El Árbol de La Ciencia - Estudio

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EL ÁRBOL DE LA CIENCIA

EL AUTOR

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A) SU VIDA Y PERSONALIDAD.

Baroja es una figura sumamente representativa de la sensibilidad y del ambiente


espiritual de su generación. Es el novelista por antonomasia de la literatura española
contemporánea, por sus dotes de narración y por su capacidad de creación. La fuerza de
su testimonio sobre la sociedad y el vigor de su estilo sobrio lo convirtieron en maestro
de los grandes novelistas de la posguerra.
Pío Baroja y Nessi nació en San Sebastián un día de Inocentes de 1872. Su padre
era ingeniero de minas y por motivos de su profesión tuvo que viajar bastante por España,
así que sus hijos fueron naciendo en distintos puntos de la península. Estos
desplazamientos de la familia sirvieron a Pío Baroja para ir conociendo distintas regiones
y ciudades, que luego irían aflorando en sus novelas (unas se desarrollan en su región de
origen, como la trilogía Tierra Vasca, otras se desarrollan en Madrid, otras en Levante o
la misma Andalucía, en Memorias de un hombre de acción abarca casi toda España y
parte de otros países). Fue un novelista que no se limitó a un ámbito reducido o localista.
Estudió medicina y se doctoró con una tesis sobre el dolor (preocupación muy
significativa en su obra), pero ejerció poco tiempo como médico, en Cestona. Pronto
vuelve a Madrid y decide entregarse de lleno a su vocación literaria. Tras una serie de
colaboraciones en diarios y revistas, publica sus primeros libros en 1900.
Fue Baroja un hombre de talante solitario y pesimista. Él mismo se incluye (en
Juventud, egolatría) entre quienes están, en cierto modo, en “enfermos” por tener más
sensibilidad de la necesaria. A pesar de ser un crítico mordaz y pesimista, Baroja es
capaz de sentir una inmensa ternura por los seres desvalidos o marginados. Estos rasgos,
unidos a su absoluta sinceridad, completan los rasgos fundamentales de su
temperamento. Baroja no quiere engañar ni engañarse.
Aunque su esperanza en una sociedad mejor fuese cada día más pequeña, sintió
siempre una añoranza de acción. En muchos personajes, proyectaría Baroja un ideal de
hombre de acción (del que hablaremos más adelante) que a él le hubiera gustado ser y
que tanto contrasta con lo que fue su vida.
B) ESTILO.
Una de las características diferenciadoras de Baroja es su estilo narrativo, un estilo
mucho más rápido y vivaz que el acostumbrado hasta entonces, también mucho más
preciso.
Ante todo, la novela es para Baroja “un género multiforme, proteico”, lo abarca
todo: el libro filosófico, el psicológico, la aventura, … Estamos pues ante una novela
abierta o – como él decía- permeable. Consecuencia de ello es su declarada
despreocupación por la composición, él decía que escribía sus libros sin un plan
preconcebido. En cambio, la invención, la imaginación disponible, eran para él las
cualidades supremas del novelista. Y, junto a ello, la observación. En definitiva, lo que
Baroja llama falta de composición o desorganización no son sino formas particulares de
componer y de organizar la materia novelística.

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Baroja lleva al extremo la tendencia antirretórica de los noventayochistas. El
resultado es una prosa rápida, nerviosa, vivísima. Aspectos concretos de su orientación
estilística son sus preferencias por la frase corta y el párrafo breve. Este estilo cobra
especial relieve en sus descripciones: son pinturas rápidas, que nos producen una
impresión de realidad, puede hablarse en relación a ellas de técnica impresionista. La
naturalidad barojiana alcanza manifestaciones eminentes en la autenticidad
conversacional de los diálogos, en los que el autor se muestra como maestro insuperable.

C) OBRAS

Fue un escritor fecundísimo. Sus novelas pasan de sesenta, escritas a un ritmo de


dos por año. 34 de ellas se agrupan en trilogías. La más importantes son Tierra vasca, La
vida fantástica, La lucha por la vida,…
En su producción destacan las Memorias de un hombre de acción, compuesta por
22 novelas, cuyo protagonista es Eugenio de Avinareta, antepasado del autor.
Baroja escribió además, numerosos cuentos y novelas cortas, varios tomos
de ensayos, libros de viajes, biografías, incluso algunas obras dialogadas, de las que solo
alguna tiene carácter realmente teatral, también tiene un curioso libro de versos:
Canciones del suburbio.
Sus Memorias, que llevan por título general Desde la última vuelta del camino, son
apasionantes. Son siete volúmenes, que componen un largo soliloquio en que Baroja va
acumulando recuerdos, juicios, opiniones estéticas, morales, etc. El conjunto es de
enorme interés como testimonio de la personalidad del autor y como panorama de toda
una época.

EL ÁRBOL DE LA CIENCIA
La trilogía «La raza» apareció con esta ordenación: La dama errante, 1908; La
ciudad de la niebla, 1909; El árbol de la ciencia, 1911. Lo que en ellas se cuenta no sigue
este orden, ya que el contenido de El árbol de la ciencia es anterior, cronológicamente,
al de aquéllas.
El árbol de la ciencia responde a lo que la crítica alemana llama una “novela de
formación” de un personaje. Desarrolla la vida de Andrés Hurtado, un personaje perdido
en un mundo absurdo y en medio de circunstancias adversas que constituirán una sucesión
de desengaños.
Esta obra es quizás – según Eduardo de Nora- la más representativa de las novelas
barojianas. A su vez, es sumamente representativa de la época: el profesor Valbuena la
considera “la novela más típica de la generación del 98”.

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A) AUTOBIOGRAFÍA.
El lector que quiera profundizar y analizar los personajes de la novela tendrá por
fuerza que leer e segundo tomo de sus memorias (Familia, infancia y juventud).
Basándonos en estos años de la vida del autor como estudiante de medicina es fácil
comprender cómo y por qué escribió El árbol de la ciencia. Lo primero que debió pensar
al componer la figura de Andrés Hurtado fue en sí mismo, en las sensaciones e
impresiones que tuvo al encontrarse con ese mundo, siendo como era un joven sensible
(esta sensibilidad se extrema en el caso de Andrés) e ilusionado ante el porvenir de la
ciencia y la inquietud filosófica que lo dominaba.
Luisito, el niño de la familia, irá entrelazado en el desarrollo de la acción con la
imagen del hermano mayor del novelista, Darío, que muere en Valencia tuberculoso. Esta
muerte en plena juventud (Darío tenía 23 años al morir) se le quedará tan marcada que a
lo largo de sus novelas, la incluye varias veces (muerte de Juan, de Aurora Roja y de
Jaime Thierry de Las noches del Buen Retiro: ambos personajes mueren a la misma edad
que su hermano Juan y ambos tuberculosos). Con respecto a su hermana Margarita,
conserva parte del recuerdo de su propia hermana, Carmen Baroja, de niña. En cuanto al
padre, que en la novela es egoísta y déspota en casa, dista mucho de don Serafín Baroja,
hombre «alegre y bondadoso, muy preocupado de la opinión de sus antiguos amigos y
bastante despreocupado de las cosas propias». En la novela, la madre de Andrés,
Fermina Iturrioz, ha fallecido. Con ello Baroja soslayó cualquier referencia a la suya,
doña Carmen Nessi, a la que veneraba.
Otro de los pasajes autobiográficos de la novela es el que corresponde a su empleo
como médico en Alcolea y el ambiente que allí encuentra. También el enfrentamiento que
tiene con el médico titular: Pío Baroja sufrió un enfrentamiento parecido al ir a Cestona
y encontrarse con el médico viejo que trata de hacerle la vida imposible y cuyas relaciones
son muy semejantes a las que describe en la novela. Este paralelismo se acentúa aún más
en los casos concretos que describe en la novela y que son recreación de algunos casos
reales que el autor vivió como médico, como la punción abdominal de la chica, o la muerte
de la vieja, que en el caso de la novela se desarrolla con aspectos más dramáticos y
literarios. También habría que señalar como una luz en su camino, un recuerdo amoroso
y poético que encuentran Andrés y Baroja: la aparición de la mujer. La bella Dorotea, con
la que Andrés convive, en la que encuentra un refugio y con la que mantiene una relación
sexual durante una noche parece corresponderse con la chiquita vascongada que viaje en
el mismo vagón que el joven Baroja, médico, camino de Cestona.
En relación con lo anterior, se ha hablado de una supuesta misoginia del autor, pero –
según Pío Caro Baroja, en su introducción a la novela en Cátedra- hemos de considerar
el gran respeto con que Baroja abordó siempre el tema sexual y la delicadeza con que
trató a las mujeres (la hermana de Andrés, Margarita; Lilí, al borde de la catástrofe, pero
que logra salvarse; Dorotea;… y sobre todo Lulú).

B) EL TÍTULO

Procede del Génesis (2, 9 y 17): «yavé Dios, después de crear al hombre, lo
coloca en el Edén, donde hay toda clase de árboles hermosos y entre ellos el de la vida
(que daba la inmortalidad) y el de la ciencia del bien y del mal (que proporcionaba la
ciencia práctica de la vida y la felicidad terrenas), con la advertencia de que "el día que
de él comieres, ciertamente morirás".»

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El árbol de la ciencia, insiste en lo intelectual, en el conocimiento de la verdad;
todo acaba aplastado por el árbol de la vida, pero algún día la ciencia podrá ser útil, como
parecen indicar las palabras finales:”había en él algo de precursor”, referidas al suicida.

C) ARGUMENTO

La novela consta de siete partes:

Primera parte
Once capítulos. Transcurre en Madrid. Se nos presenta a Andrés Hurtado, su familia, sus
amistades (J. Aracil, Montaner...), la soledad en que vive (se refugia en la lectura), la
decepción que le producen los profesores de la Facultad y el comienzo de la enfermedad
de Luisito, su hermano menor. En el Hospital de San Juan de Dios comprueba la
impotencia de la medicina para remediar el sufrimiento humano y advierte la inmoralidad
que existe en aquel centro (administradores, médicos, religiosos). Estos
condicionamientos conforman el carácter del joven: solitario, reflexivo y pesimista.

Segunda parte
Nueve capítulos. Acompaña a J. Aracil en busca de diversiones. Esto le pone en contacto
con una serie de tipos (comadrona que practica abortos, prostitutas, borrachos, chulos,
mendigos, usureros, bohemios...) y conoce a Lulú, una joven de carácter noble e
independiente. Hurtado considera, con Schopenhauer, que «la vida es una lucha
constante, una cacería cruel en que nos vamos devorando los unos a los otros». Planteada
esta cuestión a su tío Iturrioz, éste opina que solo existen dos soluciones para el hombre
sereno: la abstención y contemplación indiferente de todo, o la acción, pero limitándola
a un círculo pequeño, porque resulta absurdo y quijotesco tomarla como regla general de
conducta. Ante esto, A. Hurtado, perplejo, se preguntará: «¿Qué hacer? ¿Qué dirección
daré a la vida?»

Tercera parte
Cinco capítulos. La familia de Andrés se traslada a Valencia. Luisito parece mejorar.
Andrés concluye el doctorado y marcha a un pueblo de la provincia de Burgos para
sustituir temporalmente al médico. Allí se encuentra a gusto, pero al mes y medio recibe
una carta de su padre comunicándole el fallecimiento de Luisito. La noticia le llega ocho
días después de haber ocurrido. Es un mazazo. El dolor, ahora, le afecta personalmente;
a pesar de ello, constata con estupor que no siente ninguna desesperación.

Cuarta parte
Cinco capítulos. Conecta con la conversación de Andrés e Iturrioz del final de la segunda
parte. Aquí se hace mención expresa de los versículos del Génesis a los que antes nos
hemos referido. Andrés elogia a Kant y a Schopenhauer, destructores de la influencia que
el semitismo ha ejercido en el pensamiento de nuestra sociedad, y confía en los progresos
de la ciencia para modificarla y liberarla de falsedades. Pero Iturrioz opone que el
intelectualismo es estéril porque lleva a una destrucción sistemática de cuanto ha sido la
base de la sociedad y, en cambio, no lo ve capaz de construir un mundo mejor que el
existente; la claridad del pensamiento científico conduce a una vida completamente
vulgar, y afirma: «Hay que vivir con las locuras que uno tenga, porque es necesario una
fe para hacer algo útil». Andrés no lo acepta; no admite otra fe que la de las propias
fuerzas; la otra hay que destruirla. La inteligencia ha de prevalecer sobre lo demás. Solo
con ella se puede comprender el mundo, la vida y explicar las cosas.

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Quinta parte
Diez capítulos. Esta parte se titula «La experiencia en el pueblo». Significativamente, en
las dos restantes también se recurre a aquel sustantivo «La experiencia en Madrid» y «La
experiencia del hijo», respectivamente).
Andrés ejerce en Alcolea del Campo, pueblo manchego. Profesionalmente podría sentirse
contento; pero el ambiente que le rodea le repugna. Alcolea es una síntesis de los vicios
y defectos que existen en muchos pueblos españoles: envidia, estupidez, caciquismo,
crueldad, orgullo, vanidad, rivalidades... Andrés se refugia en la lectura, «porque no podía
vivir», y por último decide dejar la plaza. Allí todo es absurdo, como lo es que la noche
de su partida, aprovechando que están solos en la casa, duerma con Dorotea, su patrona.

Sexta parte
Nueve capítulos. Regresa a Madrid. Asiste al espectáculo de la inconsciencia colectiva
ante el desastre de la guerra de Cuba; reencuentra a amigos y condiscípulos (Aracil,
Montaner, Lamela, Ibarra...) cuyas vidas, en realidad, no son más que un fracaso. Ocupa
una plaza de médico de Higiene y, por ello, ve de cerca las miserias del mundo de la
prostitución. No hay en su vida nada sonriente; se siente «como un hombre desnudo entre
zarzas». Pero encuentra a Lulú, se ven con frecuencia y, aunque cree que el amor en el
fondo «es un engaño, como la vida misma», confiesa que la quiere.

Séptima parte
Cuatro capítulos. Andrés y Lulú se casan. Él gana lo suficiente como traductor para una
revista médica. Se aísla un tanto del mundo y le satisface la vida ordenada que lleva. Lulú
y él se admiran mutuamente. Pero Lulú queda embarazada y su carácter cambia; de
burlona y alegre se vuelve triste y sentimental. Esto y la preocupación por haber
engendrado un hijo para, con él, contribuir a perpetuar el dolor en el mundo desasosiegan
a Andrés. El parto no es normal y el niño nace muerto. Tres días después fallece Lulú.
Andrés, sin fuerzas para vivir, se suicida.

D) ESTRUCTURA DE LA NOVELA
El protagonista da unidad al relato. Pero, su trayectoria va hilvanando multitud de
elementos, con esa libertad tan característica de la novela barojiana. A pesar de ello, la
novela tiene una estructura muy precisa.
El árbol de la ciencia se compone de siete partes que suman 53 capítulos de
extensión generalmente breve. El número de capítulos que integran cada una de las partes
es variable. Cabría dividir la obra en dos ciclos o etapas de la vida de Andrés, separadas
por un intermedio reflexivo ( la parte IV). En torno a este intermedio, las dos etapas
(integradas cada una por tres partes) presentan entre ellas una clara simetría:

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I FAMILIA Y ESTUDIOS
II EL MUNDO EN TORNO (aparece LULÚ) PRIMERAS
III EXPERIENCIA DECISIVA: muerte EXPERIENCIAS
Luisito>profunda desorientación de Andrés. (“Formación”)
IV: INTERMEDIO REFLEXIVO
V EN EL CAMPO
VI EN LA CIUDAD (reaparece LULÚ) NUEVAS
VII NUEVA EXPERIENCA DECISIVA: EXPERIENCIAS
matrimonio, muerte de su hijo>suicidio de (“Búsqueda de una
Andrés. solución vital”)

Sin embargo, esa precisa estructura no encorseta el relato; se sigue observando


que el hilo narrativo va devanándose con gran libertad y entrelazándose con multitud de
anécdotas laterales.
E) PERSONAJES
Para los personajes principales, Baroja utiliza una técnica de caracterización
paulatina; se van definiendo poco a poco, en situación, por su comportamiento, por sus
reflexiones, por el contraste con otros personajes,… Son personajes que evolucionan y
van adquiriendo poco a poco espesor humano. Tal es el caso del protagonista y de LULÚ:
En ella crea un ideal y lo construye poco a poco, haciendo evolucionar al personaje, que
comienza como una mujer aparentemente insignificante que va evolucionando y nos va
descubriendo un carácter, una inteligencia y una sensibilidad, y también una belleza física
que se desarrolla con el amor y la felicidad.
Andrés Hurtado extrema las características personales y la sensibilidad del
propio Baroja, al igual que Fernando Osorio de Camino de perfección. Ambos
protagonistas son seres suprasensibles, atormentados. Ambos marchan en un peligroso
equilibrio psicológico tropezando con ambientes hipócritas o gentes cerriles, hasta que
aparece la mujer de sus vidas y sólo la supervivencia de Dolores en Camino de perfección
es capaz de enmendar un final que se avecinaba parecido. Baroja, con este final, salva a
Osorio, el artista, y en El árbol de la ciencia destruye al científico. Estas dos novelas
paralelas y gemelas son las que más han hecho pensar a la juventud que las ha leído,
porque en ambas se encuentran a dos jóvenes con problemas eternos.
En torno a Andrés y Lulú pululan numerosísimos personajes secundarios. En
ocasiones, el detenerse en un personaje no se justifica por necesidades del argumento
central, sino por esa típica tendencia de Baroja a entretenerse en el camino. Es amplísima
la galería de personajes rápidamente esbozados. En los personajes secundarios, la figura,
por lo general, se nos da hecha de una vez. Se trata de bocetos vigorosos, de trazos tanto
más rápidos cuanto más episódico es el personaje y cargados de un sentido satírico (a
menudo feroz), aunque en ocasiones impregnados de ternura o compasión.

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F) TEMAS:

LA REALIDAD ESPAÑOLA: LA ÉPOCA. EL AMBIENTE.


Baroja fue un gran observador de la vida pública española del siglo pasado y un
cronista en vivo de la época que le tocó vivir, aunque sus últimos años le hicieran recluirse
más en su pasado que en el presente. Hoy en día hay profesores de historia contemporánea
que consideran la trilogía de La lucha por la vida, como una fuente importante para
conocer el momento social de comienzos de siglo; esta trilogía, sin duda, queda
completada por otras novelas como Camino de perfección o El árbol de la ciencia.
Los personajes y ambientes de El árbol de la ciencia constituyen un mosaico de
la vida española de la época. Son los años del 98, de una España que se descompone en
medio de la despreocupación de la mayoría. Se da una visión completa de España: del
campo (en Alcolea) inmóvil y presidido por la insolidaridad y pasividad ante las
injusticias y de la ciudad (Madrid), que aparece como un campo de ceniza, lleno de
miseria. En El árbol de la ciencia, al igual que en San Manuel Bueno, mártir aparece la
INTRAHISTORIA, la idiosincracia de la época se transmite a través de la problemática
concreta de una galería de personajes insignificantes (amas de casa, prostitutas, tenderos,
profesores, campesinos,…. )
España aparece enferma y Baroja, como sus compañeros de generación,
lo que pretenden hacer con su crítica es diagnosticar al enfermo, como primer paso para
lograr su ansiada recuperación. Recordemos que a los noventayochistas “les duele
España” y por eso critican la situación en la que el país se encontraba.
España aparece como un cuadro lleno de VULGARIDAD e INCULTURA (amigos que
se burlan de la locura de Villasús,…), REPRESIÓN SEXUAL (lo que provoca la
aparición de una pornografía sucia y clandestina); BOHEMIA ESTÉRIL (actitudes
egocéntricas que dan la espalda a la realidad, inactivas y vacías de ningún compromiso),
FALSO PATRIOTISMO, POBREZA,…
LA CIENCIA
Uno de los temas que aborda apasionadamente esa generación de finales de siglo
y, por supuesto, Baroja es el de la ciencia. Hay que recordar que el siglo XIX es el siglo
de la ciencia, porque es en esos años cuando se realizan los grandes descubrimientos
científicos y la base de la ciencia moderna. Es natural que los jóvenes de esa época sientan
una veneración hacia la ciencia como algo nuevo que vendrá a paliar todas las desgracias
del hombre y, sobre la ciencia se crea una ilusión y un romanticismo sin límites, porque ,
entre otras cosas, traerá una mejora de la humanidad y del individuo. Esa es la actitud
inicial de Hurtado que se ve frustrada cuando se encuentra con unos profesores farsantes,
como Letamendi. Esta desilusión ante la ciencia la plasma Baroja en otras obras suyas y
también en sus Memorias.
LA HIGIENE
Otra de las inquietudes que se resaltan en la novela es su preocupación por la
higiene como sistema preventivo y como terapia. Esto se ve cuando Andrés lleva a Luisito
al pueblo valenciano en el que hace llevar al chico una vida limpia, al aire libre y al sol.

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La ida al Mediterráneo en busca del sol, el calor, … se repite en varias novelas de
Baroja (en Camino de perfección, Osorio busca también la felicidad en sus orillas) y
quizás sea producto de su recuerdo nostálgico de su estancia en Valencia. Puede decirse
que Baroja es un higienista en el sentido amplio de la palabra, porque sus principios de
limpieza, asepsia traspasan muchas veces las simples concepciones materialistas o
biológicas y las lleva al terreno moral, como una forma de conducta, de dignidad humana.

SENTIDO EXISTENCIAL
De sus páginas se desprenden incesantemente unas ideas sobre el hombre y la vida
que se inscriben a la perfección en el pesimismo existencial y el escepticismo.
Para Baroja el mundo carece de sentido, la vida le resulta absurda y no alberga
ninguna confianza en el hombre. Ideas como estas justifican el hastío vital de muchos de
sus personajes. La raíz de esta concepción puede hallarse en Shopenhauer, el filósofo más
leído y admirado por Baroja. Shopenhauer definía la vida como “una cosa oscura y ciega,
potente y vigorosa, sin justicia, sin fin: una fuerza movida por una corriente x, la voluntad.
En vano se buscará un sentido a la vida: ciega, insensata, cruel es la vida…”
De ahí que sus personajes favoritos sean los inconformistas, el hombre de acción
(influencia de Nietzsche) que, con su vitalismo, se alza contra la sociedad, aunque rara
vez con éxito, pero también el abúlico, el pesimista (Shopenhauer) cuyo impulso vital ha
quedado paralizado por la falta de fe en el mundo. Tal es la doble cara del héroe barojiano.
Los conflictos existenciales constituyen el centro de la obra. El tío de Andrés,
Iturrioz, intenta hacerle comprender la relatividad de la vida y de sus verdades (influencia
de Kant), pero éste no halla ningún asidero intelectual. Busca encontrar el sentido de la
existencia en la religión, la filosofía, la ciencia,… pero éstas no le proporcionan
respuestas; al contrario, la inteligencia y la ciencia no hacen sino agudizar el dolor de
vivir, del que el personaje solo logra escapar en algunos momentos de su vida en los que
logra la ATARAXIA (Se denomina ataraxia, del griego ἀταραξία, «ausencia de
turbación», a la disposición del ánimo propuesta por los epicúreos y escépticos, gracias a
la cual un sujeto, mediante la disminución de la intensidad de sus pasiones y deseos, y la
fortaleza frente a la adversidad, alcanza el equilibrio y finalmente la felicidad, que es el
fin de estas corrientes filosóficas. La ataraxia es, por tanto, tranquilidad, serenidad e
imperturbabilidad en relación con el alma, la razón y los sentimientos). La vida humana
queda sin explicación, sin sentido (nihilismo). Las lecturas filosóficas de Andrés, las
mismas que las de Baroja, lo confirman. De Shopenhauer proceden, a veces casi
textualmente, algunas definiciones de la vida que encontramos en la novela.
Con ello se combina la idea de “la lucha por la vida” de Darwin, que da título a
una de sus trilogías más famosas. En El árbol de la ciencia se dice: “La vida es una lucha
constante, una cacería cruel en que nos vamos devorando unos a otros”. La vida es una
lucha cruel en la que los más instintivos y primitivos devoran y derrotan a los débiles y
sensibles. El tema de la crueldad está muy presente en esta obra: maltrato a los cadáveres
en la facultad; doña Virginia explota y vende a mujeres; el médico de San Juan de Dios
maltrata a los enfermos,…

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La vida en sí misma es cruel: cuando Andrés parece encontrar un estímulo en su vida (el
amor), junto a Lulú y su hijo, éstos mueren. Hurtado no puede sobreponerse a este golpe
de la vida y huye de ella, se suicida. Alguien apuntó en cierta ocasión que Baroja sólo
concedía la muerte a sus personajes más queridos, pero según Pío Caro Baroja, habría
que añadir que les concedía la muerte porque tenía por fuerza que concederles ese don,
ya que en ese momento el personaje completaba su ciclo de acción y pensamiento.

ANTISEMITISMO

El antisemitismo es visible tanto en su obra de ficción como en sus ensayos;


también es apreciable en El árbol de la ciencia. Las alusiones negativas a lo judío son
reiteradas a lo largo de la obra, y es uno de los pocos puntos en que Andrés Hurtado e
Iturrioz muestran una posición común sin necesidad de, primero, acercar posiciones. La
visión antisemita es sostenida tanto por el narrador como por sus personajes. Es el
narrador quien, cuando describe al amigo de Andrés Hurtado, Julio Aracil, utiliza estas
palabras:

Julio era un verdadero fenicio; procedía de Mallorca y probablemente había en él


algo de sangre semítica. Por lo menos, si la sangre faltaba, las inclinaciones de la
raza estaban íntegras. Aracil era un ejemplo acabado del tipo semita. Sus
ascendientes debieron ser comerciantes de esclavos en algún pueblo del
Mediterráneo. A Julio le molestaba todo lo que fuera violento y exaltado: el
patriotismo, la guerra, la riqueza, las alhajas, y como no tenía dinero para
comprarlas buenas, las llevaba falsas y casi le hacía más gracia lo mixtificado que
lo bueno.
[Julio Aracil] Miraba los bienes de la tierra con ojos de tasador judío

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