Luis Velasco y Mendoza - Historia de La Ciudad de Celaya Vol.2

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HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

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LUIS VELASCO Y MENDOZA

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HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

_____________________________
HISTORIA
DE LA CIUDAD DE CELAYA

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LUIS VELASCO Y MENDOZA

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HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

Luis Velasco y Mendoza

HISTORIA
DE LA
CIUDAD DE CELAYA

TOMO II

México, D. F.
1947

5
LUIS VELASCO Y MENDOZA

______________
Derechos reservados
conforme a la ley.
______________

1ª Edición digital: 2007.


Capturó:
Juan M. Álvarez

Imp. "Manuel León Sánchez" S.C.L.- M. R. del Toro de Lazarín


Núm. 7.- México, D.F.

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HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

(Escudo de la Ciudad)

Escudo de Armas de la ciudad de Celaya, dibujado por el artista


Don Francisco Eduardo Tresguerras. El original es propiedad del
Sr. Dn. Agustín Arroyo Ch., quien con toda gentileza lo facilitó
para que fuera reproducido.

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LUIS VELASCO Y MENDOZA

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HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

UNAS PALABRAS AL LECTOR

M"Historia de la Ciudad
fueron darle fin, con el presente tomo, a la
IS INTENCIONES
de Celaya", que he venido formando con
todos los datos que sobre la población me he encontrado en otras
obras; con noticias recabadas en periódicos antiguos, o en viejos
papeles con escritos inéditos; y con las referencias de personas
respetables por su saber y por sus años, que enteradas de no pocos
acontecimientos acaecidos en la ciudad, con toda buena voluntad me
han contado; pero, como por una parte ha sido muy abundante el
material logrado, y por otra, me he tenido que referir a la Historia
General de la Nación, porque de no haberlo hecho así, no hubiera sido
posible que tuviese el relato de que me ocupo la hilación necesaria, he
complementado este volumen, llevando únicamente mi narración
hasta los tiempos de la "Guerra de Tres Años" y la proclamación de las
"Leyes de Reforma" en el Estado de Guanajuato.
Ha sido, pues, necesario que reforme el plan que en un principio
me había trazado, y por lo mismo me he permitido dejar para un
tercero y cuarto tomos, la culminación total de mi trabajo. Los citados
volúmenes abarcarán todos los sucesos desarrollados en Celaya
durante los años de la Intervención Francesa y el Segundo Imperio, la
reimplantación de la República, la Dictadura del Gral. Don Porfirio
Díaz, el movimiento y período de Don Francisco I. Madero, y la
revolución constitucionalista, hasta la exaltación a la Presidencia, del
Gral. Don Álvaro Obregón. Para ello cuento ya con un copioso y
selecto material, que he conseguido acumular durante mis búsquedas
en el Archivo General de la Nación, la Biblioteca Nacional, la
Hemeroteca, en bibliotecas particulares y en papeles y libros de mi
propiedad; así que es factible, aunque mi incompetencia sea mucha,
que resulten otros dos volúmenes iguales en proporciones y tamaño a
los anteriores, que serán indispensables porque su texto servirá de
remate al relato que he escrito con el propósito de resucitar, mediante
la meditación de los hechos que figuran en los anales de la misma
crónica, la actividad restauradora de los valores esenciales que han
encarnado la tradición creadora de nuestra ciudad.

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LUIS VELASCO Y MENDOZA

Como el que le precede, dedico el presente tomo, muy


cordialmente a mi Patria chica y a mis paisanos, no sin pedir a éstos
su benevolencia en el juicio que emitan sobre este modesto trabajo
mío; pues no obstante mi falta de dotes literarios y a pesar de las
deficiencias que en la obra aparecen, constituye sin embargo: la
ofrenda viva del alma del autor.

Luis VELASCO Y MENDOZA.

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HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

CAPÍTULO I

Situación que prevalecía en el país al estallar la revolución de


Independencia.- Detalles del movimiento iniciado por Dn. Miguel
Hidalgo y Costilla.- Llega éste con su ejército a las puertas de
Celaya, e intima la rendición de la plaza.- No contando con
elementos suficientes de defensa, huyen para Querétaro el
Subdelegado, parte del Ayuntamiento y los vecinos españoles.-
Entrada del ejército insurgente a Celaya.- Caudales que ingresan a
la Tesorería del mismo ejército, y nombramiento de nuevo
Subdelegado de la ciudad.- Se presentan a Hidalgo: Dn. Ignacio
Camargo, el Cap. Dn. Joaquín Arias y el Lego juanino Fray Luis de
Herrera.- Hidalgo, después de haber sido nombrado "Capitán
General" convoca al Ayuntamiento, y son nombrados nuevos
regidores.- Promoción de Jefes insurgentes.- Al siguiente día de ser
aclamado como "Capitán General", sale Hidalgo de Celaya con su
gente, y toman el camino de Guanajuato.

Al estallar la revolución de Independencia, en Celaya se disfrutaba de


la misma prosperidad, adelanto y desarrollo de que el resto del país
gozaba, porque en las postrimerías del virreinato, o por mejor decir:
en el último siglo del dominio español en la Nueva España, había sido
notable en toda la colonia el desenvolvimiento de la cultura y del
progreso en los diversos ramos que forman el concierto de la
civilización; ya que se había incrementado la minería, se ensanchó la
agricultura, comenzaron a desarrollarse las industrias, y por todas
partes la instrucción impartíase pública y metódicamente a las
diversas clases sociales, siendo grandes los éxitos alcanzados en los
colegios con el estudio de las ciencias y de las artes; pues en esos
establecimientos se formó una gran cantidad de individuos
especializados en toda clase de conocimientos, tanto artísticos como
científicos e industriales, que con elocuencia demostraban: que el
esfuerzo civilizador de tantos años daba ya copiosos frutos.
A todas las ciudades y villas de la colonia alcanzaba entonces el
impulso de prosperidad y mejoramiento colectivo; creábanse nuevos
centros de cultura, y por lo que a Celaya toca, su Cabildo se

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LUIS VELASCO Y MENDOZA

preocupaba a la sazón hasta por establecer un colegio gratuito, cuyo


sostenimiento y demás gastos correrían a cargo del propio
Ayuntamiento, como consta en el siguiente Aviso publicado en el No.
27 de la "Gaceta de México", correspondiente al 9 de Marzo de 1810.
Dice así: "En la ciudad de Celaya se va a establecer una escuela
gratuita; se solicita un sujeto hábil, capaz de desempeñar la plaza.
Quien quisiere presentarse para obtenerla lo deberá hacer con el
Procurador de aquella ciudad, en la inteligencia que a más de
setecientos pesos que se le señalan de sueldo, tendrá otros arbitrios,
de los que le dará noticia el mismo Procurador".
Mas a pesar de todo ese florecimiento y del estado próspero de las
cosas, de tiempo atrás, a causa del antagonismo de clases, como se ha
dicho ya en el 1er. tomo de esta obra, se venía desarrollando entre el
elemento criollo, primero en forma velada y después casi a la luz
pública, el ansia de independencia; deseo muy natural que al fin no
pudo ser contrarrestado, por la anarquía que reinaba entonces en
España; por la torpeza de sus últimos mandatarios, que no supieron
estar a la altura de su deber; y por la falta de cordura e insensatez del
partido español. Recuérdese a este respecto la caída del Virrey Don
José de Iturrigaray, causada por el mismo partido, quien
públicamente atribuyó lo sucedido al pueblo, por lo que éste, después
de tal afirmación, "aprendió de labios de sus dominadores: que él era
el soberano". Y recuérdese también que esa teoría, expuesta en aquel
entonces por el Lic. Don Francisco Primo de Verdad y Ramos, fue
duramente combatida y condenada.
No era posible esperar, con tales antecedentes, que la
independencia se realizase por acuerdo de la autoridad suprema; se
había frustrado la ocasión que se presentó para hacerlo durante la
administración del Virrey Iturrigaray, y los hombres que en 1810 se
hallaban en el poder, eran irreconciliables con cambio tan
trascendental: por interés, por principios y por partidarismo.
Tampoco podía contarse para el caso con las altas clases de la
sociedad, pues aunque muchos de sus componentes deseaban la
Independencia y otros la tenían por inevitable, ninguno de ellos
querían correr los riesgos de la empresa, mucho menos después de
haber fracasado la conspiración de Valladolid; y retrocedían al
considerar el peligro que corrían sus fortunas e intereses, en una

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HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

lucha que tendría que causar indefectiblemente cambios notables en


los hombres y en las cosas.
"De aquí que no quedaban otros, para dar este paso y dirigirlo,
que las gentes del pueblo y las de la clase media, es decir: los
abogados, los militares subalternos, los curas, el clero bajo, los frailes
y la plebe. Una revolución hecha por las masas debía ser
necesariamente desastrosa, como lo fue; pero los españoles habían
puesto obstáculos insuperables para que se hiciese de un modo más
ordenado, impidiendo que partiese de principios más pacíficos y
moderados, y ellos fueron las primeras víctimas de su terquedad e
imprevisión". (1)
En la primera parte de mi relato se ha visto cómo llegó a Celaya la
noticia del levantamiento en el pueblo de Dolores, del Sr. Cura
párroco del mismo, el Bachiller Don Miguel Hidalgo y Costilla, la
madrugada del día 16 de Septiembre de 1810, en contra del dominio
español en la entonces colonia de la Nueva España, proclamando la
Independencia del país; y la noticia era muy cierta y positiva, pues el
movimiento se había anticipado e Hidalgo había tenido que obrar
rápidamente, aun sin tener ya un plan determinado, impelido por lo
apremiante de la situación; cuya gravedad conoció cuando el Alcaide
Ignacio Pérez, enviado de la Corregidora Doña Josefa Ortiz de
Domínguez, pudo al fin comunicarle tanto a él como a sus
acompañantes que la conspiración había sido descubierta;
haciéndoles también saber lo ocurrido durante los últimos días en la
ciudad de Querétaro.
El Alcaide Pérez, no habiendo encontrado en San Miguel el
Grande al Cap. Don Ignacio Allende, porque éste había salido del
lugar para conferenciar con Hidalgo, se puso al habla con el Cap.
Aldama, y, juzgando ambos que la situación urgía, decidieron
marchar juntos hasta Dolores, a donde llegaron a las dos de la
mañana del día 16. Llamaron en la casa cural, y como saliera Allende
a recibirlos, al quedar enterado de lo que ocurría, los hizo pasar
inmediatamente a la recámara del señor Cura. Ya allí, hicieron que se
reunieran algunos de los inodados en la conspiración, para discutir en
seguida todos ellos sobre el partido que se debería tomar. Mas como
la discusión se prolongaba y el tiempo urgía, Hidalgo puso punto final
al debate diciendo: "Señores, somos perdidos. No nos queda otro

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LUIS VELASCO Y MENDOZA

remedio que ir a coger gachupines"; (2) palabras que constituyeron


una orden, y que, con otras que dictó el mismo Hidalgo, fueron
pronto obedecidas y secundadas por todos los presentes,
procediéndose en consecuencia a efectuar la aprehensión del
Subdelegado del pueblo y de los vecinos españoles que radicaban en
el lugar.
También dispuso el señor Cura que se llamara violentamente a los
operarios de la alfarería y de la sedería que él había establecido en
Dolores, todos ellos partidarios del movimiento proyectado; y
dirigiéndose en seguida a la cárcel del pueblo, libertaron de allí a los
presos de la misma, aumentando su contingente tanto con ellos, como
con un piquete de soldados del Regimiento de la Reina que se les unió
tan pronto como se presentaron en su cuartel. Con esto, se había ya
formado un gran tropel de gente que, entusiasmada con sus amplios
gritos, se encaminó a estacionarse en el amplio cementerio del
Templo parroquial.
Como ya amanecía, ordenó Hidalgo que se tañera la campana
para llamar a Misa; y como además era Domingo, pronto acudió un
gran número de feligreses que, con los campesinos que llegaban de los
ranchos y haciendas circunvecinas para asistir a la Misa de precepto,
vinieron a aumentar considerablemente el contingente que se
encontraba ya desde antes en el cementerio de la parroquia. Entonces
el Cura Hidalgo les habló a todos los presentes, improvisándoles un
pequeño discurso en el que, después de recordarles los agravios
recibidos de sus dominadores, los incitaba a derribar el mal gobierno,
quitándoles así el poder a los españoles, quienes, según él, querían
entregarlo a los franceses; para lo cual pedía la ayuda de todos y que
se le unieran, ofreciendo pagarles un sueldo de un peso diario a los
que se alistaran bajo su bandera, siempre que llevaran armas y
caballos; mientras que a los que fueran a pie, solamente les daría la
mitad de ese salario; terminando con estas exclamaciones: "¡Viva la
religión! ¡Viva la América! ¡Viva Fernando VII! ¡Muera el mal
gobierno!".
Electrizado el auditorio con aquella arenga, casi todos los allí
congregados se dispusieron a seguir a Hidalgo en su empresa,
"formándose así un pequeño ejército como de doscientos hombres,
armados la mayor parte de ellos con hondas y garrotes, porque aun

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HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

las lanzas y las espadas escaseaban; y las armas de fuego eran


rarísimas, debido a que estaban vigentes las prescripciones asentadas
en las leyes de Indias, que prohibían a los americanos el fabricar y
usar armas de ninguna especie".(3)
De Dolores se siguió Hidalgo con su hueste a San Miguel el
Grande, y al pasar por el Santuario de Atotonilco, tomó de allí un
estandarte que ostentaba la imagen de la Sma. Virgen de Guadalupe,
para ofrecerlo a su gente como bandera; la cual recibió la enseña que
se le presentaba, con gritos y exclamaciones de entusiasmo delirante.
En San Miguel, que se entregó sin combatir y en donde hubo un
conato de saqueo que reprimió don Ignacio Allende conteniendo
enérgicamente a la plebe enardecida, los insurgentes aumentaron
considerablemente sus fuerzas con el Regimiento de "Dragones de la
Reina", al que pertenecía el mismo Allende, así como con numerosos
partidarios de la causa; y, al igual que en Dolores, fueron
aprehendidos los vecinos nacidos en España.
El día 18 de Septiembre, después de haber sido nombradas nuevas
autoridades, salió de San Miguel el ejército independiente, compuesto
ya con más de veinte mil indios a pie, de cuatro mil rancheros a
caballo y del regimiento de Dragones de la Reina, que llevaba entre
filas a los españoles apresados tanto en Dolores como en San Miguel.
Rodeando la sierra de Guanajuato, por orden de su Jefe tomó la tropa
el rumbo de Querétaro, mas al llegar al pueblo de Chamacuero
cambió Hidalgo de parecer y resueltamente dirigió su gente hacia
Celaya, llegando a la hacienda de Santa Rita, en las inmediaciones de
la ciudad, al atardecer del día 19.
Allí redactó el Jefe insurgente la siguiente intimación, dirigida al
Ayuntamiento de Celaya: "Nos hemos acercado a esa ciudad, con el
objeto de asegurar las personas de todos los españoles europeos; si se
entregasen a discreción serán tratadas sus personas con humanidad,
pero si por el contrario, se hiciere resistencia por su parte y se
mandare dar fuego contra nosotros, se tratarán con todo el rigor que
corresponde a su resistencia; esperamos pronto la respuesta para
proceder.- Dios guarde a V. V. muchos años.- Campo de Batalla,
Septiembre 19 de 1810.- Miguel Hidalgo.- Ignacio Allende.- P. D. En
el mismo momento en que se mandare dar fuego contra nuestra
gente, serán degollados setenta europeos que traemos a nuestra

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LUIS VELASCO Y MENDOZA

disposición.- Hidalgo.- Allende.- Señores del Ayuntamiento de


Celaya".(4) Y al siguiente día, jueves 20, se presentaba el mismo
Hidalgo, con su ejército, a las puertas de la ciudad; donde acampó en
espera de que le fuera contestada la notificación que había sido
enviada al Cabildo Municipal.
Mientras tanto en Celaya todo era confusión. Se oían los más
extravagantes comentarios, cerrábanse con estrépito las puertas, y el
terror hacía ver a los vecinos más medrosos que al enemigo lo tenían
ya en sus casas. Corría la gente en todas direcciones, a pie y a caballo,
con la zozobra retratada en los semblantes, tomando algunos el
camino de Querétaro que se veía lleno de milicianos que huían en esa
dirección; y para completar el cuadro de pavor, la comunidad de los
Carmelitas, enarbolando un Santo Cristo, se presentó a las puertas de
su templo para recorrer las calles clamando en contra de los
insurgentes; en tanto que las personas pudientes ocultaban en el
mismo convento sus capitales, buscando varias de ellas refugio en el
de San Agustín.
El mismo día de la intimación de Hidalgo, el Subdelegado, don
Joseph Duro había hecho que se reuniera el Ayuntamiento para que
en sesión se tomaran las medidas que se juzgaran oportunas; y el
Cabildo invitó también a la reunión a los Superiores de las órdenes
religiosas y a los principales vecinos de la ciudad, con objeto de que
ayudaran con sus luces a resolver tan comprometida situación. En la
misma junta se acordó, ya que el peligro era inminente, pedir auxilio a
la vecina ciudad de Querétaro, enviándose al efecto un correo
extraordinario; mas como las autoridades queretanas contestaron que
el mismo riesgo corría su población y que no podían satisfacer la
demanda del Ayuntamiento de Celaya, este Cuerpo, en vista de que en
la ciudad no había fuerzas suficientes para hacer resistencia, y no
creyendo oportuno armar a los hombres del pueblo por desconfianza
a la clase social a que pertenecían, resolvió de acuerdo con el
Subdelegado Duro y con el Coronel del "Regimiento de Infantería de
Celaya", don Manuel Fernández Solano, abandonar la plaza para irse
a refugiar en la de Querétaro, que estaba mejor guarnecida.
Así lo hicieron la mayor parte de los ediles, acompañados del
Subdelegado, de las compañías del "Regimiento de Infantería" que
habían podido reunirse y de muchos de los europeos que residían en

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HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

la ciudad; los cuales cargaron con documentos y alhajas; y, como


antes se indicó, el dinero que no se pudieron llevar, lo dejaron oculto
en los sepulcros del convento del Carmen. En consecuencia, al saber
Hidalgo que la plaza de Celaya estaba a su disposición dio sus órdenes
para hacer su entrada triunfal en la misma, el día 21 de Septiembre de
1810.
"Se acercaba el sol a su plenitud" cuando Hidalgo, al llegar al
templo de San Antonio, que entonces quedaba situado a extramuros
de la ciudad, echó pie a tierra, y colocando a su lado el estandarte de
la Virgen de Guadalupe que servía a los insurgentes de bandera,
acompañado de los jefes: Allende, Aldama y Abasolo, revistó la
descubierta de su tropa que se disponía a penetrar en la población. En
seguida "hizo su entrada a Celaya con gran solemnidad; él mismo iba
a la cabeza de su gente acompañado de Allende, Aldama y de los
demás jefes, llevando el cuadro de la Virgen de Guadalupe tomado en
el Santuario de Atotonilco; seguíale la música del Regimiento de la
Reina con unos cien dragones de ese cuerpo a las órdenes de un
oficial, que portaba un estandarte con el retrato del Rey Fernando VII.
Venía después una columna formada por multitud de gente del campo
a caballo, y masas de indios sin orden alguno",(5) que iban armados
de mala manera, pues la mayoría sólo contaba con piedras, hondas y
garrotes.
En esta forma y seguidos de un inmenso acompañamiento del
pueblo que vitoreaba a los jefes de la revolución, a la Virgen de
Guadalupe y al Rey Don Fernando VII, llegaron los insurgentes hasta
la plaza Mayor, alojándose Hidalgo y los principales caudillos en el
Mesón de Guadalupe, desde cuyo balcón central contemplaron el
cuadro que presentaba su ejército. Mas como durante el desfile, al
estar viendo el paso de la gente desde la azotea de la casa inmediata al
mismo Mesón: un individuo llamado José Guadalupe Cisneros, que
era cochero de Don Manuel Gómez Linares, hiciera un disparo sobre
la tropa que pasaba, provocada y enardecida ésta, le dio la muerte a
tiros; siendo este incidente el pretexto y la señal para que se desatara
inmediatamente un desenfrenado saqueo en las tiendas y las casas de
los españoles ausentes, no sin que antes se hubiera puesto en libertad
a todos los presos detenidos en la cárcel Municipal. Y como por "el
saqueo, que revistió los caracteres más cínicos y feroces",( 6) ante

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LUIS VELASCO Y MENDOZA

Hidalgo, protestase indignado por esos desmanes el Cap. Aldama,


aquél le contestó con desagrado que: "no sabía de otro modo de
hacerse de partidarios, pero que si Aldama lo tenía se lo propusiera".
Se mandó recoger por la tropa organizada, para ser conducido a la
Tesorería del ejército independiente, que estaba a cargo de Don
Mariano Hidalgo (hermano del jefe insurgente) el dinero que los
españoles, al huir, habían dejado oculto en los sepulcros del Carmen;
y también se recogieron del mismo convento, los caudales que días
antes, para mayor seguridad de los mismos, había traído del pueblo
de Chamacuero un destacamento del gobierno enviado de Celaya con
ese fin; cuyo destacamento fue entonces al mando de Don Antonio
Linares, jefe nacido en la ciudad y que más tarde figuró
destacadamente en las filas realistas. Mas como por la incautación
practicada por los insurgentes, protestase el superior de los
Carmelitas, fue desde luego arrestado el mismo Prior Fray Marcos de
la Cruz, con otros de los religiosos, que se mostraron decididos
partidarios del régimen virreinal.
Entre los caudales que estaban en el Carmen, procedentes de
Chamacuero, se encontraban 40,000.00 pesos, pertenecientes a la
testamentaria de Taboada, en la que era interesada Doña Manuela
Rojas y Taboada, esposa de Abasolo; por lo que no es de creerse, que
ese dinero se haya recogido sin el consentimiento del mismo y de los
otros propietarios; pues a pesar de lo dicho por el historiador Don
Lucas Alamán, está probado que no fue tomado ese dinero contra la
voluntad de sus dueños, "sino que fue el resultado de un contrato
solemne entre los propietarios y el señor Hidalgo, quien por medio de
documento explícito obligó a la Nación a reconocer dicha cantidad en
cualquier tiempo, para que el crédito fuera solventado".(7)
El mismo día de la entrada del ejército insurgente a Celaya,
después de que Hidalgo había nombrado Subdelegado al Lic. Don
Carlos Camargo, persona honorable de la localidad que antes había
sido partidario de la Independencia, pero que posteriormente cambió
de opinión por temor o por defender sus intereses, como pasaba con
muchos que no querían correr los riesgos de la revolución, se
presentaron ante el Jefe de los insurgentes en su alojamiento: Don
Ignacio Camargo y el Capitán Don Joaquín Arias, pariente el primero
de éstos del nuevo Subdelegado, e hijo de distinguida familia de la

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HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

población que, siendo amigo muy íntimo de Hidalgo y de Allende, con


ellos estaba comprometido desde antes a pronunciarse en Celaya y
que al saber que se había descubierto la conspiración, lejos de
acobardarse, esperó tranquilamente que las fuerzas insurgentes
arribaran a la ciudad para unírseles; mientras que el segundo, o sea el
Capitán Arias, era aquel militar que en Querétaro había denunciado la
conjura, traicionando a sus amigos y que ahora ante la marcha
triunfal de los mismos venía a buscar acomodo entre sus huestes,
cambiando nuevamente de bandera. "Aunque Arias había sido
traidor, Hidalgo lo perdonó y lo recibió en sus filas, conociendo que
valía mucho como militar"; (8) y a partir de entonces, tanto él como
Don Ignacio Camargo, siguieron prestando sus servicios en el ejército
insurgente hasta sellar con su sangre la causa de la Independencia;
pues aunque Arias no llegó hasta el cadalso de Chihuahua porque al
ocurrir la traición de Elizondo en Acatita de Baján fue herido
gravemente al ser arrestados los otros dos caudillos y esta desgracia le
ocasionó la muerte; en cambio Camargo, que para entonces era ya
Mariscal de Campo, sí acompañó en su calvario a los demás jefes
independientes, tanto que sin abrirle proceso ni concederle la gracia
de un defensor, fue fusilado el 10 de mayo de 1811, en compañía del
Brigadier Don Juan B. Carrasco y de Marroquín, aquel torero que
había sido el ejecutor de las órdenes de muerte que dictaba Hidalgo.
Durante su estancia en Celaya, también se presentó al Jefe
insurgente, Fray Luis de Herrera, Lego de la Orden de San Juan de
Dios que residía en el "Hospital de Curaciones" de la ciudad, siendo
admitido para que prestara sus servicios entre la tropa independiente
con el título de primer Cirujano.(9) Separado de los insurgentes, por
motivos particulares, después de la toma de Guanajuato,
posteriormente cooperó con su compañero Fray Luis de Villerías,
Lego del convento juanino de San Luis Potosí, a la captura de esa
plaza, insurreccionándola la noche del 10 de Noviembre a favor de la
Independencia; con lo cual cumplió con las recomendaciones que le
había hecho el Generalísimo Hidalgo; y ya con el grado de Mariscal,
fue uno de los jefes insurgentes que más notoriedad alcanzaron
actuando en el territorio de San Luis Potosí, Zacatecas,
Aguascalientes y el Nuevo Santander; hasta que al fin, fue entregado a
las fuerzas virreinales por su propia gente en la Villa de Aguayo (hoy

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LUIS VELASCO Y MENDOZA

C. Victoria, capital del Estado de Tamaulipas), siendo fusilado en esa


plaza, el 6 de abril de 1811.
El día 22 de Septiembre, o sea el siguiente al de la entrada del
ejército independiente en Celaya, después de haberse efectuado en las
afueras de la ciudad una revista de tropas en la que Don Miguel
Hidalgo fue declarado por los demás jefes insurgentes: "Capitán
General", mientras que a Don Ignacio Allende se le confería el grado
de "Teniente General", convocó el primero al Honorable
Ayuntamiento para una reunión que tendría lugar el mismo día en la
Sala Capitular de la casa Municipal. A la junta concurrieron el nuevo
Subdelegado, Don Carlos Camargo, los regidores que habían quedado
después de la huída de sus compañeros a Querétaro y todos aquellos
vecinos que fueron también citados.
Al presentarse el señor Cura Hidalgo acompañado de los otros
caudillos insurgentes en el Salón de sesiones del Ayuntamiento,
fueron recibidos con aplausos y entusiastas aclamaciones por la
concurrencia. Portaba en sus manos el estandarte de la Virgen de
Guadalupe, y, una vez que se restableció la calma en la sala, dirigió a
los asistentes un razonamiento parecido al que hizo a los vecinos del
pueblo de Dolores cuando los instó a luchar en favor de la
Independencia. No tuvo que hablar mucho el Caudillo para convencer
a los presentes con sus palabras, y consecuentemente éstos adoptaron
el plan que les proponía Hidalgo en contra de los europeos, para que
se impidiera la estancia de los mismos en el país, excepto al Monarca
si acaso se llegaba a presentar; reconociendo además, por decisión
unánime al mismo Caudillo, como a "Capitán General" del ejército
independiente; acto que daba carácter legal a toda la actuación del
Jefe de los insurgentes, pues hasta entonces "no había tenido título
alguno prominente entre sus compañeros, aunque éstos por
consideración a su edad, carácter sacerdotal y reputación de
sabiduría, le habían dejado de hecho el mando principal".
A continuación nombró Hidalgo: Mariscal de Campo a Don Juan
Aldama, confiriendo otros grados inferiores a los demás jefes; títulos
que conservaron en el ejército hasta un mes después, cuando en el
pueblo de Acámbaro todos esos grados fueron superados,
confiriéndose entonces a Hidalgo la jerarquía de "Generalísimo", a
Allende la de "Capitán General", y a Aldama, Arias y otros jefes la de

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HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

"Tenientes Generales"; en tanto que Abasolo, el celayense don Ignacio


Camargo y algunos oficiales más, fueron ascendidos a "Mariscales de
Campo".
Terminada la junta, en la que también se nombraron nuevos
Regidores que sustituyeran a los que habían abandonado su cargo
huyendo de la ciudad, dejó Hidalgo el Salón de Cabildos y regresó con
su comitiva a su alojamiento, haciendo un recorrido triunfal por los
portales que rodean la plaza. Una vez en el mesón, salió al balcón
central del edificio; y colocando a su lado el estandarte que le servía
de bandera, recibió rodeado de sus subalternos, en seguida de haber
dirigido un largo discurso al pueblo y a las tropas, los aplausos y los
vítores de sus soldados y de la multitud que imponente se
arremolinaba a sus pies; constituyendo esas explosiones de
entusiasmo popular la confirmación amplia del título de "Capitán
General", que le había sido conferido en aquella memorable mañana.
Entonces, no menos de cincuenta mil almas escucharon en Celaya
la arenga que, vigorosa y llena de fervor patriótico, desde el balcón
central del Mesón de Guadalupe les enderezó el señor Cura Don
Miguel Hidalgo. "Las aclamaciones con que fue recibida, diéronle
conciencia de la magnitud del movimiento, y desde entonces ya no fue
el reo que huía, sino el caudillo que acomete y que acepta racional y
noblemente altas responsabilidades".(10)
Después de todos esos sucesos, instaladas ya las nuevas
autoridades, y reforzado el ejército independiente con los soldados del
"Regimiento de Infantería de Celaya" que no pudieron seguir en su
huida a su jefe el Coronel Don Manuel Fernández Solano, así como
también con otra mucha gente del pueblo y de los ranchos y
haciendas circunvecinas que se le agregaron; vigorizado el ánimo de
Hidalgo para emprender nuevas empresas, y reafirmada su voluntad
con el halago de los honores recibidos y por la facilidad con que hasta
entonces consiguió cuanto se había propuesto, resolvió el mismo
Caudillo continuar la tarea tan felizmente comenzada, avanzando al
efecto sobre Guanajuato; pues su captura era urgente y trascendental,
tanto por ser la ciudad rica por excelencia, como también por su
importancia; ya que en aquellos tiempos era la primera en el país,
naturalmente después de la de México, capital del Virreinato.

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LUIS VELASCO Y MENDOZA

Así pues, lleno de optimismo y confiando más que nunca en su


poder, ahora fortalecido con los veinticinco mil hombres que
mandaba, salió Hidalgo de Celaya al frente de su ejército, en la
mañana del 23 de Septiembre de 1810, tomando el camino de
Guanajuato, por Salamanca e Irapuato; en tanto que los vecinos
quedaban impresionados e indecisos, porque aunque estaba en sus
conciencias sembrada para siempre la simiente que constituía la idea
de Independencia, habían sido muchas las penas que tuvieron que
soportar durante el tiempo que permanecieron los insurgentes en la
población, tanto con el soliviantamiento de la plebe y el desenfrenado
saqueo, como con las molestias e incomodidades ocasionadas por la
tropa; así que ahora se sentían también como aliviados de una gran
carga, después de haber tenido que participar en los ruidosos
acontecimientos que en aquellos días se habían desarrollado en la
ciudad.

OBRAS CONSULTADAS:

1. México y sus Revoluciones. Tomo II. José María Luis Mora.


2. Hidalgo Íntimo. José María de la Fuente.
3. Historia de México. Tomo III. Alfonso Toro.
4. Historia de México. Apéndice del Tomo I. Lucas Alamán.
5. Historia de México. Tomo I. Lucas Alamán
6. Comentarios a las Revoluciones de México. Tomo I. Antonio Guibaja y
Patrón.
7. Historia de la Ciudad de Dolores. Pedro González.
8. Anales de la Vida del Padre de la Patria, D. Miguel Hidalgo y Costilla. P.
Agustín Rivera.
9. Cuadro Histórico de la Revolución Mexicana. Tomo I. Carlos M. de
Bustamante
10. Historia de la Nación Mexicana. P. Mariano Cuevas, S. J.

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HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

CAPÍTULO II

Condiciones en las que quedaba Celaya, después de la salida del ejército


independiente.- La falsía del Subdelegado de la ciudad, Dn. Carlos
Camargo.- Llegan prisioneros a Celaya: el Coronel realista, Dn.
Diego García Conde, el Intendente de Michoacán, Dn. Manuel
Merino y el Conde de Casa Rul.- Noticias sobre las campañas de los
insurgentes.- El gobierno virreinal organiza la resistencia y con tal
motivo salen los Comandantes Calleja y Flon a combatir la
insurrección.- Actuación de estos Jefes hasta el 7 de noviembre de
1810, en que derrotan a los insurgentes en Aculco.- Después de este
desastre, primero Allende y en seguida Hidalgo, arriban
nuevamente a Celaya.- Estancia de este Jefe en la ciudad y texto de
la Circular que allí publicó.- Sale el Generalísimo Hidalgo con su
gente para Valladolid.

Celaya quedó desahogada a la salida del numeroso ejército


insurgente, pues siendo pequeña la ciudad para contener la
considerable cantidad de gente afiliada bajo las banderas de la
insurrección, no se le pudo alojar convenientemente, y tan sólo a los
jefes se consiguió darles hospedaje en el Mesón de Guadalupe o en
algunas casas particulares, con los hombres de caballería que fueron
acomodados en el cuartel y en los conventos; en tanto que la multitud
de miles de indios no tuvieron más remedio que pernoctar, una parte
en los campos colindantes con la ciudad, y el resto en las calles y
plazas, principalmente en la Mayor; lo que impedía a los vecinos no
tan sólo permanecer fuera de sus casas, sino hasta el poder transitar
libremente por las calles, por existir muy graves inconvenientes.
Era el principal: el que los componentes de la tropa que ocupaba
la vía pública, a más de ser insubordinados, estaban la mayor parte
del tiempo ebrios, y por lo mismo a nadie le tenían consideración ni
miramiento. Habían dejado las calles intransitables con los desechos
de mercancías y fragmentos de muebles destrozados durante el
saqueo; y como si esto fuera poco, a esas molestias se unía el que allí
mismo tenía que hacer esa gente sus comidas y necesidades
corporales, estando con tal motivo lleno el piso de excrementos e

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LUIS VELASCO Y MENDOZA

inmundicias. Con esto, se comprenderá que ante tal situación,


agravada todavía más con el malestar ocasionado por el alza de los
precios de comestibles y artículos de primera necesidad que
naturalmente subieron de valor con el aumento de tantos miles de
consumidores, los vecinos no pudieron menos que sentirse aliviados
cuando partió de la ciudad el ejército insurgente.
La plaza quedó resguardada por una compañía de milicias que
estaba bajo el mando directo de Don Tomás Huidobro, pero como
todas las guarniciones que quedaron en las poblaciones que estaban
bajo el dominio de los insurgentes en el territorio de la Intendencia de
Guanajuato, después de la toma de aquella plaza, en lo militar
reconocían la jefatura del mariscal de campo Don Juan Aldama; quien
recorría todo ese territorio reclutando más hombres, y acaparando
nuevos elementos para la lucha.
Como Intendente de la Provincia, nombró Hidalgo en la ciudad de
Guanajuato, con fecha 29 de Septiembre, a Don José Francisco
Gómez, probo funcionario que hasta entonces había sido ayudante
mayor del Regimiento de Valladolid y Administrador de tabacos en
Guanajuato; y en Celaya continuaba en su puesto de Subdelegado el
licenciado don Carlos Camargo, aunque su empleo lo desempeñara
con falsía, pues mientras fingía adhesión a los jefes insurgentes y a la
causa de la Independencia, ocultamente y bajo cuerda, estaba
informando al gobierno virreinal de todo cuanto pasaba en el
territorio dominado por la revolución; y en tal forma, desde que
Hidalgo salió de Celaya, había el Subdelegado comunicado al Virrey
su nombramiento, diciéndole que no le había sido posible dejar de
admitir el cargo que le habían dado, pero que protestaba su fidelidad
al gobierno español. La contestación fue: encargarle que continuase
en el empleo con la anuencia del mismo Virrey;(1) mas a pesar de la
astucia y capacidad para fingir del Subdelegado, lo cierto fue que
comenzó a ser visto con desconfianza por Aldama y por algunos otros
jefes del movimiento independiente, que maliciaban su connivencia
con el enemigo.
A la sazón era Virrey, Don Francisco Javier Venegas, que acababa
de tomar posesión del mando de la colonia tres días antes de la fecha
en que Hidalgo se lanzó a la rebelión; y para entonces ya hasta había
publicado la conocida "Proclama" en que ponía a precio las cabezas de

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HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

Hidalgo y demás jefes insurgentes, ofreciendo distinciones y pagar


altas primas al que los entregara al gobierno español. Así que el
Subdelegado de Celaya, aunque no había llegado al extremo de
aprovechar esa oferta haciendo el papel de Judas, sí estaba
desempeñando el oficio de espía; y como adelante se verá, su doblez
iba más tarde a acarrearle fatales consecuencias.
Por esos días llegaron a Celaya varios prisioneros españoles que
eran conducidos hasta San Miguel el Grande para ser allí presentados
al Mariscal de Campo Don Juan Aldama. Entre los mismos venía el
Coronel Don Diego García Conde, aprehendido en las cercanías de
Acámbaro cuando en compañía del Conde de Casa Rul, Coronel que
era del Regimiento de Infantería Provincial de Michoacán, y del
Intendente de la misma Provincia, Don Manuel Merino, se dirigía a
Valladolid, después de haber sido nombrado por el Virrey,
Comandante de las armas en la citada Provincia.
El mismo García Conde escribió al Virrey Venegas un
circunstanciado relato de su cautiverio, que se prolongó hasta el día
en que fueron batidos los insurgentes en Aculco, porque en esa
ocasión, en medio del desorden que imperaba en las filas
independientes con su derrota, pudo recobrar la libertad. Así pues,
después de referir él mismo, los detalles de su aprehensión el día 7 de
Octubre, contando su traslado al pueblo de Acámbaro, dice que en la
misma noche continuaron para Celaya "donde llegamos a la una del
día inmediato, desfallecidos y consternados, tanto de los dolores que
las heridas nos causaban, como por ver la infamia de la plebe que nos
amenazaba con las expresiones más indecentes que puedan
imaginarse".
"Allí fue donde nos vimos del todo saqueados, sin tener ropa que
mudarnos y sólo con el colchón que nos quisieron dejar; pero Dios
nos deparó para nuestro consuelo al Licenciado Carlos Camargo, que
nos atendió en cuanto pudo, facilitándonos un buen cirujano con
todos los ingredientes necesarios a nuestra curación y el método que
debíamos observar, una muda de ropa a cada uno que rescató de los
acambareños, y cien pesos para lo que se nos pudiera ofrecer".
"La mañana siguiente salimos para San Miguel el Grande, con los
mismos insultos de la plebe y aun mayor riesgo, porque íbamos

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LUIS VELASCO Y MENDOZA

encontrando las divisiones del ejército de Aldama, y todos nos


recibían con los mismos vituperios y amenazas".
"A las seis de la tarde llegamos a una media legua de San Miguel,
donde encontramos a Aldama, Mariscal de Campo entre ellos y
General de su ejército, a caballo, en mangas de camisa, con sable y un
par de pistolas de gancho en el cinturón, sombrero blanco, y una
manta o frazada sobre el arzón de la silla; quien después de habernos
hecho reconocer para ver si traíamos alguna arma oculta, con
palabras muy indecentes nos hizo volver atrás, entrando nuevamente
en Celaya a la una de la noche, y sin darnos otro alimento que un
posillo de chocolate al recogernos, después de no haber tomado sino
otro igual que desde el amanecer nos habían dado".(2)
Aunque sean de sentirse los excesos a que se entregaba el pueblo y
el ensañamiento que mostraba hacia los presos españoles, alentado
con el proceder de los mismos jefes de la revolución, según se
advierte en este relato, no era mejor el trato que recibían los
insurgentes cuando caían en manos de los soldados del Rey, o
"realistas" como se les comenzaba a llamar; así que en todo caso, el
empeño de aparecer como víctimas que domina en toda la relación
que hizo el Coronel García Conde, más que estar sujeta a la verdad,
está inspirada por el resentimiento, que en este caso daba expresión a
lo que asentaba su pluma; pues el mismo García Conde iba a dar un
ejemplo de esa verdad en la propia ciudad de Celaya, porque no
estaba lejano el día en que habiéndosele allí presentado cautivo e
inerme al insurgente Albino García, abusando el Comandante español
de su posición, lo insultara, devolviendo así con creces el mal trato y
los agravios de que ahora se quejaba.
Poco tiempo permanecieron en Celaya los presos, pues a los
cuantos días continuaron su camino, cuando llegó a la ciudad Aldama
con sus tropas. A la sazón se dirigía a reunirse con Hidalgo en el
pueblo de Indaparapeo, y hacia allá se llevó a los cautivos, para
continuar después su marcha con todo el ejército independiente sobre
Valladolid. Al estar en Celaya tuvo Aldama enojosas discusiones con
el Subdelegado Camargo, porque éste ponía muchos reparos en las
órdenes que daba el Mariscal; naciendo de allí la mala voluntad que
posteriormente demostraba el mismo Aldama al Subdelegado de
Celaya, cuando de él se trataba; pues en la misma relación de García

26
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

Conde se lee, que en una conversación que tuvieron el señor Hidalgo y


Aldama, éste dijo al primero: "Estamos también rodeados de cobardes
y traidores: ese bribón de Camargo, Alcalde de Celaya, es menester
ahorcarlo, y el Cura respondió: "sí, sí, ya hablaremos de eso"; por lo
que se entiende que ya en ese tiempo se dejaba traslucir el doble papel
que estaba desempeñando el licenciado Camargo.
Después de todos esos sucesos, los días siguieron transcurriendo
en Celaya, en medio de un ambiente de expectación. Sabíase que el
ejército de Hidalgo había ocupado por la fuerza de las armas la ciudad
de Guanajuato, cuando cayó en su poder la Alhóndiga de Granaditas
debido al arrojo del "Pípila" y no sin que pereciera en su defensa el
Intendente de Guanajuato Don Juan Antonio Riaño y más de
cuatrocientos realistas, aunque a su vez murieron como tres mil
insurgentes; y que después de haber organizado el gobierno
independiente, a raíz del espantoso saqueo que sufrió la ciudad,
nombrando como ya se dijo nuevo intendente, y estableciendo allí una
fundición de cañones y hasta una casa de moneda, había salido el
"Capitán General" con el grueso de sus tropas para Valladolid, en cuya
ciudad hizo que el Gobernador de la Mitra le levantara la excomunión
que le había lanzado el Obispo electo de Michoacán, Don Manuel
Abad y Queipo.
Que en la misma ciudad había acrecentado su ejército,
allegándose armas y dinero tomado como préstamo de las arcas de la
Catedral; y que luego de haber publicado un bando, el 19 de Octubre,
en el que declaraba abolida la esclavitud, mandando poner en libertad
a todos los esclavos y prohibiendo el tráfico y comercio de ellos;
suprimiendo además el tributo de las castas y reduciendo varias
contribuciones que gravitaban sobre el pueblo bajo, había decidido el
Caudillo marchar sobre la ciudad de México, capital del virreinato,
haciendo su recorrido por Indaparapeo, Zinapécuaro y Acámbaro;
pueblo en el que, ante un ejército que llegaba ya a más de ochenta mil
hombres, se hicieron las promociones de grados que se confirieron a
todos los jefes de la revolución, como queda referido en anterior
capítulo; prosiguiendo después por Maravatío, Tepetongo, Ixtlahuaca
y Toluca, hasta el Monte de las Cruces; donde se dio el día 30 de
Octubre la famosa batalla que, ganada por los insurgentes a costa de

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LUIS VELASCO Y MENDOZA

grandes pérdidas, les dejó abierto y expedito el camino hasta la


capital.
Se tenía noticia también en Celaya, de los pormenores de esa
jornada, cuya victoria tan cara había costado a los independientes,
pues que durante el combate habían perecido más de tres mil
hombres de tropa; y se sabía además que después de aquella acción,
en vez de avanzar sobre la ciudad de México, el ejército insurgente
había retrocedido; no sin que por tal motivo se hubieran acrecentado
las dificultades y el distanciamiento que había ya entre Hidalgo y
Allende, debido a que el primero sostuvo su parecer de que se volviera
para atrás, mientras que el segundo insistía en que se avanzara sobre
la capital, que casi estaba a la vista, porque los insurgentes habían
llegado hasta el pueblo de Cuajimalpa.
A los pocos días se empezaron a conocer, ya por cartas o ya por la
llegada de algunos dispersos que eran oriundos de la ciudad,
versiones sobre el desastre que padecieron los independientes en
Aculco, al ser derrotados por Calleja; y con esto el temor se comenzó a
apoderar de los espíritus, por la suerte que pudiera correr la
población, debido a que ya se tenía conocimiento de carácter cruel y
sanguinario que era propio de aquel Comandante español.
Para entonces, el gobierno virreinal había recurrido a toda clase
de arbitrios con tal de reprimir el movimiento rebelde. Para ese fin
publicó un decreto que declaraba libres de todo tributo a los indios;
hizo uso de las armas espirituales de la Iglesia para que por medio de
excomuniones y propaganda en los púlpitos y edictos de la
Inquisición se condenara públicamente a la revolución, empleando
hasta los escritos de varias corporaciones literarias y adhesiones de
los Ayuntamientos; y aprovechándose de los elementos que le eran
fieles, había organizado ya el plan de campaña destinado a exterminar
la insurrección.
Desde luego el gobierno contó con la cooperación del Brigadier,
Don Félix María Calleja del Rey, Comandante de la Brigada de San
Luis Potosí, que residía en la misma ciudad; quien al tener
conocimiento del levantamiento ocurrido en el pueblo de Dolores, sin
esperar órdenes del Virrey, dispuso que se pusieran sobre las armas
los dos regimientos provinciales de San Luis Potosí; y por medio de
Circulares que envió a los pueblos y haciendas de su distrito, pidió

28
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

todos los hombres que de cada punto se pudieran sacar, entre los que
escogió a los propietarios y dependientes de las fincas de campo, para
formar con ellos la oficialidad destinada a mandar aquella gente;
siendo en esta forma como comenzaron a hacer sus primeras armas
individuos como Armijo, Aguirre, Meneso, Orrantia, Barragán,
Madrid, Bustamante y Gómez Pedraza, que con el tiempo fueron unos
de los jefes más distinguidos del ejército.
No se conformó el gobierno con tener ya un campeón que se
aprestara a defender los derechos de la Corona española, sino que por
su parte el Virrey Venegas hizo salir para Querétaro una fuerza
respetable para que guarneciera esa ciudad, dando el mando en Jefe
de ella al Coronel Don Manuel Flon, Conde de la Cadena, que hasta
entonces había sido Intendente de Puebla; y para reemplazar a los
cuerpos que habían salido de la capital, teniendo alguna fuerza con la
cual ocurrir a donde fuera necesario, hizo venir a México los
Regimientos de Infantería Provinciales de Puebla y de las Tres Villas.
Y como se creyera que todas estas fuerzas no eran suficientes para
reprimir a una revolución que amenazaba invadir a todo el territorio
de la Nueva España, trató también el Virrey de aumentarlas, haciendo
venir hasta la ciudad de México a la tropa de mar de la fragata Atocha
(en la que él mismo había llegado al país) con su Comandante de
Navío: Don Rosendo Porlier, y toda la oficialidad; de la cual salieron
jefes como Don Pedro Celestino Negrete, que con el tiempo fueron de
mucha nombradía.
Después de la toma de Guanajuato por los insurgentes, como
Calleja ya hubiera organizado debidamente a su ejército en la
Hacienda de la Pila, cercana a la ciudad de San Luis Potosí, avanzó el
24 de Septiembre con sus tropas que ascendían a cosa de tres mil
caballos, seiscientos infantes y cuatro cañones, sobre Dolores, en cuyo
lugar entró sembrando el terror entre los habitantes; porque aparte
de otras iniquidades, entregó al pillaje la casa de Hidalgo, como en
San Miguel la tropa de Flon, que había salido de Querétaro para
unirse al mismo Calleja, lo había hecho: saqueando todas las casas de
los insurgentes.
Fue en los días en que Hidalgo emprendió su marcha sobre la
capital de la colonia, cuando el Conde de la Cadena salió de Querétaro
para juntarse en Dolores con el ejército de Calleja; así que no son de

29
LUIS VELASCO Y MENDOZA

presumirse las razones que lo indujeron a emprender en tales


circunstancias un movimiento que, careciendo de objeto, dejaba sin
defensa Querétaro, en cuyas cercanías se encontraba la gente de
Hidalgo; al par que se alejaba más de la Metrópoli, para donde
evidentemente se encaminaban los insurgentes.
Unidas ya las fuerzas de Calleja y Flon, tomaron el nombre de
"Ejército de Operaciones sobre los Insurgentes"; y no sólo atravesaron
sin la menor resistencia por territorio de la Provincia de Guanajuato,
donde dominaban los independientes, sino que hasta el
Ayuntamiento de su capital envió a San Miguel una comisión,
compuesta por dos regidores, con objeto de invitar a Flon para que
ocupase la plaza de Guanajuato. Con ese fin le presentarían un Oficio
firmado por todo el Cabildo, los Sres. Curas y varios vecinos, en el
cual le prevenían también: que tomara algunas disposiciones contra la
plebe de la ciudad, aunque ahora fuera poco temible por encontrarse
desarmada. Mas cuando la comisión llegó a San Miguel, habían salido
ya de allí Flon y Calleja, e iban con su ejército en camino para
Querétaro, en donde entraron el día 1º de Noviembre.
A su llegada a esa ciudad, que había sido atacada durante la
ausencia de Flon, por el jefe independiente Don Miguel Sánchez,
recibió Calleja comunicaciones del Virrey, en las que le participaba el
estado crítico a que se veía reducida la capital, y le recomendaba que
avanzara violentamente en su socorro; poro cuyo motivo salió el 3 de
Noviembre, llegando a las inmediaciones de Arroyo Zarco en la
mañana del día 6. Allí sus avanzadas se encontraron con las de
Hidalgo, y haciéndoles algunos prisioneros, supo por ellos que el
ejército insurgente se hallaba en uno de los pueblos cercanos; así
como también, que se ignoraba la aproximación de los soldados
realistas.
Hidalgo, al retirarse de Cuajimalpa, tenía el propósito de ocupar a
Querétaro antes de que fueran a avanzar Calleja y Flon, a quienes
suponía en Dolores o en el campamento de la Pila. Volvía con su
ejército reducido a cuarenta mil hombres por las bajas y la gran
deserción que había sufrido después de la batalla del Monte de las
Cruces; y en esas condiciones repasó Toluca e Ixtlahuaca, desde
donde tomó la dirección de Querétaro. El 6 de Noviembre llegaba al
pueblo de San Jerónimo Aculco; y por esto, si grande fue la sorpresa

30
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

de Calleja al saber la proximidad del enemigo, a quien creía en el Valle


de México, mayor fue la que recibieron los independientes al tener a
la vista a los realistas, a quienes consideraban muy distantes.(3)
El 7 de Noviembre de 1810, el ejército de Hidalgo, muy
desmoralizado, fue fácilmente vencido por las tropas de Calleja y
Flon, ya que desde un principio el pánico se apoderó de los
insurgentes, produciendo su derrota. En esa acción murieron
solamente ochenta hombres de Hidalgo, a pesar de lo dicho por
Calleja en su rimbombante parte al Virrey, en cuyo documento
aseguraba que: "la pérdida de los insurgentes, entre muertos, heridos
y prisioneros, había ascendido a diez mil hombres"; así que lo cierto
fue la cifra citada, a la que se agregaron seiscientos prisioneros y la
pérdida de todos los cañones, los caudales, gran cantidad de armas y
parque, los víveres, los equipajes, la ropa y dieciséis coches de
camino.
"Todos huyeron después de la batalla, poco costosa a las tropas
disciplinadas del gobierno español. Calleja trató como rebeldes a los
prisioneros, y aunque la severidad hubiera bastado, fue cruel y
sanguinario. México se cubrió de luto al oír el tañido de las campanas
que anunciaban la victoria de los españoles. Los criollos lloraron en
silencio su desgracia y el más cruel de todos los males, era no poder
manifestar sus propios sentimientos, el tener necesidad de ocultarlos,
y, lo que es peor, de concurrir a la alegría de los opresores del país,
bajo la pena de pasar por sospechosos".(4)
Después del fracaso de Aculco, culminó el distanciamiento entre
Hidalgo y Allende; el cual, llevándose gran parte de la tropa, se separó
del Generalísimo, y junto con Aldama, Jiménez, Abasolo, Arias,
Balleza y Ocón, se dirigió para Guanajuato; mientras que Hidalgo, con
los Licenciados Don José María Chico y Don Ignacio López Rayón; su
hermano Don Mariano Hidalgo y Don José Santos Villa; y seguido de
muy pocos indios (porque la mayor parte de ellos, sorprendidos y
atemorizados huyeron y se desparramaron en la sierra de Aculco), se
encaminaba para Valladolid, pasando antes por Celaya.
Tanto Hidalgo como Allende caminaban hacia el lugar de su
destino haciendo un largo rodeo, para alejarse del ejército de Calleja;
el cual volvió a Querétaro, porque sabía que aquella ciudad necesitaba
defensa. Allende, al salir de Aculco, viajó por San Felipe del Obraje,

31
LUIS VELASCO Y MENDOZA

Toluca, Maravatío, Acámbaro, Salvatierra y Celaya. Llegaba ahora con


su gente en estado deplorable, tanto por su escaso número como por
lo estropeado de su ropa y las pocas armas que llevaban; y sin
detenerse en la ciudad más que el tiempo preciso, envió de allí un
oficio, fechado el 9 del mismo mes, al Intendente de Guanajuato Don
Francisco Gómez, en cuyo documento le avisaba de la derrota que
acababan de padecer, y le ordenaba, que se previniese alojamiento
para tres mil hombres de tropa, entre los que iban dos mil de
caballería que sacaba de Celaya con su jefe Don Tomás Huidobro,
pues que iba para Guanajuato, con objeto de proveerse de nueva
artillería y pertrechos de guerra.
Por su parte Hidalgo, de Aculco se dirigió a la Villa del Carbón,
atravesó el distrito de Amealco y tomando por el camino de los
Molinos de Caballero, penetró por la jurisdicción de Coroneo a la
Provincia de Guanajuato, y tomando por la hacienda de Juan Martín,
llegó a Celaya en la noche del 9 de Noviembre.(5)
Entonces permaneció el Generalísimo insurgente, cuatro días en
Celaya; cuyo tiempo empleó en agenciarse nuevos elementos
(urgiendo para el caso al Subdelegado Don Carlos Camargo, quien se
manifestaba muy remiso en prestar la debida ayuda al señor Hidalgo
por la misma connivencia que tenía con el partido enemigo), y
reorganizar su ejército integrándolo con los pocos indios que le
habían seguido desde Aculco, y con todos los dispersos que ahora se le
presentaban en Celaya.
También se ocupó de escribir una Circular, dirigida a los
funcionarios insurgentes para que, siendo distribuida profusamente,
levantase el ánimo abatido de las tropas y de los partidarios de la
Independencia; en ella decía lo siguiente: "El vivo fuego que por largo
tiempo sostuvimos en el choque de las Cruces, debilitó nuestras
municiones en términos que convidándonos la entrada a México las
circunstancias en que se hallaba, por este motivo no resolvimos su
ataque, y sí el retroceder para habilitar nuestra artillería. De regreso
encontramos el ejército de Calleja y Flon con quienes no pudimos
entrar en combate por lo desproveído de la artillería, sólo se entretuvo
un fuego lento y a mucha distancia entre tanto se daba lugar a que se
retirara la gente sin experimentar quebranto, como lo verificó. Esta
retirada necesaria por las circunstancias, tengo noticia se ha

32
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

interpretado por una total derrota, cosa que tal vez puede desalentar a
los pusilánimes, por lo que he venido a exponer a V. esto para que
imponga a los habitantes de esta ciudad en que de la retirada
mencionada no resultó más gravamen que la pérdida de algunos
cañones, y unos seis u ocho hombres que se ha regulado perecieron y
se perdieron; pero que esto no nos debe de ser sensible así porque en
el día está reunida nuestra tropa, como porque tengo montados y en
toda disposición cuarenta y tantos cañones reforzados de 12 y 16 y de
otros calibres en diversos puntos, por lo que concluidos los demás que
se están haciendo, y provistos de abundante bala y metralla, no
dilataré en acercarme a esa capital de México con fuerzas más
respetables, y temibles a nuestros enemigos. Me dirá V. en
contestación cómo se hallan esos ánimos, qué noticias corren con
alguna probabilidad, qué se dice en México, Tlaxcala, etc., y
últimamente cuanto ocurra. Es regular se hayan reunido los bienes de
los europeos y el que se hayan vendido algunos, el dinero existente de
éstos de rentas, y lo más que pueda realizarse de acuerdo con el
Corregidor, me lo remiten para la conclusión de mis disposiciones.-
Dios guarde a V. muchos años. Cuartel general de Selaya, Noviembre
13 de 1810.- Miguel Hidalgo. Generalísimo de América".(6)
Ya un tanto repuesto, el día 14 de Noviembre salió de Celaya
Hidalgo, hacia Valladolid; para continuar su misión. Su constancia iba
a infundir con el ejemplo ánimo y valor entre los independientes,
dando nuevo aliento al pueblo y a los indios, quienes a pesar de los
descalabros sufridos, no habían abandonado del todo la empresa;
pues si bien es cierto que después de la derrota de Aculco, sólo una
parte de ellos habían seguido a Allende y muy pocos a Hidalgo, siendo
muchísimos los que se desertaron internándose en la sierra
inmediata; a pesar de todo eso, fueron raros los que dejaron para
siempre las armas y no las volvieron a empuñar.
De los dispersos en Aculco, como se ha visto, unos fueron a unirse
con Hidalgo en Celaya, mientras que otros formaron guerrillas que
operaban por su propia cuenta,(7) sin depender del Jefe de la
revolución ni de ningún otro; y así fue cómo a raíz de aquel desastre
en el mes de Noviembre, ya las guerrillas de Albino García, de Andrés
Delgado, llamado también "el Giro" y de un tal Magaña, merodeaban

33
LUIS VELASCO Y MENDOZA

en todo el territorio que hoy es de los Estados de Guanajuato y


Michoacán.(8)

OBRAS CONSULTADAS:

1. Adiciones y Rectificaciones a la Historia de México, escrita por D. Lucas


Alamán. José María Liceaga.
2. Historia de México. Apéndice. Tomo I. Lucas Alamán.
3. México a Través de los Siglos. Tomo III. Julio Zárate.
4. Ensayo Histórico de las Revoluciones de México. Tomo I. Lorenzo de
Zavala.
5. Hidalgo Íntimo. José María de la Fuente.
6. Colección de Documentos para la Historia de la Guerra de Independencia.
1808 a 1821. Juan E. Hernández y Dávalos.
7. Apuntes Históricos. Pedro González.
8. Anales de la Vida del Padre de la Patria, Don Miguel Hidalgo y Costilla. P.
Agustín Rivera.

34
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

CAPÍTULO III

Ante la proximidad del ejército realista, emigra de Celaya mucha gente


comprometida en la causa independiente.- Llega Calleja de paso
para Guanajuato, a donde se dirigía a combatir a Dn. Ignacio
Allende.- Durante su estancia en la ciudad, reorganiza la
administración virreinal y ordena la ejecución de dos patriotas.-
Después de permanecer cinco días en Celaya, sale Calleja con su
ejército y toma el camino de Guanajuato.- Situación general de
Celaya, durante aquellos años.- Plan militar desarrollado en
Celaya y en todas las poblaciones comprendidas en el territorio
donde había cundido la insurrección.- Ataques, que de los
insurgentes, sufrió por entonces la ciudad.- Desgraciado fin que
tuvo el Subdelegado Dn. Carlos Camargo.- Es nombrado por
Calleja Intendente de Guanajuato y su Provincia, Dn. Fernando
Pérez Marañón.- Estado que a principios de 1811, presentaba la
contienda por la Independencia.

Después de que Hidalgo salió de Celaya, no pocas personas que en


alguna forma se encontraban relacionadas con los insurgentes, tales
como empleados públicos, partidarios demasiado comprometidos o
familiares de los mismos, se vieron obligados a abandonar la ciudad,
amedrentados ante la proximidad de Calleja que se encontraba ya en
Querétaro. Familias enteras tuvieron que salir siguiendo a los
independientes; entre ellas la señora madre de Don Mariano Abasolo
y su esposa Doña Manuel Rojas y Taboada con su pequeño hijo, así
como también las cuñadas de Don Ignacio Allende, que desde que
Flon, el Conde de la Cadena, se acercó a San Miguel el Grande, se
habían ido a radicar en Celaya;(1) pero que ahora ante lo crítico de las
circunstancias, no tuvieron más remedio que emigrar para Valladolid.
La plaza había quedado resguardada por un pequeño cuerpo de
voluntarios que más bien hacían las veces de guardianes del orden
público en la población; y Don Carlos Camargo, el Subdelegado
puesto por Hidalgo, que sabía la proximidad de Calleja, se apresuró a
ir a visitarlo en Querétaro, tanto para ofrecerse a sus órdenes, como
para ponerse de acuerdo con él sobre los detalles para hacerle la

35
LUIS VELASCO Y MENDOZA

entrega de la ciudad. Quizá la intención de Camargo era evitarle


mayores daños al vecindario, pero lo cierto fue que, con el paso dado,
se puso de manifiesto la parcialidad del funcionario insurgente con
los realistas; ya que entonces se pudo dar cuenta todo el mundo, de
las relaciones que desde antes existían entre el Subdelegado de
Celaya, y los jefes del gobierno español.
En la mañana del 15 de Noviembre salieron los realistas de
Querétaro, tratando de avanzar sobre Guanajuato para atacar allí al
Teniente General Don Ignacio Allende que se había hecho fuerte en
aquella ciudad; así que al atardecer de ese mismo día, el ejército de
Calleja llegó al pueblo de Apaseo, donde durmió; siguiendo al
amanecer del 16 para Celaya, en cuya plaza hizo su entrada antes del
medio día.(2)
Las tropas realistas fueron recibidas con manifestaciones de
extraordinario júbilo, falso o verdadero, porque no toda la gente
estaba muy conforme con el cambio de situación. Repicaron las
campanas de todos los templos, y Calleja, después de ser recibido en
las afueras de la ciudad por el Ayuntamiento, asistió a un "Te-Deum"
que se cantó en el templo parroquial.
Durante su estancia en Celaya, el mismo Comandante tuvo
pruebas que le patentizaban la fidelidad de sus soldados hacia la
causa que defendían; pues fue el caso, que dos individuos, uno
llamado Ignacio Granados y otro Tomás Aguirre, soldado este último
del Regimiento de Celaya, trataron de seducir, atrayéndolos al partido
de la Independencia, a dos dragones del Regimiento de Puebla (que
formaba parte del cuerpo expedicionario) llamados Felipe Cortés y
Miguel Toral, y éstos, lejos de atender la insinuación que se les hacía,
denunciaron a sus instigadores.
Granados tenía amistad con Toral desde la niñez, y por lo mismo
se le hizo fácil convencerlo, no dudando de que sus argumentos serían
bastantes para hacerlo abrazar la causa proclamada por Hidalgo; y
que ya con este ejemplo, otros más seguirían el mismo camino. Cortés
y Toral, disimularon el disgusto que les causó la invitación; pero como
se sintieron indignados porque los hubieran creído capaces de faltar
al deber militar, acusaron a los que les hicieron la proposición de
pasarse al enemigo. Calleja ordenó entonces que se levantara una
información, que dio por resultado el esclarecimiento del caso y con

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HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

tal motivo, los propagandistas de la idea independiente fueron


condenados a la pena de muerte en la horca; sentencia que se ejecutó
en la Plaza Mayor, la tarde del mismo día en que los dos patriotas
fueron denunciados.
Tanto para premiar a los que denunciaron a sus instigadores,
como para estimular a la demás tropa, el jefe realista hizo que el
suceso se incluyera en la orden del día 19, mandando que se publicara
y se le diera lectura ante todas las compañías; previniendo también,
que Toral y Cortés fueran preferidos en sus ascensos, mientras que en
aquel entonces se les gratificaba a cada uno de ellos con un premio de
veinticinco duros.(3)
En los cinco días que Calleja permaneció en Celaya, además de
confirmar al Licenciado Don Carlos Camargo en su cargo de
Subdelegado, se ocupó de reorganizar el gobierno español en la
ciudad, colocando en los puestos públicos a personas identificadas
con el régimen colonial; y empleó también su tiempo en disciplinar y
acrecentar el ejército realista, creando nuevas plazas. Entre sus tropas
marchaba el cuerpo de voluntarios que se había formado en
Querétaro con los españoles que huyeron de Celaya cuando Hidalgo
hizo su primera entrada en la ciudad. Su Capitán era Don Antonio
Linares, quien con su cuerpo se había distinguido ya en la primera
acción de armas que en el puerto de Carrozas, cerca de San Miguel el
Grande, libró el ejército realista de Flon, cuando inició su campaña
para unirse a Calleja en Dolores. En esa ocasión se puso de manifiesto
el arrojo de los soldados del Regimiento de Celaya, de cuya fidelidad
se dudaba por estar con Hidalgo una parte considerable del mismo
cuerpo, y se pudo comprobar que la tropa seguiría el partido a que se
adhiriese el punto donde se encontrase, siempre que sus jefes
determinaran abrazarlo.
Conviene advertir que para entonces, el Regimiento de Infantería
de Celaya, se componía de diez compañías; dos de granaderos y ocho
de cazadores y fusileros. Así que desde que se inició la campaña en
contra de los insurgentes, las compañías del mismo Regimiento que
habían seguido a su Coronel, Don Manuel Fernández Solano, cuando
éste salió huyendo de Celaya, con las que estaban en Querétaro,
fueron incorporadas al ejército de Don Manuel Flon y después al de
Calleja, cuando el primero se unió al segundo en el pueblo de Dolores.

37
LUIS VELASCO Y MENDOZA

En consecuencia, al partir Calleja de Celaya, el 21 de Noviembre,


siguieron unidas estas compañías a su ejército; y solamente quedó en
la ciudad una corta guarnición, formada por voluntarios, de la cual
era jefe el Sargento Mayor Don José Alonso.(4)
A partir de esa época, ya no hubo paz ni tranquilidad en la ciudad.
Eran continuas las alarmas y los espíritus timoratos añoraban con un
dejo de amargura los tiempos anteriores al levantamiento ocurrido en
el pueblo de Dolores y los años de vida colonial, en que la existencia
de la población se deslizaba mansamente; sin más motivos que
interrumpieran su quietud, que la bulla y la alharaca ocasionadas por
la Jura de los reyes españoles, o por las fiestas que se organizaban en
las celebraciones religiosas.
Ahora también seguían celebrándose funciones de iglesia, con la
misma pompa y boato desplegado en otros tiempos; y las procesiones
alcanzaban la solemnidad y ostentación acostumbrada antes, sobre
todo la que salía en la fiesta del "Corpus", la de la Virgen del Carmen y
la que se sacaba con motivo de la fiesta titular de la Patrona de
Celaya: la Purísima Concepción, en que la ciudad se engalanaba con
sus mejores adornos, mientras en el espacio atronaba el estallido de
los cohetes, armonizado con el repicar de las campanas; pero a pesar
de todo ese júbilo artificial, había intranquilidad en el ambiente y a lo
mejor era interrumpida una de esas celebraciones con alguna
verdadera o falsa alarma.
Para entonces había ya levantado el arquitecto Don Francisco
Eduardo Tresguerras (quien durante la estancia de Calleja se había
visto molestado por sus ideas en favor de la Independencia), catorce
capillas destinadas al Via-Crucis, en el interior del cementerio del
convento de San Francisco; idénticas todas ellas a la que todavía se
puede ver en un costado del templo del "Tercer Orden". En ellas se
acostumbró rezar procesionalmente el oficio dedicado al tránsito
doloroso del Redentor hacia el Calvario; y como todavía no estuviera
satisfecho el señor Tresguerras con esa muestra de su religiosidad,
hasta compuso una larga serie de oraciones para que se rezaran en las
estaciones del mismo Via-Crucis; ordenando por su cuenta la
impresión del cuadernillo que contenía esa devoción, en la imprenta
de Don Juan Bautista Arizpe, en la ciudad de México, el año de
1818.(5)

38
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

Celaya, a la vez que ornamentalmente, había crecido en su


asiento, alcanzando con sus calles y manzanas casi el mismo
perímetro que tiene en nuestros días; pues con excepción del paseo de
la Alameda y la nueva colonia que desde allí se extiende hasta limitar
con el barrio del Zapote, tiene aun la misma urbanización que contaba
ya en aquellos años. Su crecimiento material fue interrumpido a
partir del grito de Dolores, por la contienda de la Independencia, por
las convulsiones revolucionarias que le siguieron y por los trastornos
económicos que a las mismas vinieron aparejados; ya que todos esos
factores contrarios a su prosperidad, no han permitido desde
entonces que la ciudad logre un progreso notable en su estructura, a
pesar de una que otra manifestación esporádica conseguida con la
construcción de varios edificios que después se han levantado, en los
pocos períodos de paz que se ha llegado a disfrutar.
Para defender la plaza de los continuos ataques a que en esos años
se vio expuesta, ya que no contaba con otras fortificaciones más
eficientes, se abrieron varios zanjones muy profundos que, rodeando
a la población, abarcaban hasta los suburbios, ramificándose después
por algunas de sus calles. Con el tiempo varias de esas cortaduras
fueron acondicionadas abovedándolas convenientemente y se formó
así un camino de ronda subterráneo con varias salidas, que partiendo
del convento del Carmen, atravesaba la actual calle de Madero, por lo
que entonces era calle del Beaterio, hasta llegar al convento de San
Francisco; de allí continuaba, pasando por la Cruz, a San Agustín, la
Compañía y San Juan de Dios; y siguiendo por la actual calle de
Juárez (entonces San Juan de Dios, el Diezmo y Nuevo Frente), se
bifurcaba antes de volver al Carmen, llegando así a la Merced. Con
esto, prácticamente todos los conventos estaban convertidos en
baluartes y de allí que desde entonces comenzaran a arruinarse esos
edificios con la invasión en ellos de las tropas y el consiguiente
deterioro ocasionado por el movimiento y las acciones de guerra.
Como en todo el resto del país en que había prendido el brote de
la insurrección, en Celaya se adoptó para protegerse de los ataques
insurgentes, el plan concebido por el Brigadier Don Félix María
Calleja, consistente "en armar todas las poblaciones para su propia
defensa y para la persecución de las cuadrillas que se formasen en sus
respectivos territorios, distribuyendo convenientemente todas las

39
LUIS VELASCO Y MENDOZA

divisiones de tropas del ejército, para que sin necesidad de grandes


marchas pudieran acudir prontamente al auxilio de los puntos
amenazados. Este plan, adoptado por el Virrey, se llevó a ejecución y
él vino a ser la organización militar que tuvo la colonia, hasta que se
verificó la Independencia".(6)
Sucesivamente se fue mejorando esta organización militar en
aquellas partes, en que como en Celaya se había llevado a cabo. En
cada población había un Comandante que reunía todas las
jurisdicciones, a cuyas órdenes estaban los cuerpos o compañías de
caballería, infantería y artillería que se levantaron según el número de
vecinos de cada lugar; y en las haciendas, según su importancia, se
integraron también compañías de treinta o cincuenta hombres, o bien
escuadras de seis a ocho. Todo vecino estaba obligado a servir en
estos cuerpos, y además debían alistarse los barrios al cargo de los
jueces mayores; con eclesiásticos que en cada ocasión los exhortasen,
estando prontos a presentarse en la defensa cuando se les convocara,
con las armas que pudieran procurarse.
Para el armamento de estos cuerpos se mandaron recoger todas
las armas que había dispersas en los pueblos, prohibiéndose bajo
severas penas usarlas a todos los que no estuvieran alistados en los
mismos cuerpos. Los milicianos no sólo habían de hacer el servicio
diario en cada pueblo y ejercitarse los días festivos en el manejo de las
armas, sino que habían de estar prontos a salir, siempre que se
presentase alguna reunión de insurgentes, haciendo el Comandante
que a la tropa de la cabecera se le uniera la de las haciendas
circunvecinas, cuyas compañías debían recorrer los caminos de sus
distritos, arrestando a los sospechosos y dando parte al Comandante
respectivo de cuanto ocurriese digno de noticia. Para el gasto de estos
cuerpos y pago de los individuos que hacían el servicio diario se
mandó formar un fondo de arbitrios provisionales; y donde no los
hubiera, se previno establecer una contribución forzosa, repartida con
equidad y según las posibilidades de cada vecino, que reglamentaría el
Cabildo; nombrando con este fin una comisión compuesta de tres
individuos y un tesorero, para que percibiese los fondos e hiciera los
pagos correspondientes.
En Celaya, el Sargento Mayor Don José Alonso, que fungía como
Comandante militar de la plaza, de acuerdo con el plan que se lleva

40
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

descrito, hacía continuas salidas por los alrededores de la ciudad,


tanto para el desempeño del servicio patrullando el territorio del
distrito, como para prestar su ayuda a otros Comandantes cuyas
demarcaciones se encontraban amenazadas; y así fue como a
mediados de Marzo de 1811, después de haber salido de Celaya con un
batallón de su cuerpo y alguna caballería, desbarató una numerosa
reunión de insurgentes que capitaneaba Cristóbal el Habanero, en el
puerto del Gallinero, cercano a la hacienda de la Erre; y fue a prestar
su cooperación al Teniente Coronel realista, Don Miguel del Campo,
quien por estar en esos días amenazada la ciudad de Guanajuato, se
hallaba en la hacienda de la Quemada, en camino para la capital de la
provincia.
Los insurgentes al saber la ausencia de Alonso, se dirigieron a
atacar a Celaya. Iban al mando de Albino García, a quien llamaban "el
Manco", del Padre Don Rafael García, conocido con el nombre de
"Garcillita", de Fray Santiago Rodríguez y de José Güemes, apodado
"el Anglo-americano"; pero a pesar de su crecido número, se
encontraron con la denodada resistencia de los voluntarios y del
vecindario, siendo finalmente rechazados; y ya de regreso Alonso, con
Del Campo, los persiguieron derrotándolos completamente en "la
Calera", con lo cual los pusieron en completa dispersión.
Mucho contribuyeron esta vez, en el ánimo de los celayenses,
haciendo que éstos intensificaran sus esfuerzos en pro de la
resistencia, al mismo tiempo que les infundían alientos, las prédicas y
exhortaciones del religioso franciscano Fray Manuel Agustín
Gutiérrez, Lector jubilado y Definidor de la Provincia de San Pedro y
San Pablo de Michoacán;(7) y como si esto no fuera bastante, a
iniciativa del Cabildo municipal, en el que figuraba en este año como
Procurador, el arquitecto Don Francisco Eduardo Tresguerras, se
proclamó Generala de las fuerzas que defendían a Celaya, a la imagen
taumaturga de la "Purísima Concepción" que, como Patrona de la
ciudad, era venerada desde sus primeros tiempos en el templo de San
Francisco.
No había sido el ataque descrito, el único que hasta entonces
padecía Celaya, porque ya desde Diciembre del año anterior había
resistido valientemente el vecindario, el empuje de los insurgentes
que acaudillaba el Padre Fray Laureano Saavedra; religioso dominico

41
LUIS VELASCO Y MENDOZA

que había tomado partido por la insurrección y que para esa fecha se
había batido con las fuerzas de Don Francisco Guizarnótegui, Capitán
del Regimiento de Puebla que militaba a las órdenes de Calleja; y en
una de esas ocasiones en que la plaza fue atacada, el Subdelegado Don
Carlos Camargo, que no tenía la conciencia tranquila y que sabía que
los insurgentes lo buscaban y tenían intensos deseos de apoderarse de
su persona para castigarlo por su falsía, que había llegado casi a ser
traición, salió ocultamente de la ciudad y montando a caballo, se
dirigió a toda carrera para Querétaro. Pero como se hubieran dado
cuenta sus enemigos de que huía, destacóse una fuerza de caballería
para que lo alcanzasen y prendiesen. El fugitivo, al verse perseguido,
arrimó las espuelas a los ijares del animal, y azotándolo fuertemente
con el látigo, hizo que la carrera del caballo fuera velocísima. Así logró
Camargo no ser alcanzado por los que lo perseguían, pero apenas
llegó a Querétaro lo atacó una terrible fiebre producida por la
agitación del camino, que lo condujo al sepulcro a los pocos días.(8)
A todo esto, como se recordará, Calleja en su afán de perseguir a
Don Ignacio Allende, había salido de Celaya con su ejército, el 21 de
Noviembre de 1810; y el sábado 24, se presentaba ante Guanajuato,
después de haber pasado por Salamanca, Irapuato y Silao. Desde
luego, a pesar de los esfuerzos de Allende para defender la plaza, el
triunfo de los realistas tuvo que ser inevitable; tanto por los escasos
elementos de que disponían los insurgentes, como porque dentro de
la ciudad abundaban los traidores.
Sin mucho esfuerzo logró pues el Comandante realista
apoderarse, ayudado por Don Manuel Flon, de la plaza de
Guanajuato; mientras que Allende salía huyendo rumbo a Zacatecas,
para unirse en seguida a Hidalgo en Guadalajara, cuando el
Generalísimo había ya establecido su gobierno en esa ciudad; y la
cólera de Calleja estalló al conocer los asesinatos que la plebe de
Guanajuato había cometido cuando partía el Jefe insurgente; tanto
que por orden suya la población hubiera sido pasada a degüello si no
hubiera sido por la valiente intervención del religioso dieguino Fray
Jesús de Belaunzarán, quien despreciando la muerte y empuñando un
crucifijo, se enfrentó con el Conde de la Cadena, que se aprestaba a
cumplir con tan bárbara disposición. Mas no por esto dejó de mandar
fusilar y ahorcar innumerables personas, entre ellas al Intendente

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HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

puesto por Hidalgo, Don José Francisco Gómez y a otros de los


funcionarios insurgentes; no cesando las ejecuciones sino hasta en la
tarde del 29 de Noviembre, en que un repique general anunció a la
empavorecida ciudad la concesión del indulto.
Calleja permaneció en Guanajuato hasta el 12 de Diciembre,
empleando ese tiempo en organizar el gobierno virreinal, como lo
había hecho en todas las poblaciones de su tránsito; nombrando ante
todo Intendente de la Provincia, para cuyo puesto designó a Don
Fernando Pérez Marañón; dando a conocer ampliamente ese
nombramiento en todas las poblaciones de la Intendencia, entre ellas
Celaya, una vez que el cargo fue ratificado por el Virrey.
Aunque la revolución de Independencia se había propagado
rápidamente desde el territorio de Guanajuato, al de Michoacán, la
Nueva Galicia, México, Zacatecas, San Luis Potosí y las Provincias
Internas, hasta el Nuevo Santander, Coahuila y Tejas, el plan de
Calleja era atacar los principales caudillos insurgentes para asestar un
golpe de muerte a la insurrección; y para esto decidió ir sobre
Guadalajara. Así pues, al salir de Guanajuato con su ejército avanzó
para la capital de la Nueva Galicia pasando por León, y el 16 de Enero
de 1811 se encontró en el puente de Calderón ante el ejército de los
insurgentes que, mandado por Hidalgo, Allende y los principales
jefes, había salido de Guadalajara desde dos días antes para
enfrentarse con los realistas.
Éstos ascendían solamente a ocho mil hombres, mientras que los
insurgentes llegaban a la cifra de cien mil; pero desde un principio, al
trabarse la acción, se pudo ver que el armamento y la disciplina de los
soldados del Rey eran superiores e inmejorables; mientras que el
ejército independiente sólo estaba formado por grandes masas de
hombres difíciles de manejar y malamente armados. Por lo tanto el
resultado del combate fue una completa derrota para los insurgentes,
no sin que los realistas tuvieran que lamentar la muerte del segundo
jefe de su ejército, Don Manuel Flon, Conde de la Cadena.
Después de este triunfo, que aniquilaba el principal núcleo
insurgente, Calleja ocupó Guadalajara; en tanto que los caudillos de la
insurrección, seguidos de muy poca gente, se dirigían al Norte del país
creyendo encontrar en los Estados Unidos auxilios para continuar la
lucha; y en cuanto al resto del gran ejército derrotado, éste se dividió

43
LUIS VELASCO Y MENDOZA

en multitud de pequeñas partidas carentes de disciplina, que se


esparcieron en todas direcciones para merodear con otras que ya
desde antes vivían a costa de los habitantes del territorio en que
actuaban, no sin cometer los más criminales excesos en los poblados
cortos que caían en su poder, lo que solamente servía para
desprestigiar a la revolución.(9)

OBRAS CONSULTADAS:

1. Historia de México. Tomo I. Lucas Alamán.


2. Historia de México. Tomo VII. Niceto de Zamacois.
3. La Gaceta de México. Núm. 144 del 30 de Noviembre de 1810.
4. Correspondencia y Diario Militar de Don Agustín de Iturbide. 1810-1813.
Tomo I. Archivo General de la Nación.
5. Via-Crucis Sagrado. Francisco Eduardo Tresguerras.
6. Historia de México. Tomo II. Lucas Alamán.
7. Razón de los Religiosos de la Provincia de Michoacán que se han
distinguido en las presentes revoluciones. 1812. Boletín Núm. 3 del
Archivo General de la Nación. Tomo XI. Núm. 3.
8. Adiciones y rectificaciones a la Historia de México, escrita por Dn. Lucas
Alamán. José María Liceaga.
9. Historia de México. Tomo III. Alfonso Toro.

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HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

CAPÍTULO IV

El guerrillero Insurgente Albino García.- Final aciago de Hidalgo, de


Allende, y de todos los primeros caudillos de la Independencia.-
Albino García emprende otros nuevos ataques sobre Celaya y no
logra apoderarse de la plaza.- Actuación del Brigadier realista Dn.
Diego García Conde, en su nuevo puesto de Comandante de la zona
del Bajío.- El Capitán Dn. Agustín de Iturbide.- La campaña que en
año y medio sostuvo el audaz guerrillero Albino García.- Iturbide
sorprende a éste en el Valle de Santiago y lo coge prisionero en
compañía de su hermano y de otros varios cabecillas.- Los presos
son conducidos a Celaya y presentados allí al Brigadier García
Conde.- Después de un juicio sumario son ejecutados en Celaya:
Albino García, su hermano Francisco y el "Secretario" Pineda.-
Referencias y detalles complementarios sobre la muerte del osado
guerrillero.

A principios de 1811 una de las partidas de guerrilleros que operaban


con más éxito en el territorio de la Intendencia de Guanajuato, era la
de Albino García; y ya se ha visto cómo a mediados de Marzo del
mismo año, intentó apoderarse de Celaya, siendo entonces rechazado
por las milicias urbanas y por los vecinos de la ciudad.
Albino García había nacido en Cerro Blanco,(1) poblado cercano a
Salamanca, y cuando Don Miguel Hidalgo llegó a esa población con el
ejército independiente, de paso para Guanajuato, Albino, que por
entonces trabajaba como caporal en las haciendas inmediatas al Valle
de Santiago, se le presentó al Caudillo, en compañía de su hermano
Pedro García, de Andrés Delgado, apodado "el Giro" y del Padre
Garcillita; y abrazando desde entonces con entusiasmo la causa
independiente, "como disfrutaba de grandes simpatías en el Bajío,
donde era conocido como hombre atrevido y capaz de acometer
difíciles y arriesgadas aventuras, muy pronto consiguió reunir a su
lado un grupo de hombres igualmente atrevidos y resueltos, que lo
seguían de buena voluntad y lo ayudaron a conquistar la fama que
adquirió como uno de los guerrilleros más famosos de la revolución
insurgente.(2)

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LUIS VELASCO Y MENDOZA

García recibió su bautismo de fuego en la hacienda de Quiriceo, al


encontrarse con un destacamento realista que mandaba el Cap. Don
Antonio Linares; y a partir de entonces fueron muchos los combates
en que "el Manco García" tomó participación. Unos favorables y otros
adversos, pero en todos ellos dio siempre evidentes pruebas de arrojo
y valentía; y "la destructora campaña que durante año y medio
sostuvo contra los realistas, fue una cadena no interrumpida de actos
de intrepidez, de asaltos intempestivos y de combates rudos y
sangrientos", teniendo así en continua alarma a las poblaciones del
Bajío, y aun a otras muchas, de las provincias de Michoacán y la
Nueva Galicia; ya que no se libraba de sus embestidas ni la misma
capital de la Intendencia de Guanajuato.
Esa misma alarmante situación privaba en Celaya, cuando a
mediados del mes de Abril, por órdenes del Intendente de
Guanajuato, Don Fernando Pérez Marañón, se publicó, como se había
publicado ya en la capital de la Provincia, un Bando muy solemne, en
el que se confirmaba la noticia dada desde el día 31 de Marzo de que
habían sido aprehendidos en Acatita de Baján, Don Miguel Hidalgo,
Don Ignacio Allende y todos los demás principales jefes de la
revolución; y se ordenaba en el mismo bando: que tal suceso debería
de solemnizarse, como en las demás poblaciones de la Intendencia,
adornando e iluminando por tres día consecutivos todas las casas de
la ciudad.
En Celaya había no pocos simpatizadores y partidarios de la
Independencia, así que la noticia de la aprehensión de los caudillos,
les vino a llenar de dolor y abatimiento; todavía más sensible desde el
momento que no podían libremente manifestar sus sentimientos, y
aun tenían que asociarse a la alegría del partido español, viéndose
obligados a engalanar sus casas para manifestar un contento que
estaban muy lejos de sentir.
Habíase sabido de antemano que después de la derrota del puente
de Calderón, los jefes insurgentes, con muy poca gente, habían
seguido su ruta para el Norte del país, dirigiéndose a Saltillo, que
estaba en poder del Teniente General insurgente Don Mariano
Jiménez; pero que antes, en la hacienda del Pabellón, cercana a
Aguascalientes, Don Miguel Hidalgo había sido despojado del mando

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HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

de Generalísimo del ejército independiente; cuyo grado se había


conferido a Don Ignacio Allende, por acuerdo de los otros jefes.
Pero ya después las noticias eran confusas y no se sabía sino lo
que publicaban las "Gacetas" de México; mas lo cierto fue que ya en
Saltillo, donde Hidalgo y Allende rechazaron el Indulto que el Virrey
Venegas les ofrecía, el mismo Allende convocó a un Consejo de
Guerra, y en él se acordó que se quedaran en esa ciudad dos mil
quinientos hombres al mando del Licenciado Don Ignacio López
Rayón, el Licenciado Arrieta y Don José María Liceaga; mientras que
todos los demás caudillos salían para los Estados Unidos en busca de
nuevos elementos de combate.
Hacia allá se dirigían, cuando al llegar a un lugar, llamado Acatita
de Baján fueron sorprendidos por la traición de Don Ignacio
Elizondo, Capitán realista que se había pasado a los insurgentes y que
disgustado porque Allende no le quiso dar en Saltillo el grado de
Teniente General, preparó en Monclova una contrarrevolución para
acabar con el movimiento independiente. Así pues, fingiendo
Elizondo que salía a recibir a los jefes insurgentes, apostó su gente a
la vuelta de una loma que hay en el camino, al pasar por las norias de
Baján; y adelantándose a los suyos, mostraba rendimiento a los
insurgentes, que confiados seguían sus pasos e iban siendo poco a
poco aprehendidos y maniatados cuando daban la vuelta a la
eminencia que ocultaba a los captores.
Así iban siendo todos detenidos, pero al intimar la rendición a
Don Ignacio Allende, intentó éste resistir disparando un pistoletazo
mientras llamaba a Elizondo "infame traidor". Mas entonces los
aprehensores hicieron fuego, y a consecuencia de la descarga murió el
hijo de Allende y quedó gravemente herido el Teniente General Arias,
que poco después murió.
Presos ya todos los principales jefes, adelantóse Elizondo al
encuentro de la tropa que mandada por Don Rafael Iriarte, seguía a
retaguardia como escolta de los confiados caudillos; y aun cuando los
soldados que caminaban delante hicieron resistencia, fácilmente
fueron vencidos, huyendo Iriarte con los restantes al enterarse de lo
que ocurría.
Los prisioneros fueron trasladados a Monclova, donde quedaron
todos aquellos a quienes consideraban los realistas como de menor

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LUIS VELASCO Y MENDOZA

importancia; y Allende, Hidalgo, Aldama, Abasolo, Jiménez y otros


más a quienes habían puesto grillos y cadenas, fueron conducidos
hasta Chihuahua, donde siguiendo las órdenes del gobierno virreinal
se procedió con la mayor brevedad a la formación de los procesos; y
así en cortísimo tiempo se dieron por terminadas las causas y se
ejecutaron las sentencias de muerte, comenzando las ejecuciones el
día 10 de Mayo; siendo fusilados el 26 de Junio: Allende, Aldama y
Jiménez; mientras que Abasolo escapaba de la muerte para ser
deportado a España y Don Miguel Hidalgo tenía que esperar la
intervención de la autoridad eclesiástica en su proceso por ser
sacerdote, hasta el 30 de Julio; día en que después de haber sido
degradado en su carácter sagrado, fue pasado por las armas.
Con la muerte de los primeros caudillos independientes, terminó
la primera etapa o época de la guerra de Independencia; pero la causa
seguía en pie, porque ya para entonces llamaba la atención por el Sur,
Don José María Morelos y Pavón, con sus brillantes victorias sobre los
realistas; mientras que en Saltillo había quedado el Licenciado Don
Ignacio López Rayón, al frente de los restos del ejército de Hidalgo,
como su sucesor; y en el centro del país las partidas de varios
guerrilleros, entre las que se destacaba ventajosamente la de Albino
García, tenían en jaque al poder del gobierno español.
El 5 de Junio se volvió a presentar Albino García con sus fuerzas
ante los muros de Celaya, poniendo en grandes apuros a la población.
No se decidió a entrar porque ignoraba el número de sus defensores, y
su gente estaba bastante diezmada con las recientes derrotas que
había padecido; pero si hubiera perseverado, quizá no hubiera tenido
que hacer grandes esfuerzos para apoderarse de la plaza, porque a la
sazón el Mayor Alonso, Comandante de la misma, andaba con su
gente prestándole su cooperación a las fuerzas del Teniente Coronel
Castro, por el rumbo de Tultenango y Huichapan.(3)
La intentona no le produjo más fruto a García, que el de encontrar
a un religioso agustino, llamado Fray Gelasio de Jesús Pérez, quien se
había hecho muy amigo suyo en las frecuentes prácticas de su
devoción; y que ahora, al verse de nuevo, le dio su palabra de que más
tarde se le uniría. El religioso cumplió lo ofrecido, pues a poco salía de
Celaya rumbo al pueblo de los Amoles (hoy Cortazar), donde Albino
había dejado algunos hombres para que lo condujeran hasta él. Desde

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HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

entonces ya no se separaron, y el Padre agustino se constituyó en el


confidente del guerrillero. "Este le tomaba su parecer muy a menudo,
y como no sabía firmar, le permitía la autoridad de que a su nombre
dictase órdenes y las firmase como su secretario; según declaró más
tarde el mismo religioso, cuando cayó en poder de los realistas".(4)
Para entonces en Celaya la mayor parte del vecindario había
hecho causa común con los españoles, pues ante la actitud de los
guerrilleros insurgentes, que no se conformaban ya con apoderarse de
los bienes de aquéllos, sino que también hacían extensivos sus
excesos y el robo de efectos y mercancías en general a todos los
habitantes de las poblaciones que caían en su poder, no respetando ni
aun a los sacerdotes y a los templos, tuvieron que reaccionar en
defensa de sus personas e intereses.
Albino García no se sujetaba ni a la autoridad de la Junta
revolucionaria de Zitácuaro, que estableció el Licenciado Don Ignacio
López Rayón después de haber hecho una admirable y heroica
retirada desde Saltillo; y hasta se mofaba de los términos de "Muy
Alta y Soberana Junta" que usaba la misma en sus comunicaciones,
diciendo: "no hay más Soberano que Dios, ni más alturas que las de
los montes, ni más juntas que las de los ríos". Con esto, ante esa
actitud, la Junta de Zitácuaro procuró someter a su autoridad al
rebelde guerrillero, y para conseguirlo despachó contra él a las fuerzas
de Rubí Cagiga y el P. Fray Laureano Saavedra; quien llegó a enviar
una proclama al Ayuntamiento de Celaya, en la que condenaba
acremente la actitud de Albino con frases altisonantes y llenas de
retórica y sofisterías, como éstas: "¡Oh maldito manco Albino! Atila
del Septentrión, aborto del infierno, monstruo horrible de
impiedades, tus infamias, tus imponderables infamias, tus daños
incalculables, han obligado a muchos fieles patriotas a trasladarse a
los lugares ocupados por el tirano enemigo!"...; mas a pesar de todos
los esfuerzos de quienes pretendían sujetar al famoso guerrillero, éste
siguió conservando su independencia y siempre obró por su propia
cuenta y riesgo.
En el transcurso de Junio y Julio emprendió Albino García otros
ataques sobre varias poblaciones del Bajío, sufriendo un descalabro
en el Valle de Santiago; pero no obstante los reveses padecidos,
nuevas guerrillas acudían sin cesar a juntarse con su gente, que ya

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LUIS VELASCO Y MENDOZA

para entonces había creado fama de valiente y obstinada. El nuevo


golpe sufrido, obligó a Albino a permanecer inactivo durante algunos
meses; pero tales fracasos, no cambiaban en nada sus proyectos, pues
apenas restablecido un poco y habiéndosele agregado las partidas de
Tomás Baltierra alias "Salmerón", Toribio Natera y el Negro Valero,
volvió con gran brío a atacar a Celaya, el día 23 de Septiembre; pero
no pudo ahora tampoco apoderarse de la plaza, porque demás de
trescientos voluntarios urbanos, mandados por el nuevo Comandante
militar Don Juan Antonio Oviedo, se contaba con una fuerza de
doscientos soldados veteranos que, a las órdenes del Teniente Coronel
Don Miguel del Campo, hicieron una brillante defensa de la ciudad,
poniendo en fuga a los atacantes.
No fue éste el último asalto que de parte de Albino García tuvo
que resistir Celaya, porque todavía el 5 de Mayo de 1812 volvió a
repetir el intento de apoderarse de la ciudad. En esta ocasión se
combatió por ambas partes con denuedo, y Albino estuvo a punto de
alcanzar el logro de sus deseos porque en una de las embestidas de su
gente consiguió cruzar la cortadura que había en la calle de San Juan
de Dios, que era por el rumbo donde él siempre concentraba sus
ataques, y casi llegó hasta el centro de la población a pesar que de los
conventos, convertidos en fortalezas, y de las torres de los templos,
era sostenido un vivo fuego de fusilería. Mas habiéndose anunciado la
llegada de fuerzas realistas por el rumbo de Querétaro, antes que
verse envuelto, prefirió García retirarse como en otras ocasiones; sin
haber causado más daño que el incendio de algunas casas y el
consiguiente saldo de muertos y heridos, que fue insignificante entre
los defensores.
Hacía tiempo ya que el Brigadier Don Diego García Conde había
sido destinado por el General Calleja para resguardar la vasta zona del
Bajío, teniendo bajo sus órdenes al Coronel Don Diego Oroz, que
mandaba dos escuadrones del cuerpo de Frontera, y al Capitán Don
Agustín de Iturbide, que se encontraba al frente del Batallón Mixto.
Con estas fuerzas hacía continuos recorridos el Brigadier, por el
peligroso territorio que se le había confiado; bien para auxiliar a las
guarniciones de las poblaciones atacadas por los insurgentes, para
desbaratar las reuniones de guerrilleros exterminando las gavillas, o

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HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

para custodiar las remesas de plata y mercancías; ya fuera que


salieran de Guanajuato para la capital del virreinato, o viceversa.
Don Agustín de Iturbide se destacaba ya de un modo brillante en
todas las acciones de armas en que le tocaba tomar parte, pues desde
la batalla del Monte de las Cruces, en que combatió a las órdenes del
Comandante Don Torcuato Trujillo, su nombre había sido citado
honoríficamente en el parte enviado al Virrey; y así había seguido
dando pruebas bajo diversos mandos, de su inteligencia, intrepidez y
valor, en la campaña del Sur y posteriormente en la provincia de
Michoacán; de donde había pasado a depender de la División que
mandaba el Brigadier Don Diego García Conde.(5)
Urgido cada día más el mismo García Conde por el Virrey
Venegas, para que exterminara la partida que capitaneaba Albino
García; y excitado por el atrevimiento del mismo guerrillero; quien
para esas fechas, o sea en Mayo de 1812, tenía una larga lista en el
haber de sus hazañas, determinó poner en ejecución un plan que le
propuso el Capitán Iturbide.
Para entonces Albino, había atacado cuatro veces a Celaya, siendo
en todas esas ocasiones rechazado; había tomado Pénjamo,
saqueando despiadadamente a la población; se había apoderado de
Lagos, cometiendo allí los peores excesos, porque aparte del
consabido saqueo, hasta los templos fueron profanados; había
entrado a Dolores, donde dio muerte al Subdelegado Don Ramón
Montemayor; cayó sobre Aguascalientes, plaza que fue horriblemente
saqueada; amenazó varias veces a Guanajuato, llegando en una de
ellas a introducirse casi hasta el centro de la ciudad; intentó
apoderarse del General Don Félix María Calleja con un audaz golpe de
mano que le falló, cuando el mismo General se encontraba
descansando en la hacienda de Cuevas; atacó a San Miguel el Grande,
Dolores y San Felipe; derrotó al Brigadier García Conde en el Valle de
Santiago, y a Don Ángel Linares en San Pedro Piedra Gorda; atacó
muchas veces a Irapuato, sin haber logrado tomar la plaza; y
finalmente, se había convertido en un grave peligro para los tropas
realistas que operaban en todo el Bajío.
Es cierto que también había padecido muchos descalabros, mas
parecía que Albino cobraba ánimos en cada derrota, tornándose por
momentos más experto, terrible y audaz; pues hasta trató de

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LUIS VELASCO Y MENDOZA

ensanchar la vasta esfera de sus correrías, poniéndose de acuerdo con


los guerrilleros Manuel Muñiz y el Padre José Luciano Navarrete, que
operaban en la Intendencia de Valladolid, para caer juntos sobre la
ciudad del mismo nombre. Pero apercibidos los realistas, se
prepararon a la defensa y se puso en camino el Capitán Don Antonio
Linares, que excursionaba por Guanajuato mandando el cuerpo de
"Voluntarios de Celaya", para ofrecer su cooperación a las tropas que
guarnecían la ciudad amenazada; sujetándose a las disposiciones del
Brigadier Don Torcuato Trujillo, Comandante de la Provincia.
Y sucedió que en el tránsito para Valladolid, en el pueblo de
Tarímbaro, Albino García descubrió a la columna de Don Antonio
Linares; y creyendo fácil vencer a los realistas, dada la superioridad
numérica de los guerrilleros, cargó impetuosamente sobre los
soldados del Rey, pretendiendo envolverlos; pero éstos recibieron a la
tropa de García a cañonazos, haciéndoles horrible mortandad. En
esas condiciones fue imposible continuar combatiendo; la confusión
se apoderó de los insurgentes y todos comenzaron a dispersarse como
de costumbre, en pequeños grupos que debían presentarse lo más
pronto posible en el lugar que el "Manco García" les había señalado de
antemano. Entre los jefes realistas que se distinguieron en la acción,
por su valor, iniciativa e intrepidez, mereció especial mención Don
Domingo Rábago, Conde de Rábago, vecino de Celaya que a la sazón
servía como voluntario en la tropa de Linares; quien como se ha visto
antes, era también nativo de la misma población.(6)
Resuelto pues el Brigadier García Conde a acabar con Albino
García y con su partida, mientras se dedicaba a conducir,
custodiándolo, un cargamento de barras de plata que debería ser
cambiado en Querétaro por el numerario y los efectos necesarios para
el laborío de las minas; marchó Iturbide a Guadalajara a ponerse de
acuerdo sobre su plan de campaña con el Comandante de la
Provincia, Don José de la Cruz, y con Negrete; que aprovechándose de
la circunstancia de haber sido aprehendido por esos mismos días el
insurgente Don José Antonio Torres, pudo libremente al mando de su
División, ofrecer su cooperación al jefe del Bajío; para dedicarse a la
persecución de Albino.
Negrete cubriría los caminos que desde Parangueo y Yuriria,
conducen al Valle de Santiago; y García Conde, que estaba en Silao,

52
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

haría lo mismo con el de Celaya; pero Albino se les adelantó, y el 1º de


Mayo atacaba con numerosa fuerza a Irapuato. Destacado entonces el
realista Villalba, se retiraron los insurgentes; pero todavía el 5, como
se ha visto, pretendía Albino tomar a Celaya, sin conseguir su objetivo
porque fue allí rechazado.
Pasaron los días y el 15, en la madrugada, salió García Conde de
Silao con su convoy, tratando de poner en ejecución el plan acordado;
pero Albino que era muy astuto y sagaz, no lo esperó; sino que se
dirigió con toda su fuerza sobre Negrete, que estaba en Parangueo, y
lo puso en tal aprieto, que a no haber sido por el oportuno auxilio que
le prestó el mismo García Conde, hubiera sido derrotado. En cambio
Albino tuvo que retirarse con alguna pérdida, entre la que se contó a
Clemente Vidal, uno de sus lugartenientes de más confianza.
Los realistas continuaron el acoso, persiguiendo el logro de sus
afanes y formaron entonces tres columnas mandadas por García
Conde, Negrete e Iturbide. Con esas fuerzas fueron sobre el Valle de
Santiago, guarida habitual de Albino, y como no lo encontraron allí y
pasara el tiempo sin ningún resultado práctico, Negrete resolvió
regresar a Jalisco; en tanto que las dos columnas restantes, durante
diez y siete días de activa campaña, en vano buscaban y perseguían al
"Manco García"; no pudiendo dar con él, a pesar de tenerlo a veces
muy cerca y de que casi no se podía mover porque estaba enfermo de
gota.
El día 4 de Junio, habiendo llegado García Conde a Salamanca con
el convoy que resguardaba; supo en esa plaza que Francisco García,
hermano de Albino que era más conocido con el nombre de "el
Brigadier Don Panchito", estaba en el Valle, posiblemente
acompañado del famoso guerrillero. Inmediatamente el Jefe realista
formó su plan con Iturbide, y al anochecer salió éste con ciento
sesenta jinetes, pretextando que iba para el pueblo de los Amoles (hoy
Cortazar); pero en el camino rápidamente volvió grupas hacia el Valle
de Santiago, llegando a sus goteras a las dos de la mañana del día 5.
Con astucia y con maña se hizo Iturbide del "santo y seña" que
tenían los insurgentes, con lo cual logró penetrar al pueblo sin ser
sentido, sorprendiendo allí en su sueño a los guerrilleros. Estos al
despertar trataron de defenderse, y muchos de ellos consiguieron
huir; pero en cambio, otros tantos fueron detenidos, contándose entre

53
LUIS VELASCO Y MENDOZA

los prisioneros al propio Albino y a su hermano Francisco, con el


"Secretario" Pineda y otros varios cabecillas.
La sorpresa había sido un éxito completo para Iturbide y su
hazaña vino a terminar de hacer famosos al Capitán realista en toda la
colonia, pero su gloria quedó empañada con la crueldad que entonces
desplegó; porque no contento con la mortandad que habían sufrido
los insurgentes al hacerles perder casi doscientos hombres, todavía
ordenó que fueran pasados por las armas en la Plaza del pueblo, más
de ciento cincuenta guerrilleros que habían caído prisioneros; y
terminada la fúnebre tarea, salió inmediatamente para Celaya, a
donde condujo entre filas a los principales cabecillas; no sin que por
el camino tuviera que dispersar a varias gavillas, que trataban de
libertar a Albino y a sus desdichados compañeros.
El mismo 5 de Junio, a las cinco y media de la tarde, llegaba a
Celaya de regreso de su afortunada expedición, Don Agustín de
Iturbide, conduciendo a sus prisioneros;(7) en tanto que García
Conde, que había establecido días antes en la ciudad su Cuartel
General, lo recibía con el consiguiente júbilo y la satisfacción de quien
ve por fin realizados todos su anhelos.
Los realistas traían a Albino García, con su hermano y algunos
otros compañeros, atado con sogas y cargado de cadenas; y lo
llevaban casi a rastras por entre la multitud para exhibirlo como se
hace con las fieras de algún circo; mientras que las campanas de todos
los templos repicaban a vuelo y se le hacían salvas de artillería,
porque García Conde había dispuesto que se le tributara ese
recibimiento en son de burla, como si se tratara de algún alto jefe del
ejército realista. Una vez llegados a la Plaza Mayor, fueron colocados
los presos frente al Mesón de Guadalupe, alojamiento del Brigadier
García Conde, y allí este jefe le dijo al insurgente: "Hasta que caíste,
dignísimo ladrón"; a lo que Albino se apresuró a contestar con flema:
"Pero como lo hacen los hombres, y no los canallas, dignísimo
compañero".(8)
En seguida desde el balcón central del Mesón de Guadalupe, el
mismo desde donde el Cura Don Miguel Hidalgo se había dirigido en
memorable ocasión al pueblo y a su ejército reunidos en la Plaza,
García Conde habló a la muchedumbre, que se había apiñado para ver
de cerca al hombre que todavía un mes antes había puesto en tan gran

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HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

aprieto a Celaya, y les improvisó un discurso harto soez y villano por


los insultos que en él enderezaba al inerme guerrillero, como un ruin
desquite por todas las fatigas y trabajos que le había hecho pasar
durante la campaña.
Después de esta ultrajante escena, que desdice mucho de la
proverbial caballerosidad española, Albino y su hermano fueron
puestos en capilla; sufriendo entonces un trato inhumano de parte de
sus aprehensores, quienes empeñados en arrancar a los presos alguna
declaración que descubriera el paradero de las grandes riquezas que
según se decía, había logrado atesorar el insurgente; y les diera a
conocer también el lugar en que podían ser localizados Cleto
Camacho, "Salmerón" y "el Giro" y otros cabecillas que no habían
caído prisioneros. Nada obtuvieron los realistas con ese sistema y
tuvieron que abandonar su actitud ante la firmeza de Albino, quien se
dedicó a escribir a sus ancianos padres para pedirles perdón y
despedirse de ellos, disponiéndose luego para morir cristianamente.
Sobre su muerte, existe un pormenorizado relato, que hace en la
bien documentada obra "El Insurgente Albino García" su autor: el
Licenciado Don Fernando Osorno Castro; y como la narración de los
últimos momentos del jefe guerrillero tiene un gran interés, no resisto
al deseo de incluir a continuación ese conmovedor pasaje, dice así:
"La mañana del 8 de Junio de 1812, poco antes de salir el sol, un
nutrido pelotón de soldados se acercó a la celda en que se hallaban los
hermanos García, y el jefe se adelantó para avisar a los sentenciados
que había llegado la hora de sufrir su terrible castigo. Albino y
Francisco permanecieron callados durante algunos segundos,
mientras acababan de decir sus últimas oraciones, y en seguida
salieron con paso firme hasta donde estaba la tropa. Los esperaba,
escoltado, su compañero de suplicio, Pineda, que había sido antes
Tambor de los Dragones de Puebla.
"Oyóse un toque de corneta, una voz estentórea que ordenaba que
se diera media vuelta, y después se estremeció el espacio con el
rítmico sonar de los tambores. El redoble era lento, majestuoso y
triste, y siguiendo su compás empezaron a andar con gallardía los
insurgentes entre la doble valla de soldados, llegando así hasta la
plazuela de la Cruz, que era el lugar señalado para cumplir la
sentencia.

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LUIS VELASCO Y MENDOZA

"El pueblo, entretenido con la espectacular escena, se


arremolinaba deseoso de poder contemplar el fusilamiento, por lo que
'el Manco' indignado, paseó su mirada penetrante sobre las caras de la
muchedumbre, que denotaba en verdad un regocijo estúpido y una
curiosidad que rayaba en lo infantil.
"Un oficial se acercó a ofrecer a lo reos una venda para cubrir sus
ojos, pero Albino la rechazó con disgusto y Francisco, sin poderse
contener, la arrebató de las manos al realista, arrojándosela al rostro.
Los ojos del soldado centellearon de rabia, y un alarido de júbilo brotó
de la multitud. Los tres insurgentes tornaron a besar el crucifijo que
llevaba en las manos el Capellán que los había acompañado hasta el
lugar del suplicio; recibieron de rodillas la bendición, y en seguida se
volvieron para decirse las últimas palabras. Un fuerte abrazo selló la
despedida. Después, colocados de pie a poca distancia uno de otro,
volvieron la cara hacia el piquete encargado de la ejecución, y
enmudecieron de pronto para esperar las maniobras del enemigo, que
lleno de admiración los contemplaba en medio del silencio. Albino
estaba sereno e impasible, heroico. Don Panchito sonreía; diríase que
los dos ignoraban su suerte.
"Las voces de mando les hicieron fijar la mirada en el piquete de
soldados que les apuntaban, sonó la descarga, y los tres guerrilleros
contrajeron instintivamente los hombros al sentirse heridos por las
balas, permanecieron un segundo más en pie, tambaleándose como si
fueran a realizar alguna proeza de equilibrio y al fin se desplomaron
con pesadez al suelo bañados en sangre, quedándose allí con horribles
temblores por las últimas convulsiones de la muerte.(9)
Después de haber sido suspendidos por cuatro horas en la horca,
los cadáveres de los ajusticiados a efecto de que todos los viesen;
como un ejemplar escarmiento para otros guerrilleros, se dispuso que
el cuerpo de Albino fuera descuartizado, para poner su cabeza en una
viga, en la cortadura de la calle de San Juan de Dios (hoy Juárez),
lugar por donde el guerrillero había siempre descargado sus ataques;
una mano se remitió a Guanajuato, para ser colocada en la cumbre del
cerro de San Miguel; y la otra, que tenía estropeada y que le había
acarreado el sobrenombre de "el Manco", fue remitida a Irapuato;
aunque sólo llegó hasta Salamanca, donde se clavó en la plaza.

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HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

Tan bárbara disposición estaba de acuerdo con la costumbre


establecida en aquellos tiempos, y así fue como un año antes, después
de haber sido fusilados en Chihuahua los principales caudillos de la
insurrección: Hidalgo, Allende, Aldama y Jiménez, sus cadáveres
habían sido mutilados para desprenderles las cabezas; y éstas fueron
enviadas a la ciudad de Guanajuato, para ser colocadas en unas jaulas
de hierro que se colgaron en lo alto de las esquinas de la Alhóndiga de
Granaditas.
A la consumación de la Independencia, el arquitecto Don
Francisco Eduardo Tresguerras, que entre sus muchas virtudes
cultivaba la del patriotismo, hizo reunir los restos de Albino García y
los colocó en un nicho que existió en el osario de la Parroquia de
Celaya; pero por desgracia, algunos años más tarde, cuando
Tresguerras hubo desaparecido, fueron sacados de allí los despojos de
García por una mano desconocida, y sepultados posteriormente en
algún lugar que no se ha podido encontrar hasta la fecha.
"Iturbide fue ascendido por el Virrey al grado de Teniente
Coronel, y cuando llegó a México con García Conde, acompañando el
convoy de plata, todas las miradas se dirigían a él, y la muchedumbre
lo señalaba como a un héroe. ¡Proféticos anuncios de su elevación
futura, revelaciones del destino anticipadas por el instinto de las
muchedumbres, que adivinaban a sus favoritos!".(10)
Después de la muerte de Albino García, en el resto del año de
1812, hubo como un respiro en todo el Bajío, debido a que decrecieron
bastante las actividades en el campo de la revolución; pues a pesar de
que se organizaron entonces en la Intendencia de Guanajuato grandes
gavillas a cuyo frente estaban "el Giro", "Salmerón", Cleto Camacho,
Bruno Guadiana y otros cabecillas; las hazañas de todos ellos no
llegaron a igualar nunca a las proezas del atrevido y osado guerrillero
desaparecido; y era tal la fama adquirida por él, al haber conservado
con su intrepidez vivo el fuego de la insurrección, que todavía después
de transcurrir muchos años, quedaba un recuerdo imborrable de su
temeridad, en todos los corazones.

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LUIS VELASCO Y MENDOZA

OBRAS CONSULTADAS:

1. El Insurgente Albino García. Fernando Osorno Castro.


2. Biografías de Héroes y Caudillos de la Independencia. Alejandro
Villaseñor y Villaseñor.
3. Historia de México. Tomo II. Lucas Alamán.
4. Documentos Inéditos o muy Raros para la Historia de México. El Clero de
México y la Guerra de Independencia. Tomo IX. Genaro García.
5. Hombres Ilustres Mexicanos. Agustín de Iturbide. Tomo IV. José Olmedo
y Luna.
6. Historia de México. Tomo II. Lucas Alamán.
7. Historia de la Revolución Hispano-Americana. Tomo II. José Mariano
Torrente.
8. Celaya. David Reynoso Beltrán.
9. El Insurgente Albino García. Fernando Osorno Castro.
10. Vida de Agustín de Iturbide. Carlos Navarro y Rodrigo.

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HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

CAPÍTULO V

La Junta revolucionaria de Zitácuaro.- Uno de sus vocales, Dn. José


María Liceaga, es nombrado Comandante de las fuerzas
insurgentes en el Bajío, y ataca a Celaya en Enero de 1813.- Acude
en auxilio de la plaza el Teniente realista, Dn. Manuel Gómez
Pedraza, y derrota completamente a los independientes.- El
Mariscal de Campo, Dn. Félix María Calleja del Rey, es nombrado
60º Virrey de la Nueva España, y toma posesión de su cargo.- Dn.
Agustín de Iturbide obtiene una señalada victoria contra los
insurgentes en Salvatierra.- Como recompensa a ese triunfo, es
nombrado por el Virrey Coronel Comandante del Regimiento de
Celaya y Comandante General de las armas realistas en el Bajío.-
Organización que se da al "Regimiento de Celaya".- Las Cortes de
Cádiz y la Constitución española de 1812.- Se jura la Constitución
en toda la Nueva España.- Festejos con que fue celebrada en Celaya
la jura de la Constitución española.

El 10 de Enero de 1813 volvieron a presentarse los insurgentes ante


Celaya pretendiendo apoderarse de la ciudad; y con esa intención
venían ahora en gran número, mandados por Don José María
Liceaga, uno de los tres vocales de la Junta de Zitácuaro que, por
acuerdo con sus colegas, había sido nombrado jefe de las fuerzas de la
revolución en el Bajío.(1)
Como se recordará, la expresada Junta había sido establecida en
el pueblo de San Juan Zitácuaro por el Lic. Don Ignacio López Rayón,
sucesor de Hidalgo, con el fin de unificar el mando de los ejércitos
insurgentes, creando al mismo tiempo un poder central que
gobernara el territorio hasta entonces dominado por los
independientes. Compúsose la Junta: del mismo Rayón, como
Presidente; y de Don José Ma. Liceaga y Don José Sixto Verduzco,
como Vocales. De éstos, Liceaga, que era miembro de una familia
acomodada de Guanajuato, había seguido a los primeros caudillos
insurgentes hasta Saltillo, y aunque valiente y arrojado, fue siempre
desafortunado en sus empresas bélicas. En cuanto a Verduzco,
sacerdote que había estado de Cura en Tuzantla, a más de ser un

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LUIS VELASCO Y MENDOZA

hombre ávido de mando con el defecto de estar muy pagado de sí


mismo, carecía de valor y sus conocimientos en el arte de la guerra
eran completamente nulos.
Con un "Manifiesto" dirigido a la Nación, dio a conocer la Junta
de Zitácuaro su establecimiento, dictando desde luego algunas
disposiciones tendientes a imponer su autoridad entre los
insurgentes; pero muchos Jefes, como se ha visto en el caso de Albino
García, menospreciaban su poder, y aun entre sus mismos miembros
muy pronto surgieron diferencias por cuestiones personales y de
preeminencia en el mando; entorpeciendo así la marcha de las
operaciones de guerra y dando con su conducta un deplorable
ejemplo a los mismos a quienes pretendían sujetar a su autoridad y
dominio; en tanto que el Virrey, comprendiendo que era muy
necesario destruir a este centro de gobierno insurgente, urgía a
Calleja, que tenía cinco meses de permanecer en Guanajuato, para
que saliera de aquella ciudad y acabara cuanto antes con la Junta,
apoderándose de sus componentes y del pueblo de Zitácuaro.
El 2 de Enero de 1812, Calleja, sin grandes esfuerzos consiguió
tomar esa población, que los independientes creían inexpugnable; y la
Junta, después de ponerse a salvo, había ido peregrinando de un lugar
a otro. De Zitácuaro pasó a Tlachapa y de allí a Sultepec, donde se le
reunió el Dr. Don José María Cos; pero siempre perseguida, tuvo que
retirarse hasta Amatepec; y finalmente, aunque contaba con el apoyo
y la adhesión de Don José María Morelos, que para entonces era ya el
destacado y victorioso jefe insurgente que con tesón sostenía la causa
de la Independencia en el Sur, optaron los miembros de la expresada
Junta, por separarse de común acuerdo, con el fin de operar en
diferentes lugares, buscando así el mejor éxito en la campaña.
Rayón intentó apoderarse de Toluca, y al efecto la atacó varias
veces, siendo siempre rechazado; por lo que prefirió seguir militando
por el rumbo de Tlalpujahua y Huichapan; mientras que Liceaga
partía a ponerse al frente de las fuerzas insurgentes en la región del
Bajío, con el nombramiento de General de las Provincias del Norte; y
Verduzco marchaba a la Intendencia de Michoacán, donde logró
reunir un ejército considerable, que a pesar de su importancia fue de
muy poca utilidad, debido a la fatuidad y falta de espíritu militar del
jefe que lo mandaba.

60
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

Por caminos extraviados llegó Liceaga a la Provincia de


Guanajuato y en seguida de visitar su hacienda de la Laja, situada
entre León y Silao, procuró hacerse reconocer, con muy poco éxito,
por todos los jefes independientes de la región. Y no tuvo mejor
fortuna en sus operaciones militares, pues Iturbide lo derrotó en el
Valle de Santiago, y García Conde lo persiguió con tenacidad, hasta
que se vio obligado a refugiarse en unas pequeñas islas del lago de
Yuriria, que desde entonces tomaron su nombre, las cuales fortificó lo
mejor que pudo, proveyéndolas de artillería; y para mayor seguridad
las unió por medio de una ancha calzada, rodeándolas con una cerca
de piedras, de dos varas de alto, con foso y estacada de ramas
espinosas.
El General insurgente creía que los realistas no se podrían
apoderar de su reducto, ni que lo podrían llegar a conquistar; pero
Iturbide, que había empezado por limpiar de insurgentes las riberas
del lago, tripulando una pequeña escuadrilla de balsas y canoas, tomó
por asalto las islas, la noche del 31 de Octubre de 1812; escapándose
Liceaga de caer prisionero, debido a que algunos días antes había
abandonado el reducto dejándolo al mando del Padre Mariano
Ramírez, quien sí fue aprehendido y fusilado con todos los demás
guerrilleros que cayeron en manos del Teniente Coronel realista.
Después de este fracaso, Liceaga, que se había dirigido al pueblo
de Dolores, permaneció allí algún tiempo que empleó en reorganizar
sus fuerzas; y habiéndose unido con su gente, en compañía de su
segundo, el Doctor Don José María Cos, a las partidas de Rubí y de
algunos otros cabecillas que operaban por el rumbo, con todos ellos
intentó apoderarse de Celaya; emprendiendo el ataque de la
población el día 10 de Enero de 1813, como se dijo ya al principio de
este capítulo.
En esta ocasión era Comandante de la plaza de Celaya el Capitán
realista Don Francisco Guizarnótegui, y la guarnición se componía de
vecinos armados, en la que estaba comprendida una sección de
caballería que acababa de llegar de un recorrido hecho precisamente
por el rumbo de Dolores; circunstancia que favoreció a los atacantes,
porque la caballada se encontraba sumamente cansada. Al comenzar
el ataque, los realistas de Celaya, para detener el avance de los
contrarios, destacaron hasta el barrio de San Miguel una fuerza de

61
LUIS VELASCO Y MENDOZA

cincuenta jinetes y un número igual de infantes, con un cañón de


corto calibre. Los independientes se arrojaron sobre esta fuerza con
ímpetu, arrollando a la caballería, cuyos corceles, como se ha dicho, se
encontraban muy fatigados; y atropellada la infantería por sus
mismos jinetes, se desbandó abandonando el cañón, y no sin perder
en la refriega, aparte de un crecido número de heridos, cuarenta
hombres que quedaron muertos en el campo de la acción.
Entre éstos, se encontraba el Capitán Villanueva, que mandaba la
sección, y el religioso carmelita, Fray Manuel de Santa Bárbara,
español, decidido realista "que había combatido a los insurgentes no
menos con las exhortaciones que con las armas".(2) Con el golpe
recibido y ante esas pérdidas, la guarnición se concentró en las calles
en que estaban las cortaduras y algunos parapetos, resuelta a
defenderse hasta el último extremo; en tanto que los independientes
avanzaban arrolladoramente en su seguimiento, pretendiendo
apoderarse de las trincheras para abrirse paso hasta el centro de la
ciudad.
Mas a pesar de esa primera fase del combate que resultó tan
ventajosa para los insurgentes, no obstante sus repetidos asaltos y los
actos de valor de que dieron muestras, fueron rechazados una y otra
vez; y al fin optaron por retirarse a las inmediaciones de la población,
con objeto de seguir desde allí amagándola mientras pretendían
reducir a los defensores por hambre, a cuyo efecto impedían que
entraran víveres en la plaza; sin dejar por esto de prepararse para
emprender un nuevo ataque.
Pero avisado el Comandante de la Brigada que guarnecía a
Querétaro, por el Comandante de las armas en el pueblo de Apaseo,
de lo que estaba pasando, y de la crítica situación en que se
encontraba la guarnición sitiada en Celaya, mandó el primero
inmediatamente en su socorro un refuerzo de cien jinetes de la escolta
del Brigadier Don Torcuato Trujillo, que a la sazón, procedente de
Michoacán, se encontraba en Querétaro esperando poder pasar a
México; los que unidos a ciento cincuenta realistas que había de
resguardo en la hacienda de Obrajuelo y algunas otras del rumbo,
hicieron un total de doscientos cincuenta hombres de tropa, a cuyo
frente iba el Teniente Don Manuel Gómez, más conocido después con
el apellido de Gómez Pedraza.(3)

62
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

El auxilio llegó en el momento preciso en que los insurgentes se


preparaban para arrojarse nuevamente sobre Celaya, siendo atacados
por Gómez Pedraza a las dos de la tarde del día 11 de Enero, en el
lugar llamado Peña Colorada. En esa acción los derrotó
completamente, y en su parte, rendido el mismo día 11 desde Celaya, a
donde entró en medio del entusiasmo delirante de la población, pinta
los resultados del combate, empleando términos que estaban en
aquella época en contra de los que luchaban por la emancipación: "les
hemos muerto", decía, "noventa ladrones, quitado cuatrocientos
caballos ensillados y en pelo, un cañón de cuatro con cureña, un
pedrero de a dos llevado por un macho, cuatro mulas con varias
municiones, porción de fusiles y carabinas, algunas espadas y lanzas,
dos cajas militares, una tambora, una bandera, etc." Y en seguida, en
su comunicación, hacía resaltar el valor de los que con él habían
alcanzado el triunfo, y decía: "Faltaría a la justicia si no hiciera a V. un
digno elogio de los oficiales que me acompañaron en la acción, pues el
de mis soldados es inútil expresarlo cuando su mayor honor consiste
en ser los defensores de Michoacán, instruidos en el arte de la guerra
por nuestro ilustre jefe". (Se refería al hasta entonces comandante de
la Provincia de Michoacán, Don Torcuato Trujillo).(4)
Los insurgentes en su retirada, como una venganza por esa
derrota que echó por tierra sus pretensiones, incendiaron todos los
trojes de las haciendas inmediatas a Celaya, consumiendo el fuego
todo el trigo y el maíz de que estaban llenos. Tal medida que había
sido decretada por la "Junta de Zitácuaro", la puso por primera vez en
práctica Liceaga, inaugurando con ella el método atroz de destrucción
que con el tiempo alcanzó tan tremendo auge; tanto que sus
desastrosos efectos se podían contemplar en las arruinadas haciendas
del Bajío, todavía después de la Independencia y hasta en las
postrimerías del Siglo pasado.
Después del ataque que, de parte de Don José María Liceaga y de
su gente, experimentó Celaya, se puede decir que ya no tuvo que
sufrir ningún otro asalto en todo el tiempo que duró la guerra de
Independencia; pues la plaza, como todas las de alguna importancia
de la Intendencia de Guanajuato, contaba con una considerable
guarnición de tropa veterana, además de que se habían armado los
vecinos para prestar su cooperación en la defensa; resultando con esta

63
LUIS VELASCO Y MENDOZA

previsión, infructuosos los esfuerzos que hicieran los insurgentes para


tomarla, limitándose entonces éstos a hostilizar a las haciendas y
pueblos indefensos, aplicando en esos lugares el sistema adoptado por
la Junta y seguido por sus subordinados, de destruir las fincas de
campo y las semillas acopiadas en ellas; tratando así de rendir, con la
falta de subsistencias, a las poblaciones fortificadas, ya que no lo
podían hacer por medio de las armas.
A principios de Marzo, por acuerdo de la Regencia de España, el
Virrey Don Francisco Javier Venegas entregó el gobierno de la colonia
a su sucesor el ahora Mariscal de Campo Don Félix María Calleja del
Rey; quien había sido designado desde Septiembre del año anterior
para que se hiciera cargo del Virreinato. Su encumbramiento fue
recibido en Celaya con grandes muestras de satisfacción por los
realistas de la guarnición, muchos de los cuales habían pertenecido al
ejército del nuevo mandatario; pues comprendieron que la campaña
contra la insurrección iba a entrar en una nueva fase de actividad; y
por su parte el Ayuntamiento, celebró la exaltación de Calleja al
virreinato, como había celebrado la de sus predecesores, con una
solemne misa de gracias y un "Te Deum", que tuvieron verificativo en
el templo parroquial; con la asistencia acostumbrada del mismo
Cabildo, las órdenes religiosas, los Tribunales, y los principales
vecinos de la ciudad, encabezados por la nobleza.
En ese estado de cosas, seguía el Teniente Coronel, Don Agustín
de Iturbide, persiguiendo con tenacidad a los guerrilleros y a las
fuerzas de los insurgentes que operaban en el Bajío; y como en los
primeros días de Abril del mismo año, supiera que en el Valle de
Santiago se concentraban las fuerzas de Liceaga, y que de Acámbaro
se dirigía al mismo lugar Rayón con gran número de gente, se decidió
a combatirlos; tanto para asegurar el paso de un convoy con barras de
plata que tenía que escoltar hasta Querétaro, como para impedir que
se unieran las fuerzas insurgentes de los dos jefes mencionados, e
intentaran después dar un golpe de importancia.
Tomada su resolución, y habiendo sido avisado Iturbide, de que
Don Ignacio López Rayón estaba ya en Salvatierra, en compañía de
sus hermanos, Don Ramón y Don Francisco, y de que se le habían
incorporado las guerrillas de Rubí y de algunos otros cabecillas, con lo
que el efectivo de las fuerzas insurgentes ascendía a más de cuatro mil

64
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

hombres, con tres cañones y un obús, determinó atacar de preferencia


a este núcleo, y al efecto empeñó la acción el "Viernes Santo", 16 de
Abril de 1813.(5)
A pesar de que los insurgentes estaban posesionados de las alturas
de la población y defendidos por el río Lerma que constituye una
barrera natural por la parte en que las fuerzas realistas emprendían el
ataque sobre Salvatierra, estando los independientes bien
parapetados en las azoteas del convento de San Francisco y en el
puente que cruza el río, fueron allí impetuosamente atacados por
Iturbide; quien aprovechando una salida de los mismos, cargó
rápidamente sobre ellos y habiéndolos contenido y rechazado, en su
seguimiento atravesó, al frente de sus soldados, el puente que estaba
defendido por cuatro cañones y las granadas que disparaban desde el
convento franciscano. Las tropas de Rayón fueron materialmente
arrolladas y huyeron en dispersión abandonando la plaza, que fue
ocupada por el ejército realista sin más dificultades; en tanto que
aquel caudillo se retiraba para el puerto de Ferrer, seguido de sus
hermanos y de alguna gente que pudo reunir; no sin haber tenido que
abandonar, ante la premura del tiempo, todas sus municiones y
artillería, que quedó en poder del enemigo.
Con este triunfo que fue celebrado en Celaya con una Misa de
gracias, en la que predicó el Cura de Tingüindín, Don José Antonio
López, alcanzó Iturbide el grado de Coronel del Regimiento de Celaya,
que estaba vacante por la muerte de su jefe, Don Manuel Fernández
Solano; y que el Virrey Calleja le confiara la comandancia de las
armas españolas en el Bajío y en toda la Provincia de Guanajuato,( 6)
cuya jefatura radicaba entonces en Celaya, desde que allí fue
establecida por el Brigadier Don Diego García Conde; quien para
entonces había sido trasladado a desempeñar el mismo puesto en la
Comandancia de la Provincia de Michoacán.
Lo primero que hizo Iturbide al hacerse cargo del mando de las
tropas realistas en el Bajío, fue reorganizar el Regimiento de Celaya
(que con anterioridad había sido reducido de dos batallones que lo
formaban a uno solo), bajo un pie de mil doscientas plazas,
arreglándolo en ocho compañías de cazadores y fusileros, después de
haber reclutado cuatrocientos y pico de hombres que le hacían falta. Y
como careciera de algunos oficiales, formuló también proposiciones

65
LUIS VELASCO Y MENDOZA

para cubrir las vacantes, entre las que se encontraba la del Sargento
Mayor del mismo cuerpo, Don José Alonso, que en un tiempo había
sido Comandante militar de Celaya y que ahora había sido promovido
al grado de Teniente Coronel del Regimiento de Puebla; pero en este
caso, aunque Iturbide propuso a Don Francisco Falla para que
sustituyera a Alonso, por orden superior fue al fin cubierta la vacante,
con Don Eugenio Villasana.
Además del Regimiento de Celaya, la División mandada por
Iturbide, se componía del Batallón de la Corona, el Mixto, el Cuerpo
de Frontera, y cuatro piezas de artillería con su correspondiente
parque, que también había estado a las órdenes del Brigadier García
Conde; al cual se previno que enviase los restos que de esos cuerpos
existían en Valladolid, donde solamente deberían de quedar los dos
escuadrones de Dragones de Puebla; a fin de que al estar los cuerpos
reunidos, se evitaran así los graves inconvenientes que resultaban con
su dispersión y separación en pequeñas partidas.
Muchas fueron las instrucciones que recibió Iturbide en cuanto al
mando de su División, pero entre las principales son de citarse: la de
que de este Jefe dependerían en lo sucesivo todas las tropas veteranas
que existían en la Provincia de Guanajuato, así como también las
Milicias Urbanas, creadas o que se creasen en ella, reconociendo su
mando todos los Comandantes militares de los pueblos y lugares de la
Provincia; que debería de llevar un Diario en el que anotaría por
semanas, en la forma más verídica, las marchas, operaciones de
guerra, y demás ocurrencias importantes de la División; que el
principal objetivo de esta División sería el mantener libre de enemigos
los caminos de la región, persiguiendo y atacando a las gavillas que se
formaran en ella, así como también para dar escolta a los convoyes
que transitaran de las Provincias Internas a Querétaro o viceversa, a
cuyo efecto las mercancías que se remitieran de la capital y de
Querétaro para Guadalajara, Zacatecas y las Provincias Internas, si no
llevaban escolta que las custodiaran a sus respectivos destinos,
tendría el jefe de la División del Bajío que reunirlos en Guanajuato o
León, o en otro punto conveniente y seguro, instando a los demás
Comandantes para que enviaran la tropa necesaria para su
conducción; y por lo que tocaba a Valladolid, que la citada reunión
debería hacerse en Celaya; y que quedara a cargo del mismo Jefe el

66
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

crear con prudencia y tino en todos los pueblos y haciendas de su


jurisdicción, en que no los hubiera ya, los cuerpos de voluntarios que
se habían formado de acuerdo con el plan militar formulado con
anterioridad.(7)
Conforme a esas instrucciones, comenzó Iturbide a ejercer el
mando de las tropas realistas que operaban en el Bajío y en toda la
Intendencia de Guanajuato; ocupándose con su segundo, el Coronel
Don Francisco de Orrantia, en perseguir a las partidas del Doctor Cos,
que militaba por el rumbo de Dolores, a las de "Salmerón", Liceaga,
Rubí y el Padre Torres, que eran una amenaza continua para los
pueblos desguarnecidos; y a los Rayón, que tan pronto aparecían por
Salvatierra, como por San Miguel el Grande y otros puntos de la
Intendencia; mientras que en Celaya, en la que sólo permanecía
Iturbide de manera ocasional, la calma era relativa y la población se
preparaba con entusiasmo a celebrar la proclamación y jura que, por
orden del Intendente de Guanajuato, Don Fernando Pérez Marañón,
se llegó a hacer con fecha 16 de Mayo, de la nueva Constitución
española.
Era esta Carta fundamental, el corolario de los trabajos
emprendidos por las Cortes de la Monarquía, que desde el año de
1810, habíanse reunido, primero en la isla de León y después en
Cádiz; y estando esas Cortes compuestas en su mayoría por abogados,
eclesiásticos y profesores universitarios, todos ellos admiradores de
las doctrinas de los filósofos franceses del Siglo XVIII, dotaron a
España y a sus colonias, de una Constitución completamente alejada
de la realidad y de la tradición española; porque sus prescripciones
reformaban teóricamente toda la vida del país. Sobre todo en ella se
declaraba la soberanía de la Nación, y como su representante: al
Parlamento reunido en Cortes; con lo cual se reducía el poder del Rey
a una sombra, en contra de las tradiciones españolas, que reconocían
en el Monarca la representación genuina de la Nación, por lo que él lo
era todo en la vida de la misma.
El conjunto de representantes de la Nueva España en aquellas
Cortes, estaba integrado enteramente por criollos; y durante todo el
tiempo que duró discutiéndose la Constitución, como los miembros
del Congreso se dividieran en "liberales" que proponían todas las
reformas, y en "serviles" que defendían los antiguos principios, los

67
LUIS VELASCO Y MENDOZA

Diputados de las colonias españolas en América formando un grupo


aparte, se inclinaban ya a un partido, o ya a otro, según convenía a sus
particulares intereses; distinguiéndose entre los mexicanos: Don
Antonio Joaquín Pérez, Canónigo y después Obispo de Puebla, que
fue el primer americano que presidió el Congreso; Don Miguel Ramos
Arizpe, representante de las Provincias Internas de Oriente, por su
firmeza de carácter, sus ideas avanzadas y su talento político; Alcocer,
de Tlaxcala, por sus conocimientos y su elocuencia; y Gordoa y Beye
Cisneros, que eran Diputados por Zacatecas y por México, debido a su
riqueza, cortesía y adhesión a la causa de la Independencia.
"La diputación americana promovió: que la representación de las
colonias en las Cortes, fuera igual a la de España; la libertad de toda
clase de cultivos; la de comercio; la de imprenta; la supresión de los
estancos; la libre explotación del mercurio; la igualdad de opción en
los empleos, entre americanos y españoles; y el restablecimiento de la
Compañía de Jesús".(8)
Tales proposiciones dieron motivo a grandes y acaloradas
discusiones entre los miembros del Congreso y, aunque muchas de
esas iniciativas fueron aprobadas, se desechó la libertad de comercio,
debido a las intrigas de los comerciantes españoles de México y de
Cádiz; pues los de la Nueva España, y sobre todo los que radicaban en
Veracruz, furiosos como estaban porque no se había elegido como
diputado a ningún español europeo, presentaron a las Cortes un
manifiesto en contra de aquella proposición, usando términos
verdaderamente injuriosos para los criollos; documento que echó por
tierra el proyecto presentado, y que también sirvió para atizar el
sentimiento de odio que había ya en contra de los españoles europeos.
Una vez que las Cortes dieron cima a su tarea, la Constitución fue
promulgada en España el 19 de Marzo de 1812; pero en el Virreinato
de la Nueva España, por interrupción de las comunicaciones,
ocasionada por la guerra de Independencia, la correspondencia en
que venía la Carta fundamental y la orden para que ésta fuera
publicada y jurada por las autoridades y los habitantes de la colonia,
había quedado detenida en Veracruz; así que hasta el 30 de
Septiembre pudo ser jurada con toda solemnidad en la ciudad de
México, por el Virrey, la Audiencia, el Ayuntamiento, y todos los otros
Tribunales y Corporaciones; en tanto que en las demás ciudades, la

68
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

ceremonia se fue aplazando por las mismas contingencias de la


guerra; no llevándose a cabo la jura, en la capital de la Intendencia de
Guanajuato, sino hasta el 14 de Mayo de 1813;(9) y dos días después, o
sea el 16 del mismo mes, en Celaya.
En esa ocasión, en medio del júbilo que ante acontecimiento de tal
naturaleza se desbordaba entre los habitantes de la ciudad, fue
desplegado en Celaya, con ventaja, el mismo ceremonial y fausto que
antes se había acostumbrado usar en las juras de los reyes españoles;
pues las autoridades, animadas con el nuevo espíritu de renovación
que alentaba ya en todas las clases de la sociedad, procuraron dar al
acto una gran solemnidad y lucimiento.
En consecuencia nombró el Ayuntamiento una comisión de
regidores, para que dispusieran todo lo concerniente, a fin de obtener
la mayor ostentación en la ceremonia que se preparaba; y al efecto se
ordenó que se adornara e iluminara la ciudad, procediéndose a la
construcción del acostumbrado tablado, que en tales ocasiones solía
levantarse en el portal de la Casa Municipal; decorándolo con
balaustradas y columnas de madera, hechas con muy buen gusto;
entre las que lucían soberbias tapicerías de damasco y terciopelo;
complementándose el adorno con guirnaldas y candiles de cristal y de
plata; con otros muebles y objetos notables por su calidad y elegancia.
Era domingo, y desde temprana hora, ante el innumerable
concurso de pueblo que llenaba por completo la Plaza Mayor; que en
esa ocasión y desde entonces, en conmemoración de la solemnidad
que se celebraba, se la designó para el futuro con el nombre de "Plaza
de la Constitución"; fue ocupado el estrado que había en el tablado
por todas las autoridades; o sea, por el Comandante de la plaza, que
hacía las veces de Subdelegado interino, el Cabildo Municipal, los
jefes militares de la guarnición, los superiores de las órdenes
religiosas y los Tribunales; asistiendo también como invitados: los
nobles que había en la ciudad, los Alcaldes de los barrios de los indios
y los principales vecinos de la localidad.
En seguida el Alférez Real dio lectura a la Constitución, y se
procedió luego a jurarla; primero por las autoridades y personajes
distinguidos, y luego por todo el pueblo, que materialmente se
apretujaba llenando hasta los últimos ángulos de la plaza;
concluyéndose el acto con un discurso pronunciado por el

69
LUIS VELASCO Y MENDOZA

Subdelegado interino y Comandante Militar de la plaza, Don


Francisco Guizarnótegui, que terminó en medio de los "vivas" de la
multitud, a la Nación, a la Constitución y al Rey; mientras repicaban
alegremente todas las campanas de la ciudad y resonaban los disparos
de la fusilería.
De la plaza, se dirigió todo el concurso para la Parroquia, en
donde como culminación de la jura, hubo una solemnísima función
religiosa, que se tradujo en Misa de gracias, con el canto del Te Deum.
Durante el santo sacrificio, y después del Evangelio, fue leída
nuevamente la Constitución por el Cura Párroco y Juez Eclesiástico de
Celaya, Don José Manuel Díaz, que oficiaba en la ceremonia; y a
continuación el mismo sacerdote dirigió a todos los asistentes, un
largo e instructivo sermón, haciendo el panegírico de la Carta
fundamental que se acababa de leer y que con tanta satisfacción se
había jurado.(10)
Esa noche hubo iluminación general en la ciudad y fuegos
artificiales muy vistosos; siendo amenizada la fiesta con los acordes
de la música militar que tocaba en el portal de Guadalupe; cuyo
Mesón de ese nombre, a la fecha, estaba convertido en cuartel que
daba alojamiento a una parte del Regimiento de Celaya, estando
además establecida allí la Jefatura de la Comandancia de las fuerzas
españolas del Bajío. Al día siguiente, en cumplimiento con lo que la
misma Constitución disponía, se llevó a cabo la elección de nuevo
Ayuntamiento.
Tres días duraron las fiestas de la jura de la Constitución en
Celaya; tres días en los cuales hubo todas las distracciones y festejos
que se acostumbraban gozar en las juras de los Monarcas, y que
vinieron a ser como un paréntesis de alegría en la vida de
incertidumbre y zozobra que en aquel entonces sufría la población.
Con esto, había renacido por de pronto la confianza, haciendo olvidar
momentáneamente las amarguras pasadas, porque en todos los
habitantes de la ciudad se despertó el entusiasmo, no dando cabida a
otro sentimiento, cuando fueron conocidos los preceptos, tan liberales
para esos tiempos, que prohijaba la Constitución española que se
había jurado.

70
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

OBRAS CONSULTADAS:

1. Biografía de Héroes y Caudillos de la Independencia. Alejandro Villaseñor


y Villaseñor.
2. Historia de México. Tomo IX. Niceto de Zamacois.
3. Historia de México. Tomo III. Lucas Alamán.
4. La Gaceta de México. Núm. 362 del 18 de Febrero de 1813.
5. México a Través de los Siglos. Tomo III. Julio Zárate.
6. Vida de Dn. Agustín de Iturbide. Carlos Navarro y Rodrigo.
7. Correspondencia y Diario Militar de Dn. Agustín de Iturbide. 1810-1813.
Archivo General de la Nación.
8. Historia de México. Tomo III. Alfonso Toro.
9. Efemérides Guanajuatenses. Tomo III. Lucio Marmolejo.
10. La Gaceta de México. Núm. 433 del 10 de Julio de 1813.

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LUIS VELASCO Y MENDOZA

CAPÍTULO VI

Morelos y la instalación del Congreso de Chilpancingo.- Misiones "político-


sociales", que tuvieron efecto en Celaya, para contrarrestar el
sentimiento popular que se manifestaba a favor de la causa de la
emancipación.- Nueva organización dada por Iturbide a las fuerzas
que guarnecían la ciudad.- Proclama que el mismo Jefe dirigió a los
soldados de la guarnición.- Sale Iturbide a combatir a Morelos, y
como segundo del Brigadier Dn. Ciríaco de Llano, derrotan al
Caudillo del Sur en Valladolid.- El Monarca Dn. Fernando VII,
regresa libre a España, y deroga en todo el reino la Constitución de
1812.- Por Bando del Virrey Calleja, se da cumplimiento en Celaya a
las disposiciones del Rey.- La Constitución de Apatzingán y el Acta
de protesta que en contra de ese Código y del Congreso, suscribió el
Ayuntamiento de Celaya.- Prisión y muerte del Generalísimo
Morelos.- Actividades del Comandante militar de Celaya, Dn.
Francisco Guizarnótegui.

Después de los sucesos narrados en el capítulo anterior, en tanto que


todos los ramos de la administración estaban muy abandonados,
porque el gobierno ponía toda su atención y cuidados en sofocar la
revolución, transcurrieron en Celaya los últimos meses del año de
1813 en una calma casi completa, pues solamente se vio alterada con
la llegada, a mediados de Julio, del Virrey Don Félix María Calleja del
Rey, que se dirigía a Guanajuato en viaje de inspección. Fue allí
recibido espléndidamente por el vecindario encabezado por el
Ayuntamiento,(1) y una vez que hubo permanecido algunos días en la
capital de la Provincia, regresó a la metrópoli volviendo a pasar por
Celaya, en medio de los honores que le tributaron la guarnición y el
Cabildo de la ciudad.
Posteriormente, sólo las noticias de los acontecimientos que se
desarrollaban en el resto de la Nueva España, sobre todo en el Sur y el
Poniente de su territorio, que llegaban a Celaya y a toda la Provincia
de Guanajuato como el eco de una lejana tempestad, conmovían a la
ciudad; no sin que muchas veces en esas noticias se desfiguraran los
hechos, ya por los agentes del gobierno, o ya por individuos

72
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

particulares, que se empeñaban por hacer aparecer los sucesos, muy


diferentes de como en realidad eran; aunque algunos de ellos
resultaran de trascendencia para la vida del país, y en otros se
verificaran actos de espantosa crueldad.
Así es que se tenía conocimiento, tanto de las actividades de los
guerrilleros que operaban en el Bajío, como de las victoriosas
campañas sostenidas por Don José María Morelos en el Sur, donde
dominaba desde las costas del actual Estado de Guerrero hasta el
territorio de Veracruz; y con oportunidad se supo también de la
instalación que, por sugestión del mismo Caudillo, se hizo de un
Congreso insurgente en Chilpancingo. Dicha Asamblea sustituía a la
desaparecida Junta de Zitácuaro; pues este cuerpo, a pesar de los
esfuerzos de Rayón que se empeñaba en dar alguna organización al
gobierno de la revolución, después de sus peregrinaciones y debido a
las disensiones de sus miembros, había terminado por no ser
obedecido por nadie. Entonces Morelos, comprendiendo la necesidad
que había de contar con un centro de autoridad, propuso que se
creara uno con el prestigio suficiente para imponer sus mandatos; y
como Rayón le hubiera presentado un proyecto de Constitución, muy
semejante a la que promulgaron las Cortes de Cádiz en la que se
reconocía aun como Soberano a Fernando VII, lo desechó
manifestando francamente su desagrado por ese subterfugio; y se
acordó que se reuniera un Congreso que, teniendo la representación
del país, le diera un Código y lo gobernara de acuerdo con las leyes
que del mismo emanaran; a cuyo fin, se pusieron de acuerdo varios
caudillos insurgentes para que se procediera a la elección de
diputados en los lugares ocupados por la revolución; reservándose
Morelos el derecho de nombrar a los de las provincias que estaban
dominadas por las fuerzas del gobierno virreinal.
En tal forma resultaron electos: Don José María Liceaga, por
Guanajuato; Don José Sixto Verduzco, por Michoacán; Don Ignacio
López Rayón, por Guanajuato; y Don José Manuel de Herrera, por
Tecpan. Y como suplentes fueron nombrados: Don Carlos María de
Bustamante, por México; Don José María Murguía y Galardi, por
Oaxaca; Don Andrés Quintana Roo, por Puebla; y Don José María
Cos, por Veracruz.

73
LUIS VELASCO Y MENDOZA

El Congreso se instaló con solemnidad el día 13 de Septiembre de


1813, y en tal ocasión fue leído ante la Asamblea, por el Secretario de
Morelos, un notable documento redactado por éste, en el que se
exponía un verdadero programa político, pues en él se proponía la
absoluta independencia de la Nación; que la Religión Católica,
Apostólica, Romana, fuera declarada como única en el Estado; que se
pagara a sus ministros los diezmos, suprimiéndose las obvenciones
parroquiales; que se estableciera la división de los poderes públicos,
en: legislativo, ejecutivo y judicial; que exclusivamente los nacionales
fuesen los que ocupasen los puestos públicos, y que los extranjeros
podrían ser admitidos como artesanos que enseñaran nuevos oficios;
que se suprimiera por completo la esclavitud y la división de castas;
que se dictaran leyes que moderaran la opulencia, y acabaran con la
pobreza; que se declarara inviolable el domicilio, y que se
suprimieran: el tormento, las alcabalas, los estancos y el tributo, no
dejando sino un impuesto sobre importaciones, que sería de un 10%,
para que con él y con el importe de las confiscaciones de bienes a los
españoles, se cubrieran los gastos de la Nación.
Lo primero que hizo el Congreso, una vez instalado, fue nombrar a
Don José María Morelos, Generalísimo de las fuerzas insurgentes y
encargado del Poder Ejecutivo; dándole el tratamiento de "Alteza",
que Morelos por modestia, sustituyó con el de: "Siervo de la Nación";
y con fecha 6 de Noviembre, fue proclamada el Acta de
Independencia, que suprimía ya el nombre de Fernando VII, en todos
los documentos oficiales, declarando rota y disuelta para siempre la
dependencia del trono español.
Todos estos sucesos eran de trascendencia para la causa de la
Independencia y por lo mismo en Celaya eran recibidas sus noticias
con aplauso y regocijo por los partidarios de la emancipación; quienes
tenían que refrenar sus manifestaciones de contento ante las
denuncias y la vigilancia que ejercían no sólo los agentes del gobierno
virreinal, sino también los europeos residentes en la ciudad y sus
simpatizadores. Y para contrarrestar los efectos que producían las
optimistas y alentadoras noticias de la revolución en el elemento
criollo de la población, así como también para influir en la opinión,
que había sido tan frecuentemente prevenida contra el gobierno por
la libertad de imprenta que ahora permitía la Constitución española,

74
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

siguiendo el ejemplo de la capital y de la ciudad de Querétaro, se


organizaron en Celaya unas misiones "político-sociales".
La predicación tenía lugar en las calles y en las plazas, estando a
cargo de los padres mercedarios, encabezados por Fray Manuel
Estrada, religioso de la misma orden, ardiente realista llamado por los
insurgentes "el padre Bebeleche", quien en compañía del Cura de
Aculco, Don Manuel Toral, había principiado esas misiones en
Querétaro, después de que en la ciudad de México fueron iniciadas
por Fray Diego Bringas, Capellán que había sido del ejército del
Centro y Guardián del colegio de Santa Cruz de Querétaro.
A pesar de que los misioneros se proponían levantar una mies
copiosa con su predicación, sólo vieron que el pueblo manifestaba su
opinión, muy contraria a las ideas que trataban de afirmar, por medio
de diversos pasquines, que las autoridades se apresuraron a recoger
para enviarlos al Virrey; por lo que después de este fracaso, siguió el
Padre Estrada con sus compañeros el viaje para Tierra-dentro, con
objeto de proseguir sus misiones en otros lugares; y ya desde Irapuato
remitieron otro informe al Virrey, ajustándose a las relaciones que
recibían del Alcalde Don Tomás de las Cavadas.(2)
En Celaya continuaba como Comandante Militar el Capitán Don
Francisco Guizarnótegui, que se distinguía por sus actividades en
contra de los insurgentes; y el Coronel Don Agustín de Iturbide,
aunque para entonces había trasladado la sede de la Comandancia de
las armas en el Bajío al pueblo de Irapuato, frecuentemente estaba
también en la ciudad, ya fuera en el curso de las operaciones de
guerra, o bien cuando él mismo escoltaba alguno de los convoyes que,
con mercancías o con barras de plata, tenían que transitar por la
población, en su camino a la capital de la colonia.
Solía entonces habitar en la casa de los Condes de Rábago, situada
en la calle de "Nuevo Frente"; misma que con los años ocupó después
el Hotel "Solís", la cual mostraba en su fachada todo el recargamiento
de adornos que es propio del complicado estilo churriguera; casa que
hoy, reconstruida y modernizada, corresponde al número 72 de la 4ª
calle de Juárez.
Había dado el mismo Iturbide una nueva organización a las tropas
que guarnecían a Celaya, aumentando su efectivo a 400 hombres, en
lugar de los 274 de que antes estaba compuesta; incluyendo 57 de

75
LUIS VELASCO Y MENDOZA

caballería correspondientes a Salamanca; quedando ahora pagados


cien soldados por los vecinos pudientes de la ciudad, que por su edad
o por enfermedad no podían prestar su servicio personal de
voluntarios; a pesar de que muchos de esos soldados pretendían
servir en el ejército realista sin percibir emolumentos, cuando
supieron por Iturbide la escasez que padecía el erario.
Con este motivo y para enaltecer tan generosa acción, el mismo
Comandante General del Bajío, habiendo pasado revista el 16 de
Noviembre, a las compañías de patriotas y voluntarios de Celaya, les
dirigió la siguiente Proclama:
"Voluntarios de Celaya: En la tarde de ayer he visto con
satisfacción, la prueba más clara y brillante de vuestro desinterés, no
menos que del entusiasmo y amor a la gran nación española por que
habéis defendido vuestro suelo. Os hice presente que las urgencias del
erario exigían de vosotros mayores sacrificios, y habiendo dejado a
vuestro arbitrio la elección de seguir a las tropas que obran en la
provincia, o continuar sin sueldo en esta guarnición, unánime y
gustosamente os ofrecisteis a lo segundo. Resolución heroica, pero
muy digna de vuestro noble patriotismo, el que tengo ya
recomendado a la superioridad del Excelentísimo Señor Virrey.
"Sin embargo, me he ocupado seriamente de vuestra situación, y
considerando que muchos de vosotros no podrán conciliar la atención
precisa de sus familias, con el desempeño de las fatigas militares, he
creído de mi obligación proporcionaros algún sueldo; contad con él
para lo sucesivo, aunque más moderado que el que habéis gozado
hasta aquí. Dos o tres reales por plaza es lo que puedo aseguraros; los
caudales de vuestros ciudadanos están formalmente obligados a la
paga; y si esta suscripción no formare un fondo competente para
cubrirla, todo lo que falte se realizará por la Hacienda pública; si se ha
moderado el sueldo, también las fatigas deben ser más ligeras; todo el
vecindario, sin excepción de personas, ha de alternar con vosotros en
su desempeño.
"Voluntarios: Espero de vuestra fidelidad que todos se animarán
de un mismo valor y entusiasmo; entonces Celaya será formidable a
los enemigos de la tranquilidad pública; vosotros conservaréis el
renombre de sus defensores que tan justamente tenéis adquirido, y

76
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

vuestro proceder será muy conforme a la confianza que hace tiempo


ha librado en vosotros vuestro Comandante General.
Celaya, 17 de Noviembre de 1813.
Iturbide".(3)
En Diciembre del mismo año, Don Agustín de Iturbide recibió
órdenes del Virrey para que partiera a la Provincia de Michoacán, con
el nombramiento de segundo en jefe del ejército del Norte, que se
acababa de formar bajo el mando del Brigadier Don Ciríaco del Llano,
a fin de que ambos procedieran con sus tropas a combatir al
Generalísimo Don José María Morelos; porque se sabía que este
Caudillo de los insurgentes, se dirigía con el grueso de sus fuerzas
sobre Valladolid, pretendiendo apoderarse de la ciudad.
El 22 de Diciembre, Morelos se presentó ante Valladolid con un
ejército de seis mil hombres y treinta cañones; y la plaza que
solamente contaba para su defensa con una guarnición de mil
realistas, sin duda hubiera caído en su poder, a no ser por la oportuna
llegada del ejército del Norte que mandaban Del Llano e Iturbide;
pues cogidos de improviso los independientes entre dos fuegos,
tuvieron que retirarse el 24 con enormes pérdidas; debido a que el
último día de la lucha, poseídos de intenso pánico, llegaron hasta
batirse entre sí, ametrallándose unos con otros en la oscuridad de la
noche. Esa ocasión perecieron setecientos insurgentes, quedando en
poder de los realistas doscientos prisioneros, a los que se hizo cavar
sus propias sepulturas antes de ser inhumanamente sacrificados.
Desde entonces comenzó a declinar la estrella de Morelos, y los
reveses se le presentaron casi sin interrupción; tanto que el 3 de
Febrero de 1814, era fusilado en Valladolid uno de sus más valerosos
lugartenientes: Don Mariano Matamoros, que había caído prisionero
el día 5 del mes anterior en Puruarán; y el 27 de Junio moría a su vez,
combatiendo cerca de Coyuca: Don Hermenegildo Galena, otro de sus
más audaces capitanes. Desalentado entonces Morelos por tan
sensibles pérdidas, tan sólo pudo exclamar: "¡Se acabaron mis brazos!
¡Ya no soy nada!".(4)
Así pues, las campañas del Caudillo del Sur entraron en un
período de decadencia; y debido a las críticas que tuvo que soportar
por sus derrotas, cometió el error de abandonar el mando político,
reservándose sólo el militar, cuando era más necesaria la unificación

77
LUIS VELASCO Y MENDOZA

de ambos; dejando además, que el Congreso ordenara la campaña; en


tanto que este Cuerpo, carente de recursos y de prestigio, salía de
Chilpancingo y empezaba a llevar una vida errante, al ser activamente
perseguido por las fuerzas realistas; fijando su asiento sucesivamente
en Tlacotepec, Ajuchitlán, Uruapan, Santa Efigenia, Púcuaro, Tiripitío
y otros lugares, desde donde seguía legislando, haciendo
nombramientos y dando órdenes, con notoria incompetencia.
Iturbide regresó a la Provincia de Guanajuato, renunciando al
cargo de segundo comandante del Ejército del Norte que le había
conferido el Virrey, para tomar nuevamente el mando de la
Comandancia General de las tropas realistas en el Bajío; y después de
un viaje que hizo desde Celaya, a la capital, para cambiar impresiones
con Calleja en el curso del año de 1814, se siguió ocupando con tesón
en perseguir a las gavillas de los insurgentes, comandadas por el
Padre Torres, "los Pachones", Rafael Rayón y otros cabecillas, que
merodeaban por todo el territorio confiado a su cuidado, no dándoles
cuartel; pues inexorable con los independientes, a ninguno de los que
caían en sus manos le perdonaba la vida.
En los primeros días del mes de Agosto, aunque ya desde antes
había muchos rumores sobre el caso, llegó la noticia oficial a Celaya
de que: con la retirada de las tropas francesas de España después de
la batalla de Victoria ganada el 21 de Junio de 1813 por los españoles y
sus aliados, el Rey Don Fernando VII puesto en libertad por
Napoleón, había regresado a España; y que apenas llegado a Valencia,
al darse cuenta del delirio con que lo recibían sus súbditos, y de lo
impopular que eran, entre la mayoría, el gobierno representativo y la
Constitución, había derogado ambas cosas el día 4 de Mayo de 1814,
volviendo a gobernar como Soberano absoluto, anulando todo lo
hecho por las Cortes de Cádiz. Y como encontrara resistencia en
algunos antiguos funcionarios, los persiguió activamente, y con ellos a
dos miembros de la Regencia y a varios diputados de las Cortes, que
se distinguían por sus ideas avanzadas y principios liberales.
Iturbide ordenó celebrar la nueva del regreso del Rey: con salvas
de artillería y un repique general en todas las poblaciones de su
mando; y desde Apaseo publicó una "Proclama" para exaltar el ánimo
de las tropas; pero a las manifestaciones populares de alegría por el
feliz arribo de Don Fernando VII, al reino, que se había sabido con

78
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

anticipación, siguió entre muchos de los habitantes de Celaya un


estado de estupor y de disgusto, cuando por Bando del Virrey Calleja,
fechado el 17 de Agosto, se daba a conocer a toda la Nueva España,
que por disposición del Soberano se derogaba la Constitución,
volviéndose al antiguo régimen; y que bajo severas penas se prohibía
terminantemente: "hablar ni formar de modo alguno especies que
atacasen o introdujesen, directa o indirectamente, los derechos y
prerrogativas del trono, y las justas y benéficas declaraciones
contenidas en el Real decreto".(5)
Consecuentemente, en la ciudad se dispuso, de acuerdo con lo
mandado por el Virrey, solemnizar con una Misa de gracias y Te
Deum la vuelta de Don Fernando VII a España, así como la abolición
de la Constitución, decretada por este Monarca. Se repuso al antiguo
Ayuntamiento y se volvió al sistema de Subdelegación, habiendo sido
designado para el puesto de Subdelegado el Marqués de Toux y la
Cueva; y bajo la amenaza de grandes castigos, se prohibió seguir
usando el lenguaje prescrito por la derogada Constitución. Además,
como se había recibido orden también de que se retiraran de los
parajes públicos todo los signos que recordaran su existencia, mandó
el nuevo Subdelegado que se procediera a quitar la lápida que,
ostentando el nombre de: "Plaza de la Constitución", estaba colocada
en la plaza principal; dándose cumplimiento a esta disposición en el
silencio de la noche, para evitar prudentemente cualesquiera
manifestación popular de desagrado.
Entre tanto la situación creada en todo el Bajío por el movimiento
de emancipación, con sus alternativas y represalias entre uno y otro
partido, continuó más o menos lo mismo durante los últimos meses
del año de 1814 y el transcurso de 1815; y en lo general, aunque a
Celaya se llegaron a aproximar tanto los insurgentes que hasta
irrumpieron en la Hacienda de Roque victimando allí a los once
hombres que guarnecían el punto, incluyendo al Sargento que los
mandaba, no hubo otro acontecimiento más importante y
trascendental para la causa independiente, que la publicación de la
Constitución nacional de Apatzingán y después la muerte de Morelos.
El 22 de Octubre de 1814, desde el pueblo de Apatzingán,
promulgó al fin el Congreso insurgente la Constitución que, desde la
instalación de ese cuerpo legislativo en Chilpancingo, se venía

79
LUIS VELASCO Y MENDOZA

elaborando; aunque por entonces tal código resultaba inútil porque, a


pesar de que contenía preceptos muy semejantes a los de la
Constitución española que mostraban sus tendencias democráticas,
no habían quien lo pudiera obedecer. En cambio el Congreso habíase
convertido en la preocupación del Virrey Calleja, que anhelaba su
aniquilamiento, y también poder apoderarse de sus miembros; así
que para conseguirlo, destacó en su persecución fuerzas muy
considerables que puso a las órdenes del Coronel Don José Gabriel
Armijo.
Y para hacer una pública condenación del acto ejercido por el
mismo Congreso, y evitar en lo posible el conocimiento y el examen
que se intentase hacer de la Constitución, el mismo Calleja, después
de consultar con el Real Acuerdo, publicó un Bando el 24 de Mayo de
1815, en el que se imponían penas muy grandes a todo aquel que no
entregara a las autoridades, dentro del tercer día de la publicación: los
papeles que tuviera en su poder relativos a la Constitución; a los que
no delataran las conversaciones a favor de ésta y de la Independencia;
y a los que las defendiesen y apoyasen; y después de mandar que no
se siguiera llamando "patriotas" a los componentes de los cuerpos
vecinos armados que había en cada lugar, cambiando esa
denominación por la de: "realistas fieles", a fin de que no fueran
confundidos con los defensores de la Independencia, a los que
también se aplicaba el primer nombre, terminaba el Bando virreinal,
ordenando a todos los Ayuntamientos que levantaran un Acta de
protesta, en la que constara no haber nombrado, ni en manera alguna
autorizado a los que, llamándose representantes del pueblo mexicano,
firmaban con tal carácter la Constitución de Apatzingán.
Acatando esa disposición, con fecha 19 de Junio, después de haber
publicado solemnemente el Bando del Virrey, se reunió el
Ayuntamiento de Celaya en la Sala de Cabildo y se levantó un Acta
que firmaron el Presidente, Teniente de granaderos de realistas fieles
y Alcalde ordinario, Licenciado Don Víctor Rafael Márquez, quien por
entonces hacía las veces de Subdelegado por estar ausente el titular, o
sea el Marqués de Toux y la Cueva; el Licenciado Don Manuel Gómez
Linares, Regidor perpetuo; Don José Ramón Guerra, Capitán de
realistas fieles de caballería y Procurador general en turno; el Cura y
Juez Eclesiástico, Don José Ignacio Silva; Fray Manuel Agustín

80
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

Gutiérrez, Guardián de San Francisco; Fray Francisco Rodríguez,


Prior de San Agustín; Fray Gerónimo de Jesús María, Prior del
Carmen de Celaya; Fray Ruperto del Monte Carmelo, Prior del
Carmen de Salvatierra; Fray Tomás Luvián, Presidente de la Merced;
Juan Lorenzo Zenón, Administrador de Tabacos; y los Regidores: Don
Pascual José de Viderique, Licenciado Don Andrés Vicente Márquez,
Don Martín Antonio de Montes, el Arquitecto Don Francisco Eduardo
Tresguerras, Don Antonio de Hoyos Cueto, Don José María Mújica y
Don Vicente Carmona; firmando también, como asistentes: Don José
María Llerena y Don José Rafael Paredes.
Entre otras cosas, se asentaba en el Acta suscrita por el Cabildo de
Celaya que: "...con arreglo a lo preceptuado en el Art. 7º del Real
Bando de 24 del último Mayo... había tenido lugar esta reunión,
convocada por el Ayuntamiento; y que de común acuerdo los
asistentes, aseguraban que la revolución [se] había inventado con el
pretexto de alucinar a algunos países que sin idea de su despreciable
existencia le veían figurar un congreso bajo el supuesto nombre
mexicano..." Y luego de asegurar que los insurgentes jamás habían
osado proponer a ese Cabildo sus proyectos, porque siempre habían
estado separados "...por la línea del cañón y las bayonetas..." ya que
"siempre se habían... estrellado sus esfuerzos al pie de estas
trincheras todas las veces que han acometido la firmeza del carácter
de este pueblo...", condenaba la actitud de los diputados de
Apatzingán, diciendo que el Ayuntamiento de Celaya "...ahora ni
nunca ha estado de acuerdo con el nombramiento de los viles rebeldes
que se dicen diputados de las provincias de este reino..." y terminaban
ofreciendo derramar con gusto hasta "...la última gota de su sangre en
defensa de la fe de sus mayores y de los augustos derechos del más
amado de sus soberanos".(6)
Se hacía constar también en el Acta: que a pedimento del señor
Cura y Juez Eclesiástico, por la relación que había entre ambos
documentos, se había leído la parte declaratoria del Edicto publicado
por el Obispo electo de Michoacán, Don Manuel Abad y Queipo; no
obstante de que, inter misarum solemnia, lo tenía ya suficientemente
publicado; y que se pondría una copia de la misma Acta en el archivo:
"para perpetuo monumento"; sacándose un testimonio de lo actuado,
con el objeto de que fuera enviado al Virrey.

81
LUIS VELASCO Y MENDOZA

En tanto que por todo el territorio dominado por los realistas eran
levantadas Actas, más o menos similares a la del Ayuntamiento de
Celaya, el Congreso insurgente se trasladó de Apatzingán para Ario; y
ante el peligro de caer en poder de sus enemigos, pues que también
Iturbide se ocupaba de perseguirlo porque desde el 1º de Septiembre
tenía, además del mando de las Provincias de Guanajuato y
Michoacán, la jefatura del ejército del Norte(7) por haber sido
nombrado el Brigadier Del Llano Intendente de Puebla, cambió
nuevamente el Congreso su residencia a Puruarán y luego otra vez a
Uruapan; pero no sintiéndose tampoco seguro en este último lugar,
decidió entonces emigrar hasta Tehuacán, importante plaza que
también estaba en poder de los independientes.
Con el fin de asegurar tan descabellado plan, que resultaba
absurdo porque se tenía que recorrer más de ciento cincuenta leguas a
través de un territorio ocupado en gran parte por los realistas,
comisionó el mismo Congreso, para que lo resguardara y le diera
protección, al Generalísimo Don José María Morelos, quien acató las
órdenes recibidas y se dispuso a escoltar, tanto al cuerpo legislativo
como al Supremo Tribunal y demás componentes del gobierno
independiente; poniéndose en camino el 29 de Septiembre de 1815, a
pesar de que sabía que el Virrey, al tener conocimiento del proyecto
de los insurgentes, había comisionado al Teniente Coronel Don
Manuel de la Concha, para que desatendiendo cualesquiera otra
atención, persiguiera sin descanso a Morelos y a sus protegidos;
quienes arrostrando el peligro, se dirigieron primero a Huetamo, para
seguir luego por las riberas del río Mezcala, hasta detenerse en un
poblado llamado Tezmalaca, a donde llegaron el día 3 de Noviembre.
El Generalísimo había ordenado a varias partidas insurgentes, que
procuraran distraer la atención del enemigo para tener éxito en la
empresa; pero sus indisciplinados jefes, en su mayoría no
obedecieron, teniendo entonces Morelos que atenerse a sus escasas
fuerzas. En esas condiciones, después de haber salido de Tezmalaca
con los poderes que custodiaba, el día 5 fue alcanzado por los realistas
y obligado a presentar combate. Debido a la superioridad numérica
del enemigo, fue fácilmente vencido en la sangrienta acción que
entonces se desarrolló; y en medio de la derrota y desbandada
procuró huir, haciendo antes que el Congreso y demás miembros del

82
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

gobierno se pusieran a salvo tomando la delantera; en tanto que él,


casi solo, era alcanzado y cogido prisionero por un piquete de tropa
mandado por un cabo llamado Matías Carranco, que conocía muy
bien a Morelos por haber militado un tiempo bajo sus órdenes. En ese
desastre perecieron trescientos treinta insurgentes; quedando todos
los valiosos equipajes en poder de los realistas; pero este daño nada
significaba en comparación con la pérdida irreparable del Caudillo.
Conducido a México, fue sujeto a un proceso y se le condenó a
muerte, después de haberlo juzgado el fuero real y militar, más un
tribunal eclesiástico que lo degradó en su carácter sacerdotal; la
sentencia se cumplió, no sin que también la Inquisición tomara cartas
en el asunto porque lo acusaba de herejía, pereciendo al fin
acribillado por las balas de sus victimarios, a las tres de la tarde del
día 22 de Diciembre de 1815, en el pueblo de San Cristóbal Ecatepec.
Con la desaparición de Morelos, recibió un golpe de muerte la
insurrección, y aunque es verdad que quedaban en la lid hombres
como Rayón, Guerrero, Victoria, Bravo, Terán y algunos otros jefes de
prestigio, sin embargo no había entre ellos ninguno que pudiera
imponer su autoridad a los demás; y todo eran odios y rencillas por el
afán de mando, sin que nadie estuviera dispuesto a obedecer. El
Congreso, al poco tiempo de su llegada a Tehuacán, tuvo serias
dificultades con Don Manuel Mier y Terán, lugarteniente de Morelos
que tenía el mando en la región, y al fin fue disuelto por este jefe; no
quedando sino una sombra de gobierno insurgente en Taretan, lugar
en que había fijado su asiento la especie de junta subalterna,
integrada por Don José Pagola, Don Dionisio Rojas, Don Felipe
Carvajal, el General Don Manuel Muñiz y el Licenciado Don Ignacio
Ayala, que a la salida del Congreso de Uruapan, había dejado éste en
Michoacán con su representación.
En el Bajío había muchas partidas de guerrilleros, mandadas por
el Padre Don José Antonio Torres, Lucas Flores, "los Pachones",
Pedro Moreno, Víctor Rosas y otros más; pero como sucede en toda
revolución, al lado de los verdaderos apóstoles de la independencia,
habíanse levantado en armas muchos forajidos que, con crueldad
innata, solamente buscaban satisfacer sus apetitos; y con esto muchos
de los insurgentes, aparte de llevar una vida miserable, eran una
pesada carga para los habitantes pacíficos, que en ocasiones llegaron

83
LUIS VELASCO Y MENDOZA

hasta odiarlos; viéndose además constantemente perseguidos por


fuerzas superiores, bien disciplinadas y provistas de cuanto habían
menester.
Además, los comandantes militares españoles de las diferentes
poblaciones de la Intendencia, entre sí rivalizaban en su celo por
coadyuvar en el exterminio de esas partidas de levantados en armas;
excediéndose a veces su rigor, al que demostraba el Comandante
General Don Agustín de Iturbide. Y se dio el lamentable caso de que
se castigara a gente inocente confundiéndola con los culpables, como
pasó en una ocasión con el Comandante de Celaya, Don Francisco
Guizarnótegui, que ostentaba ya el grado de Teniente Coronel; quien
dejándose guiar sólo por presunciones de que fueran rebeldes, se
arrojó sobre un concurso de rancheros que asistían a una charreada
en la hacienda de "la Quemada" fusilando sin más trámites a todos los
que logró aprisionar, cuando regresaba a Celaya procedente de
Irapuato, a donde había ido para asistir con su fuerza a los festejos y
simulacro de la "Batalla de Calderón", que organizó Iturbide en el
mismo pueblo para solemnizar el regreso del Rey Don Fernando
VII.(8)
Por otra parte, la campaña que se desarrollaba en contra de la
insurrección, estaba siendo convertida por los jefes realistas: en un
medio de enriquecerse; pues desde el Virrey Calleja, hasta el último
oficial, comerciaban todos con los convoyes de mercancías, exigiendo
además contribuciones que eran indebidas, y permitiendo los abusos
de la tropa; sin que nadie osara quejarse, porque el desdichado que lo
hacía, era declarado partidario de los insurgentes, como le pasó al
propietario de la hacienda de "El Molino", cercana a Celaya: el
Teniente Coronel retirado Don Francisco Crespo Gil, cuando se negó
a cubrir la contribución que le exigía el Subdelegado, Marqués de
Toux de la Cueva, por considerarla Crespo, improcedente y arbitraria.
Ante este estado de cosas, la situación en el Bajío era cada día más
deplorable. Sus campos estaban desolados y sin cultivo; la
prosperidad muerta, a causa de las exacciones de uno y otro partido; y
los sufridos habitantes desalentados y sin la más remota esperanza de
que hubiera un cambio radical que viniera a mejorar su suerte.

84
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

OBRAS CONSULTADAS:

1." Efemérides Guanajuatenses". Tomo III. P. Lucio Marmolejo.


2. "Suplemento a los Tres Siglos de México, del P. Cavo". Carlos María de
Bustamante.
3. "Correspondencia y Diario Militar de Dn. Agustín de Iturbide. 1810-1813".
Tomo I. Archivo General de la Nación.
4. Historia de México. Tomo III. Alfonso Toro.
5. "La Gaceta de México". No. 765 del 15 de Julio de 1815. (Véase el texto
completo del Acta, en el Apéndice de este libro).
6. "Mexicanos Distinguidos. Biografía de Iturbide". Francisco Sosa.
7. "Historia de México". Tomo IV. Lucas Alamán.
8. "Correspondencia y Diario Militar de Dn. Agustín de Iturbide". 1814.
Tomo II. Archivo General de la Nación.

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LUIS VELASCO Y MENDOZA

CAPÍTULO VII

Llamado a la capital, sale Iturbide de Celaya para responder a los cargos


de especulación que le hacían.- Toma posesión del gobierno de la
Nueva España, el nuevo Virrey, Dn. Juan Ruiz de Apodaca; y éste
nombra al Corl. Dn. Cristóbal Ordóñez, Comandante General del
Bajío y Provincia de Guanajuato.- Es disuelta la Junta de Taretan,
y entonces el gobierno insurgente se establece en el fuerte de
Jaujilla.- Expedición de Dn. Francisco Javier Mina.- Muere en
campaña el Corl. Ordóñez, Comandante General de la Provincia; y
en su lugar es nombrado el Mariscal de Campo, Dn. Pascual
Liñán.- Prisión y muerte de Dn. Francisco Javier Mina.- Nombra el
Virrey, Comandante General del Bajío, al Corl. Dn. Antonio
Linares.- Preocúpase este Jefe por que renazca en Celaya la
industria de tejidos, dictando al efecto acertadas disposiciones.-
Muere en una acción de armas el C. Militar de Celaya, Dn. Antonio
Ibáñez.- Pacificación del Bajío y Provincia de Guanajuato.

El infortunio que reinaba en el Bajío quedó en parte remediado al


principiar el año de 1816, pues bajo la férrea mano del Comandante
General, Don Agustín de Iturbide, que era ayudado eficazmente por
su segundo, el Teniente Coronel Don Francisco de Orrantia, se iba
apaciguando la región; ya que para entonces no quedaban
revolucionando sino la partida del Padre Torres, que andaba a salto
de mata; la de los hermanos Ortiz, apodados "los Pachones", que se
habían hecho fuertes en la "Mesa de los Caballos", al Norte de la
Provincia; y la de Don Pedro Moreno, quien empezaba a llamar la
atención con sus actividades guerreras al Poniente de la misma
entidad. En el territorio de Guanajuato se comenzaba pues a disfrutar
de alguna seguridad, pero en contraste con la actividad, constancia y
energía desplegadas por el Comandante General del Bajío, él mismo,
era uno de los jefes realistas a quienes la opinión pública señalaba
como culpables de los escandalosos manejos a que algunos de ellos
recurrían para llegar a enriquecerse.
Porque Iturbide, en combinación con algunos de sus amigos y
allegados, habíase dedicado a especulaciones comerciales, llegando

86
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

hasta monopolizar mercancías que hacía conducir por las tropas a su


mando, para venderlas luego a precios exorbitantes, no sin haber
creado a veces de antemano una escasez artificial. Y a tal punto
habían llegado sus abusos en ese sentido que, a pesar de lo peligroso
que resultaba presentar quejas en contra de los jefes realistas, varios
comerciantes lo acusaron; viéndose obligado al fin y al cabo el Virrey
a llamarlo a la capital, con objeto de que se sincerara.
Iturbide entregó el mando en Salvatierra, a las doce del día 14 de
Abril, al Coronel Don José Castro, quien lo recibía interinamente,
partiendo el 15(1) de Celaya para la ciudad de México. Entonces fue la
última vez que Don Agustín de Iturbide estuvo en Celaya, no obstante
haber él asegurado a sus amistades y subalternos que pronto
regresaría para tomar nuevamente el mando de las fuerzas realistas
en el Bajío; ya que, aparte de que su causa se había prolongado sin
fallarla haciéndole nuevos cargos ahora autorizados por personas tan
irreprochables y dignas de crédito como el Cura párroco de
Guanajuato, Don J. Antonio Labarrieta, definitivamente quedó
relevado de su puesto aun cuando Calleja lo absolvió al fin de las
acusaciones, al ser este Virrey sustituido por Don Juan Ruiz de
Apodaca; pues el nuevo mandatario, que arribó a México el 20 de
Septiembre, a los dos meses escasos de estar en el poder, ordenó que
el Coronel Don Cristóbal Ordóñez se hiciera cargo de la Comandancia
General del Bajío.
El Virrey Apodaca, dando pruebas evidentes de tener un carácter
magnánimo, inauguró su gobierno usando de medios conciliatorios
para dominar la rebelión, concediendo por lo mismo con facilidad el
indulto a todos los insurgentes que lo solicitaban; y en esa forma hizo
más con su benignidad, que su antecesor Calleja con su rigor, pues
consiguió que la insurrección estuviera a punto de extinguirse.
Además, en el mismo año de 1816, cayeron en poder de los soldados
del Virrey varios de los puntos fortificados que, en la nueva
modalidad de la campaña, habían acondicionado los insurgentes en
lugares estratégicos e inaccesibles, entre los que se contaba el del
cerro del "Cóporo", que por largo tiempo había resistido los ataques
de los realistas; y también varios de los jefes independientes, que
gozaban de más prestigio, como Rosains, Terán y Cos, habían

87
LUIS VELASCO Y MENDOZA

terminado por rendirse, no tanto obligados por el poder virreinal,


cuanto decepcionados por el sesgo que había tomado la revolución.
Mas no porque la rebeldía estuviera casi dominada en lo militar,
lo estaba también en el campo de las ideas, donde cada día era más
pujante. Y no dejaba de ser delicada la situación del gobierno español,
ante la creciente inconformidad desatada con los acuerdos arbitrarios
que se veía obligado a tomar, a fin de remediar la penuria del erario;
siendo de citarse entre esas medidas extremas: la de exigir un
préstamo forzoso, de dos millones de pesos; el decretar que los
particulares entregaran todo el oro y la plata, que tuvieran en vajillas
y objetos de lujo; la de imponer una contribución de 10% sobre las
rentas de fincas urbanas; y la de hacer una requisa general de
caballos, a pretexto de que los iba a comprar para el ejército;
disposiciones todas desacreditadas, que hacían ser a la
administración virreinal cada día más impopular; aunque en los
puestos públicos hubiera personas tan honorables como el Intendente
de Guanajuato, Don Fernando Pérez Marañón, quien para entonces
había ya sido confirmado por el Rey, con fecha 25 de Abril, en el
puesto que recibió de Calleja; desde que éste, como Comandante del
ejército realista, ocupó a la ciudad de Guanajuato, a fines de
Noviembre de 1810, muy a raíz de haberse iniciado el movimiento de
insurrección en el pueblo de Dolores.
En ese estado las cosas, se disfrutaba en Celaya de una calma
relativa, y por las "Gacetas" se había sabido que también la Junta de
gobierno insurgente llamada de Taretan, había estado a punto de
desaparecer, porque a semejanza de lo que hizo en Tehuacán con el
Congreso, el General Terán, en la hacienda de Santa Efigenia había
hecho ahora otro tanto con la nueva representación, el jefe Don Juan
Pablo Anaya; pues disolvió éste a la Asamblea, llevándose presos a sus
miembros para Ario. Pero en el presente caso, algunos comandantes
de los pueblos y partidos inmediatos, a cuya cabeza se puso Don Juan
María Vargas, inconformes con el proceder de Anaya, se reunieron en
Uruapan y reinstalaron a la Junta; quedando ahora integrada por el
mismo Vargas, Don Remigio Yarza, Don Víctor Rosales, el Padre Don
José Antonio Torres, Don Manuel Amador, el Licenciado Don José
María Izazaga y el Canónigo Don José San Martín, quienes, a
excepción del Padre Torres y de Rosales que militaban en el Bajío, por

88
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

la persecución que contra ellos ejercían los realistas, se vieron


obligados a refugiarse en el fuerte construido por los independientes
en un islote de la laguna de Zacapu, llamado "Jaujilla"; cuyo nombre
llevó desde entonces la misma junta.
En los últimos días del mes de Diciembre estuvo en Celaya el
nuevo Comandante General de las armas realistas en el Bajío, Coronel
Don Cristóbal Ordóñez; y, como al poco tiempo recibiera órdenes del
Virrey para que atacara a "los Pachones", que se habían hecho fuertes
en la "Mesa de los Caballos", cerca de San Felipe; el 10 de Marzo de
1817, en compañía del Coronel Orrantia y de los Tenientes Coroneles
Don Juan Pesquera y Don Felipe Castañón, tomaron por asalto la
posición(2) y aunque los jefes insurgentes lograron escapar con
algunos de los defensores, todos los demás fueron pasados a cuchillo,
al caer en poder de las tropas virreinales.
En este mismo año, circunstancias imprevistas hicieron que la
revolución volviera a incrementarse, tomando nuevo auge; y con esto
el desasosiego cundió nuevamente en Celaya, pues sucedió que a
mediados de Abril, desembarcó cerca de Soto la Marina, en el Nuevo
Santander, el joven guerrero español, Don Francisco Javier Mina; que
en España había combatido, primero en defensa de su patria atacando
a los franceses invasores, y después en contra del absolutismo y
tiranía del Rey Don Fernando VII.
Había nacido en Otaño, pueblecito de Navarra, el 1º de Julio de
1789,(3) y su entusiasmo juvenil lo había hecho distinguirse con
brillantez en su lucha por la libertad; pero vencido por el poder del
Monarca Don Fernando VII, para eludir el castigo había tenido que
emigrar al extranjero, donde decidió consagrar en lo futuro sus
energías a combatir la tiranía. Y como en el exilio, al tratar con
algunos emigrados mexicanos, entre los que descollaba Fray Servando
Teresa de Mier, quedara convencido del derecho que asistía a los
mismos mexicanos para luchar por su emancipación; encontró que no
había mejor ocasión de pelear en contra del despotismo, que la que se
le presentaba con la contienda por la independencia de México; pues
según él mismo decía: "era la mejor causa que pudiera suscitarse en la
tierra". Con este fin, partió de Inglaterra, en los Estados Unidos
organizó una expedición filibustera, desembarcó en la Nueva España,

89
LUIS VELASCO Y MENDOZA

y presentándose en la lid, desde un principio comenzó por desbaratar


a las tropas realistas que se opusieron en su camino.
De triunfo en triunfo llegó con su ejército, que ascendía a 269
hombres, hasta el territorio del Bajío, donde, el 24 de Junio, se unió a
Don Pedro Moreno que, con Don Encarnación Ortiz (uno de "los
Pachones") y algunos otros jefes insurgentes, se había atrincherado en
el fuerte del cerro del Sombrero, situado en la serranía de Comanja, a
seis leguas de León; y ya estando allí se supo que el Comandante
General realista de la Provincia, Don Cristóbal Ordóñez, con una
fuerza de setecientos hombres, se acercaba por el rumbo de San
Felipe, con la intención de destruir a los insurgentes del fuerte del
Sombrero; por lo que Mina decidió tomar la iniciativa en la lucha,
saliendo al encuentro de los soldados del Virrey; y habiéndolos
encontrado en el rancho de Ferrero, cerca de la hacienda de San Juan
de los Llanos, los atacó impetuosamente, derrotándolos por completo.
En la acción, que tuvo lugar el 29 de Junio de 1817, pereció el
Coronel Ordóñez, y con él, el Teniente Coronel Castañón con más de
trescientos hombres de tropa; cayendo prisioneros de los insurgentes,
doscientos veinte realistas(4) que, con dos cañones, doscientos
noventa fusiles y abundantes municiones, fueron conducidos al fuerte
de los independientes, establecido en el ya citado cerro.
Con esto la alarma era muy grande en Celaya, ocasionando las
noticias que se recibían, encontrados sentimientos entre el
vecindario, porque ya claramente se advertía la pugna que había entre
los dos partidos existentes en la ciudad; mas la confianza entre los
adictos al gobierno español renació, cuando a mediados de Julio llegó
a Celaya, de paso para el interior de la Provincia, la fuerte División
que, al mando del Mariscal de Campo, Don Pascual Liñán, había
ordenado el Virrey que se formara en Querétaro para combatir a
Mina; pero en cambio, al poco tiempo se supo también que éste, a
quien la Junta de Jaujilla hab éste, a quien la Junta de Jaujilla había
nombrado Teniente General de las armas insurgentes en el Bajío,
burlando la vigilancia de los realistas y atravesando el cerco que para
entonces Liñán había establecido en torno del fuerte del Sombrero,
había salido de allí y expedicionaba ahora por todo el territorio de la
Provincia.

90
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

Efectivamente, Mina, al salir del fuerte, procuró ayudar a los


sitiados introduciéndoles víveres; y habiendo fracasado en su intento,
de acuerdo con el Padre Torres, se dispuso a incursionar por todo el
territorio de la Intendencia de Guanajuato, para estorbar los planes
de los realistas. Derrotó a éstos en la hacienda del Bizcocho; tomó por
asalto la plaza de San Luis de la Paz, a los cuatro días de combatir;
atacó a San Miguel el Grande, donde fue rechazado; y después de
ocupar el Valle de Santiago, acercándose ya mucho a Celaya, intentó
apoderarse, el 16 de Septiembre, de la Hacienda de la Zanja; pero
debido a la llegada con refuerzos del Capitán Don Manuel Díaz de La
Madrid, del Regimiento de Infantería de Celaya, pudo la guarnición
sitiada que mandaba el Subteniente Don Antonio Alvarado, rechazar
a Mina, en la mañana del siguiente día. (5)
Entre tanto el fuerte del Sombrero había caído en poder de los
realistas desde el 20 de Agosto; y el Mariscal Liñán, que había sido
nombrado Comandante General del Bajío y Provincia de Guanajuato,
se dirigió con su ejército al fuerte d e los Remedios o de San Gregorio,
que ocupaba el Padre Torres, para emprender el asedio del mismo,
dispuesto a tomarlo.
Mina, accediendo a los deseos de Torres, a pesar de que éste
siempre había obrado con doblez para con él, se acercó a los
Remedios para auxiliar a los sitiados; pero conociendo que con la
gente sin disciplina que le quedaba, el atacar a Liñán en las posiciones
que ocupaba era marchar a una derrota segura, decidió seguir
hostilizando al enemigo, como lo había ya hecho; y de acuerdo con la
Junta de Jaujilla, después de habérsele agregado el antiguo
insurgente Don José María Liceaga, y de haberse juntado nuevamente
con Don Pedro Moreno, que había logrado escapar del desastre en el
cerro del Sombrero, atacó a la ciudad de Guanajuato la noche del 24
de Octubre; pero habiendo sido rechazado, no tanto por la
superioridad de los defensores de la plaza, sino por la indisciplina y
cobardía de los guerrilleros que ahora lo seguían, se retiró
descorazonado y sin poder ocultar su disgusto a dormir en el rancho
del Venadito, juntamente con Don Pedro Moreno, Liceaga y unos
cuantos hombres que los acompañaban.
En ese lugar, por el aviso de un traidor, fueron sorprendidos
cuando descansaban, por la columna del Coronel Orrantia que les

91
LUIS VELASCO Y MENDOZA

seguía los pasos. Don Pedro Moreno alcanzó a tomar su espada y


murió combatiendo; pero Mina, auque intentó seguir a Liceaga y a
otros más que lograron huir, fue cogido prisionero; y atado codo con
codo se le condujo ante Orrantia, quien lo injurió cobardemente,
asestándole de cintarazos. Después fue llevado al campamento del
Mariscal Liñán, que se ocupaba de atacar al Padre Torres en el fuerte
de los Remedios; y allí, habiendo tenido que pasar por largos e
inútiles interrogatorios, el 11 de Noviembre de 1817 fue fusilado en lo
alto del cerro del Bellaco, ante la expectación de los sitiados, que
desde su posición alcanzaron perfectamente a percibir el sacrificio del
Héroe.
"La captura y prisión de Mina la consideró la Chancillería de
España como suceso de tanta importancia y trascendencia, que el Rey
Fernando VII, envió al Virrey Don Juan Ruiz de Apodaca el título de
'Conde del Venadito', nombre que le pareció ridículo al interesado, ya
que solicitó que se lo dieran mejor a Liñán o a Orrantia". (6) Por su
parte, los partidarios del gobierno juzgaron tan importantísimo el
golpe dado a la insurrección, con la captura y muerte de Mina, que se
apresuraron a celebrarlo con grandes manifestaciones de júbilo; y en
los lugares en que, como Celaya, dominaban los realistas, se cantó el
Te Deum, hubo repiques y se hicieron salvas de artillería,
iluminaciones y procesiones de fieles, pues se creía que era el fin de la
revolución.
A partir de tan deplorable acontecimiento, el desaliento se
apoderó del campo insurgente, sobre todo en el Bajío, ya que también
el fuerte de los Remedios cayó en poder de los realistas el 1º de Enero
de 1818, escapándose el Padre Torres con muy poca de su gente; y a
su vez el 6 de Marzo, capitulaba el reducto de Jaujilla, concediéndose
a los defensores el indulto; mientras que los miembros del gobierno
insurgente, una vez tomado el fuerte, marchaban a Huetamo: donde
por haber caído prisioneros algunos de ellos, se formó una nueva
Junta compuesta por: Don José Pagola, Don Pedro Villaseñor, Don
Pedro Bermeo. Pero activamente perseguidos por los realistas, el
primero y el último fueron aprehendidos y fusilados en Cantarranas,
el 9 de Julio de 1818; con lo que acabó todo centro de gobierno
independiente.

92
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

El 1º de Marzo de ese mismo año, por orden del Virrey, tomó el


mando de las fuerzas realistas en la Provincia de Guanajuato, el
Coronel Don Antonio Linares, con el carácter de Comandante
General, después de que por algunos días había tenido el cargo el
Coronel Don Ángel Díaz del Castillo, quien sustituyó al Mariscal
Liñán cuando éste pasó a México; y aunque entonces se creó también
la "Comandancia General del Norte de Guanajuato y Provincias
Internas del Occidente, Zacatecas y San Luis Potosí", recibiendo el
Coronel Don Francisco de Orrantia el mando de la citada
Comandancia; la actividad y constancia de Linares no dejaron de
sentirse en el Bajío; pues que aparte de intensificar la campaña en
contra de las partidas de guerrilleros insurgentes, se preocupó por
mejorar las condiciones de vida en las poblaciones que habían
quedado bajo su mando.
Como se recordará, Linares era hijo de Celaya; así que no es de
extrañar que ahora procurara remediar en lo posible los males que
había resentido la ciudad durante la guerra, dictando medidas
tendientes a mejorar su situación. Con esto, después de cambiar la
residencia de la Comandancia General nuevamente a Celaya, con
objeto de evitar que los vecinos que se dedicaban a la confección de
tejidos, emigraran de la ciudad como había estado sucediendo, y que
la población no resintiera esa segregación, sino que por el contrario,
se aumentara recibiendo en su seno a nuevos trabajadores que se
dedicaran a esa industria, que antes de la insurrección había sido muy
próspera, hizo publicar la siguiente ordenanza:
"Don Antonio Linares, Coronel y Comandante General de la
Provincia de Guanajuato, etc... Siendo repetidas las superiores
órdenes del Exmo. Señor Virrey para que se fomente con la mayor
actividad el tráfico de los pueblos guarnecidos por las tropas de Su
Majestad en obsequio de la causa pública y advirtiendo que es de la
mayor importancia facilitar a los artesanos de esta ciudad, que
escoltados de tropa puedan concurrir los domingos a los mercados o
tianguis de Apaseo, para que expendan sus mantas, rebozos y demás
tejidos, fuentes o reliquias de su antigua industria, he dispuesto que el
Comandante militar de esta plaza franquee semanariamente las
mañanas de dichos domingos, la partida de tropa necesaria hasta
Apaseo, con cuyo auxilio podrán llevar los artesanos sus

93
LUIS VELASCO Y MENDOZA

manufacturas a expender en aquel pueblo, y regresen aquí los lunes


con la partida de Querétaro, para que en los demás días de la semana
puedan seguir trabajando en sus telares, entendido que no se deberá
pagar pensión ni contribución alguna por esta escolta, sino que todos
podrán girar bajo el apoyo de las piadosas armas de Su Majestad, y
que sólo que por la actual estación de aguas no regrese aquí el sábado
de alguna semana la División del Capitán Don Ramón de Galinsoga,
no se verificará dicha salida para Apaseo, sólo aquel domingo; pero se
efectuará en la semana siguiente, procurando que regrese aquí dicho
día sábado la indicada sección, para que se logre tan interesante
objeto en beneficio de la parte más industriosa de la población de esta
ciudad. Lo que mando, que para que llegue a noticia de todos estos
habitantes, se fijen los carteles de estilo en las cuatro esquinas de la
plaza Mayor. Celaya, 9 de Julio de 1818.- Antonio Linares". (7)
Para entonces era Comandante militar de la plaza de Celaya, el
Sargento 2º Don Antonio Ibáñez; y éste, de acuerdo con el
Subdelegado, se encargó de cumplimentar debidamente las órdenes
del Comandante General de la Provincia pudiéndose percibir al poco
tiempo los benéficos resultados producidos por tan acertadas
disposiciones.
En el año siguiente, la contienda por "la Independencia no era ya
más que un cadáver y aun algo peor, ya que en vez de ejército con
altos y elevados planes, con jefes de prestigio; sólo había guerrillas, o
mejor dicho, gavillas de bandidos de los que se iba separando la gente
honrada". (8) En el Bajío para entonces habían ya perecido muchos de
los cabecillas que desde 1810, y después en los años subsecuentes,
habían tenido en jaque a las fuerzas realistas que había en el territorio
de la Intendencia de Guanajuato.
De entre ellos: Rubí, uno de los más nombrados, había sido
capturado y fusilado cerca de Salvatierra, desde Noviembre de 1813;
Tomás Baltierra, o sea "Salmerón", había sido ejecutado en Mayo de
1814, por los mismos insurgentes, en las cercanías de Pénjamo;
Matías Ortiz, uno de los "Pachones", en Noviembre del mismo año,
pereció en un combate que hubo cerca de Dolores; Fernando Rosas,
hecho prisionero en los límites de Guanajuato y San Luis Potosí fue
arcabuceado por la espalda en esa ciudad, en Agosto de 1815; a Lucas
Flores, lo había hecho fusilar el Padre Torres, a principios de 1818;

94
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

Liceaga, había sido muerto a tiros, cerca de su hacienda de la Laja, en


Diciembre de ese año, por el bandido Juan Ríos, probablemente
instigado por el cabecilla insurgente Juan Borja; Andrés Delgado,
llamado "El Giro", murió peleando heroicamente cerca de Santa Cruz,
en Julio de 1819; y el Padre Don José Antonio Torres, ya despojado de
su mando, murió a manos de su subordinado Juan Manuel Zamora, a
consecuencia de una disputa de juego de naipes, en el rancho de las
Cabras, cerca de Silao, en el mismo mes y año.
En el resto del país, las cosas que atañían a la campaña
independiente no caminaban mejor, y jefes de tanta valía como Don
Ignacio López Rayón, Don José Sixto Verduzco y Don Nicolás Bravo,
habían caído desgraciadamente en poder de los realistas, salvando su
vida gracias a la benignidad del Virrey Apodaca; pero desde entonces
permanecieron largo tiempo en prisión, hasta que, a mediados de
1820, los puso en libertad el cambio de situación, con el indulto
decretado, al ser restablecida la Constitución española del año de
1812.
En Marzo de 1819, como en el desempeño de sus deberes militares
y siguiendo el plan establecido, hubiera salido de Celaya, con parte de
la guarnición el Comandante militar de la plaza, Sargento 2º Don
Antonio Ibáñez, a cooperar con el Teniente del Regimiento de Celaya,
Don Juan Nepomuceno Canalizo, en la defensa de la hacienda de
Santo Tomás, de la jurisdicción de Salvatierra, que había sido atacada
el día 2 del mismo mes por una partida de guerrilleros: al arrojarse
imprudentemente entre los mismos, seguido solamente de seis
hombres, fue muerto con cuatro de los que lo acompañaban; y aunque
los atacantes fueron en seguida dis
persados, no dejó de ser deplorable para los realistas esta acción
de armas por la pérdida de un jefe como Ibáñez; ya que éste se había
distinguido siempre entre sus compañeros de milicia.
Fuera de este lamentable suceso, y libre ya la provincia de
Guanajuato de los principales jefes de las partidas que la devastaban,
la pacificación estaba en vías de ser un hecho; pues sólo quedaba el
cabecilla Borja, que había seguido en sus correrías; mas casi en
seguida fue obligado a retirarse a la Sierra Gorda, donde finalmente
acabó por indultarse, y solamente quedó dando qué hacer por algún
tiempo, la gavilla de Antonio García, guerrillero que había empezado

95
LUIS VELASCO Y MENDOZA

por ser contrabandista de tabaco en las inmediaciones del Valle de


Santiago. Sin embargo, habiendo obtenido también el indulto en
compañía de "los Pachones" y de toda su gente, quedó restablecida
del todo la tranquilidad en el Bajío, a principios de 1820.
Fue en Celaya motivo de intenso júbilo tan halagador resultado; y,
de acuerdo con un Bando solemne publicado el 1º de Abril por el
Cabildo municipal, se celebró ese cambio de situación con grandes
festejos que tuvieron efecto el 2 y el 3 del mismo mes; en los cuales
hubo iluminación general por las noches, no faltando la Misa de
gracias, el Te Deum y una vistosísima procesión con la imagen de la
Purísima Concepción, que recorrió las calles y plazas de la ciudad,
hermosamente engalanadas en tal ocasión, con arcos triunfales y toda
clase de adornos. (9)
En la pacificación tomaron parte muy activa el Coronel Don
Anastasio Bustamante y el Teniente Coronel Don Luis Cortazar, con
otros varios jefes subalternos; pero mucho contribuyó la conducta
prudente y moderada del Coronel Don Antonio Linares, Comandante
General de la Provincia, para afianzar la seguridad y conseguir la
anhelada paz en todo el territorio puesto bajo su cuidado; porque
además de usar de medios conciliatorios, utilizó a los mismos
cabecillas insurgentes que se rendían, con la gente que habían tenido
bajo su mando, organizándolos en compañías a las que dio el nombre
de rurales o auxiliares, formando con ellas una fuerza de seis mil
hombres; e inspirando general confianza, quitó todo recelo de
persecución, con lo cual hizo que aquella Provincia, donde más que en
otras parecía tan difícil poder extinguir a la revolución, volviese a una
tranquilidad tan completa, que en toda ella se caminaba ahora con
seguridad; en tanto que los giros del campo y la minería, que habían
sido casi del todo destruidos, poco a poco iban también recobrando
alguna actividad. (10)
Para obtener tan inapreciables resultados, Linares dio seguridades
a los agricultores, comenzando éstos a percibir magníficos
rendimientos, con aprovechamiento tanto de ellos como de los
traficantes y consumidores; porque además cambió el sistema de
convoyes, estableciéndolos de manera que, en vez de ser un medio de
especulación personal, facilitaran el tráfico general, recibiendo por lo
mismo nuevo impulso el comercio. Y en cuanto a la minería, como

96
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

quería tanto así, o más, hacer resurgir a esa fuente de riqueza,


consiguió con el Mariscal de Campo, Don José de la Cruz,
Comandante General de la Nueva Galicia, que se remitiera a
Guanajuato la sal de Colima y la pirita, o sulfato de cobre llamada sal
de asientos, ingredientes que eran muy necesarios para la
amalgamación de la plata. Pero a pesar de sus esfuerzos y buenas
intenciones, en este ramo no pudieron dar buen rendimiento los
trabajos de beneficio, porque había sido demasiada extensa la
destrucción en el giro de minas, para que éstas, en tan poco tiempo,
pudieran volver a florecer.

OBRAS CONSULTADAS:

1.- "Correspondencia y Diario Militar de Dn. Agustín de Iturbide". Tomo IV.


Archivo General de la Nación.
2.- "La Gaceta de México". No. 1045 del 18 de Marzo, y No. 1069 del 19 de
Abril de 1817.
3.- "Mina el Mozo". Martín Luis Guzmán.
4.- "Memoria de la Revolución de México y de la Expedición del Gral. Dn.
Francisco Javier Mina". William Davis Robinson.
5.- "La Gaceta de México". No. 1147 del 30 de Septiembre de 1817.
6.- "Francisco Javier Mina y Pedro Moreno. Caudillos Libertadores". Antonio
Rivera de la Torre.
7.- "La Gaceta de México". No. 1304 del 13 de Agosto de 1817.
8.- "Historia de la Nación Mexicana". P. Mariano Cuevas. S. J.
9.- "La Gaceta de México". No. 63 del 23 de Mayo de 1820. (Véase la
descripción completa de esta festividad, en el Apéndice).
10.- "Historia de México". Tomo IV. Lucas Alamán.

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LUIS VELASCO Y MENDOZA

CAPÍTULO VIII

El Rey Don Fernando VII, restablece la Constitución de 1812.- Se vuelve al


orden constitucional en la Nueva España, y con tal motivo es
jurada nuevamente en Celaya la Constitución española.- Por última
vez, cuando mueren Carlos IV, y su esposa María Luisa de Parma,
celébranse en Celaya honras fúnebres en honor de los Soberanos
españoles.- Por inconformidad con el restablecimiento de la
Constitución, se prepara un nuevo movimiento en favor de la
Independencia.- Los conspiradores eligen por jefe a Dn. Agustín de
Iturbide; y éste, proclama el Plan de Iguala.- Carácter conciliatorio
y político del mismo Plan.- Cunde la revolución; y en el Bajío
proclaman la Independencia los hasta entonces jefes realistas Dn.
Anastasio Bustamante y Dn. Luis Cortazar.- Cortazar entra a
Celaya, y consigue que las tropas de la guarnición secunden el Plan
de Iguala.- Se consuma la Independencia de México,
solemnizándose jubilosamente en Celaya su proclamación.

Al iniciarse el año de 1820 grandes acontecimientos de carácter


político se avecinaban para todo el reino, pues en España la situación
iba de mal en peor, a pesar de que la mayoría de los habitantes, una
vez vencidos algunos intentos de rebeldía, tal como el en que le tocó
actuar a Don Francisco Javier Mina, no sólo estaban conformes con el
absolutismo del Monarca Don Fernando VII, sino que hasta lo
aplaudían, porque reinaba el servilismo entre la aristocracia y la
degradación y miseria en las bajas capas sociales, en tanto que el
ejército se dedicaba a conspirar, azuzado por la masonería, y estaba a
punto de estallar una revolución.
Meses antes, habíanse concentrado fuerzas militares en Cádiz
para despachar una expedición destinada a combatir a los insurgentes
de América, y el día 1º de Enero de 1820, cuando ya estaba casi todo
listo para que partieran las tropas, el Comandante del Batallón de
Asturias, Don Rafael Riego, se pronunció con las fuerzas de su mando
en la plaza del pueblo de las Cabezas de San Juan, proclamando la
restauración del régimen constitucional; y, obrando rápidamente,
aprehendió al jefe de la expedición, que lo era nada menos que el ex

98
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

Virrey de la Nueva España, Don Félix María Calleja del Rey, quien en
premio a sus servicios a la Monarquía ostentaba ya el título de Conde
de Calderón; e incorporándose los pronunciados, en San Fernando, a
la gente del General Quiroga, que a su vez había sublevado el
Regimiento de España para secundar el movimiento, la rebelión se
propagó a Zaragoza, Barcelona y otros muchos lugares; por lo que el
Rey, acobardado, terminó por convocar las Cortes, jurando la
Constitución el día 9 de Marzo de 1820. (1)
La inauguración de las Cortes, que estaban integradas en su
mayoría por diputados partidarios de las doctrinas más
revolucionarias, tuvo lugar el 9 de Julio, y en ellas la Nueva España,
estuvo representada por Don Miguel Ramos Arizpe, Don Mariano
Michelena, Don José María Couto, Don Manuel Cortazar, Don
Francisco Fagoaga, Don José María Montoya y Don Juan de Dios
Cañedo; todos ellos de ideas avanzadas y partidarios de reformas que
desde luego implantaron, contándose entre ellas la supresión de la
Compañía de Jesús, que Fernando VII, había restablecido en 1815; y
de otras órdenes religiosas, como las de los Hipólitos y Juaninos.
A fines de Abril se tuvieron noticias en México de todo lo
anteriormente relatado, mas el Virrey Don Juan Ruiz de Apodaca,
quizá debido a las condiciones especiales por que atravesaba el
régimen constitucional; y antes bien, convino con las demás
autoridades en ocultar lo que pasaba en España. Pero a pesar de su
reserva, en Veracruz, pronto se supo lo que pasaba, por noticias que
llegaron de la Habana, y, sin esperar órdenes del gobierno, se
apresuraron a jurar allí la Constitución. Otro tanto hicieron en
seguida Jalapa, Alvarado y Tlacotalpan, por lo que el Virrey, en obvio
de más dificultades, hizo lo mismo en la capital el 31 de Mayo;
tomando de conformidad con el Código promulgado, el título de Jefe
Político Superior y Capitán General de la Nueva España.
En la Intendencia de Guanajuato se restableció con solemnidad el
régimen Constitucional, a raíz de haber recibido los Ayuntamientos,
las órdenes que dio el Virrey al respecto; siendo Celaya una de las
poblaciones que con intenso regocijo del pueblo se apresuró a jurar
nuevamente la Constitución española; pues que mientras en la capital
de la Provincia, esa ceremonia tuvo verificativo hasta el 24 y 25 de
Junio, en Celaya tuvo lugar desde el día 7 en que lo hizo el

99
LUIS VELASCO Y MENDOZA

Ayuntamiento, el día 17 el Comandante militar y la guarnición de la


plaza, y el 25, la Parroquia, las religiones y el vecindario de la ciudad.
(2)
El Ayuntamiento que prestó el nuevo juramento estaba integrado
por su Presidente, Don Martín Antonio Montes, y los Munícipes Don
José Ramón Guerra, Don Francisco Eduardo Tresguerras, Don Juan
Joseph Gayón, Don Pedro Rodríguez Hernández y Don Francisco
Murieu; mientras que las tropas de la guarnición, prestaron dicho
juramento encabezadas por el nuevo Comandante militar Don
Manuel de Zimavilla. Al día siguiente, cumpliendo con lo dispuesto
por la carta fundamental que se acababa de jurar, se procedió a elegir
Ayuntamiento constitucional, resultando electas las mismas personas
que integraban el anterior Cabildo; y una de las primeras medidas que
tomaron fue la de sustituir el nombre de "Plaza Mayor" que llevaba la
principal de la ciudad, restituyéndole el de "Plaza de la Constitución",
que desde entonces ha conservado hasta nuestros días.
En tanto que todos esos sucesos se habían venido desarrollando,
otro acontecimiento de distinta índole, pero que también tenía
resonancia en las posesiones españolas de Américas por los vínculos
que existían entre las colonias con su metrópoli, vino a causar
desazones entre los habitantes de la Nueva España, y por consiguiente
en Celaya y en toda la Provincia de Guanajuato; pues sucedió que a
mediados del año anterior, tuvieron que celebrarse en todo el país,
aunque fuera por última vez, honras fúnebres en honor de los
Soberanos de España, viéndose los habitantes obligados a vestir luto
por el fallecimiento de los reyes padres, Don Carlos IV y Doña Luisa
de Parma, que habían muerto en el ostracismo; la segunda, el día 2 de
Enero, en Roma; y su augusto esposo el 19 del mismo mes y año, en
Nápoles.
Con tal motivo, en México el Virrey Don Juan Ruiz de Apodaca, al
publicar la noticia de esos fallecimientos, a los que había precedido el
de la Reina Doña Mª. Isabel Francisca de Braganza y Borbón, esposa
de Fernando VII, expidió un Bando que fue pregonado en todas las
villas y ciudades de la colonia; y entre las prevenciones que en él se
asentaban, había las siguientes: "...Mando que los habitantes de estos
dominios, de cualesquier estado, grado o condición que sean, bajo
pena de cincuenta pesos, vistan por tres meses luto riguroso por la

100
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

muerte del Rey padre, según se previene en la ordenanza de 5 de


Febrero que va inserta íntegramente; entendiéndose que debe
comenzar a contarse en esta capital desde el día siguiente al que
publique su Bando la nobilísima ciudad, y en las demás ciudades,
villas y lugares de estos dominios, desde el inmediato al en que se
publique en ellas el presente, lo cual deberá hacerse luego que se
reciba. Exceptuándose de vestir luto los hijos de familia, porque el de
los dueños es bastante demostración del dolor y tristeza, y por la gran
pérdida que significa; los indios, en consideración a su pobreza, y por
el amparo y alivio que nuestros Soberanos tienen reencargado se les
dispense, pudiendo, conforme a su voluntad y posibilidades; y las
personas pobres de solemnidad y miserables; pero encargo a unos y a
otros que encomienden a Dios con sus oraciones y sufragios las almas
de sus Majestades". (3)
En Celaya se publicó el Bando del Virrey a mediados de Agosto, y
como en otras ocasiones semejantes, con la asistencia acostumbrada
en esos casos, tuvieron lugar solemnes exequias en el templo de la
Parroquia; pero por fortuna para los entonces todavía súbditos de
Fernando VII éste, antes de que terminase el año, celebró terceras
nupcias, tomando por esposa a Doña María Josefa Amalia, princesa
alemana de la casa de Sajonia; y como la noticia de este casamiento
llegó a México el 11 de Diciembre, mandóse que cesaran los lutos; y de
orden superior la alegría sustituyó al duelo, y hubo concesión de
numerosas gracias, ascensos y condecoraciones.
Al llegar a los años en que todas estas cosas pasaban en Celaya,
preciso es hacer mención de los acontecimientos que en seguida se
vinieron sucediendo en todo el país; por la trascendencia y conexión
que tuvieron con la vida de la ciudad, y la decisiva influencia que
desde 1820 ejercieron para apresurar la completa emancipación de
España, asegurando la Independencia de la Nación. Así pues, ante el
estado de cosas que vino a plantear el restablecimiento de la
Constitución, ya que de nuevo ponía en vigor los principios
revolucionarios del año de 1812; las clases privilegiadas, entre las que
se encontraban el clero y la nobleza de la Nueva España,
considerando que estaban en peligro las antiguas bases en que
descansaba la estructura de aquella sociedad, pensaron en un
principio evitar que se jurara y restableciera la misma Constitución; y

101
LUIS VELASCO Y MENDOZA

hasta trataron de acuerdo con el Virrey Apodaca, de ofrecer un asilo


en México al Rey Don Fernando VII, asegurándole un gobierno
absolutista, en el que las nuevas doctrinas no tendrían acceso; con lo
que de hecho, la tentativa conducía a la independencia. Pero frustrado
ese proyecto por los sucesos que quedan ya referidos, a fines de 1820
se ideó un nuevo plan (en el que ahora no entró el Virrey) el cual
consistía lisa y llanamente en proclamar la Independencia, ofreciendo
el trono a un Infante español, que gobernaría como Soberano
absoluto, quedando así anulada la Constitución.
Para ejecutar este plan, que se elaboraba en unas juntas, que a
pretexto de tomar "Ejercicios Espirituales", se venían celebrando en la
sacristía del templo de la Profesa de la capital del Virreinato, los
conspiradores eligieron al mismo que les había inspirado el proyecto:
el Coronel Don Agustín de Iturbide, que desde su separación del
mando como Comandante General de las armas realistas en el Bajío y
Provincias de Michoacán y Guanajuato, venía residiendo en la misma
ciudad de México; y que ahora era uno de los más asiduos
concurrentes a las reuniones que se efectuaban en la Profesa.
Como es sabido, Iturbide reunía a una figura atrayente, la
fortaleza y vigor necesarios para resistir a las grandes fatigas de
campaña; y diez años de este ejercicio continuado, habían robustecido
más sus disposiciones naturales. "Tenía un carácter altivo y
dominante, y se observó que para conservar su favor con las
autoridades necesitaba estar a distancia de quienes pudiesen
mandarlo. Sea de esto lo que fuere, es indudable que Iturbide tenía un
alma superior y que su ambición estaba apoyada en aquella noble
resolución que desprecia los peligros y que no se detiene por
obstáculos de ninguna especie". (4) Este era pues el hombre que el
destino había deparado para emprender la empresa que traería por
consecuencia la realización de las aspiraciones de un pueblo que en
diez largos años de lucha, había pugnado por hacerse independiente,
ambicionando su soberanía.
Los conspiradores aprovecharon la circunstancia de que el Virrey
iba a enviar un nuevo ejército al Sur de la colonia, para que
combatiera a Don Vicente Guerrero, quien había sido el único Jefe
insurgente de prestigio, que hasta entonces había continuado
manteniendo vivo el fuego de la insurrección, sosteniéndose

102
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

firmemente en las montañas que se levantan en el territorio que hoy


lleva su nombre; y para facilitar el logro de sus planes, recomendaron
a Iturbide, como el jefe más apropiado para que se pusiera al frente de
las tropas que iban a salir a la campaña.
Las dotes que poseía Iturbide, no desconocidas del Virrey, y la
calidad de las personas que lo recomendaban, hicieron que el
gobernante tomara la resolución de nombrarlo, con fecha 9 de
Noviembre de 1820, "Comandante General del Sur y rumbo de
Acapulco"; y una vez que estuvo dispuesto el ejército, en el que
procuró el nuevo Comandante que se le agregara su antiguo
"Regimiento de Celaya", partió con sus soldados a mediados de
Diciembre, aparentemente dispuesto a destruir a Guerrero, pero en
realidad resuelto a unirse a él, en caso necesario, para obrar
conjuntamente y hacer así la Independencia; lo que hizo saber al
Caudillo insurgente con anticipación. (5)
En un principio Guerrero, desconfiando de las intenciones de
Iturbide, lo atacó con intrepidez causándole algunos reveses; pero
convencido al fin por las razones que el mismo Iturbide le exponía en
varias cartas que le envió, consintió en tener una entrevista con el Jefe
realista en el pueblo de Acatempan; y al efecto le contestó a su vez,
diciéndole entre otras cosas que: "aunque había sido (Iturbide) uno
de los mayores enemigos de la revolución, la patria esperaba de sus
manos la salvación; y que en tal caso, él mismo le ofrecía militar bajo
sus órdenes".
Ya para entonces Iturbide había formulado en el pueblo de Iguala
un plan revolucionario que aseguraba la Independencia, aunque éste
se apartaba de los acuerdos estipulados en las juntas de la Profesa.
Secretamente lo hizo imprimir en Puebla, y sólo le faltaba hacerse de
fondos para dar cima a su proyecto; pero aun esto se le facilitó,
porque se apoderó de una conducta por valor de $525,000.00 de los
comerciantes de México, que, confiada a su cuidado, iba para
Acapulco, con destino a las islas Filipinas.
El Plan de Iguala, llamado así por haberse proclamado por
primera vez en aquel pueblo, fue una obra maestra de política y de
saber. La INDEPENDENCIA era el anhelo de todos los mexicanos, y ésta
fue la primera de las bases que se asentaron en ese documento. Las
mutuas matanzas por las represalias entre uno y otro de los partidos

103
LUIS VELASCO Y MENDOZA

contendientes durante la lucha de emancipación, requerían un


valladar que sirviera como de preservativo para que en lo sucesivo se
evitaran semejantes actos de barbarie; así que era menester consagrar
un artículo que, fundamentalmente, garantizara la concordia
nulificando toda clase de antagonismos; y con este fin, el nuevo
Caudillo echó mano de la palabra UNIÓN; para expresar que debería
haberla entre los criollos y los españoles; unos y otros considerados
como ciudadanos y con los mismos derechos. Por último, como la
religión católica era la que profesaban todos los mexicanos, y el país
debía a su credo y a sus ministros incalculables beneficios, para
garantizar el ejercicio y la conservación de ese culto, se asentó
también como base fundamental, la palabra RELIGIÓN.
De estos tres vocablos: INDEPENDENCIA, UNIÓN y RELIGIÓN, vino
el que se denominara al ejército que sostenía el Plan de Iguala:
"Ejército de las Tres Garantías"; y para consagrar e inmortalizar tan
importantes y trascendentales principios, el mismo Iturbide ideó
representarlos con tres colores, que unidos, constituyeron el conjunto
del lábaro que dio el Libertador al Ejército Trigarante por bandera; y
que desde entonces simbolizando, el verde: la Independencia; el
blanco: la Unión; y el rojo, la Religión, son el emblema y la
representación de la Patria Mexicana.
En el mismo plan se establecía el sistema monárquico
representativo para la Nación, aportando los principios elementales
de esta forma de gobierno; y, consignando en varios artículos los que
garantizan los derechos individuales, se dejaba libertad a los
españoles que quisieran salir de la Nación con todos sus bienes.
También a las tropas expedicionarias que quisieran salir del país, se
les costearía el viaje para España a costa del erario público; mientras
que a las que desearan permanecer en él, se les trataría como a
soldados mexicanos. Con esto, como se ve, el Plan de Iguala
conciliaba todos los intereses, pues que elevando a la Nueva España al
rango de una Nación independiente, como era el deseo general, hizo
acallar ante este inmenso beneficio, las pretensiones particulares de
los que querían la República y de los que deseaban la Monarquía
absoluta, haciendo que todos los hijos del país se unieran en un
principio de nacionalidad; aunque cada cual reservara, para el futuro,
sus diferentes pretensiones.

104
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

Después de haber celebrado Iturbide la deseada entrevista con


Guerrero en Acatempan, en la cual se abrazaron a la vista de sus
tropas, cambiando mutuas cortesías, y una vez que el Caudillo
insurgente puso con el mayor desprendimiento sus soldados y su
persona a disposición de aquél; el 1º de Marzo de 1821, hizo el mismo
Iturbide reunir a la oficialidad y le dio lectura al Plan de Iguala,
ofreciendo dejar el mando militar a las órdenes de cualesquier
caudillo que quisiera realizar aquel Plan. Pero como ninguno de los
subalternos de Iturbide aceptara cargar con tamaña responsabilidad,
a petición unánime de los mismos, él la aceptó renunciando su grado
y tomando el título de Primer Jefe del Ejército de las Tres Garantías; y
al día siguiente juró con todas las tropas el citado Plan,
solemnizándose el acontecimiento con una misa de gracias y Te
Deum, que tuvieron su celebración en la Parroquia de Iguala.
Todo indicaba en esos días que la empresa de Iturbide iba a
fracasar, pues el Virrey al saber lo ocurrido, se aprestó a combatir al
nuevo movimiento rebelde; y cancelando la libertad de imprenta,
prohibió también la circulación de todo documento emanado de
Iturbide, ya que éste había enviado el Plan de Iguala acompañado de
cartas artificiosamente escritas a todos los personajes prominentes
del país, inclusive al mismo Virrey y al Arzobispo de México,
invitando a todos para que lo secundaran; y hasta los mismos
conspiradores de la Profesa, al ver que el Jefe por ellos elegido,
pretendía fundar una Monarquía constitucional, forma de gobierno
que detestaban y que precisamente los había hecho concebir el
movimiento revolucionario, arrepentidos de lo hecho, reaccionaron
agrupándose en torno del representante del Soberano español.
Por lo tanto, los medios represivos puestos en práctica por el
Virrey Apodaca, en contra de Iturbide, pusieron en peligro la
realización del Plan de Iguala, pues que aparte de algunos descalabros
que causaron a las tropas trigarantes las fuerzas realistas enviadas a
combatirlas, tuvo también Iturbide que sufrir varias deserciones; pero
afortunadamente se impuso la nobleza de la causa y con el tiempo
empezaron a adherirse al Plan de Iguala, muchos de los jefes realistas
a quienes había escrito Iturbide, y varias guarniciones de pueblos y
ciudades que habían decidido agregarse al Ejército Trigarante.
Siguiendo ese impulso, parte de la guarnición de Jalapa abandonó la

105
LUIS VELASCO Y MENDOZA

villa proclamando el Plan de Iguala, para ponerse en Perote a las


órdenes de Don José Joaquín de Herrera que en seguida vio aumentar
sus fuerzas; y por la misma causa se levantó en armas Actopan, se
rindió Orizaba, capituló Córdoba y Don Nicolás Bravo volvió a la
lucha con quinientos hombres en Izúcar, secundando eficazmente el
movimiento de Iturbide.
En seguida de manera influyente y con fuerza subyugadora y
convincente, cundió el movimiento libertario en el Bajío. Llegóse a
este resultado, después que Iturbide había enviado a los Capitanes
Quintanilla y La Madrid, del Regimiento de Celaya, para preparar en
favor del Plan de Iguala a los jefes de las tropas realistas en
Guanajuato, Michoacán y Jalisco; pues aquéllos, con empeño
cumplieron satisfactoriamente su comisión; ya que en la primera de
estas Provincias, Quintanilla encontró muy bien dispuesto al Coronel
Don Anastasio Bustamante: prestigiado Jefe, que para entonces era
uno de los más activos colaboradores del Comandante General del
Bajío y Provincia de Guanajuato, Coronel Don Antonio Linares.
A pesar de su buena voluntad, Bustamante se encontraba indeciso
y no se decidía a obrar, pero esa actitud la vino a resolver el Teniente
Coronel Don Luis Cortazar; quien, como se dijo ya en el primer tomo
de esta obra, había nacido en la hacienda de la Zanja, finca que
pertenecía a la jurisdicción de Celaya, cuya circunstancia hizo que
después a Cortazar se le considerara como celayense. Este jefe pues,
sin esperar la decisión de su superior, con algunos dragones de su
Regimiento de Moncada, proclamó la Independencia adhiriéndose al
Plan de Iguala, el día 16 de Marzo de 1821, en el pueblo de los Amoles
(hoy Cortazar), (6) y habiéndose acercado al día siguiente a
Salvatierra, hizo otro tanto la guarnición de esta ciudad, no obstante
la oposición del Capitán Reguera, Comandante militar de la plaza.
Igual cosa se verificó el día 18 en el Valle de Santiago,
concurriendo las guarniciones de Pénjamo y de otros lugares
inmediatos, lo cual acabó de decidir al Coronel Don Anastasio
Bustamante para abrazar el partido de Iturbide. En consecuencia
proclamó a su vez la Independencia en la hacienda de Pantoja, y dio
orden al Teniente Coronel Cortazar, para que marchase a Celaya el 19;
y que desde el puente del río de la Laja, intimase al Comandante
General de la Provincia, Don Antonio Linares, que residía en la

106
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

ciudad, para que se adhiriese al Plan de Iguala en cuyo caso podría


continuar en el mando, pero que de lo contrario lo entregase; así
como también la tropa que tenía en la plaza, que era un escuadrón del
Regimiento del Príncipe y algunos infantes del Batallón de Querétaro.
Cortazar juzgó más acertado ganarse a la tropa, antes que tener
que hacer la intimación a Don Antonio Linares; así es que sin
detenerse, penetró a Celaya, se dirigió en persecución de su intento al
cuartel del escuadrón del Príncipe, que no era otro sino el antiguo
Mesón de Guadalupe (hoy Hotel del mismo nombre), y sorprendiendo
al centinela, a quien arrestó, habló allí a los soldados en las cuadras,
para atraérselos; y, ya seguro de ellos, hizo a Don Antonio Linares,
que vivía en una casa del portal entonces llamado de Ortega (hoy
Guerrero), que quedaba frente al mencionado cuartel, la intimación
que le había mandado hacer Bustamante; pero habiéndose rehusado
Linares a consentir en lo que se le proponía, quedó desde luego preso
en su misma residencia, por órdenes de Cortazar, poniéndosele una
guardia de doce hombres armados a la puerta de su casa. (7)
Tales sucesos tenían alborotada a toda la población, y el
entusiasmo al conocer la causa de los mismos, era desbordante en
Celaya; así es que el día 22 de Marzo, que llegó el Coronel Don
Anastasio Bustamante con sus tropas, fue recibido con repiques y
gritos delirantes; con los que la jubilosa multitud, entusiasmada al ver
flamear por primera vez en su ciudad la bandera de los tres colores,
lábaro del ejército libertador, vitoreaba estentóreamente a la
Independencia, a Iturbide y a los Jefes de las fuerzas Trigarantes que
se encontraban a la sazón en Celaya.
Don Antonio Linares continuaba detenido en su casa habitación, a
pesar de que no había intentado hacer ninguna resistencia, no
obstante de que, como después él mismo lo confesó: "había sabido
con anticipación lo que se trataba de hacer"; y Bustamante, que había
tomado a mal el procedimiento seguido por el Teniente Coronel Don
Luis Cortazar en contra del mismo Linares, estuvo a visitar a éste en
su cautiverio, porque siempre lo había estimado y mirado con mucho
respeto. Entonces le reiteró su ofrecimiento del mando de la
Provincia, pero como persistiera Linares en rehusarlo, a petición del
mismo, le dio un pasaporte para que pudiera retirarse a la ciudad de
México, e hizo que una escolta lo acompañara hasta Querétaro.

107
LUIS VELASCO Y MENDOZA

El día 14 salió el Coronel Bustamante para Guanajuato, donde sin


esperar su llegada había sido ya proclamado el Plan de Iguala por la
guarnición; y uno de sus primeros actos en la ciudad, después de
haber sido recibido en triunfo, fue mandar descolgar de lo alto de las
esquinas de la Alhóndiga de Granaditas las jaulas de hierro que
contenían las cabezas de los primeros Caudillos de la Independencia:
Hidalgo, Allende, Aldama y Jiménez, para que fueran enterrados esos
despojos en el templo de San Sebastián de la misma capital. En los
días que permaneció allí Bustamante, envió destacamentos a los
pueblos inmediatos jurándose en ellos la Independencia, al igual que
en San Miguel el Grande, que no dilató en seguir el ejemplo de las
demás poblaciones, con lo cual toda la Provincia quedó a favor de
Iturbide; cambiándose así decisivamente el curso de la revolución en
pro de su triunfo, pues creció su crédito y se aumentaron sus fuerzas
en todas las de la Comandancia General del Bajío, en las que estaban
incluidos los rurales y urbanos organizados por Linares, que no
bajaban de 6,000 hombres.
A los seis meses escasos de haber pasado los sucesos que se
acaban de referir, Celaya se adornaba con sus mejores galas para
celebrar dignamente, con su proclamación oficial, la consumación de
la Independencia nacional y la entrada del Ejército Trigarante en la
capital de la Nación; acontecimiento que había tenido lugar el día 29
de Septiembre de 1821, después de que Iturbide, engrosando sus filas
y caminando de triunfo en triunfo, había visto al fin coronada su obra
con los Tratados celebrados en la villa de Córdoba, con el nuevo
Virrey Don Juan O'Donojú, que venía a sustituir a Don Juan Ruiz de
Apodaca, quien había sido depuesto desde el día 5 de Julio por un
motín militar, que colocó en su lugar al Mariscal de Campo Don
Francisco Novella.
Habiéndose señalado en Celaya el 13 de Noviembre para celebrar
tan fausto acontecimiento, haciéndose también la solemne jura de la
Independencia; de acuerdo con lo preceptuado en el Bando del 13 de
Octubre promulgado por orden de la Regencia del Imperio Mexicano,
que funcionaba a falta de Emperador, tuvo efecto ese ceremonial y
festejos, ajustándose en todo a las disposiciones contenidas en dicho
Bando, que entre otras cosas ordenaba, que: "el día señalado de
antemano, concurriesen en la mañana al Ayuntamiento, para mayor

108
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

solemnidad del acto, dos individuos nombrados de antemano por


cada uno de los Tribunales y Corporaciones" de la ciudad; y que
presididos por el Jefe Político, donde lo hubiera, o por el Alcalde
donde no, se leyeran el Acta de la Independencia del Imperio
Mexicano, el Plan de Iguala y el Tratado de Córdoba, y en seguida
otorgaran el juramento debido, bajo esta fórmula: "¿Reconocéis la
Soberanía de este Imperio, representada por su Junta Provisional
Gubernativa? SÍ RECONOZCO. ¿Juráis obedecer sus decretos, observar
las garantías proclamadas en Iguala por el ejército del Imperio
Mexicano con su primer Jefe, los tratados celebrados en la villa de
Córdoba y desempeñar fielmente vuestro encargo en servicio de la
Nación? SÍ JURO. Si así lo hiciereis Dios os ayude, y si no os lo
demande".
En la tarde del mismo día se debería de hacer un paseo a pie, o
desfile, por las calles que designara el Ayuntamiento, para terminar
en la plaza principal, donde en un tablado elevado y adornado al
efecto se hiciera la proclamación pública "en la forma y con la
magnificencia que se hacían antes las juras de los reyes". Al día
siguiente tendría lugar una "magnífica función de iglesia para dar las
gracias al Todopoderoso"; debiéndose también adornar e iluminar
profusamente la ciudad; y finalmente, que de todo lo actuado se
tendría que remitir testimonio escrito a la Regencia del Imperio, para
que ésta lo pasase a la Soberana Junta, y así quedase en las
Secretarías del Despacho la correspondiente noticia. (8)
Al pie de la letra y con todo entusiasmo fueron cumplidas en
Celaya todas estas disposiciones, pues no se ocultaban a todos los
habitantes la importancia de tales actos, ya que eran la confirmación y
el reconocimiento pleno de la libertad que ahora disfrutaban. Hubo
ruidosas manifestaciones de contento, circularon algunas poesías
compuestas por Tresguerras loando a la Independencia y a sus
héroes, y todas las casas fueron adornadas con flores y vistosas
colgaduras que ostentaban los tres colores adoptados en Iguala; y aun
los mismos habitantes, en un arranque de espontáneo patriotismo, los
pusieron también en sus pechos, para distinguirse como amantes
hijos de la Nación que al surgir entonces a la vida independiente,
venía a ocupar con honor, un lugar entre los demás pueblos libres del
Orbe.

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LUIS VELASCO Y MENDOZA

OBRAS CONSULTADAS:

1.- "Historia General de México". Tomo XXV. Ramón B. Girón.


2.- "La Gaceta de México". No. 83 del 28 de Junio y No. 90 del 12 de Julio de
1820.
3.- "Bando del Virrey Apodaca" del 21 de Junio de 1819.
4.- "Ensayo Histórico de las Revoluciones en México". Tomo I. Lorenzo de
Zavala.
5.- "Historia del Emperador Dn. Agustín de Iturbide". Carlos María de
Bustamante.
6.- "Historia de México". Tomo V. Lucas Alamán.
7.- "Historia de México". Tomo V. Lucas Alamán.
8.- "La Gaceta del Gobierno Imperial de México". No. 9 del 13 de Octubre de
1821.

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HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

CAPÍTULO IX

Satisfacción que causa en Celaya y en todo el país, la exaltación al Trono de


México, de Iturbide como Emperador.- Se conmemora por primera
vez en Celaya el aniversario del grito de libertad, levantando
Tresguerras un monumento en honor de la Independencia.- Se
subleva en Veracruz el Brigadier Santa Ana proclamando la
República, y abdica el Emperador, saliendo desterrado para Italia.-
Es nombrado el Gral. Cortazar Comandante General de la
Provincia de Guanajuato, y desde Celaya lanza un "Manifiesto" a
sus paisanos.- Junta de Generales, celebrada en Celaya,
aparentemente para favorecer el sistema federal.- Situación
anárquica en que, al propugnar por el federalismo, se encontraban
varias provincias.- Sale de la capital el Gral. Bravo a combatir la
rebeldía en Jalisco; y lanza allí una "Proclama".- Regresa el
Libertador Iturbide al país y se le fusila tres meses antes de que sea
Presidente de la República el Gral. Dn. Guadalupe Victoria.-
Progresos que en todos los órdenes iba conquistando Celaya, a
pesar de tan contradictoria situación.- Celébrase en toda la
República, el triunfo alcanzado en Tampico, contra una expedición
española que intentaba reconquistar el país.

Alcanzada la Independencia entre la antigua colonia de la Nueva


España y su Metrópoli, aun cuando ésta no había reconocido los
hechos consumados y por lo mismo los Tratados de Córdoba no
tenían aplicación en cuanto a que la nueva Nación fuera gobernada
por Fernando VII, o por algún otro príncipe de su familia, mientras
que en la capital del flamante Imperio Mexicano mandaba la Regencia
y tenía lugar la instalación del primer Congreso Nacional, que entre
otras, una de sus primeras medidas había sido la de decretar, con
fecha 15 de Abril de 1822, que: "el primer día festivo siguiente se
reunieran los vecinos en sus parroquias, con el Ayuntamiento de cada
lugar, para jurar y reconocer la Soberanía del Congreso y las Leyes de
él emanadas", en Celaya al poco tiempo era también dada a conocer la
sorprendente noticia de haber sido proclamado Emperador Don

111
LUIS VELASCO Y MENDOZA

Agustín de Iturbide, por el pueblo y las tropas que guarnecían la


capital, en la noche del 18 de Mayo del mismo año.
Esa noticia fue confirmada oficialmente al recibirse la "Proclama"
que en Guanajuato, capital de la Provincia, había expedido el
Comandante de la misma, Don José María Travesí; quien decía en ese
documento lo siguiente: "Habitantes de Guanajuato: El Héroe de
vuestra libertad ha sido proclamado el día 19 a las cuatro de la
mañana Emperador Mexicano. El ejército libertador y el pueblo de
México han llevado a efecto el voto general de los americanos. Uníos a
tan plausible conducta, y conmigo continuad en las mayores
aclamaciones, producidas por el deseo y la alegría, conservando como
hasta aquí, el orden y la fraternidad, a que os vive eternamente
reconocido, vuestro amigo y conciudadano.- Travesí". (1)
El Congreso se vio obligado a reconocer la proclamación de
Iturbide y en consecuencia tuvo efecto la solemnísima coronación,
tanto de él, como de su esposa Doña Ana Huarte de Iturbide;
ceremonia que tuvo lugar el 21 de Julio en la Catedral de la ciudad de
México; y que dio motivo para que los nuevos Monarcas recibieran las
felicitaciones y testimonios de fidelidad de todos los Ayuntamientos y
autoridades, tanto civiles y militares, como religiosas de todo el país;
entre ellas las de Celaya, donde también tuvo efecto la consabida Misa
de gracias y Te Deum en la Parroquia; con las demás fiestas profanas,
que antes se acostumbraban en las juras de los reyes españoles.
Dos meses antes había dejado de ser Intendente de la Provincia de
Guanajuato, Don Fernando Pérez Marañón, que durante doce años
había ejercido ese cargo; y ya desde el 30 de Mayo había salido de la
capital de la Provincia, llamado a la ciudad de México por el
Emperador Iturbide; sucediéndole en el puesto de Jefe político de la
Provincia, el Coronel Don Domingo Chico.
Otro acontecimiento de relieve durante esos días en Celaya, fue la
primera celebración del aniversario del grito de Independencia, dado
por Hidalgo el año de 1810 en el pueblo de Dolores; conmemoración
que tuvo lugar el 16 de Septiembre de 1822, aun sin que estuviera
decretada por el Congreso como fiesta Nacional esa fecha, ya que
había quedado pendiente de discusión y por lo mismo de aprobación,
la propuesta que en ese sentido había sido presentada en la sesión del
día 1º de Marzo ante la Cámara; y se hizo notable en Celaya tal

112
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

celebración, porque en ella fue dedicado un monumento que, por


encargo del Ayuntamiento, construyó el arquitecto Don Francisco
Eduardo Tresguerras, en honor de la Independencia nacional.
Este es el mismo que en forma de una esbelta columna corintia, a
la que sirve de remate el águila mexicana, se levanta aun en nuestros
días en la calzada llamada de la Independencia; pero cuando su
inauguración, se alzaba en el centro de la plaza principal o de la
Constitución, que por entonces seguía ocupada en gran parte por los
vendedores que la usaban como mercado público. En su base fue
construida una fuente, y el águila que coronaba la columna, que en
1906 al ser trasladada al lugar que hoy ocupa, fue reemplazada con la
que ahora luce de metal, era entonces de cantera como el resto del
monumento; y la cabeza la tenía volteada hacia atrás, aunque como
en todas las de su clase, aprisionaba también en sus garras a una
serpiente. Alguien le preguntó al autor de la obra por qué había
puesto en aquella actitud al animal; y entonces Tresguerras, con aquel
aire socarrón y picaresco que le era peculiar, señalando a la casa
municipal que quedaba situada frente al monumento le contestó:
"Pienso que el águila mexicana, símbolo de nuestra Independencia,
no debe ver las barbaridades que cometen nuestros munícipes". (2)
Otra de las particularidades de este monumento, que revelan el
ingenio de su constructor, son las inscripciones que llenan los óvalos
que tienen las cuatro caras del pedestal de la columna, pues por
cualquiera de ellas que se empiece a leer, cuando las cuatro han sido
recorridas, se obtiene siempre el mismo significado de la idea general.
Dicen así: "A la perpetua memoria de la Independencia".- "Estas
armas blasón glorioso de la Patria".- "En testimonio de fidelidad y
amor".- "Erigió Celaya el año de 1822 segundo de su libertad".
Estaba aún fresco en la ciudad el recuerdo de tantas impresiones,
cuando nuevas y alarmantes noticias se hicieron del conocimiento
público. El día 31 de Octubre, a las diez de la mañana, en la capital del
Imperio, con lujo de fuerza había sido disuelto el Congreso, como
resultado de la pugna existente entre este Cuerpo Legislativo y el
Emperador; llevando a cabo la orden de disolución el General
celayense, Don Luis Cortazar, quien se presentó en el salón de
sesiones y sin más trámites, como estuvieran allí los diputados
reunidos, interrumpió sus deliberaciones pidiendo que las

113
LUIS VELASCO Y MENDOZA

suspendieran; y "sacando el reloj dijo la hora que era, e intimó al


Presidente la disolución del Congreso, previniendo la entrega de la
Secretaría y Archivo dentro del perentorio término de una hora,
leyendo el Decreto del Emperador que así lo mandaba". (3)
Atemorizados los representantes del pueblo, obedecieron sin
replicar, pues ya varios de ellos habían sido presos con anterioridad;
mas este acto atrabiliario aumentó el disgusto general que existía ante
la situación tan desconsoladora por que el país iba atravesando; ya
que aparte de que en lo militar no era nada satisfactoria, desde el
momento que los españoles continuaban apoderados del castillo de
San Juan de Ulúa amenazando desde allí a Veracruz, en lo económico
venía siendo desastrosa porque esa ocupación impedía el comercio
exterior, estando el erario tan exhausto que no se había podido
licenciar a las tropas realistas rendidas en Querétaro y en San Luis de
la Paz, que habían sido concentradas en Celaya bajo el mando del
Teniente Coronel Don Froylán Bocinos para ser embarcadas en
Tampico; y mientras se contrataba un empréstito en las más onerosas
condiciones, para satisfacer las necesidades del momento habíase
recurrido al expediente de imponer gravosas contribuciones,
adoptando también medidas tan antieconómicas, como era prohibir
la exportación de dinero, creando en cambio papel moneda de
circulación forzosa.
Ante ese estado de cosas, los partidos políticos manejados por las
logias masónicas, recién establecidas en México, que comenzaban a
hacer sentir su poder y sus intrigas, se aprovecharon para conseguir
sus fines particulares consistentes en cambiar de gobierno para tener
empleos y cargos públicos de que disponer, y, a todo esto, se vino a
sumar la ambición y el despecho de algunos jefes militares; así que
como corolario de ese estado caótico, el día 2 de Diciembre, en
Veracruz, se pronunció el Brigadier Don Antonio López de Santa Ana,
desconociendo al Emperador y proclamando la República.
Iturbide se aprestó a combatir a Santa Ana, con la prensa y por
medio de las armas, enviando un ejército en contra de los sublevados,
que puso a las órdenes de los Generales Don José Antonio Echávarri,
Don Luis Cortazar y Don José María Lobato; pero éstos, instados por
las logias, acabaron por entenderse con Santa Anna firmando el
famoso "Plan de Casa Mata", que fue rápidamente secundado en las

114
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

principales poblaciones del país. Se trastornó tanto el Emperador


Iturbide con la conducta de sus antiguos partidarios que, sin medir las
consecuencias, repuso al Congreso que antes había sido disuelto;
siendo fácil comprender que los diputados, profundamente resentidos
reanudaran sus sesiones dispuestos a oponerse a cuanta medida
emanase del Emperador; quien viendo perdida su causa, y para evitar
una guerra civil, presentó su abdicación ante el Congreso, el 19 de
Marzo de 1823. Mas aquel cuerpo, no sólo se abstuvo de aceptar tal
renuncia, sino además declaró que la elección del Emperador había
sido nula y lo condenó al destierro. Por lo tanto Iturbide, abandonado
de sus partidarios, fue conducido en compañía de su familia al puerto
de la Antigua y allí embarcó, el 11 de Abril, en la fragata inglesa
Rowlings, con dirección a Liorna, en la península italiana.
Una vez desterrado el Libertador, eligió el Congreso un triunvirato
para que se encargara del poder Ejecutivo, quedando éste formado
por los Generales Don Pedro Celestino Negrete, Don Nicolás Bravo y
Don Guadalupe Victoria; y, como estuvieran ausentes los dos últimos,
se nombró como suplentes a Don Mariano Michelena y al Licenciado
Don Miguel Domínguez.
Aunque no se había aun determinado la forma de gobierno que
habría de regir a la Nación, se comenzó a reformarlo todo para hacer
desaparecer hasta los últimos vestigios de la monarquía; y como
fueran extinguidas las Capitanías Generales establecidas por Iturbide,
quedando en su lugar Comandancias en cada Provincia, fue
nombrado el General Don Luis Cortazar para que se encargara del
mando militar de la de Guanajuato; quien al llegar a Celaya, de paso
para la capital de la Provincia, lanzó desde aquí el siguiente
Manifiesto: "El Ciudadano Luis de Cortazar a los habitantes de la
Provincia de Guanajuato.- Compatriotas: mi suerte militar por
disposición del Supremo Poder Ejecutivo, me destina hoy con una
fuerte División de ciudadanos militares a proteger los derechos del
hombre libre en sociedad, y mi alma enternecida al contemplarme
empleado en tan precioso objeto, en esta Provincia donde vi la luz
primera, me impulsa a dirigiros la palabra.
"Cuando con tanta felicidad logró la cara Patria emanciparse del
yugo español, creyó hecha ya su felicidad al ver instalado el Congreso
Soberano; pero éste la perdió cuando mano temeraria atentó contra

115
LUIS VELASCO Y MENDOZA

sus dignos Representantes, haciendo que algunos de ellos sufriesen


en prisión rigurosa los tormentos consiguientes a unos verdaderos
Padres de la Patria.
"Tengo la satisfacción de haber sido uno de los hijos de ésta que
firmó el Plan de Casa Mata, y en consecuencia he prestado con placer
mis servicios y esfuerzos en servirla; y en el tiempo que unido a mis
compañeros de armas trabajábamos con infatigable celo para restituir
a los ciudadanos el goce de sus más sagrados derechos usurpados por
mano temeraria, ésta misma asentaba en los periódicos de México
que la voz de la libertad dada en las playas de Veracruz llevaba por
objeto reducir de nuevo estas preciosas posesiones al yugo del
gobierno español.
"Me conocéis compatriotas, y me someto a vuestro juicio para
indemnizarme de tamaña calumnia, que el gobierno del Señor
Iturbide sembró con el objeto de dividir la opinión, y que las armas
que hoy han dado la libertad a este precioso país, las volviésemos
contra nuestros padres, hijos, deudos y amigos; pero por felicidad las
Provincias ilustradas conocieron sus viles arterías, y reconociendo el
agravio que se les infirió en la persecución de algunos de sus dignos
Diputados, despreciaron la superchería y unidos proclamaron su
libertad.
"Loor eterno a tan ilustrados habitantes, que para el justo reclamo
de sus derechos no usaron del estallido del cañón; su decisión fue
bastante para imponer a los tiranos y despreciar sus viles seducciones.
Yo os encargo que os mantengáis alerta, contra éstos y sus agentes
que por desgracia pudieran existir entre nosotros, despreciando los
ardides de que se valen para envolvernos en una anarquía cuyos
males debemos evitar a toda costa.
"La fuerza que me está confiada es únicamente para proteger la
seguridad y posesión del derecho del hombre en sociedad; contad
conmigo y con mis compañeros de armas para tan loable empresa, y
estad seguros que nuestro Soberano Congreso se desvelará en darnos
una Constitución sabia que haga nuestra felicidad, y de acuerdo con el
Supremo Poder Ejecutivo, dicta las más oportunas providencias, de
las que me prometo las glorias de nuestra cara Patria.
"Celaya, Abril 29 de 1823. Segundo de la libertad.
"Luis Cortazar". (4)

116
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

Poco tiempo después pasaba el Gral. Cortazar a hacerse cargo de


la Comandancia de Querétaro, quedando como su sucesor en
Guanajuato el Gral. Don Pedro Otero; y como por esos días
aumentase el desconcierto en las Provincias, ya que hasta algunas de
ellas, como la de Guadalajara, o sea Jalisco, se habían sustraído a la
obediencia del centro, proclamando el federalismo que desde San
Luis Potosí patrocinaba en un Plan el Gral. Don Antonio López de
Santa Anna, quien por mar había llegado a Tampico para después
encaminarse a la primera ciudad nombrada, hubo en Celaya el día 1º
de Julio una junta de Generales a la que concurrieron Don Miguel
Barragán, Don Pedro Otero, Don Luis Cortazar y Don José María del
Toro; comisionados por las Provincias de Michoacán, Guanajuato,
Querétaro y San Luis Potosí; y según se supo después, haciéndose
notorio, aunque aparentemente en pro del sistema federal, había sido
objeto de contrariar o desvirtuar, o a lo menos distraer, el verdadero
voto de las Provincias por los principios federalistas. (5)
A esta nueva complicación habían contribuido no poco, los
pronunciamientos habidos en esos días en la misma ciudad de Celaya
y en San Miguel el Grande, en la Provincia de Guanajuato; y el de
Querétaro, verificado el día 12 de Junio; porque sin embargo de que
por esos movimientos se adherían los pronunciados a la opinión
manifestada generalmente sobre federalismo, nombraban empero
como jefes de partido a los Grales. Don Miguel Barragán y Don Luis
Cortazar; el primero Comandante de Michoacán y el segundo de
Querétaro.
En el Bajío las cosas quedaron al fin en el mismo estado, pero
otras Provincias como Zacatecas, Durango, Saltillo y Yucatán,
adoptaron el Plan de la de Jalisco, pidiendo la instalación de
Congresos en esas Provincias y la de un nuevo Congreso Legislativo
en la capital. Así que en vista de la gravedad, el Poder Ejecutivo
decidió ante todo combatir la rebeldía de Jalisco, que además parecía
aunar la intención de llamar a Iturbide para restituirlo a su país y al
trono; y después de acordar que se designara a un tercer miembro
suplente del triunvirato, nombrando para el caso al Gral. Don Vicente
Guerrero, pidió la autorización del Congreso para emplear en
campaña a los propios miembros del Poder Ejecutivo que fueran
necesarios; saliendo con tal motivo los Grales. Negrete y Bravo, al

117
LUIS VELASCO Y MENDOZA

frente de una División de tropas, con rumbo a Jalisco, aunque se


decía que iban en contra de Santa Ana que estaba en San Luis Potosí;
pero éste, después de dirigir una exposición al Congreso para
sincerarse reiterando su obediencia, dejó a su tropa en manos del
Gral. Armijo, nuevo Comandante de la Provincia, y por disposición de
Bravo pasó a México para ponerse directamente a las órdenes del
Poder Ejecutivo.
Partieron pues de la capital los Grales. Negrete y Bravo, con su
División; y su sola presencia en Jalisco bastó, después de una
conferencia que el segundo de ellos tuvo en Lagos con los
comisionados de Guadalajara y Zacatecas, para que la Provincia
rebelde tratara de volver a la obediencia del centro; aunque a la postre
se tuvo que recurrir a las armas, saliendo entonces derrotados los
sublevados, que vieron morir en el cadalso a algunos de sus jefes.
Concluida su misión, el Gral. Don Nicolás Bravo decidió
permanecer a la expectativa en el Bajío, estableciendo su cuartel
general en Celaya, que en esos días había contemplado, con las
consiguientes manifestaciones de duelo de sus habitantes, el paso por
la ciudad de los restos mortales de los primeros Caudillos de la
Independencia: Hidalgo, Allende, Aldama y Jiménez, con los de Mina,
Moreno y Rosales; pues por Decreto del Congreso, expedido el 19 de
Julio, eran traídos esos despojos, después de exhumarlos en
Chihuahua y Guanajuato, para ser depositados en la Catedral de la
ciudad de México. La escolta que los conducía, mandada por el oficial
Don Carlos Luna, llegó a Celaya al anochecer del 3 de Septiembre, en
medio del fúnebre doblar de todas las campanas de los templos. Fue
recibida por el Ayuntamiento presidido por el Alcalde, Don José
María Mújica, acompañado de un gran concurso de vecinos portando
gruesas velas de cera; y desde luego se depositó la urna funeraria en la
Parroquia, cantándose al siguiente día una solemne "Misa de
Réquiem", en la que pronunció una sentida oración fúnebre el Cura
párroco interino: Bachiller Don José Manuel Díaz.
A esos funerales asistieron el Honorable Ayuntamiento, las
órdenes religiosas, el ejército encabezado por sus jefes y gran cantidad
de vecindario; y una vez terminada la ceremonia, volvió a partir la
comitiva que conducía los restos mortales de los Héroes, rumbo a
Querétaro; siempre acompañada del imponente doblar de las

118
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

campanas, que no dejaron de tañer, sino hasta cuando se perdió de


vista en el camino el fúnebre cortejo.
A los pocos días, algunos de los soldados españoles que figuraban
en el ejército de Bravo, proyectaron un motín porque no se les habían
cubierto sus pagas, tratando de deponer al Comandante y de saquear
la población; pero descubiertos sus planes, se hicieron éstos públicos,
y como una consecuencia la guarnición de la ciudad se sintió
estimulada para hacer un movimiento en contra de los autores del
fracasado motín, dando el grito de: "mueran los gachupines" y
amenazando con arrestar hasta a algunos de los jefes; acciones que en
conjunto alarmaron con justicia a toda la población. Mas el General
Bravo logró sofocar esa asonada, auxiliado de la milicia nacional, y
consiguió también contener al Cuerpo militar Nº. 8, principal
causante de la sedición; siendo entonces disuelto con ignominia este
Cuerpo, en Enero de 1824; no sin que varios de sus sargentos
sufrieran la pena de muerte decretada por el General en Jefe, que
cumplimentaba las órdenes del Poder Ejecutivo. (6) El fusilamiento
tuvo lugar en Celaya por el rumbo del barrio de San Miguel; y la calle
en que tal hecho aconteció, fue designada por el vulgo con el nombre
de calle de los "Ajusticiados", que en nuestros días ha sido cambiado
por el de "Lerdo".
Mientras tanto en la capital del país se había reunido el nuevo
Congreso Legislativo, y como volviera a estallar en la noche del 23 de
Enero de 1824 otro motín, encabezado por el General Lobato, quien
proclamaba ahora un Plan que tenía por ostensible objeto disolver el
Congreso y "renovar el Poder Ejecutivo, con americanos de
acreditados sentimientos patrióticos y separar a los españoles de sus
destinos"; el General Don Nicolás Bravo, desde Celaya, publicó la
siguiente "Proclama":
"El Ciudadano General Nicolás Bravo al Ejército.
"Soldados: Los pueblos han depositado en nosotros las armas y
con ellas la esperanza de que sostendremos a toda costa la
Independencia de Anáhuac y el Santuario de la Ley, que ha de ser
pronunciada por el Soberano Congreso. ¿Y podremos faltar a la Patria
y a la confianza que la Nación ha abandonado en nuestras manos, sin
ser perjuros al juramento que hemos prestado de defender la
Representación Nacional y malditos por consecuencia de todas las

119
LUIS VELASCO Y MENDOZA

generaciones?... No, compañeros de armas, alejad de vosotros


cualquier sugerimiento que no traiga el inviolable sentido de Patria y
Soberano Congreso; publicad que derramaréis hasta la última gota de
sangre, por conservar y defender tan caros y sagrados nombres... Sea,
como hasta aquí, vuestra subordinación el ejemplo de los demás
ejércitos del globo; sirva vuestro valor tan acreditado, de hacer
temblar a los tiranos, a los ambiciosos, a los que no miran otro bien
que el particular, que desean ver destruida a la Nación, y que vuelvan
a circundarla las cadenas que trescientos años formaron la esclavitud
horrorosa que hemos sacudido. Caiga la Ley sobre el que intente
separarse de las disposiciones del Soberano Congreso, y seamos fieles
ejecutores de sus mandatos; en el concepto de que vuestro compañero
y amigo verterá gustoso su sangre al lado de tan dignos defensores,
por sostener la soberanía nacional, y verá lleno de satisfacción recaer
en los ejércitos mexicanos las bendiciones del Cielo y de los pueblos.
"Celaya y Enero 27 de 1824.- 4º y 3º.- Bravo". (7)
Después de publicar esta declaración, el General Bravo salió de
Celaya con su ejército, para la ciudad de México, a fin de contribuir al
restablecimiento del orden en aquella capital.
A despecho de la situación imperante, porque además en ese
mismo año se conmovió hondamente la población, sintiéndose
consternada con la noticia del fusilamiento en Padilla, el 19 de Julio,
del Libertador Don Agustín de Iturbide, que había vuelto al país
desembarcando en Soto la Marina ignorando que pesaba sobre él una
terrible sentencia dictada por el Congreso que lo declaraba traidor y
fuera de la ley, aunque lentamente, Celaya seguía progresando en
todos sentidos, renaciendo el optimismo con el nuevo orden de cosas
que ahora se perfilaban; pues al fin se había jurado y promulgado
solemnemente, el 4 de Octubre de 1824, la Constitución elaborada por
el Congreso Legislativo, y se había implantado el sistema federal;
gobernando ya como primer Presidente constitucional de la
República, el General Don Guadalupe Victoria, quien había tomado
posesión de su puesto el 10 del mismo mes y año, asociado por el
General Don Nicolás Bravo como Vicepresidente. Así que el antiguo
sistema de Provincias había quedado en desuso, sustituyéndosele por
el de Estados federados; y ya hasta en Guanajuato, como en otras de
estas varias entidades, para entonces funcionaba un Congreso

120
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

constituyente, y en el mismo se había elegido Gobernador interino al


Licenciado Don Carlos Montes de Oca.
Los cambios políticos efectuados, traían pues aparejada la
renovación que en todos los órdenes iba experimentando Celaya,
tanto culturalmente como en lo material; pues si bien es cierto que en
cuanto a ilustración, durante la época de la guerra de Independencia
había padecido un sensible atraso porque aparte de que ya faltaba el
colegio de los Jesuitas, se habían tenido también que suspender las
cátedras en la "Real y Pontificia Universidad" que con su convento
tenían establecida en la ciudad los franciscanos, y el edificio estaba
convertido en cuartel, padeciendo el consiguiente deterioro y ruina,
ahora tratándose de hacer florecer la instrucción en la población, se
decidió volver a acondicionar aquel antiguo centro de educación, para
establecer allí un "Colegio Civil" dependiente del Estado, y a la sazón
se estaba reparando ya la construcción, que en adelante llevó también
el nombre de "Colegio de la Purísima". La obra estaba en manos de
Don Francisco Eduardo Tresguerras, que por aquellos días se ocupaba
además en levantar un teatro en la calle de "Nuevo Frente", y otra
magnífica edificación destinada a instalar en ella una importante
factoría modernizada, en la que serían elaboradas telas de lana; con
esto, la industria de tejidos que tanto auge había tenido en Celaya, iba
a entrar en un nuevo y franco período de mejoramiento, al mismo
tiempo que se avanzaba en edificios y se ganaba en cultura.
La fundación de la fábrica, que se llamó de "Zempoala" y que el
año de 1826 abrió sus puertas a gran número de trabajadores, se
debió al espíritu de empresa del entonces ex ministro de Relaciones
Exteriores e Interiores, Don Lucas Alamán, quien a fines de Octubre
del año anterior, cuando se dirigía de la capital a su tierra natal, la
ciudad de Guanajuato, al pasar por Celaya y darse allí cuenta de las
halagadoras perspectivas que tenía la industria de tejidos en la
población, porque en la misma desde los tiempos coloniales se
sostenían numerosos pequeños talleres de tejidos de lana, llamados
de "obrajes", desde luego dio los pasos necesarios para establecer una
gran factoría, pues "creyó ver allí el futuro de un gran centro
industrial mexicano". (6)
La negociación que fundó Alamán en Celaya tuvo todo el sello de
una fábrica moderna, provista con los telares que él había admirado

121
LUIS VELASCO Y MENDOZA

en su visita a Inglaterra, y por lo mismo La fundación de la fábrica,


que se llamó de "Zempoala" y que el año de 1826 abrió sus puertas a
gran número de trabajadores, se debió al espíritu de empresa del
entonces ex ministro de Relaciones Exteriores e Interiores, Don Lucas
Alamán, quien a fines de Octubre del año anterior, cuando se dirigía
de la capital a su tierra natal, la ciudad de Guanajuato, al pasar por
Celaya y darse allí cuenta de las halagadoras perspectivas que tenía la
industria de tejidos en la población, porque en la misma desde los
tiempos coloniales se sostenían numerosos pequeños talleres de
tejidos de lana, llamados de "obrajes", desde luego dio los pasos
necesarios para establecer una gran factoría, pues "creyó ver allí el
futuro de un gran centro industrial mexicano". (6)
La fundación de la fábrica, que se llamó de "Zempoala" y que el
año de 1826 abrió sus puertas a gran número de trabajadores, se
debió al espíritu de empresa del entonces ex ministro de Relaciones
Exteriores e Interiores, Don Lucas Alamán, quien a fines de Octubre
del año anterior, cuando se dirigía de la capital a su tierra natal, la
ciudad de Guanajuato, al pasar por Celaya y darse allí cuenta de las
halagadoras perspectivas que tenía la industria de tejidos en la
población, porque en la misma desde los tiempos coloniales se
sostenían numerosos pequeños talleres de tejidos de lana, llamados
de "obrajes", desde luego dio los pasos necesarios para establecer una
gran factoría, pues "creyó ver allí el futuro de un gran centro
industrial mexicano". (6)
Fue esta fábrica la primera en su clase que se establecía en todo el
territorio nacional y quizá en toda la América española;
facilitándosele a Don Lucas en gran manera la realización de su
proyecto, porque éste encontró una entusiasta acogida entre los
celayenses, quienes le proporcionaron todo género de facilidades,
ofreciéndole hasta poner a su disposición el edificio del convento del
Carmen, que estaba abandonado, para que allí se hiciera la
instalación. Pero Alamán no quería una obra a medias y en
consecuencia hizo levantar el bello edificio con espléndida fachada de
cantería en la que se abren dos grandes puertas adornadas con
columnas dóricas, que aunque casi en ruinas, todavía se puede ver en
la 3ª calle del "5 de Mayo".

122
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

Tuvo la "Fábrica de Zempoala" sus épocas de florecimiento y gran


producción, contribuyendo entonces en gran parte a que la ciudad
disfrutara de una próspera situación, tanto que llegó a ser proverbial
el dicho de: "ve a Celaya por mal que te vaya"; hasta que vino su
decadencia a consecuencia de las revueltas intestinas; y después,
habiendo sido adquirida por el rico industrial español, Don Eusebio
González, éste la clausuró en el año de 1887, a fin de darle mayor auge
a la fábrica de tejidos que en aquel entonces había él establecido en el
Molino de Soria, llevándose para allá la maquinaria.
Como se dijo antes, en beneficio de la instrucción se acondicionó
en Celaya el local de la antigua Universidad de los franciscanos; pues
en la "Memoria presentada a las dos Cámaras del Congreso General
de la Federación, por el Secretario de Estado y del Despacho de
Relaciones Exteriores e Interiores, al abrirse las sesiones del año de
1825, sobre el estado de los Negocios de su Ramo", decía que: "...en
Guanajuato se toman providencias para el restablecimiento del
colegio que antes existía, y en CELAYA se ha vuelto a abrir el de San
Francisco al cargo de los religiosos de esta Orden, con cierto número
de becas de dotación y otros pensionados...".
No fue sin embargo sino hasta el 2 de Febrero de 1828, cuando el
colegio volvió a abrir sus aulas, en las que se cursaron entonces las
asignaturas que hoy corresponden a la enseñanza secundaria;
después de que Tresguerras terminó a satisfacción la reparación del
edificio, que le había encomendado el gobierno. Y a propósito de esas
obras, existen en el Colegio del Estado en Guanajuato, un pequeño
plano y comunicaciones enviadas por el genial arquitecto, referentes
al acondicionamiento de la antigua "Universidad". He aquí las
palabras tan sencillas como ingenuas, que pueden leerse al margen
del referido plano: "Poco hay que componer en las piezas necesarias,
por ahora; enjarrar, blanquear, ladrillar, componer los poyos, puertas
y cerraduras, tirar tanto estiércol; en una palabra, menudencias, como
bancas, enrejados para ventanas, etc. Pero esto es en tanto se entona
el colegio, pues formalizándose pide otros gastos de consideración,
que caminarán al paso suyo..." "Póngase, pues seiscientos pesos, no
en mi poder, pero sí a mi disposición; los emplearé con economía y
verdad. Si faltare, pediré; si no, volveré el sobrante con sus
comprobantes adjuntos. Créaseme, y manos a la obra; pues en

123
LUIS VELASCO Y MENDOZA

preguntas y respuestas, embarazos de los religiosos, y demás, se va el


tiempo, y es preciso disfrutar del próximo Enero" (escribía esto en
1827). Y en párrafo aparte, añadía: "La presente planta, hecha de
carrera sin pitipie, da clarísima idea de la material fábrica del Colegio,
de sus piezas y enlace, de su comodidad actual y de la que puede
añadirse; de la reparación que tan útil ofrece, y del pronto servicio
con que provoca a nuestro benéfico Gobierno". (9)
Para entonces el gobierno de Guanajuato funcionaba ya
constitucionalmente, pues con fecha 14 de Abril de 1826, el Congreso
Constituyente del Estado había expedido la primera Constitución
política del mismo, que había sido jurada solemnemente el 16 de
Septiembre del mismo año; y el 5 de Octubre se había declarado
primer Gobernador constitucional, al que fungía interinamente, o sea
al Licenciado Don Carlos Montes de Oca. Además, el 16 de
Septiembre del año siguiente (1827), habían comenzado a ejercer sus
cargos los Jefes Políticos de los cuatro Departamentos en que por
entonces se había dividido al Estado, que eran los de: Guanajuato,
Celaya, San Miguel y León; y funcionaba por primera vez un Jefe
Político en Celaya, puesto que desempeñaba Don Eduardo Mendiola.
Respecto al teatro, al que decían "Coliseo", lo construyó
Tresguerras en la calle de "Nuevo Frente", que después se llamó
"Coliseo Viejo" y hoy es la 2ª de Juárez, por encargo de su propietario
el señor Don Mariano Velasco; activo y emprendedor hombre de
negocios que quiso introducir esta mejora en Celaya, para sustituir a
los antiguos corrales que con el nombre de "coligallos" servían en
diferentes puntos de la ciudad, para que en algunas ocasiones
representaran allí Comedias, algunas compañías de cómicos venidos
de la capital o aficionados de la población. Estos corrales existían: uno
en donde después estuvo el Mesón de Parra, en la calle del mismo
nombre; otro en donde posteriormente se construyó el Teatro
Cortazar; y otro más, en el mismo lugar en que ahora había sido
edificado el teatro por Tresguerras, pero desgraciadamente, aunque
este edificio lucía las bellas concepciones que tan competente hacían a
su autor, años más tarde fue mandado destruir por su mismo
propietario en un arranque de misticismo, debido a una reprensión
que recibió del Padre Guardián de San Francisco, Fray Mariano
Sánchez; quien en el curso de unos "Ejercicios Espirituales", le dijo al

124
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

señor Velasco: "que en vez de levantarle un templo a Dios, le había


levantado un templo al Demonio".
En consecuencia, no recibió dos veces esa amonestación el dueño
del teatro; y ni corto ni perezoso, después de pensarlo bien durante
una noche de insomnio, al día siguiente lo primero que hizo fue
mandar derribar el coliseo que había dado motivo para que se le
reprochara; y en la actualidad, no queda más recuerdo de aquella
construcción, si no es el pórtico del edificio que a las claras denuncia
lo que fue; ya que su arquitectura clásica, desentona por completo
entre las fachadas de las casas que ocupan la acera que ve al Oriente,
en la actual 2ª calle de Juárez.
A mediados de Agosto de 1829, se supo en Celaya, por una
"Proclama" que expidió el Congreso del Estado, la intentona en que
los españoles se habían aventurado para reconquistar al país; a cuyo
efecto había desembarcado una expedición mandada por el Brigadier
Don Isidro Barradas, cerca de Tampico; pero después llegó la noticia
de que había tenido que capitular la tropa incursionista en aquel
puerto, el 11 de Septiembre, ante el General Don Antonio López de
Santa Ana, que los había combatido victoriosamente, ayudado por el
General Don Manuel Mier y Terán.
Nada poseía ya en México la corona de España, pues desde el 18
de Noviembre de 1825, había caído en poder de las fuerzas mexicanas
el castillo de San Juan de Ulúa, que los españoles habían hasta
entonces conservado en su poder como último reducto de su pasado
poderío; así que ahora al verse libre la Nación Mexicana del peligro
que la había amenazado, exteriorizó su contento en grandes
manifestaciones, concediendo merecidos honores para los jefes
vencedores; y en cuanto al Estado de Guanajuato, no quedándose
atrás en esas demostraciones, decretó su Congreso que se cantara un
solemne Te Deum en todos los pueblos y ciudades de la entidad; y que
se mandaran construir dos espadas de honor, con empuñaduras de
oro y piedras preciosas, (10) para ser ofrecidas a nombre de todos los
habitantes de Guanajuato, a los Generales Santa Ana y Terán, con una
inscripción alusiva a su heroico comportamiento.

125
LUIS VELASCO Y MENDOZA

OBRAS CONSULTADAS:

1.- "Gaceta del Gobierno Imperial de México". No. 46 del 28 de Mayo de


1822.
2.- "Hombres Ilustres Mexicanos. Dn. Francisco Eduardo Tresguerras".
Tomo III. Agustín R. González.
3.- "Memorias para la Historia de México Independiente". Tomo I. José
María Bocanegra.
4.- "Efemérides Guanajuatenses". Tomo III. Lucio Marmolejo.
5.- Véase en el Apéndice, el Acta levantada en Celaya, con motivo de esa
Junta.
6.- "Memorias para la Historia de México Independiente". Tomo I. José
María Bocanegra.
7.- "Proclama" del Gral. Dn. Nicolás Bravo expedida en Celaya el 27 de Enero
de 1824. Archivo particular del Lic. Dn. Ignacio Herrera Tejeda, de
Querétaro.
8.- "Alamán". José C. Valadés.
9.- "Nattahí". Prof. Fulgencio Vargas.
10.- "Efemérides Guanajuatenses". Tomo III. P. Lucio Marmolejo.

126
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

CAPÍTULO X

El Estado de Guanajuato, y por consiguiente Celaya, se adhiere al


movimiento que llevó a la Presidencia de la República al Gral. Dn.
Vicente Guerrero.- Una revolución derriba su régimen, y la
Legislatura de Guanajuato, reconoce como Presidente al Gral. Dn.
Anastasio Bustamante.- Su gobierno inicia una época de paz y
florecimiento en el país.- Entonces se levanta en Celaya un nuevo
templo dedicado al "Señor de la Piedad".- Consternación en Celaya
por el fusilamiento del Gral. Guerrero, que trae como consecuencia
la caída del Presidente Bustamante.- Llega a la Presidencia el Gral.
Dn. Manuel Gómez Pedraza, y le sigue el Gral. Dn. Antonio López
de Santa Ana, quien viene a Celaya de paso para Guanajuato.- El
Cólera Morbus invade a Celaya y entre las víctimas muere el
famoso arquitecto Dn. Francisco Eduardo Tresguerras.- El
gobierno de Santa Ana tiende a cambiar el sistema federal por el
central, derogando todas las leyes reformistas de Gómez Farías.-
Zacatecas se subleva y el Presidente Santa Ana pasa con su ejército
por Celaya, al ir a combatir a los rebeldes.- Triunfa el gobierno y se
procede a cambiar el régimen federal por el centralista.

Desde el 1º de Abril de 1829 era Presidente de la República el General


Don Vicente Guerrero, que había llegado al poder después de haber
triunfado la revolución iniciada en Jalapa por el General Don Antonio
López de Santa Ana en contra de la elección para Presidente del
General Don Manuel Gómez Pedraza; revuelta cuya culminación
había sido el motín de la Acordada y saqueo del Parián en la ciudad de
México; y que siendo movimientos de origen guerrerista, dieron por
resultado que el Congreso decretara nula la elección que se había ya
hecho para primer mandatario a favor del General Gómez Pedraza, en
aquel entonces Ministro de la Guerra en el gabinete del Presidente
Victoria, reconociendo en cambio como triunfante en los comicios al
General Guerrero.
En el Estado de Guanajuato, como también en el de Querétaro,
tuvo repercusiones esta revuelta; pues en la capital del segundo de los
Estados mencionados, el General Don Luis Cortazar, que fungía como

127
LUIS VELASCO Y MENDOZA

Comandante General del mismo se vio obligado a deponer el mando


aceptando el triunfo del Coronel Don José Codallos, que fue
secundado por toda la plebe de la ciudad. Codallos se dirigió en
seguida a San Miguel el Grande, luego a Guanajuato y después a
Salamanca, donde el 28 de Diciembre de 1828, arrolló completamente
a la División que mandaba el Coronel Don Domingo Chico,
Comandante de Guanajuato; (1) y engrosadas allí las tropas de
Codallos, marchó éste con celeridad hasta Guadalajara, en cuya plaza
el General Parrés, Comandante del Estado, tuvo que ceder a su vez,
como antes habían cedido Cortazar y Chico: regresando en seguida
Codallos, engalanado con tan fáciles victorias, para encargarse de la
Comandancia General de Guanajuato.
En Celaya no tuvieron ninguna trascendencia estos movimientos
armados, limitándose las autoridades a reconocer los hechos
consumados, sujetándose al parecer y a las disposiciones del gobierno
del Estado; pero en lo general, el origen ilegal del gobierno del
General Guerrero, dio por resultado que muy pronto comenzaran los
ataques en contra de su administración: tanto en la prensa, como en
corrillos y pasquines, pintando al Presidente, como un mulato
semisalvaje e inmoral, que gustaba de rodearse de la gente más
abyecta; no obstante que en lo personal poseía costumbres
intachables y una acrisolada honradez.
Los hechos sucedieron a las palabras y muy pronto aparecieron
levantados en armas en varios lugares; terminando por ponerse a la
cabeza de los pronunciados el mismo Vice-Presidente, que lo era el
General Don Anastasio Bustamante, a quien el Presidente Guerrero,
había confiado un ejército de reserva, cuando la invasión española de
Barradas, para que permaneciera a la expectativa, estacionado con
sus fuerzas en las tres villas de Jalapa, Córdoba y Orizaba. Abusando
pues, de la confianza en él depositada, se pronunció también el Vice-
Presidente Bustamante, el 4 de Diciembre de 1829, en la villa de
Jalapa, proclamando que fuera restablecido el orden constitucional,
que decían había sido alterado; pidiendo que se despojara al Ejecutivo
de las facultades extraordinarias que se le tenían otorgadas; exigiendo
que se removiera a los funcionarios impopulares; y prometiendo
además al ejército, ocuparse preferentemente de sus propios
problemas y necesidades.

128
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

El Presidente Guerrero creyó fácil someter a los sublevados


poniéndose él mismo al frente de las tropas leales para salir a batirlos;
y dejó como Presidente interino a Don José María Bocanegra; pero el
23 de Diciembre estalló en la propia capital un nuevo
pronunciamiento, ahora de la guarnición de la plaza, a favor del Plan
proclamado en Jalapa; y como cada vez fueran menos los defensores
del gobierno, renunció Bocanegra, siendo sustituido por un
triunvirato compuesto por Don Lucas Alamán, y los Generales, Don
Pedro Vélez y Don Luis Quintanar; mientras que el General Don
Vicente Guerrero, desde el Sur hacía dimisión de la Presidencia;
aunque el Congreso, para congraciarse con el partido vencedor, sin
tomar en consideración esa renuncia, declaraba justo el movimiento
rebelde, manifestando que Guerrero estaba incapacitado para
gobernar.
El ejército bustamantista entró con su jefe a la capital de la
nación, el 31 de Diciembre de 1829; y al día siguiente se reunió el
Congreso general, concurriendo el mismo Bustamante, ya con el
carácter de Presidente de la República, a la apertura de las sesiones;
en las que pocos días después se hacía la declaración antes enunciada;
en tanto que en los diferentes Estados de la República era reconocido
el nuevo régimen; como sucedió en el Estado de Guanajuato, donde
desde el 21 de Diciembre, la Diputación permanente local, había
declarado que se adhería el Estado, por decisión unánime de los
pueblos del mismo, al Plan de Jalapa, en todas sus partes.
El año de 1830 se significó por el ambiente de optimismo
despertado en los habitantes del país, ante el prestigio que tenían los
hombres que ahora ejercían el poder; gozándose de relativa
tranquilidad en Celaya, así como en todo el Estado, mientras que se
disfrutaba de una situación bonancible; ya que entonces era jefe del
Ministerio del Presidente Bustamante, el honorable y emprendedor
guanajuatense Don Lucas Alamán, quien se preocupaba grandemente
por la prosperidad nacional, y de preferencia por la de su Estado
natal, al que procuró beneficiar haciendo que florecieran en él todos
los ramos que antes le habían proporcionado abundancia y riqueza;
siendo así como ya había establecido antes en Celaya la moderna
fábrica de tejidos, beneficiando también a toda la región con el
incremento de su agricultura y la cría de ganado lanar, para lo cual él

129
LUIS VELASCO Y MENDOZA

mismo había adquirido las haciendas de Trojes y Juan Martín, más


las tierras del rancho de San Lorenzo; y "residía en Celaya buenos
meses del año dirigiendo los trabajos de sus dos empresas, pero
principalmente de la agrícola que tanto tiempo le absorbió". (2)
En el mismo año de 1830, se comenzó en Celaya la edificación de
un nuevo templo, ahora para dedicarlo al "Señor de la Piedad";
contribuyendo esa construcción con su esbelta torrecilla, a dar más
forma y proporción a la bella perspectiva que por los cuatro puntos
cardinales tiene la ciudad. El arquitecto Don Francisco Eduardo
Tresguerras se ocupó de la obra por encargo de su amigo Don Antonio
de la Vega, quien tenía gran devoción a la imagen que iba a ser
venerada en el nuevo Santuario; imagen que desde el año de 1810 o
1812, de manera casual había quedado en Celaya, al abandonar unos
viajeros desconocidos la caja que contenía esa escultura, en la casa de
las señoras: Rita y Josefa Muñiz; madre e hija respectivamente,
vecinas que eran de la ciudad y que habitaban por el rumbo del barrio
de Santiago.
Doña Josefa, muy feliz al descubrir la imagen del Redentor dentro
de la caja que le habían dejado, le improvisó un altar en su misma
casa y allí comenzó a rendirle culto privado, que muy pronto se
extendió entre los parientes, amigos y conocidos, al saberse la forma
casi providencial en que la escultura había llegado a la ciudad; hasta
que habiendo la devoción aumentado extraordinariamente, suplicó la
misma señora a Don Antonio de la Vega, vecino acomodado de Celaya
y hombre muy piadoso, que edificara una capilla a sus expensas para
que en ella fuera debidamente honrada la imagen; a lo cual se prestó
de muy buena voluntad Don Antonio, comprando al efecto, en el año
de 1815, un terreno que es el mismo donde actualmente se levanta la
iglesia.
"Desde entonces puede decirse que empezó a tener culto público
la imagen del 'Señor de la Piedad', el cual fue aumentando cada día
hasta el grado de que aquella capilla llegó a ser insuficiente para
contener el progresivo número de devotos. Visto esto por Don
Antonio de la Vega, que por otra parte ya era uno de los principales
devotos del Señor, y que desde que le edificó la capilla se consideraba
casi como dueño de la imagen, se propuso levantar de su propio

130
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

peculio un templo, donde con más amplitud y con más dignidad y


propiedad, se pudiera honrar al "Señor de la Piedad". (3)
Así pues, el señor de la Vega, en el año de 1830, encargó la
construcción al arquitecto Don Francisco Eduardo Tresguerras, que
era muy amigo suyo, y éste delineó su proyecto y puso manos a la
obra; pero no tuvo la suerte de verla terminada porque tres años más
tarde, fue sorprendido por la muerte. Mas es de creer que al faltar él,
la haya continuado alguno de sus aprendices más aventajados,
sujetándose en todo al plano que el mismo había trazado, pues
cualquiera que admire el templo de referencia, se podrá dar cuenta
que en la fábrica del mismo, se encuentra el sello de las bellas
composiciones del fecundo artista celayense.
La obra fue continuada sin interrupción hasta su total
terminación, celebrándose su dedicación, en medio del mayor
regocijo público, el Miércoles Santo del año de 1843; oficiando
entonces, en la ceremonia que tuvo efecto, el Cura Párroco de Celaya
Don Rosalino Muñoz Ledo. Y es así, como desde entonces existe la
costumbre de celebrar la fiesta titular del "Señor de la Piedad", el
Miércoles Santo de cada año; tanto que en los tiempos en que aun se
disfrutaba de libertad en el culto externo, siempre terminaba esa
solemnidad con una vistosa procesión, en la que los vecinos más
caracterizados de Celaya llevaban en andas a la Imagen, recorriendo
en tal forma las principales calles de la ciudad, que se veían
espléndidamente adornadas; pues era costumbre en tales ocasiones,
colgar en las ventanas y balcones, ricos tápalos de burato y mascadas
de fina seda, que alternaban con las guías y festones de flores
multicolores, que pendían de las azoteas.
En los primeros días de Enero de 1831, el Congreso del Estado de
Guanajuato declaró nulas las elecciones que para Gobernador de la
misma entidad hicieron los partidos políticos el 7 del último
Septiembre; y después de publicar que el Licenciado Don Manuel
Gómez Linares (de Celaya), había sido nombrado Vice Gobernador,
con fecha 13 del mismo Enero decretó que se elevaba al cargo de
Gobernador, como en efecto se verificó; tomando desde luego
posesión de su nuevo puesto, previniendo antes la legislatura, que en
el año de 1832 se harían nuevas elecciones, porque el Licenciado

131
LUIS VELASCO Y MENDOZA

Gómez Linares solamente ejercería el cargo hasta el 1º de Febrero de


1833. (4)
Mas antes de que se llegara tal fecha, a mediados de Febrero de
1831, un nuevo y lamentable acontecimiento puso en conmoción a la
opinión pública, causando en Celaya la consiguiente consternación,
pues sucedió que el 14 del mismo mes, había sido fusilado en el
pueblo de Cuilapa el General Don Vicente Guerrero, quien a la sazón
se había levantado en armas en el Sur, al ver que el gobierno se
apartaba de la legalidad atentándose contra el sistema federal, ya que
en varios de los Estados habíase mandado disolver sus legislaturas.
Hasta entonces el gobierno de Bustamante había conseguido tener
en paz a casi todo el país, porque aparte de que obraba con energía,
también había administrado la Hacienda Pública con honradez, y de
consiguiente tenía fondos suficientes de que echar mano para
combatir a los enemigos del régimen; pero como el General Guerrero
al levantarse en armas constituía un serio peligro por la imposibilidad
que entrañaba el vencerlo en las montañas del Sur, ya que ese Jefe,
conociendo palmo a palmo toda la región, tenía siempre a raya a las
fuerzas gobiernistas que además se veían diezmadas por el clima,
entonces se recurrió a la traición, contratándose los servicios de un
marino genovés, llamado Francisco Picaluga, que era amigo de
Guerrero, para que aquél lo entregara al gobierno mediante el pago de
$50,000.00.
Habiendo aceptado el genovés tan infamante convenio, invitó a
comer al antiguo Jefe insurgente a bordo del buque Colombo, surto
en Acapulco, del que el mismo Picaluga era Capitán; y, apenas
terminaba la comida, cuando levó anclas poniendo prisionero a su
convidado, para irlo a entregar en Huatulco al Capitán Don Miguel
González, que esperaba allí con tropas del gobierno. De ese lugar,
donde se levantó una sumaria averiguación, se condujo al preso a
Oaxaca, tratándosele allí con el mayor rigor, y después de un
simulacro de proceso fue finalmente fusilado en el pueblo de Cuilapa;
sin reparar sus verdugos en que victimaban a uno de los caudillos de
la Independencia.
Ese crimen fue contraproducente y contrario al resultado que se
habían propuesto sus autores, porque haciendo completamente
odioso al gobierno de Bustamante, vino a dar pábulo a una nueva

132
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

revolución, iniciándose tal movimiento, el 2 de Enero de 1832, con el


pronunciamiento en Veracruz del General Don Antonio López de
Santa Ana; quien, aunque derrotado al principio en Tolome, vio muy
pronto secundada la revolución en Texas, Tampico, San Luis Potosí,
Acapulco y varios Estados del interior; (5) por lo que el Presidente
Bustamante, después de cambiar su Ministerio y dejar la primera
magistratura en manos del General Don Melchor Múzquiz, se puso al
frente del ejército para salir a combatir a los pronunciados;
derrotando, el 18 de Septiembre, al núcleo principal de ellos,
comandado por el General Moctezuma, en la hacienda del Gallinero;
en el Estado de Guanajuato, a inmediaciones de San Miguel el
Grande.
Hubo infinidad de muertos rebeldes en esa acción de armas y gran
número de dispersos llegó a Celaya sembrando el desconcierto entre
los enemigos del gobierno; pero días después los pronunciados, al
mando directo de Santa Ana, alcanzaron una aplastante victoria en
San Agustín del Palmar, y Bustamante en seguida de expedicionar por
los Estados del interior, decidió regresar a la ciudad de México para
ocupar el poder; mas se encontró con las fuerzas de Santa Ana, y el 5
de Noviembre se trabó un sangriento combate en el rancho de
Posadas, cerca de Puebla, quedando allí completamente derrotadas
las tropas gobiernistas.
Días antes de esta batalla, habíanse ya establecido pláticas para
obtener un arreglo entre representantes, tanto de Santa Ana, como
del gobierno de Bustamante, sin que se hubiera podido llegar a un
avenimiento; pero después de la acción de Posadas, varios jefes de las
fuerzas bustamantistas, encabezados por el General Don Luis
Cortazar, entraron en arreglos con Santa Ana; y como una
transacción, fue reconocido por ambas partes, en los convenios de la
hacienda de Don Manuel Gómez Pedraza, que había sido llamado del
destierro y se encontraba ya entre los vencedores, con objeto de que
asumiera el poder y terminara el período para el cual había sido electo
en el año de 1828; restableciendo por completo el sistema federal, a
cuyo efecto debería procederse en seguida a hacer nuevas elecciones.
Gómez Pedraza tomó posesión de la Presidencia el 24 de
Diciembre, y en realidad sólo sirvió su promoción como de puente
para que llegara al poder el General Don Antonio López de Santa Ana;

133
LUIS VELASCO Y MENDOZA

pues una vez hechas las elecciones prescritas en los convenios de


Zavaleta, resultó éste electo para Presidente de la República;
retirándose Pedraza con la satisfacción del que ha cumplido con su
deber, ya que en los tres meses que gobernó el país, logró unificar la
opinión en favor del nuevo gobierno y sin oposición fueron dictadas
varias disposiciones de trascendencia para la vida de la Nación.
Con Santa Ana, fue electo Vice-Presidente el Doctor Don Valentín
Gómez Farías y como en la fecha de la toma de posesión, el 1º de Abril
de 1833, no estuviera presente Santa Ana, porque se hallaba en su
hacienda de "Manga de Clavo", fue Gómez Farías quien se hizo cargo
de la Presidencia; mientras que en el Estado de Guanajuato, su
Legislatura, que desde el 8 de Noviembre anterior había reconocido al
régimen de Gómez Pedraza ocasionando la renuncia del Gobernador
Don Manuel Gómez Linares a quien había sucedido interinamente
Don José Pérez Marañón, declaró el 3 del mismo Enero, Gobernador
del Estado al Licenciado Don Manuel Baranda, que desde luego entró
en el desempeño de su cargo.
Al tomar Gómez Farías posesión de la Presidencia, inauguró su
gobierno con disposiciones y reformas enteramente radicales,
auspiciadas por un grupo de federalistas exaltados, entre los que se
encontraban el Doctor Don José María Luis Mora y Don Lorenzo
Zavala, considerados por la opinión como demagogos; disposiciones
que no estaban en consonancia con las costumbres ni con el sentir de
la época, porque arremetían contra las preeminencias de algunas
clases sociales, entre las que estaban el fuero de los militares, y
atacaban sobre todo los derechos de la Iglesia y las creencias
religiosas de la mayoría de los habitantes de la Nación.
Con esto el gobierno era ahora enteramente revolucionario, pero
las reformas emprendidas no contaban con la anuencia del Presidente
propietario, ni con el asentimiento de la mayor parte del país, que
condenaba muchas de las leyes expedidas; dando por resultado tan
imprudente celo reformista, que comenzaran nuevamente los
pronunciamientos, al grito de "Religión y Fueros", como el que
ocurrió en Morelia, donde se puso al frente de los revoltosos el
Coronel Don Ignacio Escalada; teniendo que regresar Santa Ana, a
hacerse cargo de la Presidencia, el 16 de Mayo de 1833. Pero lo
curioso del caso en todos esos levantamientos, era que los

134
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

pronunciados aclamaban como jefe al propio Santa Ana, que pronto


volvió a salir de la capital dejando otra vez el poder en manos de
Gómez Farías, para batir a los rebeldes; quienes de acuerdo con el
General Don Mariano Arista, segundo en jefe de las tropas
gobiernistas que había secundado el movimiento de Escalada,
fingieron aprehender al Presidente en Cuautla proclamándolo al
mismo tiempo SUPREMO DICTADOR. Mas notando Santa Ana que el
país veía con repugnancia la dictadura y temiendo la resistencia de las
Logias yorquinas, se fugó, regresando a la capital; y después de
algunos episodios que no son del caso referir, salió con un nuevo
ejército rumbo a Guanajuato para combatir a la revolución que había
tratado de exaltarlo al poder dictatorial; pues para entonces el
General Arista con su segundo: el General Durán, después de haber
tratado inútilmente de apoderarse de Puebla, determinaron dirigirse
al interior y ocupar la ciudad de Guanajuato, (6) para esperar allí
fortificados el ataque de las fuerzas del gobierno.
En consecuencia, a principios de Agosto pasaba por Celaya el
General Presidente, Don Antonio López de Santa Ana, al frente de
una brillante División compuesta por cuatro mil trescientos soldados
de las tres armas, y como a la sazón se había desatado en la población
la terrible epidemia del Cólera Morbus, en cinco días que el ejército
permaneció en la ciudad, perdió allí dos mil hombres, ( 7) porque
inmediatamente se propagó entre ellos la espantosa enfermedad;
tanto que Santa Ana, habiendo llegado a la capital del Estado con su
gente, antes de presentar combate se vio obligado a retirarse con sus
fuerzas hasta San Miguel el Grande; y cuando al fin atacó a
Guanajuato, donde derrotó completamente a los rebeldes cogiendo
prisionero al General Arista, su ejército estaba reducido a menos de
dos mil plazas.
Los efectos del Cólera Morbus, que desde dos años antes asolaba a
Europa, fueron fatales; tanto por no conocer el modo de tratar la
enfermedad, como por el terror y espanto que causaba entre los
habitantes la espantosa epidemia, cuya naturaleza y circunstancias
habían excitado la atención universal, induciendo a muchas
eminencias científicas a estudiar sus particularidades y los medios de
combatirla; tanto que en los Estados Unidos, en 1832, el Dr. Read
escribía al respecto la curiosa opinión que sigue: "Sea cual fuere el

135
LUIS VELASCO Y MENDOZA

origen del Cólera, no debe ponerse en duda que la atmósfera es el


medio por el cual obra sus efectos; puede declararse en todos los
climas y estaciones, existe en toda clase de terrenos; en las montañas,
en los valles, en los pantanos, en las rocas; lo mismo en los países
secos que en los húmedos. Así como sucede con otras enfermedades
especiales, los estragos que causa son independientes de los vientos y
de las corrientes de aire; ni el análisis de los gases de la atmósfera, ni
las investigaciones barométricas bastan para averiguar cuál sea su
origen, y nos perdemos en conjeturas al estudiar la especial influencia
de las localidades donde se declara el mal..." (8)
La asoladora peste entró en la República por Tampico, y de allí
saltó a San Luis Potosí y Guanajuato a mediados de Junio,
produciendo verdaderos estragos. En Celaya se dio el primer caso a
principios de Julio, y luego hubo día en que murieron hasta
doscientas personas; con esto la ciudad parecía un inmenso hospital y
campo de duelo, pues por donde quiera se veían difuntos, gentes
vestidas de luto y semblantes doloridos. Era aterrador el continuo ir y
venir de los conductores de cadáveres, atravesando en todas
direcciones las calles sin ningún cortejo por temor al contagio, y sin
que los acompañara el sacerdote como entonces se acostumbraba;
siendo muy pocos los muertos que iban en sus ataúdes, porque los
más eran sólo conducidos envueltos en sábanas o "petates"; y hasta
los sepultureros huían del oficio, aterrados al ver que muchos de los
que se les entregaban como difuntos se levantaban a veces,
demacrados pero vivos, en el instante de ser depositados en las fosas.
A esta espantosa situación se sumaban los deplorables
acontecimientos políticos, pues mientras el Cólera devastaba al país,
en la capital el Presidente interino, Gómez Farías, secularizaba los
camposantos y las misiones, se incautaba sus bienes, suprimía la
Universidad, relevaba a los fieles de pagar diezmos y a los religiosos
de uno y otro sexo del cumplimiento de los votos monásticos;
disponía la nulidad de cuantas operaciones realizara el clero con sus
bienes, declarándolos como de propiedad nacional; y licenciaba a los
cuerpos de tropa que se hubieran sublevado contra el sistema federal.
Tan continuados ataques a todo lo que hasta entonces era
considerado como sagrado e inmutable y la propagación del Cólera,
acabaron con el optimismo de los habitantes y los hizo caer en un

136
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

profundo desaliento, refugiándose los más en el sentimiento religioso


y las prácticas cristianas. Por lo mismo, en los templos, cuyas
campanas estaban mudas por orden de la autoridad civil, sólo se oían
preces, letanías y ruegos fervorosos, implorando misericordia ante el
"Santísimo Sacramento" expuesto en los altares; mientras que en las
casas, semejantes ahora a conventos por la sobriedad con que se
comía y por las reglamentadas oraciones que se musitaban a ciertas
horas del día y de la noche, se rezaba de preferencia el "rosario de la
buena muerte", que por momentos esperaban oír en sus propios
lechos los aterrorizados celayenses.
Al miedo provocado en Celaya por la epidemia en sí misma, se
unió el temor que causaban las muchas "procesiones" de rogativas
que invadían las calles de San Francisco, sacaban la imagen de la
"Purísima Concepción", Patrona de la ciudad; y del Carmen, salía el
propio Padre Prior, descalzo, coronado de espinas y con una pesada
cruz a cuestas, por entre los impresionados devotos que veían pasar
aquellas imponentes manifestaciones, postrados en tierra y pidiendo
a gritos misericordia, y el perdón de sus culpas que sin ningún secreto
publicaban, entre patéticos sollozos, ayes y lamentos; ante la
expectación de las autoridades que no se atrevían a impedir aquellos
actos, por temor de provocar la ira de la gente que, como la de otras
partes del país, atribuía la epidemia a "un castigo que la Providencia
enviaba sobre los mexicanos, por su tolerancia para con un gobierno
tan demagogo como el de Gómez Farías".
Entre las numerosas víctimas que el Cólera ocasionó en la ciudad,
se encontró el conocido arquitecto Don Francisco Eduardo
Tresguerras, quien dejó de existir el 3 de Agosto de 1833,
perfectamente consciente de que en esos días iba a tener tan
lamentable fin; pues se cuenta que la víspera de su muerte encontró
en la calle a un amigo que lo detuvo, diciéndole: "¿Dónde va usted tan
precipitado, amigo mío?".
—¡Buena pregunta, le contestó con calma Tresguerras; la muerte
persigue con un furor tremendo a los pobres mortales; y en cuanto a
mí, pocas horas me quedan de existencia en este mundo.
—¡Bah! le replicó el amigo. Aun está usted muy robusto y bueno y
sano. Dígame usted de dónde le ha venido esta idea?...

137
LUIS VELASCO Y MENDOZA

—Amigo, díjole el artista, no me queda mucho tiempo para


platicar con usted. Adiós. Y Tresguerras se alejó dejando al curioso
con la palabra en la boca, (9) para morir al día siguiente, a los ochenta
y ocho años de edad.
Cumpliendo con su voluntad, se le dio sepultura en la capilla que
para el caso había él mismo edificado, junto al templo de San
Francisco; y desde entonces reposan en ese lugar los restos del
hombre que supo enaltecer a su tierra, y que no sólo fue una gloria
para Celaya, su ciudad natal, sino que también ha sido honor y prez
de toda la Nación.
Con la temporada de lluvias, la epidemia del Cólera decreció y
acabó por extinguirse; pero entonces la atención pública siguió
manteniéndose despierta con la resonancia de los acontecimientos
políticos, porque ésos continuaban sucediéndose unos a otros sin
interrupción; ya que ahora el gobierno, sintiéndose poderoso, había
puesto en ejecución una Ley tiránica que decretaba el destierro de
todos los ciudadanos que profesasen ideas conservadoras. Con esto, la
fuerza de las circunstancias hizo que Santa Ana, que permanecía
retirado en su hacienda de "Manga de Clavo" mientras Gómez Farías
ejercía el poder, se convirtiera en el caudillo de todos los
descontentos, al brotar la rebeldía con un pronunciamiento que se
efectuó en Orizaba y que fue rápidamente secundado en otros lugares
del Estado de Veracruz; porque esos movimientos hicieron que, al
volver a empuñar las riendas del gobierno, el General Presidente se
solidarizara con los clamores del partido conservador; y apoyándose
en un nuevo Plan revolucionario que fue proclamado en Cuernavaca,
acabó por derogar todas las Leyes reformistas dictadas bajo la
influencia de Gómez Farías; iniciando entonces una política
encaminada a convertir al país en una República Centralista; para lo
cual empezó por disolver las Cámaras de la Unión, para seguir luego
con la disolución de los Congresos locales, sustituyendo en seguida a
la mayoría de las autoridades con otras que estuvieran formadas con
hombres conspicuos del partido conservador, mientras reducía a un
mínimun la milicia cívica de los Estados.
Aunque la oposición a tales disposiciones había brotado potente
en Zacatecas y otros Estados coaligados que defendían el sistema
federal, en Guanajuato, donde desde el 21 de Enero de 1835 ocupaba

138
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

el cargo de Gobernador constitucional, el Licenciado Don José María


Esquivel y Salvago, con fecha 23 del mismo Enero se declaraban nulas
y sin ningún valor las llamadas leyes generales sobre reformas
eclesiásticas, (10) de la administración de Gómez Farías; acuerdo que
causó en Celaya el consiguiente regocijo por estar los habitantes
plenamente identificados, debido a sus costumbres y a sus
sentimientos, con los derechos de la Iglesia; ya que desde la fundación
de la ciudad, solamente habían recibido beneficios de sus ministros y
representantes.
Mas como la rebeldía de Zacatecas tomaba caracteres alarmantes,
Santa Ana, que desde el 28 de Enero había dejado el poder en manos
del General Don Miguel Barragán para retirarse a su hacienda de
"Manga de Clavo", lo que no había sido un obstáculo para que
prosiguiera el movimiento legislativo en favor del partido
conservador, solicitó y obtuvo fácilmente que se le diera el mando de
las tropas gobiernistas para marchar en contra de los rebeldes;
saliendo con sus fuerzas, para Zacatecas, el día 18 de Abril.
El 25 del mismo mes, pasaba Santa Ana con su ejército por
Celaya; y, a su arribo, se le hizo una espléndida recepción. El clero y
las autoridades le eran adictas y el pueblo tenía por él grandes
simpatías nacidas a través de su actuación, ya que la fama de sus
hazañas, atraía a la multitud hacia el Caudillo; así que se le recibió
con las calles adornadas y con arcos de triunfo, en medio de
aclamaciones y repiques, saliendo en masa la población a encontrarlo
hasta la entrada de la ciudad, para acompañarlo con grandes
demostraciones de regocijo a la Parroquia, donde el General
Presidente penetró bajo palio, para asistir al Te Deum que se cantó
allí en su honor. (11)
Al siguiente día, entre los repiques a vuelo y los disparos de
artillería, partió con sus tropas el General Santa Ana; y el 11 de Mayo,
tras la derrota que infligió a los rebeldes en Guadalupe, pudo sofocar
el movimiento de Zacatecas entrando victoriosamente en esa plaza,
para regresar después triunfante, el 21 de Junio, a la capital de la
República; donde a los pocos días, grandes masas de pueblo
recorrieron las calles aclamando el centralismo, con lo cual acabó el
Congreso por sentirse autorizado para cambiar de una buena vez el
régimen.

139
LUIS VELASCO Y MENDOZA

Al efecto se declaró constituyente, y reuniéndose ambas Cámaras,


terminaron por promulgar, el 3 de Octubre de 1835, unas bases de
Constitución centralista, que más tarde dieron origen a la
Constitución vulgarmente llamada de "Las Siete Leyes", en la que se
declaraba que los Gobernadores estarían subordinados al poder del
centro, el cual haría sus nombramientos; que se suprimirían las
legislaturas de los Estados, convertidos ahora en Departamentos,
sustituyéndolas por juntas departamentales de cinco individuos que
servirían de consejeros a sus respectivos gobiernos; y que sus rentas
públicas estarían sujetas a las disposiciones del gobierno general.
Por lo que respecta al Estado de Guanajuato, ya desde el 8 de
Junio, el Ayuntamiento de su capital por sugestión de los Cabildos de
San Luis Potosí y Orizaba, había elevado una iniciativa a los supremos
poderes de la Unión para que el sistema federal fuera cambiado por el
central, conservando el personal de su Congreso, para formar el
constituyente que expidiera la nueva legislación; y como
consecuencia, tomando en cuenta que esa misma excitativa había sido
hecha también por Celaya, San Miguel Allende y León, el 12 de
Noviembre del mismo año, ante el Vice-Gobernador, Don Romualdo
Marmolejo, se prestó el juramento de observar y hacer cumplir en el
Departamento las "Bases Orgánicas y Constitucionales", que habían
sido decretadas por el Congreso nacional.
En consecuencia, en Celaya se dio publicación a la nueva Ley
fundamental, el Domingo 15 del mismo mes, por medio de un
"Bando" solemne que recorrió las principales calles de la población; y
aunque en el parte rendido a la superioridad por la comandancia
general de las armas en el Estado, se aseguraba que se gozaba de
tranquilidad en el mismo, (12) sin embargo ya flotaba en el ambiente
la inquietud despertada con los sucesos que se desarrollaban en
Texas; precursores de la guerra que se iba a desatar en contra de
aquel lejano territorio, por exigirlo imperiosamente los derechos y el
honor de la Nación, conculcados a la sazón por los tejanos.

140
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

OBRAS CONSULTADAS:

1.- "Breve Reseña Histórica de los acontecimientos más notables de la


Nación Mexicana". José María Tornel y Mendívil.
2.- "Alamán". José C. Valadés.
3.- "Historia de la Sagrada Imagen del Señor de la Piedad, de su Templo y del
Culto que se le ha tributado en Celaya durante todo un Siglo". P. Pastor
Bañuelos Cano.
4.- "Efemérides Guanajuatenses". Tomo III. P. Lucio Marmolejo.
5.- "Historia de México y del Gral. Dn. Antonio López de Santa Ana". Juan
Suárez y Navarro.
6.- "Mi Historia Militar y Política". Antonio López de Santa Ana.
7.- "Historia de México". Tomo III. Francisco Banegas y Galván.
8.- "Carta sobre el Cólera Aspiria". Dr. Read, de Savannah, a John Francis.
M. D. Nueva York. 1832.
9.- "El Museo Mexicano". Tomo II de 1843. "Don Francisco Eduardo
Tresguerras". Por Manuel Payno.
10.- "Efemérides Guanajuatenses". Tomo III. P. Lucio Marmolejo.
11.- "Periódico Oficial del Gobierno del Edo. de Guanajuato". No. 120 del 30
de Abril de 1835.
12.- "Diario del Gobierno de la República Mexicana", No. 200 del 16 de
Noviembre de 1835.

141
LUIS VELASCO Y MENDOZA

CAPÍTULO XI

El año de 1836 se promulga una nueva Constitución, quedando sustituido el


régimen federal por el central, y nuevamente asume la Presidencia,
por elección, el Gral. Bustamante.- Nombrado Gobernador de
Guanajuato, llega de paso a Celaya el Gral. Dn. Luis Cortazar, para
tomar posesión de su cargo en la capital del Departamento.- Pasa
por Celaya el cortejo que conducía hacia la ciudad de México los
restos del Libertador, Dn. Agustín de Iturbide.- Estalla un
movimiento revolucionario contra el gobierno del Presidente
Bustamante, y prontamente es sofocado.- Muere el Gral. Cortazar y
su cuerpo es trasladado a Celaya para sepultarlo en la iglesia de
San Francisco.- Se subleva en Celaya la guarnición de la plaza,
siendo rápidamente combatido este brote revolucionario.- Estado
caótico en que se encontraba el país en el curso de 1840.- Esa
situación motiva una exposición que hace Dn. José Gutiérrez de
Estrada, abogando por el régimen monárquico.- Nuevo
levantamiento en contra del gobierno de Bustamante y su
apaciguamiento en la capital.- Se establece en Celaya el desfile de
Carros Alegóricos, que tan famosas hicieron a sus fiestas de
Navidad.

El 30 de Diciembre de 1836 se promulgó al fin la nueva Constitución,


conocida con el nombre de las "Siete Leyes", jurándola al siguiente día
el Presidente Don José Justo Corro, después de la desastrosa
campaña de Texas, en la que había sido vencido y hecho prisionero el
General Santa Ana, por los antiguos colonos de aquel territorio, que
se habían sublevado declarándose independientes de México; y a
mediados de Agosto de 1837, mientras Santa Ana se retiraba
avergonzado a la vida privada, porque para salvar la existencia había
tenido que humillarse indignamente ante los tejanos, pactando con el
Presidente de los Estados Unidos la anexión de Texas a la Unión
Americana, y era primer mandatario de nuestra República
nuevamente el General Don Anastasio Bustamante, por haber
triunfado en las elecciones que se efectuaron en Abril del mismo año,
llegó a Celaya, de paso para la ciudad de Guanajuato, el General Don

142
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

Luis Cortazar, que había sido nombrado Gobernador propietario y


Comandante General del Departamento, en sustitución del
Gobernador constitucional, Licenciado Don José María Esquivel y
Salvago, que desde el 21 de Enero de 1835, por elección popular, venía
desempeñando ese cargo.
Permaneció tres o cuatro días en Celaya, alojado en la casa de su
propiedad, situada en la esquina de la calle que hoy se llama de Álvaro
Obregón y portal Guerrero (la misma que fue de Martín de Ortega,
uno de los fundadores de Celaya), en cuyo tiempo recibió el
reconocimiento y adhesión de las autoridades, así como las
congratulaciones y los parabienes de sus paisanos; y en seguida
continuó su interrumpido viaje a la ciudad de Guanajuato, donde
tomó posesión de su elevado puesto el 22 de Agosto de 1837.
El General Cortazar resultó ser un culto progresista gobernante
que puso los cimientos de una nueva prosperidad en Guanajuato y en
todo el territorio de su mando; mientras que con enérgica mano
perseguía todos los desórdenes y el robo, porque a la sazón estaban
los caminos infestados de bandidos y las ciudades de ladrones a
quienes protegían los mismos encargados de perseguirlos. Dictó
sabias y oportunas providencias de todo género y auspició y fomentó
con el mayor empeño la instrucción pública, dando al Departamento
de Guanajuato decoro y respetabilidad ante la Nación.
En las postrimerías del año de 1838, pasaba por Celaya el cortejo
fúnebre que acompañaba los restos mortales del libertador Don
Agustín de Iturbide; pues por un Decreto que expidió el primer
Magistrado, Don Anastasio Bustamante, en confirmación de otro que,
desde el 3 de Noviembre de 1833, había dado Santa Ana, revestido de
facultades extraordinarias cuando era Presidente, se dispuso que "las
cenizas de Don Agustín de Iturbide fueran conducidas a la ciudad de
México y conservadas en la urna destinada a los primeros héroes de la
Independencia"; y habiendo sido exhumado el cuerpo del ex-
Emperador, en la parroquia del pueblo de Padilla, en Tamaulipas,
lugar en que había sido enterrado, fueron conducidos sus restos por
Ciudad Victoria, Tula, Cerritos y San Luis Potosí, hasta Guanajuato;
donde a su tránsito, por expresa orden del mismo Presidente
Bustamante, se verificaron en honor del Libertador, el día 27 de

143
LUIS VELASCO Y MENDOZA

Noviembre, unas solemnísimas exequias en la Parroquia de aquella


capital. (1)
Tres días después, pasaba por Celaya la luctuosa comitiva; y como
hubiera llegado al empezar a declinar la tarde del 30, solamente se
cantaron unos responsos por el alma de Iturbide en la iglesia de la
Parroquia, a la que fue llevada previamente la caja con los restos;
asistiendo a esas preces las autoridades de la ciudad y las
corporaciones religiosas, entre el imponente doble de las campanas de
todos los templos. Y como en Celaya vivían todavía muchas personas
que habían conocido y tratado a Iturbide, durante el tiempo que
permanecía en la misma cuando era Comandante General de las
fuerzas realistas en el Bajío; fue grande el interés que despertó el paso
de sus restos por la ciudad, cuyas calles se encontraban enlutadas; y
no pocas lágrimas fueron derramadas por sus antiguos amigos y
allegados, quedando en el ambiente de la población un dejo de
tristeza, cuando hubo partido el cortejo funerario con los despojos del
Héroe hacia la capital de la Nación.
Entre tanto las circunstancias en general para el país eran críticas
porque, estando arruinada la Hacienda Pública por las concusiones
escandalosas de los mismos empleados del gobierno, paralizada la
campaña de Texas por falta de elementos, desafiada nuestra Patria
por los Estados Unidos que buscaban a todo trance la guerra,
humillado nuevamente el orgullo nacional con la provocación y
ataque a Veracruz por la escuadra francesa en la llamada "guerra de
los pasteles" que costó a México el pagar una indemnización de
600,000.00 pesos, y apremiados los ciudadanos bajo la tiranía de la
autoridad militar que no respetaba la vida ni la libertad, tuvieron
efecto nuevos pronunciamientos que ahora proclamaban la
federación; como el que acaudillado por los Generales Mejía y Urrea,
estalló en Tampico en Marzo de 1839 que hizo salir a campaña al
Presidente Bustamante, mientras dejaba sustituyéndole en el poder a
Santa Ana; quien para entonces había ya recobrado el favor público
por haber cooperado en la defensa de Veracruz, contra los franceses,
en cuya acción perdió un pie que le llevó la metralla.
Mientras Santa Ana asumía la Presidencia, Bustamante ayudado
por el General Arista batía a los levantados; y sus derrotados jefes, los
Generales Mejía y Urrea, abandonando Tampico y la Huasteca,

144
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

aparecían poco después cerca de Puebla amenazando a la


Angelópolis; por lo que el mismo Santa Ana salió a enfrentárseles,
derrotándolos completamente su segundo, el General Valencia, en
Acajete; y luego de hacer fusilar al general Mejía que había caído
prisionero, regresó a la ciudad de México para abandonar días más
tarde el poder en manos del General Don Nicolás Bravo, sin esperar el
arribo del Presidente Bustamante; quien entró a la capital, el 10 de
Julio de 1839.
Un año después, el 17 de Febrero de 1840, a las seis y media de la
mañana, (2) moría en Silao el General Don Luis Cortazar, Gobernador
de Guanajuato, llenando de luto y consternación a la capital del
Departamento y a todas las poblaciones de la misma entidad, porque
se había hecho acreedor al reconocimiento y afecto de sus
gobernados. Los mejores facultativos hicieron la autopsia del cuerpo,
y en seguida lo embalsamaron para conducirlo a Guanajuato; de
donde habían acudido a Silao las principales autoridades y personas
caracterizadas con objeto de acompañar el cadáver.
Su conducción se verificó a la media noche, para evitar que
durante el día el calor del sol lo descompusiera; y toda la multitud que
lo acompañaba, llevaba en sus manos gruesas hachas de cera, en tal
cantidad, que durante mucho tiempo se recordó la perspectiva que
ofrecía el inmenso conjunto de dolientes al subir la cuesta Chica, en el
camino de Guanajuato, en cuya iglesia Parroquial se celebraron, el día
20 del mismo mes, espléndidas honras fúnebres; paseándose en
seguida el féretro por las principales calles, decoradas con cortinas y
festones de luto, donde se cantaban solemnes responsos en las
diferentes posas preparadas al efecto; reuniéndose luego en Palacio
las autoridades y corporaciones para dar el pésame al Departamento,
por medio de arengas o breves discursos que dirigían al Presidente de
la Junta Departamental y encargado del gobierno, Licenciado Don
José María Ginori.
Terminados esos funerales se dispuso que el cuerpo del
gobernante fuera conducido a Celaya, considerada como su tierra
natal, dejando únicamente en Guanajuato su corazón para que fuera
depositado en un túmulo que se erigió en la capilla del colegio del
Estado en aquella capital, repitiéndose tres días después en Celaya las
preces y honores que se le habían prodigado; pues tan pronto como

145
LUIS VELASCO Y MENDOZA

arribó el cortejo que conducía el ataúd a las goteras de la población,


empezó el lúgubre doblar de las campanas de todos los templos, que
con sus lenguas de bronce hacían público el dolor de los habitantes,
mientras que por las calles veíanse crespones y moños de luto en la
mayor parte de las puertas y ventanas de la ciudad; y una vez que
llegó la comitiva a la casa que en Celaya poseía el General Cortazar,
fue colocado su cuerpo en la capilla ardiente que se había improvisado
en la misma residencia, permitiéndose la entrada a todo mundo, sin
distinción de clases ni personas, para que hicieran presentes sus
manifestaciones de duelo; organizándose nuevamente, al siguiente
día, el cortejo fúnebre que habría de acompañar al difunto a su última
morada.
Abría la marcha una sección de tropa de la guarnición, a la que
seguía el Ayuntamiento encabezado por el Prefecto del partido, Don
Tomás Illáñez; a continuación marchaban las órdenes religiosas
presididas por el Cura Párroco, Don Rosalino Muñoz Ledo, que iba
revestido de capa pluvial y asistido por la Cruz Alta y los ciriales;
seguía luego el féretro del General conducido por deudos y amigos,
entre los que caminaban su hermano, el Coronel Don Pedro Cortazar,
y por último los gremios y gran cantidad de pueblo que iba reverente,
llevando entre sus manos ramos de flores y gran cantidad de velas
encendidas.
Así llegaron hasta la iglesia de San Francisco, donde fue colocado
el ataúd en un soberbio catafalco levantado bajo la cúpula del templo;
y una vez que terminaron la solemne "misa de Réquiem", los
responsos y las preces de ritual, que estuvieron a cargo de los
religiosos franciscanos, fue inhumado el cuerpo del General Don Luis
Cortazar, en el mismo sepulcro que en San Francisco guarda los
restos mortales de la señora Doña Rosa Rábago de Cortazar, madre
del desaparecido; en cuyo mausoleo descansan también los restos del
honesto y progresista gobernante, que había conquistado el afecto y
gratitud de sus conciudadanos, desde que en los albores de la
Independencia consagró su vida al servicio de la Patria.
En tanto tenían lugar estas escenas en Celaya, la situación política
empeoraba día con día en el país, porque a pesar de los triunfos del
gobierno sobre los revoltosos, la paz no se restablecía por completo en
la República, y los pueblos se levantaban en armas aun por los más

146
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

fútiles pretextos; tales como solicitar el cambio de empleados,


oponerse a que fueran introducidos en el país ciertos efectos, pedir
rebaja o derogación de algún impuesto, etc., etc., y así fue como, en la
noche del 12 de Marzo de ese mismo año, 1840, un escuadrón de
auxiliares de caballería del Bajío, que estaba de guarnición en Celaya,
se sublevó por no haber recibido con puntualidad sus pagos.
Los soldados, montados y armados, se dirigieron a la plazuela de
San Juan de Dios, donde esperaron que se les reunieran los lanceros
de la escolta del Coronel Don Pedro Cortazar; y trocando sus
uniformes por las frazadas que quitaron a la plebe, después de haber
tirado sus chacós o gorros de cuartel, tomaron en seguida el camino
de Salvatierra. "Los caudillos de esta asonada, fueron Luz Casanova,
Juan Martínez, José Izarrarás y el Cabo Jesús Hinojosa ( 3) y si no
hubiera sido porque el Prefecto de Celaya, Don Tomás Illáñez, con
gran presencia de ánimo, evitó auxiliado solamente por diez hombres,
que la soldadesca sublevada pusiera en libertad a más de doscientos
forajidos que estaban detenidos en la cárcel pública, éstos, de acuerdo
con los pronunciados, se habrían entregado al saqueo de la ciudad
como lo habían planeado. (4) Finalmente la revolución de Celaya,
como fue llamado este motín, se extinguió al esparcirse por diferentes
rumbos los facciosos; mientras se presentaban otros al indulto,
debido a la actividad con que fueron perseguidos por las fuerzas de la
Comandancia General de Guanajuato.
Por lo expuesto se ve que en el curso del año de 1840 había
llegado a alcanzar el país un estado verdaderamente caótico; y la
presión de los acontecimientos, y la tensión de los espíritus producida
por la intranquilidad reinante, tenían entre otros muchos efectos el de
hacer sentir, cada vez con mayor fuerza, la participación de todos los
habitantes en la cosa pública; al preocuparse por una existencia más
grande que la de su propio terruño, interesándose vivamente por la de
la Patria en general. Y era así como la prensa que existía ya en
aquellos años en el Departamento de Guanajuato, alzaba también su
voz como la alzaban los periódicos de la capital del país, emitiendo su
parecer con la intención de que se pusiera remedio a la situación
reinante; convirtiéndose así, en el exponente del sentir nacional. "No
se escuchen las pretensiones exageradas de los partidos. Refórmese la
Carta con arreglo a la voluntad y a las exigencias nacionales, que sólo

147
LUIS VELASCO Y MENDOZA

no conocen quienes no quieren conocerlas. Préstense las garantías


más eficaces a la libertad. Sáquese a los Departamentos del miserable
vasallaje en que se encuentran. Acuérdese la popularidad en las
elecciones, y así se habrá conseguido oponer una barrera a las
pretensiones de división y de desorden, devolviendo a la Nación el
goce de su soberanía e Independencia"; (5) decía el Vigía de
Guanajuato en uno de sus números, proponiendo tales medidas para
remediar la situación que imperaba.
En algunos espíritus era tal el desaliento producido al ver que en
tan pocos años una Nación que prometía alcanzar una vigorosa
lozanía, en lugar de progresar había retrogradado con tanto desorden
que, aparte de contribuir a que se viera el país amenazado y
humillado en su soberanía, había hecho que se perdiera el carácter
nacional y había arruinado una hacienda antes próspera dejando tras
sí una deuda exorbitante, que había quien pensara "si la
Independencia había sido un bien o un mal y si debió o no
promoverse", mientras que otros proponían un cambio radical en el
sistema de gobierno, buscando así el remedio que necesitaba la
Nación.
De los últimos era Don José María Gutiérrez de Estrada, ex-
Ministro de Relaciones, quien, con fecha 25 de Agosto de 1840, dirigió
una carta abierta al Presidente de la República, en la que, "después de
pasar en revista los acontecimientos políticos del país desde la
Independencia, y de combatir la dictadura en México, no por
conveniencia o inconveniencia de ella, sino por falta de personas
capaces de desempeñarla dignamente, proponía, en vista de la
inestabilidad y carencia de prestigio de los gobiernos nacionales, que
se estableciera una Monarquía en México, eligiendo como Monarca a
algún príncipe de casa reinante en Europa". (6) Pero a pesar de la falta
de comprensión en las masas, esta exposición causó tal revuelo y
excitación, que su autor tuvo que ocultarse, para salir después
subrepticiamente del país a fin de evitar persecuciones.
Ya el 15 de Julio del mismo año, una nueva y escandalosa
rebelión, acaudillada por el General Don José Urrea, había estado a
punto de derribar al gobierno de Bustamante. El citado Jefe, en
connivencia con Don Valentín Gómez Farías, logró fugarse de la
prisión en que se encontraba en la capital, por la asonada del año de

148
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

1839 en que había sido fusilado su compañero el General Mejía e


insurreccionando el 5º Batallón acuartelado en San Hipólito, marchó
en seguida, poniéndose al frente de los pronunciados, contra el
Palacio Nacional; donde después de apoderarse del edificio, se
apoderó también de la persona del Presidente y de otros varios
lugares de la ciudad. En aquel trance, el Ministro de Guerra, que lo
era el General Don Gabriel Valencia, reunió en la Ciudadela el mayor
número de fuerzas que pudo allegarse y comenzó a atacar a los
sublevados; en tanto que Bustamante, con gran energía y valor,
comunicaba a su Ministerio que no se obedeciera ninguna orden suya,
por carecer de libertad; la que recobró al siguiente día, al haberlo así
decidido Gómez Farías en el curso de una Junta que tuvo con algunos
vecinos prominentes de la capital. Una vez libre el Presidente, se puso
éste al frente de las tropas leales, estableciendo su gobierno en el
convento de San Agustín; en tanto que los rebeldes proclamaban la
Constitución en 1824, proponiendo que se le hicieran algunas
reformas. Mas al fin el gobierno de Bustamante se impuso, después de
combatir durante algunos días; y el 27 de Julio, los sublevados, por
mediación del Arzobispo de México y de otros comisionados,
acabaron por rendirse, quedando así sofocada la rebelión. (7)
Celaya, aunque resentida por el funesto resultado que en su
economía producía el estado de inseguridad resultante de tantas y tan
repetidas convulsiones revolucionarias que traían siempre como una
consecuencia el cambio de gobierno, aun podía disfrutar de una
situación medianamente desahogada, debido al espíritu de orden y de
trabajo que imperaba en la mayoría de los habitantes. Las
solemnidades profanas y religiosas que se habían acostumbrado
desde los tiempos de la colonia, seguíanse celebrando con
entusiasmo; y en el año de 1840, el Padre Prior de San Francisco, Fray
Mariano Sánchez, inició una fiesta que con los años habría de llegar a
alcanzar inusitado brillo y popularidad, atrayendo concurrencia de los
pueblos y ciudades comarcanas y aun hasta de los más lejanos y
apartados lugares del país.
El franciscano Fray Mariano Sánchez, que se había distinguido en
la población por su dinamismo y amplio espíritu de caridad, ya que
para entonces había hecho que se terminara la suntuosa fachada del
templo de San Francisco, ocupándose en seguida de que fuera

149
LUIS VELASCO Y MENDOZA

derribada la antigua cúpula que tenía el mismo templo, para


reemplazarla con la que ahora luce; había reparado la casa y la iglesia
de la Compañía, estableciendo allí una casa de Ejercicios y una Santa
Escuela; había prestado su eficaz ayuda al Hospital de Curaciones de
San Juan de Dios; y había hecho construir muchas pequeñas casas
destinadas para habitación de gentes pobres y menesterosas, en la
calle que después llevó su nombre llamándose del "Padre Sánchez"
(hoy 3ª de Allende); deseoso de dar mayor auge y esplendor al
"Rosario de Navidad" que tenía verificativo durante las nueves noches
que preceden al 24 de Diciembre, en cuya ocasión se acostumbraba
llevar por las calles un carro adornado en el que iban colocados los
"Santos Peregrinos", que era conducido en procesión hasta cada uno
de los barrios de indios que rodean a Celaya, mientras que en el
recorrido se rezaba el "Rosario" con el que se cantaban villancicos y
letrillas al son de panderetas y pitos de aguinaldo; decidió representar
en carros alegóricos algunas de las invocaciones de la "Letanía
Lauretana" y escenas bíblicas; y como lo pensó así lo hizo ayudado
eficazmente por el Ayuntamiento y por algunos vecinos acomodados,
que se echaron a cuestas el compromiso de vestir los referidos carros.
Así pues, en la Navidad de 1840, (8) tuvo verificativo el primer
desfile de estos carros alegóricos, en los que las personas encargadas
de arreglarlos desplegaban todo su ingenio, asesorados por el escultor
Don Longinos Núñez, no escatimando gastos en el adorno y
confección que aquél les sugería; y en esa forma, tenían fama y eran
admirados por los celayenses y sus visitantes: "El Paraíso", "La Torre
de David", "La Fuente de la Gracia", "La Estrella de los Mares", "El
Espejo de Justicia", "La Ciudad de Sión", "La Casita de la Virgen", "La
Cabaña de los Pastores", "El Nacimiento", etc., etc., seguidos por la
comitiva de los Reyes Magos con su recua de mulas cargadas con
cofres y barriles dorados; llegando con los años este desfile a alcanzar
un gran renombre y celebridad, pues hubo vez en que llegó a treinta el
número de carros que hacía el recorrido por las calles, y para fines del
Siglo ya era complementada esta fiesta con una famosa feria, en la que
no faltaban las corridas de toros, las peleas de gallos, los bailes
populares y el juego en la "Partida" de grandes sumas de dinero.
Como en contraste con este cuadro halagador, al finalizar el
mismo año, había aumentado el caos en la República, porque los

150
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

levantamientos y las revoluciones estaban a la orden del día. Yucatán


se había insurreccionado, tratando de separarse de la Nación; la
campaña de Texas seguía paralizada, aunque los tejanos efectuaban
algunas veces incursiones en el territorio mexicano, ayudados por
filibusteros de los Estados Unidos; el erario estaba cada vez más
empobrecido; la sociedad cada día más desorganizada; reinaba la
inseguridad en los bienes y en la vida del país que se encontraba
infestado de bandidos; y al lado de tanta calamidad existía una
miseria general; (9) pues aunque había algunos Departamentos, como
Guanajuato, del que ahora era Gobernador el Licenciado Don
Romualdo Marmolejo, en donde reinaba una relativa comodidad
debida a su agricultura, y a que sus minas estaban entonces en plena
producción, en la generalidad las demás entidades padecían la misma
situación que afectaba a toda la República.

OBRAS CONSULTADAS:

1.- "Efemérides Guanajuatenses". Tomo III. P. Lucio Marmolejo.


2.- "El Cosmopolita", No. 58 del 22 de Febrero de 1840.
3.- "El Gabinete Mexicano". Carlos María de Bustamante.
4.- "El Diario del Gobierno", No. 1850 del 25 de Marzo de 1840.
5.- "El Vigía de Guanajuato". Del 13 de Junio de 1840.
6.- "Historia de México". Tomo III. Alfonso Toro.
7.- "Memorias para la Historia de México Independiente". Tomo II. José
María Bocanegra.
8.- "Celaya". David Reynoso Beltrán.
9.- "México a Través de los Siglos". Tomo IV. Enrique Olavarría y Ferrari.

151
LUIS VELASCO Y MENDOZA

CAPÍTULO XII

Las autoridades de Celaya, con las de su Departamento, se adhieren a las


revolución que estalló en Guadalajara, contra el régimen
centralista.- Triunfante la revolución, deja la Presidencia el Gral.
Bustamante y la ocupa nuevamente el Gral. Santa Ana.- Se
proclaman las "Bases Orgánicas" como carta fundamental de la
República, convirtiendo Santa Ana el gobierno en una dictadura.-
En Celaya se inicia la edificación del "Teatro Cortazar", y se
construye el "Puente de las Monas".- El Gral. Paredes Arrillaga se
pronuncia contra el régimen dictatorial de Santa Anna; y éste llega
con su ejército a Celaya, de paso para combatir al infidente.-
Secundado el movimiento en la capital, ocupa la Presidencia Dn.
José Joaquín de Herrera, lo que hace regresar a Santa Ana para
disputar el poder.- Tanto Santa Ana, como el bando rebelde, incitan
al Gobernador de Guanajuato, Dn. Pedro Cortazar, a que abrace su
partido.- Sale Cortazar de Celaya para acudir a un llamado de
Santa Ana; y éste lo hace prisionero.- Dejando en libertad a
Cortazar, huye el ex-Dictador, pero en el camino es aprehendido y
se le condena al destierro.- Un nuevo levantamiento del Gral.
Paredes, lo lleva a la Presidencia de la República.

La penosa situación que sufría el país y sobre todo su gobierno, se


vino a exacerbar con el pronunciamiento en Guadalajara, el 8 de
agosto, del Gral. Don Mariano Paredes Arrillaga; quien proclamaba
"un Plan en el que se pedía la convocatoria de un Congreso con
facultades para reformar la Constitución; que el poder conservador
designara un encargado del Poder Ejecutivo, con facultades
extraordinarias, y que el Congreso declarara incapacitado para
gobernar, a Bustamante". (1)
Como este pronunciamiento se había iniciado de acuerdo con el
General Santa Ana, que todavía en la asonada del año anterior había
apoyado al gobierno de Bustamante, fue rápidamente secundado en la
ciudad de México, el 31 del mismo Agosto, por el General Valencia,
hechura de Santa Ana, haciéndose aquél fuerte en la Ciudadela con
más de mil hombres que estaban por salir a la campaña de Texas; y

152
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

por final de cuentas el propio Santa Ana se insurreccionó también en


Perote; mientras que en el interior del país los Departamentos se
adherían uno tras otro al Plan de Guadalajara, cundiendo
prontamente la rebelión. En el de Guanajuato la guarnición que había
en su capital se pronunció el 8 de Septiembre, solidarizándose con el
movimiento de Paredes; y tanto el Comandante General del
Departamento, Don Pedro Cortazar, a quien Bustamante había hecho
ya General, como Don Manuel Gómez Linares, que ocupaba
nuevamente el cargo de Gobernador de la entidad, expidieron cada
quien, con aquel motivo, una Proclama dirigida a los guanajuatenses;
(2) Proclama que con toda solemnidad fue publicada en Celaya, cuyo
sufrido vecindario contemplaba a los pocos días el arribo triunfal a la
ciudad, de las tropas de Paredes que, unidas a las del General Don
Pedro Cortazar, Comandante General del Departamento, marchaban
rumbo a la capital de la República.
Estos pronunciamientos trajeron como una consecuencia la vuelta
de Santa Ana al poder, pues Bustamante conociendo la rapidez con
que se extendía la revolución, después de reaccionar proclamando a la
federación, se puso al frente de las tropas gobiernistas para combatir
a los rebeldes, mientras dejaba en su lugar a Don Francisco Javier
Echeverría; y en vista de que las acciones de armas le habían sido
contrarias, entró en tratos, primero con Paredes y Cortazar, y
posteriormente con los comisionados de Santa Ana, reconociendo al
fin en los convenios de la Estanzuela el triunfo de la revolución y las
"Bases de Tacubaya"; plan que llevaba ese nombre, porque los
partidarios de Santa Ana, que lo eran todos los Generales
pronunciados, suscribieron en esa villa, el 28 de Septiembre de 1841,
un plan en cuyas bases se desconocían los poderes Legislativo y
Ejecutivo, disponiéndose que una Junta de Notables, que serían
electos por el General en Jefe de los rebeldes, nombrara un Presidente
interino y convocara a los dos meses a un Congreso constituyente,
para que formulara una nueva Constitución. Así que una vez reunida
la Junta de Notables, prescrita en las "Bases de Tacubaya", designó
para Presidente provisional de la República al General Don Antonio
López de Santa Ana, como era de esperarse, quien tomó posesión de
su puesto el 11 de Octubre, mientras que Don Anastasio Bustamante
partía para el destierro.

153
LUIS VELASCO Y MENDOZA

El 26 del mismo mes eran juradas en todo el Departamento de


Guanajuato las "Bases de Tacubaya"; y en Mayo de 1842, el General
Don Pedro Cortazar sustituía como Gobernador de la entidad, al
Licenciado Don Manuel Gómez Linares; (3) en tanto que en la capital
de la República, se estaban llevando ya a cabo las sesiones del nuevo
Congreso, que se había reunido por primera vez el 10 de Junio;
Congreso que por estar formado con liberales moderados, a despecho
de Santa Ana estaba a la sazón elaborando una Constitución en la que
predominaban las ideas del partido exaltado o yorkino. Por lo
consiguiente, la mayor parte de los diputados estaba en desacuerdo
con el gobierno; quien, para deshacerse de la legislatura desafecta,
por medio del Ministro de Guerra, que lo era el General Don José
María Tornel y Mendívil, hizo que la tropa se pronunciara el 11 de
Diciembre en Huejotzingo, pidiendo la disolución del Congreso
Constituyente, para que fuera sustituido por una Junta de Notables,
que se encargara de fijar nuevos lineamientos constitucionales para la
República.
Este levantamiento fue secundado en muchos otros lugares, y el
18 de Diciembre, por la guarnición de México; lo que dio por
resultado que el Congreso se disolviera, y que el país continuara
rigiéndose por las "Bases de Tacubaya", mientras se reunía la Junta
de Notables propuesta. Esta inició sus labores el 2 de Enero de 1843;
y el 12 de Junio publicaba las "Bases de Organización Política de la
República Mexicana", o sea las llamadas "Bases Orgánicas", que Santa
Ana se apresuró a jurar en la misma fecha, mientras se hacía otro
tanto en todos los Departamentos, entre ellos Guanajuato, donde se
otorgaba tal juramento el día 26; (4) y habiéndose en seguida
procedido a hacer la elección que, para Presidente de la República,
prescribían las nuevas leyes, resultó triunfante el propio Don Antonio
López de Santa Ana, quien siguió en el poder ya con el carácter de
Presidente Constitucional.
Para darle cierto brillo a su administración, que de hecho había
convertido en una Dictadura que abrumaba a los habitantes con el
alza inmoderada de contribuciones, los préstamos forzosos, las
exacciones y la conculcación de todas las libertades, mientras
permitía el despilfarro de los fondos públicos, desplegando un boato
exagerado con el que procuraba imitar cómicamente a las cortes

154
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

europeas, Santa Ana emprendió en la ciudad de México varias


mejoras materiales de importancia; como fueron: la construcción del
"Mercado del Volador", en el que se levantó una estatua al Dictador;
la planeación de la "Plaza de la Constitución", donde se mandó
derribar el antiestético edificio del "Parián"; y la edificación del
"Teatro de Santa Ana", que después fue llamado "Teatro Nacional".
Y como lo que se hacía en la capital, generalmente era imitado
prontamente en las demás ciudades del país, Celaya, que contaba en
aquel entonces con un Prefecto activo y emprendedor, en la persona
de Don Pantaleón Espinosa de los Monteros, quien a la vez era
hombre culto y amante del ornato de la población en que vivía, vio
también iniciarse en su solar algunas mejoras materiales que tendían
a hermosearla y a darle mayor prestancia; tanto más, cuanto que allí
pasaba grandes temporadas el Gobernador del Departamento,
General Don Pedro Cortazar; pues como se ha dicho ya, era hijo de la
ciudad y gustaba de residir en ella, habitando en la casa que poseía en
la esquina de las calles de San Agustín y de la Cruz, donde en la época
actual se levanta el moderno "Hotel Gómez".
Una de esas mejoras fue la iniciación, en el año de 1844, de los
trabajos de construcción del "Teatro Cortazar", en un corralón
propiedad del Ayuntamiento, donde antiguamente estuvo la cárcel
pública y en cuyo local se habían representado comedias; teatro que
reemplazaría al antiguo "Coliseo" que existió en la calle de "Nuevo
Frente", pero que para entonces había sido ya derribado por su
propietario: el señor Don Mariano Velasco; y se le dio el nombre de
"Cortazar" al centro de espectáculos que ahora se edificaba, tanto en
honor del Gobernador del Departamento, General Don Pedro
Cortazar, como en el de su ilustre hermano el General Don Luis
Cortazar, ya fallecido, que también había sido gobernante de
Guanajuato y uno de los caudillos que eficazmente cooperaron con el
Libertador Iturbide para hacer triunfar el movimiento de
Independencia en el Bajío. Los dos eran celayenses y se trataba de
rendirles un homenaje al imponer su apellido al coliseo; pues, como
se ha dicho ya, el primero había venido a la vida en la casa que sus
padres poseían en la ciudad, y en cuanto al segundo, aunque hubiera
nacido en la hacienda de "La Zanja", propiedad de su padre, también
fue siempre considerado como hijo de Celaya, tanto porque esta finca

155
LUIS VELASCO Y MENDOZA

pertenecía a la jurisdicción de la misma, como porque toda su familia


casi siempre residió en la ciudad, y él mismo tuvo allí su casa, en la
esquina del hoy "Portal Guerrero" y calle de "Álvaro Obregón".
Así pues, a iniciativa del Prefecto político, Don Pantaleón
Espinosa de los Monteros, inició el Honorable Ayuntamiento de
Celaya la construcción del mencionado Teatro; pero, aunque se
terminó su fachada, después de los trabajos de edificación se tuvieron
que suspender indefinidamente; y no se reanudaron sino hasta
cuarenta años después, en 1884, cuando a iniciativa de uno de los
Regidores del mismo cuerpo municipal, se formó una sociedad con tal
objeto; pues debido a las grandes penurias que en todo aquel lapso de
tiempo padecieron los cabildos por las exacciones de los diversos jefes
militares que actuaban en las frecuentes revoluciones, y la cauda de
trastornos que con los cambios de gobiernos traían éstas aparejados,
no se había podido proseguir con regularidad la construcción.
Del mismo año de 1844, y por acuerdo del mismo Prefecto, a
pesar de que los fondos del municipio se habían reducido
considerablemente a causa de que el Ministerio de Hacienda con la
disposición contenida en su Circular del 15 de Junio privaba al
Departamento de Guanajuato de gran parte de sus rentas, ( 5) data la
construcción del puente situado a la salida del camino que conduce a
Querétaro, sobre el canal que va a desembocar en la vía fluvial
denominada "el Rillito", que en aquellos años corría a extramuros de
Celaya. Se inauguró el 27 de Septiembre del mismo año, y el vulgo con
su simplicidad le aplicó desde luego el nombre de "Puente de las
Monas", porque a la mitad de sus altos parapetos, que en su
arquitectura tienen mucho del estilo de Tresguerras, su constructor,
Don Longinos Núñez, colocó las estatuas sedentes de dos jóvenes y
apuestas matronas que representan a la ciudad de Celaya y a la
República Mexicana; pero como el pueblo no estaba en aquellos
tiempos muy versado en esta clase de representaciones alegóricas, ni
entendía de figuras o personajes simbólicos, a la generalidad le
parecieron simple y sencillamente "dos monas", y desde entonces así
se llamó el puente.
Mientras tanto, nuevos y trascendentales acontecimientos se
precipitaban unos a los otros en el resto del país. La campaña de
Yucatán, empeñada en contra de los separatistas, tenía sus

156
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

alternativas; y la guerra de Texas, aunque paralizada, seguía


influyendo en la vida de la Nación, pues se sabía muy bien que los
Estados Unidos azuzaban a los tejanos y que éstos habían terminado
por incorporarse a la República del Norte, el 12 de Abril de ese mismo
año; por lo cual el disgusto era extremado, y los partidos procuraban
aprovecharlo, haciendo de la situación un motivo que poder explotar
en su provecho. Por otra parte el desbarajuste existente en todos los
ramos de la administración, las injustas gabelas y el abuso de
autoridad, acabaron por producir un disgusto general.
Con esto, cuando Santa Ana impuso al país una nueva
contribución destinada a organizar otro ejército que marchara para el
Norte, mientras exigía un préstamo forzoso al Departamento de
Jalisco, la oposición se mostró más fuerte que nunca,
insurreccionándose la ciudad de Guadalajara. Y como en esos días se
encontrara allí el General Don Mariano Paredes Arrillaga, de paso
para Sonora a donde iba como Gobernador y Comandante, el Jefe de
la guarnición de Guadalajara, que había secundado el movimiento
rebelde, lo invitó para que tomara el mando de la insurrección; por lo
cual Paredes, que se sentía postergado por Santa Ana, no sólo aceptó
sino que expidió un Manifiesto, con fecha 2 de Noviembre, en el que
ofreciendo moralizar a los hombres viciados por la revolución, hacía
una dura crítica del gobierno y de las disposiciones del Dictador.
Presentaba también a la consideración del país el estado que
mostraban los cuerpos de ejército, que estaban en cuadro sin cubrirse
sus pagas, mientras que los grados eran concedidos a los favoritos del
Presidente; hacía ver que el presupuesto militar, por exorbitante, no
podía ser cubierto por la Nación, criticando además el desbarajuste en
las oficinas y exponía que la campaña de Texas, solamente servía de
pretexto para esquilmar a la Nación. (6)
Pronto cundió el movimiento rebelde en Aguascalientes,
Mazatlán, Zacatecas, Colima y Durango; mientras que Guanajuato,
del cual seguía siendo Gobernador el General Don Pedro Cortazar, se
encontraba indeciso, y la Junta Departamental de Querétaro se
adhería a la nueva revolución; mas Santa Ana, creyendo fácil sofocar
la rebeldía por medio de las armas, se puso al frente de las tropas y
salió para Querétaro, donde depuso a las autoridades que siéndole
desafectas se resistían a retractarse de haber dado su adhesión al Plan

157
LUIS VELASCO Y MENDOZA

de Guadalajara. Siguió luego para Celaya entrando el 30 de


Noviembre en medio de repiques y aclamaciones del pueblo; y, como
en la ciudad residía el Gobernador del Departamento de Guanajuato,
General Cortazar, conferenció con él, siguiendo en seguida con su
ejército hasta Silao. Estando en esa población, mandó sacar de la Casa
de Moneda en Guanajuato $135,000.00 pesos, producto de los
derechos sobre los efectos llevados a la feria anual que allí se
celebraba; y en seguida tuvo que emprender violentamente el regreso
hacia la ciudad de México, con sus tropas, en vista de que la situación
se había complicado en la capital de la República; en forma tal, que
hasta se terminó por desconocer a su gobierno.
Lo ocurrido fue: que por un Decreto del Presidente sustituto,
General Don Valentín Canalizo, que expidió el 2 de Diciembre, se
había dado un verdadero golpe de Estado al suspender las
atribuciones de ambas Cámaras para convertir al Presidente en un
Dictador efectivo, en tanto no se restableciera el orden público. El
resultado fue contraproducente, porque entonces los cuerpos políticos
y las autoridades desconocieron al Ejecutivo; acto que trajo como
consecuencia que el pueblo y las tropas, confraternizando, se
entregaran al desorden saqueando las casas de Santa Ana y sus
colaboradores, no sin destruir de paso las estatuas que la adulación
había levantado al Dictador. Mientras tanto, las Cámaras se volvían a
reunir, y el Presidente del Consejo de Gobierno, General Don José
Joaquín de Herrera, comunicaba a Canalizo: que por ministerio de
Ley, él mismo se hacía cargo de la Presidencia de la República.
Canalizo pretendió entonces resistir, pero las tropas, al negarse a
obedecerlo, lo imposibilitaron para luchar y tuvo que salir huyendo al
ver que la revolución triunfaba en la capital de la Nación.
Así pues, Santa Ana, al tener noticia de todos estos sucesos, en
una junta que se celebró con sus Generales, decidió regresar a la
capital; y por lo mismo salió de Silao el día 13 de Diciembre, a las seis
de la mañana. (7) Entonces sacó de las poblaciones que encontraba en
el tránsito, cuantos recursos pudo conseguir; y así fue cómo al pasar el
día 15 nuevamente por Celaya, prevalido de la fuerza exigió préstamos
forzosos, que nunca se pagaron, a todos los vecinos pudientes de la
ciudad; y en seguida prosiguió el camino con sus tropas rumbo a la
capital del país, después de haber tratado inútilmente de convencer al

158
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

General Cortazar: de que se le uniera, ofreciéndole en cambio hasta el


hacerlo Ministro de la Guerra, porque recelaba que el Gobernador, al
contar con el prestigio de que disfrutaba en el Departamento, se fuera
a adherir al movimiento rebelde, arrastrando consigo a todas las
fuerzas vivas de la entidad.
El bando de Paredes también le había estado insistiendo a
Cortazar, por cartas y por medio de su enviado Don Luis Parrés, quien
vino hasta Celaya, para que se pronunciara en apoyo del Plan de
Guadalajara; pero el Gobernador de Guanajuato, todavía con fecha 10
de Noviembre, había eludido dar una contestación definitiva, como se
ve en la siguiente carta: "Celaya, Noviembre 10 de 1844.- Sr. Gral.
Don Mariano Paredes.- Mi estimado compañero: Aun no cambia mi
resolución en nada, respecto de la revolución; mi opinión es la misma
que le manifesté en mi última; no tengo compromiso ni [he] ofrecido
a Ud. otra cosa". "En tal virtud, nada tengo que agregar, sino que soy
su Afmo. amigo y S. S. q. b. s. m.- Pedro Cortazar". (8) Y no
conformándose con lo expuesto, el Gobernador de Guanajuato volvió
a escribir a Paredes, desde Celaya, protestando porque éste había
ordenado a sus subalternos: el General Don Teófilo Romero y el
Coronel Don Pánfilo Barasorda que penetraran en la entidad, hasta
Irapuato, sin su consentimiento; amenazándolo con atacarlo al frente
de 2,000 hombres que tenía a sus órdenes, si acaso Paredes se atrevía
a invadir con su gente el territorio del Departamento que estaba
encomendado a su gobierno.
Pero a pesar de su conducta, el Gral. Don Pedro Cortazar seguía
siendo causa de inquietud para Santa Ana, quien a medida que se
alejaba del Departamento de Guanajuato, sentía crecer en su ánimo la
desconfianza. Por fin creyó encontrar un medio de impedir que
Cortazar se pronunciara, haciéndolo salir de su Departamento para
obligarlo a permanecer a su lado; y halagado con esta idea le escribió
desde Arroyo Zarco, el 23 de Diciembre, una carta que revela la
astucia y sagacidad de su autor. "...queriéndole dar —decía—, una
prueba de mi singular aprecio, acepto en todas sus partes la
mediación de su persona para transigir la cuestión que hoy agita a la
República. He dicho a V. que estoy muy ajeno de querer desempeñar
la presidencia que se me confió por el voto general de los pueblos, y si
aun me presento reclamando mis prerrogativas más bien lo hago por

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LUIS VELASCO Y MENDOZA

dignidad o delicadeza, que por deseos de continuar con aquella


investidura. Estoy pues, dispuesto a renunciar los derechos que la Ley
me da como Presidente de la República, y expatriarme luego, sin más
condición que V. sea, como me ha ofrecido, quien se constituya
responsable de ponerme, sin vejaciones, en el puerto donde me
convenga embarcar acompañado de mi familia e intereses que pueda
reunir. Supuesto lo dicho, he de merecer de usted se ponga en camino
inmediatamente; pero sin comunicar a nadie el objeto que V. trae por
aquí, pues ya he manifestado que hay en el ejército su exaltación, y
podía este negocio entorpecerse. Quedo en espera, y entre tanto me
repito su amigo afectísimo, y S. S. q. b. s. m.- A. L. de Santa Ana". (9)
Cortazar se puso en camino en cuanto recibió esta carta, saliendo
de Celaya el día 25, pues creía que Santa Ana trataba de ponerle fin a
la guerra civil, mas al llegar a Tula, fue allí arrestado por órdenes que,
con fecha 26, dictó el mismo Santa Ana; hecho desleal que después
indignó a cuantos lo conocieron, pues que con un lazo artero tendido
a un hombre a quien se le daba el título de amigo, había logrado el
Dictador apoderarse de quien desconfiaba y estaba temeroso. Pero
para él, estos actos no eran sino ardides de la misma campaña; así
que, contento de que su astucia le hubiera dado el resultado
apetecido, continuó la marcha con su ejército, que ascendía a doce mil
hombres bien armados y pertrechados; mas al llegar a los aledaños de
la capital, no se atrevió a atacarla por el estado de defensa en que se
encontraba; y entonces marchó sobre Puebla, plaza que se defendió
con valor haciendo, que al cabo de ocho días de lucha, el jefe sitiador
prescindiera de seguir atacándola; tanto más cuanto que supo, que el
General Paredes había llegado con su División a la ciudad de México y
que marchaba en auxilio de la Angelópolis.
Efectivamente el caudillo de la revolución, cuando vio que Santa
Ana se retiraba de Silao, cobró nuevos bríos y avanzó sobre la capital
de la República, pasando por Celaya el día 31 de Diciembre, ya
acrecentadas sus fuerzas con las del General Don Juan Liceaga,
Comandante General del Departamento de Guanajuato; pues tanto
este jefe como el Gobernador provisional, Don José de la Luz Rosas,
habían tomado el partido de la revolución, cuando supieron los
sucesos de la ciudad de México y la arbitraria detención de Cortazar.

160
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

Este General quedó libre al fin, cuando Santa Ana abandonó el


sitio de Puebla, porque antes de retirarse huyendo para Veracruz,
permitió que el Gobernador de Guanajuato saliera para la capital de la
República, a donde llegó el 11 de Enero de 1845. Allí se presentó al
Presidente Herrera, en tanto que Santa Ana, abandonado en Perote
por el resto de las fuerzas que le habían permanecido fieles, partía
fugitivo y casi solo, para tomar el rumbo de la costa. Pero al pasar por
el pueblo de Xico, en las inmediaciones de Jalapa, fue aprehendido y
trasladado a esa ciudad para ser regresado a Perote, donde se le
internó en el castillo de San Carlos como prisionero; y una vez que fue
juzgado por las Cámaras, constituidas en Gran Jurado, se le condenó
a sufrir la pena de destierro, conminándolo con que "si regresaba al
país por su propio motivo, quedaría fuera de la Ley"; ( 10) con esto,
partió para el ostracismo el 19 de Mayo de 1845, día en que se
embarcó con su familia en el puerto de la Antigua para dirigirse a la
Habana, donde en espera de un cambio favorable para su situación,
acabó por radicarse.
Por segunda vez la ambición de Paredes Arrillaga se había visto
defraudada en su anhelo por llegar a ser Presidente de la República,
pues que ese cargo fue conferido al General Don José Joaquín de
Herrera; mas como éste tratara de entrar en arreglos con los Estados
Unidos sobre la cuestión de Texas, buscando así evitar una guerra con
el país del Norte aunque ya el ejército americano había ocupado a San
Antonio Béjar, y por eso se estuvieron celebrando pláticas con un
enviado que tenía el carácter de plenipotenciario, entonces Paredes, a
quien el gobierno con grandes sacrificios le había confiado un ejército
de seis mil hombres para que marchara al Norte, estando de paso en
San Luis Potosí, puso por pretexto las negociaciones que se estaban
llevando a cabo, para pronunciarse; declarando que se tenía sin
elementos, casi desnudas y sin pagar las tropas, mientras "habitaba la
capital de la República el plenipotenciario de los Estados Unidos que,
de acuerdo con el Gabinete venía a comprar nuestra independencia y
nacionalidad".
Con toda intención había dejado Paredes en Celaya a los
regimientos de caballería, al mando del Coronel Don Mariano Morlet,
simulando que lo hacía para prestar seguridades a los viajeros que
iban a la Feria de San Juan de los Lagos y porque en la plaza de San

161
LUIS VELASCO Y MENDOZA

Luis no había forrajes; así que una vez pronunciado, mientras que su
movimiento era secundado por el ejército en otros muchos lugares,
regresó para incorporarse a los suyos en Celaya, siguiendo luego hacia
la ciudad de México, donde ya se había levantado la guarnición
respaldando su actitud; y el 2 de Enero de 1846, hacía su entrada
triunfal en la capital, siendo nombrado al día siguiente Presidente de
la República, por una Junta de Representantes de los Departamentos
que él mismo convocó; mientras que el General Herrera abandonado
por todos, se retiraba dignamente a su domicilio, con la conciencia
tranquila y satisfecho de haber cumplido con su deber.

OBRAS CONSULTADAS:

1.- "Historia de México". Tomo II. Alfonso Toro.


2.- "Efemérides Guanajuatenses". Tomo III. P. Lucio Marmolejo.
3.- "Efemérides Guanajuatenses". Tomo III. P. Lucio Marmolejo.
4.- "Efemérides Guanajuatenses". Tomo III. P. Lucio Marmolejo.
5.- "El Siglo XIX", No. 1070 del 30 de Octubre de 1844.
6.- "Historia Particular del Edo. de Jalisco". Tomo II. Luis Pérez Verdía.
7.- "Historia de México". Tomo III. Niceto de Zamacois.
8.- "Documentos Inéditos o muy raros para la Historia de México". Archivo
del Gral. Paredes Arrillaga. Tomo XXXII. Genaro García.
9.- "Historia de México". Tomo III. Niceto de Zamacois.
10.- "Mi Historia Militar y Política". Antonio López de Santa Ana.

162
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

CAPÍTULO XIII

"Manifiesto" que en Celaya lanza el Gral. Dn. Pedro Ampudia, pidiendo ir


con sus soldados a la guerra que se inicia con los Estados Unidos.-
Condiciones lamentables en que se encontraban las tropas
estacionadas en Celaya.- Estalla una revolución en Guadalajara, y
al triunfar lleva nuevamente a la Presidencia al Gral. Santa Ana.-
Alista éste un nuevo ejército para la guerra y le prestan su
cooperación todas las poblaciones del Edo. de Guanajuato, entre
ellas Celaya que ayuda con hombres y dinero.- El ejército mexicano
es derrotado en casi todas las acciones de armas; ocupando
finalmente los invasores la capital de la República.- Santa Ana
renuncia la Presidencia, y el nuevo gobierno que preside el Lic. Dn.
Manuel de la Peña y Peña, lo depone del mando militar y celebra un
tratado de paz con los Estados Unidos.- Ese tratado provoca un
levantamiento en Lagos y en Aguascalientes, apoderándose los
sublevados de la ciudad de Guanajuato.- Los poderes del Estado se
trasladan a Celaya, declarándose a esta ciudad capital de la
entidad.- Cae Guanajuato en poder de las tropas leales y regresa a
esa capital el gobierno del Estado.- El año de 1850 vuelve a azotar a
Celaya la terrible epidemia del Cólera Morbus.

En Celaya y en todo el Departamento de Guanajuato se había recibido


con marcada satisfacción la caída del Presidente Santa Ana, tanto más
cuanto que había dejado muy mala impresión en la ciudad por la
imposición de préstamos, que nunca fueron pagados, y su falsía para
con el General Cortazar, a quien se quería y respetaba; y en adelante
cuando se pretendía insinuar que alguien no pagaría determinada
cantidad de dinero que pidiera para devolverla al término de su
obligación, era muy común el oír decir: "son préstamos de Santa
Ana". Así que ahora cuando se supo que el régimen de Don José
Joaquín de Herrera había sido a su vez derribado por el
pronunciamiento de Paredes Arrillaga, conocido ya de los celayenses,
había cierta expectación e incertidumbre, pero al poco tiempo se
calmó porque se comenzó a ver que el nuevo Presidente gobernaba
con equidad, y que hasta se contaba con fondos en la Tesorería;

163
LUIS VELASCO Y MENDOZA

situación que verdaderamente era nueva e inusitada. Mas alguna


cualidad había de tener el nuevo mandatario, sabiéndose luego que
"no era hombre ambicioso de mando y que su probidad en el manejo
de caudales podría servir de modelo"; (1) aunque después su régimen
se significara por sus marcadas tendencias hacia el sistema
monárquico, al que aspiraban algunos de los habitantes del país desde
que fue sembrada en sus conciencias la exposición que, sobre esa
forma de gobierno, había escrito años antes el ex Ministro Gutiérrez
Estrada.
Adhiriéndose al nuevo estado de cosas, desde el 8 de Enero se
había pronunciado en Guanajuato el General Don Francisco de P.
Pacheco, apoderándose incontinenti del puesto de Gobernador del
Departamento, cuyo cargo, por nombramiento del centro, ejercía
desde el 10 de Marzo del año anterior, el escritor Don Juan B.
Morales, llamado "el Gallo Pitagórico"; y habiendo sido confirmada al
General Pacheco la posesión en ese puesto, por el Presidente Paredes,
hizo aquél que la Asamblea Departamental de Guanajuato dispusiera
que se proporcionaran al gobierno general: $4,000.00 pesos
mensuales de auxilios, por término de un año, para cooperar en la
campaña contra Texas y los americanos, estableciéndose arbitrios
para cubrir el déficit que resultara en las rentas de la entidad.
Con esto había también sobresalto en Celaya por la guerra que
empezaba en contra de los Estados Unidos; pues a principios de Mayo
de 1846, sin que mediara declaración alguna, porque los americanos
querían hacerse aparecer como provocados pregonando que México
era el agresor, ya se habían enfrentado las tropas mexicanas con las
yanquis en Palo Alto y la Resaca de Guerrero, siendo derrotado en
ambas acciones de armas el ejército mexicano; descalabros que
hicieron que se procesara al jefe del ejército del Norte, Don Mariano
Arista, nombrándose para que lo sucediera en el mando: al General
Don Francisco Mejía y posteriormente al General Don Pedro
Ampudia; quien era uno de los militares más entusiasta y empeñoso
en combatir contra el enemigo.
Desde el 15 de Febrero del mismo año, estando con su ejército en
Celaya, donde había establecido su cuartel general después de haber
sido formada una División que salió de México para los Estados del
centro, interpretando los deseos de su gente, había suscrito con los

164
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

demás jefes y oficiales un "Manifiesto" que fue presentado al Ministro


de la Guerra: General Don Juan Nepomuceno Almonte, que a la letra
dice: "Exmo. Sr.: Con el respeto y justa consideración que merece la
alta dignidad de V. E., los que suscribimos tenemos el honor de hacer
presente: que convencidos por una larga experiencia en fuerza de los
múltiples acontecimientos que se han ido encadenando de algunos
años a esta parte, de las miras pérfidas y ambiciosas que abriga y
abrigará en lo sucesivo el gobierno americano, por usurparnos el
suelo santo que nos pertenece, y teniendo presente no menos los
torrentes de sangre y sacrificios que ha costado a la República poder
conseguir su representación entre los pueblos cultos del orbe al
emanciparse de la metrópoli, deseamos ardientemente que se declare
la guerra a los Estados Unidos, en demanda de nuestros derechos
ultrajados, y porque así lo exige con absoluto empeño la necesaria
conservación de nuestra existencia social". "Los pueblos todos ven en
V. E. y su ilustrado cuanto patriótico ministerio, el ancla salvadora de
la esperanza en la crisis que nos rodea, y considerando que es llegada
la época feliz de volver por la integridad y honor de la Patria bajo la
influencia de un gobierno lleno de energía y de vida, no menos que de
su sabiduría y rectas intenciones. A V. E. eleva su voz la División de
operaciones, representando en las clases que firman, suplicando se le
destine desde luego a la frontera del Norte, y que se le permita tomar
la vanguardia en la gloriosa lucha a que se nos ha provocado, pues
este problema sólo puede resolverse con la punta de la bayoneta".-
"Celaya, Febrero 15 de 1846.- Exmo. Sr.- El General en jefe.- Pedro
Ampudia". (2)
Con esto, aunque la situación de las tropas colocadas bajo el
mando del General Ampudia era precaria, pues que sólo contaban con
las libranzas que por el momento giraba el gobierno del centro a la
Administración de Tabacos del Departamento de Guanajuato, y con
los auxilios voluntarios que proporcionaba el vecindario de Celaya,
cuyo Ayuntamiento y Prefectura instaban al General en Jefe para que
permaneciera en la plaza con sus soldados, a pesar de la falta de
elementos, partieron para el Norte y fueron de los primeros que
midieron allá sus armas con el invasor; distinguiéndose en esas
jornadas el "Regimiento de Celaya", que aun seguía haciendo honor a
su prestigio y tradición.

165
LUIS VELASCO Y MENDOZA

Las tropas mexicanas con tanto desorden como había existido en


la administración del país, estaban mal comidas y peor vestidas,
siendo esas miserables condiciones uno de los factores que más
influyeron después para su derrota, y que ya antes también había
servido para esgrimirse como causa determinante de motines y
rebeldías; habiendo influido no poco tan desgraciadas circunstancias
en el pasado pronunciamiento de Paredes en San Luis Potosí. En
apoyo de lo dicho se puede citar la carta que desde Celaya escribió el
Coronel Don Mariano Morlet a su Jefe, y que entre otras cosas decía
lo siguiente: ..."En el correo anterior dije a V. E. de oficio el triste
estado en que nos encontramos, el que con la pluma no se puede
manifestar, por mucho que uno diga, y como cada día nos ponemos
en peor estado, he tomado la pluma para manifestárselo, seguro de
que sólo V. E. es quien puede remediarlo". "...A más de la escasez que
hay en la Tesorería General de Guanajuato, pone en peor estado la
situación de este cuerpo la parcialidad con que el señor Tesorero
distribuye el poco dinero que a ella entra, pues ha tiempo que los
'Batallones 1º y 2º de Celaya' tenían recibido casi todo su
presupuesto, a este cuerpo no le habían dado ni una cuarta parte de él
y habiéndole reclamado al señor Tesorero esta injusticia, su
contestación fue que nosotros teníamos fondos de forrajes, que
echáramos los caballos al potrero y con el haber de ellos
mantuviéramos a la tropa, y otra porción de sandeces que no venían
al caso". "En fin mi General, no quiero ya cansarlo, y sólo le suplico
que ponga remedio a estos males, pues de lo contrario creo que vale
más estar en un calabozo, que mandar un cuerpo y no tener con que
darle de comer..." (3) Así que por lo expuesto se ve la aflictiva
situación en que estaba el ejército mexicano, siendo digno de
admiración y de eterno reconocimiento a pesar de su derrota, porque
con tales desventajas, a las que se sumaban las intrigas e
incompetencia de la oficialidad, era una heroicidad de su parte pelear
y resistir en las condiciones lamentables en que lo hizo.
La conducta del país en general, y particularmente de los jefes
militares, a pesar de los alardes patrioteros de los partidos políticos,
fue verdaderamente criminal y escandalosa, porque en tan críticas
circunstancias continuaron los pronunciamientos y revueltas en
Mazatlán, Oaxaca, Veracruz, Puebla y finalmente en Jalisco; después

166
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

que el gobierno había convocado a una reunión de representantes de


la Nación para que fuera elegido Presidente. Además en el Sur había
aparecido la guerra de castas, y en el resto del país, con honrosas
excepciones, se veía la guerra extranjera con indiferencia,
procurándose evitar egoístamente los perjuicios de ella, como sucedió
en Oaxaca donde su Gobernador: Don Benito Juárez, negó todo
auxilio, y en Campeche donde un grupo de traidores proclamó la
neutralidad de Yucatán en la contienda.
"De todos aquellos movimientos anárquicos, el más importante
fue el de Guadalajara, iniciado por Gómez Farías y los federalistas de
acuerdo con Santa Ana, y encabezados por el General Yáñez, al grito
de: MUERA EL PRÍNCIPE EXTRANJERO, el 20 de Mayo de 1846", (4)
cuando más necesaria era la unión de todos los partidos y el olvido de
las rencillas políticas para vengar las derrotas padecidas. Como
pretexto para ese nuevo levantamiento se aducía: "la convocatoria
expedida por el denominado Presidente interino y sus Ministros", por
ser "eminentemente atentatoria a la soberanía de la Nación, y
decretada con el objeto visible de hacerla aparecer como invocando la
Monarquía de un príncipe extranjero que la gobierne"; pero
francamente se vio que el movimiento subversivo entrañaba una
reacción santanista, porque después de otros muchos considerandos
se terminaba por pedir, en el indispensable "Manifiesto", la vuelta del
General Don Antonio López de Santa Ana al poder.
Mientras tanto el gobierno, aunque extremando su vigilancia
porque temía que el pronunciamiento de Guadalajara fuera
secundado en la ciudad de México, propuso su apaciguamiento para
dedicarse de lleno a la preparación para la lucha que se iniciaba en
contra de los invasores norteamericanos. Con ese objeto el General
Paredes que, por elección de la "Junta de Representantes" reunida el
6 de Julio, ocupaba ya el poder desde el 13 del mismo mes con el
carácter de Presidente efectivo de la República, no sin antes haber
hecho una solemne protesta a favor del sistema republicano, solicitó
del Congreso una declaración de guerra en contra de los Estados
Unidos, autorización para ponerse él mismo al frente del ejército, y
facultades extraordinarias en el ramo de guerra. En consecuencia,
como ante todo era necesarísimo aumentar el efectivo del ejército
para utilizarlo con probabilidades de éxito en la defensa nacional,

167
LUIS VELASCO Y MENDOZA

comenzó por acrecentarlo contratando al efecto con el clero, que era


quien sacaba de apuros monetarios a todos los gobiernos, un
préstamo de un millón de pesos, que sin muchas dificultades le fueron
proporcionados.
Se aprestaba a partir el Presidente, comandando las tropas que
iban a salir para el Norte, en tanto que dejaba en su lugar al Vice-
Presidente Don Nicolás Bravo, cuando el 4 de Agosto se pronunció en
la Ciudadela de la capital, el Gral. Don José Mariano Salas, al frente
de una fuerza de más de mil hombres que tenía listos Paredes para la
campaña; así que este cuartelazo lo obligó a salir ocultamente de la
ciudad de México, pensando unirse con parte de las tropas que habían
partido ya con anterioridad, para regresar en seguida al frente de las
mismas y combatir con ellas a la rebelión que acababa de brotar; pero
sus planes fallaron, pues delante de Atzcapotzalco, en un lugar
llamado los Ahuehuetes, fue hecho prisionero en compañía de los
jefes que lo acompañaban y luego se le condujo preso a la misma
Ciudadela. En la noche del 5, en una conferencia efectuada entre
representantes del gobierno y de los rebeldes, se convino en el
reconocimiento de la revolución; y algún tiempo después el General
Paredes, que seguía cautivo en un convento de la capital, salía al fin el
10 de Octubre desterrado del país.
En todos estos bochornosos acontecimientos había tenido una
parte muy activa Don Valentín Gómez Farías, obrando de acuerdo con
el partido santanista; (5) así que una vez triunfante la rebelión de la
ciudad de México que confirmaba el levantamiento de Guadalajara,
ante todo se pidió el regreso de Santa Ana al poder, ofreciéndose
restablecer el sistema federal, y hacer una convocatoria para un
Congreso legislativo que constituyera de nuevo a la Nación; quedando
mientras tanto como Presidente interino de la República, el General
Don Mariano Salas, o sea el mismo Jefe que había encabezado el
movimiento de la Ciudadela.
Así pues, el triunfo de esta revolución hizo posible la vuelta del
General Santa Ana al país, desembarcando en Veracruz el 12 de
Septiembre sin ninguna oposición de parte de los barcos
estadounidenses que bloqueaban el puerto, lo cual hizo suponer a
muchos: que Santa Ana estaba en tratos con los americanos; mas al
llegar aquél a la capital, se vio desde luego su decisión de combatirlos,

168
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

porque prefirió dejar la Presidencia en manos del General Salas, para


ponerse él mismo al frente del ejército que, para enfrentarse con los
invasores, se iba a reunir en la plaza de San Luis Potosí.
Para entonces, aceptando el nuevo orden de cosas, desde el 25 de
Agosto de ese mismo año, habíase adherido el Departamento de
Guanajuato al pronunciamiento de Salas reconociendo el cambio de
régimen; y como el nuevo gobierno puso en vigor la Constitución de
1824 e implantó desde luego el sistema federal desechando el
centralismo, también Guanajuato volvió al federalismo, y el 26 de
Septiembre ocupaba por primera vez el cargo de Gobernador del
Estado, aunque interinamente mientras se hacían elecciones, el
Licenciado Don Manuel Doblado, que tan brillante actuación llegaría
a desarrollar en épocas que estaban por venir; ocupándose desde
luego en allegar gente y elementos para enviarlos al General Santa
Ana, quien habiendo llegado ya a San Luis Potosí, se ocupaba allí de
organizar el nuevo ejército destinado a marchar para el Norte, donde
se opondría al invasor americano.
Con el fin de sumarse a ese ejército, salió de Guanajuato el
contingente de tropa con la cual, por lo pronto, el Estado contribuía a
la defensa de la Patria; consistente en seis mil hombres procedentes
de diversos puntos de la entidad, entre los que iban muchos hijos de
Celaya; pues además de que con la gente de Santa Ana, estaban ya el
General Don Pedro Cortazar, el Coronel Don Miguel Camargo, el
abanderado Melitón Balderas y el Capitán Don Ignacio Gutiérrez,
entre los que después partieron se encontraban el Coronel Don
Francisco Pardo y el Comandante Don José Mújica. Todos estos
celayenses, y otros muchos cuyos nombres se pierden en el anónimo,
con sus paisanos del resto del Estado, marcharon al mando del
General Don Gabriel Valencia; quien al venir a organizarlos, "se había
encontrado a los pueblos del Bajío llenos de entusiasmo patriótico y
deseando tomar parte activa en la defensa nacional". (6)
Santa Ana se vio obligado hasta a empeñar su crédito personal
para poder equipar a la tropa que había conseguido reunir en San
Luis, porque la penuria del gobierno seguía cada día en mayor escala,
a pesar de haberse conseguido otro millón de pesos hipotecando los
bienes de la Iglesia, que como siempre había ayudado al gobierno
salvando a los particulares de gravámenes y desembolsos cuantiosos

169
LUIS VELASCO Y MENDOZA

para la guerra, así como también al pueblo de un nuevo aumento de


contribuciones; y como la grita de los periódicos era extrema en la
capital por la lentitud en dar principio a la campaña, tuvo al fin que
marchar el ejército para enfrentarse al enemigo, saliendo de San Luis
Potosí, el 28 de Enero de 1847.
Para entonces ya los americanos, a las órdenes del General Taylor,
habían tomado Monterrey desde el 24 de Septiembre del año anterior,
y luego a Saltillo el 11 de Noviembre; en tanto que Nuevo México y
California habían sido invadidos por las tropas de los Generales
Kearny y Freemont, cayendo en poder del segundo: San Francisco,
desde el 9 de Julio del mismo año; y el 1º de Marzo de 1847, era
tomada también la ciudad de Chihuahua por el General Doniphat, a
pesar de la defensa que hizo el pueblo chihuahuense dirigido por su
Gobernador, el General Trías.
Vino luego la jornada de la Angostura, cerca de Saltillo, en la que
las tropas mexicanas al mando de Santa Ana, fatigadas por una
caminata de más de cien leguas a través de una región casi desierta,
falta de agua, de leña y de víveres, habían combatido victoriosamente
la tarde del 22 de Febrero y todo el día del 23 sin probar bocado ni
satisfacer la sed. Entonces dieron la nota heroica dos de los hijos de
Celaya: el abanderado Melitón Balderas, quien después de recibir
veintidós balazos, cayó abrazado a la enseña de la Patria para no
levantarse más, y el Capitán Don Ignacio Gutiérrez, que la víspera del
combate había asegurado que "él sería quien matara al primer
enemigo"; ofrecimiento que cumplió adelantándose a los suyos para
arrojarse con denuedo sobre las filas invasoras, a las que causó
muchas bajas, aunque tuvo que pagar con la vida su temeridad. (7)
Muchos actos de osadía se vieron en la Angostura de parte de los
mexicanos, pero la victoria que parecía haberse inclinado a su favor,
casi se tornó en derrota a la mañana siguiente, porque el General en
Jefe ordenó la retirada cuando, con las ventajas obtenidas, hubiera
bastado un nuevo esfuerzo para derrotar completamente a los
americanos. Santa Ana disculpó su proceder achacándolo a las
lamentables condiciones en que se encontraba la tropa: extenuada de
hambre y sed; (8) y a que había recibido un correo de la capital, en el
que le ordenaba el Ministro de la Guerra que retrocediera

170
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

inmediatamente en auxilio del gobierno, porque había estallado una


revolución en la ciudad de México.
Ese movimiento había sido provocado por la intemperancia de
Gómez Farías, quien habiendo reemplazado al Presidente por
decisión del nuevo Congreso, además de comenzar desde luego a
imponer sus leyes reformistas terminando por decretar la
confiscación de los bienes inmuebles de la Iglesia cuando el clero se
negó en vista de tal proceder a seguir proporcionando la ayuda
económica que siempre había prestado al gobierno, trató de humillar
y exponer en beneficio del ejército de línea a los batallones de Guardia
Nacional, que voluntariamente se habían formado con empleados,
comerciantes, artistas, médicos y abogados, todos ellos deseosos de
cooperar en la defensa de la Patria.
Esos cuerpos se vieron denigrados con el despectivo nombre de
"Polkos" que les puso el partido de liberales "puros", porque la clase
social que formaba los citados batallones era muy aficionada al baile
de "la Polka" que estaba entonces en boga; y se les coaccionó para
favorecer al ejército, dando por resultado que, haciendo causa común
con el descontento existente por las medidas antirreligiosas de Gómez
Farías, se rebelaran resueltamente en contra del gobierno, aunque su
proceder resultaba en aquellos momentos perjudicial y antipatriótico
por encontrarse la Nación empeñada en una guerra contra el invasor.
Con todo, entabláronse en consecuencia tiroteos y asaltos en las calles
de la capital; situación lamentable que no tuvo término, sino hasta
cuando Santa Ana, a quien habían elegido por árbitro ambos bandos,
se dirigió por carta a Don Valentín Gómez Farías y al Jefe de los
pronunciados, Don Matías de la Peña y Barragán, exhortándolos para
que pusieran fin a las hostilidades, porque éstas restaban elementos
combativos a la Patria, y ofreciéndoles pasar él a la ciudad de México
para hacerse cargo del poder.
Todos estos acontecimientos tenían en continua zozobra al país,
cuya opinión, salvo contadas excepciones, se había ya unificado en
favor de la defensa de la Patria; y como se ha visto, el Estado de
Guanajuato, en el que desde el 15 de Enero de 1847, por elección
popular era Gobernador el Licenciado Don Lorenzo Arellano, y Vice-
Gobernador el abogado Don Jacinto Rodríguez, fue uno de los
primeros en ofrecer cuanto tenía en aras de esa defensa; no sin elevar

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LUIS VELASCO Y MENDOZA

también su protesta al Congreso de la Unión contra el "Decreto" que


expidió ese cuerpo legislativo, el 11 del mismo mes, ordenando la
confiscación y venta de bienes eclesiásticos para atender a los gastos
de la guerra.
Y era de tomarse en consideración su inconformidad, que
reflejaba el sentir de la mayoría de la Nación, porque el mismo
Estado, sin necesidad de apremios, se había interesado grandemente
en contribuir a la salvación del país, no solamente con hombres que
habían salido de todos los pueblos y ciudades de la entidad, sino
también económicamente, ya que además de los auxilios antes
proporcionados, con fecha 17 de Abril, su Legislatura decretó que se
entregara al gobierno general la cantidad de $500,000.00 pesos, sin
que fuera un obstáculo el tener que hasta hipotecar las rentas del
Estado y el fondo de instrucción pública; y por lo que a Celaya tocaba,
además de las cantidades en efectivo que había tenido que
proporcionar la gente pudiente, sus hijos se habían batido ya con
honor y valentía en Palo Alto, la Resaca, Monterrey y últimamente en
la Angostura; pues además de integrar casi en su totalidad el 1º y 2º
"Regimientos de Celaya", figuraban también entre los soldados del
Batallón de "Auxiliares de Guanajuato", que había partido del Estado
conducido por el General Valencia; aunque en el curso de la campaña
este cuerpo, que había sido llevado a la sierra de Tula, en Tamaulipas,
por haber permanecido allí en la inacción, acabó por desintegrarse
cuando su Jefe renunció al mando. (9)
Vuelto Santa Ana a la ciudad de México, derogó con aplauso
público las leyes atentatorias de Gómez Farías; y como los Estados
Unidos hubieran cambiado su plan de campaña invadiendo ahora el
país por Veracruz, cuyo puerto fue ocupado al final de una heroica y
tenaz resistencia, el General Presidente, recabando la autorización del
Congreso y dejando en el poder al General Don Pedro María Anaya,
partió al frente del ejército dizque a lavar la deshonra de Veracruz;
pero en Cerro Gordo, lugar próximo a Jalapa, el 11 de Abril de 1847,
fue completamente vencido por los americanos, al mando del Gral.
Winfield Scott; constituyendo esta acción de armas, en la que además
de tres mil prisioneros, se perdieron más de mil doscientos hombres,
entre muertos y heridos; una derrota tan completa como vergonzosa
para el Jefe del ejército mexicano. Todo se perdió allí; una parte de las

172
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

tropas peleó y murió heroicamente, el resto rindió las armas casi sin
defensa o huyó. (10)
Entre los últimos se encontraba Santa Ana, quien olvidando sus
baladronadas, decía ahora al gobierno "que en su ramo todos los
Generales mexicanos inclusive él, apenas podían ser Cabos", pidiendo
con ansia que le fueran facilitados algunos oficiales de los emigrados
carlistas, ofreciendo servirlos en sus empleos. Con todo, el desastre no
tenía ya remedio, y ahora solamente se pensaba en defender la capital
de la República; pues que los invasores rápidamente habían ocupado
Jalapa, Córdoba, Orizaba, Perote y Puebla.
Entre tanto el Congreso perdía miserablemente el tiempo en
inútiles discusiones, tratando de dominar el partido de los liberales
"puros" al de los liberales "moderados", para lo cual hasta se trató de
cambiar los poderes y la capital de la República a CELAYA, (11) porque
con ese traslado quedaba debilitado el partido de los segundos,
integrado en su mayoría por individuos de la clase acomodada,
radicados en la ciudad de México, que no podían dejar abandonadas a
sus familias. Así pues, si el cambio se efectuaba, con la permanencia
de los diputados "moderados" en la antigua capital, perdía su partido
toda influencia en la Cámara; pero felizmente para ellos ese proyecto
no se llevó al fin a cabo, y cuando por necesidades de la guerra se tuvo
que cambiar el gobierno a un lugar que estuviera fuera de peligro, el
traslado se hizo, pero a la ciudad de Querétaro.
Siguiéronse las desastrosas jornadas para México, de Padierna,
Churubusco, Molino del Rey y Chapultepec, en las que la impericia de
los jefes militares comandados por Santa Ana y sus rencillas
personales, hicieron que las armas mexicanas una y otra vez fueran
vencidas, hasta culminar esas derrotas con la ocupación de la capital
por el ejército americano del Gral. Winfield Scott, el 14 de Septiembre
de 1847.
Parte del ejército mexicano, al evacuar la capital, salió para
Querétaro bajo el mando del Gral. Don José Joaquín de Herrera;
mientras que el Gral. Santa Ana, al abandonar con sus fuerzas a la
ciudad de México, hacía dimisión de la Presidencia, recayendo ese
elevado cargo en el Presidente de la Suprema Corte de Justicia, Lic.
Don Manuel de la Peña y Peña. El ex-mandatario pretendió entonces
arrojar de Puebla a los americanos, e intentó apoderarse de la plaza;

173
LUIS VELASCO Y MENDOZA

pero destituido del mando militar por el gobierno provisional


instalado en Querétaro, abandonó a sus tropas y obteniendo un
pasaporte de los invasores, a quienes ofreció además un banquete en
su hacienda del "Encero", se embarcó en la Antigua, el 9 de Abril de
1848, para salir del país por segunda vez, dirigiéndose a la isla de
Jamaica; en tanto que el gobierno mexicano, presidido por Peña y
Peña, ordenaba que se le sujetara a un juicio.
Después de ser ocupada la ciudad de México por las fuerzas
americanas, los Estados Unidos hicieron proposiciones de paz al
gobierno mexicano; y aprovechando éste esa buena disposición,
nombró sus plenipotenciarios para tratar con los representantes de la
nación enemiga, comenzando éstos a conferenciar el 2 de Enero de
1848. Exactamente un mes se pasó en esas discusiones que tuvieron
efecto en un ambiente de cordialidad, y pasado ese tiempo, se celebró
y firmó en la villa de Guadalupe Hidalgo un tratado de paz entre
México y los Estados Unidos. En él se estipulaba la cesión que hacía
nuestro país, no sólo de Texas con límites hasta el río Bravo que
nunca había tenido, sino también de Nuevo México y la Alta
California, con una extensión de ciento diez mil leguas cuadradas; o
sea, más de la mitad del territorio que en aquel entonces poseía la
República. En cambio, México recibiría la suma de $15'000,000.00
de pesos, quedando libre de toda reclamación que estuviera pendiente
y en adelante serían protegidas sus fronteras por los Estados Unidos,
contra las irrupciones de los indios bárbaros, que hasta entonces
habían sido una continua amenaza para aquellos territorios. (12)
No en todas partes encontró aceptación ese tratado y desde luego
los descontentos comenzaron a atacar al gobierno establecido en
Querétaro, aunque éste se había visto constreñido a adoptar tal
resolución, que era la más acertada, porque había tenido que rendirse
ante la evidencia, al ver, por los informes secretos que pudo obtener,
que no había ya fondos, ni armas, ni municiones, ni espíritu público
para continuar la guerra. La situación había sido verdaderamente
angustiosa; algunos Estados tendían a segregarse de la federación, y
otros desobedecían abiertamente al gobierno negándole toda clase de
auxilios o se encontraban en revolución; siendo unas cuantas las
entidades, que como Guanajuato, con abnegación y patriotismo,
prestaron su cooperación en defensa de la Patria. Así que ante

174
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

situación tan desesperante, el tratado de paz se aprobó por el


Congreso instalado en Querétaro, el día 13 de Mayo de 1848, después
de la efímera presidencia del Gral. Don Pedro María Anaya, que por
elección había tomado posesión del poder el 12 de Noviembre del año
anterior, hasta completar el período pendiente, en Enero de 1848,
fecha en que volvió a la Presidencia el Lic. Don Manuel de la Peña y
Peña; sancionándose el referido tratado, por una exigua mayoría de
19 votos.
En aquellos de los Estados que con mayor empeño habían
prestado su cooperación y ayuda para combatir a los invasores, era
donde más descontento había por la celebración del tratado de paz
con los Estados Unidos; distinguiéndose entre ellos Aguascalientes,
donde bien pronto se empezó a conspirar en contra del gobierno de
Peña y Peña. En el Estado de Guanajuato y particularmente en
Celaya, todavía entonces se abrigaba la esperanza y se creía que la
guerra continuaría en el interior, en el Sur, en todas partes; y que si el
enemigo había podido hasta entonces ocupar las poblaciones que
tenía en su poder, en cambio nunca dominaría en los caminos, en las
montañas y en los lugares retirados del centro de la República. Con
esto, tampoco en Guanajuato se pensaba en la paz, ni se era partidario
de ella, desde el momento que se tenía que ceder la mitad del
territorio nacional; favoreciéndose más bien la intención que había de
iniciar una campaña de guerrillas, que convirtiera al país en un gran
campamento y a cada ciudadano en un combatiente.
Y como en Aguascalientes existía otro motivo más de descontento
porque el gobierno general pretendía destruir la soberanía de la
entidad para incorporar su territorio al Estado de Zacatecas, pronto
afluyeron allí jefes y oficiales descontentos, hombres políticos y de
espada, que dirigidos por el partido de los "puros" fraguaron un
movimiento en apoyo de un Plan, en el que se desconocía al gobierno
central "por haber traicionado a la Nación"; protestándose regenerar
al país, dándole "instituciones aceptables". Se ofrecía también
ascensos a los militares que secundaran el Plan, conminándose con
castigos a los que a él se opusieran; "se proclamaba la erección
PERMANENTE del Estado de Aguascalientes, y se dejaban escapar
ciertas frases sobre NIVELACIÓN DE LAS FUERZAS DE LOS ESTADOS, en las
que se veía claramente que al triunfo de la revolución seguiría el

175
LUIS VELASCO Y MENDOZA

ensanche de límites territoriales de aquél. Sobre todo, se insistía en


desconocer los tratados de paz y al gobierno que los había celebrado;
y se ofrecía al país continuar la guerra nacional en contra de los
invasores". (13)
A la cabeza de este movimiento se pusieron: el Gral. Don Mariano
Paredes Arrillaga, que había vuelto del destierro y se ocupaba en
recorrer los Estados de Guanajuato, Jalisco, San Luis Potosí y
Zacatecas, para preparar la insurrección; el sacerdote español Don
Celestino Domeco de Jarauta, que había peleado valientemente
contra los americanos, al frente de una guerrilla en los Estados de
Puebla y Veracruz; y Don Felipe Cosío, el popular Gobernador de
Aguascalientes.
El padre Jarauta se pronunció en Lagos, el 1º de Junio de 1848; y
de allí se dirigió para Aguascalientes, donde estaba el núcleo de la
revolución; uniéndosele entonces el Gral. Paredes, verdadero Jefe de
la misma, con otros jefes y oficiales. De esa plaza salieron los
pronunciados con los cuerpos de Guardia Nacional y el 13º Batallón
de línea, contra la ciudad de Guanajuato, a la que entraron el 15 de
Junio, en medio de un entusiasmo popular que rayaba en frenesí,
después que se habían adherido al Plan revolucionario: el Lic. Don
Manuel Doblado, que al ser nombrado por los rebeldes Gobernador
del Estado lanzó una "Proclama" en apoyo de la revolución, y el 17º
Batallón, con otros piquetes de diversos cuerpos que guarnecían la
plaza.
El Gobernador constitucional del Estado, Lic. Don Lorenzo
Arellano, el Vice-Gobernador, Lic. Don Jacinto Rodríguez, y la
Diputación permanente del Congreso local, lograron salir de
Guanajuato y se trasladaron a Celaya, donde establecieron los
poderes, fijando allí su residencia mientras permaneciera invadida la
capital y no se viera ésta libre de los pronunciados; siendo acogidas
esas autoridades con rendimiento por el Jefe político de la ciudad,
Gral. Don Pedro Cortazar, que antes había ocupado el puesto de
Gobernador del Estado, y por el Honorable Ayuntamiento, quienes
pusieron a su disposición el Palacio Municipal, para que en él fijaran
su asiento los poderes de Guanajuato; en tanto que el Gobernador
Arellano se alojó en la casa habitación del Gral. Cortazar, cuya

176
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

construcción había sido hecha por Tresguerras y se levantaba en el


sitio que hoy ocupa el "Hotel Gómez".
En consecuencia, Celaya fue declarada capital del Estado, y por tal
circunstancia se vio en esos días llena de movimiento y animación,
presenciando al poco tiempo el paso de las tropas del gobierno, que
no se había desentendido de lo grave de los acontecimientos, sino que
antes bien, obrando con actividad y eficacia, organizó rápidamente la
represión, encomendando el mando de su ejército al Gral. Don
Anastasio Bustamante, que desde el año de 1845 había regresado al
país de su destierro. Así que este Jefe al aproximarse a Guanajuato,
esperó en Silao a que se le uniera el Gral. Don Pedro Cortazar, que
había sido nombrado Comandante de las fuerzas de Guanajuato, con
su gente, y los Gales. Lombardini y Miñón que mandaban dos
columnas, emprendiendo el 3 de Julio el ataque a la plaza ocupada
por los rebeldes; y tras repetidos y fuertes combates en los que se
peleó por ambas partes con decidido valor, el 19 del mismo mes cayó
Guanajuato en poder de los atacantes, después que el Padre Jarauta
cayó prisionero en la acción del día 12, y fue pasado por las armas; y
de que Paredes y Doblado, seguidos por algunos otros jefes, huyeron
dejando abandonados a sus partidarios.
Una vez que Guanajuato estuvo ya en poder de las tropas leales, el
día 22 de Julio se trasladaron los poderes para aquella capital,
saliendo de Celaya el Gobernador Arellano, el Vice-Gobernador y
todos los miembros del gobierno estatal. Con esto, la ciudad recobró
su ritmo habitual, y poco a poco fue volviendo a reinar la calma entre
los habitantes, después que habían pasado angustias, congojas y
sobresaltos, primero a causa de la guerra con los invasores
norteamericanos, y en seguida con la fracasada revolución.
Alentaba en ellos también la esperanza de que el nuevo gobierno
de la República, a cuyo frente se encontraba por segunda vez, desde el
3 de Junio de 1848, el Gral. Don José Joaquín de Herrera, sabría
curar los males ocasionados por la guerra; y la confianza crecía en
vista de la próspera situación que ahora se disfrutaba en el Estado,
con la bonanza en que habían entrado las minas de Guanajuato; pero
desgraciadamente el destino les tenía reservadas nuevas aflicciones, y
todo su optimismo desapareció renaciendo en la gente el temor y la
zozobra, porque a principio de 1850 volvió a presentarse en Celaya la

177
LUIS VELASCO Y MENDOZA

destructora epidemia del Cólera Morbus; repitiéndose entonces las


espantables escenas del año de 1833, en que la población había
quedado enteramente diezmada y llena de luto y desolación.

OBRAS CONSULTADAS:

1.- "Historia de México". Tomo XII. Niceto de Zamacois.


2.- "Diario del Gobierno de la República Mexicana". No. 21, del 21 de Febrero
de 1846.
3.- "Jefes y Oficiales del Ejército Mexicano en 1847". Alberto M. Carreño.
4.- "Historia de México". Tomo III. Alfonso Toro.
5.- "Los Gobernantes de México". Tomo II. Manuel Rivera Cambas.
6.- "Historia de México". Tomo XII. Niceto de Zamacois.
7.- "Datos Históricos de algunos Hombres Notables, originarios o vecinos de
la ciudad de Celaya". Manuel M. Concha.
8.- "Recuerdos de la Invasión Americana". Tomo II. Manuel Roa Bárcena.
9.- "La Invasión Americana. 1847-1848". Manuel Balbontín.
10.- "México durante su Guerra con los Estados Unidos. J. Fernando
Ramírez.
11.- "Los Gobernantes de México". Tomo II. Manuel Rivera Cambas.
12.- "Apuntes para la Historia de la Guerra entre México y los Estados
Unidos". R. Alcaraz.- A. Barreiro.- J. M. Castillo.- F. M. Escalante.- J. M.
Iglesias.- R. Ortiz.- M. Payno.- G. Prieto.- J. F. Ramírez.- M. Muñoz.- N.
Saborio.- F. Schaffino.- F. Segura.- P. M. Torrescano.- F. Urquidi.
13.- "Historia del Estado de Aguascalientes". Agustín R. González.

178
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

CAPÍTULO XIV

Víctima del Cólera, muere el General Dn. Pedro Cortazar.- Estalla una
revolución en Guadalajara, en contra del régimen del Presidente,
Dn. Mariano Arista.- Pasan por Celaya tropas del gobierno
destinadas a combatir la rebelión y ya de regreso se pronuncian en
la ciudad.- "Manifiesto" que publica entonces el Jefe de esas fuerzas,
Gral. Dn. Manuel Robles Pezuela.- Después de ser Presidentes el Lic.
Dn. Juan Bautista Ceballos y el Gral. Dn. Manuel María
Lombardini, ocupa nuevamente el poder el Gral. Santa Ana.- Se
establece en Celaya una "Junta de Mejoras Materiales", y emprende
la construcción de la "Alameda" y algunas otras obras;
estableciéndose además el servicio de telégrafos.- Como adhesión a
un Acta suscrita en Guadalajara, se levanta también otra Acta en
Celaya, sosteniendo la Dictadura de Santa Ana.- Estalla la
revolución de Ayutla, y después de año y medio de lucha es
derrocado Santa Ana.- Los revolucionarios al mando del Lic. Dn.
Manuel Doblado, ocupan la capital del Estado, y este jefe es
nombrado Gobernador de la Entidad.- Después de una junta en que
Doblado reconoce el Plan de Ayutla pasa Dn. Ignacio Comonfort a
Guanajuato y luego por Celaya en su viaje al centro de la
República.

La segunda vez que la terrible epidemia del Cólera hizo su aparición


en Celaya, llegaba de los Estados Unidos por Tampico y los estados
del Norte; y no se procreó y tuvo fin en poco tiempo como en el año de
1833, sino que ahora la enfermedad tuvo su desarrollo en un lapso de
varios meses en los cuales azotó a la población con persistencia,
dando lugar a que el mal fuera juzgado como endémico; siendo
entonces pocas las familias que no tuvieron que lamentar la pérdida
de algún deudo; y hasta algunas, en las que sus miembros eran muy
numerosos, desaparecieron por completo; porque la ciencia médica
fue impotente para salvar a los enfermos, desde el momento que no
había en la ciudad antídotos para evitar el contagio, ni medicinas para
curar a los apestados.

179
LUIS VELASCO Y MENDOZA

Era entonces Jefe político de Celaya, el General Don Pedro


Cortazar, quien como se ha visto, había sido ya Gobernador y
Comandante General del Estado; y como dato curioso se cuenta: que
durante el tiempo que duró la epidemia, diariamente se informaba
con el Cura Párroco sobre el número de defunciones que ocurrían, y
terminaba por decirle: "yo voy a cerrar la rosca"; con lo cual quería
dar a entender que él sería el último en perecer víctima de la terrible
enfermedad que diezmaba a la población. Y así fue en efecto; pues no
obstante que la víspera de su fallecimiento, desde la hacienda de la
Zanja había escrito una carta al periódico El Siglo XIX de la capital,
asegurando que por aquel rumbo no había ya ningún caso de Cólera,
de improviso se sintió atacado por el mal, y moría en Celaya el 23 de
Mayo de 1850. (1)
Había pasado la racha de amargura y el infortunio se cansó al fin
de abrumar a la población, pero la epidemia al desaparecer había
dejado en la época anterior, un rastro de angustia, aflicción y luto en
aquella sociedad mártir, que en parte vio mitigadas sus penas por el
optimismo que despertó entre la población el excelente resultado de
las cosechas de cereales; pues por haber sido ese año muy
abundantes, a la vez que evitaban los horrores del hambre, traían
prosperidad a la región. Con esto, sólo la anarquía continuaba en pie,
porque también en Celaya quedaba como una consecuencia de tantas
revoluciones y los consiguientes cambios de gobierno, un estado
caótico que se distinguía por la infidelidad y falta de adhesión para
con las autoridades; así que por lo mismo, no era extraño que ahora
que había levantamientos y asonadas en muchos lugares de la
República, se le hiciera como en todas partes una enconada e injusta
oposición a la administración del Presidente Don Mariano Arista,
quien por elección había llegado al poder el 15 de Enero de 1851;
siendo atizada la hoguera de las pasiones por los periódicos de la
capital, que sin ningún rebozo combatían al gobierno e incitaban a la
revolución.
Esta no tardó en brotar potente en Guadalajara, donde el día 20
de Julio de 1852, a consecuencia de un choque tenido con la policía, y
temiendo las represalias de este cuerpo y el consiguiente castigo de la
autoridad, se sublevaron Don José María Blancarte, sombrerero que
había sido Coronel de la Guardia Nacional, y sus amigos: Juan

180
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

Villalvazo, León Lozano y Ramón Zuro; (2) los que audazmente,


ayudados por la plebe que les era adicta, se apoderaron del Palacio de
Gobierno. Fue tan completa la sorpresa, que el Gobernador López
Portillo no pudo organizar ninguna resistencia, sino que tuvo que huir
primero a Lagos y después a Guanajuato; quedando así la capital de
Jalisco en poder de los rebeldes, quienes por lo pronto no tenían
ningún Plan determinado; mas después, al ser secundado el
pronunciamiento, el 13 de Septiembre, por el Coronel Bahamonde, en
el pueblo de La Piedad, proclamaron en el documento acostumbrado
en estos casos: que se pedía la destitución del Presidente Arista, el
desconocimiento de los poderes, y que se llamara al General Santa
Anta, para que ocupara nuevamente la Presidencia de la Nación.
En esos días volvió a presenciar Celaya el paso de fuerzas de
gobierno, que bajo las órdenes del General Don José López Uraga, se
encaminaba a combatir a los rebeldes; pero como el Presidente Arista
desconfiara de este Jefe, fue sustituido en el mando de las tropas por
el General Castillo; y entonces Uraga se pronunció, el 25 de Octubre,
en San Miguel Allende, adhiriéndose al movimiento de Guadalajara
que, para esas fechas, los santanistas habían empleado en su favor
convirtiéndolo en el principio de una fuerte revolución general, que
había sido ya secundada en Aguascalientes, Mazatlán, Zamora,
Durango y otros lugares. Y como el gobierno no pudiera atender a
combatir la rebelión en tantas partes a la vez, por lo menos envió un
nuevo contingente de tropas contra los rebeldes de Jalisco, que puso
bajo el mando del General Don J. Vicente Miñón, quien también pasó
por Celaya en los primeros días de Diciembre, al frente de su División.
Con esto la expectación y la inquietud eran grandes en la
población, aumentándose a cada momento la alarma entre los
habitantes; y creció la ansiedad, cuando se confirmó la noticia de que
el día 5 del mismo mes de Diciembre, los rebeldes de Aguascalientes,
al mando de Don Jesús Carreón y Don Francisco Velarde, habían
irrumpido en el Estado de Guanajuato y se habían apoderado de su
capital haciendo huir al Gobernador, Licenciado Don Octaviano
Muñoz Ledo, que desde el 1º de Febrero de ese año, había sustituido
en el cargo al Licenciado Arellano, después de una asonada en que el
segundo había sido puesto preso por los partidarios del primero, y de

181
LUIS VELASCO Y MENDOZA

que las tropas federales habían tenido que intervenir para restablecer
el orden alterado en aquella capital.
Para cuando el General Miñón llegó a Celaya con su ejército, ya el
Teniente Coronel Don Miguel Camargo, que mandaba el batallón de
línea, 7º de Tehuantepec, ayudado por la sección "Sánchez" y por la
Guardia Nacional del Estado, habían arrojado de la ciudad de
Guanajuato a los pronunciados, y a los pocos días los derrotaban
completamente en la acción del rancho de los Otates, (3) con lo cual el
territorio del Estado quedó limpio de rebeldes, porque los
supervivientes y dispersos se volvieron para Aguascalientes; en tanto
que el General Uraga había tenido que retroceder con su gente hasta
Michoacán para unirse al Coronel Bahamonde, quien sostenía en
aquel Estado el estandarte de la revolución.
Esta contaba ya con un Plan perfectamente definido que se
suscribió en el curso de unas juntas que tuvieron los rebeldes en el
Hospicio de Guadalajara, por cuya circunstancia se dio ese nombre al
referido Plan. En él se confirmaban todos los puntos de los anteriores,
con la adición de que sería convocado un Congreso Constituyente y
que se nombraría un Presidente provisional de la República con
facultades omnímodas, en tanto no fuera normalizada la situación.
Este Plan dio unidad a la revolución, y para cuando el General Miñón
se presentó ante Guadalajara, que había sido perfectamente
fortificada, no pudo tomar la plaza y tuvo que emprender la retirada
con sus fuerzas. A su regreso, en León fue sustituido en el mando por
el Teniente Coronel Don Manuel Robles Pezuela; mientras que en la
capital de la República el Presidente Arista, ya sin elementos de
ningún género para enfrentarse con la revolución, al pedir al
Congreso facultades extraordinarias que le fueron negadas, porque
también en ese cuerpo deseoso de congraciarse con Santa Ana
abundaban sus enemigos, se vio obligado a dimitir, el 4 de Enero de
1853; pues ante todo el desalentado Presidente, era celoso
mantenedor de la Ley y no quería sostenerse en el poder mediante un
golpe de Estado.
El Presidente de la Suprema Corte de Justicia, Licenciado Don
Juan Bautista Ceballos, sustituyó en el poder al General Arista; y lo
que éste no se había decidido a hacer, lo hizo el Presidente Ceballos,
disolviendo el Congreso. Pero entonces las fuerzas de Robles Pezuela,

182
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

estacionadas a la sazón en Celaya, plantearon un nuevo problema,


porque desconocieron al gobierno haciendo cosa igual con la
revolución. Días antes habíase celebrado una junta en Silao entre el
General Uraga, que era ahora el Jefe de la revolución; Robles Pezuela,
comandante entonces de las fuerzas del gobierno, que ya había sido
ascendido a General; y el Gobernador de Guanajuato, Licenciado
Muñoz Ledo; y en ella habían quedado de acuerdo en sostener los
postulados del movimiento rebelde, no obstante que el Gobernador
Muñoz Ledo había sido uno de los principales sostenedores del
régimen del General Arista; pero una vez en Celaya, por sugestiones
del mismo Gobernador, en la noche del 31 de Enero de 1853, fue
suscrita un Acta, (4) en la que la oficialidad dependiente de Robles
Pezuela, sostenida por sus tropas, desconocían al gobierno del
Presidente Ceballos y a la revolución iniciada en Jalisco; protestando
reconocer al gobierno que aceptara la Nación y diciendo que querían
permanecer esas fuerzas bajo el mando del General Robles.
Al día siguiente se encontró el vecindario de Celaya con la
novedad del pronunciamiento al ser despertado por un repique
general de campanas; y a poco circulaba un "Manifiesto" del General
Robles, que decía lo siguiente: "Compañeros: Al colocarme a vuestro
frente, me sentí lleno de orgullo porque conocía ya vuestro
patriotismo y vuestras brillantes virtudes militares, y consideré que
estabais llamados a ejercer por ellas una influencia benéfica en los
destinos del país".- "No me engañé; la resolución que habíais
adoptado anoche, es la prueba más clara de vuestro amor al orden y
vuestra decisión para el bien público".- "Ello podrá contribuir
poderosamente a hacer desaparecer la anarquía. Así espero, porque
confío en el desinterés y patriotismo bien comprobado de las personas
cuyo acuerdo se necesita para restablecer la paz y el orden. Por mi
parte, me conformaré enteramente con vuestras intenciones, nada
pretenderé que no sea patriótico, justo y nacional".- "Sí, yo
corresponderé a la confianza que en mí habéis depositado, con una
completa abnegación personal; sólo aspiro a contribuir a que se
impida la disolución que nos amenaza, y esto ha sido mi constante
anhelo".- "Individuos del ejército: yo procuraré afianzar vuestros
derechos".- "Guardias Nacionales: podéis contar con que establecido
que sea el gobierno nacional, se os permitirá regresar libremente a

183
LUIS VELASCO Y MENDOZA

vuestros hogares, y con que vuestros servicios serán reconocidos".-


"Individuos todos de la División: vuestro honor será mi principal
guía".- "Conforme a vuestros deseos, permaneceré con vosotros hasta
el establecimiento del gobierno nacional, separándome sólo cuando lo
exijan las negociaciones que debo emprender".- "Celaya, Febrero 1º
de 1853".- "Manuel Robles Pezuela". (5)
A pesar de esa actitud, después de haber partido de Celaya en la
hacienda de Arroyo Zarco tuvieron una entrevista, el 4 de Febrero, los
Generales Robles Pezuela y López Uraga, celebrando allí unos
convenios que anulaban prácticamente el "Plan del Hospicio de
Guadalajara", que abrían el camino a una dictadura dejando en duda
la existencia del sistema federal, y que suprimían al Congreso creando
en su lugar una Junta de Notables. Pero calificado que fue ese nuevo
Plan como una contrarrevolución, en la reunión que los generales
rebeldes celebraron en la ciudad de México, el día 6 del mismo mes,
con el Presidente Ceballos, quien había reconocido a la revolución por
haberse sublevado en la capital su guarnición encabezada por el
General Don Manuel María Lombardini, reconocieron nuevamente el
"Plan del Hospicio", conviniendo en designar Presidente provisional
al General Lombardini, en que un Congreso electo popularmente se
reuniera antes de un año, y en que se diera cumplimiento al Artículo
II del mismo Plan, que llamaba al país al General Santa Ana.
Asombrados los habitantes de Celaya y de todo el Estado de
Guanajuato con tantos y tan repetidos acontecimientos, no podían
apreciar en su justo valor, ni les era posible calcular el golpe que había
sufrido el sistema federal, que prácticamente había sido sustituido
por el centralismo; pero esa incomprensión quedó desvanecida
cuando el 17 de Febrero, por sugestiones del Gobernador Muñoz
Ledo, la Legislatura de Guanajuato publicó un Decreto declarando
que no consentía en los convenios celebrados en la capital de la
República, que de consiguiente no votaría el Estado en la elección de
Presidente, y que el mismo reasumía su soberanía e independencia.
En contra de ese decreto y adhiriéndose al "Plan del Hospicio" y
gobierno de Lombardini, el día 27 se sublevaba en la ciudad de
Guanajuato el Comandante Don Pablo Mena, y obligaba a renunciar
al Gobernador Muñoz Ledo; mientras se hacía cargo del poder en el
ahora Departamento, el Vice-Gobernador Don Antonio Bribiesca,

184
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

quien al poco tiempo fue sustituido por el Licenciado Don Ponciano


Busquiza, que a su vez dejó el cargo a la llegada del General Don
Francisco de P. Pacheco, quien por nombramiento del gobierno del
centro, lo ejerció definitivamente todo el tiempo que duró la dictadura
de Santa Ana; pues éste, habiendo arribado al país, después de que
fue llamado por una comisión enviada a buscarlo hasta el pueblo de
Turbaco en Colombia, por elección, había sido designado al fin
Presidente de la República; y el General Lombardini habíale
entregado el poder desde el 20 de Abril de ese mismo año.
Como era de esperarse, Santa Ana comenzó a gobernar a la
Nación despóticamente, conculcando todas las libertades y
abrumando al país con nuevas y onerosas contribuciones. Decretó la
disminución de los Ayuntamientos, y la pena de muerte aplicada por
consejos de guerra contra asaltantes y conspiradores, aunque no
fueran cogidos in fraganti, infamándose como bandidos a todos los
que no simpatizaban con su gobierno; centralizó todas las rentas de
los Departamentos y Municipios; estableció la policía secreta para
seguridad del régimen; y creó un enorme ejército de noventa mil
hombres. Y como entre el elemento moderado, que luego habría de
constituir el partido conservador, alentaba ya la idea concebida por
Gutiérrez Estrada, de establecer un régimen monárquico
pretendiendo que éste acabaría con la anarquía; él prohijó ese
proyecto y hasta entabló negociaciones encaminadas a conseguirlo.
Para dar mayor brillo a su administración, Santa Ana restableció
la Orden Militar de "Guadalupe", creada por Iturbide; y el Presidente
y sus Ministros se pasaban gran parte del tiempo "en hablar de fiestas
y procesiones, de bailes y tertulias, y de ceremonias de pura etiqueta,
discutiendo largamente sobre los colores de las libreas, sobre el sitio
que debían ocupar sus coches y los de sus señoras en los paseos y
lugares públicos, o sobre los asientos que debían tener en las
funciones religiosas. Muchas de sus providencias estaban consagradas
a estas puerilidades y al modo de ostentar mejor sus mantos y sus
cruces, sus bordados y sus oropeles". (6)
No todo habría de ser malo en aquella administración, y entre las
pocas disposiciones que dejaron una obra perdurable, se contó el
establecimiento de una junta que se llamó "Sociedad de Mejoras
Materiales", que ejerciendo una acción fructífera en la capital, muy

185
LUIS VELASCO Y MENDOZA

pronto contó con juntas subsidiarias en la mayor parte de las


poblaciones del país. En Celaya quedó establecida esa institución en
los últimos días de Noviembre de 1853, funcionando con el nombre de
"Junta Auxiliar de Mejoras Materiales", quedando integrada por Don
Luis G. Mújica, como Presidente; Don Agustín García, como
Vicepresidente; Don Jesús Madrigal, como primer Secretario; ( 7) y
muy pronto se vio el resultado de los esfuerzos de estos señores y su
desinterés por contribuir al ornato de la ciudad; porque al poco
tiempo se empedraban muchas de las calles que aun carecían de
pavimento y emprendían el arreglo y construcción de un parque, al
que el vecindario llamó "La Alameda", parodiando el nombre del sitio
de recreación así designado en la capital de la República.
Contando con la eficaz ayuda del Ayuntamiento y del Prefecto del
Partido, Coronel Don Juan de Dios Márquez, que ejercía ese cargo
además del de Comandante de la plaza de acuerdo con la disposición
presidencial fechada el 29 de Diciembre de 1853 que ordenaba: "que
en los lugares donde hubiera Prefecto ese empleo fuera desempeñado
por el comandante Militar del lugar, quien asumiría los dos puestos",
al año siguiente la Junta de Mejoras llevó a cabo el trazo y plantación
de árboles en este nuevo paseo; en un terreno colindante con el
"Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe", ganado a la ciénega que
por ese rumbo existía en la población; sitio que en aquellos tiempos
estaba convertido en un paraje abandonado y lleno de basuras e
inmundicias, pero que después, cuando ya las matas hubieron
crecido, proporcionó a los vecinos de Celaya un agradable lugar de
esparcimiento; pues si bien es cierto que casi siempre estuvo
abandonado el cuidado de sus prados y jardines, en cambio, la
sombra que proporciona el ramaje y las frondas de su arboleda,
atrajeron desde entonces concurrencia a este paseo; que fue
convenientemente dotado con unas amplias bancas de cal y canto,
para comodidad de los paseantes.
Otra mejora de trascendencia fue la implantación del servicio de
telégrafos con una oficina en la ciudad, que por primera vez quedó
establecida en el Nº. 45 de la entonces calle del Diezmo (misma casa
que ahora ocupa esa Oficina después de haber estado en otros
diferentes locales), aprovechando la instalación que se hizo, ese

186
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

mismo año, de la línea telegráfica entre la capital del país y la ciudad


de Guanajuato.
Don Juan de la Granja, emprendedor negociante y periodista
español que fue cónsul de México en los Estados Unidos, había estado
luchando por introducir tan útil invento en la República, después de
su regreso al país, lográndolo al fin en el año de 1849, cuando por
Decreto del 10 de Octubre se le dio el privilegio exclusivo para
establecer y explotar la comunicación electro-magnética. Inició sus
trabajos con la línea de México a Veracruz, que consiguió concluir el
19 de Mayo de 1851, después de vencer múltiples obstáculos; y en
1852 contrataba el mismo concesionario la instalación de otra nueva
línea entre México y Guanajuato, la cual fue inaugurada el 1º de
Octubre de 1853; (8) aunque para entonces, por haber ya fallecido,
tocó en suerte a su Albacea, Don Hermenegildo Villa y Cosío, dar
satisfactorio cumplimiento al contrato estipulado.
La situación creada por el gobierno santanista, a pesar de su falsa
apariencia protectora y progresista, como en todas partes del país,
pesaba duramente en Celaya; donde ningún otro suceso notable fuera
de los ya narrados, aconteció en los veintidós meses que
transcurrieron hasta Agosto de 1855. Durante todo ese período,
merced a la guarnición militar que constantemente se mantuvo en la
ciudad, y a la amenaza de verse desterrados, que pesaba sobre todas
aquellas personas inconformes con el gobierno, la paz se conservó en
Celaya inalterable bajo la terrible influencia de las bayonetas; siendo
así como se pudo secundar sin contradicción alguna, el 24 de
Noviembre de 1853, no obstante que el Presidente no había cumplido
la promesa de convocar el Congreso constituyente, a la petición que
por medio de un Acta hizo la guarnición de Guadalajara, con fecha 17
del mismo mes, para que el mismo Presidente Santa Ana fuera
declarado Dictador; y para que su mando no se limitara a un año
como había sido fijado en los convenios del 6 de Febrero, sino que
éste se prolongara durante todo el tiempo que a él le pareciera
conveniente; con la facultad de legar el poder, en caso de muerte, a la
persona que juzgara más a propósito para el caso, concediéndole
además el tratamiento de "Alteza Serenísima".
Ya el 20 del mismo mes, se había levantado en Guanajuato un
Acta de Adhesión a la de Guadalajara, firmada por el Gobernador y

187
LUIS VELASCO Y MENDOZA

Comandante General del Departamento, General Don Francisco de P.


Pacheco, con los jefes y oficiales de la guarnición en aquella capital; y
ahora en Celaya, por disposición del mismo Gobernador, en la casa
habitación del Comandante de la Plaza y Prefecto del Partido, Coronel
Don Juan de Dios Márquez, se levantó otra Acta, similar a las que
fueron suscritas en muchos lugares de la República, en apoyo de los
deseos expresados en la original de Guadalajara, cuya Acta dice así:
"En la ciudad de la Purísima Concepción de Celaya, a los veinticuatro
días del mes de Noviembre de 1853, reunidos en la casa morada del
Señor Comandante del Distrito, Corl. Don Juan de Dios Márquez, los
señores jefes y oficiales residentes en dicha ciudad, a efecto de dar
cumplimiento a la superior determinación del Exmo. Sor.
Comandante General del Departamento, fecha 21 del mismo mes, el
señor Comandante principal dispuso se leyese la determinación ya
citada, así como las actas de la capital de este Departamento y del de
Jalisco, a cuyos cinco artículos que contienen, manifestaron adherirse
los señores que concurrieron a dicha reunión; disponiendo se llevase
al superior conocimiento del Exmo. Sor. Comandante General, para
los fines que sean consiguientes, esta Acta que firmaron.-
Comandante General del Distrito, Juan de Dios Márquez.- Tte. Corl.
retirado, Francisco Quintanilla. (9) —y siguen las firmas de todos los
demás jefes y oficiales que asistieron a la reunión.
Además, el 1º de Diciembre de 1854, se lograba también obtener
en Celaya, no obstante que ya había estallado una revolución contra la
dictadura en el Sur del país, resultado favorable en la votación
personal que, a imitación de lo practicado en Francia por Napoleón
III, se mandó en esta ocasión hacer en nuestra Patria, a efecto de que
todos los ciudadanos manifestaran LIBREMENTE, si era que estaban
conformes con que Santa Ana continuara ejerciendo el poder
supremo de la Nación.
Oficialmente todo el país votó en sentido afirmativo, mas lo cierto
fue como se ha dicho antes: que desde el 1º de Marzo de 1854, había
sido proclamado en el Sur un plan que iba a servir de bandera a todos
los descontentos que conspiraban para derrocar al régimen existente;
porque, en medio de tantas adulaciones que envanecían al Dictador
haciéndole creer que todo el país estaba conforme en obedecerlo
ciegamente como amo y señor, la escandalosa venta que hizo de una

188
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

faja de terreno llamada "La Mesilla" a los Estados Unidos, acabó de


exasperar a sus opositores; y en la fecha antes citada, en el pueblo de
Ayutla, del Estado de Guerrero, el Corl. Don Fulgencio [sic, por
Florencio] Villarreal suscribía el Plan ya mencionado, que se llamó de
Ayutla; en el que se desconocía a Santa Ana y se prometía la reunión
del prometido Congreso Constituyente, haciéndose otros
ofrecimientos que halagaban las ideas de los reformistas; y aunque tal
levantamiento aparecía encabezado por Villarreal, en realidad era
promovido y dirigido por el Gral. Don Juan Álvarez, antiguo caudillo
de la Independencia en el Sur; asesorado por Don Ignacio Comonfort,
ex-administrador de la Aduana de Acapulco, que había sido destituido
de su cargo por el gobierno santanista; el cual desde luego secundó la
rebelión en aquel puerto.
Para mediados de 1855 la revolución se había propagado en casi
toda la República, y entonces Santa Ana, a quien se habían agotado ya
los recursos del erario, incluyendo los diez millones de pesos que
produjo la venta de "La Mesilla", después de haber tomado parte
activa en la campaña emprendida para acabar con el movimiento
rebelde, salió al fin huyendo de la capital rumbo al Estado de
Veracruz. En Perote renunció a la Presidencia y siguió hasta el puerto,
donde el 9 de Agosto se embarcó para la Habana; mientras que en la
ciudad de México la guarnición de la plaza, al mando del Gral. Don
Rómulo Díaz de la Vega, se pronunciaba por el Plan de Ayutla, y era
nombrado Presidente el Gral. Don Martín Carrera; quien a los pocos
días hubo de abandonar el poder porque no lo reconocían los
gobiernos de los Estados ni los jefes de la revolución.
El Plan de Ayutla había sido reconocido en toda la Nación, menos
en los Departamentos de San Luis Potosí y Guanajuato; pues después
de la caída de Santa Ana, en el primero de estos Departamentos, el ex-
Ministro Don Antonio de Haro y Tamariz, de acuerdo con el
Gobernador de la entidad, Don Anastasio Parrodi, proclamaba un
Plan que se llamó "Movimiento Político Regenerador", muy distinto
del de Ayutla; (10) y en el segundo, el Gral. Don Francisco de P.
Pacheco, Gobernador y Comandante General del Departamento, que
era muy adicto a la administración santanista, al aproximarse a la
ciudad de Guanajuato las fuerzas revolucionarias que acaudillaban
por una parte los Grales. Cuesta y Díaz Salgado y por otra el Lic. Don

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LUIS VELASCO Y MENDOZA

Manuel Doblado, sin haber reconocido al Plan de Ayutla, salió


huyendo para la capital de la República, dejando abandonado el
gobierno que tenía a su cargo.
Los Grales. Cuesta y Díaz Salgado sostenían el Plan de Ayutla en
toda su integridad, pero no así el Lic. Doblado que, contando con la
Brigada del Gral. Don Leonardo Márquez, proclamaba otro Plan que
venía siendo como un acomodamiento entre el de Ayutla y el de San
Luis Potosí. Así las cosas, obrando con su acostumbrada actividad y
adelantándose a los otros jefes revolucionarios, con admirable
presteza logró Doblado ocupar con sus fuerzas el Palacio de Gobierno
y la parte central de la ciudad de Guanajuato, el 10 de Agosto; y una
vez que por haberla él convocado, se reunió una junta popular, fue
nombrado por la misma: Gobernador interino del Departamento, que
ahora volvía a tomar nuevamente el nombre de Estado al quedar
establecido el sistema federal; no ya como otras veces bajo los
postulados de la Constitución de 1824, sino auspiciado como en toda
la República por ideas incomparablemente más avanzadas, en tanto
se formulaba la nueva Constitución prometida por el Plan de Ayutla.
Ante el cisma que se presentaba en la revolución, cisma que traía
el germen de futuras luchas porque claramente se perfilaban ya las
tendencias opuestas de los partidos liberal y conservador: Don
Ignacio Comonfort, que había sido el alma e inspirador de la misma
revolución, y que a la sazón se encontraba en Jalisco después de haber
dirigido la campaña en Michoacán, propuso a los señores Haro
Tamariz y Doblado: tener con ellos una conferencia en Lagos; lugar
para donde partió el nuevo Gobernador de Guanajuato, escoltado por
las Brigadas de los Grales. Márquez y Echegaray. Y una vez que se
efectuó esa reunión, en ella se convino lo necesario para el
afianzamiento de la paz; retirándose en consecuencia Don Antonio de
Haro y Tamariz de la escena pública, mientras Doblado aceptaba el
Plan de Ayutla en todas sus partes; con lo cual quedó asegurado el
triunfo de la revolución.
Comonfort acompañó a Doblado en su viaje de regreso a
Guanajuato, donde fue recibido con gran entusiasmo, preparándose
en su honor algunos festejos; y en seguida partió rumbo al Estado de
México, constituyendo "su tránsito por el interior del país una marcha
triunfal, porque las ciudades le abrían las puertas y lo recibían entre

190
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

aplausos y regocijos; los habitantes del campo salían a los caminos


para verle, y en todas partes era aclamado como redentor del pueblo,
que venía a dar al país libertad, justicia y felicidad". (11)
Fue así como se le recibió a su paso por Celaya, a donde llegó el
día 29 de Septiembre, en compañía del Gobernador Don Manuel
Doblado y del General Don José López Uraga. Todas las autoridades a
porfía se empeñaron en agasajarlo, dándosele hospedaje en el propio
Palacio Municipal. Allí le fue ofrecido un baile y pernoctó ese día,
saliendo al siguiente para Querétaro, con objeto de llegar cuanto antes
a Cuernavaca, ciudad en la que había sido convocada ya una junta
revolucionaria que nombró Presidente de la República al Gral. Don
Juan Álvarez, quien, al tomar posesión de su puesto, el 4 de Octubre
de 1855, designó a Don Ignacio Comonfort, para que tomara parte en
su Gabinete, como Ministro de la Guerra.

OBRAS CONSULTADAS:

1.- "El Monitor Republicano". No. 1840 del 27 de Mayo de 1850.


2.- "Historia Particular del Estado de Jalisco". Tomo II. Luis Pérez Verdía.
3.- "Historia del Estado de Aguascalientes". Agustín R. González.
4.- Véase el Acta, en el "Apéndice" de esta obra.
5.- "El Siglo XIX". No. 1498 del 4 de Febrero de 1853.
6.- "Historia de la Revolución de México contra la Dictadura del Gral. Santa
Ana". Anselmo de la Portilla.
7.- "El Diario del Gobierno". No. 132 del 24 de Noviembre de 1853.
8.- "Efemérides Guanajuatenses". Tomo IV. P. Lucio Marmolejo.
9.- "El Diario del Gobierno". No. 146 del 8 de Diciembre de 1853.
10.- "Historia de San Luis Potosí". Tomo III. Manuel Muro.
11.- "Historia de la Revolución de México contra la Dictadura del Gral. Santa
Ana". Anselmo de la Portilla.

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LUIS VELASCO Y MENDOZA

CAPÍTULO XV

Toma posesión de la Presidencia Dn. Juan Álvarez, y expide la "Ley


Juárez".- En contra de esa Ley se pronuncia en Guanajuato el
Gobernador Doblado, proclamando Presidente a Comonfort, quien
por dimisión de Álvarez se hace cargo del poder.- Una sublevación
contra el gobierno de Comonfort, ocasiona la expedición de la Ley
de Desamortización de los bienes de la Iglesia.- Se fugan los presos
de la cárcel pública de Celaya, y saquean la ciudad e incendian la
Prefectura.- La Ley de "Desamortización" origina desavenencias
entre el clero y el gobierno, causando escándalos en Celaya las
disposiciones del Obispo Mons. Munguía y las órdenes del
gobernador Doblado.- Se ahondan las dificultades con la
promulgación de la Constitución de 1857.- Golpe de Estado del
Presidente Comonfort, que da por resultado que se formen dos
bandos: el liberal y el conservador.- Depuesto Comonfort por un
cuartelazo, asume el poder el Lic. Dn. Benito Juárez y sale para el
interior, en tanto que en la capital se declara Presidente el Gral. Dn.
Félix Zuloaga.- En su viaje llega Juárez a Celaya, de paso para
Guanajuato, donde instala su gobierno.- Las fuerzas liberales
establecen su cuartel general en Celaya, pero se retiran hasta
Salamanca ante el empuje del ejército conservador, que allí las
derrota en forma desastrosa.

Entre los miembros que formaban parte del Gabinete del Presidente
Don Juan Álvarez, fungía como Ministro de Justicia y Negocios
Eclesiásticos el Licenciado Don Benito Juárez, quien habiendo sido
Gobernador de su Estado natal (Oaxaca) en tiempos de Santa Ana,
figuraba ahora de manera prominente en las filas del partido "puro" o
liberal, que era el más empeñado en que se llevara a cabo una reforma
completa en las leyes que regían a la República; por lo mismo, al
hacerse cargo de su cartera, determinó atacar el influjo de la Iglesia y
la preponderancia del militarismo, formulando al efecto una Ley que
les arrancara sus fueros; aprovechándose de la circunstancia de haber
tomado la revolución de Ayutla un carácter francamente reformista.
(1) Y aunque no se desconocía que el paso era comprometedor y
atrevido, puesto que la Iglesia y sus ministros gozaban de gran

192
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

prestigio, tanto entre las clases pudientes, como entre las bajas; y que
el ejército, no obstante estar ahora más desmoralizado que nunca,
constituía sin embargo una fuerza que podía provocar un serio
conflicto; Juárez no vaciló en expedir la citada Ley sobre
Administración de Justicia, que una vez aprobada por el Presidente
Álvarez, fue impresa y luego publicada en todo el país, para su debido
cumplimiento.
Esta Ley ordenaba que los tribunales eclesiásticos cesaran de
conocer en los negocios civiles, disponiendo también que el fuero
eclesiástico, en los delitos comunes, fuera renunciable; y que los
tribunales militares dejarían de intervenir en los negocios civiles y tan
sólo conocerían de los delitos puramente militares o mixtos de los
individuos sujetos al fuero de guerra. Pero como la citada Ley fuera
desde luego vista con repugnancia por el partido conservador y aun
por el moderado y gran parte de los habitantes del país, ocasionó
muchas protestas; y por lo que al Estado de Guanajuato respecta, el
día 6 de Diciembre de 1855 se pronunciaba su Gobernador, el Gral. y
Lic. Don Manuel Doblado, secundado por el Gral. Don Miguel
Echegaray, Comandante general del Estado y por el Mayor Don
Florencio Antillón; proclamando que la Ley de abolición de fueros y
otras órdenes radicales emanadas del gobierno provisional de Don
Juan Álvarez, "eran muy perjudiciales a la Nación"; "que éste, con sus
consejeros y ministros, cesaban en sus funciones por haber
desmerecido la confianza del pueblo, conculcando la base legítima de
sus poderes; y que se proclamaba Presidente interino al Gral. Don
Ignacio Comonfort". (2)
La actitud del Gobernador Doblado, fue acogida en Celaya con
mucho beneplácito, pues siendo las diferentes clases de la sociedad
eminentemente católicas, no veían con buenos ojos la expedición de la
"Ley Juárez" por cuanto que se notaba ya la intención deliberada de
atacar los derechos de la Iglesia, y sus simpatías eran decididas por
los ministros del culto, o sea el clero; no tanto porque en la población
no hubiera quien pensara de acuerdo con las nuevas ideas y fueran
partidarios de una reforma que el progreso de los tiempos exigía ante
la tendencia igualitaria reinante, sino por convicción en su Fe
religiosa, nacida al través de la educación recibida, y por gratitud, ya
que siempre habían recibido de los eclesiásticos incontables

193
LUIS VELASCO Y MENDOZA

beneficios los celayenses, tanto en lo material como en lo espiritual;


porque si había colegios, hospitales e instituciones de beneficencia en
la ciudad, éstos se debían exclusivamente al apostolado y espíritu de
caridad de los religiosos de las diferentes órdenes establecidas en la
población desde los tiempos en que ésta se fundó; no teniendo que
agradecer en cambio, casi ninguna protección ni garantías al gobierno
civil, ya que además de haber padecido muchas veces exacciones y
abusos de parte de algunos de sus miembros, la atención de éste se
reducía al cobro de gabelas y contribuciones, y estaba lo más del
tiempo distraída y monopolizada en atender al desbarajuste interior,
causado con tantas revoluciones y los consiguientes cambios de
funcionarios con su séquito de empleados públicos, que habían
ocurrido desde que se consumó la Independencia.
No hubo necesidad en esta ocasión de recurrir a las armas, ni por
parte del gobierno, ni por parte de los pronunciados, pues el día 11 de
Diciembre, en obvio de dificultades y no encontrándose en su medio,
el mismo Presidente Álvarez, que ya había hecho la convocatoria para
la formación del Congreso Constituyente, determinó dejar el poder en
manos de Comonfort, haciéndole entrega del mismo; y regresó en
seguida al Estado de Guerrero, después de haber declarado que
conservaba la Presidencia en interinato y que a Comonfort lo había
solamente nombrado Presidente sustituto.
En los últimos días de Febrero de 1856, el Gobernador Doblado,
comandando las fuerzas del Estado, acudía a la capital en ayuda del
gobierno de Comonfort; porque éste a su vez, se veía ahora
amenazado por una revolución que, habiendo estallado al grito de:
"Religión y Fueros" en el pueblo de Zacapoaxtla, logró cobrar tal auge
con la cooperación de destacados elementos conservadores y la
defección de las tropas que el gobierno había enviado en su contra,
que al fin lograron los sublevados, a quienes encabezaba el ex-
Ministro Don Antonio de Haro y Tamariz, apoderarse de la ciudad de
Puebla. El Presidente Comonfort decidió entonces salir
personalmente a combatir a la infidencia, y partió de la capital al
frente de un ejército de quince mil hombres que logró reunir;
marchando entre ellos la Brigada del Gral. Doblado, ( 3) integrada por
fuerzas del Estado de Guanajuato, en las que militaba el Mayor Don
Florencio Antillón, muy conocido en Celaya por haber allí radicado.

194
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

Antillón se destacaba ya en el ejército de línea, pues desde los


catorce años, tras de haber hecho sus estudios primarios se había
dado de alta como Teniente de Batallón, en el 1er. Regimiento de
Guanajuato; distinguiéndose en la campaña de la Sierra Gorda en
1844, en el sitio y toma de Guanajuato en 1848, bajo las órdenes de
los Grales. Don Anastasio Bustamante y Don Pedro Cortazar, cuando
la revuelta de Paredes, Jarauta y Doblado; y finalmente durante la
revolución de Ayutla, en la acción de la hacienda de Guaracha,
Michoacán, donde por su comportamiento ganó primeramente el
grado de Comandante y después el de Mayor del 1er. Batallón Ligero
de Guanajuato.
Fue en Ocotlán, pueblo cerca de Tlaxcala, donde se entabló la
batalla entre ambos bandos; y ganada esa acción por las tropas leales,
después de la caída de Puebla en su poder, el triunfo del gobierno fue
completo; regresando entonces el Presidente a la capital para entrar
en ella el 3 de Abril, al frente de sus tropas victoriosas. Celebráronse
con tal motivo unos festejos públicos a los que se dio el nombre de
"Fiesta de la Paz", y días después regresaba a Guanajuato el
Gobernador Doblado con sus fuerzas.
Pero como se dijera que durante el tiempo que permaneció en
Puebla en poder de los sublevados, éstos habían recibido ayuda
económica de parte de las autoridades eclesiásticas; y que las mismas,
con ese proceder, habían fomentado el movimiento rebelde; el
gobierno decretó el embargo de los bienes de la Diócesis de Puebla;
tanto para pagar los gastos de guerra, como las indemnizaciones a las
viudas y huérfanos de los soldados muertos en la campaña. Mas
entonces, el Obispo de la Angelópolis, Mons. Labastida y Dávalos,
hizo una enérgica representación contra tal Decreto, sosteniendo que
la Iglesia era soberana e independiente y por lo mismo, la única
autorizada para dictar reglas sobre sus bienes, quedando
excomulgado cualesquier poder extraño que las rompiera.
No conforme con esas declaraciones, el mismo prelado y sus
sacerdotes predicaron sermones en los que criticaban duramente las
disposiciones del gobierno, dando por resultado tal actitud: que sin
ningunas formalidades de juicio ni pruebas de culpabilidad el Sr.
Obispo Labastida fuera desterrado del país; (4) y que a moción de
varios Gobernadores de los Estados y de los liberales más radicales

195
LUIS VELASCO Y MENDOZA

que formaban parte del Congreso, se expidieran otras Leyes


reformistas, entre ellas la del 25 de Junio de 1856, que ordenaba la
"desamortización de los bienes de la Iglesia" y de corporaciones
civiles, por considerar perjudicial para el país el estancamiento de
aquella riqueza.
Una nueva oleada de protestas, conjuras y levantamientos
respondió a la promulgación de estas Leyes. Diariamente aparecían
proclamas subversivas, y pasquines en contra de las autoridades; y en
la capital se formó un "Directorio Conservador Central de la
República", que con el mayor sigilo combatía a la "Reforma" con toda
clase de medios, provocando constantes asonadas y levantamientos
en diversos lugares; uno de ellos ocurrido en la Sierra Gorda, donde el
Gral. Don Tomás Mejía logró reunir cuatrocientos hombres con los
cuales, a mediados de Octubre, se apoderó por sorpresa de la ciudad
de Querétaro; pero entonces por instrucciones del gobierno del
centro, el Gobernador de Guanajuato, Don Manuel Doblado, al frente
de las fuerzas del Estado, obrando con rapidez y eficacia, hizo que los
rebeldes abandonaran esa ciudad el 22 del propio mes.
Por esos mismos días sucedió que, no habiendo casi ningunas
fuerzas en Celaya, porque éstas al mando de su Comandante el Corl.
Don Francisco Cortazar habían salido a campaña con el Gral.
Doblado, estallara un motín entre los presos detenidos en la cárcel
pública de la ciudad, los que lograron escaparse de la prisión, como a
las cinco de la tarde del viernes 17 de Octubre; ( 5) y una vez libres,
aprovechándose de la confusión que el hecho produjo, se apoderaron
de las armas de sus custodios y juntos con el populacho que se les
unió, se desparramaron por la ciudad entregándose a toda clase de
excesos, mientras gritaban mueras al gobierno y vitoreaban a la
religión, tratando así de dar un carácter político a su reprobable
actitud.
Y como algunos de los delincuentes escapados de la cárcel estaban
engrillados, a efecto de que sus hierros y cadenas fueran rotos,
ocurrieron con el maestro herrero Don Albino Valenzuela, que vivía y
tenía su taller en la calle de Mesones, para que se los despedazara a
golpes de cincel y martillo; teniendo que desempeñar este trabajo el
honrado artesano, obligado por las circunstancias y ante la amenaza
de los evadidos.

196
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

Entre siete y ocho de la noche volvieron a la Prefectura política,


antigua casa de Cabildos, donde también estaba la cárcel; y provistos
de combustible, incendiaron la puerta principal del Oficio Público,
que estaba a cargo de Don Ramón Reynoso; e introduciéndose por allí
a los juzgados y sala de cabildos, dieron luego con el archivo, muy
valioso por cierto porque contenía documentos desde el año de 1600,
o sea desde treinta años después de que la población se había
fundado; y apoderándose de libros y papeles, hicieron varios
montones con ellos prendiéndoles fuego dentro y fuera del palacio,
ocasionando con su proceder el incendio del edificio. En seguida los
delincuentes evadidos, con la plebe que se les juntó, se dedicaron a
forzar las puertas de las casas para entregarse al robo; saqueando así
la Aduana y los domicilios de las familias Barbosa, Molina, Ocampo y
otras varias, sin que las aterrorizadas víctimas hicieran nada por
defenderse.
Fue una noche de terror la que pasaron los habitantes de Celaya,
entregados inermes en manos de los forajidos pues apenas si los
religiosos de San Francisco y el Carmen, con el señor Cura Párroco, se
atrevieron a salir de los templos llevando al "Santísimo" en procesión,
tratando con este paso de aplacar a los amotinados, mientras las
campanas tocaban a rebato; pero la turba cuando veía venir a la
"Custodia", se prosternaba, se santiguaba, y en seguida se iba a otra
parte a continuar sus latrocinios; no terminando ese estado de cosas,
a pesar de los esfuerzos del Cura Párroco Lic. Don Nicanor Corona;
del Prior del Carmen, Fray Crescencio de Jesús María; del Prior de
San Francisco, Fray Mariano Arévalo; y del infatigable y anciano
franciscano, Fray Mariano Sánchez, con otros abnegados religiosos,
sino hasta el amanecer de otro día, cuando cundió la voz de que
venían tropas de Querétaro con el Gobernador Doblado; pues
entonces, como por encanto, se esfumaron los facciosos llevándose el
botín. Mas era ya demasiado tarde, porque aparte de los robos
registrados, las llamas del incendio habían consumido gran parte de
la Prefectura Política, y con ella el interesante archivo que allí se
guardaba desde los tiempos de la colonia.
Al año siguiente, o sea en 1857, el Obispo de Michoacán, Don
Clemente de Jesús Munguía, que había sido desterrado de Morelia y
luego de Guanajuato donde últimamente residía por complacencia del

197
LUIS VELASCO Y MENDOZA

Gobernador Doblado, desde Coyoacán suscribía con todo el


Episcopado de la República una enérgica protesta en contra de la
Constitución que se había promulgado el día 5 de Febrero, después
que los diputados constituyentes habían dado fin a sus labores;
porque este código no correspondía en manera alguna al estado social
del pueblo mexicano, ya que habiendo sido formulado a raíz del
triunfo de una revolución con tendencias demagógicas, por diputados
que habían sido elegidos entre elementos de ideas avanzadas, o sea
"puros" casi en su totalidad, y que por lo mismo únicamente
representaban a uno de los partidos que se disputaban el poder y el
porvenir de la República, solamente se preocuparon por consignar en
la Carta fundamental preceptos radicales que representaban sus
tendencias.
Con esto, apenas promulgada la Constitución, que el Presidente
Comonfort confirmó, como había confirmado ya las otras leyes
reformistas no obstante que el Congreso lo tachaba de moderado por
lo que las relaciones entre ambos poderes no eran de lo más cordiales,
y apenas publicada la protesta del Episcopado, el clero inició una
campaña en contra del nuevo Código; y como también hubiera sido
dictada una Ley para que todos los empleados y funcionarios públicos
del país juraran guardar y hacer guardar la Constitución, so pena de
perder el cargo que desempeñaban, la autoridad eclesiástica declaró
entonces que incurrían en excomunión quienes cumplieran con ese
precepto del gobierno, negándoseles los Sacramentos aun en artículo
de muerte si no se retractaban de haber prestado tal juramento.
Todas estas desavenencias entre la autoridad civil y la religiosa,
produjeron en Celaya, como ya lo habían producido en todo el país,
una situación violentísima; pues el espíritu de partido lo invadió todo,
desterrando la paz de las familias, llenando de dudas y congojas a los
timoratos, que se hallaban en el terrible dilema de perder su empleo y
no comer, o en faltar a sus convicciones, turbándose hasta la agonía
de los moribundos. Y como el 11 de Abril, el gobierno hubiera
expedido una nueva Ley sobre obvenciones parroquiales, además de
la del 27 de Enero que establecía el Registro Civil, y la del 30 del
mismo mes que secularizaba los cementerios, (6) nuevamente el
Obispo de Michoacán, bajo cuya jurisdicción se encontraba Celaya,
protestó en contra de esas disposiciones con fecha 4 de Mayo; y en

198
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

una Circular que el día 8 dirigió a todos los párrocos de su Diócesis,


les prescribía la conducta que deberían observar en los diversos casos
que se les pudieran presentar; disponiendo además, que se fijara un
ejemplar de ese documento en todas las parroquias del Obispado.
Las disposiciones del Sr. Obispo Munguía causaron honda
indignación al gobierno del Estado y en consecuencia el 29 de Mayo
expidió a su vez una terminante Circular en la que, entre otras
muchas determinaciones tomadas en contra de la Iglesia, ordenaba a
los jefes políticos que: la policía quitara inmediatamente la carta del
Obispo de los cuadrantes de las parroquias o de cualesquiera otro
lugar en que se hubiera fijado, amonestándose a los Curas y
encargados de los templos para que no la volvieran a poner, so pena
de una multa de diez hasta cincuenta pesos si lo hacían; y que la
misma policía visitaría diariamente las iglesias para cerciorarse de
que no se faltaba a esta prevención; que no se podría poner en los
lugares citados, ninguna carta o aviso que proviniera del Sr. Obispo, si
antes no era pedida la autorización de la autoridad civil, a la que había
que enviarse anticipadamente una copia de esos documentos; que en
lugar de la Circular del Ilmo. Sr. Munguía, se colocara una copia de la
Ley del 11 de Abril, y que la conservación de ese impreso quedaría
bajo la responsabilidad de los curas y sacristanes, castigándolos con
una multa que variaba de cinco a veinticinco pesos, si los ejemplares
de la Ley eran arrancados o desaparecían; y finalmente que para que
las multas aplicadas no dejaran de ser cubiertas, se nombrara un
Interventor que acudiera diariamente a inspeccionar el cobro de las
obvenciones parroquiales, el cual recogería de las cantidades que
hubieran ingresado, el importe de las sanciones, más un veinticinco
por ciento que sería aplicado a su sueldo; y que si en la parroquia no
hubiere dinero que intervenir, se embargaran los bienes particulares
del Párroco, o en su defecto se le desterrara del Estado por un término
de uno a seis meses, según la mayor o menor gravedad del caso. (7)
Como es de presumirse, el cumplimiento de lo dispuesto en esta
Circular causó serios escándalos en Celaya, porque habiendo fijado el
Cura Párroco, Lic. Don Nicanor Corona, en la Sacristía de la
Parroquia el Decreto del Sr. Obispo, del 8 de Mayo; la policía,
allanando sacrílegamente el templo penetró allí y lo arrancó,
sustituyéndolo con la Ley del 11 de Abril y la Circular del gobierno del

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LUIS VELASCO Y MENDOZA

Estado. El Párroco entonces hizo quitar estos impresos y colocar de


nuevo las disposiciones diocesanas; lo que dio pretexto a la autoridad
civil para imponerle una fuerte multa, volviendo a fijar en el
mencionado sitio los decretos del gobierno; todo esto en medio del
alboroto de los fieles, que tumultuosamente tomaban partido por su
Cura, mientras que en la ciudad se formaban banderías en pro o en
contra de unas y otras autoridades.
Por último, el Sr. Cura, obligado por las circunstancias y tratando
de evitar nuevos escándalos, optó por dejar los documentos del poder
civil en el lugar en que, por la fuerza, habían sido colocados; pero
asentó al calce de ellos, autorizándola con su firma, una razón
explicando la violación que aquellos implicaban, el hecho de que se
encontraban allí sólo por la imposición y la violencia, y la subsistencia
de la obligación moral que tenían los fieles de obedecer a los decretos
de la autoridad episcopal; acto que motivó su destierro, quedando en
su lugar el Tte. de Cura Don Juan B. Villaseñor.
Entre tanto el Gral. y Lic. Don Manuel Doblado que hasta
entonces había gobernado al Estado interinamente, con fecha 29 de
Julio, por elección, tomaba posesión como Gobernador
constitucional; y habiéndose hecho las elecciones para Presidente de
la República, prescritas por la nueva Constitución: el 1º de Diciembre
de ese mismo año, 1857, se hacía cargo del poder supremo del país, el
Gral. Don Ignacio Comonfort, por haber resultado electo, con el Lic.
Don Benito Juárez como Presidente de la Suprema Corte de Justicia.
Para entonces, como los desmanes de la demagogia llegaban ya a
un alto grado, le pareció al Presidente Comonfort demasiada radical
la Constitución, para poder gobernar conforme a ella; y pensando
siempre en la reconciliación de los partidos y unión de todos los
habitantes, entró en tratos con los conservadores para derogarla,
creyendo que se debería convocar a otro Congreso constituyente.
Estas ideas cristalizaron en un Plan político proclamado en Tacubaya,
el 17 de Diciembre, por el Gral. Don Félix Zuloaga; plan que aceptado
por el Presidente, el día 19, en que dio un Decreto y puso presos al Lic.
Don Benito Juárez y al Presidente de la Cámara de Diputados,
constituyó todo un golpe de Estado.
Pero como a pesar de esa reacción, el Presidente hubiera entonces
formado un nuevo Ministerio compuesto de personas del partido

200
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

"puro", pretendiendo siempre realizar una fusión que era imposible


en los bandos, ya que su política conciliadora a nadie satisfacía y sólo
le creaba enemigos; Zuloaga, a quien se habían unido los jefes
conservadores Miramón y Osollo, hizo el 11 de Enero de 1858 un
nuevo pronunciamiento en la Ciudadela de México, declarando
destituidos a Comonfort y a sus Ministros, y que él se encargaría del
poder Ejecutivo de la Nación, mientras que en una Junta de
representantes nombraba Presidente interino.
Al tener noticia Comonfort de este acto, puso en libertad a Juárez
y a los demás presos políticos, deseando reconciliarse con el partido
liberal, en tanto que recurría a las armas para combatir la sedición;
pero en esa lucha, después de ocho días de tiroteos y acciones de
armas en las calles de la capital, fue al fin vencido, saliendo luego para
el exilio; embarcándose en Veracruz, el 7 de Febrero, para los Estados
Unidos.
Ausente el Presidente Comonfort, correspondía sustituirlo,
conforme a la nueva Constitución, al Lic. Don Benito Juárez,
Presidente de la Suprema Corte de Justicia; quien el mismo día en
que fue puesto en libertad, salió con rumbo al interior, acompañado
de un reducido grupo de liberales. Después de arribar a Querétaro,
donde fue recibido con los honores de Presidente por el Gobernador
Arteaga, salió para Celaya, y entraba en la ciudad en la tarde del día 17
de Enero de 1858. Venía en una modesta silla de posta, y le
acompañaban Don Manuel Ruiz, Don Nicolás Pizarro Suárez y Don
Sabás Iturbide; (8) mientras que en otros vehículos viajaba el resto de
su escasa comitiva, en la que también venían Don José María del Río,
Don León Guzmán y Don Juan José Baz; escoltados todos por un
piquete de tropa que pertenecía a las fuerzas del Gral. Doblado.
La llegada de tan importantes viajeros fue casi desapercibida, y,
dado el ambiente que reinaba en la población, no hubo ningunas
demostraciones de simpatía ni de regocijo por parte del pueblo ni de
las autoridades, no obstante que en la plaza se habían reconcentrado
fracciones de tropas de Morelia, Acámbaro, Salvatierra y Salamanca;
concretándose el acto al recibimiento oficial y de estricta cortesía, que
le tributó el cabildo municipal encabezado por el Jefe Político Don
José María Burgos. Esa noche pernoctaron los viajeros en Celaya,
alojándose Juárez en el edificio de la Jefatura Política (antigua casa de

201
LUIS VELASCO Y MENDOZA

Cabildos y hoy Presidencia Municipal) y al día siguiente, muy de


mañana, continuaron su viaje rumbo a la ciudad de Guanajuato,
donde quedó establecido el gobierno liberal, presidido por el Lic. Don
Benito Juárez.
Un mes antes el Congreso local había expedido un Decreto, en el
que declaraba que: en vista de haber sido desconocida en la capital de
la República la Constitución de 1857, el Estado de Guanajuato
reasumía su soberanía, desconociendo a las autoridades que habían
reconocido el Plan de Tacubaya; y facultaba ampliamente al
Gobernador Doblado, para que dictara cuantas medidas creyera
oportunas a fin de hacer frente a la nueva revolución. En vista de lo
cual el mismo Gral. Doblado, publicó a su vez un Decreto en el que,
desconociendo al gobierno de Zuloaga, hacía una excitativa a los
demás Estados para que formaran una liga que combatiera al
gobierno conservador; nombraba al Gral. Dn. Anastasio Parrodi,
Gobernador de Jalisco, General en Jefe de las fuerzas de los Estados
coaligados, autorizándolo plenamente para que dispusiera de ellas
como lo estimara conveniente; y ofrecía a los supremos poderes de la
Nación un asilo en la ciudad de Guanajuato, para que allí se reunieran
y continuaran en el ejercicio de sus funciones. En consecuencia, la
coalición propuesta en ese Decreto, que también era iniciada al
mismo tiempo en Guadalajara, vino a ser en breves días un hecho, y
las tropas de los Estados coaligados: Jalisco, Guanajuato, Zacatecas,
Michoacán y Querétaro, teniendo al frente a sus Gobernadores,
fueron emplazadas para reunirse en el Estado de Guanajuato,
comandadas por su General en jefe, Don Anastasio Parrodi.
Llegó Juárez a Guanajuato el 19 de Enero, y desde luego lanzó un
"Manifiesto" a la Nación e instaló su gobierno, nombrando Ministro
de Relaciones y Guerra, a Don Melchor Ocampo; de Gobernación, a
Don Santos Degollado; de Justicia y Negocios Eclesiásticos, a Don
Manuel Ruiz; de Hacienda, a Don Guillermo Prieto; y de Fomento, a
Don León Guzmán. Con esto, quedaron frente a frente dos gobiernos:
uno conservador y otro liberal, pretendiendo ambos dominar y ser
obedecidos en todo el país. El primero inauguró desde luego una
política de reacción derogando todas aquellas leyes que se
consideraban atentatorias a los derechos del ejército y de la Iglesia, al
mismo tiempo que establecía el reclutamiento por medio de la leva,

202
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

para formar un ejército respetable; en tanto que el segundo, desde el


momento que Juárez se encargó de su jefatura, emprendía una
política francamente radical, y se declaraba paladín de la Constitución
promulgada en 1857.
Como el movimiento de tropas hacia el interior, en los primeros
días de Febrero, indicaba que la contienda armada se iba a verificar
en la región del Bajío, pues hacia ella se encaminaban las tropas de
México, que al mando de los Grales. Don Luis G. Osollo, Don Miguel
Miramón, Don Francisco G. Casanova, Don Tomás Mejía y Don
Feliciano Liceaga, tenían el nombre de "Ejército Restaurador de las
Garantías"; así como también las de los Estados coaligados, entre
cuyos principales jefes, aparte de Parrodi, se contaban los Grales.
Juan N. Rocha, José María Arteaga, Manuel Doblado y Epitacio
Huerta, decidió Juárez retirar el gobierno del teatro de la guerra,
saliendo de Guanajuato con rumbo a Guadalajara, a donde llegaron
los poderes el día 14 de Febrero.
Ese mismo día llegaba también a Celaya el ejército liberal que
mandaba el Gral. Parrodi. Este en un principio se había dirigido con
sus tropas a San Luis Potosí, pero se volvió de la hacienda de la Pila al
saber el movimiento de las tropas conservadoras, de la capital hacia el
Bajío; y una vez en Celaya, donde se les hizo un frío recibimiento, se le
unieron allí las demás fuerzas de los Estados coaligados, (9) formando
todas juntas un contingente de siete mil hombres, con treinta piezas
de artillería; en tanto que los contrarios traían solamente dos mil
ochocientos soldados, bien disciplinados, y catorce cañones, con todo
lo necesario para emprender la campaña.
Estando en Celaya el ejército Constitucionalista o liberal, como
permanecía en la inacción no obstante los requerimientos y apremios
que recibía el Gral. Parrodi del gobierno establecido en Guadalajara,
tanto que hasta el Ministro de Gobernación, Don Santos Degollado,
había venido para encontrarse en el teatro de la guerra e intensificar
la campaña, tuvo que lamentar algunas deserciones de su gente; entre
ellas la del Capitán Angulo, del batallón activo de Guadalajara, que el
día 25 de Febrero se pasó al enemigo con toda su compañía. Pero a
pesar de esas contrariedades, salió al fin el Gral. Parrodi a practicar
un reconocimiento frente al enemigo, que se encontraba ya acampado
en Apaseo, e hizo que las fuerzas liberales tomaran excelentes

203
LUIS VELASCO Y MENDOZA

posiciones en el puente del río de la Laja, a cuatro kilómetros de


Celaya, quedando dicho puente cubierto por el centro del ejército,
mientras los flancos eran defendidos por el cauce del río y por algunas
obras de ingeniería que se practicaron a efecto de inundar la parte del
terreno por donde podría maniobrar el enemigo, en caso de que
salvara el curso natural del mismo río.
Los siguientes párrafos de cartas dirigidas desde el escenario de la
guerra al Corl. Don José Guadalupe Montenegro, Administrador de
Correos de Guadalajara, contienen datos interesantes sobre el
campamento establecido en Celaya; ellos dicen: "Celaya, Febrero 14
de 1858.- Mi querido primo.- ...omito decirte nada de lo que me
ocurrió en San Luis porque te creo al tanto; en Lagos me incorporé a
las fuerzas de Parrodi y hoy hemos llegado a este punto, en el que se
han reunido las fuerzas de los Estados en número de 7,000 hombres
con 30 piezas. Las fuerzas de México en número de 2,800 hombres
con 14 piezas se hallan en Querétaro y creo que muy pronto nos
romperemos los cueros; el resultado sólo Dios lo sabe, aunque las
probabilidades están por nosotros; concluida que sea esta campaña
tendré el gusto de verte y darte un abrazo pues estoy resuelto a
quitarme de soldado porque estoy fastidiado... M. Morett".
"Celaya, Febrero 21 de 1858.- ...hace ocho días que hemos llegado
aquí y estamos como los valientes, reconociéndonos nomás sin
atacarnos. Hace tres días que la infantería está acampada a una legua
de aquí en un punto llamado el puente de la Laja; es buen terreno y la
defensa es completa, pero ni ellos han de venir, ni aun cuando
vinieran pasarían por semejante punto que es inexpugnable. Todos
estamos aburridos en este maldito lugar donde no se nos presentan ni
las meretrices.- No hay noticia cierta de las intenciones de los
enemigos; ya se reunieron Casanova y Pérez Gómez... Francisco P.
González". (10)
Al comenzar el mes de Marzo continuaba acampado el ejército
liberal en la margen izquierda del río de la Laja; y por fin, como el
Gral. Osollo asumió la ofensiva, y Parrodi tuviera la certeza de que el
enemigo se movía con dirección a Guanajuato; no obstante el
optimismo y las pretensiones enunciadas en las anteriores cartas, el
ejército Constitucionalista se retiró de Celaya con rumbo a la capital
del Estado, replegándose hasta Salamanca; en tanto que las tropas

204
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

conservadoras pasaban el puente del río de la Laja y entraban sin


ningún obstáculo ni contratiempo en Celaya, el 8 de Marzo de 1858.
El ejército del gobierno de México, fue recibido en la ciudad como
triunfador. Hubo cohetes y repiques, y el entusiasmo del pueblo se
desbordaba vitoreando a los Grales. Osollo y Miramón; contrastando
esa actitud con la observada con el ejército liberal, pues éste en el
tiempo que permaneció en Celaya, se hizo odioso a la población tanto
por el comportamiento intransigente y provocativo de sus jefes, como
por haberse posesionado su gente de los conventos profanado el
templo del Carmen, donde se dio el caso de que "las soldaderas
cocinasen y cometieran indecencias sobre los artísticos altares,
después de que la iglesia había sido invadida por la tropa". (11)
Fueron cambiadas las autoridades, nombrándose Jefe político a
Dn. Alejandro Serrano, en sustitución de Dn. José María Burgos,
aunque éste, de acuerdo con lo dispuesto por el Obispo diocesano,
hubiera ya desechado la Constitución promulgada el 5 de Febrero del
año anterior; tanto que posteriormente, con fecha 19 de Agosto de
1858, (12) hasta hizo su retractación, ante el Gobernador de Querétaro,
del juramento de obediencia que en su oportunidad había prestado a
aquella carta fundamental.
Una vez restablecido el régimen conservador en Celaya, al día
siguiente de haber hecho su entrada en la plaza, salió de la misma, a
las seis de la mañana, el ejército de Osollo y Miramón; y el 10 de Mayo
se trababa una decisiva acción de armas en Salamanca, quedando en
ese combate completamente derrotadas las tropas de los Estados
coaligados.
Con esto, en tanto que el Gral. Don Manuel Doblado, separándose
del grueso del ejército liberal, capitulaba en el pueblo de Romita y
entregaba las fuerzas de Guanajuato a los conservadores,
comprometiéndose a retirarse a la vida privada, mientras la capital
del Estado era ocupada también por el victorioso ejército de los
mismos y el Gral. Don Leonardo Márquez se encargaba de limpiar de
enemigos el resto de la entidad, el Gral. constitucionalista, Parrodi,
iniciaba su retirada hasta Guadalajara, llegando a esa ciudad cuando
Juárez, con su gobierno, había salido ya para Colima con el fin de no
perecer; pues tanto él como sus Ministros, si no hubiera sido por la
entereza y elocuentes palabras de Don Guillermo Prieto que

205
LUIS VELASCO Y MENDOZA

desarmaron a los victimarios, habrían sido fusilados en el curso de


una sublevación que ocurrió en la capital tapatía.
Después de los fracasos tenidos por los liberales, el triunfo del
gobierno surgido del Plan de Tacubaya parecía definitivo en el Estado
de Guanajuato, del cual se designó Gobernador al Lic. Don Manuel
Chico y Alegre, mientras se nombraba Comandante general al Gral.
Don Feliciano Liceaga; y así como en Guanajuato, en la mayor parte
del país, que también estaba ya controlada por el régimen
conservador, se afirmaba su poder y se creía en su victoria decisiva;
tanto más, cuanto que estaba posesionado de la ciudad de México, y
había el precedente de que en todas las revoluciones mexicanas hasta
entonces ocurridas, el gobierno que se adueñaba de la capital de la
República, había sido el que imponía las leyes a toda la Nación.

OBRAS CONSULTADAS:

1.- "Benito Juárez. Su Vida y su Obra". Rafael de Zayas Enríquez.


2.- "Historia de México". Tomo XIV. Niceto de Zamacois.
3.- "Historia de la Revolución de México contra la Dictadura del Gral. Santa
Ana". Anselmo de la Portilla.
4.- "La Cuestión Religiosa en México". P. Regis Planchet.
5.- "El Siglo XIX". No. 2852 del 3 de Noviembre de 1856.
6.- "Anales Mexicanos de la Reforma y el Segundo Imperio". P. Agustín
Rivera.
7.- "Efemérides Guanajuatenses". Tomo IV. P. Lucio Marmolejo.
8.- "De Santa Ana a la Reforma". Tomo IV. Victoriano Salado Álvarez.
9.- "La Guerra de Tres Años". Manuel Cambre.
10.- "La Guerra de Tres Años". Manuel Cambre.
11.- "El Carmen de Celaya". Cuaderno No. 1. Fray Pablo A. Jiménez.
12.- "El Orden", de Querétaro. No. 3 del 26 de Agosto de 1858.

206
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

CAPÍTULO XVI

Aspectos de la contienda entablada entre el régimen liberal del Presidente


Juárez, y el conservador a cuyo frente se halla ahora el Gral.
Miramón.- Se apoderan de Celaya las tropas liberales de los Grales.
Dn. Miguel Blanco y Dn. Esteban Coronado.- Recuperada la ciudad
por los conservadores, vuelve a caer en poder de las fuerzas del
Gral. Dn. Manuel García Pueblita.- Con la derrota del Gral.
Degollado en los aledaños de la capital, es recuperada la plaza de
Celaya por los conservadores.- Expide Juárez, en Veracruz, las
Leyes de Reforma.- La Aurora Boreal de 1859.- Después de ser
derrotados los conservadores cerca de Silao, cae nuevamente
Celaya en poder de las tropas liberales del Gral. Degollado.- Es
vencido este Jefe por el Gral. Presidente Miramón en la Estancia de
las Vacas, cerca de Querétaro, y en su huida es atacado por el
pueblo de Celaya estando a punto de perecer.- En el primer
semestre del año de 1860, tres veces es ocupada Celaya por las
fuerzas liberales de los Grales. Berriozábal y Pueblita, siendo otras
tantas recuperada por los conservadores.- Aplastante derrota del
Gral. Miramón a orillas de Silao, que trae por consecuencia el
restablecimiento del régimen constitucional en el Estado de
Guanajuato.

A pesar de que la ciudad de México estaba en poder del gobierno


conservador, y de que Zuloaga había sido reconocido ya como Jefe de
la Nación por el cuerpo diplomático acreditado en la República, se
daba el raro caso, único en la historia del país, de que hubiera dos
gobiernos y dos Presidentes, pues Juárez, sin abdicar su derecho y
sosteniendo tenazmente las ideas reformistas consignadas en la
Constitución de 57, siguió su peregrinación partiendo de Colima con
su Gabinete en cuanto supo que el Ministro de la Guerra, Gral.
Parrodi (nombrado por él al salir de Guadalajara), había capitulado
entregando aquella plaza al Gral. Osollo; y, embarcándose el 11 de
Abril en Manzanillo con cuatro de sus Ministros porque Degollado se
quedaba al frente del ejército liberal con el carácter de nuevo Ministro
de la Guerra, y facultades omnímodas en los Estados del Norte y del

207
LUIS VELASCO Y MENDOZA

Oriente, el 4 de Marzo arribaban los viajeros a Veracruz, ( 1) después


de haber atravesado por tierra el istmo de Panamá y haberse vuelto a
embarcar para la Habana y Nueva Orleáns, siendo acogidos con
entusiasmo extraordinario por el Gobernador Don Manuel Gutiérrez
Zamora y por el pueblo veracruzano, a cuya sombra quedó establecido
definitivamente el gobierno liberal. Con esto, la República entera
había tomado interés por la contienda entablada entre ambos
gobiernos, dividiéndose en dos bandos que se hacían una guerra sin
cuartel, con la que se ensangrentaba al país, cometiéndose todo
género de excesos.
Para entonces el Gral. Miramón había llegado a ser el alma de la
campaña conservadora, pues habiendo fallecido el Gral. Osollo en San
Luis Potosí, el 18 de Junio de 1858, quedó el primero como Jefe
supremo de los ejércitos del gobierno establecido en México; en el que
ya militaban otros muchos jefes conservadores llegados del destierro;
como Don Leonardo Márquez, Don Francisco de P. Pacheco y otros
más. Tuvo resonantes triunfos en Zacatecas, Ahualulco, la barranca
de Atenquique, Poncitlán, San Miguel y San Joaquín; y como hubiera
sido depuesto en México de la Presidencia el Gral. Zuloaga, por un
movimiento que se llamó el "Plan de Navidad" que llevó al poder al
Gral. Don Manuel Robles Pezuela, éste, por designación que hizo el
propio Zuloaga al ser repuesto en su cargo por Miramón, entregó el
puesto, con el carácter de sustituto, al mismo Gral. Don Miguel
Miramón, quien tomó posesión de la Presidencia el día 2 de Febrero
de 1859; mientras que en Guanajuato al Gobernador Chico y Alegre le
había sucedido en el poder, el Gral. Don Ignacio Mora y Villamil, en
Mayo de 1858, y después el Gral. Don Feliciano Liceaga, que por
nombramiento de Miramón, tomó posesión en Julio del mismo año.
Durante todo ese lapso de tiempo, en el cual transcurrió el año de
1858, y después en 1859 y 1860, se recrudeció la sangrienta lucha
entre liberales y conservadores; contienda que en la Historia se ha
llamado la "Guerra de Tres Años", en la que tan pronto eran vencidos
los primeros como los segundos; resultando de allí una situación
verdaderamente anárquica. Jefes de uno y otro partido imponían
contribuciones excesivas y préstamos forzosos, especialmente a la
gente del bando contrario; incendiaban pueblos, destruían templos y
obras de arte antiguo, aprehendían y fusilaban sin formación de causa

208
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

a los enemigos de sus ideas, recurrían a la leva para aumentar sus


ejércitos, y hasta plagiaban a los ricos y a los eclesiásticos tratando de
obtener crecidos rescates.
Como resultado de esa intensa pelea, varias veces pasaron Celaya
y la capital del Estado de unas manos a otras, teniendo que sufrir los
habitantes en tales ocasiones, los consiguientes perjuicios; porque el
odio y las disensiones reinaban hasta en el seno de las familias, y no
era raro ver combatir al padre contra el hijo, ni al hermano contra su
hermano; pues como estaban sobre el tapete de la discusión las
creencias católicas, la lucha asumía el terrible aspecto de una guerra
de religión, en la que se mostraban implacables los partidos en pugna;
(2) siendo tan honda la división entre ambos bandos, que unos a otros
hasta de palabra procuraban ofenderse aplicándose nombres
considerados como denigrantes. A los liberales, sus contrarios los
llamaban: hacheros, tagarnos, colorados, impíos, demagogos y
chinacos; en tanto que a los conservadores, el partido opuesto les
decía: cangrejos, reaccionarios, retrógrados, santuchos y mochos; y
hasta de los mismos colores de la bandera nacional, cada quien había
escogido el suyo, tomando los liberales el rojo, como emblema de su
radicalismo; mientras que los conservadores usaban el verde como
símbolo de la religión que aseguraban defender.
En el año de 1858, Guanajuato había caído dos veces en poder de
los liberales; primero en manos del Gral. Don Manuel García Pueblita,
y luego en las de las fuerzas neoleonesas de los Corls. Arramberri y
Zuazua, siendo otras tantas ocasiones recuperada esa capital por los
conservadores; y el 5 de Enero de 1859, entraban en Celaya las
brigadas liberales o constitucionalistas, de los Grales. Don Miguel
Blanco y Don Esteban Coronado, que perteneciendo a las fuerzas
neoleonesas de Vidaurri, militaban ahora bajo las directas órdenes del
Gral. Degollado; y que habiendo aparecido en el Bajío, desde el 30 de
Diciembre anterior se habían apoderado de Irapuato, en cuya plaza
entraron a saco, robando cuanto había.
Existía el precedente de que Blanco había cooperado en el
espantoso saqueo que sufrió la Catedral de Morelia el año anterior, y
en cuanto a Coronado, uno de sus mismos compañeros de armas,
decía de él lo siguiente: "este malvado merece la horca, y el que le
cuelgue le haría un favor a los que defienden la causa de la libertad: el

209
LUIS VELASCO Y MENDOZA

hombre es un bandido". (3) Así que cuando se supo la proximidad de


esos "chinacos" a Celaya, las familias de recursos salieron para
refugiarse en Querétaro, siguiendo al Prefecto Político, Don Alejandro
Serrano, que por orden superior tuvo que partir también para aquella
ciudad, llevándose a los presos de la cárcel pública, los archivos y la
pequeña fuerza que había de guarnición; mientras los desamparados
vecinos que quedaron en Celaya, enviaban una comisión al encuentro
de la fuerza liberal que se acercaba, para pedirle garantías;
ofreciéndoles en cambio juntar entre toda la población un préstamo
que dejara satisfechas sus exigencias.
Sin resolver nada, a las 12 m. de la fecha antes citada, entraron a
Celaya las tropas de Blanco y Coronado, compuestas por doscientos
cuarenta hombres, haciendo su arribo a la plaza en medio de los
"vivas" que ellos mismos gritaban a la federación y a Nuevo León;
pero el pueblo celayense que por sus ideas les era hostil, no hacía
mucho caso de esos vítores, sino que "armado ocultamente, se
agrupaba en diversos puntos" murmurando; y al anochecer, aparecían
entre los constitucionalistas, "dos soldados muertos, en los
encuentros provocados por el pueblo". (4)
Despreciando el ofrecimiento que se les había hecho, los Grales.
Blanco y Coronado impusieron desde luego un préstamo forzoso de
$10,000.00 pesos a la población; pero tras de muchos esfuerzos sólo
pudieron reunirse $2,800.00, que inmediatamente se entregaron a
los jefes mencionados; y como sus fuerzas corrían el peligro de ser
atacadas por las de los conservadores, que mandadas por el Gral. Don
Tomás Mejía se encontraban en Querétaro, a las 12 de esa noche
desocuparon la plaza, y por diferentes caminos se dirigieron a Santa
Cruz para unirse con otra parte de sus tropas en ese pueblo; tomando
en seguida el rumbo de San Miguel Allende. Con su partida, volvieron
a Celaya las autoridades y las familias que habían huido para
Querétaro; pero como subsistiera la alarma ante la proximidad del
Gral. liberal Don Manuel García Pueblita, el día 11 se envió un propio
a Querétaro para pedirle socorro al Gral. Mejía, y éste envió una
sección de tropas a las órdenes del Corl. Don Felipe Soto, que llegó a
Celaya a las 10 de esa misma noche.
Este oportuno auxilio evitó por entonces que las fuerzas
constitucionalistas de Pueblita entraran a la plaza, pero no se les pudo

210
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

impedir que antes de que llegara el nuevo día se hubieran apoderado


de todos los bueyes, cabras, borregos, cerdos y vacas, pertenecientes a
las haciendas del Rincón de Tamayo, la Noria, Ojo Seco y demás de
las inmediaciones de Celaya, llevándose todo ese ganado para
aprovisionar sus campamentos; y como por entonces hubiera
ordenado el Gral. Degollado una concentración de tropas en el Bajío,
a efecto de formar un ejército respetable que marchara sobre la
ciudad de México, para tratar de distraer la atención del Presidente
Miramón que había salido de la capital a fin de atacar el puerto de
Veracruz poniendo así en peligro la existencia del gobierno liberal, el
28 de Febrero, caía Guanajuato en poder de los jefes
constitucionalistas, Don José Francisco Iniestra y Don José Justo
Álvarez, quienes repusieron en el cargo de Gobernador a Don
Francisco Verduzco nombrado con anterioridad por Arramberri,
mientras que a Celaya entraban, el 8 de Marzo, las fuerzas reforzadas
de Pueblita y el Gral. Don Eutimio Pinzón, en número de cinco mil
hombres.
Cambiaron al Prefecto Político, Don Eusebio de la Herrán, ( 5) que
por renuncia de Serrano había sido nombrado por el gobierno del
Estado, poniendo en su lugar a Don Jesús Medina; y en seguida de
imponer un préstamo forzoso a la población, marcharon sobre
Querétaro que había sido evacuado por las fuerzas conservadoras del
Gral. Mejía; reuniéndose allí con las tropas del Gral. Degollado,
Álvarez, Arteaga, Zaragoza y otros jefes liberales, para emprender el
14 de Mayo, el camino de México, pretendiendo apoderarse de la
capital; a la que amagaron estableciendo sus posiciones en Tacubaya y
Chapultepec, a sabiendas de que a una escasa jornada el ejército
liberal, compuesto ya por un efectivo de seis mil hombres y veinte
piezas de artillería, era seguido por las fuerzas conservadoras de los
Gales. Mejía, Liceaga, del Callejo y Cruz, que no habían podido ser
derrotadas en la hacienda de "Calamanda", cerca de San Juan del Río.
Entre tanto, también Don Leonardo Márquez, a la sazón
Gobernador conservador de Jalisco, Comandante General del Estado,
y jefe del ejército del Norte, se aprestó a salir de Guadalajara para
acudir en auxilio de la amenazada ciudad de México; y tras una rápida
marcha al frente de una columna compuesta por mil doscientos
hombres y nueve cañones, recobraba Guanajuato, el día 28 de Marzo,

211
LUIS VELASCO Y MENDOZA

haciendo huir al gobierno liberal. Repuso allí a la administración


conservadora nombrando Gobernador a Don Manuel Chico y Alegre,
y en seguida siguió su marcha por Celaya y Querétaro, donde también
fueron repuestas las autoridades, llegando el 7 de Abril a la capital,
que ya estaba en estado de defensa, después de haber entrado en su
recinto las tropas de Mejía y demás jefes conservadores, que habían
seguido tras del Gral. Degollado.
A todo esto, el incansable Miramón, después de doce días de
atacar a la plaza de Veracruz, viendo que carecía de artillería de sitio y
de buques para poder bloquear el puerto, y que en sus tropas hacían
grandes estragos el clima y las enfermedades, decidió regresar a la
ciudad de México, tanto más cuanto que ya tenía noticias de que el
ejército de Degollado marchaba sobre la misma capital; así es que
llegaba allí el 10 de Abril de 1859, o sea el mismo día en que el Gral.
Márquez, al frente de las tropas conservadoras, alcanzaba en
Tacubaya un brillante triunfo derrotando a las fuerzas liberales que
comandaba el Gral. Degollado; quien perdió en esa acción de guerra:
treinta y tres piezas de artillería, carros, trenes, todo el parque, y
hasta la casaca y la banda de divisionario, aparte de numerosos
muertos y heridos, más doscientos seis prisioneros.
Márquez manchó su victoria con el fusilamiento de cincuenta y
tres de esos cautivos, que no eran precisamente militares, pues que
también había entre ellos médicos, practicantes de medicina y
algunos particulares de ideas radicales; y mientras los maltrechos
restos de las huestes constitucionalistas emprendían la retirada hacia
el interior, llevando con ellos a Celaya y a Guanajuato, que estaban
nuevamente en su poder, la alarmante noticia del terrible desastre
que habían sufrido en los aledaños de la capital, recibían casi al
mismo tiempo las autoridades la nueva de: que los Estados Unidos
habían reconocido oficialmente al gobierno liberal de Don Benito
Juárez. Con esto, las campanas fueron echadas a vuelo, y tanto en
Celaya como en la capital del Estado, esa demostración de regocijo
resultaba inexplicable para los sorprendidos vecinos, ya que
ignorando lo del reconocimiento, les parecía que los
constitucionalistas en vez de lamentar la derrota padecida por
Degollado, celebraban jubilosamente el triunfo de sus contrarios.

212
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

En tanto que en el resto del país la campaña se seguía


desarrollando con alternativas para uno y otro bando, el Gral.
Márquez al frente de una poderosa División, salió de la ciudad de
México de regreso para Guadalajara, dirigiéndose por Michoacán con
objeto de batir a los liberales que ocupaban a Morelia y a Zamora; y el
14 de Abril, era nuevamente recuperada Celaya por fuerzas
conservadoras que, en número de mil hombres y nueve piezas de
artillería, mandaba el Gral. Don Manuel Hernández. (6) Este jefe
permaneció en la ciudad el tiempo preciso para proporcionarse el
armamento de las compañías auxiliares que se le iban a unir,
partiendo con sus fuerzas a la llegada de la División del Gral. Don
Adrián Woll, que venía a hacer la campaña del Bajío; y el 18 de Mayo,
en el curso de la misma, era ocupada la plaza de Guanajuato por la
brigada del Gral. Don Tomás Mejía, que pertenecía a esa División,
después de que los liberales, al mando del Gral. González Ortega y de
Verduzco, habían saqueado la casa de moneda, llevándose de allí más
de $180,000.00 pesos.
Estos acababan de sufrir un fuerte descalabro en la hacienda de la
Calera, cerca de Irapuato; y después de dispersarlos y perseguirlos, al
regresar a Celaya el Gral. Woll, con parte de su División, el 30 de
Mayo pudo desde aquí rendir un parte lleno de optimismo al Ministro
de la Guerra del Presidente Miramón, para darle cuenta de la
victoriosa campaña desarrollada en el Estado de Guanajuato; del cual
había sido nombrado Gobernador su subordinado, el Gral. Don
Francisco A. Vélez, al mismo tiempo que en la capital del Estado se
reponía a todas las autoridades conservadoras.
En Celaya se hizo otro tanto, volviendo a ocupar el puesto de
Prefecto Político, Don Eusebio de la Herrán, en sustitución de Don
Jesús Medina, que había salido huyendo con las fuerzas liberales; y
tan oportuno cambio en la situación de la ciudad, libró a todos los
eclesiásticos de la misma de ser aprehendidos por Medina, para ser
llevados en rehenes como pasó en Irapuato; pues el Gobernador
Verduzco había enviado esa terminante orden, pero sucedió que ésta
fue interceptada por los conservadores, y a esa feliz circunstancia se
debió el que los sacerdotes y religiosos de Celaya escaparan de ser
llevados prisioneros.

213
LUIS VELASCO Y MENDOZA

En esos días el Gral. Don Manuel Doblado, que desde su rendición


en el pueblo de Romita se había retirado a la vida privada
estableciéndose en la ciudad de México, salió ocultamente de allí para
presentarse el 8 de Mayo, en Guanajuato, a los liberales; y tras de
haberse sujetado en San Luis Potosí a un Consejo de Guerra que, al
juzgarlo por su capitulación de Romita, no solamente lo absolvió sino
que hasta le volvió a dar el nombramiento de Gobernador de
Guanajuato, se dirigió a Zacatecas con objeto de ingresar nuevamente
en el ejército liberal, incorporándose al Gobernador juarista de aquel
Estado, Don Jesús González Ortega, para ayudarlo en la nueva
organización que éste daba a sus fuerzas.
Para entonces, aunque la guerra civil llevaba ya diez y ocho meses,
el gobierno de Juárez, establecido en Veracruz, a pesar de los
apremios de su partido, no se había decidido a expedir las Leyes de
Reforma contenidas en la Constitución de 1857, aplazando una y otra
vez su promulgación, hasta que no pudiendo demorarla por más
tiempo, con fecha 7 de Julio expidió un "Manifiesto" en el que exponía
la serie de modificaciones que se proponía implantar; siendo éstas: la
separación de la Iglesia y el Estado, negando en adelante toda clase de
subsidios para el culto; la supresión de órdenes religiosas, e
incautación de sus conventos; la extinción de Cofradías,
Hermandades y en general toda clase de asociaciones y corporaciones
religiosas, aun cuando estuvieran encargadas de establecimientos de
beneficencia; la nacionalización de bienes de la Iglesia, pasando éstos
a ser propiedad del Estado; la implantación de libertad de cultos, sin
prerrogativas ni preferencias para ninguno de ellos; y el
establecimiento de un registro civil para nacimientos, matrimonios y
defunciones de los habitantes.
Tan radical proyecto levantó una oleada de protestas, aun en
poblaciones que estaban bajo el dominio del gobierno liberal, no
dejando de ser condenado por las autoridades eclesiásticas. Y por su
parte, el Presidente Miramón también lanzó otro "Manifiesto", con
fecha 12 de Julio, que no era sino una exposición franca del carácter
netamente religioso que se había decidido dar a la guerra. Además, en
ese documento se declaraba Miramón: paladín de la Iglesia, pidiendo
la ayuda y la cooperación de todos los habitantes de la República para
la consecución de sus propósitos; y sin dejar de confesar que no

214
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

bastaban los triunfos militares obtenidos hasta entonces para


terminar con la contienda, porque ahora se trataba de una verdadera
lucha de principios, convenía en que se tendrían que llevar a cabo
algunas reformas, para que el país gozara de una completa
reorganización.
Contra viento y marea, Juárez expidió al fin en Veracruz las Leyes
de Reforma, los días 12, 23, 28 y 31 de Julio de 1859, aunque no
llegaron a tener desarrollo y aplicación sino hasta cuando la suerte de
las armas dio el triunfo a los liberales; siendo obra de dos
generaciones, porque su implantación no terminó sino hasta en el año
de 1873. Así es que por entonces la guerra proseguía con más encono
que nunca, y aumentaba la lluvia de protestas contenidas en las
"Cartas Pastorales" del Episcopado nacional, y en la prensa y papeles
impresos que circulaban en toda la República.
Con esto en Celaya se respiraba en aquellos días un ambiente de
expectación y agresividad, porque entre la población cundía el
llamamiento hecho a los católicos para que tomaran parte activa en
una "Guerra Santa" contra los que eran considerados como impíos.
Circulaban declaraciones contrarias a las nuevas leyes, de las
autoridades civiles y religiosas, y de los jefes y oficiales del ejército; y
en los templos los predicadores clamaban en la cátedra sagrada
condenando a los liberales reformistas, que como el Gobernador
González Ortega de Zacatecas, llevaban su celo hasta condenar a
muerte a los sacerdotes y religiosos que de cualquier manera
coadyuvaban a la oposición que se hacía a la Reforma. Así que cuando
en la noche del 1º de Septiembre apareció, entre once y doce, una
Aurora Boreal, fenómeno meteorológico rarísimo en las regiones que
como la de nuestro país se encuentran mucho más cerca del Ecuador
que del Polo, y por lo mismo desconocido de todos los habitantes de la
República, aunque ese meteoro se hubiera ya presentado en el año de
1789 como se ha visto en el primer tomo de esta obra, fue achacado
desde luego en Celaya a castigo divino; y a la vez que causaba general
sorpresa y admiración en los vecinos, al ser despertados por el toque
de rogativa dado en los campanarios y las voces de alarma de los
serenos, los llenaba de espanto y consternación.
La gente, creyendo que era una manifestación de la ira del
Omnipotente, y un castigo del cielo por los desmanes de los liberales,

215
LUIS VELASCO Y MENDOZA

o a que era llegado el fin del mundo, en vez de contemplar el bello


espectáculo luminoso, se arrodillaba en las calles y plazas para
implorar a voz en cuello la misericordia de Dios. Y como el fenómeno
duró visible una hora y se presentaba hacia el Noroeste, suponía la
mayoría y se propagaba la especie, de que Zacatecas había sido
consumida por el fuego celeste en castigo por los desmanes de su
Gobernante; no terminando el pánico y el alboroto sino hasta cuando
el meteoro hubo desaparecido, a pesar de las exhortaciones de
algunos eclesiásticos, como el Padre Zimavilla que tenía a su cargo el
templo del Beaterio, quienes se empeñaban en explicar el fenómeno a
la multitud, con objeto de que éste fuera admirado en toda su
grandiosidad y hermosura.
Para fines de Octubre, las tropas liberales habían conseguido
algunas ventajas en la campaña; y entonces, con fines ulteriores, el
Gral. Degollado dispuso una nueva concentración de tropas en el
Bajío. Lograron reunirse las fuerzas de los Grales. Don José Justo
Álvarez, Don Manuel Doblado, Don Miguel Blanco, Don José María
Arteaga y Don Santiago Tapia; pero como salieron a su encuentro los
conservadores, se tuvo que librar, el día 1º de Noviembre, una
sangrienta batalla en la loma de las Ánimas, cerca de Silao, en la cual
quedaron éstos completamente derrotados, no obstante el denuedo
del Gral. Don Francisco de P. Pacheco; jefe que mandaba el ejército
conservador, y que había sido Gobernador de Guanajuato, en los
tiempos de la Dictadura de Santa Ana.
Con esto, tanto en la capital del Estado, como en Celaya, eran muy
grandes la alarma y la ansiedad, porque las noticias que llegaban del
escenario de la guerra eran sumamente contradictorias, ya que tan
pronto anunciaban la victoria como la derrota de los conservadores; y
como en esos días se celebraba la fiesta de "Todos Santos" en la que se
acostumbraba colocar en la plaza principal y en las afueras de los
templos gran número de puestecillos y vendimias con alfeñiques y
otros dulces: tan encontrados avisos ocasionaban que prontamente se
quitaran o se volvieran a poner las mesitas y los puestos de confitería,
con los consiguientes sustos y carreras de la gente.
Entraron al fin los liberales el día 5 en Guanajuato, donde lanzó
desde luego una Proclama el Gral. Doblado: anunciando a los
habitantes del Estado el triunfo del partido liberal, sincerándolo del

216
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

cargo que se le hacía de ser impío, e incitando al pueblo para que


tomara las armas en su ayuda; (7) y en seguida, el 10 del mismo mes,
se apoderaron de la plaza de Celaya. Desde luego impusieron aquí un
cuantioso préstamo cometiendo grandes atropellos para hacerlo
efectivo porque las arcas de los cotizados estaban ya exhaustas; y
después de reunir un efectivo de 6,000 hombres de todas armas, con
29 piezas de artillería, al que pasó revista el Gral. Doblado en la plaza,
salió el cuerpo de ejército con rumbo a la ciudad de México.
En Apaseo les dio alcance el Gral. Don Santos Degollado, que se
había quedado en Guanajuato; y como para entonces el Presidente
Miramón, que había salido de la capital al encuentro de los liberales,
se encontraba ya en Querétaro; dispuso Degollado que el Corl. Don
Benito Gómez Farías se adelantara hasta esa ciudad para proponerle a
Miramón celebrar una conferencia con objeto de ver si era posible que
en ella el Presidente conservador reconociera el orden constitucional,
evitándose con ese paso el derramamiento de sangre.
Audazmente aprovechó Miramón la oportunidad que se le
brindaba, para ganar tiempo; y, aceptando tener la entrevista con
Degollado, mientras la aplazaba para el día siguiente, hacía entre
tanto salir de Querétaro varios tiros de mulas con el fin de activar la
traslación de la artillería que venía de la capital, y apremiaba al Gral.
Woll, que se hallaba ya en camino desde Zacatecas, para que
apresurara su marcha y se le uniera. Con esto, aunque tuvo efecto la
conferencia en la fecha fijada, como era de esperarse en ella no
llegaron a ningún resultado satisfactorio los dos caudillos; y el temido
encuentro de las fuerzas antagónicas se consumó el día 11 de
Noviembre, en la Estancia de las Vacas, a menos de dos leguas de
Querétaro, trabándose entonces una enconada batalla que se
prolongó por espacio de cuatro horas; después de cuyo tiempo
quedaron completamente derrotados los liberales, no obstante las
repetidas cargas de sus fuerzas. En la acción sufrieron la pérdida de
seiscientas bajas, consistentes en doscientos sesenta muertos y
cuatrocientos prisioneros; además de treinta cañones, cuarenta y tres
carros de parque, veinte transportes y quinientos fusiles, que pasaron
a poder de los conservadores.
La desbandada fue completa y solamente el Gral. en Jefe,
Degollado, con sus ayudantes: el Corl. Quiroga y el Tte. de la Parra,

217
LUIS VELASCO Y MENDOZA

con otros tres o cuatro oficiales, llevando la pistola amartillada y en


guardia, cubrieron la retaguardia pretendiendo contener el desorden
y la deserción; siendo una fortuna para ellos que la caballería de los
conservadores casi no tuviera parque, porque aunque los persiguieron
tenazmente hasta Celaya, la falta de proyectiles hizo que no se
registrara sino una que otra víctima entre los fugitivos que iban
quedando rezagados o dispersos.
Ya en Celaya, el ejército en derrota fue atacado por el pueblo y por
los elementos de la población que encontraron la oportunidad de
vengar sus agravios; ya que en todas las diferentes ocasiones que cayó
la plaza en poder de los liberales, habían tenido los habitantes que
sufrir infinidad de ultrajes, muchos atropellos y exacciones. Ante ese
ataque imprevisto tuvo que salir huyendo casi solo, por el rumbo de
Cortazar, el Gral. y Lic. Don Manuel Doblado, para dirigirse a
Morelia; (8) y aunque después el Gral. Degollado, en el "parte" que
con fecha 18 de Noviembre, rindió desde San Luis Potosí a la
superioridad al dar cuenta de esos hechos se desahoga aplicándoles
duros calificativos a los celayenses, a continuación no dejo de insertar
un interesante párrafo del mismo documento para que se vea el grado
tan grande de exaltación a que, tanto en palabras como en obras,
habían llegado uno y otro de los bandos contendientes en su
enconada lucha. Dice así: "En Celaya nos esperaba otro peligro. Los
sicarios fanáticos que veían una ocasión de cometer los más cobardes
asesinatos a mansalva sobre millares de hombres que trataban sólo de
ponerse a salvo, nos hicieron un fuego mortífero al atravesar la
ciudad, ametrallándonos con un pequeño cañón que allí quedó
abandonado. Estos infames instrumentos del clero, asestaron sobre
mí una descarga que dejó acribillado el marco de una puerta donde
me paré a dar algunas órdenes; mas el cielo dejó burladas sus
tentativas sanguinarias, y los que me rodeaban y yo salimos sanos y
salvos fuera de la ciudad, aunque perseguidos de cerca por los caribes
de Celaya hasta el Huaje". (9)
A pesar de los cargos del Gral. Degollado, la población dio
muestras de generosidad con los liberales que fueron traídos heridos
a Celaya después de la batalla de la Estancia de las Vacas; como se vio
en el caso del Gral. Don José Justo Álvarez, quien fue tratado en la
ciudad con toda clase de atenciones; y cuando se le amputó una

218
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

pierna, fue cortésmente visitado por el Gral. conservador Don Tomás


Mejía, que había llegado a la plaza con las fuerzas del Presidente
Miramón. Así, que en todo caso, la población lejos de poseer instintos
de caribe, como asienta Degollado, demostraba que podía haber
rasgos de caballerosidad en medio de la exaltación en que se agitaban
las pasiones políticas; y por otra parte, la gente de Degollado estaba
en estado de defenderse, porque él mismo confiesa que eran
"millares" los hombres que trataban de ponerse a salvo; lo que les
daba posibilidad, por su número, de luchar con ventaja, ya que todos
ellos eran soldados de línea.
De Celaya, sin perder tiempo se dirigió Miramón en diligencia a
Guadalajara, después de haber dictado varias disposiciones en
consonancia con la nueva situación que había creado la victoria de la
Estancia de las Vacas; como fue dar nuevas órdenes sobre las
operaciones que, en el Bajío, debería de emprender el Gral. Woll;
hacer el nombramiento de Comandante del Departamento de Celaya,
en la persona del Gral. Don José María Alfaro; designando con el
mismo carácter al Gral. Don Francisco Sánchez, en León, y para San
Miguel Allende, al General Abella; mientras que al Gral. Don
Feliciano Liceaga, le encomendaba el mando como Gobernador de
Guanajuato, en sustitución de Don Ignacio Fernández y de los Grales.
Don Manuel Hernández y Don Severo del Castillo; quienes lo habían
ejercido interinamente, después de haberlo dejado por necesidades
del servicio en campaña: el Gral. Don Francisco A. Vélez.
A principios de Enero de 1860, volvió el Presidente Miramón a la
capital después de haber pasado algún tiempo en Jalisco, ocupado en
activar la campaña por aquel rumbo; y en seguida de su arribo
preparó una nueva expedición contra el puerto de Veracruz, donde
Juárez, rodeado de los más distinguidos miembros del gobierno
liberal, continuaba dictando Leyes y gobernando a la República en
aquellos lugares que estaban ocupados por sus fuerzas. Al efecto,
Miramón, para obtener ahora éxito en su empresa, ordenó que se
comprase en la Habana una escuadrilla que debería cooperar en el
ataque a Veracruz; pero sus planes fueron desbaratados por Juárez,
quien se valió de la escuadra americana surta en el puerto para que
aprehendiera a los barcos del gobierno conservador, inculpándolos el
Comandante americano, Mr. Turner, de ser buques piratas; acto que

219
LUIS VELASCO Y MENDOZA

en realidad constituyó una intervención armada de los americanos en


favor del partido liberal.
Ya el mes anterior, se había formulado un antipatriótico y
peligroso tratado entre el Ministro de Relaciones juarista, Don
Melchor Ocampo, y el Ministro americano Mr. Mac Lane, que
concedía a los Estados Unidos el derecho de tránsito a través del
istmo de Tehuantepec, permitiendo usar fuerzas americanas para
mayor seguridad de las rutas; les otorgaba a sus ciudadanos libertad
religiosa, franquicias de comercio y paso libre de derechos a sus
mercancías, con otras prerrogativas y privilegios; a cambio de cuatro
millones de pesos que le serían entregados al gobierno de Juárez.
Afortunadamente ese tratado no llegó a pasar de proyecto, pues por
inconvenientes fundamentales en las leyes del país, fue rechazado por
el Senado americano.
A pesar de la captura de sus barcos, el Gral. Presidente Miramón,
intimó la rendición de Veracruz y luego se empeñó en atacar la plaza;
pero como no pudo tomarla, se vio obligado a retirarse el 21 de Marzo,
rumbo a México, de donde tuvo que salir al poco tiempo para el
interior, con objeto de auxiliar a la guarnición de Guadalajara, cuya
ciudad había sido atacada por el Gral. López Uraga; e intensificar la
campaña conservadora en los Estados del centro, en donde ahora
parecía que tomaban incremento las fuerzas liberales, principalmente
las que mandaban los Grales. Degollado, Doblado, Berriozábal,
Zaragoza y González Ortega; tanto que el 17 de Mayo, el Gral. Don
Felipe Berriozábal, atacó y tomó a Celaya, después de tres horas de
intenso combate.
Tan tenaz resistencia, en la que fue muerto a pedradas Don Roque
Monroy, segundo del Jefe liberal que atacaba a Celaya, la habían
hecho los denodados vecinos, porque el Gral. Alfaro, Comandante de
la plaza, había salido con sus fuerzas en auxilio de la capital del
Estado que había caído en poder del Corl. liberal Don Florencio
Antillón; con esto, cuando los constitucionalistas entraron en Celaya,
hicieron víctima al vecindario de toda clase de excesos. Abrieron a
hachazos el portón de la Prefectura y se llevaron de allí las mazas del
Ayuntamiento, que existían desde los tiempos coloniales, y que eran
de plata maciza y exquisito labrado. De la fábrica de hilados de
"Zempoala", no obstante estar amparada bajo las banderas inglesa y

220
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

americana, extrajeron paños por valor de $8,000.00 pesos, que


después se expendían para su venta en Maravatío. Descerrajaron las
puertas de las tiendas de la plaza y se llevaron incontables
mercancías. Varias casas particulares fueron saqueadas, entre ellas la
de Don Matías Rico, a quien luego asesinaron en la calle; y aquellas en
las que se hospedaron jefes y oficiales, sufrieron la desaparición de
ropa, trastos y alhajas. Se llevaron sesenta buenos caballos de los
domicilios particulares, y todas las semillas almacenadas en el
Diezmo; además de que dejaron limpias de caballos y cereales a todas
las haciendas inmediatas, y exigieron un préstamo forzoso de
$20,000.00 pesos, llevándose de leva a cerca de trescientos hombres
del pueblo bajo. (10)
Diez días estuvo la ciudad en poder de las fuerzas de Berriozábal,
y el 28 salieron éstas de Celaya, porque supieron que se acercaba el
Gral. Presidente, Don Miguel Miramón, con su ejército; pero el 20 de
Junio, a las tres de la tarde, nuevamente se entregó la plaza en poder
del Gral. Don Manuel García Pueblita, después de haberse retirado la
pequeña guarnición que había quedado, y mediante la promesa del
Jefe liberal, de que serían respetadas las vidas y las propiedades de los
vecinos. Mas a pesar del ofrecimiento, fue impuesto a la población un
préstamo forzoso de $15,000.00 pesos, del cual solamente se
pudieron reunir $2,500.00; se aprehendió al Padre Comendador de la
Merced, para pedirle un rescate de $200.00 y fueron requisados
treinta caballos del vecindario; retirándose los liberales a las siete de
la mañana del día 2 de Julio, no sin llevarse también a ciento
cincuenta hombres de leva, los libros de la biblioteca del convento de
San Agustín; y hasta las campanas del mismo templo, para
convertirlas posteriormente en moneda de cobre. (11)
Todavía el 28 de Julio volvió a ser atacada Celaya por las fuerzas
del Gral. Berriozábal, y aunque lograron entrar en la plaza al día
siguiente, porque el Comandante interino de la guarnición, Don
Longinos Rivera, la evacuó llevándose para Querétaro a la pequeña
fuerza con que contaba, tuvieron que salir violentamente los liberales
el día 30, ante el irresistible ataque del Gral. Alfaro, que llegaba a
marchas forzadas desde Irapuato; y no contento este Jefe con haber
salvado a la población de nuevas exacciones, salió en seguimiento de
la gente de Berriozábal, dispersándola por completo. (12)

221
LUIS VELASCO Y MENDOZA

Mientras tenían lugar todos estos acontecimientos en Celaya, las


tropas liberales de los Grales. González Ortega, Zaragoza, Doblado y
Gómez Llata, se habían estado reconcentrando en el Bajío; y una vez
unidas no vacilaron en atacar a Miramón, que con sus fuerzas y las de
los Grales. Mejía, Pacheco, Hernández y otros jefes se encontraban en
Silao. La batalla tuvo lugar al amanecer del 10 de Agosto, a la salida
de aquel pueblo, en la loma de las Ánimas donde ya habían sido
derrotados los conservadores en Noviembre de 1859; y en esta
ocasión, como en la anterior, fueron éstos vencidos en forma
desastrosa por los liberales, perdiendo enteramente la infantería y los
artilleros con todas sus piezas. La mortandad fue terrible cuando ya
los conservadores no oponían ninguna resistencia; pereciendo la
mayor parte de las víctimas, entre las que se contaron los Grales. Don
Francisco de P. Pacheco y Don Manuel Hernández, a lanzadas y
ametrallados por los cañones. (13)
Los dispersos, y con ellos el Presidente Miramón y los Grales.
Alfaro, Mejía, Cuevas, Sánchez, Serratos, Cruz y Herrera, fueron
perseguidos hasta Irapuato; y por Celaya solamente pasaron de huida,
sembrando el espanto y la consternación entre los habitantes que se
apercibieron a recibir a los vencedores. Mas tampoco éstos se
detuvieron en la ciudad, sino que siguieron hasta Querétaro, donde el
Gral. en Jefe: González Ortega, antes de seguir adelante para
emprender el ataque de la capital, determinó retroceder para
apoderarse de Guadalajara; como en efecto lo consiguió con la
cooperación de las fuerzas de Guanajuato, al mando del Gral.
Doblado, y las de los demás jefes liberales que operaban en la región,
después de la victoria de Calderón en la que Zaragoza venció al Gral.
Márquez; y en seguida, ya reforzada y muy bien equipada su División,
dispuso la marcha del ejército sobre la ciudad de México.
En Guanajuato, donde había sido restablecido el gobierno
juarista, después de la ocupación de la capital por las tropas liberales
del Gral. Doblado, a raíz del triunfo de Silao, había vuelto este Jefe a
ocupar el cargo de Gobernador del Estado; mientras que Celaya,
arruinada y semidestruida, trataba de normalizar su situación, ahora
nuevamente bajo la administración del Jefe Político, Don Jesús
Medina, quien fue repuesto en su cargo; pues como se recordará, en el
año de 59 había sido nombrado por los liberales para ejercer ese

222
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

empleo; y en aquel entonces lo había tenido que abandonar para salir


huyendo cuando la plaza fue recobrada por los conservadores.
OBRAS CONSULTADAS:

1.- "Benito Juárez. Su vida y su Obra". Rafael de Zayas Enríquez.


2.- "Historia de México". Tomo III. Alfonso Toro.
3.- "Memorias de la Guerra de Reforma". Manuel Valdés.
4.- "La Sociedad". No. 382 del 18 de Enero de 1859.
5.- "La Sociedad". No. 393 del 31 de Enero de 1859.
6.- "La Sociedad". No. 477 del 24 de Abril de 1859.
7.- Véase la "Proclama" en el Apéndice de este tomo.
8.- "Memorias", Manuel Balbontín.
9.- "Documentos Inéditos o muy raros para la Historia de México". Tomo XI.
Don Santos Degollado: sus manifiestos, Campañas, etc. Genaro García.
10.- "El Diario de Avisos". No. 134 del 5 de Junio de 1860.
11.- "El Diario de Avisos". No. 162 del 7 de Julio de 1860.
12.- "El Diario de Avisos". Nos. 186, 187, 188, 189 y 190 del 4, 5, 6, 7 y 8 de
Agosto de 1860.
13.- "La Guerra de Tres Años". Manuel Cambre.

223
LUIS VELASCO Y MENDOZA

CONCLUSIÓN

Aunque las primeras determinaciones del Gral. y Lic. Don Manuel


Doblado, como Gobernador de Guanajuato, fueron las de restañar las
heridas causadas por la prolongada contienda entre liberales y
conservadores, poniendo orden en todo el Estado, a cuyo efecto lo
primero que hizo fue retirar las facultades que tenían los jefes de las
fuerzas para imponer préstamos forzosos, mientras que atendía
también a la inmensa labor de restablecer el régimen político y
constitucional dictando al respecto atinadas disposiciones, no dejaban
sin embargo muchas de las poblaciones del mismo Estado de
presentar un cuadro bastante lastimoso por la situación a que habían
quedado reducidas; y entre ellas, Celaya era una de las que más tenía
que lamentar los efectos desastrosos de los odios y rencillas de los
partidos que habían pugnado por abatir a sus contrarios.
La ciudad, después de tres años de guerra, presentaba por todas
partes la huella de los combates librados en su recinto, y los efectos de
la ruina y la desolación. Sus calles mostraban las señales del
abandono en que las había tenido el Honorable Ayuntamiento:
estaban sucias, mal olientes y en muchas partes obstruido el paso por
parapetos y enormes fosos; los campanarios y cúpulas de los templos,
acribillados por la metralla, al grado que la torre del Carmen casi se
estaba desplomando, en tanto que a la de San Agustín, despojada de
sus campanas, le habían sido mutiladas las estatuas que la adornaban
y que eran obra de Tresguerras; los conventos convertidos en
cuarteles, con montones de estiércol y de basuras, y con muchas de
sus paredes arruinadas por el efecto de las bombas; muchas casas
destruidas por el incendio, a cañonazos, o a causa de obras militares
de defensa; y por último, la miseria y el tifo reinando en todo su
apogeo.
Sin embargo, poco a poco se fue remediando tanto estrago y tanto
mal. Al par que la epidemia decrecía, algo renació la agricultura y con
ella el bienestar público; se fueron reparando lentamente los daños
materiales con el concurso de las nuevas autoridades que se
empeñaban en congraciarse con el vecindario; y aunque de nuevo
unos cuantos días volvió Celaya a caer en poder de los conservadores,

224
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

cuando éstos a las órdenes de los Grales. Don Leonardo Márquez y


Don Francisco A. Vélez habían pasado por el Estado procedentes de la
capital tratando de auxiliar a Guadalajara, nada hubo ya de anormal
durante el tiempo que bajo el mando del Comandante conservador
Corl. Ibarguren, permaneció la plaza; y cuando volvieron a pasar por
la ciudad el grueso de las tropas liberales, de los Grales. González
Ortega, Zaragoza, Berriozábal, Álvarez, Valle, Arramberri, Antillón,
Lamadrid y otros más, que iban ahora sobre la capital, no causó su
gente daños a la población, ni se tuvieron que lamentar ninguna clase
de atropellos ni exacciones.
Para entonces ya se habían puesto en vigor en la ciudad las "Leyes
de Reforma", desde el 6 de Septiembre, en que por Bando solemne se
habían promulgado en todo el Estado de Guanajuato; con esto, los
pocos religiosos que aún permanecían en sus conventos, porque
muchos los habían abandonado de antemano en vista de las
circunstancias que prevalecían, fueron obligados a desalojarlos; para
que quedaran los edificios a disposición del gobierno federal, y éste
pudiera proceder a su venta. Hubo con ese motivo algunos conatos de
desorden, debido a que la gente no podía ver con buenos ojos que se
ofendiera a los religiosos arrojándolos de sus casas; pero hubo que
resignarse, tanto porque con los sufrimientos pasados los vecinos no
tenían mucho ánimo para oponerse, como porque consideraban que
la medida puesta en práctica no tenía apelación, al contar con la
firmeza que le daba la Constitución.
Así es que tuvieron que salir de Celaya varones tan respetables por
su edad y sus virtudes, como Fray Mariano Arévalo, Guardián de San
Francisco; Fray Crescencio de Jesús María, Prior del Carmen; y Fray
Francisco Avecilla, Comendador de la Merced; quienes se vieron en la
necesidad de dejar sus templos, con excepción de San Francisco,
cerrados y en poder de seglares, porque aunque se tenía el permiso
del gobierno civil para que fueran entregados al Párroco de la ciudad y
permanecieran abiertos al culto, no contaba éste con la autorización
del Diocesano para poderlos recibir. En cuanto a San Agustín, ya
desde que fue profanado y robado por la gente del Gral. García
Pueblita, permanecía cerrado, y desde entonces habían partido todos
sus religiosos.

225
LUIS VELASCO Y MENDOZA

Mientras que en Celaya ocurrían todas estas cosas, en la ciudad de


México el Presidente Miramón se esforzaba por allegar elementos
para proseguir la lucha, a pesar de que su causa se encontraba en
decadencia, pues que para los primeros días del mes de Noviembre
del año que iba corriendo, había perdido ya las plazas de Oaxaca,
Toluca, Guadalajara, Querétaro, Guanajuato, Aguascalientes, San Luis
Potosí, Zacatecas y otras muchas poblaciones de importancia; y como
con esto le fueran escaseando más y más los recursos, para poner
remedio a su estrecha situación contrajo préstamos ruinosos, incautó
fondos pertenecientes a súbditos ingleses que estaban depositados en
la Legación Británica, y dictó medidas arrebatadas tratando con rigor
a las poblaciones sujetas a su gobierno, con lo que solamente logró
que se aumentara el número de desafectos a la causa que defendía.
Pudo sin embargo, usando de esos medios, organizar un nuevo
ejército de ocho mil hombres y treinta cañones, con el cual marchó
sobre Toluca, de la que se apoderó por sorpresa el 9 de Diciembre,
cogiendo entonces mil trescientos prisioneros, entre los que se
encontraron: El Gral. Don Santos Degollado, que a la sazón había sido
despojado de la jefatura del ejército liberal y del mando de tropas por
haber propuesto un plan de transacción con los conservadores, y el
Gral. Don Felipe Berriozábal, que fungía como jefe de la plaza, con los
Corles. Gómez Farías y Paz, y otros muchos oficiales; y en seguida,
procediendo con la actividad en él acostumbrada, se dirigió al
encuentro de las tropas liberales que mandadas por González Ortega,
marchaban escalonadas desde Irapuato, Salamanca, Celaya, Apaseo y
Querétaro, sobre la ciudad de México.
Al amanecer del 22 de Diciembre, se avistaron los ejércitos
enemigos en el pueblo de San Miguel Calpulalpan; y a las ocho de la
mañana, Miramón inició el combate ordenando que cargara la
caballería; pero como en gran parte estaba ésta formada por soldados
bisoños o reclutados por medio de la leva, un gran número de ellos se
pasó al enemigo, y el resto tuvo que volver grupas ante el nutrido
cañoneo que el mismo había desatado. Con alternativas siguió la
batalla hasta poco después de las diez de la mañana, en que los
liberales alcanzaron la victoria, tras una brillante carga de caballería
que dirigió personalmente el Gral. en Jefe, González Ortega; por lo
cual Miramón, con unos cuantos hombres, regresó violentamente a la

226
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

capital llevando con él la noticia de su derrota, mientras dejaba en


poder de los vencedores: tres mil prisioneros, toda la artillería, su
coche de viaje y gran cantidad de armamento y municiones.
Tanto habían tenido que padecer los habitantes de Celaya de parte
de los jefes que militaban en las filas constitucionalistas o liberales,
durante el tiempo que llevaban de luchar con los conservadores, que
ahora cuando supieron que en la batalla de Calpulalpan había sido
definitivamente vencido el Gral. Miramón y con él los principios en
ellos tan arraigados que el mismo caudillo defendía, no se oían sino
lamentaciones entre las diferentes clases de la sociedad, a despecho
de las autoridades que entonces regían sus destinos; sobre todo entre
la gente acomodada que, por sus ideas y posición, era la que más tenía
que sufrir en sus personas y en sus intereses.
La confianza habría renacido en la población, consiguiéndose
hasta el olvido de lo pasado, si se hubiera seguido la actitud
conciliadora que asumió el Gral. en Jefe del Ejército Liberal, una vez
que entró triunfante en la capital de la República; y tal cosa se
presumía al ver que no pocos de los miembros del partido vencedor,
guiándose por el interesante "Manifiesto" que el mismo Gral.
González Ortega había publicado después de conseguir la victoria,
seguían la conducta que éste les trazaba "otorgando garantías y
protección a los vencidos, sin ejercer ni satisfacer venganzas"; pero,
desgraciadamente esa línea de conducta no fue autorizada ni mucho
menos observada por el Presidente Don Benito Juárez, cuando
después de haber dejado a Veracruz, entró en la capital de la
República con los honores del triunfo, e instaló allí nuevamente su
gobierno.
Porque desde luego manifestó su intransigencia, comenzando a
dictar decretos, reglamentos y circulares que tendían principalmente
a atacar a la Iglesia Católica, explotándose la idea calumniosamente
lanzada por la revolución de Ayutla: de que el clero era el autor del
movimiento de Tacubaya y el sostenedor de la contienda que había
durado tres años; atacándose también a la clase culta, ilustrada o rica
de la Nación, porque se le acusaba de ser aliada del mismo clero y de
ser opresora del pueblo bajo, al que decían que explotaba para
enriquecerse a costa de su trabajo; y por último, la clase social que
tuvo que sufrir consecuencias desastrosas fue el ejército, porque se

227
LUIS VELASCO Y MENDOZA

dio de baja a todos los Oficiales y Generales que sirvieron al gobierno


conservador, y se les llamó traidores, acompañando esta acusación,
de burlas, sarcasmos, ironías y sátiras, que herían hondamente la
dignidad militar.
Esa política dio por resultado que la población del país se viera
aun más dividida que antes de la guerra que acababa de pasar,
mostrándose latente ese distanciamiento entre el gobierno y una
inmensa mayoría de los gobernados, porque como se ha visto, lejos de
seguir aquél una actitud tolerante y protectora que armonizara e
hiciera olvidar la pugna que había existido entre las ideas haciendo
nacer para el régimen la adhesión y el cariño de los ciudadanos,
solamente trató de satisfacer y halagar los instintos y las pasiones de
algunos de los miembros del partido triunfante, procurando
perjudicar, insultar, humillar e imponer su credo a los vencidos.
De allí vino que, a pesar de haber concluido la administración
conservadora del Gral. Miramón con la huida de este jefe al
extranjero, muchos de los militares degradados volvieran a lanzarse a
la revuelta; encontrando elementos desafectos que desde luego fueron
a engrosar sus filas; y que en las poblaciones esa rebeldía encontrara
simpatizadores, porque los habitantes ante el sesgo que tomaban las
cosas, siguieron mostrándose decididos partidarios de los
conservadores, o de los liberales, según fuera el ideal o la
conveniencia de los individuos. Y si posteriormente tales elementos se
adhirieron a la causa del Imperio cuando éste se fundó, en mucho se
debió a la falta de tolerancia y garantías de parte de las autoridades
liberales; y a que con motivo de la anarquía reinante y ante la
desesperanza de que el sistema republicano fuera capaz de hacer la
felicidad de la Nación, en muchas conciencias había echado hondas
raíces la proposición que en el año de 1840 había lanzado a la
publicidad el ex-Ministro Don José María Gutiérrez de Estrada, para
que fuera restablecido en el país el régimen Monárquico; creyendo
que esa forma de gobierno era inmejorable, y que el prestigio y la
fortaleza de ese mismo régimen pondrían fin al desbarajuste,
protegerían las creencias de los habitantes respetando a su religión y a
sus ministros, y acabarían con la codicia por llegar al poder, de tantos
hombres que dedicados a la política, hasta entonces sólo habían
hecho una labor negativa, llevando al desastre a la Nación.

228
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

Consecuentemente, aquel estado de antagonismo y desconfianza


había alcanzado siempre a Celaya, y entre sus habitantes existía de
hecho la división originada por los partidos contendientes; tanto que
entre las filas liberales no dejaron de militar desde el principio de la
lucha algunos hijos de la ciudad, y en tal forma hasta un conocido
vecino de la misma que se consideraba como celayense, o sea Don
Florencio Antillón, una vez que terminó la "Guerra de Tres Años" fue
premiado por el gobierno federal, debido a los méritos que adquirió
en la campaña, con el grado de General de Brigada, y por la
administración de Guanajuato: con una espada de honor y una
medalla de oro; mientras que entre los conservadores, eran también
varios los celayenses íntegros y de valer que defendían su ideal, como
Don Antonio Gayón, descendiente de una antigua y honorable familia
de la localidad, que también llegó a ostentar el grado de General de
División.
Las revoluciones, y sobre todo la última, a pesar de las exacciones
y de la pérdida de vidas, alcanzaron en medio de esos males hacer
evolucionar las costumbres de los habitantes de Celaya, consiguiendo
que con el cambio se acabara en ellos para siempre el carácter
campirano y sencillo de los tiempos coloniales; pero aunque se logró
encausar su vida hacia el progreso, también es cierto que mucho se
perdió en la emotividad y tradicionalismo de la población, pues la
lucha sectaria al acabar entre otras cosas, con las celebraciones
religiosas que antaño habían constituido el gozo del vecindario, borró
con su supresión una de las características que habían sido más
notables en la existencia de la ciudad, en parte por la divergencia de
ideas que brotó hasta en el seno de las familias, y en parte por la dura
represión de las nuevas autoridades, que se mostraban cada vez más
celosas por hacer efectivos los preceptos reformistas de la
Constitución del año de 57; por cuya razón hasta el desfile de carros
alegóricos que, desde el año de 1840, se venía acostumbrando sacar
en la Navidad, había perdido mucho en su presentación y lucimiento;
y ya ni los indios organizaban tampoco aquellos ruidosos festejos que
en otros tiempos preparaban en la solemnidad de la Santa Cruz, en las
de sus Santos patrones y cuando las Juras de los Reyes, pues que
habiendo sido muchos de ellos obligados a ingresar en los ejércitos
contendientes, volvieron en su mayoría al hogar, ya con nuevos

229
LUIS VELASCO Y MENDOZA

hábitos y manera de ser, que adquirieron en tierras extrañas y en la


vida de los campamentos.
La pompa y la magnificencia que, antes de la expedición de las
nuevas leyes, se acostumbraban desplegar en el culto externo, habían
terminado para siempre con la supresión del mismo. Ya no se veían
más aquellas típicas procesiones del "Corpus", en que se cubrían las
calles de su recorrido con una larga vela de lona, en tanto que todas
las calles del tránsito estaban adornadas con flores, espejos, cortinas,
esferitas de colores, guías de follaje y ricos tápalos de burato, para que
por allí pasara bajo palio: la Custodia con el Sacramento, que era
llevada en manos del Señor Cura de la ciudad y acompañada por
todos los clérigos y religiosos de las diferentes órdenes, a las que
seguía el Honorable Ayuntamiento entre mazas y luciendo sus
mejores trajes; ni la procesión del "Viernes de Dolores", en que se
sacaba en andas, de la iglesia de la Compañía, a la hermosa escultura
de la Santísima Virgen que allí se venera; ni la del Señor de la Piedad,
que salía el Miércoles de la "Semana Mayor" en hombros de los
principales vecinos; ni la del "Viernes Santo", en que el Padre Prior
del Carmen iba descalzo, coronado de espinas y llevando una gran
Cruz a cuestas; ni tampoco las muy solemnes de Nuestra Señora del
Carmen y la Purísima Concepción, Patrona esta última de la ciudad,
en la que los celayenses derrochaban todo el lujo y ostentación de que
eran capaces, con tal de dar mayor brillo y lucimiento al ordenado
desfile en que era conducida sobre ricas andas la taumaturga imagen
de la Santísima Virgen María, que por generaciones y desde que se
había fundado la población, recibía las manifestaciones del amor y
reconocimiento que le ofrendaban los celayenses por las gracias y las
mercedes que, según su leal entender, abundantemente les concedía.
Como un contraste, ahora eran habituales las diversiones
profanas, entre las que habían llegado a alcanzar un auge muy grande
las corridas de toros, ya que existían temporadas en que la lidia de
reses bravas llenaba a satisfacción el deseo de recreación de los
habitantes; aparte de que también se había desarrollado la afición por
el teatro, representándose a menudo en los jacalones o antiguos
"coligallos" que existían en la ciudad (porque todavía el teatro
"Cortazar" seguía construyéndose) comedias y piezas musicales, por
las compañías de cómicos que recorrían las plazas del país, o por

230
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

aficionados que, disponiendo de tiempo, tenían por distracción lucir


sus facultades escénicas; y no dejaban de improvisarse muy a menudo
bailes y saraos, que eran indispensables en los casamientos o en la
celebración de cualesquier acontecimiento de excepcional
importancia.
En la indumentaria de las personas se había efectuado una
ventajosa transformación, pues ya no se notaba aquella diferencia
entre los trajes que portaba la gente de la alta clase, y los que usaba la
media de la sociedad, como era costumbre en las postrimerías del
Virreinato; porque debido a las nuevas ideas de igualitarismo, se
había llegado a nivelar el uso en el vestir, siguiendo las modas que
imperaban en la capital de la República; y únicamente el pueblo bajo,
era el que conservaba todavía la misma vestimenta con que se cubría
en los años anteriores a la Independencia.
En cambio, la modificación lograda en los usos y costumbres de
los habitantes de Celaya, era contraproducente en lo que a su
ilustración se refería; ya que lejos de avanzar, al presente se tenía que
lamentar un sensible atraso en la enseñanza, debido a que con motivo
de las mudanzas políticas y los trastornos que tantas revoluciones
habían traído consigo aparejados, los centros educativos en lugar de
aumentar habían disminuido y casi no existían; pues como se
recordará: el magnífico colegio de la "Compañía de Jesús" no se había
vuelto a reabrir, y la "Real y Pontificia Universidad" de los religiosos
de San Francisco, había desaparecido desde los años en que se desató
la guerra de Independencia. Y a pesar de que posteriormente el
gobierno civil hizo tentativas para darle nueva vida, acondicionando
el abandonado edificio para establecer en él un colegio que se llamó
"del Estado", no pudo éste funcionar sino por temporadas, y para la
época de que me ocupo, aunque con el nombre de "Colegio de la
Purísima", había vuelto a poder de los Franciscanos, ante la situación
creada por las Leyes de Reforma se había tenido nuevamente que
clausurar al dejar su dirección los religiosos, y ahora la autoridad
municipal estaba tratando de reorganizar el plantel, para reanudar en
él los estudios que al presente estaban por completo abandonados.
La industria tampoco había salido favorecida después de tantos
trastornos, pues si bien es cierto que los pequeños "obrajes" que
existían en Celaya desde antes de la Independencia (en los que

231
LUIS VELASCO Y MENDOZA

solamente se elaboraban con lana: frazadas, jerga y shomites,


mientras que con algodón se tejían: rebozos, manta y variada), en
gran parte habían sido reemplazados ventajosamente con el moderno
centro de producción que, con el nombre de: "Fábrica de paños de
Zempoala", fundó en la ciudad Don Lucas Alamán; y que estando
como estaba esta factoría, habilitada con maquinaria moderna y con
todos los adelantos conocidos por su fundador en el curso de las
visitas que él mismo hizo a Inglaterra, innegablemente tuvo, durante
el tiempo que había venido funcionando, períodos de florecimiento y
de prosperidad que de manera efectiva influyeron en la economía de
la ciudad; para la época que vengo reseñando estaba
desgraciadamente en receso, porque a causa de la "Guerra de Tres
Años" resintió pérdidas de gran cuantía, que habían ocasionado su
decadencia; y al no poderse reparar el daño sufrido, porque hasta las
materias primas escaseaban, no estaba ya lejano el día en que se
cerraran definitivamente sus puertas por la incosteabilidad del
negocio, cuando éste pasó a depender de nuevos dueños.
El estado del comercio en esos tiempos no era menos lamentable;
pues la paralización en las transacciones se había acentuado a tal
punto, que casi no se advertían síntomas de vida comercial, y los
individuos que se dedicaban a la compra y venta de mercancías,
languidecían en sus establecimientos, pues parecía que todas las
calamidades habíanse conjurado en su contra. Así que aunque ya
desde la época de la guerra de Independencia no se conocía en Celaya
el bienestar positivo, debido a las contiendas políticas y al desorden
administrativo que desde aquel entonces prevalecía, se puede decir:
que con algunas excepciones de corta duración, jamás los
comerciantes de la ciudad habían atravesado, como ahora, por tan
difícil situación, y, después de las exacciones que en su contra se
habían cometido, se encontraban, sin hipérbole alguna, al borde del
abismo en que, con ellos, habrían quizá de perecer una vez más el
acomodo y los adelantos que con tanto trabajo se habían logrado,
fracasando quizá hasta el porvenir de la propia administración,
porque con tal estado de cosas necesariamente las recaudaciones
fiscales habían tenido que disminuir, y al quedar colocada la
Hacienda pública en condiciones tan difíciles y desastrosas, peligraba
la misma existencia del régimen gubernamental.

232
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

En cambio la afición artística fomentada en la población por la


facultad creadora del desaparecido Tresguerras, alentaba sin
extinguirse en el alma de los celayenses, y florecía de manera especial
en las obras de Don Longinos Núñez, discípulo de aquel genio, porque
para entonces tenía ya una bien ganada fama por las bellas creaciones
que habían salido de sus manos; abundaban también competentes
artesanos, y no faltaba quien, interesándose por las artes gráficas, le
hubiera dado ya vida a una modesta imprenta. Un hijo de la ciudad:
Don Guillermo Galván, fue quien la estableció en la 1ª calle de la
Compañía; y de su humilde taller salían a la sazón programas,
cuadernillos de "Novenas" a los Santos y otros pequeños trabajos, que
eran la iniciación de futuras publicaciones impresas, cuya máxima
expresión sería con el tiempo el "periódico" diario; exponente de ideas
y vehículo de noticias, que al presente podrían ser hasta de
actualidad, porque también se contaba ya con la red telegráfica que
favorecía grandemente su circulación.
El balance tenía pues su pro y su contra: mucho se había perdido,
pero también, quizá, era más lo que se había ganado; siendo por lo
mismo incierto el resultado, y muy titubeante el caminar de Celaya
por la senda del progreso. Pero aun así, su destino habría de ser
brillante, porque éste le tenía reservadas nuevas épocas de
prosperidad y bienestar económico, en las que se volverían a
incrementar y a desarrollar sus recursos naturales, se mejorarían sus
comunicaciones, y se repararían los daños materiales,
perfeccionándose sus condiciones urbanas y su presentación con
servicios públicos más eficientes, y con edificios y otras atracciones
que antes no había disfrutado; no sin que también tuviera que volver
la ciudad a pasar días de prueba y sufrimientos, en el curso de las
nuevas luchas que vendrían con motivo del antagonismo de ideas y
luego en el período de la Intervención Francesa; en seguida durante
los años del Imperio de Maximiliano de Hapsburgo, en que la
República salió triunfante; después con las desavenencias entre los
mismos vencedores; y por fin, ya en nuestros tiempos, con la
revolución social en que les tocó actuar a Madero, Carranza, Villa,
Obregón y algunos otros luchadores; como se habrá de ver en el relato
que, circunstanciadamente y hasta la exaltación al poder del
Presidente Don Álvaro Obregón, hago en el siguiente libro.

233
LUIS VELASCO Y MENDOZA

Así pues, fueron todavía muchos los acontecimientos y los


sucesos: buenos y malos, prósperos y adversos, que con los cambios
políticos se siguieron desarrollando en Celaya, en el curso de los años
que mediaron desde 1860 hasta 1920; pero es preciso convenir en que
a cada sustitución del gobierno y después de cada asonada y cada
lucha, a cambio de las decepciones y los daños que se recibían, iba
quedando una estela luminosa que seguía la sociedad; y que cada
escándalo de cuartel y cada usurpación, aun sin que en muchas
ocasiones tomara la ciudad parte activa y directa en tales actos, la
llevaban en camino de constituirse, de manera perdurable, en una
integrante e idónea porción de un país libre y soberano; porque
insensiblemente dirigía la experiencia los pasos vacilantes de nuestro
pueblo hacia el punto donde, sobre todas las ambiciones y las
prevaricaciones, debería cimentarse la augusta majestad de la Nación.

FIN DEL TOMO II.

234
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

235
LUIS VELASCO Y MENDOZA

APÉNDICE

PARTE DEL TENIENTE DN. MANUEL GÓMEZ (PEDRAZA) SOBRE EL


ATAQUE QUE DIO A LOS INSURGENTES EN EL PARAJE LLAMADO
PEÑA COLORADA CERCA DE CELAYA.

"La Gaceta de México". No. 362


del 18 de Febrero de 1813.

Cien caballos de la guarnición de Valladolid residentes por ahora en


Querétaro, bajo las órdenes del Sr. Coronel Don Torcuato Trujillo,
Comandante de la Provincia de Michoacán, franqueados anoche por S. S.
para socorro de esta ciudad (atacada el día de ayer por los cabecillas Liceaga,
Rubí, Velasco y Salmerón) asociados de treinta y ocho lanceros y carabineros
de la hacienda de Obrajuelo, al mando del Alférez Don Julián Juvera, cuya
partida se me reunió de orden del Sr. Comandante de Brigada, juntos con
ciento y veinte patriotas de esta guarnición a las órdenes del capitán Gallardo
y teniente Arroyo, han derrotado hoy a las dos de la tarde en un sitio llamado
Peña Colorada, distante de esta ciudad cuatro leguas al Norte, una chusma
de setecientos a ochocientos insurgentes, acaudillados por el mencionado
Rubí. Les hemos muerto noventa ladrones, quitado cuatrocientos caballos
ensillados y en pelo, un cañón de a cuatro con cureña, un pedrero de a dos
llevado por un macho, cuatro mulas con varias municiones, porción de
fusiles y carabinas, algunas espadas y lanzas, dos cajas militares, una
tambora, una bandera, etc.
Faltaría a la justicia si no hiciese a Ud. un digno elogio de los oficiales
que me acompañaron en la acción, pues de mis soldados es inútil expresarlo,
cuando su mayor honor consiste en ser los defensores de Michoacán,
instruidos en el arte de la guerra por nuestro ilustre jefe.
El capitán de patriotas de Apaseo, Don Mariano Montero de Arriola, fue
el que avisó en Querétaro del ataque de la plaza, y tuvo serenidad para
permanecer todo el tiempo de la acción en aquel pueblo con su corta
guarnición, por no tener orden en contra. Es activo, intrépido, y agitó con
demasiado ardor el alcance. El valiente Alférez de dragones de España, Don
Manuel Orozco, es digno de toda recomendación por su probado espíritu y
firmeza. El de igual clase de lanceros del escuadrón del capitán Don Juan

236
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

Pesquera, Don Vicente Inureta, llenó todos sus deberes en el lugar que se le
destinó. Otro tanto ejecutaron el capitán Gallardo y teniente Arroyo, el
Alférez Don Julián Juvera y el voluntario Don Andrés Malo, habiendo
seguido estos dos últimos el alcance con un vigor extraordinario. Nuestra
pérdida consiste en haber salido pasado de bala de fusil en un pie el lancero
del escuadrón de Don Juan Pesquera, Víctor Infante; pero tengo la
satisfacción de haber quedado entre los muertos enemigos algunos
capitanes, coroneles y tal vez algún brigadier.
Esto es lo que ha pasado en la acción de esta tarde, lo que comunico a
Ud. para su inteligencia, y para que si es de su agrado lo eleve al superior
conocimiento del Exmo. Sor. Virrey.
Celaya y Enero 11 de 1813.
Manuel Gómez.
Sr. Teniente Coronel Comandante de las armas de Celaya, Don Francisco
Guizarnótegui.

II

ACTA QUE, POR DISPOSICIÓN DEL VIRREY DON FÉLIX MARÍA CALLEJA DEL
REY, FUE LEVANTADA POR EL AYUNTAMIENTO DE CELAYA PARA
HACER CONSTAR QUE ESE CUERPO NO HABÍA NOMBRADO NI EN
MANERA ALGUNA AUTORIZADO, A LAS PERSONAS QUE
LLAMÁNDOSE SUS REPRESENTANTES, FIRMABAN CON TAL
CARÁCTER LA CONSTITUCIÓN DE APATZINGÁN.

"La Gaceta de México". No. 765


del 15 de Julio de 1815.

En la Muy noble y leal ciudad de la Purísima Concepción de Celaya el Ilustre


Ayuntamiento compuesto de los señores su presidente Lic. D. Víctor Rafael
Márquez, teniente de granaderos de realistas fieles, alcalde ordinario de
segunda elección, subdelegado justicia mayor en turno por ausencia del de
primera, y del propietario, Marqués de Toux y la Cueva, regidor alcalde
provisional, Lic. D. Manuel Gómez Linares, regidor perpetuo, capitán de
realistas fieles de caballería, y procurador general en turno, D. Ramón
Guerra, estando juntos y congregados hoy Lunes 19 de Junio de 1815; con
arreglo a lo preceptuado en el artículo 7º del Real Bando de 24 del último

237
LUIS VELASCO Y MENDOZA

Mayo publicado el día de ayer, después de haberse leído unánimes y


conformes dijeron: que en vano el espíritu de mentira, el obstinado furor de
una abominable rebelión confinada a las fragosidades de los montes haya
inventado con el pretexto de alucinar algunos países que sin ideas de su
despreciable existencia, le vean figurar en un congreso bajo el supuesto
nombre mexicano, cuando sus mismas imposturas servirán para hacer más
brillante la fidelidad de los pueblos que miran con odio y execración sus
impiedades y el cúmulo de males con que han inundado estas provincias en
otro tiempo las más felices y florecientes.
Aunque los traidores jamás hayan osado proponer a este cuerpo sus
inicuos proyectos y sistemas, pues que separados de ellos y de toda relación
con semejantes bandidos por la línea del cañón y las bayonetas, estrellados
sus esfuerzos al pie de estas trincheras todas las veces que han acometido la
firmeza del carácter de este pueblo; y hallándose el Ayuntamiento en la
forzosa agradable ocasión de dar al mundo entero un testimonio auténtico de
su inviolable fidelidad, renovando el juramento a su Rey y Señor natural,
declara en presencia de Jesucristo crucificado, puesta la mano en el adorable
leño de la Santísima Cruz, y la otra sobre los santos Evangelios: que ahora ni
nunca ha estado de acuerdo con el nombramiento de los viles rebeldes que se
dicen diputados de las provincias de este reino; que los abomina como a
monstruos sin religión, sin costumbres y sin principios sociales, enemigos
del trono y del altar; que bajo los auspicios de su amada Generala y Patrona
inmaculada, que lo es de todos los reinos de España, tiene la más segura fe y
fundada esperanza, que jamás prevalecerá el error, la malicia y falsedad de
los que se oponen y ultrajan la fe del Evangelio, sus sagrados preceptos y
moral; y que primero derramará gustoso la última gota de su sangre en la
defensa de la fe de sus mayores y de los augustos derechos del más amado de
sus soberanos. Consígnese esta Acta en el archivo para perpetuo
monumento, firmándola a continuación el Cabildo, los señores Cura Juez
Eclesiástico, Comandante militar de las armas, R.R. prelados de las
religiones, administrador de rentas y republicanos que han presenciado, y
hecho también este mismo juramento y visto extender esta Acta, sacando
testimonio de ella para trasladarlo al Exmo. Sor. Virrey, tributándole las más
reverentes gracias por las superiores providencias que tan oportunamente
han dictado contra los enemigos de Dios y del Rey, bien y felicidad de estos
dominios. Así acordó en Cabildo pleno y extraordinario de este día, lo firmó
S.S. con los relacionados y testigos de asistencia por falta de escribano en
todo el término derecho.
Otro sí: a pedimento del señor Cura y Juez Eclesiástico se leyó la parte
declaratoria del edicto publicado por el Illmo. Sr. Don Manuel Abad y
Queipo, Obispo electo de Michoacán, no obstante de que INTER MISARUM

238
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

SOLEMNIA lo tiene suficientemente promulgado; pero que por la conexión que


tiene condenando las impiedades del ridículo congreso lo hizo reproducir. Y
lo firmaron los supradichos: Lic. Víctor Rafael Márquez.- Lic. Manuel Gómez
Linares.- José Ramón Guerra.- José Ignacio Silva, Cura Juez Eclesiástico.-
Fray Manuel Agustín Gutiérrez, Guardián de San Francisco.- Fray Francisco
Rodríguez, Prior de San Agustín.- Fray Gerónimo de Jesús María, Prior del
Carmen de Celaya.- Fray Ruperto del Monte Carmelo, Prior del Carmen de
Salvatierra.- Fray Tomás Luvián, Presidente de la Merced.- Juan Lorenzo
Zenón, Administrador de Tabacos.- Lic. Andrés Vicente Márquez.- Pascual
José de Viderique.- Martín Antonio de Montes.- Francisco Eduardo
Tresguerras.- José Antonio de Hoyos Cueto.- José María Mújica.- Vicente
Carmona; de asistencia: José María Llerena; de asistencia: José Rafael
Paredes.

III

DESCRIPCIÓN QUE HIZO EL AYUNTAMIENTO DE CELAYA, AL VIRREY DON


JUAN RUIZ DE APODACA, CONDE DEL VENADITO, DE LA SOLEMNE
FUNCIÓN DE GRACIAS TRIBUTADA A LA PURÍSIMA CONCEPCIÓN,
PATRONA DE LA CIUDAD, POR LA PACIFICACIÓN ALCANZADA EL
AÑO DE 1820.

"La Gaceta de México". No. 63


del 23 de Mayo de 1820.

Exmo. Sor.:
El Ayuntamiento de esta muy noble y leal ciudad con la mayor sumisión
acompaña a V. E. en tres pliegos útiles la relación circunstanciada de la
religiosa acción de gracias que en 3 de Abril anterior tributó a Dios y a su
Santísima Madre con la advocación de la Purísima Concepción su Patrona
titular y jurada Generala desde el año ya pasado de 811, por la pacificación de
la provincia de Guanajuato, a que corresponde, penetrados del mayor júbilo
y regocijo por deberse al sabio y prudente gobierno de V. E. la felicidad de la
paz que tanto se deseaba.
Lo que participa a V. E. para su inteligencia este cuerpo.
Dios guarde a V. E. muchos años.
Celaya, Mayo 8 de 1820.

239
LUIS VELASCO Y MENDOZA

Exmo. Sor. Martín Antonio de Montes.- José Ramón Guerra.- Juan José
Gayón.- Pedro Rodríguez Fernández.- Francisco Eduardo Tresguerras.-
Francisco Murteu.- Exmo. Sor. Virrey Conde del Venadito.

—————

RELACIÓN de la religiosa acción de gracias que en 3 de Abril de 1820 tributó


Celaya a n/Dios y su Madre Purísima por la pacificación de la
provincia de Guanajuato a que pertenece.

—————

La muy noble y leal ciudad de la Purísima Concepción de Celaya, que por su


situación en la provincia de Guanajuato, infestada por más de nueve años de
numerosas y fuertes gavillas de rebeldes levantados en ella y emigrados de
otras con motivo de los grandes arbitrios que para su subsistencia les ha
proporcionado la incomparable feracidad de sus terrenos, y por su
proximidad a las alturas que fortificadas por la naturaleza, han
proporcionado a aquéllos unos puntos ventajosos en que poderse situar de
un modo estable; ha sido acaso una de las poblaciones de la Nueva España
que con más tenacidad han invadido los enemigos del Rey y de la Patria,
hostilizándola a todas horas y de cuantos modos les ha sugerido su
imponderable malicia, ya en los muchos encuentros en que se han batido con
sus guarniciones a campo abierto en diferentes puntos de sus cercanías y ya
dentro de canales y en los mismos parapetos de su fortificación, en que con
fiereza y pertinacia la han atacado los terribles sanguinarios cabecillas
Garcillita, Albino, Rubí, el Giro y otros muchos con fuerzas enormemente
excesivas por su numerosidad y armamento.
Celaya, pues, que tantas veces ha gloriosamente rechazado de sí y de sus
confines y maravillosamente escarmentado a los rebeldes bajo del sagrado
amparo de María, su jurada Patrona y Generala en el misterio tiernísimo de
la Pura Concepción; al verse de improviso libre de aquellos malvados, en
tranquilidad, seguridad y ejercicio de su agricultura, tráfico y comunicación
con el resto de la provincia y fuera de ella por la pacificación de la misma y
pueblos limítrofes, no podía mirar con ingratitud e indiferencia este
acontecimiento y obra maravillosa del Brazo Omnipotente y de la intercesión
de la Purísima Madre, ni menos cuando en los corazones de todos sus hijos,
vecinos y colonos está grabado de firme el reconocimiento de la singular
Mariana protección en todos tiempos, y más señaladamente en la época
infortunada de la revolución y trastorno general que en nuestros días ha
padecido esta América.

240
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

María Purísima (clamó luego como siempre y a imitación del escogido


pueblo Celayeno) ha protegido y protege su porción en esta ciudad y sus
confines con evidentes señales; y el Ilustre Ayuntamiento penetrado del
mismo espíritu y con emociones de gratitud religiosa, procedió muy luego a
promover y acordar una demostración pública de su reconocimiento a
tamaño beneficio, que incesantemente había implorado al pie de los altares y
ante su Purísima Patrona por el dilatado tiempo de la revolución, y dispuso
tributarle a Dios y a su Madre Inmaculada la acción de gracias más cordial,
solemne y expresiva, y celebrarla en el espacioso templo y nuevo altar de
piedra y exquisita arquitectura, en que se venera la graciosísima Imagen de
su titular Patrona, que es el más atractivo imán y dulce encanto de todos los
Celayenos, y la alhaja preciosísima que poseen y adoran los religiosos
franciscanos observantes en su colegio Real y Pontificio de la misma
advocación.
Encargóse disponer lo conducente al efecto a los señores regidores D.
Juan José Gayón y D. Francisco Eduardo Tresguerras, que perfectamente
llenaron su comisión, generalizando el entusiasmo religioso que activaron en
todas las clases, corporaciones, calidades, sexos e individuos de sus
compatriotas, verificando así la ciudad el significado de la voz hebrea Celaya,
que según el V. Beda es VOZ QUE ELEVA Y HACE ELEVAR HACIA DIOS.
A la voz de aquellos diputados, el clero secular y regular, la milicia, ya se
dijo; todos han desplegado y extendido a lo posible las alas de su afectos,
cooperando hasta los más infelices al mayor lucimiento de la función con sus
personas y haberes y con la devoción más tierna y expresiva.
En la mañana del 1º de Abril se preparó aquélla por un bando muy
solemne con acompañamiento de la tropa y música del provincial de Celaya,
y en la tarde por un festivo general repique de campanas y salva de artillería,
lenguas de bronce y de fuego; en una palabra, todo se hizo lenguas ese día y
en los dos consecutivos para celebrar la paz tan deseada y las misericordias
de Dios y de su Madre.
En los días 2 y 3 se vieron todas las calles hermosísimamente
engalanadas de vistosas telas, gallardetes y festones, y colocada en los altares
y otros recipientes adornados con primor y en las más de las casas, aun las
pobres, la Imagen de la tiernísima Niña concebida sin pecado, pareciendo
toda la población un nuevo precioso templo dedicado a la dulce Princesa de
la gracia, y creciendo la emulación de los celayenses más y más a cada
instante en el festejo y adorno, e igualmente la iluminación general en las dos
noches transformadas en día por la multitud de luces repartidas con
elegantes variados artificios, siendo también en ambos días muy festivos los
generales repiques y las salvas a las horas de costumbre.

241
LUIS VELASCO Y MENDOZA

En la mañana del 3 se celebró en dicho templo y del modo más solemne


la religiosa acción de gracias con asistencia del Ilustre Ayuntamiento, de los
prelados y otros eclesiásticos, de la oficialidad militar en cuerpo presidido
del Sor. Comandante general de la provincia y de todas las clases de ambos
sexos en tan numeroso concurso que excedió a la mucha capacidad del
templo, adornado como para una tal solemnidad, e iluminado
(principalmente el altar de la bella invención moderna) con el mejor arreglo
y simetría.
Al comenzar la función se descubrió en su magnífico trono la majestuosa
y afable, dulcísima y nunca bien ponderada Imagen de la Concepción
Inmaculada de María, mostrándose de improviso en el centro de una como
aurora rosada y apacible, que la luz del sol figuraba comunicándose por una
gran ventana que abierta directamente a espaldas de la Imagen, la baña de
resplandores modificados con gracia inexplicable por una cortina color de
rosa que llena el claro de aquélla.
Al mostrarse así a su pueblo la bellísima, adornada, graciosísima y
victoriosa Judit con la banda y el bastón, brillantes insignias de la mejor
Generala que nos recuerdan sus triunfos y los que a su mediación ha tenido
Celaya en los nueve últimos años; al manifestarse así y en unas
circunstancias tan plausibles la Imagen encantadora que en sentir de buenos
artistas reúne prodigiosamente la majestad y dulzura, e inspira a un tiempo
veneración y confianza, en tanto grado cuanto no puede explicarse sino sólo
sentirse en lo interior de las almas, cuyos efectos se lleva hacia sí con la más
suave irresistible violencia. Al parecer en su brillante trono la Emperatriz de
todo lo creado como tal, sin dejar de mostrarse con la afabilidad y gracias
hechiceras de una delicada Niña; no es dado a la pluma ni a la lengua el
expresar dignamente las emociones de gozo, devoción, amor y otros efectos
que excitó en los concurrentes la que siempre ha sido el centro principal,
después de Dios, de todos los corazones celayenos acostumbrados a
consagrarse a su PURÍSIMA (así se expresan ellos casi siempre), en la
prosperidad y adversidades, de manera que cuando sus militares o vecinos
han sido heridos en algún encuentro o ataque de los rebeldes, no han
reclamado otro consuelo que el de ser conducidos al templo de San Francisco
y ante la dicha Imagen, donde han hallado alivio en sus dolores y muchos el
principio de su sanidad, y los que por morir antes no podían alcanzar tal
beneficio, entregaban su espíritu al Señor invocando y clamando a la
Purísima María.
Luego que se principió a cantar la misa sacrosanta que celebró el M.R.P.
provincial de franciscanos de Michoacán y rector de dicho colegio, Fray
Manuel Agustín Gutiérrez, asistido inmediatamente de los R.R.P.P. guardián
de la casa, el ex provincial inmediato y dos definidores, y sirviendo de

242
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

acólitos otros cuatro religiosos sacerdotes, dos coristas y cuatro hermanos de


hábito, todos con sus respectivos paramentos de primera; se descubrió en su
hermoso tabernáculo el augusto Sacramento del Altar; como que era
consiguiente que después de mostrarse la Mariana Aurora, apareciese el Sol
Divino que la Señora nos había traído en su cándido regazo nacido de su
purísimo seno virginal y que bajo de las blancas especies Eucarísticas se
patentó en su templo cual Príncipe de la Paz, anunciándola a los fieles que
postrados allí le regraciaban por ella y sus misericordias infinitas, y
juntamente a la Madre y Aurora de aquel Sol, mientras duró tan alto
sacrificio y el cántico del TE-DEUM con las demás oraciones del ritual, que se
solemnizaron como la misa con música completa, y teniendo oportunamente
lo más del concurso de varones luces de cera en las manos.
El sagrado orador que lo fue el Bachiller D. José Luis Galván, desempeñó
a su tiempo con propiedad, erudición y elocuencia el asunto que propuso y
fundó en estas palabras del libro 2º de los Macabeos, capítulo 1º: PUESTOS
POR DIOS A SALVO DE GRANDES PELIGROS, LE DAMOS POR ELLO MAGNÍFICAMENTE
LAS GRACIAS, de que oportunamente dedujo los puntos de su oración,
contraída al reconocimiento y gratitud debidos a Dios y a su Inmaculada
Madre por los grandes beneficios de la libertad y paz que nos ha dispensado,
tomando por instrumento al jefe militar de la Provincia, el Sr. Coronel D.
Antonio Linares.
En su modo fue más solemne y festiva la sagrada procesión de aquella
tarde con la asistencia antedicha y mucha más que acompañó a la Santísima
Imagen, saliendo ésta de su templo a las cuatro y media en punto, conducida
en sus magníficas andas y con imponderable devoción y brillantez por toda la
plaza mayor y calles principales, que más que otras veces llenó de pura
alegría la que siempre ha desterrado de ellas, de su ciudad y contornos los
males de toda especie.
Precedieron primero los naturales de los muchos barrios de Celaya con
los santos sus respectivos patronos, seguidos de muchos ángeles de talla bien
vestidos, que portaban jeroglíficos de paz, como la oliva, la palma, el iris y
otros también alusivos a las virtudes y excelencias de María. En seguida
procedieron algunas hermandades, el V.O.T. franciscano, religiosos de las
órdenes sagradas y algunos clérigos seculares acompañados de sus santos
patronos y patriarcas, y después bajo de la cruz de los P.P. Franciscanos e
incorporados con éstos al párroco y otros regulares que inmediatamente
acompañaron a la portentosa Imagen de María, precedida de dos
concentradas filas de gran multitud de niños vestidos de ángeles de todo lujo
y gusto muy exquisito con cuanta profusión cabe en los posibles de la ciudad,
empeñada en que todo lo luciese aquella tarde.

243
LUIS VELASCO Y MENDOZA

A la Imagen y sagrados ministros revestidos siguió en forma y de toda


gala el Ilustre Ayuntamiento, incorporados en él los señores oficiales
militares, todo el concurso, que fue numerosísimo, procedió con luciente vela
en mano, interpolándose a trechos instrumentos de música, y a tiempos los
repiques y las salvas. Doscientos infantes del provincial y cuerpo de realistas
de Celaya, y 60 patriotas del de caballería de la misma, con más de cuarenta
del regimiento de Moncada cerraban la procesión marchando al son de la
marcial música en forma completamente lucida.
En procesión tan magnífica y devota se alternaron con misterios del
Santo Rosario y cantada letanía lauretana hasta veinte y dos salves que en
varias composiciones de música se solemnizaron en los templos y altares
erigidos en las calles, los que a más de la compostura sobredicha,
aparecieron casi de repente después del medio día transformados en
continuas deliciosas alamedas y florestas de árboles de caprichoso artificio y
diferentes pensiles, cuya graciosa variación y mezcla muy oportuna de
frescas y verdes ramas y flores naturales hacían una ilusión del más plácido
embeleso. El piso era una alfombra de verdor y flores extendida por toda la
estación. Festones y colgantes de lo mismo pasaban como lianas de unos
árboles a otros formando una cubierta graciosísima en los claros de las
calles. Las ventanas, balcones y azoteas eran otros tantos jardines émulos de
los tan decantados de aquella altiva ciudad que la vana Semíramis hizo tan
famosa por la magnificencia de sus altas murallas y vergeles.
No cabe en la expresión aquel extraño adorno celayeno que
embalsamando lo más de la ciudad con exquisito deleite del olfato y de la
vista, y recreando las almas por el concurso de tantas circunstancias
placenteras hacía saltar de gozo los corazones en los pechos leales y
cristianos, y explicar sus afectos de amor y de alegría con multiformes
expresiones, pero siempre sinceras y devotas.
Veinte y siete hermosos arcos de invenciones muy felices y de diferentes
formas y materias, de talle de perspectiva, de telas y de solas flores naturales
se interpolaron también a proporcionados trechos. El del Ilustre
Ayuntamiento (colocado al frente de sus casas, lugar en que se celebró la
primera misa que se ofreció al Eterno en el vasto territorio de Celaya, en
que fue erigida en Villa y se instaló en 1570 su primer cabildo Real, y en que
éste juró por titular y Patrona a María Santísima en su Pura Concepción),
tenía al pie de una portada fingida dos bien vestidas estatuas expresivas de la
Castidad y la Pureza con referencia a la Imagen de la Concepción Inmaculada
que en campo azul y sobre la de un pomposo mezquite llena el principal
cuartel del escudo de armas de Celaya, que estaba en el centro de la Obra
sobre el claro de dicho arco, y que al pie del mezquite y bajo de la sombra de
María expresa en campo de plata, los cuarenta principales conquistadores y

244
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

pobladores de la misma. Mirábase también en dicho centro el retrato de


nuestro deseado y amado Rey y Señor DON FERNANDO VII (Q. D. G.) y
laterales de él los de sus progenitores siempre augustos los Señores Reyes
Carlos el primero de Austria y el tercero de Borbón, conquistadores aquél de
estos dominios y muy religioso amante de María, y éste conservador y
protector de los propios y devotísimo de la Concepción Inmaculada,
promotor principal de su universal patronato en las Españas, y fundador de
su distinguida Orden.
Otro arco todo formado de flores, remedaba el iris con bastante
propiedad en la gradual proporción y mezcla de sus colores, tremolaba en su
cima una gran bandera blanca, simbolizando la paz que en todo buen sentido
se ha obtenido por María, figurada en el arco celeste. Otros se hacían
admirar por sus invenciones, emblemas, motes, adornos y colgantes, y uno
que fue muy celebrado por el invento bien desempeñado y propio de estar
pendiente en un claro una blanca paloma artificial, batiendo sus alas en
actitud de volar, conduciendo en su pico un ramo de olivo, que al pasar la
Santa Imagen por debajo inclinó hacia ella en ademán de ofrecérselo en
reconocimiento de la paz que disfrutamos y de la libertad y salvamento del
diluvio de males de todos órdenes que trajo la insurrección y en que no ha
permitido nos ahoguemos la Divina Arca María. La ilusión de este invento
fue completa.
Finalmente otras dignas y admirables circunstancias de tan solemne
función, y en especial los de las devotas suavísimas emociones que excitaron
en todos los pechos la presencia y encantos divinales de la Princesa Purísima,
que volvió a entrar en su templo a las siete de la noche, sólo daban en la
admiración y es ya preciso remitirlos al silencio.
S. S. mandó se dieran las gracias al Ilustre Ayuntamiento y vecindario de
Celaya.
(En la imprenta de D. Juan Bautista Arispe).

245
LUIS VELASCO Y MENDOZA

IV

ACTA LEVANTADA EN LA JUNTA QUE EN LA CIUDAD DE CELAYA


CELEBRARON LOS GENERALES PEDRO OTERO, LUIS CORTAZAR,
MIGUEL BARRAGÁN Y JOSÉ MARÍA DEL TORO, EN FAVOR DE LOS
PRINCIPIOS FEDERALISTAS.

"Memorias para la Historia de México


Independiente. 1822-1846". Tomo I.
José María Bocanegra.

Buscar la salud de la Patria es el primer deber de todo ciudadano. El medio


único de tocar a tan glorioso fin, es uniformar la opinión. Tales han sido las
miras que el C. brigadier Miguel Barragán ha tenido siempre a la vista. Estos
justos deseos se han aumentado en él, viéndose proclamado comandante de
Valladolid, Querétaro y Guanajuato, así por los ciudadanos libres que
componen aquellas provincias como nombrado por el supremo Poder
Ejecutivo.
Para dar, pues, el lleno a cargo tan interesante como sagrado, creyó ser
indispensable convocar a los jefes de estas provincias, y a los generales
existentes en la de San Luis Potosí para una entrevista en esta ciudad; a la
que convenidos se verificó la tarde de este día, presentándose al efecto en la
casa de su morada, los ciudadanos brigadier Luis Cortazar, comandante
general de Querétaro; coronel Pedro Otero, de Guanajuato; coronel José
María del Toro con poderes amplios del general Antonio López de Santa Ana,
teniéndolos iguales el C. Barragán del Brigadier José Armijo, los cuales
manifestó en el acto; hizo presente el expresado General, el objeto de la
junta, y después de una larga, sostenida y escrupulosa discusión, en que
nombró de secretario de esta junta al C. coronel José María Márquez, se
acordaron los particulares siguientes:
Art. 1º. Siendo de absoluta necesidad para evitar la anarquía, reconocer
un punto central de unidad, éste deberá ser el supremo Poder Ejecutivo;
tanto por radicar en él la legitimidad de su nombramiento, cuanto por
hallarse compuesto de los individuos que más merecen la confianza de toda
la nación y ser sus virtudes notoriamente conocidas, por cuyas poderosas
causas jamás se ha pensado sustraerse de su obediencia.
2º. Las tropas de dichos jefes reunidos, se obligan a sostener a toda costa
la opinión general de las provincias en que se hallan, explicada por sus
comisionados nombrados al efecto.

246
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

3º. Esta resolución se hará saber a los comisionados por las provincias
de Valladolid, San Luis Potosí, Guanajuato y Querétaro, para que reunidos a
la mayor brevedad, manifiesten con toda libertad cuál sea la opinión de sus
comitentes.
4º. Reconoce igualmente esta Junta por general en jefe de las tropas
residentes en las citadas cuatro provincias, al C. Brigadier Miguel Barragán.
Con lo que se concluyó esta Acta que firmaron para constancia.
Celaya, Julio 1º de 1823.
Pedro de Otero.- Luis Cortazar.- Como apoderado del Sr. Armijo,
Miguel Barragán.- Como apoderado del Sr. Santa Ana, José María del
Toro.- Miguel Barragán, Presidente.- José María Márquez, Secretario.

DISPOSICIÓN TESTAMENTARIA DE DON FRANCISCO EDUARDO


TRESGUERRAS Y DE SU ESPOSA DOÑA GUADALUPE RAMÍREZ,
HECHA EN CELAYA EL 31 DE JULIO DE 1833.

"Reliquias valiosas".
Fulgencio Vargas.

Disposición que yo Francisco Eduardo Tresguerras y su esposa Guadalupe


Ramírez hemos hecho, y es valiosa para ambos; no estamos enfermos, pero
de una a otra hora podrá suceder; fuimos casados según el orden de la
Catholica Iglesia, y tuvimos por hijos nuestros legítimos al Padre Dn. José
María, y Doña Luisa, mujer q' fue de Dn. Marcelo Vélez, y Ana; éstos, y el
Padre valuando todos nuestros bienes, sacando para beneficio mío y de mi
esposa, la quinta parte, deben partirse con igualdad; nada impedirá la
congrua q' había yo asignado al Padre, porque suponía que estaría con amor
y arreglo en nuestra compañía; ésta fue mi voluntad: ahora no, lo antedicho
absolutamente.
De Albaceazgos, tengo el de la viejita Nava en una miserable casilla, pero
lo he cumplido y seguirá en favor de su alma, su ratera rentita o tal vez lo q'
resultare por venta, porque así fue su voluntad.
Otro: lo he cumplido todo hasta entregar una casilla al Convento de
Nuestra Señora de la Merced, con los productos en dos años de rentita, y un

247
LUIS VELASCO Y MENDOZA

Sagrario en culto de Nuestro Amo; fue manda de Doña Josefa Medina,


esposa de Elizondo.
Otro: es de otra casilla q' casi la levanté de nuevo, y me debe lo q' mis
cuentas dirán; y si pidieren de nuevo los parientes y padre de la sordita,
aunque estén condenados por los papeles y disposiciones de varios jueces; q'
lo juzguen de nuevo, y si tuvieren razón, entrégueseles la casilla, aunque todo
es de la sorda y otras dos, q' hicieron la dicha casilla en lo antiguo, dejándolo
para bien de sus almas.
A la Archicofradía debo cuatrocientos pesos, pues aunque eran dos mil,
mi esposa y yo en varias épocas, hemos pagado mil y seiscientos; pues
aunque fueron para Don Marcelo, lo pagamos ambos porque por mera
caridad lo acudimos en la necesidad q' tuvo, de evitarle su prisión, sin
embargo, y pérdida suya, de mi hija Luisa y de toda la familia, sin obligación
alguna y así pagamos los cuatrocientos de lo más bien parado de mis bienes.
Dice la escritura del Romerillo q' aun debe de los Aguilares como dos mil
y pico de pesos; todos los papeles de Dn. Marcelo, anduvieron muy lejos con
él, pudo extraviarse algún recibo, y él murió distante de aquí y sin dejar una
letra; sólo consta q' rehusaba los pagos en cierto tiempo porque no le
entregaron (como lo dice también la escritura) la Hacienda con medida y
arreglo y lo mismo hizo conmigo Dn. Vicente Aguilar; dejándome un pleito q'
me costó bastante dinero ganarlo y aun faltan q' la parte contraria me pague,
no sólo lo que me hizo gastar, sino el monte que taló, etc., etc., y con todo yo
le pagué al dicho Dn. Vicente, ochocientos pesos; todo esto es la pura verdad,
q' si yo pago porque consta en la escritura, el dicho señor pague por la misma
razón, pues no entregó, según lo q' siempre poseyeron sus antiguos dueños y
parientes de quien fue la albacea.
Deuda a mi favor: Mil pesos a rédito en Santa Rita, y cincuenta ya
ajustados en Mayo de este año de mil ochocientos treinta y tres.
Cuantas casillas tengo aquí y en Querétaro, a nadie deben medio real ni
yo le debo, son para mis nietos, porque (hecha la repartición) es más propio
para ellos, pues cobrando sus rentitas podrán mantenerse.
La hacienda del Romerillo será para el Padre Dn. José María, q' pronto le
dará fin (sobre el avalúo, y extracción de quinta parte en todo) y si no lo
hicieren todos, como al fin herederos, Dios los bendiga.
Mis grandes y buenos libros de Arte, son la Roma en doce tomos, en
otros tres de Vasi, y puro grabado; la misma Roma q' se venda a un sabio
curioso, o a alguna Academia, para misas de nuestras almas; hay otros
medianos para los artífices, hágase lo mismo y sea lo que fuere para el mismo
fin.
Los escritos por mí, y aun por mi mano, jamás se vendan sino que por mi
memoria guárdense por mi familia y descendientes, y son:

248
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

Un tomo en cuarto, titulado OCIOS DE TRESGUERRAS Y ALGUNAS PIEZAS


APOLOGÉTICAS; otro con el mismo título, en pasta y a medio pliego, con
muchas arregladas pinturas, y lo más en verso.
Otro de a cuarto q' contiene EXPLICACIONES DE VARIAS ESTAMPAS ÓPTICAS
PARA EL VIDRIO-LENTE.
Otro de a cuarterón, título suyo, ESTUDIOS DE DIBUJO, ETC., ETC., son
lecciones de arte por invenciones de Vandic y Callot, uno de medio
cuarterón, q' es la LETANÍA dibujada por mí, y con oraciones que traduje del
latín al castellano.
Otro de medio quarterón, forrado de pasta, q' contiene oraciones y
meditaciones para las que hicieren, sobre el Sagrado Corazón de Jesús los
hermanos de la Pía Unión; jamás se deshagan de todo esto, pues no tienen
más valor, q' aquel q' deba darles la estimación q' pide el agradecimiento y el
amor paternal de mis tres nietos; deseo asimismo q' la casa de mi morada,
jamás la enajenen.
De cuanto he escrito por devoción, siempre conserven ejemplares por
memoria mía; y q' alguno no los reimprima quitándoles mi nombre, o tal vez
ingeriendo, proporciones malas y aun heréticas en oprobio mío y de mis
descendientes; pues soy Cathólico Apostólico Romano, en cuya santa
Religión moriré, y por dicha mía, y piedad de Jesucristo y su dolorosa Madre
María Santísima; cuidado mucho con esto por amor de Dios, herederos míos!
y q' no me levanten con malicia y falsedad obras póstumas q' no he escrito.
Van aquí las que son de mi ignorancia.
SANTO VÍA CRUCIS sobre el Tellado.
Otro mío enteramente, con las consideraciones en verso, ambos de a
medio cuarterón.
Otro chico, como q' es la mitad de medio cuarterón; lo mismo la CORONA
DE NUESTRA SEÑORA DEL REFUGIO, el VIERNES DE MARÍA, de a medio
cuarterón, los AFECTOS A MARÍA Y las FLORECITAS.
La capillita queda a su cuidado y aseo por mis nietos, sin q' se atrevan a
desadornarla; en caso de q' (Dios no lo permita) así fuere, ES MI INTENCIÓN, q'
el lienzo, adornos, ornamentos y todo, se dé a la Tercera Orden, para que
formen el Altar y demás, frente a la pared (del Altar o Crucero) donde está la
puertita del púlpito, y Nuestra Señora tenga culto.
De lo que resultare del quinto, se impondrá, y con su rédito se ayudará a
tía Nava para la misa de los viernes del Corazón de Jesús, y lo q' sobrare, las
q' se puedan (por el alma mía y de mi esposa) aplicar.
No sé lo q' en realidad tengo de bienes en la hacienda, si no es q' son
ochocientas las hanegas de maíz, véndase al pronto y paguen lo q' puedan a
la Archicofradía; pero de todo lo demás, dará cuenta mi sobrino político Dn.
Joaquín Ramírez, pues a su conciencia está todo.

249
LUIS VELASCO Y MENDOZA

De dinero existente, podrán ser quinientos pesos (q' según el sobrante a


q' deberá gastarse en nuestros entierros) serán lo que quedará libres y mis
albaceas harán lo q' convenga, pues no habrá fausto alguno, y deben ser los
de mi esposa y el mío no en la Capillita, pues no será dable; pero sí en la
Huerta de San Francisco por concesión q' tenemos del Reverendo Padre
Provincial, constante y antiguo.
Nombro por mis albaceas sucesivamente al q' quedare vivo de mi esposa
y nietos; primer lugar mi esposa, segundo Dn. Tomás Vélez Tresguerras, en
tercero Doña Dolores Vélez; para que ejecuten mi última (y de mi esposa)
voluntad.
Francisco Eduardo Tresguerras.- A ruego de la interesada.
Alejandro López.- Macedonio García.- Alejandro López.- José Manuel
Ramírez.- José María Basurto.- Juan Epomuceno Díaz.- Manuel Rosas.-
José María Llerena.- (Todos firmados).

—————

En Celaya.
Toda esta diligencia la practiqué el día treinta y uno de Julio del año de mil
ochocientos treinta y tres. Temiendo por horas el ataque mortal de la peste
inexorable.
Encargo a mis albaceas:
Los tres libros de la Madre Agreda con pasta verde, tienen muchas
décimas mías; guárdense en mi familia o casa.
El Teatro Moral de la vida humana, es de muy especial dibujo y doctrina,
si acaso lo vendieren, sea a algún Cathólico sabio.
El tomo casi único en esta América, que es de a cuarterón, y se titula
DIÁLOGOS DE CARDUCHO; y otro del mismo tamaño de buen dibujo y muy
cristiana invención, titulado EMBLEMAS DEL DIVINO AMOR, se los dejo a José
Mª. Llerena, mi discípulo, para q' me encomiende a Dios cuando los vea.
Otro libro de a medio pliego, de sólo estampas de la Sagrada Escritura, y
forrado de terciopelo y con broches de plata, q' se agregue a los grandes, q'
un sabio o una Academia deberá comprar.
El libro viejo q' es del señor Villagómez y la escritura de Guadalupe
deben entregarse, cuando por medio de un juez se pidan.
Al dueño q' fuere del Romerillo (pues mi buen hijo, breve saldrá de él),
entréguenle dos copias de mi pluma q' le importarán mucho y son, de
ejecutoria de Valencia sobre el Comontuoso, y se copiaron del libro viejo de
Dn. Miguel, y porque en él hay muchas pruebas contra sus usurpaciones e
injusticias, mucho le conviene tener dichas copias, aun por duplicado, al
comprador.

250
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

Las láminas de cobre grabadas por mí jamás se vendan o extravíen, pues


a más de no granjear provecho alguno, faltan al aprecio que les deben dar a
las obras mías, por amor filial y curiosidad conveniente.
El baño, es de las ánimas a beneficio público, según su ratera pensión.
Francisco Eduardo Tresguerras.- Firmado.

VI

CARTA QUE DIRIGIÓ EL GRAL. DON PEDRO CORTAZAR, AL GRAL. DON


MARIANO PAREDES ARRILLAGA, NEGÁNDOLE SU COLABORACIÓN
PERSONAL Y LA DEL ESTADO DE GUANAJUATO EN EL MOVIMIENTO
REVOLUCIONARIO QUE EL SEGUNDO DE ESTOS JEFES HABÍA
INICIADO EN GUADALAJARA.

"El Siglo XIX". No. 1093


del 24 de Noviembre de 1844.

Celaya, Noviembre 18 de 1844.


Exmo. Sr. Dn. Mariano Paredes.

Mi querido amigo:
He recibido la favorecida de Ud. en que me avisa que ha nombrado al Sr.
Gral. Don Teófilo Romero, para que tenga una entrevista conmigo, y en ella
arreglar algunos puntos interesantes.
Debe Ud. conocer que mi situación es muy comprometida, y más lo sería,
si yo me prestase a conferenciar con el enviado de Ud. sin conocimiento del
gobierno a quien pertenezco y sin otra voluntad que la mía; para salvar estos
inconvenientes, he nombrado al Sr. Gral. Don Mariano Chico, quien sin
pérdida de momento marcha a Silao, a hablar con los Sres. Romero y
Barasorda.
Nunca me perdonaría a mí mismo, si por mi imprudencia o ligereza,
comprometiera al Departamento de Guanajuato en una guerra civil, que
aniquilara y arrasara con cuanto tenemos, sin sacar otro fruto, que la
completa ruina del país; considere Ud. en este caso los inmensos males que
nos acarrearía esto y sus funestas consecuencias.

251
LUIS VELASCO Y MENDOZA

Diré a Ud. como queja, que siento mucho haya mandado a los Srs.
Romero y Barasorda, que sin conocimiento mío se introdujesen a
Guanajuato, pues esto es faltarme y comprometerme al mismo tiempo.
Ni por pensamiento le pase a Ud. disponer que las fuerzas de su mando
invadan en lo más leve a este Departamento, pues eso me haría volar en su
encuentro, para batirlas con 2,000 hombres que ya tengo listos, y los auxilios
que pediría a Querétaro, y desde ese momento me tendrá Ud. por su mayor
enemigo.
Por no demorar mi extraordinario, no es más largo su afectísimo amigo y
seguro servidor Q. B. S. M.
Pedro Cortazar.

VII

ACTA DE LA JUNTA CELEBRADA EN LA CIUDAD DE CELAYA POR LOS JEFES Y


OFICIALES DE LA "DIVISIÓN ROBLES", EN LA QUE DESCONOCEN
TANTO AL GOBIERNO DE LA CAPITAL, COMO A LA REVOLUCIÓN QUE
SOSTIENE EL PLAN DE JALISCO.

"El Siglo XIX".


No. 1500 del 6 de Febrero de 1853.

División Robles.

En la ciudad de Celaya, a los 31 días del mes de Enero del año de 1853,
reunidos todos los señores jefes y oficiales de la división Robles, con el objeto
de conferenciar sobre la situación en que se halla el país actualmente por los
diversos bandos políticos que lo agitan; de tratar cuáles sean los medios más
oportunos para volverlo prontamente al orden como conviene,
constituyéndolo de una manera estable y permanente, y de prescribirse una
norma invariable de operaciones, digna de conservarle el buen nombre que
hasta aquí ha merecido; después de oído el recto y patriótico voto del jefe de
la división, D. Manuel Robles Pezuela, y de haber tenido una libre y amplia
discusión, en la que todos y cada uno de los señores presentes se
manifestaron de común acuerdo, considerando:

252
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

Que el orden legal ha desaparecido, y que sólo la nación por su


voluntad puede establecer lo que juzgue oportuno.
Que esta voluntad no se ha manifestado, pues que el gobierno
revolucionario de México, no ha sido uniformemente reconocido, ni el acta
de aquella guarnición es conforme al Plan de Jalisco, ni a la de otros puntos
pronunciados.
Que de aquí resulta la más completa anarquía y un próximo peligro de
disolución.
Que las relaciones interiores de la República, ofrecen otros peligros
para su nacionalidad e independencia, que no pueden conjurarse durante la
crisis actual.
Que en tales circunstancias, el primer deber de todo mexicano, es el de
procurar el pronto establecimiento de un gobierno capaz de poner
inmediatamente término a la anarquía, de asegurar la paz y el orden en el
interior, y la nacionalidad e independencia de la República.
Que esto sólo puede conseguirse por el acuerdo de las autoridades
existentes y de los jefes de la fuerza armada que debe apoyar al gobierno
nacional que se establezca, dándole firmeza y estabilidad.
Y para procurar este acuerdo, es indispensable suspender todo género
de hostilidad. Determina lo siguiente:
1º. Esta División protesta reconocer la voluntad nacional debidamente
expresada, y respetar y proteger las garantías de todos los habitantes de la
República.
2º. Su jefe acordará con las autoridades existentes en México, y con los
jefes de las fuerzas que no las han reconocido, los medios más oportunos
para lograr el pronto establecimiento de un gobierno nacional, capaz de
poner término a la anarquía, de asegurar la paz y el orden interior, y la
nacionalidad e independencia de la República.
3º. Mientras este acuerdo se verifica, la división no hostilizará a nadie,
pero repelerá con la fuerza cualquier agresión.
4º. La división continuará reconociendo a su actual jefe, quien no podrá
entregar el mando a ninguna otra persona sin el consentimiento de la misma
división; y en sus faltas accidentales, será reemplazado por el jefe a quien
corresponda por ordenanza.
Con lo que terminó la junta, pidiendo que lo anterior se redujera para
constancia a la presente Acta que firmaron los individuos que la
compusieron.
El Jefe de la División.
Manuel Robles Pezuela.
(Siguen las firmas de todos los jefes y oficiales de la misma División).

253
LUIS VELASCO Y MENDOZA

VIII

"PARTE" QUE DESDE CELAYA RINDIÓ EL GRAL. WOLL SOBRE LAS


OPERACIONES MILITARES QUE SE DESARROLLABAN EN EL BAJÍO,
DURANTE LA CAMPAÑA DE 1859.

"La Sociedad".
No. 523 del 9 de Junio de 1859.

División Woll.
General en Jefe.
Nº. 35.

Exmo. Sr.:
Los 6,000 hombres reunidos en León, cuyos jefes en sus proclamas
amenazadoras profetizaban la destrucción de nuestras tropas, queriendo
poner en ejecución sus proyectos, avanzaron rápidamente sobre el Exmo. Sr.
General Mejía, esperando batirlo antes de que la brigada Alfaro, con la cual
he salido de México, hubiese hecho su incorporación; empero dicho Exmo.
Sr. General se retiró de Silao a Irapuato, y habiéndome dado parte de su
movimiento al momento de mi llegada a Salamanca, inmediatamente me
puse en marcha con la guerrilla del Sr. General Rocha, dando orden a la
brigada Alfaro de descansar algunas horas y seguir después para llegar a las
siete o a las ocho de la mañana a dicha villa, lo que se ejecutó con precisión.
El enemigo, que ignoraba nuestra llegada, enorgullecido por la fama
usurpada de sus rifleros del Norte, se presentó en número de 2,000 de ellos,
todos montados, a dos leguas de Irapuato; nos ocupábamos en aquellos
momentos del arreglo de las brigadas y de los trenes de artillería con que
cada una de ellas debía ser dotada, cuando se supo su aproximación; V. E.
sabe ya por mis anteriores comunicaciones, el combate reñido que se libró y
cuyo fin dio por resultado la desmoralización y la fuga precipitada de
aquellos decantados rifleros, quienes sin descansar en Silao marcharon a
Guanajuato, y aprovechando las horas de ventaja que tenían sobre nosotros,
saquearon la casa de moneda, extrayendo más de $180,000 pesos y
dividiéndose en dos fracciones, la una (de rifleros) se dirigió a la serranía de
Guanajuato por San Felipe, y la otra de infantería a la sombra de la noche
tomó el camino de Burras con dirección recta a Salamanca.
A nuestra llegada a Marfil supimos esta noticia; ordené que el Exmo. Sr.
General D. Tomás Mejía entrase a Guanajuato con el Sr. General Cruz y un

254
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

destacamento de caballería; sin detenerme di orden al Sr. General Vélez de


ponerse con su brigada a disposición del Exmo. Sr. General Mejía, y me dirigí
por Burras en persecución del enemigo, el que despavorido devoró en pocas
horas el espacio de terreno que hay de aquella hacienda a Salamanca. El
enemigo quedó sólo dos horas en Salamanca, dejando el camino regado de
dispersos. Los Generales Mejía, Vélez y Cruz se me incorporaron en Burras
por la noche.
Hemos seguido con tenacidad la persecución del enemigo hasta el Valle,
en cuyo punto nos cercioramos de que sus cabecillas apenas con quinientos
hombres habían tomado el rumbo de Salvatierra, y continuaban su fuga con
la mayor rapidez, robándose en su tránsito mulas y caballos con los que
ponían dobles tiros a sus piezas. Ya no era posible dar alcance a aquellos
restos de su ejército. Como corría la voz (aunque no le di crédito) de que los
rifleros habían contramarchado para San Miguel con objeto de amagar a
Querétaro, después de haber despachado la brigada Vélez a Guanajuato para
restablecer el orden, asegurar la tranquilidad y levantar más fuerzas,
particularmente de caballería, hemos vuelto a esta ciudad para dar un poco
de descanso a las tropas.
Por esta relación sucinta verá V. E. que los resultados bastante
importantes de esta corta campaña, son debidos al valor de nuestras tropas
en el combate de la Calera, y a la actividad y tenacidad con que se persiguió
al enemigo (tanto en el combate como después), que ha perdido entre
muertos, heridos y prisioneros, más de cuatrocientos hombres, entre ellos
nueve oficiales muertos y otros gravemente heridos y prisioneros, siendo uno
de estos últimos el hermano del ex gobernador Ortega, de Zacatecas, a quien,
así como a los otros dos, dispuse se dejasen en el convento de las Hermanas
de la Caridad en Silao, donde sin duda habrán ya muerto de resultas de sus
graves heridas.
Suplico a V. E. ser sirva poner el contenido de este oficio en el superior
conocimiento del Exmo. Sr. General Presidente, esperando que el éxito de
esta campaña sea de su agrado.
Dios y Ley.
Celaya, Mayo 30 de 1859.
Adrián Woll.
Exmo. Sr. Ministro de la Guerra y Marina.
México.

255
LUIS VELASCO Y MENDOZA

IX

"PROCLAMA" LANZADA POR EL LIC. Y GRAL. D. MANUEL DOBLADO,


GOBERNADOR DEL ESTADO DE GUANAJUATO, A LOS HABITANTES
DE LA ENTIDAD, DESPUÉS DEL TRIUNFO DE LAS ARMAS LIBERALES
EN SILAO.

Archivo particular del autor.

Manuel Doblado de los guanajuatenses:

Compatriotas:
La bandera de la libertad y de la ley ha vuelto a tremolar en este Estado, y
después de un período de luto y abyección, hoy podéis levantar de nuevo
vuestras frentes con el noble orgullo de hombres libres.
Los delatores, los esbirros y los verdugos que profanaron vuestro suelo
han desaparecido. Hoy todo el mundo puede obrar y pensar con libertad,
porque el gobierno legítimo no necesita para sostenerse, ni los oficios de una
policía corrompida, ni la vara de un soldado déspota. Al gobierno nacional le
basta su justificación, le basta su popularidad. Su programa es el bien del
pueblo, y el pueblo que siente los efectos de esta verdad práctica, es su apoyo
más firme y duradero.
Nuestra causa para defenderse no necesita más que presentarse tal cual
es, sin aderezo y sin engaño. Comparad la opulencia y bienestar que gozó
Guanajuato en los dos años de 56 y 57, con la miseria, los destierros y las
expoliaciones que lo han aniquilado en los dos aciagos de 58 y 59, y decid sin
pasión de qué parte están la razón y la justicia. Apelo al juicio de nuestros
mismos enemigos que no han perdido la sensatez y la cordura.
Nadie cree posible afirmar un gobierno que para hacerse obedecer
necesita desterrar y perseguir a cuatro quintas partes de los habitantes, sin
respetar a los extranjeros; que necesita mantener un ejército en cada
población, porque sólo manda en el terreno que pisa; y cuyo sistema
financiero está reducido a una cadena de préstamos forzosos sin término. La
existencia de un gobierno como éste es un absurdo, es una pretensión
insensata sostenida únicamente por un pequeño círculo de personas, que
medran a la sombra de abusos y preocupaciones, que chocan abiertamente
con la ilustración y necesidades del siglo.
Conciudadanos: ese reducido círculo de especuladores, de fanatismo, ha
invocado sacrílegamente el nombre sacrosanto de nuestra religión, para
cohonestar el derroche de los bienes que se llaman eclesiásticos. Con

256
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

refinada malicia nos llama impíos, sabiendo que somos más sinceramente
católicos que nuestros difamadores; confunde torpemente los bienes
terrenales, que son los únicos de que se ocupan las leyes de Reforma, con los
espirituales, de que es dispensadora sólo la autoridad espiritual, sin que el
gobierno constitucional haya intentado ingerirse nunca en ese terreno; y por
último, ha cubierto en sangre y luto toda la República, antes que
desprenderse de unos cuantos millones de pesos, que con farisaica
hipocresía llama fondo piadoso, cuando hasta los niños saben que desde la
Independencia a la fecha, ha sido el banco de avío de todas las revoluciones.
Compatriotas: yo veo todavía en vuestros semblantes la señal del
envilecimiento que intentó suprimir en ellos la brutal autoridad de un
tiranuelo atrabiliario. Sacudid ese oprobio; recordad que sois
Guanajuatenses, que habéis nacido en la tierra de que son hijos Hidalgo,
Allende, Aldama, Abasolo, Cortazar, y que vivís en un Estado que en todos
tiempos se ha hecho ilustre por el valor y las virtudes cívicas de sus hijos.
Levantaos, tomad las armas, y venid con nosotros; marchemos juntos por el
camino de la gloria, y pronto estaréis rehabilitados, pronto volverá a
Guanajuato el Estado libre y soberano cuyo peso en la balanza política de la
República era decisivo. Algunos de sus ingratos hijos han tenido placer en
fraccionarlo, para entregarlo maniatado al despotismo militar, para
convertirlo en un rebaño de ovejas. Esos renegados de su patria caerán bajo
el peso de la execración pública, sepultados entre las ruinas de los intereses
mezquinos, que los han arrastrado a tan infamante apostasía.
"El pueblo que rotas una vez las cadenas de su prisión, ha gozado por
algún tiempo las dulzuras de la libertad, no consentirá jamás en sujetarse de
nuevo al detestable y ominoso yugo de la tiranía". No olvidéis esta sentencia
de un Guanajuatense ilustre, y proclamad conmigo la libertad, la
Constitución y la República.
Guanajuato, Noviembre 5 de 1859.

257
LUIS VELASCO Y MENDOZA

"PARTE" QUE EL GRAL. DEGOLLADO DIO AL GOBIERNO CONSTITUCIONAL


SOBRE LA BATALLA DE LA ESTANCIA DE LAS VACAS.

"Documentos Inéditos o muy raros


para la Historia de México". Tomo XI.
Genaro García.

Después de la toma de Guanajuato y completa ocupación del Bajío, logré


reunir en Celaya un cuerpo de ejército de 6,000 hombres de todas armas y
29 piezas de artillería, y juzgué de mi deber marchar sobre Querétaro, donde
se hallaba la división del faccioso Vélez con poco más de 3,000 hombres y
cosa de 18 piezas, según me informaron los exploradores. No me era posible
diferir el ataque de estas fuerzas, porque se debía dar antes que el faccioso
Woll volviese de Zacatecas a unirse con Vélez, o amagar nuestra retaguardia.
El 11 del corriente, salí por la Diligencia de Guanajuato y alcancé las
tropas en Apaseo, desde donde mandé al Coronel Don Benito Gómez Farías a
Querétaro a proponer una conferencia a Don Miguel Miramón, que estaba
recién llegado de México, para ver si era posible que reconociera el orden
constitucional evitando el derramamiento de sangre, estando como estaba en
la conciencia de todos, amigos y enemigos, que íbamos a triunfar. La
conferencia fue admitida de muy buena voluntad y fijada la hora y el lugar
para el día siguiente.
El día 12 me dirigí con dicho señor Farías a la Calera, que era donde
teníamos nuestra última avanzada, habiendo situado el enemigo la suya en la
hacienda del Rayo. El señor Miramón se avistó a las cuatro y media de la
tarde, acompañado solamente del Lic. D. Isidro Díaz, y entre la Calera y el
Rayo nos reunimos los cuatro y entramos en explicaciones francas, que si no
dieron un resultado satisfactorio, sí me convencieron de que Miramón es
caballeroso y de que, a su modo y con sus errores, desea el término de una
guerra que confiesa no puede concluir sino por el triunfo de las ideas
liberales.
Luego que me separé del expresado Sr. Miramón, sin haber conseguido
que aceptara el orden constitucional, mandé prevenir al Sr. General D.
Manuel Doblado que en la misma noche avanzaran las tropas y se situaran, a
las seis de la mañana del día siguiente trece, en las lomas de la Estancia de
las Vacas, a menos de dos leguas de Querétaro. Así se verificó con la mayor

258
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

oportunidad y precisión, formándose tres líneas formidables de defensa en


una posición casi inexpugnable.
A las siete, se presentó el enemigo, y el Sr. Gral. D. José María Arteaga,
por la izquierda, con los Batallones de Morelia y de Tamaulipas, y el Sr.
Coronel Don Julián Quiroga, por la derecha, con su Regimiento de Rifleros y
Batallón de Aguascalientes, se desplegaron en tiradores al frente, rechazando
al enemigo victoriosamente y haciéndole desde luego más de cincuenta
prisioneros que nos aseguraban la victoria. Nuestras caballerías, a las
órdenes del Sr. General D. Emilio Lamberg y del Sr. Coronel D. Vicente Vega,
por la izquierda y derecha, a la conveniente distancia, se situaron en apoyo
de ambas alas; pero lo muy fragoso del terreno no les permitía obrar antes de
bajar a la llanura.
Luego que vi desordenado al enemigo, mandé venir los Batallones
Primero y Segundo ligeros de San Luis, a las órdenes de los Srs. Generales D.
Santiago Tapia y D. Miguel Blanco, para que cargasen por el centro;
habiendo logrado el primero desalojar al enemigo del frente y tomarle sus
piezas. Mas el valiente y pundonoroso General Tapia fue mortalmente herido
y muerto el primer Comandante del Primer Batallón de San Luis, D. Albino
Espinosa, por cuyas desgracias entró el desorden en nuestras filas y
retrocedieron nuestros soldados, a tiempo que yo me hallaba pie a tierra,
porque me estaban remudando caballo, a virtud de que el que había
servídome para recorrer nuestro vastísimo campo, se había destroncado
enteramente.
En vista de esto, a las once de la mañana mandé replegar nuestras
fuerzas a las tres líneas escalonadas en la altura; pero esta medida salvadora
fue nugatoria, porque simultáneamente se pusieron en fuga y dispersión
todas las tropas, que no quisieron obedecer a los jefes, obligando al Sr.
General Doblado a querer contener a metralla la dispersión. Sucesivamente
me fui encontrando con las piezas abandonadas, sin artilleros y sin trenistas
ni ganados que las salvasen, a causa de que los mismos soldados habían
destrozado los atalajes y llevádose las mulas para fugarse en ellas con más
velocidad, dejando perdidos nuestros trenes, parque, equipajes, etc., del
modo más criminal y vergonzoso, por culpa de la oficialidad que se portó
muy mal, con rarísimas excepciones.
Sólo mis ayudantes, como el Sr. Coronel Quiroga, el Teniente Coronel D.
Bernabé de la Barra, otros tres o cuatro oficiales y yo, con pistola amartillada
y en guardia, cubrimos la retaguardia, siendo fortuna nuestra que la
caballería enemiga careciese de parque y que respetase nuestra actitud
amenazante; aunque nos persiguió tenazmente hasta Celaya, sin hacer más
que una u otra víctima de los rezagados que no podían seguir el movimiento.

259
LUIS VELASCO Y MENDOZA

En Celaya nos esperaba otro peligro. Los sicarios fanáticos, que veían
una ocasión de cometer los más cobardes asesinatos a mansalva sobre
millares de hombres que trataban sólo de ponerse a salvo, nos hicieron un
fuego mortífero al atravesar la ciudad, ametrallándonos con un pequeño
cañón que allí quedó abandonado. Estos infames instrumentos del clero
asestaron sobre mí una descarga que dejó acribillado el marco de una puerta
donde me paré a dar algunas órdenes; mas el cielo dejó burladas sus
tentativas sanguinarias, y los que me rodeaban y yo salimos sanos y salvos
fuera de la ciudad, aunque perseguidos de cerca por los caribes de Celaya
hasta el Huaje.
El Sr. General Doblado, que tomó la tarea de ordenar la retirada, se halla
en Salvatierra con la mayor parte de los dispersos, y yo me vine con el resto a
este Cuartel General, para reorganizarlo todo dentro de breves días y volver
pronto a la carga, como se verificará.
Se nos desgració también el recomendable y muy entendido Sr. General
D. J. Justo Álvarez, quien en la víspera de la batalla perdió una pierna,
herido casualmente por la caída de una pistola que se disparó sobre él en
Apaseo, la tarde del día doce, haciéndonos gran falta su presencia, y
conducido a Celaya para ser amputado; debe hallarse en poder del enemigo,
porque nos fue imposible salvarlo.
No puedo dar a V. E. otros pormenores, porque aun no recibo los partes
correspondientes de los jefes de las líneas; mas lo haré tan luego como éstos
me sean presentados, para conocimiento del Exmo. Sr. Presidente, a quien
debe servir de satisfacción el conocimiento de las circunstancias que revelan
el buen estado de la opinión pública; primera, que todos estamos dispuestos
a continuar con más ardor que nunca la lucha comenzada, y segunda, que
tanto al marchar a ponerme al frente del cuerpo de ejército que combatió,
como al volverme, después de nuestro descalabro, he transitado solo, sin un
hombre de escolta, por en medio de muchas poblaciones tenidas como
reaccionarias, inclusa Guanajuato, sin haber recibido más que
consideraciones y respetos de que estoy muy agradecido.
Si acerca de mi conducta militar y política hay alguna cosa que por mi
desgracia merezca la desaprobación del Supremo Gobierno, estoy dispuesto
a sufrir el correspondiente juicio y pasar a donde se me ordene a contestar
los cargos que contra mí se formulen; pues en la prosperidad o en el
infortunio no aspiro a más que a mostrarme digno de la confianza del mismo
Supremo Gobierno.
He cumplido con el triste deber de dar cuenta a V. E. de lo ocurrido,
reiterándole las protestas de mi respetuosa consideración y merecido
aprecio.
San Luis Potosí, Noviembre 18 de 1859.

260
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

Santos Degollado. (Rúbrica).


Excmo. Sor. Ministro de Guerra y Marina.
Heroica Veracruz.

261
LUIS VELASCO Y MENDOZA

BIBLIOGRAFÍA Y FUENTES
DE INFORMACIÓN

"Adiciones y Rectificaciones a la
Historia de México escrita por D.
Lucas Alamán". José Mª. Liceaga.
"Alamán". José C. Valadés.
"Anales Mexicanos de la Reforma y el
Segundo Imperio" P. Agustín Rivera.
"Anales de la Vida del Padre de la
Patria, D. Miguel Hidalgo y Costi- P. Agustín Rivera.
lla".
"Apuntes Históricos". Pedro González.
"Apuntes para la Historia de la
Guerra entre México y los Estados
Unidos". J. M. Castillo- F. M. Escalante.- J. M.
Iglesias.- M. Muñoz.- R. Ortiz.- M.
Payno.- G. Prieto.- J. F. Ramírez.- M.
Saborío.- F. Schaffino.- F. Segura.- P.
M. Torrescano y F. Urquidi.
"Benito Juárez. Su vida y su Obra". Rafael de Zayas Enríquez.
"Biografía del Benemérito e Ilustre
Iniciador de la Independencia
Mexicana D. Miguel Hidalgo y
Costilla". Marcos Arroniz.
"Biografías de Héroes y caudillos de
la Independencia". Tomo I. Alejandro Villaseñor.
"Breve reseña Histórica de los
Acontecimientos más notables de la
Nación Mexicana". José Mª. Tornel y Mendívil.
"Campañas (Las) del Gral. D. Félix
María Calleja". Carlos Mª. de Bustamante.
"Carmen (El) de Celaya". Cuaderno
No. 1. Fray Pablo A. Jiménez.
"Carta sobre el Cólera Aspyria". Dr. Read de Savannah a John
Francis. M. D. Nueva York. 1832.
"Celaya". Folleto. David Reynoso Beltrán.
"Colección de Documentos para la
Historia de la Guerra de Indepen-
dencia". 1808-1821. Juan E. Hdez. y Dávalos.

262
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

"Comentarios a las Revoluciones de


México". Tomo I. Antonio Guibaja y Patrón.
"Correspondencia y Diario Militar de
D. Agustín de Iturbide". Tomos I,
II, III y IV. Archivo General de la Nación.
"Cuadro Histórico de la Revolución
Mexicana". Tomo I. Carlos Mª. de Bustamante.
"Cuestión (La) Religiosa en México". P. Regis Planchet
"De Santa Ana a la Reforma". Tomo
IV. Victoriano Salado Álvarez.
"Documentos Inéditos o muy Raros
para la Historia de México".
Tomo IX. "El Clero de México y la
Guerra de Independencia".
Tomo XI. "Don Santos Degollado. Sus
Manifiestos, Campañas, enjuicia-
miento, muerte, etc., etc.".
Tomo XXIV. "La Revolución de
Ayutla, según el Archivo del Gral.
D. Manuel Doblado".
Tomo XXXII. "El Gral. Paredes
Arrillaga. Su Gobierno en Jalisco,
sus movimientos revolucionarios,
etc. Según su Archivo". Genaro García.
"Efemérides Guanajuatenses". Tomos
III y IV. P. Lucio Marmolejo.
"Ensayo Histórico de las Revolu-
ciones en México". Tomo I. Lorenzo de Zavala.
"Francisco Javier Mina y Pedro
Moreno, Héroes Insurgentes". Antonio Rivera de la Torre.
"Gabinete (El) Mexicano". Carlos María de Bustamante.
"Guerra (La) de Independencia.
Hidalgo-Iturbide". Francisco Bulnes.
"Guerra (La) de Tres Años". Manuel Cambre.
"Gobernantes (Los) de México".
Tomo II. Manuel Rivera Cambas.
"Hidalgo Íntimo". José María de la Fuente.
"Historia de la Ciudad de Dolores". Pedro González.
"Historia del Emperador D. Agustín
de Iturbide". Carlos María de Bustamante.
"Historia del Estado de Aguasca-

263
LUIS VELASCO Y MENDOZA

lientes". Agustín R. González.


"Historia General de España". Tomo
XXV. Ramón B. Girón.
"Historia Particular del Estado de
Jalisco" Tomos I y II. Luis Pérez Verdía.
"Historia de México". Tomos I, II, III,
IV y V. Lucas Alamán.
"Historia de México". Tomo V y VI. Ignacio Álvarez.
"Historia de México". Tomo III. Francisco Banegas y Galván.
"Historia de México". Tomo III. Alfonso Toro.
"Historia de México". Tomos IX, XII,
XIII y XIV. Niceto de Zamacois.
"Historia de México y del Gral. D.
Antonio López de Santa Ana". Juan Suárez y Navarro.
"Historia de la Nación Mexicana". P. Mariano Cuevas, S. J.
"Historia de la Revolución Hispano-
Americana". Tomo II. J. Mariano Torrente.
"Historia de la Revolución de México
contra la Dictadura del Gral. Santa
Ana". 1853-1855. Anselmo de la Portilla.
"Historia de la Revolución de la
Nueva España". Tomo I. José Guerra (Fray Servando Teresa
de Mier).
"Historia de la Revolución de Nueva
España". Antonio Rivera de la Torre.
"Historia de la Sagrada Imagen del
Señor de la Piedad, de su Templo y
del Culto que se le ha tenido en
Celaya, durante todo un Siglo". P. Pastor Bañuelos Cano.
"Historia de San Luis Potosí". Tomo
III. Manuel Muro.
"Hombres Ilustres Mexicanos.
Agustín de Iturbide". Tomo IV. José Olmedo Luna.
"Hombres Ilustres Mexicanos. Fran-
cisco Eduardo Tresguerras". Tomo
III. Agustín R. González.
"Insurgente (El) Albino García". Fernando Osornio Castro.
"Insurrección (La) de 1810 en el
Estado de Guanajuato". Fulgencio Vargas.
"Invasión (La) Americana. 1846-
1847". Manuel Balbontín.

264
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

"Jefes y Oficiales del Ejército Mexi-


cano en 1847". Alberto María Carreño.
"Memorias". Manuel Balbontín.
"Memorias de la Guerra de Reforma". Manuel Valdés.
"Memorias para la Historia de
México Independiente. 1822-1846".
Tomos I y II. José María Bocanegra.
"Memorias de la Revolución de
México y de la Expedición del Gral.
D. Francisco Javier Mina". William Robinson Davis.
"Memorias de mis Tiempos". Tomos I
y II. Guillermo Prieto.
"México a Través de los Siglos". Tomo
III. Julio Zárate.
"México a Través de los Siglos". Tomo
IV. Enrique Olavarría y Ferrari.
"México a Través de los Siglos". Tomo
V. José María Vigil.
"México durante su Guerra con los
Estados Unidos". José Fernando Ramírez.
"México y sus Revoluciones". Tomo
III. José María Luis Mora.
"Mexicanos Distinguidos". Biografía
de Iturbide. Francisco Sosa.
"Mi Historia Militar y Política". Antonio López de Santa Ana.
"Mina el Mozo". Martín Luis Guzmán.
"Nattahí". Fulgencio Vargas.
"Proclama del Gral. D. Nicolás Bravo,
en Celaya". Archivo particular del Lic. Ignacio
Herrera Tejeda, de Querétaro.
"Razón de los Religiosos de la Pro-
vincia de Michoacán, que se han
distinguido en las presentes re-
voluciones. 1812". Boletín. Tomo
XI. No. 3. Archivo General de la Nación.
"Recuerdos de la Invasión Ameri-
cana". Tomo I. Manuel Roa Bárcena.
"Suplemento a los Tres Siglos de
México del P. Andrés Cavo. Carlos María de Bustamante.
"Vía-Crucis Sagrado". Francisco Eduardo Tresguerras.
"Vida de Don Agustín de Iturbide". Carlos Navarro y Rodríguez.

265
LUIS VELASCO Y MENDOZA

PERIÓDICOS:

"El Cosmopolita". No. 58 del 28 de


Febrero de 1840. Hemeroteca Nacional
"El Diario de Avisos". No. 134 del 5 de
Junio de 1860.- No. 162 del 7 de
Julio de 1860.- No. 186 del 4 de
Agosto de 1860.- No. 187 del 5 de
Agosto de 1860.- No. 188 del 6 de
Agosto de 1860.- No. 189 del 7 de
Agosto de 1860 y No. 190 del 8 de
Agosto de 1860. Hemeroteca Nacional.
"El Diario del Gobierno de la Re-
pública Mexicana". No. 200 del 6
de Noviembre de 1835.- No. 1850
del 26 de Marzo de 1840.- No. 21
del 21 de Febrero de 1840.- No. 132
del 24 de Noviembre de 1853 y No.
146 del 8 de Diciembre de 1853. Hemeroteca Nacional.
"La Gaceta de México". No. 144 del
30 de Noviembre de 1810.- No. 362
del 18 de Febrero de 1813.- No. 433
del 10 de Julio de 1813.- No. 619 del
25 de Agosto de 1814.- No. 765 del
15 de Julio de 1815.- No. 83 del 28
de Junio de 1820 y No. 90 del 12 de
Julio de 1820. Hemeroteca Nacional.
"La Gaceta del Gobierno Imperial de
México". No. 9 del 13 de Octubre de
1821.- No. 46 del 28 de Mayo de
1822. Hemeroteca Nacional.
"El Museo Mexicano". Tomo II. 1843.
"Don Francisco Eduardo Tresgue-
rras", por Manuel Payno. Biblioteca del Autor.
"El Orden" de Querétaro. No. 3 del 16
de Agosto de 1858. Archivo Particular del Lic. Ignacio
Herrera Tejeda; de Querétaro.
"Periódico Oficial del Gobierno del
Edo. de Guanajuato". No. 120 del
30 de Abril de 1835. Hemeroteca Nacional.
"El Siglo XIX", No. 1070 del 30 de

266
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

Octubre de 1844.- No. 1093 del 24


de Noviembre de 1844.- No. 1498
del 4 de Febrero de 1853 y No.
2852 del 3 de Noviembre de 1856. Hemeroteca Nacional.
"La Sociedad". No. 382 del 18 de
Enero de 1859.- No. 393 del 31 de
Enero de 1859.- No. 477 del 24 de
Abril de 1859 y No. 523 del 9 de
Junio de 1859. Hemeroteca Nacional.

267
LUIS VELASCO Y MENDOZA

ÍNDICE DEL TOMO II

Págs.

UNAS PALABRAS AL LECTOR . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5

CAPÍTULO I

Situación que prevalecía en el país al estallar la revolución de


Independencia.- Detalles del movimiento iniciado por Dn. Miguel
Hidalgo y Costilla.- Llega éste con su ejército a las puertas de
Celaya, e intima la rendición de la plaza.- No contando con
elementos suficientes de defensa, huyen para Querétaro el
Subdelegado, parte del Ayuntamiento y los vecinos españoles.-
Entrada del ejército insurgente a Celaya.- Caudales que ingresan
a la Tesorería del mismo ejército, y nombramiento de nuevo
Subdelegado de la ciudad.- Se presentan a Hidalgo: Dn. Ignacio
Camargo, el Cap. Dn. Joaquín Arias y el Lego juanino Fray Luis
de Herrera.- Hidalgo, después de haber sido nombrado "Capitán
General" convoca al Ayuntamiento, y son nombrados nuevos
regidores.- Promoción de Jefes insurgentes.- Al siguiente día de
ser aclamado como "Capitán General", sale Hidalgo de Celaya
con su gente, y toman el camino de Guanajuato. . . . . . . . . . . . . . . . 7

CAPÍTULO II

Condiciones en las que quedaba Celaya, después de la salida del


ejército independiente.- La falsía del Subdelegado de la ciudad,
Dn. Carlos Camargo.- Llegan prisioneros a Celaya: el Coronel
realista, Dn. Diego García Conde, el Intendente de Michoacán,
Dn. Manuel Merino y el Conde de Casa Rul.- Noticias sobre las
campañas de los insurgentes.- El gobierno virreinal organiza la
resistencia y con tal motivo salen los Comandantes Calleja y Flon
a combatir la insurrección.- Actuación de estos Jefes hasta el 7 de
noviembre de 1810, en que derrotan a los insurgentes en Aculco.-
Después de este desastre, primero Allende y en seguida Hidalgo,
arriban nuevamente a Celaya.- Estancia de este Jefe en la ciudad

268
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

y texto de la Circular que allí publicó.- Sale el Generalísimo


Hidalgo con su gente para Valladolid. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 25

CAPÍTULO III

Ante la proximidad del ejército realista, emigra de Celaya mucha


gente comprometida en la causa independiente.- Llega Calleja de
paso para Guanajuato, a donde se dirigía a combatir a Dn.
Ignacio Allende.- Durante su estancia en la ciudad, reorganiza la
administración virreinal y ordena la ejecución de dos patriotas.-
Después de permanecer cinco días en Celaya, sale Calleja con su
ejército y toma el camino de Guanajuato.- Situación general de
Celaya, durante aquellos años.- Plan militar desarrollado en
Celaya y en todas las poblaciones comprendidas en el territorio
donde había cundido la insurrección.- Ataques, que de los
insurgentes, sufrió por entonces la ciudad.- Desgraciado fin que
tuvo el Subdelegado Dn. Carlos Camargo.- Es nombrado por
Calleja Intendente de Guanajuato y su Provincia, Dn. Fernando
Pérez Marañón.- Estado que a principios de 1811, presentaba la
contienda por la Independencia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 43

CAPÍTULO IV

El guerrillero Insurgente Albino García.- Final aciago de Hidalgo, de


Allende, y de todos los primeros caudillos de la Independencia.-
Albino García emprende otros nuevos ataques sobre Celaya y no
logra apoderarse de la plaza.- Actuación del Brigadier realista Dn.
Diego García Conde, en su nuevo puesto de Comandante de la
zona del Bajío.- El Capitán Dn. Agustín de Iturbide.- La campaña
que en año y medio sostuvo el audaz guerrillero Albino García.-
Iturbide sorprende a éste en el Valle de Santiago y lo coge
prisionero en compañía de su hermano y de otros varios
cabecillas.- Los presos son conducidos a Celaya y presentados allí
al Brigadier García Conde.- Después de un juicio sumario son
ejecutados en Celaya: Albino García, su hermano Francisco y el
"Secretario" Pineda.- Referencias y detalles complementarios
sobre la muerte del osado guerrillero. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 59

269
LUIS VELASCO Y MENDOZA

CAPÍTULO V

La Junta revolucionaria de Zitácuaro.- Uno de sus vocales Dn. José


María Liceaga, es nombrado Comandante de las fuerzas
insurgentes en el Bajío, y ataca a Celaya en Enero de 1813.- Acude
en auxilio de la plaza el Teniente realista, Dn. Manuel Gómez
Pedraza, y derrota completamente a los independientes.- El
Mariscal de Campo, Dn. Félix María Calleja del Rey, es nombrado
60º Virrey de la Nueva España, y toma posesión de su cargo.- Dn.
Agustín de Iturbide obtiene una señalada victoria contra los
insurgentes en Salvatierra.- Como recompensa a ese triunfo, es
nombrado por el Virrey Coronel Comandante del Regimiento de
Celaya y Comandante General de las armas realistas en el Bajío.-
Organización que se da al "Regimiento de Celaya".- Las Cortes de
Cádiz y la Constitución española de 1812.- Se jura la Constitución
en toda la Nueva España.- Festejos con que fue celebrada en
Celaya la jura de la Constitución española. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 69

CAPÍTULO VI

Morelos y la instalación del Congreso de Chilpancingo.- Misiones


"político-sociales", que tuvieron efecto en Celaya, para
contrarrestar el sentimiento popular que se manifestaba a favor
de la causa de la emancipación.- Nueva organización dada por
Iturbide a las fuerzas que guarnecían la ciudad.- Proclama que el
mismo Jefe dirigió a los soldados de la guarnición.- Sale Iturbide
a combatir a Morelos, y como segundo del Brigadier Dn. Ciríaco
de Llano, derrotan al Caudillo del Sur en Valladolid.- El Monarca
Dn. Fernando VII, regresa libre a España, y deroga en todo el
reino la Constitución de 1812.- Por Bando del Virrey Calleja, se da
cumplimiento en Celaya a las disposiciones del Rey.- La
Constitución de Apatzingán y el Acta de protesta que en contra de
ese Código y del Congreso, suscribió el Ayuntamiento de Celaya.-
Prisión y muerte del Generalísimo Morelos.- Actividades del
Comandante militar de Celaya, Dn. Francisco Guizarnótegui. . . . . 99

270
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

CAPÍTULO VII

Llamado a la capital, sale Iturbide de Celaya para responder a los


cargos de especulación que le hacían.- Toma posesión del
gobierno de la Nueva España, el nuevo Virrey, Dn. Juan Ruiz de
Apodaca; y éste nombra al Corl. Dn. Cristóbal Ordóñez,
Comandante General del Bajío y Provincia de Guanajuato. Es
disuelta la Junta de Taretan, y entonces el gobierno insurgente se
establece en el fuerte de Jaujilla.- Expedición de Dn. Francisco
Javier Mina.- Muere en campaña el Corl. Ordóñez, Comandante
General de la Provincia; y en su lugar es nombrado el Mariscal de
Campo, Dn. Pascual Liñán.- Prisión y muerte de Dn. Francisco
Javier Mina.- Nombra el Virrey, Comandante General del Bajío,
al Corl. Dn. Antonio Linares.- Preocúpase este Jefe porque
renazca en Celaya la industria de tejidos, dictando al efecto
acertadas disposiciones.- Muere en una acción de armas el C.
Militar de Celaya, Dn. Antonio Ibáñez.- Pacificación del Bajío y
Provincia de Guanajuato. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 121

CAPÍTULO VIII

El Rey Don Fernando VII, restablece la Constitución de 1812.- Se


vuelve al orden constitucional en la Nueva España, y con tal
motivo es jurada nuevamente en Celaya la Constitución
española.- Por última vez, cuando mueren Carlos IV, y su esposa
María Luisa de Parma, celébranse en Celaya honras fúnebres en
honor de los Soberanos españoles.- Por inconformidad con el
restablecimiento de la Constitución, se prepara un nuevo
movimiento en favor de la Independencia.- Los conspiradores
eligen por jefe a Dn. Agustín de Iturbide; y éste, proclama el Plan
de Iguala.- Carácter conciliatorio y político del mismo Plan.-
Cunde la revolución; y en el Bajío proclaman la Independencia
los hasta entonces jefes realistas Dn. Anastasio Bustamante y Dn.
Luis Cortazar.- Cortazar entra a Celaya, y consigue que las tropas
de la guarnición secunden el Plan de Iguala.- Se consuma la
Independencia de México, solemnizándose jubilosamente en
Celaya su proclamación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 139

271
LUIS VELASCO Y MENDOZA

CAPÍTULO IX

Satisfacción que causa en Celaya y en todo el país, la exaltación al


Trono de México, de Iturbide como Emperador.- Se conmemora
por primera vez en Celaya el aniversario del grito de libertad,
levantando Tresguerras un monumento en honor de la
Independencia.- Se subleva en Veracruz el Brigadier Santa Ana
proclamando la República, y abdica el Emperador, saliendo
desterrado para Italia.- Es nombrado el Gral. Cortazar
Comandante General de la Provincia de Guanajuato, y desde
Celaya lanza un "Manifiesto" a sus paisanos.- Junta de Generales,
celebrada en Celaya, aparentemente para favorecer el sistema
federal.- Situación anárquica en que, al propugnar por el
federalismo, se encontraban varias provincias.- Sale de la capital
el Gral. Bravo a combatir la rebeldía en Jalisco; y lanza allí una
"Proclama".- Regresa el Libertador Iturbide al país y se le fusila
tres meses antes de que sea Presidente de la República el Gral.
Dn. Guadalupe Victoria.- Progresos que en todos los órdenes iba
conquistando Celaya, a pesar de tan contradictoria situación.-
Celébrase en toda la República, el triunfo alcanzado en Tampico,
contra una expedición española que intentaba reconquistar el
país . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 159

CAPÍTULO X

El Estado de Guanajuato, y por consiguiente Celaya, se adhiere al


movimiento que llevó a la Presidencia de la República al Gral.
Dn. Vicente Guerrero.- Una revolución derriba su régimen, y la
Legislatura de Guanajuato, reconoce como Presidente al Gral.
Dn. Anastasio Bustamante.- Su gobierno inicia una época de paz
y florecimiento en el país.- Entonces se levanta en Celaya un
nuevo templo dedicado al "Señor de la Piedad".- Consternación
en Celaya por el fusilamiento del Gral. Guerrero, que trae como
consecuencia la caída del Presidente Bustamante.- Llega a la
Presidencia el Gral. Dn. Manuel Gómez Pedraza, y la sigue el
Gral. Dn. Antonio López de Santa Ana, quien viene a Celaya de
paso para Guanajuato.- El Cólera Morbus invade a Celaya y entre
las víctimas muere el famoso arquitecto Dn. Francisco Eduardo
Tresguerras.- El gobierno de Santa Ana tiende a cambiar el

272
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

sistema federal por el central, derogando todas las leyes


reformistas de Gómez Farías.- Zacatecas se subleva y el
Presidente Santa Ana pasa con su ejército por Celaya, al ir a
combatir a los rebeldes.- Triunfa el gobierno y se procede a
cambiar el régimen federal por el centralista . . . . . . . . . . . . . . . . . . 183

CAPÍTULO XI

El año de 1836 se promulga una nueva Constitución, quedando


sustituido el régimen federal por el central, y nuevamente asume
la Presidencia, por elección, el Gral. Bustamante.- Nombrado
Gobernador de Guanajuato, llega de paso a Celaya el Gral. Dn.
Luis Cortazar, para tomar posesión de su cargo en la capital del
Departamento.- Pasa por Celaya el cortejo que conducía hacia la
ciudad de México los restos del Libertador, Dn. Agustín de
Iturbide.- Estalla un movimiento revolucionario contra el
gobierno del Presidente Bustamante, y prontamente es
sofocado.- Muere el Gral. Cortazar y su cuerpo es trasladado a
Celaya para sepultarlo en la iglesia de San Francisco.- Se subleva
en Celaya la guarnición de la plaza, siendo rápidamente
combatido este brote revolucionario.- Estado caótico en que se
encontraba el país en el curso de 1840.- Esa situación motiva una
exposición que hace Dn. José Gutiérrez de Estrada, abogando por
el régimen monárquico.- Nuevo levantamiento en contra del
gobierno de Bustamante y su apaciguamiento en la capital.- Se
establece en Celaya el desfile de Carros Alegóricos, que tan
famosas hicieron a sus fiestas de Navidad. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 205

CAPÍTULO XII

Las autoridades de Celaya, con las de su Departamento, se adhieren a


las revolución que estalló en Guadalajara, contra el régimen
centralista.- Triunfante la revolución, deja la Presidencia el Gral.
Bustamante y la ocupa nuevamente el Gral. Santa Ana.- Se
proclaman las "Bases Orgánicas" como carta fundamental de la
República, convirtiendo Santa Ana el gobierno en una dictadura.-
En Celaya se inicia la edificación del "Teatro Cortazar", y se
construye el "Puente de las Monas".- El Gral. Paredes Arrillaga se

273
LUIS VELASCO Y MENDOZA

pronuncia contra el régimen dictatorial de Santa Anna; y éste


llega con su ejército a Celaya, de paso para combatir al infidente.-
Secundado el movimiento en la capital, ocupa la Presidencia Dn.
José Joaquín de Herrera, lo que hace regresar a Santa Ana para
disputar el poder.- Tanto Santa Ana, como el bando rebelde,
incitan al Gobernador de Guanajuato, Dn. Pedro Cortazar, a que
abrace su partido.- Sale Cortazar de Celaya para acudir a un
llamado de Santa Ana; y éste lo hace prisionero.- Dejando en
libertad a Cortazar, huye el ex-Dictador, pero en el camino es
aprehendido y se le condena al destierro.- Un nuevo
levantamiento del Gral. Paredes, lo lleva a la Presidencia de la
República . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 221

CAPÍTULO XIII

"Manifiesto" que en Celaya lanza el Gral. Dn. Pedro Ampudia,


pidiendo ir con sus soldados a la guerra que se inicia con los
Estados Unidos.- Condiciones lamentables en que se
encontraban las tropas estacionadas en Celaya.- Estalla una
revolución en Guadalajara, y al triunfar lleva nuevamente a la
Presidencia al Gral. Santa Ana.- Alista éste un nuevo ejército para
la guerra y le prestan su cooperación todas las poblaciones del
Edo. de Guanajuato, entre ellas Celaya que ayuda con hombres y
dinero.- El ejército mexicano es derrotado en casi todas las
acciones de armas; ocupando finalmente los invasores la capital
de la República.- Santa Ana renuncia la Presidencia, y el nuevo
gobierno que preside el Lic. Dn. Manuel de la Peña y Peña, lo
depone del mando militar y celebra un tratado de paz con los
Estados Unidos.- Ese tratado provoca un levantamiento en Lagos
y en Aguascalientes, apoderándose los sublevados de la ciudad de
Guanajuato.- Los poderes del Estado se trasladan a Celaya,
declarándose a esta ciudad capital de la entidad.- Cae Guanajuato
en poder de las tropas leales y regresa a esa capital el gobierno
del Estado.- El año de 1850 vuelve a azotar a Celaya la terrible
epidemia del Cólera Morbus . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 237

274
HISTORIA DE LA CIUDAD DE CELAYA

CAPÍTULO XIV

Víctima del Cólera, muere el General Dn. Pedro Cortazar.- Estalla


una revolución en Guadalajara, en contra del régimen del
Presidente, Dn. Mariano Arista.- Pasan por Celaya tropas del
gobierno destinadas a combatir la rebelión y ya de regreso se
pronuncian en la ciudad.- "Manifiesto" que publica entonces el
Jefe de esas fuerzas, Gral. Dn. Manuel Robles Pezuela.- Después
de ser Presidentes el Lic. Dn. Juan Bautista Ceballos y el Gral.
Dn. Manuel María Lombardini, ocupa nuevamente el poder el
Gral. Santa Ana.- Se establece en Celaya una "Junta de Mejoras
Materiales", y emprende la construcción de la "Alameda" y
algunas otras obras; estableciéndose además el servicio de
telégrafos.- Como adhesión a un Acta suscrita en Guadalajara, se
levanta también otra Acta en Celaya, sosteniendo la Dictadura de
Santa Ana.- Estalla la revolución de Ayutla, y después de año y
medio de lucha es derrocado Santa Ana.- Los revolucionarios al
mando del Lic. Dn. Manuel Doblado, ocupan la capital del
Estado, y este jefe es nombrado Gobernador de la Entidad.-
Después de una junta en que Doblado reconoce el Plan de Ayutla
pasa Dn. Ignacio Comonfort a Guanajuato y luego por Celaya en
su viaje al centro de la República . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 261

CAPÍTULO XV

Toma posesión de la Presidencia Dn. Juan Álvarez, y expide la "Ley


Juárez".- En contra de esa Ley se pronuncia en Guanajuato el
Gobernador Doblado, proclamando Presidente a Comonfort,
quien por dimisión de Álvarez se hace cargo del poder.- Una
sublevación contra el gobierno de Comonfort, ocasiona la
expedición de la Ley de Desamortización de los bienes de la
Iglesia.- Se fugan los presos de la cárcel pública de Celaya, y
saquean la ciudad e incendian la Prefectura.- La Ley de
"Desamortización" origina desavenencias entre el clero y el
gobierno, causando escándalos en Celaya las disposiciones del
Obispo Mons. Munguía y las órdenes del gobernador Doblado.-
Se ahondan las dificultades con la promulgación de la
Constitución de 1857.- Golpe de Estado del Presidente
Comonfort, que da por resultado que se formen dos bandos: el

275
LUIS VELASCO Y MENDOZA

liberal y el conservador.- Depuesto Comonfort por un cuartelazo,


asume el poder el Lic. Dn. Benito Juárez y sale para el interior, en
tanto que en la capital se declara Presidente el Gral. Dn. Félix
Zuloaga.- En su viaje llega Juárez a Celaya, de paso para
Guanajuato, donde instala su gobierno.- Las fuerzas liberales
establecen su cuartel general en Celaya, pero se retiran hasta
Salamanca ante el empuje del ejército conservador, que allí las
derrota en forma desastrosa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 281

CAPÍTULO XVI

Aspectos de la contienda entablada entre el régimen liberal del


Presidente Juárez, y el conservador a cuyo frente se halla ahora el
Gral. Miramón.- Se apoderan de Celaya las tropas liberales de los
Grales. Dn. Miguel Blanco y Dn. Esteban Coronado.- Recuperada
la ciudad por los conservadores, vuelve a caer en poder de las
fuerzas del Gral. Dn. Manuel García Pueblita.- Con la derrota del
Gral. Degollado en los aledaños de la capital, es recuperada la
plaza de Celaya por los conservadores.- Expide Juárez, en
Veracruz, las Leyes de Reforma.- La Aurora Boreal de 1859.-
Después de ser derrotados los conservadores cerca de Silao, cae
nuevamente Celaya en poder de las tropas liberales del Gral.
Degollado.- Es vencido este Jefe por el Gral. Presidente Miramón
en la Estancia de las Vacas, cerca de Querétaro, y en su huida es
atacado por el pueblo de Celaya estando a punto de perecer.- En
el primer semestre del año de 1860, tres veces ocupada Celaya
por las fuerzas liberales de los Grales. Berriozábal y Pueblita,
siendo otras tantas recuperada por los conservadores.-
Aplastante derrota del Gral. Miramón a orillas de Silao, que trae
por consecuencia el restablecimiento del régimen constitucional
en el Estado de Guanajuato. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 305

CONCLUSIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 331

APÉNDICE. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 347

BIBLIOGRAFÍA Y FUENTES DE INFORMACIÓN. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 381

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