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Índice
Portada
Atraer la riqueza y el éxito con la mente creativa
Créditos
Parte 1. Investigación sobre la verdad
Parte 2. Tratos
Parte 1
Investigación sobre la verdad
Investigar la verdad es investigar la causa de las cosas tal y como el género humano las ve
y experimenta. El punto de partida de nuestro pensamiento ha de ser siempre nuestra
experiencia. Todos sabemos que la vida existe; de otro modo, n¡o podríamos pensar tan
siquiera que nosotros existimos. Puesto que podemos pensar, hablar y sentir, tenemos que
existir. Vivimos, somos conscientes de la vida; por lo tanto, debemos existir, y la vida debe
existir. Si somos la vida y somos la conciencia (el autoconocimiento), de ello se deduce que
debemos haber venido de la vida y la conciencia. Así que empecemos con este simple
hecho: la vida existe y la vida es consciente.
Pero ¿cuál es la naturaleza de esta vida? ¿Es física, mental o espiritual? Detenernos a
pensar un poco, cuidadosamente, con ayuda de la lógica, nos ayudará más que cualquier
mera opinión personal a esclarecer algunos de estos interrogantes que al principio nos
dejan pasmados por su enormidad.
¿Cuánto de lo que existe podemos llamar vida? La respuesta podría ser: vida es todo
cuanto existe; es la razón de todo cuanto vemos, oímos, sentimos, de todo cuanto
experimentamos de una u otra manera. Ahora bien, la nada no puede originar nada, por lo
tanto es imposible que algo provenga de la nada. Desde el momento en que algo existe,
aquello de lo que proviene ha de ser todo cuanto existe. Entonces, la vida es todo lo que
existe. Todo proviene de ella, incluidos nosotros.
Los siguientes interrogantes son: ¿cómo las cosas provienen de la vida? ¿Cómo las
cosas que vemos provienen de las cosas que no vemos? Las cosas que vemos tienen que
ser reales porque las vemos. Decir que no son reales jamás podrá explicarlas ni responder
a ninguna pregunta acerca de ellas. La obra de Dios no es un mundo de ilusión sino uno de
realidades divinas. La verdad no ha de dar una explicación convincente de las cosas que
vemos. Lo que ha de hacer es explicar lo que son. Vivimos y experimentamos diversos
grados de conciencia y de condiciones. Sólo cuando se llegue a comprender el porqué de la
vida y de nuestras experiencias, sabremos todo sobre la verdad. Jesús no dijo que las
cosas sean ilusiones. Dijo que no debemos juzgar desde el punto de vista de lo que
observamos, sino que debemos juzgar correctamente o con juicio justo. Jesús dio a
entender que debemos ir más allá de las apariencias y averiguar qué es lo que las causa.
Así que no vayamos a engañarnos ni permitirnos creer que siempre hemos sido
engañados. Vivimos en un mundo de realidades. Todo cuanto experimentamos es realidad,
en la medida en que concierne a esa experiencia; aunque, si nuestra comprensión de la
vida fuese superior, podríamos evitar la experiencia desagradable.
Qué es la vida
En primer lugar, ¿qué entendemos por vida? Entendemos que la vida es todo cuanto
vemos, oímos, sentimos, tocamos o gustamos y la razón de todo ello. Hemos de entrar en
contacto con todo lo que conocemos de la vida. Ya hemos averiguado lo que es la vida, o
no hubiéramos tenido ninguna de estas experiencias. «En el comienzo fue Dios» o vida. De
esta vida que fue en el comienzo procede todo cuanto existe. Así que la vida fluye
necesariamente a través de todas las cosas. La materia muerta no existe. Más aun, la vida
es una, y sólo puede experimentar variaciones dentro de sí misma. Todas las formas son
formas de esta unicidad y han de ir y venir a través de alguna actividad interna. Esta
actividad interna de la vida o la naturaleza debe ser alguna forma de autoconciencia o
autoconocimiento. En nuestra comprensión humana, podríamos denominar pensamiento
esta conciencia o conocimiento interno. El Espíritu, o la Vida, o Dios, ha de hacer cosas a
partir de Sí mismo, por medio del autorreconocimiento, o autocognición, o, como
pudiéramos denominarlo, el pensamiento. Puesto que Dios lo es todo, no existe nada que le
impida hacer lo que desee, y la respuesta al interrogante: «¿Cómo surgen las cosas?», es
ésta: Dios las hace de Sí mismo. Dios piensa, o conoce, y lo que Él piensa o conoce surge
de Él y está hecho a partir de Él. No hay otra explicación posible para lo que vemos. A
menos que las personas estén dispuestas a comenzar por aceptar esto, jamás
comprenderán cómo es que las cosas no son materiales sino espirituales.
El comienzo de la comprensión
El hombre está comenzando a comprender que su vida interior es el mayor don que Dios le
ha hecho. Si realmente tiene vida, si esta vida es de la misma naturaleza que la vida de
Dios, si es un individuo y tiene el derecho de libre albedrío que constituye la individualidad,
entonces se deduce que puede hacer de su vida lo que desee: puede hacer de sí mismo lo
que desee. La libertad le pertenece, pero es una libertad dentro de la ley y jamás fuera de
ésta. El hombre debe obedecer la ley. Si la desobedece, la ley actúa como tal, y al hacerlo
así ha de castigarlo. Esto el hombre no lo puede cambiar, sino que tiene que someterse a
ello. La libertad le llega al individuo cuando comprende las leyes de su propia vida, y se
ajusta a ellas, o sea, las somete a su uso para los fines de salud, felicidad y éxito.
La ley abarca la naturaleza entera, rige todas las cosas, tanto las visibles como las
invisibles. La ley no es física o material, sino mental y espiritual. La ley es el método de
operación de Dios. Debemos pensar en Dios como el gran Espíritu, cuyo único impulso es
el amor que Él da libremente y sin negarlo a todo aquel que lo pide. Dios es nuestro Padre
en el pleno sentido de este término, y nos observa, cuida y ama a todos por igual. Aunque
todo es amor, sin embargo, para que las cosas no sean caóticas, todo se rige por la ley. Y
en lo que nos concierne a nosotros, esta ley es siempre mental.
Creación inconsciente
Este autor atendió una vez a una paciente que padecía de una gran hidropesía. Se le operó
y se le sacaron alrededor de cincuenta libras de agua. Varios días más tarde la hidropesía
había vuelto. ¿A qué se debía? No a lo que comía ni a lo que bebía. Tampoco se trasladaba
de una parte del cuerpo a otra, ya que esto no hubiera aumentado su peso. Se había
creado de elementos que la paciente tomaba del aire. Había provenido de algo físicamente
invisible, de nada que pudiésemos ver. Lo que llamamos creación es esto mismo: una
aparición visible a partir de lo invisible. ¿No es acaso creación este fenómeno?
Casos tan notables como éste ocurren todos los días. No podemos negar este hecho,
pero tratemos de explicarlo. En el caso de esta mujer debió de haber una actividad de
pensamiento que tomó forma; si no, ¿de dónde iba a surgir esa hidropesía? No hay nada
manifiesto, pero existe una causa para la manifestación. Está probado por investigación que
tras cada condición, sea ésta corporal o ambiental, hubo algún pensamiento, consciente o
inconsciente, que produjo esa condición. En el caso de esta mujer el pensamiento no era
consciente. Pero la creación no cesa nunca; hemos de comprender esto y aprender cómo
controlarla de modo que sea posible que se crean para nosotros cosas deseables y no
aquellas que no queremos. ¿Acaso es sorprendente que la Biblia diga que todo se consigue
con la comprensión?
Jesús comprendía todo esto, y por eso para Él hacer lo que hacía no implicaba mayor
esfuerzo que el que implica para nosotros respirar o digerir nuestros alimentos. Jesús
comprendía, y esto era todo. Y como Jesús comprendía y hacía uso objetivamente
consciente de estas grandes leyes, la gente piensa que Él era Dios. Y hoy en día, cuando
sucede algo inusual, la gente piensa que se ha obrado un milagro. Jesús no era Dios. Era
una manifestación de Dios; y también lo son todas las personas. Jesús decía que todas las
personas eran dioses y que cada uno era hijo del Altísimo.
En vista de esto, una persona pensante se verá obligada a admitir que la creación es la
primera ley espiritual, realizada por medio de la mente, y física en su manifestación.
En realidad, el hombre no crea. Usa el poder creativo ya existente. Hablando
relativamente, el hombre es el poder creativo en su propia vida; y en todo lo que piensa hay
algo que tiene el poder de realizar la manifestación de aquello en que está pensando. Hasta
ahora los hombres han usado este poder creativo desconociéndolo, y por eso se han
creado todo tipo de condiciones, pero hoy en día cientos de miles de personas han
comenzado a utilizar estas grandes leyes de su ser de una manera consciente y
constructiva. En esto consiste el gran secreto de los movimientos del «nuevo
pensamiento», que poseen diferentes nombres, cultos y órdenes. Todos utilizan la misma
ley, incluso a pesar de que algunos niegan que otros posean la verdadera revelación.
Debemos disponer nuestra mente de tal manera que podamos reconocer la verdad
dondequiera que la hallemos. El problema es que la mayoría de nosotros, si no ve el azúcar
en una azucarera, piensa que se trata de algo distinto, y así nos guiamos por nuestros
nimios prejuicios en vez de ir en busca de principios.
Primeros pasos
Lo primero que hay que comprender es que, como todo pensamiento se manifiesta, se
deduce necesariamente que ningún pensamiento deja de hacerlo, porque, si no, ¿cómo
podríamos saber que el pensamiento determinado que tenemos ahora sería capaz de
crear? No es un problema de todo o nada. Exactamente igual que el poder creativo de la
tierra recibe todas las semillas que se depositan en ella y de inmediato empieza a trabajar
sobre ellas, así la mente ha de recibir todo pensamiento y en seguida empezar a obrar
sobre él. Por lo tanto deducimos que todo pensamiento tiene cierto poder en nuestra vida y
sobre nuestras condiciones. Estamos conformando nuestro medio ambiental con el poder
creativo de nuestro pensamiento. Dios nos ha creado así, y no podemos evitarlo. Al
conformar nuestra vida y nuestro pensamiento de acuerdo con una mayor comprensión de
la ley, seremos capaces de introducir en nuestra experiencia sólo aquello que deseamos,
dejando fuera todo lo que no deseamos experimentar y aceptando las cosas que queremos.
Cada persona vive rodeada de una atmósfera mental. Esta atmósfera mental es el
resultado directo del pensamiento, el cual, a su vez, se convierte en la razón directa para la
causa de aquello que entra en nuestra vida. A través de este poder somos capaces de
atraer o repeler. Lo similar atrae a lo similar, y atraemos a nosotros precisamente lo que
somos en la mente. Es también cierto que nos vemos atraídos por aquello que es mayor
que nuestra experiencia previa al encarnar primero la atmósfera de nuestro deseo.
Cada actividad, cada lugar, cada persona, todo posee una cierta atmósfera mental propia.
Esta atmósfera decide qué es lo que ha de ser atraído hacia ella. Por ejemplo, nunca se ha
visto a un hombre de éxito que viva rodeado de una atmósfera de fracaso. Las personas de
éxito piensan en el éxito. Un hombre de éxito se siente pletórico de un algo sutil que
impregna todo cuanto hace con una atmósfera de confianza y fuerza. En presencia de
algunas personas sentimos que no existe nada imposible de emprender; nos sentimos
exaltados; nos sentimos inspirados para hacer grandes cosas, para lograrlo; nos sentimos
fuertes, firmes, seguros. ¡Qué poder sentimos en presencia de almas grandes, hombres
fuertes y mujeres nobles!
¿Nos hemos detenido alguna vez a pensar por qué tales personas tienen ese efecto
sobre nosotros, mientras que otros al parecer nos deprimen, nos aplastan, y en su
presencia nos sentimos como si la vida fuese una carga pesada? Un tipo es positivo, y el
otro, negativo. En el sentido físico son exactamente iguales, pero uno tiene un poder mental
y espiritual que el otro no tiene, y sin ese poder el individuo apenas puede tener esperanza
de hacer muy poco. ¿A cuál de los dos preferimos? ¿Con cuál nos gustaría asociarnos?
Seguramente no con aquel que nos deprime; de eso ya tenemos suficiente. Pero ¿y el
hombre que nos inspira el sentimiento de nuestra propia valía? Ah, él es el hombre al que
recurriremos en toda ocasión. Incluso antes de que lleguemos a él, en nuestro apuro por
estar en su cercanía, por escuchar su voz, ¿acaso no sentimos cómo una fuerza viene a
nuestro encuentro? ¿Creen acaso que este hombre, que tiene tan magnífico poder de
atracción, podría alguna vez estar falto de amigos? ¿Tendrá alguna vez que aspirar a una
posición? Ya tantas posiciones se le ofrecen que sopesa en su mente cuál ha de aceptar. Él
no tiene que llegar a ser un éxito. Es ya un éxito.
Pensamientos de fracaso, limitación o pobreza son negativos y deben ser expulsados de
nuestra vida para siempre. Alguien podría decir: «Pero y los pobres, ¿qué vamos a hacer
con ellos? ¿Han de quedarse sin ayuda?». No, mil veces no. Ellos poseen el mismo poder
que los demás hombres. Serán siempre pobres hasta que despierten y comprendan lo que
es la vida. Toda la caridad de la tierra jamás ha podido acabar con la pobreza, ni jamás lo
podrá. De haber sido posible, ya se hubiera hecho; no lo ha podido, por lo tanto es
imposible. Se hará a un hombre un bien mil veces mayor con enseñarle cómo lograr éxito
que con decirle que lo que le hace falta es caridad. No necesitamos prestar oído a todos los
que lloran sus miserias. Dejémoslos que lloren si esto les hace algún bien. Dios nos ha
dado un poder y debemos usarlo. Podemos hacer mucho más para la salvación del mundo
ateniéndonos a esta ley que todo cuanto la caridad jamás le ha dado.
Precisamente aquí, en el diverso mundo de hoy, hay más dinero y provisión de lo que
este mundo puede utilizar. No se utiliza siquiera un mínima fracción de la riqueza del
mundo. Inventores y descubridores aumentan a diario esta riqueza; ellos son los
verdaderos hombres. Pero en medio de la abundancia, rodeado de todos los dones del
cielo, el ser humano está sentado y ruega por su pan de cada día. Hay que enseñarle a
comprender que ha sido él mismo quien se ha impuesto esas condiciones; que en vez de
culpar a Dios, al hombre o al diablo por las circunstancias que lo rodean, debe aprender a
buscar la verdad, a dejar que los muertos entierren sus muertos. Debemos decir a cada ser
humano que crea en lo que es su verdadera naturaleza; mostrarle cómo sobreponerse a
sus limitaciones; darle valor; indicarle el camino. Si no nos cree, si no va por este camino,
no es falta nuestra, y al haber hecho todo cuanto podíamos, hemos de seguir nuestro
propio camino. Podemos compadecernos de personas, pero nunca de dificultades,
limitaciones o miserias. Si las personas persisten en aferrarse a sus dificultades, toda la
caridad del mundo se verá incapaz de ayudarles.
Hay que recordar que Dios es ese silencioso poder que se halla tras todas las cosas,
siempre dispuesto a manifestarse cuando le proporcionamos los canales apropiados, que
son una fe receptiva y positiva en la evidencia de las cosas que no son perceptibles para el
ojo físico y, sin embargo, son eternas en el cielo.
Todo es mente, y debemos darle una acogida receptiva cuando pasa a través de nosotros
para hallar una expresión externa en nuestros asuntos. Si permitimos que la opinión del
mundo controle nuestro modo de pensar, entonces ésta va a ser nuestra manifestación. Si,
por otra parte, nos alzamos por encima del mundo, sí haremos algo nuevo.
Hay que recordar que todos los hombres hacen manifestaciones, sólo que la mayoría de
ellos hacen las que sólo son factibles con sus actuales poderes de percepción.
Creando atmósfera
Ahora que el alumno ha comprendido que todo es mente y que todo se gobierna por la ley,
tendrá otro pensamiento: es sobre lo que él puede crear o lo que ha sido creado para él a
partir de su propio pensar. Puede crear una atmósfera mental de éxito tan fuerte que su
poder de atracción será irresistible. Puede enviar su pensamiento a través del mundo y
hacer que le traiga lo que desee. Puede llenar su lugar de actividad de tanto poder, que
éste le traerá éxito de todas partes, de lejos y de cerca. El pensamiento siempre nos trae de
vuelta lo que enviamos hacia fuera. Ante todo debemos despejar nuestra mente de toda
incredulidad. Este libro está escrito para los que creen; y para los que creen, se convertirá
en la verdad de su vida.
Sin la claridad mental por parte del pensador, no puede hacerse ningún verdadero trabajo
creativo. Al igual que el agua alcanza su propio nivel, así la mente nos devolverá tan sólo
aquello en que primero hemos creído. Siempre obtenemos aquello en que creemos, pero
no siempre lo que deseamos. Nuestro pensamiento tiene el poder de alcanzar, en las
formas externas de condiciones, una correspondencia exacta con nuestras condiciones
internas.
Al pensar, ponemos en marcha un poder que crea. Será exactamente igual a lo que
pensamos. Sembramos en la mente una idea, y la mente la crea para nosotros y la sitúa en
el sendero de nuestra vida. Así que piensa que tu mente es tu mejor amiga. Te acompaña
siempre dondequiera que vayas. No te abandona jamás. Nunca estás solo. No existen
dudas, ni miedos ni sorpresas; tú sabes. Vas a usar el único poder que existe en el
universo. Vas a usarlo para un propósito definido. Ya has fijado este propósito en tu
pensamiento; ahora vas a proclamarlo.
Lo estás diciendo por tu propio bien. Deseas sólo el bien y sabes que sólo el bien puede
llegar a ti. Has logrado tu unidad con la vida, y ahora la vida te va a ayudar en tus asuntos.
Vas a establecer en tu espacio una atmósfera tal de éxito que ésta se volverá un poder
irresistible; barrerá con todo en su camino porque va a realizar la grandeza y la
Omnipotencia del Uno. Estás tan seguro que ni siquiera intentas saber si esto ha de
suceder; lo sabes.
Y ahora la palabra, que es una con la Vida Infinita, ha de decirse con calma y perfecta
confianza. Será captada y, de inmediato, se obrará sobre ella. El patrón es perfecto, e
igualmente perfecto será el resultado. Te ves rodeado por lo que deseas. Tu palabra lo está
estableciendo así por medio de una vida perfecta, una actividad infinita, todo el poder y toda
la orientación. El poder del Espíritu atrae ahora hacia ti a todas las personas; te aporta todo
el bien; te llena de todo lo que es vida, verdad y amor.
Espera en silencio absoluto mientras el poder interno lo recoge. Y entonces has de saber
que ya está en ti. De esta palabra emana el poder del Infinito. «Las palabras que digo son
espíritu y son vida.»
Usar la imaginación
Imagínate rodeado por una mente, tan plástica, tan receptiva que capta la más ligera
impresión de tu pensamiento. Asume todo cuanto pienses y lo ejecuta para ti. Cada
pensamiento se recibe y se actúa sobre él. No algunos pensamientos, sino todos ellos.
Todo patrón que proveamos será nuestra manifestación. Si no podemos sobreponernos a la
idea de que somos pobres, pues seguiremos siéndolo siempre. En cuanto seamos ricos en
nuestro pensamiento, lo seremos en nuestra expresión. Éstas no son meras palabras sino
la verdad más profunda que jamás ha poseído el género humano. Cientos de miles de
pensadores muy inteligentes y personas muy dotadas espiritualmente de nuestros tiempos
comprueban esta verdad. No estamos tratando con ilusiones sino con realidades; a quien
ridiculice estas ideas, no le prestes más atención que al soplo del viento.
Elige en lo más hondo de tu alma lo que deseas llegar a ser, lo que quieres alcanzar;
guárdalo para ti. Todos los días, en el silencio de la convicción absoluta sabe que ahora
esto está hecho. Está hecho en la medida en que a ti te concierne, al igual que lo será
cuando lo experimentes en lo externo. Imagínate ser lo que deseas. Ve solamente lo que
deseas, niégate a pensar tan siquiera en ninguna otra cosa. Aférrate a ello, no dudes
nunca. Di muchas veces al día: «Soy [tal cosa]»; comprende lo que esto significa: significa
que el Gran Poder Universal de la Mente es precisamente esto, y no puede fracasar.
La vejez y la oportunidad
Uno de los errores más frecuentes de las personas es creer que son demasiado viejas para
hacer cosas. Esto se debe a no comprender qué es la vida en realidad. La vida es
conciencia, y no años. El hombre, o la mujer, que tiene setenta años debe ser más capaz
de demostrarlo que alguien que sólo tiene veinte. Ha evolucionado hasta un nivel superior
de pensamiento, y estamos tratando con el pensamiento y no con condiciones.
Amelia Barr tenía cincuenta y tres años cuando escribió un libro. Más tarde escribió otros
ochenta, y todos tuvieron una gran aceptación. Mary Baker Eddy tenía sesenta antes de
iniciar su obra, y atendió a todas sus importantes actividades hasta que pasó de este plano
a otro superior. El autor de este libro conoció una vez a un hombre de más de sesenta años
que creía que ya no tenía posibilidad alguna de éxito, y, al enseñarle estos principios, en un
año se convirtió en un exitoso hombre de negocios. Ahora le va bien, y nunca antes había
sido tan feliz. La última vez que se le entrevistó, dijo que sus negocios van mejorando por
días, y que apenas ha empezado. Cada día, en su comercio, pide más actividad. Pronuncia
la palabra y se siente crecer cada vez más. Si esto no fuese cierto, no valdría la pena vivir
la vida. ¿Qué son unos años en la eternidad? Debemos superar estas falsas nociones
sobre la edad y la competencia. De hecho, la palabra competencia no ha de mencionarse
nunca. Las personas que piensan en ella no han conocido la verdad.
La vida es lo que nosotros hacemos desde adentro, y nunca desde fuera. Tenemos
exactamente la edad que pensamos tener, sin importar la cantidad de años que hayamos
vivido en este planeta.
Acción
El universo se siente pletórico de actividad. Hay movimiento por doquier. Nada se detiene
nunca. Toda actividad proviene de la mente. Si queremos ir a la par con las cosas, hemos
de movernos. Esto no significa que debamos forzarnos demasiado o luchar, sino que
debemos tener voluntad para poner de nuestra parte a fin de que la Ley obre a través de
nosotros.
Dios sólo puede obrar en nuestro favor si Le permitimos obrar a través de nosotros. La
inteligencia nos da algunas ideas, y a nosotros nos toca trabajar sobre ellas. Pero nuestro
trabajo debe hacerse sin dudas ni miedos, ya que sabemos que estamos tratando con algo
que jamás se equivoca. Procedemos con una calma y una confianza que nacen de la fe
interna en un Poder que es Infinito. Detrás de todo cuanto hagamos hay un gran propósito:
dejar que la Ley obre a través de nosotros.
La Ley de Actividad ha de acatarse; tenemos que estar dispuestos a emprender el camino
de actividad externa. Jesús fue a la tumba de Lázaro. Es posible que tengamos que ir, pero
acompañados de algo que nunca falla.
Debemos usar esta Ley de Actividad en nuestros negocios. Entre los negocios que
visitamos hay tantos donde reina una atmósfera de inactividad, que producen un
sentimiento tal de somnolencia, que de inmediato perdemos todo el interés hacia lo que allí
ocurre. No nos sentimos con ánimo de comprar nada. Abandonamos el lugar sin ninguna
razón manifiesta y entramos en otro. Aquí sentimos que todo es vida y movimiento, que
todo es actividad. Sentimos la confianza en que éste es el lugar que andábamos buscando.
Deseamos comprar aquí. Encontramos exactamente lo que queremos. Nos sentimos
satisfechos con nuestra compra y nos vamos contentos.
Ahora bien, para crear esta actividad es esencial tener algo más que pensamiento. No es
que éste no sea primordial, sino que quien piensa en la actividad se manifestará,
naturalmente, con vigoroso y enérgico movimiento, que le ayudará a producir un espíritu de
actividad en su negocio y en todo cuanto emprenda. Dondequiera que veas a un hombre
que no se mueve, es porque su pensamiento es inactivo; los dos siempre van juntos.
En un comercio o un negocio, el hombre siempre tiene que mover sus bienes. Siempre
tiene algo que hacer. Las personas que lo ven se contagian con el pensamiento de
actividad y desean comprar allí. No nos atrae un comercio donde siempre se ven las
mismas cosas en los mismos estantes. Al mundo le gusta la acción, el cambio. La acción es
Vida.
Si un empleado en un comercio piensa en actividad y comienza a manifestarla, incluso si
no está esperando clientes, muy pronto sí los esperará. Esto significa estar alerta. Debes
estar alerta siempre. Debe haber alerta mental antes de que pueda haber cualquier
actividad física.
Actúa como si las cosas estuvieran sucediendo incluso cuando parezca que no sucede
nada. Sigue moviendo cosas y pronto tendrás que evitar el apresuramiento. Actividad es
talento. La mitad de los comercios donde entramos nos dan sueño antes de que salgamos
de allí, y no vemos el momento de hacerlo. La otra mitad viven, y éstos son los que hacen
los verdaderos negocios.
El hombre de pensamiento activo no tiene que sentarse para ponerse a pensar; trabaja
mientras piensa y así cumple con la Ley, la cual obra a través de él. El pensamiento de
actividad le induce movimiento, y el pensamiento de confianza hace que sus movimientos
sean seguros, mientras que el pensamiento de Orientación Suprema hace que su trabajo
sea inteligente.
Debemos tener cuidado y no caer en la rutina; debemos hacer siempre algo nuevo y
diferente, y veremos cómo la vida se convierte en un gran juego donde nos toca hacer de
líder.
La vida nunca será tediosa para una mente y un cuerpo activos. La vida es tan
interesante que nos preguntamos si alguna vez nos podrá parecer que ya hemos vivido lo
suficiente. Algunas personas caen en hábitos mentales tan perezosos que llegan a ser
impermeables a toda idea nueva. Las cosas grandiosas han de hacerse por personas que
tienen grandes pensamientos y luego salen al mundo para convertir sus sueños en realidad.
Si no puedes encontrar nada nuevo que hacer, ve a casa y cambia de lugar la cama, o el
piano; traslada la cocina a la sala y come por una vez en el pasillo de atrás. Esto hará que
algo empiece a moverse y cambiar dentro de ti, y ya no se detendrá nunca. La persona muy
despierta puede encontrar tantas cosas que hacer que nunca tendrá tiempo ni siquiera para
comenzar en esta vida, y sabe que necesita de una eternidad para llevar a cabo las ideas
que ya ha desarrollado.
Todo procede de la Mente, pero la Mente actúa sobre sí misma, y debemos actuar sobre
nosotros mismos y sobre nuestras condiciones, no como esclavos, sino como amos que
somos. Interésate por la vida si quieres que la vida se interese por ti. Actúa en la Vida, y la
Vida actuará a través de ti. Así tú también llegarás a ser uno de los grandes de la tierra.
No seas dependiente
No dependas nunca de otras personas. Posees tu propia fuerza, que te basta y sobra para
todo cuanto necesites. El Todopoderoso ha dotado de talento todas las almas, y lo que
tenemos que hacer es desenterrar ese talento interno y hacer que brote con brillo. Jamás lo
haremos mientras miremos a otros para orientarnos. «Para ayudarte a ti mismo, espera en
oscuridad y silencio, y allí te encontrarás con Él.»
Todo el poder y la Inteligencia del Universo ya están en ti en espera de que los utilices. La
Chispa Divina ha de ser avivada hasta convertirse en una llama del Fuego viviente de tu
propia divinidad.
Independencia es la palabra que hay que extenderse. Escucha tu propia voz; te hablará
en términos inequívocos. Confía en ti mismo más que en nadie. Todos los grandes hombres
aprendieron a hacerlo. Cada persona, dentro de su alma, está en comunicación directa con
la Comprensión Infinita. Cuando dependemos de otros, simplemente tomamos su luz y
tratamos de iluminar con ella nuestro sendero. Cuando dependemos de nosotros mismos,
dependemos de esa voz interna que habla dentro del hombre y a través de él, voz que es
Dios. «El hombre es entrada y salida para todo lo que existe en Dios.» Dios nos ha hecho y
ha criado hasta que podamos reconocer nuestra propia individualidad; de ahora en adelante
debemos permitirle que se exprese a través de nosotros. Si fuésemos diferentes, no
seríamos individuos. «Contemplad que estoy aquí de pie en la puerta y espero.» Esto es
una afirmación de la cercana presencia del poder; pero nosotros, los Individuos, debemos
abrir la puerta. Esta puerta es nuestro pensamiento, y somos sus guardianes, y al abrir la
puerta descubriremos que la Presencia Divina está allí al alcance de la mano, esperando,
dispuesta y deseosa a hacer por nosotros todo cuanto podamos creer. Somos fuertes con la
fuerza del Infinito. No somos débiles. Somos grandes y no mezquinos. Somos uno con la
Mente Infinita.
Cuando tengas que hacer algo importante, guárdalo para ti solo. No se lo digas a nadie.
Limítate a conocer en tu propia mente qué es lo que deseas y cállatelo. Muchas veces,
cuando pensamos que vamos a hacer algo grande, empezamos a hablar sobre esto, y lo
primero que sabemos es que todo el poder parece haber desaparecido.
Lo que sucede es esto: todos dirigimos a la Mente un flujo constante de pensamiento;
mientras mayor es su claridad, tanto mejor se manifiesta; si llega a ser dudoso, no habrá
una manifestación clara. Si es confuso, sólo manifestará confusión. Todo esto está de
acuerdo con la Ley de Causa y Efecto, y no podemos cambiarla. Con mucha frecuencia,
cuando decimos a nuestros amigos lo que vamos a hacer, confunden nuestros
pensamientos al reírse sobre ellos o al poner en duda nuestra capacidad de lograr algo tan
grande. Desde luego, esto no sucedería de ser nosotros siempre positivos, pero si
abrigamos aunque sea una pizca de negatividad, ésta hará reacción y perderemos el poder
de claridad que es absolutamente indispensable para realizar un buen trabajo creativo.
Cuando quieras hacer algo importante, forma un patrón mental, perfecciónalo, llega a
saber con exactitud lo que significa, amplía tu pensamiento, guárdatelo, trasmítelo al poder
creativo que está tras todas las cosas, espera y escucha, y cuando la impresión venga,
síguela con pasos seguros. No hables con nadie sobre esto y tendrás éxito donde otros
fracasan.
Causas y condiciones
Cuando comprendamos que la vida no es fundamentalmente física sino mental y espiritual,
no nos resultará difícil ver que podemos dar a conocer lo que deseamos por medio de un
cierto proceso mental y espiritual.
No tratamos con condiciones sino con causas, cuyo origen está en la parte invisible de la
vida. Esto no es de extrañar, ya que lo mismo se puede decir de la electricidad o incluso de
la vida misma. No vemos la vida, vemos solamente lo que ella hace. A esto lo
denominamos condición. Es en sí tan simple como el efecto. Vivimos en un mundo externo,
de efectos, y en un mundo interno, de causas. Al pensar, las ponemos en movimiento y, por
medio del poder inherente a la causa, expresamos el pensamiento como una condición. De
ahí se deduce que la causa ha de ser igual al efecto, y que el efecto se evalúa siempre por
comparación con la causa que se tiene en mente. Todo proviene de la Sustancia Única, y
nuestro pensamiento califica la Sustancia y determina lo que va a acontecer en nuestra
vida.
La enseñanza entera del Bhagavad Gita consiste en que sólo existe Uno, y que éste es
para nosotros lo que primero creemos que es. En otras palabras, ponemos de manifiesto lo
no manifestado. Esto no nos aparta en modo alguno de la fe en la omnipotencia de Dios,
sino la aumenta, ya que Él creó algo capaz de hacerlo. Dios, como siempre, rige en el
Universo, pero a nosotros se nos ha dado el poder de regir en nuestra vida.
Así pues, debemos comprender de modo absoluto que estamos tratando con una
Sustancia con la cual tenemos pleno derecho de tratar, y que al aprender sus leyes
seremos capaces de ponerlas a nuestro servicio, exactamente igual que hizo Edison con la
electricidad. La ley existe, pero tenemos que usarla.
La sustancia con que tratamos nunca tiene límites, pero nosotros muchas veces nos
vemos limitados, porque obtenemos solamente aquello en que creemos.
Nuestra limitación no implica que el Universo haya de tener límites. Nuestra limitación es
sólo nuestra falta de fe. La vida puede darnos mucho o poco. Si nos da poco, no es porque
sea limitada; tampoco es limitada si hace un grano de arena, es porque hubiera podido
exactamente igual hacer un planeta. Pero en el grandioso esquema de las cosas todas las
clases de formas, pequeñas y grandes, son necesarias y, en su combinación, componen el
todo. El poder y la sustancia que se hallan tras todas las cosas sigue siendo el Infinito.
Ahora bien, esta vida sólo puede llegar a nosotros por nuestro propio medio, y esto se
produce cuando el Espíritu encuentra su expresión en nuestra vida a través de la forma del
pensamiento que le damos. La vida en sí nunca tiene límites. Una hormiga tiene
exactamente tanta vida como un elefante, aunque su tamaño es menor. La cuestión no está
en el tamaño sino en la conciencia.
Nos vemos limitados no por fronteras reales, sino por ideas falsas sobre la vida y por no
poder reconocer que estamos tratando con el Infinito.
La limitación es una experiencia del género humano, pero no es una falta de Dios sino de
la percepción del hombre. Y para demostrarlo hagamos que cualquier persona rompa las
ataduras del sentimiento falso de la vida y empiece de inmediato a manifestar cada vez
menos limitación. Todo está en que crezca la idea interna.
Muchas veces, cuando a las personas se les dice esto, responden: «¿Cree usted que soy
pobre y miserable por decisión propia? ¿Me toma por imbécil?». No, no es usted imbécil,
pero es muy posible que haya estado engañado, como la mayoría de nosotros. No conozco
a nadie que no se haya visto engañado al respecto de la vida; puede que no haya tenido
pensamientos sobre la pobreza, pero al mismo tiempo puede que haya tenido
pensamientos que la producen. Observemos tan sólo el proceso de nuestro pensamiento y
veamos cuántas veces al día pensamos en algo que no deseamos que suceda. Esto nos
hará ver que debemos ser cuidadosos, que nuestro pensamiento necesita control.
Lo que tenemos que hacer es invertir el proceso de nuestro pensamiento y tratar de
pensar solamente en cosas positivas, constructivas. Una determinación serena de pensar
tan sólo en aquello que queremos, independientemente de las condiciones, nos ayudará
mucho a acercarnos a una comprensión más plena de la vida.
Por supuesto, tendremos fracasos; por supuesto, el camino no es fácil, pero iremos
creciendo. A diario, le daremos a la Mente Creativa un concepto nuevo y creador que ha de
materializarse en nuestra vida. A diario nos sobrepondremos a alguna tendencia negativa.
Insistiremos en ello hasta que aprendamos a dominar por entero nuestro pensamiento, y a
partir de ese día ya no volveremos a fracasar.
Debemos ser buenos con nosotros mismos, no desanimarnos ni rendirnos hasta que
lleguemos a triunfar. Siente siempre el apoyo de una fuerza omnipotente, y la vida te será
más fácil.
Equivalentes mentales
Una de las cosas más importantes es recordar que no podemos demostrar la vida más allá
de nuestra facultad mental para materializarla. Sólo podemos dar vida a ideas que nacen
dentro de nosotros mismos, a aquello en que pensamos, y a nada más que esto.
Para obtener de la Vida aquello que deseamos, primero debemos darle nuestros
pensamientos. Esto produce siempre aquello en que pensamos. Para obtener éxito, ante
todo debemos concebirlo mentalmente. Esto no es así porque seamos creadores, sino
porque el flujo de la Vida que se manifiesta a través de nosotros adopta la forma de lo que
le damos, y, para obtener algo que deseamos, primero debemos poseer su equivalente
mental interno.
Esto es a lo que se refería Jesús al decir que tenemos que creer cuando oramos. Esta fe
nos proporciona este algo interno que conoce aquello que pide antes de verlo.
Por ejemplo, supongamos que un hombre está rogando por actividad en sus asuntos
(entendemos por rogar la ‘aceptación de una cosa antes de tenerla’). Primero, antes de que
esta actividad comience, debe tenerla dentro de sí; debe ver actividad en todo; debe existir
algo que se corresponda con lo que desea; debe tener un equivalente mental.
Descubrimos que atraemos hacia nosotros solamente aquello que incorporamos
internamente. Del mismo modo que el agua sólo puede alcanzar su propio nivel, así
nuestras condiciones externas reproducirán solamente nuestras realizaciones internas.
El hombre atraerá hacia sí siempre sólo aquello que constituye su ser. Pero podemos
aprender a producir internamente la imagen de lo que deseamos y de esta manera utilizar
la Ley para conseguir lo que necesitamos. Si al principio no tenemos una gran realización
de actividad, debemos trabajar con lo que sí tenemos, y cuando nuestras condiciones
externas lleguen a corresponder a la causa interna, descubriremos que nos resultará mucho
más fácil agrandar la receptividad interna para algo más grandioso y de un valor mayor. De
una cosa podemos estar seguros: todos hemos de comenzar en algún lugar, y este lugar
está en nuestro interior. Y es ahí donde debemos hacer una afirmación, y es ahí también
donde debemos hacer una verdadera labor de realización. Al principio el trabajo puede
parecer arduo, ya que nos enfrentamos a cada paso con lo que sólo existe en apariencia, y
no siempre poseemos seguridad ni tenemos fuerza suficiente para triunfar, pero podemos
contentarnos con la plena certeza de que vamos creciendo. Cada día tendremos un mayor
concepto sobre la vida, y al crecer internamente obtendremos un poder mayor para hablar a
la Mente Creativa, merced a lo cual obtendremos un nuevo impulso y podremos realizar en
nuestro favor algo más importante. Crecimiento y realización ocurren siempre desde el
interior y nunca desde el exterior.
La vieja sugestión que tiene el hombre acerca de miedo, pobreza y limitación debe
desaparecer, y todos los días debemos eliminar de nuestro pensamiento todo lo que impide
a Uno a ponerse de manifiesto a plenitud en nuestra vida.
Recuerda que estamos tratando con un poder único y no con dos. Esto te lo hará más
fácil porque no tienes que sobreponerte a ninguna condición, ya que las condiciones
provienen del exterior y no del interior.
Un hombre que llega a una nueva ciudad, en seguida comienza a atraer hacia sí
exactamente aquello que trae a su pensamiento. Debe ser muy cuidadoso con lo que
piensa. Debe saber con exactitud lo que desea y a diario dárselo a la Mente Suprema,
sabiendo que obrará en su favor. Es preciso eliminar los viejos pensamientos para que los
nuevos ocupen su lugar. Cada vez que asome un viejo pensamiento, debes mirarlo de
frente y declarar que ya no forma parte de tu mente. Ya carece de poder sobre ti. Posees la
Ley y delegas en ella para eliminar todo lo demás. Trata de ver y comprender cada día más,
sentir que eres aquel a quien se requiere. No hay una creación especial para cada
individuo, sino que todos nosotros particularizamos la Ley cada vez que le damos nuestros
pensamientos. Porque todo lo que pensamos se recibe y se procesa para hacer algo.
Una buena práctica es comprender que eres el centro de la Atracción Divina, que todas
las cosas fluyen hacia ti, que el poder interno se dirige hacia fuera y, de regreso, te trae
todo cuanto jamás puedas necesitar. No discutas con él, déjalo hacer, y cuando termines
delégalo todo a la Ley con pleno conocimiento de que será hecho. Proclama que toda la
vida, todo el amor y todo el poder están ahora en tu vida. Proclama que estás ahora en
medio de la abundancia. Cíñete a ello aunque aún no veas el resultado. Sí te producirá
efecto, y quien más cree más obtiene. Piensa que la Ley es tu amiga y que protege siempre
tus intereses. Ten plena confianza en ella, y te traerá lo que deseas.
Visualización
Algunas personas visualizan todo lo que piensan y muchos consideran imposible lograr una
manifestación sin poseer el poder de visualizar. Esto no es así. Aunque una cierta cantidad
de visión sí es necesaria, es preciso recordar, por otra parte, que estamos tratando con un
poder que, al igual que la tierra fértil, produce la planta cuando sembramos. No importa que
nunca antes hayamos visto una planta como la que se ha de crear para nosotros. Nuestro
pensamiento es la semilla y la mente es la tierra. Estamos sembrando y cosechando
siempre. Todo cuanto tenemos que hacer es sembrar solamente aquello que deseamos
cosechar. Esto no es difícil de entender. No podemos pensar en la pobreza y, al mismo
tiempo, cosechar abundancia. Si alguien desea visualizar, que así lo haga, y si se ve en
plena posesión de lo que desea y sabe que está recibiendo, logrará su manifestación. Por
otra parte, si no visualiza, entonces que diga simplemente lo que desea y crea por entero
que ya lo tiene; el resultado será siempre el mismo.
Recuerda siempre que estás tratando con una ley y que es la única manera de hacer que
algo llegue a existir. No lo discutas. Esto significaría que aún no estás convencido de la
verdad; porque, si no, no discutirías. Convéncete y descansa tranquilo.
El modo de hacer un trato es ante todo creer por completo que sí podemos; creer que
nuestra palabra llega con fuerza a un verdadero poder creativo, el cual la recibe y comienza
a obrar sobre ella; sentir que para este poder no hay nada imposible. Tan sólo conoce su
propia fuerza de hacer lo que desee. Recibe la impresión de tu pensamiento y actúa sobre
éste.
Nunca es seguro tratar sobre algo que no deseamos que suceda. Esto quiere decir que,
para desear algo a otra persona, primero debemos estar dispuestos a recibirlo nosotros
mismos.
Ten fe en que el Poder Supremo actuará sobre tu palabra; siente esta gran realidad, que
le hablas a través de todas las cosas; y proclama simplemente lo que deseas que haga por
ti, sin poner jamás en duda en tu mente que vaya a hacer exactamente lo que le digas.
Todo cuanto un médico ha de hacer es convencerse, conocer, creer, y sucederá
exactamente lo que él diga. Así pues, una de las primeras cosas es saber definir, tener una
imagen mental de lo que se desea, saber exactamente lo que se desea; nunca debemos
pasar por alto esta imagen mental; esta aceptación absoluta de que lo que se desea ya
existe. Sin ella no lograremos nada.
Hemos de estar confiados en nuestras propias almas; en paz con el mundo, en paz con
nosotros mismos; comprender que estamos tratando con algo real, algo que no nos puede
fallar; tratar de obtener un concepto claro de lo que deseamos; estar seguros de su
realización, en cuanto el Poder Universal Creativo lo reciba y actúe sobre él.
Sólo tenemos que proclamar lo que deseamos que se haga para nosotros; hemos creído,
hemos creído que hemos recibido; nunca más debemos entrar en contradicción sobre
aquello que ya hemos proclamado. Quien puede hacerlo ha de estar seguro de obtener
resultados.
Comprensión y orientación
En su interior, el hombre está siempre en contacto inmediato con el Infinito de la
comprensión. Vivimos inmersos en una inteligencia viva, rodeados de un Poder que
conoce, ya que «En Él vivimos, nos movemos y de Él tomamos nuestro ser».
Aunque nuestro pensamiento externo nunca fuera confuso, deberíamos beber en todo
momento de esta fuente de conocimientos infinita; ésta nos guiaría y no nos dejaría
cometer errores; nuestra mente sería como una lisa superficie de un lago, no agitada por
vientos ni tormentas.
Pero para la mayoría de nosotros esto no es así; lo externo nos confunde; de modo que la
superficie de la mente está agitada, no es diáfana ni trasparente, y no podemos tener una
visión clara, una orientación precisa, y hacemos las cosas mal porque no vemos con
claridad.
Desarrollar la comprensión es aprender a tomar de la Com-prensión Infinita. Nunca lo
lograremos mientras estemos confusos en nuestro pensamiento.
Lo primero que debemos hacer cuando deseamos lograr una comprensión mayor es
serenarnos y escuchar la voz interior, abstraernos por unos instantes para poder, en el
silencio del alma, tomar de allí lo que ya conocemos y darnos cuenta de que una
inteligencia superior la está aumentando.
Aquí, indefinidamente, debemos sacar un patrón de nuestro pensamiento, de aquello en
que estamos trabajando, pedir y recibir una nueva luz; elevarla hacia la Luz Divina y tratar
de creer que ésta nos guía; convencernos de que la Inteligencia Suprema y el Poder
Absoluto están obrando sobre nuestro pensamiento y lo realizan; nos dan orientación y ya
no podemos equivocarnos; nos mantenemos en el Lugar Secreto del Altísimo y
permanecemos a la sombra del Todopoderoso.
Similitud mental
Sólo podemos extraer del Infinito aquello en que primero pensamos. Es aquí donde tantos
fracasan, creyendo que todo cuanto tienen que hacer es afirmar lo que desean, y que el
deseo se cumplirá. Aunque es cierto que las afirmaciones poseen verdadero poder, es
también cierto que conllevan sólo aquello que decimos al formularlas.
Al igual que no podemos decir nada con una palabra que desconocemos, tampoco
podemos hacer una afirmación que no comprendemos. En realidad afirmamos sólo aquello
que sabemos que es cierto; sabemos que es cierto aquello de lo que tenemos experiencia
propia. Aunque podemos haber oído y leído que esto o aquello es cierto, sólo si dentro de
nuestra alma hay algo que reconoce su verdad, entonces es verdadero para nosotros. Esto
nunca debemos perderlo de vista: podemos afirmar efectivamente sólo aquello que
conocemos, y conocemos sólo aquello que somos. Es por eso por lo que consideramos
necesario ampliar el concepto de la vida; tener una idea más grande de nosotros mismos y
un concepto más amplio del Universo en que vivimos, nos movemos y una de cuyas partes
somos. Se trata de crecer internamente, ampliando en todos los sentidos nuestro
pensamiento y nuestra actividad.
Si deseamos hacer algo que de veras vale la pena, debemos crecer mentalmente hasta
llegar a ser aquello que queremos que se vuelva realidad. Esto puede tomar algún tiempo,
pero debemos alegrarnos de usar todo el tiempo necesario para nuestro propio desarrollo.
Sin embargo, pocas personas que padecen de limitación poseen una similitud mental de
la abundancia. Esta similitud se puede adquirir. El pensamiento debe ampliarse lo
suficientemente como para abarcar todo lo deseado; un pensamiento pequeño muy poco
puede producir. El hecho mismo de que todo es mente demuestra esta verdad. Todo es
mente, y a causa de esto podemos extraer de esta mente sólo aquello que primero
introducimos en ella mentalmente como una realidad. Debemos convertirnos en aquello que
deseamos. Debemos verlo, pensarlo, comprenderlo, antes de que el poder creativo de la
Mente pueda hacerlo realidad para nosotros; se trata de un proceso interno de la expansión
de la conciencia. Se trata de un pensamiento, que crece internamente y se hace realidad.
Esto puede hacerlo todo aquel que lo desee y le dedique su tiempo y esfuerzo, pero para
lograrlo hace falta trabajar. La mayoría de las personas son demasiado perezosas para
hacer el esfuerzo.
Debemos entrenar a diario nuestro pensamiento para ver sólo aquello que deseamos
experimentar, y puesto que estamos convirtiéndonos en aquello a lo que aspiramos
mentalmente, debemos expulsar de nuestra mente todo pensamiento y todo ideal pequeño
e insignificante, y ver las cosas de una manera más amplia. Debemos cultivar el hábito de
tener un horizonte mental más amplio, viendo a diario cada vez más lejos, y así
experimentar en nuestra vida cotidiana cosas cada vez más amplias y grandiosas.
Una buena práctica para ampliar el pensamiento es vernos a diario en un lugar más
amplio, lleno de una actividad mayor, rodeados siempre de mayores influencia y poder;
sentir que nos llegan cada vez más cosas; saber que nos queda aún más por alcanzar, y,
hasta donde nos sea posible, saber que tenemos ahora todo aquello que vemos y sentimos.
Afirma que eres así de grande como te ves, que has entrado ahora en esa vida más amplia;
siente que algo en tu interior está atrayendo cada vez más cosas para ti; vive con esta idea
y deja que este concepto crezca, esperando siempre que ocurra sólo lo más grande y lo
mejor. No permitas nunca que pensamientos pequeños penetren en tu mente, y hallarás
pronto que una experiencia más amplia y maravillosa ha entrado en tu vida.
Guardarlo en la mente
Nunca permitas que una imagen mental se vaya hasta haberse manifestado. Todos los días
suscita la imagen clara de lo que deseas e imprímela en la mente como hecho cumplido.
Esta impresión mental del pensamiento de lo que deseamos hará que nuestra mente
imprima el mismo pensamiento en la Mente Universal. De esta manera rogaremos sin
cesar. No debemos estar pensando constantemente en algo que deseamos para obtenerlo,
sino estar pensando que podemos llegar a ser en el interior aquello que deseamos. Quince
minutos dos veces al día es tiempo suficiente para invertirlo en cualquier manifestación,
pero el resto del tiempo ha de invertirse también de un modo constructivo. Esto significa
que debemos dejar de pensar negativamente y superar todo pensamiento erróneo,
apuntando a la realización de aquello que ahora, en nuestro interior, ya es un hecho.
Hemos de saber que estamos tratando con el único poder existente en el Universo, que no
hay ningún otro aparte de él y que compartimos su naturaleza y sus leyes. Siempre, cada
palabra que decimos en voz alta, ha de estar respaldada por la serena confianza en nuestra
capacidad de hablar con el poder y la voluntad de la Mente para obrar en nuestro favor.
Debemos creer y confiar cada vez más en el mundo invisible de actividad espiritual. Esto no
es difícil si recordamos que el Espíritu hace cosas a partir de Sí Mismo por medio de Su
simple trasformación en cada cosa que hace, y puesto que no hay ningún otro poder que se
le oponga, seguirá obrando siempre. El Espíritu no nos fallará nunca si no dejamos de creer
en su bondad y receptividad.
Cuando comprendamos que Dios está con nosotros y no contra nosotros, la vida se
convertirá en una bella canción. No podemos limitarnos a una mera existencia; debemos
vivir.
Destruir todos los pensamientos que no deseamos experimentar
Tenemos que volver nuestros rostros decididamente hacia la conciencia que surge del Hijo
de la Verdad; viendo tan sólo el Poder Único, debemos destruir al adversario y dejar el
campo libre a Dios o al Bien. Es preciso borrar de la pizarra todo cuanto es de alguna
manera negativo y, a diario, debemos acercarnos al pensamiento más elevado, limpiarnos
bien del polvo y el caos de la vida objetiva. En el silencio de la comunión del alma con la
Gran Fuente de Todo Ser, vueltos hacia la calma del Absoluto, hacia lo arcano del Altísimo,
de espaldas al barullo y el interminable estruendo de la vida, hallaremos un lugar de
descanso, un lugar de verdadero poder espiritual. Habla en este silencio interior y di: «Soy
uno con el Todopoderoso; soy uno con la vida, con todo poder y con toda presencia. Yo soy,
yo soy, yo soy». Escucha el silencio. Desde el aparente vacío, la voz de la paz responderá
al alma que espera: «Todo está bien».
Es aquí donde debemos dar a conocer todas nuestras necesidades y todos nuestros
deseos, y es aquí donde recibimos directamente del Infinito todo cuanto nos hace falta para
hacer que la vida sea saludable, feliz y armoniosa. Pocos llegan hasta aquí, debido a la
creencia de que las que controlan son las condiciones y las circunstancias. Has de saber
que no existe ley alguna fuera de la Ley de Dios; que el alma establece en el Infinito su
propia ley, y que la Mente Paternal está atenta a cumplir hasta nuestros menores deseos.
Todos los días practica la verdad y elimina todos los pensamientos erróneos. Invierte más
tiempo en percibir y comprender la presencia del Altísimo y menos tiempo en preocuparte.
Aquel que cree y confía en este Poder, llega a poseer, por su fe, una fuerza maravillosa.
Has de saber que te acompañan todo bien y todo Dios, todo lo que es Vida y Poder; y no
vuelvas nunca a decir: «Tengo miedo», sino di siempre: «Confío porque sé en quién he
creído».
Desarrollar la intuición
Si una persona vive siempre de acuerdo con la mente, no cometerá nunca grandes errores.
Algunos parecen tener la facultad de saber siempre con exactitud lo mejor que se debe
hacer; tienen éxito siempre porque evitan cometer errores. Todos podemos entrenarnos
para que nos guíe la Mente Suprema del Universo, pero no debemos hacerlo nunca hasta
creer que podemos recibir directamente de la fuente de todo conocimiento. Esto se logra
sentados en silencio y sabiendo que, interiormente, el Espíritu nos dirige. Hemos de tratar
de sentir cómo nuestro pensamiento se impregna del pensamiento del Espíritu. Hemos de
esperar que nos dirija, pero jamás desanimarnos si al principio no recibimos una impresión
directa. El trabajo continúa incluso si no se ve ni se siente. El pensamiento se forma en
nuestra mente, y con el tiempo se formará como una idea. Cuando la idea surja, no dejes
de creer en ella incluso aunque no se parezca a como la esperabas. Las primeras
impresiones suelen ser las más directas y claras; por lo general, provienen directamente de
la Mente del Universo, y hay que procesarlas cuidadosamente para obtener su expresión.
Proclamamos en silencio que, en nuestro interior, el Espíritu del Conocimiento nos está
haciendo conocer con exactitud lo que debemos hacer; que nos está diciendo lo que
debemos decir o adónde debemos ir. Ten absoluta confianza en esto porque es una de las
cosas más importantes que se deben hacer. Siempre debemos alcanzar esta seguridad
interna antes de emprender un asunto nuevo; estar seguros de que, en realidad, hemos
puesto todo el asunto en las manos de la vida y que todo cuanto tenemos que hacer es
trabajar en él en lo externo. Debemos aprender a evitar errores a la hora de estar dirigidos
por esa voz interior que jamás se equivoca. Debemos proclamar en silencio que la
inteligencia nos guía, y así lo hará.
Presencia de actividad
Supón que el lugar de tu negocio no manifiesta actividad alguna, o sea, supón que los
clientes no acuden. En el mundo de los negocios, la presencia de clientes suele significar
actividad. Supón que has llegado a creer que el principio trabajará en las cosas más
pequeñas tan bien como en las grandes. Lo que deseas ahora es una mayor actividad.
¿Cómo vas a ver actividad donde no la hay?
Ésta, de verdad, es una buena pregunta. ¿Podemos ver más allá de lo que estamos
viendo y de lo que estamos experimentando? Sí, absolutamente; no hay otro modo. Si nos
limitamos a ver las cosas tal y como parecen, jamás seremos capaces de cambiar su
apariencia. Así pues, lo que tenemos que hacer, a pesar de la aparente inactividad, es
saber, y ver y declarar mentalmente que estamos sumidos en actividad. Siente que esto es
verdad; ve con los ojos de la mente cómo el lugar se llena de personas; sabe que los
clientes se aglomeran en él todo el tiempo; declara que es tu palabra la que los atrae; no
sientas tensión alguna pase lo que pase; simplemente sabe que estás tratando con el único
poder existente, y esto funcionará. Tiene que funcionar. Cuando digas la palabra,
comprende que un gran poder la ha recogido y se está instalando dentro de ti. No pienses
en limitación, háblale a la mente con perfecta confianza. Si tienes la facultad mental de ver
el lugar lleno, combínalo con la palabra y todos los días visualiza cómo se está llenando.
Combina siempre la fe en el poder superior con todo lo que haces; siente que se te cuida
con interés especial. Esto es verdad. Cuando un alma retorna al Universo de la vida no
manifiesta, en el mismo instante este Universo se vuelve hacia ella. Jesús lo narró en su
historia del hijo pródigo; el Padre lo vio venir desde lejos. Siempre existe este giro hacia el
interior de nosotros por parte de la Mente Paternal, cuando acudimos a Ella y nos situamos
en un contacto más íntimo con la Vida.
Debemos mantener clara nuestra mente para que, cuando el Espíritu nos traiga el don,
estemos preparados para recibirlo. Ni siquiera Dios puede imponernos las cosas. Debemos
recibirlo incluso antes de ver.
Una vez que creamos, siempre tendremos esa fe que honra al Espíritu de la Vida. Al ver
mentalmente sólo aquello que queremos, al verlo incluso si el cielo cae sobre la tierra,
tendremos éxito en comprobar que la ley de la vida es la ley de la libertad. Dios hizo al
hombre para que tuviera todo lo que contiene el Universo y luego lo dejó solo para que
descubriera su propia naturaleza.
Deja todos tus esfuerzos y toda tu lucha y, dentro de tu propia alma, conoce la verdad y
confía en ella por completo. Proclama todos los días que el Poder del Espíritu te guía, te
protege y obra para ti, y espera en paz y perfectamente confiado. Tal actitud mental se
sobrepondrá a cualquier otra y comprobará que la fuerza del pensamiento espiritual es el
único verdadero poder existente en el Universo.
Palabras finales
En resumidas cuentas, el hombre es exactamente lo que cree ser; es grande en capacidad
si sus pensamientos son grandes; es pequeño si son pequeños. Atraerá aquello en que
piensa más. Puede gobernar su propio destino cuando aprende a controlar sus
pensamientos. Para hacerlo, primero tiene que comprender que, en el universo manifiesto,
todo es resultado de una actividad interna de la Mente. Esta Mente es Dios, que crea un
universo por medio de la actividad de sus propios divinos pensamientos; en esta Mente, el
hombre es como un centro pensante, y lo que el hombre piensa rige su vida, exactamente
igual que los pensamientos de Dios rigen el Universo, poniendo en movimiento todas las
actividades cósmicas. Esto es tan fácil de comprender y tan sencillo de usar que con
frecuencia nos asombramos de por qué nos demoramos tanto tiempo en descubrir esta
verdad, la mayor de todas las verdades de todos los tiempos. Creer; pensar que aquello en
que se cree es verdad; dirigir los pensamientos a la Mente a diario, para que lo deseado se
nos devuelva; eliminar los pensamientos negativos; sostener todos los pensamientos
positivos; dar gracias al Espíritu de la Vida por hacernos creer siempre en la ley suprema;
no discutir nunca con uno mismo ni con otros; saber utilizar, éstos son los pasos que, si se
siguen, nos llevarán adonde no tendremos que preguntar si esto es verdad, ya que al
haberlo puesto de manifiesto, lo sabremos a ciencia cierta.
La semilla que cae en la tierra dará fruto de su propia especie, y nada lo podrá impedir.
Fin