Luis Velasco y Mendoza - Historia de La Ciudad de Celaya Vol.2
Luis Velasco y Mendoza - Historia de La Ciudad de Celaya Vol.2
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LUIS VELASCO Y MENDOZA
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HISTORIA
DE LA
CIUDAD DE CELAYA
TOMO II
México, D. F.
1947
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LUIS VELASCO Y MENDOZA
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Derechos reservados
conforme a la ley.
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(Escudo de la Ciudad)
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M"Historia de la Ciudad
fueron darle fin, con el presente tomo, a la
IS INTENCIONES
de Celaya", que he venido formando con
todos los datos que sobre la población me he encontrado en otras
obras; con noticias recabadas en periódicos antiguos, o en viejos
papeles con escritos inéditos; y con las referencias de personas
respetables por su saber y por sus años, que enteradas de no pocos
acontecimientos acaecidos en la ciudad, con toda buena voluntad me
han contado; pero, como por una parte ha sido muy abundante el
material logrado, y por otra, me he tenido que referir a la Historia
General de la Nación, porque de no haberlo hecho así, no hubiera sido
posible que tuviese el relato de que me ocupo la hilación necesaria, he
complementado este volumen, llevando únicamente mi narración
hasta los tiempos de la "Guerra de Tres Años" y la proclamación de las
"Leyes de Reforma" en el Estado de Guanajuato.
Ha sido, pues, necesario que reforme el plan que en un principio
me había trazado, y por lo mismo me he permitido dejar para un
tercero y cuarto tomos, la culminación total de mi trabajo. Los citados
volúmenes abarcarán todos los sucesos desarrollados en Celaya
durante los años de la Intervención Francesa y el Segundo Imperio, la
reimplantación de la República, la Dictadura del Gral. Don Porfirio
Díaz, el movimiento y período de Don Francisco I. Madero, y la
revolución constitucionalista, hasta la exaltación a la Presidencia, del
Gral. Don Álvaro Obregón. Para ello cuento ya con un copioso y
selecto material, que he conseguido acumular durante mis búsquedas
en el Archivo General de la Nación, la Biblioteca Nacional, la
Hemeroteca, en bibliotecas particulares y en papeles y libros de mi
propiedad; así que es factible, aunque mi incompetencia sea mucha,
que resulten otros dos volúmenes iguales en proporciones y tamaño a
los anteriores, que serán indispensables porque su texto servirá de
remate al relato que he escrito con el propósito de resucitar, mediante
la meditación de los hechos que figuran en los anales de la misma
crónica, la actividad restauradora de los valores esenciales que han
encarnado la tradición creadora de nuestra ciudad.
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CAPÍTULO II
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todos los hombres que de cada punto se pudieran sacar, entre los que
escogió a los propietarios y dependientes de las fincas de campo, para
formar con ellos la oficialidad destinada a mandar aquella gente;
siendo en esta forma como comenzaron a hacer sus primeras armas
individuos como Armijo, Aguirre, Meneso, Orrantia, Barragán,
Madrid, Bustamante y Gómez Pedraza, que con el tiempo fueron unos
de los jefes más distinguidos del ejército.
No se conformó el gobierno con tener ya un campeón que se
aprestara a defender los derechos de la Corona española, sino que por
su parte el Virrey Venegas hizo salir para Querétaro una fuerza
respetable para que guarneciera esa ciudad, dando el mando en Jefe
de ella al Coronel Don Manuel Flon, Conde de la Cadena, que hasta
entonces había sido Intendente de Puebla; y para reemplazar a los
cuerpos que habían salido de la capital, teniendo alguna fuerza con la
cual ocurrir a donde fuera necesario, hizo venir a México los
Regimientos de Infantería Provinciales de Puebla y de las Tres Villas.
Y como se creyera que todas estas fuerzas no eran suficientes para
reprimir a una revolución que amenazaba invadir a todo el territorio
de la Nueva España, trató también el Virrey de aumentarlas, haciendo
venir hasta la ciudad de México a la tropa de mar de la fragata Atocha
(en la que él mismo había llegado al país) con su Comandante de
Navío: Don Rosendo Porlier, y toda la oficialidad; de la cual salieron
jefes como Don Pedro Celestino Negrete, que con el tiempo fueron de
mucha nombradía.
Después de la toma de Guanajuato por los insurgentes, como
Calleja ya hubiera organizado debidamente a su ejército en la
Hacienda de la Pila, cercana a la ciudad de San Luis Potosí, avanzó el
24 de Septiembre con sus tropas que ascendían a cosa de tres mil
caballos, seiscientos infantes y cuatro cañones, sobre Dolores, en cuyo
lugar entró sembrando el terror entre los habitantes; porque aparte
de otras iniquidades, entregó al pillaje la casa de Hidalgo, como en
San Miguel la tropa de Flon, que había salido de Querétaro para
unirse al mismo Calleja, lo había hecho: saqueando todas las casas de
los insurgentes.
Fue en los días en que Hidalgo emprendió su marcha sobre la
capital de la colonia, cuando el Conde de la Cadena salió de Querétaro
para juntarse en Dolores con el ejército de Calleja; así que no son de
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interpretado por una total derrota, cosa que tal vez puede desalentar a
los pusilánimes, por lo que he venido a exponer a V. esto para que
imponga a los habitantes de esta ciudad en que de la retirada
mencionada no resultó más gravamen que la pérdida de algunos
cañones, y unos seis u ocho hombres que se ha regulado perecieron y
se perdieron; pero que esto no nos debe de ser sensible así porque en
el día está reunida nuestra tropa, como porque tengo montados y en
toda disposición cuarenta y tantos cañones reforzados de 12 y 16 y de
otros calibres en diversos puntos, por lo que concluidos los demás que
se están haciendo, y provistos de abundante bala y metralla, no
dilataré en acercarme a esa capital de México con fuerzas más
respetables, y temibles a nuestros enemigos. Me dirá V. en
contestación cómo se hallan esos ánimos, qué noticias corren con
alguna probabilidad, qué se dice en México, Tlaxcala, etc., y
últimamente cuanto ocurra. Es regular se hayan reunido los bienes de
los europeos y el que se hayan vendido algunos, el dinero existente de
éstos de rentas, y lo más que pueda realizarse de acuerdo con el
Corregidor, me lo remiten para la conclusión de mis disposiciones.-
Dios guarde a V. muchos años. Cuartel general de Selaya, Noviembre
13 de 1810.- Miguel Hidalgo. Generalísimo de América".(6)
Ya un tanto repuesto, el día 14 de Noviembre salió de Celaya
Hidalgo, hacia Valladolid; para continuar su misión. Su constancia iba
a infundir con el ejemplo ánimo y valor entre los independientes,
dando nuevo aliento al pueblo y a los indios, quienes a pesar de los
descalabros sufridos, no habían abandonado del todo la empresa;
pues si bien es cierto que después de la derrota de Aculco, sólo una
parte de ellos habían seguido a Allende y muy pocos a Hidalgo, siendo
muchísimos los que se desertaron internándose en la sierra
inmediata; a pesar de todo eso, fueron raros los que dejaron para
siempre las armas y no las volvieron a empuñar.
De los dispersos en Aculco, como se ha visto, unos fueron a unirse
con Hidalgo en Celaya, mientras que otros formaron guerrillas que
operaban por su propia cuenta,(7) sin depender del Jefe de la
revolución ni de ningún otro; y así fue cómo a raíz de aquel desastre
en el mes de Noviembre, ya las guerrillas de Albino García, de Andrés
Delgado, llamado también "el Giro" y de un tal Magaña, merodeaban
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CAPÍTULO III
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que había tomado partido por la insurrección y que para esa fecha se
había batido con las fuerzas de Don Francisco Guizarnótegui, Capitán
del Regimiento de Puebla que militaba a las órdenes de Calleja; y en
una de esas ocasiones en que la plaza fue atacada, el Subdelegado Don
Carlos Camargo, que no tenía la conciencia tranquila y que sabía que
los insurgentes lo buscaban y tenían intensos deseos de apoderarse de
su persona para castigarlo por su falsía, que había llegado casi a ser
traición, salió ocultamente de la ciudad y montando a caballo, se
dirigió a toda carrera para Querétaro. Pero como se hubieran dado
cuenta sus enemigos de que huía, destacóse una fuerza de caballería
para que lo alcanzasen y prendiesen. El fugitivo, al verse perseguido,
arrimó las espuelas a los ijares del animal, y azotándolo fuertemente
con el látigo, hizo que la carrera del caballo fuera velocísima. Así logró
Camargo no ser alcanzado por los que lo perseguían, pero apenas
llegó a Querétaro lo atacó una terrible fiebre producida por la
agitación del camino, que lo condujo al sepulcro a los pocos días.(8)
A todo esto, como se recordará, Calleja en su afán de perseguir a
Don Ignacio Allende, había salido de Celaya con su ejército, el 21 de
Noviembre de 1810; y el sábado 24, se presentaba ante Guanajuato,
después de haber pasado por Salamanca, Irapuato y Silao. Desde
luego, a pesar de los esfuerzos de Allende para defender la plaza, el
triunfo de los realistas tuvo que ser inevitable; tanto por los escasos
elementos de que disponían los insurgentes, como porque dentro de
la ciudad abundaban los traidores.
Sin mucho esfuerzo logró pues el Comandante realista
apoderarse, ayudado por Don Manuel Flon, de la plaza de
Guanajuato; mientras que Allende salía huyendo rumbo a Zacatecas,
para unirse en seguida a Hidalgo en Guadalajara, cuando el
Generalísimo había ya establecido su gobierno en esa ciudad; y la
cólera de Calleja estalló al conocer los asesinatos que la plebe de
Guanajuato había cometido cuando partía el Jefe insurgente; tanto
que por orden suya la población hubiera sido pasada a degüello si no
hubiera sido por la valiente intervención del religioso dieguino Fray
Jesús de Belaunzarán, quien despreciando la muerte y empuñando un
crucifijo, se enfrentó con el Conde de la Cadena, que se aprestaba a
cumplir con tan bárbara disposición. Mas no por esto dejó de mandar
fusilar y ahorcar innumerables personas, entre ellas al Intendente
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CAPÍTULO IV
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CAPÍTULO V
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para cubrir las vacantes, entre las que se encontraba la del Sargento
Mayor del mismo cuerpo, Don José Alonso, que en un tiempo había
sido Comandante militar de Celaya y que ahora había sido promovido
al grado de Teniente Coronel del Regimiento de Puebla; pero en este
caso, aunque Iturbide propuso a Don Francisco Falla para que
sustituyera a Alonso, por orden superior fue al fin cubierta la vacante,
con Don Eugenio Villasana.
Además del Regimiento de Celaya, la División mandada por
Iturbide, se componía del Batallón de la Corona, el Mixto, el Cuerpo
de Frontera, y cuatro piezas de artillería con su correspondiente
parque, que también había estado a las órdenes del Brigadier García
Conde; al cual se previno que enviase los restos que de esos cuerpos
existían en Valladolid, donde solamente deberían de quedar los dos
escuadrones de Dragones de Puebla; a fin de que al estar los cuerpos
reunidos, se evitaran así los graves inconvenientes que resultaban con
su dispersión y separación en pequeñas partidas.
Muchas fueron las instrucciones que recibió Iturbide en cuanto al
mando de su División, pero entre las principales son de citarse: la de
que de este Jefe dependerían en lo sucesivo todas las tropas veteranas
que existían en la Provincia de Guanajuato, así como también las
Milicias Urbanas, creadas o que se creasen en ella, reconociendo su
mando todos los Comandantes militares de los pueblos y lugares de la
Provincia; que debería de llevar un Diario en el que anotaría por
semanas, en la forma más verídica, las marchas, operaciones de
guerra, y demás ocurrencias importantes de la División; que el
principal objetivo de esta División sería el mantener libre de enemigos
los caminos de la región, persiguiendo y atacando a las gavillas que se
formaran en ella, así como también para dar escolta a los convoyes
que transitaran de las Provincias Internas a Querétaro o viceversa, a
cuyo efecto las mercancías que se remitieran de la capital y de
Querétaro para Guadalajara, Zacatecas y las Provincias Internas, si no
llevaban escolta que las custodiaran a sus respectivos destinos,
tendría el jefe de la División del Bajío que reunirlos en Guanajuato o
León, o en otro punto conveniente y seguro, instando a los demás
Comandantes para que enviaran la tropa necesaria para su
conducción; y por lo que tocaba a Valladolid, que la citada reunión
debería hacerse en Celaya; y que quedara a cargo del mismo Jefe el
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CAPÍTULO VI
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En tanto que por todo el territorio dominado por los realistas eran
levantadas Actas, más o menos similares a la del Ayuntamiento de
Celaya, el Congreso insurgente se trasladó de Apatzingán para Ario; y
ante el peligro de caer en poder de sus enemigos, pues que también
Iturbide se ocupaba de perseguirlo porque desde el 1º de Septiembre
tenía, además del mando de las Provincias de Guanajuato y
Michoacán, la jefatura del ejército del Norte(7) por haber sido
nombrado el Brigadier Del Llano Intendente de Puebla, cambió
nuevamente el Congreso su residencia a Puruarán y luego otra vez a
Uruapan; pero no sintiéndose tampoco seguro en este último lugar,
decidió entonces emigrar hasta Tehuacán, importante plaza que
también estaba en poder de los independientes.
Con el fin de asegurar tan descabellado plan, que resultaba
absurdo porque se tenía que recorrer más de ciento cincuenta leguas a
través de un territorio ocupado en gran parte por los realistas,
comisionó el mismo Congreso, para que lo resguardara y le diera
protección, al Generalísimo Don José María Morelos, quien acató las
órdenes recibidas y se dispuso a escoltar, tanto al cuerpo legislativo
como al Supremo Tribunal y demás componentes del gobierno
independiente; poniéndose en camino el 29 de Septiembre de 1815, a
pesar de que sabía que el Virrey, al tener conocimiento del proyecto
de los insurgentes, había comisionado al Teniente Coronel Don
Manuel de la Concha, para que desatendiendo cualesquiera otra
atención, persiguiera sin descanso a Morelos y a sus protegidos;
quienes arrostrando el peligro, se dirigieron primero a Huetamo, para
seguir luego por las riberas del río Mezcala, hasta detenerse en un
poblado llamado Tezmalaca, a donde llegaron el día 3 de Noviembre.
El Generalísimo había ordenado a varias partidas insurgentes, que
procuraran distraer la atención del enemigo para tener éxito en la
empresa; pero sus indisciplinados jefes, en su mayoría no
obedecieron, teniendo entonces Morelos que atenerse a sus escasas
fuerzas. En esas condiciones, después de haber salido de Tezmalaca
con los poderes que custodiaba, el día 5 fue alcanzado por los realistas
y obligado a presentar combate. Debido a la superioridad numérica
del enemigo, fue fácilmente vencido en la sangrienta acción que
entonces se desarrolló; y en medio de la derrota y desbandada
procuró huir, haciendo antes que el Congreso y demás miembros del
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CAPÍTULO VIII
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Virrey de la Nueva España, Don Félix María Calleja del Rey, quien en
premio a sus servicios a la Monarquía ostentaba ya el título de Conde
de Calderón; e incorporándose los pronunciados, en San Fernando, a
la gente del General Quiroga, que a su vez había sublevado el
Regimiento de España para secundar el movimiento, la rebelión se
propagó a Zaragoza, Barcelona y otros muchos lugares; por lo que el
Rey, acobardado, terminó por convocar las Cortes, jurando la
Constitución el día 9 de Marzo de 1820. (1)
La inauguración de las Cortes, que estaban integradas en su
mayoría por diputados partidarios de las doctrinas más
revolucionarias, tuvo lugar el 9 de Julio, y en ellas la Nueva España,
estuvo representada por Don Miguel Ramos Arizpe, Don Mariano
Michelena, Don José María Couto, Don Manuel Cortazar, Don
Francisco Fagoaga, Don José María Montoya y Don Juan de Dios
Cañedo; todos ellos de ideas avanzadas y partidarios de reformas que
desde luego implantaron, contándose entre ellas la supresión de la
Compañía de Jesús, que Fernando VII, había restablecido en 1815; y
de otras órdenes religiosas, como las de los Hipólitos y Juaninos.
A fines de Abril se tuvieron noticias en México de todo lo
anteriormente relatado, mas el Virrey Don Juan Ruiz de Apodaca,
quizá debido a las condiciones especiales por que atravesaba el
régimen constitucional; y antes bien, convino con las demás
autoridades en ocultar lo que pasaba en España. Pero a pesar de su
reserva, en Veracruz, pronto se supo lo que pasaba, por noticias que
llegaron de la Habana, y, sin esperar órdenes del gobierno, se
apresuraron a jurar allí la Constitución. Otro tanto hicieron en
seguida Jalapa, Alvarado y Tlacotalpan, por lo que el Virrey, en obvio
de más dificultades, hizo lo mismo en la capital el 31 de Mayo;
tomando de conformidad con el Código promulgado, el título de Jefe
Político Superior y Capitán General de la Nueva España.
En la Intendencia de Guanajuato se restableció con solemnidad el
régimen Constitucional, a raíz de haber recibido los Ayuntamientos,
las órdenes que dio el Virrey al respecto; siendo Celaya una de las
poblaciones que con intenso regocijo del pueblo se apresuró a jurar
nuevamente la Constitución española; pues que mientras en la capital
de la Provincia, esa ceremonia tuvo verificativo hasta el 24 y 25 de
Junio, en Celaya tuvo lugar desde el día 7 en que lo hizo el
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Luis no había forrajes; así que una vez pronunciado, mientras que su
movimiento era secundado por el ejército en otros muchos lugares,
regresó para incorporarse a los suyos en Celaya, siguiendo luego hacia
la ciudad de México, donde ya se había levantado la guarnición
respaldando su actitud; y el 2 de Enero de 1846, hacía su entrada
triunfal en la capital, siendo nombrado al día siguiente Presidente de
la República, por una Junta de Representantes de los Departamentos
que él mismo convocó; mientras que el General Herrera abandonado
por todos, se retiraba dignamente a su domicilio, con la conciencia
tranquila y satisfecho de haber cumplido con su deber.
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tropas peleó y murió heroicamente, el resto rindió las armas casi sin
defensa o huyó. (10)
Entre los últimos se encontraba Santa Ana, quien olvidando sus
baladronadas, decía ahora al gobierno "que en su ramo todos los
Generales mexicanos inclusive él, apenas podían ser Cabos", pidiendo
con ansia que le fueran facilitados algunos oficiales de los emigrados
carlistas, ofreciendo servirlos en sus empleos. Con todo, el desastre no
tenía ya remedio, y ahora solamente se pensaba en defender la capital
de la República; pues que los invasores rápidamente habían ocupado
Jalapa, Córdoba, Orizaba, Perote y Puebla.
Entre tanto el Congreso perdía miserablemente el tiempo en
inútiles discusiones, tratando de dominar el partido de los liberales
"puros" al de los liberales "moderados", para lo cual hasta se trató de
cambiar los poderes y la capital de la República a CELAYA, (11) porque
con ese traslado quedaba debilitado el partido de los segundos,
integrado en su mayoría por individuos de la clase acomodada,
radicados en la ciudad de México, que no podían dejar abandonadas a
sus familias. Así pues, si el cambio se efectuaba, con la permanencia
de los diputados "moderados" en la antigua capital, perdía su partido
toda influencia en la Cámara; pero felizmente para ellos ese proyecto
no se llevó al fin a cabo, y cuando por necesidades de la guerra se tuvo
que cambiar el gobierno a un lugar que estuviera fuera de peligro, el
traslado se hizo, pero a la ciudad de Querétaro.
Siguiéronse las desastrosas jornadas para México, de Padierna,
Churubusco, Molino del Rey y Chapultepec, en las que la impericia de
los jefes militares comandados por Santa Ana y sus rencillas
personales, hicieron que las armas mexicanas una y otra vez fueran
vencidas, hasta culminar esas derrotas con la ocupación de la capital
por el ejército americano del Gral. Winfield Scott, el 14 de Septiembre
de 1847.
Parte del ejército mexicano, al evacuar la capital, salió para
Querétaro bajo el mando del Gral. Don José Joaquín de Herrera;
mientras que el Gral. Santa Ana, al abandonar con sus fuerzas a la
ciudad de México, hacía dimisión de la Presidencia, recayendo ese
elevado cargo en el Presidente de la Suprema Corte de Justicia, Lic.
Don Manuel de la Peña y Peña. El ex-mandatario pretendió entonces
arrojar de Puebla a los americanos, e intentó apoderarse de la plaza;
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CAPÍTULO XIV
Víctima del Cólera, muere el General Dn. Pedro Cortazar.- Estalla una
revolución en Guadalajara, en contra del régimen del Presidente,
Dn. Mariano Arista.- Pasan por Celaya tropas del gobierno
destinadas a combatir la rebelión y ya de regreso se pronuncian en
la ciudad.- "Manifiesto" que publica entonces el Jefe de esas fuerzas,
Gral. Dn. Manuel Robles Pezuela.- Después de ser Presidentes el Lic.
Dn. Juan Bautista Ceballos y el Gral. Dn. Manuel María
Lombardini, ocupa nuevamente el poder el Gral. Santa Ana.- Se
establece en Celaya una "Junta de Mejoras Materiales", y emprende
la construcción de la "Alameda" y algunas otras obras;
estableciéndose además el servicio de telégrafos.- Como adhesión a
un Acta suscrita en Guadalajara, se levanta también otra Acta en
Celaya, sosteniendo la Dictadura de Santa Ana.- Estalla la
revolución de Ayutla, y después de año y medio de lucha es
derrocado Santa Ana.- Los revolucionarios al mando del Lic. Dn.
Manuel Doblado, ocupan la capital del Estado, y este jefe es
nombrado Gobernador de la Entidad.- Después de una junta en que
Doblado reconoce el Plan de Ayutla pasa Dn. Ignacio Comonfort a
Guanajuato y luego por Celaya en su viaje al centro de la
República.
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que las tropas federales habían tenido que intervenir para restablecer
el orden alterado en aquella capital.
Para cuando el General Miñón llegó a Celaya con su ejército, ya el
Teniente Coronel Don Miguel Camargo, que mandaba el batallón de
línea, 7º de Tehuantepec, ayudado por la sección "Sánchez" y por la
Guardia Nacional del Estado, habían arrojado de la ciudad de
Guanajuato a los pronunciados, y a los pocos días los derrotaban
completamente en la acción del rancho de los Otates, (3) con lo cual el
territorio del Estado quedó limpio de rebeldes, porque los
supervivientes y dispersos se volvieron para Aguascalientes; en tanto
que el General Uraga había tenido que retroceder con su gente hasta
Michoacán para unirse al Coronel Bahamonde, quien sostenía en
aquel Estado el estandarte de la revolución.
Esta contaba ya con un Plan perfectamente definido que se
suscribió en el curso de unas juntas que tuvieron los rebeldes en el
Hospicio de Guadalajara, por cuya circunstancia se dio ese nombre al
referido Plan. En él se confirmaban todos los puntos de los anteriores,
con la adición de que sería convocado un Congreso Constituyente y
que se nombraría un Presidente provisional de la República con
facultades omnímodas, en tanto no fuera normalizada la situación.
Este Plan dio unidad a la revolución, y para cuando el General Miñón
se presentó ante Guadalajara, que había sido perfectamente
fortificada, no pudo tomar la plaza y tuvo que emprender la retirada
con sus fuerzas. A su regreso, en León fue sustituido en el mando por
el Teniente Coronel Don Manuel Robles Pezuela; mientras que en la
capital de la República el Presidente Arista, ya sin elementos de
ningún género para enfrentarse con la revolución, al pedir al
Congreso facultades extraordinarias que le fueron negadas, porque
también en ese cuerpo deseoso de congraciarse con Santa Ana
abundaban sus enemigos, se vio obligado a dimitir, el 4 de Enero de
1853; pues ante todo el desalentado Presidente, era celoso
mantenedor de la Ley y no quería sostenerse en el poder mediante un
golpe de Estado.
El Presidente de la Suprema Corte de Justicia, Licenciado Don
Juan Bautista Ceballos, sustituyó en el poder al General Arista; y lo
que éste no se había decidido a hacer, lo hizo el Presidente Ceballos,
disolviendo el Congreso. Pero entonces las fuerzas de Robles Pezuela,
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OBRAS CONSULTADAS:
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CAPÍTULO XV
Entre los miembros que formaban parte del Gabinete del Presidente
Don Juan Álvarez, fungía como Ministro de Justicia y Negocios
Eclesiásticos el Licenciado Don Benito Juárez, quien habiendo sido
Gobernador de su Estado natal (Oaxaca) en tiempos de Santa Ana,
figuraba ahora de manera prominente en las filas del partido "puro" o
liberal, que era el más empeñado en que se llevara a cabo una reforma
completa en las leyes que regían a la República; por lo mismo, al
hacerse cargo de su cartera, determinó atacar el influjo de la Iglesia y
la preponderancia del militarismo, formulando al efecto una Ley que
les arrancara sus fueros; aprovechándose de la circunstancia de haber
tomado la revolución de Ayutla un carácter francamente reformista.
(1) Y aunque no se desconocía que el paso era comprometedor y
atrevido, puesto que la Iglesia y sus ministros gozaban de gran
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prestigio, tanto entre las clases pudientes, como entre las bajas; y que
el ejército, no obstante estar ahora más desmoralizado que nunca,
constituía sin embargo una fuerza que podía provocar un serio
conflicto; Juárez no vaciló en expedir la citada Ley sobre
Administración de Justicia, que una vez aprobada por el Presidente
Álvarez, fue impresa y luego publicada en todo el país, para su debido
cumplimiento.
Esta Ley ordenaba que los tribunales eclesiásticos cesaran de
conocer en los negocios civiles, disponiendo también que el fuero
eclesiástico, en los delitos comunes, fuera renunciable; y que los
tribunales militares dejarían de intervenir en los negocios civiles y tan
sólo conocerían de los delitos puramente militares o mixtos de los
individuos sujetos al fuero de guerra. Pero como la citada Ley fuera
desde luego vista con repugnancia por el partido conservador y aun
por el moderado y gran parte de los habitantes del país, ocasionó
muchas protestas; y por lo que al Estado de Guanajuato respecta, el
día 6 de Diciembre de 1855 se pronunciaba su Gobernador, el Gral. y
Lic. Don Manuel Doblado, secundado por el Gral. Don Miguel
Echegaray, Comandante general del Estado y por el Mayor Don
Florencio Antillón; proclamando que la Ley de abolición de fueros y
otras órdenes radicales emanadas del gobierno provisional de Don
Juan Álvarez, "eran muy perjudiciales a la Nación"; "que éste, con sus
consejeros y ministros, cesaban en sus funciones por haber
desmerecido la confianza del pueblo, conculcando la base legítima de
sus poderes; y que se proclamaba Presidente interino al Gral. Don
Ignacio Comonfort". (2)
La actitud del Gobernador Doblado, fue acogida en Celaya con
mucho beneplácito, pues siendo las diferentes clases de la sociedad
eminentemente católicas, no veían con buenos ojos la expedición de la
"Ley Juárez" por cuanto que se notaba ya la intención deliberada de
atacar los derechos de la Iglesia, y sus simpatías eran decididas por
los ministros del culto, o sea el clero; no tanto porque en la población
no hubiera quien pensara de acuerdo con las nuevas ideas y fueran
partidarios de una reforma que el progreso de los tiempos exigía ante
la tendencia igualitaria reinante, sino por convicción en su Fe
religiosa, nacida al través de la educación recibida, y por gratitud, ya
que siempre habían recibido de los eclesiásticos incontables
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APÉNDICE
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Pesquera, Don Vicente Inureta, llenó todos sus deberes en el lugar que se le
destinó. Otro tanto ejecutaron el capitán Gallardo y teniente Arroyo, el
Alférez Don Julián Juvera y el voluntario Don Andrés Malo, habiendo
seguido estos dos últimos el alcance con un vigor extraordinario. Nuestra
pérdida consiste en haber salido pasado de bala de fusil en un pie el lancero
del escuadrón de Don Juan Pesquera, Víctor Infante; pero tengo la
satisfacción de haber quedado entre los muertos enemigos algunos
capitanes, coroneles y tal vez algún brigadier.
Esto es lo que ha pasado en la acción de esta tarde, lo que comunico a
Ud. para su inteligencia, y para que si es de su agrado lo eleve al superior
conocimiento del Exmo. Sor. Virrey.
Celaya y Enero 11 de 1813.
Manuel Gómez.
Sr. Teniente Coronel Comandante de las armas de Celaya, Don Francisco
Guizarnótegui.
II
ACTA QUE, POR DISPOSICIÓN DEL VIRREY DON FÉLIX MARÍA CALLEJA DEL
REY, FUE LEVANTADA POR EL AYUNTAMIENTO DE CELAYA PARA
HACER CONSTAR QUE ESE CUERPO NO HABÍA NOMBRADO NI EN
MANERA ALGUNA AUTORIZADO, A LAS PERSONAS QUE
LLAMÁNDOSE SUS REPRESENTANTES, FIRMABAN CON TAL
CARÁCTER LA CONSTITUCIÓN DE APATZINGÁN.
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III
Exmo. Sor.:
El Ayuntamiento de esta muy noble y leal ciudad con la mayor sumisión
acompaña a V. E. en tres pliegos útiles la relación circunstanciada de la
religiosa acción de gracias que en 3 de Abril anterior tributó a Dios y a su
Santísima Madre con la advocación de la Purísima Concepción su Patrona
titular y jurada Generala desde el año ya pasado de 811, por la pacificación de
la provincia de Guanajuato, a que corresponde, penetrados del mayor júbilo
y regocijo por deberse al sabio y prudente gobierno de V. E. la felicidad de la
paz que tanto se deseaba.
Lo que participa a V. E. para su inteligencia este cuerpo.
Dios guarde a V. E. muchos años.
Celaya, Mayo 8 de 1820.
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Exmo. Sor. Martín Antonio de Montes.- José Ramón Guerra.- Juan José
Gayón.- Pedro Rodríguez Fernández.- Francisco Eduardo Tresguerras.-
Francisco Murteu.- Exmo. Sor. Virrey Conde del Venadito.
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IV
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3º. Esta resolución se hará saber a los comisionados por las provincias
de Valladolid, San Luis Potosí, Guanajuato y Querétaro, para que reunidos a
la mayor brevedad, manifiesten con toda libertad cuál sea la opinión de sus
comitentes.
4º. Reconoce igualmente esta Junta por general en jefe de las tropas
residentes en las citadas cuatro provincias, al C. Brigadier Miguel Barragán.
Con lo que se concluyó esta Acta que firmaron para constancia.
Celaya, Julio 1º de 1823.
Pedro de Otero.- Luis Cortazar.- Como apoderado del Sr. Armijo,
Miguel Barragán.- Como apoderado del Sr. Santa Ana, José María del
Toro.- Miguel Barragán, Presidente.- José María Márquez, Secretario.
"Reliquias valiosas".
Fulgencio Vargas.
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En Celaya.
Toda esta diligencia la practiqué el día treinta y uno de Julio del año de mil
ochocientos treinta y tres. Temiendo por horas el ataque mortal de la peste
inexorable.
Encargo a mis albaceas:
Los tres libros de la Madre Agreda con pasta verde, tienen muchas
décimas mías; guárdense en mi familia o casa.
El Teatro Moral de la vida humana, es de muy especial dibujo y doctrina,
si acaso lo vendieren, sea a algún Cathólico sabio.
El tomo casi único en esta América, que es de a cuarterón, y se titula
DIÁLOGOS DE CARDUCHO; y otro del mismo tamaño de buen dibujo y muy
cristiana invención, titulado EMBLEMAS DEL DIVINO AMOR, se los dejo a José
Mª. Llerena, mi discípulo, para q' me encomiende a Dios cuando los vea.
Otro libro de a medio pliego, de sólo estampas de la Sagrada Escritura, y
forrado de terciopelo y con broches de plata, q' se agregue a los grandes, q'
un sabio o una Academia deberá comprar.
El libro viejo q' es del señor Villagómez y la escritura de Guadalupe
deben entregarse, cuando por medio de un juez se pidan.
Al dueño q' fuere del Romerillo (pues mi buen hijo, breve saldrá de él),
entréguenle dos copias de mi pluma q' le importarán mucho y son, de
ejecutoria de Valencia sobre el Comontuoso, y se copiaron del libro viejo de
Dn. Miguel, y porque en él hay muchas pruebas contra sus usurpaciones e
injusticias, mucho le conviene tener dichas copias, aun por duplicado, al
comprador.
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VI
Mi querido amigo:
He recibido la favorecida de Ud. en que me avisa que ha nombrado al Sr.
Gral. Don Teófilo Romero, para que tenga una entrevista conmigo, y en ella
arreglar algunos puntos interesantes.
Debe Ud. conocer que mi situación es muy comprometida, y más lo sería,
si yo me prestase a conferenciar con el enviado de Ud. sin conocimiento del
gobierno a quien pertenezco y sin otra voluntad que la mía; para salvar estos
inconvenientes, he nombrado al Sr. Gral. Don Mariano Chico, quien sin
pérdida de momento marcha a Silao, a hablar con los Sres. Romero y
Barasorda.
Nunca me perdonaría a mí mismo, si por mi imprudencia o ligereza,
comprometiera al Departamento de Guanajuato en una guerra civil, que
aniquilara y arrasara con cuanto tenemos, sin sacar otro fruto, que la
completa ruina del país; considere Ud. en este caso los inmensos males que
nos acarrearía esto y sus funestas consecuencias.
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Diré a Ud. como queja, que siento mucho haya mandado a los Srs.
Romero y Barasorda, que sin conocimiento mío se introdujesen a
Guanajuato, pues esto es faltarme y comprometerme al mismo tiempo.
Ni por pensamiento le pase a Ud. disponer que las fuerzas de su mando
invadan en lo más leve a este Departamento, pues eso me haría volar en su
encuentro, para batirlas con 2,000 hombres que ya tengo listos, y los auxilios
que pediría a Querétaro, y desde ese momento me tendrá Ud. por su mayor
enemigo.
Por no demorar mi extraordinario, no es más largo su afectísimo amigo y
seguro servidor Q. B. S. M.
Pedro Cortazar.
VII
División Robles.
En la ciudad de Celaya, a los 31 días del mes de Enero del año de 1853,
reunidos todos los señores jefes y oficiales de la división Robles, con el objeto
de conferenciar sobre la situación en que se halla el país actualmente por los
diversos bandos políticos que lo agitan; de tratar cuáles sean los medios más
oportunos para volverlo prontamente al orden como conviene,
constituyéndolo de una manera estable y permanente, y de prescribirse una
norma invariable de operaciones, digna de conservarle el buen nombre que
hasta aquí ha merecido; después de oído el recto y patriótico voto del jefe de
la división, D. Manuel Robles Pezuela, y de haber tenido una libre y amplia
discusión, en la que todos y cada uno de los señores presentes se
manifestaron de común acuerdo, considerando:
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VIII
"La Sociedad".
No. 523 del 9 de Junio de 1859.
División Woll.
General en Jefe.
Nº. 35.
Exmo. Sr.:
Los 6,000 hombres reunidos en León, cuyos jefes en sus proclamas
amenazadoras profetizaban la destrucción de nuestras tropas, queriendo
poner en ejecución sus proyectos, avanzaron rápidamente sobre el Exmo. Sr.
General Mejía, esperando batirlo antes de que la brigada Alfaro, con la cual
he salido de México, hubiese hecho su incorporación; empero dicho Exmo.
Sr. General se retiró de Silao a Irapuato, y habiéndome dado parte de su
movimiento al momento de mi llegada a Salamanca, inmediatamente me
puse en marcha con la guerrilla del Sr. General Rocha, dando orden a la
brigada Alfaro de descansar algunas horas y seguir después para llegar a las
siete o a las ocho de la mañana a dicha villa, lo que se ejecutó con precisión.
El enemigo, que ignoraba nuestra llegada, enorgullecido por la fama
usurpada de sus rifleros del Norte, se presentó en número de 2,000 de ellos,
todos montados, a dos leguas de Irapuato; nos ocupábamos en aquellos
momentos del arreglo de las brigadas y de los trenes de artillería con que
cada una de ellas debía ser dotada, cuando se supo su aproximación; V. E.
sabe ya por mis anteriores comunicaciones, el combate reñido que se libró y
cuyo fin dio por resultado la desmoralización y la fuga precipitada de
aquellos decantados rifleros, quienes sin descansar en Silao marcharon a
Guanajuato, y aprovechando las horas de ventaja que tenían sobre nosotros,
saquearon la casa de moneda, extrayendo más de $180,000 pesos y
dividiéndose en dos fracciones, la una (de rifleros) se dirigió a la serranía de
Guanajuato por San Felipe, y la otra de infantería a la sombra de la noche
tomó el camino de Burras con dirección recta a Salamanca.
A nuestra llegada a Marfil supimos esta noticia; ordené que el Exmo. Sr.
General D. Tomás Mejía entrase a Guanajuato con el Sr. General Cruz y un
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IX
Compatriotas:
La bandera de la libertad y de la ley ha vuelto a tremolar en este Estado, y
después de un período de luto y abyección, hoy podéis levantar de nuevo
vuestras frentes con el noble orgullo de hombres libres.
Los delatores, los esbirros y los verdugos que profanaron vuestro suelo
han desaparecido. Hoy todo el mundo puede obrar y pensar con libertad,
porque el gobierno legítimo no necesita para sostenerse, ni los oficios de una
policía corrompida, ni la vara de un soldado déspota. Al gobierno nacional le
basta su justificación, le basta su popularidad. Su programa es el bien del
pueblo, y el pueblo que siente los efectos de esta verdad práctica, es su apoyo
más firme y duradero.
Nuestra causa para defenderse no necesita más que presentarse tal cual
es, sin aderezo y sin engaño. Comparad la opulencia y bienestar que gozó
Guanajuato en los dos años de 56 y 57, con la miseria, los destierros y las
expoliaciones que lo han aniquilado en los dos aciagos de 58 y 59, y decid sin
pasión de qué parte están la razón y la justicia. Apelo al juicio de nuestros
mismos enemigos que no han perdido la sensatez y la cordura.
Nadie cree posible afirmar un gobierno que para hacerse obedecer
necesita desterrar y perseguir a cuatro quintas partes de los habitantes, sin
respetar a los extranjeros; que necesita mantener un ejército en cada
población, porque sólo manda en el terreno que pisa; y cuyo sistema
financiero está reducido a una cadena de préstamos forzosos sin término. La
existencia de un gobierno como éste es un absurdo, es una pretensión
insensata sostenida únicamente por un pequeño círculo de personas, que
medran a la sombra de abusos y preocupaciones, que chocan abiertamente
con la ilustración y necesidades del siglo.
Conciudadanos: ese reducido círculo de especuladores, de fanatismo, ha
invocado sacrílegamente el nombre sacrosanto de nuestra religión, para
cohonestar el derroche de los bienes que se llaman eclesiásticos. Con
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refinada malicia nos llama impíos, sabiendo que somos más sinceramente
católicos que nuestros difamadores; confunde torpemente los bienes
terrenales, que son los únicos de que se ocupan las leyes de Reforma, con los
espirituales, de que es dispensadora sólo la autoridad espiritual, sin que el
gobierno constitucional haya intentado ingerirse nunca en ese terreno; y por
último, ha cubierto en sangre y luto toda la República, antes que
desprenderse de unos cuantos millones de pesos, que con farisaica
hipocresía llama fondo piadoso, cuando hasta los niños saben que desde la
Independencia a la fecha, ha sido el banco de avío de todas las revoluciones.
Compatriotas: yo veo todavía en vuestros semblantes la señal del
envilecimiento que intentó suprimir en ellos la brutal autoridad de un
tiranuelo atrabiliario. Sacudid ese oprobio; recordad que sois
Guanajuatenses, que habéis nacido en la tierra de que son hijos Hidalgo,
Allende, Aldama, Abasolo, Cortazar, y que vivís en un Estado que en todos
tiempos se ha hecho ilustre por el valor y las virtudes cívicas de sus hijos.
Levantaos, tomad las armas, y venid con nosotros; marchemos juntos por el
camino de la gloria, y pronto estaréis rehabilitados, pronto volverá a
Guanajuato el Estado libre y soberano cuyo peso en la balanza política de la
República era decisivo. Algunos de sus ingratos hijos han tenido placer en
fraccionarlo, para entregarlo maniatado al despotismo militar, para
convertirlo en un rebaño de ovejas. Esos renegados de su patria caerán bajo
el peso de la execración pública, sepultados entre las ruinas de los intereses
mezquinos, que los han arrastrado a tan infamante apostasía.
"El pueblo que rotas una vez las cadenas de su prisión, ha gozado por
algún tiempo las dulzuras de la libertad, no consentirá jamás en sujetarse de
nuevo al detestable y ominoso yugo de la tiranía". No olvidéis esta sentencia
de un Guanajuatense ilustre, y proclamad conmigo la libertad, la
Constitución y la República.
Guanajuato, Noviembre 5 de 1859.
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En Celaya nos esperaba otro peligro. Los sicarios fanáticos, que veían
una ocasión de cometer los más cobardes asesinatos a mansalva sobre
millares de hombres que trataban sólo de ponerse a salvo, nos hicieron un
fuego mortífero al atravesar la ciudad, ametrallándonos con un pequeño
cañón que allí quedó abandonado. Estos infames instrumentos del clero
asestaron sobre mí una descarga que dejó acribillado el marco de una puerta
donde me paré a dar algunas órdenes; mas el cielo dejó burladas sus
tentativas sanguinarias, y los que me rodeaban y yo salimos sanos y salvos
fuera de la ciudad, aunque perseguidos de cerca por los caribes de Celaya
hasta el Huaje.
El Sr. General Doblado, que tomó la tarea de ordenar la retirada, se halla
en Salvatierra con la mayor parte de los dispersos, y yo me vine con el resto a
este Cuartel General, para reorganizarlo todo dentro de breves días y volver
pronto a la carga, como se verificará.
Se nos desgració también el recomendable y muy entendido Sr. General
D. J. Justo Álvarez, quien en la víspera de la batalla perdió una pierna,
herido casualmente por la caída de una pistola que se disparó sobre él en
Apaseo, la tarde del día doce, haciéndonos gran falta su presencia, y
conducido a Celaya para ser amputado; debe hallarse en poder del enemigo,
porque nos fue imposible salvarlo.
No puedo dar a V. E. otros pormenores, porque aun no recibo los partes
correspondientes de los jefes de las líneas; mas lo haré tan luego como éstos
me sean presentados, para conocimiento del Exmo. Sr. Presidente, a quien
debe servir de satisfacción el conocimiento de las circunstancias que revelan
el buen estado de la opinión pública; primera, que todos estamos dispuestos
a continuar con más ardor que nunca la lucha comenzada, y segunda, que
tanto al marchar a ponerme al frente del cuerpo de ejército que combatió,
como al volverme, después de nuestro descalabro, he transitado solo, sin un
hombre de escolta, por en medio de muchas poblaciones tenidas como
reaccionarias, inclusa Guanajuato, sin haber recibido más que
consideraciones y respetos de que estoy muy agradecido.
Si acerca de mi conducta militar y política hay alguna cosa que por mi
desgracia merezca la desaprobación del Supremo Gobierno, estoy dispuesto
a sufrir el correspondiente juicio y pasar a donde se me ordene a contestar
los cargos que contra mí se formulen; pues en la prosperidad o en el
infortunio no aspiro a más que a mostrarme digno de la confianza del mismo
Supremo Gobierno.
He cumplido con el triste deber de dar cuenta a V. E. de lo ocurrido,
reiterándole las protestas de mi respetuosa consideración y merecido
aprecio.
San Luis Potosí, Noviembre 18 de 1859.
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BIBLIOGRAFÍA Y FUENTES
DE INFORMACIÓN
"Adiciones y Rectificaciones a la
Historia de México escrita por D.
Lucas Alamán". José Mª. Liceaga.
"Alamán". José C. Valadés.
"Anales Mexicanos de la Reforma y el
Segundo Imperio" P. Agustín Rivera.
"Anales de la Vida del Padre de la
Patria, D. Miguel Hidalgo y Costi- P. Agustín Rivera.
lla".
"Apuntes Históricos". Pedro González.
"Apuntes para la Historia de la
Guerra entre México y los Estados
Unidos". J. M. Castillo- F. M. Escalante.- J. M.
Iglesias.- M. Muñoz.- R. Ortiz.- M.
Payno.- G. Prieto.- J. F. Ramírez.- M.
Saborío.- F. Schaffino.- F. Segura.- P.
M. Torrescano y F. Urquidi.
"Benito Juárez. Su vida y su Obra". Rafael de Zayas Enríquez.
"Biografía del Benemérito e Ilustre
Iniciador de la Independencia
Mexicana D. Miguel Hidalgo y
Costilla". Marcos Arroniz.
"Biografías de Héroes y caudillos de
la Independencia". Tomo I. Alejandro Villaseñor.
"Breve reseña Histórica de los
Acontecimientos más notables de la
Nación Mexicana". José Mª. Tornel y Mendívil.
"Campañas (Las) del Gral. D. Félix
María Calleja". Carlos Mª. de Bustamante.
"Carmen (El) de Celaya". Cuaderno
No. 1. Fray Pablo A. Jiménez.
"Carta sobre el Cólera Aspyria". Dr. Read de Savannah a John
Francis. M. D. Nueva York. 1832.
"Celaya". Folleto. David Reynoso Beltrán.
"Colección de Documentos para la
Historia de la Guerra de Indepen-
dencia". 1808-1821. Juan E. Hdez. y Dávalos.
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PERIÓDICOS:
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Págs.
CAPÍTULO I
CAPÍTULO II
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HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA
CAPÍTULO III
CAPÍTULO IV
269
LUIS VELASCO Y MENDOZA
CAPÍTULO V
CAPÍTULO VI
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HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA
CAPÍTULO VII
CAPÍTULO VIII
271
LUIS VELASCO Y MENDOZA
CAPÍTULO IX
CAPÍTULO X
272
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA
CAPÍTULO XI
CAPÍTULO XII
273
LUIS VELASCO Y MENDOZA
CAPÍTULO XIII
274
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA
CAPÍTULO XIV
CAPÍTULO XV
275
LUIS VELASCO Y MENDOZA
CAPÍTULO XVI
CONCLUSIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 331
APÉNDICE. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 347
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