Conducta Del Cristiano

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La conducta del cristiano

Lectura Efesios 4:17- 5:20

Efe 4:17 Esto, pues, digo y requiero en el Señor: que ya no andéis como los otros gentiles, que
andan en la vanidad de su mente

Efe 5:20 dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor
Jesucristo.

Al comienzo de este capítulo el apóstol dice que somos llamados a ser un pueblo y por eso
debemos cultivar la unidad. Ahora continúa desarrollando la idea y considera que como somos
llamados a ser un pueblo santo debemos cultivar la pureza. Unidad y pureza son dos
características indispensables del pueblo de Dios. Los creyentes formamos parte de un cuerpo,
la Iglesia, que debe manifestar un estilo de vida o una conducta que realmente evidencie de
que somos nuevas criaturas

La conducta anterior a la conversión (vv. 17-19)

Desde el principio mismo de su argumento Pablo quiere que los lectores se den cuenta del
contraste entre lo que habían sido como paganos y lo que eran ahora como cristianos, entre su
vida vieja y su vida nueva. Destaca sobre todo el factor intelectual en la manera de vivir “ya no
andéis”, por medio de palabras como “mente”, “entendimiento”, “ignorancia” y “corazón”.
¿Cuál es el origen de la oscuridad de las mentes paganas? Si comparamos estos tres versículos
con Ro. 1:18-32 observamos un paralelismo total que podemos resumir en cuatro estados:

Obstinación (v. 18). “La dureza de su corazón(Ez. 11:19).

Oscuridad (vv. 17-18).

Muerte (v18

Desenfreno (v. 19).

La conducta a partir de nuestra conversión (vv. 20-24).

El v. 20 que actúa como bisagra entre el texto anterior y el actual, en nuestra versión no
muestra adecuadamente el agudo contraste del “mas vosotros”. Es más fuerte en la NIV: “no
fue ésta la enseñanza que vosotros recibisteis acerca de Cristo”. En contra de la insensibilidad,
oscuridad, y desenfreno paganos, Pablo despliega un proceso completo de educación moral
cristiana utilizando tres expresiones paralelas que se centran en tres verbos: “aprender”, “oír”
y “ser enseñados” con referencia a la verdad que está en Jesús. ¿Cuál es la verdad que libera a
los cristianos y guía a la rectitud?

Despojarse del viejo hombre (v. 22). Esto es con verbos infinitivos. Es decir, como si el hecho
de despojarse y revestirse fuera un mandamiento. Si lo comparamos con el pasaje paralelo de
Colosenses vemos que el acto de despojarse es algo que pertenece al pasado coincidiendo con
nuestra conversión. Por tanto, la idea es que como ya nos Hemos despojado de la vieja
naturaleza, lo que ahora nos corresponde es vivir de acuerdo con la nueva, es decir, conforme
a la verdad que está en Cristo.

Vestirse del nuevo hombre (v. 24). Así como hemos abandonado nuestra vieja naturaleza y nos
hemos vestido la nueva como un ropaje de luz que es creación de Dios ahora hemos de vivir
conforme a ella en justicia y santidad, es decir, con toda rectitud moral y apartados de aquella
vida de desenfreno que era propia de nuestra condición. Pablo pinta el retrato de dos
hombres, uno viejo y corrompido, y otro nuevo creado según Dios, los cuales son
incompatibles.

Renovarse en el espíritu de nuestra mente (v. 23). Mientras los verbos despojarse y vestirse
estaban en pasado consumado, éste se halla en el presente, lo que indica que además del
rechazo del viejo y la asunción del nuevo, en la conversión está implícita una renovación diaria
continua. Si la degradación pagana se debía a la vanidad de nuestras mentes, entonces la
justicia cristiana depende de la renovación constante de nuestras mentes.

Ejemplos de conducta cristiana (25-32)

Como hemos dejado nuestra vieja naturaleza y vestido de la nueva, nuestra conducta nueva
debe ser completamente coherente con la clase de persona que hemos llegado a ser.

Desechar la mentira y hablar la verdad (v.25). El creyente debe ser conocido como una persona
honesta, confiable, cuya palabra no se pone en duda: la razón es que los demás son nuestro
prójimo a los que debemos amar y además en la iglesia somos miembros los unos de los otros
y no podemos mentirnos, sino decir la verdad.

Si os airáis, no pequéis (w. 26-27). Está tomado del Sal. 4:4; en RVR parece una orden, pero no
es así ya que restringe el enojo. El uso del condicional implica algo así como el enojo cristiano,
pero cuidado porque en el v. 31 la “ira” es una de las cosas que debemos quitar de nosotros.
Hay una ira mala y una buena, la de Dios que surge de su justicia. Cuando se trata de
enfrentarnos al mal debe haber ira santa y no transigir. No dar lugar al diablo, porque la línea
de separación entre la ira correcta e incorrecta es muy fina y el diablo se aprovecha.

No hurtar, sino trabajar (v. 28). El octavo mandamiento prohíbe el hurto, pero el apóstol va
más allá de la prohibición y extrae implicaciones positivas. Es necesario que trabaje con sus
manos para ganar su sustento y además deberá compartir con el que tiene necesidad. En lugar
de vivir de la comunidad, contribuirá a ella.

No utilizar la boca para el mal, sino para el bien (w.29-30). El habla es una de las capacidades
humanas que reflejan nuestra semejanza con Dios. Así que no debemos pronunciar palabras
corrompidas. Pablo usa el término sapros (corrompida) que se utiliza en griego para hablar de
los árboles y las frutas en descomposición. Cuando se aplica al habla sugiere algún tipo de
daño en el que escucha. En lugar de ello debemos utilizar palabras que edifiquen, es decir,
para ayudar a los demás a crecer y no dañarlos. Antes había dicho que no demos lugar al
diablo y ahora que no contristemos al Espíritu Santo.

Quitar todo tipo de actitud y acción desagradable (vv. 31-32). El cristiano debe caracterizarse
por una conducta semejante a Dios y Cristo (4:32), siendo benignos, misericordiosos y
perdonadores. Por tanto, debido a la misericordia de Dios y a sus acciones generosas hacia
nosotros, debemos ser imitadores de Dios. Así como un niño imita a sus padres, también
nosotros debemos imitar a nuestro Padre Dios, como Jesús dijo (Mt. 5:45,48).

* La conducta cristiana está fundada en Dios, Padre, Hijo y Espíritu. En realidad estos versículos
forman parte de todo el argumento que comienza en 4:17 y termina en 6:9. Como vimos en la
exposición anterior, el cristiano debe comportarse de manera diferente a como lo hacía antes
de su conversión y el apóstol pone unos ejemplos de lo que no debemos hacer. Ahora continúa
dándonos unas pautas no opcionales sobre el modo en que de debemos conducirnos por
medio del imperativo “andad”. Pero primero, emplea la conjunción causal “pues” para unir lo
que va a decir con lo dicho anteriormente.

Andar en amor (vv.2-7).

El modelo de conducta en amor es Cristo, el cual se entregó en el sacrificio de la cruz como


ofrenda por todos nosotros. Esta autoentrega por los demás es agradable a Dios, como olor
fragante y llama la atención que el amor sacrificial por los otros se transforma en sacrificio
agradable a Dios. El tipo de conducta que señala Pablo tiene una base teológica, es decir, está
basada en Dios pues tenemos que imitar al Padre, aprender de Cristo y no contristar al
Espíritu. Al mismo tiempo señala una perversión:

La corrupción del amor (v.3). Del amor genuino pasamos a lo opuesto, la fornicación (porneia)
de donde viene pornografía y a toda inmundicia, cubriendo juntas toda clase de pecado sexual,
en otras palabras, toda relación sexual fuera del marco del amor establecido por Dios, el
matrimonio, que lógicamente es el de un hombre y una mujer, porque la Biblia no contempla
otro tipo de matrimonio. A ello une Pablo la avaricia que en este contexto se tratadla
degradación de usar el cuerpo de otro para la propia satisfacción egoísta. Así que no sólo no
debemos caer en estas prácticas inmorales, sino ¿si siquiera deben ser objeto de conversación
como corresponde a los que forman parte del pueblo santo de Dios. Ésta era una demanda
muy alta en Asia, ya que lo común era la inmoralidad, debido al culto a Artemisa, la Diana de
los efesios, diosa de la fertilidad cuya adoración consistía en orgías sexuales.

La degradación del amor (v.4). De la inmoralidad pasamos a la vulgaridad. Las palabras


deshonestas son aquellas en que se pronuncian obscenidades y las necedades y truhanerías
aluden a las historias que se cuentan que tienen como motivo aspectos relativos al sexo con
una doblez de sentido, es decir, para expresarlo coloquialmente, son los chistes verdes, que
como dice John Stott “es la forma más baja del ingenio”. Cuando se tiene una mente sucia se
expresa mediante una conversación sucia. Todas estas cosas no convienen, sino que por el
contrario debe haber acciones de gracias. El contraste entre la vulgaridad y las acciones de
gracias es que la primera se centra en nosotros y las segundas en Dios como el antídoto
apropiado a aquélla. Una es la actitud pagana y la otra la actitud cristiana.

La exclusión del reino (vv..5-7). Después de denunciar las acciones y las palabras, el apóstol
pasa a mencionar a las personas que las practican por cuanto el ejercicio es una señal de que
las tales todavía no se han despojado de su antigua manera de vivir. Las personas inmorales
por lo general no sufrirán las consecuencias de sus actos aquí en la tierra, pero no tendrán
posibilidad de heredar en el reino de Cristo y de Dios. Convertir la perversión sexual en un
ídolo excluye de tener parte en el reino perfecto de Dios. Los destinatarios conocían estas
cosas “sabéis esto”, por tanto, nadie os engañe, es decir, les previene contra las palabras vanas
de los falsos maestros que intentaban persuadirlos de lo contrario, una posible referencia a los
maestros gnósticos que no daban valor a lo que se hacía con el cuerpo. Cuidado con aquellos
que se llaman cristianos y que dicen hoy que si dos personas se aman y son del mismo sexo no
importa lo que hagan. La verdad es que por todas estas cosas viene la ira de Dios sobre los
desobedientes. Cierra este argumento con la prohibición de participar en las cosas que hacen.
El apóstol no está prohibiendo la asociación con ellos, sino que prohíbe el compartir sus
prácticas porque se corre el riesgo de compartir su condenación como se le advirtió a Lot en
Sodoma.

Andar en luz (vv. 8-14)

El apóstol amplía lo que ha dicho antes sobre el compromiso, con las inmoralidades de la gente
pagana. Toda la porción encierra un rico simbolismo sobre las tinieblas y la luz. La oscuridad
representa ignorancia, error y maldad, la luz representa la verdad y la rectitud, ideas que ya
estaban en 4:18. Antes, los destinatarios eran como los paganos, tinieblas, ahora son luz en el
Señor porque el cristiano no tiene luz propia, sino que la recibe de Cristo. De acuerdo a lo que
son así deben comportarse, como hijos de luz. (v.8).

El fruto de la luz (w.9-12). ¿Cuál es la consecuencia práctica de ser luz? Pues dar el fruto
adecuado que se presenta en una tríada. La frase “fruto del Espíritu” que está en pocos mss. Es
una asimilación a Gá. 5:22, pero los mejores tienen “fruto de luz” porque Pablo sigue con la
metáfora. Si vivimos en bondad, justicia y verdad comprobaremos lo que es agradable al
Señor. Pero al vivir en luz, forzosamente chocaremos con aquellos que viven en tinieblas y en
modo alguno podemos participar de lo que hacen. Es más, nuestra actitud va en la línea de
demostrar lo que son y, por tanto, reprenderlas, quizás sin decir nada porque es suficiente no
participar como hace la luz con las tinieblas. Las malas obras deben ser denunciadas, porque es
vergonzoso hablar de lo que ellos hacen en secreto.

La manifestación de la luz (vv. 13-14). Como las tinieblas ocultan las realidades del mal, la luz
las hace visibles y eso siempre es bueno. Entonces se ve el mal tal como es. Por otro lado la luz
cambia lo que ilumina y quiere decir que los cristianos al llevar una vida recta actúan como un
freno y de alguna manera influyen en lasque hacen mal. Cierra su argumento con una cita de
Is. 60:1 arreglada, que algunos toman como parte de un himno bautismal que recuerda
nuestra conversión.

Andar en sabiduría (vv. 15-20).

Pablo añade una exhortación general a que nos comportemos como personas sabias en
oposición a necias o impías y lo hagamos con diligencia, es decir, es una cuestión que debe
preocuparnos y atender convenientemente. Por tanto, hay que aprovechar el tiempo (kairós) y
no malgastarlo en cosas vanas, sino aprovechar cada oportunidad. Como sinónimos de la
sabiduría y la necedad, ahora coloca la insensatez y el entendimiento.

En la plenitud del Espíritu (vv.. 18-20). Primero nos presenta nuestro deber: no embriagarnos;
segundo buscar la plenitud del Espíritu y luego describe cuatro consecuencias de esta
condición espiritual, hablando, cantando, alabando y dando gracias. Debemos notar que la
frase está en imperativo “sed llenos “y no es una propuesta sino un mandamiento, es
obligatorio y no optativo. Esta frase está en plural, o sea va dirigida a toda la iglesia y no a unos
pocos privilegiados. En tercer lugar se halla en voz pasiva: ser llenados por el Espíritu. No es
por una técnica o por un método, sino por dejarse llenar de él. ¿Cómo? En el pasaje paralelo
de Col. 3:16, dice que la Palabra de Cristo more en abundancia en nosotros. Obedecer la
Palabra es dejarse llenar por el Espíritu. Por último, la frase está en tiempo presente y esto es
importante porque significa que se trata de una acción continuada y no algo que sucede una
sola vez. Las consecuencias serán: la comunión fraternal, la adoración y la gratitud y si
tomamos el v. 21 el sometimiento mutuo.

Conclusión.

Aquí termina el apóstol la parte práctica de su carta que trata de la conducta del cristiano en
general como miembro de la nueva comunidad. Hemos visto que el contraste entre la vida
nueva y la antigua debe ser patente si somos verdaderamente hijos de Dios, andando en amor,
luz y sabiduría llenos del Espíritu Santo.

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