GZ Filosofía 2021 Final
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Introducción 9
1. Filosofía de la filosofía 11
2. De las ciencias a la filosofía 17
2.1. La imagen habitual de la ciencia: un mundo feliz 17
2.2. Popper dijo «no» 18
2.3. Kuhn le dijo «no» a Popper 20
2.4. Lakatos les dijo «sí» a ambos 21
2.5. Feyerabend dijo… ¿Qué dijo? 22
2.6. Pero entonces… 23
3. Filosofía y ciencias sociales 25
3.1. Las ciencias sociales, sin complejo de inferioridad 25
3.2. Ética, historia, ciencias sociales 26
3.3. De la ética al orden espontáneo 28
3.4. Del orden espontáneo a la ética,
de la ética a la acción humana 29
3.5. De la acción humana a la filosofía 30
4. Libre albedrío y determinismo 35
4.1. Introducción 35
4.2 El libre albedrío. Opciones filosóficas clásicas 36
4.3 Decidamos libremente si somos libres 39
5. Alma y cuerpo, conciencia y objeto, mente y cerebro 43
5.1. Introducción 43
5.2. Un breve paneo sobre la historia del problema 43
5.2.1 El cuerpo, cárcel del alma 43
5.2.2. El alma, forma del cuerpo 44
5.2.3. El alma creada por Dios, a la espera
de resucitar en el fin de los tiempos 44
5.2.4. El alma es inmortal
y al mismo tiempo forma del cuerpo 45
5.2.5. El alma, conciencia inmortal, res cogitans 46
5.2.6. Un epifenómeno de las neuronas 46
5.3. Tres posibilidades 47
5.3.1. Popper y el mundo 3 47
5.3.2. ¿Reedición de Santo Tomás? 49
5.3.3. Mundo 3, sentido, lenguaje 49
6. El conocimiento 51
6.1. Lo universal y lo singular 51
6.2. Lo universal, lo singular y la creación 53
6.3. Una pequeña bolita de nieve
que se hizo una avalancha 54
6.4. Sujeto, objeto, duda, etc. 56
7. Conocimiento e interpretación 59
7.1. Otro mundo 59
7.2. Mundo, horizontes e interpretación 61
7.3. Un cambio de lenguaje 62
7.4. En verdad os digo que... 63
8. Filosofía y lenguaje 67
8.1. Sujeto – idea – palabra – cosa 67
8.2. Lenguaje y mundo 68
8.3. Lenguaje y sujeto 69
8.4. Lenguaje y metafísica 70
9. Filosofía y sentido de la existencia 75
9.1. Una larga introducción 75
9.2. El avión existencial 77
9.3. La contingencia existencial 78
9.4. Toc toc. ¿Molesto? 79
9.5. La sorprendente coincidencia 80
10. ¡Ay, Dios! 83
10.1. Introducción 83
10.2. El monoteísmo en la historia de la cultura occidental 83
10.3. ¿Y los filósofos? 84
10.4. Surge el cristianismo 85
10.5. San Anselmo 86
10.6. Santo Tomás de Aquino 87
10.7. De Descartes a Kant 88
10.8. ¿Entonces? 89
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INTRODUCCIÓN
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Gabriel J. Zanotti
Buenos Aires, diciembre de 2020.
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CAPÍTULO UNO
FILOSOFÍA DE LA FILOSOFÍA
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CAPÍTULO DOS
DE LAS CIENCIAS A LA FILOSOFÍA
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¿Dijo esto Feyerabend? Algunos dicen que sí, que lo dijo. Que
Feyerabend forma parte de una época postmoderna donde la razón,
la verdad, la ciencia, «los grandes relatos» se acabaron.
2 Salvo que alguien considere (me incluyo) que los contenidos de la Fe han sido
revelados por Dios. Pero aun en ese caso, el respeto al derecho a la libertad reli-
giosa es un deber moral absoluto.
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Bibliografía recomendada
Chalmers, A.F.: Qué es es cosa llamada ciencia, Siglo XXI Ed.,
1988.
Hempel, C.: Filosofía de la ciencia natural, Alianza Ed., Madrid,
1981.
Popper, K.: La lógica de la investigación cientifica, Tecnos, Ma-
drid, 1985.
Kuhn, T.: La estructura de las revoluciones científicas, FCE, 1971.
Lakatos, I.: La metodología de los programas de investigación
científica, Alianza Ed., Madrid, 1989.
Feyerabend, P.: Tratado contra el método, Tecnos, Madrid, 1981.
Koyré, A.: «La influencia de las concepciones filosóficas en las
teorías científicas», en Pensar la ciencia, Paidós, 1994.
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CAPÍTULO TRES
LA FILOSOFÍA Y LAS CIENCIAS SOCIALES
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Bibliografía recomendada
Blaug, M.: La metodología de la economía, Alianza Ed, Madrid,
1980.
Casaubón, J. A.: «Las relaciones entre la ciencia y la filosofía», en
Sapientia, vol. XXIV, 1969.
Popper, K.: La miseria del historicismo, Alianza Ed., Madrid, 1987 (4).
Gadamer, H. G.: Verdad y Método, Sígueme, Salamanca, 1991.
Verdad y Método II, Sígueme, Salamanca, 1992.
Hayek, F. A. von: «Scientism and the Study of Society», en The
Counter Revolution of Science, Liberty Press, 1979.
«The Theory of Complex Phenomena», en Studies in Philosophy,
Politics and Economics, University of Chicago Press, 1969.
Mises, L. von: «Problemas epistemológicos que suscitan las cien-
cias referentes a la acción humana», cap. II de La acción humana,
Sopec, Madrid, 1968.
Gallo, E.: «Hayek y la investigación histórica: algunas reflexio-
nes», en Estudios Públicos, Centro de Estudios Públicos, Santiago
de Chile, N.º. 50, 1993.
Cornblit, O. (compilador): Dilemas del conocimiento histórico:
argumentaciones y controversias, Ed. Sudamericana/Instituto
Torcuato Di Tella, Bs. As., 1992.
Machlup, F.: «El complejo de inferioridad de las ciencias socia-
les», en Libertas, Eseade, Bs. As., N.º 7.
Weber, M.: The Methodology of the Social Sciences, The Free
Press of Glencoe, Illinois, 1949.
Schutz, A.: On Phenomenology and Social Relations, University of
Chicago Press, Chicago and London, 1970.
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CAPÍTULO CUATRO
LIBRE ALBEDRÍO Y DETERMINISMO
4.1. Introducción
Si un vuelo rasante sobre las ciencias y las ciencias sociales nos ha
mostrado que tanto las ciencias sociales como las naturales son
esencialmente humanas, nada mejor que comenzar haciendo refe-
rencia a los problemas filosóficamente clásicos que se refieren al ser
humano.
¿Qué «es» el ser humano? ¿La última etapa de la evolución de la
materia? ¿Una asombrosa casualidad? ¿Un espíritu «encerrado» en
un cuerpo? ¿Un cuerpo y un alma? ¿Un designio de Dios? ¿Un ser
esencialmente personal, con inteligencia y voluntad libre? Pero en
este último caso, ¿qué es la inteligencia humana? ¿Lo que mide un
test? ¿Y qué es su llamada libertad interior o libre albedrío?
Estas preguntas y sus respuestas, anhelantes y vacilantes, con-
forman gran parte de la filosofía occidental desde Platón y Aristóteles
hasta nuestros días. Están necesariamente relacionadas con cosmovi-
siones religiosas y científicas. Ante semejante panorama, tan vasto,
no intentaremos de ningún modo resumir «en pildoritas» esas res-
puestas, haciendo una mala copia de los libros resumidos de historia
de la filosofía. Nuestra metodología, en este tema como en los de-
más, será ir planteando los problemas, el sentido de esos problemas,
comentar algunas posturas filosóficas que nos parezcan relevantes y
ofrecer algún «modelo» de respuesta, siempre con el objetivo de que
el lector pueda profundizar por sí mismo los autores clásicos, la histo-
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de que en nuestras acciones hay un «plus», algo más que una máqui-
na biológica o un tigre corriendo instintivamente a una gacela.
Y ello tiene que ver necesariamente con el tema del capítulo si-
guiente.
Bibliografía recomendada
Popper, K.: El universo abierto, un argumento en favor del inde-
terminismo, Tecnos, 1984.
Marías, J.: Historia de la filosofía, Ed. Revista de Occidente, 1943
(hay nuevas ediciones).
Kenny, A.: Aquinas On Mind, Routhledge, 1993.
Kenny, A.: Breve historia de la filosofía occidental, Paidós, 2005.
Kenny, A.: La metafísica de la mente, Paidós, 2000.
Sto. Tomás de Aquino, Suma Teológica, ediciones diversas, I, Q.
83; I-II, Q. 10, a. 2c.
Guardini, R.: Libertad, gracia, destino, Lumen, Buenos Aires,
1987.
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CAPÍTULO CINCO
ALMA Y CUERPO, CONCIENCIA Y OBJETO,
MENTE Y CEREBRO
5.1. Introducción
Sobre la base de lo anterior, podemos llegar a la siguiente conclusión:
el problema del libre albedrío depende de un problema previo, a
saber, si hay «algo» en el ser humano que no sea reductible o defini-
ble en términos materiales-corpóreos. Lo cual nos lleva al eje central
de la antropología filosófica. ¿Qué es el ser humano, en última ins-
tancia? ¿La última etapa de la evolución del polvo cósmico? ¿Un
mamífero evolucionado? ¿Un cuerpo cuyo sistema nervioso central
tiene un «epifenómeno» llamado conciencia? ¿Un espíritu encerrado
en un cuerpo? ¿Un alma en un cuerpo? ¿Un cuerpo con espíritu?
Como siempre, no vamos a dar ahora «la» respuesta, como si es-
tas reflexiones pudieran ponerse por encima de toda la filosofía occi-
dental. Intentaremos despejar el sentido de las diversas soluciones
propuestas para luego proponer una salida sujeta a una evolución con-
ceptual permanente.
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tiene relación con los mitos griegos anteriores, según los cuales el
alma existía antes de su unión con el cuerpo, unión que es interpre-
tada como un castigo, una «caída» en un cuerpo: un castigo. A partir
del nacimiento el alma tendría que recordar con dificultad las ideas
contempladas en el mundo de las ideas que habitaba, para tratar de
retornar a él según una vida buena.
5.2.2. El alma, forma del cuerpo
Con Aristóteles, la cuestión cambia de modo bastante enfático. Aris-
tóteles articula una teoría sobre los cuerpos que aplica a todos los
cuerpos, tanto vivientes como no vivientes. Cada cuerpo es, en reali-
dad, una materia organizada por una forma («hilemorfismo»). De ese
modo, en los seres vivos (empezando por las plantas), sus cuerpos
son cuerpos «tales» (por ejemplo, cuerpo de tigre, cuerpo de rana y
demás) porque están «conformados» por una «forma sustancial»
(tigreidad, raneidad y demás). Dejemos de lado por ahora los funda-
mentos que Aristóteles dio en su momento, y dejemos de lado tam-
bién las interesantes relaciones que esto puede tener con la ciencia
moderna. Lo interesante, a efectos de los humildes objetivos de estos
comentarios, es destacar que el dualismo platónico cambia por un
monismo aristotélico. Eso es, alma y cuerpo no son dos cosas distin-
tas, sino que hay una unidad sustancial, porque el alma es sencilla-
mente la forma del cuerpo. Es su principio organizante, organizante
de elementos materiales que de lo contrario no constituirían tal
cuerpo. El resultado de esto es fundamental para la historia de la
filosofía occidental. La inmortalidad del alma, que en Platón era obvia
–porque el alma nada tenía que ver con el cuerpo–, queda, por decir
lo menos, dudosa en Aristóteles. En efecto: el alma en PLatón «se
liberaba» con la muerte. Pero el alma en Aristóteles era el principio
organizador del cuerpo. Des-organizado el cuerpo (la muerte), ¿qué
sentido tenía decir que el alma «continuaba»?
5.2.3. El alma creada por Dios, a la espera de resucitar en
el fin de los tiempos
Con el advenimiento del cristianismo, se produce un proceso de asi-
milación muy especial de estos elementos de la filosofía antigua.
Pero, contrariamente a lo que podríamos suponer hoy, donde en el
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cartesianos que hemos visto. Pero, a partir del siglo XVIII, tres aconte-
cimientos importantes dan un duro golpe a esta concepción. Uno,
Kant (s. XVIII), quien rechaza la metafísica no como creencia, pero sí
como ciencia. Dos, el positivismo, unido a cierto materialismo deter-
minista del siglo XIX (Comte, Laplace), que afirmaba que todo es ex-
plicable en términos de las ciencias naturales y, por ende, nuestra
conciencia e inteligencia también. Finalmente, aunque no haya sido
la pretensión de Darwin, la teoría de la evolución parece dar un golpe
de gracia a la creencia de que el alma humana es creada directamen-
te por Dios.
Así las cosas, en el siglo XX, «la filosofía» parece haber sido «sa-
cada del ring» en lo que respecta al tema del hombre. Por un lado,
los científicos de orientación más organicista, con todo el desarrollo
de la biología del sistema nervioso a su favor, afirman decididamente
que la conciencia humana no es más que un resultado emergente
(epifenómeno) del cortex cerebral (Bunge). Luego, si hay un alma o
no parece ser solo una cuestión de fe. Lo que queremos decir con
esto es que la filosofía, en cuanto filosofía, parece haber perdido su
lugar en este debate. Como si tuviéramos biología por un lado y reli-
gión por el otro.
La pregunta es: ¿hay algo en el medio?
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Bibliografía recomendada
Platón: Diálogos escogidos, El Ateneo, Buenos Aires, 1949.
Aristóteles: Metafísica, Espasa-Calpe, 1945.
Sciacca, M.F.: Historia de la filosofía, Luis Miracle, Barcelona,
1954, cap. X.
Santo Tomás de Aquino: Suma contra gentiles, libro II. Club de
Lectores, Buenos Aires, 1950.
Descartes, R.: Discurso del método, Espasa-Calpe, 1979.
Popper, K.: Conocimiento objetivo, Tecnos, 1974.
Bunge, M.: El problema mente-cerebro, Tecnos, 1985.
Kenny, A.: La metafísica de la mente, Paidós, 2000.
Putnam, H.: Razón, verdad e historia, Tecnos, 2001.
Putnam, H.: La herencia del pragmatismo, Paidós, 1997.
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CAPÍTULO SEIS
EL CONOCIMIENTO
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misma en cada cosa que tiene la misma forma (cada tigre, cada
mono, cada árbol). El problema del conocimiento es, en ellos, el pro-
blema de lo uno y lo múltiple, de lo singular y lo universal.
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¿Y entonces?
¡Pues en estos problemas todavía estamos!
Bibliografía recomendada
Platón: Diálogos escogidos, El Ateneo, Buenos Aires, 1949.
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CAPÍTULO SIETE
CONOCIMIENTO E INTERPRETACIÓN
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zar por lo simple. Y lo simple es que estás vivo y que dos ojos que te
aman son más reales que un sinfín de estadísticas.
Bibliografía recomendada
Gadamer, H. G.: El giro hermenéutico, Cátedra, Madrid, 1998.
—Verdad y método, I, y II [1960/1986], Sígueme, Salamanca,
1991/1992.
Gilson, E., El realismo metódico, Rialp, Madrid, 1974.
Heidegger, M.: Ser y Tiempo, Editorial Universitaria, Santiago de
Chile, 1997, traducción, prólogo y notas de Jorge Eduardo Rivera
C.
«De la esencia de la verdad», conferencia de 1930, en línea, en
http://personales.ciudad.com.ar/M_Heidegger/esenciaverdad.htm
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CAPÍTULO OCHO
FILOSOFÍA Y LENGUAJE
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¿Seguro?
¿Alguna vez te dieron la noticia de que alguien había nacido?
¿Alguna vez te dieron la noticia de que alguien había muerto?
¿Y qué dijiste? ¿Que no entendías?
Bibliografía recomendada
Leocata, F.: Persona, lenguaje, realidad, Educa, Buenos Aires,
2003.
Wittgenstein, L.: Investigaciones filosóficas, Crítica, Barcelona,
1988.
Austin, J.: Cómo hacer cosas con las palabras, Paidós, 1990.
Searle, J.: Actos del habla, Cátedra, Madrid, 1990.
Nubiola, J., y Conesa, F.: Filosofía del lenguaje, Herder, Barcelona,
1999.
Acero, J.J., Bustos, E., Quesada, D.: Introducción a la filosofía del
lenguaje, Cátedra, Madrid, 1985.
Muñiz Rodríguez, V.: «Introducción a la filosofía del lenguaje»,
problemas ontológicos, Antropos, Barcelona, 1989.
Llano, A.: Metafísica y lenguaje, Eunsa, Pamplona, 1989.
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CAPÍTULO NUEVE
FILOSOFÍA Y SENTIDO DE LA EXISTENCIA
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existes. Hago mis tareas cotidianas, luego, existo. Llego a casa, luego,
existo. Duermo, luego, existo. Me canso, luego, existo. Sufro, luego,
existo. De repente tengo una buena noticia, luego, existo. Pienso,
luego, existo. Sí, también. O sea que existimos. No aisladamente,
claro, sino en el entramado de relaciones intersubjetivas que consti-
tuyen nuestro mundo.
No nos vamos a preguntar qué significa que existamos, porque
de algún modo ya lo sabemos. No totalmente, claro, o no de tal mo-
do que demos respuesta a las preguntas de mis colegas, pero al me-
nos nos damos cuenta de que «estar existiendo» es el supuesto bási-
co para todo el «conjunto» de nuestra existencia. Creo que a partir
de allí podemos re-enfocar la situación. Qué es existir, ya lo sabemos,
y, como ya hemos dicho, no lo sabemos si los filósofos nos preguntan
qué es, y hemos llegado también a la conclusión de que en ese caso
«insistimos» en que «existimos» a pesar de esas preguntas (lo más
curioso es que esa in-sistencia en nuestra ex-sistencia te la propone
un filósofo. ¿Me quitarán la matrícula mis colegas?). Hay otra pre-
gunta de fondo. Otra pregunta inquietante: ¿por qué existimos?
Pero, antes de seguir adelante, ¿tiene importancia esa pregun-
ta? Alguien podría responder: depende de cada quién. Sí, claro, de-
trás de una pregunta está siempre quién pregunta. Pero lo que yo
estoy preguntando es: ¿tiene sentido esa pregunta para todos los
seres humanos?
Eso depende, creo, de la importancia que tenga la existencia. Al-
go que a mí me gusta llamar compromiso existencial con el otro. ¿Te
acuerdas del ejemplo del lápiz que se perdió? ¿Tenía importancia?
Tal vez tuviera la importancia de un regalo o la importancia de un
instrumento irreemplazable que yo necesitaba. Pero también podía
ser el caso, muy frecuente, de un lápiz barato que compré ayer y
perdí. De modo que lo reemplazo por otro lápiz barato. El otro ¿qué
importancia tenía? Vamos a dar otro ejemplo, pero al revés. Me lla-
ma mi madre, porque necesita mi ayuda. Mi existencia ¿tiene impor-
tancia para mi madre? Sí. La existencia de mi madre ¿tiene importan-
cia para mí? Sí. ¿Por qué? Porque yo amo a mi madre y, por ende,
tengo un «compromiso» existencial con ella. O sea: su existencia no
me es indiferente.
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4 «Pero entonces aparece la fe. El creyente dice: “¡No! ¡Tengo una buena noticia: la
existencia sí tiene sentido!”».
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5 «Para empezar, los denominados –es un término ya muy manido- temas existen-
ciales en mi opinión siguen siendo los ùnicos temas que vale la pena tratar. Cada
vez que se trata otros temas se está rebajando los objetivos. Uno puede apuntar
hacia cosas muy interesantes, pero para míì no es lo más profundo. No creo que
se pueda aspirar a mayor profundidad que a los denominados temas existencia-
les, temas espirituales». Woody Allen, en Blorkman, S.: Woody por Allen, Plot,
Madrid, 1995, p. 167.
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CAPÍTULO DIEZ
¡AY, DIOS!
10.1. Introducción
Efectivamente, creyentes, no creyentes, etc., podemos coincidir en
eso. Varias veces al día podemos decir «¡Ay Dios!», frente a circuns-
tancias difíciles que nos convierten en creyentes, aunque sea solo por
los segundos que dure nuestro enojo o estupor. Pero de ahí a decir
que «hay» Dios, «hay» un paso. Un paso no precisamente sencillo.
¿Qué tiene que ver Dios con la filosofía? La filosofía siempre tu-
vo que ver con la búsqueda de una respuesta universal, de un primer
principio. Con el cristianismo, la filosofía occidental gira en torno a
Dios creador, ya sea que se lo afirme, se lo niegue o se dude de Él.
Además, si me has seguido en el capítulo anterior con atención,
«la pelota había quedado picando», y, en cierto sentido, se puede ver
cuál es la importancia del tema de Dios en los debates del existencia-
lismo del siglo XX. De todos modos, abordemos directamente la pre-
gunta principal: ¿es Dios una cuestión filosófica? ¿No debería ser solo
religiosa? ¿O debe ser ambas?
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vez, al dios en el cual pensaban/al cual rezaban los judíos? Esa «idea»
(¡Cuidado! ¿Dios es una idea?) queda dando saltos en la historia de la
filosofía griega hasta que Platón la entroniza como la idea del «Bien»,
que luego su discípulo Aristóteles, supuestamente más empírico,
exalta como «Acto puro» (¿Perfección absoluta?) y acuña una expre-
sión que hasta hoy hace correr ríos de aclaraciones, tanto metafísicas
como automovilísticas: «primer motor inmóvil». El último gran filóso-
fo griego, Plotino (s. II d. C.), retoma la idea platónica de bien y enfa-
tiza el uno, su unidad, de donde emerge y dimana todo mundo, que
participa de Dios.
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10.8. ¿Entonces?
¿Cómo sigue la película? No estoy seguro, siempre se me han esca-
pado algunas escenas importantes. Los positivistas del siglo XX, a
quienes vimos en el capítulo dos, dicen que todos estos debates son
un sinsentido. Pero ya vimos este problema en nuestras reflexiones
sobre el lenguaje. ¿Hasta qué punto es lo mismo un sinsentido que
una limitación del lenguaje?
Un punto central de suspenso en esta película es Heidegger. No,
no es que «Dios» sea un sinsentido. Pero «pensar el ser como Dios
nos oculta al ser», habría dicho Heidegger, al parecer (no sé muy bien
qué quiso decir). ¿Y si pensar a Dios como «el ser» nos oculta a Dios?
¡Ay, Dios! ¿No mostraría todo esto que este tema es de imposi-
ble tratamiento para la razón humana?
No. Yo sigo estando de acuerdo con Santo Tomás en el trata-
miento de este tema, pero antes, otra pregunta: ¿importa?
La «cuestión», el «tema», el «problema» de Dios, ¿importa?
Es una pregunta que tienes que contestar muy en tu interior.
Si el planteo del capítulo nueve es correcto, ¿importa?
Si el problema de Dios afecta a lo central de nuestras vidas, im-
porta.
Y cuando algo importa, la razón humana hace algo. No «impor-
ta» que nos digan que no podemos hablar de aquello de lo que que-
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remos hablar, como tampoco importa que nos digan que debemos
hablar de lo que no queremos hablar porque carece de importancia
para nosotros.
Y el sentido de la existencia humana, ¿es algo que tiene impor-
tancia para todo ser humano o solo para algunos?
Cuando buscamos algo, cuando queremos algo, hablamos de
ello. Y cuando hablamos de algo, la inteligencia busca un sentido. Y el
sentido es «dar razón de» lo que se habla.
Y eso es ser filósofos.
Es casi nada. Pero en el transcurso de nuestra humana y limitada
existencia, es mucho.
Bibliografía recomendada
Kenny, A.: Breve historia de la filosofía occidental, Paidós, 2005.
Gilson, E.: La filosofía en la Edad Media, Gredos, Madrid, 1976.
Gilson, E.: Elementos de filosofía cristiana, Rialp, Madrid, 1981.
Welte, B.: Ateísmo y religión, Instituto de Cultura Religiosa Supe-
rior, Buenos Aires, 1968.
Welte, B.: Filosofía de la religión, Herder, Barcelona, 1982.
Marías, J.: Historia de la filosofía, Rev. De Occidente, 1943.
López Qintás, A.: Cuatro filósofos en busca de Dios, Rialp, Madrid,
1990.
Weisheipl, J.A.: Tomás de Aquino, vida, obras y doctrina, Eunsa,
Pamplona, 1994.
Fabro, C.: Drama del hombre y existencia de Dios; Rialp, Madrid,
1977.
Sciacca, M.F.: Historia de la filosofía, Luis Miracle Ed., Barcelona,
1954.
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