garantía de respetar la integridad de España y sus dominios en ultramar. El padre,
Carlos, y el hijo, Fernando, se enfrentaron con maneras vergonzosas acusándose
mutuamente. Carlos, finalmente, abdicó cediendo sus derechos a Napoleón,
posteriormente Fernando y sus hermanos renunciaron también (abdicaciones de
Bayona, 7 mayo 1808).

"He tenido a bien dar a mis amados vasallos la última prueba de mi paternal amor. Su
felicidad, la tranquilidad, prosperidad, conservación e integridad de los dominios que la
divina providencia tenía puestos bajo mi Gobierno, han sido durante mi reinado los únicos
objetos de mis constantes desvelos. Cuantas providencias y medidas se han tomado
desde mi exaltación al trono de mis augustos mayores, todas se han dirigido a tan justo
fin, y no han podido dirigirse a otro. Hoy, en las extraordinarias circunstancias en que se
me ha puesto y me veo, mi conciencia, mi honor y el buen nombre que debo dejar a la
posteridad, exigen imperiosamente de mí que el último acto de mi Soberanía únicamente
se encamine al expresado fin, a saber, a la tranquilidad, prosperidad, seguridad e
integridad de la monarquía de cuyo trono me separo, a la mayor felicidad de mis vasallos
de ambos hemisferios.

Así pues, por un tratado firmado y ratificado, he cedido a mi aliado y caro amigo el
Emperador de los franceses todos mis derechos sobre España e Indias; habiendo
pactado que la corona de las Españas e Indias ha de ser siempre independiente e
íntegra, cual ha sido y estado bajo mi soberanía, y también que nuestra sagrada religión
Crisis Antiguo Regimen 12

ha de ser no solamente la dominante en España, sino también la única que ha de


observarse en todos los dominios de esta monarquía. Tendréislo entendido y así lo
comunicaréis a los demás consejos, a los tribunales del reino, jefes de las provincias
tanto militares como civiles y eclesiásticas, y a todas las justicias de mis pueblos, a fin de
que este último acto de mi soberanía sea notorio a todos en mis dominios de España e
Indias, y de que conmováis y concurran a que se lleven a debido efecto las disposiciones
de mi caro amigo el emperador Napoleón, dirigidas a conservar la paz, amistad y unión
entre Francia y España, evitando desórdenes y movimientos populares, cuyos efectos
son siempre el estrago, la desolación de las familias, y la ruina de todos.

Dado en Bayona en el palacio imperial llamado del Gobierno a 8 de mayo de 1808. Yo el


Rey. Al Gobernador interino de mi consejo de Castilla."
Gaceta de Madrid, viernes 20 de mayo de 1808

Carlos IV -a sus sesenta años era un hombre ya mayor para su tiempo-, educado en el
Antiguo Régimen, con dificultad pudo asimilar la traición de su hijo en El Escorial, a pesar
de su perdón, o aún más en el motín de Aranjuez y la pérdida de la Corona, como
tampoco podía haber esperado que el emperador, a quien había concedido su sincera
amistad, le hubiera engañado deshonrando su palabra, y llevando a España, su firme
aliado, a la destrucción.

En Madrid el 4 de mayo, la Junta acuerda declarar la guerra a Francia y convocar


Cortes. El 5 de mayo Fernando firma los dos últimos decretos en su efímero primer
reinado en los que otorga la soberanía a la Junta y fija el comienzo de la guerra en el
momento en que él sea internado, y manda al Consejo de Castilla la celebración de
Cortes. Medidas tardías, sin la menor duda.

Ante la vergonzosa salida de la familia real y la candidez de las instituciones que se


rinden a los franceses, será el pueblo quien dé verdadera muestra de valor y entereza.
Los alcaldes de Móstoles, el mismo 2 de mayo, publicaban su famoso bando. Otras
poblaciones imitaron el ejemplo.

“Es notorio que los franceses apostados en las cercanías de Madrid, y dentro de la Corte,
han tomado la ofensa sobre este pueblo capital y las tropas españolas; por manera que
en Madrid está corriendo a estas horas mucha sangre. Somos españoles y es necesario
que muramos por el rey y por la patria, armándonos contra unos perfidos que, so color de
amistad y alianza, nos quieren imponer un pesado yugo, después de haberse apoderado
de la augusta persona del rey. Procedan vuestras mercedes, pues, a tomar las más
activas providencias para escarmentar tal perfidia, acudiendo al socorro de Madrid y
demás pueblos, y alistandonos, pues no hay fuerza que prevalezca contra quien es leal y
valiente, como los españoles lo son.

Dios guarde a vuestras mercedes muchos años.


Mostoles, dos de Mayo de mil ochocientos y ocho.

Andres Torrejon y Simon Hernández”

El Antiguo Régimen se desmoronaba al ver cómo las instituciones locales asumían la


soberanía en lo referente a relaciones internacionales y defensa militar desoyendo los
consejos que llegaban desde la capital de confraternizar con los franceses.
Crisis Antiguo Regimen 13

Iniciadas las hostilidades la respuesta en toda España fue cualquier cosa menos
homogénea. Las dificultades de comunicación y el diferente grado de ocupación
francesa condicionaron el levantamiento. Como norma habitual se rechazó la autoridad
de las instituciones oficiales, en manos cómplices del invasor y se siguió a quienes,
haciendo gala de patriotismo, se sublevaron.

Asturias fue la primera de las regiones en organizar poderes nuevos frente a la


Audiencia y la Capitanía General, restos de la anterior administración. Se formó una
Junta Suprema de Gobierno.

Los primeros meses fueron de gran confusión viendo como los nuevos órganos de
gobierno se solapaban y entraban en contradicción con los antiguos.

El Ejército se organizaba a su vez. En el sur se encontraban los dos mejores


regimientos españoles del momento, el del general Castaños (en el Campo de Gibraltar)
y el del general Solano (en Cádiz). Mientras que Solano titubeó, Castaños fue el único
alto mando militar que decididamente se puso al frente de la rebelión. Solano fue
asesinado por el pueblo en armas sin que su tropa y oficialidad hiciesen por impedirlo.

Las juntas revolucionarias, de amplio espectro político y social, organizaron la rebelión,


publicaron bandos, movilizaron tropas y destituyeron y ejecutaron a los altos oficiales y
funcionarios que se mantuvieron fieles a Madrid, es decir, a los franceses. Estas juntas
compensaban el vacío de poder, o el poder cautivo de los franceses. Las juntas locales
dieron lugar a juntas provinciales aumentando su área de influencia.

El 4 de junio de 1808 se hace público el nombramiento de José Bonaparte como rey,


quien acepta el 10 de junio. Los Bonaparte quieren presentarse como reformadores, no
conquistadores.

José I, el hermano mayor, quizá el más inteligente y honrado de la familia Bonaparte,


intentó hacer realidad las proclamas ilustradas y reformistas de Napoleón, sin embargo su
reinado fue más nominal que efectivo, pues quien realmente mandaba en España era
Napoleón o, en su defecto, los mariscales y generales de Francia, como Soult, quien
gozaba de la mayor confianza del emperador. La relación entre los dos hermanos se
resintió. José jamás fue respetado u obedecido por sus oficiales. Tampoco alcanzó el
cariño o el respeto del pueblo español, que siempre lo vio como un intruso y un
usurpador.

Los españoles no tardarían en calificarle despectivamente como Pepe Botella, él que no


bebía, o Rey Plazuelas, por su afición al urbanismo.

”Tengo por enemiga a una nación de doce millones de habitantes, bravos y exasperados
hasta el extremo… Todo lo que se hizo aquí el 2 de mayo, es odioso….; No se ha tenido
ninguna consideración para este pueblo…. No, señor: Estáis en un error, vuestra gloria se
hundirá en España…“.

El 25 de julio se celebra la ceremonia de proclamación de José I como rey de España y


de las Indias. Unos días antes, el 18 de julio, los ejércitos franceses habían sido
derrotados en Bailén, y el 30 José abandonaría Madrid con su séquito ante el avance del
ejército del sur.
Crisis Antiguo Regimen 14

Napoleón siempre intentó legitimar sus conquistas otorgando leyes avanzadas que
rompían con la legalidad del Antiguo Régimen. Se convocaron Cortes estamentales y el
mismo emperador prometió una constitución para la nación española.

"...Españoles: después de una larga agonía vuestra nación iba a perecer. He visto
vuestros males y voy a remediarlos... Vuestros príncipes me han cedido todos sus
derechos a la corona de las Españas; yo no quiero reinar en vuestras provincias... y os
haré gozar de los beneficios de una reforma sin que experimentéis quebrantos,
desordenes y convulsiones. Españoles: he hecho convocar una asamblea general de las
diputaciones, de las provincias y de las ciudades. Yo mismo quiero saber vuestros deseos
y vuestras necesidades...asegurándoos al mismo tiempo una Constitución que concilie la
santa y saludable autoridad del Soberano con las libertades y privilegios del pueblo.
Españoles: acordaos de lo que han sido vuestros padres, y mirad a lo que habéis llegado.
No es vuestra la culpa, sino del mal gobierno que os regía. Yo quiero que mi memoria
llegue hasta vuestros últimos nietos y que exclamen: es el regenerador de nuestra patria.

Bayona, 25 de mayo de 1808."

En Bayona fueron convocados 150 diputados, asistieron 65 y se completó su número


hasta 91 con españoles de diversa condición que se hallaban por allí y que carecían de
representatividad para participar en las Cortes de acuerdo con el derecho español. Se
redactó un estatuto a modo de carta otorgada.

El Estatuto de Bayona, que resultaría de la voluntad reformadora del emperador:

- Monarquía hereditaria por la línea de varón


- Separación perpetua de las coronas de España y Francia
- Catolicismo como única religión de la Nación
- Rey auxiliado por ministros
- Cortes estamentales con competencias presupuestarias y fiscales

José I formó un gobierno en la línea reformista de Carlos III con hombres de


experiencia y cultura, honrados y patriotas que confiaban en un rey extranjero como
garante de cambios que reformarían y modernizarían España. Jovellanos, que había
sido propuesto para ministro de Justicia, rechazaría la distinción por proceder de un
monarca extranjero impuesto sin derecho ni razón algunos.

Mientras los españoles iniciaban una larga y dura guerra por su patria y su rey, Fernando
VII se disponía a vivir su “prisión”, en compañía de su hermano Carlos y su tío Antonio, en
Valençay bajo la cercana vigilancia de Talleyrand. Fiestas y lujo mientras la guerra
desgarraba a España. La vigilancia del rey exiliado era estrecha, aunque garantizando
buenas condiciones de vida. Varios intentos de fuga para poner a salvo al rey fracasaron,
alguno de ellos incluso denunciado a los franceses por el mismo rey. Fernando se
distinguió por las humillantes cartas que escribía al emperador manifestándole su fidelidad
y devoción y expresándole la satisfacción que sentía al ver los destinos de España en las
buenas manos de su hermano José.

Así se dirigió a Napoleón en una carta:


Crisis Antiguo Regimen 15

“Mi mayor deseo es ser hijo adoptivo de S. M. el emperador nuestro soberano. Yo me


creo merecedor de esta adopción que verdaderamente haría la felicidad de mi vida, tanto
por mi amor y afecto a la sagrada persona de S. M., como por mi sumisión y entera
obediencia a sus intenciones y deseos”.

Napoleón en sus memorias dictadas en Santa Elena lo refrenda:

“No cesaba Fernando de pedirme una esposa de mi elección: me escribía


espontáneamente para cumplimentarme siempre que yo conseguía alguna victoria;
expidió proclamas a los españoles para que se sometiesen, y reconoció a José, lo que
quizás se habrá considerado hijo de la fuerza, sin serlo; pero además me pidió su gran
banda, me ofreció a su hermano don Carlos para mandar los regimientos españoles que
iban a Rusia, cosas todas que de ningún modo tenía precisión de hacer. En fin, me instó
vivamente para que lo dejase ir a mi Corte de París, y si yo no me presté a un
espectáculo que habría llamado la atención de Europa, probando de esta manera toda la
estabilidad de mi poder, fue porque la gravedad de las circunstancias me llamaba fuera
del Imperio y mis frecuentes ausencias de la capital no me proporcionaban ocasión”.

A pesar de ello, la condición de prisionero de Napoleón creó en Fernando el mito de El


Deseado, víctima de la tiranía napoleónica y héroe que enardecía a los españoles en su
lucha. El 11 de agosto, el Consejo de Castilla invalidó las abdicaciones de Bayona, y el
24 de agosto se proclamó rey in absentia a Fernando VII en Madrid. Más adelante las
Cortes de Cádiz lo declararían como único y legítimo rey de la Nación española.

En España la guerra contra el francés se presentaba fragmentaria y anárquica. Los


ejércitos franceses se enfrentaban a una nación dividida, enfrentada y levantada en armas
contra la invasión y la usurpación del trono. El levantamiento armado no había sido
homogéneo, debiéndose a los poderes locales, viejos o nuevos, que declaraban la guerra
a Napoleón. Las Juntas se sucedían en el tiempo y en la geografía española desde
aquella primera de Asturias.

En el verano de 1808 el ejército invasor, al mando de Murat, dispersaba más de


100.000 hombres en cinco cuerpos de Ejército. Ante la invasión se alzaba el Ejército
regular español, en número semejante pero carente del adiestramiento y armamento y
muy escaso de caballería y artillería. Los franceses se sentían muy seguros por su
experiencia militar en Europa, por su moral de victoria y por el despliegue de divisiones
bien organizadas con rápida y eficaz movilidad. Con todo, los choques con el Ejército
regular español fueron de resultado incierto. En Cataluña y Valencia los imperiales son
detenidos. Se combate, con desigual fortuna, en Asturias, Galicia y Valladolid.

Episodio fundamental por su importancia y significado fue Bailén, donde el 18 de julio los
ejércitos imperiales cosecharían su primera gran derrota. Jamás un ejército de
Napoleón había sido batido en campo abierto por un ejército regular. El general Dupont,
al mando de 20.000 veteranos de las campañas europeas, vio como las águilas
francesas inclinaban la cabeza ante los soldados de España. Las tropas francesas
avanzaban hacia el sur saqueando salvajemente la ciudad de Córdoba, detalle éste que
aún iba a a contribuir a exacerbar el ánimo de los españoles.

La gran victoria española de Bailén contó con importantes consecuencias:

- en toda Europa se renovaba un espíritu de resistencia antinapoleónica


Crisis Antiguo Regimen 16

siguiendo el ejemplo español

- considerable error al pensarse que tras la humillante derrota los franceses iban a
ser fácilmente batidos

- Napoléon en persona se vio en la obligación de cruzar los Pirineos al frente de


300.000 hombres de sus mejores tropas y bajo el mando de los mejores
mariscales de Francia

José Bonaparte abandonaba Madrid ante el temor de la llegada del Ejército del Sur. La
huida del usurpador permitiría la reunión en la capital de los delegados de las distintas
Juntas a fin de formar una Junta Suprema Central Gubernativa del Reino, con 35
vocales y el conde de Floridablanca al frente con la colaboración de ilustres personajes
como Gaspar Melchor de Jovellanos.

La ventaja quedaba del lado de Francia por un mayor número de efectivos, por la
capacidad demostrada de los cuadros de mando, el armamento superior, la logística y el
genio extraordinario para la guerra de Napoleón. A estas ventajas había que añadir la
mala coordinación de las tropas españolas, las prisas y una excesiva moral tras la victoria
de Bailén. Las tropas españolas sucumbieron ante la estrategia de Napoleón y la
superioridad de sus fuerzas.

A cambio de las derrotas, los españoles intensificaron su sentimiento patriótico y


revolucionario. Las derrotas no aniquilaban la resistencia y el país mostraba intacta su
capacidad de lucha y su voluntad de resistir. El Ejército, aunque disperso y maltrecho,
no dejó de luchar.

Los ingleses entraron en acción desde Portugal viendo la posibilidad de atacar a los
franceses. El general Arthur Wellesley, el duque de Wellington se puso al frente de las
tropas anglo-portuguesas y acabaría siendo el comandante en jefe de los aliados enla
Península contra la invasión francesa.

La Guerra de la Independencia presentaba tres perspectivas bien diferentes según la


considerasen españoles, ingleses o franceses.

Inglaterra, que tenía ya planes de ocupación de las colonias españolas en América,


acogió la rebelión española ofreciéndole su apoyo. Para los ingleses esta guerra podía
resultar muy beneficiosa. Se libraba la contienda lejos de Inglaterra, las tropas eran
limitadas y casi experimentales en la forma de combatir a los franceses, el gran enemigo
desde hacía tiempo, y mantener ocupados a los franceses en España garantizaba la
seguridad de las Islas Británicas. Por otra parte, los españoles, aunque aliados
ocasionales, habían sido enemigos tradicionales y rivales directos en el dominio del mar y
en el comercio con las colonias. Fuese cual fuese el resultado de la guerra España
saldría debilitada, además de limitar la tensión que, desde Utrecht 1713, ejercía sobre
Gibraltar.

Los franceses se jugaban en España su prestigio de gran potencia imbatible, se


apropiaban de una nación fronteriza y se aseguraban los puertos y la escuadra
española, más bien sus restos, en la lucha contra Inglaterra, el gran enemigo. Controlar
España ofrecía a Napoleón la puerta hacia América, bocado que todos apetecían.
Crisis Antiguo Regimen 17

En España, la guerra era de supervivencia. Los españoles se jugaban en la contienda


su libertad, su independencia, sus tradiciones y su pasado de gran potencia. La lucha
era a muerte y el combate se libraba en la misma tierra española, por lo que el impacto y
la devastación eran máximos. La guerra despertó el más rudo patriotismo, aunque la
ideología era confusa entre los patriotas, que combinaban las tradiciones más
conservadoras del Antiguo Régimen con un afán por construir una España más moderna,
ilustrada y europea. Mientras la pelea mantuviese la necesidad de unir fuerzas, los
españoles de cualquier condición ideológica se entenderían. Otra cosa sería la victoria, si
llegaba.

Corresponde ahora hablar de la resistencia española ante los invasores, la participación


del Ejército español y la formación de la lucha popular, los famosos guerrilleros en la
guerra contra los franceses.

Sin duda alguna, es el alzamiento popular contra la ocupación francesa lo que marca
como especial el conflicto. Sin esta actitud “nacional” probablemente José I se habría
sentado en el trono de España y, con la protección del emperador y de sus tropas,
habría doblegado las instituciones, entre ellas la Milicia, y la voluntades españolas más
resistentes. Esto ya había ocurrido con anterioridad en otras naciones conquistadas por
Napoleón. La formación de combatientes fue espontánea, aunque pronto la Junta Central
pretendió regular esta actividad dotándola de cierta aunque difícil homogeneidad. Entre
1811 y 1812 se conoció la cción guerrillera de 16 grandes partidas y otras muchas de
menor entidad hasta alcanzar un número próximo a 55.000 hombres que unirían sus
esfuerzos a los 70.000 soldados del ejército regular. Durante la guerra, y aún más
después, algunas partidas derivaron hacia el bandolerismo.

Si importante fue la reacción popular, no deja de ser destacable la persistencia del


Ejército español por mantenerse en la lucha. Un ejército que, muy a menudo, se
presentaba maltrecho, falto de recursos y pertrechos, mal organizado y peor localizado
sobre el terreno, dirigido por oficiales de poca capacidad y sometido a rivalidades internas
que le restaban eficacia. Con todo, la institución militar española jamás volvió la cara al
enemigo, y el Ejército tras cada derrota volvió a reorganizarse, y de un cuerpo de
ejército deshecho surgía otro. El Ejército siempre resurgía para animar a las guerrillas y
para protagonizar las gestas de los sitios.

No puede desestimarse la participación, pues, del Ejército. Como tampoco debe


disminuirse la acción guerrillera del pueblo en armas, o la colaboración de las tropas
inglesas desembarcadas en España y Portugal que combatían junto a los portugueses.
Los ingleses aprestaron en la península un ejército organizado y disciplinado que contaba
con una oficialidad experimentada y que mantenía una práctica independencia ante las
dispersas Juntas y la Regencia, que tan a menudo se dedicaba a “hacer la guerra a su
manera” sin orden o previsión. Los ingleses aportaban también la presencia de un genio
militar que podía competir con el propio Napoleón con capacidad de acción y eficacia y
con una visión más amplia y coordinada de los esfuerzos de guerra. Se trataba del Duque
de Wellington, el futuro vencedor de Napoleón en Waterloo.

La presencia inglesa no era particularmente numerosa, apenas 30.000 hombres, lo que


obligaba a Wellington a solicitar la ayuda del valeroso pero anárquico Ejército español
para hacer frente a casi medio millón de tropas imperiales. Los ingleses no fueron
generosos ni agradecidos con el inagotable esfuerzo de guerra español y prefirieron
adjudicarse, muy injustamente, todo el mérito en las victorias sobre las tropas francesas.
Crisis Antiguo Regimen 18

No se debe ignorar la desafortunada acción inglesa en Badajoz, sometida durante 72


horas al saqueo y las violaciones por tropas ebrias, o el innecesario bombardeo de las
fábricas textiles en Béjar (Salamanca) rivales directas de la producción textil inglesa o la
destrucción de la Real Fábrica de Porcelana del Buen Retiro de Madrid.

La guerra de supervivencia en la que se encontraba inmersa España tuvo consecuencias


directas entre la misma población y ante la misma esencia o significado de España. La
propia guerra contra los franceses significó una ruptura entre los españoles, según sus
simpatías o participación:

Afrancesados. Grupo no muy numeroso y heterodoxo. Hubo honrados españoles que


confiaban en Napoleón y en su hermano para liberarse de las cargas del pasado e iniciar
una transformación en España, pero los hubo interesados que se acercaron a las
banderas francesas por su propio beneficio, o quienes lo hicieron por temor.

Hubo intelectuales, altos funcionarios y algunos nobles, muchos de los cuales procedían
del despotismo ilustrado y defendían las reformas y la modernización que José I prometía.
Éstos temían los excesos revolucionarios y apoyaban una Monarquía fuerte (napoleónica)
que frenase al populacho.

La derrota francesa les envió al exilio o a la prisión y el desprecio.

Frente patriótico. La mayor parte de la población defendía la integridad de España ante


la invasión francesa. También este grupo mostró considerable heterogeneidad. Por una
parte la Iglesia y la nobleza querían el mantenimiento del Antiguo Régimen. Junto a ellos
los ilustrados y liberales querían aprovechar la guerra para introducir reformas profundas.
Con todos ellos el pueblo español peleaba por expulsar al invasor francés y restaurar la
vieja religión sin hacerse más preguntas.

Se originó en España un movimiento contra el invasor en el que las diferentes facciones


unificaron esfuerzos ante el enemigo común. Los conservadores luchaban porque nada
cambiase, los liberales por reformar España, y el pueblo español, en general, se
desenvolvió con una violencia y una libertad que le llevó a actuar de forma
revolucionaria en la defensa visceral de la tierra, y de sus valores eternos Dios, Patria y
Rey.

Los liberales querían:

. la eliminación del Antiguo Régimen


. la implantación de un sistema liberal y parlamentario
. la soberanía nacional
. la división de poderes
. la promulgación de una constitución
. la abolición de los privilegios estamentales
. el fin de la Inquisición
. la desaparición de los gremios (libertad económica)

Es curioso apreciar la manera en que un buen número de españoles combatieron a las


franceses enarbolando las mismas ideas que aquellos les habían enseñado desde los
tiempos de la revolución. La ocupación de España por las tropas imperiales fue el mejor
Crisis Antiguo Regimen 19

conducto de propagación de las ideas, y éstas, en su origen francesas, alimentaron la


rebeldía española.

En realidad Napoleón había menospreciado el carácter español, los recursos de la


Península y sus características físicas, el Ejército y la resistencia. La resistencia popular
fue determinante, y así Zaragoza y Gerona se mantuvieron durante meses dificultando el
avance de las tropas francesas.

En Bailén (julio 1808) un ejército de Napoleón era derrotado por vez primera. Los
franceses se retiraron más allá del Ebro, abandonaron la corte y obligaron al mismo
Emperador a entrar personalmente en España al frente de 250.000 hombres que
ocuparon casi todo el país. Las dificultades en Rusia a partir de 1812 imposibilitaron el
mantenimiento de dos frentes. Los españoles, con la ayuda de un ejército anglo-
portugués dirigido por el Duque de Wellington, forzaron a los franceses a pactar la
retirada (1813-1814). se libraron batallas esenciales para el devenir de la guerra como
Ciudad Rodrigo, Arapiles, Vitoria o San Marcial.

Napoleón hubo de reconocer, noblemente, el error de su campaña española:

“...Esperaba las bendiciones de los españoles. Sucedió de otro modo. Desdeñaron su


interés sin ocuparse sino de la injuria, corriendo todos a las armas. Los españoles se
condujeron todos como un hombre de honor. Nada tengo que decir de esto sino que
triunfaron".

Memorial del conde Emmanuel de Las Cases, publicado en 1823

CORTES DE CÁDIZ 1812


Las juntas locales consiguieron reunir una representación de ellas en Aranjuez
(septiembre de 1808) aprovechando la momentánea retirada francesa. La reacción
napoleónica obligó a retirarse a Sevilla, y finalmente a Cádiz (1810), única ciudad que se
mantuvo ante los franceses, gracias a la ayuda de la flota inglesa y los buques restantes
de la armada española, la resistencia de los ejércitos y pueblo españoles y a la geografía
del lugar, que acabó recogiendo los restos de Ejército y refugiados de toda España.

La Junta Central reconoció a Fernando como rey legítimo y gobernó en su nombre


hasta la convocatoria de Cortes (enero 1810), momento en que se disolvió cediendo la
máxima autoridad a una Regencia de España e Indias formada por cinco miembros.
Ninguno de ellos había formado parte de la Junta Suprema y uno había ser
necesariamente de las Indias.

Los miembros fueron: el general Castaños, los consejeros de Estado Antonio de Escaño y
Francisco Saavedra, el obispo de Orense, Pedro de Quevedo y Quintano, y, por parte de
las Indias, Esteban Fernández de León, que sería sustituido por Miguel de Lardizábal y
Uribe.

La regencia no tenía especial interés en mantener la convocatoria de Cortes, pero no tuvo


otra opción ante las presiones recibidas. Tras un intenso debate se decidió que fueran
unicamerales, y electas por sufragio censitario e indirecto, o lo que es lo mismo que sólo
podían votar quienes tuvieran un determinado nivel de renta.
Crisis Antiguo Regimen 20

Los representantes que acudieron a Cádiz lo hicieron con gran dificultad, la mayoría de
ellos se encontraban en las inmediaciones de la ciudad gaditana y mostraron un espíritu
enardecido por la guerra. Fue muy difícil para muchos acceder a Cádiz, y algunos
diputados lo hacían en representación de la América española. La guerra impidió que se
celebrara la elección en muchos distritos y un elevado número de diputados fue elegido
por ciudadanos de las correspondientes provincias residentes en la ciudad.

La situación revolucionaria que se vivía en España y la presencia de intereses


encontrados se reflejaba en la misma composición de los diputados presentes:

- quienes no pretendían ningún cambio que pudiese modificar o afectar al Antiguo


Régimen. Llamados por los liberales los "serviles" por su sumisión a la corona, querían
que la soberanía radicara exclusivamente en el Monarca y consideraban que las Cortes
habrían de limitarse a recopilar y sistematizar las leyes.

- quienes buscaban soluciones intermedias entre el viejo absolutismo y la nueva realidad


constitucional procedente de la ideología revolucionaria, destacaba entre éstos
Jovellanos. Los jovellanistas abogaban por una soberanía compartida entre el rey y las
Cortes, y ello les convierte en los precursores del liberalismo moderado y conservador.

- los liberales que buscaban un parlamento de cámara única y soberanía nacional que
llevase a la redacción de un texto constitucional. Éstos últimos se vieron beneficiados ante
las dificultades que mucho diputados encontraron para llegar y fueron sustituidos por otros
presentes en Cádiz, ciudad comercial y con presencia de liberales superior a otras
ciudades españolas.

Las ideas liberales se impusieron desde el primer momento (septiembre 1810, acto
inaugural). Se constituyó una única Cámara (eliminando el viejo modelo estamental de
tres brazos) y se aprobó por mayoría el principio de soberanía nacional, según el cual el
poder reside en la nación (el conjunto de ciudadanos que la representa en las Cortes).

-“¿Juráis- se les pregunta- defender la religión católica, apostólica y romana, la integridad


del territorio nacional, el trono de Fernando VII y el desempeño fiel de vuestro cometido?.
- ¡Sí juramos!- responden con nutrida voz.
- Dios os lo premie si así lo hiciereis y si no os lo demande.”
24 de Septiembre de 1810
Salón del Ayuntamiento de la Isla de León

Origen Número de diputados


Eclesiásticos 89
Funcionarios 67
Abogados 47
Militares 42
Profesores/Catedráticos 16
Crisis Antiguo Regimen 21

Nobles 15
Comerciantes/Industriales 12
Hacendados 6
Otros 6
Total 300

Composición social de las Cortes Extraordinarias (1810-1813)

La complejidad social y cultural de los representantes fue extraordinaria y alumbró


debates muy significativos. La disparidad se apreció en cada reunión. Salvador Vinyals,
industrial catalán, apoyaba fielmente la reacción y el retorno del Antiguo Régimen,
mientras que un aristócrata como Queipo de Llano, el Conde de Toreno, defendía
fervorosamente el liberalismo. Buena parte de las iniciativas procedieron de clérigos
ilustrados como Muñoz Torrero, Espiga, Villanueva o Martínez Marina. Hubo militares que
ya daban pistas del protagonismo que a lo largo del XIX la Milicia jugaría en la política
española, y muchos funcionarios apostaban por la modernización de una monarquía
caduca y desprestigiada.

La misma ciudad de Cádiz contribuyó a crear un clima especial por su situación de única
capital española libre del invasor, por su decidida defensa ante el sitio francés y por la
concentración de refugiados, militares, aventureros, extranjeros, … los debates en cafés
y locales públicos y la activa presencia de la prensa libre por vez primera, gracias al
decreto de libertad de imprenta de 10 de noviembre de 1810. De estas discusiones y
de las reuniones de las Cortes surgiría la división, que sería definitiva, entre el partido
servil o absolutista y el partido liberal. 300 fueron los diputados en los años gaditanos,
104 se hallaban en el momento de la inauguración, 184 cuando se aprobó la constitución
y 223 cuando se clausuraron las Cortes para trasladarse a Madrid al inicio de 1814.

Desde sus inicios las cortes gaditanas supusieron una ruptura radical con todo lo anterior.
El primer decreto fue de 24 de septiembre de 1810 y establecía la soberanía nacional,
la soberanía residía en la nación representada en las Cortes. Muy pronto se estableció la
igualdad de todos los españoles ante la ley, lo que liquidaba la sociedad estamental
propia del Antiguo Régimen. Igualmente se reafirmaba la igualdad entre los españoles de
las dos orillas del Atlántico.

En las sesiones se fue desgranando todo un programa de demolición del Antiguo


Régimen:

- libertad de imprenta
- abolición de la tortura
- supresión de determinados tributos
- abolición de la Inquisición
- desaparición de los señoríos jurisdiccionales
- desaparición de los antiguos consejos
- se planteó la primera desamortización de bienes de la Iglesia
- una división territorial diferente
- la reforma de la Hacienda
- la libertad de industria y comercio
Crisis Antiguo Regimen 22

Finalmente se llegó a redactar un texto legislativo completamente distinto a cualquiera


conocido en España hasta entonces, el primer documento constitucional de la Historia de
España. El 23 de diciembre de 1810 se creaba la comisión encargada de elaborar el
texto. Año y medio de duros debates que establecieron tanto el modelo de constitución
como el modelo de estado y de monarquía. La Constitución fue promulgada el 19 de
marzo de 1812 día de San José (la Pepa) que recordaba también el día en que Fernando
había sido reconocido como rey tras el motín de Aranjuez.

La constitución del 12 presenta una declaración de derechos de los ciudadanos:


libertad de imprenta; igualdad ante la ley; libertad civil; derecho de propiedad y
reconocimiento de todos los derechos de los individuos.

La nación española era definida como el conjunto de todos los ciudadanos de dos
hemisferios igualando así los territorios peninsulares con los americanos.

La forma de gobierno que respaldaba la constitución era la Monarquía, aunque bajo el


principio de la división de poderes:

.legislativo: Cortes unicamerales representando la voluntad nacional con amplios


poderes: elaboración de leyes, aprobación de presupuestos y tratados internacionales,
jefatura del Ejército, … Los diputados lo son durante dos años y gozan de inviolabilidad;
el sufragio es universal y masculino

.ejecutivo: monarca se encarga de la dirección del gobierno, participa en la elaboración


de las leyes mediante la iniciativa y la sanción, ostenta el derecho de veto suspendiendo
por dos años la aprobación de una ley; el rey, que comparte tareas con el gobierno, es
controlado por las Cortes, las decisiones reales son ratificadas por los diputados

.judicial: tribunales, códigos únicos, garantías procesales, inviolabilidad del domicilio,


igualdad jurídica, libertad de imprenta, prohibición de la tortura, …

Diferentes artículos: reorganización de la administración, reforma de la Hacienda pública,


creación de un Ejército nacional, obligación del servicio militar, enseñanza pública
primaria y obligatoria.

Se establecía una Milicia Nacional o conjunto de civiles armados con el propórito de


defender el orden constitucional.

Se aprobaron leyes y decretos: supresión de señoríos, libertad de trabajo, eliminación


de los gremios, supresión de la Mesta, abolición de la Inquisición, desamortización y
reforma agraria, …

Desamortización, ley 13 de septiembre de 1813, de las posesiones de los afrancesados,


y de los jesuitas, de las órdenes militares, de los conventos y monasterios extinguidos,
disueltos o reformados durante la guerra y de la abolida Inquiisición.

La Religión Católica era la única de la nación española.

La de 1812 fue una constitución liberal más avanzada y progresista que sus
antecesoras (Estados Unidos y Francia) pretendía establecer un modelo nuevo de
sociedad con una garantía amplia de derechos.
Crisis Antiguo Regimen 23

Hay que reconocer que un modelo tan avanzado tan sólo podía ser posible en una
situación tan excepcional como era la de la guerra, que había permitido una situación
verdaderamente revolucionaria.

La de Cádiz de 1812 fue un modelo para otras naciones en Europa y América, y la raíz
del constitucionalismo español del XIX. De cualquier manera, su influencia sería escasa
por la guerra y la posterior anulación al regreso de Fernando VII y la restauración del
absolutismo.
………………………………………………………………………………………...

El Tratado de Valençay (11 de diciembre de 1813) pone fin a la ocupación francesa y


marca el retorno del rey Fernando que regresará a España sumido en la confusión, las
dudas y el temor ante la situación que pueda encontrarse.

Art. 3.- S.M. El emperador de los franceses, rey de Italia, reconoce a D. Fernando y sus
sucesores, según el orden establecido por las leyes fundamentales de España, como rey
de España y las Indias.
Ar. 4.- S. M. El Emperador reconoce la integridad del Territorio de España, tal y como
existía antes de la guerra actual.
Art. 6.- Su majestad el rey Fernando se obliga por su parte a mantener la integridad del
territorio de España, islas, plazas y presidios adyacentes, en especial Mahón y Ceuta. Se
obliga también a evacuar las provincias y territorios ocupados por los gobernantes y
ejército Británico.
Art. 9 Todos los Españoles adictos al rey José I que le han servido en los empleos civiles
o militares y que le han seguido, volverán a los honores, derechos y prerrogativas que
gozaban, que todos los bienes de que hayan sido privados les serán restituidos.

Tratado de Valençay (8 de diciembre de 1.813)

CONCLUSIÓN
“En el comienzo de este siglo, España ha atravesado días muy duros: ha tenido que
hacer frente a una invasión, y los que dieron la cara no fueron en verdad los doctos. Esos
pasaron todos el sarampión napoleónico, y en nombre de las ideas nuevas se hubieran
dejado rapar como quintos e imponer el imperial uniforme. Los que salvaron a España
fueron los ignorantes, los que no sabían leer ni escribir. ¿Quién dio pruebas de mayor
robustez cerebral: el que, seducido por ideas brillantes, aún no digeridas, sintió vacilar su
fe en su nación, y se dejó invadir por la epidemia que entonces reinaba en toda Europa, o
el que con cuatro ideas recibidas por tradición supo mantener su personalidad bien
definida ante un Poder tan absorbente y formidable? España pudo entrar en la
confederación familiar planteada por Napoleón; gozar de un régimen más liberal y más
noble que el que sufrió con Godoy y comparsas; tener nuevas y sabias leyes, mejor
administración, muchos puentes y muchas carreteras; pero prefirió continuar siendo
España, y confiar al tiempo y a las fuerzas todo eso que se le hubiera dado a cambio de
su independencia. Y esta concepción, tan legítimamente nacional, que contribuyó a
cambiar los rumbos de la historia europea, fue obra exclusiva de la ignorancia.

Sabedlo, pues, pedagogos de tres al cuarto, propagandistas de la instrucción gratuita


obligatoria; Jeremías de la estadística, que os sofocáis cuando veis en ella que el
cincuenta por ciento de los españoles no saben leer ni escribir, y pretendéis infundirles
conocimientos artificiales por medio de caprichosos sistemas: el único papel decoroso
Crisis Antiguo Regimen 24

que España ha representado en la política de Europa en lo que va de siglo no lo habéis


representado vosotros o vuestros precursores, sino que lo ha representado ese pueblo
ignorante, que un artista tan ignorante y genial como él, Goya, ha simbolizado en su
cuadro del Dos de Mayo en aquel hombre o fiera que, con los brazos abiertos, el pecho
salido, desafiando con los ojos, ruge delante de las balas que le asesinan”.

Ángel Ganivet. Granada la bella.

Verano 2020
Laus Deo

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