Tema 4
Tema 4
Las
Comunidades Autónomas: fundamento constitucional y proceso de
creación. Distribución de competencias entre el Estado y las
Comunidades Autónomas
El Estado Español ha sido calificado por el Tribunal Constitucional en numerosas sentencias como
de Estado compuesto. Con ello, se hace referencia al particular diseño que realiza la constitución
de la distribución de competencias entre los diversos entes territoriales configurados
constitucionalmente.
A este respecto señalar que La CE en su artículo 1.2 establece que “La soberanía nacional
reside en el pueblo español del que emanan todos los poderes del Estado” Asimismo en su
artículo 2 establece que "La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación
española, patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a
la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas”.
De este modo, según el Tribunal Constitucional, la estructuración del poder del Estado se basa
en el principio de unidad, fundamento de la propia Constitución, y en los de autonomía y
solidaridad. La Constitución parte de la unidad de la Nación española que se constituye en
Estado social y democrático de Derecho, cuyos poderes emanan del pueblo español en el que
reside la soberanía nacional. Esta unidad se traduce así en una organización -el Estado- para
todo el territorio nacional. Pero los órganos generales del Estado no ejercen la totalidad del
poder público, porque la Constitución prevé, con arreglo a una distribución vertical de poderes,
la participación en el ejercicio del poder de entidades territoriales de distinto rango, tal como se
expresa en el art. 137 de la Constitución al decir que "el Estado se organiza territorialmente en
municipios, en provincias y en las Comunidades Autónomas que se constituyan. Todas
estas entidades gozan de autonomía para la gestión de sus respectivos intereses”.
El precepto transcrito refleja una concepción amplia y compleja del Estado, compuesto por una
pluralidad de organizaciones de carácter territorial dotadas de autonomía. Resulta así necesario
delimitar cuál es el ámbito del principio de autonomía.
Ante todo, resulta claro que la autonomía hace referencia a un poder limitado. En efecto,
autonomía no es soberanía -y aún este poder tiene sus límites-, y dado que cada organización
territorial dotada de autonomía es una parte del todo, en ningún caso el principio de autonomía
puede oponerse al de unidad, sino que es precisamente dentro de éste donde alcanza su
verdadero sentido, como expresa el art. 2 de la Constitución.
1º) El principio de solidaridad reconocido en el art. 138.1 que establece que el Estado
garantiza la realización efectiva del principio de solidaridad velando por el establecimiento de
un equilibrio económico, adecuado y justo entre las diversas partes del territorio español.
2º) El principio de igualdad reconocido en el 138.2 que establece que las diferencias entre
los Estatutos de las distintas Comunidades Autónomas no podrán implicar, en ningún caso,
privilegios económicos o sociales. Y por el art. 139.1 que establece que todos los españoles
tienen los mismos derechos y obligaciones en cualquier parte del territorio del Estado.
3º) El principio de libre circulación recogido en el art. 139.2 que establece que ninguna
autoridad podrá adoptar medidas que directa o indirectamente obstaculicen la libertad de
circulación y establecimiento de las personas y la libre circulación de bienes en todo el
territorio español.
Asimismo señalar que el art. 137 de la Constitución delimita el ámbito de estos poderes
autonómicos circunscribiéndolos a la gestión de sus respectivos intereses, lo que exige que
se dote a cada ente de todas las competencias propias y exclusivas que sean necesarias para
satisfacer el interés respectivo. Este poder para la gestión de sus respectivos intereses se ejerce
-por lo demás- en el marco del Ordenamiento. Es la Ley, en definitiva, la que concreta el principio
de autonomía de cada tipo de entes, de acuerdo con la Constitución. (STC 247/2007)
El art. 143.1 de la CE establece que “En el ejercicio del derecho a la autonomía reconocido en el
artículo 2 de la Constitución, las provincias limítrofes con características históricas,
culturales y económicas comunes, los territorios insulares y las provincias con entidad regional
histórica podrán acceder a su autogobierno y constituirse en Comunidades Autónomas con
arreglo a lo previsto en este Título y en los respectivos Estatutos”.
Asimismo el artículo 144 establece que “Las Cortes Generales, mediante Ley Orgánica podrán
por motivos de interés nacional:
Las Comunidades Autónomas que se constituyan por la “vía rápida” no necesitarán esperar
estos 5 años y podrán asumir inicialmente en sus Estatutos todas las competencias enumeradas
en el art. 148 CE y cualesquiera otras materias que no sean las que enumera el art. 149 como
competencias exclusivas del Estado. (Art. 151 y DT2ª CE).
- y las dos terceras partes de los municipios cuya población represente, al menos, la
mayoría del censo electoral de cada provincia o isla (art. 143 CE).
Una vez acordada la iniciativa autonómica, el proyecto de Estatuto de autonomía será elaborado
por una asamblea compuesta por los miembros de la Diputación u órgano interinsular de las
provincias afectadas y por los Diputados y Senadores elegidos en ellas y será elevado a las
Cortes Generales para su tramitación como Ley (art. 146 CE).
- y además por las tres cuartas partes de los municipios de cada una de las
provincias afectadas que representen, al menos, la mayoría del censo electoral de cada una de
ellas.
Dicha iniciativa autonómica, deberá ser ratificada mediante referéndum aprobado por la mayoría
absoluta de los electores de cada provincia. Una vez ratificada la iniciativa autonómica, se
procede a la elaboración del Estatuto de autonomía con arreglo al siguiente procedimiento:
Si se alcanzare dicho acuerdo, el texto resultante será sometido a referéndum del cuerpo
electoral de las provincias comprendidas en el ámbito territorial del proyectado Estatuto. Si
el proyecto de Estatuto es aprobado en cada provincia por la mayoría de los votos
válidamente emitidos, será elevado a las Cortes Generales. Los Plenos de ambas
Cámaras decidirán sobre el texto mediante un voto de ratificación.
Sin embargo, tener en cuenta que también podrán acceder a este procedimiento de “vía rápida"
los territorios que en el pasado hubiesen plebiscitado afirmativamente proyectos de
Estatuto de autonomía y cuenten, al tiempo de promulgarse esta Constitución, con regímenes
provisionales de autonomía. En este caso la iniciativa autonómica podrá adoptarse por sus
órganos preautonómicos colegiados superiores por mayoría absoluta y habrán de comunicar
al Gobierno. El proyecto de Estatuto será elaborado de acuerdo con lo establecido en el art. 151.
(DT2ª). (Cataluña, País Vasco y Galicia).
Por lo tanto la principal diferencia entre ambos procedimientos de acceso a la autonomía radica en
que en el procedimiento de acceso a la autonomía plena por la vía rápida:
2º Será necesaria una mayoría de municipios mas amplia para poder instar la iniciativa
autonómica dado que se requiere acuerdo favorable de ¾ partes de los municipios
afectados.
2º El proyecto de Estatuto de Autonomía deberá ser aprobado por referéndum del cuerpo
electoral de las provincias afectadas.
La denominación de la Comunidad.
La delimitación de su territorio.
Las competencias asumidas dentro del marco establecido en la Constitución y las bases
para el traspaso de los servicios correspondientes a las mismas.
2) Los Estatutos de Autonomía son normas autonómicas, pero también son normas
estatales subordinadas a la Constitución. La aprobación de los Estatutos por las Cortes
Generales, que representan la soberanía nacional determina que aquéllos sean, además
de la norma institucional básica de la correspondiente Comunidad Autónoma, normas del
Estado, subordinadas como las restantes normas del Ordenamiento jurídico, a la
Constitución, norma suprema de nuestro Estado Autonómico (art. 9.1 CE). Se consagra
así, el principio de supremacía de la Constitución sobre el resto del ordenamiento jurídico,
del que los Estatutos de Autonomía forman parte como norma institucional básica de la
Comunidad Autónoma que el Estado reconoce y ampara como parte integrante de su
ordenamiento jurídico (art. 147.1 de la Constitución). Ello supone, entre otras posibles
consecuencias, que el Estatuto de Autonomía, al igual que el resto del ordenamiento
jurídico, debe ser interpretado siempre de conformidad con la Constitución (STC
18/1982). El único parámetro para enjuiciar la validez constitucional de una disposición
incluida en un Estatuto de Autonomía es la propia Constitución; esto es, la
constitucionalidad de un precepto estatutario sólo puede enjuiciarse sobre la base de su
conformidad con la Norma Fundamental.
Asimismo señalar que los Estatutos de Autonomía forman parte del bloque de Constitucionalidad.
3. NATURALEZA
Asimismo señalar que es la propia Constitución la que no solo permite, sino que impone dicha
naturaleza política, dado que al regular en su artículo 152 la organización institucional autonómica
de las Comunidades autónomas de “vía rápida” establece que estarán dotadas de una
Asamblea Legislativa.
Por lo demás, señalar que esta naturaleza política de las Comunidades Autónomas, que aparece
recogida expresamente en la Constitución para las Comunidades autónomas de “vía rápida”, se
ha extendido al resto de Comunidades Autónomas, pues si bien la Constitución no dice nada
respecto de la configuración institucional de la que han de dotarse, la realidad es que dichas
Comunidades Autónomas se han dotado también de Asambleas Legislativas por haberlo
dispuesto así sus Estatutos de Autonomía, lo que es una manifestación más de la relevante
función constitucional que desempeñan los Estatutos como pieza esencial en la distribución
territorial del poder político del Estado.
4. ORGANIZACIÓN POLITICA Y ADMINISTRATIVA
Uno de los contenidos más importantes de los Estatutos de Autonomías es, precisamente, la
regulación de las instituciones de autogobierno de la Comunidad Autónoma (art. 147.2.c CE).
Sin embargo, como ya hemos comentado anteriormente, la Constitución en su artículo 152,
establece un esquema institucional básico al que han de atenerse los Estatutos de Autonomía de
las Comunidades Autónomas que se constituyeron por la “vía rápida”.
Una Asamblea Legislativa elegida por sufragio universal con arreglo a un sistema de
representación proporcional que asegure, además, la representación de las diversas zonas
del territorio.
Dicha Asamblea está constituida por una única cámara. Recibe diversas denominaciones en
los distintos Estatutos, Parlamento, Junta, Cortes o Asamblea entre otras. La duración de la
legislatura, en todos los casos es de 4 años. Sus funiones son semejantes a las realizadas
por las Cortes Generales:
Otras funciones: Podrá remitir al congreso una proposición de ley, delegando ante dicha
cámara un máximo de tres miembros encargados de su defensa. Interponer recursos de
inconstitucionalidad, elegir a los Senadores autonómicos, a los miembros de los
Tribunales de Cuentas autonómicos etc.
Sin embargo hay que tener en cuenta que, a diferencia de lo que sucede con los poderes
legislativo y ejecutivo, las CCAA no disponen de un poder judicial propio, dado que los
Tribunales Superiores de Justicia, se integran dentro de la organización judicial estatal. En
efecto la Constitución en su artículo 149.1.5 establece que el Estado tiene competencia
exclusiva sobre la Administración de Justicia. A este respecto, el Tribunal Constitucional en
sentencias 56 y 62/90 ha declarado que hay que distinguir entre lo que es la Administración
de Justicia en sentido estricto (que consistente en la función jurisdiccional de juzgar y hacer
ejecutar lo juzgado) que es competencia exclusiva del Estado, y lo que es la administración
de la Administración de Justicia que comprende los medios materiales y personales
necesarios para el funcionamiento Administración de Justicia, que si puede ser asumida por
las CCAA a través de sus respectivos Estatutos.
La Constitución ha dejado pues, un margen muy amplio de libertad a las CCAA para regular y
estructurar su propia organización. En este sentido, las CCAA asumen toda una serie de
competencias que requieren la existencia de una organización administrativa que pueda
ejecutarlas. A grandes rasgos las dos opciones a que se ha enfrentado el legislador autonómico a
la hora de configurar la administración autonómica son, por una parte configurar una
administración autonómica amplia que pueda ejercer directamente las competencias asumidas por
la CCAA, o bien, reforzar la Administración local para que sea ésta, la que ejerza (a través de las
Diputaciones Provinciales) buena parte de las competencias asumidas. Así, en muchos Estatutos
de autonomía se prevé la posibilidad de transferir y delegar funciones de las CCAA a las
Entidades Locales.
Sin embargo, la opción tomada por la mayoría de los legisladores autonómicos ha sido la primera,
creándose un entramado administrativo que se caracteriza fundamentalmente por su semejanza
con la administración pública estatal. Si bien cabe destacar los casos de País Vasco y
Canarias, que por razones históricas y geográficas han delegado muchas competencias en los
entes locales.
Órganos políticos no constitucionales: En general los Estatutos han creado las Secretarías
Generales Técnicas y Direcciones Generales. Algunos Estatutos también han creado la
figura de los Viceconsejeros o Secretarios Generales, figuras equiparables a los
Subsecretarios de la administración estatal.
Por lo que respecta a los Servicios Periféricos, suelen tener ámbito provincial o comarcal y
puede tratarse de servicios dependientes de la correspondiente Consejería, o bien existir un
único órgano desconcentrado que unifica todos los servicios periféricos.
Por último señalar que se han creado en muchas CCAA órganos equivalentes al Defensor del
Pueblo y el Tribunal de Cuentas. Pej. el Sindic de Greuges en Cataluña, el Defensor del Pueblo
Andaluz o el Ararteko vasco. La Sindicatura de Cuentas en Cataluña es un órgano que, respecto
de la Generalitat Catalana, ejerce las mismas competencias que el Tribunal de Cuentas a nivel
nacional.
Por último señalar que, a título de ejemplo, en la Generalitat Catalana podemos distinguir:
Departamentos
La Administración de la Generalitat se estructura en departamentos o consejerías, que son las
unidades en que se organiza el Gobierno. Cada unidad asume la responsabilidad de gestionar las
materias que se le atribuyen.
La Secretaría de Gobierno
La Secretaría de Gobierno depende del Departamento de Presidencia. Ofrece asistencia técnica
al Gobierno de la Generalitat.
La Constitución no determina cuales son las competencias que deben asumir las CCAA, sino que,
según establece en su art. 147.2, corresponde a los Estatutos de Autonomía determinar las
competencias asumidas, dentro del marco establecido por la Constitución.
El artículo 148 enumera una serie de materias sobre las que las CCAA podrán asumir
competencias. Lo más destacable de este artículo es que la Constitución no obliga a las CCAA a
asumir dichas competencias, sino que la asunción de las misma se configura con carácter
potestativo (“Las CCAA podrán”). Como ya indicamos anteriormente, las CCAA de autonomía de
“vía lenta” solo pudieron asumir inicialmente en sus Estatutos las competencias recogidas en este
artículo 148, si bien transcurridos cinco años, y mediante la reforma de sus Estatutos, la
Constitución prevé que puedan ampliar sucesivamente sus competencias a cualesquiera otras
materias que no sean las que enumera el art. 149 CE como competencias exclusivas del Estado.
(Art. 148.2 CE).
Las materias sobre las que el Estado tiene competencia exclusiva, según el artículo 149, son las
siguientes:
Sin embargo, hay que tener en cuenta que este reparto competencial recogido en los art. 148 y
149 no es inamovible, y puede verse afectado mediante una serie de técnicas
constitucionalmente reconocidas:
El art. 150.1 establece que “Las Cortes Generales, en materias de competencia estatal, podrán
atribuir a todas o a alguna de las Comunidades Autónomas la facultad de dictar, para sí
mismas, normas legislativas en el marco de los principios, bases y directrices fijados por
una Ley estatal. Sin perjuicio de la competencia de los Tribunales, en cada Ley marco se
establecerá la modalidad del control de las Cortes Generales sobre estas normas legislativas de
las Comunidades Autónomas”.
Estas leyes suponen una delegación legislativa, es decir se permite a las CCAA la posibilidad de
dictar leyes sobre una materia de competencia estatal, pero tal delegación no supone que la
competencia cambie de titularidad, la competencia sigue siendo estatal. Por ello, las Cortes
Generales, mediante una nueva ley podrán recuperar en cualquier momento las
competencias atribuidas por la ley marco.
Se trata por lo tanto, de leyes ordinarias (no orgánicas) que facultan o habilitan a las CCAA
para dictar normas legislativas en materias de competencia estatal. Dicha competencia
estatal, viene determinada tanto por el artículo 149.1 como por la cláusula residual del art. 149.3,
por lo que cabe también la delegación legislativa respecto de aquellas materias que por no haber
sido asumidas por los Estatutos de Autonomía, sean competencia del Estado.
Estas leyes marco, deben fijar también los principio, bases y directrices, a los que deberán
ajustarse las leyes que dicten las CCAA, en virtud de esta delegación legislativa.
Asimismo señalar que estas leyes marco, en la medida que son normas delimitadoras de las
competencias entre el Estado y las CCAA, forman parte del bloque de Constitucionalidad. Ello
resulta del artículo 28 LOTC que establece que para apreciar la conformidad o disconformidad de
una ley con la Constitución, el Tribunal Constitucional considerará además de los preceptos
constitucionales las leyes que dentro del marco constitucional se hubieran dictado para delimitar
las competencias del Estado y las CCAA.
Por último señalar que, las leyes autonómicas dictadas en virtud de esta delegación legislativa,
estarán sujetas a un control judicial efectuado por el Tribunal Constitucional (en la medida
que estas leyes marco forman parte del bloque de constitucionalidad). Asimismo, las Cortes
Generales en la propia ley marco pueden establecer las modalidades de control que consideren
convenientes.
Se trata por lo tanto de leyes orgánicas que permiten transferir o delegar en las CCAA facultades
correspondiente a materias de titularidad estatal. La primera cuestión que se planteó respecto de
esta técnica es que tipo de facultades podían ser transferidas. Actualmente, y a la vista de las
leyes de transferencia y delegación realizadas hay se puede afirmar que estas facultades
pueden ser tanto ejecutivas o administrativas como legislativas.
En cualquier caso, lo que si parece claro es que el Estado en cualquier momento, podrá
recuperar las facultades transferidas o delegadas. Lo contrario sería negar a las Cortes la
capacidad necesaria para derogar o modificar sus propias leyes.
En cuanto a los controles que han establecido estas leyes de transferencia sobre la actividad de
las CCAA en el ejercicio de las facultades transferidas o delegadas. Podemos citar pej, los
previstos en la LO 11/1982, de 10 de agosto, de transferencias complementarias a Canarias. En
caso de incumplimiento se prevé, en primer lugar, el requerimiento por parte del Gobierno para
que cese la actividad infractora, en segundo lugar la suspensión de las facultades o servicios y,
finalmente la revocación de la transferencia. En estos dos últimos supuestos (suspensión y
revocación) el Gobierno deberá dar cuenta a las Cortes Generales, quienes podrán confirmar o
revocar la decisión gubernamental. Asimismo señalar que estas leyes también forman parte del
denominado bloque de constitucionalidad.
1 Por último señalar que esta figura ha jugado un papel muy importante en la configuración
del Estado Español como Estado Compuesto. Así se utilizó esta técnica para ampliar las
competencias de las autonomías que accedieron a la autonomía por la “vía lenta” sin necesidad
de que éstas reformaran sus Estatutos. Ello se hizo mediante la ley 9/1992, de 23 de diciembre,
de transferencia de competencias a Comunidades Autónomas que accedieron a la autonomía por
la vía del artículo 143 de la Constitución.
2
3º) Leyes estatales de armonización.
Art. 150.3 establece que “El Estado podrá dictar Leyes que establezcan los principios
necesarios para armonizar las disposiciones normativas de las Comunidades Autónomas,
aun en el caso de materias atribuidas a la competencia de éstas, cuando así lo exija el interés
general. Corresponde a las Cortes Generales, por mayoría absoluta de cada Cámara, la
apreciación de esta necesidad”.
Son leyes estatales ordinarias. A este respecto señalar que el TC ha declarado que la mayoría
necesaria para apreciar la necesidad de armonizar no tiene porqué requerirse para la aprobación
final de la ley, y en ningún caso convierte a las leyes de armonización en leyes orgánicas.
Se trata de leyes homogeneizadoras, cuyo fin principal es preservar la unidad del ordenamiento
jurídico, cuando así lo exija el interés general.
La ley de armonización ha de ser una ley de principios, no puede ser una ley que agote en sí
misma la regulación de una materia. La armonización afectará normalmente a competencias
exclusivas de las CCAA, sin embargo, también se podrá utilizar esta técnica en el caso de
competencias compartidas, cuando así venga exigido por el interés general (STC 76/83).
Por último señalar que el art. 149.3 establece que “El derecho estatal será, en todo caso,
supletorio del derecho de las CCAA”.
El art. 153 establece que el control de la actividad de los órganos de las Comunidades Autónomas
se ejercerá:
Por el Gobierno, previo dictamen del Consejo de Estado, el del ejercicio de funciones
delegadas a que se refiere el apartado 2 del art. 150.
Esta técnica constituye el último recurso que la Constitución pone en manos del Estado para
garantizar el interés general de España.
La distribución competencial recogida en los artículos 148 y 149, realiza un reparto de las
competencias entre el Estado y a las CCAA y asimismo, prevé una cláusula residual de atribución
de competencias (distintas de las enumeradas en el art. 149), al Estado o a la CCAA, en función
de que hayan sido o no asumidas en sus Estatutos de Autonomía.
Sin embargo hay que tener en cuenta, en muchos de los puntos del art. 149, la reserva a favor del
Estado, no se refieren a la totalidad de funciones (legislativa y ejecutiva) sobre una materia, sino
solo a parte de ellas. Por lo tanto, en estos supuestos el Estado ya no sería titular de una
competencia exclusiva sobre la totalidad de la materia, puesto que se admite que la CCAA asuma
parte de las funciones referentes a esa competencia (pej. funciones ejecutivas). Cuando esto
sucede se habla de competencias compartidas, con lo que se quiere indicar que la competencia
sobre una materia está repartida entre el Estado y la CCAA. Así podemos distinguir dos casos:
a) El Estado se reserva la legislación sobre una materia. En estos casos las CCAA
pueden asumir competencias ejecutivas.
b) El Estado se reserva la legislación básica. En estos casos las CCAA pueden asumir
competencias ejecutivas y además competencias legislativas de desarrollo de las bases
estatales.
La realidad nos muestra que las materias enumeradas en los art. 148 y 149 están muchas veces
interrelacionadas, de tal forma que se producen espacios comunes en los que coincidirían las
competencias de ambos entes. Así pej. podría llegar a concurrir el ejercicio de la competencia
del Estado en materia de puertos y el ejercicio de la competencia de la Comunidad Autónoma en
materia urbanística. Los casos que se pueden dar en la realidad son múltiples. Asimismo, en la
propia enumeración de los artículos 148 y 149 hay materias que se atribuyen a ambos entes, pej,
sanidad, cultura o patrimonio monumental. En todos estos casos nos encontramos ante
competencias concurrentes del Estado y de la CCAA sobre una misma materia, es decir, ambos
entes tienen títulos competenciales distintos que les habilitan para regular una misma
materia. A este respecto señalar que el art, 149.3, para solucionar estos supuestos, establece
que las normas del Estado prevalecerán, en caso de conflicto, sobre las de las
Comunidades Autónomas en todo lo que no esté atribuido a la exclusiva competencia de
éstas.
A este respecto señalar que el TC ha declarado reiteradamente que el término bases o normas
básicas utilizado en numerosos puntos por el art. 149.1 nada tiene que ver con las leyes de bases,
sino que se trata de una técnica mediante la cual la regulación final es el resultado de la
actividad normativa compartida del Estado, que regula lo básico, y de la CCAA, que
desarrolla tal regulación básica.
Las bases constituyen un común denominador normativo, a partir del cual cada
Comunidad, en defensa del propio interés general, podrá establecer las peculiaridades que le
convengan dentro del marco de competencias que la Constitución y su Estatuto le hayan atribuido
sobre aquella misma materia. (STC 1/82)
Por «principios», «bases» y «directrices» hay que entender los criterios generales de regulación
de un sector del ordenamiento jurídico o de una materia jurídica, que deben ser comunes a todo el
Estado. Por ello, la mencionada idea posee un sentido positivo y otro negativo: el sentido
positivo manifiesta los objetivos, fines y orientaciones generales para todo el Estado,
exigidos por la unidad del mismo y por la igualdad sustancial de todos sus miembros; en sentido
negativo, por la misma razón, constituye el límite dentro del cual tienen que moverse los
órganos de las Comunidades Autónomas en el ejercicio de sus competencias, cuando, aun
definiéndose éstas como exclusivas, la Constitución y el Estatuto las dejan así limitadas.(STC
25/83).
Asimismo señalar que el TC ha declarado que la regulación básica, no puede llegar a tal grado de
desarrollo que deje vacía de contenido la correlativa competencia de la CCAA.
Asimismo señalar que el TC ha declarado que las bases no tiene que estar necesariamente
recogidas en leyes, sino que, como concepto material, pueden hallarse también en normas
reglamentarias y actos de ejecución del Estado (STC 31/2010).
Cuando la reserva a favor del Estado se refiere únicamente a la legislación general sobre una
materia, las CCAA, mediante sus Estatutos podrán asumir competencias ejecutivas sobre la
misma (pej. legislación sobre propiedad intelectual e industrial o sobre pesos y medidas).
A este respecto señalar, que el TC ha declarado reiteradamente que cuando la CCAA tenga
únicamente competencias ejecutivas sobre una materia, dicha competencia ejecutiva no
incluye la potestad reglamentaria de desarrollo de la legislación estatal. En este caso la
CCAA únicamente podrá dictar reglamentos referentes a la organización interna de los medios
autonómicos para ejecutar dicha competencia. O dicho de otro modo, cuando el art. 149 reserva
al Estado la legislación general de una materia, dicha reserva comprende tanto la potestad
legislativa como la potestad reglamentaria (STC 31/2010).
El sistema de distribución competencial entre Administración del Estado y las CCAA exige articular
técnicas de cooperación y colaboración entre las distintas administraciones. El deber de auxilio y
colaboración entre administraciones está recogido en el art. 4 de la ley 30/92 que establece que
las Administraciones públicas actúan y se relacionan de acuerdo con el principio de lealtad
institucional y deberán:
A efectos de lo dispuesto en las letras c) y d) del apartado anterior, las Administraciones públicas
podrán solicitar cuantos datos, documentos o medios probatorios se hallen a disposición del
ente al que se dirija la solicitud. Podrán también solicitar asistencia para la ejecución de sus
competencias.
La asistencia y cooperación requerida sólo podrá negarse cuando el ente del que se solicita
no esté facultado para prestarla, no disponga de medios suficientes para ello o cuando, de
hacerlo, causara un perjuicio grave a los intereses cuya tutela tiene encomendada o al
cumplimiento de sus propias funciones. La negativa a prestar la asistencia se comunicará
motivadamente a la Administración solicitante.
La Administración General del Estado, las de las Comunidades Autónomas y las Entidades que
integran la Administración Local deberán colaborar y auxiliarse para aquellas ejecuciones de
sus actos que hayan de realizarse fuera de sus respectivos ámbitos territoriales de
competencias.
Conferencias sectoriales
Los acuerdos que se adopten en una Conferencia Sectorial se firmarán por el Ministro o Ministros
competentes y por los titulares de los órganos de gobierno correspondientes de las Comunidades
Autónomas. En su caso, estos acuerdos podrán formalizarse bajo la denominación de Convenio
de Conferencia Sectorial.
Con la misma finalidad, y en ámbitos materiales específicos, la Administración General del Estado
y las Administraciones de las Comunidades Autónomas podrán constituir otros órganos de
cooperación que reúnan a responsables de la materia.
Comisiones bilaterales
Convenios de colaboración
Los instrumentos de formalización de los convenios deberán especificar, cuando así proceda:
a. Los órganos que celebran el convenio y la capacidad jurídica con la que actúa cada una
de las partes.
b. La competencia que ejerce cada Administración.
c.Su financiación.
d. Las actuaciones que se acuerden desarrollar para su cumplimiento.
e. La necesidad o no de establecer una organización para su gestión.
f. El plazo de vigencia, lo que no impedirá su prórroga si así lo acuerdan las partes
firmantes del convenio.
g. La extinción por causa distinta a la prevista en el apartado anterior, así como la forma de
terminar las actuaciones en curso para el supuesto de extinción.
Cuando se cree un órgano mixto de vigilancia y control, éste resolverá los problemas de
interpretación y cumplimiento que puedan plantearse respecto de los convenios de colaboración.
Cuando los convenios se limiten a establecer pautas de orientación política sobre la actuación de
cada Administración en una cuestión de interés común o a fijar el marco general y la metodología
para el desarrollo de la colaboración en un área de interrelación competencial o en un asunto de
mutuo interés se denominarán Protocolos Generales.
Cuando la gestión del convenio haga necesario crear una organización común, ésta podrá adoptar
la forma de consorcio dotado de personalidad jurídica o sociedad mercantil. Los órganos de
decisión estarán integrados por representantes de todas las entidades consorciadas, en la
proporción que se fije en los Estatutos respectivos.
Dentro del respectivo ámbito sectorial, corresponde a las Conferencias Sectoriales la iniciativa
para acordar la realización de planes o programas conjuntos, la aprobación de su contenido, así
como el seguimiento y evaluación multilateral de su puesta en práctica.
El acuerdo aprobatorio de un plan o programa conjunto, que tendrá eficacia vinculante para la
Administración General del Estado y las Comunidades Autónomas participantes que lo suscriban,
puede ser completado mediante convenios de colaboración con cada una de ellas que concreten
aquellos extremos que deban ser especificados de forma bilateral.
Los acuerdos aprobatorios de planes o programas conjuntos son objeto de publicación oficial.