Riot Rules. Callie Hart. Book 2
Riot Rules. Callie Hart. Book 2
Riot Rules. Callie Hart. Book 2
Disfruta de la lectura…
Just Read.
Justreadforo.blogspot.com
@wearejustread
Staff
Traducción Corrección y
Revisión Final
Diseño
Índice
Sinopsis 10 22
Las Reglas 11 23
Prólogo 12 24
13 25
1
14 26
2
15 27
3
16 28
4
17 29
5
18 30
6
19 31
7
20 32
8
21 33
9
34 44 54
35 45 55
36 46 56
37 47 57
38 48 Epilogo
39 49 Escena Extra
40 50 Escena Extra
41 51
42 52
43 53
Sinopsis
Carrie
Crees que me conoces, pero te equivocas.
Me miras y ves a Carrie, la chica del cabello y la ropa salvaje.
La Carrie fiable. Simpática. Extravagante. Tal vez un poco extraña.
Sin embargo, ¿qué sabes realmente de mí?
Los detalles de mi pasado son objeto de debate.
He tenido cuidado de ocultar mis pecados, y aún más de seguir las reglas.
Hago lo que me dicen. Soy muy reservada. No me meto con los chicos y
siempre estoy dispuesta a correr.
Al menos eso es lo que me digo a mí misma.
Desde que lo conocí, he roto todas las reglas del libro.
Es imposible. Arrogante. Aterrador.
Si no tengo cuidado, el chico de oro de Wolf Hall hará algo más que hacerme
romper las reglas. Acabará rompiéndome a mí.
Dash
Primero me odian, luego se odian a sí mismos por quererme. Así es como va
siempre.
Yo soy el inteligente. El encantador. El tipo con el acento que hace que a las
chicas se les debiliten las rodillas. Como residente de Riot House, estoy
destinado a gobernar Wolf Hall. No importa de dónde vengas. Cuánto dinero
tienes. Lo que te depara el futuro. Si te cruzas en el camino de un chico de
Riot House, te aseguras de pagar el precio.
La chica no es especial. Ella es sólo otro engranaje, girando en la rueda.
Entonces, ¿por qué la estoy protegiendo? ¿Y por qué la mantengo en secreto?
Llámame monstruo.
Llámame desalmado.
Llámame reprensible.
Llámame Lord Dashiell Lovett IV.
Las Reglas
Regla no. 1: Si alguien te pregunta quién eres, miente. Incluso la más pequeña
semilla de verdad deshará nuestro arduo trabajo. Una fracción de verdad lleva
a otra. Ten cuidado con lo que dices.
Regla no. 2: Los amigos son para los débiles, chica. No los quieres. No los
necesitas. Un amigo es una vulnerabilidad y una distracción. No puedes
permitirte ninguna de las dos cosas.
—¿Carina?
Delante de mí, Wolf Hall lleva un manto de niebla matutina, sus torres
oscuras y cubiertas por la hiedra se elevan hacia arriba de la bruma,
delimitando la ala occidental y oriental de la academia. El rocío cubre el
césped que se extiende entre la curva en el camino de entrada de grava y la
imponente entrada al edificio, y las resbaladizas briznas de hierba brillan
como si estuvieran cubiertas de diamantes.
A mi lado, Mara Bancroft, la chica amada de Wolf Hall, arquea una ceja y me
entrega el teléfono que acabo de dejar caer. Son las seis y media de la mañana,
pero lleva el rostro lleno de maquillaje y ni un mechón de su cabello negro
azabache está fuera de lugar, como siempre, está perfecta. —Whoa, chica.
Solo te preguntaba si ibas a casa para las vacaciones de primavera —Sonríe
fácilmente, porque para ella, volver a casa significa reunirse con su familia
repugnantemente rica en los Hamptons. Para mí, volver a casa… bueno, no
hay vuelta a casa. Wolf Hall, con sus pasillos polvorientos, escaleras
estrechas e interminables, macabras vidrieras y habitaciones escondidas es
mi hogar ahora.
Sin embargo, generalmente se pasa por alto ir por un café furtivamente cuesta
abajo en el G-Wagon de Mara. Cualquier maestro que se levante lo
suficientemente temprano como para sorprendernos saliendo del
estacionamiento de estudiantes por lo general no dice nada. Negarnos la
cafeína solo garantiza que estaremos de mal humor hasta el mediodía, y
preferirían hacer la vista gorda antes que lidiar con eso.
—Jesucristo, hace frío —Mara pasa su brazo por el mío y tira de mí,
instándome a caminar más rápido. La grava cruje debajo de las suelas de
nuestras zapatillas—. Las vacaciones de primavera no se tratan de hacer las
tareas. Se trata de beber en exceso y besarse con extraños en alguna playa.
¿No has leído el manual?
—¿Qué manual?
Mara lleva una vida encantadora. Como la mayoría de los estudiantes de Wolf
Hall, ella nunca ha tenido que desear nada. Ponis, niñeras, viajes de esquí y
tutores privados: todo lo que siempre quiso se le ha entregado en bandeja de
plata. En lo que a ella respecta, Wolf Hall es el lugar más aburrido y desolado
de la tierra.
—Tú lo sabrías ¿No tenías como doce cuando nació Marcus? Apuesto a que
todavía estás traumatizada por el mar de mierda.
Marcus no existe.
Mara finge vomitar. —No hay manera amiga. Me gusta mi vagina como está,
muchas gracias. Oh, Dios, Dios mío. ¿Viste eso?
Mara ronronea su aprobación. —Maldita sea, lo que no daría por una probada
de eso.
Me protejo los ojos con la mano libre y contemplo cómo las figuras se acercan
a la enorme fuente al pie del camino. Durante el invierno, los jardineros sellan
el agua para evitar que las tuberías se congelen. Ahora que los días se hacen
más largos y no hay escarcha en el suelo, recientemente volvieron a encender
la fuente. Sus chorros se elevan tres metros en el aire, salpicando la enérgica
mañana de otoño con una fina niebla que arroja arcoíris en todas direcciones.
—¿Cuál? —Pregunto.
El señor Oscuro.
El Dios del Sol.
El anarquista.
El Dios del Sol llega primero a la fuente. Dashiell Lovett, cuarto Lord del
patrimonio Lovett en Surrey (Inglaterra), grita a pleno pulmón, espantando
una bandada de estorninos de uno de los árboles desnudos junto al lago. Los
diminutos pájaros levantan el vuelo, revoloteando por el cielo desnudo y sin
nubes. El Señor Oscuro y el Anarquista empujan a su amigo, el Señor Oscuro
con una amplia sonrisa comemierda en la cara. La expresión de El Anarquista
es salvaje mientras intenta hacer una llave a la cabeza a Dashiell, con sus
brazos llenos de tatuajes.
Hay muchas chicas en Mountain Lakes que podrían confirmar o negar esa
sospecha. Se rumorea que Wren no tiene reparos en follar con mujeres mucho
mayores que él, o casadas, o inapropiadas por una gran cantidad de otras
razones.
Entonces sí. Elegiría al Dios Sol cualquier día de la semana. No es que pudiera
tenerlo alguna vez, por supuesto. Aparte de que Dashiell es rico, arrogante
como el infierno y al menos un ochenta por ciento malvado… no soy el tipo
de chica que llega a tener cosas.
Mira, los viajes de café son una cosa. Pero hay reglas que se pueden doblar y
reglas que se pueden romper. Y luego están las reglas que no se pueden
alterar bajo ninguna circunstancia. Las reglas inflexibles con las que no
puedes darte por vencido en absoluto. Estoy acostumbrada a seguir esas
reglas al pie de la letra… y me he acostumbrado mucho a querer cosas que
no puedo tener.
1
—Eso es mucha sangre —Desde la parte delantera del auto, Pax, con su
camiseta sin mangas ajustada y sus gafas de aviador doradas, parece dirigirse
al aeropuerto para tomar un vuelo a México. Se pasa una mano por su cabeza
muy afeitada y luego levanta el brazo para inclinar el espejo retrovisor,
presumiblemente para poder verme mejor en el asiento trasero de su Charger
de los años 70, con los pantalones por los tobillos y la sangre salpicada por
los muslos—. Mucha sangre —repite—. Tanta sangre no debería salir de la
polla de un hombre.
Wren golpea a Pax en la parte superior del brazo. —No ayuda, hombre. Tiene
mucho dolor. Su polla podría caerse. Estás asustándolo...
—¡Los dos me están asustando! ¡Mi polla no se va a caer! Dios mío, solo
conduce, por el amor de todo lo que es santo. Estoy mareado como la mierda.
—Qué dije. Demasiada sangre —Pax anuncia esto de manera directa, como
si acabara de ganar una discusión muy importante—. Parece que tus días de
tocar el banjo han terminado, hermano. Esa cuerda realmente se rompió.
—No te estreses, hombre. Ellos podrán volver a coserlo —Wren transmite esto
por encima del hombro, pero no lo dice con mucha convicción. Está sonriendo
como el mismísimo diablo.
—No puedo tener una polla jodida, chicos. No puedo andar por ahí con una
polla jodida en mis pantalones. Si no pueden hacer que vuelva a ser bonita,
díganles que me dejen ir. No quiero ninguna medida drástica. Firmen un
DNR1 si tienen...
Pax aúlla aún más fuerte. —Dios, el acento lo hace más divertido.
Una vez que Pax ha estacionado, Wren me ayuda a salir del auto. Pax va
detrás de nosotros con las manos en los bolsillos, su rostro contraído en un
rictus de dolor. Eso es lo que pasa con una herida en la polla: todos los
hombres se compadecen y gimen de dolor cuando sucede algo así, porque es
muy fácil imaginar que es tu polla la que ha sido destrozada. Un chico de un
equipo de fútbol recibe una patada accidental en las pelotas y todo el equipo
lo siente.
1
Orden de No Resucitación.
completamente falto de decoro, pero el decoro es la menor de mis
preocupaciones en este momento.
Entonces, los tres estamos parados frente a una enfermera con los ojos muy
abiertos y que no parece impresionada. La pequeña etiqueta de plástico
clavada en su uniforme azul pálido revela que su nombre es Tara.
Arquea una ceja hacia Wren. Siempre hacen eso: suponer que es él quien se
encarga de nuestro desigual y extraño equipo. No se equivocan, per se. Es
sólo que tampoco tienen razón. Sus ojos se dirigen al paño de cocina
ensangrentado que aún sostengo contra mi herida. —¿Aspiradora?
Una cierta cantidad de encanto no estaría mal en este momento. Una sonrisa
cálida y un contacto visual prolongado probablemente me pondrán frente a
un médico de inmediato. Sin embargo, Pax no sabría cómo encantar a alguien
si su vida dependiera de ello. Wren es perfectamente capaz de afectar el
carisma cuando le apetece, pero eso es todo. Su estado de ánimo rara vez lo
lleva a serlo. Es la persona más obstinada y conflictiva que he conocido, y es
más probable que intente aterrorizar a esta mujer para que se someta en
lugar de tomar una ruta más fácil y agradable. Desafortunadamente para mí,
resulta que soy el miembro encantador de nuestra sociedad de tres personas,
y no estoy en condiciones de coquetear con Tara. No con la voz imaginaria de
mi polla gritando agudamente desde la parte superior de sus pulmones
imaginarios pidiendo ayuda. Es un maldito milagro que aún esté de pie.
Tara fija a Wren con una mirada siniestra. —Necesitamos conocer su historial
médico. Alergias, Lesiones pasadas. Ese tipo de cosas —Ella pronuncia cada
palabra lentamente, como si pensara que él es un poco lento y que tal vez no
pueda comprender lo que está diciendo—. También debemos asegurarnos de
que tenga un segu...
—Si dices seguro, que Dios me ayude, romperé todos los muebles de este
lugar —gruñe Pax—. Si alguien está herido y con dolor, debe recibir ayuda
antes de que ustedes, buitres, se aseguren de que sus bolsillos estén llenos.
Tara suspira; la ráfaga de aire suena como si hubiera subido desde el sótano
de su alma cansada. —Mira. Soy una enfermera. No me estoy llenando los
bolsillos con nada más que facturas sin pagar, amigo. Ahora. ¿Quieres
quedarte aquí, discutiendo sobre un sistema sanitario corrupto que no tengo
absolutamente ningún poder para arreglar? ¿O quieres ir a sentarte allí y
ayudar a rellenar esos formularios para que podamos reimplantar el pene de
tu amigo? —Ella lo mira fijamente a los ojos, con mala cara.
Pax le muestra los dientes mientras agarra los papeles y se inclina sobre el
mostrador, robando uno de sus bolígrafos, uno dorado llamativo con un troll
de pelo rosa pegado al final. —Dos minutos. Toma más tiempo que eso y
estamos asaltando el lugar.
Me siento en una silla destartalada con los ojos cerrados, sudando, con el
torso desnudo y mortificado, mientras mis amigos discuten sobre las
respuestas en el formulario. Proporciono información cuando me piden, pero
dejo que sigan adelante. Todo lo que puedo pensar es la sensación pesada,
húmeda y palpitante entre mis piernas, y la forma en que la habitación parece
balancearse.
Una voz.
Femenina.
Ella sabe quién soy. Y no dijo mi título con ningún tipo de emoción. Eso no
es normal. Es imposible para la mayoría de la gente decir las palabras 'Lord
Lovett' sin una mueca de desprecio en la boca o asombro en sus ojos. Esta
chica dice las palabras como si eso fuera todo lo que son: palabras. Una serie
de cartas encadenadas y nada más, sin implicación de tierra, riqueza o
privilegio que se les atribuya.
Cristo, ¿tenía razón Pax? ¿He perdido demasiada sangre? Quizás conozco a
esta persona, y esta amnesia es un efecto secundario temporal de la falta de
oxígeno en mi cerebro. —Mira…
Miro el paño de cocina empapado en sangre. —Dudo que eso sea posible.
Cualquier exceso de sangre que pudiera haber tenido está en el suelo.
Tara le da una mirada de muerte. —No nací ayer, está bien. Solo porque es
inglés...
—Hombre, los problemas los persiguen como un mal olor, ¿no es así? —dice
la chica con la piel deslumbrante y el gran cabello—. Ustedes tres andan
alrededor de este pequeño pueblo de montaña como si les perteneciera.
Incluso mientras dice esto, Pax se aleja del escritorio, sus ojos brillan como
mercurio líquido. Ahhh, mierda. Conozco esa mirada. El hijo de puta está a
punto de volverse nuclear. —Da… oh, vamos. ¿Carrie? Joder, déjalo en paz.
El hombre está herido. Dash, ven aquí y enséñale tu licencia de conducir.
Esta mujer está haciendo la vida realmente difícil.
Me doy la vuelta para decirle algo agudo e ingenioso a esta chica, Carrie, pero
cuando miro hacia arriba, ella ya está saliendo por la salida del hospital.
Un poco de lidocaína, una pequeña puntada y una bolsa de hielo más tarde,
y salgo del hospital (como John Wayne), todavía con mi bata de hospital.
Desde el asiento delantero, Wren se ríe sin alegría, saca una botella de
prescripción naranja del bolsillo de sus jeans y la agita en su mano. —Hay
que esperar cinco días para que esos puntos se disuelvan antes de dejar que
tu pene se endurezca. No querrás desgarrando de nuevo, hombre. Hasta
entonces, es mejor que no sueñes despierto con Carina Mendoza.
Wren mira sus dedos, que están teñidos de azul brillante. —Todavía húmedo.
Simplemente los acabamos de perder.
—Voy a matarlos, joder —Pax camina arriba y abajo por el porche como un
animal enjaulado—. ¿Quién es tan estúpido? Lo digo en serio. ¿Quién es tan
estúpido?
Limpiándose los dedos en los pantalones, los ojos de Wren tienen un brillo
feroz y despiadado. —No lo sé, pero estamos a punto de averiguarlo —Señala
la cámara, montada en los aleros del techo del porche que sobresale—. Y
cuando lo hagamos, habrá mucho que pagar.
2
—¿Hiciste qué?
Al ser pelirroja, la tez blanca de Presley tiende a sonrojarse cada vez que tiene
la más mínima reacción a algo. Sus mejillas están en llamas ahora mismo.
Estaba tumbada a los pies de mi cama como un perro faldero de metro y
medio, pero en el momento en que mencioné el nombre de Pax Davis, se sentó
como un rayo y empezó a mirarme como si le hubiera dicho que había
asesinado al Dali Lama.
Pongo mis manos en mis caderas y suspiro. —Fue hace cuatro días, Pres. No
es gran cosa.
Pres frunce el ceño. —Espera. ¿Me vas a decir por qué estabas en el hospital?
—Tenían una donación de sangre, eso es todo. Fui allí para donar.
—Bien por ti. Dash debe haber pensado que eras dulce por hacer eso.
—No me importa lo que Dashiell Lovett piense de mí. —Qué. Jodida. Broma.
Hasta yo me parto de risa con eso. Internamente. Todavía no he renunciado a
toda la autoestima. Si admito abiertamente que estoy enamorada del chico
ante Presley, la farsa se acabará. Tendré que reconocer que soy tan
susceptible a su cara bonita como todas las demás idiotas desmayadas que
caen rendidas a sus pies.
Presley se ríe. Ella está trenzando el borde de la manta de mi cama en
pequeñas trenzas. —Odio decirlo, pero estás un poco obsesionada con este
enfrentamiento en el hospital. Como dijiste, esto sucedió hace cuatro días.
¿Crees que Dash está en su habitación, enfurecido por su breve encuentro
contigo?
De todos los estudiantes de Wolf Hall Academy, solo tres de ellos no son
residentes. Solo a tres de ellos se les permite vivir solos fuera del campus. Los
estudiantes de primer año se apiñan en los dormitorios, diez por habitación,
durante el primer año de su internamiento en Wolf Hall. Una vez que haya
completado su primer año en la academia, se le dará su propia habitación,
gracias a Dios. ¿Pero Pax Davis, Dashiell Lovett y Wren Jacobi? Son casos
especiales.
Individualmente, sus familias son más ricas que el resto de las familias del
resto del alumnado combinado. Ese tipo de riqueza te otorga increíbles
ventajas en un lugar como este. Y así fue como Dash, Pax y Wren llegaron a
vivir en Riot House, y cómo ellos, a su vez, se convirtieron en los chicos de
Riot House. Se supone que tienen un tutor adulto viviendo en la casa con
ellos, pero todos saben que son solo ellos tres, incluso Harcourt, la directora
de la escuela.
Qué tontería.
Puedo ver las luces de Riot House si me doy la vuelta y miro al este y me
asomo un poco por la ventana. Aunque no es que quiera hacer eso. Eso sería
raro.
—¿A la fiesta? —Ella me mira como si estuviera planeando dar marcha atrás
con ella—. Sí, por supuesto que quiero ir. No he hecho nada divertido en
meses. Además, realmente no creo que tengas nada de qué preocuparte. Dash
ni siquiera estará allí. Sabes que odian ir a fiestas en la ciudad.
—Si estás tan segura de que ninguno de ellos estará allí, ¿por qué llevas
puesto el vestido? —pregunto.
Paso mis ojos de arriba abajo por su alta y esbelta figura. Ella es clásicamente
hermosa, con una mirada majestuosa. Es pura locura que Pax no se haya
fijado en ella todavía.
Ni una sola vez intenté vestirme de una manera que pudiera llamar la
atención de Dash. ¿Cuál sería el punto? Escucho la voz ronca de Alderman
en el fondo de mi cabeza, recitando la regla número tres en un tono inflexible,
como siempre lo hace cuando llama: Sin chicos. Repito, absolutamente
NINGÚN chico. Sin citas. Sin enamorarse. Sin tonterías de ningún tipo. Lo digo
en serio, chica. ¡HOMBRES NO!
Se supone que no debo fantasear con Dashiell Lovett. Se supone que ni
siquiera debo pensar en su nombre. El problema es que es increíblemente
difícil no pensar en Dashiell. Es un colonial de cabello rubio y ojos color
avellana en una escuela privada estadounidense, y desciende de la nobleza,
por el amor de Dios. Nobleza inglesa. Orgullo y prejuicio, nobleza de sentido y
sensibilidad. Incluso si no estuviera viviendo bajo el edicto de Alderman,
realmente no importaría lo que eligiera usar. Podría vestirme con el atuendo
más estrecho y ridículo aprobado por Jane-Austen conocido por el hombre y
aun así no importaría. Todavía sería indignada y pasada por alto. Lo demostró
el otro día cuando me miró como si nunca me hubiera visto antes en toda su
mimada existencia. Hijo de puta arrogante.
La fiesta se lleva a cabo en las afueras de Mountain Lakes, una extensa granja
ubicada en un terreno al sur del mismo Upper Mountain Lake. Nunca había
estado aquí antes, pero muchos otros estudiantes de Wolf Hall sí lo han
hecho. Siempre he estado demasiado ocupada cumpliendo con las reglas de
Alderman como para soltarme. Las fiestas siempre han sido prohibidas. Pero
últimamente, me he sentido un poco... sofocada. Hago todo lo que pide
Alderman. Mantengo la cabeza gacha. No hago preguntas. Trabajo duro. No
me he desviado del plan que formulamos juntos tan meticulosamente antes
de llegar a la escuela. ¡Me he hecho pequeña, cuando todo dentro de mí grita
para ser GRANDE! Y así, esta noche, solo por una noche, he decidido que
puedo tener solo esto para mí. Una fiesta sencilla. No es como si fuera a tomar
un montón de drogas y ser arrestada.
Alderman diría que no existe una simple fiesta. A él se le habían ocurrido un
millón de razones para que me quedara en la academia y me encerrara en mi
habitación con mi pequeño telescopio. ¿Pero sabes qué? Alderman no está
aquí. Está de regreso en Seattle, haciendo lo que sea que hace en esa oscura
oficina suya. Yo soy la que está atrapada aquí en New Hampshire, así que él
puede chuparlo.
Hago una pausa, con la mano apoyada en el pomo de la puerta y le miro con
calma. —¿El qué? Ese tutú salió de tu armario. ¿Lo odias?
—¿Uh no?
—No —Un poco más segura esta vez—. Creo que es asombroso. Yo solo...
bueno, otras personas pensarán que es extraño.
—¿A quién le importa una mierda si la gente piensa que es extraño? Llevo un
mono de corduroy amarillo brillante. Nuestros conjuntos no podrían chocar
más si lo intentáramos. ¿Y qué? Vinimos a divertirnos en una fiesta. Hagamos
eso, y que se joda lo que piensen los demás.
—¿Y bien? —Me golpea la cabeza contra el colchón manchado—. ¿Lo estás?
¿Ya estás sangrando? Responde a la puta pregunta.
Rápido como una serpiente que ataca, me agarra por el cabello, tirando de mi
cabeza hacia la suya, fuera del colchón. —Si descubro que estás... —La
amenaza queda suspendida en el centímetro de espacio entre su cara y la mía,
afilada como un cuchillo. Asiento como puedo, con él agarrando mi cabello con
tanta fuerza.
—Te lo diré, lo prometo. Cuando empiece —suelto un hipo aterrado— te lo diré,
¡lo juro!
Lovett Estates
< [email protected] >
Viernes 6.38 PM
Responder a: [email protected]
Para: Dashiell Lovett
< dlovett @ wolfhallacademy.edu>
Un maldito A menos. Eso es lo que tengo en ese papel. Lamento el día en que
la academia actualizó su sistema de informes a un tablero en línea.
Obtenemos nuestras calificaciones temprano y podemos realizar un
seguimiento de nuestras presentaciones, sí, pero ¿a quién le importa una
mierda? La directora Harcourt también les dio acceso a nuestros padres. Mi
padre, que rara vez se condesciende en utilizar la tecnología “Sólo la gente
pobre tiene teléfonos móviles, muchacho. No hay nada de malo en utilizar una
secretaria” ahora Hansen, su asistente personal, ha comprobado mi trabajo.
Si es algo menos que perfecto, puedes apostar tu puto culo a que estoy
recibiendo un correo electrónico al respecto. Ese es el único momento en que
el hipócrita utilizará la tecnología.
Pax, que tan encantadoramente me gritó desde el pie de las escaleras hace
un momento, está conduciendo este tren, lo que automáticamente significa
que terminará descarrilado, pero no tengo nada que decir en esto. Los chicos
del equipo de lacrosse de Edmondson High pintaron una polla en nuestra
puerta de entrada, y ahora esto está sucediendo. Ellos van a hacer una fiesta,
así que vamos a joder su mierda. Los humillamos y luego volvemos a casa.
Fin de la historia.
En el auto, al llegar a la finca, Pax está tan preparado que estoy esperando
que saque un mapa y comience a hablar de movimientos de tropas. Ninguno
de sus padres es militar, pero él juega demasiado a Call of Duty. —Bien, Wren.
Dividir y conquistar. En el momento en que atravesemos la puerta principal,
nos separamos. Yo tomo el piso de arriba. Tú toma la planta baja. Una vez
que encontremos a nuestro objetivo, nos encargamos del asunto y luego nos
largamos. Lovett, si ves algo sospechoso, envíanos un mensaje de 911.
¿Entendido?
—Ese es el punto. ¿Se suponía que debía aparecer con una camisa abotonada
y un pañuelo? Estoy seguro de que habría pasado totalmente desapercibido
con un traje de Tom Ford en una maldita fiesta.
Él gruñe. Wren, que ha estado mirando hacia la casa de campo, resopla con
fuerza. —Salgan. Vámonos —Tenía la esperanza de que él pudiera decir algo
en esta situación sin sentido, pero debería haberlo sabido mejor. Él prospera
con este tipo de caos.
Los tres salimos del Charger. El olor a humo y carne cocida flota cuesta abajo
desde la casa y mi estómago retumba, recordándome que me olvidé de comer
antes. Sin embargo, no importa. Crucemos los dedos, saldremos de aquí en
la próxima hora y podremos comer algo de Screamin 'Beans de camino a casa.
Estos pensamientos son todo ruido de fondo. Todavía estoy pensando en los
comentarios de Pax sobre mi ropa. Fue intencional, mi elección de vestimenta
para la salida de esta noche. Sí, quería asegurarme de no sobresalir como un
pulgar dolorido, y tengo una forma de hacerlo la mayor parte del tiempo.
Pero... Dios, el comentario que Carrie Mendoza hizo en el hospital hace cuatro
días se alojó dentro de mi cabeza y ha estado dando vueltas allí desde
entonces, irritándome como la mierda.
Ropa informal.
Ropa que no fue enviada desde Brooks Brothers de Londres, en prolijas bolsas
de ropa para evitar que se arruguen.
Estúpido.
—Bueno. Esta será una pelea de mierda, así que prepárate —dice Pax—. La
mitad de los cabrones en esta fiesta están en ese equipo de lacrosse. Van a
armar un infierno si descubren que estamos entrando en su territorio. Ambos
saben lo que eso significa, ¿verdad?
Pax mira a Wren con el ceño fruncido. —¿Siempre ha sido así? No recuerdo
que fuera tan pequeño.
—Por el amor de Dios. Ambos son jodidamente ridículos. —Con una expresión
muy aburrida, Wren me aparta de Pax, suspirando mientras me acorrala
colina arriba hacia la fiesta—. Estamos aquí para provocar a Edmondson, no
entre nosotros. No necesitamos traer nada de esta mierda a nuestra casa.
¿Sí? —Me mira con dureza. Está esperando una respuesta, así que le doy
una.
—Ya sabes como soy. Probablemente seré designado Papa cuando muera el
actual.
Pax no es fanático de las palabras. Le muestra a Wren una sonrisa con dientes
de tiburón, encogiéndose de hombros con indiferencia mientras camina
penosamente colina arriba.
—No seas un idiota —advierte Wren—. Dilo. En voz alta. Quiero escucharlo:
Te prometo que no seré un psicópata.
Napoleón Bonaparte fue un mal hijo de puta. Cuando fue exiliado, escapó de
su prisión en la isla y comenzó a crear problemas para los ingleses
nuevamente. Después de perder la batalla de Waterloo, fue exiliado por
segunda vez, a Santa Elena, y ese fue su fin. A los ingleses les gusta exiliar a
la gente cuando se porta mal.
Pax gruñe. —Funciona a nuestro favor. Si hay tanta gente aquí, nadie se dará
cuenta de nosotros.
El chico que es dueño de este lugar viene de dinero. El lugar apesta a riqueza.
De las paredes cuelgan obras de arte originales enmarcadas. Mires donde
mires, hay muebles lujosos y suntuosos y jarrones llenos de lirios. Un
mosaico de fotografías se extiende a lo largo de la pared de la entrada: un tipo
con cabello gris y traje a medida estrechando la mano de gente como Warren
Buffet, Jeff Besos y... oh no. Vamos. Tienes que estar bromeando.
Escucho la voz del hijo de puta fuerte y clara, como si estuviera de pie junto
a mí, susurrando las palabras en mi oído. No he podido deshacerme del
sentimiento de inutilidad que me consumió cuando leí su correo electrónico;
la sensación solo empeora cuando veo su expresión de desaprobación
frunciendo el ceño en la foto. Nunca podré escapar de su juicio. Nunca podré
escapar de él.
Una luz roja, de las luces estroboscópicas gigantes improvisadas al otro lado
de la sala de estar, pintaba como una mancha carmesí los rostros de las
personas que bailaban y chocaban entre sí cubiertos de sudor.
Pax escudriña las caras de los fiesteros cuando pasamos por delante de ellos.
—La mayoría de estos hijos de puta están drogados.
Pax gruñe, su labio se curva hacia arriba, una expresión que es la antesala a
una serie de violentos desacuerdos entre los miembros de nuestro grupo en
el pasado. Al menos no está dirigida hacía mí esta vez. —Que te jodan,
hombre. Me pregunto de dónde diablos sacaron la Molly.
La cocina está llena de gente. Hay gorras de béisbol giradas hacia atrás,
camisas, pantalones cortos y gafas de sol Ray Ban por todas partes. Mi
reacción inmediata es marcharme lo antes posible, pero mi plan de huida se
ve frustrado cuando Wren me agarra por la nuca y me empuja al alboroto.
—Ni se te ocurra. Si yo tengo que lidiar con esta mierda, entonces no hay
ninguna posibilidad de que tú no lo hagas. Vamos. Vamos a tomar una
cerveza. Hablaremos con algunas chicas. Hacemos el trabajo y nos largamos
de aquí. Maldita sea, amigo, sonríe ya. Parece que estás en la sala de espera
de una funeraria.
—La sala de estar de una funeraria sería preferible a esto —me quejo, incluso
cuando fuerzo una sonrisa de diez mil megavatios en mi rostro. Cuando una
pequeña morena se sube a la isla en medio de la cocina y comienza a bailar,
pasando sus manos por todo su cuerpo, yo aplaudo y grito junto con todos
los demás, golpeando la mano de un chico cuando la sostiene en alto para
chocar los cinco. Para un forastero, debo parecer que soy uno de ellos, solo
otro joven privado de sus derechos con demasiado tiempo en sus manos,
demasiado asustado por el futuro para admitir que se siente perdido.
Soy un Lovett.
Wren grita, agarrando la cabeza del chico bajo, lo sacude como si su cráneo
fuera un cascarón sin agrietar y estuviera haciendo sonar la nuez por dentro.
—¡Sí amigo! ¡Destrúyelo! Tú puedes.
El bajito está demasiado borracho para darse cuenta de que Wren le está
tomando el pelo. Cree que realmente está tratando de animarlo, lo cual es
jodidamente ridículo. Conozco a mi amigo; preferiría aflojar unos cuantos
dientes al bajito con un gancho de derecha que participar en este tipo de
tonterías machistas. Sin embargo, tenemos una fachada que mantener, y eso
significa que tenemos que seguir el juego.
Yo puedo hacerlo.
—¿Cateado?
—Oh, Dios mío, ¿qué diablos te pasa? ¡Detente! —Sus ojos están
legítimamente llorosos—. Pareces un puto dios griego. Estamos en una fiesta
llena de chicas semidesnudas y borrachas. Encuentra a alguien para besarla
mejor. Buscaré a Pax y nos encargaremos de esto. Prepárate para salir en
treinta —Se funde en el mar de cuerpos que se retuercen, lo cual es perfecto
y al mismo tiempo es una mierda.
La gente hace suposiciones sobre mí. Asumen que soy un buen chico.
Asumen, por mi herencia y mi educación, que soy un caballero, y no podrían
estar más equivocados. Yo, señoras y señores, me gusta joder. Me gusta hacer
travesuras. Me gusta follar. Me gusta prender fuego a las cosas sólo para
verlas arder. Nada me haría más feliz que ir arriba para unirme a los chicos
en el siguiente nivel de mierda que han planeado, pero realmente estoy en
una cantidad seria de dolor.
—Ahí está —Lanzo el Sharpie sobre mi hombro, sonriendo—. Toma eso, hijo
de puta.
6
Era curvilínea y bonita cuando nos hicimos amigas por primera vez, su nariz
de botón y sus ojos de dibujo animado sobredimensionados la hacían parecer
un poco infantil. Sin embargo, su grasa de adolescente se quemó hace dos
años y sus rasgos se volvieron angulosos. Afilados. Sus ojos, antes inocentes
y llenos de curiosidad, adoptaron una mirada más depredadora. Ahora, ella
es un verdadero espectáculo de sexo.
—Lo siento, nena. Nos dejamos llevar por el juego. ¿Perdónanos? —Presley le
ofrece la botella de Fireball que trajo en su bolso. No planeamos la pequeña
demora en encontrar a nuestra amiga. No es necesario. Sin embargo, Presley
es cómplice de este pequeño engaño; ama mucho a Mara, pero la energía de
Mara la agota aún más que a
Mara nos mira a las dos y luego mira a la botella de whiskey. Ella toma la
botella y nos arquea una ceja. —Bien. Estás perdonada. Pero ustedes me
deben mucho, y tengo toda la intención de pagar la deuda.
—Oh, Dios no —Mara, con el vestidito negro más ajustado y sexy que he visto
nunca, se ríe, sacudiendo la cabeza—. No soy tan patética. No, me trajo
alguien muy inesperado —Bebe profundamente de la botella de whiskey.
Cuando ha terminado, se limpia la boca con el dorso de la mano y luego
señala hacia el otro lado de la habitación. A donde Mercy Jacobi está
inmovilizando a un chico contra la pared, pasando sus manos por todo su
pecho desnudo.
—¿Mercy? ¿Viniste aquí con Mercy? —Presley silba una nota baja y larga, sus
cejas subiendo por su frente—. Atrevida. No habría pensado que ustedes dos
se llevarían bien. Las dos son tan...
Mara suspira dramáticamente. —El hecho de que dos chicas sean populares
y bonitas no significa que no puedan ser amigas, Pres. Y además... —Ella
sonríe en secreto.
—¿Además qué? ¿Qué significa esa mirada? —Significa problemas. ¿Por qué
me molesté en preguntar?
Tiene una risa hermosa, ligera y despreocupada. Suena como puro deleite,
como una campana de plata tintineante. —Y, además, Mercy es lo más
cercano que una chica puede llegar a tener a Wren. No tiene amigas.
Entonces…
—¿Qué? ¿Por qué? La gente siempre le está dando una mala reputación, pero
no es un mal tipo, está bien. Simplemente está mal...
—Si dices que lo malinterpretan, voy a voltear esta mesa ahora mismo,
arrancarme toda la ropa y correr por la fiesta, desnuda y gritando.
Una risa tonta y juvenil interrumpe la conversación. —Amiga, deberías hacer
eso.
Los chicos con los que estábamos jugando al beer pong todavía están parados
en el otro extremo de la mesa, escuchando nuestra conversación. Mara les da
una mirada aburrida, coloca las manos sobre la mesa, se inclina hacia ellos
y dice —Lárguense.
Entonces no lo hago.
La sangre sube a mi rostro. De repente estoy muy, muy caliente. Debe haber
vapor saliendo de mis mejillas. Agarro las manos de Mara, tratando de
sujetarlas a los costados, para evitar que se toque a sí misma mientras actúa
como si estuviera siendo follada por Dash, pero ella está cubierta de una
especie de crema hidratante brillante que huele a coco y sigue deslizándose
fuera de mi alcance.
Las tres nos damos vueltas al oír la voz grave y baja. Mara se desliza fuera de
la mesa, maldiciendo obscenamente cuando ve a Pax, entintado y
amenazador, de pie allí, mirándonos con esos tormentosos ojos grises suyos.
Pres... Oh, mierda, pobre Presley. Su rostro se ha vuelto blanco como una
sábana. Da un paso atrás y se sienta con fuerza. Milagrosamente, por un
golpe de suerte, hay una silla para atrapar su trasero. —Pax. Estás
aquí —murmura—. Mira, Carrie. Es Pax. Él está aquí.
Joder. Nos turnamos para asegurarnos mutuamente que no habría forma de
que ninguno de ellos apareciera esta noche. Lo repetimos mil veces y alguna
más. Fue la única manera de convencerla de que se pusiera el tutú. Y ahora
mira el espumoso tul púrpura que se le ha metido entre las piernas como si
fuera un animal carnívoro que está a punto de comérsela. Aprieta las franjas
de tela hacia abajo, intentando que se note menos, pero por cada manojo que
empuja hacia abajo, surgen tres más. Parece que está jugando al escondite.
Pax nos examina a las tres con indiferencia, su mirada acerada e ilegible
rebotando de mí, a Mara, a Pres. Aterriza sobre Mara de nuevo con una
sonrisa maliciosa que se extiende lentamente por su hermoso rostro. —Está
por aquí en alguna parte, ¿sabes? Estoy seguro de que ayudaría a una chica.
Pax nos mira como si estuviéramos locas. —Son chicas de Wolf Hall —Lo dice
como si fuera una amenaza. Sólo Dios sabe cómo lo consigue.
Cuadro mis hombros, gimiendo en voz baja. Es una mala idea, pero aun así
lo voy a hacer. —Sabes que lo somos, amigo. Me viste en el hospital hace
como cuatro días. ¿Qué quieres?
Una vez vi en el canal National Geographic que siempre debes hacer contacto
visual con un oso o un lobo si están a punto de atacar. Hazte lo más grande
posible. Haz todo el ruido que puedas. No te des la vuelta y corras. Viendo
que sólo mido 1,65, y que Pax mide 1, 80 o algo así de estúpido, dudo que lo
asuste con mi escasa contextura. Tampoco voy a empezar a gritar delante de
un grupo de desconocidos. Eso sería una locura. Pero puedo mantenerme
firme. Puedo mirar al bastardo a los ojos y negarme a retroceder.
—Estábamos jugando, eso es todo. No hay daño, no hay falta. Ya puedes irte.
Riendo por la nariz, Pax se pasa una mano por la cabeza afeitada, frotando la
palma contra la base del cráneo, como si disfrutara de la sensación.
—¿Despachándome, Carina Mendoza? No creí que tuvieras las agallas
necesarias para tener ese tipo de actitud. Siempre pensé que eras más del
tipo ‘cabeza abajo’.
—Lejos de eso. Me gustan las chicas con la cabeza hacia abajo. Por lo general,
las chicas con el 'culo arriba'. Saben cuándo deben contener la lengua. Lo que
no me gusta es cuando una chica tranquila se convierte de repente en una
bocazas. Eso —sacude la cabeza— no me gusta nada.
Ante esto, ya sea porque este comentario bien podría ser una invitación
abierta para que Pax haga del resto de nuestro tiempo en Wolf Hall una
pesadilla viviente, o el hecho de que el tipo ha estado parado a cuatro pies de
nosotras, lo suficientemente cerca como para extender la mano y tocar,
inclinarse y oler, durante dos minutos enteros ahora, Presley deja escapar
otro gemido mal sincronizado.
Estoy bastante segura de que la única otra vez que Pax habló directamente
con Presley fue cuando le entregó una hoja de trabajo en la clase de inglés.
El escueto 'gracias' que le dio la ha estado sosteniendo durante los últimos
dos años. Una gran cantidad de palabras suyas ahora, todas dirigidas
directamente a ella, seis oraciones completas, aunque cortas, la envían a un
colapso total. Se cubre la boca con una mano, solloza al azar, se sonroja como
una remolacha, luego toma su tutú morado en sus brazos y sale corriendo de
su asiento a la puerta de entrada como una liebre cruzando un campo.
El camino que conduce al campo lateral donde están estacionados todos los
autos es estrecho y rocoso. Una chica con zapatillas de deporte tendría
problemas para caminar con seguridad sin caer de culo y terminar con un
bocado de grava. Con zapatos de cuñas, es básicamente un tobillo roto
esperando a que ocurra.
—¡PRESLEY! —Por el amor de Dios, ¿a dónde diablos se fue? Mis ojos se han
adaptado después de salir de la casa bien iluminada, pero todavía todo lo que
puedo ver son las formas oscuras, abultadas y borrosas de los autos a mi
derecha y una mancha perezosa de negro en el horizonte (mucho más oscuro
que el gris indeterminado de la pradera que se extiende lejos de la casa) que
marca la entrada al bosque que nos rodea.
Me abro paso a través de una fila tras otra de automóviles, entrecerrando los
ojos en la noche turbia, tratando de recordar dónde demonios he estacionado
mi auto y, al mismo tiempo, dudando mucho de que Pres tenga los medios
para llegar hasta allí en su estado ligeramente borracho y muy mortificado.
¿Por qué él tenía que ser tan idiota con ella? Ella ha estado obsesionada con
el malvado pedazo de basura durante tanto tiempo. Dios sabe por qué, pero
él es todo lo que ella come, duerme y respira. Y en tan poco tiempo, se las
arregló para ser increíblemente desagradable con ella. Qué idiota de mierda.
—¡PRESLEY!
Si Pax pudiera ver cómo Dash está tumbado en su orgullo ahora mismo, con
la espalda apoyada en el parabrisas, las piernas cruzadas por los tobillos y la
suela de sus zapatillas de deporte en el centro del capó del Charger,
probablemente le daría una embolia.
Lleva... wow, lleva jeans y… ¿una chaqueta sobre una camiseta? Nunca lo
había visto sin sus camisas y pantalones de vestir bien planchados. Aparte
del hospital el otro día. Donde, estaba desnudo, aparte de un par de bóxers y
un paño de cocina empapado en sangre, apretado contra su polla. No es que
vaya a olvidar eso pronto.
—Supongo que no has visto a dos perdedores dentro, ¿verdad? —Tiene algo
en la mano. Lo levanta, una botella de algo transparente, y presiona la boca,
tragando una, dos y una tercera vez antes de volver a bajar la botella y hacer
una mueca—. Uno de ellos tiene el cabello oscuro y ondulado. Parece que lo
han enviado para acabar con el mundo. El otro parece que acaba de escapar
de un campo de prisioneros. Pero... ya sabes. De los buenos, donde estaba
bien alimentado y hacía ejercicio todo el día.
—Sé quiénes son Wren y Pax —digo lentamente—. Ya hemos hablado de esto
una vez esta semana. He ido a la escuela contigo durante casi tres años,
Dash. ¿Crees que no conozco todos sus nombres? ¿Crees que hay un solo
estudiante en Wolf Hall que no sabe sus nombres?
Mueve la cabeza hacia un lado, arqueando las cejas. —Supongo que hemos
causado una gran impresión, ¿no es así? —Toma otro trago de la botella, su
garganta se mueve mientras traga más del licor claro del interior. Tiene que
ser licor. Nadie tragaría agua así. Dashiell considera la botella, entrecierra los
ojos y luego me la tiende por el cuello.
—¿Cómo puedes estar con el mismo grupo de personas, día tras día durante
años y no saber quiénes son? Tendrías que hacerlo a propósito. Como,
bloquear a todos voluntariamente. Eso requiere esfuerzo.
Levanta las piernas, doblándolas por las rodillas, con las suelas de las
zapatillas planas contra el capó. Apoya los codos en las rodillas, haciendo
girar lentamente la botella de vodka entre sus manos. —¿Y qué si lo hago?
¿Qué sentido tiene hacer contactos con personas que no van a influir en tu
vida de ninguna manera? Me parece una pérdida de tiempo y energía.
Santa mierda.
No puedo moverme.
Dash inclina la cabeza hacia un lado con un gesto de "oh, bueno". Se ríe en la
boca abierta de la botella de vodka mientras sostiene el vidrio biselado contra
sus labios. —No es contagioso, ya sabes. La melancolía. Este nivel de
profunda infelicidad proviene de más de una década de presión, negligencia
y juicio intenso. No se transfiere con un poco de contacto con la piel.
Con el ceño fruncido, pongo las manos sobre el capó del Charger y planto el
pie sobre el neumático del auto, usándolo para impulsarme. Lo siguiente que
sé es que estoy sentada tan cerca de Dashiell Lovett que puedo sentir el suave
roce del calor de su cuerpo cuando su brazo entra en contacto con el mío. Oh,
joder. Me he subido aquí sin pensarlo, y ahora mi brazo está apoyado en el
suyo, y no puedo hacer nada al respecto porque no tengo espacio para
moverme. Dash tiene mucho espacio. Tiene un metro de espacio a su derecha.
Podría desplazarse y poner un poco de espacio entre nosotros, para que
estemos a una distancia cómoda el uno del otro, pero ¿lo hace?
No lo hace, ni mucho menos.
Se ríe sin ganas. Sé lo que está pensando, el malvado bastardo. Actuaste por
impulso y te metiste en esta situación, cariño. Ahora tienes que lidiar con las
consecuencias. Maldita sea, incluso su voz falsa en mi cabeza tiene un acento
inglés muy molesto y sexy.
—Plutón ya no es un planeta.
Oh mierda. ¿He dicho eso en voz alta? No, no hay manera. No soy tan
estúpida. —¿Qué cosa? —Chillo.
—¿Qué? —susurro.
—Eres el primero de casi todas las clases. Ten cuidado con la autocrítica,
amigo. ¿Por qué intentas convencerme de que eres tan idiota? —Tomo el
vodka y se lo quito de la mano, justo cuando estaba a punto de tomar un
trago. Deja escapar un gruñido de risa sorprendido, pero renuncia a su
agarre.
—Porque tienes esa mirada en tus ojos, cariño —dice—. Esa, '¿Conseguiré un
título cuando me case con él? ¿Tendrán nuestros hijos pequeños acentos
lindos? mirada. Y estoy sentado aquí diciéndote que nunca me casaré con
nadie y que nunca tendré hijos, porque soy físicamente incapaz de amar a
nadie más de lo que me amo a mí mismo.
¿Qué…?
¿Se supone que debo sentirme así? ¿Como si una pequeña parte de mí
hubiera estado fuera de balance toda mi vida, pero simplemente encajó en su
lugar en el segundo en que su lengua se deslizó en mi boca? ¿Como si todas
las cosas que no han tenido sentido hasta este momento exacto de mi vida se
enfocan de repente con una claridad cristalina?
¿Qué haces, Carrie? ¿Qué te dije? ¡Hombres no! Este es un territorio peligroso
y estás caminando a ciegas...
La advertencia de Alderman me paraliza. Esto es precisamente lo que diría si
supiera lo imprudente que estoy siendo. Debería detener esto ahora. Debería
alejar a Dash y volver corriendo a la fiesta. Esta locura no conduce a nada
bueno. Pero... joder. Es Dash. Él está aquí, y es real, y me está besando.
Le devuelvo el beso. ¿Qué más va a hacer una chica cuando el chico del que
ha estado enamorada durante tanto tiempo la besa tan profundo y tan fuerte
que olvida las leyes básicas del universo?
Me dejo llevar. Mis manos se dirigen a su pecho, un músculo duro bajo una
camiseta suave como la mantequilla, y mi mente se tambalea ante su solidez.
Lo siento como una constante. Como una seguridad y un hogar, aunque sea
todo lo contrario. Me meto su labio inferior en la boca, mordiendo ligeramente
con los dientes, y un gruñido bajo y sorprendido sale de la boca de Dash y
entra en la mía. En un instante, se retira, sus manos retiran suavemente las
mías de su pecho y se desliza hacia abajo, fuera del capó del auto.
Y así, el misterio se fue. Las palabras resuenan en mis oídos. Los escucharé
repetidamente hasta que cumpla treinta y cinco años. Los últimos cinco
minutos pasarán oficialmente a la historia como los mejores y los peores
momentos de mi vida.
—No es que no crea que estés caliente —Su tono es más frío que la
tumba—. Simplemente no estamos hechos de la misma tela, Carina. No hay
nada que hacer al respecto. Continúa. Deberías irte.
La miro con recelo, el cabello revuelto y ardiente, los dos mechones de rímel
en las mejillas, el rasguño en el brazo y la expresión de desdicha en el rostro,
y mi corazón tropieza y cae por las escaleras. Aterriza con un triste revolcón
en el hueco de los pies del auto, justo entre mis zapatos. —Tú te ves de la
manera en cómo me siento —Saco las llaves del Firebird de mi bolso. Las
sostengo, y un pensamiento terrible se me presenta—. No querrás volver a
entrar ahí, ¿verdad?
Aprieto el acelerador, hago girar el auto y salgo de allí, sin importarme una
mierda que acabo de destrozar la mitad del campo. No miro hacia atrás para
ver si Dashiell todavía está de pie junto al Charger de Pax, pálido y hosco a la
luz de la luna. Yo sé que lo está. Puedo imaginar la mirada melancólica y
arrogante en su rostro muy bien sin...
—¿Carrie?
—¿Sí?
Presley se desliza hacia abajo en su asiento, cubriéndose el rostro con ambas
manos. —Sabía mi nombre. Presley Maria Witton-Chase. Dijo las cuatro
palabras. En voz alta y todo.
Oh Señor.
No voy a hacerlo.
Resulta que el Dashiell que fue tan grosero conmigo en el capó de ese auto y
el Dashiell que veo en la sala de orquesta todos los fines de semana son dos
personas muy diferentes en mi cabeza. El Dash que me besó fue descarado y
horrible. Rompió algo dentro de mí y me dolió. El Dash que toca el piano en
la oscuridad es un fantasma silencioso. No habla. No se burla. Me hace revivir
como lo hizo fuera de la fiesta, sí, pero nunca me ha rechazado después.
Simplemente toca. Yo simplemente escucho. Así que tengo que ir.
Sólo Dios sabe por qué lo había seguido, pero la música que sangraba de sus
dedos esa noche me afectó incluso más que la lluvia de fuego en el cielo. Me
hizo algo que todavía no entiendo. Regresé a la sala de orquesta todas las
noches durante una semana. Domingo: nada. Lunes: nada. Martes,
miércoles, jueves... viernes... Nada. Y luego, el sábado siguiente, regresó.
No sé por qué viene todos los sábados, pero lo hace. Y me uní a él, medio
dormida, cansada y decidida. Sé que no tiene sentido. Si alguna de mis
amigas confiesa que está involucrada en este tipo de comportamiento
obsesivo, me preocuparía mucho. Alderman... ¡ja! Me niego a pensar siquiera
en lo que diría Alderman. Nada de eso marca la diferencia. Vengo porque
tengo que venir.
Cabeza inclinada.
Espalda recta.
Ojos cerrados.
La mandíbula apretada.
La música que toca es a menudo pacífica, pero Dashiell nunca parece estar
en paz. Parece que le cuesta algo cuando se sienta en ese banco y coloca sus
manos. No puede quedarse quieto mientras sus dedos se mueven para tocar
cada nota.
Esta noche, la música que está tocando es una tormenta de verano. Está
incluso más agitado de lo habitual. Empieza en el extremo bajo del piano y la
música retumba como un trueno. Un sueño febril. Sube las teclas, la
complejidad de las notas y los acordes que toca aumenta con cada segundo,
un salvaje, una pesadilla, un huracán, y sé que esto no es obra de Beethoven
o Bach. Dashiell ama a Bach. Antes de tropezar con él tocando esa primera
noche, no podía haber identificado a Bach en una alineación, pero aprendí a
reconocerlo con el tiempo.
2
Aplicación de reconocimiento musical.
existencia del otro, pero esto es una falacia, un truco de la luz, porque son lo
mismo...
Lovett Estates
< [email protected] >
Lun 4.47 a. M.
Responder a: [email protected]
Para: Dashiell Lovett
< [email protected] >
Reúne tu mierda.
Pax sube los escalones de la escuela con la cabeza inclinada, colgando de los
hombros como si el mundo estuviera a punto de acabarse. Wren le sigue, con
su contoneo siempre presente y confiado que le da el aire de un hombre a
punto de subir al escenario de los Oscar para aceptar su premio. En algún
lugar entre los dos, me pongo en la retaguardia, tratando de no rechinar los
dientes.
Me paro frente él, mirando sus brazos y piernas doblados en ángulos extraños
por un momento, antes de ofrecerle una mano. —Mejor si no te metes
conmigo hoy, hombre —le digo.
Esto le gana los ojos en blanco tanto de Pax como de mí. La verdad es que
Wolf Hall está compuesto por tres facciones de estilo novela juvenil. Está
Team Wren, Camp Pax, y luego están las Dashettes. Es imposible saber qué
chicas son miembros de qué facción. No se puede decir por la forma en que
se viste una chica, o lo inteligente, amigable, tímida o engreída que es. Lo
único que puedes garantizar sobre una estudiante en Wolf Hall es que es
miembro de una de las facciones, y probablemente un miembro fanático.
Ha habido peleas a puñetazos en Wolf Hall sobre qué chico de Riot House es
el más caliente.
Wren arquea una ceja oscura, soltando una carcajada. —Fitz nos ama. No
hará una mierda si llegamos tarde.
—Como siempre, haciendo una entrada tardía a la moda. Por favor tomen
asiento, caballeros. Tenemos mucho que cubrir hoy. Odiaría tener que
llamarlos a todos aquí a la hora del almuerzo para asegurarnos de que
revisamos el material.
Sonrío con una sonrisa despiadada. La misma que mi padre solía blandir a
un oponente político cada vez que hacía un comentario mordaz. Es una
inclinación casual hacia arriba de la boca que dice: Me callaré porque soy un
caballero. Pero una advertencia justa. Una incursión más y te abofetearé en
público como la putita que eres.
Fitz se ríe, como si tuviera un asiento en primera fila para ver mi monólogo
interior y lo encontrara encantador. Un día, voy a borrar esa sonrisa de
satisfacción de la cara de ese imbécil. Espero que llegue lo suficientemente
rápido.
—¿Por qué te sientas aquí de todos modos? —Pregunta Pax—. Hay lugares
mucho más cómodos para descansar tu culo mimado.
¿No sería genial, solo tener un momento de paz? ¿Como uno?
suspiro. —Porque soy el primo segundo del futuro rey de Inglaterra, tres veces
destituido. Y no quiero que nadie aquí piense que soy mejor que ellos.
—¿Vas a compartir ya por qué estás de tan mal humor? —Pax me está
pinchando. No dejará de pinchar hasta que le dé lo que quiere.
Pax se pasa la lengua por los dientes. —¿De verdad? ¿Por eso has estado tan
amargado?
Un júbilo puro brilla en sus ojos. Una lenta y sugerente sonrisa se extiende
por su rostro que no me gusta. —¿Estás seguro de que no tiene nada que ver
con cierta chica llamada Carrie?
—¿Carrie?
—Ahhh, déjalo. Te vi hablando con ella fuera de la fiesta. Te gusta ella, ¿no?
—Hay un tono demasiado ligero y demasiado emocionado en la voz de Pax.
No puede saber lo del beso. Si lo supiera, no me estaría haciendo esta
pregunta. Ya estaría haciendo planes. Si no juego con cuidado, se va a dar
cuenta de que algo pasó y eso será todo. Tan pronto como termine la clase,
se convertirá en un huracán de categoría cinco lleno de planes viciosos
diseñados para poner a Carina de rodillas. ¿Porque somos los chicos de Riot
House? No se nos permite que nos guste una chica. Si uno de nosotros
desarrolla algún tipo de sentimientos cálidos o confusos por una estudiante
en Wolf Hall, entonces es un puto juego. Es una de nuestras reglas. La
atracción por una chica es una distracción de nuestra amistad, así como una
amenaza para nuestro reinado como gobernantes indiscutibles de la escuela.
Hace mucho tiempo que hicimos un pacto de que no permitiríamos que las
chicas nos crearan problemas. Decidimos que les causaríamos problemas.
Cuando desarrollé algo por Sadie Rothmore en el primer año, los tres la
aterrorizamos hasta la mierda. Sus padres la mudaron de regreso a Wisconsin
y la inscribieron en una escuela pública. La polla de Pax se ponía dura el año
pasado cuando estaba cerca de Collette Bridger. Se negó a admitir que estaba
enamorado de ella y sostuvo que su polla estaba realmente rota, pero aun así
estuvo de acuerdo cuando Wren y yo lo acorralamos en su habitación y le
dijimos que había que ocuparse de Collette. Había cumplido su papel sin
quejarse. Wren sedujo a la chica en los vestuarios y la manoseó hasta que se
corrió. Pax luego compartió el video del acto con todos los de la lista de
notificación de emergencia de Wolf Hall. Una lista que había incluido a los
padres de Collette, por el amor de Dios.
¿Confesar que dejé que Carina se metiera debajo de mi piel la otra noche? ¿A
Pax? Eso sería una pesadilla. De nosotros tres, Pax ideó las formas más
hirientes de joder con la gente. Aprieto los dientes, concentrándome
demasiado en el cuaderno que tengo en equilibrio sobre mis piernas. —Está
bien, amigo. Cálmate. No tengo nada por ella. No hay necesidad de gastar
energía en alguien que no tiene absolutamente ninguna importancia.
Mierda. Creo que la vena de mi sien está pulsando. Pax se muerde los
nudillos, tratando de no reír. —Mierda, Jacobi. Lord Lovett parece estar
jodidamente culpable por aquí. Lo tiene muy mal por Mendoza.
Ante esto, Wren hace algo que anuncia cierto desastre: se sienta rápidamente
como una mierda.
Con ojos muy verdes, muy interesados, me da una mirada que significa
desastre. Luego sonríe con la propia sonrisa del diablo. —¿Carina
Mendoza? —Pregunta—. ¿Esa Carina Mendoza? —Señala directamente...
mierda, directamente a la chica en cuestión. ¿Cómo no la había visto antes en
esta clase? Ella está sentada en un sofá con estampado floral en el lado
opuesto de la habitación, junto a Mara Bancroft. Lleva una camisa verde
brillante de aspecto sedoso y una corbata marrón (¿qué diablos?) Junto con
un par de pantalones cortos de mezclilla recortados que muestran una gran
extensión de muslo tan deliciosa y tonificada que quiero arrastrarme por la
habitación en mis manos y rodillas y lamerla.
Carina mira hacia arriba, justo cuando Wren la señala, que es simplemente
estelar.
Pax aplaude tan fuerte que al menos otros tres estudiantes casi saltan fuera
de su piel. —¡Sí! Jodidamente de acuerdo.
La cabeza de Wren se levanta una pulgada del cojín del sofá. —¿Dashiell?
Miro hacia arriba y Carina sigue mirando en nuestra dirección. Sus ojos,
hermosos, llamativos, amplios, me miran fijamente y están llenos de
preocupación. Es como si supiera exactamente qué tipo de bomba está a
punto de estallar en su cara y se está preparando para las consecuencias.
9
—Ves, te dije que estaba interesado —sisea Mara. Levanto la vista sin
pensarlo, es una reacción automática, y ahí está Wren Jacobi, tumbado como
un rey de mierda en el sofá de cuero junto a las ventanas, apuntando a Mara.
Solo que, desde este ángulo, parece que me está señalando. Lo último que
necesito es a Wren Jacobi apuntándome con un dedo. Mi mirada revolotea
hacia la izquierda, hacia donde Dash está sentado en su lugar habitual en el
suelo con la espalda apoyada contra la pared, y por un breve y tenso
momento, nos miramos directamente a los ojos.
Una expresión distante y gélida transforma su cara de lo que creo que era
preocupación a lo que estoy segura que es molestia. Una parte de mí espera
que haya desarrollado milagrosamente una pérdida de memoria a corto plazo
y haya olvidado todo lo que ocurrió entre nosotros en el capó del Charger de
Pax la otra noche.
Mara se pasa un dedo por la boca, untando su brillo favorito Kiss Me, Kill Me
sobre sus labios. Ella hace pucheros, frunce el ceño y le lanza un beso a Wren.
Diría que no puedo creer que lo haya hecho, pero estamos hablando de Mara.
Es una coqueta descarada, incluso cuando el chico que le interesa es una
maldita víbora. Wren podría haber visto su pequeña exhibición exagerada.
Puede que no. Es difícil de decir con la expresión en blanco y poco
impresionada que usa en todo momento. No importa qué, el tipo se ve
permanentemente enojado.
Sin embargo, te diré quién ve el beso en el aire.
—Señorita Bancroft. No estoy seguro qué espera lograr con exhibiciones como
esa, pero es mejor que busque un pretendiente más inteligente. Creo que el
que eligió está defectuoso.
Wren dirige una mirada tan gélida y fría al profesor que podría apagar el
maldito sol. Entonces, vio el beso. Si sabe que Fitz está hablando de él,
entonces debe haberlo hecho. —Estoy lejos de ser defectuoso, Doc. Uno solo
puede imaginar que ella esperaba llamar mi atención. En cuyo caso… —Él
nos mira, pasando su lengua por su labio inferior—. Ella la tiene.
—¿Señorita Mendoza?
Grillos.
Fitz gime, dejando caer la cabeza hacia atrás. —Está ahí, gente. En la página.
En inglés simple. Venga. Alguien. Cualquiera. Solo di las palabras.
Mara es la que ofrece la respuesta. —Él dice que, después de todo lo que le
hicieron sus captores, incluso matarlos no fue suficiente para
satisfacerlo —comenta—. Y que comenzó su búsqueda creyendo que era justa
y recta. Que estaba repartiendo venganza por los crímenes que habían
cometido contra él. Pero en el meollo del asunto, se dio cuenta de que sus
acciones no eran rectas o justas. Lo impulsaba el odio puro. Y eso es algo
completamente diferente.
El doctor Fitzpatrick hace clic en la parte superior del bolígrafo que tiene en
la mano, mientras mira fijamente a Mara. —Así es, señorita Bancroft. A veces
un hombre se enfurece tanto por los crímenes que otros cometen contra él,
que su furia lo lleva a cometer las cosas más perversas. Incluso a matar. ¿Qué
piensas? ¿Crees que Edmond estaba justificado en sus acciones? ¿Crees que
los que pecaron contra él merecían morir?
La clase se ríe, porque tiene razón, alguien debe haber hecho algo. Las clases
de Fitz solo se interrumpen si la directora Harcourt necesita ver a un
estudiante en su oficina de inmediato. Sin embargo, nadie levanta la mano
para confesar nada. No hay sorpresas ahí. Fitz responde al golpe, la sorpresa
lo obliga a retroceder un paso cuando ve que es la directora Harcourt en
persona parada en la puerta. Su cabello castaño oscuro está recogido en un
moño apretado. Como siempre, está vestida con un traje de pantalón negro
sencillo. Su camisa es blanca hoy, el cuello rígido y alto, abotonado justo
debajo de su barbilla. Solo tiene cuarenta años, pero la forma en que se viste,
habla y se sostiene hace que parezca que tiene más de sesenta años.
—Ahora, la razón por la que tuve que venir aquí esta mañana es porque el
padre del chico que organizó la fiesta afirma que dos de nuestros estudiantes
varones encontraron a la madre del chico arriba en la fiesta, un poco, ah,
ebria...
—Oh, Dios mío. ¿La madre de ese chico estaba en la fiesta? Qué
desastre —susurra Mara.
—No sin una orden judicial —dice Wren con frialdad—. Somos menores de
edad, directora Harcourt. Con padres muy influyentes, como tan
acertadamente señaló. La policía no va a derribar la puerta principal de la
academia en un corto plazo. Además, me parece que este tipo, sea quien sea,
tiene cosas más importantes de las que preocuparse. Me suena como si su
esposa se follara a dos chicos menores de edad. ¿No se consideraría eso una
violación de menores? Mujer adulta en una fiesta, borracha, supuestamente
supervisando las festividades inocentes. Si se aprovechara de esos pobres
chicos...
—¿Disculpa?
—Lord Lovett. Ese es mi nombre. Lord Dashiell August Richmond Belleview
Lovett IV. Mi padre fue muy específico acerca de que se refiriera a mí de esa
manera cuando me dejó en la puerta hace tres años. ¿Pagó por reemplazar el
techo de la academia ese verano, o fue el siguiente? No lo recuerdo.
El cabello de Dashiell es el tipo de rubio que destaca; es todo miel, luz solar
y oro brillante y bruñido. Junto con el hecho de que mide más de 30
centímetros que la mayoría de la gente de la Academia Wolf Hall, su altura y
su color de cabello hacen que sea bastante fácil seguirle la pista. Lo sigo por
el pasillo hacia el bloque de ciencias, preguntándome a dónde demonios va.
Ahora no tiene clase allí. Sé que no las tiene, porque está en Física, Biología
y Química, y yo también. No tendrá que pisar el departamento de ciencias
hasta mañana por la mañana.
Pax y Wren no aparecen por ningún lado. Ambos se dirigieron al exterior del
edificio, hablando animadamente mientras se deslizaban por la salida
principal de Wolf Hall. Es como si no se hubieran dado cuenta de que Dash
no estaba con ellos, y él no se despidió. Simplemente... se separó y comenzó
a abrirse paso a través de la corriente de estudiantes, acechando hacia el
norte con la sombría determinación de alguien con un propósito, dirigido a
un lugar específico.
Dashiell no mira atrás ni una vez. Por un breve momento, creo que se dirige
hacia la sala de orquesta. Pero entonces no. Pasa por delante de la entrada
del departamento de música, pasa también por los laboratorios de ciencias y
dobla la esquina, que es cuando me doy cuenta de adónde va. Está saliendo.
La puerta de la salida de emergencia todavía se está cerrando lentamente
cuando doy la esquina detrás de él. Creo que vislumbro la luz del sol
rebotando en su cabello rubio brillante.
No olvidaré esas palabras o la expresión mordaz que tenía cuando las dijo en
un futuro cercano. Cortaron tan profundo que golpearon el hueso y se
hundieron hasta la médula. Entonces, ¿por qué no puedo solo dejar esto?
Luché con uñas y dientes para venir aquí. Desde mi primer día en Wolf Hall,
he hecho todo lo que estaba a mi alcance para evitar problemas. He evitado
cualquier tipo de comportamiento que pudiera hacerme notar de alguna
manera. Así tiene que ser. Cuando estás dejando atrás tu pasado, a veces es
necesario minimizar el presente para que sea seguro. Involucrarse en
cualquier cosa remotamente relacionada con Riot House es una mala
decisión, y equivale a una locura total. Necesito lavarme las manos de
Dashiell Lovett y correr en la dirección opuesta como si un enjambre de abejas
asesinas me acechara, pero...
Maldita sea, pero.
No puedo lavarme las manos y salir corriendo, porque hay algo en Lord
Dashiell Lovett IV que hace que mi corazón lata más rápido. Cuando se sienta
al piano, es una persona completamente diferente. Estoy buscando a ese
Dashiell, lo he estado buscando durante mucho tiempo, y parece que no
puedo dejarlo ir. Y evitar los problemas, el desamor y la atención no deseada
tiene sus ventajas, pero también hace que la existencia sea muy aburrida. Y
eso es precisamente lo que he estado haciendo. Existiendo. Sólo me las
arreglo. Haciéndolo de un día para otro, felicitándome a mí misma cuando
logro una hazaña tan pequeña sin contratiempos. ¿Viviendo así?
¿Haciéndome tan intrascendente? Un pedazo de mí se marchita y muere cada
día que cumplo las reglas y juego a lo seguro. He comenzado a preguntarme
cuánto tiempo pasará antes de que no quede nada de mí. Me gusta escucharlo
tocar. Me gusta el calor en la boca del estómago cuando lo miro. Me gusta la
forma en que el mundo se siente como si estuviera ardiendo cuando nuestros
ojos se encuentran.
Sé lo que diría Alderman. Me mirará de esa manera tan seria que tiene y me
haría una pregunta. —¿Desde cuándo un mundo en llamas ha sido algo
bueno? ¿Te hace sentir como si todo fuera brillante y ardiente, chica? Corre por
las malditas colinas —Lo dijo antes. Me sentó a la mesa del comedor en el
ático en Seattle y me miró con tristeza, pero firmeza—. Es mejor tener una
vida tranquila, cómoda y fácil que meterse con nada de eso. Créeme. Hice el
mismo sacrificio hace veinte años y nunca miré atrás.
Le he preguntado dos veces qué pasó hace veinte años. En ambas ocasiones,
cerró la boca con fuerza y se enojó tanto que se hundió en un silencio hosco
que rugió a través de los espacios silenciosos de nuestra casa y resonó en las
paredes durante días después. Rápidamente me di cuenta de que nunca me
iba a contar su secreto, a pesar de que conoce el mío, y empujarlo no me iba
a llevar a ninguna parte.
Sigo a Dashiell fuera de la salida de emergencia, rezando en voz baja para que
no se haya deslizado ya dentro del laberinto. Si lo ha hecho, entonces él ha
huido. De ninguna manera voy a entrar en esa cosa. Me perdí vagando por
los senderos estrechos y cercados durante mi primera semana en Wolf Hall,
y me tomó dos horas salir. No hay suficiente dinero en el estado de New
Hampshire para atraerme de regreso allí.
Al principio creo que se ha metido dentro, no lo veo por ninguna parte, pero
entonces vuelvo a captar el dorado de su cabello, como las escamas de un pez
que brillan bajo la superficie del agua en calma, y me giro justo a tiempo para
verlo desaparecer ladera abajo, hacia la vieja capilla en ruinas.
Espero que Dash rodee el sitio de la capilla y siga caminando, hasta el lago
artificial en el borde del bosque, pero no lo hace. Camina directamente a
través de la superficie de la capilla, dando grandes zancadas para esquivar
las paredes irregulares, y no se detiene hasta que llega al cementerio.
Entonces, él sabe que estoy detrás de él; su voz es demasiado fuerte para
hablar solo. Me molesta que me haya superado, pero también me alivia no
tener que interrumpirlo. El suelo todavía está embarrado por el aguacero que
tuvimos la semana pasada. Dejo mi bolso en el césped y lo uso como asiento
improvisado. —¿De qué murió? —Pregunto.
Mierda. ¿Tiene que ser tan obtuso? —Vine a averiguar qué pasó en esa fiesta.
La mitad de la escuela habla de eso.
—Bueno... —Se aclara la garganta y se lleva a la boca todo lo que tiene entre
las manos. La luz del sol rebota en la superficie rayada de una petaca plateada
mientras bebe de ella. Geeeniaaal. Son las once de la mañana y está bebiendo.
Por fin, se da la vuelta y sus mejillas se sonrojan. Sus ojos son salvajes y
furiosos, su expresión angustiada, y es todo lo que puedo hacer para
mantenerme firme ante una emoción tan repentina—. Todos pueden irse a la
mierda —continúa. Su tono implica que yo puedo hacer lo mismo.
Las nubes se forman en el horizonte sobre las copas de los árboles, pesadas,
furiosas, del color del acero, prometiendo lluvia. Una ráfaga de viento débil
suspira a través de la pequeña cañada detrás de la capilla, alborotando el
cabello de Dash. Sopla los largos mechones en sus ojos, ocultándolos de la
vista, pero todavía puedo sentir la presión de su mirada aguda en mí. Me
sentiría así en la oscuridad y todavía tendría el sentido común de tener miedo.
Y seamos realistas. Le tengo miedo a este chico. Tiene el poder de hacer un
daño tan terrible. Ya sé que lo hará. Así que, por qué demonios, entonces,
pregunto —¿Qué te pasa? ¿Qué ha pasado?
Una sonrisa en su rostro puede ser lo más hermoso, pero también puede ser
lo más cruel. Da un paso adelante, riendo en voz baja, como si se tratara de
una broma privada de la que no estoy al tanto. —¿De eso se trata esto? ¿El
hecho de que metí mi lengua en tu garganta? Hombre. Tú caes fácil, ¿eh?
—¡Estúpido! ¡Déjala ir! —Agarro su mano y trato de abrir sus dedos, pero él
niega con la cabeza y aprieta más fuerte hasta que sus nudillos se ponen
blancos.
—Rompo las cosas que me gustan, cariño. Créeme. No quieres que guste de
ti. —Sus ojos son insensibles. Fríos. Duros. Y en este momento, le creo,
desear cualquier tipo de atención de él sería realmente muy tonto. Le suelto
la mano y me balanceo un poco hacia atrás para poder poner algo de espacio
entre nosotros.
—Lo hizo.
—¿Y te sientes mejor? ¿Ahora que sabes que no tenía mi polla en otra mujer
justo antes de tener mi lengua en tu boca?
—¿Por qué?
—Amigo, en serio. ¿Qué demonios estás haciendo? ¿Te hace sentir bien estar
absolutamente intoxicado en medio de..?
—Sí —dice—. Me hace sentir jodidamente fantástico. Y no es que importe,
pero no estoy intoxicado. No soy una chica de secundaria remilgada que no
puede manejar su licor. Podría beber desde ahora hasta la puesta del sol y
estar perfectamente bien.
—Oh. Claro. Por supuesto. Supongo que también te estás inyectando heroína
de forma regular, ¿verdad? —Estoy siendo sarcástica, pero una parte de mí
sigue como un cadáver, entumecido, temiendo su respuesta. No lo haría. No
podría.
—Si se siente bien y reduce toda esta mierda a ruido blanco, entonces estoy
dentro, princesa.
Wow.
—Dios, tú... —Niego con la cabeza—. Eres jodidamente patético, Dash. ¿Lo
sabes? Jodidamente estúpido también. Ya no tienes que preocuparte por
ignorarme en clase. No volveré a molestarte.
Nunca sabré qué lo puso de tan mal humor. Una cosa que sí sé es esto: si
aprisiona esa mierda y la mantiene reprimida dentro de él durante un período
de tiempo, eventualmente querrá salir. Emociones como esa tienen una
manera de morderte el culo cuando no las liberas. Yo debería saberlo. Por
supuesto, nada de eso importará cuando muera con una aguja colgando de
su brazo. Y lo hará, porque así es como terminan la mayoría de las historias
que cuentan con heroína.
Sé que es heroína.
No sé cómo lo sé, pero lo sé. Nunca la había visto antes, nunca había visto a
nadie inyectarse, así que estoy fascinada y aterrorizada a la vez cuando los
hombres del salón empiezan a quemar el polvo en las cucharas del juego de
plata de las bodas de Mimi. Una vez que el polvo se ha convertido en líquido y
parece alquitrán burbujeante, sacan el líquido marrón quemado en un conjunto
de agujas sucias.
Los rasgos del primer tipo se aflojan cuando arroja la droga en el hueco de su
brazo. Otro de los amigos de Jason toma el trozo de manguera de goma que el
primer tipo usó como torniquete de su brazo y lo aprieta alrededor de su propio
bíceps, luego se pincha y presiona el émbolo de su aguja, vaciándolo en sus
venas. Uno por uno, los amigos de Jason administran su veneno, cada uno de
ellos encorvados en la conciencia crepuscular en el sofá, sonrisas flojas se
extienden por sus rostros hasta que solo quedan Jason y Kevin.
—Ya sabes —dice en voz baja—. Podría darte tu dosis gratis. ¿Si deseas
utilizar un método de pago alternativo?
—Ese método de pago vale más que todos los H en el condado de Clarke, amigo.
Estás apuntando un poco alto.
El miedo que atravesó mis costados hace un segundo cede… pero no por mucho
tiempo.
—Pssshhh. ¿No sabes nada sobre oferta y demanda? —Jason se acerca y saca
la aguja que usó el primer hombre de la mesa de café, llenando el cilindro con
el líquido de la cuchara. Estoy de pie con la espalda contra la pared,
presionando mis palmas contra la textura quebradiza y con hoyuelos de la
pintura descascarada, el terror me atraviesa con cada inhalación de aire—. Un
mes —dice Jason—. Por el valor de un mes de H, puedes pasar un par de horas
con ella.
Un rayo de miedo atraviesa mi pecho. Kevin sonríe, encogiendo un hombro. La
forma en que sus pupilas se han dilatado lo hace parecer demoníaco. —Hecho.
Cada vez está más jodido. ¿Será capaz de perseguirme si salgo corriendo?
¿Podrá agarrarme antes de que llegue a la puerta? Incluso si no puede, Kevin
lo hará. Kevin no se ha inyectado, lo que significa que aún está lúcido, y me
mira como un gato a punto de abalanzarse sobre un ratón lisiado.
—Mejor haz lo que dice —se burla—. No querrías faltarle el respeto a tu viejo
ahora, ¿verdad?
No parece que vaya a ser bueno conmigo. Parece que está tramando todas las
formas en que me va a lastimar. Nunca antes había estado tan asustada. No
cuando he pillado a Jason mirándome lascivamente cuando mi madre está
distraída, y ni siquiera en ese terrible punto de inflexión, donde la presión
alrededor de un hueso se vuelve demasiado y comienza a romperse.
Kevin se pasa la lengua por los dientes, sus ojos brillan como diamantes negros
y fríos. —Eso es una buena chica. Entonces trabajaré en eso. Te desnudas
hasta la piel. No puedo esperar a ver lo que tienes debajo de esa gran camisa
que estás usando.
Kevin, hambriento y vil, asiente con la cabeza y luego se pone a trabajar, dando
golpecitos con el polvo marrón en la cuchara sucia que usó uno de los otros
hombres. Sostiene un encendedor debajo, pasando la llama sobre el vientre de
la cuchara, de modo que el resplandeciente parpadeo del fuego calienta
uniformemente el metal.
Me quito los jeans con manos temblorosas, sabiendo lo que tendrá que pasar a
continuación: mi sostén y mis bragas. El polvo ya se ha licuado y burbujea en
la cuchara. Kevin recorre con su mirada mi cuerpo demasiado delgado,
deteniéndose en mi pecho y en el punto entre mis piernas donde se encuentran
mis muslos.
Boom.
Boom.
Boom.
Boom.
BOOM.
—Bien. Puedo ver por qué Jason quería guardarte todo para él —La aguja está
lista, el líquido casi negro visible en su cavidad. La deja sobre la mesa de café
y luego se palmea el muslo—. Vamos. Ven, siéntate aquí. Deberíamos
conocernos, ¿no crees? —Cuando me siento, gritando internamente y presa del
miedo, me pregunta— ¿Alguna vez te ha besado un chico, Hannah?
—No señor.
Kevin está complacido con esto. Radiante. —Y... —Sus dedos, ásperos y
manchados de nicotina, recorren el interior de mi pierna, vacilando en la mitad
del muslo—. …¿Qué hay de tocar? ¿Alguna vez dejaste que un chico te tocara...
aquí? Su mano se mueve más alto. Mucho más alto aún, por mi costado, sobre
mi caja torácica. Muerdo un aullido de animal asustado cuando pellizca mi
pezón entre sus dedos.
—N-no, señor.
—Eso es bueno. Eso es muy bueno. ¿Y qué hay de…? —Empieza a deslizar su
otra mano hacia abajo, entre mis piernas, y por un momento distorsionado,
todo se siente tranquilo. Luego, sus dedos sondean, se retuercen, exploran
partes de mi cuerpo que nunca, nunca debería tocar, y reacciono.
—Maldita perra. Voy a... ¡matarte… joder! —Como una escena de una película
de terror, la columna vertebral de Kevin se arquea lejos del respaldo del sofá y
se desliza por el suelo. Se quita la aguja del ojo, temblando como un monstruo
de una pesadilla, y toda la escena es demasiado, demasiado grotesca,
demasiado inquietante.
Cuando recupero el aliento, Kevin ya no está temblando. Está muy quieto, con
las piernas abiertas, los ojos fijos, mirando al techo y la parte delantera de su
camiseta del equipo John Deere está cubierta de saliva y sangre. ¿Está... está
muerto? Creo que debe estarlo. Corro a través de la sala de estar, agarro la
apestosa sudadera con capucha de Jason de donde está colgando del gancho,
abro la puerta de entrada y corro.
Está lloviendo. Mis pies están descalzos. Estoy desnuda salvo por la
repugnante sudadera con capucha que he envuelto alrededor de mis hombros.
El frío y la oscuridad no importan. Todo lo que importa ahora es mi escape.
Sin embargo, soy capaz de tomar mis propias decisiones y estoy seguro de
que no necesito que un buen hacedor me diga el desastre que estoy haciendo
con mi vida. He estado estresado. El tacón de los zapatos italianos de cuero
talla once de mi padre en la parte posterior de mi cuello es una fuente
constante de presión, y un trago de una petaca justo antes del almuerzo es
una manera perfecta de aliviar la tensión. No dejaré que Carina Mendoza me
reprenda como una niña incompetente, solo porque tiene su mierda bien
cerrada y todo es rosas para ella.
Si hubiera tenido Molly encima, lo habría hecho. Xanax habría sido aceptable.
Un Valium o dos. Pero no tenía acceso a ninguna de esas drogas, ¿verdad?
Entonces, tomé un trago de vodka, que es un jodido juego de niños en
comparación, y, sin embargo, ella se quedó allí, mirándome como si yo fuera
el mayor perdedor de la faz del planeta. Sí, no lo creo, amor.
Me abro paso por la parte trasera del edificio principal, despotricando enojado
para mí mismo en voz baja mientras me acerco a la entrada del laberinto
detrás de Wolf Hall. El laberinto fue diseñado y construido por un erudito
matemático en 1903. Es notoriamente difícil de resolver, con sus muros de
cobertura excesivamente altos y sus exasperantes curvas, pero los chicos de
Riot House nos propusimos resolverlo durante nuestro primer mes en la
academia. En 1957, la cabeza desmembrada de uno de los conserjes de la
academia fue descubierta en el mismo centro del laberinto. A los estudiantes
de Wolf Hall les encanta contar historias sobre ese desafortunado conserje,
afirmando que el fantasma de su cuerpo deambula por los estrechos pasillos
cubiertos de maleza, en busca de su cabeza. Las historias son una mierda.
Todo el mundo sabe que lo son, pero aun así nadie entra voluntariamente en
el laberinto en estos días. Nadie excepto Wren, Pax y yo.
Otra voz rompe el silencio. —Es inofensiva. Sólo estaba jodiendo con ella
antes —dice Wren, yo reconocería esa voz en cualquier lugar, en un tono
aburrido—. Estás empezando a sonar como una perra celosa, ya sabes. Y yo
que pensaba que sólo estábamos matando el tiempo.
La otra voz vuelve a hablar, tan familiar pero tan fuera de lugar que tardo un
segundo en reconocerla. —Quítale importancia todo lo que quieras. Esto te
gusta tanto como a mí. Adelante. Niégalo. La cosa es que he pasado mucho
tiempo viéndote actuar en tus pequeños espectáculos. Ya me he dado cuenta.
Si dejo de llamarte... —burlándose, sin aliento, jugando— …todavía vendrías
corriendo.
Me retraigo, escandalizado.
¿Qué carajo?
Al otro lado del muro del seto, escucho algo más que me obliga a retroceder
un paso: una cremallera que baja. —Mira —dice esa voz—. Te gusta mirar,
¿no? Te enciende. Te gusta verme tocarme. Te gusta verme correrme.
Doy la vuelta y me devuelvo por donde vine. Mientras me alejo del centro del
laberinto, tomando un giro equivocado tras otro en mi confusión, maldigo en
voz baja por una razón completamente diferente. No porque mi amigo
estuviera ahí atrás coqueteando con un chico, cuando siempre asumí,
siempre supe que era hetero...
...pero porque mi amigo estaba allá atrás coqueteando con nuestro profesor.
13
Oh.
Yo no era yo misma.
Me pongo de lado y me froto los ojos con los dedos. El cansancio me tira, pero
no hay posibilidad de que pueda caer en la inconsciencia ahora. Estoy
demasiado nerviosa. Los fantasmas del pasado acechan en las sombras de mi
habitación, con la intención de perseguirme hasta que salga el sol. Además,
si duermo, soñaré, y los sueños tienen la mala costumbre de convertirse en
pesadillas. Nunca he sido buena para salir de ellas. Yo…
En el pasillo.
Me han asignado esta habitación durante casi dos años. No hay una tabla del
piso en ese pasillo con la que no esté familiarizada, y la tabla del piso que
crujió es la que está justo afuera de la puerta de mi habitación. Mi pulso se
acelera, aunque no es necesario. La gente se levanta para usar los baños al
final del pasillo todas las noches. Es común que otras chicas en mi piso se
muevan por la noche. Pero... esto se siente diferente. Este no es el ruido sordo
medio dormido de alguien que se abre paso a ciegas en la oscuridad para ir a
usar el baño, o el paso apresurado de uno de los otros estudiantes de Wolf
Hall que se cuela en la habitación de alguien para ver Netflix después de
horas.
Esto... es un acecho.
Esto es un merodeador.
Una ola fría de alarma se precipita desde las plantas de mis pies hacia arriba,
azotando el interior de mi cabeza, haciendo que la habitación se balancee. Es
él. De alguna manera, sin ninguna razón para creer que lo sería, supe que
era el momento en que escuché ese crujido. Aparto las mantas y me dirijo a
la puerta, apoyándome contra la madera, como si tuviera miedo de que
intentara derribar la maldita cosa. —¿Qué diablos estás
haciendo? —Siseo—. Te van a expulsar. Deberías estar al otro lado de la
montaña.
Llevo una camisa de dormir de gran tamaño y ningún sostén. Fantástico. Mis
pezones están puntiagudos debajo de la tela, muy, muy, visibles en el aire frío
del pasillo.
Me río en voz baja, aunque el sonido está lejos de ser feliz. —¿Entonces?
Entonces ¿Qué demonios estás haciendo? Estaba durmiendo.
Él sonríe, mirando sus sucias zapatillas (¿dónde diablos están sus zapatos de
vestir?) La cabeza girada hacia un lado, y un rayo de energía eléctrica me
golpea justo en el pecho. Me deja extrañamente sin aliento cuando presencio
la forma en que sus ojos se arrugan en las esquinas. —No, no lo estabas.
Estabas acostada en tu cama, mirando al techo, negándote a tocarte, aunque
quisieras…
Bastardo inglés engreído. El descaro de él. —Oh, y supongo que iba a
masturbarme mientras pensaba en ti, ¿verdad, Lord Lovett?
Podría pegarle. Nunca he golpeado a nadie antes, pero me imagino lo bien que
me sentaría apretar la mano, cerrar el puño y lanzarlo contra la definida
mandíbula de este hijo de puta engreído. ¿De dónde demonios saca que
piense tan bien de sí mismo? Quiero decir, ¡vamos! —Vete a casa, Dash. Ahora
no es un buen momento para una visita social.
—Yo diría que ahora es un momento perfecto —Huelo alcohol en él. Del tipo
fuerte. Whisky, creo. Los chicos nunca se aventuran a subir al ala de las
chicas. Es muy fácil que te atrapen y las consecuencias son nefastas, debe
estar bastante perdido para siquiera considerar un comportamiento tan
imprudente.
Odio que mis mejillas se sonrojen. —Mira. Esto es lindo, pero estoy enojada
contigo, recuerda. Estabas siendo ...
Cruzo mis brazos sobre mi pecho, luego los desdoblo inmediatamente cuando
me doy cuenta de que estoy llamando una atención innecesaria a mis pezones
erectos. Dash Lovett no es un caballero. Si lo fuera, no se habría quedado
mirando mis tetas a través de mi delgada camisa de dormir, y tampoco estaría
sonriendo como un bastardo total en este momento. —Estabas enojado
porque te pillé bebiendo vodka —digo con los dientes apretados—. Y atacarme
se sintió mejor que admitir que estabas siendo un idiota.
—No lo soy.
Sonríe hasta tal punto que se forma un solo hoyuelo en su mejilla derecha,
que me sorprende como el infierno. Dashiell Lovett tiene un hoyuelo. ¿Un
hoyuelo bendecido por los santos? ¿Cómo puede el destino ser tan cruel?
—Parece que sabes mucho sobre mis motivaciones para alguien que no es un
psicólogo en formación —Se chupa el labio inferior con la boca y luego lo
suelta lentamente. Capto el destello de su lengua, y me arrastran de regreso
al capó del Charger de Pax, a sus labios chocando contra los míos, y su lengua
sondeando mi boca, sus manos en mi cabello y mi corazón latiendo con un
ritmo demente contra mi caja torácica.
Es como Jason. Como Kevin. Está usando. Él nunca puede significar nada para
ti.
—¿Y que si estaba enojado contigo porque me sentía estúpido? —se apresura
a decir—. Mira, sé lo que estás pensando.
—Que soy un adicto —Lo dice con facilidad, como si adicto no fuera una
palabra problemática, mientras yo me estremezco.
—¿Entonces mentiste?
¿Se supone que debo creerle? Los adictos tienden a mentir. Ellos también son
muy buenos en eso. Jason podría haber convencido a mi madre de que el
cielo estaba verde la mayoría de los días de la semana. De pie allí frente a
esas lápidas, le creí a Dash antes. Si tuviera que dedicar una cantidad
significativa de tiempo a sumar todas las razones por las que no debería
creerle ahora, todavía estaría parado en mi puerta al amanecer. Pero… el
resentimiento llena mis venas mientras doy un paso atrás, abriendo la puerta
de mi habitación un poco más. Los ojos de Dashiell se abren un poco,
claramente, no esperaba que yo le tomara la palabra.
Le arqueo una ceja. —¿Qué? ¿Quieres que te diga que te vayas a casa por
cuarta vez? —En un mundo perfecto, se daría la vuelta, caminaría por el
pasillo y saldría de la academia. Se iría y no miraría atrás.
—¿Puedo entrar?
Hace lo que quiere. Dice lo que quiere. Toma lo que quiere. ¿Qué importaría
si rechazara su solicitud? Lo haría de todos modos con una sonrisa pícara en
su rostro, porque no es una palabra que Dashiell Lovett ha escuchado a
menudo durante su vida.
No porque quisiera volver con mi madre. Ser acogida por Alderman fue lo
mejor que me pasó. Pero estaba la culpa. La culpa del superviviente, lo llama
Alderman. Salí de Grove Hill y nunca miré atrás. Mi madre no tuvo tanta
suerte. Mientras me convertía en una nueva persona con un futuro
prometedor y brillante, mi madre estaba atrapada en esa casa con Jason,
siendo golpeada hasta los huesos, trabajando sus dedos hasta el hueso para
alimentar las muchas adicciones de su novio de mierda. Aunque ella me dejó
con él. Ella sabía lo que él quería hacerme, y aun así me dejaba con él todas
las noches, cuando podría haberme llevado con ella al trabajo. Siempre solía
hacerlo, antes de que llegara Jason.
—Lo siento. ¿Debo tirar algunas cosas? ¿Hacer espacio para tu ego?
Sonríe, pero no llega a sus ojos. —Sólo una observación. No hace falta que te
pongas a gritar. Nunca mantendremos una conversación civilizada si me
agredes verbalmente cada vez que abres la boca.
Te diré lo que está haciendo. Se puso de pie; él está parado a solo cuarenta y
cinco centímetros de mí, y se desabrocha los jeans y se los baja por las
piernas.
Piernas tonificadas.
¡Tan grosero!
—¿Por qué crees que estoy parado aquí en ropa interior? Tampoco
encontrarás marcas de huellas en ningún otro lugar de mi cuerpo, amor.
Intenta encontrar una sola marca de aguja, te reto.
Así que... mintió. No debería hacer ninguna diferencia para mí. Si quiere
suicidarse con drogas duras, entonces es asunto suyo. Entonces, ¿por qué
me siento tan aliviada?
Dash voltea sus manos. —Nada en el dorso de mis manos. Nada entre mis
dedos. Nada en mis piernas ni en mis pies —Me muestra cada miembro y,
como una tonta desconfiada y equivocada, miro para asegurarme de que me
está diciendo la verdad. No tiene una marca en él. Ningún sitio de inyección.
Dashiell se pasa las manos por el cabello, que está un poco más seco que
cuando entró por primera vez en mi habitación, pero aún lo suficientemente
húmedo como para que los mechones se junten. —¿Cuál es la alternativa?
¿Se supone que nos vamos a conocer? ¿Compartir todos nuestros secretos
más profundos y oscuros? ¿Quieres salir conmigo, Carina Mendoza? —Se ríe
con frialdad—. Ya hemos pasado por esto. No soy factible. Soy follable. Soy
odiable. Soy muchas cosas... pero no quieres salir conmigo, Carrie. Puedo
prometerte eso.
—¿Y me conoces tan bien? —Estoy hirviendo, viva de ira, con la sangre
revolviéndose en mis venas, odiando el hecho de que este sentimiento
enfermizo y miserable de decepción brote en la boca de mi estómago. Me está
rechazando de nuevo—. No me digas lo que quiero y no quiero, idiota. No
sabes una mierda sobre mí. Si no estás interesado en mí, entonces ten las
pelotas para decir eso y ser claro en lugar de todo este baile, y eludir, y... y
ser tan malditamente inglés.
—Las líneas rectas son aburridas. ¿Dónde está la diversión en líneas rectas?
—Tienes que deambular y tomar la ruta más larga y oscura posible. Y además
de todo eso, no tienes tan claro tus motivos u objetivos que nadie puede
aclarar la cabeza...
» Así que, como dije. Es mejor que te olvides de mí, amor. Una vez que te
hayas corrido en mi polla, pasaré a la siguiente chica linda con un busto de
tamaño decente, y eso será todo. No sabrás nada de mí. No habrá ningún
mensaje. No iremos saltando, de la mano, por los pasillos de este basurero.
Te habré arruinado. Seré esta fea llaga de un recuerdo que nunca se va,
supurando en la parte posterior de tu cabeza, envenenando cada relación
futura que tengas porque hice imposible que confiaras en todos los demás
hombres. Y entonces estaré de vuelta en Inglaterra, sentado en mi mimado
culo, releyendo los clásicos y follando con las amas de casa porque no tengo
nada mejor que hacer. Sin pensar en ti... —Se acerca, toma un mechón de mi
cabello suelto y lo enrolla pensativamente alrededor de su dedo—. No te
recordaré. Sin importarme que te haya hecho daño —Hace una pausa, y aquí
es cuando finalmente llego a lo más bajo y despreciable. Porque sus palabras
duelen más que el filo de una navaja de afeitar, nunca me he sentido tan mal
como en este momento, pero sigo inclinándome hacia él. Sigo deseando que
me toque. Sigo mareada por su cercanía, y por el hecho de que puedo oler la
noche y la lluvia en su cálida piel, y por mucho que me odie por ello, sigo
deseándolo, joder.
Se acerca unos centímetros. Más cerca, todavía. Dios, su boca está tan cerca
de la mía que podría besarme. No se necesitaría mucho. Solo un par de
milímetros. —No se trata de conocerte, o de lo que quieres,
Carrie —susurra—. Me conozco. Soy una mala noticia para cualquiera,
cariño. No vayas pensando que eres especial.
Oigo su risa silenciosa. Afortunadamente, evito ver la ruinosa sonrisa que sin
duda lleva puesta. —Buena chica. Me hiciste creer esa vez —Se dirige a la
puerta y la abre, pero no sale de inmediato. Por supuesto, tiene que dar un
último golpe de despedida—. Me perdonarás si no te saludo la próxima vez
que nos crucemos.
—¿Se supone que debo estar molesta por eso? —Siseo—. Actúas como si
hubieras arruinado mi vida. Odio tener que decírtelo, pero he sobrevivido a
cosas mucho peores que tú, Dashiell Lovett.
—Oh, cariño —musita él—. Te equivocas. No hay nada peor que yo.
Sí.
Soy un idiota.
Si hace algo para meterse con Wren, y me refiero a cualquier cosa que tenga
un impacto negativo en mi amigo, lo destruiré.
Wren nunca ha sido de los que toman decisiones seguras. Es inteligente como
el infierno, pero eso a menudo no se traduce en cuidadoso. Realmente podría
estrangular al tonto bastardo. Si hubiera querido tener una cita ilícita con un
miembro de la facultad de Wolf Hall, podría haber elegido literalmente a
cualquier otra persona y hacer una mejor elección. ¿La señorita Naismith del
departamento de informática? Ella tiene un palo de una milla metido en el
culo, pero de nuevo, diciendo eso, es un buen puto culo. Podría haberse
divertido mucho con ella.
Y si todo esto se trataba más de experimentar con un tipo, entonces está bien.
No tengo ningún problema con eso en absoluto. Pero, ¿qué pasa con Sam
Levitan? Levitan es el jefe del departamento de matemáticas. Mucho más
caliente que Fitz. La demografía femenina de Wolf Hall está constantemente
meando y gimiendo por el hecho de que Levitan es realmente gay y ninguno
de ellas tiene ninguna posibilidad con él.
Oooh, mírate, siendo todo observador y mierda. Wren, que ha estado fingiendo
dormir durante los últimos treinta minutos, abre un ojo y me mira. Todos me
miran. Todos menos Carina, que mantiene los ojos fijos en la puerta, como si
estuviera fantaseando con escapar.
—Me das una mierda cuando no estoy prestando atención. Me das una
mierda cuando le presto demasiada atención. No hay nada agradable para ti,
Wesley.
—Bueno... —Fitz sonríe—. Dado que estamos siendo tan diligentes en el uso
de los títulos correctos de los demás en esta clase, creo que el doctor
Fitzpatrick está bien. No es realmente apropiado que un estudiante use mi
primer nombre.
Wren cierra el ojo que abrió, echando su brazo hacia atrás sobre su cara, él
está totalmente indiferente por mi pequeña excavación. Fitz, por otro lado, no
tiene el mismo tipo de cara de póquer que tiene mi amigo. Sus mejillas se
sonrojan. Se pasa una mano por el cabello en una acción que puede parecer
casual al resto de la clase, pero que a mí me parece muy agitado.
—Sigamos con nuestro trabajo, ¿de acuerdo? Ya que está tan fascinado con
mi clase de hoy, Lord Lovett, ¿por qué no viene aquí y juega un pequeño
juego? Dame un punto de conversación sobre El Conde de Montecristo. Creo
que deberíamos tener un pequeño debate.
Las garras están saliendo, ¿verdad? Al pobre bastardo no le gusta que le esté
haciendo pasar un mal rato. Probablemente, tiene miedo de lo que cree que
yo sé, y está tratando de intimidarme para que me comporte. Bueno, no soy
de los que se dejan intimidar. Tal vez sea hora de que Wesley Fitzpatrick se
dé cuenta.
Mis amenazas ya ni siquiera están veladas. Elegí esa cita del Conde de
Montecristo por una razón; mi atención no estaba enfocada antes. No estaba
enfocada en él, pero ahora que lo está, solo se necesitará un pequeño empujón
para impulsarme a la acción. El choque de nubes produce electricidad. La
electricidad produce rayos... y los rayos dan luz. Sus acciones tendrán
consecuencias, y yo soy una consecuencia con la que no quiere tener que
lidiar.
El falso acento inglés que repite como un loro es ofensivo. Para empezar, es
un acento británico, que no se parece en nada al acento de la BBC que mi
padre me inculcó cuando era niño. Si nos basamos en la impresión de Mara,
no sabe la diferencia entre un miembro lejano de la familia real y un extra en
el reparto del maldito 'Oliver'. Nunca había pensado en su existencia, pero
ahora lo hago... y decido rápidamente que no me mearía en ella ni, aunque
estuviera ardiendo.
—¡Oh Dios mío! Fitz! ¡No puedes dejar que diga eso! ¡Oh Dios mío!
Wren está sentado ahora, con las manos entrelazadas casualmente detrás de
su cabeza como si estuviera sentado en un sillón reclinable en la playa,
esperando que llegue la Piña Colada que ordenó hace cinco minutos. Hay una
pequeña y divertida sonrisa en su rostro. El júbilo de Pax es más abierto. Está
tirado en el suelo, apuntándome con el dedo como si acabara de hacer todo
su maldito año. —Salvaje, Lovett. ¡Maldito salvaje!
—Sí, eso fue jodidamente salvaje —Fitz suspira dramáticamente—. Muy bien,
su señoría. Soy un tipo liberal la mayor parte del tiempo, pero vamos. Eso fue
demasiado. Deberías disculparte con Mara.
—Bien entonces —Camina por el otro lado de su escritorio y saca una libreta
rosa brillante del cajón superior. La clase se amotina mientras él garabatea,
arroja el bolígrafo, arranca la hoja superior del bloc y me la
entrega—. Felicidades. Ahora eres el destinatario de la primera detención
oficial que tuve que emitir en todo el año. Espero que estés orgulloso de tu
logro.
Acepto el trozo de papel, inclinándome con una floritura. —Estoy jodidamente
extasiado.
15
—Qué idiota. ¿Puedes creer que me dijo eso? ¿Y qué diablos estaba haciendo
Wren, de todos modos? Se quedó allí sentado, sonriendo como un loco.
Debería haberlo noqueado o algo así. Eso es lo que habría hecho cualquier
chico normal.
Bebo mi jugo deseando con todas mis fuerzas que cambie de tema, pero estoy
segura de que no lo hará. —Sin embargo, Wren no es normal, ¿verdad? Ese
es el punto. Ninguno de ellos es jodidamente normal. Dash es grosero como
el infierno y cree que puede decir lo que le dé la gana. Así que sí —Asiento
con la cabeza para enfatizar—. Sí, puedo creer que te dijo eso. Porque es una
mierda. Y Wren es una mierda. Y Pax es una mierda.
—¿Pax qué? —Los ojos de Pres están muy abiertos mientras se sienta junto
a Mara. Uno pensaría que se habría hartado de Pax Davis después de la forma
en que él le habló en esa fiesta, pero no. Ella está tan enamorada de él ahora
como siempre. Incluso escuchar su nombre en el comedor de la academia
hace que se le pongan los oídos aguzados y se le dilaten las pupilas.
—Pax nada. No estamos hablando de Pax —espeta Mara. Suena como una
niña, irritable y petulante—. Estamos hablando de Dashiell Lovett y de lo
absolutamente detestable que fue conmigo en la clase de inglés de esta
mañana. ¿Dónde estabas, de todos modos? —Mara le da una mirada
acusatoria a Presley, como si estuviera personalmente ofendida por no haber
estado en clase para defender su honor.
Las mejillas de Presley cambian de color. —Mi mamá está en la ciudad. Ella
me llevó al médico y... —Ella se sonroja—. Ella me dio la píldora. Hackeó mi
cuenta de correo electrónico y leyó algunos de los fanfics que le he estado
enviando a mi amiga en casa.
Le digo, —¿Fanfic?
Presley parece que está a punto de morir de vergüenza. —Bueno. Sí. ¿Y qué?
Escribo fanfic. No es que lo publique en línea ni nada. La única persona que
lo lee es Sarah, y nunca se lo mostraría a nadie.
Los ojos de Mara bailan con picardía. Se acerca a Pres de forma conspirativa.
—¿De qué color es el cabello de la chica en esta historia tuya, pequeña zorra?
—Es rojo. ¡Lo que sea! ¡Dejar de reír! ¡El cabello rojo es mucho más común de
lo que piensas!
—No soy tan crédula como tu mamá, amiga. Sacas esa mierda de la papelera
en este instante.
—¡No!
—Disculpa.
Miro hacia arriba y me quedo sin aliento. Mi sonrisa desaparece. Wren Jacobi
está de pie junto a nuestra mesa con una taza de café para llevar en la mano
y me mira directamente. Mi lengua se siente como si estuviera hecha de papel
de lija. Sus ojos son de un inquietante tono verde, tan vívidos que no parecen
reales. Una pluma al azar se asoma del bolsillo en el pecho de su camisa de
botones negra medianoche. —Carina, ¿verdad? —Inclina la cabeza en un
ángulo, como si fuera un extraterrestre, todavía tratando de descubrir cómo
funciona el lenguaje corporal humano.
—Uhh... ¿Wren? —Mara agita una mano frente a mi rostro, tratando de llamar
su atención. Él la mira tan en blanco que hace que un escalofrío me recorra
la espalda. Mara sonríe coquetamente, sin embargo, eligiendo ignorarlo—. Oh
hola. Sí, ¿me recuerdas? Soy la chica con la que has estado enviando
mensajes de texto. ¿Mara? Tenemos una cita esta noche. ¿Me invitaste a
pasar el rato?
Wren parece confundido. Toma un sorbo de su taza de café. —Sé quién eres.
—Bueno. ¿Entonces…? —Mara se encoge de hombros, sosteniendo sus
manos en el aire—. ¿Qué estás haciendo? ¿Por qué estás coqueteando con mi
amiga justo en frente de mí?
—Sabes que sí —le digo con los dientes apretados—. ¿Qué quieres, Wren?
—Sí. ¿De dónde eres? ¿Por qué estás aquí? ¿Tus padres son militares?
Bien, ¿qué está pasando ahora mismo? Hago la pregunta en mi cabeza. Mara
lo pregunta en voz alta. —¡Oye! ¡Jacobi! ¡Que carajo! No me has hecho una
sola pregunta sobre mí. ¿Le estás dando a Carrie el tercer grado y de alguna
manera no estás coqueteando con ella?
Ella se arroja hacia atrás en su silla. —¿Es eso así? ¿De dónde vengo
entonces? ¿Por qué estoy aquí? ¿Mis padres son militares?
—¿Por qué no? —Su voz es tres octavas demasiado altas, la gente en la mesa
de al lado nos está mirando.
—Porque has dejado tus intenciones perfectamente claras —Él le apunta con
su taza de café—. Quieres que te folle. Quieres mi polla en tu boca y mis dedos
en tu coño. Eso es todo lo que necesito saber sobre ti.
Su mandíbula golpea el suelo por segunda vez hoy. Esta vez, mi mandíbula
se une a la de ella. Pres mira su comida, su cuello y su pecho se convierten
en manchan rojas. —¿Que…? —Mara jadea.
—¿Has preguntado una mierda sobre mí? —pregunta—. ¿Sabes algo sobre mí
que hayas aprendido a través de una conversación que hemos tenido, en la
que estabas tratando de conocerme?
—Porque los mensajes de texto que me has enviado son casi pornográficos.
No es una charla muy educada. No digo que haya nada de malo en eso. Me
encanta una buena foto de un coño tanto como cualquier otro chico...
Wren permanece desprovisto de toda emoción. Bebe otro sorbo de café. —No
es inteligente, enviar fotos íntimas de tu cuerpo a chicos que apenas conoces.
—¡Me enviaste una foto de tu polla! —Mara cruzó oficialmente la línea hacia
la histeria: población uno—. Si no soy inteligente por enviarte un desnudo,
¿en qué te convierte eso?
Wren la mira irse con un nivel de apatía sociópata. Sin embargo, parece
decepcionado cuando intenta dar otro trago de café y se da cuenta de que su
taza para llevar está vacía. La deja en la mesa y vuelve a centrar su atención
en mí. —Entonces, ¿de dónde eres?
Santo infierno. Tienes que estar bromeando. —¿Por qué demonios querrías
saber eso?
Solo sonríe.
Sonríe y se aleja.
Presley se aclara la garganta. —Puede que este no sea el mejor momento para
sacar esto a colación... pero tengo que decir que siempre me siento tan
invisible cuando este tipo de cosas pasan.
—Lo siento, señora Lambeth. Quería tener una ventaja en mis asignaciones.
Si las hago todas ahora, podré disfrutar de mi fin de semana —Técnicamente,
se supone que la biblioteca permanecerá abierta hasta las seis de la tarde
durante la semana, pero es raro que alguno de nosotros la use una vez que
suena la campana. Tenemos acceso en línea a la mayor parte del material que
necesitamos para nuestras tareas y escritorios para estudiar en la privacidad
de nuestras propias habitaciones. Además, la biblioteca está supuestamente
súper encantada, y admitiré que estoy muy asustada aquí una vez que
oscurezca.
Oh, carajo, ya casi estoy en la mesa. ¿Qué diablos voy a decir? ¿Qué diablos
va a decir? Estoy tan nerviosa que casi me doy la vuelta y retrocedo por donde
vine, pero me preparo en el último segundo, forzándome hacia adelante. Dejo
mi bolso en la mesa junto al libro de texto de matemáticas abierto de Dash, y
luego saco una silla y me siento antes de tener un momento de ansiedad y
huir.
De manera molesta, Dashiell ni siquiera levanta la vista del libro. Se pone
rígido, mirando fijamente a la mesa, con los párpados abiertos y sin
parpadear. Espera un segundo, suspira con cansancio y luego comienza a
ignorarme y continúa con su lectura.
No lo hace.
Estúpido.
—Estoy al tanto —Cierro mi mano alrededor del AirPod, luego deslizo mi mano
debajo de la mesa. No creo que me agarre de la muñeca y me abra los dedos,
pero no me arriesgaré—. No te preocupes. Esto solo tomará un minuto y luego
podrás recuperarlo. Necesito toda tu atención por un segundo.
—Buena suerte con eso. He estado luchando por concentrar incluso la mitad
de mi atención en cualquier cosa desde dos mil diez —Como para probar su
punto, vuelve a mirar su libro, arrugando la nariz—. ¿Sabías que los daneses
no tienen palabras para por favor? Extraño, ¿verdad? Surge la pregunta,
¿cómo podría pedirte que me dejes en paz ahora mismo si, por algún
inexplicable giro del destino, nos encontramos con que somos daneses?
Dios, lo voy a matar. —Eres literalmente la persona más frustrante con la que
me he encontrado, ¿lo sabías? Un segundo tienes tu lengua en mi boca, y al
siguiente...
Dash se sienta derecho, entrecerrando los ojos. Bien, bien, bien. Parece que
tengo al menos el ochenta por ciento de su atención. Eso será suficiente.
—Estaba actuando realmente raro. Ignoró a Mara, pero ¿adivinen qué? Tenía
un montón de preguntas para mí. Extraño. ¿Puedes pensar por qué podría
ser eso? —Alderman odia el sarcasmo. Dice que es la forma más baja de
ingenio. Ha tratado de entrenarme para que me salga de eso a lo largo de los
años, pero no ha tenido mucha suerte. Si estuviera aquí en este momento,
pondría los ojos en blanco con tanta fuerza que se dañaría un jodido músculo.
—Sí, sí, ya sé que está fuera de sí. Por favor, Dash. No estoy bromeando,
¿bien? Si está planeando desenterrar la suciedad de mí para ti porque piensa
que está haciendo su deber como un buen amigo o algo así, tienes que ponerlo
en claro. Dile que no hay nada entre nosotros.
Voy a tener un genuino ataque al corazón. —¿Quién dijo algo sobre Pax? ¿Por
qué Pax está involucrado ahora?
Dash se sube las mangas de la camisa hasta los brazos, exhalando un suspiro
irritado, y tengo que contenerme. Me mostró su piel sin huellas en mi
habitación anoche, cuando se quitó la ropa y se quedó allí en bóxers. Estaba
demasiado distraída por su pecho y su estómago para prestar mucha
atención a sus antebrazos, pero no puedo dejar de mirarlos ahora. ¿Qué me
pasa? Todo este tiempo, he tenido mucho cuidado, he sido tan diligente para
no arruinar y dejar que nada se me escape, pero Wren Jacobi está a punto de
descubrir mi mayor y más condenatorio secreto, ¿y yo estoy sentada aquí
maravillándome de los antebrazos de Dash?
Estoy enferma.
Miro hacia arriba y me está mirando. Por primera vez desde que nos
encontramos en esa sala de emergencias, me está mirando y no veo hostilidad
en sus ojos. —Carrie... —Traga saliva—. Mira, no sé a qué está jugando Wren,
está bien, pero haré lo mejor que pueda. Me aseguraré de que se mantenga
alejado de ti. Pero tienes que hacer una cosa por mí a cambio.
Lo ha dicho una y otra vez, pero esta es la primera vez que realmente duele.
Falta la postura y la arrogancia. Solo está el color suave y cambiante de sus
ojos cuando la luz incide en sus iris a través de las ventanas a su derecha. El
color me recuerda al mar, tan cambiante, brillante y cristalino en un segundo,
oscuro y de mal humor al siguiente. He albergado tal rabia hacia él durante
las últimas dos semanas, que este cambio repentino en... todo... me está
haciendo girar la cabeza. No puedo respirar a su alrededor. No puedo salir de
debajo. Me tiene atrapado.
—No digo eso porque no… —Él aparta la mirada—. Parece que todo lo que
hago es advertirte lo mucho que te van a lastimar si no me dejas de lado,
Mendoza. Pero no importa cuán mierda sea para ti, no parece que prestes
ninguna maldita atención. ¿Por qué es eso? Estoy tratando de salvarte...
—Detente.
—Deja de intentar salvarme, por el amor de Dios. Solo... quiero que seas real
conmigo. Eso es todo lo que quería desde el principio. Todo es una fachada
contigo. Un argumento. Un juego. Una mentira. Estoy tan harta de eso. Solo
quiero la verdad. Solo quiero... solo te quiero a ti —Me sonrojo furiosamente,
porque la verdad de esa declaración es tan abrumadora y aterradora que
quiero correr y esconderme de ella. Quiero retroceder y explicarle que no lo
quiero. Así no. Lo que quise decir es que solo quiero algo de sinceridad de él
y un vistazo de quién es realmente. Nada más. Nada menos. Me detengo de
tropezar torpemente con esa mentira desnuda solo porque vi lo hipócrita que
sería si lo dijera. Lo quiero así. Y si no puedo ser real u honesta con él, al
menos en esta pequeña cosa, entonces, ¿qué derecho tengo a sentarme aquí
y regañarlo por no darme la misma cortesía?
Los ojos de Dashiell se clavan en los míos durante mucho tiempo. Es como si
estuviéramos llegando a un acuerdo silencioso, pero todavía hay cosas que
deben resolverse. El músculo de su mandíbula se mueve, un músculo en la
sien. Él simplemente se sienta allí, claramente en conflicto.
De repente, Dash está hablando. Gira su bolígrafo sobre su dedo índice. —Mi
padre es el pedazo de mierda más grande que camina sobre la faz de este
planeta. Es un duque...
—Los hijos de los duques son Lords hasta que sus padres mueren y heredan
el título. Esa no es la parte importante. Mi padre es un maldito duque. ¿Tienes
idea de la presión que eso ejerce sobre una persona? Tiene todo mi futuro
planeado para mí. Una vez que termine en Wolf Hall, seré desterrado a Oxford,
donde tendré que estudiar política y economía mundial como él. Luego tendré
que convertirme en ministro del gabinete, como él también lo hizo. ¿Has oído
alguna vez el término, no puedes servir de una taza vacía, Carrie?
—Las tazas de mis padres estaban vacías incluso antes de que yo naciera. Mi
madre tenía una hermana, Penny. Ella era realmente hermosa. Ella fue la
primera esposa de mi padre y él la amaba mucho. Estuvieron casados durante
siete años, pero luego ella se enfermó y murió. Mi padre se casó con mi madre
porque ambos pensaron que los haría sentir mejor de alguna manera. No fue
así. Sus corazones todavía estaban rotos. No hizo nada mejor. Así que
pensaron, lo sé, ¡tengamos un hijo! Eso resolverá todos nuestros
problemas. —Se ríe amargamente—. Nací, el día de Año Nuevo, su bebé
milagroso. ¿Y adivina qué? ¿Me parezco a él? No. ¿Me parezco a ella? —Él
niega con la cabeza—. Nací, y sin culpa mía, a través de una puta lotería
genética de mierda, termino luciendo exactamente como ella. Maldita Penny.
La tía que ni siquiera conocí. Es extraño, realmente lo es. Algún día te
mostraré una foto. Me han castigado todos los días de mi vida y me han dado
una paliza por algo que no tenía absolutamente nada que ver conmigo. No
soy una buena persona.
—Dash…
Niega con la cabeza de nuevo. —Soy una taza vacía, Carina. No hay nada de
valor aquí —Se golpea el pecho con el puño—. Mis padres están muertos por
dentro, y yo también. Es de dónde vengo. Es quien me enseñaron a ser. Quien
quiera que estés buscando que sea... lo que sea que estés esperando que
pueda darte... no soy él. No soy ese chico. Simplemente... no puedo.
Lo miro tan fijamente, se siente como si estuviera mirando a través de él. Sus
ojos, su nariz, su boca, su cabello, la forma en que su camisa gris se tensa
sobre su pecho y la forma en que huele a menta y lluvia. Recuerdo la forma
en que gimió cuando me besó en la parte superior del auto de Pax, y recuerdo
la forma en que su corazón martilleaba en su pecho, y sé que no está diciendo
la verdad. Exhalo lentamente, me siento con la espalda recta y digo
—Mentiroso.
—¿Disculpa?
—¿Lo inventé, entonces? —Me fulmina con la mirada—. ¿Mi tía no está
muerta? ¿Mis padres no son idiotas?
—Oh, estoy segura de que tus padres son unos idiotas. Tenías que aprender
a ser un idiota absoluto de alguien, y eres tan bueno en eso, Dash. Debes
haber perfeccionado esa habilidad a una edad muy temprana. Creo que tu tía
también está muerta. Pero sientes cosas, Dash. Lastimas. Quieres. Necesitas.
Te importa.
—De acuerdo. —¿Cuál es el problema de este tipo? Anoche fue más duro que
el infierno. No le importó nada. Se deshizo de mí como si no fuera nada.
Ahora, huye de la biblioteca como si yo hubiera pateado su cachorro y se
fuera a llorar.
Hace una pausa, pero no mira hacia atrás. No tengo ninguna razón para creer
que va a intentar ayudarme, pero tengo esperanza. Si no lo hago, entonces
también podría irme de Wolf Hall esta noche. Alderman podría tener un auto
aquí para mí en una hora si lo necesito.
Aunque no quiero irme. Para la mayoría de los estudiantes de Wolf Hall, las
paredes de la academia se sienten como si se estuvieran cerrando sobre ellos.
El lugar puede sentirse como una prisión, encaramado en su mirador en la
cima de nuestra pequeña montaña. Aunque no para mí. Este lugar ha sido
mi santuario durante los últimos tres años. Mi hogar. Decidí hace mucho
tiempo que solo me iría si mi vida dependiera de ello. Y podría llegar a eso si
Wren no se preocupa por sus propios asuntos.
16
Me siento en el asiento del pasajero del auto, tiritando, mirando fijamente por
la ventana. Maté a ese hombre. Lo apuñalé en el ojo con una jeringa llena de
heroína y murió. Y ahora es medianoche y he hecho algo aún más estúpido. Me
dejé llevar por el costado de la carretera, luciendo como un animal medio
muerto, y hay un hombre sentado a mi lado, mirándome con esa mirada
extraña y curiosa en su rostro que me hace...
—¿Cómo te llamas, chica? —me pregunta el hombre. Parece sólido. Su piel, que
era de un marrón claro/dorado a la luz de los faros del auto, es más oscura y
rica ahora que la única luz es la que desprenden los instrumentos del
salpicadero del auto. Le miro a los ojos -Ohh tan, tan azules- por un momento,
respirando, aspirando entre los dientes como si él no pudiera descubrirme
haciéndolo. Como si no estuviera permitido. —Hannah —le digo—. Hannah
Rose Ashford.
Alderman tamborilea con los dedos contra el volante. —Bueno. Supongo que
nos acabamos de conocer y eso podría considerarse una pregunta personal.
¿Me dirás de dónde vienes para que pueda llevarte a casa?
—Creo que tal vez… deberíamos detenernos y traerte algo de ropa, Carina. Esa
sudadera con capucha que llevas está empapada. Y si la policía me detiene
ahora mismo, me meterán en la cárcel. Van a pensar que te lastimé.
—¿Disculpa?
—Oh. Lo hice. Lo siento. Me recuerdas a una chica que solía conocer. Su nombre
era Carina. Tenía ojos como los tuyos.
—Estaba visitando a mi familia allá atrás. Conozco esta zona bastante bien.
Cerca hay un CVS3 de veinticuatro horas —dice Alderman—. Entraré corriendo
y te agarraré algo cálido y seco para ponerte. Será suficiente por ahora.
Podemos conseguirte algo mejor por la mañana, ¿de acuerdo?
3
"Crappy Variety Store"; una cadena de farmacias que almacena suministros de salud y belleza, aperitivos, kitsch de
vacaciones, accesorios fotográficos y artículos de conveniencia que son de baja calidad ("crappy").
17
No hablo de mi familia.
Con nadie.
Estoy furioso de que Carina lo sepa ahora, pero cuando abrí la boca, no pude
forzarla a que se cerrara de nuevo.
Después de evitar con éxito a Pax y Wren toda la noche, me drogo tanto que
me desmayo boca abajo en el sofá de mi habitación y me despierto horas
después con un bolígrafo clavándose en la mejilla. Bajé el termostato cuando
entré antes y ahora mi habitación está tan fría como una tumba. Estoy en
bóxers, tiritando incontrolablemente, todavía jodidamente drogado, es la una
de la mañana y estoy tan desorientado que no sé quién soy ni dónde estoy.
Regresa en fragmentos.
Estoy en la casa.
Riot House.
Mis amigos están en sus habitaciones, durmiendo, espera, no. Escucho algún
tipo de música de metal fuerte a través de la estática que sale del televisor
montado en la pared de mi habitación, lo que significa que Pax todavía está
despierto.
Yo... whoa. Hombre, la vida es rara a veces. Soy el heredero de una puta
propiedad en Inglaterra. ¿Qué tan raro es eso?
Mi boca se siente como si alguien le hubiera arrojado la mitad del desierto del
Sahara mientras dormía, y mi polla está tan dura que realmente duele. Esto
siempre sucede cuando me drogo, una respuesta fisiológica extraña que es
más un obstáculo que entretenido. No es que tenga problemas para ponerme
la polla dura cuando no estoy drogado, pero que me jodan si no estoy duro
inmediatamente en el momento en que la cantidad más pequeña de THC llega
a mi torrente sanguíneo. Sentándome, me aprieto para ver si eso atenúa el
latido entre mis piernas, pero solo lo empeora. He estado duro durante horas.
Lo puedo decir porque me duelen las bolas como si fueran sacos de boxeo y
Connor McGregor acaba de irse a la puta ciudad con ellas.
Lo miro. Pax siempre tiene una expresión cautelosa y pétrea, pero esta noche
es aún más pétrea. Se ve realmente jodidamente infeliz. Él lo sabe.
Lentamente coloco el vaso en el soporte junto al fregadero. —¿No con Mara
Bancroft, supongo?
Pax toma un control de Xbox, arrojándose sobre lo que pensé que era una
montaña de ropa, pero resulta ser un sofá debajo de una montaña de ropa.
Reacciono instintivamente cuando me lanza otro control, atrapándolo en el
aire. Un segundo después, empuja una pila de camisetas dobladas del sofá al
suelo y estoy sentado a su lado, jugando Call of Duty.
Sus ojos están fijos en el juego, su mandíbula trabaja, sus pulgares golpean
ferozmente los botones del control, pero todo es un acto. Tengo toda su
atención. —Tal vez. —Levanta un hombro—. Está siendo un maldito idiota,
pero podría ser que lo tenga bajo control. ¿Qué piensas?
Esta es la conversación más profunda que he tenido con Pax. Alguna vez.
Hemos vivido juntos durante casi tres años y nos hemos provocado el uno al
otro, nos hemos enojado el uno al otro, nos hemos lamentado, hemos luchado
y luego hemos luchado un poco más por el placer de hacerlo. Sin embargo,
nunca hemos hablado realmente. Sorprendentemente, no es tan incómodo.
—Creo que él también está siendo un idiota. Pero no nos ha dicho lo que está
haciendo, por lo que no es como si pudiéramos decir nada.
—Por supuesto que podemos. Podemos sentar a ese cabrón y tener una
intervención —señala Pax.
—Exactamente.
—Sí.
—Sólo muévete.
La puerta se abre.
Estas son las situaciones en las que Pax cobra vida, cuando consigue destruir
algo. Lo he visto demoler suites de hotel con sus propias manos. No hay una
sola marca de televisores de pantalla plana que haya resistido a Pax Davis.
Nos ponemos manos a la obra rápidamente, conscientes de que lo que
estamos a punto de hacer generará mucho ruido. Habrá graves
consecuencias si nos atrapan aquí esta noche. Probablemente no nos
expulsarían, pero la vida sería mucho menos complaciente para nosotros, eso
es seguro. Llamarían a nuestros padres. Hecho. Estaríamos detenidos hasta
la graduación. Hecho. Y nunca se nos permitiría fraternizar con gente
después del horario escolar o los fines de semana. Hecho. Estaríamos
confinados en la casa. Hecho. Podría ser que realmente nos obliguen a salir
de la casa y regresar al edificio principal para poder vigilarnos.
Ninguno de estos resultados es aceptable, lo que nos deja con una sola
opción.
No te dejes atrapar.
Tengo el primer golpe del hacha. El peso se siente tan bien. Canta, silba
mientras corta el aire, ¡y el fuerte crujido! Que lo sigue es tremendamente
satisfactorio. ¡Siento esa grieta! en todas partes a la vez, mis dientes chocan,
y me tambaleo hacia atrás, mirando el agujero gigante que acabo de crear en
el antiguo escritorio de caoba de Wesley Fitzpatrick. Las astillas se levantan
en todos los ángulos; fragmentos más pequeños de madera llueven en el aire,
aterrizando en las mangas y las capuchas de las sudaderas negras que
usamos en nuestra aventura matutina.
—Algo como eso —¿A quién estoy engañando? Fue exactamente así. El capullo
trató de humillarme frente a la clase. Me habló como si fuera una pequeña
perra. Desde que mi padre me envió a Wolf Hall, Fitz se ha burlado de mí por
mi título. Y está jugando un puto juego peligroso con mi amigo. Si tuviera un
control más flojo sobre mi cordura, el escritorio habría sido la cara del hijo de
puta.
Pax se congela, el hacha en alto sobre su cabeza. Me mira, sus ojos brillan
como charcos de mercurio desde las profundidades de su capucha. —¿Qué
diablos fue eso? —sisea.
—¡Separémonos! —Pax me empuja hacia el ala oeste del edificio. Toma el este.
Ninguno de los dos se queda para debatir si esto es una buena idea. Hugh
tiene 50 años y duerme mucho, pero está en muy buena forma. La vacilación
no es una opción. Hacemos una pausa de más de un segundo y uno de
nosotros estará siendo atrapado.
—¡Detente! ¡Hijo de puta! —Hugh grita—. Espera a que te ponga las manos
encima, pequeño... —No puedo decir si viene detrás de mí o de Pax, pero no
me quedo para averiguarlo. Estoy corriendo. Estoy corriendo tan rápido, mis
pies, mi corazón y mi cerebro no tienen esperanza de seguirme. Me muevo
por instinto. Es solo el instinto lo que me hace detenerme, alcanzar la manija
de una puerta, girarla y entrar en la habitación.
Oscuridad.
Se enciende una luz y luego Carrie Mendoza está frente a mí, su expresión es
una mezcla de conmoción, miedo y furia. Hay un ladrillo en su mano.
Carrie parece que está a punto de hacer que todo mi mundo se derrumbe
sobre mi cabeza... pero luego suspira. —Métete debajo de la cama y no hagas
un solo sonido.
No hay nada digno en meterse debajo de una cama. Nada. Sin embargo,
prefiero deslizarme debajo de la estrecha cama individual de Carina que ser
arrastrado fuera de aquí por Hugh, así que me acuesto boca abajo y me meto
debajo.
Abre la puerta bostezando dramáticamente. —Oh… ¿Sr. Paulson? ¿Es... qué
hora es? ¿Está todo bien?
—Son casi las cuatro y media —gruñe Hugh—. ¿Por qué estás levantada?
—Yo-yo no lo estaba —Su voz está llena de sueño—. Estaba inconsciente. Los
golpes me despertaron.
—Bueno… ahh, no querría eso. No, no. Supongo que subió corriendo el
siguiente tramo de escaleras antes de que pudiera verlo. Vuelve a la cama
ahora. Te vas a resfriar. Y apaga la luz cuando termines de leer, ¿de acuerdo?
A la directora no le gusta desperdiciar energía, no importa cuánto dinero
paguen por estar aquí.
Él se para junto a la ventana, con una expresión distante que me dan ganas
de gritar. ¿Cómo puede verse tan aburrido después de eso? Pensé que iba a
tener un infarto. —Lo siento. ¿Qué?
Furiosa. Sí, diría que es una manera bastante buena de describir cómo me
siento en este momento en particular. Yo... podría... jodidamente... matarlo.
Mecánicamente, cruzo la habitación, todos los once pies de espacio, y agarro
mi bolso de donde está colgando del gancho detrás de la puerta. Saco su
estúpido AirPod del pequeño bolsillo con cremallera en la parte delantera, lo
golpeo en su palma abierta y luego hago un gesto hacia la puerta. —Bien
entonces. Tienes lo que viniste a buscar. Vete.
Por suerte para él, sus labios permanecen estáticos, presionados en una línea
plana. —Y… ¿Eso es todo? Me devuelves el auricular. Yo me voy. ¿Fin?
—Sí, el final absoluto, Dashiell. He tenido suficiente. La próxima vez que estés
corriendo por los pasillos de esta escuela en medio de la noche, siendo
perseguido por los de seguridad, asegúrate de olvidar qué puerta me
pertenece. Estoy harta de esta mierda. Ni siquiera estoy bromeando. Deberías
irte.
Hace crujir los nudillos, sus ojos saltan sobre mis rasgos como si estuviera
tratando de leer algo en mí. Se pasa la lengua por los dientes. —Lo
suficientemente justo.
Se dirige hacia la puerta, pero justo cuando está a punto de girar la manija,
hay un fuerte estruendo en el piso de arriba, seguido rápidamente por tres
golpes más fuertes y... ¿una bocina?
—¿Qué carajo? —Se vuelve hacia mí—. Necesito quedarme. Solo media hora,
hasta que se largue abajo.
—Dash...
—Lo digo en serio. Salgo ahora y no voy a llegar a cinco pies antes de que me
atrape. Me enviarán de regreso a Surrey antes de mañana por la noche, y es
abril, Carrie. ¿Has estado en el Reino Unido en abril? Hace frío, es húmedo y
miserable. ¿De verdad eres tan cruel?
La audacia de este chico. Lo juro, no tiene ni puta idea. —Yo no soy cruel.
Ese título está reservado específicamente para ti, idiota.
Se balancea sobre sus talones, arqueando una de sus cejas rubias. —Te lo
sigo diciendo. Si he sido grosero, ha sido por tu propio bien. Si estás lastimada
porque sientes que te he rechazado, entonces debes saber que lo hice por tu
propio bien.
—Oh detente. Estoy harta de escucharlo. Tus excusas se debilitan cada día
más. No soy una niña tonta que se hará añicos en un millón de pedazos en
el momento en que decidas que no quieres pasar más tiempo con ella. No
tienes idea de lo que he pasado o con lo que me he enfrentado en esta vida.
Si de verdad crees que serás lo que me romperá después de haber sobrevivido
a todo lo demás que ya me han lanzado, entonces me siento mal por ti.
—¿Crees que eres lo suficientemente fuerte para manejar cualquier cosa que
pueda lanzarte?
—Estoy diciendo que puedes hacer lo que quieras, Dash —Señor, ¿por qué
mi voz se tambalea tan fuerte?— Puedes hacer lo que quieras. No tendrá
ninguna influencia en mi vida. Ninguna en absoluto.
Dash me mira. Sus cejas se juntan en un nudo, las líneas se vuelven más
profundas, más profundas... y luego su frente se suaviza abruptamente. Sin
líneas. Sin fruncir el ceño. Nada. —Bien entonces. Como tú quieras. Ven
aquí —gruñe.
—Ven aquí.
No es tan simple esta vez. Dash es una enfermedad. Estoy infectada por él.
La única forma de recuperarse es tomando el antídoto. Deja algo de espacio
entre nosotros. Pero no quiero el antídoto. Quiero el puto dolor, y no puedo
convencerme de lo contrario.
¿Alguna vez trataste de evitar caer? Extender las manos, tratar de agarrarse
a algo, claro, pero una vez que ya has tropezado y tu centro de gravedad
cambia, no hay mucho que puedas hacer para evitar la caída hasta que
golpees el suelo. Te preparas para el impacto y esperas lo mejor.
Respirar solía ser tan fácil, algo en lo que ni siquiera pensaba, pero una gran
parte de mi cerebro se concentra en recordar cómo introducir y sacar oxígeno
de mis pulmones. Está tan cerca. Estoy empequeñecida por él. Es un pie más
alto que yo y fácilmente el doble de ancho. El olor fresco y frio del océano, la
menta y la hierba cortada asaltan la parte de atrás de mi nariz. También huele
a otra cosa. No puedo por mi vida señalarlo. El aroma único sustenta todos
los otros toques, uniéndolos de una manera adictiva. Siento que estoy al
borde de un gran desplome de azúcar, temblando de la cabeza a los pies.
Dash sigue el juego. —Bueno. Así que, si tuviera que... —Retira los dedos de
mi boca, arrastrándolos a lo largo de la línea de mi mandíbula, hasta la curva
de mi garganta.
—Eso suena como... un trato muy unilateral. —Respira, maldita sea. Respira.
—Y…
—Quiero ver —gruñe. No hay duda. Sin ordenar. Solo esta declaración. Me
dice lo que quiere y espera a que cumpla. Ha sido perfectamente claro, y esto
es parte de nuestro trato recién forjado, ¿verdad? Ambos conseguimos lo que
queremos, pase lo que pase. Desabrocho la camisa larga de seda negra que
me puse en la cama, mis dedos trabajando aturdidos en los botones, pero
Dash no puede esperar tanto. Solo consigo deshacerme de los dos primeros
antes de que se agache, deslice el material delgado por mi hombro, me
exponga y se lleve mi pezón duro a la boca.
Escuchar a cualquier chico decir eso, merodeando sobre tu pezón con las
manos en tu cuerpo, haría que una chica se desmayara. ¿Pero Dash? Dios,
¿escucharlo decirlo con su acento y ese tono áspero y posesivo en su voz? Es
tremendamente sexy.
—No fue retórico, amor —gruñe—. Dime —Trabaja rápido, desabrochando los
botones que olvidé hace un segundo—. ¿Estás mojada para mí? Si deslizo mis
dedos entre tus piernas ahora mismo, ¿qué voy a encontrar?
—Yo-yo no sé.
Está jugando conmigo. Esta es una especie de prueba. ¿No cree que yo esté
preparada para esto? Le demostraré que está equivocado. Pero tal vez…
Es tan jodidamente hermoso. Dash tiene una frialdad que nunca se derrite.
Puede congelar a una chica desde veinte pasos con una mirada mordaz. La
forma arrogante en que se comporta y el gran nivel de desinterés que emite
es intimidante como el infierno.
Es solo un chico.
Tiene la nariz rota. No está mal. Sin embargo, hay un pequeño nudo en el
puente que cuenta una historia. Tiene una cicatriz en la barbilla, una delgada
línea blanca que corre a lo largo de la línea de la mandíbula y que solo se
puede ver correctamente desde este ángulo, mientras estás más cerca,
mirándolo.
Está muy quieto. Su pecho apenas sube y baja con su respiración. Espera
pacientemente, completamente a gusto, hasta que levanto la mano y toco su
mejilla con los dedos... y se estremece. Me congelo, demasiado asustada y
demasiado terca para retirarme. —¿Qué, está bien que toque tu polla, pero
no tu cara?
Unas líneas iguales toman forma entre sus cejas. Las aplana, pero yo ya las
he visto como lo que eran: molestia.
—Absolutamente.
—La gente suele querer tocar mi polla mucho más de lo que quieren tocar mi
cara. Pero si quieres tocar mi frente, hazlo.
Dash bufa de nuevo. Es mucho más fácil averiguar en qué está pensando esta
vez; él se acerca y coloca sus palmas contra mis mejillas, acunando mi rostro
entre sus manos. Sus labios se mueven contra los míos, y este es un tipo de
beso totalmente nuevo. Hasta ahora, hemos mantenido los ojos abiertos,
mirándonos el uno al otro, demasiado cautelosos para perdernos de vista.
Nuestros intercambios han sido agresivos, un tira y afloja por el poder. Pero
los ojos de Dash ya están cerrados ahora. Deja escapar un suspiro de
resignación que me hace temblar. Es amable conmigo. No hay urgencia. No
pelea.
Cierro los ojos y caigo sobre él, sobresaltada por el giro que ha tomado. No lo
sabía. No tenía ni idea de que pudiera ser así. Mojo mi lengua en su boca y
su respiración se acelera, una de sus manos se mueve para sostener la parte
de atrás de mi cuello, la otra se desliza por mi brazo, rozando mi costado
hasta que me agarra de la cadera. Él me devuelve el beso, reclamando mi
boca, todavía ordenándome, pero tiene cuidado. Me sostiene como si me fuera
a romper o me desvaneciera en una bocanada de aire y se quedaría sin nada
más que mi recuerdo.
Debe estar pensando lo mismo. Salto a sus brazos al mismo tiempo que nos
empuja hacia la cama. No hay tiempo para los juegos previos. Sus manos
están sobre mí, ásperas y firmes, y yo respondo con amabilidad. Mi cuerpo le
responde tan perfectamente. Encajamos tan fácilmente. Cuando se coloca
sobre mí, mis piernas ya se están separando, haciendo espacio para él,
envolviéndolo alrededor de su cintura, tirando de él hacia adelante. Me besa,
gimiendo cuando mis senos se aplastan contra su pecho.
Me tenso, brazos y piernas bloqueados, el cuerpo rígido como una tabla. Dash
retrocede, con una expresión angustiada en su rostro. —No —dice.
—¿Qué?
—Dime que no me dejaste hacer eso. Dime que no eres una jodida virgen.
—Deberías haber dicho algo —Su voz está controlada, pero está temblando.
Puedo sentir su corazón palpitando bajo su caja torácica de nuevo, como la
noche de la fiesta, sentado encima del Charger—. No deberías… yo no
debería… —dice, corrigiéndose a sí mismo, pero lo interrumpo.
—No lo hagas. Por favor no lo hagas. Solo bésame, por el amor de Dios. Lo
estás haciendo raro.
—Carrie. ¡No es así como se supone que debes perder tu maldita virginidad!
Gimo, el sonido es una súplica sin aliento, y los músculos tensos de la espalda
de Dash se relajan. Se agacha una pulgada, su boca trabajando lentamente
contra la mía, la presión de sus labios firme y cada vez más insistente. Los
dientes de Dash se aprietan alrededor de mi labio inferior, y un brillante
chasquido de dolor me obliga a abrir los ojos. Me mira fijamente, la lujuria y
la ira cruzan su rostro, y es hermoso y aterrador.
—Yo también debería haber podido elegir, Mendoza —Su voz es baja, llena de
emociones conflictivas—. Esa es una responsabilidad que no habría asumido
a la ligera. No contigo.
—Carina. Oye, oye, oye, espera. Maldita sea, detente —Me agarra, su pulgar
en mi barbilla, sus otros dedos curvados debajo de mi mandíbula, guiando
mi rostro hacia arriba para que no tenga más remedio que mirarlo—. ¿Te
estoy lastimando?
—¿Cómo salir de aquí sin herir mis sentimientos? —Mi risa es débil.
—No —Me mira y la frustración sigue ahí, pero también hay algo nuevo. Algo
que se parece mucho a una preocupación—. Estoy tratando de averiguar
cómo hacer que esto sea bueno para ti, Mendoza. Jesucristo. No hay
repetición en esto. Solo tienes una primera vez, y soy el peor pedazo de mierda
del mundo. No quiero joderlo para ti.
—Pero…
4
Sustancia inflamable , a base de gasolina en estado de gel, usada en lanzallamas y en bombas incendiarias
de mí. Nada que no pueda manejar. Por segunda vez, aprieto mis piernas
alrededor de la cintura de Dash y lo atraigo hacia mí.
—Mierda. ¡Carina! —Muestra los dientes, gruñendo como uno de los lobos
que vimos revoloteando como sombras a través del límite del bosque, y no
puedo soportar más. Lo quiero crudo. Lo quiero salvaje. No quiero ni la mitad
de él. Lo quiero todo de él, incluso si eso significa dolor.
—Deja de salvarme —Le dije esto ayer en la biblioteca. Entonces era una
súplica, pero ahora es una orden. Dash debe escuchar la finalidad en mi tono,
porque me mira con una expresión inquisitiva y escrutadora que me roba el
aliento. Y luego sonríe con una sonrisa salvaje y desgarradora.
—Mierda, Dash.
Jadea, cae de lado, sus ojos se cierran, pero solo por un segundo. Está de pie
y arrodillado entre mis piernas de nuevo en un santiamén.
Sus ojos encuentran los míos y noto el borde oscuro y peligroso en ellos.
—Oh, no hemos terminado, amor —ronronea—. Ni por asomo. Es normal que
no te corrieras la primera vez. Aunque lo harás. Me aseguraré de eso. Te
mostraré cómo. Te entrenaré, cariño. Por esta noche, me conformaré con que
te corras en mi lengua.
Santa mierda. Me voy a morir de vergüenza más tarde, pero por ahora la
vergüenza no se acerca a cancelar mi deseo. Abro las piernas para él,
mostrándole lo que quiere y él tararea de satisfacción. —En caso de que
todavía no sepas lo que está pasando entre tus piernas —dice Dash, su voz
áspera como el papel de lija— estás mojada como el infierno y tu coño es el
tono de rosa más hermoso que jamás haya visto —Vuelve a caer sobre mí,
alternando entre sus dedos y su lengua, lamiendo y explorando cada
centímetro de mí. Estoy tan fuera de control que me balanceo contra su cara,
pidiendo más, más, más, y él me lo da. Cuando me corro, trato de alejarme
de él, tratando de salvarlo de la humedad que se extiende entre mis piernas,
pero él me agarra y me clava salvajemente en el colchón por las caderas.
En una escala del uno al diez, ¿en cuánta mierda estás ahora?
Si tuvieras que calificar tu nivel de 'jodido' en una escala del uno al cinco, uno
no está totalmente jodido, cinco está tan jodido que estarás lidiando con las
consecuencias de anoche hasta el final de los tiempos, ¿cómo calificarías tu
situación actual?
Hice lo mejor que pude para negarlo, pero vamos. ¿A quién estaba
engañando? Esto iba a pasar. Era sólo cuestión de tiempo. A pesar de toda la
mierda que traté de convencerme a mí mismo, de tener el control total. No
estoy interesado en ella, Carrie Mendoza no es más que una espina clavada en
mi costado; era plenamente consciente de que eventualmente terminaría en
esta posición. Bien, tal vez no en esta posición exacta. Me imaginé que
acabaríamos durmiendo en mi cama, que es mucho más cómoda que una
maldita individual, pero da igual. Lo sabía.
En una escala del uno al diez, ¿cuán insoportables serán tus amigos cuando
descubran que no solo te acostaste con la chica que dijiste que no te
importaba, sino que, de hecho, has desarrollado algunos sentimientos fuertes
por ella?
La puerta del dormitorio de Carina se abre de golpe y entra una chica con el
cabello rojo en llamas.
No hay tiempo para agacharse y esconderse. No hay tiempo para hacer nada.
Carrie se despierta instantáneamente, luchando por las sábanas.
Afortunadamente, ella ya estaba cubierta, hace mucho frío aquí. Me aseguré
de que estuviera cálida, aunque eso significaba que yo no lo estaba, y nada
de ella estaba a la vista. —¡Presley! Mierda. ¡Cierra la puta puerta! —ella grita.
—¿Qué? —Levanto las caderas para poder levantar mis bóxers—. Lo siento.
Nunca pensé que me encontraría en este ala de la academia con dos chicas
semidesnudas.
—¿De verdad estás tratando de fingir que no tuviste nada que ver con eso?
—No lo soñaría. Pero yo no soy de los que confiesan mis pecados frente a
extraños —Muevo la cabeza en dirección a Presley—. Sabes lo tímido que
puedo ser.
Presley asiente. —Sí. Por supuesto. Por supuesto —Ella sale por la puerta,
agarrándose a su toalla, dejando a Carina y a mí solos de nuevo.
—Sí —No puedo usar la sudadera con capucha que usé anoche. Nunca antes
había usado una sudadera con capucha en clase. Aparecer en una esta
mañana sería realmente tonto, considerando que los dos vándalos que
irrumpieron en la escuela anoche llevaban sudaderas negras. Por suerte para
mí, anoche estuvo fría como el infierno y usé un suéter ligero debajo de la
estúpida cosa para mantener el calor. Me puse mi camiseta y el suéter,
pasando mis manos por mi cabello. Carina todavía me mira
fijamente—. ¿Qué? Se lo merecía. ¿Nunca has querido bajarle los humos al
hijo de puta?
Ahh. Claro. Quiero decir... para los otros estudiantes de Wolf Hall, Fitz
probablemente parecería un tipo sólido. Él hace todo lo posible para que
nuestras clases sean divertidas y se muestra amable con nosotros cuando no
tenemos tiempo para completar nuestras tareas. Pero lo ha intentado
demasiado desde el puto principio, dejándonos maldecir y decir lo que nos da
la gana, como si pudiéramos ser nosotros mismos a su alrededor porque es
genial. Porque es esencialmente uno de los nuestros. Es patético.
Y eso fue antes de toda la mierda con Wren también. Ahora, tengo una razón
adicional para que no me guste el bastardo. —Le estábamos enviando un
mensaje —digo—. Está jodiendo con la casa. Pax y yo pensamos que era hora
de que recibiera una pequeña advertencia sobre su comportamiento. Eso es
todo. Parece que la gente de abajo está exagerando todo el asunto. Era solo
un escritorio y un par de sillas. Y la pizarra. Y el sofá gris.
—Solo su escritorio y… —Ella toma una respiración profunda—. Dios, Dash.
¿Es esta una extraña retribución por haberte castigado?
—Vas a tener que decirme qué es tan gracioso. Estoy tan confundida en este
momento.
Casi le digo. El secreto de Wren casi se escapa de mi boca como si fuera mío
para compartirlo, pero me salvó el penetrante chillido de la campana,
llamando a los estudiantes al primer período. —Mierda. Será mejor que me
vaya —dice Carina. Sin embargo, todavía no ha terminado conmigo—. ¿Nos
vemos en el observatorio esta noche? Creo que tenemos que hablar.
20
—Esto es lo que obtengo por ser un jodido caballero —Pax masajea su mano
derecha, mirándome como si fuera mi culpa que él tenga tanto dolor.
—Me agarré para que pudieras bajar por ese puto conducto de vapor. Estaba
siendo cortés, y ahora tengo la maldita lepra. ¿Se supone que tiene que salir
una ampolla así? —Me pone la mano debajo de la nariz, mostrando una
roncha de aspecto bastante asqueroso que, efectivamente, ha empezado a
ampollarse.
—No hay jodido zumaque venenoso en Nueva York —Él se baja la manga,
cubriendo la irritada erupción—. Nunca habría pasado si fuéramos a una
escuela en la civilización.
—Está bien, clase. Sí, sí, sí, está bien. Lo sé. Cálmense —Fitz ha entrado en
el salón. Va a arrojar su elegante maletín sobre su escritorio, luego se ríe
tristemente cuando recuerda que ya no tiene uno. Cuelga la correa de su
bolso de la esquina de una estantería en la parte delantera del salón, una que
hubiéramos hecho añicos anoche, si hubiéramos tenido tiempo, y se vuelve
hacia la clase—. Parece que algunos de ustedes tuvieron una noche agitada
anoche —dice. Con las manos en los bolsillos de sus jeans desteñidos y las
mangas de su camisa negra a medida dobladas hasta los codos, parece que
hizo un esfuerzo extra para vestirse para nuestra lección de hoy.
¡Ja! No había pensado en eso. Pax no tiene expresión, pero deja escapar una
risa perpleja. Desde la perspectiva de un extraño, esto definitivamente podría
ser una venganza para los chicos que se follan a la madre de ese chico. La
administración va a tener dificultades para culparnos de esto de cualquier
manera.
Wren no ha dicho una palabra sobre esta infracción. Estaba tirado en su sofá
de cuero cuando entré al salón hace cinco minutos, y en realidad parecía
entretenido por todo el asunto. Sin embargo, no salí a correr con ellos esta
mañana y tampoco conduje por la carretera con ellos. Al menos debe
sospechar que yo tuve algo que ver con esto.
—Voy a optar por creer que no fue ninguno de ustedes —dice Fitz—. Sería
bastante doloroso si lo fuera. Siempre pensé que compartía un entendimiento
con esta clase. Pero diré esto. Si alguno de ustedes tiene un hacha para
picar… —me mira fijamente— entonces realmente espero que vengan y
discutan su problema conmigo directamente en el futuro. No planeo
reemplazar mi escritorio, pero el resto de muebles, las cosas que reemplazaré,
no son baratas y lo estoy pagando de mi propio bolsillo, así que...
Mi maldito héroe. Puede llorarme un río. Gana seis cifras trabajando aquí y
todos sus costos están cubiertos. Tiene un gran apartamento en Mountain
Lakes que sé que es propiedad de la academia, y come aquí gratis de lunes a
viernes. Puede permitirse reemplazar un par de sillas y una pizarra. Mi
corazón no sangra por el hombre.
Fitz tose con fuerza. —Odio interrumpir su pequeño tête à tête5, muchachos,
pero estamos en medio de algo, así que podrían cerrar la boca y prestar
atención —Sus palabras gotean con veneno. Nuestros compañeros de clase
se ríen nerviosamente en voz baja y detrás del dorso de las manos, queriendo
burlarse y reírse de un profesor que nos ordena que nos callemos, pero saben
que es mejor no pensar que se saldrían con la suya.
—Lo siento —Pax le da una palmada en el pecho, una disculpa fingida—. Solo
estábamos tratando de averiguar qué tipo de mensaje se suponía que enviaba
este acto verdaderamente atroz.
Pax es excelente para leer señales. Si elige actuar en base a esas señales es
otra cosa. Sin embargo, ni siquiera me está mirando en este momento, por lo
que se pierde mi advertencia de ojos abiertos. Atraviesa a Fitz con una mirada
tan aguda que el otro chico comienza a sudar agitado. —No parece una
represalia de Edmondson —dice—. Probablemente habrían pintado un
montón de pollas en la parte delantera del edificio.
5
Frente a frente
Excelente. No en la nariz en absoluto. Buen trabajo, Pax.
—No, esto fue un ataque personal. Desde donde estoy sentado, parece que
quien hizo esto estaba tratando de enviarte un mensaje a ti y solo a ti.
Fitz mira a Pax hacia abajo, ensanchando las fosas nasales. Rebota sobre la
punta de los pies. —Sí. Bueno, como dije. Si alguien tiene un problema
conmigo, es mucho más inteligente venir y discutirlo cara a cara. Un
comportamiento como este es inmaduro. Habla de serios problemas de
desarrollo que deben manejarse con terapia —Continúa antes de que Pax
pueda responderle. Algo bueno también. Por el calor que irradiaba de él, Pax
habría dicho algo incendiario que nos habría metido en problemas.
Nos dice que veamos la película de Baz Luhrmann en lugar de leer el libro y,
por una vez, nadie se queja ante la perspectiva de la tarea. Hago lo mejor que
puedo para no mirar al otro lado de la habitación hacia el sofá debajo de 'El
beso' de Gustav Klimt. Casi lo logro también. Vi a Carrie ponerse los ajustados
jeans azules y el suéter gris esta mañana, así que ya sé lo bien que se ve. Sin
embargo, todavía me deja sin aliento. Sus jeans son ajustados, sí. El suéter
también. Sus tetas se ven jodidamente fenomenales tirando contra la lana.
Ahora que he visto lo increíble que se ve desnuda, es imposible mirarla y no
recordar...
Anoche fue increíble. Su piel. Su boca. Su coño, por el amor de Dios. Tan
apretado, tan húmedo, tan dulce. Tan perfecta. No tenía idea de cuán perfecto
hasta que hundí mi polla dentro de ella y encontré resistencia. Intenté
detenerme, pero ya era demasiado tarde. Ya estaba tomando algo que no me
pertenecía y...
6
Referencia a William Shakespeare
Mierda.
Soy mucho más cuidadoso durante el resto de la clase. Y cuando veo a Carrie
en el pasillo antes de biología, finjo que estoy preocupado con mi teléfono.
Fuera del comedor durante el almuerzo, cuando nos cruzamos en el pasillo,
miro a través de ella como si ni siquiera existiera, y eso es mucho más difícil
de lo que jamás podría haber soñado. Ahora que he sentido su piel sobre mi
piel, y he estado dentro de ella, y he mantenido su delicado cuerpo dormido
dentro del círculo de mis brazos, estoy oficialmente jodido. Durante tres años,
caminé por los pasillos y las aulas de esta academia sin darme cuenta de ella
ni una sola vez. Ahora, Carina Mendoza es todo lo que puedo ver.
21
Empujo la puerta del comedor para abrirla, dándole una mirada mordaz.
—Alguien irrumpió directamente. Tú lo hiciste. Recuerdas cómo tocar,
¿verdad?
—Yo no cuento. Soy una de tus mejores amigas, y como una de tus mejores
amigas, puedo entrar en tu habitación sin llamar si ha sucedido algo
escandaloso. De todas formas, no cambies de tema. No puedes tener una
fiesta de pijamas con Da... —Baja la voz a un susurro tenso—. ¡Con Dash
Lovett en tu habitación, Carina! ¡Te echarán!
Ella hace pucheros, pero luego se ilumina rápidamente cuando mira su plato.
Un segundo después, sostiene una salchicha empanizada en un palo,
moviendo las cejas. —¿Estamos hablando más grande que esto? O… —Su
rostro sonriente se convierte en una cara triste—. ¿Más pequeño que esto?
Bien, estoy un poco mareada por lo que pasó anoche. Quiero hablar de eso.
Ni siquiera sé por dónde empezar. —No puedo confirmar ni negar... —bromeo,
callándome.
—¡Whoa! ¿Qué pasa con esa sonrisa de comemierda? —Mara deja su
almuerzo en la mesa al lado de Presley, escupiendo su chicle en una servilleta.
Ella nos mira expectante, esperando el chisme, pero mi sonrisa se ha
marchitado por completo. No puedo contarle a Mara sobre Dash. Aún no. No
hasta que sepa qué diablos está pasando...
—Le mostré este lindo video de un perro en TikTok —dice Presley. Lo dice con
tanta facilidad, la mentira debe haber estado en equilibrio en la punta de su
lengua, lista y esperando. Abro los ojos, un poco sorprendida de lo
convincente que fue.
—Me gustan —dice Pres con la boca llena de comida—. Son deliciosas. A ti
también te gustan las salchichas empanizadas, ¿no es así, Carrie? No te
importa una buena salchicha empanizada de vez en cuando.
Que Dios me ayude, voy a matarla. Si Pres no tiene cuidado, Mara va a oír la
insinuación en su voz y sabrá que algo pasa. Si no tengo cuidado, Mara va a
echarme un vistazo y ver que soy diferente. Tiene que ser visible. Es como si
hubiera un cartel de neón sobre mi cabeza, parpadeando: "¡No virgen! No
virgen".
—¿Qué quieres decir con que estabas con él? —pregunta Pres—. Estaba en
casa cuando le dijeron. Damiana dijo que estaba en la oficina, pidiendo algo
de Aleve para los cólicos menstruales. Dijo que podía oírlo gritar al otro lado
del teléfono en la oficina del director Harcourt.
—Oh, él gritó bastante. Estaba furioso. Nunca había visto a nadie tan enojado
antes.
—Espera. Entonces, ¿estabas... en su casa?
Mara pone los ojos en blanco. —Sí. Anoche me sacó a escondidas y me quedé.
Su departamento es hermoso. El hombre tiene un gusto excelente.
Mara roba una de las patatas fritas que dejó Presley. —¿Qué pasa con ella?
¿Viene siquiera?
He recorrido todo este camino por nada. Bajo la lluvia torrencial, con truenos
sobre nuestras cabezas. La maldita puerta está cerrada y Dash ni siquiera
está aquí, y...
Me apresuro a pasar junto a él, muy consciente de lo terrible que me veo con
este horrible impermeable. Ni siquiera puedo bajar la cremallera de la
chaqueta.
Lo miro, temiendo la diversión que sé que estará en su rostro. Y ahí está. Sin
embargo, no es tan engreído como podría ser, lo cual es una pequeña victoria.
En lugar de desabrochar la cremallera, Dash baja lentamente mi capucha,
limpiando una gota de agua de lluvia de la punta de mi nariz. —Te ves...
Su ceja izquierda se arquea hacia arriba. —Iba a decir adorable, pero ahora
que lo mencionas…
—Gracias —Ahh, sarcasmo, mi fiel viejo amigo. Agarro la cinta para el cabello
de mi muñeca, lista para ir a la guerra con mis rizos, pero Dash me detiene.
—Definitivamente no —asiente.
—Entonces…
Se encoge de hombros. —No quisiera que se confundiera con todos los demás
LDL.
—Solo he estado aquí una vez —reflexiona—. Parece un gran esfuerzo llegar
aquí cuando está demasiado nublado para usarlo la mayor parte del tiempo.
Él tiene un punto. —Sin embargo, siempre hay pausas en las nubes. —Paso
la mano por el cañón del visor y lo saludo con cariño como a un viejo
amigo—. Solo tienes que esperar.
—¿Las estrellas?
Él asiente.
Su estoico estudio del telescopio termina abruptamente. Sus ojos están fijos
en mí, escaneando mis rasgos. —¿Y quién te dijo sobre eso, me pregunto?
—No me di cuenta de que era un secreto —Oooh, es por eso que te escabulles
en la oscuridad, espiándolo, entonces. Si pudiera golpear mi monólogo
interior, iría un paso más allá. Le golpearía su culo sarcástico—. ¿No se
supone que yo sepa nada sobre ti, Dash? ¿Se supone que debes seguir siendo
este enigma distante desconocido? ¿Un fantasma, atrapado detrás de mil
puertas cerradas?
Su expresión es pétrea, pero sus ojos… No puedo decidir si sus ojos han
cobrado vida porque estamos hablando de algo que le importa
profundamente, o si es porque está enojado que invadí su privacidad. —¿Y
cómo te hizo sentir? —Su voz es tan suave como la seda, suave como una
caricia, pero todavía parece que su estado de ánimo podría estar volcando
hacia los reinos de la molestia.
Dash vuelve su atención hacia mí, mirándome con esos ojos color avellana.
—Vamos a tener una fiesta pronto. Deberías venir. Creo que a ti también te
gustaría el techo allí.
Pasé por Riot House un millón de veces. Cada vez que bajé de la montaña,
miré a través de los árboles, tratando de vislumbrar claramente el lugar. La
estructura alta de vidrio, acero y piedra me ha inspirado una ardiente
curiosidad desde el momento en que supe que estaba allí. Tener la
oportunidad de explorar el lugar es muy parecido a ganar un boleto dorado
para la fábrica de chocolate de Willy Wonka. Pero…
—¿De verdad? —Se inclina hacia atrás contra el telescopio, con las manos
aún en los bolsillos y una sonrisa pícara se dibuja en la comisura de su
boca—. Parece que se sintió bien anoche.
Ugh. Lo juro por Dios. El tipo puede ser tan exasperante. —Eso no es lo que
quise decir, y lo sabes.
Dejo su pregunta sin respuesta y hago una de las mías. La única que tiene
sentido. —¿Por qué se molestarían?
—¿Es por eso que ustedes tres nos tratan como una mierda?
—Es una regla estricta y rápida, Carrie. Sin evadirse. Sin soluciones.
—Entonces sabrás que una regla como esa no se puede alterar. Y créeme. No
querrás que la rompa. Romper esta regla te haría daño. Y a pesar de cómo
todo esto pueda parecer y sentirse para ti... no quiero lastimarte, amor.
Falta la arrogancia que suele adornar sus palabras. El tono burlón también.
Es sincero en esto. Por primera vez, siento que me está dando la verdad, y
realmente apesta porque le creo. Rompí una regla por él. Regla número tres,
para ser precisos. Pero romperla nunca le haría daño. Solo me hará daño a
largo plazo. Espero que no llegue a eso, pero seamos sinceros. Probablemente
lo hará. Si rompe una de las reglas de Riot House, no será él quien sufra. Seré
yo, en manos de Wren y Pax, y por la expresión de su rostro eso sería muy,
muy malo.
Una horrible sensación de hundimiento tira de mis entrañas. —¿Y qué? ¿Eso
es? ¿Nos mantenemos alejados el uno del otro? ¿Descartamos anoche como
un error y nos evitamos hasta la graduación? —Por eso accedió a reunirse
conmigo aquí esta noche, para poder decirme que lo que pasó entre nosotros
en las primeras horas de esta mañana nunca más volverá a suceder.
Se aleja del telescopio y suspira con fuerza mientras se dirige hacia mí. Sin
embargo, aún no estoy preparada para enfrentarme a esas palabras. Debería
ser más valiente. Debería ser más fuerte, por el amor de Dios. Esto entre
nosotros ni siquiera ha empezado. No debería estar tan disgustada por su
final, pero no puedo evitarlo. Lo estoy. Retrocedo un paso, y luego otro, hasta
que Dashiell me acompaña hasta la pared curva del observatorio y mi espalda
se apoya en el antiguo yeso. Apoya sus manos a ambos lados de mi cabeza,
con una luz hambrienta y nueva en sus ojos.
—Oh, lo harás.
Ella es tan jodidamente hermosa que duele. Sus ojos son como chocolate. No
es chocolate con leche dulce, sino oscuro, como el cacao amargo y ácido que
te duele la boca. Sus labios están llenos y tan jodidamente suaves que mi
boca todavía zumba por el recuerdo de ellos en mi piel anoche. Soy un hijo
de puta estúpido y enfermo. Supe en el momento en que cedí y me quité el
guante con mis malditos dientes que me estaba metiendo en un mundo de
dolor aquí, pero estaba tan emocionado de correr por la academia, y estaba
tan harto de sentir que mis manos estaban atadas... y pensé ¡que se joda!
—No estoy en el negocio de hacer promesas que no puedo cumplir —El cambio
en Carrie es pequeño. Veo cuando su decepción la golpea y me afecta más de
lo que debería—. Dicho esto, nunca he sido un derrotista, Mendoza. Daré lo
que tenga que dar. ¿Será suficiente?
Soy un mendigo que intenta comprar la luna con un dólar. Este es el peor
comercio en la historia del trueque; no hay posibilidad de que ella acepte.
Solo que ella lo hace. Aunque soy indigno, Carrie asiente con la cabeza y
extiende su mano. —Todo lo que tienes para dar es suficiente.
Necesito mantener mi boca traidora cerrada, pero esto se siente mal, como si
la estuviera engañando con algo. Salí de restaurantes con demasiado cambio
en mi bolsillo y mentí descaradamente para obtener una mejor calificación,
pero no puedo dejar que Carrie entre en este acuerdo sin estar segura de que
sabe lo que está haciendo. Nunca podría vivir conmigo mismo. —¿Cómo
puedes estar tan segura?
Jesús, maldito Cristo. Estoy muy por encima de mi cabeza aquí, y no he sido
lo suficientemente bueno en esta vida como para haberme ganado un
segundo de la atención de esta chica, pero lo voy a aprovechar, porque una
oportunidad como esta no se presenta dos veces. Tengo suerte de estar aquí
experimentando eso ahora, por el amor de Dios, y no estar atrapado en
Inglaterra, ya prometido a una torpe potra pura sangre con la que mi padre
me tendió una trampa.
Así que la beso, y lo hago con más intención que nunca en mi vida. Su boca
es dulce y tentativa, pero no por mucho tiempo. Un movimiento de mi lengua
y la chica se enciende como si fuera una caja de yesca y yo la cerilla. Me pasa
los dedos por el cabello, enredando las manos en los mechones, y me pilla
desprevenido cuando me echa la cabeza hacia atrás. Me encuentro con su
mirada, con la boca ligeramente abierta, luchando por contener una sonrisa
ante su atrevimiento, y ella hace algo que hace arder una llama en la boca de
mi estómago: se pone de puntillas y me roza el labio superior con la punta de
la lengua, lamiéndome como si fuera la espuma de un puto chai latte.
—Oh, no acabas de hacer eso —le digo—. No lo hiciste —La agarro por la
cintura y la levanto, y ella grita de sorpresa. Dios, podría acostumbrarme a
ese sonido. Con mucho gusto sacaría ese pequeño grito de sorpresa de ella
todos los malditos días y todavía querría escucharlo de nuevo. Sus piernas se
envuelven alrededor de mi cintura. La llevo al otro lado del telescopio,
demasiado complacida para las palabras cuando ve el nido de mantas que
coloqué allí para nosotros antes de que ella llegara y sonríe.
—Presuntuoso —susurra.
Joder, ella es pura perfección. La dejo sobre las mantas, apartando su cabello
de su rostro, y la visión de ella acostada debajo de mí, con los pezones rígidos
y asomando a través de la fina tela de su camiseta, saca el aire de mis
pulmones.
Se supone que no debo tener esto. Se supone que no debo sentirme así. Me
he acostumbrado tanto a saber que mi padre me regateará como una ficha de
póquer en algún momento que no me he permitido imaginar cómo sería
realmente preocuparme por alguien. Parecía un ejercicio inútil. Y ahora aquí
estoy, arrodillado junto a una diosa, a punto de darme un festín con ella, y
mi estúpido corazón está haciendo todo tipo de gimnasia inesperada. Lo que
pasa con la gimnasia es que necesitas entrenamiento para realizar los
movimientos correctamente, y no tengo ni idea de lo que estoy haciendo.
Probablemente voy a terminar rompiéndome algo mucho más doloroso que
un hueso.
Intento ser cuidadoso cuando le subo la camiseta, pero no soy muy bueno en
eso. Mis manos no están hechas para eso. Jadea cuando le arranco la tela
húmeda del cuerpo. En un santiamén tengo mi propia camisa desabrochada
y tirada en un montón en el suelo. Me quito los zapatos. Los pantalones a un
lado. Carina ya se ha quitado los zapatos y los calcetines, empapados como
estaban, así que sólo le quedan los jeans y la ropa interior. Levanta las
caderas para que pueda quitarle los pantalones empapados de sus hermosas
piernas, y entonces dejo de hacer lo que estoy haciendo y me quedo
mirándola. —Mierda, Carrie. Eres la cosa más increíble que he visto nunca
—El cumplido se queda tan corto de lo que realmente quiero decir, pero me
he vuelto estúpido. Sus tetas, que se tensan contra el encaje naranja
quemado de su sujetador, son fenomenales. El cremoso oleaje de su piel se
desborda bajo el encaje, el rosa intenso de sus pezones se asoman por los
huecos, haciendo que mi polla palpite entre mis piernas. Sus bragas son
diminutas y negras, el material le llega hasta los huesos de la cadera, y quiero
arrancárselas con los malditos dientes.
Espero antes de aplicar más presión. —¿Está bien? —Joder, mi voz es tan
áspera, parece que me fumé dos paquetes de Marley Reds antes de salir de
casa para encontrarme con ella.
Carina asiente con los ojos muy abiertos y las pupilas dilatadas. Con cuidado,
coloca sus manos en mi pecho, sus palmas descansando sobre mis
pectorales, y está tan vacilante y tímida que tengo que contener un gruñido
de satisfacción. Ella me desea, pero todavía está un poco intimidada por mi
tamaño y mi peso, descansando sobre ella. Dios me ayude, pero soy malvado
por disfrutar la pequeña chispa de pánico que veo en sus ojos.
—Sí —susurra—. Estoy bien. Es... —Ella traga, y estoy hipnotizado por los
músculos en la curva de su garganta trabajando—. Se siente bien.
Deslizo los tirantes de su sostén sobre sus hombros con manos firmes y
posesivas. —¿Cuál es tu fantasía más oscura? —pregunto.
—Yo no... yo no... —Ella jadea cuando bajo y tomo su pezón en mi boca.
Paso mi lengua por su areola, mojándola hasta que la piel está resbaladiza y
reluciente. El monstruo dentro de mí gruñe su aprobación cuando sus muslos
se aprietan debajo de mí. —El hecho de que no hayas follado hasta ayer no
significa que no tuvieras fantasías, Carrie.
Mierda.
¡MIERDA!
Ella podría haber dicho cualquier cosa. Trío. Doble penetración. Chica a
chica. Vergüenza y humillación. Dominación. Cualquiera habría estado
caliente.
La cosa salvaje y oscura dentro de mí canta con deleite. Ella todavía no sabe
en qué se está metiendo, pero está a punto de descubrirlo. Le sonrío,
ahuecando su teta para poder sostenerla con fuerza mientras muerdo...
Carrie gime. Sus manos arañan las mantas, desgarrándolas, pero no me dice
que pare. Agarro su bonito pezón rosa entre los dientes y aprieto, esperando
a que ceda. Todo el mundo tiene su umbral. No se trata de superar la línea
en la que el placer desaparece y el dolor se impone. Se trata de encontrar el
punto en el que no puedes diferenciar entre ambos, y luego mantener el
equilibrio en esa cuerda floja durante todo el tiempo que te sientas bien.
Preciosa Carrie. Aún no ha aprendido nada. Ella no sabe nada. Pero ella me
tiene. Voy a mostrarle cómo se ve su oscuridad, y una vez que la enfrente,
será libre de abrazarla o huir de ella. Espero por Dios, por mi bien y por el de
ella, que ella la abrace. Ya puedo decir cuánto podríamos divertirnos juntos...
Su espalda se arquea sobre las mantas. —¡Ahh! ¡Ahh, joder, Dash! ¡AHH!
—Carina.
—Dame tu mano.
Aturdida, obedece, me ofrece su mano y la guío hacia abajo, entre sus muslos.
—¿Sientes? ¿Ves lo húmeda que estás por mí, amor? Te has empapado toda
la ropa interior.
Intenta apartar la mano, pero la tengo por la muñeca. —No lo hagas. ¿No se
siente bien? —Aplico un poco de presión, empujando sus propios dedos hacia
abajo sobre la tela mojada, y se estremece.
—Sí —susurra.
Está indecisa, puedo decirlo. Oh, ella quiere correrse. Quiere tanto. Pero…
Ella se sonroja, pero escuchó el tono de mi voz. Ella sabe que no estoy
jodiendo. Levanta el culo y desliza la pequeña tanga negra sobre sus caderas.
Gimo en voz baja mientras la veo deslizar el material por sus piernas, y
luego...
Ella deja caer sus piernas abiertas, y maldita sea. Pensé que tal vez había
recordado la noche anterior con lentes de color rosa. Estaba oscuro y mis
sentidos funcionaban a toda máquina. Sólo la he visto a la luz de la luna.
Esta tarde pensé que podría haber imaginado que su coño era tan hermoso,
pero ahora que tengo luz real para trabajar, es aún más magnífico.
Esto debería ser interesante. —¿Les gusta qué? —Aprovecho para ponerme
de pie y quitarme los bóxers. Carina se queda mirando mi polla mientras se
libera, sus ojos ocupan la mayor parte de su rostro; parece aturdida.
—Bueno. Entonces haz lo que te dije que hicieras. Tócate a ti misma también.
Extiéndete. Quiero verte abrirte como una flor para mí.
Esto hace que el color vuelva a sus mejillas. Recuerda lo que iba a decir hace
un momento. —A los chicos no les gustan las chicas con… —Dios, es tan
jodidamente adorable cuando se siente avergonzada—. Con coños porno muy
bonitos. No... no extra... um ...
No puedo verla sufrir más. Es doloroso quedarse parado y ser testigo de sus
tropiezos. Pronto será capaz de decirme cualquier cosa. No habrá ni una sola
palabra, por muy sucia que sea, que la haga sonrojarse. Todo a su tiempo,
sin embargo. —¿Estás tratando de preguntarme si me gustan los coños que
parecen pertenecer a un cabbage patch kid7, Carrie? ¿Una pequeña abertura
con un pequeño agujero debajo?
7
Muñeca de plástico.
—Oh Dios mío —Ella trata de juntar sus rodillas, horrorizada por lo que acabo
de decir, pero encajo mi cuerpo entre ellas en el último momento.
—No eres el único que... quiere algo para chupar —dice sin aliento.
Santo cielo.
¿De verdad acaba de decir eso? Repito sus últimas palabras en mi cabeza y,
sí, lo hizo. Parece que se está volviendo más valiente a cada segundo. —Oh
amor. ¿Quieres mi polla en tu boca? —Mi sangre ya no son plaquetas, células
y plasma; es gasolina de alto octanaje y está en llamas. Es un milagro que no
suba en una bola de llamas y humo negro cuando ella asiente.
Una vez que siento que vuelvo a controlarme, me bajo de ella y me muevo,
girando en la posición perfecta. Tumbado de lado, tengo un asiento en
primera fila para el espectáculo de "Carina Mendoza, metiéndose los dedos en
el coño". A Carrie no parece importarle que la esté mirando; está demasiado
fijada en la proximidad de mi polla. Me rodea con la mano con cautela.
Qué idiota he sido. Pensé con seguridad que podría aceptarla tocándome. Dejé
que muchas chicas me pajearan. Demasiadas. Una mano es una mano. Solo
que la mano de Carrie es diferente. Su toque vacilante y suave es curioso.
Inocente. Dulce, casi.
Una vez más, la cosa oscura y corrupta de mi interior ruge. Le gusta la forma
en que explora el tronco de mi polla. Pierde la cabeza cuando pasa sus dedos
por mis bolas, y luego las toma con la palma de la mano, juzgando su peso y
su tacto. Y cuando se inclina vacilante hacia delante y pasa la punta de su
lengua por la cabeza de mi erección, él ve putas estrellas.
Piernas cerradas.
Mandíbula apretada.
Manos apretadas.
Ojos cerrados.
Freno la creciente explosión de placer antes de que sea demasiado tarde. Pero
apenas. —¡Mierda! Joder, Carrie. Jesús. Dios mío.
Hago una pausa lo suficiente para preguntar —¿Está bien? —Dos palabras.
Una pregunta. Es todo lo que tengo. Ni siquiera sube a tomar aire. Ella
asiente, e incluso ese movimiento casi me lleva al límite.
Ella solloza de nuevo. Me quedo muy, muy quieto, quiero sujetarle la cabeza
y follarle la boca TAN mal, pero no es así como necesita que sea su primera
mamada. Soy un caballero y mantengo mis movimientos de cadera para mí.
Sin embargo, Carrie se hunde más profundamente en mi eje ella sola. De
nuevo, ella solloza, sus caderas se mueven más rápido, y leo las señales, está
a punto de correrse.
Ella exhala, soplando fuerte y rápido por la nariz, gimiendo, y yo hago lo que
hay que hacer. Saco su orgasmo con mis dedos y mi lengua, usando ambos,
acariciando, frotando su clítoris con la punta de mi lengua cuando comienza
a temblar encima de mí, y pronto se cae a pedazos encima de mí.
No puedo detenerme.
Me suelta, sus hombros se mueven hacia arriba y hacia abajo, con una
expresión de alarma en su rostro. —¡Lo siento! Oh, mierda, ¿te hice daño?
—Siempre.
—¡Lo es! —ella ríe—. ¿Cómo puedes llamarlo mierda? ¡Es rojo brillante!
Ella me mira en silencio por un segundo, luego dice: —¿Stella? ¿Qué es eso,
un nuevo apodo del que no me has hablado?
Sus ojos se agrandan. —¿Qué quieres decir con que no me queda bien?
8
El Boeing 747, comúnmente apodado «Jumbo», es un avión comercial transcontinental de fuselaje ancho fabricado
por Boeing. Es conocido por su gran tamaño, y está entre los aviones más famosos del mundo.
accidente, porque ese era el nombre de la última chica con la que me acosté,
y te confundí.
Ella me pellizca con fuerza. Me pellizca de nuevo. —¡Oh Dios mío! ¡Será mejor
que bromees!
—Quieres que pelee contigo, ¿no? —Me golpea en las costillas, riendo, y así,
una parte fundamental de la codificación que me hace ser yo se sobreescribe.
Me doy cuenta de que estoy sonriendo. La agarro por las muñecas y la
inmovilizo contra las mantas, haciéndola girar para quedar encima de ella, y
estoy sonriendo, y ella está sonriendo. ¿Qué mierda es esto?
Nuestros cuerpos están ruborizados. Sus tetas se agitan, sus pezones sólo
piden que los chupe de nuevo. Santa mierda. Con sus manos restringidas
sobre su cabeza, muchos pensamientos oscuros y sucios comienzan a
formarse en mi mente. Las cosas que podría hacerle así.
Joder.
Sin embargo, ella ya se tragó mi semen esta noche. Mañana habrá tiempo
para más. La mitad de la diversión de esto es querer, y quiero mantener a
esta hermosa criatura hambrienta. Quiero que se despierte en medio de la
noche, desesperada por mi lengua en su clítoris y mis dedos en su coño. La
quiero en un estado permanente de excitación, hasta el punto en que, no
importa cuántas veces se corra por su propia mano, nunca será suficiente.
Ella siempre me querrá.
La suelto, rodando sobre ella, y Carrie suelta un pequeño gemido petulante
que casi me hace replantearme mi decisión y volver a subirme encima de ella.
—Es una burla —se queja.
Recuerdo mi primer día en Wolf Hall como si fuera ayer. Era mediados de
agosto y las temperaturas eran tan altas en New Hampshire que sufrí un
golpe de calor arrastrando mi maleta por el largo y sinuoso camino hacia la
academia. Alderman se había negado a llevarme más allá del pie de la
montaña. Lloré mientras cargaba la maleta detrás de mí, las tres millas bajo
el sol abrasador del mediodía. Alderman había sido la encarnación misma de
la bondad conmigo desde el día en que me recogió en el lado de la carretera
en Grove Hill, Alabama, por lo que no podía entender por qué me había dejado
a tres millas de mi destino. Un destino que eligió para mí, sin llevarme a salvo
hasta la puerta principal. No tenía sentido.
¡Mierda!
Soy una estatua viviente, una mano en la barandilla un pie levantado entre
el primer y segundo escalón de las escaleras. Un frío golpe de adrenalina me
golpea como una ola. Oh Dios, creo que voy a vomitar.
—Lo siento mucho. Yo… yo… —Nunca antes había estado en problemas en
mi vida. No tengo ninguna excusa para este tipo de comportamiento. ¿Qué
diría Mercy Jacobi? Probablemente algo sobre sacrificar gatitos a la luna de
sangre. Joder, no, eso no va a funcionar...
—¿Coerción? —Qué carajo ¿Cree que Dash me obligó a hacerlo? No, eso no
tiene sentido. ¿Cree que forcé a Dash a...
—El cuarto piso no es el más cálido, lo sé, pero las habitaciones son
significativamente más grandes que las habitaciones de los otros pisos. La
mayoría de los padres de las niñas pagan más por ese lujo. Alderman... —Ella
baja la voz—. Hace mucho tiempo, Alderman fue un buen amigo para mí. Me
aseguré de que mi gratitud por sus servicios se reflejara en su factura de
matrícula. Odiaría pensar que estaba tratando de, ahh, impulsar la amistad,
por así decirlo.
La directora Harcourt frunce los labios, golpeando el suelo con el pie con
impaciencia, como si dijera: Sigue. Ya es tarde. No tengo tiempo para esto.
—Hablé con la otra chica y me aseguró que todo era mutuo y franco. No tengo
más remedio que creer en su palabra. Sin embargo, ambas me dejaron en
una situación difícil. Chloe era el enlace alumno-maestro del cuarto piso.
Ninguna de las otras chicas es adecuada para el papel, lo que significa que
tendrás que asumir el trabajo, entre tus otras tareas para el club de ciencias.
¿Supongo que no será un problema?
—Uhh... —Todavía no tengo ni idea. Como, ninguna en absoluto—. ¿Por
supuesto?
Oh, mierda. Mierda, mierda, mierda. ¿Ella sabe que yo estaba ahí arriba?
Esto es realmente jodidamente malo. —¿Sí? —Espero a que caiga el hacha,
pero ella simplemente asiente con la cabeza de manera superficial y
profesional y hace crujir el nudillo del pulgar.
Ella sigue hablando. Sigo asintiendo. El zumbido agudo del ruido blanco ruge
en mis oídos, ahogando las palabras de Harcourt. Por un lado, estoy tan
agradecida de que parezca que me estoy saliendo con la mía con mi excursión
de medianoche cuesta arriba que tengo demasiado miedo para hacer
preguntas. Por el otro, solo... ¿qué? ¿Qué diablos está pasando?
—¿Qué demonios fue todo eso? —Subo las escaleras de dos en dos mientras
corro de regreso a mi habitación, tratando de desenredar la información
forzada que recibí en esa extraña interacción. Muy anormal. ¿Coerción? Tasas
de matrícula. ¿La amistad de Alderman con Harcourt? ¿Amistad? Sabía que
se conocían, pero por lo que parece, su conexión va mucho más allá. En el
tercer piso, abro la puerta de mi habitación, me quito la chaqueta húmeda y
me detengo a trompicones cuando encuentro a Chloe Khan dormida en mi
cama. O estaba dormida. Se despierta con una sacudida y se sienta, sus ojos
del tamaño de la luna—. ¡Oye! ¿Qué demonios estás haciendo?
Agrego esta nueva curiosidad a la lista de cosas raras que han tenido lugar
desde que volví a colarse a la academia. —No —respondo—. ¿Qué diablos
estás haciendo, Chlo?
Ella se frota los ojos. —¿Tienes idea de cuánto tiempo me tomó mover toda
esta mierda? Horas. Acabo de meterme en la cama y tengo que levantarme
temprano para el club de ajedrez. Lo tengo todo. Si falta algo de tu mierda,
ven a buscarlo por la mañana. Estoy cansada y necesito dormir. Vete, fuera
ahora.
Nunca soñé con tener una habitación como esta. No parece real que nada de
esto sea mío. Se vuelve real cuando encuentro el pequeño sobre blanco en la
mesita de noche de la izquierda, marcado con una elaborada C.
LDL IV
LDL IV. Lord Dashiell Lovett el cuarto. Dejo la tarjeta en la cama, dando
vueltas, tomando todo por segunda vez. ¿Cómo logró esto en el espacio de
cuatro cortas horas? Debe haber estado planeando esto todo el día. Lo más
importante, ¿cómo consiguió que Chloe se cambiara? El comentario de la
directora Harcourt sobre la coerción tiene sentido ahora. Nadie en su sano
juicio cambiaría este increíble espacio por mi pequeño trastero en la planta
de abajo, y, sin embargo, Dash de alguna manera logró que Chloe lo hiciera.
Oh Dios.
YO: ¡Dime!
LDL IV: La familia de Chloe está arruinada. Iba a tener que dejar WH.
Pagué su matrícula hasta la graduación. Ella estaba muy agradecida. Se
ofreció a intercambiar habitaciones.
LDL IV: SOBORNO. En su forma más suave. Ayudé a Chloe. Ella te ayudó.
Sin daño, sin falta.
Ugh. ¿Cómo se supone que me sienta con esto? La familia de la pobre Chloe
está luchando y Dash se aprovechó del hecho. Por otra parte... sin este
pequeño trato que hicieron, ¿Chloe tendría que dejar Wolf Hall e ir a otra
escuela?
Estoy lista para la cama. Voy y me lavo el rostro en el baño del cuarto piso,
debatiendo la ética de esta bendición. En algún lugar entre cepillarme el
cabello y cepillarme los dientes, una arruga de culpa se forma en mi mente,
como las arrugas en mi nueva alfombra que simplemente no se quedan
planas. Sigo tropezando con ella mientras navego por mis pensamientos, y no
desaparecerá. Mi reacción fue ingrata. Cuando regreso a la habitación
desconocida y me subo a mi nueva cama muy cómoda, le envío un mensaje
a Dash por última vez.
LDL IV: Elegí los colores más fuertes y feos que tenían, solo para ti.
Buenas noches, Stella.
24
El invierno pasado, siguió a los demás cuando corrieron por el borde del
bosque, favoreciendo su pata trasera derecha, herida de alguna manera, y me
preocupé. Seguí esperando que él no estuviera allí la próxima vez que los
viera. Pero incluso si llegaba un par de minutos después que los demás,
cojeando y mirándome siniestramente desde los árboles desde una distancia
saludable, siempre venía.
Rasputin es el más feo de los cinco elegantes animales que rondan los
bosques que rodean Wolf Hall, pero también es mi favorito.
Cazan montaña abajo por la noche, razón por la cual, tal vez, nadie en la
escuela realmente los haya notado. Siempre estoy solo cuando los encuentro.
Que yo sepa, nadie más los ha visto nunca. Aparte de Carrie.
Tengo más sexo del que he tenido en mi vida. Debería sentirme en paz, pero
no lo estoy. Merodeo por los pasillos de Wolf Hall, revolviéndome en la piel,
trepando las malditas paredes. Nunca antes había experimentado algo como
esto; cuando no estoy con Carina, paso cada momento buscándola. Escaneo
el mar de rostros de los estudiantes mientras pasan junto a mí, esperando
que uno de ellos finalmente sea el suyo.
Estoy inquieto, sabiendo que está tan cerca y no puedo besarla. Estoy
hambriento de más de ella. Ahora conozco las curvas de su cuerpo
íntimamente. Sé a qué sabe cada parte de ella. Soy un adicto, esperando su
próxima dosis. Cada momento prolongado es una auténtica tortura.
—Solía tener terrores nocturnos —admite Pax. Me arroja las llaves de la casa
y luego sale del auto. Saqué la pajita corta para ir con él a Mountain Lakes
en busca de suministros. Esta fiesta se ha estado preparando durante mucho
tiempo. Pax se ofreció a sí mismo como maestro de la caza. Como maestro de
caza, podría haber ideado cualquier cantidad de juegos de fiesta jodidos y
extraños para que todos suframos. Sin embargo, Wren insistió en hacerse
cargo de las festividades esta vez. En circunstancias normales, yo mismo
habría luchado por el título, pero me alegro de que Pax y Wren lo quisieran.
Significa que puedo pasar a un segundo plano y no meterme en problemas.
Espero que eso sea lo que suceda, de todos modos.
—¡Ja! ¿Cómo fue eso? —Puedo imaginarlo ahora: Pax, esperando a que su
psicólogo salga de la habitación, y luego sosteniendo un encendedor contra
las cortinas y quemando todo el edificio.
—¡Mierda!
—Oye. Mira esto —Sin mirarnos, sostiene una caja de madera del tamaño de
una biblia con un mandala grabado en la parte superior. Pax se lo quita y
abre la tapa. En el interior hay decenas y decenas de pequeñas bolsitas con
una variedad de polvos de diferentes colores en el interior. Pax y yo silbamos
al mismo tiempo—. Mierda, Jacobi. ¿Cuánto te costó esto?
—Estarías bien —dice Pax—. Tu cráneo tiene como cinco pulgadas de grosor.
Hay muchas réplicas amargas que podría lanzarle, pero realmente no puedo
estar molesto. Una melodía inquietante se ha estado repitiendo en mi cabeza
durante las últimas dos horas y quiero subir a mi habitación para poder
escribirla antes de olvidarla.
—No seas tan brusco —me grita Pax—. No creo que puedas romper tu banjo
dos veces, pero nunca se sabe.
—¡Qué Mierda!
Ella deja el libro, dándome una sonrisa cordial que se ve y se siente con púas.
—Oye, Lovett. —Se da la vuelta, rodando sobre su estómago, y puedo ver
directamente su pequeña camisa negra ajustada. Lleva una diminuta falda
escocesa de cuadros como una especie de actriz porno: el trozo de tela plisada
roja, azul y verde ni siquiera cubre sus nalgas.
Presiono mis dedos en mi frente, cierro los ojos y suspiro. —Merce. ¿Qué
diablos estás haciendo?
—No seas tan chico. Abre tus ojos. Ahora eres un chico grande. ¿Por qué
diablos te alejas de una carne pequeña como una virgen de doce años?
Ella ríe. —Puede que haya manipulado un poco mi atuendo para tu beneficio.
—No deberías haberlo hecho —Por Dios, lo digo en serio. Si Wren entra aquí
ahora y encuentra a su hermana tendida en mi cama con sus tetas y su culo
a la vista, solo viviré para arrepentirme por unos segundos. Estaré muerto
antes de que mi cabeza golpee el suelo—. Tengo algunas cosas que necesito
hacer, Merce. De verdad. Me encantaría quedarme y charlar, pero…
Abro los ojos y la fulmino con una mirada fría y dura. Mercy es una jugadora
de juegos. Es tan aguda y astuta como su hermano, pero también es mucho
más egoísta. Este pequeño comentario suyo tiene un propósito, y su subtexto
es claro: sé algo que no te gustará que sepa, y quiero saber qué puedo sacar
de ti así lo aprovecho en tu contra.
—Mercy. Tú, mejor que nadie, deberías saber hasta dónde llegarás conmigo,
tirando de una línea como esa.
Ella sonríe, su boca es una barra roja, su lápiz labial resaltando contra la
pálida crema de su piel. Pasa la punta de la lengua por la base de los dientes.
—No sé de qué estás hablando.
—No trato con terroristas. Nunca. Si crees que tienes algo sucio mío, joder.
Ve a por ello. Dile a Wren. Dile a mis padres. Consíguelo impreso en el New
York Times si crees que lo publicarán. No me importa. No te acuestes en mi
cama y finjas que todo esto es una charla social inocente, de acuerdo. Te
conozco desde hace casi cuatro años. Sé cómo funciona tu mente y no tengo
el tiempo ni la energía para ello.
Mercy hace pucheros. —Boo. Eres aburrido. ¿Cuándo decidiste que divertirte
era un crimen?
Su falso acento inglés siempre fue una mierda. No ha mejorado nada. Ignoro
su triste intento de provocarme. Mantiene la expresión estúpida en su rostro
por un segundo, pero luego deja caer los hombros y pone los ojos en blanco.
—Bien. Bien. Lo haremos a tu manera. Quiero mudarme aquí.
Me río antes de que pueda detenerme. —¿Aquí? ¿En Riot House?
Parece que está a punto de arrojarse sobre mí y sacarme los ojos. —Sí, aquí,
en Riot House. ¿Dónde más crees que significa aquí?
—¡Cállate! Dios. En serio. No dirías eso si tuvieras que vivir entre ellos.
Ella se burla. —Sí claro. Como si cualquiera pudiera hacer que Wren hiciera
cualquier cosa. Necesitas plantar la semilla disimuladamente. Dile lo genial
que crees que soy. Menciona que crees que el lugar necesita algo de energía
femenina para equilibrar toda la testosterona.
Oh, esto es demasiado. Mercy, Mercy, Mercy. Ella no ha cambiado. Era una
mocosa mimada el día que la conocí, y lo seguirá siendo hasta el día de su
muerte. Me levanto lentamente, dejando el lápiz, y me pongo de pie al final de
mi cama, justo a sus pies. —Es una propuesta interesante.
Ella sonríe, satisfecha de sí misma. —Supuse que podrías pensar eso —Tiene
las piernas cruzadas a la altura de los tobillos. Es decir, hasta que los
descruza lentamente, deslizando seductoramente las piernas. Solo un poco.
Un par de pulgadas. Lo suficiente como para ver la entrepierna de sus bragas
de algodón blanco liso.
—Sí. Creo que me lo darás siempre que tengas la oportunidad —Me muevo
más arriba de su cuerpo, de modo que mis rodillas están entre sus rodillas.
Tiene los ojos muy abiertos y las pupilas dilatadas hasta convertirse en
túneles negros. Se lame los labios, su respiración se acelera. Desliza su mano
por la parte exterior de mi pierna hasta llegar a mi cintura, donde engancha
su dedo índice a través de una de las presillas de mis pantalones. No he
llevado traje en semanas.
—Bien. Supongo que... puede que tengas razón —Ella traga grueso, tratando
de aclarar su garganta.
Me bajo de ella y la agarro por los tobillos. La arrastro hacia adelante y se cae
del borde del colchón; su culo golpea el suelo con un fuerte golpe.
Agachándome frente a ella, me río fríamente en voz baja. —Yo sé que lo sabes.
Me lo imaginé cuando empezaste todo el asunto del chantaje. Pero también
sé que no le dirás nada a Wren. Pregúntame porqué.
—Piensa en todos los secretos que he guardado para ti a lo largo de los años,
idiota. ¿Quién le puso la llave al auto de Wren en Nueva York cuando estaban
borrachos? ¿Quién le dijo al general Jacobi que Wren hizo un agujero en su
pintura favorita? ¿Quién tiró la Medalla de Honor del General Jacobi por un
inodoro sucio en una gasolinera y luego culpó a su hermano?
Esta noche, todo es tan vibrante como cuando tenía siete años. Presley
camina a mi lado, mordiendo ansiosamente el interior de su mejilla. Mara ha
estado tratando de ser una mejor amiga para las dos últimamente; apareció
en mi puerta alrededor de las seis y anunció que se estaba preparando con
nosotras, lo cual no ha hecho desde hace mucho tiempo. Sacó su
estúpidamente cara colección de maquillaje y se puso manos a la obra con
Pres, aplicando una sombra de ojos negra ahumada con una raya verde
metálica justo en el centro del párpado, y el efecto es hipnotizante. Le peiné
el cabello en un mar de ondas castañas. El vestido que eligió para sí misma,
uno corto de color negro con paneles recortados en los laterales, que deja al
descubierto una buena cantidad de piel. Está fenomenal.
Las tres caminamos juntas por la montaña, tomadas del brazo, y siento que
somos los personajes de 'The Craft': brujas, nuevas en su poder, a punto de
levantar un infierno.
Me sonrojo, porque no tengo ni idea de qué más se supone que debo hacer.
Nadie se ha sorprendido nunca antes por mí. Confundido, sí. Desconcertado,
definitivamente. Sin embargo, en mi época como estudiante en Wolf Hall,
ningún chico se ha abalanzado sobre sus propios pies por mi culpa.
—Tienes que mirarlos a los ojos —dice Mara—. Muéstrales de qué estás
hecha. No puedes desperdiciar un escote espectacular como ese siendo
tímida, Pres.
—Tus tetas se ven magníficas esta noche —confirmo—. Incluso yo les di una
mirada.
Mara sonríe. —Pax se fijará en ti en cuanto entres por la puerta. Sabes que
lo hará. ¿Qué vas a hacer si intenta lanzarse sobre tu cabeza y arrastrarte a
su cueva? Así es como lo hacen los neandertales, ¿verdad?
—¡No es un neandertal!
—Odio decirlo, pero esta vez tendré que estar de acuerdo con Mara. En
realidad, no parece ser la bombilla más brillante de la caja.
—¡PRES!
—Está bien, está bien. Revisé sus solicitudes universitarias. Harcourt tiene
copias de todos ellos en el gabinete fuera de la recepción. Ella me dio la llave
para que pudiera agregar algo a mi archivo y, bueno, ya sabes, Chase y Davis
están uno al lado del otro. Alfabéticamente. Vi su expediente junto al mío y
no pude evitarlo. ¡Ni siquiera estoy arrepentida!
Otros estudiantes de Wolf Hall nos rodean, todos caminando hacia la entrada
principal del gran edificio que acaba de aparecer en la oscuridad que se
avecina delante de nosotras. Realmente es una casa hermosa, todos ángulos
únicos, líneas de filo de cuchillo y mucho vidrio. La luz resplandece a través
de las numerosas ventanas, haciendo retroceder la noche invasora. En el
interior, la música a todo volumen se derrama por las enormes puertas
abiertas de fresno.
No seré más que un recuerdo lejano de aquella vez en que se fue a vivir a los
barrios bajos de New Hampshire.
—Santa mierda —respira Pres—. ¿Qué demonios? Este lugar parece un hotel.
La obra de arte en cuestión ciertamente parece algo que podría haber salido
de la mente de Jacobi. Oscuros, arremolinados, de mal humor y enojados, los
cuadros que cuelgan de las paredes son definitivamente todos de la misma
mano. Ellos son buenos. Más que buenos. Son brillantes, en realidad, cada
uno es una tormenta furiosa capturada en un lienzo. Puedo ver que algún día
valdrán dinero. No es que lo admita nunca al alcance del oído del artista.
Mara baila el vals por el vestíbulo, abriéndose paso entre la multitud como si
fuera la dueña del lugar. Presley la sigue. Me quedo ahí por un minuto,
todavía tratando de asimilarlo todo: la sala de estar sumergida; los enormes
sofás seccionales; los lirios en jarrones caros; la gigantesca televisión de
pantalla plana; la mesa de centro de cristal que parece una obra de arte. Nada
es demasiado llamativo o ridículo. Sin embargo, hay un matiz sutil de riqueza
estupenda aquí, y me está volviendo loca.
Maldición.
Me he quedado atrás.
Pres choca su vaso con el de Mara sin dudarlo. Necesitaba algo de coraje
holandés en la academia solo para caminar hasta aquí. No tengo ninguna
duda de que evitará a Pax toda la noche, el tequila no ayudará con eso, pero
podría ayudar a calmar un poco sus nervios. A mí, en cambio, me gustaría
encontrarme con uno de los anfitriones de la fiesta.
La boca de Mara está arrugada como el culo de un gato. —Él se fue. Puedes
respirar —dice con amargura. La pobre Pres permanece inmóvil, sin embargo,
el vaso de chupito en su mano tiembla. Mara abre los ojos como
platos—. ¡Respira! Oh, ¡Dios mío, chica, toma un puto respiro!
Presley inhala, el aire tira de sus cuerdas vocales, creando el tipo de sonido
teatral que hacen los actores cuando respiran después de casi ahogarse.
Tomo su vaso y nos sirvo otro trago. —Joder, Pres. ¿Estás segura de que
incluso te gusta? Creo que estás confundiendo la atracción con el terror ciego.
Con mal humor, acepta el vaso de chupito y bebe el caro licor. Ella se lo toma
mucho mejor esta vez. —Son ambos —dice ella—. Las dos emociones están
intrínsecamente vinculadas ahora. Me excitaré durante las películas de terror
hasta el día de mi muerte. ¿Qué tan jodido es eso?
Los ojos de Wren destellan. —El juego de esta noche se llama 'Bag and Tag’
Las reglas son sencillas. Alrededor de la casa, hay bolsas como estas
escondidas, esperando ser encontradas —Sostiene una bolsita de plástico
diminuta para que todos la vean: plástico transparente, una pulgada
cuadrada y en la parte inferior, una pequeña cantidad de polvo blanco.
—¿Y entonces qué? —pregunta Boyd Lowrey, capitán del equipo de debate.
—Oh Dios mío. De ninguna manera —Mara se ríe detrás de su mano. Ella
está encantada incluso antes de darse la vuelta y verlo: el Dr. Fitzpatrick,
apoyado contra la puerta principal cerrada, con las manos en los bolsillos de
sus jeans. Los lados de su cabello se han peinado recientemente. Lleva una
sudadera con capucha negra con una raya gris que me resulta extrañamente
familiar.
—De mí —dice Wren. Asiente con la cabeza hacia Dash—. De él —Un guiño a
Pax—. Y él.
—No te preocupes, hombre. Fitz no está jugando nuestro pequeño juego esta
noche.
—¿Es eso así? —El profesor sonríe—. ¿Y por qué es eso?
—Porque no fuiste invitado aquí esta noche. Es una muy mala etiqueta
aparecer en la casa de alguien sin ser invitado, Wes. Muy grosero.
—Pero fui invitado. ¿No es así, Mara? —Fitz mira a Mara. Todos en la
habitación se vuelven para seguir su mirada. Y gracias al hecho de que Mara
está parada a tres pulgadas de mí, de repente descubro que hay doscientos
pares de ojos mirándome también. Incluyendo los de Dash.
Si yo fuera Mara, estaría roja como una remolacha y balbucearía bajo el peso
del ceño fruncido de Wren, pero parece que en realidad está disfrutando de
la atención. —¿Qué? No pensé que vendría —dice ella—. No hay nada de malo
en ser cortés de vez en cuando. Tal vez deberías probarlo, Jacobi.
Pero Wren solo sonríe. —Supongo que fue un buen trabajo, aplastar esa
Viagra —dice—. Cualquiera que encuentre un paquete azul, asegúrense de
dárselo al viejo imbécil la parte de atrás. Su polla probablemente no ha estado
dura en un siglo.
Mara resopla ante la mirada de Pres. Sus ojos duplican su tamaño normal y
sus labios se arrugan en un nudo apretado. Sacude la cabeza y se niega a
tomar el vodka con jalapeño que Mara acaba de verter en su boca.
Me alejo un poco de mis amigas, aun tratando de entender qué diablos está
pasando. Fitz se apoya en la encimera, con los codos apoyados en el mármol,
perfectamente como en casa. —Cuanto más tiempo lo tengas ahí, más tiempo
te va a quemar —Ofrece este sabio consejo como si no estuviera infringiendo
un puñado de leyes estatales ahora mismo. Lo está haciendo, ¿verdad? Debe
estarlo.
Presley gime, luego traga saliva, chillando cuando finalmente toma el maldito
chupito. —¡Mierda! ¿Quién…? —Traga saliva de nuevo, ahogando una arcada,
sus ojos llorosos como locos—. ¿Quién trae vodka jalapeño a una fiesta? Eso
es... jodidamente... cruel.
Estoy a dos segundos de agarrar a Pres y correr hacia la salida cuando Mercy
Jacobi se pasea hacia la isla de la cocina, con tacones de rascacielos y una
camisa suelta de seda negra que apenas le llega a la parte superior de los
muslos. Oh. Mierda. Definitivamente tampoco tiene sostén. Sus pezones son
muy visibles a través de la tela transparente de su vestido. Tengo que admitir
que estoy un poco impresionada cuando la mandíbula de Fitz no golpea el
suelo.
¡¿Qué diablos?!
El profesor de inglés hace una mueca y se rasca la lengua con los dientes.
Las mejillas de Mara se tiñen de rojo. —¿Qué? Nunca pretendí ser exclusiva
con nadie. Nadie ha afirmado nunca ser exclusivo conmigo
tampoco —agrega—. Hasta que no haya una conversación y se discutan las
reglas, no se me puede culpar por mantener abiertas mis opciones.
El momento de sorpresa de Fitz ha quedado atrás. Está haciendo un gran
trabajo actuando con calma, pero no tiene energía. Él puede sonreír y
empujarla todo lo que quiera, pero el hombre está enojado. Me atrevería a
decir que está furioso. —Por supuesto —dice—. Eres una mujer joven. Puedes
dormir con quien quieras. Sabía que se estaba acostando con alguien.
Sospeché que eras tú. Ahora todo ha sido confirmado. Vaya cosa. Sigamos
con la noche y divirtámonos un poco, ¿eh? —Cada declaración sale recortada.
Demasiado corta. Demasiado dura.
—Tengo que ir al baño. Vuelvo enseguida —Fitz toma el trago de whisky que
ha estado bebiendo y golpea la isla con el vaso. Se marcha como una
tormenta, abriéndose paso entre la multitud sin decir una palabra más.
Mara me agarra del brazo y chilla como una niña emocionada de ocho años.
—Oh Dios mío. ¿Viste eso? ¡Estaba tan celoso!
Uh oh. Están saliendo las garras. No quiero estar aquí para esto. —Pres, ¿por
qué no vamos a echar un vistazo afuera? ¿Ves qué estrellas son visibles esta
noche? —Hago todo lo posible para alejarla de esta conversación que se está
gestando, pero Mara me agarra y me sostiene con fuerza.
—Oh no. No, no, no —dice ella—. Ustedes necesitan presenciar esto. Mercy
Jacobi está a punto de disculparse por ser una idiota.
—¡Oye!
Miro a la derecha y Dash está apoyado en el arco curvo que conduce a la sala
de estar, sosteniendo un vaso de whisky en sus manos. Dios, es tan
jodidamente guapo.
—Oye, sólo estoy corriendo al baño —le digo a Mara. Ni siquiera reconoce que
he hablado, así que aprovecho mi oportunidad y me voy.
Siento mi pulso por todo mi cuerpo cuando paso junto a Dash. Me sigue.
Puedo sentir su presencia en mi espalda, la forma en que sientes el calor
saliendo de una llama en encendida. Cuanto más se acerca, mientras me abro
paso entre la multitud que baila en la sala de estar, más caliente se vuelve mi
piel. Me estoy quemando cuando su mano rodea mi muñeca y me tira hacia
la derecha, guiándome hacia una puerta pequeña y estrecha, ubicada en un
hueco empotrado.
—Bien. Pero hay algo que tengo que hacer primero —Sus manos me tocan el
rostro y su boca me pilla desprevenida. Llevo toda la noche vislumbrándolo,
desesperada por estar cerca de él, deseando tanto que me bese, pero nunca
estoy preparada para la realidad. No es algo a lo que te acostumbres. En el
momento en que su boca se encuentra con la mía, mi sangre se convierte en
fuego líquido. Su lengua se desliza entre mis labios, tanteando y saboreando,
caliente y dulce, teñida del ardor del whisky que estaba bebiendo, y siento
que me derrito en él. Una de sus manos se posa en mi nuca y la otra se desliza
por mi costado hasta detenerse en mi cadera. Me atrae hacia él, de modo que
ya no hay espacio entre nosotros, y la firmeza, el calor y la solidez de su pecho
contra el mío hacen que mi cabeza de vueltas.
—Deberíamos quedarnos aquí para siempre —dice—. Que se jodan esos tipos.
¿Quién necesita amigos, de todos modos?
—Realmente.
—Mi dormitorio.
Es Wren. Tenía que ser, ¿no es así? Está parado en medio del pasillo desierto
con una botella de vodka en la mano. Sus pupilas se han tragado sus iris.
—Si estás buscando... el baño... —Parece perder el hilo de sus pensamientos.
—¿Estás drogado?
Me señala con el dedo, entrecerrando los ojos. —Tal vez. Eso explicaría los
extraños alfileres y agujas. Y por qué todo sabe a laca para el cabello. Creo...
creo... —Frunce el ceño y se frota los ojos con rudeza—. Creo que tomé la
ketamina. Lo que significa... que estoy a punto de estar realmente jodido.
Él hace una mueca. —¿Por qué no? Las plantas ayudan con la creatividad.
Les gusta la música.
—Me ofende mucho eso —dice con gravedad—. Soy muy bueno en la crianza.
Y, de todos modos. Son filodendros. Casi imposible de matar.
Reprimo una risa. —¿Son ellos los de las chaquetas rojas y los sombreros
divertidos?
—Son pieles de oso, Stella. Y sí. Son los que tienen las chaquetas rojas y los
sombreros graciosos —Habla en voz baja, reprendiéndome, con un afecto
familiar que hace que mi corazón se hinche. Me encanta cuando me habla
así, tan a gusto.
—Hola.
—Sí —responde. Sin artificio ni arrogancia—. Se siente bien ser visto por ti.
Dash sonríe, rozando su boca contra la mía. —Está bien, Stella. Seremos un
eclipse permanente. De esa manera, siempre estaremos juntos.
—Dios, realmente eres algo —Me besa—. Sigo esperando que esto se vuelva
normal. Pero eres jodidamente demasiado. Siento que no puedo recuperar el
aliento a tu alrededor.
El cumplido trae ese calor arrastrándose sobre mis hombros y hasta mis
mejillas; puede encenderme con un toque, pero me quemo con la misma
facilidad con sus palabras. Enrollando mis dedos en su cabello, enredo su
suavidad alrededor de ellos, deleitándome con la sensación. Gime, sus
párpados se cierran lentamente, su cabeza se balancea hacia atrás. Se abren
de golpe un segundo después, cuando uso mis uñas para rascarle ligeramente
la nuca.
A él le gusta esto. Es uno de los desencadenantes de Dash. Gruñe,
acariciando mi cuello, aplicando la cantidad perfecta de dientes a la piel
sensible allí, lo suficiente para hacerme balancearme hacia adelante contra
él, jadeando en voz alta.
Sus manos recorren mi caja torácica, los dedos recorren los aros de mi
sujetador, y la expectación es casi excesiva. Lo deseo tanto, joder. —Pareces
un poco agitada, Stella —reflexiona. Su aliento es caliente en mi cuello. Me
estremezco en sus brazos, lo que parece complacerle aún más—. ¿Necesitas
que te dé la vuelta y te folle, cariño? —susurra en mi cabello—. ¿Es eso? ¿Te
has excitado?
...y se rompe.
Él ensancha sus fosas nasales agarrando mi blusa. Veo lo que planea hacer
demasiado tarde. El material ya comenzó a romperse cuando grito. Medio
segundo después, desaparece, al igual que mi sostén.
Oh…
Mi…
Dios…
No le gusta apresurarse.
Durante la siguiente hora, me hace correrme tan fuerte que olvido en qué
planeta estoy.
Acaricia mi rostro, susurrando y animándome mientras tomo su polla en mi
boca. Y cuando finalmente me folla, hundiéndose tan profundo como puede
dentro de mí, me agarra por las caderas y me destroza.
Es hermosa.
Me embarga una oleada de emoción tan abrumadora que mis ojos arden, las
lágrimas comienzan a formarse...
Pequeños jadeos...
Florece...
En la oscuridad…
Y luego silencio.
Dash se aparta del piano, suspirando como si un peso que había estado
cargando durante mucho tiempo hubiera sido levantado inexplicablemente.
Déjame decirte, no soy un mojigato, pero es difícil sentirse cómodo con otros
siete tipos, corriendo con sus pollas afuera. Esto nunca sucedería en
Inglaterra. Incluso en los vestuarios, los tipos británicos usan toallas
sincronizadas alrededor de sus cinturas para preservar su modestia. Los
estadounidenses son mucho más libres con sus cuerpos, pero este tipo de
exhibición va más allá de los límites. Reconozco sus caras, mientras los tipos
atraviesan el vestíbulo, completamente desnudos, pero no puedo decirte sus
nombres. Todo lo que sé es que son estudiantes de Wolf Hall, están
jodidamente drogados y probablemente han estado follando con chicas (o
entre ellos) en el comedor formal.
Hablando de Wren…
—Se perdió toda la fiesta —Carina lo empuja con el pie descalzo. Hago una
mueca de dolor, esperando a que sus ojos se abran de golpe y nos apunten
con láser, pero ni siquiera se mueve—. Dios, no está muerto,
¿verdad? —susurra, inclinándose para estudiarlo más de cerca.
—Parece que ustedes muchachos tendrán que hacer una limpieza —Carina
se ve horrorizada mientras gira, asimilando la destrucción—. ¿Podría
quedarme y ayudar?
Le acomodo los rizos salvajes detrás de las orejas, sonriendo al ver sus
pezones a través de la camisa. Ni siquiera pudimos encontrar su sujetador.
—No pasa nada. Tenemos un equipo de limpieza reservado para las seis de la
mañana. Normalmente bajamos a desayunar a Screamin' Beans mientras
limpian el lugar, pero no creo que esta vez sea posible. Wren está fuera de
combate, y Pax... —Echo un vistazo a mi alrededor—. A saber, dónde está.
Probablemente desflorando a una virgen en algún lugar. ¿Dónde están tus
amigas?
—Ella no lo es. Y ella también estaba peleando con Mercy. No creo que ella se
estuviera enfocando realmente en Pres.
¿Mara vs Mercy? Ahora hay una pelea en la que me hubiera costado apostar.
—Lo último que supe es que esas dos eran como uña y carne.
Carina me mira sin comprender. —Quiero decir, sí. Está jodido, lo sé. Jugó
con lo que Mercy estaba diciendo porque le gustaba lo celoso que se ponía
Fitz, pero...
—Mierda. Mierda. Oh, Dios, esto no es bueno. —Paso mis manos por mi
cabello—. Espera. ¿Qué dijo exactamente Fitz cuando Mercy le dijo que Mara
se estaba follando a Wren?
Ugh ¿por dónde empiezo con esta mierda? Probablemente sea mejor salir y
decirlo. No tiene sentido endulzarlo. Va a sonar mal, no importa cómo lo
exprese.
Al principio, creo que 'tomó prestadas' las llaves del Charger de Pax. Nunca
he visto a ninguno de ellos en un automóvil además del Charger, así que me
sorprende cuando Dash me lleva por la parte trasera de Riot House y hay un
gran garaje separado entre los árboles.
Hace calor para los estándares de New Hampshire, pero todavía es antes del
amanecer. Envuelvo mis brazos a mi alrededor, temblando mientras él da
marcha atrás pasando un Mercedes SUV negro fuera del garaje. Solo cuando
Dash ha girado el auto y lo ha estacionado a mi lado, puedo ver que es un
Maybach. Cristo. Eso es un auto por valor de ciento cincuenta mil dólares allí
mismo. Solo lo sé porque Alderman siempre está pensando en comprar uno.
Voy a entrar, pero Dash corre para llegar a la manija de la puerta antes de
que pueda. —Puede que sea un pedazo de mierda, pero al menos déjame fingir
que soy un caballero —Me besa rápidamente en la sien mientras me coloca
de manera protectora en el asiento delantero.
—No tenía ni idea de que tuvieras auto —le digo, mientras se aleja de la casa.
El viaje por la montaña es corto. Se necesitan tres minutos para subir por la
carretera en zigzag. Antes de que me dé cuenta, Wolf Hall se materializa en la
penumbra del amanecer como un barco fantasma abandonado, flotando en
un mar de niebla.
Hace una mueca, fingiendo llorar. Creo que es la cosa más entrañable que he
visto en mi vida. —Mierda. Quiero colarme allí y abrazarte. Ojalá
pudiera —Aunque no puede. Tiene que ir y asegurarse de que los limpiadores
hayan aparecido en la casa y que Wren no se ahogue con su propio vómito
mientras duerme. Sé todo esto, pero eso no me impide gemir también. Lo beso
por última vez y salgo del auto.
Pax está apoyado contra la pared con un cigarrillo a medio fumar colgando
de su boca. Me guiña un ojo, y me golpea la sensación más fuerte de déjà vu:
con la rodilla doblada y la suela de su zapato izquierdo apoyada contra la
pared, y su cabeza echada hacia atrás con esa característica sonrisa de Pax
Davis en su rostro, se ve exactamente igual a como estaba en un Calvin Klein
que vi el mes pasado.
—Pax...
No importa.
En el rellano, Pax baja las escaleras, sombrío y listo para una pelea. Me ve y
se detiene. —¿Dónde está? —exige.
—¡NO! Todo el mundo estaría jodidamente muerto si acabara con tanta coca.
¿Qué hora es? Es plena luz del día. ¿Tal vez las nueve? Me duele la cabeza
por la falta de sueño. Las limpiadoras han venido y se han ido, y el lugar está
impecable, aparte del desorden que estamos haciendo ahora mismo. Estoy
seguro de que han encontrado y eliminado las bolsas que Wren escondió y
que no fueron encontradas por nuestros compañeros. Probablemente
estemos limpios. O lo estaremos, una vez que encontremos esa maldita caja
de madera.
—Mierda. —Esto no augura nada bueno. Estamos a salvo por ahora, pero
¿cuánto durará eso? Si Harcourt descubrió drogas en uno de los chicos de la
academia, entonces solo será cuestión de tiempo antes de que derramen el té
y le digan a la policía de dónde lo sacaron. Pax y yo intercambiamos miradas
duras—. Necesitamos levantar a Wren. Ahora.
—Lo juro por Dios, si me abofeteas una vez más, te arrancaré el maldito brazo.
Déjame beber el café. Déjame pensar —Wren es tan gris como un cadáver. Ya
vomitó una vez, y estoy seguro de que se está preparando otro lote. Le tomó
tres minutos y una jarra de agua helada despertarlo, y ha estado furioso
desde entonces. Nos da miradas asesinas tanto a Pax como a mí,
despellejando mentalmente nuestros huesos. Sé que esto es lo que está
haciendo porque lo dijo, joder, cuando le di una palmada en la taza de café y
le ordené que se la bebiera.
—Tal vez alucinaron los autos de policía —se queja—. He visto algunas cosas
jodidas en las últimas doce horas.
Pax se inclina y coloca las manos en las rodillas para poder mirar a Wren a
los ojos. —Te amo como a un hermano, hombre, pero si no pones tu mierda
en orden, te voy a dar una paliza. ¿Dónde diablos has puesto la caja?
Wren trata de pensar en esto. Parece que le cuesta mucho. —Lo último que
recuerdo es que estábamos tomando una copa en Cosgrove's. Patterson me
preparó un long island con un paraguas.
Oh chico. Esto es maaalooo, malo, malo. Los ojos de Pax están más abiertos
de lo que nunca los había visto. —¡Eso fue en marzo! ¿Qué diablos tomaste?
Pronto se lanzarán los puños. Ha pasado una hora desde que la policía pasó
por la casa, y no tenemos ni idea de cuánto tiempo tenemos antes de que
aparezcan en nuestra puerta. Al menos hemos tenido la oportunidad de
ducharnos, por suerte, ahí es donde Wren decidió vomitar, y vestirnos ahora,
para no parecer degenerados y apestar a alcohol. Pero si la policía se presenta
aquí con una orden de registro...
Por tercera vez, saco el teléfono del bolsillo y le escribo a Carina. Por tercera
vez, ella no responde. El mensaje que me envió anoche después de que la
dejé: «Te extraño. Llámame cuando despiertes. Necesito decirte algo»
parece aún más siniestro ahora que no contesta su teléfono.
—No estás hablando de Rufu... —Wren se vuelve hacia él—. Será mejor que
no hables de Rufus.
—¡Por supuesto que estoy hablando del maldito Rufus! —Pax se frota la
cabeza con las manos y aprieta los dientes—. Se supone que Rufus está aquí
las veinticuatro siete. Se supone que es nuestro tutor legal mientras vivamos
en esta casa. Necesita estar aquí cuando la policía venga a hablar con
nosotros, de lo contrario, llamarán a nuestros padres. Quieres que el general
Jacobi se presente hoy más tarde, porque yo no. Tu viejo es un maldito
imbécil, amigo. El tuyo tampoco es mejor —dice, mirándome de reojo—. Lo
siento, pero hay que decirlo. Y nadie quiere que mi madre aparezca aquí...
Wren se pone de pie. Está tan sombrío como la tumba cuando dice: —No estás
llamando a Rufus.
Wren todavía está verde y Pax parece que acaba de escapar de su casa. Soy
la opción lógica. Vestido con una camisa negra y un pantalón de vestir negro,
abro la puerta. El policía es una mujer. Alta, de ojos afilados e irritada. Me
echa un vistazo y su actitud se deteriora. —¿Wren Jacobi?
—No. Dashiell Lovett. ¿Hay algo en lo que pueda ayudarla, oficial? —¿Cuántos
años de cárcel conlleva la posesión de tantas drogas? Ni siquiera sé qué había
en la caja, pero apuesto a que es suficiente para alejarnos a los tres durante
mucho tiempo. Todavía somos menores de edad. No nos enviarán a prisión,
pero los menores de este país son igual de malos. Joder, joder, joder, joder,
JODER.
—¿Qué?
Me encontraron.
—Jesús, Freddie, ¿qué diablos estás haciendo? Abre las cortinas, hombre. Le
vas a dar un infarto a la chica —Otro hombre vestido de uniforme entra en la
habitación, seguido de otro. La confusión de actividad, la repentina luz del
sol que entraba a raudales en la habitación; el balbuceo de voces, elevadas y
ansiosas en el pasillo, todo eso tiene mi pecho constreñido y mis pulmones
agarrotándose. No puedo respirar.
—Permiso. ¡Dije permiso! ¡Realmente no creo que esta sea una forma
apropiada de localizar a un estudiante! —La voz de la directora Harcourt es
un chillido agudo sobre el alboroto. Ella se abre paso hacia la habitación.
Tiene un teléfono celular pegado a la oreja y su cabello, normalmente tan
limpio y ordenado recogido en un moño, es un desastre. Lleva pantalones de
chándal y una camiseta, lo que simplemente no tiene sentido—. Espera un
minuto, Harry. ¿Puedo llamarte después? Tengo que lidiar con algo
rápidamente. Sí, sí, eso es correcto. No, no tardaré. Bueno. Adiós.
Se alejan, gruñendo por interferir con una investigación policial. Una vez que
se han ido, la directora Harcourt se vuelve hacia mí. —¿Hay algo que deba
saber, Carina?
No era Mara quien estaba molesta. Fue Fitz. Casi le digo eso a Harcourt, pero
capto las palabras antes de que salgan de mis labios. Necesito tener cuidado
aquí. Todavía me estoy recuperando del hecho de que me desperté con
policías de pie junto a mi maldita cama. Me alivia que no hayan venido a
buscarme, pero ahora parece que Mara ha desaparecido. Esto es demasiado
para asimilarlo de una vez. Necesito un momento para pensar. Di algo
incorrecto ahora mismo y alguien estará en la mierda.
Niego con la cabeza. Cierro los ojos. —No. No... lo creo. Lo siento. ¿Puedo
levantarme y juntar mis cosas? Le enviaré un mensaje de texto y averiguaré
dónde está. Estoy segura de que no habrá ido muy lejos.
Un estudiante perdido es un gran problema. Todos somos menores de edad,
y la directora Harcourt y el personal son nuestros tutores mientras estamos
aquí. No se supone que nos pierdan de vista. Sin embargo, una vez que
llegamos a los dieciséis años, tenemos privilegios y podemos irnos siempre
que registremos nuestros planes en el libro de la oficina. La madre de Mara
es una legisladora muy prominente en Nueva York. Si su hija se escapó de la
red, incluso para ir a visitar amigos o algo así, Harcourt está a punto de sufrir
un mundo de dolor.
—Sí, sí, por supuesto —Se pellizca el puente de la nariz y se muerde el labio
inferior—. Hablando en serio. Si hay alguna idea que puedas darme sobre lo
que está pasando aquí, sería de gran ayuda, Carina. Voy a tener que llamar
a Alderman y...
—Presley —digo—. ¿Has hablado con Presley? Puede que sepa adónde ha ido.
Harcourt frunce los labios y niega con la cabeza. —Presley tiene un virus
estomacal —Ella no cree eso por un segundo; ella sabe que Pres tiene resaca
como la mierda—. Ella no puede recordar mucho de anoche, aparentemente,
y lo que puede recordar no tiene ningún sentido. Dijo que el doctor Fitzpatrick
estaba de fiesta en la casa de la colina, lo que obviamente es pura fantasía.
No hay forma de que Wesley haga algo tan estúpido como asistir a una fiesta
de estudiantes y beber con ellos —Ella observa mi reacción de cerca. Supongo
que espera captar algo en mi rostro que pueda decirle si esto es cierto o no,
pero tengo práctica en el arte de controlar mis rasgos cuando sea necesario;
No le doy nada.
—¿Qué?
—¿La CIA? —Estaba soñando hace cinco minutos. Estaba en una tienda de
bagels, tratando de comprar un bagel, pero seguían rociando polvo de hornear
sobre el queso crema. Eso fue extraño, pero esto es mucho más extraño. No
puedo entender nada de esto.
Harcourt agita sus dedos hacia mí. —Tu teléfono, Carina. Hay hombres
uniformados parados fuera de la puerta. Vamos. Lo digo en serio. Si te
importa una pizca Alderman, harás lo que te diga.
Esto es lo único que pudo haber dicho que me haría cumplir. Por supuesto
que me preocupo por Alderman. Él me protegió y se aseguró de que no me
metiera en problemas durante años. Si se mete en problemas porque yo
estaba siendo terca, nunca me lo perdonaré.
Le entrego el teléfono.
Ella mira la pantalla y pone los ojos en blanco. —Cristo, Carina. Tienes ocho
llamadas perdidas de Dashiell Lovett. Creía que eras más lista que eso.
—Es solo un amigo —Incluso puedo escuchar lo patético y falso que suena.
Piden mi teléfono. Les digo que lo perdí, lo cual no creen, pero no hay nada
que puedan hacer al respecto. No pueden registrar mi habitación sin una
orden judicial. Me hacen una serie interminable de preguntas que van de lo
normal a lo indignante: ¿cuánto tiempo llevas siendo amiga de Mara? ¿Mara
te ha expresado alguna vez el deseo de suicidarse? ¿Mara y tú alguna vez han
tenido algún tipo de relación sexual?
Respondo a todas las preguntas con los dientes apretados, la ira creciendo
gradualmente dentro de mí a medida que pienso más y más en esta situación.
Voy a matar a Mara cuando finalmente regrese a la academia. Porque ella lo
hará. Aparecerá más tarde esta noche con el rabo entre las piernas, ¿y
adivinen qué? Ella sonreirá y hará pucheros y se le ocurrirá una historia a
medias sobre por qué tuvo que salir corriendo en medio de la noche, y todos
sentirán pena por ella. La policía se irá a casa. La facultad de Wolf Hall va a
ir por ahí alimentando a todos con la misma mierda: estamos tan aliviados
de que haya aparecido a salvo. Eso es todo lo que realmente importa.
Nadie le va a gritar por causar todos estos problemas. Nadie la regañará por
todo este pánico y confusión. Ella se saldrá con la suya y todavía estaré
recuperándome de la ansiedad de ser interrogada tan duramente por la
policía. Esta es mi peor maldita pesadilla. Todo lo que se necesita es un desliz,
una cosa incorrecta que no corresponda con el papeleo que sale de mi boca,
y estaré oficialmente jodida.
—Joder, Stella. Cristo. Que desastre —Se asegura de que nadie esté mirando,
y luego pasa sus manos por mis brazos y toma mi rostro rápidamente, sus
ojos saltan sobre mis rasgos uno a la vez.
—Oye, estoy bien —le digo—. Estoy bien. No te asustes. Estoy cansada y
molesta, no herida.
—No. No, no pasó nada. Bueno, espera. Me encontré con Pax, de hecho.
Estaba a punto de entrar y apareció de la nada. Te vio besándome. Traté de
hablar con él, pero se fue furioso.
—Bueno, será mejor que le diga que levante su maldito teléfono. Necesito
hablar con él.
—¿De verdad crees que tienes algo que aprovechar contra nosotros con una
amenaza como esa? —Dash dice.
Fitz se lame los labios. —En realidad, sí, lo hago. ¿Ha desaparecido algo en la
casa por casualidad?
Dash lo mira con el ceño fruncido como un carbón ardiendo. Los roles están
invertidos ahora; parece que va a agarrar a Fitz. —¿Qué diablos te pasa,
hombre? Pensé que te preocupabas por él.
Doy un paso adelante, bloqueando el camino de Fitz. —Si hacemos esto por
ti, ¿prometes que será así? ¿Nos dejarás solos? Esa caja nunca verá la luz del
día, y nunca volverás a interferir ni molestar a ninguno de nosotros.
Él sonríe con una sonrisa ruinosa. —Por supuesto, señorita Mendoza. Lo juro
por mi vida.
30
Pax está furioso. Ya hizo un agujero en la pared de la sala, que tendrá que
ser reparado. Wren simplemente se sentó allí y lo vio hacerlo. No gritó. No
vocifero. No le dio un ojo morado. Literalmente no hizo nada. Ha estado
mirando el daño en la pared como si fuera un agujero negro recién formado
que podría ser un portal a otro universo y se pregunta cómo pasará.
Wren parpadea.
Ese es un tema para otro momento, creo. Los ojos de Wren se ven realmente
vidriosos. —Ella está muerta para mí. Jodidamente muerta.
Una vez que ha desaparecido en el piso de arriba, Pax me mira con una
mirada oscura que atraviesa la piel, los músculos y los huesos. —¿Bien? —él
dice.
—¿Bien qué?
He estado esperando por esto. Temiéndolo. Carina dijo que él le dijo que no
iba a decir nada, pero he vivido con Pax desde hace bastante tiempo. Y
después de todas las tonterías por las que hemos pasado hoy, y todas las
demás tonterías de las que no podemos hablar con Wren, sabía que iba a
sacar esto a colación. Probablemente le ha estado comiendo todo el día.
Suspiro. —¿Qué quieres saber?
—¿Bien? ¿Qué? ¿Es aquí donde me llamas gilipollas y me dices que estoy
poniendo en peligro nuestra amistad? ¿Poner a una chica por encima de la
casa? —Estoy listo para estos argumentos. Estoy preparado para defenderme
de ellos. Para lo que no estoy preparado es:
—¿Qué?
—No necesitas decir nada. El tipo se ha ido. No hay nada que hacer al
respecto. Así es la vida.
—Sé algo sobre ti. Sabes algo de mí. Estamos empatados, Lovett. Mantén la
boca cerrada y no le digas nada a Jacobi al respecto. Haré lo mismo.
Camina hacia las escaleras y las sube sin decir una palabra más. Lo veo irse
con la cabeza dolorida en las sienes. Me dio una garantía contra él. Maldita
información colateral que no quería compartir. Ese no era el punto que estaba
tratando de hacer, y no se hizo con el espíritu del cambio. Esta información
que me ha dado solo ha provocado que las sogas que todos hemos hecho para
nosotros mismos nos aprieten más al cuello. Por un segundo, pensé que tal
vez el momento de los secretos había terminado, y el alivio fue enorme. No
más esconderse. No más mentiras. No más preocupaciones por lo que podría
pasar si no tengo cuidado. Ahora, tengo una herida más que cargar. Otra
verdad que se puede esgrimir como arma. Saber que el padre de Pax murió
no me ha hecho sentir mejor acerca de que Pax conozca mi secreto. Me ha
hecho sentir jodidamente peor.
31
Lo leo y estoy tan llena de rabia que enrosco el papel de carta en una bola
antes de darme cuenta de que la policía va a querer verlo y tengo que
presionarlo contra mi escritorio de nuevo.
Me habían enseñado tanto antes que apenas podía quedarme quieta. Dejo
que mi cabeza se balancee hacia atrás para que descanse contra la clavícula
de Dashiell. Lentamente, desliza una mano por mi cuerpo mientras sigue
masajeando un seno con la otra. Cuando sus dedos se sumergen debajo de
la cintura de mis bragas y acaricia la suave y sensible carne entre mis muslos,
ambos dejamos escapar un suspiro desigual.
—¿Por favor? —murmura—. ¿Estás rogando por mi polla como una buena
chica?
—Sí. ¡Sí!
Tiene más fe en mí que yo. Siento que estoy bajo demasiada presión y me
estoy deshaciendo por las costuras. Si no me da la vuelta y folla la viva mierda
en mi en los próximos sesenta segundos, no puedo ser responsable de las
cosas descaradas y sucias que haré a continuación. Me arrastraré por él. Haré
todo lo que me pida, le daré todo lo que me pida, siempre que me dé lo que
necesito a cambio.
La mano de Dash sigue moviéndose bajo mis bragas. Veo cómo me toca, el
calor que se desplaza por mi cuerpo y se acumula entre mis piernas. Suelta
su agarre sobre mí el tiempo suficiente para tirar bruscamente de mi camiseta
hacia arriba y tirarla sin contemplaciones por encima de mi cabeza. Lo dejo
hacerlo. Le dejo que me haga lo que quiera. Soy su muñeca, su juguete, y
nunca me ha gustado tanto ceder el control.
Mis ojos vuelven a mi cabeza cuando acelera el ritmo con los círculos que
dibuja en mi clítoris. Las crecientes olas de placer que están comenzando a
estrellarse a través de mí se vuelven más y más intensas con cada segundo,
y mis caderas actúan por sí solas, rodando, balanceándose, levantándose
para encontrar su mano, pidiendo más fricción.
Asiento tontamente. Es todo lo que soy capaz de hacer. Dash me besa con
rudeza contra el costado de mi cabeza. —Muy bien, cariño. A la mierda mi
mano. Te observaré mientras trabajas.
Soy una criatura sin sentido, desesperada por ser liberada. No es solo la
presión de querer y necesitar a Dash lo que se ha estado acumulando dentro
de mí, creando una acumulación de emociones. Es todo lo que pasó en la
fiesta. Es todo lo que pasó cuando era niña. Es Mara, huyendo y dejándonos
a todos preocupados durante días. Es Alderman, y todo lo que se espera de
mí. Es Fitz, Wren y Pax, y mis propias dudas paralizantes. La fuerza de la
presión que se ha estado construyendo dentro de mí se ha estado
acumulando durante años, ahora, y estoy tan frustrada que la liberación que
siento que viene es exactamente lo que necesito.
Dash aprieta sus brazos alrededor de mí, su cuerpo se tensa cuando se corre
también. —Dios, Stella. Espera —Empuja profundo y fuerte, apretando los
dientes, y mi clímax se intensifica tres veces. Gruñe mientras me folla, sus
dedos se clavan en mi piel, sus dientes encuentran el hueco en mi cuello y mi
visión parpadea.
El descenso es tan dulce como el ascenso. Siento que estoy flotando, a la
deriva, hundiéndome en el colchón. Dash descansa encima de mí por un
momento, recuperando el aliento, y los dos simplemente estamos.
Estos son los momentos por los que vivo. Estos silencios gozosos, enredados
en la oscuridad, alimentan mi alma de una manera que nunca imaginé
posible. Después de un rato, Dash se apoya sobre un codo, moviéndose para
poder mirarme. Me quita los rizos húmedos de sudor del rostro, tarareando
en voz baja. Traza las yemas de sus dedos sobre mi frente, por mi sien, por el
puente de mi nariz. Y luego, muy suavemente, dice —Me gustaría decirte algo.
—Di algo. Estoy empezando a sudar de los nervios por aquí. ¿Te parece bien?
¿Vendrías? La cuestión de la visa no sería un problema. Y eres tan inteligente.
No hay forma de que no entres…
La sonrisa que se extendió por su rostro fue cegadora. —¡Sí! ¡Dios mío, sí! Eso
estaría más que bien para mí.
Yo también te amo.
El año pasado, pensé que las cuatro palabras más importantes del idioma
inglés eran 'solo un éxito más'. Sin embargo, no he fumado marihuana en
meses. Apenas he bebido nada. Carrie ha sido todo lo que necesitaba. Ahora,
ella es todo lo que necesitaré.
Su piel es de un marrón claro, leonado. Sus ojos son tan azules, del color de
los icebergs, fríos y evaluadores. Su traje gris carbón está
extraordinariamente bien hecho y debe haber costado una pequeña fortuna.
Tal vez en sus treinta y tantos años, parece un banquero de inversiones de
alto poder, pero hay algo inquietante en él. Algo que no se siente bien. Cuando
cierra una mano alrededor de mi garganta y me aparta de la puerta, me doy
cuenta de que es porque tiene la muerte en los ojos.
—Lord Lovett, ¿supongo? —Me empuja lejos, dejándome ir. Mantengo los pies
debajo de mí, aunque retrocedo un par de pasos. Me tomó por sorpresa. No
soy un peleador como Pax, pero sé cómo poner a un chico en su culo cuando
lo necesito. Estoy listo para él cuando merodea hacia adelante y me agarra
por el cuello.
No lo creo, idiota.
Más rápido que un rayo de luz, su mano se extiende, con su propio puño, y
me golpea en la sien. Mi visión se tambalea, oscureciéndose en los bordes,
pero no caigo. Doy un salto hacia atrás, sacudiendo la cabeza, dispuesto a
enfrentarme a este hijo de puta.
—¿Quién dijo algo sobre matarte? —dice el extraño del traje elegante.
Su risa es ácida. —Las armas no solo sirven para matar. También son buenas
para causar una cantidad infinita de dolor. Pensé que empezaría con las
rótulas y seguiría desde allí.
—¿Y si no lo hago?
—Pruébame.
—Lo que sea que estés planeando en esa bonita cabeza tuya… no lo hagas.
No terminará bien —El hombre me mira de reojo con desprecio.
¡DOLOR!
—¡¿QUÉ?!
—Pavlov trabajó con caninos. Quería saber con qué facilidad se les podía
entrenar. Tenía esta campana, y cada vez que tocaba la campana, alimentaba
a su perro. Repitió esta acción una y otra vez, hasta que finalmente tocó la
campana y el perro comenzaría a salivar. Lo había condicionado para saber
que cuando sonaría la campana...
Está jodidamente loco. Sin embargo, ha dejado claro su punto. Meto la mano
en la axila, haciendo una mueca de dolor. Y mantengo la boca cerrada.
Pasamos por Riot House, el edificio escondido entre los árboles, y el lugar está
en completa oscuridad. El tipo se ríe mientras veo desaparecer el desvío a la
casa en el espejo retrovisor del Vanquish. —Lo siento, amigo. Aún no es hora
de volver a casa. Pero no te preocupes. Esto no tomará mucho tiempo.
El tipo se pone a hablar. Pone los ojos en blanco como si yo fuera un niño
que se porta mal y no hace lo que se le dice. —La puerta está abierta. El
camarero se ha ido a casa a pasar la noche. Nadie nos va a molestar y necesito
un puto trago —Su cabeza se balancea hacia un lado—. Me aseguré de pasar
por alto todos los tendones importantes ahora mismo, pero no siempre soy
tan preciso, ya sabes. Entra antes de que haga algún daño serio.
Lo hago. Dentro de Cosgrove's, las luces están apagadas, aparte del tenue
resplandor naranja de la lámpara junto a la caja registradora. La máquina de
discos está encendida, tocando silenciosamente 'Burning Ring of Fire' de
Johnny Cash. El tipo da una palmada en el taburete al final de la barra,
indicando que debería sentarme. Mientras tanto, se dirige detrás de la barra
y agarra un par de vasos del estante junto a los refrigeradores. Deja los dos
en la mesa y toma una botella de whisky, Lagavulin, del estante superior, la
destapa y comienza a servir.
—Alderman, ¿quién?
—Alderman, tu peor maldita pesadilla, ese es quién soy —No puedo decir lo
que está pensando. Supongo que no es nada bueno—. Soy personalmente
responsable del bienestar de la chica de cuya habitación te escapaste —me
informa.
Oh…
…Mierda.
Me sonríe. —Sí. Así es. Carina Mendoza es mi pupila. Me tomo muy en serio
la responsabilidad de su cuidado —Se sirve otro trago y luego desliza la botella
de whisky a través de la barra hacia mí, sugiriendo en silencio que ahora
puedo servirme a mí mismo—. Carrie es muy importante para mí. Es una
buena chica. Inteligente. Amable. Leal. Por eso no me sorprende que no hayas
oído hablar de mí. No te ha contado mucho sobre su pasado, ¿verdad? ¿De
dónde es? ¿Su familia? ¿Ningún detalle real sobre su procedencia antes de
llegar aquí?
Alderman cruza los brazos sobre el pecho, mirando las alfombras de goma
sucias en el suelo detrás de la barra. Si no supiera nada mejor, pensaría que
lo asquearon. —Voy a hacer algo con lo que no me siento muy cómodo ahora,
Dashiell —dice—. Voy a romper la confianza de Carina, porque sé que nunca
lo hará.
—¿Qué es esto, hombre? ¿Por qué demonios te has inventado algo así?
—¿Parece que te estoy mintiendo, idiota? —Sus ojos están parejos. Estable.
Concentrado y serio—. Le ofrecí llevarla a la policía, pero ella dijo que no.
Estaba cubierta de sangre.
—Mierda. Solo... Dios, estás enfermo. ¿Qué ganas, inventando esa mierda?
Eso es oscuro.
—¡DETENTE!
—¿Por qué piensas? Hagamos una pequeña revisión, ¿de acuerdo? —Hace
una mueca, fingiendo pensar—. Recibo una llamada telefónica de su
directora, diciéndome que tu entrometido compañero de cuarto está
husmeando en registros que están sellados, que no tienen nada que ver con
él. Entonces, detecto una brecha en el firewall de la escuela. Probablemente
del mismo imbécil, ¿verdad? Y luego, ENTONCES —dice, enfatizando la
palabra— haces una fiesta en ese pequeño centro de sexo que compartes con
tus amigos. Hay drogas por todas partes, algo con lo que sé que Carrie no se
habría sentido cómoda por obvias jodidas razones, y luego una de sus amigas
desaparece. Hay policías arrastrándose por toda la academia. La gente está
empezando a mirar demasiado de cerca las cosas que no deberían mirar.
¿Sabes lo que le pasaría a Carrie si la policía la arrastrara de regreso a Grove
Hill?
Mi boca está seca como ceniza. No puedo respirar No puedo tragar. —Ella
tenía once años, por el amor de Dios. Ella se estaba defendiendo.
Trago la bilis que sube por la parte posterior de mi garganta. —¿Qué quieres
que haga?
—Nunca dije que tuviera éxito —interrumpe Alderman—. Ella murió, idiota.
Y que me condenen si dejo que algo así vuelva a suceder.
33
Sin embargo, pronto, no se podrá evitar más. Tengo que levantarme. Presley
insistió en exigir que desayunáramos esta mañana. Normalmente no me
molesto, pero Pres está hambrienta por las mañanas y ha desarrollado una
tendencia a marchitarse como una flor que necesita agua si no tiene al menos
un poco de avena. Supongo que tomar un café suena como una buena idea,
ahora que lo pienso. Me levanto, me ducho y me visto, todavía emocionada
por lo increíble que fue anoche, y él es todo en lo que puedo pensar. Lo único
que importa.
Presley golpea contra la puerta, aunque la dejé abierta para ella. Creo que
aprendió la lección la última vez que irrumpió en mi habitación y vio más de
lo que esperaba. Ella me sonríe. —Deja la brocha del rubor. Eres perfecta.
Vamos.
Ella finge estremecerse de disgusto, pero sé que solo está bromeando. —Bien.
Me alegro de que todo te esté saliendo bien, amiga. Tengo que decir que me
preocupé muchísimo cuando los encontré a los dos saliendo de esa pequeña
cama individual, pero estoy impresionada. Han pasado dos meses enteros y
Dashiell Lovett ha demostrado que es capaz de comportarse. Dudo que Wren
o Pax pudieran haber hecho eso.
Elijo lo que voy a usar para mi cita con Dash: jeans negros ajustados y un
suéter blanco fino con rayas azules. Me puse unas zapatillas Adidas en lugar
de las botas negras de tacón cubano que me llamaban cuando abría mi
vestidor, las zapatillas son una elección más inteligente que cualquier cosa
con tacón, dado el camino de tierra rocoso que voy a subir en la oscuridad en
breve.
—Ha llamado al Emporium Bridal and Formal Wear Center de Ashley, donde
sus sueños de boda se hacen realidad —dice una voz femenina brillante y
demasiado amigable—. No podemos comunicarnos con el teléfono en este
momento, pero si desea dejar su nombre, número y un mensaje corto, nos
aseguraremos de comunicarnos con usted tan pronto como podamos. ¡Ten un
día maravilloso!
—Hay un chico —digo en voz baja—. Sé que se supone que no debe haber un
chico, pero no pude evitarlo, está bien. Trata de no enojarte demasiado. Es
un buen chico. De hecho, creo que te va a gustar mucho.
Ya casi no noto la lluvia. Los años que pasé en Seattle antes de llegar a Wolf
Hall me acondicionaron para enfrentar un clima húmedo y miserable. Al
menos todavía hace calor. Eso es algo. Meto las manos dentro de los bolsillos
de mi impermeable, apresurándome por el sendero del acantilado hacia el
observatorio. ¿Cómo es posible que todavía pueda estar llena de mariposas
cuando pienso en su sonrisa? Dios, soy una maldita causa perdida. Es
vergonzoso cuánto amo a este chico.
Como de costumbre, Dash llegó antes que yo y cerró todas las cortinas opacas
de las ventanas. Esta vez, sin embargo, no ha cerrado la puerta desde
adentro. Me apresuro a entrar, luchando para cerrar la puerta, y...
¿Qué?
Dash mira hacia arriba y me sonríe, aunque hay algo mal en la sonrisa. Algo
de plástico, forzado y duro. Eso podría tener algo que ver con el hecho de que
no está solo aquí. Aquí hay una chica. Otra chica. Una chica que no soy yo...
y ella está de rodillas a sus pies, y su polla está en su boca.
Otra vez…
…¿QUÉ?
Estoy... ¿dónde están mis palabras? Estoy sin palabras. ¿Qué demonios está
pasando?
Dash se ríe, pasando sus manos por el cabello de la chica. Su cabeza continúa
moviéndose hacia arriba y hacia abajo sobre su polla. ¿Quién ... quién es esa?
Sólo…
…toma…
…asiento…
…o….
…algo...
La chica, Amalie Gibbons, creo, deja de hacer lo que está haciendo y mira a
Dash. No veo su cara, pero él sí. Acaricia su mejilla afectuosamente, de la
forma en que había acariciado la mía tantas veces antes. —Ella puede unirse
a nosotros totalmente. No me importa —Se limpia la boca con el dorso de la
mano y la realidad se deforma.
¿Cómo es que esto no tiene ningún sentido? No puedo... ¿quién...?
Dash me dijo que lo encontrara aquí. Nos hemos reunido aquí tantas veces.
El observatorio es mi lugar favorito en la academia. Entonces... ¿qué es esto?
Solo toma asiento o algo. Solo toma asiento o algo. Solo toma asiento o algo.
Solo toma asiento o algo. Solo toma asiento o algo. Solo toma asiento o algo.
Solo toma asiento o algo. Solo toma asiento o algo. Solo toma asiento o algo...
Me tropiezo con una roca y un grito sale de mi boca. No fue real. No hay forma
de que eso fuera real. Él nunca jamás me haría eso. Él simplemente no lo
haría. Me dijo que me amaba anoche.
¿Cómo no lo vi venir? ¿Cómo se me pasó esto por alto? ¿Dónde estaban las
señales de advertencia? He sido tan cautelosa. Precavida. Cuidadosa. Y justo
cuando estaba tan segura de él, cuando sabía con cada centímetro de mi ser
que no iba a hacerme daño...
Sería híper melodramático decir que esto es peor que lo que pasó con Kevin.
Estúpido, ¿verdad? Pero en este momento, sentada en cinco pulgadas de
agua, tan abatida que ya no puedo sentir nada, sí que me parece peor.
—Tú ganas —le susurro. Las palabras se pierden bajo el rugido de la lluvia
que golpea la tierra y el viento que sacude los árboles, pero siento la
resignación en ellas, en lo más profundo de mi alma. Dashiell ha ganado. Me
dijo que me iba a romper, y lo ha hecho. ¿Fue este su plan desde el principio?
¿Ha pasado los últimos dos meses, poniendo los ojos en blanco cada vez que
tiene que estar conmigo, riendo a mis espaldas cada vez que regresa a Riot
House, contando a sus idiotas compañeros de habitación cuentos de lo
estúpida que soy?
Esta sospecha es una daga que se retuerce una y otra vez en mi pecho. La
hoja corta profundamente y la miseria duele más que cualquier otro dolor que
haya experimentado. Pensé que podía confiar en él. Pensé…
Pensé…
Me dejo revolcarme por otros diez segundos, pero luego una telaraña de
relámpagos atraviesa el cielo, arrojando la ladera de la colina, los árboles y la
academia debajo de mí en relieve, y me doy cuenta de que tal vez estar sentada
en un charco de agua en la cima de una montaña no es el mejor lugar para
estar durante una tormenta.
Estoy agrietada.
Estoy vacía.
He terminado.
34
Han pasado seis meses, casi cuatro veces la duración de la breve relación que
compartí con Dashiell Lovett, y todos los días me despierto con el mismo dolor
sordo en el pecho. Cuando todos se fueron de vacaciones de verano, me quedé
sola en Wolf Hall, vagando por los pasillos como un fantasma melancólico,
llenándome la boca de chocolate y viendo documentales en Netflix. Hubo un
programa en particular sobre amputados que sufrían del síndrome del
miembro fantasma. A pesar de que les faltaba la pierna o el brazo,
experimentaron un dolor muy real, muy horrible, que se originó en una
extremidad que ya no existía.
Cuando Dash regresa del lugar donde pasó las vacaciones, oficialmente es un
año mayor. Dieciocho. Es difícil olvidar el cumpleaños de alguien cuando es
el día de Año Nuevo. Está más pálido que antes. Su cabello más oscuro.
Llevaba ropa más informal, incluso después de nuestro encuentro en el
observatorio, pero en su primer día de regreso a la academia, su atuendo
volvió a ser informal a negocios nuevamente. También lleva un par de
anteojos de montura negra que sigue quitándose y volviéndose a poner,
presumiblemente todavía se está acostumbrando a ellos. Ahora es menos
Dios del sol. Más pálido e interesante. Estos cambios en él no lo hacen menos
atractivo. Irónicamente, parece que ha crecido en sí mismo mientras estaba
fuera. Se graduó en la virilidad durante las vacaciones, y realmente,
realmente, le sienta bien.
Bastardo.
Necesito alejarme de él. Cuento los días hasta la graduación con la respiración
contenida. Cuanto antes pueda salir de New Hampshire, mejor. La idea de
ser aceptada en una universidad al otro lado del país y dejar este lugar
abandonado es todo lo que me mantiene en movimiento. Pero luego, cuando
trato de visualizar cómo será la vida una vez que eso suceda, parece que no
puedo imaginarlo.
Quiero que el dolor se detenga. Estoy segura de que me volveré loca pronto si
no lo hace. Alderman se ofreció a trasladarme a un colegio privado en
Washington, pero una rabia ilógica e irracional se apoderó de mí cuando
consideré aceptar la oferta. Un nuevo comienzo, lejos de toda esta mierda y
lejos de los tres chicos de Riot House tiene su atractivo, pero entonces ¿qué
diría eso de mí? Sería una cobarde, huyendo de mis problemas en lugar de
afrontarlos. Huir de Grove Hill y de mi pasado allí es una cosa; allí maté a un
hombre. Mi madre permitió que un drogadicto alcohólico me intercambiara
como si fuera su puta propiedad personal a cambio de una línea de crédito
con un demonio. Tenía once años. No me arrepiento de lo que le hice a Kevin,
hice lo que tenía que hacer para sobrevivir, pero ese no es el caso aquí. No
moriré si me quedo en Wolf Hall. Aunque me duela mucho, nada de esto está
fuera de mi control.
Puedo ser fuerte. Puedo elegir ignorar el dolor que paraliza mi alma cada vez
que veo a Dash, y puedo soportar esta pesadilla hasta que llegue la
graduación… porque me niego a hacerle saber lo mucho que me ha lastimado.
Una vez que hayas llegado a mi polla, pasaré a la próxima chica bonita con un
frente de tamaño decente, y eso será todo. No sabrás de mí. No habrá ningún
mensaje de texto. No iremos saltando de la mano por los pasillos de este
basurero. Te habré arruinado. Seré esta fea llaga de un recuerdo que nunca
desaparece, enconado en la parte posterior de tu cabeza, envenenando cada
relación futura que tengas porque hice imposible que confiaras en los hombres.
Tenía razón en todo. Eso es precisamente lo que hizo. Continuó con su vida
como si nada hubiera pasado. Como si yo no existiera. Presley quería
asesinarlo cuando le conté lo que había visto en el observatorio. Durante
semanas, fue difícil no romper a llorar cada vez que lo oía bromear con Wren
o pelearse con Pax en los pasillos.
Me sentí aliviada cuando la familia de Amalie se trasladó a Argentina en
octubre y se la llevó con ellos. No tener que mirarla y recordar lo que le hizo
a mi novio me ayudó un poco, pero el dolor nunca desapareció del todo.
—¿Carrie?
—Alderman estaría encantado de verte estudiando tan duro —dice en voz baja
y cómplice—. No puedo imaginar por qué querrías hacer tu trabajo aquí,
cuando tienes tanto espacio arriba. Tengo que decir que creo que esa es mi
habitación favorita en toda la academia.
Ella todavía piensa que Chloe Khan cambió de habitación conmigo por la
bondad de su corazón. No tengo fuerzas para decirle la verdad: que Dash
sobornó a la chica. A las veinticuatro horas de haberlo visto en el observatorio
con su polla en la boca de Amalie Gibbons, le rogué a Chloe que volviera a
intercambiar habitaciones conmigo. Me miró como si estuviera loca, y luego
se negó rotundamente a retroceder. Ni siquiera lo consideraría. Me dijo que
le gustaba estar mucho más cerca de las duchas del segundo piso, pero
después de que la molesté y la molesté durante unos días, dejó escapar que
Dash le había dicho que no podía volver a cambiar bajo ninguna
circunstancia. Eso fue muy confuso. El tipo pisoteó descaradamente todos
mis sentimientos, aplastó mi corazón bajo sus talones, no le importaba una
mierda en absoluto, y luego le dijo que su trato estaba cancelado si ella
aceptaba su viejo, dormitorio mucho más grande de regreso. Quizás
obligarme a quedarme en la hermosa habitación, con todas las cosas
hermosas que me compró, fue solo otra forma de castigo de su parte. Uno que
fue realmente muy efectivo.
Odio la habitación ahora. Paso el menor tiempo posible allí, solo regresando
de la biblioteca o de la habitación de Presley para dormir, cuando mi cuerpo
exige absolutamente descanso.
Ella asiente. —Sí. Tenemos una chica nueva que comenzará en la escuela en
un par de días. Su nombre es Elodie. Tomará la antigua habitación de Mara
Bancroft, lo que significa que está en tu piso. Como enlace entre estudiantes
y maestros, será tú responsabilidad asegurarte de que ella se ubique y se
instale adecuadamente. Wolf Hall puede ser muy abrumador e intimidante
para los nuevos estudiantes. Me gustaría que le mostraras un poco los
alrededores. Hazla sentir bienvenida. Muéstrale dónde están sus clases. Ese
tipo de cosas. ¿Crees que estás a la altura de la tarea?
—Por supuesto. Claro. No hay problema —Mi voz es plana. La voz de alguien
que ha perdido la capacidad de importarle un carajo cualquier cosa. Harcourt
no se da cuenta de mi tono cáustico. Me toma al pie de la letra, de alguna
manera ignorando lo infeliz que parezco.
—Bueno. Gracias. Sabía que podía contar contigo, Carina. Y te expliqué que
el cambiar habitaciones implicarían responsabilidades adicionales a
principios de año.
Y vaya, vaya, ¿no se ha aprovechado ella de eso a cada paso? Le doy otra
sonrisa fragil. —Lo hizo.
—Por supuesto.
La directora Harcourt parece que quiere decir algo más. Abre la boca, pero
luego se lo piensa mejor. —Bueno. Entonces te dejo. Hazme saber si necesitas
algo.
35
Me odio a mí mismo.
ODIO.
Pero la historia que me contó Alderman era cierta. Después de que me dejara
en la casa, todavía sangrando profusamente por todo el cuerpo, saqué mi
portátil y escribí Hannah Rose Ashford, Grove Hill, en el buscador. La
información que apareció en la pantalla era aterradora. Una serie de
periódicos locales calificaban a la niña de desquiciada. Desquiciada.
Inestable. Otros afirmaban que era una sabia, madura para sus once años, y
sugerían que había habido alguna intención maligna por su parte. Indicaban
que el asesinato de Kevin Winthrope había sido planeado con antelación y
discutían la posibilidad de que la madre de la niña hubiera estado también
en el malvado complot para acabar con la vida del hombre.
Mientras Carrie estuviera cerca de mí, también estaría cerca de Wren y Pax,
y la policía no había terminado de interrogarnos sobre Mara en ese entonces.
La estaban usando como excusa; con la carta de Mara colocándola en algún
lugar de California, la policía sabía que estaba bien. Mara fue una gran
excusa para interrogarnos sobre nuestro estilo de vida aquí en la casa, sin
embargo, el uso de drogas, las fiestas, la bebida de menores y lo que ellos
llamaban novatadas, lo que ofendía seriamente a Wren. Cuando Wren nos
contó lo que la policía le había dicho en su entrevista, días antes de la visita
de medianoche de Alderman, yo estaba muy consciente de que íbamos a vivir
bajo un microscopio durante mucho tiempo.
¿Y estar jugando con Carrie mientras pasaba todo eso? Para ponerla en
riesgo, si alguien la reconoce de alguna manera, o comienza a hacer
preguntas, recogiendo pequeños detalles que no tienen mucho sentido...
“Dios, esto es tan tonto. Ella nunca va a creer que así es como hago una
mamada, amigo. Todo el mundo sabe que se supone que debes hacer una
garganta profunda y luego masajear con la lengua”.
Amalie de hecho me chupo una vez, en una de las primeras fiestas de Riot
House. Me había emborrachado tanto que la recordé haciéndome esto, y yo
pensé que era una forma realmente extraña de darle la cara a alguien. Quería
que me la follara después de que no me corrí en su boca en la fiesta. También
había querido que me la follara en el observatorio. Una vez que nuestra
pequeña provocación terminó y Carrie huyó, Amalie cayó de espaldas en un
ataque de risa.
“Oh, Dios mío, eso fue muy gracioso. Pobrecita Carina Mendoza. No es tan
perfecta ahora, ¿verdad? Oye, ¿por qué no bajas aquí y juegas un rato?
¿Enseñarle realmente quién manda?”
Bajé allí. Me agaché a su lado, una rabia fría serpenteaba por mis venas
mientras la agarraba por la barbilla y hundía mis dedos en sus mejillas. —
Será mejor que nunca vuelva a escuchar su nombre en tu boca, perra.
Ella había hecho pucheros. Siguió jugando conmigo. Siguió pensando que era
un juego. —¿O qué?
—O te cortaré la puta lengua y se la daré a los lobos —Oyó la malicia en mi
tono, luego vio el odio en mis ojos y gimió en voz alta. Me odié en ese momento.
Estaba tan enojado conmigo mismo, y con ella, y con la posición audazmente
de mierda en la que me había colocado, que en realidad quería descargar mi
frustración con ella. No lo había hecho, por supuesto. Soy un pedazo de
mierda, pero si hay algo con lo que se puede contar que no haré, es golpear a
una chica. Salí furioso del observatorio, ardiendo por dentro. La expresión del
rostro de Carrie cuando me vio...
Podría vivir hasta los cien años y nunca olvidar la expresión de su rostro. Veo
su angustia en mis sueños. Cuando me cruzo con ella en los pasillos ahora,
con el brazo entrelazado a través del de Presley, su rostro está tan en blanco
y distante, apenas parpadea al reconocerme cuando nuestros ojos se
encuentran accidentalmente, que es extraño recordar tanto dolor y
conmoción en su rostro.
Estoy seguro de que tiene razón, pero que se joda. Parezco un idiota. Las
chicas siguen mirando. Las chicas todavía susurran. Carrie tampoco lo hace,
así que mi apariencia es irrelevante.
Pax me abre la puerta, literalmente por primera vez, y me ofrece un brazo.
—Déjame saber si necesitas una mano. Ya sabes. Si eres tan ciego.
Wren está dentro de la guarida cuando Pax y yo llegamos. Está justo donde
espero que esté, descansando en el sofá de cuero, vestido todo de negro. Ha
estado usando la misma ropa desde antes de Navidad, un castigo por una
apuesta tonta que hizo con Pax y luego se rindió. No vino con nosotros esta
mañana. Atribuí su humor salado al hecho de que Mercy, con quien Wren no
ha hablado desde hace meses, se ha acercado más y más, tratando de
reconciliarse. Dejó Wolf Hall el año pasado para estudiar en una escuela
elegante en Suiza, pero sé que quiere volver. Si Wren se enteró de los planes
de su hermana, entonces no es de extrañar que esté de tan mal humor. Está
acostado en el sofá con el brazo sobre los ojos como de costumbre; Apenas
gruñe cuando Pax le clava en las costillas mientras pasamos.
—Bastardo —gruñe.
Miro hacia arriba, no realmente interesado en lo que sea que haya llamado la
atención de Pax, pero luego veo a Carrie caminando hacia nosotros, sus ojos
ya fijos en el feo sofá floral en el que normalmente se sienta. Ella se ve
jodidamente hermosa. Su cabello es una confusión de rizos sueltos alrededor
de su rostro. Como de costumbre, el único maquillaje que usa es un toque de
rímel y un toque de brillo de labios. Su piel es impecable, pálida y perfecta,
como porcelana. Me duelen las manos al recordar cómo se sentía esa piel, fría
y suave como la seda. Casi me da un infarto cuando me doy cuenta de que
lleva una de sus camisetas de la NASA debajo de su chaqueta de aviador
amarillo brillante. No se ha puesto esa camisa desde la noche en que me
sorprendió con Amalie. Ella tampoco ha vuelto al observatorio. A veces reviso
la hoja de registro y su nombre nunca aparece en sus páginas.
Pax, siendo Pax, saca su pie cuando Carrie y esta chica pasan, y Carrie hace
algo que me sorprende muchísimo. Ella patea el pie de Pax fuera del camino,
mostrándole los dientes.
Tan pronto como nos han pasado, Pax saca su teléfono y abre el portal de
estudiantes de Wolf Hall. —Maldito estúpido… ¿cómo diablos funciona esto?
¿Alguna vez usaste esto? —Me muestra la pantalla de su teléfono, que
muestra el inicio de sesión del sitio.
Le hago una mueca y luego cierro los ojos. Tengo que. No confío en mí mismo
para no mirar a Carrie. —¿Qué estás haciendo, de todos modos?
Mis ojos se abren de golpe. —¡No lo hagas! —Ya es demasiado tarde. Ya está
de pie y cruzando la habitación—. ¡Hijo de puta!
La chica nueva mira a Pax como si fuera una aparición. Carina, por otro lado,
lo mira con un rostro lleno de odio desenfrenado. —Vete a la mierda, Pax.
No. Esto tiene que terminar, aquí y ahora. Si ella lo molesta, Pax
probablemente dirá algo que él no debería. Gimo mientras me pongo de pie.
Joder, sabe lo que voy a decir. Sin embargo, perderé mi mierda si Pax molesta
a Carrie. Supongo que es hora de poner mi cara de juego. —Lo siento,
señoritas. Pax no sabe cómo comportarse con tanta belleza. También bebió
demasiado café esta mañana, así que tendrás que entender si se está
portando un poco mal.
Tan pronto como las palabras salen de mi boca, los ojos de Carina vuelven a
mí, llenos de sorpresa. —¡No puede!
Puede que este exagerando un poco ahora, pero estoy paralizado por la forma
en que Carrie me está mirando, como si estuviera tratando de coquetear con
esta nueva rubia, cosa sin importancia sentada a su lado. ¿No me conoce ella?
¿La he jodido con tanta eficacia que no puede sentir lo mucho que la deseo
desde un metro de distancia? Suspiro dramáticamente, como si realmente me
importara una mierda que esta nueva persona no pase el rato en la casa
pronto. —No te preocupes, Stillwater. Jacobi cambia de opinión como cambia
de calcetines. A pesar de su estado actual de vestimenta, por supuesto. Suele
ser muy bueno para cambiarse los calcetines. Creo que eso es lo que más me
gusta de él.
—¡Muy bien, clase! ¡Culos sobre una superficie plana! ¡Muévanse, muévanse,
muévanse!
Está mirando a Elodie. Mirando del mismo modo que un león mira a un ratón
antes de abalanzarse, y no dejaré que ese hijo de puta se abalance sobre esta
pobre chica. Incluso le advierto de ella. Verbalmente. En su estúpida cara de
niño bueno. No es que sirva de mucho, por supuesto. Verás, veo que Elodie
le devuelve la mirada. No es lo mismo que cualquiera de las miradas que Mara
solía enviar a Wren, pero puedo ver el enamoramiento en sus ojos. Puedo ver
lo que está pasando, y quiero gritar. Sacudirla. Advertirle que huya lo más
lejos y rápido posible de él. No hay mucho que pueda decirle. A fin de cuentas,
mucha gente me advirtió que me alejara de Dash. ¿Y escuché a alguno de
ellos? Como el infierno que no, demonios. Tuve que aprender ese error por mí
misma, un error que nunca, nunca repetiré. Una parte de mí piensa que Elle
también debería aprender esta lección por sí misma. Pero entonces recuerdo
lo mal que se pone la gente cuando se enamora de Wren Jacobi y doy un giro
de 180 grados.
Haré todo lo que pueda para evitar que Wren lastime a esta pobre chica.
Puede que no sea mucho, pero puede marcar la diferencia. Si puedo evitar
que alguien pase por el tipo de dolor que sufrí a causa de Dash, incluso si eso
significa revivir el pasado y abrir viejas heridas en el proceso, que así sea. Es
un precio que pagaré con mucho gusto.
37
Fue idea de Pax. En lugar de correr la misma ruta todos los días, exigió que
corriéramos en diferentes rutas los fines de semana para romper la
monotonía. Nos levantamos al amanecer, nuestros dientes castañeteando
contra el frío, y Pax nos lleva a un campamento al otro lado de la Cordillera
de Sullivan. Los tres corremos entre nosotros por el sendero rocoso y suelto,
nuestro aliento forma nubes de vapor bajo el sol de la mañana y, por una vez,
todo se siente normal.
Pax empuja a Wren. Wren me empuja. Los tiro a los dos y paso junto a ellos
colina arriba, disfrutando de la sensación de pulmones ardiendo y cuádriceps
doloridos mientras los dejo a ambos en el polvo. Mi cabeza palpita durante
los primeros diez minutos de la carrera, pero mi pseudo-resaca se evapora
cuando hago que mi sangre bombee. De todos modos, no fue una verdadera
resaca. Me drogué con Wren anoche y la hierba no me hace sentir tan
polvoriento como el alcohol. Fue bueno relajarse con él en el sofá y tomar la
mierda. Se sintió como si no hubiéramos hecho eso en tanto tiempo, y
reconectarnos se sintió bien.
Este consejo, viniendo de él, me dio ganas de hacer un agujero en una pared,
pero mantuve la calma. En algún momento, Wren simplemente aceptó
abiertamente el hecho de que estaba saliendo con Carrie. Ni siquiera sé
cuándo sucedió. No hubo fuegos artificiales. No hubo reacción de él. Mi breve
relación con ella es un conocimiento común y corriente en Riot House ahora,
¿y eso, amigos míos? Eso está muy jodido. Después de todo el trabajo duro
que hice para ocultar lo que estaba pasando entre Carrie y yo, ambos
preocupándonos tanto por lo que iba a pasar si Wren o Pax se enteraban...
me irrita que ninguno de los chicos parece importarle que me la estaba
follando el año pasado. Todo eso de andar a escondidas, perder el sueño,
mentir, fingir, esconderse… Todo fue en vano.
Soy el primero en llegar a la cima del monte Sullivan. Vencí a Pax y Wren por
treinta segundos claros, y me aseguro de poner sal en sus heridas todo el
camino de regreso por la montaña. Y mientras hacemos uso del bloque de
duchas en el camping. Y luego todo el camino de regreso a Mountain Lakes.
Todavía les estoy dando una mierda cuando pasamos por delante de Screamin
'Beans y veo el viejo Firebird golpeado de Carina estacionado en el
estacionamiento.
—Sé que no, hombre, pero Wren y yo no somos vampiros como tú.
Necesitamos consumir alimentos sólidos. No todo el mundo puede sobrevivir
con la sangre de vírgenes inocentes. Puedes tomar un café o algo.
—Hazlo, Davis —ordena Wren—. A todos nos vendría bien un poco de cafeína.
Pax puede ir contra uno de nosotros a la vez, pero no contra ambos. Esa es
una regla tácita. Gruñe con tristeza mientras entra al estacionamiento del
café, asegurándose de detenerse junto a un enorme banco de hojas mojadas
y podridas en mi lado del auto.
Salto sobre la pila de hojas rancias, sonriéndole con satisfacción a Pax, quien
me sorprende cuando entramos. Screamin 'Beans es bastante silencioso. Son
las nueve y media de un sábado por la mañana, por lo que la multitud que
estaba muy temprano ya se ha retirado, y la multitud del almuerzo no llegará
por un tiempo todavía. Es fácil localizar a Carina, sentada en un reservado,
escondida en un rincón.
Un tipo con chaleco gris nos saluda, ya sacando una libreta. —Buenos días
muchachos. ¿Para comer aquí o para llevar?
Wren parece que está alardeando mentalmente; la nueva chica también está
aquí con Carrie. Ambas nos han visto. Deben haberlo hecho. ¿Por qué si no
estarían deslizándose en sus asientos? —Dios, soy tan idiota —se queja
Pax—. Tacha eso. Ustedes dos son los putos idiotas. Debería haber sabido
que algo estaba pasando cuando querías tomar un jodido café —Él clava un
dedo acusador en el pecho de Wren.
—Sí, bueno, me siento como una maldita bolsa de vómito. Ya sabes. Una de
las que encuentras en el respaldo de los asientos en los aviones. ¿Crees que
tienen alguno de esas por aquí? —Se aleja en dirección al baño.
—Por aquí, por favor, caballeros —dice nuestro mesero, sonriendo muy
ampliamente mientras extiende una mano, guiándonos a un reservado en el
frente del café, justo en la ventana. Wren lo sigue, pero yo... no sé qué me
pasa. Necesito estar más cerca de Carrie. Me dirijo hacia su puesto, incapaz
de detenerme.
¿Qué... diablos...?
—Me abrí de piernas para él como si nada. Dos días después, me pidió que me
reuniera con él en el observatorio después de la cena. Así que fui, emocionada
por poder verlo, por poder besarlo, por poder decirle que me había enamorado
perdidamente de él... y entré y encontré a Amalie Gibbons de rodillas con su
polla hasta el fondo de su garganta.
—¿Y sabes la peor parte? —Carrie se enjuga los ojos—. La peor parte fue que
ni siquiera le importaba. No estaba avergonzado. No se apresuró a apartarla
de él, ni subirse los pantalones, ni venir detrás de mí. Me vio, parada allí en la
puerta, vio el dolor y el sufrimiento en mis ojos… y se rio, joder. Dijo... —Ella se
aclara la garganta. Respira—. Él dijo: 'Parece que podría haber cometido un
error de horario. ¿Puedes volver en una hora? Debería estar listo para ti
entonces'
Los próximos minutos son borrosos. Llega una camarera con una actitud muy
mala y me regaña hasta la mierda. La provoco, jugando con ella solo para
demostrar lo genuino que soy, y todo el tiempo estoy mirando a Carina. La
recuerdo en el observatorio, acostada de espaldas bajo un revoltijo de gruesas
mantas, mirando el cielo nocturno con un mar de estrellas reflejado en sus
ojos.
Lovett Estates
< [email protected] >
Jueves 8.31 PM
Responder a: [email protected]
Para: Dashiell Lovett
< [email protected] >
Dashiell,
Elodie se toma los celos de Dami con calma, que es más de lo que puedo decir
que hubiera hecho.
El tipo que caminó directamente hacia mí todavía está inclinado, con la mano
cómicamente extendida, con un pie del suelo, una figura inmóvil de un
hombre que se abalanzó para intentar tomar un café y un teléfono y se perdió
ambos.
Me doy cuenta, con una claridad repentina y alarmante, como una bombilla
que se enciende sobre mi cabeza, que este tipo con el cabello oscuro, rebelde
y espeso, los cálidos ojos marrones y la más leve sombra de barba está
ardiente como el infierno.
—Básicamente soy más cafeína que hombre en esta etapa —dice, frotándose
la parte posterior de su cuello con una mano—. Oye, ¿cuál fue tu pedido? En
serio. Déjame traerte otro.
—Oh, está bien. De Verdad. No es gran cosa. Tengo que ir a la escuela, así
que...
Me mira por primera vez, realmente me mira y su boca se abre. —Oh Jesús.
Eres muy bonita.
El calor que sale de mis mejillas podría alimentar una central térmica.
—Guau. Los chicos normalmente no... salen y le dicen algo así a la cara de
una chica.
—Mierda —Con una mueca de dolor, se frota la cara con una mano. Cuando
baja la mano, él mismo está un poco sonrojado—. Bien. Disculpas por
eso —dice torpemente—. Voy a ir a buscarte otro café. Por favor espera aquí.
No tardaré un segundo, lo juro.
Él sonríe con la sonrisa más amplia que he visto en mi vida. —Excelente. No...
sólo... —Extendió las manos—. Solo quédate.
En el momento en que está dentro, quiero salir corriendo. El Firebird está ahí
y nunca antes había llegado tarde a una clase. Nunca, en mi carrera en Wolf
Hall. No quiero empezar ahora. Pero se lo prometí. No debería haberlo
prometido.
Está tan disperso y por todos lados que me siento mal por él. Sus ojos, muy
parecidos a los míos ahora que los estoy mirando, son brillantes y nítidos.
—Tomaré el Cappuccino —le digo, sonriendo. Me las arreglo para tomarlo sin
que las bebidas restantes terminen en el suelo. Deja las otras tres tazas en la
pared baja junto a la entrada del café y selecciona la más cercana a él.
Toma un sorbo y hace una mueca. —Oh. Oh, Dios, no. La calabaza especiada
es... ¡ugh! —Saca la lengua, agarra una de las otras tazas y bebe de ella en su
lugar, suspirando aliviado—. Hombre, eso fue jodidamente repugnante.
¿Cómo puede la gente beber eso?
9
Calabaza especiada es trabajo del diablo.
—Mi prima vive aquí. Vengo a Mountain Lakes todo el tiempo y nunca te he
visto por aquí. Estoy bastante seguro de que te recordaría. Así que sí. Tiene
sentido que te hayan encerrado allí en la colina.
—Entonces… ¿no vas a la escuela aquí? ¿En Mountain Lakes? —No sé por
qué, pero esto me decepciona un poco.
—Mira. Sé que tienes que irte, pero... estoy aquí estudiando, se supone que
es más fácil concentrarme, pero... Dios, estoy divagando. ¿Te gustaría comer
algo conmigo este fin de semana? Específicamente, ¿te gustaría tener una cita
conmigo? Todavía me siento mal por haber chocado contigo, y ya hemos
superado el hecho de que creo que eres realmente bonita, así que...
Tomo una decisión. —¿Sabes qué? Por supuesto. Una cita suena genial.
Gracias.
—¿No?
Niego con la cabeza. —Promesa.
—Las mejores noticias que he tenido en todo el día —dice—. Bueno. Ve. No
quieres llegar tarde, ¿verdad?
—¿Oye, Andre?
Voy a la cita con Andre. También tengo una segunda cita con Andre la noche
siguiente. Es dulce y divertido, y cuando se inclina y me besa, no parece que
el mundo se acabe. Tampoco se siente como si estuviera en llamas, lo cual es
bueno, supongo. Me siento segura cuando sus labios se encuentran con los
míos, y la seguridad es algo que no he sentido desde que puedo recordar. La
seguridad tiene sus ventajas. Significa que no siento que me van a
decepcionar en cualquier momento. Andre tampoco tiene dos mejores amigos
hostiles y muy agresivos que quieren hacer de mi vida un infierno, lo que es
un punto a su favor.
En nuestra tercera cita, me invita a una fiesta que está dando el hermano de
su amigo y acepto. La semana pasa lentamente, y todos comienzan a hablar
sobre el hecho de que los chicos de Riot House se dirigen a Boston para un
baile benéfico que está organizando el padre de Dashiell. Sé que la fiesta de
Edmondson fue un golpe de suerte, no hay forma de que Dash se presente en
una fiesta organizada por un jugador de fútbol americano universitario, pero
saber que estarán fuera de la ciudad la noche de la fiesta es un alivio. No
habrá ninguna sorpresa con los tres a ciento sesenta millas de distancia en
la ciudad.
Andre aparece a las once. Solo he tomado dos cervezas, así que tengo el
control total de mis facultades. Elodie y Pres me ahuyentan, diciéndome que
vaya a hablar con el chico guapo que me sonríe desde el otro lado de la
habitación, y no necesito que me lo digan dos veces.
Sigue el juego. —Maldita vergüenza. Los sacos de arpillera pican, claro, pero
son muy bonitos.
Me besa de nuevo, y su boca sabe a caramelo, tan, tan dulce. Dios, todo en
él es dulce.
Hago una mueca de dolor en mi teléfono celular, y Andre nota por primera
vez que la pantalla se ilumina con una llamada entrante. —Oh demonios.
¿Necesitas atender eso?
Me acobardo. —Más o menos. —Alderman nunca llama a menos que sea
importante. Ignorarlo sería una idea tonta.
Andre no se inmuta en lo más mínimo. Besa mi frente rápidamente y
comienza a caminar de regreso a la casa. —Sin preocupaciones. Tomate tu
tiempo. Traeré algunos tragos más.
Aprieto los dientes, esperando que empiecen los gritos... pero, de nuevo,
debería saberlo mejor. Alderman no grita. Eso no es lo que es. Se calla. Grave.
Decepcionado.
—Bueno. ¿Divirtiéndote?
—¿Buenas noticias?
—Como sabes, tengo familia en Grove Hill. Por eso estuve allí esa
noche —dice—. Cuando te encontré al costado de la carretera.
Por alguna razón, mi corazón late con fuerza. No tiene sentido. Nada de lo que
esté diciendo debería ponerme ansiosa y, sin embargo, todo mi cuerpo está
temblando. —Dios, ¿puedes escupirlo, Alderman? Me estoy volviendo loca
aquí. ¿Se trata de... se trata de...
Kevin.
Pongo mi mano sobre mi boca, las lágrimas empañan mi visión. —¿Qué? ¿Qué
quieres decir? —Mi voz se quiebra. Intento mantenerme unida, pero es
imposible—. No entiendo —susurro.
Cierro los ojos con fuerza, tratando de no hacer un sonido mientras sollozo
en silencio en mi mano.
¿Segura? ¿Libre?
Las palabras resuenan en mis oídos, dos términos simples que mucha gente
da por sentado. Nunca tuve muchos motivos para creer que ninguno de los
dos se aplicaría a mí y, sin embargo, el hombre que me salvó del costado del
camino me acaba de decir que ahora soy ambos.
—Solo ve, Carrie. Ten una buena noche. Tus registros policiales han sido
sellados. Se han firmado todos los documentos relevantes. Lo tengo todo aquí,
esperándote. Ya no tienes de qué preocuparte.
No puedo creerlo realmente no puedo. —Gracias. Yo... yo ni siquiera sé qué
decir.
—Buenas noches.
Hay mil tipos de alcohol que prefiero al champán, pero mi padre es un capullo
pretencioso, así que eso es todo lo que se ofrece esta noche; hay suficientes
Möet & Chandon en este salón de baile para ahogar una puta flota naval.
Junto a la mesa del buffet, le hablo del estado actual del mercado de valores
a un tipo con la cabeza muy brillante, la cabeza muy calva, cuando Wren
aparece con el vapor saliendo de sus oídos. Su traje es negro carbón, al igual
que su camisa y corbata de seda. Con su piel pálida y su masa de cabello
ondulado negro, él mismo parece la muerte. —¿Invitaste a Mercy? — se queja.
Necesito andar con cuidado aquí. ¿Pero sabes qué? No debería tener que
hacerlo. Estoy pisando ligeramente porque el temperamento de Wren es
ridículo estos días. Está muy nervioso por la chica nueva, Elodie. Es tan
jodidamente obvio. Por derecho, debería convertir su vida en un infierno. ¿No
es eso lo que le habría hecho a Carrie, si yo hubiera sido honesto acerca de
verla? ¿No era ese el objetivo de arrastrarme, sentirme culpable, sentirme
como una absoluta mierda, en realidad, ocultar lo que sentía?
Dios.
Todo lo que sé es que Wren está frustrado por todas las cosas equivocadas, y
yo soy la última persona con la que debería desquitarse.
No he dicho una palabra. Debería estar tan enojado con él. Después de
mantener a Fitz en secreto, y el calor de la desaparición de Mara que llevó a
la policía a nuestra puerta, ahora tiene la audacia de enamorarse de una
chica justo debajo de nuestras narices. Debería noquear al cabrón, pero tomo
el camino más alto. Wren Jacobi me salvó una vez. Más que eso, me invitó a
vivir con él y me hizo su amigo. No puedo olvidar eso.
—Al diablo con esto. Me voy de aquí —Wren gira sobre sus talones y se aleja
como una tormenta.
—¿Qué?
Alto y ancho, pero más delgado que yo. Nunca pudo acumular ningún
músculo cuando era un hombre más joven. Está incluso más delgado que
cuando lo vi en Navidad. Su cabello oscuro, una vez de un negro intenso, se
ha vuelto pimienta y acero. Su rostro es un rayado de líneas que se extienden
profundamente alrededor de su boca permanentemente hacia abajo.
Naturalmente, lleva su esmoquin. Esta es su gran noche, su oportunidad de
sorprender a los estadounidenses con su filantropía y su superioridad
inglesa.
Tom estaba arreglando el teléfono de Elodie por ella. El teléfono que Wren
rompió inadvertidamente cuando chocó con Elodie en el pasillo hoy
temprano, honestamente, lo había olvidado por completo, y luego Wren obligó
a Tom a darle el teléfono. En pocas palabras: Wren tiene el teléfono de Elle, y
Elle perdió su mierda cuando se enteró.
Preferiría arrancarme los ojos antes que ir a Riot House ahora mismo, pero
¿qué opción tengo? No puedo dejarla ir sola.
Intento no mirar hacia el enorme tragaluz que hay sobre mi cabeza mientras
insto a Elodie hacia las escaleras, pero fallo. No he subido al observatorio
desde la noche en que encontré a Dashiell allí con su polla en la boca de
Amalie Gibbons. También arranqué mis mapas de estrellas de la pared esa
noche. Tiré mis pendientes planetarios. Enterré mis camisetas de la NASA,
mi telescopio y mis otras baratijas de astronomía en el fondo de mi armario.
Me dolía incluso pensar en algo relacionado con la astronomía, porque mi
amor por las estrellas se había vuelto tan intrínsecamente vinculado a él. Sin
embargo, cómo extraño el cielo nocturno. Y qué hermoso se ve a través de la
inmensidad del tragaluz de Riot House.
Bueno, si eso no suena como una idea terrible, no sé qué lo hace. —Iremos
juntas. Es más fácil perderse aquí de lo que piensas.
Elodie sonríe. Aprieta mi mano. —Estaré bien. Quédate aquí y vigila. Si ves
luces en la carretera, grita y saldremos de aquí. Una de nosotras debe estar
en guardia.
Cobarde como soy, la dejo ir. Vi la pena en su rostro; ella sabe lo difícil que
es para mí estar aquí, en su casa. Dios, la última vez que estuve aquí...
Empujo el recuerdo hacia abajo, deseando no atraparlo y torturarme con una
repetición. ¿Cuál es el punto de hacerlo? ¿De qué sirve recordar algo de eso?
No fue real.
Recuerdos de la noche en que Mara se fugó a Los Ángeles golpea con fuerza.
La fiesta en la planta baja. Wren, jodido y abrazándome, justo donde estoy
parada ahora. Y luego ver la habitación de Dash por primera vez,
maravillarme con el piano junto a la pared junto a la ventana, y la cama
enorme, baja en el suelo, y los libros, y todo tan innato e intrínsecamente de
él.
Gran parte del progreso que he logrado en los últimos ocho meses se está
reduciendo con el solo hecho de estar aquí. Si no me voy pronto, estaré de
regreso donde comencé, fatalmente herida y sangrando emocionalmente.
Mierda.
La vista desde sus ventanas es una vez más un lienzo de negro y gris, sombras
sobrenaturales que insinúan un dosel de árboles y la línea de la montaña,
elevándose en la distancia.
Al igual que la primera vez que vine aquí, me atrae el hermoso y querido piano
en la esquina de la habitación. Los objetos que más capturan nuestro corazón
resuenan con un eco de nosotros en nuestra ausencia. Cuando veo las suaves
teclas en blanco y negro, y el banco con la almohadilla naranja raída encima,
sobresaliendo en un ángulo, como si Dash se apartara de su composición y
abandonara la habitación a toda prisa, cada recuerdo que tengo de Dash se
precipita hacia mí, tan abrumador que mis piernas se doblan.
Dash, de pie entre las lápidas del cementerio de ocho tumbas de Wolf Hall,
enojado y frustrado...
Dash, sentado en un charco plateado de luz en la sala de la orquesta, con la
cabeza inclinada, los ojos cerrados, los dedos volando hacia arriba y hacia
abajo mientras toca...
No estaba mintiendo cuando me dijo que me amaba. Juró que nunca me haría
daño. Creí esas palabras porque eran un hecho. ¿Entonces qué pasó? ¿Qué
cambió para que él hiciera algo tan cruel e hiriente? Es... simplemente no
tiene sentido.
Las lágrimas corren por mis mejillas mientras me acerco al piano. Me duele
el alma. Hace meses que palpita con las preguntas que no puedo hacer, que
no voy a hacer, porque me duelen demasiado como para siquiera surgir en
silencio dentro de mi propia cabeza.
Paso mis dedos sobre las pilas desordenadas de partituras, estudiando las
anotaciones desordenadas y garabateadas de Dashiell en los pentagramas.
Dash siempre fue mucho mejor comunicándose en este elegante idioma de lo
que lo fue en su lengua materna. Mirando fijamente la variedad de notas,
cuyos nombres ni siquiera recuerdo correctamente, me encuentro deseando
haber prestado más atención en la clase de música. Ojalá pudiera leer el
significado detrás de cada racha de carbón de su lápiz y escuchar la belleza
de la música que ha creado.
Mis ojos se bloquean, negándome a mirar a ningún otro lado, cuando veo el
título que escribió Dash en la partitura que se encuentra en la parte superior
de la pila. Ni siquiera puedo parpadear.
Stellaluna.
Me tiemblan las manos mientras levanto la hoja de papel, mis ojos luchan
por comprender los complicados y frenéticos garabatos que recorren las
estrechas líneas negras. Mi pecho se aprieta aún más cuando veo que la
segunda página de la partitura está etiquetada con el mismo título. Y el
tercero. Y el cuarto. Agarro un buen trozo de la pila, comprobando una página
en la mitad de la pila, que también tiene la etiqueta Stellaluna. Sé lo que es
esto. Es la música que me tocó en la fiesta. Ampliado. Reorganizado. Reescrito
y reelaborado, una y otra vez.
Clic
Dejo caer la partitura. La pila cae, las hojas revolotean al suelo a mis pies.
Mi corazón se detiene.
¡MIERDA!
Cristo.
—¡Ya voy! ¡Sólo un segundo! —Se inclina sobre la barandilla del último piso
de las escaleras. Echo un vistazo a su cabello rubio y luego desaparece de
nuevo.
—Jesús. Detente. Ya tuve suficientes chillidos por una noche, gracias. El viaje
de regreso desde Boston fue lamentable. Tuve que caminar todo el camino de
regreso desde la ciudad porque el conductor de Uber no subía a la montaña.
Y luego llego a casa y me encuentro con dos pequeñas ladronas aquí,
merodeando en la oscuridad.
Los ojos de Elodie están muy abiertos. Un poco aturdida. —Sí, lo tengo.
Joder. Quizá aún esté a tiempo de salvar a mi amiga de esta pesadilla. Si tan
sólo Mara se hubiera quedado y me hubiera convencido de no enamorarme
de Dash, entonces no estaría tan jodida y rota ahora. Sé que es inútil, pero al
menos tengo que intentarlo. —¡No lo hagas! ¿Recuerdas a Perséfone? Ella
aceptó esas semillas de granada de Hades y se condenó a sí misma al maldito
inframundo —Bien, suena muy exagerado, ahora que ha salido de mi boca,
pero estamos hablando de Wren Jacobi. Como la criatura de pesadilla que es,
puedo verlo totalmente como el rey del inframundo.
—Elodie —Tiro más de su brazo esta vez. No puede resistirse sin caer por las
escaleras y aterrizar sobre su trasero. Me siento aliviada cuando finalmente
se rinde y se da la vuelta por fin. Solo una vez que estamos afuera, con el
viento helado del norte golpeándonos en el rostro y corriendo hacia el Firebird,
es que veo el estúpido libro en su mano.
43
—No más Wolf Hall. No más puesto en el Estate. No más título. No más auto
caro. Conduce el Mercedes a Boston a primera hora de la mañana, Dashiell.
Lo estoy tomando de vuelta. Estás oficialmente por tu cuenta, chico.
Pax hace una mueca de dolor, inhalando aire a través de los dientes cuando
le doy reproducir al altavoz en el auto, pero rechazo el mensaje por lo que es:
basura absoluta. Cumplí dieciocho años el día de Año Nuevo. No puede
obligarme a hacer nada ahora. Él mismo puede venir a buscar su feo culo
Maybach si quiere recuperarlo. El único lugar donde lo conduciré es por un
maldito barranco. Espera. Corrección. Lo empujaré al barranco. Si me voy a
suicidar en un auto pronto, seguro que no será en algo tan cliché como un
maldito Maybach.
Pongo los ojos en blanco, pero también lo tomo en serio, Pax no hace
amenazas a menos que planee seguirlas. —¿Sí?
—Dashiell —La voz fría al otro lado de la línea hace que mi mano palpite
inesperadamente. Mi cuerpo recuerda al dueño de esa voz antes de
reconstruir a quién pertenece. Y luego recuerdo.
—Bien. Por mucho que me encantaría charlar, tío Bob, en realidad no lo hago.
Prefiero cortarme la lengua antes que tener otra conversación contigo...
Alderman dice. —Y aquí estaba yo, con la impresión de que eras un astuto
joven de diecisiete años.
—Dieciocho.
Alderman se ríe secamente por teléfono. —Si. Muy bien, chico —Su voz gotea
sarcasmo. Creo que sospecha que le estoy mintiendo para evitar una
paliza—. De todas formas. Quería agradecerte por darme el espacio para
resolver las cosas por ella cuando lo necesitaba. Ahora que las cosas han
cambiado para Carrie, supongo que no tendría mucho que decir si volvieras
a verla.
Tienes que estar bromeando. Ojalá supiera dónde vive este cabrón. Aparecería
en su puerta y le patearía los dientes. —¿Ahora está bien que la vea?
Él gruñe. —Te he conocido. Sé qué tipo de chico eres. Mejor malo conocido.
Además, también me conociste. Sabes lo que te pasará si la tratas mal.
¿Por qué la gente sigue diciendo eso? No soy un tipo ingenioso. Soy un tipo
cabreado con un terrible dolor de cabeza y la abrumadora necesidad de
causar un daño físico duradero. Aprieto la mandíbula y exhalo con dureza
por la nariz.
Pax frunce el ceño, dándome una mirada peligrosa. —Bien, hijo de puta. Tan
pronto como regresemos a la casa, te daré una paliza.
—Juega bien y pregúntale a la linda pelirroja dónde está, Davis. Vamos a otra
fiesta.
El concepto de asesinato no es tan abominable. No cuando has tenido una
hora para pensar en algo y realmente has dejado que tu imaginación se haga
cargo. Llegamos a la fiesta infestada de hermanos y estoy listo para matar.
Me he imaginado la escena que encontraremos dentro: Carrie, vestida casi
sin nada, frotándose contra la polla de algún chico de fraternidad. Carrie,
montada a horcajadas sobre un tipo con un mal corte de cabello, besándose
con él como si no hubiera tenido sexo en meses. Carrie, inmovilizada en una
cama mientras un deportista y sus amigos se turnan con ella.
—Supongo que estamos buscando a Carrie —dice Pax—. Será mejor que al
menos confirmes eso.
—Hola chicos —Nos sonríe a los dos—. Es Pax, ¿verdad? Pres te describió un
poco antes de irse.
Pax mira al chico con los ojos entrecerrados. —¿Y tú eres? ¿Novio de Pres?
— Oh no, hombre —Se ríe con facilidad, extendiendo la mano a Pax, sonriendo
como si fuera el puto Ryan Gosling o algo así—. Soy Andre. Soy el novio de
Carina.
Allí. ¿Qué dijo? Joder, lo sabía. Sin embargo, ¿de dónde saca esta maldita
charla de novio? De ninguna manera ya son lo suficientemente serios como
para intercambiar títulos de novio/novia. ¿Qué estoy diciendo? De hecho, no
tengo ni idea de lo serios que son ni de cuánto tiempo llevan viéndose. No sé
nada sobre su relación, y eso es jodidamente irritante.
Pax se vuelve hacia mí con los ojos muy abiertos. —¡Mira quién es! —Él sonríe
sugestivamente—. Andre. El novio de Carina. Este es Dashiell —dice,
volviéndose hacia Andre—. El ex de Carina.
Ella no te ha mencionado.
Andre dice algo acerca de que Carrie tuvo que irse hace horas para ayudar a
una amiga. Hace un gesto por encima del hombro, apuntando con el pulgar
en dirección al barril que puedo ver en el patio trasero. —¿Quieren una
cerveza? Es una mierda doméstica bastante débil, pero no me importa.
También hay un par de barriles de IPA local flotando en algún lugar.
—Me encanta una buena IPA —Pax se frota las manos, buscando los barriles
en cuestión, pero yo pongo una mano en su hombro.
—Eso es muy decente por tu parte para ofrecerlo, pero me temo que tenemos
que ponernos en marcha en realidad. Solo pasamos de camino a casa para
ver si Pres necesitaba que la llevaran.
Pax me golpea en el brazo. —¿Por qué tienes que rechazar pasar tiempo con
mi nuevo mejor amigo?
Andre reaparece con dos botellas de cerveza. Los aprieta en nuestras manos,
asintiendo felizmente. —Ahí tienes. Dos para el camino. Espero volver a verlos
pronto, muchachos. Oh, qué pasa, James. ¡Oye! ¡Espera! Ya voy —Nos mira
a Pax y a mí, palmeándonos suavemente en los hombros—. En serio, chicos.
Son bienvenidos aquí en cualquier momento. Conduce con cuidado, ¿de
acuerdo? —Salta tras su amigo, desapareciendo entre la multitud.
Pax y yo miramos nuestras cervezas y luego nos miramos. —Golpearlo hasta
la mierda a ese tipo va a ser muy difícil —dice Pax, abriendo su cerveza—. Es
como si fuera un perro atrapado en el cuerpo de un hombre.
Le digo a Elodie que me acosté con Andre. Ni siquiera sé por qué digo esta
mentira, cuando está tan claramente lejos de la verdad, pero supongo que
una parte de mí quiere que sea verdad. Decirlo en voz alta para ver cómo se
sienten las palabras saliendo de mi lengua. Elodie compra la falsedad sin
pensarlo dos veces. Está tan atrapada en su relación con Wren que no nota
la punzada de dolor en mi voz cuando le digo que me gusta tener sexo con él.
Al final del mes, los chicos e Riot House desaparecen de la montaña para el
cumpleaños de Wren, y Elodie está desconsolada, aunque finge lo contrario.
Revisa su teléfono celular veintitrés veces en el espacio de una hora antes de
que deje de contar y la dejo suspirar por el Señor Oscuro de Riot House.
Convenzo a Elodie de que el diario está mejor conmigo. Le juro que lo llevaré
a la policía. Odio mentir, pero entregar el diario sería catastrófico. Dios sabe
qué hay dentro, cuántas leyes violadas escribió Mara antes de reservarlo para
Los Ángeles, y cuáles podrían ser las consecuencias de que sus confesiones
caigan en las manos equivocadas.
Dash de alguna manera aparece frente a mí, con una camisa planchada y
zapatos de aspecto muy caro. Su expresión es ilegible mientras me mira. Su
boca se tuerce un poco cuando vuelve su atención a mi amiga, sentada en el
sofá a mi lado.
—¿Qué diablos crees que estás haciendo? —Siseo por un lado de mi boca.
Dash se ríe de esto. —Sí, supongo que tienes razón. Ella es bastante fiera,
¿no es así?
—¿Y qué sabrías sobre eso?
Dash suspira, dejando que su cabeza caiga hacia atrás contra el sofá. Sus
ojos vagan hacia el techo, evitándome a toda costa. —No lo sé. Ignórame.
Estoy hablando mierda.
No puedo ignorarlo. La última vez que hablamos tanto, todo fue perfecto entre
nosotros. Él acababa de estar dentro de mí. Me acababa de decir que estaba
enamorado de mí. Ha pasado mucho tiempo desde que estuve tan cerca de
él, y me tomó con la guardia baja la forma en que su proximidad me está
afectando.
—Ella es fuerte. Eso es todo lo que intento decir —concluye Dash—. Como tú.
Dash patea sus largas piernas frente a él, cruzándolas por el tobillo. Entrelaza
los dedos y apoya las manos en el estómago. No dice nada, y mi temperatura
se eleva tan rápido que mi ira se siente como si me estuviera cocinando de
adentro hacia afuera.
Él se resiste un poco a eso, echando la cabeza hacia atrás, pero aún no dice
nada.
Yo lo llamo mentiroso.
Lo llamo tramposo.
Las lágrimas comienzan a rodar por mis mejillas y él reacciona por fin. Su
mandíbula se aprieta, una v profunda e infeliz formándose entre sus cejas.
—No lo hagas. No llores, Stella —susurra.
Me limpio las lágrimas errantes con enojo, agachando la cabeza. Ojalá nadie
se haya dado cuenta. —¿Y qué prefieres que haga? ¿Debería volver a cerrar
la boca y seguir sufriendo en silencio? Pensé que esto era lo que te gustaba.
Una chica, puesta de rodillas por ti. ¿No te gusta cuando las chicas lloran por
ti? Lo que pasa con esos proyectiles teñidos de veneno es que te hacen daño
al salir tanto como a la persona a la que los disparas.
Toma una respiración profunda y deja que su cabeza ruede por el respaldo
del sofá para mirarme. —El poder es algo embriagador y adictivo, Stella.
Corrompe incluso a las mejores personas, y yo ni siquiera estaba cerca de ser
bueno. Yo era el más bajo de los bajos. Tomar el poder y dominar a los demás
solía hacerme sentir que tenía el control. Contigo, aprendí que el verdadero
poder es la confianza. Es una asociación. Vulnerabilidad. Amabilidad.
Amistad. Me mostraste todo eso. Me salvaste de toda una vida, atrapado en
un círculo vicioso y feo que nunca me habría hecho realmente feliz. Y por eso,
siempre estaré agradecido. Nunca quise hacerte llorar. Quería amarte, y
todavía lo hago.
Pensé…
Debería haberla priorizado sobre todo lo demás. Debería haberla querido más
que a nada en este mundo, incluida mi amistad con Pax y Wren, porque eso
es lo que vale.
Patético.
Lo que daría por volver atrás en el tiempo y arreglar las cosas. Hacerlas bien
a la primera. La retrospectiva es una cosa muy jodida, ¿no?
El viernes, estoy trabajando en una mesa en la parte trasera del café cuando
siento que alguien se acerca a mi mesa. Pensando que es Jazzy, la camarera
que más me odia, no me molesto en levantar la vista de la pantalla. Resulta
que es alguien mucho más inesperado.
Cree que me hizo saltar. No tiene idea de que su sola presencia me duele tanto
como una marca.
Tamborilea sus dedos contra la mesa, asintiendo más rápido. —Sí. Sí, estoy
bien. Te vi sentado aquí, y pensé que se joda. Quería venir a preguntarte algo.
Sé que es extraño y todo eso, pero ¿te importa?
—Wow. Solo vas a... salir con eso, ¿eh? —Lo admito, esto no es exactamente
lo que esperaba.
No me gusta escuchar eso en absoluto. Una cosa es saber que la chica que
amas está con otra persona. Otra cosa en conjunto es descubrir que la otra
persona también está enamorada de ella. Me muevo incómodo, aclarándome
la garganta, y Andre recupera la tensión. Parece consternado.
¿Qué quiere que le diga? Hace poco quise clavarle una piedra en la cara, ¿y
ahora quiere que le mienta de forma más convincente sobre que no estoy
enamorado de su novia? Lo estoy intentando, gente. Lo estoy intentando,
joder. Pongo las manos sobre la mesa, deseando haberme quedado en la casa.
Los recuerdos no son ni de lejos tan malos como esto. —De
acuerdo —digo—. Déjame hacerte una pregunta. ¿Existe algún reino o
realidad en la que puedas saber lo hermosa, feroz, inteligente y descarada
que es Carrie y no amarla?
—Es solo una forma de decir. Ella tiene dieciocho años. Sólo digo...
Entrecierra los ojos, pero no con intenciones maliciosas. Parece que se está
preparando para lo peor. —No respondiste a mi pregunta en este momento.
¿Alguna vez te dijo que te ama?
Él espera.
Andre asiente con tristeza. Se desliza hasta el final del banco y se levanta,
llevándose el café con él. —No importa que solo tenga dieciocho años. De
todos modos, le habría preguntado. Pero no lo haré, porque ella todavía está
enamorada de ti —Da una palmada en mi hombro, dándole un ligero
apretón—. Espero que tengas otra oportunidad con ella, hombre. Y realmente
espero que la trates mejor la próxima vez. Tienes razón. Ella merece ser feliz.
46
ANDRE: Hola, dulce niña. Odio hacer esto, pero estoy de camino de
regreso a Albany. Mi carga de trabajo simplemente se triplicó y conducir
desde y hacia el campus me hace la vida imposible. ¡Sin embargo, me he
divertido mucho saliendo contigo! Realmente espero que las cosas vayan
bien durante el resto de tu último año. Tómate un café por mí la próxima
vez que estés en la cafetería. X
Para cuando visito la habitación de Elodie por la noche para contarle lo que
ha sucedido, estoy segura. Esto es culpa de Dashiell Lovett. Elodie es dulce y
quiere pasar el rato, pero no estoy de humor para compañía. Le digo que
quiero pasar la noche sola, enfurruñada y terminando algunas tareas, pero
cuando vuelvo a mi habitación, no puedo pensar. Las palabras impresas
dentro de todos mis libros de texto nadan en la página, dándome un dolor de
cabeza terrible.
Tal vez…
Empiezo a leer.
Y luego otra.
Stella: AHORA.
Soy un pedazo de mierda tan patético. Esto lo prueba aquí mismo. Finalmente
comencé a ver cosas. Me giro hacia la derecha, sosteniendo el teléfono sobre
el costado del sofá, donde Pax no puede ver lo que estoy mirando. Las
palabras nadan por toda la pantalla, sin ningún sentido. Estoy iluminado
como una señal de bengala, las manos me tiemblan, los latidos del corazón
de repente se aceleran. De ninguna manera Carrie me envió un mensaje. De
ninguna manera esto es real.
—¡¡¡¡Dash!!!! ¡Qué carajo, hombre! Me están dando una paliza aquí. Deja de
joder.
Miro la pantalla del televisor, silbando entre dientes cuando veo en cuánta
mierda estamos. No es un buen momento para presionar el botón de pausa.
Sé exactamente cómo reaccionará Pax.
Mierda. Odio tener razón. Parece que está a punto de matarme. Salto del sofá,
sosteniendo mi teléfono. —Lo siento. Esto es importante. Mierda de
familia —le digo.
El teléfono.
El mensaje en el teléfono.
Mis dedos golpean la pantalla por sí solos, pero me detengo. Tomo aire. Me
recompongo. Borro las sandeces que estaba a punto de enviarle y escribo algo
más conciso en su lugar.
Yo: Es tarde. Harcourt nos asesinará a los dos si nos atrapa allí.
Tampoco puedo conducir hasta allí sin avisar a seguridad. Hugh ha estado
muy atento desde que Pax y yo destrozamos la guarida de Fitz. Solía caminar
o correr cuando pasaba todas esas noches con Carrie, y ahora voy a tener
que hacer lo mismo.
Yo: La glorieta.
Stella: De ninguna manera. No puedo completar el laberinto.
Ella resopla, pero no pone más objeciones. Me alegro de los segundos extra
de silencio, de tener algo que hacer con las manos y un objetivo en el que
concentrarme mientras intento no enloquecer. Hacía mucho tiempo que
Carrie y yo no estábamos a solas. Esto se siente estupendamente importante.
Tengo que tener cuidado de no hacer ni decir nada que lo arruine.
Ella mira a su alrededor, examina los libros de los estantes, la alfombra, las
lámparas y el espejo sobre la repisa de la chimenea, con expresión
beligerante. —Te das cuenta de lo ridículo que es esto,
¿no? —ella susurra—. Este lugar está en los terrenos de la academia y de
alguna manera pertenece a Riot House. Es un hecho tácito. Es solo... suyo.
Nadie más puede venir aquí.
—No si quieren los diez dedos de las manos y los pies intactos.
Con un bufido burlón, niega con la cabeza. —Ni siquiera vas a negar el trato
especial, ¿verdad?
—¿Por qué debería? Este era el territorio de Fitz hasta hace un par de años.
Trajo a personas mayores aquí para follarlas. Pax y yo empezamos a aparecer
aquí para que él no lo hiciera. Apostamos nuestro reclamo. Nadie nos desafió
por eso. Este lugar no nos fue dado, amor. Lo tomamos.
—Carrie...
Arroja algo al suelo a mis pies. Aterriza con un fuerte golpe y resbala sobre la
alfombra, chocando con mi zapato. En lugar de mirar hacia abajo para ver
qué es, fijo mi mirada en ella, negándome a mirar hacia otro lado. —Nunca
fue un término desechable para ti. Sé lo que significa esa palabra —Está a
punto de responderme, pero la detengo antes de que pueda hablar—. ¿Por
qué le dijiste a Elodie que solo estuvimos juntos un par de días en el café?
Reescribiste toda nuestra historia.
Ella niega con la cabeza, la ira torciendo sus rasgos. Incluso furiosa como
esta, todavía es impresionante. —¿Por qué piensas? Estaba avergonzada. No
quería que supiera cuánto tiempo dejé que me manipularas.
Realmente se acabó.
Me agacho y tomo el libro, eso es lo que ella arrojó a mis pies, dándole la
vuelta en mis manos. Es pesado. Encadenado maravillosamente, el cuero
suave como la mantequilla y flexible bajo mis dedos. —¿Qué es esto? —Lo
abro. En el interior, las páginas están cubiertas de tinta negra y azul
descabellada, una letra muy femenina e infantil que cubre cada página.
—El diario de Mara. Las últimas páginas están arrancadas. No se leen como
el resto de las entradas. Nada de eso realmente tiene sentido. Se siente como
si estuviera tratando de implicar a Wren en algo —Carrie resopla, llevándose
el dorso de la mano a la boca. Sus ojos brillan con fuerza, mojados por
lágrimas que obviamente no quiere derramar.
—¡No lo sé! Esto no tiene nada que ver conmigo. Nunca lo ha hecho. ¡Ni
siquiera debería estar aquí ahora mismo!
Ella solo quiere pelear. Ella se balancea tan salvajemente de Wren a Fitz que
los dos bien podrían ser intercambiables. No se trata de ellos. Se trata de mí
y de lo que le hice. Por fin, estoy un poco molesto. —Mira, no tienes idea de
lo que estás hablando. ¿Cómo puedes saber que no estaba drogada cuando
escribió eso? Estaba loca el noventa por ciento del puto tiempo. Mercy se
encargó de eso. Tíralo al fuego y lavémonos las manos de todo esto.
—Pero Elodie...
—¿Cómo puedes ser tan frío? ¿Cómo puedes ser tan indiferente a esto?
Bien. Eso fue frío. Pero no puedo gastar energía en nadie más en este
momento. De hecho, me gusta Elodie. A pesar de la hipocresía de la posición
de Wren, Elodie realmente ha sido buena para él. A continuación, digo algo
que probablemente no debería. —La única persona que me importa eres tú,
Carina. Creo que lo he dejado muy claro. Si no quieres escuchar eso, entonces
es asunto tuyo. Lo entiendo. La cagué. Sin embargo, podemos lidiar con eso
en otro momento. Ahora dámelo.
No dice una palabra sobre lo que acabo de decir. Ella reaccionó bastante mal
en la clase de inglés. Ahora ella me mira siniestramente. —Bien. Aquí, Lord
Lovett. Siempre te sales con la tuya, ¿no?
—¿Por qué lo estás protegiendo así? No es tu amigo. ¿Lo sabes bien? Puede
que actúe así, pero solo usa a las personas para conseguir lo que quiere.
Mi amistad con Wren es más complicada de lo que Carrie jamás sabrá. Nunca
llegué a decirle lo que hizo por mí. Ella mira nuestra amistad y no ve más que
fallas y fallas. Si tuviera alguna idea de cuánto le debo a Wren, no estaría
diciendo estas cosas. Enojada como está y buscando lastimarme de alguna
manera, tendría que encontrar alguna otra área jodida de mi vida para atacar.
No sería demasiado difícil.
—Quizás tengas razón. Pero la escuela secundaria casi termina, Carrie. Todos
vamos a seguir nuestros propios caminos en la vida. Probablemente nunca lo
volveré a ver. Hasta entonces, tengo que verlo todo el maldito tiempo, y no me
arriesgo a que abra la boca y le cuente a todos lo que pasó esa maldita noche.
Las jodidas drogas. Si Wren no hubiera dejado esa maldita caja con todas
esas bolsitas dentro, no estaríamos en esta posición ahora. Mientras Fitz
tenga esa caja, estaremos todos jodidos. Y mientras exista este diario, existe
la posibilidad de que la policía lo encuentre y quiera hablar con nuestro
profesor de inglés sobre su relación con Mara Bancroft.
—¡Carina, espera!
—Todos hemos cometido errores, está bien. Grandes. No creo que debamos
tener que seguir pagando por ellos de esta manera.
No sé a qué se refiere ahora. Podría ser Wren o Fitz en esta etapa. ¿Qué
importa? Miro hacia el cielo nocturno, tratando de sacar algo de coraje del
cielo, algo que lo haga más fácil. —Sí. Estoy hablando de lo que te hice. Lo
odio, está bien. Odio haberte lastimado. Dejé que las cosas se salieran de
control y tomé un giro equivocado. Lo he lamentado todos los días desde
entonces. ¿Cuándo me vas a perdonar?
Le dije a Elodie que no iba a ir, pero realmente no tengo elección. Si ella va,
entonces tengo que hacerlo. No puedo dejar que se meta a ciegas allí. Nunca
me perdonaría si ella se viera atrapada en alguna mierda de Riot House del
siguiente nivel.
Esta fiesta, por alguna razón impía, es de disfraces. Voy con Pres a Party
Empire y elijo un pequeño disfraz de Sombrerero Loco, sin prestarle atención
ni importarme lo que estoy eligiendo en lo más mínimo. Pres opta por un
atuendo grotesco de Beetlejuice que parece un pijama blanco y negro, no es
sexy de ninguna manera, pero parece emocionada por eso, así que no hago
preguntas.
—¿Qué es?
—Nada.
Oh, Presley. Dulce niña. Es bastante obvio por qué pregunta esto. Quiere
creer que es posible, porque le da algo que esperar. Si Wren Jacobi, el chico
de Riot House más jodido de todos, puede reformarse y convertirse en una
buena persona, ¿qué impide que Pax haga lo mismo? Aprieto su brazo,
apoyando mi cabeza en su hombro. —Lo siento, nena. Sé que esto no es lo
que quieres escuchar, pero... no. No creo que ninguno de ellos pueda cambiar.
Creo que es solo cuestión de tiempo antes de que Wren haga algo para
lastimar a Elodie. Todo lo que podemos hacer ahora es estar allí para ella
cuando suceda —Odio esta cosa miserable y hastiada en la que me he
convertido. Odio aplastar la esperanza de Presley. Sin embargo, se ha
olvidado por completo de lo mucho que me aplastaron. Creí que Dash había
cambiado y mira a dónde me llevó eso. No podría soportarlo si a Pres también
le rompiera el corazón. Ella no es como yo o Elodie. Estamos hechas de
material más duro. Elodie sobrevivirá si Wren la decepciona, al igual que yo,
pero Presley es sensible. Su piel no es tan gruesa como debería ser si quisiera
enredarse con Pax. Joder, su piel podría estar hecha de Kevlar y todavía no
sería lo suficientemente dura...
—¿Hmm?
—La última vez que fuimos a una fiesta de Riot House, estábamos con Mara.
Lo sé… —Pres suspira profundamente—. Ella no era la mejor amiga que una
persona podía esperar, pero todavía me encantaba tenerla cerca la mayor
parte del tiempo. Todavía la extraño.
Yo también suspiro, reflejando la melancolía de Presley. —Lo sé cariño.
Entiendo. Yo también la extraño mucho.
Me excuso y me dirijo a la fiesta antes que Presley, sabiendo que ella estará
lo suficientemente segura caminando con Elodie en una hora más o menos.
No quiero entrar sola en Riot House, pero realmente no tengo muchas
opciones si quiero encontrar a Wren y hablar con él antes de que llegue Elodie.
Cuando llego a la casa, me doy cuenta de que mi plan no va a funcionar de
todos modos, porque el lugar está abarrotado y ya hay muchos estudiantes
de Wolf Hall aquí, luchando por un espacio en la planta baja de la casa.
Tendré suerte si puedo encontrar a Wren antes de que aparezca Elodie, y
mucho menos tener una conversación con él.
Se pone rígido cuando me ve, un poco más alto, bajando la botella de bourbon
que estaba tratando de abrir hacia su costado. —No pensé que ibas a venir.
Ahora sonríe, muy tristemente, mientras mira el bourbon. —No es para mí.
Es por el ponche. Pedí algunos putos vol-au-vents y bocadillos. Solo quiero
terminar con todo esto. Pensé que preparar algunos cócteles me mantendría
ocupado.
Por su forma de hablar, pensarías que estaba sufriendo, no yo. Han pasado
meses y meses desde el incidente en el observatorio. Estoy segura de que ha
estado follando y disfrutando desde entonces. Probablemente se ha acostado
con más chicas desde julio pasado que la cantidad total de hombres con los
que me acostaré en toda mi vida. Puede decirme que se preocupaba por mí y
decirme que todavía me ama tanto como quiera, pero todo son mentiras, ¿no?
Solo otra etapa en este juego doloroso que está jugando conmigo. Sin
embargo, odio que mi pecho se contraiga cuando veo la expresión de su
rostro, como si estuviera sufriendo.
—¿Qué pasa?
—Ya no tienes que conocer mis asuntos, Dash. Es algo personal. ¿Lo has visto
o no? —Mis pulmones se sienten como si estuvieran llenos de cristales rotos.
Me odio a mí misma. Ni siquiera me reconozco. No tengo ni idea de quién es
este monstruo frío y odioso ni de dónde ha salido, pero no puedo frenarla
cuando estoy cerca de este tipo. Deseo que se vaya, pero también tengo miedo
de que se vaya. Ella es lo único que me mantiene unida desde hace mucho
tiempo.
—Él está en la cocina.
—Apuesto que lo haces —Se aleja de mí, paseando hacia la sala de estar.
Se detiene abruptamente y casi choco contra su espalda. Sus ojos son como
jade pulido, chispeando de ira cuando se vuelve hacia mí. —¿Quién dijo que
estaba jugando? ¿Quién dijo que alguna vez la iba a descartar? ¿Y no crees
que sé mucho más sobre su difícil pasado que tú?
—No. Pudo haber sido al principio, pero… —Él golpea el frasco contra la
encimera, gruñendo enojado en la parte posterior de su garganta—. No hice
que se enamorara de mí. Me enamoré de ella, está bien. Y estoy haciendo todo
lo posible para asegurarme de no perderla, pero gracias a ti y a ese maldito
diario...
—¿El diario?
Wren y yo miramos hacia la puerta principal al unísono y.. .oh, joder. Bueno,
¿no es esto perfecto? Justo a tiempo. Elodie acaba de llegar con Pres, y, vaya...
apenas la reconozco. Le compré un tinte para el cabello hace semanas,
cuando mencionó que odiaba ser rubia, pero pensé que lo había tirado
cuando no lo usó de inmediato. Bueno, lo ha usado ahora. En la tenue
iluminación de la entrada, sus ondas largas y gruesas parecen casi negras.
Ella es absolutamente impresionante con el vestido blanco como la nieve y
fluido que lleva. Su corpiño brilla y atrapa la luz, tachonado de miles de
pequeños cristales: parece sacada de un cuento de hadas. Cuando nos ve a
Wren y a mí parados juntos, su rostro se oscurece como si fuéramos las
últimas personas en la Tierra a las que quiere ver. Pres saluda con la mano y
comienza a dirigirse hacia nosotros, pero Elodie se gira y sale directamente
en sentido contrario.
—Maldita sea.
—Carrie, déjame...
¿Qué?
Sin embargo, Elodie me mira con dureza. —¿El año pasado qué, Carina?
¿Cuál fue el juego el año pasado?
—El año pasado, todo el mundo tuvo que follar con tanta gente como pudiera
antes del final de la fiesta. Estas cosas siempre involucran sexo. Esta es la
primera vez…
La decepción atraviesa el rostro de Elodie. Se aparta de mí y mi corazón se
desploma en mi pecho. Esto es un jodido desastre. No tengo idea de cómo voy
a solucionar esto, pero tengo que intentarlo.
—Tienen hasta las tres de la mañana —grita Wren—. Hasta entonces, feliz
caza. Y tengan cuidado. Habrá lobos esta noche, cazando a su presa —Toma
algo de sus pies: una cabeza de lobo realista, los labios de la criatura pelados
hacia atrás en un gruñido, su hocico arrugado, sus horribles dientes
cubiertos de sangre expuestos. Es tan convincente que por un segundo pienso
que es la cabeza mutilada de uno de los animales que vi corriendo por el
cementerio el año pasado. Pero luego Wren se lo coloca en la cabeza, el látex
se extiende sobre su cabeza, y no... es solo una máscara.
Wolf Hall es una academia privada, pero todavía es secundaria. Aquí hay una
cadena alimentaria, como en cualquier otro lugar, y estamos en la cima de ella.
Somos una especie depredadora, Carrie, y tú eres nuestra presa. Te
perseguimos. Te follamos. Seguimos. Esos son los términos en los que
pensamos aquí sobre el alumnado femenino. Harías bien en recordar eso.
Ella no lo hace. Puedo decir que necesita algo de tiempo para calmarse, así
que se lo doy, me quedo callada todo el tiempo que puedo, pero después de
un tiempo tengo que decir algo. No puedo seguir mirando su espalda,
tropezando tras ella en la oscuridad, esperando a que hable. —Puedo seguirte
el ritmo, ¿sabes? No importa lo rápido que camines. No voy a ninguna parte.
Bien. Ella tiene un punto ahí. No debería haberla acusado de ser injusta. Sin
embargo, ella no es inocente aquí. —No me dijiste que estabas saliendo con
Wren.
El remordimiento parpadea en sus ojos. —Sí. Sé que fue una mierda, pero no
sentí que pudiera decírtelo. Sin embargo, no había ninguna razón para que
me mantuvieras en la oscuridad sobre Mara, ¿verdad?
—La fiebre de la cabaña es algo muy real, Elle. Sólo llevas un par de meses
en la academia, pero prueba a vivir aquí unos cuantos años. Empiezas a
volverte un poco loca. No lo entiendes. Si eres un estudiante de Wolf Hall, los
chicos de Riot House son algo importante. Ellos marcan el tono de todo el
año. Si eres un chico, quieres ser ellos. Si eres una chica, quieres salir con
ellos. Siempre ha sido así. Así que cuando hacen estupideces como ésta, todo
el mundo se tropieza para participar.
—¿Y qué? ¿Se supone que debo seguir ahí y hacer el ridículo como todos los
demás? ¿Es eso lo que esperan?
Sería mejor para las dos si volviéramos a la academia. La idea de volver a Riot
House y encontrarme con Dash de nuevo es tan dolorosa que ni siquiera sé
qué haré si tengo que volver allí y soportarlo. No podré hacerlo, y eso es un
hecho.
Elodie se ríe. —Oh sí. Por supuesto. ¿Así como dejaste de amar a Dashiell?
Es así de simple, ¿no? ¿Solo presionar un interruptor? Vi cómo lo mirabas
fuera de la glorieta la otra noche.
Ella señala con un dedo hacia el cielo, negándose a hacer nada por el estilo.
—Sé leer las estrellas. El buen coronel Stillwater me enseñó, entre tantas
otras cosas. Quién sabía que eso sería útil. Nos dirigimos al suroeste. Si
quiero volver a la carretera, será fácil. Ahora guarda silencio o regresa a Wolf
Hall. De cualquier manera, he terminado de hablar.
Joder. Esto es una locura. Tenemos que regresar a Wolf Hall ahora, antes de
que una de nosotras resulte realmente herida.
Debo admitirle esto a Elodie, pero me siento demasiado estúpida por haberlo
elegido a él sobre mis amigas esa noche. Todo lo demás, sin embargo. Las
drogas, y Fitz, y la policía, e incluso mis secretos más antiguos, los que
todavía llevo de Grove Hill, ahora le daré toda esa información.
No hay razón para que Elodie me perdone. Pero creo que podría hacerlo. Ella
suspira. —Bueno. Entonces empieza por el principio. Y no dejes un solo
detalle fuera.
No recuerdo la última vez que peleamos los tres, pero peleamos esta noche. Y
chico, se pone feo.
¿Wren está planeando dejar que alguien más se mude aquí? De ninguna
maldita manera. Luego hace un comentario estúpido sobre su mudanza, y
todo se sale de control.
Finalmente, estoy tan enojado por el comportamiento de Wren con Elodie que
digo algunas cosas que no quiero decir. Él confiesa que ama a la chica, y estoy
tan sorprendido que me quedo ahí parado, repitiendo la misma frase una y
otra vez en mi cabeza.
Wren golpea a Pax con tanta fuerza que es un milagro que no lo noquee, y
luego los tres salimos furiosos de la sala de juegos, enfurecidos y evitando la
violencia.
Esta cosa entre nosotros es una herida infectada. Cada vez que se empieza a
formar una costra y cualquiera de los dos empieza a sanar, la toco. No puedo
dejarla sola. Ojalá pudiera. Quizás de esa manera, habría alguna esperanza
para nosotros. Podríamos seguir adelante. Encontrar la felicidad. Pero no. El
conocimiento de que Carrie está aquí, abajo, tan jodidamente cerca, me
conmueve hasta tal punto que ya no puedo contener mi frustración.
Es en este punto cuando salgo en busca de los demás. No podemos dejar que
esto se pudra. Si lo hacemos, la brecha que se está formando entre nosotros
se volverá demasiado amplia para cerrarse, y no puedo permitir que eso
suceda. No puedo perder a mis amigos. Abajo, la casa está destrozada. Hago
una búsqueda preliminar de la planta baja en busca de Pax, ya que Wren
probablemente esté con Elodie, pero el hijo de puta no está por ningún lado.
Era una posibilidad remota, considerando el desafío de Wren como Maestro
de la Caza. Falta la mitad de la academia. Están todos en el bosque, tratando
de encontrar las banderas rojas de Wren. Pax está ahí fuera con una máscara
de lobo, haciendo lo que mejor sabe hacer: aterrorizar a las chicas y follar con
tanta gente como pueda. Aunque probablemente esté furioso por el golpe que
Wren le dio, estoy seguro de que está pasando el mejor momento de su vida.
Chloe traga, avanzando poco a poco hasta que regresa al mostrador. Sus
amigas ya no se ríen. —Oh. Oh, sí. Claro. La vi irse con Elodie hace
aproximadamente una hora.
—¿Decirme que?
—Él no dijo eso. Él nunca diría eso. No puede. Wren no es capaz de amar a
una chica como tú. Necesita algo más que unos tontos vestidos, unas
desaliñadas botas Doc Martin y unas estúpidas preguntas para el debate.
Simplemente no hay manera.
—No tuve elección, ¿verdad? Esa habitación estuvo vacía durante meses, pero
luego apareciste tú. Todavía no había encontrado el estúpido diario de Mara
ni el suéter de Wren. Era sólo cuestión de tiempo antes de que te tropezaras
con ellos y empezaras a hacer preguntas. Así que lo destrocé todo. Busqué
por todas partes. Yo también los habría encontrado, pero entonces volviste a
tu habitación. Te oí hablar por teléfono quejándote de tu padre en la escalera,
y salí corriendo.
No puedo creer lo que estoy escuchando ahora mismo. No puedo creer lo lejos
que se ha alejado del camino de Fitz cuerdo. —Dios, estás tan jodido.
El miedo oprime mi garganta mientras Fitz nos guía a través del bosque, y
todo el tiempo Elodie lo está hostigando, tratando de presionar sus botones,
tratando de... Ni siquiera sé lo que está tratando de hacer. Compruebo, mis
pensamientos dando vueltas en mi cabeza como hojas caídas en una
tormenta.
Vine a Wolf Hall para escapar de la muerte. Poco sabía yo, este es el lugar
donde me robarán la vida. Hay ocho lápidas en el cementerio junto a la
antigua capilla en ruinas. ¿Habrá nueve después de esta noche? ¿Vendrá
Alderman, reclamará mi cuerpo y lo llevará de regreso a Seattle, o decidirá
que es mejor dejarme aquí? Después de todo, la academia ha sido mi hogar
durante los últimos cuatro años. Me negué a irme cuando me dio la
oportunidad. ¿Y si piensa que prefiero Wolf Hall como mi lugar de descanso
final? Hay peores lugares para pasar la eternidad, supongo. Los jardines son
hermosos. Y seguiré estando cerca de Dash, al menos por un tiempo. Tal vez
baje al cementerio y me visite...
Elodie echa humo detrás de mí, maldiciendo. Fitz se queda callado. Camino
por el estrecho corredor, deslizándome por todo el lugar en el suelo irregular
y resbaladizo bajo mis pies, y en cuestión de segundos doblo una esquina y
la cueva se abre.
Y allí, de pie frente a mí, con idénticas máscaras de horror, están Wren y
Mercy. De hecho, me siento aliviada por un segundo. Estúpida, estúpida de
mí. Si Wren y Mercy están aquí, Fitz no puede hacer nada. Seremos capaces
de dominarlo. Él volverá a sus sentidos y se dará cuenta de que está
jodidamente loco. Pero luego veo la enorme losa de piedra detrás de Wren. Y
veo lo que hay encima. Y mi corazón se detiene en seco.
Veo un par de zapatos de charol negros en el suelo, tirados por la pared, como
si alguien los hubiera pateado y se hubiera olvidado de ellos. Y lo sé.
Mara.
Ella nunca llegó a Los Ángeles. Ella no me escribió esa carta. Ella nunca
abandonó los terrenos de la academia. Todo este tiempo, ella ha estado aquí,
pudriéndose, su piel desprendiéndose de sus huesos, y he estado tan enojada
con ella por algo que ni siquiera hizo. Pensé que se había ido sin decir adiós.
Pensé que había sido imprudente y se había ido a otra de sus alocadas
aventuras. Sabía que Fitz era un pedazo de mierda malvado, pero ni una sola
vez consideré esto...
El altar que lleva los huesos de Mara está frío y húmedo. Una araña se
arrastra por el borde de la roca tallada en bruto, y el único pensamiento que
puedo formular claramente es: esto no está bien. Mara odiaba las arañas.
Odiaba el frío. Odiaba la oscuridad. Ella ha estado aquí, sola, todo este
maldito tiempo...
Detrás de mí, Mercy y Elodie están hablando. Sus voces se alzan. Wren está
mirando a Fitz con horror en su rostro. No puedo concentrarme en nada más
que en los huesos desnudos del altar. Meses. Meses y meses abiertos a los
elementos. Ella ha estado aquí todo este tiempo...
—Espera. ¿Por qué no dejar que Carina se vaya con ella? Carina no tiene nada
que ver con esto. A ella no le importa Wren. Soy la única con la que tienes un
problema.
Levanto la cabeza al oír mi nombre. Elodie está hablando con Fitz. Mercy está
bordeando el borde de la cueva, tratando de regresar por el túnel. Debería
haber estado prestando atención. Me he perdido algo, y ahora no es el
momento de perderse nada. Mara está muerta por Fitz.
Fitz se ríe. —Parece que hemos llegado a un punto muerto, ¿no es así, clase?
Wren, no estás dispuesto a admitir tus verdaderos sentimientos. Mercy, no
se puede confiar en ti, aunque debes tener en cuenta los mejores intereses de
tu hermano. Carina, eres una víctima de las circunstancias, y Elodie, bueno,
Elodie simplemente necesita morir. ¿Entonces, dónde vamos desde aquí?
Víctima de las circunstancias. Tiene razón, ¿no? Desde que tenía once años
he sido víctima de las circunstancias, y ahora estoy aquí, atrapada en una
cueva, a punto de morir de la mano de Wesley Fitzpatrick. ¿Qué sentido tiene
eso?
—Nosotros somos cuatro —Dice Wren—. Y tú sólo eres uno. Las posibilidades
de que logres detenernos a todos antes de que te derrotemos son bastante
escasas—. ¿Cómo puede estar tan tranquilo ahora mismo?
La cara de Fitz cae. Parece herido. —¿De qué estás hablando? Nunca te
mataría, Wren. Te amo. Son todas estas chicas las que tienen que irse. —Él
se ríe—. No me preocupan tres niñas delgadas. Y no creo que me vayas a
hacer daño —El hombre suena loco. Desquiciado. Su obsesión con Wren está
tan fuera de control que no tengo idea de cómo no la vimos antes. ¿Cómo
podría haberlo escondido siquiera por un segundo sin que alguien se diera
cuenta de la profundidad de su locura y llamara a la policía?
Fitz se mueve hacia un lado, el cuchillo extendido frente a él... hacia mí. No
soy yo a quien busca. Se lanza hacia la persona que considera su mayor
competencia; percibió a Mara como una amenaza para su relación con Wren,
así que la mató, y ahora está a punto de hacerle lo mismo a Elodie.
—¡NO!
Wren, Mercy, Yo, lo gritamos todos al mismo tiempo, cada uno aterrorizado
cuando el doctor Fitzpatrick se lanza hacia Elle. Wren intenta llegar hasta
ella, pero ya puedo ver que hay demasiado espacio entre ellos. Elodie estará
muerta antes de que él pueda alcanzarla.
Todavía tengo las manos atadas a la espalda, pero no estoy pensando. Corro
a toda velocidad hacia Fitz, un rugido monumental ahoga mis pensamientos.
El bosque que rodea Riot House tiene un ambiente de Brother's Grimm. Todos
los bosques lo hacen, podrías pensar, pero esto es especialmente cierto en
nuestro bosque, y especialmente cierto esta noche. Una niebla baja se
encrespa entre los troncos delgados y apretados en la montaña por la noche.
La luz de la luna atraviesa el dosel en lo alto, arrojando rayos de luz plateada
sobre la hojarasca siempre presente. Y en algún lugar de la montaña, una
manada de lobos aúlla un coro lastimero. Conozco estos bosques como la
palma de mi mano, pero si no los conociera, estaría tremendamente asustado
en este momento.
Me mira sin comprender. Joder, está tan borracho, sus ojos ni siquiera
funcionan en conjunto. Se va a romper el cuello aquí. —Carrie, ¿quién?
Lo suelto, disgustado.
¿Qué?
Este podría ser otro de los gritos de atención de Mercy, pero la hermana de
Wren no es conocida por su brevedad. Si este fuera un texto que buscara la
atención, ¿no habría usado más palabras? ¿Palabras de mierda útiles que
podrían haberme dicho realmente lo que está pasando, o adónde quiere que
vaya?
No tengo más remedio que tratar esto como un verdadero grito de ayuda.
Descubrir cómo brindar esa ayuda será difícil. Ni siquiera puedo abrir un
mapa satelital de... ¡espera! ¡ESPERA! ¿Puedo abrir un mapa satelital? Puede
que no tenga Internet confiable aquí, pero he abierto mapas miles de veces
en la casa donde el WIFI es estelar. ¿Mi teléfono habrá guardado los datos?
¿Se abrirá en la montaña?
¡SI!
Se abre la aplicación y se ha guardado el punto azul que marca mi última
ubicación en la casa. Es un jodido milagro. Sin embargo, es la vista de la
calle. Vías y servicios señalizados sobre fondo blanco liso. No hay detalles
relacionados con el paisaje en sí. Solo obtendré eso una vez que presione la
opción 'satélite', y hay una posibilidad... hay una posibilidad...
—¡Maldita sea!
—¡RrraaaaAAAAAAAGHHH!
—¡Qué mierda! ¡Qué carajo! —repite como un loro—. Nunca pude entender
por qué Wren eligió rodearse de tales idiotas. Tú y Pax son como... —Su boca
se convierte en un ceño fruncido—. Como putos lemmings, siguiéndole a
todas partes, deleitándose con su intelecto y su aspecto...
—Tú y esa boca inteligente tuya. Crees que eres jodidamente intocable.
Rompiendo la guarida con ese amigo neandertal tuyo. Hablarme y molestarme
durante la clase. Insinuando cosas que no eran de tu incumbencia. Bueno,
no eres la única persona en Wolf Hall que sabía algo que no debería. ¿Cómo
la pequeña señorita Mendoza? Hiciste un gran trabajo ocultando eso,
¿verdad, idiota? Toda la escuela… —De repente deja de hablar, sus ojos se
ponen en blanco.
¡Vaya!
—¿Es esto porque nadie te invitó a la fiesta esta vez, Fitz? Porque lo votamos,
ya sabes, y los tres decidimos que era un rotundo No —No debería
enemistarme con él, pero es difícil no hacerlo cuando ha sido un hijo de puta
de grado A desde el día en que lo conocí. Hay muy pocas personas a las que
odio en este mundo. Me atrevería a decir que solo hay dos personas que se
han ganado ese título, y el doctor Wesley Fitzpatrick es uno de ellos.
La hoja brota de la nada, teñida de sangre y cruel. Apenas tengo tiempo para
retroceder antes de que Fitz arremeta con ella, balanceándola hacia mi
estómago. Parece decepcionado por no haberme destripado en el primer
intento. Decepcionado, pero no disuadido.
—Eres rápido en tus pies, Lovett. Bien por ti. Es una pena que tu pequeña
novia no tuviera tu sentido de autoconservación en este momento. De hecho,
corrió hacia la hoja.
Me detengo, el aire húmedo de la noche espesa y sofocante en mis pulmones.
—¿Qué dijiste?
Carrie...
No. Carrie no está muerta. No lo creeré hasta que lo vea con mis propios ojos.
Y tampoco voy a dejar que Fitz acabe conmigo en un puto bosque. Si me
apuñalan y me desangro hasta morir, será en una urbanización de Londres
para fastidiar a mi padre y no aquí.
Fitz entra en acción. La forma en que sostiene el cuchillo bowie, con el lomo
apoyado en el antebrazo y la hoja proyectada hacia afuera, es una
advertencia. Sabe cómo luchar con esa cosa. Sin embargo, no tiene ni idea de
lo que soy capaz. Esta vez, no le cedo terreno. Él arremete. Se balancea.
Bloqueo su brazo mientras acerco mi puño izquierdo en un poderoso gancho,
golpeándolo en la mandíbula.
Aturdido, niega con la cabeza, en su rostro aparece una sonrisa loca. —Ohhh.
No solo una cara bonita, entonces. Estoy sorprendido. Pensé que tu...
Fitz viene por mí. Parece que he pateado el avispero, pero no tengo tiempo
para esto. Tengo que volver a la casa. Tengo que encontrar a Carrie. El
cuchillo sale, más rápido, más escurridizo, más imprevisible esta vez. Todavía
estoy muy por delante de él. Levanto la rodilla, bloqueando y atacando al
mismo tiempo otra vez. Fitz retrocede, pero lanza su brazo en un intento
salvaje de golpearme. El frío beso del dolor florece sobre mi muslo derecho.
Me ha hecho un corte, aunque no tengo ni idea de lo grave que es. El dolor
no es tan fuerte. No es nada que no pueda soportar, pero me motiva
muchísimo.
Estoy desperdiciando tiempo con este tonto. Cada segundo que paso aquí con
él es un segundo perdido, que debería dedicarlo a encontrar a Carina. Me
lanzo hacia adelante, lidiando con él, tratando de agarrar su brazo, pero
calculo mal la distancia en mi prisa, y...
Estoy girando.
¿Qué demonios?
Rasputin.
No sé cuánto tiempo podré quedarme y ver esto. Todavía estoy tan aturdido
que hacer un movimiento de cualquier tipo se siente imposible, pero tengo
que irme. Fitz grita de agonía cuando el lobo lo muerde, girando su cabeza de
lado a lado, ganando más agarre. Sus lupinos, hermosos ojos amarillos se
encuentran con los míos, y ningún mensaje mágico silencioso pasa entre
nosotros.
Es un lobo hambriento y yo soy un hijo de puta afortunado.
Corro.
53
Corro por el bosque, más rápido que nunca. No tengo idea de dónde están
Carrie y los demás. No tengo ni puta idea de quién estaba incluso con ella.
Mercy y Elodie, muy probablemente. ¿Pero quién más? Podrían estar de
vuelta en la casa. Podrían estar en la academia. Todavía podrían estar en el
puto bosque, caminando en círculos en la oscuridad. Carrie realmente podría
estar muerta, tirada en el suelo, carajo, no, basta con eso. No ayuda el pánico.
Mi cuerpo está gritando cuando llego a la casa.
Una vez más, la suerte está de mi lado: Pax está sentado en los escalones
junto a la puerta principal, fumando un cigarrillo. Está absolutamente
borracho, pero me responde inmediatamente cuando le grito. —¿Dónde
están? ¿Están ellos aquí? Carrie? ¿Carrie está aquí?
—¿No?
—¿Qué?
Las lanza al aire y yo las atrapo sin perder el ritmo. En tres segundos, estoy
al volante del Charger y me alejo a toda velocidad de Riot House, yendo a
setenta. Pax puede reprenderme más tarde. Probablemente me arranque un
par de dientes, en realidad, dada mi conducción temeraria en su orgullo y
alegría, pero qué carajo. Por mí, que me los arranque todos.
Por favor, que esté en la academia. Por favor, que esté bien. Por favor, que esté
en la academia. Por favor, que esté bien. Por favor, que esté en la academia.
Por favor, que esté bien. Por favor, que esté en la academia. Por favor, que esté
bien. Por favor, que esté en la academia. Por favor, que esté bien. Por favor, que
esté en la academia. Por favor, que esté bien...
Sin embargo, ahí no es donde los encuentro. Los veo en la distancia: tres
figuras corriendo por el costado de la carretera. Una de ellas está por delante
de las otras dos, se mueve con torpeza, pero sigue corriendo tan rápido como
el viento.
Quinientos.
Cuatro.
Dos.
Los faros del Charger iluminan las figuras correctamente por fin y mi corazón
hace un triple salto hacia atrás. Elodie y Mercy se vuelven y miran hacia el
auto, sus rostros pálidos y en blanco con lo que parece conmoción. Tienen
las manos enguantadas de rojo. Y más adelante… Wren, exhausto y
tambaleante… con Carina en sus brazos.
—No. No, joder, no —Pongo los frenos y salgo corriendo del auto. En una
milésima de segundo, la tengo en mis brazos, y está pálida, sus párpados
cerrados, sus labios de un espantoso tono azul. Ella parece muerta.
—Sube al puto auto en este instante, Jacobi. Estás a las puertas de la muerte.
Ya lo tengo de los brazos, para que no caiga lejos cuando se desmaye. Él está
en el asiento del pasajero y dejo a Mercy y Elodie al costado de la carretera
dos segundos después. No muy caballeroso de mi parte, me doy cuenta,
mientras corro por la montaña, dado el hecho de que Fitz todavía está ahí
fuera. Pero tengo fe en que el bastardo se defenderá de Rasputín durante
algún tiempo. Con toda la sangre en el aire caliente de la noche, será sólo
cuestión de tiempo antes de que los demás también aparezcan, Humo,
Sombra, Nieve y Tinta, merodeando por la noche en busca de cualquier olor
tan dulce y vulnerable.
—¡Ni siquiera lo sé! Tiene una herida en el estómago. Está muy mal. Tiene los
brazos cortados. ¡Por favor! ¡Ayúdenlos! —Conduje como un psicópata para
traerlos aquí. Ahora que hemos llegado, no hay nada que pueda hacer. Me
siento jodidamente impotente.
—No se preocupe. Los tenemos —Las tres son mujeres. Eficientes, tranquilas
y rápidas. Ni siquiera tengo tiempo de salir del Charger antes de que tengan
a Carina en una camilla y Wren en otra.
—El pulso es débil. La tensión está en el nivel más bajo —dice uno de ellos
sobre el cuerpo sin vida de Carina.
—Este tipo no está mucho mejor. Sin embargo, no tiene heridas en la parte
superior del cuerpo. Vamos a meterlos.
Trato de seguirlos adentro, pero una de las mujeres se da la vuelta y grita por
encima del hombro mientras desaparece con Carrie en el edificio. —¡Mueve el
auto! ¡No puedes dejar eso ahí!
—¡Whoa, whoa, whoa! ¿Estás priorizando seriamente una vida sobre otra en
este momento?
—¡SI!
—¡Si! ¡Sí, lo digo en serio! Estuve aquí el año pasado. ¡Revisa! Comprueba mis
registros. ¡Soy negativo, lo juro!
54
La voz me hace saltar. Estaba tan obsesionado con el pequeño y frágil cuerpo
de Carrie debajo de las delgadas sábanas del hospital que no noté al hombre
de pie junto a la ventana. Sin embargo, ahora que lo he visto, es difícil no
verlo. No es Alderman. Es blanco, para empezar, su cabello de un castaño
arenoso o de un rubio muy oscuro, dependiendo de cómo lo golpee la luz.
Lleva una camisa negra con las mangas enrolladas hasta los codos y un par
de jeans grises descoloridos que sin duda alguna vez fueron negros. Tiene mi
estatura, pero hay una energía descomunal saliendo de él que lo hace parecer
mucho más alto. Sin embargo, sonríe cuando se aparta de la ventana y me
mira. Sin agresión u hostilidad en su rostro.
—¿Oh?
El extraño asiente. —Dijo que habría un niño inglés con un palo metido en el
culo merodeando por la habitación de Carrie.
El extraño sonríe. —Dijo que tenía que ser amable contigo hasta que él
llegara. Y que debería estrechar tu mano por salvar su vida. Aparentemente,
¿donaste un montón de mierda de tu propia sangre? Sin ti, Carrie habría
muerto.
El chico se ríe. —Creo que conoces a mi primo como Alderman. Soy Jamie. Y
no, no soy el padre de Carrie. No pensé que pareciera lo suficientemente
mayor para tener un hijo de diecisiete años, pero gracias por eso. Resulta que
ella y yo compartimos al viejo.
Yo solo lo miro. ¿De verdad? ¿Espera que me identifique con eso? —Si estás
sugiriendo que he usado mi 'nombre elegante' para follar a Carrie, entonces
puedes irte a la mierda —espeto—. Mi padre me desheredo el mes pasado.
Ahora solo soy Dashiell Lovett.
—¿Vas a azotar mi culo mimado y titulado hasta que llore por mi madre?
Jamie se ríe. —No, idiota. Primero te sacaré todas las uñas. Luego te daré un
enema de lejía. Luego, te llevaré al desierto, te enterraré en la arena hasta el
cuello y dejaré que los buitres te saquen los putos ojos —Lo dice todo con
tanta amabilidad, como si estuviera recitando el itinerario de un crucero en
barco por el río europeo de tres días—. ¿Nos entendemos?
—Perfectamente.
—Excelente. Iré a traernos un café a todos. Dile que lamento haberla asustado
cuando deje de fingir estar dormida —Sale de la habitación del hospital como
si no tuviera ninguna preocupación en el mundo. En el momento en que la
puerta se cierra detrás de él, los ojos de Carrie se abren de golpe.
No es así como se suponía que iba a ir. —Joder —Está tan pálida, su piel del
color de la ceniza, sus mejillas pálidas, ojeras bajo los ojos. El llanto le da un
poco de color a sus mejillas, pero no ayuda a su apariencia general. Me
acerco, automáticamente voy a tomar su mano, pero luego me detengo.
Probablemente no quiere que la tome de la mano.
—Lo siento, Stella —le susurro—. Lo siento mucho. Debería... —Me tambaleo
un paso hacia atrás desde la cama—. Debería irme.
—Está bien, Stella. —Le aparto del rostro un rizo rebelde, crujiente de sangre
seca—. Kevin está muerto.
Ella se aparta de mi mano con los ojos muy abiertos. —Tú... no sabes acerca
de...
Dios, ¿dónde diablos está Alderman? ¿Por qué diablos no está aquí para esto?
Todo esto sería mucho más fácil si él estuviera presente para dar cuenta de
sus pecados. Respiro hondo y arranco la tirita. —Sé lo de Kevin. Lo sé desde
hace mucho tiempo. Alderman vino y me vio hace meses. Me lo contó todo...
—¿Y cómo eso iba a funcionar, Carrie? —Hay algo en mi tono, pero no puedo
evitarlo. Estoy frustrado, sin mencionar enojado—. El futuro del que
hablamos. Universidad. Viniendo a Inglaterra. ¿Cómo se suponía que íbamos
a construir una vida juntos cuando ni siquiera me diste la oportunidad de
conocer a tu verdadero yo? ¿Cómo se suponía que íbamos a crear o construir
algo juntos cuando había tantos malditos secretos entre nosotros? ¿Pensaste
que te iba a culpar? ¿Creer que eres una especie de monstruo por defenderte?
Es absurdo que alguna vez pudiera haber creído eso —Sin embargo, su
expresión rota confirma que eso es lo que ella creía.
—No lo entiendes. Estaba tan asustada. Todos los días de mi vida por los
últimos diez años. He vivido en un estado de terror perpetuo desde el día en
que mi madre trajo a Jason a casa con ella. Lo vi golpearla. Lo vi violarla.
Luego comenzó a golpearme y supe que era solo cuestión de tiempo antes de
que él también comenzara a violarme. Luego vinieron Kevin y la aguja. Y luego
estaba corriendo. He estado corriendo desde entonces. Todo este tiempo en la
academia, con mis amigas, contigo… seguía corriendo. Corriendo en el lugar.
Escondiéndome del pasado… petrificada del futuro. No tienes... ni idea de
cómo... fue eso. —Ella lucha por hablar, tirando el aire suficiente para sacar
cada palabra antes de tener que jadear por más.
Ojalá lo estuviera. Las cosas serían mucho más fáciles si ese fuera el caso. El
problema de decir la verdad es que, en la mayoría de los casos, hace la vida
más difícil en lugar de más fácil. Reabre viejas heridas y las hace sangrar el
doble de fuerte. Pero ya he tenido suficiente de guardar secretos. Estoy harto
de vivir a la sombra de los compromisos que hice para proteger a las personas
que amo. —No lo hago —le digo en voz baja.
Carrie se tapa la boca con las manos. Con su bata de hospital, con motas de
sangre seca aun despegándose de su piel y una cánula clavada en el dorso de
su mano, se ve tan frágil y rota. Quiero tomarla en mis brazos. Quiero
protegerla con mi cuerpo y protegerla de todas las palabras y las personas
que podrían lastimarla, pero ya es demasiado tarde para eso. Todo este
tiempo, he estado temiendo el momento en que confieso, esperando que ella
no me crea. Quiero decir, ¿por qué lo haría ella? Después de todo, parecería
conveniente que no traicionara su confianza. Pero puedo decir por la forma
en que me mira ahora que sí me cree.
—Fuera —susurra.
—Carrie...
Es difícil de aceptar, pero sucede con más frecuencia de lo que crees. Algunos
problemas son insuperables, el abismo demasiado ancho, el corte demasiado
profundo.
—Creo que será mejor que te detengas allí, antes de que te incrimines
más —Agarro mi almohada de hospital de mierda, ultra grumosa,
cubriéndome el rostro con ella, y Jamie se ríe.
—Es simple. Estás siendo terca. Y puedo decir eso porque ahora somos
familia —dice, entrelazando los dedos detrás de la cabeza. Está lleno de
tatuajes. Lleno de cicatrices también. Mi nuevo medio hermano tiene historia,
estoy segura, pero todavía soy demasiado tímida con él para preguntarle. Sin
embargo, Jamie no es tímido—. Una vez que hayas juntado tu mierda y te
hayas graduado de esa prisión allá en la montaña, te quedarás conmigo por
un tiempo —dice—. Voy a contarte sobre nuestro querido papá. Pero, por
ahora, aquí está el resumen. ¿Nuestro Padre? No es un buen tipo.
Ya sabía eso. Vivía en Grove Hill, por el amor de Dios. Toda mi vida, vivió a
siete millas de distancia, y nunca llegó a ver cómo estaba mi madre una vez.
Ni siquiera se comunicó con ella para ver si yo era un niño o una niña. No
tengo ningún interés en saber mucho sobre él. ¿Pero Jamie? Creo que me
gusta Jamie. Iré y me quedaré con él por un tiempo una vez que me gradúe.
¿La otra parte? ¿La parte de juntar mis cosas? No sé qué tan posible será eso.
Todavía tengo que ver a Dash todos los días. Faltan meses para la graduación.
Tendré las vacaciones de primavera para acostumbrarme a la idea de estar
cerca de él de nuevo, sentado frente a él en inglés, pero nada de eso va a ser
fácil.
Elodie me visita todos los días. Ella no me lo dice, pero sé que viene con Dash.
Es su letra la que veo en las notas adhesivas adjuntas a los deberes que me
trae. Tareas de las clases que comparto con él. Jamie vuela de regreso a Nuevo
México. Alderman, cuyo verdadero nombre es Michael, según me entere,
regresa a Seattle. Sigo sin hablar con él, pero le prometo a Jamie que lo
llamaré eventualmente, cuando esté menos enojada. Como si eso fuera a
suceder alguna vez.
—Estarás esperando un rato. Regresó a Tel Aviv para empacar el resto de sus
cosas. No volverá en una semana.
—Vamos, Mendoza. ¿No estás un poco intrigada por lo que tengo que decir?
Cruzo mis brazos sobre mi pecho. —Ese siempre ha sido tu problema, ¿no?
Siempre has puesto demasiada importancia en lo que tienes que decir.
—Espera —Dios, voy a lamentar esto—. Tengo un testigo —le grito—. Cyndi,
si no te envío un mensaje de texto y te hago saber que estoy bien en media
hora...
Wren pone los ojos en blanco. —Jesucristo, y pensé que Mercy había
acaparado el mercado del melodrama. No te voy a hacer nada, Mendoza —Da
la vuelta al otro lado del auto y me abre el lado del pasajero.
—Por Elodie, entonces —dice. Su rostro es muy serio. Puede que odie al chico,
pero creo que se preocupa por Elodie. Incluso la ama. No creo que él jamás
juraría algo por su vida y estaría mintiendo.
Wren regresa, sosteniendo con cautela una taza demasiado llena de líquido
lechoso, que deja en la mesa de café frente a mí. —Lo hice a la manera
inglesa —dice torpemente—. Me imaginé, no lo sé. Eso fue tonto. Puedo hacer
uno nuevo si tú...
—¿Tú lo harías?
Cierra los ojos y exhala un largo y cansado aliento. —Buen punto. Bien.
Quería disculparme por no haberle dicho a la policía lo de Fitz. Y por ser una
mierda con Mara. Y —vuelve a suspirar con fuerza— quería disculparme por
haberles puesto las cosas difíciles a ti y a Dash. Estaba tan metido en mi
propia mierda que no tenía ni idea de lo que estaba pasando con él. He estado
desaparecido durante el último año. No hay excusas. Fui un amigo de mierda.
Guau. Hace un año, Wren Jacobi nunca se habría sentado a decirme esto.
Preferiría haberse cortado la lengua. Es extraño verlo así, tan abierto y
honesto, intentando genuinamente hacer las paces.
—¿Por qué es todo esto, Wren? ¿Estás tratando de ponerme de tu lado para
que no les cause problemas a ti y a Elodie? Porque si ese es el caso, entonces
no tienes que preocuparte. No estoy interesada en jugar juegos raros y
meterme entre la gente.
Espera, espera, espera. Espera un minuto. —¿Qué quieres decir con irse?
A los conductores de Uber no les gusta llevar a los estudiantes de Wolf Hall
montaña arriba. Tuve que ingresar un destino falso en la aplicación para
engañar a alguien para que incluso me recogiera. El tipo que aceptó mi viaje
se puso furioso cuando cambié el lugar llegada a Riot House. Empieza a
maldecir al pie de la montaña y no se detiene hasta que se detiene frente al
camino de tierra que conduce a la casa.
Las escaleras crujen. Y luego crujen de nuevo. Wren necesita una lección
sobre cómo escabullirse si está tratando de arrastrarse hasta aquí para
abalanzarse sobre mí. Suspiro, a punto de cerrar la puerta de mi dormitorio,
cuando lo veo subir al rellano… con su brazo alrededor de la cintura de Carina
Mendoza.
—¡Qué carajo!
Mierda.
Quiere entrar a mi habitación. Ella está aquí por su propia voluntad. Wren
no la secuestró. No sé qué parte de esto es más sorprendente. Cierro la boca
con fuerza, apoyándola, sosteniéndola con cuidado mientras la ayudo a
entrar en mi habitación. Wren sonríe, de pie en la puerta. Me complace mucho
cerrarle la puerta en la cara.
Ya estoy hablando mientras me doy la vuelta. —Esto no tiene nada que ver
conmigo. Yo no lo incité a hacer esto...
Me detengo.
Oh.
Por supuesto que sí. Esta es la gran obra de Wren. Le dije que no quería que
Carrie lo supiera hasta que ya estuviera en un vuelo de regreso a Londres,
pero ¿desde cuándo ese bastardo ha escuchado una palabra de lo que he
dicho? Suspirando profundamente, agarro el banco del piano y lo arrastro
para poder sentarme frente a ella.
Me miro las manos. —No tiene sentido quedarse, Stella. Creí que podría pasar
los próximos meses y luego irme, pero... —Sacudo la cabeza—. Soy un puto
desastre. Dondequiera que mire, hay recuerdos de ti. Incluso aquí, en esta
habitación...
—Lo sé. Y lo siento mucho por eso. Si pudiera cambiarlo, lo haría. Daría
cualquier cosa por volver atrás y volver a rehacer todo. Le diría a Alderman
que se vaya a la mierda. Pero antes de eso, les diría a Pax y Wren que estaba
contigo. Se lo diría a todo el mundo. Te mostraría a todo el puto mundo, Stella.
Nunca me avergoncé de estar contigo. Sabes que no fue así, ¿verdad?
—La vida nunca es fácil, Dash. No importa cómo la enfrentes —Carrie se toma
un segundo. Puedo decir que está tratando de averiguar qué quiere decir a
continuación—. Si pudiera regresar y hacer todo de manera diferente, les diría
lo que sucedió en Grove Hill. Te daría toda la verdad. No te escondería nada.
Presionaría más por nosotros desde el principio. No habría dejado que nada
se interpusiera entre nosotros. Ciertamente no Alderman —Ella se ve
arrepentida por esto—. No debería haber hecho lo que hizo. Sé que él tenía
mis mejores intereses en el corazón, pero en realidad terminó lastimándome
más que a todos.
—¡Oh Dios mío! —Carrie se inclina hacia adelante, entrecerrando los ojos ante
la cicatriz plateada que ahora adorna mi piel—. ¿Te apuñaló?
—Con un bisturí.
—¡Voy a matarlo!
—¿Ayudó a qué?
—Siempre que te veía en la academia, o recordaba la expresión de tu rostro
cuando entraste en el observatorio… —Dios, ¿por qué mencioné esa parte?
Soy un jodido tonto— …me recordó que todo era por una razón. Que estabas
mejor lejos de mí por un tiempo. Solo quería que estuvieras bien. Incluso si
eso significaba que no podía tenerte. Cuando vuelva a Inglaterra, supongo
que también me recordará a ti allí.
—Dash...
—De verdad. No necesitas luchar contra eso. Es lo mejor. Siempre iba a tener
que irme en algún momento. La vida me habría llevado de regreso allí
eventualmente. Al menos de esta manera, voy por mis propios medios. Porque
yo quiero.
Carrie entrelaza los dedos en su regazo, sin mirarme a los ojos. —¿Y tú?
¿Quieres volver a Inglaterra? ¿Es eso realmente lo que quieres?
—Oh. Sí. Decidí no ir a Oxford. Oxford era cosa de mi viejo, no lo mío. No,
presenté mi solicitud para el Royal College of Music antes de Navidad. Decidí
que, si me iba a comprometer a otros tres años estudiando cualquier cosa,
sería para mí. Algo que me apasiona. Soñar en grande, ¿sabes?
Su sonrisa coincide con la mía. —Algo bueno está saliendo de esto, entonces.
Te diste cuenta de lo que querías.
—Siempre lo supe, Stella. Siempre te ame —Quizás no debería decirlo. Sin
embargo, lo he guardado durante tanto tiempo que es imposible contenerme.
¿Qué importa de todos modos? Me subiré a un avión en veinticuatro horas, y
luego será demasiado tarde para decir algo.
Ella se ríe, aunque el sonido sale lleno de lágrimas. —Lo haré. Lo prometo. Te
encontraré.
Me registré en línea hace tres horas. Son solo las siete de la mañana, así que
hay muy pocas posibilidades de que los chicos se hayan levantado todavía.
Wren no se dará cuenta de que me fui hasta que sea demasiado tarde,
momento en el que ya estaré a la mitad del Atlántico. Ni siquiera me molesté
en traer una maleta de tamaño completo al final. Solo mi equipaje de mano.
Puedo agarrar cualquier cosa que necesite cuando llegue a Londres, pero por
ahora mi computadora portátil y un par de mudas de ropa son todo lo que
necesito. Y no, no hay una sola camisa formal dentro de mi bolso. Tampoco
pantalones de vestir. Un par de camisetas. Algunos pares de jeans.
Calcetines. Ropa interior. Un par de zapatillas. Lo juro por todo lo sagrado,
nunca volveré a usar un traje a menos que una situación lo requiera
específicamente. La vida no debería pasarse tan restringida, atada como un
pavo de Acción de Gracias.
Vago de tienda en tienda, mis ojos pasan ciegamente por todos los suéteres,
tazas, bolígrafos y calcetines de la marca Boston, retrasando lo inevitable,
pero pronto, no hay forma de posponerlo.
“Advantage Airlines desea invitar a todos los pasajeros que viajan a Londres,
Inglaterra, a abordar ahora en la puerta cincuenta y tres. Todos los pasajeros,
en la puerta cincuenta y tres”.
Me quedo atrás cuando llamaron a mi sección hace media hora, pero esta es
la última llamada. Es hora de irse. Saco mi tarjeta de embarque y mi
pasaporte y me uno al final de la corta fila reunida frente a los escritorios. Por
las ventanas del piso al techo me espera el avión que me llevará de Boston de
regreso a Inglaterra.
—¡Mierda!
—¡Oh, mierda, lo siento! Yo… —Me doy la vuelta y un brillante rayo de dolor
explota en mi sien. Wren me da un manotazo, maldiciendo en voz alta. Él
simplemente me golpeó. Sostengo un lado de mi cabeza, alejándome del dolor
de cabeza punzante que de repente he desarrollado.
—¿Qué demonios?
—¡No! De verdad. Mira. Ves. Estoy bien —Me enderezo, aparto la mano de mi
cara e intento esbozar una sonrisa alegre, pero la mujer palidece.
Cristo, lo estoy. Puedo sentir algo húmedo y cálido goteando por un lado de
mi cara. —No se preocupe. Como dije. Fue un accidente —Agarro a Wren por
el hombro y lo empujo lejos de los escritorios, arrastrándolo lejos de la puerta.
—¡No! ¿Parezco estúpido? Tú, dejándolo a mitad del último año es como si
sus padres anunciaran que se van a divorciar en la puta mañana de Navidad.
Él no sabe nada de esto, y planeo mantenerlo así.
—¡¿Qué?!
“Esta es una última llamada de embarque para el vuelo siete tres cero de
Advantage Airlines de Boston a Londres. ¿Podrían todos los pasajeros
restantes dirigirse inmediatamente a la puerta cincuenta y tres? Una vez más,
esta es la última llamada de embarque para el vuelo siete tres cero de
Advantage Airlines de Boston a Londres”.
—Wren, en serio. Lo digo en serio, hombre. Realmente tengo que irme —Lo
agarro y lo abrazo. Creo que lo sorprendí, porque al principio se queda parado
allí, como un poste de madera, rígido e incómodo. Lo aprieto, a punto de
soltarlo, y finalmente me abraza.
—¡Wren! Yo...
Rizos rebeldes.
Camiseta de la NASA.
Jeans granate.
En el techo, sale otra llamada para el vuelo siete tres cero a Londres. Mi
nombre resuena a través de la explanada, sonando en mis oídos, pero nada
de eso se registra. Carrie se muerde la uña del dedo pulgar, mirándome con
el rostro lleno de miedo. —¿Bien? ¿No vas a decir algo...?
Mierda, no tenía idea de cuán pesado era el peso de mi miseria hasta ahora.
Se levanta de mis hombros. Retrae sus garras. Me libera y mi corazón se
dispara.
Carrie gime contra mi boca, su espalda se arquea contra mi mano, sus tetas
aplastadas contra mi pecho, sus caderas contra mis caderas, nuestros
cuerpos alineados como uno. Durante dieciocho años, he caminado por esta
tierra. He comido, dormido y soñado, pero nunca me he sentido realmente
vivo hasta este momento.
La propiedad finalmente exige que suelte a Carrie, aunque ella no parece muy
feliz por eso. Sonrío con satisfacción ante el pequeño y malhumorado sonido
que hace cuando me aparto y la miro. —Un nuevo comienzo suena perfecto.
Siempre y cuando se me permita amarte desde el principio —Mi voz está llena
de emoción. Ni siquiera me importa si Wren lo oye, esto es lo más feliz que he
estado en toda mi puta vida.
—Bueno. Entonces, por los nuevos comienzos —Ella da un paso hacia atrás
exagerado, extendiendo su mano hacia mí, su espalda recta, sus ojos
brillando intensamente—. Hola, mi nombre es Hannah Rose Ashford. Y hay
muchas cosas que quiero contarte.
Sonrío tan fuerte que me duelen las mejillas. —Hola, Hannah. Es el honor de
mi vida finalmente conocerte.
Epilogo
Los veranos pueden ser hermosos, pero no se puede negar: aquí llueve.
Mucho. Y el frío es diferente de alguna manera. Más omnipresente. Se hunde
en tus huesos, hasta el punto en que tu alma comienza a congelarse. Pero a
pesar de todo el frío y la lluvia, soy más feliz que nunca. Amo esta ciudad… y
estoy locamente enamorada del chico que me trajo aquí. No hay otro lugar en
el que prefiera estar.
Detrás de mí, una mujer baja con vasos grandes, blandiendo un paraguas
enorme y su taza de café Costa hace un gesto hacia la puerta. Tiene ese
insondable aspecto inglés que he llegado a reconocer desde que me mudé
aquí. Puede que tenga un cuaderno escondido en el bolsillo de su chaqueta
impermeable Berghaus. Ella podría hacer frotamiento de latón el fin de
semana. Ella parece preparada.
—Lo siento —Me aparto arrastrando los pies, dándole una rápida sonrisa que
ella me devuelve casi disculpándose.
Dashiell Lovett.
Camiseta andrajosa.
Pies descalzos.
Ja. Dos veces he estado esperando para cruzar una calle y un conductor se
ha acercado a la acera para atravesar un charco y me ha empapado. A
propósito. Aparentemente, los ingleses son muy educados la mayor parte del
tiempo, pero si pones un enorme lago de agua en la cuneta al costado de la
carretera y no pueden evitarlo. Pura maldad.
—Oh, Dios mío, toma estos. Estoy empapada —Le entrego nuestras bebidas,
corriendo hacia el pasillo, mis dedos congelados se niegan a obedecer
mientras lucho para salir de mi chaqueta. Una vez que me quito la maldita
cosa y la cuelgo del perchero en el pasillo, corro hacia la sala de estar y me
paro frente al fuego, brincando: pie izquierdo, pie derecho, pie izquierdo, pie
derecho.
Dash me sigue, observando cómo me descongelo con una sonrisa torcida en
su rostro. Lo sorprendo mirándolo y arqueando una ceja. —¿Y por qué te
divierte tanto?
Abre la tapa de una de las tazas para llevar para comprobar cuál es su té, y
luego me pasa mi café con leche. —Sólo pensando —Toma un sorbo—. Ambos
pasamos nuestra primera semana en la universidad. Sobreviviste a la UCL
sin que uno de los conserjes se convirtiera en un sabio y te usurpara de tu
posición como el matemático más inteligente del país.
Extraño para Pax es extra extraño para los estándares de cualquier otra
persona.
Dash me toma en sus brazos, mirándome con lo que parece una excitación
perezosa en su rostro. —¿Presley ya se ha puesto en contacto contigo?
Me da una sonrisa sexy como el infierno con la boca abierta mientras tiemblo
contra él. —¿Ya te calentaste? —él susurra.
—Más o menos. Tal vez. Yo… —Pierdo el hilo de mis pensamientos cuando
comienza a besar mi cuello.
Han.
Hannah.
—¿Qué tan mal? —susurro—. Sin azotes durante una semana, ¿mal?
—Peor —Recoge un puñado de mis rizos, tirando de mi cabeza hacia
atrás—. Sin orgasmos durante una semana, mal.
Este es el único juego que jugamos ahora. Sin secretos. Sin mentiras. Nos
burlamos uno de otro hasta que nos sometamos en el dormitorio, y eso es
todo lo que se refiere a nuestro juego. Somos abiertos y honestos, sobre todo.
Ya no tenemos sexo torpe e inexperto. Quiero decir, Dash nunca fue ninguna
de esas cosas, pero yo ciertamente lo fui. No sabía cómo tocarlo, acariciarlo o
chuparlo cuando empezamos a jugar. Aprendí rápidamente durante los dos
meses que pasamos juntos antes de la debacle del observatorio, pero todavía
era algo tímida con él. Cautelosa. Las cosas cambiaron cuando volvimos a
estar juntos después de que casi muero. Ahora, no estoy preocupada, ni soy
tímida ni cohibida. Soy valiente, asertiva y tan exigente como Dash.
Ahora, follamos.
Quiero arrastrarme por él. Quiero suplicar. Quiero jadear, gemir y temblar.
Sobre todo, quiero la lengua caliente y húmeda de Lord Lovett entre mis
piernas, y la quiero jodidamente mal. No puedo creer que hubo un momento
en el que pensé que no disfrutaría que un chico me diera sexo oral. Quizás
solo me gusta tanto como ahora porque Dash es excepcionalmente bueno
haciéndome correr con su lengua. ¿Quién sabe cómo sería la experiencia con
alguien más?
Se ríe suavemente mientras se saca la camiseta por la cabeza con una mano,
tirando de ella de su cuerpo y dejándola caer al suelo. —Creo que te dejaré
esa ropa interior mientras te follo —anuncia—. Voy a ensuciarte toda, Stella.
Espero que no te moleste.
Ohhh, mierda. Clavo los dedos de los pies en las sábanas, mis huesos están
calientes bajo la piel, como marcas dejadas demasiado tiempo en el fuego.
—Por favor cariño. Dios, te deseo tanto.
La lluvia golpea las ventanas, las gotas de agua corren por el cristal. Estamos
atrapados dentro de nuestra propia pequeña y acogedora burbuja, un mundo
dentro de un mundo ya extraño y desconocido con el que apenas me estoy
familiarizando. Sin embargo, estoy a salvo aquí. Feliz. La tenue luz de la
mañana golpea el pecho de Dash, resaltando cada curva y línea de sus
músculos mientras merodea lentamente hacia el final de la cama. Engancha
sus pulgares en la pretina de su chándal deportivo y mi corazón comienza a
latir al doble de tiempo. Observo, fascinada y sin vergüenza, mientras baja
los pantalones de chándal sobre sus caderas, acercándolos poco a poco hasta
que su polla se libera.
Está duro como una roca y pesado por su propio tamaño, por lo que su polla
se proyecta en un ángulo de noventa grados en lugar de hacia arriba en el
aire. Tiene la longitud, eso es seguro, pero siempre me ha impresionado más
su tamaño; el chico es gordo como el infierno. Incluso él no puede cerrar su
propia mano alrededor de sí mismo. Lo miro, vivo de lujuria, consumida por
el calor que arde dentro de mí como un horno, mientras él se agarra a sí
mismo y se masturba perezosamente.
—¿Quieres las riendas, amor? —Pregunta Dash—. ¿O vas a dejar que te use
esta mañana?
—Soy toda tuya —le susurro, y el deleite oscuro brilla en los ojos color
avellana de Dash.
—Esperaba que dijeras eso. ¿Por qué no eres una buena chica y te arrodillas
para mí, Stella?
—Ya veo —dice—. ¿Estás toda excitada? ¿Quieres que sea duro contigo?
¿Quieres que te haga gritar?
Asiento de nuevo, haciendo pucheros como la pequeña mocosa mimada que
me he convertido para él. —Por favor.
Pero primero…
Puedo suplicar y negociar todo lo que quiera; Mis peticiones caen en oídos
sordos cuando Dash está de humor para hacerme sudar.
Para cuando me corro, han pasado veinte minutos y estoy tan mareada de
hiperventilar que siento que me va a explotar la cabeza. Apenas mantengo mi
mierda junta cuando se hunde dentro de mí y me folla tan fuerte y tan rápido
por detrás, estirando la mano para frotar mi clítoris sobreestimulado, que
inmediatamente me corro de nuevo, gritando a todo pulmón.
Dash se corre conmigo, mordiéndome el hombro con tanta fuerza que veo
estrellas, pero me inclino hacia el dolor mientras ruge, tan vivo y tan
jodidamente satisfecho que siento que estoy vibrando.
Tan perfecto.
—Sí —Lo admite sin una pizca de vergüenza—. Haces esta cosa con tu nariz...
—¡No lo hago!
¡Vaya!
—Entonces, tal vez no fue de él. Quizás fue secuestrado. Quizás los
extraterrestres se apoderaron de su cuerpo.
Se ríe en voz baja, pasando sus dedos por mis costillas y por mi cadera,
dibujando pequeños círculos sobre la piel en la parte superior de mi muslo.
—Dios sabe por qué se molestarían. Tiene que ser el ser humano más
aburrido del planeta.
—Me dijo que no creía que fuera correcto que yo estuviera de regreso en el
Reino Unido y que no estuviéramos hablando. Dijo que me perdonaba por
vender el Maybach...
—¿Te perdonaba?
Su risa es rígida esta vez. —Lo sé, verdad. El hombre no comprende el
concepto de regalo. De todas formas. Dijo que quería que nos reunamos. La
próxima semana —La mano de Dash todavía está en mi costado, la punta de
su dedo medio apenas hace contacto mientras se cierne sobre mi cadera.
Después de un segundo dolorosamente largo y tenso, dice— Quiere que
vuelva a la Propiedad. Y... quiere que te traiga conmigo.
Parece que Dash está tratando de reprimir una sonrisa, solo que eso no puede
ser correcto. Simplemente no puede ser. Lo juro por Dios, si él está sonriendo
ahora mismo...
Él resopla. —¿En serio vas a sentarte ahí y tratar de salirte con la tuya con
una mentira tan descarada en este momento?
—Espera, ¿estás… estás diciendo que realmente quieres que los conozca?
¿Tus padres? ¿Tu madre y padre?
—No hay necesidad de lucir tan sorprendida, Stella. No puedes decir que no
lo has pensado. Visitar la finca. Comprobar cuán... —arruga la nariz con
tristeza— ostentoso y completamente exagerado es el lugar.
—¿Qué tan mal estamos hablando? ¿Cuántas habitaciones tiene el lugar, por
el amor de Dios?
Oh Dios mío. Esto no es... realmente no puede esperar que yo... ¿Por qué
demonios estoy tan abrumada de repente? —No puedo ir a conocer a tu padre,
Dash. No puedo ir a tu propiedad familiar. No encajo en un lugar como ese.
—¿Y crees que yo sí? —Pasa los dedos por mi brazo desnudo, frunciendo el
ceño ligeramente. Su cabello es mucho más oscuro que nunca, ahora casi
castaño. Todavía corre todas las mañanas, pero su bronceado casi ha
desaparecido. Así luce mi hermoso chico inglés en su hábitat natural, y yo
prefiero esta versión de él. Realmente lo hago. Se ve tan serio mientras dibuja
formas y remolinos en mi piel, mirando su obra invisible—. En algún
momento... heredaré su título —dice en voz baja—. Parece una eventualidad
imposible en este momento, pero en algún momento, querré volver a Surrey
y administrar la propiedad. Nunca encajé allí, pero eso... no significa que no
pueda. Qué no lo haré. No significa que no pueda hacer que el lugar me quede
bien —Piensa un segundo más—. Y para ese momento, tengo la sensación de
que las cosas pueden haber... progresado... un poco... entre nosotros, Stella.
Pongo mi mano sobre su boca antes de que pueda terminar la palabra. Sus
ojos se abren, aunque están arrugados en las esquinas; Puedo decir que está
sonriendo contra mi palma. —No lo hagas. No digas esa palabra en voz alta.
No soy... no es... no lo haré...
¿Cómo puedo negarme, cuando me mira así, como si yo fuera la luna y cada
una de las estrellas que iluminan su universo? Cristo. De mala gana, respiro
hondo, sabiendo de alguna manera que este es solo el primer paso en un viaje
largo y lleno de acontecimientos. —Bien. Supongo que soy fanática de los
bocadillos pequeños.
Escena Extra
COSGROVE'S
Cada vez que Wren quiere desahogarse, generalmente cierra el bar antes de
que empecemos a beber. Así es más fácil. Ningún problema con los lugareños.
No tenemos que preocuparnos de que las fuerzas del orden pongan sus
narices donde no las quieren. Después de todo, somos muy menores de edad,
y el hecho de que Wren sea el propietario de Cosgrove's no significa que sea
legal que nos emborrachemos aquí. Sigue siendo ilegal.
Sin embargo, esta noche es la excepción. Cerrar el bar esta noche anularía
toda la razón de venir y mostrar nuestras caras en primer lugar. Se supone
que debo juntarme con una chica cualquiera esta noche, con el único
propósito de convencer a Wren y Pax de que no siento nada por Carina
Mendoza. Si logro tener éxito, la dejarán en paz. Ella estará libre del abuso
que de otro modo sufriría en sus manos. Y seamos sinceros, también en mis
manos. No podré evitar participar en su caída. No después de todas las cosas
despreciables que les he hecho a las chicas en las que Wren y Pax han estado
interesados en los últimos años.
Así que aquí estoy, chocando hombros con Pax en el bar, frunciendo el ceño
sombríamente a cualquier mujer que tenga la audacia de caminar por la
entrada principal de Cosgrove, jugando un exasperante juego de tira y afloja
conmigo mismo. No pensé que sería justo que Carina se convirtiera en el
objetivo más reciente de Riot House. No parecía correcto que ella criticara mi
propio descuido: por lo general soy más mesurado y cuidadoso a la hora de
desarrollar algún tipo de interés en una estudiante de Wolf Hall. Pero después
de ese truco se detuvo en el cementerio, actuando tan decepcionada, al igual
que mi maldito padre, mis simpatías por la chica se han agotado bastante.
Podría ser que un pequeño tratamiento de Riot House sea exactamente lo que
Carrie necesita. Tal vez entonces se meta en sus propios asuntos y se guarde
su juicio mordaz para otras jodidas personas.
Soy más salado que el infierno, y mi estado de ánimo seguro que no ha sido
ayudado por la mierda extraña que escuché en el laberinto tampoco. Wren es
una caja de sorpresas. Mantiene sus cartas cerca de su pecho, pero
generalmente me dice las cosas grandes. Las cosas importantes. Si está
participando en el tipo de relación que sospecho que está teniendo, entonces
eso califica como grande e importante. Somos impetuosos, y por lo general no
nos importa un carajo el tipo de atención que atraiga Riot House, pero el tipo
de escrutinio bajo el que podríamos encontrarnos si las cosas van mal con el
pequeño experimento de Wren... mierda, ni siquiera quiero pensar en ello.
Se suponía que Wren se reuniría con nosotros aquí hace treinta minutos.
Llegamos tarde a propósito porque Pax y yo sabemos lo impuntual que es
nuestro amigo y, sin embargo, aún no muestra la cara. Pax y yo somos
amigos, en la medida en que Pax puede ser amigo de cualquiera, pero sin
Wren cerca, sus bordes afilados tienden a chocar contra mis bordes afilados,
causando una fricción inflamable que puede arrasar municipios enteros.
Esa es una pregunta para otro día. En este momento, no estoy muy feliz por
nada. —¿Quieres hablar sobre el clima, idiota? Bien. Va a llover esta noche.
Mañana, nos espera vientos huracanados. Escuché a uno de los trabajadores
del terreno hablando con Harcourt sobre una posible inundación...
Pax pone los ojos en blanco. —Me retracto. Cállate la boca —Hace un gesto a
Patterson, pidiendo en silencio otra cerveza. El hombre bajo y rechoncho
detrás de la barra frunce el ceño oscuramente mientras cojea hasta el
refrigerador y saca otra IPA Elysian Spacedust para Pax. Patterson nunca
antes sonrió. Ni una sola vez en toda su vida. Las arrugas profundas de la
risa rodean su boca, lo que sugiere lo contrario, pero personalmente creo que
esas arrugas no son más que publicidad engañosa. El bastardo es incapaz de
reírse. Deja la cerveza de Pax con un gruñido de disgusto y vuelve cojeando
al otro extremo de la barra, donde ha estado completando rompecabezas de
sudoku desde que entramos.
—¿De qué diablos estás divagando? No ando follando nada en seco —No
necesito esto. Honestamente, daría cualquier cosa por estar de vuelta en la
casa, encerrado en mi habitación, completando la tarea de inglés que Pax
acaba de mencionar. ¿Qué tan patético es eso? Mi temperamento tarda
mucho en hervir a fuego lento, pero una vez que comienza a burbujear un
poco, no se necesita mucho para que hierva. Si Pax dice una palabra más
sobre Carina (que definitivamente lo hará) voy a perder mi mierda y romperé
cada taburete en este bar hasta que no quede nada más que leña. No
requerirá mucho esfuerzo, ya que estos taburetes están deteriorados como la
mierda y se mantienen unidos con cinta adhesiva. Pero aun así. Wren no
estaría impresionado.
—Lo entiendo, hombre —Pax presiona la botella de cerveza contra sus labios,
pero todavía puedo ver la sonrisa que está tratando de reprimir en las
comisuras arrugadas de sus ojos—. Ella es caliente. Grandes tetas. Un
extraño sentido de la moda, pero lo que sea. Su ropa no importa cuando la
tienes desnuda. Y su culo es fenomenal. Jugoso como un maldito melocotón.
Ella debe ponerse en cuclillas para que Estados Unidos tenga un culo como
ese... ¡OYE!
Pax solo resopla. —Es difícil no hacerlo cuando está actuando como una perra
tan tensa.
—Sí. Pareces un poco fuera de lugar, hombre —observa Wren, una de sus
cejas oscuras arqueándose en un signo de interrogación—. ¿Las
patrocinadoras de Cosgrove no son de tu agrado esta noche?
Jodidamente hilarante.
Solo hay tres mujeres bebiendo en el bar. Dos de ellas llevan estampado de
leopardo y a la otra le falta un diente frontal. Wren se ríe mientras él mismo
examina las opciones. —Bien, bien. Estupendas esta noche. Sin embargo, es
temprano. Cuatro horas hasta el cierre. Nunca se sabe quién cruzará esas
puertas.
No me gusta la forma en que dice eso. Me hace pensar que ha planeado algo
y que Carina llegará en cualquier momento. No lo dejaría pasar por alto; Wren
vería eso como la prueba más verdadera. Si pudiera coquetear con una
extraña y desaparecer con ella en los baños, con Carina sentada en una de
las cabinas, viendo cómo se desarrolla todo el asunto, entonces podría
demostrar mi desinterés. Un escalofrío de irritación me recorre la espalda,
subiendo de una vértebra a la siguiente hasta llegar a la nuca.
Afortunadamente, me salvó de tener que responderle con la llegada de
Patterson. Le da a Wren, su jefe, una mirada que podría quitar la pintura y
cuajar la leche de una sola vez. —¿Qué será, su alteza?
Wren asiente. —Y sólo una pizcaaaa de cocaína. No querría que nadie pensara
que estoy machacando cinco tragos de bebidas espirituosas, ¿verdad?
—Tomaré un Manhattan.
¿Realmente cree que puede ofenderme, con todo esto de su señoría? Perra,
por favor. He estado lidiando con esa mierda desde el día en que nací. Le
sonrío, plasmando una sonrisa que encantaría a las bragas con volantes del
culo mimado de la reina. —A las rocas está bien.
Sin una pizca de timidez, Wren deja el paraguas rosa brillante escondido
detrás de su oreja y de alguna manera lo hace lucir jodidamente genial.
—Entonces, ¿qué dices, Lovett? ¿Tu polla sanó lo suficiente como para
soportar una buena follada esta noche? ¿O volveremos a la sala de
emergencias en un par de horas?
Wren hace una mueca. —¿Seguro que no preferirías simplemente follar con
Carrie? No nos hemos metido con un objetivo en meses. La reputación de Riot
House está empezando a decaer.
Estaría mintiendo si intentara decirme a mí mismo que no he disfrutado los
pequeños juegos que hemos jugado con la gente en el pasado. Mi polla se ha
puesto bastante dura, jugando con las emociones de las chicas. A algunos
chicos les gusta el BDSM. A algunos les gusta follar en público, o los pies, o,
no sé, hentai o alguna mierda. Sin embargo, los tres chicos de Riot House
estamos de acuerdo en que no hay nada más sexy que hacer llorar a una
chica. Estuve a punto de soplar mi carga en mis pantalones en más de una
ocasión, viendo a Pax fracturar el corazón de una chica en dos, solo por el
gusto de hacerlo. Y cuando Wren publicó fotos desnudas de Heather Briers
por todo el tablero de mensajes de estudiantes de Wolf Hall, usando a
slackpussyfucker69 como su apodo, y ella se rompió y tuvo un ataque de
sollozos en el comedor, admito que tuve que pasar veinte minutos sólidos
detrás de una puerta con seguro en el baño de hombres, tirando de mi polla.
Me corrí tan duro esa vez que mi semen casi se dispara sobre la puerta y
sobre el tipo cagando en el siguiente cubículo. Somos muy inteligentes
cuando apuntamos a nuestros objetivos. Nos aseguramos de que no haya
pruebas que nos impliquen en actividades atroces... pero también nos
aseguramos de que quede muy claro que somos los perpetradores. ¿Cuál sería
el punto de otra manera?
Aparte del trío de Wren y Pax con la madre de Edmonson, nos hemos portado
relativamente bien recientemente. Ninguno de nosotros quiere que los otros
estudiantes de la academia olviden que no deberían joder con Riot House, lo
que significa que esto iba a suceder tarde o temprano. Uno de nosotros iba a
tener que traer algo jugoso y estimulante a la mesa. Normalmente, competiría
por la oportunidad de traer este tipo de mierda a la atención de los otros
chicos, pero no esta vez. Por alguna razón, se siente imperativo que los tres
nos mantengamos alejados de Carrie.
—Mira. Si quieres joder con ella, entonces, por supuesto, joderemos con
ella —digo en un tono aburrido—. Pero no la vamos a joder porque me guste,
hombre. Es solo una chica que no sabe cuándo meterse en sus propios
jodidos asuntos.
Wren me evalúa con frialdad. —¿Tu papá está siendo un idiota o algo así?
Él resopla. —Es difícil olvidarla. Tuve que buscar en Google algunas de las
cosas con las que ella salió la última vez que estuvo aquí.
Golpeo mi vaso medio lleno contra la barra. —No me estoy follando a Damiana
Lozano. De ninguna maldita manera. Mi polla recién se recuperó del último
trauma por el que pasó. No merece pasar por ese tipo de mierda.
Wren hace una mueca. —Acabas de decir que te follarías a cualquiera que
considere adecuada.
—¿Y si creo que lo es? —La sonrisa de Wren es burlona, pero no estoy de
humor. Me inclino hacia delante, apoyo el codo en la barra y entrecierro los
ojos—. ¿Y si no me gusta la persona con la que estás follando, Jacobi? ¿Qué
pasa si yo no creo que esa persona sea adecuada para ti?
Le doy con una mirada asesina. No se inmuta exactamente. Sin embargo, sus
ojos se endurecen, volviéndose de un verde oscuro y musgoso que casi oculta
la sospecha que atraviesa su rostro. Pero no del todo. —Yo diría que lo
hicieras, Lovett. Escúpelo. Si no apruebas a la persona con la que estoy
follando, entonces quiero escucharlo. Estamos todos juntos en esto, ¿verdad?
Pienso en decirle que lo sé. Por un segundo, trato de imaginarme cómo será
su expresión cuando nombre a la persona con la que le oí hablar en el
laberinto, pero la conmoción, el horror, la molestia, la vergüenza, la
humillación no se materializan en su rostro en mi cabeza. Solo puedo
imaginarlo con una expresión ilegible, ligeramente hostil, muy parecida a la
que está usando ahora mismo, y la satisfacción que pensé que sentiría no
llega. Siento que de alguna manera he perdido y ni siquiera sabía que
estábamos compitiendo.
Salto antes de que esto se ponga realmente feo. —Mara Bancroft —El nombre
atrae la atención de ambos chicos de una vez. Una sonrisa lenta y cómplice
se extiende en el rostro de Pax, mientras que la fuerte sospecha que Wren
tenía ahora se desvanece un poco—. Ella es la peor —le digo con
gravedad—. Ella no deja de hablar. Su personalidad es más cáustica que
blanqueadora. Ten cuidado, amigo. Por la forma en que Fitz le estaba
hablando en clase hoy, probablemente ella también se lo esté follando.
—Asqueroso —se queja Pax—. Lo último que quieres es que Fitz manipule tus
bienes.
Miro a Wren a los ojos. —Correcto. No puedo pensar en nada peor que
enredarme en una situación extraña con Fitz.
—¡Oye! ¿Qué pasa con Dash? —Pax parece que podría morir por la
injusticia—. ¡Se supone que debe contestar!
INGLATERRA
La hermana Beth la agarra con fuerza alrededor del brazo. —Querida niña,
no vas a ir a ningún lado. Ustedes niños están malcriados más allá de toda
razón, de todos modos, ¿quién ha oído hablar de toda una clase de chicos de
trece años que fueron llevados a esquiar? Ninguno de ustedes se merece tal
regalo. Y claramente, tampoco se puede confiar en que ninguno de ustedes
se comporte de una manera moral temerosa de Dios —Ella niega con la cabeza
con remordimiento—. No, eres responsable de pervertir a este chico, Heather.
Vas a sufrir la misma suerte que él.
—Peor. Fornicación —La hermana Beth dice la palabra con la misma gravedad
con la que también se podría decir, 'genocidio en masa'—. Los pillé en la
cabina de él. Su pecho estaba expuesto, y su... su... su...
—Beth —La hermana Ann Marie suspira y se frota los ojos—. Sé que te uniste
a la orden cuando eras muy joven, pero estoy segura de que sabes algo sobre
anatomía humana básica. Es un niño, no una manguera de jardín rota. Hay
límites para lo que puede producir…
—Sí, no podría estar más de acuerdo. Llamaré a sus padres. Mientras tanto,
deberías terminar las rondas. Todavía hay muchos otros estudiantes que
requieren vigilancia. Dios sabe lo que están haciendo.
—¿Crees que más de ellos podrían estar en eso? —El mismo pensamiento
parece que repugna a la hermana Beth a nivel molecular; retrocede tres
pasos, con la mano apoyada en el pecho—. Todos deben mantenerse aislados
hasta que sus hormonas se calmen. No sé por qué el Señor me guió a enseñar,
lo juro, realmente no lo sé.
El clima es sombrío cuando llegamos a Londres. Sorpresa jodida sorpresa.
Las gotas de lluvia golpean el techo de la estación de St. Pancreas, el
tamborileo tan fuerte cuando me bajo del tren que suena como un trueno.
Heather es llevada rápidamente por una frágil mujer rubia, cuyos ojos
enrojecidos y fosas nasales moradas sugieren que estaba llorando mucho
antes de que nuestro tren llegara a la estación. La mirada de odio que me da
hace que se me ericen los vellos de la nuca.
Han pasado meses desde que estuve en casa. ¿Pascua de Resurrección? Creo
que era Pascua y ahora es noviembre. Cuando me bajo del tren en Guildford,
Calvin me espera en el andén con una de mis viejas chaquetas de caza de
tweed en la mano. Sonríe con fuerza cuando me ve y me ofrece la prenda de
vestir. Sin embargo, ya llevo un abrigo y el que él trajo no me queda desde
que tenía diez años. Se encoge de hombros torpemente mientras procesa todo
esto, dejando que su mano caiga a su lado.
—Podrías haber elegido un mejor momento para ser expulsado, amigo —dice,
lanzando su brazo alrededor de mí y dándome un abrazo lateral—. Tu papá
se va a los Estados Unidos en tres días. Si hubieras esperado un par de días,
podrías haberlo perdido por completo.
Vamos, ¿en qué estoy gastando todo ese dinero en esa escuela privada si no
puedes sorprendernos con todo el conocimiento que están metiendo dentro de
esa bonita cabeza? Impresiónanos, chico.
El campo fluye más allá de la ventana del lado del pasajero del Jeep con
pancartas de color verde, marrón y azul. Intento que el auto reduzca la
velocidad, para retrasar nuestra inevitable llegada a Lovett House, pero la
camioneta sólo parece moverse más rápido. Antes de que me dé cuenta, nos
estacionamos frente a la imponente casa señorial monstruosa, con torreones,
la grava crujiendo bajo los neumáticos del auto mientras Calvin se detiene al
pie de los escalones de piedra que conducen a la puerta principal. Él no
vendrá conmigo. Tendré que subir los escalones solo. Puede que sea el siglo
XXI, pero mi padre es un fanático del decoro y la tradición. Calvin es empleado
de Lovett Estates, por lo tanto, debe entrar a la casa por la entrada de
empleados por la parte trasera. La puerta de entrada está reservada solo para
familiares e invitados.
—No te preocupes, amigo. Tengo un par de recados que debo hacer para Cook,
pero volveré antes de la cena. Te llevaré a una sesión o algo así. Sacarte de la
casa.
Calvin siempre ha sido amable conmigo. Él ve lo miserable que soy cada vez
que regreso de la escuela y hace todo lo posible para alegrarme el humor. Sin
embargo, una sesión estará fuera de la mesa cuando regrese de la ciudad.
Nubes pesadas y cargadas del color del acero prensado se acumulan en el
horizonte hacia el oeste, prometiendo lluvia, y el Duque Lovett tiene algo con
las tormentas eléctricas. No se permite salir a la calle si hace mal tiempo. Ni
siquiera el personal. Su extraña decisión dificulta la vida de todos, dada la
frecuencia con la que el clima es inclemente.
Ojos verdes.
Labios rosados y carnosos con un pronunciado arco de Cupido, mejillas
delicadamente enrojecidas y color coral.
Absolutamente hermoso.
Deja de girar, deja caer los brazos a los lados y baja la cabeza para que
nuestras miradas se vuelvan a encontrar. —Qué mal. Me impresionó por un
momento. Nunca me he follado a nadie en un tren.
Santa mier...
No lo habia visto sentado allí: otra criatura de cabello oscuro y ojos verdes,
tan extraña y americana como la primera. Sentado en el banco de mármol
que está apoyado en la pared junto a la entrada del pasillo oriental, el chico
se parece tanto a la chica del vestido rojo que hago una toma doble. Creo que
nunca había visto a nadie sentado en ese banco. La verdad es que había
olvidado que estaba ahí. El desconocido se sienta hacia delante, apoyando los
codos en las rodillas. —Dice todo tipo de cosas para escandalizar a la gente,
¿verdad, Mercy? La verdad es que no podría pagar a un chico para que se la
follara de dónde venimos. Todos tienen demasiado miedo de que les arranque
la polla a mordiscos.
—Que te jodan, Wren. Eres el leproso social que nadie quiere tocar —La chica
dice esto alegremente, con una amplia y entusiasta sonrisa en su rostro. Con
esa expresión, el insulto no parece tan malo. Sin embargo, lo dice en serio;
sus ojos verde jade destellan con una malicia aguda y puntiaguda que podría
destripar a un hombre a diez pasos—. Podría dormir con cualquiera de
nuestros amigos. Tus amigos —dice, aclarando rápidamente— y nunca lo
superarían. Pasarían el resto de sus vidas...
—En terapia.
—¿Nosotros?
Wren inclina la cabeza hacia un lado y me mira con los ojos entrecerrados.
Después de un momento, debe decidir que la niña, Mercy, tiene razón.
Sonriendo, se encorva, inquietando a Mercy mientras su espalda se desliza
por la pared. —No hay necesidad de enloquecer, hombre. No planean enviarte
a Gitmo10.
—Es solo otra escuela privada. Parece que sabes todo sobre eso.
10
Nombre informal de la base naval estadounidense o centro de detención en la bahía de Guantánamo, Cuba.
demasiado vagos para molestarse en tomar el hijo de otro hombre. Entonces,
nos están plantando en una montaña donde pueden olvidarse de nosotros
durante los próximos cuatro años. ¿Qué piensas sobre eso?
—Será divertido, monstruo —dice Wren. Mercy parece consolada por esto. Su
hermano vuelve su atención hacia mí, arqueándome una ceja oscura—. ¿Bien
entonces? ¿Qué dices? ¿Academia Wolf Hall? ¿La trataremos como la prisión
que nuestros padres pretenden que sea? ¿O tomaremos el lugar y lo
administraremos juntos como dioses?
La sorpresa corre por mis venas. Este chico y yo somos polos opuestos. Ya lo
sé por la facilidad con la que se tumba en ese banco, descuidado, como si
fuera incapaz de enderezar la espalda. El banco es una sólida losa de piedra,
implacable y estrecha. No puede ser cómodo y, sin embargo, él hace que
parezca que está tumbado en la tumbona más lujosa que se pueda comprar.
Yo nunca podría hacer eso. Simplemente no podría. Mi padre me golpearía
por encorvarme.