Estres y Ansiedad
Estres y Ansiedad
Estres y Ansiedad
Si a lo largo de las últimas publicaciones sobre ansiedad te has identificado con lo que se
dice en ellas, probablemente querrás saber qué puedes hacer en tu vida para no volverte
prisionero de un miedo desproporcionado que altera tu capacidad de saborear todas las
cosas buenas que tiene el estar vivo. Lo primero a tener en cuenta es que la situación actual
no nos ayuda. La realidad que vivimos hoy en día es ansiógena y esta sociedad crea
individuos ansiosos. Un exceso de noticias negativas y un constante bombardeo de
información sobre enfermedades potencialmente agresivas, nos predisponen a estar en
constante estado de alerta.
Antes de cambiar el mundo, tienes que aceptar que tú también formas parte de él.”
Somos víctimas del efecto nocebo, que es justo lo contrario del efecto placebo. Este último
hace que nos sugestionemos positivamente sobre el efecto de un fármaco que nos dice que
nos va a curar. Aunque el fármaco no tiene un principio activo que cure, nuestro cuerpo
reacciona sintiéndose mejor e incluso llegando a sentirse mejor al sugestionarse
positivamente de que el fármaco lo va a sanar. El efecto nocebo es justamente lo contrario,
corresponde a una sugestión negativa ante algo que nos hace sentir mal. Por ejemplo
cuando un paciente conoce exhaustivamente los efectos secundarios de algún fármaco es
más probable los que sienta ya que se ha sugestionado.
Es de vital importancia que elijas un estilo de vida no ansiógeno. Para ello, hay que
identificar aquellas situaciones, personas y actividades que generan más ansiedad. A
continuación, te presento una serie de acciones que te ayudarán a reducir tu ansiedad. No
hay que seguir un orden estricto y muchas veces se pueden hacer en paralelo. Cambiar tus
pensamientos y aprender a relajarte pueden ser dos tareas que puedes combinar.
El miedo es una de las la emociones más intensas que existe. Entre buscar el placer o evitar
el miedo, la gente opta por la segunda. Identifica qué pensamientos constantes te llegan a la
mente, toma nota cada vez que te sientas intranquilo y escribe qué es lo que temes, qué es
lo que te preocupa y qué mensajes te vienen a la cabeza. Apuntalos durante una semana y al
cabo de ella tendrás tres o cuatro ideas que rondan continuamente en tu cabeza.
Normalmente, estos pensamientos giran alrededor de tus preocupaciones y miedos. Hay dos
tipos de miedos, el miedo a aquellos elementos externos que no podemos controlar y el
miedo interno asociado a una baja autoestima.
Los miedos externos muchas veces tienen su origen en los nocebos sociales. El exceso de
noticias pesimistas crea pensamientos relacionados con eventos desgraciados externos de
los que nosotros tenemos poco o ningún control. Ideas como “A mi padre lo puede
atropellar un coche”, “¿Qué pasa si a mi hijo lo secuestran?” o “¿Y si hay un terremoto?”
no contribuyen en nada a tu bienestar ni te proporcionan soluciones.
Debes de tener en cuenta que no todo depende de ti, que la probabilidad de que te pase es
muy baja y que pensar en desastres sólo representa una fuente de preocupación. ¿Qué tan
probable es que te pase una catástrofe? ¿Qué tan posible es que choques si conduces con
prudencia y precaución?
Técnicas de relajación como yoga o tai chi te pueden ayudar. Hay muchas más de las que
piensas. Si una no funciona o no es para ti, no te frustres y prueba otras hasta que
encuentres la definitiva. Las técnicas de relajación tendrían que ser asignatura obligatoria
en las escuelas. Cuando estamos ansiosos perdemos nuestro centro de gravedad emocional
y física. Lo
Cada vez que llegue la preocupación, repite las frases que utilizas en tu meditación. Nunca
recurras a la negación, evita frases como “no eres un inútil”, busca algo como “soy capaz
de hacerlo, “me he preparado para esto”. Utilizar la negación es activar ese pensamiento de
manera inconsciente. Hay otras técnicas como la parada de pensamiento que se incluye en
las secciones siguientes.
Quítate pesos
Reflexiona sobre todas las actividades rutinarias que tienes y elimina aquellas que no están
en línea con tus necesidades más importantes. El exceso de responsabilidades y la
incapacidad de poder satisfacerlas todas te están creando este estilo ansioso. Date tiempos
para ti. El día sólo tiene veinticuatro horas, de las que al menos ocho tienes que dedicar a
dormir. No te pueden dar más horas ni debes robárselas al sueño, por lo que para ganar
tiempo para ti, tienes que quitárselo a otras actividades que no sean tan importantes.
Pon límites
Saca de tu vida todo aquello que te produzca ansiedad. Crea espacios únicos para ti, elimina
los elementos que te despierten preocupación y son superfluos. Aléjate de la tecnología por
un par de horas al día, ya que ésta te genera un constante estado de alerta y no te deja
volver a tu línea base. No vivas pendiente del teléfono y sobre todo, aprende a desconectar
para conectarte contigo y con los otros. Aunque estamos más enlazados que en cualquier
otro momento de la historia, en términos emocionales, nunca hemos estado tan alejados. Y
recuerda, si tú no respetas tus propios espacios, nadie los respetará.
Hasta ahora, sin ser muy técnicos, hemos hablado de ansiedad negativa pero no
patológica. No todos tenemos que llegar a padecer un trastorno de ansiedad para que
nuestra vida quede fuertemente impactada por la ansiedad. Ataques de pánico,
agorafobia, claustrofobia, son padecimientos con los que desgraciadamente mucha gente
lidia sin acudir al especialista.
Según el DSM-V (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, por sus
siglas en inglés), el manual que los psiquiatras y algunos psicólogos utilizan, existen doce
tipos distintos de trastornos de ansiedad. Si ya te identificaste como una persona ansiosa,
enfermarte físicamente o presentar uno de estos trastornos podría ser el siguiente paso.
Mutismo selectivo
Inducida por sustancias
Por enfermedad médica
Ataque de pánico específico
No específica
Trastorno de pánico
Fobia específica
Agorafobia
Ansiedad social generalizada (Fobia social)
No sólo son responsables nuestras ideas negativas, además hay un tipo de pensamiento que
también puede hacernos daño y que cada vez adopta más gente que dice ser “exitosa”. Es
el modelo de supermán o “supermana”. O lo que es lo mismo el “yo puedo con todo”.
Para ellos, el fin justifica los medios, por lo que ignoran las necesidades de su cuerpo con el
propósito de conseguir sus objetivos profesionales y de reconocimiento. Lo peor es que,
como una vez lo hicieron y funcionó, se vuelve un patrón de comportamiento, un hábito.
De manera mecánica se privan de sueño, de comer sano, se llenan de actividades, que a su
parecer, son todas importantes, convirtiéndose en una bomba de ansiedad.
No deseo que utilices estos pasos en otras personas, pero sí que seas consciente de que si
haces lo que aparece en ellos, prácticamente tendrás todos los números para que te toque la
lotería de la ansiedad. Seis pasos para volver a alguien ansioso:
Hazlo pensar constantemente en cosas negativas.
Él no se dará cuenta pero poco a poco su cuerpo le pasará factura y estará irritado por
cualquier cosa.
Hasta que llegue un día en que al levantarse de la cama piense, “24 horas no son suficiente
para acabar todas mis actividades”.
Si hacía alguno, consigue que sacrifique esas horas de ejercicio por más tiempo productivo
de trabajo.
Hay que lograr que esté en estado de alerta hasta en sus sueños. Poco a poco vas a
conseguir que cualquier sonido lo despierte.
Cada vez son más los estudios que asocian la ansiedad a padecimientos físicos. Un estado
constante de ansiedad agota nuestro sistema inmune, que es el que nos protege de las
enfermedades. ¿Te ha pasado que después de una situación muy difícil te enfermas? ¿Te
extrañó? Merece la pena mencionar que cuando tenemos ansiedad, nuestras glándulas
suprarrenales liberan cortisol, la hormona que nos prepara para la acción, ayudando a
liberar azúcar en la sangre. Éste es un mecanismo que tiene tu cuerpo, pero cuando la
amenaza ha desaparecido y tu organismo deja de estar en alerta, aparece la debilidad
acumulada y tu sistema inmune que pudo con esa “batalla emocional” con la que tuvo que
lidiar, está tan débil que no tiene fuerzas para luchar con otras infecciones. Las personas
que tienen herpes labial, fuegos o calenturas, tienden a padecer un brote después de un
estado de ansiedad prolongado. El virus que está latente en el cuerpo aprovecha la debilidad
del sistema inmune para emerger con mayor fuerza.
“¿Qué diría usted si yo contratara a una persona que se presenta a una entrevista sin
camisa?
Pues pensaría que debía llevar unos pantalones magníficos.”
Hay trabajos y empresas que generan ambientes que pueden considerarse como ansiosos.
La relación con los jefes y superiores también impacta en el nivel de ansiedad de los
empleados. Aquellos jefes que son impredecibles, que no tienen claro un sistema de
incentivos ni de motivación, que critican en vez de opinar y que piden objetivos
irrealizables, pueden provocar trastornos de ansiedad en sus empleados si ellos lo permiten.
Aunque recuerda que siempre hay una opción para escapar de esa dinámica tóxica.
No se si lo sabías pero en países como Japón, hay gente que muere por exceso de trabajo
asociado a la ansiedad. De hecho, incluso tienen un término para ello, karoshi. La gente
fallece a consecuencia de un ataque al corazón producido por un exceso de ansiedad. Las
personas cada vez tienen una carga de trabajo mayor y, sobre todo, de preocupaciones
asociadas a esa carga.
í, la mayoría de las personas ansiosas tienden a ser más agresivas porque están
contínuamente activadas para responder en cualquier momento. Pueden atacar tanto
verbal como físicamente, y los grados de agresividad pueden variar desde tirar un objeto
hasta dañar a alguien.
En las grandes urbes, el grado de ansiedad es muy alto. No hace falta más que observar
cuando la gente va en coche. Utilizan el claxon no para avisar de un peligro, sino para
agredir cuando alguien tarda más de lo normal. Lanzan miradas desafiantes, gritan, incluso
amenazan físicamente, acercándose más de la cuenta al otro coche y buscando pelea.
Gente con personalidad ansiosa puede padecer el trastorno explosivo intermitente, que se
caracteriza por ataques explosivos de ira y agresividad que no se pueden controlar y que
son desproporcionados respecto al evento que los ha causado.
Salvo aquellas personas con un trastorno de estrés postraumático que han sufrido un evento
desgraciado fortuito, existe un tipo de personalidad que tiene mayor tendencia a padecer
ansiedad. Esto radica, sobre todo, en su forma de pensar. Ya hablamos de
ello anteriormente, así que ahora vamos a ver en profundidad los rasgos principales de
personalidad de alguien ansioso. Si te identificas con más de dos, tienes tendencia a padecer
ansiedad…
Cualquier cosa o situación se puede volver peligrosa para ellos. Si están en la calle piensan
que pueden ser atropellados, pero si están en casa creen que puede haber un temblor y
morir bajo los escombros.
Necesitan tener siempre el control.
Para que algo salga bien, necesitan tener control absoluto sobre las cosas, de lo contrario
están convencidos de que puede salir mal. Les cuesta confiar o delegar el control de
cualquier actividad y acaban haciéndolo todo ellos.
Como continuamente piensan en todo lo que puede salir mal y, por tanto, viven en continuo
estado de alerta, esto les impide centrarse en la actividad que realizan en ese momento.
Vivir en estado de ansiedad también causa problemas de aprendizaje e impacta en la
memoria a corto plazo.
Se sobresaltan con cualquier ruido o movimiento brusco y un susto, aunque sea una broma,
puede producirles espanto hasta el punto de tener palpitaciones y posteriormente enfadarse.
Aunque no es una regla de oro, lo cierto es que las personas con ansiedad poseen un nivel
de creatividad más elevado y tienden a utilizarlo para crear escenarios tremendistas sobre
eventos futuros que pueden pasar. Los imaginan con tal detalle y exageran tanto los
aspectos negativos, que se sugestionan y les crea un mayor nivel de ansiedad, incluso antes
de vivir esa situación específica.
Normalmente son personas con una autoestima baja y tienden a repetir pensamientos
negativos sobre ellos mismos y las situaciones a las que se van a enfrentar como “Seguro
que no le gusto” o “No soy tan atractivo como el resto”. En muchos casos se consuma la
profecía autocumplida, ya que llegan con tal estado de ansiedad y tan negativos ante cierta
situación, que obviamente fracasan.
Tienden a centrarse en pensar siempre “el peor de los casos”.
En vez de prepararse para el éxito, están esperando que algo salga mal. Suelen percibir las
situaciones como amenazas y no como un reto, por lo que no disfrutan de la mayoría de las
actividades que llevan a cabo.
Buscan que algo sea completamente cierto y completamente seguro, de lo contrario lo ven
como una amenaza. Si les dices que hay un 95% de probabilidades de que algo salga bien,
piensan únicamente en ese 5% restante. A no ser que una situación esté controlada al 100%,
lo que no pasa casi nunca, sus niveles de ansiedad van a ser muy altos.
Como ya habíamos hablado, el principal problema que tiene una persona ansiosa son sus
pensamientos, en los que magnifican las situaciones amenazantes que tiene la vida o se
imaginan una cascada de consecuencias negativas y tremendas. Convencerlos de lo
contrario es difícil, sobre todo en sociedades como la nuestra en la que todos los días vemos
desgracias en televisión. Los medios arrojan constantemente escenarios de tragedias que la
persona ansiosa utiliza para justificar y reforzar todos esos pensamientos amenazantes.
La ansiedad actúa como si fuera una lupa selectiva. Magnifica y saca de proporción los
eventos amenazantes o encuentra peligro en situaciones neutras. La persona ansioso busca
cualquier gesto o movimiento brusco y lo procesa como amenaza, con lo que activa el
mecanismo de ataque o huida.
e pongo un ejemplo: si invitas a un amigo que tiene ansiedad a una fiesta en la que no
conoce a los demás, puede estar platicando contigo pero a la vez buscando información
amenazante a su alrededor. Por ejemplo, que la fiesta es al aire libre y hay insectos que le
pueden picar o provocar una alergia, que alguien lo observa con cara de asombro,
interpretando este tipo de mirada como desafiante o como “¿qué no le ha agradado de mí?”,
o cualquier situación en esta línea que te imagines.
Mientras charla contigo estará buscando el control para protegerse o atacar ante
amenazas que crea o magnifica en su cabeza.
En definitiva, el principal problema que tiene una persona ansiosa son sus
pensamientos. En ellos magnifican las situaciones amenazantes que tiene la vida o se
imaginan una cascada de consecuencias negativas y tremendas, que si bien son posibles, la
probabilidad de que se produzcan es muy baja. ¿Te sientes identificado?
Como ya sabes, esta parte mucho más desarrollada en el “primate humano” se encarga de
prepararnos para futuras contingencias y para responder y poder sobrevivir ante eventos
inesperados. ¿Qué ocurre? Que algo que podría ser bueno puede volverse en nuestra contra.
En una realidad tan compleja como en la que vivimos, empieza a crear un exceso de
situaciones amenazantes que ponen en constante estado de alerta a nuestro cuerpo y
terminan agotándolo.
Curiosamente, las mujeres tenemos más desarrollada esta área del cerebro y hace que
pensemos más en los riesgos del futuro que los hombres. La maternidad implica vivir
preparada para criar unos hijos y que no les pase nada malo. Por lo que nos hace vivir más
activadas para prevenir cualquier evento negativo que le pueda pasar a nuestra
descendencia. En consecuencia, las mujeres padecemos más ansiedad. ¿Con quién cuentas
para hablar? En estas situaciones es mñas necesario que nunca… #Desahógate!
Que la ansiedad surge frente a una situación amenazante que no tenemos bien identificada y
que incluso podemos estar imaginando. En definitiva, el detonante es nuestro propio
pensamiento. Mientras que el estrés desaparece cuando el “peligro” ya no está, la ansiedad
no se desactiva tan fácilmente. Nuestra mente sigue preocupada por “algo”, ya que no
sabemos concretamente qué nos la produce. Si el estrés sigue cuando el elemento estresante
desaparece, entonces estaríamos hablando de ansiedad. Probablemente por eso muchas
veces nos referimos a estrés y ansiedad indistintamente.
La etiqueta no es tan importante como que sepas delimitar qué situaciones son en verdad
amenazantes y en cuáles o te estás inventando la amenaza o la magnificas.
Aprende a decir NO; no tienes que aceptar todas las propuestas laborales,
invitaciones sociales o retos que se presenten. Reflexiona antes de decidir y si no
tienes la energía o el tiempo suficientes, lo mejor es declinar la invitación.
Evita los círculos viciosos; frases como “una copita para relajarme” o “el cigarro
me sirve para tranquilizarme”, son comunes (y tienen una parte de cierto), pero a la
larga el efecto es perjudicial. Al alcohol desarrollamos tolerancia así que para
conseguir el mismo efecto, necesitarás mayor cantidad cada vez. Además, estos
estimulantes alteran el sistema nervioso y los síntomas empeorarán a largo plazo.
Aprende técnicas de respiración; existen algunas que te ayudarán a relajarte.
Además, la respiración profunda ayuda a mejorar la oxigenación del cerebro, lo que
hace más eficientes los procesos que ahí se realizan.
Seguro que la actual situación, en la que además de trabajar, tienes que lidiar con
compañeros que se aprovechan de al situación, jefes que no saben coordinar en la distancia,
permanecer en casa con las herramientas restringidas, etc., hace que todo se vuelva mucho
más complicado… ¡Hasta trabajar se hce duro con el coronavirus!
No todos enfrentamos la tensión en el trabajo de la misma forma. Aún cuando el puesto sea
similar, hay factores que influyen para que la respuesta ante el estrés laboral sea diferente.
Un estudio realizado en laUniversidad del Sur de California encontró que hombres y
mujeres tienen reacciones distintas cuando están estresados. Mientras que los hombres
tienen una mayor disposición para tomar riesgos, las mujeres se vuelven más
conservadoras.
Otro análisis, llevado a cabo en la Universidad Estatal del Florida, concluyó que las
personas que tienen mayor apoyo de su pareja enfrentan el estrés de una forma más
positiva mostrando un 25% más de concentración en el trabajo, un 20% más en el nivel de
satisfacción con respecto a sus labores y relaciones positivas con los compañeros de trabajo
en un 33% más.
Tomar un café, un vaso con agua, estirar las piernas y respirar un poco de aire fresco, te
darán una perspectiva nueva.
Establece límites.
Cuando termines el trabajo del día realiza una actividad que te distraiga y aléjate del celular
por lo menos durante una hora; evita pensar en el trabajo.
Delega tareas.
No tienes que hacerlo todo, si la carga de trabajo es excesiva encarga algunas labores a
alguien más; aquí aplica el más vale calidad que cantidad.
En crisis como las actuales, en las que todos hemos perdido a alguien, o conocemos a
alguien que lo está pasando realmente mal por falta de trabajo, o incluso ante ese miedo que
nos invade cada vez que pensamos lo lejos que estamos de nuestros seres queridos y la
dificultad que vamos a tener para abrazarlos… (¡Maldito coronavirus!) es más importante
que nunca hacer esas pequeñitas cosas que nos ayudan a ser un poquito más felices, a
sobrellevar la situación de la mejor de las maneras.
A los investigadores también les gusta analizar la felicidad para encontrar aquello que
puede potenciarla. Aquí tienes 4 consejos que pueden ayudarte a ir más satisfecho por la
vida.
Se agradecido
Vale, que según lo lees, seguro que piensas… ¡Vaya momento para adoptar has elegido
Silvia! Pero piénsalo unos minutos… ¡Quizá puedes hacerlo según acabe esto! Y si ya la
tienes… ¡Te ayudará a valorar todo lo que te aporta!
Unos cuantos minutos acariciando a tu perro y jugando con él, bastan para que se liberen en
el organismo grandes cantidades de serotonina, prolactina y oxitocina, hormonas
relacionadas con el bienestar. Además, tocar a tu perro, disminuye el nivel de cortisol en la
sangre, sustancia encargada de regular el estrés. Datos de una encuesta realizada
por Journal of Personality and Social Psychology, mostraron que aquellas personas que
tenían una mascota, aseguraban que su peludo amigo contribuía a fortalecer su sentido de
pertenencia y autoestima.
Aún cuando ahora casi no podemos ni salir de casa, seguro que has notado que lo que
extrañas no es ese nuevo vestido que viste en el escaparate el mes pasado. Vivir
experiencias que generen recuerdos memorables, puede hacerte mucho más feliz que
comprar un par de zapatos nuevos o cambiar tu celular cada año. Una investigación
realizada en la Universidad Estatal de San Francisco concluyo que la gratificación
instantánea que se obtiene al adquirir un objeto nuevo es pasajera mientras que aquella que
generan experiencias como viajar puede perdurar en el tiempo al volverse un buen
recuerdo.
Y tú, ¿tienes algún secreto para ser feliz?
Que una sonrisa puede abrirte muchas puertas es algo muy conocido. Los extraños
responden de forma más amigable si al entablar una conversación con ellos, lo hacemos
sonriendo. Se ha comprobado también que una sonrisa promueve la liberación de
endorfinas en el cerebro, hormonas que regulan el dolor. Y no nos engañemos, ¿a quién no
le genera estrés el coronavirus? Trabajar desde casa, hacerse cargo de los niños, estar
pendiente del celular, del jefe, de salir con mascarilla, de cumplir las normas… ¡¡Son con
leerlo ya estresa!
Después dividieron a los voluntarios en grupos (con expresión facial neutra y con los dos
tipos de sonrisa) y les pidieron que participaran en diversas actividades estresantes como
sumergir la mano en agua helada o trazar una estrella con la mano no dominante mientras
veían el reflejo del dibujo en un espejo. Al hacerlo debían conservar la expresión que les
habían indicado. Los investigadores midieron la frecuencia cardiaca y los niveles de estrés
que reportaban los voluntarios.
os resultados concluyeron que la sonrisa tuvo una influencia directa en el estado mental.
Después de recuperarse de las actividades estresantes, los que las realizaron mientras
sonreían presentaban niveles inferiores de frecuencia cardíaca. Con este estudio puede
verse que sonreír durante situaciones estresantes breves, podría funcionar para reducir la
intensidad de la respuesta orgánica frente al estrés, sin importar el estado de ánimo en el
que nos encontremos.