Estres y Ansiedad

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Pasos para vivir sin ansiedad

Si a lo largo de las últimas publicaciones sobre ansiedad te has identificado con lo que se
dice en ellas, probablemente querrás saber qué puedes hacer en tu vida para no volverte
prisionero de un miedo desproporcionado que altera tu capacidad de saborear todas las
cosas buenas que tiene el estar vivo. Lo primero a tener en cuenta es que la situación actual
no nos ayuda. La realidad que vivimos hoy en día es ansiógena y esta sociedad crea
individuos ansiosos. Un exceso de noticias negativas y un constante bombardeo de
información sobre enfermedades potencialmente agresivas, nos predisponen a estar en
constante estado de alerta. 

Antes de cambiar el mundo, tienes que aceptar que tú también formas parte de él.”

Película: The Dreamers

Somos víctimas del efecto nocebo, que es justo lo contrario del efecto placebo. Este último
hace que nos sugestionemos positivamente sobre el efecto de un fármaco que nos dice que
nos va a curar.   Aunque el fármaco no tiene un principio activo que cure, nuestro cuerpo
reacciona sintiéndose mejor e incluso llegando a sentirse mejor al sugestionarse
positivamente de que el fármaco lo va a sanar.  El efecto nocebo es justamente lo contrario,
corresponde a una sugestión negativa ante algo que nos hace sentir mal.  Por ejemplo
cuando un paciente conoce exhaustivamente los efectos secundarios de algún fármaco es
más probable los que sienta ya que se ha sugestionado.

En nuestra comunidad somos víctimas del efecto nocebo social. Sabemos demasiadas


cosas negativas que nos acontecen como la inseguridad, la incertidumbre económica, los
desastres naturales, el surgimiento de nuevas enfermedades, etcétera. De manera
inconsciente, estamos procesando mucha información catastrofista que influye
negativamente en nuestros pensamientos y emociones.

Es de vital importancia que elijas un estilo de vida no ansiógeno. Para ello, hay que
identificar aquellas situaciones, personas y actividades que generan más ansiedad. A
continuación, te presento una serie de acciones que te ayudarán a reducir tu ansiedad. No
hay que seguir un orden estricto y muchas veces se pueden hacer en paralelo. Cambiar tus
pensamientos y aprender a relajarte pueden ser dos tareas que puedes combinar.

Cambia tus pensamientos

El miedo es una de las la emociones más intensas que existe. Entre buscar el placer o evitar
el miedo, la gente opta por la segunda. Identifica qué pensamientos constantes te llegan a la
mente, toma nota cada vez que te sientas intranquilo y escribe qué es lo que temes, qué es
lo que te preocupa y qué mensajes te vienen a la cabeza. Apuntalos durante una semana y al
cabo de ella tendrás tres o cuatro ideas que rondan continuamente en tu cabeza.
Normalmente, estos pensamientos giran alrededor de tus preocupaciones y miedos. Hay dos
tipos de miedos, el miedo a aquellos elementos externos que no podemos controlar y el
miedo interno asociado a una baja autoestima.

Miedos externos o eventos incontrolables

Los miedos externos muchas veces tienen su origen en los nocebos sociales. El exceso de
noticias pesimistas crea pensamientos relacionados con eventos desgraciados externos de
los que nosotros tenemos poco o ningún control. Ideas como “A mi padre lo puede
atropellar un coche”, “¿Qué pasa si a mi hijo lo secuestran?” o “¿Y si hay un terremoto?”
no contribuyen en nada a tu bienestar ni te proporcionan soluciones.

Debes de tener en cuenta que no todo depende de ti, que la probabilidad de que te pase es
muy baja y que pensar en desastres sólo representa una fuente de preocupación. ¿Qué tan
probable es que te pase una catástrofe? ¿Qué tan posible es que choques si conduces con
prudencia y precaución?

Miedos internos que sí puedes cambiar

¿A qué tienes miedo?, ¿a no ser suficiente?, ¿a no poder hacerlo?, ¿a que no te quieran?, ¿a


decepcionar?, ¿a que te dejen de querer?, ¿a que sepan que no eres lo que creen?, ¿a fallar?
… Claramente estamos hablando de un problema de autoestima o que te estás dejando
influenciar por tu Yo soberbio. En ambos casos, debes enfrentarlo.

Si puedes solucionarlo, crea un plan de acción. Si no puedes arreglarlo, simplemente


observa el problema, acepta las emociones que vienen asociadas a él y no te resistas. Evitar
vivir una emoción causa más ansiedad que decidir experimentarla.

Aprende y practica técnicas de relajación

Técnicas de relajación como yoga o tai chi te pueden ayudar. Hay muchas más de las que
piensas. Si una no funciona o no es para ti, no te frustres y prueba otras hasta que
encuentres la definitiva. Las técnicas de relajación tendrían que ser asignatura obligatoria
en las escuelas. Cuando estamos ansiosos perdemos nuestro centro de gravedad emocional
y física. Lo

primero que hacemos mediante la relajación es reducir la liberación de adrenalina y


noradrenalina. Consecuentemente, disminuimos todos aquellos síntomas físicos de la
ansiedad: relajamos músculos, regulamos nuestra frecuencia cardiaca y nuestra respiración
se hace más profunda. La tensión emocional es incompatible con la relajación fisiológica y
viceversa.
Dedica los últimos diez minutos de tu sesión de relajación a crear pensamientos
constructivos. Recuerda las soluciones que habías propuesto para esos miedos que te
rondan constantemente. Por ejemplo, si temes que le pase algo a tu madre, piensa “hay
cosas que no dependen de mí”, “soy una persona muy valiosa”. Así estarás asociando una
reacción física a mensajes positivos.

Aprende a neutralizar tus pensamientos negativos

Cada vez que llegue la preocupación, repite las frases que utilizas en tu meditación. Nunca
recurras a la negación, evita frases como “no eres un inútil”, busca algo como “soy capaz
de hacerlo, “me he preparado para esto”. Utilizar la negación es activar ese pensamiento de
manera inconsciente. Hay otras técnicas como la parada de pensamiento que se incluye en
las secciones siguientes.

Quítate pesos

Reflexiona sobre todas las actividades rutinarias que tienes y elimina aquellas que no están
en línea con tus necesidades más importantes. El exceso de responsabilidades y la
incapacidad de poder satisfacerlas todas te están creando este estilo ansioso. Date tiempos
para ti. El día sólo tiene veinticuatro horas, de las que al menos ocho tienes que dedicar a
dormir. No te pueden dar más horas ni debes robárselas al sueño, por lo que para ganar
tiempo para ti, tienes que quitárselo a otras actividades que no sean tan importantes.

Pon límites

Saca de tu vida todo aquello que te produzca ansiedad. Crea espacios únicos para ti, elimina
los elementos que te despierten preocupación y son superfluos. Aléjate de la tecnología por
un par de horas al día, ya que ésta te genera un constante estado de alerta y no te deja
volver a tu línea base. No vivas pendiente del teléfono y sobre todo, aprende a desconectar
para conectarte contigo y con los otros. Aunque estamos más enlazados que en cualquier
otro momento de la historia, en términos emocionales, nunca hemos estado tan alejados. Y
recuerda, si tú no respetas tus propios espacios, nadie los respetará.

¿Qué pasa cuando la ansiedad ya se vuelve un trastorno?

Hasta ahora, sin ser muy técnicos, hemos hablado de ansiedad negativa pero no
patológica. No todos tenemos que llegar a padecer un trastorno de ansiedad para que
nuestra vida quede fuertemente impactada por la ansiedad. Ataques de pánico,
agorafobia, claustrofobia, son padecimientos con los que desgraciadamente mucha gente
lidia sin acudir al especialista.

Según el DSM-V (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, por sus
siglas en inglés), el manual que los psiquiatras y algunos psicólogos utilizan, existen doce
tipos distintos de trastornos de ansiedad. Si ya te identificaste como una persona ansiosa,
enfermarte físicamente o presentar uno de estos trastornos podría ser el siguiente paso.

Clasificación de los Trastornos de Ansiedad

 Mutismo selectivo
 Inducida por sustancias
 Por enfermedad médica
 Ataque de pánico específico
 No específica
 Trastorno de pánico
 Fobia específica
 Agorafobia
 Ansiedad social generalizada (Fobia social)

¿Qué situaciones te llevan a padecer un trastorno de ansiedad?

No sólo son responsables nuestras ideas negativas, además hay un tipo de pensamiento que
también puede hacernos daño y que cada vez adopta más gente que dice ser “exitosa”. Es
el modelo de supermán o “supermana”.   O lo que es lo mismo el “yo puedo con todo”.
Para ellos, el fin justifica los medios, por lo que ignoran las necesidades de su cuerpo con el
propósito de conseguir sus objetivos profesionales y de reconocimiento. Lo peor es que,
como una vez lo hicieron y funcionó, se vuelve un patrón de comportamiento, un hábito.
De manera mecánica se privan de sueño, de comer sano, se llenan de actividades, que a su
parecer, son todas importantes, convirtiéndose en una bomba de ansiedad.

Los medios están ayudando al desarrollo de este prototipo de persona desconectada de su


cuerpo. Todo “lo puede”. No importa si en el camino bloquea sus emociones o su cuerpo,
con tal de conseguir su meta. Como ejemplo el anuncio de una marca que dice “No hay
nada imposible”. Puede que no lo haya pero el precio emocional y físico que pagamos para
alcanzar ese objetivo puede ser nuestra salud.

Uno de los principales efectos de querer ser “supermanes”, excedernos en el trabajo,


privándonos de dormir o no alimentándonos correctamente es que nos de un ataque de
pánico. Nuestro sistema deja de funcionar por un exceso de información que consideramos
relevante en su totalidad. Es como si fuéramos una computadora con muchos documentos
abiertos a la vez y que ha estado encendida por horas. Al final se “crashea” y deja de
funcionar.

¿Quieres conseguir que alguien se vuelva ansioso?

No deseo que utilices estos pasos en otras personas, pero sí que seas consciente de que si
haces lo que aparece en ellos, prácticamente tendrás todos los números para que te toque la
lotería de la ansiedad. Seis pasos para volver a alguien ansioso:
Hazlo pensar constantemente en cosas negativas.

Quítale horas de sueño de una manera gradual.

Él no se dará cuenta pero poco a poco su cuerpo le pasará factura y estará irritado por
cualquier cosa.

Dale cada vez más tareas.

Hasta que llegue un día en que al levantarse de la cama piense, “24 horas no son suficiente
para acabar todas mis actividades”.

Dale muchas sustancias excitantes.

Café, bebidas de cola, tabaco y alcohol.

Que no practique ningún deporte.

Si hacía alguno, consigue que sacrifique esas horas de ejercicio por más tiempo productivo
de trabajo.

Que no desconecte su teléfono ni por las noches, ni los fines de semana.

Hay que lograr que esté en estado de alerta hasta en sus sueños. Poco a poco vas a
conseguir que cualquier sonido lo despierte.

¿Cómo impacta la ansiedad en nuestra salud física?

Cada vez son más los estudios que asocian la ansiedad a padecimientos físicos. Un estado
constante de ansiedad agota nuestro sistema inmune, que es el que nos protege de las
enfermedades. ¿Te ha pasado que después de una situación muy difícil te enfermas? ¿Te
extrañó? Merece la pena mencionar que cuando tenemos ansiedad, nuestras glándulas
suprarrenales liberan cortisol, la hormona que nos prepara para la acción, ayudando a
liberar azúcar en la sangre. Éste es un mecanismo que tiene tu cuerpo, pero cuando la
amenaza ha desaparecido y tu organismo deja de estar en alerta, aparece la debilidad
acumulada y tu sistema inmune que pudo con esa “batalla emocional” con la que tuvo que
lidiar,  está tan débil que no tiene fuerzas para luchar con otras infecciones. Las personas
que tienen herpes labial, fuegos o calenturas, tienden a padecer un brote después de un
estado de ansiedad prolongado. El virus que está latente en el cuerpo aprovecha la debilidad
del sistema inmune para emerger con mayor fuerza.

También está comprobada la asociación entre ansiedad y problemas cardiovasculares,


incluidos ataques al corazón e hipertensión. Los dolores de cabeza, cefaleas tensionales o
dolores de espalda, también pueden ser causados por niveles altos de ansiedad. Cuando
estamos ansiosos, nuestros músculos tienden a contraerse, presionando nervios o
permaneciendo rígidos durante mucho tiempo.

Quién no ha oído decir, “tengo mariposas en el estómago” o “se me hizo un nudo en el


estómago”. Nuestro estómago está fuertemente conectado con nuestras emociones y
nuestro sistema de huida, defensa o ataque.  Cuando siente que hay algún peligro se cierra
y en ocasiones abre esfínteres, para sentirse más ligero y poder lidiar mejor con esa
situación amenazante. De ahí que haya gente que padece diarrea cuando se pone nerviosa.
Esto es una respuesta física a un estado emocional.

Consecuencias de la ansiedad en el trabajo

El trabajo es una de las principales causas de ansiedad. El miedo a ser despedidos, a no


ser reconocidos, a no poder cumplir a tiempo, a no hacer las cosas suficientemente bien, o
simplemente la sensación de no poder con nuestro trabajo, son ideas que rondan en la
cabeza de las personas que tienen ansiedad laboral.

“¿Qué diría usted si yo contratara a una persona que se presenta a una entrevista sin
camisa?
Pues pensaría que debía llevar unos pantalones magníficos.”

Película: En busca de la felicidad

Hay trabajos y empresas que generan ambientes que pueden considerarse como ansiosos.
La relación con los jefes y superiores también impacta en el nivel de ansiedad de los
empleados. Aquellos jefes que son impredecibles, que no tienen claro un sistema de
incentivos ni de motivación, que critican en vez de opinar y que piden objetivos
irrealizables, pueden provocar trastornos de ansiedad en sus empleados si ellos lo permiten.
Aunque recuerda que siempre hay una opción para escapar de esa dinámica tóxica.

No se si lo sabías pero en países como Japón, hay gente que muere por exceso de trabajo
asociado a la ansiedad. De hecho, incluso tienen un término para ello, karoshi. La gente
fallece a consecuencia de un ataque al corazón producido por un exceso de ansiedad. Las
personas cada vez tienen una carga de trabajo mayor y, sobre todo, de preocupaciones
asociadas a esa carga.

Indicadores de Ansiedad en el Trabajo

o Piensas todo el tiempo que puedes perder tu trabajo


o Estás constantemente analizando o pensando lo que dice tu jefe o colegas
o Se te hace un nudo en el estómago cuando ves un correo de tu jefe
o Trabajas los fines de semana, nunca te da tiempo a terminar tu trabajo
o Sueñas con tu trabajo
o Sientes a tus colegas como adversarios y no un punto de apoyo
o Tu jefe o clientes tienen acceso a ti 24 horas. No puedes desconectarte del teléfono
Si te suenan estas situaciones quizá estés más cerca de lo que crees de sufrir un ataque de
ansiedad… Si lo necesitas… ¡#Desahógate!

¿Es la gente ansiosa más agresiva?

í, la mayoría de las personas ansiosas tienden a ser más agresivas porque están
contínuamente activadas para responder en cualquier momento. Pueden atacar tanto
verbal como físicamente, y los grados de agresividad pueden variar desde tirar un objeto
hasta dañar a alguien.

En las grandes urbes, el grado de ansiedad es muy alto. No hace falta más que observar
cuando la gente va en coche. Utilizan el claxon no para avisar de un peligro, sino para
agredir cuando alguien tarda más de lo normal. Lanzan miradas desafiantes, gritan, incluso
amenazan físicamente, acercándose más de la cuenta al otro coche y buscando pelea.

Normalmente, el detonante es tan insignificante que si no estás ansioso, o no lo percibes o


lo ignoras; pero si ya estás con todo tu cargamento de balas emocionales listo para disparar,
cualquier situación es buena. Una de las razones por las que el uso de armas de fuego no
tendría que estar permitido es justo ésta. Una persona en un estado ansioso, puede recurrir a
un arma en una situación estresante.

Gente con personalidad ansiosa puede padecer el trastorno explosivo intermitente, que se
caracteriza por ataques explosivos de ira y agresividad que no se pueden controlar y que
son desproporcionados respecto al evento que los ha causado.

¿Qué tipo de personalidad es más propensa a sufrir un trastorno de ansiedad?

Salvo aquellas personas con un trastorno de estrés postraumático que han sufrido un evento
desgraciado fortuito, existe un tipo de personalidad que tiene mayor tendencia a padecer
ansiedad. Esto radica, sobre todo, en su forma de pensar. Ya hablamos de
ello anteriormente, así que ahora vamos a ver en profundidad los rasgos principales de
personalidad de alguien ansioso. Si te identificas con más de dos, tienes tendencia a padecer
ansiedad…

Tienden a ver todo como una amenaza.

Cualquier cosa o situación se puede volver peligrosa para ellos. Si están en la calle piensan
que pueden ser atropellados, pero si están en casa creen que puede haber un temblor y
morir bajo los escombros.
Necesitan tener siempre el control.

Para que algo salga bien, necesitan tener control absoluto sobre las cosas, de lo contrario
están convencidos de que puede salir mal. Les cuesta confiar o delegar el control de
cualquier actividad y acaban haciéndolo todo ellos.

Tienen problemas de concentración.

Como continuamente piensan en todo lo que puede salir mal y, por tanto, viven en continuo
estado de alerta, esto les impide centrarse en la actividad que realizan en ese momento.
Vivir en estado de ansiedad también causa problemas de aprendizaje e impacta en la
memoria a corto plazo.

Son hipersensibles a cualquier estado de alarma.

Se sobresaltan con cualquier ruido o movimiento brusco y un susto, aunque sea una broma,
puede producirles espanto hasta el punto de tener palpitaciones y posteriormente enfadarse.

Son perfeccionistas y normalmente más autocríticos que el resto.

Tienden a juzgarse mucho y ser demasiado exigentes con ellos mismos.

Tienen mayor nivel de creatividad.

Aunque no es una regla de oro, lo cierto es que las personas con ansiedad poseen un nivel
de creatividad más elevado y tienden a utilizarlo para crear escenarios tremendistas sobre
eventos futuros que pueden pasar. Los imaginan con tal detalle y exageran tanto los
aspectos negativos, que se sugestionan y les crea un mayor nivel de ansiedad, incluso antes
de vivir esa situación específica.

Pensamientos repetitivos negativos sobre sí mismos.

Normalmente son personas con una autoestima baja y tienden a repetir pensamientos
negativos sobre ellos mismos y las situaciones a las que se van a enfrentar como “Seguro
que no le gusto” o “No soy tan atractivo como el resto”. En muchos casos se consuma la
profecía autocumplida, ya que llegan con tal estado de ansiedad y tan negativos ante cierta
situación, que obviamente fracasan.
Tienden a centrarse en pensar siempre “el peor de los casos”.

En vez de prepararse para el éxito, están esperando que algo salga mal. Suelen percibir las
situaciones como amenazas y no como un reto, por lo que no disfrutan de la mayoría de las
actividades que llevan a cabo.

Tienden a ser absolutos.

Buscan que algo sea completamente cierto y completamente seguro, de lo contrario lo ven
como una amenaza. Si les dices que hay un 95% de probabilidades de que algo salga bien,
piensan únicamente en ese 5% restante. A no ser que una situación esté controlada al 100%,
lo que no pasa casi nunca, sus niveles de ansiedad van a ser muy altos. 

Como ya habíamos hablado, el principal problema que tiene una persona ansiosa son sus
pensamientos, en los que magnifican las situaciones amenazantes que tiene la vida o se
imaginan una cascada de consecuencias negativas y tremendas. Convencerlos de lo
contrario es difícil, sobre todo en sociedades como la nuestra en la que todos los días vemos
desgracias en televisión. Los medios arrojan constantemente escenarios de tragedias que la
persona ansiosa utiliza para justificar y reforzar todos esos pensamientos amenazantes.

¿Cómo impacta la ansiedad en vida diaria?

¿Cómo es la mente de un ansioso?

La ansiedad actúa como si fuera una lupa selectiva. Magnifica y saca de proporción los
eventos amenazantes o encuentra peligro en situaciones neutras. La persona ansioso busca
cualquier gesto o movimiento brusco y lo procesa como amenaza, con lo que activa el
mecanismo de ataque o huida.

e pongo un ejemplo: si invitas a un amigo que tiene ansiedad a una fiesta en la que no
conoce a los demás, puede estar platicando contigo pero a la vez buscando información
amenazante a su alrededor.  Por ejemplo, que la fiesta es al aire libre y hay insectos que le
pueden picar o provocar una alergia, que alguien lo observa con cara de asombro,
interpretando este tipo de mirada como desafiante o como “¿qué no le ha agradado de mí?”,
o cualquier situación en esta línea que te imagines.

Mientras charla contigo estará buscando el control para protegerse o atacar ante
amenazas que crea o magnifica en su cabeza. 

¿Qué tipo de personalidad es más propensa a sufrir un trastorno de ansiedad?

A continuación, vamos a ver los principales rasgos de personalidad de alguien ansioso. Si te


identificas con más de dos, vas tener tendencia a padecer ansiedad. ¡Atento los próximos
días que desarrollaremos cada uno de ellos! 
 Tienden a ver todo como una amenaza.
 Necesitan tener siempre el control.
 Tienen problemas de concentración.
 Son hipersensibles a cualquier estado de alarma.
 Son perfeccionistas y normalmente más autocríticos que el resto.
 Tienen mayor nivel de creatividad.
 Pensamientos repetitivos negativos sobre sí mismos.
 Tienden a centrarse en pensar siempre “el peor de los casos”.
 Tienden a ser absolutos.

En definitiva, el principal problema que tiene una persona ansiosa son sus
pensamientos. En ellos magnifican las situaciones amenazantes que tiene la vida o se
imaginan una cascada de consecuencias negativas y tremendas, que si bien son posibles, la
probabilidad de que se produzcan es muy baja. ¿Te sientes identificado? 

¿Por qué tenemos ansiedad y los animales no?

La respuesta es más sencilla de lo que te imaginas: porque no vivimos en el aquí y el ahora


como ellos hacen.  Nos preocupamos excesivamente por los “probables” eventos
desafortunados que nos pueden pasar en el futuro. Podemos culpar de esto a nuestro
cerebro, concretamente al área de la corteza prefrontal.

Como ya sabes, esta parte mucho más desarrollada en el “primate humano” se encarga de
prepararnos para futuras contingencias y para responder y poder sobrevivir ante eventos
inesperados. ¿Qué ocurre? Que algo que podría ser bueno puede volverse en nuestra contra.
En una realidad tan compleja como en la que vivimos, empieza a crear un exceso de
situaciones amenazantes que ponen en constante estado de alerta a nuestro cuerpo y
terminan agotándolo.

Curiosamente, las mujeres tenemos más desarrollada esta área del cerebro y hace que
pensemos más en los riesgos del futuro que los hombres. La maternidad implica vivir
preparada para criar unos hijos y que no les pase nada malo.  Por lo que nos hace vivir más
activadas para prevenir cualquier evento negativo que le pueda pasar a nuestra
descendencia. En consecuencia, las mujeres padecemos más ansiedad. ¿Con quién cuentas
para hablar? En estas situaciones es mñas necesario que nunca… #Desahógate!

¿Qué es exactamente la ansiedad?

La ansiedad es una respuesta emocional y fisiológica de alerta ante una causa cuyo origen


no está claramente identificado y radica en nuestra cabeza. Básicamente, cuando estamos
ante una situación de ansiedad, nuestra activación fisiológica y emocional es parecida a la
que sucede cuando nos estresamos.
 ¿Son lo mismo?

Están muy relacionados, incluso muchas personas utilizan el término “estoy


stresado” cuando en verdad están ansiosos. El estrés es un estado de activación física y
mental ante una situación externa claramente identificada, que consideramos arriesgada o
amenazante. Nuestro cuerpo se prepara para dirigir su atención hacia el peligro y llevar a
cabo una acción de defensa o huida, según sea necesario. Ante esta situación, nuestras
glándulas liberan adrenalina (también llamada epinefrina) haciendo que el corazón se
acelere, la presión arterial aumente, los músculos se tensen por si tenemos que huir o luchar
y nuestras pupilas se dilatan, ¿para qué? Para poder tener más información visual y
capacidad de reacción inmediata ante esta situación. Cuando el detonante del peligro
desaparece, el estrés también lo hace y tu cuerpo vuelve a un estado de relajamiento.

¿Cuál es la diferencia entre estrés y ansiedad?

Que la ansiedad surge frente a una situación amenazante que no tenemos bien identificada y
que incluso podemos estar imaginando. En definitiva, el detonante es nuestro propio
pensamiento. Mientras que el estrés desaparece cuando el “peligro” ya no está,  la ansiedad
no se desactiva tan fácilmente. Nuestra mente sigue preocupada por “algo”, ya que no
sabemos concretamente qué nos la produce. Si el estrés sigue cuando el elemento estresante
desaparece, entonces estaríamos hablando de ansiedad. Probablemente por eso muchas
veces nos referimos a estrés y ansiedad indistintamente.

La etiqueta no es tan importante como que sepas delimitar qué situaciones son en verdad
amenazantes y en cuáles o te estás inventando la amenaza o la magnificas.

¿Cómo consigues tu sacar los problemas cuando te superan? #Desahógate

¿Has escuchado hablar de la amnesia ansiosa?

¿Alguna vez estudiaste mucho para un examen y al momento de tenerlo enfrente se te


olvidó todo? ¿Has preparado una presentación en tu trabajo y cuando comienzas a exponer
¡bum! se te borra la memoria? ¿Querías impresionar a tu chicx con tus conocimientos
musicales y no recordaste los títulos de una sola canción? Es probable que
padezcas amnesia ansiosa.

La pérdida temporal de la memoria en determinados momentos puede ser una reacción


de estrés. Cuando nos encontramos en una situación de tensión, cuesta trabajo recordar
información que tenemos almacenada en la memoria, ya que aumenta la producción
de corticoides (hormonas que cumplen una función determinante en el sistema nervioso) y
los receptores de estas hormonas en el hipocampo se cierran. Además, según concluye una
investigación de la Universidad de California, periodos breves de estrés pueden afectar la
comunicación entre células cerebrales en las áreas asociadas con el aprendizaje y la
memoria.
El estrés es una reacción natural del cuerpo frente a una situación amenazante así que no
siempre es malo, sin embargo, cuando se vuelve crónico o no se controla correctamente,
puede provocar muchos problemas de salud. Algunos tips para que no te invada el estrés:

 Aprende a decir NO; no tienes que aceptar todas las propuestas laborales,
invitaciones sociales o retos que se presenten. Reflexiona antes de decidir y si no
tienes la energía o el tiempo suficientes, lo mejor es declinar la invitación.

 Programa el despertador 15 minutos más temprano; sacrificarás unos minutos


de sueño pero tu día comenzará más tranquilamente. Ese cuarto de hora extra te
servirá para arreglarte y preparar tus cosas con más calma.

 Evita los círculos viciosos; frases como “una copita para relajarme” o “el cigarro
me sirve para tranquilizarme”, son comunes (y tienen una parte de cierto), pero a la
larga el efecto es perjudicial. Al alcohol desarrollamos tolerancia así que para
conseguir el mismo efecto, necesitarás mayor cantidad cada vez. Además, estos
estimulantes alteran el sistema nervioso y los síntomas empeorarán a largo plazo.
 Aprende técnicas de respiración; existen algunas que te ayudarán a relajarte.
Además, la respiración profunda ayuda a mejorar la oxigenación del cerebro, lo que
hace más eficientes los procesos que ahí se realizan.

¿Tu trabajo te estresa? ¿En la distancia es aún peor?

El estrés laboral es uno de los 10 principales problemas de salud relacionados con el


trabajo. Condiciones de trabajo pobres, exceso de responsabilidades, exigencia extrema y
baja tolerancia a la frustración, son algunas de las causas que lo producen. Dentro de las
consecuencias que provoca destacan lesiones, depresión, violencia y suicidio. De acuerdo
con una investigación realizada por la compañía Grant Thornton IBR, México es
el séptimo país con más estrés laboral.

Seguro que la actual situación, en la que además de trabajar, tienes que lidiar con
compañeros que se aprovechan de al situación, jefes que no saben coordinar en la distancia,
permanecer en casa con las herramientas restringidas, etc., hace que todo se vuelva mucho
más complicado… ¡Hasta trabajar se hce duro con el coronavirus!

No todos enfrentamos la tensión en el trabajo de la misma forma. Aún cuando el puesto sea
similar, hay factores que influyen para que la respuesta ante el estrés laboral sea diferente.
Un estudio realizado en laUniversidad del Sur de California encontró que hombres y
mujeres tienen reacciones distintas cuando están estresados. Mientras que los hombres
tienen una mayor disposición para tomar riesgos, las mujeres se vuelven más
conservadoras.

Otro análisis, llevado a cabo en la Universidad Estatal del Florida, concluyó que las
personas que tienen mayor apoyo de su pareja enfrentan el estrés de una forma más
positiva mostrando un 25% más de concentración en el trabajo, un 20% más en el nivel de
satisfacción con respecto a sus labores y relaciones positivas con los compañeros de trabajo
en un 33% más.

Algunos tips para manejar el estrés laboral:

Empieza por las cosas urgentes.

Así evitarás que te coma el tiempo y eso te provoque tensión.

Organiza tu jornada laboral con breves intervalos de descanso.

Tomar un café, un vaso con agua, estirar las piernas y respirar un poco de aire fresco, te
darán una perspectiva nueva.

Establece límites.

Cuando termines el trabajo del día realiza una actividad que te distraiga y aléjate del celular
por lo menos durante una hora; evita pensar en el trabajo.

Delega tareas.

No tienes que hacerlo todo, si la carga de trabajo es excesiva encarga algunas labores a
alguien más; aquí aplica el más vale calidad que cantidad.

Y a ti, ¿te estresa el trabajo? 

4 cosas que te harán feliz y que necesitamos más que nunca

En crisis como las actuales, en las que todos hemos perdido a alguien, o conocemos a
alguien que lo está pasando realmente mal por falta de trabajo, o incluso ante ese miedo que
nos invade cada vez que pensamos lo lejos que estamos de nuestros seres queridos y la
dificultad que vamos a tener para abrazarlos… (¡Maldito coronavirus!) es más importante
que nunca hacer esas pequeñitas cosas que nos ayudan a ser un poquito más felices, a
sobrellevar la situación de la mejor de las maneras.

A los investigadores también les gusta analizar la felicidad para encontrar aquello que
puede potenciarla. Aquí tienes 4 consejos que pueden ayudarte a ir más satisfecho por la
vida.
Se agradecido

Agradecer, a diferencia de anhelar, nos coloca en el aquí y el ahora, aceptando con


humildad lo que nos rodea. Diversas investigaciones han relacionado el cultivo de esta
virtud con mejorías en la salud, por ejemplo, una menor propensión a padecer ansiedad o
depresión, mejores relaciones sociales (incluyendo las de pareja) y niveles altos de
satisfacción a largo plazo. Conclusiones de un estudio publicado en Journal of Clinical
Psychology señalan que escribir una nota de agradecimiento ayuda a aumentar los niveles
de felicidad durante varias semanas. ¿Se te ocurre un mejor momento para escribir a
aquellos que te importan?

Adopta una mascota

Vale, que según lo lees, seguro que piensas… ¡Vaya momento para adoptar has elegido
Silvia! Pero piénsalo unos minutos… ¡Quizá puedes hacerlo según acabe esto! Y si ya la
tienes… ¡Te ayudará a valorar todo lo que te aporta!

Unos cuantos minutos acariciando a tu perro y jugando con él, bastan para que se liberen en
el organismo grandes cantidades de serotonina, prolactina y oxitocina, hormonas
relacionadas con el bienestar. Además, tocar a tu perro, disminuye el nivel de cortisol en la
sangre, sustancia encargada de regular el estrés. Datos de una encuesta realizada
por Journal of Personality and Social Psychology, mostraron que aquellas personas que
tenían una mascota, aseguraban que su peludo amigo contribuía a fortalecer su sentido de
pertenencia y autoestima.

Déjate envolver por la nostalgia

Según una investigación publicada en la revista Personality and individual Differences, las


personas que miran el pasado de forma positiva y nostálgica tienen menos pensamientos
negativos y arrepentimientos. Aún cuando la experiencia no haya sido muy buena, ponerla
bajo un filtro optimista, por ejemplo notando que te dejó una lección o aprendizaje, puede
ayudarte a presentar menos ansiedad e irritabilidad en términos generales.

Invierte en viajes, no en objetos

Aún cuando ahora casi no podemos ni salir de casa, seguro que has notado que lo que
extrañas no es ese nuevo vestido que viste en el escaparate el mes pasado. Vivir
experiencias que generen recuerdos memorables, puede hacerte mucho más feliz que
comprar un par de zapatos nuevos o cambiar tu celular cada año. Una investigación
realizada en la Universidad Estatal de San Francisco concluyo que la gratificación
instantánea que se obtiene al adquirir un objeto nuevo es pasajera mientras que aquella que
generan experiencias como viajar puede perdurar en el tiempo al volverse un buen
recuerdo.
Y tú, ¿tienes algún secreto para ser feliz?

¿Medicina contra el estrés? ¡Sonríe!

Que una sonrisa puede abrirte muchas puertas es algo muy conocido. Los extraños
responden de forma más amigable si al entablar una conversación con ellos, lo hacemos
sonriendo. Se ha comprobado también que una sonrisa promueve la liberación de
endorfinas en el cerebro, hormonas que regulan el dolor. Y no nos engañemos, ¿a quién no
le genera estrés el coronavirus? Trabajar desde casa, hacerse cargo de los niños, estar
pendiente del celular, del jefe, de salir con mascarilla, de cumplir las normas… ¡¡Son con
leerlo ya estresa!

Existe una ventaja adicional de las sonrisas: Ayudan a reducir el estrés. Para realizar la


investigación que lo confirma, especialistas de la Universidad de Kansas entrenaron con
distintos tipos de sonrisa a un grupo de voluntarios:

 Sonrisa estándar: Contracción de los músculos que rodean a la boca

 Sonrisa de Duchenne: Contracción que involucra también a los músculos


alrededor de los ojos

Después dividieron a los voluntarios en grupos (con expresión facial neutra y con los dos
tipos de sonrisa) y les pidieron que participaran en diversas actividades estresantes como
sumergir la mano en agua helada o trazar una estrella con la mano no dominante mientras
veían el reflejo del dibujo en un espejo. Al hacerlo debían conservar la expresión que les
habían indicado. Los investigadores midieron la frecuencia cardiaca y los niveles de estrés
que reportaban los voluntarios.

os resultados concluyeron que la sonrisa tuvo una influencia directa en el estado mental.
Después de recuperarse de las actividades estresantes, los que las realizaron mientras
sonreían presentaban niveles inferiores de frecuencia cardíaca.  Con este estudio puede
verse que sonreír durante situaciones estresantes breves, podría funcionar para reducir la
intensidad de la respuesta orgánica frente al estrés, sin importar el estado de ánimo en el
que nos encontremos.

La próxima vez que te encuentres en una situación estresante, ¿por qué no intentas


sonreír a ver si te funciona?

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