La Normalidad de Dios
La Normalidad de Dios
La Normalidad de Dios
Mejor juntos!
Nuestra normalidad se basa en lo que Dios dice en su Palabra, porque esa es nuestra
fe. Todo lo que Dios promete es lo normal para nosotros y todo lo que condena es
anormal.
Para los que creemos en Dios, la normalidad pasa por nuestra fe.
Por ejemplo, si venís de una familia donde todos eran alcohólicos o pobres, ésta ya no
será tu realidad, es decir “tu normalidad”, porque para los que estamos en Dios, todas
las cosas son hechas nuevas, toda nuestra vida es hecha nueva.
Dios lo prometio en 2 Corintios 5:17 Esto significa que todo el que pertenece a
Cristo se ha convertido en una persona nueva. La vida antigua ha pasado; ¡una
nueva vida ha comenzado!
El gran desafío de Jesús fue tomar a doce “cabezas duras” (como eran los apóstoles),
modificar su normalidad cultural, familiar, moral, estadística y enseñarles la normalidad
de Dios.
Tu normalidad es que Dios responda a todas tus oraciones, que todo lo que hagas te
salga bien y camines de gloria en gloria. Sin embargo, es necesario que sepas que
existen grupos de los que tienés que salir física, emocional y espiritualmente; amigos
de los cuales tienés que separarte. El
Salmo 1 dice: “Feliz el que no anduvo en consejos de malos, en camino de
malvados”.
Es decir, feliz el que no hace conexión, que no se junta con ciertos grupos, con los ex-
amigos que te arrastraban a lo malo. Debés salir de allí y juntarte con aquellos que
añaden valor a tu vida. El libro de Proverbios cita: “No te juntes con la gente que
habla de más”.
Ahora declará: “No tengo mentalidad de grupo para lo malo sino para lo bueno, y mi
normalidad no es lo que hacen todos, Dios me cambió”.
Paráte firme, haz valer tu derecho de fe, determina sobre tu vida: “Ustedes hagan lo
que quieran pero yo hago lo que dicta mi corazón, y esa decisión merece
respeto”.
En ciertos grupos es necesario poner límites; pero de otros, es mucho mejor irse. Unite
a grupos de fe, porque así como lo malo quiere enfermarte y contagiarte, también la fe
se contagia, te libera y te sana.
Las bendiciones más grandes vendrán en grupo, y nos unimos en la iglesia para que
pasen cosas grandes y dejemos huella en los próximos años. Felipe era el encargado
de la logística de los doce, por eso, cuando iban a un lugar él se encargaba de repartir
la comida. Tenía un nombre griego, y como tal era analítico, racional, medido, lógico;
decía: “Si lo veo lo creo, si no lo puedo contar no existe”.
Sin embargo, cuando se convirtió lo primero que hizo Jesús fue enseñarle a salir de su
mente analítica y entrar en la normalidad de Dios, que es la fe.
Le dijo: “Felipe ¿cómo haremos para alimentar a estos diez mil?” Jesús sabía que lo
haría, no le estaba pidiendo un plan, pensó en enseñarle y quiso saber si había
entendido.
Felipe le dijo: “Despídelos porque es tarde” (¿Por qué le dijo eso, con todos los
milagros que había visto? ¿Dónde estaba su fe?) Hay gente que pudo haber visto
muchos milagros y aún duda. Eso le pasaba a Felipe.
Felipe somos todos aquellos que experimentamos los milagros y sin embargo no
creemos. Pero tu y yo, aún estamos a tiempo de revertir esta historia.
Jesús quería enseñar que la fe era como la comida, se da y se come; la fe viene por
comer.
Un día le dijeron: “Señor auméntanos la fe”. Y Él les dijo: “para mover montañas tienés
que sembrar fe, porque la fe es como una semilla y para sembrarla debemos hablarla”.
¿Qué haremos entonces para dar de comer a nuestra fe? ¡Hablar victoria!
Las palabras, cuando las sembramos, son vasos espirituales que contienen emociones:
amor, odio, ira, mansedumbre, todo lo que declaro tiene valor.
Por eso, cuando tus palabras están acompañadas por fe, a través de esa fe todo lo que
quieras será posible y real. ¡Habla palabras de fe!
Cuando Felipe le dijo a Natanael que había hallado al Mesías, él le preguntó: ¿Puede
venir algo bueno de Nazaret? Eso es prejuicio. Los prejuicios siempre son
emocionales, son la proyección de las propias incapacidades, y como Natanael se
sentía menos, proyectó sus emociones y su valoración sobre Nazaret.
Si una persona te dice que sos agresivo y antipático, seguramente es porque está
poniendo en vos lo que no acepta de su vida.
Y Natanael hizo justamente eso, pero Felipe con sabiduría, respondió: “Vení y mirá
vos.”
Por eso, cuando Jesús vio a Natanael le dijo: “Este es un verdadero israelita en quien
no hay engaño”, de esta forma, el Señor se conectó con la parte buena de este
hombre; declaró una palabra de fe, de estima, y lo bendijo centrándose en lo bueno. Y
una vez dicho esto, Natanael aumentó su fe y dejó de lado todos los prejuicios que
estaban llenando y contaminando su mente.
Si hace varios años que conocés a Dios, es posible que necesites volver aprender
muchas cosas. Nos enseñaron a predicar criticando, juzgando; pero esto es un error y
como tal hay que revertirlo. Es tiempo de sembrar palabras de fe porque, creer en uno
mismo es tan importante como creer en Dios.
Cuando el Señor te llamó, lo primero que escuchaste fue algo positivo, de fe, de
bendición. Por eso, no atacaremos a la gente diciendo: “Eso es pecado”, “lo que hacés
es del diablo”. Dios no se maneja así.
Nos focalizaremos en la parte buena de los miles que ganare- mos para Cristo. Nos
conectaremos con sus logros, sembrando fe y ellos también serán discípulos de Jesús.
“El que tiene gracia en hablar tendrá por amigo al rey”, dijo Salomón en Proverbios
22:11 Cuando ayudes a otros a cumplir sus sueños tendrás una doble recompensa: la
enorme satisfacción de haber ayudado y haber ganado un amigo.
La primera persona que debe darse estima sos vos. El primero que debe amarse,
valorarse, airmarse y darse seguridad es uno mismo. MINISTRACION
Por eso ahora, declará, soltá y accioná palabras de valor y de fe sobre tu vida, y sabé
que Jesús no hace excepción de personas, vos sos su hijo y como tal estás lleno de su
Poder y su Sabiduría. Sólo te falta accionar la fe que Él ya dispuso dentro tuyo desde el
mismo momento en que te creó.