El Loco Bajo La Cama
El Loco Bajo La Cama
El Loco Bajo La Cama
Así pasaron los años y Sara se hizo adulta. Una noche, en la radio,
escuchó que cerca de [....] estaba en busca y captura un asesino muy
peligroso. Sara, acompañada de su perro, no tenía miedo: se metió en
la cama, extendió la mano hacia el borde y el perro, como todas las
noches, empezó a lamerla.
Solo el mayor de los niños se atrevió a girar la cabeza para mirar qué
provocaba los golpes. No debería haberlo hecho: sobre el coche había
un hombre de gran tamaño, que golpeaba la parte superior del
vehículo con algo que tenía en las manos: eran las cabezas de sus
padres.
Anillos en sus dedos
Daisy Clark había estado en coma durante más de un mes cuando el
médico dijo que finalmente había muerto. Fue enterrada en un fresco
día de verano en un pequeño cementerio a un kilómetro y medio de su
casa.
Por la mañana, Blackwell les contó a sus amigos lo que había pasado.
“Estabas soñando”, dijeron ellos. “Eso debe haber sido”, repuso él,
“pero no parecía un sueño”. Después del desayuno se marchó a la
ciudad. Pasó el día en las oficinas de uno de los nuevos y altos
edificios de la urbe.