Hernandez Aleyda Af

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UNIVERSIDAD INTERAMERICANA

PARA EL DESARROLLO
LICENCIATURA EN DERECHO

“ANALISIS DE CASO, ESPECIFICAMENTE EL DERECHO

DE INTEGRIDAD PERSONAL”

MATERIA: DERECHOS HUMANOS Y GARANTIAS

ALUMNA: HERNANDEZ JACQUEZ ALEYDA GUADALUPE

GRADO: 4to CUATRIMESTRE

MAESTRO: LIC. ROCIO MAGOS MARTINEZ

GUADALUPE, ZAC 10 DE NOVIEMBRE DEL 2020


OBJETIVO

Saber identificar en un caso en especifico el derecho de la integridad personal,


saber como fue analizado y como es que se puede evitar que este sea violado.

INTRODUCCIÓN

Como cierre de materia, en esta ocasión vamos a hablar en especifico de un


derecho en el cual yo elegí enfocarme en el derecho de la integridad personal, y en
el caso en el cual se va a analizar vienen también el derecho a la vida privada y a
que una persona no sea sometida a tortura. Para esto el caso que yo elegí es el
caso de mujeres las cuales fueron victimas de tortura sexual en Atenco. Para esto
ellas interpusieron una demanda o queja ante la Comisión Nacional de Derechos
Humanos, puesto que ellas sabían de antemano que sus derechos como mujeres
habían sido violados, por lo cual ellas exigen justicia hacia ellas del crimen que
cometieron en su contra. Para esto el 28 de noviembre del 2018 la Corte
Interamericana de Derechos Humanos emitió una sentencia, mediante la cual hace
responsable a México por la violación de los derechos a la integridad personal, a la
vida privada y a no ser sometido a tortura todo esto reflejado en 3 artículos de la
Convención. Para esto según lo que se establece en la Comisión el caso esta
relacionado a la violación cometida a 11 mujeres en Atenco, determinado así que
dichas mujeres fueron victimas de diversas formas de tortura física, psicológica y
sexual en su detención, traslado y llegada al centro de detención, del mismo modo
el Estado no cumplió con su obligación de investigar la debida diligencia y el plazo
de estos hechos.

DESARROLLO

El 28 de noviembre de 2018 la Corte Interamericana de Derechos Humanos emitió


una Sentencia, mediante la cual declaró responsable internacionalmente a los
Estados Unidos Mexicanos por la violación de los derechos a:
• La Integridad Personal, a la vida privada, y a no ser sometido a tortura, en
relación con las obligaciones de respetar y garantizar dichos derechos sin
discriminación.
• El Derecho a la Libertad Personal y derecho a la Defensa.
• Los Derechos a las Garantías Judiciales y a la Protección Judicial, en relación
con las obligaciones generales.

Todo ello en perjuicio de Yolanda Muñoz Diosdada, Norma Aidé Jiménez Osorio,
María Patricia Romero Hernández, Mariana Selvas Gómez, Georgina Edith Rosales
Gutiérrez, Ana María Velasco Rodríguez, Suhelen Gabriela Cuevas Jaramillo,
Bárbara Italia Méndez Moreno, María Cristina Sánchez Hernández, Angélica
Patricia Torres Linares y Claudia Hernández Martínez. Asimismo, la Corte encontró
al Estado responsable por la violación del derecho de reunión, en perjuicio de Norma
Aidé Jiménez Osorio, Suhelen Gabriela Cuevas Jaramillo, Bárbara Italia Méndez
Moreno, Angélica Patricia Torres Linares, Claudia Hernández Martínez, Mariana
Selvas Gómez y Georgina Edith Rosales Gutiérrez. Finalmente, la Corte declaró al
Estado responsable por la violación del derecho a la integridad personal, en perjuicio
de los familiares de las once mujeres víctimas de tortura sexual, enlistados en la
sentencia.

Los hechos fueron que Durante los días 3 y 4 de mayo del año 2006 la policía
municipal de Texcoco y San Salvador de Atenco, la policía estadual del estado de
México y la Policía Federal Preventiva adelantaron operativos en los municipios de
San Salvador de Atenco, Texcoco y en la carretera Texcoco Lechería para reprimir
manifestaciones que se llevaban a cabo en dichos municipios.

En el curso de los operativos fueron detenidas las once mujeres víctimas del caso,
durante su detención y mientras eran trasladadas e ingresadas al Centro de
Readaptación Social “Santiaguito” (en adelante “CEPRESO”), fueron sometidas a
las siguientes formas de violencia, incluida en algunos casos la violación sexual:
1. Yolanda Muñoz Diosdada: fue golpeada, pateada, insultada, halada del
cabello, maltratada y amenazada de muerte y desaparición al momento de
ser detenida. En el traslado al penal fue manoseada por un policía quien le
levantó la blusa y “le apretó y pellizcó los pezones”, le removió la ropa interior,
“le tocó y rasguñó la vagina”. Al llegar al CEPRESO, nuevamente la
golpearon, halaron de los cabellos y patearon, así como la hicieron
desnudarse en frente de múltiples personas para ser revisada.
2. Norma Aidé Jiménez Osorio: fue golpeada y dejada semi-desnuda al
momento de su detención. Durante los traslados, le caminaron por encima,
le tocaron y golpearon en los glúetos y la amenzaron con violarla. En el
segundo vehículo en el que fue trasladada al penal, varios policías “tomaron
turnos” introduciendo sus dedos en su vagina y ano, otros introdujeron su
lengua en su boca, la manosearon y le apretaron los pechos y pezones.
3. María Patricia Romero Hernández: fue golpeada, insultada y amenazada de
agresión al momento de su detención. En la Subprocuraduría de Texcoco fue
golpeada, fue amenazada de violación y sometida a insultos sexualizados.
En el traslado, varios policías “hicieron de ella lo que quisieron”, le apretaron
los senos, halaron los pezones y le tocaron los genitales por encima del
pantalón, todo ello estando a metros de su hijo y su padre. Luego en el
CEPRESO la golpearon nuevamente y lanzaron violentamente contra una
pared.
4. Mariana Selvas Gómez: fue golpeada, pateada, insultada y halada del
cabello al momento de su detención. En el traslado al penal, la acostaron
boca bajo y le apilaron a múltiples personas encima por lo que se le
dificultaba respirar. La golpearon, patearon y empujaron, le dieron puñetazos,
la amenazaron con que la iban a matar, así como la insultaron por ser mujer.
Un policía “le metió las manos entre las piernas y le frotó por encima del
pantalón”, le pellizcó “las nalgas, la vagina, e incluso le metió sus dedos en
la vagina”. Luego otro policía la manoseó, le metió las manos en la ropa, le
rompió la ropa interior y le pellizcó los pezones. En el CEPRESO la siguieron
golpeando e insultando.
5. Georgina Edith Rosales Gutiérrez: fue golpeada, halada del cabello,
sometida a insultos sexualizados y maltratada al momento de su detención.
Durante el traslado, fue golpeada nuevamente, empujada, amenazada de ser
violada analmente y de muerte, manoseada por un policía que “colocó sus
manos entre sus glúteos, le apretó la vagina, la pellizcó y la lastimó, además
le apretó los senos por debajo de la blusa”, le apilaron personas encima y
nuevamente fue golpeada e insultada. En el CEPRESO, además de lo
anterior, fue obligada a desnudarse frente a cuatro médicos para una
revisión.
6. Ana María Velasco Rodríguez: fue golpeada, halada del cabello, pateada,
sometida a insultos sexualizados y maltratada al momento de su detención.
En el trayecto, fue nuevamente golpeada, le tocaron “los pechos, la vagina y
los glúteos” al mismo tiempo que la insultaban de “perra” y “puta”, un policía
le introdujo su pene en la boca y la forzó a hacerle sexo oral y con la mano,
mientras otros dos policías le tocaban los senos y la vagina. Luego, otro
policía la forzó nuevamente a hacerle sexo oral, eyaculando en su boca y
forzándola a tragarse el líquido seminal, mientras que otros dos policías “la
siguieron manoseando”, le metieron sus dedos en la vagina bruscamente,
rompiendo su ropa interior, y la amenazaban con mayores violaciones. En el
CEPRESO, además de lo anterior, nuevamente la golpearon, empujaron y
patearon.
7. Suhelen Gabriela Cuevas Jaramillo: fue golpeada, manoseada y sometida a
insultos sexualizados al momento de su detención. Un policía la
semidesnudó, le tocaron el pecho, los gluteos y le pellizcaron los senos, así
como trataron de quitarle los pantalones, pero cuando “cerro las piernas, el
policía se las abrio con las botas y le pateo la vagina”. Durante el traslado al
penal, varios policías le pellizcaron los senos, le “jalaron el pantalón”, le
apilaron a personas encima y la golpearon al azar. Le “jalaronel brasier”,
dejándola con los senos descubiertos, se los pellizcaron y mordieron,
mientras la insultaban. Sintió que varios policías metieron sus dedos en su
vagina, “incontables veces porque pasaban unos y lo hacían pasaban otros
y lo hacían”. Fue amenazada de muerte y sometida a posiciones estresantes,
semidesnuda y en presencia de su pareja. En el CEPRESO, nuevamente fue
golpeada y obligada a desnudarse para una revisión.
8. Bárbara Italia Méndez Moreno: fue golpeada, sometida a insultos
sexualizados, maltratada y amenazada de muerte y de violación sexual al
momento de su detención. Durante el traslado al penal, nuevamente fue
golpeada, empujada, apilada encima de otras personas y desnudada.
Describió que le pellizcaron los senos, mientras la golpeaban y le decían
frases obscenas, entre ellas obligándola a decirle “vaquero” a uno de los
policías que la estaba agrediendo. Al menos tres policías la penetraron con
los dedos en la vagina, animándose unos a otros y en una ocasión dos
policías le sujetaron la cadera mientras alentaban al otro policía a
“cogérsela”, mientras a ella la amenazaban, insultaban, golpeaban con puños
y le forzaban la lengua en la boca. Varios policías le frotaron los genitales en
sus genitales externos “primero fue uno, después otro hizo lo mismo y pasó
por segunda ocasión el primero”, y después fue penetrada nuevamente “pero
esta vez con un objeto pequeño” que cree identificar como llaves. Todo ello
ocurrió mientras estaba recostada sobre otras personas. Luego la dejaron
desnuda en una posición estresante y supremamente vulnerable durante el
resto del camino al CEPRESO, el cual duró varias horas. En el penal, fue
golpeada nuevamente además de insultada y negada asistencia médica.
9. María Cristina Sánchez Hernández: fue golpeada y amenazada de muerte al
momento de su detención. Durante el traslado al penal, la golpearon mientras
la interrogaban y fue obligada a cantar y a contar chistes obscenos, la
manosearon, le tocaron y apretaron los senos y entre las piernas, así como
vio cómo forzaban a otra mujer a hacer sexo oral. Al llegar al CEPRESO, la
patearon, insultaron y amenazaron nuevamente.
10. Angélica Patricia Torres Linares: fue golpeada, sometida a insultos
sexualizados, amenazada de muerte y violación sexual y maltratada al
momento de su detención. Durante los traslados, la golpearon e insultaron
nuevamente, la dejaron semidesnuda, le apretaron fuertemente los senos, la
manosearon y le tocaron los glúteos y genitales por encima del pantalón.
Relató que podía escuchar los gritos y súplicas de otras mujeres que estaban
siendo violadas, así como el sonido de películas pornográficas, y que los
policías los amenazaban con desaparecerlos. En el CEPRESO, nuevamente
fue golpeada, amenazada de violación sexual, y un policía le tocó “la vulva
con los dedos, para posteriormente penetrarla”.
11. Claudia Hernández Martínez: fue golpeada, insultada y maltratada al
momento de su detención. Además de lo anterior, durante el traslado, un
policía le removió la ropa interior y al darse cuenta de que estaba
menstruando le gritó a los demás “miren, esta perra está sangrando, vamos
a ensuciarla un poquito más”. Varios policías le introdujeron sus dedos
“violenta y repetidamente en la vagina”, mientras otros le quitaron el brasier,
lamieron sus senos y jalaron sus pezones, entre otras formas de violencia
sexual. En el CEPRESO, la continuaron golpeando, la forzaron a ver una
violación sexual, le jalaron el cabello y sufrió un nuevo intento de violación
sexual.

Posteriormente, varias de las víctimas sufrieron un trato denigrante por parte de los
primeros médicos en atenderlas al llegar al CEPRESO quienes se negaron a
revisarlas, a practicar exámenes ginecológicos y a reportar o registrar la violación
sexual, e incluso en algunos casos se burlaron de ellas y las insultaron.

Después de los hechos del 3 y 4 de mayo de 2006, se iniciaron diversas


investigaciones penales en relación con los hechos de violencia, violación sexual y
tortura sufridos por las once mujeres víctimas del caso. Específicamente, se
iniciaron investigaciones penales ante la jurisdicción estadual del estado de México,
y la jurisdicción federal por medio de la Fiscalía Especial para la Atención de Delitos
Relacionados con Actos de Violencia Contra las Mujeres en el País (en adelante
“FEVIM”).
En el ámbito federal, el 15 de mayo de 2006 la FEVIM inició la averiguación previa
AP/FEVIM/003/05-2006, por la probable comisión de diversos delitos cometidos en
agravio de las mujeres detenidas, en el marco de la cual llevó a cabo distintas
diligencias, incluyendo la recepción de las declaraciones y denuncias de las once
mujeres.

El 13 de julio de 2009 se declaró incompetente de oficio, en tanto consideró que los


hechos no eran de orden federal sino del orden común y que competían a los
órganos investigadores del estado de México, donde tuvo lugar el evento delictivo.
En el ámbito estadual, la Procuraduría General de Justicia del estado de México (en
adelante PGJEM) inició la averiguación previa TOL/DR/I/466/2006, la cual dio
origen a cinco causas penales: 59/2006, 418/2011, 166/2014, 105/2016 y 79/2006.
La causa penal 59/2006 se inició el 16 de junio de 2006 en contra de diecisiete
policías estatales y cuatro policías municipales, por el delito de abuso de autoridad
en agravio de María Patricia Romero, su padre y su hijo.

El 19 de junio de 2006 se libró orden de aprehensión y el 30 de junio de 2006 se


decretó auto de formal prisión. Tras diversos recursos legales, se declaró
insubsistente el enjuiciamiento respecto de algunos policías por insuficiencia
probatoria, mientras que otros fueron absueltos.

El Estado realizó un reconocimiento parcial de responsabilidad que comprendió los


hechos individuales respecto de las once mujeres presuntas víctimas de este caso,
sus familiares, así como sobre los procesos penales relacionados con los hechos
denunciados en el caso. Asimismo, México reconoció su responsabilidad
internacional por las violaciones de los derechos de las once mujeres a:

• La libertad personal y garantías judiciales (artículos 7.1, 7.2, 7.3, 7.4, 8.2 b),
8.2 d) y 8.2 e) de la Convención), por la privación de la libertad, la falta de
notificación de las razones de la detención y la ausencia de una defensa
adecuada;
• La integridad personal, la vida privada, el principio de igualdad y las
prohibiciones de discriminación y de tortura (artículos 5.1, 5.2, 11, 24 y 1.1
de la Convención y 1 y 6 de la Convención Interamericana contra la Tortura
y 7 de la Convención de Belém do Pará), por la violencia física, psicológica y
sexual, incluyendo actos de tortura, sufridos por las once mujeres víctimas
de este caso, así como la falta de atención médica adecuada y la afectación
a su salud;
• Las garantías judiciales y protección judicial e igualdad ante la ley, (artículos
8, 24 y 25 de la Convención) y el deber de investigar actos de tortura y de
violencia contra la mujer (artículos 1, 6 y 8 de la Convención Interamericana
contra la Tortura y 7 de la Convención de Belém do Pará), debido a la falta
de investigación oficio inicial de los hechos y por la indebida tipificación de
los delitos realizada inicialmente.
• La obligación de adoptar disposiciones de derecho interno (artículo 2 de la
Convención, 1, 6 y 8 de la Convención Interamericana contra la Tortura y 7
c), 7 e) y 7 h) de la Convención de Belém do Pará), por la falta de un marco
normativo interno en materia de uso de la fuerza y tortura al momento de los
hechos. Al igual que la violación de la integridad personal (artículo 5.1 de la
Convención) de los familiares de las once mujeres.

La Corte concluyó que, en el presente caso, la actuación de las autoridades de


seguridad al desarrollar los operativos del 3 y 4 de mayo de 2006 se caracterizó por
el uso de la fuerza de manera indiscriminada y excesiva contra toda persona que
asumieran formaba parte de los manifestantes. Señaló que la información aportada
revela que las once mujeres estaban ejerciendo conductas completamente pacíficas
o de resguardo de su integridad cuando fueron detenidas, por tanto, el uso de la
fuerza por parte de las autoridades policiales al momento de detenerlas no fue
legítimo ni necesario, pero además fue excesivo e inaceptable por la naturaleza
sexual y discriminatoria de las agresiones sufridas.
La Corte concluyó que el uso indiscriminado de la fuerza por parte del Estado en
este caso, resultado de una ausencia de regulación adecuada, una falta de
capacitación de los agentes, la supervisión y monitoreo ineficiente del operativo, y
una concepción errada de que la violencia de algunos justificaba el uso de la fuerza
contra todos, implicó violaciones a los artículos 5 y 11 de la Convención, en relación
con los artículos 1.1 y 2 del mismo tratado, en perjuicio de las once mujeres.

Igualmente, la Corte consideró que varias de las víctimas de este caso formaban
parte de las manifestaciones llevadas a cabo el 3 y 4 de mayo de 2006 en la medida
en que habían acudido intencionalmente a Texcoco o San Salvador de Atenco para
cubrir los eventos como periodistas, para documentar los hechos como parte de sus
estudios, o para brindar asistencia de salud a los manifestantes heridos. Por tal
razón, concluyó que, en relación con siete de las once mujeres víctimas del caso, el
Estado había vulnerado el derecho de reunión al hacer un uso excesivo de la fuerza
para reprimir las manifestaciones.

Asimismo, si bien concluyó que el conjunto de agresiones cometidas por los policías
en contra las once mujeres constituyeron tortura y violencia sexual, la Corte estimó
pertinente realizar algunas consideraciones adicionales sobre la violencia verbal y
estereotipada a la que fueron sometidas en el marco de estos hechos, debido a la
naturaleza de dichas expresiones, su carácter repetitivo y consistente en todos los
casos y la ausencia de una respuesta adecuada por parte del Estado al respecto.
Sobre el particular, destacó la gravedad de la violencia verbal y psicológica a la que
también fueron reiteradamente sometidas, por medio de insultos y amenazas con
connotaciones altamente sexuales, machistas, discriminatorias y en algunos casos,
misóginas.

En el presente caso, las formas altamente groseras y sexistas en que los policías
se dirigieron a las víctimas, con palabras obscenas, haciendo alusiones a su
imaginada vida sexual y al supuesto incumplimiento de sus roles en el hogar, así
como a su supuesta necesidad de domesticación, es evidencia de estereotipos
profundamente machistas, que buscaban reducir a las mujeres a una función sexual
o doméstica, y donde el salir de estos roles para manifestar, protestar, estudiar o
documentar lo que estaba pasando en Texcoco y San Salvador de Atenco, es decir,
su simple presencia y actuación en la esfera pública, era motivo suficiente para
castigarlas con distintas formas de abuso. Además de la violencia estereotipada por
parte de los policías, la Corte señaló las respuestas también estereotipadas que
dieron las más altas autoridades del gobierno del estado donde habían ocurrido los
hechos. En este sentido, observó que después de la violencia sufrida a manos de
los elementos policiales, la credibilidad de las víctimas fue puesta en duda y fueron
estigmatizadas públicamente como guerrilleras por el Gobernador, el Secretario
General de Gobierno del estado de México y el Comisionado de la Agencia de
Seguridad Estatal.

Así mismo estableció que la violencia sexual fue utilizada por parte de agentes
estatales como una táctica o estrategia de control, dominio e imposición de poder,
pues instrumentalizaron los cuerpos de las mujeres detenidas como herramientas
para transmitir su mensaje de represión y desaprobación de los medios de protesta
empleados por los manifestantes. La violencia sexual fue utilizada como un arma
más en la represión para alcanzar el propósito de dispersar la protesta y asegurarse
de que no volviera a cuestionarse la autoridad del Estado. La Corte hizo énfasis en
que este tipo de conductas en el mantenimiento del orden público es absolutamente
inaceptable. La violencia sexual no tiene cabida y jamás se debe utilizar como una
forma de control del orden público por parte de los cuerpos de seguridad en un
Estado obligado por la Convención Americana, la Convención de Belém do Pará y
la Convención Interamericana contra la Tortura a adoptar, “por todos los medios
apropiados y sin dilaciones, políticas orientadas a prevenir, sancionar y erradicar” la
violencia contra las mujeres.

La Corte determinó que existieron retrasos en las investigaciones que obedecieron


a la inactividad de las autoridades y a la falta de actuación diligente de las
autoridades encargadas de la investigación por lo tanto concluyó que el Estado
vulneró el plazo razonable, en perjuicio de las once mujeres víctimas del presente
caso.

Además, concluyó que la investigación de la tortura y violencia sexual cometida


contra las mujeres víctimas del caso no fue conducida con una perspectiva de
género de acuerdo con las obligaciones especiales impuestas por la Convención de
Belém do Pará y, por el contrario, se caracterizó por un trato estereotipante y
revictimizante, lo cual violó el deber de respetar y garantizar sin discriminación los
derechos contenidos en la Convención Americana.

Finalmente, el Tribunal consideró que, como consecuencia directa de la privación


de la libertad y tortura sexual de las once mujeres, sus familiares padecieron un
profundo sufrimiento y angustia en detrimento de su integridad psíquica y moral.

La Corte estableció que su sentencia constituye per se una forma de reparación.


Asimismo, ordenó a México:
I. Continuar e iniciar las investigaciones amplias, sistemáticas y minuciosas
que sean necesarias para determinar, juzgar, y, en su caso, sancionar a
todos los responsables de la violencia y tortura sexual sufrida por las once
mujeres víctimas de este caso.
II. Brindar de forma gratuita e inmediata, el tratamiento médico y psicológico o
psiquiátrico a las víctimas del presente caso.
III. Realizar en un plazo de seis meses a partir de la notificación de la presente
Sentencia, las publicaciones ordenadas.
IV. Realizar un acto público de reconocimiento de responsabilidad internacional
y disculpas públicas.
V. Crear un plan de capacitación de oficiales de la Policía Federal y del estado
de México, y establecer un mecanismo de monitoreo y fiscalización para
medir y evaluar la efectividad de las políticas e instituciones existentes en
materia de rendición de cuentas y monitoreo del uso de la fuerza de la Policía
Federal y la policía del estado de México.
VI. Otorgar una beca en una institución pública mexicana de educación superior
a favor de Angélica Patricia Torres Linares, Claudia Hernández Martínez y
Suhelen Gabriela Cuevas Jaramillo, para realizar estudios superiores
técnicos o universitarios.
VII. Elaborar un plan de fortalecimiento calendarizado del Mecanismo de
Seguimiento de Casos de Tortura Sexual cometida contra Mujeres.
VIII. Pagarlas cantidades fijadas por concepto de indemnizaciones por daños
materiales e inmateriales, y el reintegro de costas y gastos.
IX. Reintegrar al Fondo de Asistencia Legal de Víctimas de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos la suma erogada durante la
tramitación del caso.

CONCLUSIÓN

Como pudimos observar este fue un caso el cual la CNDH aplico todos los criterios
legales y fundamento una buena resolución a este caso, para que así no quedaran
violentados los derechos humanos de las 11 victimas que fueron perjudicadas. Para
esto se tuvo que realizar una investigación exhaustiva para que así la CNDH pudiera
dar o poner como culpable al Estado y al país por haber violentado dichos derechos,
puesto que, en ningún momento, ninguna persona se le deben violentar sus
derechos mucho menos el que nos habla sobre nuestra integridad como personas,
así como tampoco el derecho de nuestra vida privada. Aun así menos, si se trata de
mujeres, por que como bien sabes actualmente existen organizaciones las cuales
salva guardan los derechos de las mujeres, y mas si fueron ultrajadas de algún
modo en su vida privada, así como en su vida sexual. Puesto que actualmente la
CNDH así como varias organizaciones ven mucho por los derechos hacia las
mujeres, para que ya no sigamos siendo violentadas y mucho menos ultrajadas en
ningún aspecto de nuestras vidas, puesto que tenemos derechos los cuales no
pueden ser violentados por ninguna persona. Además, desde mi punto de vista la
CNDH realizo una buena investigación en este caso, así como la resolución del
mismo tuvo la finalidad que se quería, aunque si bien sabemos a pesar de que se
repararon los daños, lo que vivieron las victimas no es tan fácil de reparar a pesar
de los años, pues es algo que con el tiempo se asimila y supongo se trata de olvidar.

BIBLIOGRAFÍA
• CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS* CASO
MUJERES VÍCTIMAS DE TORTURA SEXUAL EN ATENCO VS. MÉXICO
SENTENCIA DE 28 DE NOVIEMBRE DE 2018, Recuperado de
https://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/seriec_371_esp.pdf
• Recuperado de
https://www.dof.gob.mx/nota_detalle.php?codigo=5560604&fecha=17%2F0
5%2F2019&print=true.
• Gabriela Rojas Ana, CASO ATENCO: CORTEIDH SENTENCIA A MÉXICO
POR VIOLENCIA SEXUAL, VIOLACIÓN Y TORTURA A 11 MUJERES.
Recuperado de https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-
46656044.

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