Salud Mental en Los Adolescentes-Bosquejo

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CIENCIAS SOCIALES Y TIC

LA SALUD MENTAL EN LOS ADOLESCENTES


Buccella Sofía, Del Pópolo Chiara, García Lucía, Gutiérrez Rocío, Martínez Carola,
Montero Ana Paula, Rojas Federica

SALUD
La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la
ausencia de afecciones o enfermedades (AEPap, Vázquez Fernández y Equipo Editorial
Familia y Salud, 2014, párrafo 1). La salud es definida como el estado de bienestar
integral percibido por la persona (García Álvarez, Espinosa-Castro y Soler, 2020, página
2).

SALUD MENTAL
La salud mental sería el estado en el cual el individuo es consciente de sus propias
capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida, puede trabajar de forma
productiva y es capaz de hacer una contribución a su comunidad (AEPap, Vázquez
Fernández y Equipo Editorial Familia y Salud, 2014, párrafo 2). El bienestar psicológico
suele asociarse con niveles de funcionamiento óptimo que incluyen, no solo la relación
entre el sujeto y los demás, sino también actitudes internas como el dominio y el
crecimiento personal (García Álvarez, Espinosa-Castro y Soler, 2020, página 1). La
salud mental va más allá de la ausencia de síntomas psicopatológicos, se considera un
continuo entre la enfermedad y el estado ideal del individuo en las mejores condiciones
posibles; es decir, es la capacidad para el disfrute de recursos personales que permitan
un funcionamiento óptimo en el contexto sociocultural. De modo que uno de los
indicadores claves para describir la salud mental es el bienestar psicológico.
Específicamente, los elementos que definen al bienestar psicológico son: a),
autoaceptación; b), sensación de autonomía en la vida personal; c), dominio sobre el
ambiente; d), relaciones sociales positivas; e), propósito en la vida; y f), sensación de
crecimiento personal. En resumen, el cultivo de estos elementos posibilitará el bienestar
psicológico en la construcción de la subjetividad a lo largo del ciclo vital (García Álvarez,
Espinosa-Castro y Soler, 2020, página 2).

SALUD MENTAL EN ADOLESCENTES


Es en este periodo de la vida en el que puede tener consecuencias más importantes
para toda la edad adulta. La mitad de las personas que tienen una enfermedad mental
tiene los primeros síntomas antes de los 14 años.
Según la Organización Mundial de la Salud y otros estudios, los problemas de salud
mental de los niños y adolescentes están aumentando durante la pandemia de Covid
19. El aislamiento, la falta de contacto social, la interrupción de las actividades
educativas, los cambios de hábitos, los problemas laborales y económicos de las
familias, etc. están afectando la salud mental de la población (AEPap, Vázquez
Fernández y Equipo Editorial Familia y Salud, 2014, párrafos 3 y 4).
La adolescencia es entendida como una etapa establecida en una construcción social
con indicadores evolutivos definidos acerca de su trayectoria; por ejemplo: madurez
sexual y reproductiva, formación de la identidad, pensamiento formal hipotético-
deductivo y otros indicadores psicosociales de acuerdo al desarrollo individual .Es un
periodo de crecimiento, pero debido a estas características puede que sea una etapa
expuesta a múltiples factores de riesgo y posibles comportamientos riesgosos. (García
Álvarez, Espinosa-Castro y Soler, 2020, página 2).
La adolescencia es una etapa única y formativa, pero los cambios físicos, emocionales
y sociales que se producen en este periodo, incluida la exposición a la pobreza, los
malos tratos o la violencia, pueden hacer que los adolescentes sean vulnerables a
problemas de salud mental. Protegerlos de la adversidad, promover en ellos el
aprendizaje socioemocional y el bienestar psicológico, y garantizar que puedan acceder
a una atención de salud mental son factores fundamentales para su salud y bienestar
durante esos años y la edad adulta (OMS, 2021, párrafo 5).
Hay múltiples factores determinantes de la salud mental del adolescente en cualquier
momento. Cuantos más sean los factores de riesgo a los que estén expuestos los
adolescentes, mayor serán las posibles repercusiones en su salud mental (Organización
Panamericana de la Salud, 2018, párrafo 10).
Entre los factores que pueden contribuir al estrés durante la adolescencia están el deseo
de una mayor autonomía, la presión para amoldarse a los compañeros, la exploración
de la identidad sexual y un mayor acceso y uso de la tecnología. La influencia de los
medios y las normas de género pueden exacerbar la disparidad entre la realidad vivida
por el adolescente y sus percepciones o aspiraciones para el futuro (Organización
Panamericana de la Salud, 2018, párrafo 11).
Algunos adolescentes corren un mayor riesgo de tener problemas de salud mental por
sus condiciones de vida, estigmatización, discriminación, exclusión, o falta de acceso a
servicios y apoyo de calidad (Organización Panamericana de la Salud, 2018, párrafo
12).
Aunque en el mundo, según se calcula, uno de cada siete adolescentes de 10 a 19 años
(14%) padece algún trastorno mental (1), estas enfermedades siguen en gran medida
sin recibir el reconocimiento y el tratamiento debidos (OMS, 2021, párrafo 6).
Los adolescentes con trastornos mentales son particularmente vulnerables a sufrir
exclusión social, discriminación, problemas de estigmatización (que afectan a la
disposición a buscar ayuda), dificultades educativas, comportamientos de riesgo, mala
salud física y violaciones de derechos humanos (OMS, 2021, párrafo 7).
La adolescencia es un período crucial para el desarrollo de hábitos sociales y
emocionales importantes para el bienestar mental. Algunos de estos son: la adopción
de patrones de sueño saludables; hacer ejercicio regularmente; desarrollar habilidades
para mantener relaciones interpersonales; hacer frente a situaciones difíciles y resolver
problemas, y aprender a gestionar las emociones. Es importante contar con un entorno
favorable y de protección en la familia, la escuela y la comunidad en general (OMS,
2021, párrafo 8).
Son muchos los factores que afectan a la salud mental. Cuantos más sean los factores
de riesgo a los que están expuestos los adolescentes, mayores serán los efectos que
puedan tener para su salud mental. Algunos de estos factores que pueden contribuir al
estrés durante la adolescencia son la exposición a la adversidad, la presión social de
sus compañeros y la exploración de su propia identidad. La influencia de los medios de
comunicación y la imposición de normas de género pueden exacerbar la discrepancia
entre la realidad que vive el adolescente y sus percepciones o aspiraciones de cara al
futuro. Otros determinantes importantes de la salud mental de los adolescentes son la
calidad de su vida doméstica y las relaciones con sus compañeros (OMS, 2021, párrafo
9).

DATOS Y CIFRAS
Casullo y Castro-Solano liderizaron una investigación considerada el principal
antecedente del presente estudio, que consistió en evaluar el bienestar psicológico en
1270 adolescentes argentinos medido a través de la escala de bienestar psicológico
diseñada por los investigadores con base en los postulados teóricos del modelo
multidimensional (García Álvarez, Espinosa-Castro y Soler, 2020, página 2).
De acuerdo a los postulados del modelo multidimensional del bienestar psicológico de
Casullo, se interpreta que el 47,36% de la muestra de adolescentes se ubica en un nivel
alto de bienestar psicológico; es decir, presentan una alta percepción acerca de su
funcionamiento psíquico expresado en autoaceptación de su personalidad, control
ambiental, vínculos sanos y sensación de llevar un proyecto de vida acorde a las
demandas correspondientes del ciclo vital, configurándose en una favorable evaluación
sobre cómo se ha llevado la vida. A su vez, un 25,58 % de la muestra se caracteriza por
un nivel medio o promedio de bienestar psicológico, léase como una forma adecuada
de su funcionamiento, así como del desarrollo de los elementos convergidos al
crecimiento personal con una apropiada evaluación de la vida y sus re- cursos
personales. Sin embargo, el 27,06 % de la muestra de adolescentes presenta un nivel
bajo de bienestar psicológico que puede entenderse como un manejo deficitario de los
elementos que posibilitan el mismo; en otras palabras, podrían presentar dificultades en
el control de situaciones de la vida diaria impidiendo el aprovechamiento de
oportunidades y recursos personales, afectando el planteamiento de metas y objetivos
acarreando un débil proyecto de vida, esto debido a un empobrecido conocimiento
personal que conlleva a conflictos en la autoestima y autoaceptación; en efecto, sus
vínculos sociales pueden llegar a ser escasos y dificultosos (García Álvarez, Espinosa-
Castro y Soler, 2020, página 7).

• Los trastornos mentales representan el 16% de la carga mundial de


enfermedades y lesiones en personas de 10 a 19 años.
• La mitad de los trastornos mentales comienzan a los 14 años, pero la mayoría
de los casos no se detectan ni se tratan.
• La depresión es una de las principales causas mundiales de enfermedad y
discapacidad entre los adolescentes.
• El suicidio es la tercera causa de muerte en jóvenes de 15 a 19 años.
• Las consecuencias de no abordar los trastornos mentales de los adolescentes
se extienden a la edad adulta, lo que afecta la salud física y mental y limita las
oportunidades de llevar una vida satisfactoria como adultos.
• La promoción de la salud mental y la prevención de los trastornos mentales son
clave para ayudar a los adolescentes a prosperar.
(Organización Panamericana de la Salud, 2018, párrafos del 1 al 7)
PATOLOGÍAS Y CONDUCTAS COMUNES EN LOS ADOLESCENTES
En todo el mundo, se estima que entre el 10 y el 20% de los adolescentes experimentan
problemas de salud mental (Organización Panamericana de la Salud, 2018, párrafo 14).
Trastorno de ansiedad
La ansiedad se puede manifestar de distintas maneras. En ocasiones, puede ser un
fenómeno adaptativo transitorio a circunstancias del entorno (Sociedad Española de
Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria, Hernández Gonzales y Rodríguez
Hernández, 2017, volumen XXI, número 5, párrafo 36). Trastorno de ansiedad
generalizada: está definido por un patrón de ansiedad y preocupación excesivas, sobre
una amplia gama de acontecimientos o actividades, que se prolonga durante más de
seis meses, de difícil control para el individuo (Sociedad Española de Pediatría
Extrahospitalaria y Atención Primaria, Hernández Gonzales y Rodríguez Hernández,
2017, volumen XXI, número 5, párrafo 37).
Depresión
La expresión de un cuadro depresivo en adolescentes puede ser muy variada, y
dependerá de factores, tales como: la capacidad intelectual del sujeto, la madurez
emocional y la capacidad verbal para analizar la vida emocional. Algunos síntomas son:
tristeza, llanto, visión negativa de la vida, autoimagen deficiente, sensación de
impotencia, dificultades de atención y concentración, imposibilidad de tomar decisiones,
irritabilidad, pérdida o aumento indiscriminados del apetito y trastornos del sueño. La
persistencia de estos síntomas debe hacer pensar en una depresión. Cuando se asocian
síntomas ansiosos a los depresivos, estos suelen tener una mayor duración, con un
incremento de conductas de riesgo (drogas, suicidio), aumento de los problemas
psicosociales, y pobre respuesta a la psicoterapia (Sociedad Española de Pediatría
Extrahospitalaria y Atención Primaria, Hernández Gonzales y Rodríguez Hernández,
2017, volumen XXI, número 5, párrafo 42).
Trastornos de la conducta alimentaria
Los trastornos alimentarios comúnmente aparecen durante la adolescencia y la adultez
temprana. La mayoría de los trastornos alimentarios afectan a las mujeres con más
frecuencia que los hombres. Los trastornos alimenticios como la anorexia nerviosa, la
bulimia nerviosa y el trastorno por atracón se caracterizan por comportamientos
alimentarios perjudiciales, como la restricción de calorías o el atracón compulsivo. La
anorexia y la bulimia nerviosa también incluyen una preocupación por la comida, la
forma o el peso del cuerpo, y comportamientos como el exceso de ejercicio o los vómitos
para compensar la ingesta de calorías. Las personas con anorexia nerviosa tienen un
peso corporal bajo y un miedo fuerte de aumento de peso. Las personas con trastorno
de atracones pueden experimentar sentimientos de angustia, culpa o auto-disgusto
cuando come un atracón. Los trastornos alimenticios son perjudiciales para la salud y,
a menudo, coexisten con la depresión, la ansiedad y / o el abuso de sustancias
(Organización Panamericana de la Salud, 2018, párrafo 18).
Conductas de riesgo
Los comportamientos de toma de riesgos pueden ser tanto una estrategia inútil para
hacer frente a la mala salud mental, y pueden contribuir negativamente y tener un
impacto severo en el bienestar mental y físico de un adolescente (Organización
Panamericana de la Salud, 2018, párrafo 21).
El uso nocivo de sustancias en adolescentes aumenta la probabilidad de tomar más
riesgos, como las relaciones sexuales sin protección. A su vez, la asunción de riesgos
sexuales aumenta el riesgo de las adolescentes de infecciones de transmisión sexual y
embarazos tempranos, una de las principales causas de muerte entre las adolescentes
y las jóvenes (incluso durante el parto y el aborto inseguro) (Organización Panamericana
de la Salud, 2018, párrafo 22).
El uso de tabaco y cannabis son preocupaciones adicionales. En 2016, según los datos
disponibles de 130 países, se calculó que el 5,6% de las personas de 15 a 16 años
habían consumido cannabis al menos una vez el año anterior. Muchos fumadores
adultos tienen su primer cigarrillo antes de los 18 años. La perpetración de la violencia
es una conducta de riesgo que puede aumentar la probabilidad de bajo rendimiento
educativo, lesiones, participación en el delito o la muerte. La violencia interpersonal fue
clasificada como la segunda causa de muerte de adolescentes mayores en 2016.
(Organización Panamericana de la Salud, 2018, párrafo 23).
Autolesiones y suicidio
Se estima que 62 000 adolescentes murieron en 2016 como resultado de autolesiones.
El suicidio es la tercera causa de muerte en adolescentes mayores (15-19 años). Casi
el 90% de los adolescentes del mundo viven en países de ingresos bajos o medianos,
pero más del 90% de los suicidios de adolescentes se encuentran entre los
adolescentes que viven en esos países. Los intentos de suicidio pueden ser impulsivos
o estar asociados con un sentimiento de desesperanza o soledad. Los factores de riesgo
para el suicidio son multifacéticos, incluyendo el uso nocivo del alcohol, el abuso en la
niñez, el estigma en contra de la búsqueda de ayuda, las barreras para acceder a la
atención y el acceso a los medios. La comunicación a través de los medios digitales
sobre el comportamiento suicida es una preocupación emergente para este grupo de
edad (Organización Panamericana de la Salud, 2018, párrafo 20).
Con respecto al suicidio, hay que señalar que se trata de un problema no siempre
asociado a la depresión. La impulsividad del adolescente juega un papel importante.
Hay que estar atentos a la pérdida de iniciativa, la baja autoestima, las alteraciones del
sueño y la disminución en la actividad motora. También ante el retraimiento, con
urgencia por estar solo, el aislamiento, el malhumor, los cambios bruscos en la
personalidad, la entrega de las pertenencias más preciadas a otros y la propia amenaza
de suicidio. Lo más importante será la prevención de las tentativas, mediante una
actuación que incluya a todos los profesionales implicados en la salud integral del
adolescente (Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria,
Hernández Gonzales y Rodríguez Hernández, 2017, volumen XXI, número 5, párrafo
43).

PROMOCIÓN Y PREVENCIÓN
La promoción de la salud mental y el bienestar ayuda a los adolescentes a desarrollar
la resiliencia para que puedan sobrellevar bien las situaciones difíciles o las
adversidades.
Algunos ejemplos de actividades de promoción y prevención incluyen:

• intervenciones psicológicas en línea uno a uno, grupales o autoguiadas;


• intervenciones centradas en la familia, como la capacitación en habilidades para
cuidadores, que incluyen intervenciones que abordan las necesidades de los
cuidadores;
• intervenciones escolares, tales como:
o cambios organizacionales para un ambiente psicológico seguro y
positivo;
o enseñanza sobre salud mental y habilidades para la vida;
o capacitar al personal en detección y manejo básico del riesgo de suicidio;
y
o programas de prevención basados en la escuela para adolescentes
vulnerables a las condiciones de salud mental;
• intervenciones basadas en la comunidad tales como liderazgo de pares o
programas de tutoría;
• programas de prevención dirigidos a los adolescentes vulnerables, como los
afectados por entornos humanitarios y frágiles, y los grupos minoritarios o
discriminados;
• programas para prevenir y manejar los efectos de la violencia sexual en
adolescentes;
• programas multisectoriales de prevención del suicidio;
• intervenciones multinivel para prevenir el abuso de alcohol y sustancias;
• educación sexual integral para ayudar a prevenir conductas sexuales riesgosas;
y programas de prevención de la violencia.
(Organización Panamericana de la Salud, 2018, párrafos del 24 al 38)

DETECCIÓN TEMPRANA Y TRATAMIENTO


Las intervenciones para adolescentes deberían considerar:

• La importancia de la detección temprana y la provisión de intervenciones


basadas en la evidencia para los trastornos mentales y por uso de sustancias.
El Programa de Acción de Brecha de Salud Mental de la OMS (mhGAP)
proporciona pautas basadas en la evidencia para no especialistas para
permitirles identificar y apoyar mejor las condiciones de salud mental prioritarias
en entornos de menores recursos.
• Intervenciones transdiagnósticas, por ejemplo, aquellas que se dirigen a
múltiples problemas de salud mental.
• Entrega por parte de personal supervisado que está capacitado en la gestión de
las necesidades específicas de los adolescentes.
• Involucrar y empoderar a los cuidadores, cuando corresponda, y explorar las
preferencias de los adolescentes.
• Métodos de autoayuda cara a cara y guiados, incluidas las intervenciones
electrónicas de salud mental. Debido al estigma o la viabilidad de acceder a los
servicios, la autoayuda no guiada puede ser adecuada para los adolescentes.
• La medicación psicotrópica se debe usar con gran precaución y solo se debe
ofrecer a adolescentes con condiciones de salud mental de moderadas a
severas cuando las intervenciones psicosociales resulten ineficaces y cuando
estén clínicamente indicadas y con consentimiento informado. Los tratamientos
deben proporcionarse bajo la supervisión de un especialista y con una estrecha
vigilancia clínica para detectar posibles efectos adversos
(Organización Panamericana de la Salud, 2018, párrafos del 40 al 46)

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