Antecedentes de una auditoría externa como detectar y eliminar cualquier distorsión en la información causada por personas culpables de ignorancia, influencias personales, interés propio, negligencia o deshonesti

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Antecedentes de una auditoría externa como detectar y eliminar cualquier distorsión en la

información causada por personas culpables de ignorancia, influencias personales, interés


propio, negligencia o deshonestidad
La Corrupción Legalizada:
La corrupción en las organizaciones se refiere a una de las formas del abuso en el ejercicio
del poder que proviene del manejo arbitrario de las normas y recursos que otros necesitan,
utilizando para ello los privilegios o las posibilidades que el propio sistema ofrece a los
corruptos. Configuran un delito y están penados por la ley, pero también es cierto que en
muchas organizaciones se convierten en prácticas cotidianas. Lo perverso es que dichas
prácticas no sólo son rechazadas por quienes en teoría las sufren, sino que entre las partes
se articulan sociedades delictivas dentro de la propia organización.
En el campo de las organizaciones, los ejemplos incluyen un amplio espectro de situaciones
como el contrabando permitido por los gendarmes, la evasión impositiva admitida por las
oficinas fiscales, los pagos indebidos a delegados sindicales que pertenecen a la empresa,
el cobro por la atención en los hospitales públicos, la incentivación monetaria en las
competencias deportivas, el tráfico de influencias en el gobierno. En los actos corruptos
queremos marcar que además de la transgresión hay una desnaturalización de la
institución, porque la corrupción contradice sus misiones y lleva a cuestionar su propia
existencia.
Lo característico de la corrupción es que los miembros de la institución o los propios
responsables de aplicar la ley son quienes la vulneran en beneficio propio. Tiene que ver
con la negación o el manejo de los servicios que la organización debe prestar para de esa
manera forzar un pago indebido. Al igual que en la perversidad, lo patológico de la
corrupción es la impunidad y la existencia de factores estructurales en las propias
organizaciones que llevan a la instalación y mantenimiento de estas injusticias. En este
sentido las denuncias y sanciones aisladas no permiten disimular que el problema está en
el funcionamiento de las instituciones. Porque el concepto de perversidad quiere destacar
la recurrencia, el conocimiento compartido y eventualmente el sustento cultural de la
corrupción.
Supongamos el caso de una agencia oficial de noticias. Hablamos de corrupción cuando
las instituciones del ambiente deben hacer pagos indebidos a la agencia para obtener
difusión en medios que están bajo el control público. Para la misma organización, la
perversión consiste en deteriorar la imagen del partido opositor por negarse a realizar
publicidad pagada en los medios contrarios al gobierno. El efecto de lo perverso no es un
enriquecimiento ilícito sino la desviación de mantener desinformada a la población o la
alteración de noticias con fines políticos. Por último, decimos que hay incompetencia
profesional cuando se ignoran los hechos o se difunden noticias erróneas por no confirmar
sus fuentes.
La perversidad y corrupción no son productos necesarios de la pobreza o de la ignorancia.
Inclusive, pueden no ser desviaciones que aparecen en el camino equivocado a la
excelencia; por ejemplo, el afán de los directivos de manejar las pautas culturales internas
con el único fin de mejorar el desempeño, sin consultar las preferencias y posibilidades de
los miembros. El énfasis en los logros, el éxito, la competencia y en la búsqueda de héroes
y leyendas puede llevar a una presión insoportable sobre los actores y a una desviación en
sus actos.
La corrupción se basa muchas veces en la capacidad técnica de montar una organización
dentro de otra y hacerla funcionar en paralelo de manera eficiente. Inclusive lo corrupto
puede aparecer como parte de la complejidad y el crecimiento en las operaciones de la
organización. El incremento puede ser el resultado de los negocios paralelos. Al igual que
en la perversión, en estas desviaciones no hay fallas técnicas ni operaciones con errores
inesperados sino una tergiversación de los valores y propósitos de la organización. No es
de esperar que estos desvíos se corrijan por el mero paso del tiempo o por alguna reacción
organizacional; por el contrario, es posible que se esfuercen.
En la corrupción siempre encontramos signos de decadencia, no económica sino cultural y
social. Internamente la organización puede aferrarse a los nuevos negocios por su
rentabilidad o porque amplían los espacios de poder. Pero en el marco de lo social el
sistema se hace inestable porque en sus relaciones con el medio sus acciones pierden la
legitimidad. De allí en más su continuidad debe ser analizada en términos de los recursos
y del poder relativo de la organización, considerando las fuerzas que operan en el
mantenimiento del orden instituido. En esto será importante evaluar si la desviación se
refugia en un solo establecimiento o está agrediendo una institución social.
Las transgresiones al orden organizacional están mostrando una desactivación de los
controles internos o los provenientes del contexto. Ciertos sectores pueden operar en
proyectos propios desvinculados de las misiones institucionales o de las ideas y creencias
que en el medio social se reconocen como legitimas. Tomar las misiones institucionales, o
lo normal y legítimo de ellas, como referencia para calificar el estado de salud de la
organización, no significa que esas referencias sean las mejores o que no deban cambiar.
Lo perverso puede estar vinculado tanto con la invariado como con el cambio. Las rigideces
tienen que ver con mantener privilegios, dogmas o ideologías. En cuanto a los cambios, se
vinculan con las formas destructivas, los modos egoístas de pensar, las actitudes negativas
que inhiben la creatividad, el deseo de perjudicar a otros o el favorecer las formas ocultas
de poder. En este marco, la perversión no es detectable con los procesos tradicionales de
auditoría, con los controles de rutina o con los sistemas de información gerenciales.
Como relación perversa, la corrupción no es patrimonio de lo público. Al respecto J.
Donahue (1991) al estudiar la decisión de privatizar servicios, afirma que la discusión de lo
público o lo privado tiene su importancia. Pero sostiene que más importante aún es instalar
una situación competitiva en reemplazo de una monopólica para estimular la innovación y
eficiencia en el prestador. Dicho autor menciona mecanismos contractuales de corrupción:
“Los reguladores oficiales manipulan los procesos públicos para asegurar que la renta no
exceda una tasa de retorno sobre el capital invertido. Pero esta regulación impone
incentivos para invertir demasiado en equipos de capital. Las diferencias de costos y de
eficiencia entre servicios eléctricos públicos y privados son asignables a este rasgo
perverso de los monopolios privados regulados”.
Tratándose de fines y servicios públicos, la corrupción no es cuestión sólo de una
transgresión financiera, contractual o técnica. También implica la desnaturalización en los
valores de la sociedad y en los derechos de los ciudadanos. Recordemos la propuesta del
diseño llamado Panóptico, de J. Bentham (1791), como estructura para las cárceles, diseño
que aseguraba máxima visibilidad y factibilidad de inspección. Además de proponer su
arquitectura, él sostenía que el servicio carcelario debía contratarse. Para garantizar la
calidad de la gestión proponía especificaciones estrictas que harían pagar al contratista por
“cada uno que muriera, sin preocuparse por considerar si algún cuidado de su parte hubiera
podido o no mantener con vida al recluso en cuestión”. Este clásico ejemplo muestra la
corrupción del pensar que una función pública pueda controlarse a través de incentivos
financieros y recompensas negativas. Indicadores básicos de la corrupción son la
decadencia en los principios éticos y su reemplazo por la racionalidad instrumental, el
desplazamiento de los valores fundacionales, el olvido de la responsabilidad social por las
acciones del sistema y la ambigüedad de las reglas de juego.
Conceptualmente es posible distinguir la perversidad respecto de la corrupción de las
organizaciones sociales. Porque la corrupción tiene que ver con lo ilegitimo, la tomamos
como una figura jurídica que se refiere a un delito penalizado por la ley, en forma
independiente de su reconocimiento por la cultura organizacional. Hay en estos casos una
desnaturalización en las relaciones sociales legítimas y una transgresión del orden legal.
Frente a ello lo perverso no es una transgresión jurídica, respecto de reglas o
procedimientos formales. Se refiere a la corrupción cuando esta se incorpora como pauta
de relación reconocida por los integrantes. Por eso hablamos de la corrupción legalizada,
para marcar que ciertas desviaciones cuentan con el sustento o el respaldo de la institución.
Tenemos el caso perverso de los carceleros que evitan las medidas que permiten los
intercambios de los recursos con el exterior porque eso les recorta el monopolio de sus
negocios comerciales con una clientela cautiva. Con esta misma actitud el aparato
burocrático no permite la desregulación o la eliminación de controles que sustentan su
poder social. Otra situación similar es la de los docentes que no permiten concursos para
que ejerzan los más capacitados. En síntesis, los intereses corporativos son ejemplo de la
perversidad que se autosostiene y que se manifiesta por el encierro y la persecución a
innovadores y disidentes.
La corrupción puede sustentarse en acuerdos de mutua convivencia, como los socios del
silencio acerca de sus actos ilícitos. Por ejemplo, el comercio de alimentos y drogas entre
reclusos y carceleros. También implica situaciones perversas cuando una de las partes está
obligada a participar como cómplice asumiendo los riesgos de esta asociación forzosa
porque el sistema no le deja otra alternativa. Pensemos en quien para curarse necesita un
medicamento importado que sólo puede obtener rápidamente pagando a los funcionarios
que lo ingresan por vías ilegales. El privilegio de los gobernantes para obtener vales de
combustibles en tiempos de guerra o de colapso económico es un ejemplo de corrupción y
también de la perversidad para los más necesitados, que deben recurrir al mercado negro.
Hemos visto en nuestro estudio que la perversidad podía coexistir con lo normal en el
sentido de algo conocido, reiterado y hasta aceptado como corriente en ciertas realidades
organizacionales. Es el caso de las prácticas de presión y amenazas para obtener
confesiones de los sospechosos en los interrogatorios; también las formas persuasivas de
poder orientadas a la deformación interesada de la realidad, como la propaganda en
tiempos de guerra, o los modos de sugestión y fanatismo promovidos por grupos sectarios
bajo la libertad religiosa. Aun cuando se reiteren, la sociedad los muestra como
desviaciones a la justicia y a la moral porque son transgresiones al orden instituido. Pero
este razonamiento no es válido en el concepto de corrupción. No podemos pensar en ella
como algo normal, reconocido y permanente en ciertos espacios sociales. Esta actitud sería
equivalente a aceptar como componentes constitutivos de la sociedad a instituciones ilícitas
como los grupos delictivos, el crimen organizado o las fuerzas de represión no autorizadas.
Algunos estudios se refieren a las connotaciones útiles de la corrupción porque en
situaciones específicas es una forma de superar las limitaciones del orden instituido y
reportar beneficios sociales. Ellos parten de un sistema atrasado, con élites tradicionales, y
un aparato burocrático que impiden el crecimiento y la efectividad de las organizaciones
sociales. En este sentido, R. Klitgaard (1988) presenta tres argumentos: el económico; el
político y el administrativo. Si bien este razonamiento muestra la corrupción y agrega
efectividad al aparato público, los beneficios son para unos pocos que a su vez necesitan
mantener inalterado un sistema de reglas que es inoperante. Son altos los costos sociales
asociados a los beneficios que produce la transgresión. Los corruptos, una vez instalados,
no buscarán mejorar las instituciones sino ampliar el ámbito de sus negocios.
Crímenes corporativos:
Usaremos el concepto de crímenes no en el sentido jurídico sino como una agresión
intencional que se produce en el marco de las instituciones sociales, como consecuencia
de las políticas y estrategias de funcionamiento de las organizaciones. En estos casos el
cliente, el soldado, el enfermo o el jubilado, por citar algunos casos, se convierte en victima
inocente de una decisión que lo sobrepasa, que aun cuando se resista, no puede detener.
Vamos a incluir bajo la idea de las agresiones la salud, la libertad y la seguridad, un espectro
de situaciones que involucran desde las órdenes en las fuerzas de seguridad hasta los
aparatos burocráticos oficiales, pasando por organizaciones autoritarias como las llamadas
instituciones totales, residencias psiquiátricas, prisiones y otros lugares de reclusión. El
ocultamiento, la persuasión, la sugestión y los juegos de poder hacen que en la superficie
de los actos no se vean las agresiones o ilegalidades. Nos referimos a situaciones en las
que jurídicamente no hay crímenes, pero si decisiones que agredan la seguridad de los
ciudadanos.
Pero en la agresión corporativa existe destrucción de bienes y perjudicados involuntarios.
Provocan la injusta limitación en los derechos humanos de los creyentes, pacientes
internados o reclusos y también para quienes resultan víctimas de la discriminación racial,
religiosa o política. Los propios ejecutores de la injusticia, los subordinados obedientes y
los ciudadanos damnificados cierran el círculo perverso, ya que no pueden enfrentarlo
debido a sus estados de necesidad, su ignorancia o impotencia jurídica. También se
manifiestan como violencia social las prácticas de deshumanización en las organizaciones
que terminan en persecuciones. Es violencia el actuar pensando que son menos que
humanos y que la sociedad puede prescindir de ellos. En ese marco aparece la trampa de
la misión transcendente, el mesianismo que justifica los costos humanos individuales.
Tratamos como crímenes corporativos a las acciones inmorales o injustas que se derivan
de tener que cumplir órdenes ilegitimas de una autoridad superior, ya sea que el ejecutor
conozca o ignore los daños que se provocan a las víctimas. Nos referimos aquí a los daños
y perjuicios producidos sobre una población indefensa, que de cliente pasa ser víctima del
poder de ciertas organizaciones. La corporación no tiene por propósito el crimen ni alguna
víctima en especial, no se trata de una conjura o de asociaciones delictivas. Pero hay
intencionalidad en las decisiones, y los resultados son análogos a la destrucción planeada.
Los crímenes corporativos son anónimos. Son ejecutados por delegación, en nombre de la
institución, en aplicación de normas impersonales y en el marco de una autoridad legitima
no cuestionable. En estas situaciones interviene una cadena de mandos burocrática,
privada o gubernamental, alguno de cuyos eslabones está infiltrado por una corrupción
legalizada, que les otorga impunidad a sus actos. En estos casos la organización aprovecha
el deber de obediencia, y lleva a los subordinados a ejecutar acciones destructivas, que
ellos realizan en forma acrítica. Aun cuando los vicarios o ejecutores perciban la
inmoralidad, ellos se amparan en que sólo son representantes de un sistema y que no
pueden desobedecer órdenes superiores.
Malversación de activos:
La malversación de activos implica el robo de activos de una entidad y, muy a menudo, se
perpetra por empleados en cantidades relativamente pequeñas y de poca importancia. Si
se involucra la administración será más difícil de detectar, y se pueden lograr de varias
formas, a saber:

 Falsificar recibos (malversando cuentas por cobrar, o desviando recibos por cuentas
canceladas a cuentas bancarias personales)
 Robar activos físicos o propiedad intelectual (robar inventario para uso personal o
posterior venta, robar chatarra para reventa)
 Hacer que una entidad pague por bienes y servicios no recibidos (pagos a
vendedores ficticios, compra con sobreprecio, pagos a empleados ficticios)
 Usar los activos de la empresa para uso personal (usar los activos de la entidad
como colateral para un préstamo personal)
Factores de riesgo de fraude:
En la obtención de un entendimiento de la entidad y su entorno, incluyendo su control
interno, el auditor deberá considerar si la información obtenida indica que están presentes
uno o más factores de riesgo de fraude. Los eventos o condiciones conocidos como factores
de riesgo de fraude, pueden ser:

 La necesidad de cumplir las expectativas de terceros para obtener financiamiento


adicional de capital, puede crear una presión para cometer fraude.
 Si la administración está bajo presión para cumplir con expectativas de utilidades,
puede haber un riesgo de que la administración esté inflando las ventas,
participando en convenios de venta que incluyen términos que impiden el
reconocimiento de ingresos, o facturando ventas antes de la entrega.
 Un ambiente de control poco efectivo puede crear una oportunidad para cometer
fraude.
 El dominio de la administración por una sola persona, puede ser una debilidad
potencial, ya que existe la oportunidad de que la administración sobrepase los
controles.
Factores importantes a tomar en cuenta:
Los aspectos importantes a considerar, son:
 Considerar las relaciones inusuales o no esperadas que puedan indicar riesgos de
representación errónea de importancia relativa debida a fraude.
 Conocer políticas de manejo corporativo, y de la administración del negocio, para
entender cuál es el énfasis que pone la administración en la prevención del fraude.
Lo que implica una cultura de honradez y comportamiento ético. Incluye el contratar,
entrenar y promover a los empleados apropiados, trabajar en la cultura
organizacional, y emprender una acción apropiada en respuesta al fraude real,
sospecha de fraude o presunto fraude.
 Considerar factores como: la habilidad del perpetrador, el tamaño relativo de las
cantidades particulares manipuladas, y la antigüedad de las personas involucradas.
 Si estamos frente a fraude administrativo, será más difícil de detectar, porque la
administración está en una posición de manipular directa o indirectamente los
registros contables y de presentar información financiera fraudulenta.
 transacciones o para ocultarlas.
 Se determina, si es que el auditor ha desempeñado una auditoría de acuerdo con
las NIA, por los procedimientos de auditoría desempeñados en las circunstancias,
la suficiencia y propiedad de la evidencia de auditoría obtenida como resultado de
los mismos y lo adecuado del dictamen del auditor con base en una evaluación de
dicha evidencia.
 El auditor deberá mantener una actitud de escepticismo profesional en toda la
auditoría, reconociendo la posibilidad de que pudiera existir una representación
errónea de importancia relativa debida a fraude, a pesar de la experiencia pasada
del auditor con la entidad sobre la honradez e integridad de la administración y de
los encargados del gobierno corporativo.
 Si las condiciones identificadas durante la auditoría hacen que el auditor crea que
un documento puede no ser auténtico, o que los términos de un documento han sido
modificados, hace investigación adicional.
 Realizar averiguaciones con empleados involucrados en el inicio, procesamiento o
registro de transacciones complejas o inusuales, y quienes supervisan o monitorean
a dichos empleados.
Respuesta del auditor frente a riesgos de fraude: Para evaluar los riesgos de representación
errónea de importancia relativa debida a fraude, el auditor usa el juicio profesional, y
considera los siguientes aspectos:

 Identifica los riesgos de fraude considerando la información obtenida mediante


procedimientos de evaluación del riesgo y considerando las clases de
transacciones, saldos de cuenta y revelaciones en los estados financieros.
 Relaciona los riesgos de fraude identificados con lo que pueda estar mal a nivel de
aseveración.
 Considera la probable magnitud de la representación errónea potencial, incluyendo
la posibilidad de que el riesgo pudiera dar origen a múltiples representaciones
erróneas y la probabilidad de que ocurra el riesgo.
 Mayor susceptibilidad en la selección de la naturaleza y extensión de la
documentación por examinar, en soporte de las transacciones de importancia
relativa. Por ejemplo, realizar pruebas a toda la población en vez de a una muestra,
en revisión de cuentas o transacciones importantes.
 Mayor reconocimiento de la necesidad de corroborar las explicaciones o las
representaciones de la administración que conciernen a asuntos de importancia
relativa.
Planeación de la auditoría, en la evaluación del riesgo:
Al planear la auditoría, el auditor debería evaluar el riesgo de distorsión material que el
fraude o error pueda producir en los estados financieros, y debería indagar ante la gerencia
si existe fraudes o errores significativos que hayan sido descubiertos.

 Detección: Basado en la evaluación del riesgo el auditor debería diseñar


procedimientos de auditoría para obtener seguridad razonable que sea detectada
las distorsiones producidas por fraude o error material en los EE.FF.
 Limitaciones inherentes a una Auditoría: Una auditoría está sujeta al riesgo
inevitable de que algunos errores materiales de los estados financieros no sean
detectados.
 Procedimientos a seguir cuando hay indicios de que existe Fraude o Error: El auditor
debería considerar el efecto potencial sobre los estados financieros. Si el auditor
cree que dicho fraude o error podría tener un efecto de importancia sobre los
estados financieros, el auditor debería desarrollar los procedimientos modificados o
adicionados apropiados.
 Informe sobre fraude o error: A la administración; respecto al fraude el auditor
evaluaría la responsabilidad de la administración, si esto conlleva a que están
inmensos buscaría a los socios o accionistas, o sino el auditor buscaría asesoría
legal para auxiliarse en los procedimientos a seguir.
A los usuarios del dictamen del auditor sobre los EE. FF; si la empresa impide que obtenga
suficiente evidencia, el auditor hace una observación o una abstención de opinión sobre los
EE.FF.
Procedimientos de auditoría frente al fraude:
Los procedimientos pueden diseñarse para:

 Poner a prueba la propiedad de los asientos de diario registrados en el libro mayor


y otros ajustes hechos en la preparación de los estados financieros. Revisando la
propiedad de los mismos y si existe la debida autorización en su registro y
elaboración.
 Revisar estimaciones contables por sesgos que pudieran dar como resultado
representación errónea de la importancia relativa debida a fraude.
 Obtener un entendimiento de la lógica del negocio para transacciones importantes
de las que el auditor se da cuenta que están fuera del curso normal de los negocios
para la entidad o que, de otro modo, aparecen como inusuales dado el
entendimiento que tiene el auditor sobre la entidad y su entorno.

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