Horriblemente Hermoso
Horriblemente Hermoso
Horriblemente Hermoso
Sabine Dully
Pero un día se miró
con mucha atención
en el espejo.
Y entonces se preguntó
si él era hermoso.
Goyo se miró de nuevo en el espejo.
Observó detenidamente su enorme nariz
y sus orejas puntiagudas. Sus ojos bizcos.