Casta Luciferina

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HIRAM AABIFF, LA TRACICIÓN LUCIFERINA

Hiram Abiff, segú n la leyenda masó nica de la Maestría Masó nica, desciende del dios de
la Luz en su expresió n de Iblis, Samael…, permaneciendo ligado con el dios de la Luz o
cornudo de la Iniciació n Primordial del paleolítico superior.

Cuando en la iniciació n o exaltació n a la Maestría del Rito Escocés Antiguo y Aceptado


el aspirante se tumba en la tumba simbó lica de Hiram Abiff, se impregna de su espíritu
luciferino y reproduce la transformació n en el dios de la Luz o cornudo de la Iniciació n
Primordial, acto que después le ayuda a completar la iniciació n.

En el Antiguo y Primitivo Rito de Memphis-Misraïm, Rito masó nico mucho má s


minoritario que el Rito Escocés Antiguo y Aceptado, al héroe Hiram Abiff le sustituye
otra expresió n del dios de la Luz: Osiris.

Tanto en el Rito Escocés Antiguo y Aceptado como en el Antiguo y Primitivo Rito de


Memphis-Misraïm, existe una gran riqueza histó rica y unos grados de iniciació n
utilizables, por ello presentes en má s de un caso como el de Hiram Abiff y su leyenda
en el Rito Operativo de los Iluminados de Baviera de la Orden Illuminati y en el Rito
Operativo de Memphis-Misraïm de la Societas OTO, los dos Ritos iniciá ticos del
Sistema de iniciació n denominado Rojismo.

En este espacio, en varias ocasiones, se ha hecho menció n de la leyenda de Hiram


Abiff. Así, pues, nos resta darla a conocer. Conozcamos la historia y desarrollo de la
má s bella e iniciá tica leyenda masó nica-iluminista-rojista jamá s contada, en este
apartado.

HIRAM ABIFF EN LA BIBLIA

De entre los varios personajes que con este nombre son llamados en la Biblia, el que
los masones consideran maestro de maestros es Hiram Abiff, natural de Tiro, artesano
fundidor y héroe de la leyenda masó nica asociada al grado Maestro. La historia de
Hiram Abiff que aparece en el Antiguo Testamento de la Biblia o en la Torah hebrea es
la siguiente.

Cuando los hebreos volvieron a la tierra prometida, el rey David comenzó a construir
el Templo de Jerusalem, el Templum Domini (El Templo del Señ or). Tras la muerte del
rey David, su hijo el rey Salomó n, bajo la influencia del profeta Natá n, prosiguió la
construcció n del templo. El lugar elegido para la construcció n fue el famoso Monte
Moria (relacionado con el término mara, es decir, visió n, revelació n).

En la obra, Salomó n contó con la ayuda de un amigo de su padre David, Hiram, rey de
Tiro en el siglo XI ANE, quien aportó una cantidad de material considerable para el
edificio (oro, cipreses, cedros), acercá ndolos por mar al punto má s pró ximo a
Jerusalem. El rey Hiram de Tiro también le prestó algunos masones a Salomó n para
que éste culminase la gran obra que suponía la construcció n del templo. Y Salomó n
como recompensa concedió al rey de Tiro la posibilidad de sacar de sus estados cada
añ o 20.000 medidas de trigo, 20.000 de aceite…, entregá ndole unas veinte ciudades de
Galilea y enviá ndole obreros para sus necesidades.

Hiram de Tiro, repleto de afecto, por ú ltimo, le envió a Salomó n un artista en quien
moraba el espíritu de la sabiduría. Hijo de una mujer de la tribu Neftalí y de un
trabajador del lató n llamado Ur (fuego, luz), de nombre Hiram (vida eterna) y Abiff
(padre mío, el fundidor), Hiram Abiff era un Maestro “lleno de sabiduría, de
entendimiento y de conocimiento para hacer toda suerte de obras de bronce; y vino al
rey Salomó n, y fue quien hizo para él toda su obra”. (I Reyes, 7, 14).

Los obreros masones de Hiram Abiff quedaron divididos en aprendices, compañ eros y
maestros, y cada grado poseyó unos signos, unos toques y unas palabras secretas.

El Antiguo Testamento de la Biblia, sobre la evolució n de la obra, nos dice:

“Hiram Abiff fundió dos columnas de bronce. Tenía cada una dieciocho codos de alto, y
un hilo de doce codos era el que podía rodear cada una de las columnas. No eran
macizas, sino huecas; el grueso de sus paredes era de cuatro dedos. Fundió capiteles
de bronce para encima de las columnas; de cinco codos de altura uno y de cinco codos
de altura el otro... Erigió primero la columna de la derecha y le dio el nombre de Jakin,
y luego la columna de la izquierda y le dio el nombre Boaz. Como remate de las
columnas había una especie de lirio. Así fue acabada la obra de las columnas”. (I Re 7,
15-22).

Segú n el Antiguo Testamento, tras esto, Hiram Abiff preparó má s decoració n del
templo, fundiendo las obras en una conocida explanada cercana al Jordá n.

Una cuestió n distinta a la Biblia es la leyenda masó nica del grado Maestro que tiene
relació n con Hiram Abiff.

LA LEYENDA LUCIFERINA DE HIRAM ABIFF

La leyenda de Hiram Abiff que aparece en la Maestría Masó nica explica que estando
cerca la terminació n del templo, Salomó n encargó a Hiram Abiff que realizase el
diseñ o de todas las obras de decoració n del templo. É ste instaló el taller de fundició n
en una explanada no lejos del Jordá n y otorgó a los masones tres categorías: Aprendiz.,
Compañ ero y Maestro, enseñ á ndoles signos, toques y palabras de paso. Habían 70.000
aprendices, 8.000 compañ eros y 3.600 masones.
Cuando el templo estaba a punto de ser terminado, la reina de los sabeos Balkis,
princesa cuya belleza era célebre en todo Oriente, viajó a Jerusalem para conocer a
Salomó n, pero el encuentro no resultó del todo afortunado. Balkis, tras conocer por el
cuervo Hud-Hud un asunto relacionado con la cepa de vid que se encontraba junto al
altar, recriminó a Salomó n: “para asegurar tu propia gloria has violado la tumba de tus
padres; y esta cepa...”. Y éste respondió con serenidad “que en su lugar elevaré un altar
de porfirio y de maderas de olivo, que haré decorar con cuatro serafines de oro”. “Esta
viñ a -dijo Balkis- ha sido plantada por Noé, tu antepasado. Al levantarla de cuajo has
cometido un acto de rara impiedad. Por ello, el ú ltimo príncipe de tu raza será clavado
en este madero como un criminal. Pero el suplicio salvará tu nombre del olvido y hará
llover sobre tu casa una gloria inmortal”. Balkis añ adió que quería conocer a Hiram
Abiff y, finalmente, lo consiguió . Tras conocerlo, argumentó que deseaba conocer a los
masones y Salomó n se negó . Pero el genial Maestro por excelencia, Hiram Abiff, subió
en ese instante a un bloque de granito y con la mano derecha realizó un signo
parecido a la T, relacionado con Tiro, Tubalcaín...; y los masones se reunieron y
guardaron un silencio y una quietud asombrosos.

Algunos días después de los hechos narrados, Bedoni, ayudante y fiel discípulo de
Hiram Abiff, sorprendió a tres compañ eros: Fanor el sirio (albañ il), Anru el fenicio
(carpintero) y Matusael el judío (minero), planeando sabotear la obra. Y la obra
resultó momentá neamente saboteada, provocando que un Bedoni desesperado por no
haber advertido a tiempo a Hiram se lanzase a la ardiente lava. Hiram Abiff, desolado
por el fracaso, se retiró llorando y entonces soñ ó el sueñ o má s importante de su vida.
Tubalcaín lo transportó al Monte Zió n y al centro de la tierra y le transmitió la
tradició n luciferina má s pura y excelsa:

“De la fundició n que brilla enrojecida en las tinieblas de la noche se alza una sombra
luminosa. El fantasma avanza hacia Hiram, que lo comtempla con estupor. Su busto
gigantesco está presidido por una dalmá tica sin mangas; aros de hierro adornan sus
brazos desnudos; su cabeza bronceada encarnada por una barba cuadrada, trenzada y
rizada en varias filas, va cubierta por una mitra de plata dorada; sostiene en la mano
un martillo de herrero. Sus ojos, grandes y brillantes, se posan con dulzura en Hiram y,
con una voz que parece arrancada de las entrañ as del bronce, le dice:

-Reanima tu alma, levá ntate hijo mío. Ven sígueme. He visto los males que abruman a
mi raza y me he compadecido de ella...
-Espíritu, ¿quién eres? (pregunta Hiram) 
-La sombra de todos tus padres, el antepasado de aquellos que trabajan y que sufren.
¡Ven! Cuando mi mano se deslice sobre tu frente, respirará s en la llama. No temas
nada. Nunca te has mostrado débil... 
-¿Dó nde estoy? ¿Cuá l es tu nombre? ¿Adó nde me llevas? (dice Hiram) 
-Al centro de la tierra, en el alma del mundo habitado. Allí se alza el palacio
subterrá neo de Enoc, nuestro padre, al que Egipto llama Hermes y que Arabia honra
con el nombre de Edris... 
-¡Potencias inmortales! (exclama Hiram) Entonces es verdad. ¿Tú eres...? 
-Tu antepasado, hombre, artista..., tu amo y tu patrono. Yo fui Tubalcaín.
Llevá ndole como en un sueñ o a las profundidades de la tierra, Tubalcaín instruye a
Hiram Abiff en lo esencial de la tradició n de los cainitas, los herreros, dueñ os del
fuego.

En el seno de la tierra, Tubalcaín muestra a Hiram la larga serie de sus padres: Iblis,
Caín, Enoc, Irad, Mejuyael, Matusael, Lamec, Tubalcaín...

Y entonces le transmite a Hiram la tradició n luciferina: Al comienzo de los tiempos,


hubo dos dioses que se repartieron el Universo, Adonai, el amo de la materia y el
elemento tierra, e Iblis (Samael, Lucifer, Prometeo, Baphomet), el amo del espíritu y el
fuego. El primero creó al hombre del barro y lo animó . Iblis y los Elohim (dioses
secundarios) que no quieren que éste sea un esclavo de Adonai, despiertan su espíritu,
le dan inteligencia y capacidad de comprensió n. Mientras Lilith (hermana de Iblis,
Samael, Lucifer, Baphomet...) se convertía en la amante de Adá n (el primer hombre)
enseñ á ndole el arte del pensamiento, Iblis seducía a Eva y la fecundaba y, junto con el
germen de Caín, deslizaba en su seno una chispa divina (segú n las tradiciones
talmú dicas Caín nació de los amores de Eva e Iblis, y Abel de la unió n de Eva y Adá n).

Má s tarde, Adá n no sentirá má s que desprecio y odio por Caín, que no es su verdadero
hijo. Caín dedica su inteligencia inventiva que le viene de los Elohim, a mejorar las
condiciones de vida de su familia, expulsada del Edén y errante por la tierra.

Un día, cansado de ver la ingratitud y la injusticia, se rebelará y matará a su hermano


Abel.

Caín aparece ante Hiram Abiff y también le explica su injusta situació n, añ adiendo que
en el curso de los siglos y los milenios, sus hijos, hijos de los Elohim e Iblis, trabajará n
sin cesar para mejorar la suerte de los hombres, y que Adonai, celoso tras intentar
aniquilar a la raza humana tras el diluvio, verá fracasar su plan gracias a Noé, que será
“avisado por los hijos del fuego”.

Al devolver a Hiram a los límites del mundo tangible, Tubalcaín le revela que es el
ú ltimo descendiente de Caín, “ú ltimo príncipe de la sangre” del Á ngel de Luz e Iblis, y
que Balkis pertenece también al linaje de Caín, que es la esposa que le está destinada
para la eternidad”.

Tras regresar al templo conducido por Tubalcaín, Hiram Abiff está aturdido por el
sueñ o y las visiones, acaba la obra y se une a Balkis.

Casi terminadas las obras del Templo de Jerusalem, tres compañ eros que veían difícil
ser admitidos en la Maestría Masó nica, decidieron conseguirla por la fuerza.
Apostados cada uno en una puerta del templo, invitaron a Hiram a desvelar sus
secretos. Como éste no quiso revelarlos, cada uno le asestó un golpe (uno con una
regla sobre el gaznate, otro con una escuadra de hierro sobre el pecho izquierdo y un
tercero con un mazo en la frente) y lo hirieron de muerte. Los asesinos escondieron el
cuerpo sin vida de noche en un bosque, plantando sobre su tumba una rama de acacia
(símbolo de la inmortalidad y la Maestría). Hiram fue descubierto y vengado. Su
cuerpo reposó en el Monte Zió n, a unos pocos metros de la Puerta de Zió n.

LEYENDA Y TRADICIÓN LUCIFERINA

Hemos apreciado varias cuestiones de interés: Hiram Abiff en la Biblia, la leyenda de


la Maestría Masó nica, el luciferismo de Hiram Abiff y sus antepasados, la tradició n
luciferina, etc. Repasemos algunos puntos de sumo interés.

El á rbol genealó gico de Hiram Abiff, segú n la tradició n luciferina es:

1. El Dios Supremo y Desconocido 


2. Iblis (Samael, Prometeo, Lucifer, Baphomet…) y Eva 
3. Caín y Lebuda 
4. Enoc y Naema 
5. Irad y Naema 
6. Mejuyael y Naema 
7. Matusael y Naema 
8. Lamec y Tsilla (Sela) 
9. Tubulcaín y Naema 
10. Ur y una viuda 
11. Hiram Abiff y Balkis

Y la genealogía de Hiram Abiff de la tradició n luciferina que acabamos de describir, sin


lugar a duda, por tanto, se puede considerar totalmente “luciferina” o ligada al dios de
la Luz por varios motivos:

-Hiram, el fundidor de Tiro, era hijo de una viuda de la tribu de Neftalí (I Reyes, 7-13)
o de Dan. Esas dos tribus hebreas fueron las que volvieron al becerro de oro y
renunciaron al elaborado por Moisés. Un hecho significativo.

-Hiram tuvo por padre a un tirio, también fundidor, llamado Ur. En hebreo, esa
palabra significa “Luz”. Recordemos la importancia de la Luz con mayú sculas en toda
la ruta luciferina.

-La leyenda de Hiram nos cuenta que éste fue instruido, durante un descenso al centro
de la tierra, por Tubalcaín, su antepasado fundidor. Y Tubalcaín, por cierto la palabra
de paso en la Maestría Masó nica, es citado en el Génesis 4-22 de la siguiente forma:
“Sela parió a Tubalcaín, forjador de instrumentos cortantes de bronce y de hierro. La
hermana de Tubalcaín era Naema”. El rabí Simeó n (a quien se atribuye el Zohar, el
principal libro de la Cá bala) nos aclara: “Naema era la madre de todos los demonios
(sic), porque procedía del lado de Caín”. Naema es hermana y esposa de Tubalcaín, lo
mismo que Isis es hermana y esposa de Osiris.
-Tubalcaín es un antepasado cercano de Hiram Abiff y la séptima generació n nacida de
Iblis (Samael, Prometeo, Lucifer, Baphomet…), el dios de la Luz y Á ngel de Luz en la
tradició n judía, como se puede ver en el á rbol genealó gico de la tradició n luciferina
descrito má s arriba. Con lo cual, podemos asegurar que Hiram Abiff tenía por
antepasado directo a Tubalcaín e Iblis, el dios de la Luz.

-Todo lo expuesto no só lo muestra que Hiram Abiff pertenece a una genealogía


“luciferina”, sino una clara ligazó n de éste y sus antepasados con el dios de la Luz,
llamado como hemos dicho Iblis (Samael, Lucifer, Baphomet, Prometeo…).

Los misterios relatados pertenecen a la Iniciació n Primordial que fue a parar a las
masonerías operativas de Egipto, de Israel… Recogidos por el escocismo y memphis-
misraïm, por los Ritos de la Orden Illuminati y la Societas OTO, por el Sistema
denominado Rojismo, esos misterios son fundamentales en la iniciació n.

El deber de los iniciados es “descubrir” la auténtica tumba de Hiram Abiff para poseer
su Luz y sus misterios. Así descubren de quien descienden y quienes son, alcanzando
la transformació n y la iniciació n completa. La mayoría de buscadores de la tumba de
Hiram Abiff dirigen sus pasos hacia el interior del templo, mientras otros,
encabezados por el Rojismo y los Illuminati de todos los tiempos, los dirigen hacia el
Monte Zió n y las entrañ as de la tierra
EL TEMPLO DE SALOMÓN Y LA LEYENDA MASÓNICA

Este relato pertenece al Gran Maestre masó nico y alto illumintati Robert Ambelain y
aparece en su obra “El secreto masó nico”. La leyenda de Hiram constituye el alma de
la masonería desde el siglo XVIII.

Salomó n, hijo de David, recibe de Dios la misió n de construir el templo siguiendo las
instrucciones del profeta Natá n, al que el Señ or ha dado en sueñ os las indicaciones
necesarias. Hiram, rey de Tiro, amigo de su padre, le aporta ayuda en materiales y,
sobre todo, en obreros. Le envía por ejemplo a Hiram el Fundidor. Un día, este ú ltimo
se dispone a efectuar el vaciado del mar de fundició n de bronce para el Templo en
presencia de Salomó n y de Balkis, reina de Saba, a la que Salomó n quiere seducir, a fin
de casarse con ella. El pueblo de Israel asistirá al vaciado.

David es el arquitecto verdadero del templo. Es falso que el Rey de Tiro le enviara
obreros para su construcció n ya que solo los sacerdotes podían construirlo (Los Levi y
los Cohen) Hiram, o el Hijo de la Viuda solo fue el encargado de fundir elementos
como “El Gran Mar” y otros. Importantes pero no fundamentales como lo era “El Arca
de la Alianza” A la cual Hiram no podía acceder. ¿Por qué sería?

Benoni, ayudante y fiel discípulo del maestro de obras, ha sorprendido a la caída de la


noche a tres obreros, Fanor el sirio, albañ il, Anru el fenicio, carpintero, y Metusael el
judío, minero, saboteando el molde del futuro mar de bronce. Benoni advierte a
Salomó n de la traició n de los tres có mplices, pero el rey, celoso de la admiració n que
Balkis siente ya por Hiram el Fundidor, deja que prosigan los preparativos.

Al ponerse el sol, Hiram da la orden de proceder al vaciado. Y el gigantesco molde en


que debe fundirse el mar de bronce y que ha sido manipulado se agrieta. El metal en
fusió n surge bruscamente y salpica a la horrorizada multitud. Benoni, desesperado
por no haber advertido personalmente a Hiram, se arroja entre la ardiente lava.

O sea que Salomó n, que era un sabio, atornillaba al revés y traicionando la confianza
de Dios, que le había entregado el mandato. Esto solo es mala fe, para explicar el
fracaso del fundidor.

Poco después, solo, abandonado de todos, Hiram sueñ a ante su obra destruida. De
pronto, de la fundició n que brilla enrojecida en las tinieblas de la noche se alza una
sombra luminosa. El fantasma avanza hacia Hiram, que lo contempla con estupor. Su
busto gigantesco está revestido por una dalmá tica sin mangas; aros de hierro adornan
sus brazos desnudos; su cabeza bronceada, enmarcada por una barba cuadrada,
trenzada y rizada en varias filas, va cubierta por una mitra de corladura (plata
dorada); sostiene en la mano un martillo de herrero. Sus ojos, grandes y brillantes, se
posan con dulzura en Hiram y, con una voz que parece arrancada a las entrañ as del
bronce, le dice:

- Reanima tu alma, levá ntate, hijo mío. Ven, sígueme. He visto los males que abruman a
mi raza y me he compadecido de ella...
- Espíritu, ¿quién eres?
- La sombra de todos tus padres, el antepasado de aquellos que trabajan y que sufren.
¡Ven! Cuando mi mano se deslice sobre tu frente, respirará s en la llama. No temas
nada. Nunca te has mostrado débil...
- ¿Donde estoy? ¿Cuá l es tu nombre? ¿Adonde me llevas? -pregunta Hiram.
- Al centro de la Tierra, en el alma del mundo habitado. Allí se alza el palacio
subterrá neo de Enoc, nuestro padre, al que Egipto llama Hermes y que Arabia honra
con el nombre de Edris.

Hiram

Es un bello poema, pero peligroso como veneno de una Mamba Negra, e hipnotizador
como el canto de una sirena. Aquellos que trabajan y sufren son los que fueron
expulsados del paraíso, y se refiere no a hombres, sino que a los vigilantes del libro de
Henoch que perdieron el cielo al ser atrapados por la materia, en la materia hay que
vivir las leyes de la materia y se quejan de ello. El palacio que se alza bajo la tierra es el
templo masó n o el templo de Lucifer. Ahí es donde se respira en la llama. Los tres
nombres anteriores son los nombres que se le da a Henoch, con quien tratan de
asociar a Enoc.

- ¡Potencias inmortales! -exclama Hiram-. ¿Entonces es verdad? ¿Tú eres...?


- Tu antepasado, hombre, artista..., tu amo y tu patrono. Yo fui TubalCaín.

Entonces los cainitas se convirtieron en Dioses y Tubal Caín es Vulcano, increíble, pero
es lo que ellos predican y es la misma mentira con la cual engañ aron a Eva, USTEDES
SERÁ N COMO DIOSES, Prometen.

Llevá ndole como en un sueñ o a las profundidades de la Tierra, Tubal Caín instruye a
Hiram en lo esencial de la tradició n de los cainitas, los herreros, dueñ os del fuego.

En el seno de la Tierra, Tubal Caín muestra a Hiram la larga serie de sus padres: Enoc,
que enseñ ó a los hombres a construir edificios, a unirse en sociedad, a tallar la piedra;
Hirad, que supo antañ o aprisionar las fuentes y conducir las aguas fecundas; Maviel,
que enseñ ó el arte de trabajar el cedro y todas las maderas; Matusael, que imaginó los
caracteres de la escritura; Jabel, que levantó la primera tienda y enseñ ó a los hombres
a coser la piel de los camellos; Jubal, el primero en tender las cuerdas del cinnor y del
arpa, extrayendo de ellos sones armoniosos... Y por ú ltimo, el propio Tubal caín, que
enseñ ó a los hombres las artes de la paz y de la guerra, la ciencia de reducir los
metales, de martillear el bronce, de encender las forjas y soplar los hornillos.

Este Enoc no es Henoch, no es el que escribió “El Apocalipsis de las Semanas” también
llamado “El Libro de Henoch” En esta parte se declaran abiertamente cainitas y se
felicitan de ser descendientes de Elohim, pero tendrá n que ponerse de acuerdo con los
ideó logos de la Anenhenerbe Nazi, que juran que son los Arios.

En todo caso se abstienen de indicar que Azael enseñ ó a los hombres a fabricar
espadas de hierro y corazas de cobre y les mostró có mo se extrae y se trabaja el oro
hasta dejarlo listo y en lo que respecta a la plata a repujarla para brazaletes y otros
adornos.

A las mujeres les enseñ ó sobre el antimonio, el maquillaje de los ojos, las piedras
preciosas y las tinturas. ESTO ES LA GUERRA, EL BECERRO DE ORO Y LA VANIDAD. Y
continú a - entonces creció la mucho la impiedad y ellos tomaron los caminos
equivocados y llegaron a corromperse en todas las formas.

Y transmitió a Hiram la tradició n luciferina.

No es necesario hacer comentarios de este reconocimiento.

Al comienzo de los tiempos, dos dioses se reparten el universo. Uno, Adonai, es el amo
de la Materia y del elemento Tierra, el otro, Iblis (LUCIFER), es el amo del Espíritu y
del elemento Fuego. Adonai crea al Primer Hombre del barro que le está sometido y lo
anima. Movido a compasió n por el bruto e incomprensivo que Adonai quiere convertir
en su esclavo y su juguete, Iblis y los Elohim (los dioses secundarios) despiertan su
espíritu, el dan la inteligencia y la comprensió n.

Mientras Lilith, la hermana de Iblis, se convertía en la amante oculta de Adá n, el


Primer Hombre, y le enseñ aba el arte del pensamiento, Iblis seducía a Eva, surgida del
Primer Hombre, la fecundaba y, junto con el germen de Caín, deslizaba en su seno una
chispa divina.

En efecto, segú n las tradiciones talmú dicas, Caín nació de los amores de Eva e Iblis o
Samael (veneno supremo).

Abel nacerá de la unió n de Eva y Adá n.


Lilith

Las logias creen en un Dios al que llaman Trino Solar, con Jehová como un Dios menor
que manda solo en el sistema solar y que vive en el sol físico (SEGÚ N ELLOS HAY
MILLONES DE DIOSES) En un Cristo que utilizó el cuerpo de Jesú s y que debía finalizar
con la era de Jehova, luego de eso comenzará el tiempo del tercer Dios, que habita en
Saturno.

Imagina quien es este tercer Dios.

Los que no saben en que está n metidos, o sea los masones de grados menores al de
Caballero Kadosh. Esta historia no pasaría de ser un cuento de niñ os si no fuese que
los que los manejan son los mismos que quieren entronizar a Anticristo. Dicen
también que usan a los espíritus luciferinos, los que son ademá s sus mejores amigos.
En todo caso esta historia es una historia de traiciones.

Acá se aclara todo, pues abiertamente declaran ser hijos de Elohim, Pero hay que
recordar que los Vigilantes fueron castigados por el dañ o que le hicieron al planeta y
al hombre.

A continuació n les dejamos con algunas citas del libro de Henoch.

Pero, vosotros cambiá is sus tareas y no cumplís su palabra y en cambio la habéis


transgredido y habéis ultrajado su grandeza con palabras altaneras e hirientes de
vuestra boca impura. Duros de corazó n, ¡no habrá paz para vosotros! Dice de los
vigilantes y luego añ ade.

Entonces Miguel, Sariel, Rafael y Gabriel observaron la tierra desde el santuario de los
cielos y vieron mucha sangre derramada sobre la tierra y estaba toda llena de la
injusticia y de la violencia que se cometía sobre ella. El profeta aclara luego sus delitos
“Y comenzaron a pecar contra todos los pá jaros del cielo y contra todas las bestias de
la tierra, contra los reptiles y contra los peces del mar, y se devoraban los unos la
carne de los otros, y bebían sangre.

Entonces la tierra acusó a los impíos por todo lo que se había hecho en ella”. También
comenta cual fue el castigo "Toda la tierra ha sido corrompida por medio de las obras
que fueron enseñ adas por Azael, impú tale entonces todo pecado. Encadena a Azael de
pies y manos, y arró jalo en las tinieblas”. “Y a Miguel le dijo el Señ or: ve y anuncia a
Shemihaza y a todos sus có mplices que se unieron con mujeres y se contaminaron con
ellas en su impureza ¡Que sus hijos perecerá n y ellos verá n la destrucció n de sus
queridos! Encadénalos durante setenta generaciones en los valles de la tierra hasta el
gran día de su juicio.
Má s tarde, Adá n no sentirá má s que desprecio y odio por Caín, que no es su Verdadero
hijo. Aclinia, hermana de Caín, que la ama, será entregada como esposa a Abel.

Y a pesar de ello, Caín dedica su inteligencia inventiva, que le viene de los Elohim, a
mejorar las condiciones de vida de su familia, expulsada del Edén y errante por la
tierra.

Pero un día, cansado de ver la ingratitud y la injusticia responder a sus esfuerzos, se


rebelará y matará a su hermano Abel.

Para justificarse, Caín responde personalmente a Hiram. Insiste sobre lo doloroso de


su suerte. Só lo él trabajaba la tierra, arando, sembrando, recolectando, efectuando
todas las labores penosas, mientras que Abel, có modamente echado bajo los arboles,
vigilaba sin esfuerzo los rebañ os. Cuando les tocaba ofrecer los sacrificios prescritos a
Adonai, amo exterior de la esfera terrestre, Caín elegía una ofrenda incruenta: frutos,
haces de trigo. Abel, por el contrario, ofrecía en holocausto a los primogénitos de sus
rebañ os.

Y, presagio funesto, el humo del sacrificio de Abel subía recto y orgulloso en el espacio,
mientras que el del fuego de Caín caía hacia el suelo, mostrando el rechazo de Adonai.

¿Un asesinato justo? Por Dios ¿Qué es esto? Caín fue cobarde, soberbio, mentiroso y
asesino, por envidia. Así queda de manifiesto en el Génesis

Entonces Jehovah preguntó a Caín:


-¿Dó nde está tu hermano Abel?
Y respondió :
-No sé. ¿Soy yo acaso el guarda de mi hermano?
Caín dijo a Jehovah:
-¡Grande es mi castigo para ser soportado! 1He aquí que me echas hoy de la faz de la
tierra, y me esconderé de tu presencia. Seré errante y fugitivo en la tierra, y sucederá
que cualquiera que me halle me matará .

15Jehovah le respondió :

-No será así. Cualquiera que mate a Caín será castigado siete veces.
Entonces Jehovah puso una señ al sobre Caín, para que no lo matase cualquiera que lo
hallase. (Esta es la marca de la bestia)

Caín explica entonces a Hiram que, en el curso de las edades, los hijos nacidos de él,
hijos de los Elohim, trabajará n sin cesar por mejorar la suerte de los hombres, y que
Adonai, lleno de celos, tras intentar aniquilar a la raza humana mediante el Diluvio,
verá fracasar su plan gracias a Noé, advertido en sueñ os por los Hijos del Fuego sobre
la inminente catá strofe.
Esto sería un chiste si no fuese un engañ o mayor ¿Có mo los espíritus luciferinos iban a
salvar a uno del otro bando? ¿A uno nacido de Adá n)

Es totalmente iluso pensarlo. Antes se cortaban un cacho, estos hubiesen salvado a los
cainitas.

O son realmente tontos o está n mintiendo, y como no son tontos entonces está n
mintiendo. Por mentiras de este calibre, el Mesías les llamó Sinagoga de Sataná s.

Al devolver a Hiram a los límites del mundo tangible, Tubal Caín le revela que Balkis
pertenece también al linaje de Caín y que es la esposa que le está destinada desde toda
la eternidad.

Después, antes de la partida de la reina de Saba, Hiram y Balkis se unirá n en secreto, a


pesar de la celosa vigilancia de salomó n.

Hiram, descendiente de las Inteligencias del Fuego, y Balkis, descendiente de las


Inteligencias del Aire, no podrá n sin embargo permanecer unidos.

Hiram será asesinado por tres compañ eros, deseosos de conocer indebidamente la
contraseñ a de los Maestros, con objeto de percibir el mismo salario que ellos.

El crimen tendrá lugar dentro del Templo de Jerusalén en construcció n, desierto en


ese momento. Y Balkis, al regresar al país de Saba, sin haber sido nunca la esposa de
Salomó n, se cruzará , sin verlos, con los tres asesinos, que se llevan el cadá ver de
Hiram para enterrarlo en secreto.

Es falso que la Reina de Saba se hubiese unido a Hiram, pues ella al regresar a Saba o
Etiopía convenció al pueblo para que adoptase el judaísmo, lo que fue el primer paso
para luego convertirse en Cristianos. En todo casi si así hubiese sido sería la
confirmació n de una nueva traició n. Nos preguntamos ¿En qué otra cosa habrá
traicionado Hiram a Salomó n, quien le había entregado su amistad. No es de
extrañ arse este episodio pues ha sido la ética de las logias desde el principio. Pero
mucho má s peligroso es la afirmació n de la existencia de un vá stago. Este vá stago solo
existe para inventar un linaje real al Anticristo.

Só lo se estremecerá en su seno el niñ o que va a nacer de sus amores fugitivos con el


Maestro Obrero, ese niñ o que será má s adelante el primero de los hijos de la viuda.
Se llaman hijos de la viuda sin serlo, pues tienen padre y no dicen su nombre pues
quedaría en evidencia su procedencia luciferina ¿O tal vez les da vergü enza reconocer
de donde vienen? Es gran cosa estar orgulloso del padre y cristianos, musulmanes y
judíos está n orgullosos de ser hijos de Dios.

Tal es la leyenda de Hiram, que no hará su aparició n en el seno de la francmasonería


especulativa hasta alrededor de 1723. La francmasonería especulativa de los siglos
anteriores la ignoraba. Hasta ese momento, Hiram no gozaba de mayor importancia
en los relatos iniciá ticos que Nemrod, Noé, Abraham o Moisés.

Porque no tenía ninguna importancia, como se la han inventado los embaucadores


para la perdició n de la humanidad.

La cosa se comprende fá cilmente, ya que en la Biblia Hiram queda reducido a su papel


de fundidor, sin que se le presente en ningú n momento como el arquitecto del Templo
de Jerusalén. Si se quiere precisar la verdadera identidad de ese arquitecto, hay que
atenerse al relato bíblico, segú n el cual fue el mismo Dios quien comunicó los planos a
David, por mediació n del profeta Natá n, durante una visió n o un sueñ o.

¿A quién le creen ustedes?

Como se ve, la leyenda de Hiram, precedente de las tradiciones propias de los herreros
cainitas de los alrededores del Sinaí, está emparentada con una vía pró xima a las
tradiciones tá ntricas indias, es decir, proviene de la mano izquierda, por utilizar el
lenguaje particular de estos temas y del esoterismo.

Es obvio que provienen de la mano izquierda. Hay una cita que dice textualmente: Con
la mano derecha les mostrará n el oro, mientras que con la izquierda les rociará n de
veneno.
LA CONSTRUCCION DEL TEMPLO

Salomó n, hijo de David, recibe de Dios la misió n de construir el templo siguiendo las
instrucciones del profeta Natá n, al que el Señ or ha dado en sueñ os las indicaciones
necesarias. Hiram, rey de Tiro, amigo de su padre, le aporta ayuda en materiales y,
sobre todo, en obreros. Le envía por ejemplo a Hiram el Fundidor. Un día, este ú ltimo
se dispone a efectuar el vaciado del mar de fundició n de bronce para el Templo en
presencia de Salomó n y de Balkis, reina de Saba, a la que Salomó n quiere seducir, a fin
de casarse con ella. El pueblo de Israel asistirá al vaciado.

Benoni, ayudante y fiel discípulo del maestro de obras, ha sorprendido a la caída de la


noche a tres obreros, Fanor el sirio, albañ il, Anru el fenicio, carpintero, y Metusael el
judío, minero, saboteando el molde del futuro mar de bronce. Benoni advierte a
Salomó n de la traició n de los tres có mplices, pero el rey, celoso de la admiració n que
Balkis siente ya por Hiram el Fundidor, deja que prosigan los preparativos.

Al ponerse el sol, Hiram da la orden de proceder al vaciado. Y el gigantesco molde en


que debe fundirse el mar de bronce y que ha sido manipulado se agrieta. El metal en
fusió n surge bruscamente y salpica a la horrorizada multitud. Benoni, desesperado
por no haber advertido personalmente a Hiram, se arroja entre la ardiente lava.

Poco después, solo, abandonado de todos, Hiram sueñ a ante su obra destruida. De
pronto, de la fundició n que brilla enrojecida en las tinieblas de la noche se alza una
sombra luminosa. El fantasma avanza hacia Hiram, que lo contempla con estupor.

Su busto gigantesco está revestido por una dalmá tica sin mangas; aros de hierro
adornan sus brazos desnudos; su cabeza bronceada, enmarcada por una barba
cuadrada, trenzada y rizada en varias filas, va cubierta por una mitra de corladura
(plata dorada); sostiene en la mano un martillo de herrero. Sus ojos, grandes y
brillantes, se posan con dulzura en Hiram y, con una voz que parece arrancada a las
entrañ as del bronce, le dice:

- Reanima tu alma, levá ntate, hijo mío. Ven, sígueme. He visto los males que abruman a
mi raza y me he compadecido de ella...

- Espíritu, ¿quién eres?

- La sombra de todos tus padres, el antepasado de aquellos que trabajan y que sufren.
¡Ven! Cuando mi mano se deslice sobre tu frente, respirará s en la llama. No temas
nada. Nunca te has mostrado débil...

- ¿Dó nde estoy? ¿Cuá l es tu nombre? ¿Adó nde me llevas? - pregunta Hiram.
- Al centro de la Tierra, en el alma del mundo habitado. Allí se alza el palacio
subterrá neo de Enoc, nuestro padre, al que Egipto llama Hermes y que Arabia honra
con el nombre de Edris...

- ¡Potencias inmortales! -exclama Hiram-. ¿Entonces es verdad? ¿Tú eres... ?

- Tu antepasado, hombre, artista..., tu amo y tu patrono. Yo fui Tubal Caín.

Llevá ndole como en un sueñ o a las profundidades de la Tierra, Tubal Caín instruye a
Hiram en lo esencial de la tradició n de los cainitas, los herreros, dueñ os del fuego.

En el seno de la Tierra, Tubal Caín muestra a Hiram la larga serie de sus padres: Enoc,
que enseñ ó a los hombres a construir edificios, a unirse en sociedad, a tallar la piedra;
Hirad, que supo antañ o aprisionar las fuentes y conducir las aguas fecundas; Maviel,
que enseñ ó el arte de trabajar el cedro y todas las maderas; Matusael, que imaginó los
caracteres de la escritura; Jabel, que levantó la primera tienda y enseñ ó a los hombres
a coser la piel de los camellos; Juabel, el primero en tender las cuerdas del cinnor y del
arpa, extrayendo de ellos sones armoniosos... Y por ú ltimo, el propio Tubal Caín, que
enseñ ó a los hombres las artes de la paz y de la guerra, la ciencia de reducir los
metales, de martillear el bronce, de encender las forjas y soplar los hornillos.

Y transmitió a Hiram la tradició n luciferina.

Al comienzo de los tiempos, dos dioses se reparten el universo. Uno, Adonai, es el amo
de la Materia y del elemento Tierra, el otro, Iblis, es el amo del Espíritu y del elemento
Fuego.

Adonai crea al Primer Hombre del barro que le está sometido y lo anima. Movido a
compasió n por el bruto e incomprensivo que Adonai quiere convertir en su esclavo y
su juguete, Iblis y los Elohim (los dioses secundarios) despiertan su espíritu, el dan la
inteligencia y la comprensió n. Mientras Lilith, la hermana de Iblis, se convertía en la
amante oculta de Adá n, el Primer Hombre, y le enseñ aba el arte del pensamiento, Iblis
seducía a Eva, surgida del Primer Hombre, la fecundaba y, junto con el germen de
Caín, deslizaba en su seno una chispa divina. En efecto, segú n las tradiciones
talmú dicas, Caín nació de los amores de Eva e Iblis o Samael (veneno supremo). Abel
nacerá de la unió n de Eva y Adá n.

Má s tarde, Adá n no sentirá má s que desprecio y odio por Caín, que no es su verdadero
hijo. Aclinia, hermana de Caín, que la ama, será entregada como esposa a Abel. Y a
pesar de ello, Caín dedica su inteligencia inventiva, que le viene de los Elohim, a
mejorar las condiciones de vida de su familia, expulsada del Edén y errante por la
tierra. Pero un día, cansado de ver la ingratitud y la injusticia responder a sus
esfuerzos, se rebelará y matará a su hermano Abel.

Para justificarse, Caín responde personalmente a Hiram. Insiste sobre lo doloroso de


su suerte. Só lo él trabajaba la tierra, arando, sembrando, recolectando, efectuando
todas las labores penosas, mientras que Abel, có modamente echado bajo los á rboles,
vigilaba sin esfuerzo los rebañ os. Cuando les tocaba ofrecer los sacrificios prescritos a
Adonai, amo exterior de la esfera terrestre, Caín elegía una ofrenda incruenta: frutos,
haces de trigo. Abel, por el contrario, ofrecía en holocausto a los primogénitos de sus
rebañ os. Y, presagio funesto, el humo del sacrificio de Abel subía recto y orgulloso en
el espacio, mientras que el del fuego de Caín caía hacia el suelo, mostrando el rechazo
de Adonai.

Caín explica entonces a Hiram que, en el curso de las edades, los hijos nacidos de él,
hijos de los Elohim, trabajará n sin cesar por mejorar la suerte de los hombres, y que
Adonai, lleno de celos, tras intentar aniquilar a la raza humana mediante el Diluvio,
verá fracasar su plan gracias a Noé, advertido en sueñ os por los Hijos del Fuego sobre
la inminente catá strofe.

Al devolver a Hiram a los límites del mundo tangible, Tubal Caín le revela que Balkis
pertenece también al linaje de Caín y que es la esposa que le está destinada desde toda
la eternidad.

Después, antes de la partida de la reina de Saba, Hiram y Balkis se unirá n en secreto, a


pesar de la celosa vigilancia de salomó n. Hiram, descendiente de las Inteligencias del
Fuego, y Balkis, descendiente de las Inteligencias del Aire, no podrá n sin embargo
permanecer unidos. Hiram será asesinado por tres Compañ eros, deseosos de conocer
indebidamente la contraseñ a de los Maestros, con objeto de percibir el mismo salario
que ellos. El crimen tendrá lugar dentro del Templo de Jerusalén en construcció n,
desierto en ese momento. Y Balkis, al regresar al país de Saba, sin haber sido nunca la
esposa de Salomó n, se cruzará , sin verlos, con los tres asesinos, que se llevan el
cadá ver de Hiram para enterrarlo en secreto.

Só lo se estremecerá en su seno el niñ o que va a nacer de sus amores fugitivos con el


Maestro Obrero, ese niñ o que será má s adelante el primero de los hijos de la viuda.
EL TEMPLO MASONICO

En el templo masó nico pueden encontrase símbolos que resumen el conocimiento que
la humanidad uno de estos símbolos es el “Mar de bronce”, que se encontraba afuera
del templo. El Mar de bronce se encuadraba dentro de un simbolismo má gico,
representaba el “Océano Có smico” estaba repleto de agua hasta sus bordes, y su forma
era enteramente redonda representando encorvo celeste. Así, se usaba como un
llamado simbó lico para la limpieza de alma, en un principio, con el paso del tiempo
involucionó este concepto tomá ndolo como un mero rito de purificació n corporal
exterior por medio del agua, esto ocurrió una época en que se había olvidado su
primitivo significado esotérico, el del llamado a la purificació n del alma. También los
espejos de Agua servían como observatorio astronó mico, como sucedió con los Mayas
como los cenotes abiertos en la península de Yucatá n, puesto que la superficie plana
del agua hacía de espejo en donde era posible contemplar el mapa celeste, y por tanto
la rotació n regular de los astros, planetas y constelaciones, permitiendo establecer
registros, medidas y cá lculos y así llevar un seguimiento de sus ciclos, los que se
ponían en relació n con el calendario litú rgico y ritual. Esta interpretació n sobre el Mar
de bronce se refuerza por el hecho de que éste estaba soportado por cuatro grupos de
tres toros cada uno también de bronce, que en total suman doce, nú mero de las
constelaciones y signos zodiacales, segú n la descripció n que se da de él. Cada uno de
esos grupos estaba orientado segú n los cuatro puntos cardinales: tres a Oriente, tres a
Occidente, tres a Mediodía y tres a Septentrió n, disposició n que recuerda la situació n
que ocupaban las doce tribus de Israel en el campamento-hebreo,-las-que-también-se-
correspondían-con-los-meses-del-añ o. Estas dos primeras fotos corresponden al mar
de Bronce ubicado en el Templo__________ El Mar de bronce en el templo masó nico
tiene pues la triple significació n de ser el símbolo de purificació n en el segundo viaje
del aprendiz por medio del agua donde representa los mares embravecidos y la
importancia del vital liquido para la supervivencia de la vida, tal vez para el profano
sea el primer acercamiento a tomar conciencia del universo que le rodea y lo remita a
considerar los ritos de purificació n que han existido-a-través-de-los-tiempos.
__________- El segundo uso de este símbolo es el de observatorio de lo que se tiene
constancia tiene como principal propó sito el conocimiento del mecanismo del
firmamento, necesario para la agricultura, y que se entrelazaba con la funció n
litú rgica, sugiere, que las personas de la antigü edad fueron capaces de hacer
mediciones astronó micas mucho antes de lo que se creía y con muchísima má s
precisió n de la que los científicos-modernos-imaginaban. __________ Otro aspecto a
considerar es el de que ademá s de ser un espejo natural que refleje el firmamento
podría considerarse como un espejo de la conciencia donde el hombre se logra
visualizar a sí mismo mediante la introspecció n. Así se explica la teoría de la existencia
de dos mundos: el mundo sensible (conocido a través de los sentidos)-y-el-mundo-de-
las-ideas(solo-alcanzable-mediante-la-razó n). __________ En está relació n que se
plantea, El Mar de Bronce, refleja al humano y al universo como las apariencias, es
decir, lo que captamos a través de los sentidos y pensamos que es real (mundo
sensible). Las cosas naturales, el mundo que está fuera de este reflejo y que los
observadores ven de forma distinta, sería el mundo de las ideas, en el cual, la má xima
idea, es la idea del Bien, la Luz del conocimiento. __________ Si bien existen abundantes
datos sobre el mar de bronce, esta referencia no está documentada en los rituales
antiguos del REAA. En los rituales irregulares de la Gran Logia de Francia y Españ a, no
lo usan, y lo consideran como una variante Mexicana del rito. El uso del Mar de Bronce
está muy difundido en las Logias Regulares de México y centro América, y si hablamos
de nuestro Oriente,. __________. __________ Y como nota curiosa, el mar de bronce está
presente en forma colosal en los templos mormones SUD como pila bautismal que
capaz alguno no está enterado que el creador de dicha creencia, fue maestro
masó n(Josepth Smith), y no se duda que ha habido cierta influencia de tenerlo
presente en sus templos. Si nos remitimos a la parte histó rica, el Mar de Bronce debió
medir diez codos de diametro (medidas antiguas) y de cinco de profundidad con un
palmo de espesor o grueso, que Salomó n mandó fundir para el Templo de Jerusalén y
en esta gran__________ concha, cabían unas tres mil setecientas cincuenta arrobas
castellanas de agua, cantidad enorme, y este enorme vaso de bronce, cuyo borde era
semejante al de una copa y a la hoja de una azucena, descansaba sobre doce bueyes
del mismo metal, cuyas partes posteriores quedaban enteramente ocultas hacia la
parte de adentro, segú n se lee en el cap. VII, del libro 1ro. de los Reyes y tres de estos
bueyes miraban al septentrió n, tres al occidente, tres al mediodía y tres al oriente.
Claro que en algunos casos, vemos a los 12 bueyes en cuerpo entero sosteniendo el
recipiente, y no con solo la parte delantera de los bueyes, como si lo muestra
realmente la pila bautismal en un recinto mormó n. __________ En resumen, estamos
viendo como el Mar de Bronce, poco a poco va desapareciendo de los templos
masó nicos irregulares y con él, desapareciendo un gran simbolismo esotérico que
sale má s a relucir en las ceremonias de iniciació n, pero en la Masonería Regular
mexicana este símbolo perdurará y claro se comprende bien, En los viajes que
hicisteis dentro de vuestra iniciació n, al sumergiros en el Mar de Bronce os quitaron el
fanatismo mismo de lo profano de su ciencia y su religió n.

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