Horriblemente Hermoso

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Eva Dax .

Sabine Dully
Pero un día se miró
con mucha atención
en el espejo.

Se percató de que su nariz


era inmensa y sus orejas,
puntiagudas.

Y entonces se preguntó
si él era hermoso.
Goyo se miró de nuevo en el espejo.
Observó detenidamente su enorme nariz
y sus orejas puntiagudas. Sus ojos bizcos.

Sus dientes chuecos, amarillentos y


podridos.

Percibió el apestoso olor a queso de sus


pies sudorosos.

Observó sus verrugas grandes, abultadas,


purulentas e infectas.

Así como su panza gorda, grasienta,


aguada, mantecosa y mugrosa.

Y también vio su piel, la más costrosa,


áspera, podrida y mohosa, pálida y
verdosa que solo un monstruo puede
tener.
Pero luego se puso a pensar en cómo su
mamá lo había estrujado.

Recordó a su papá haciéndolo volar por los


aires y al abuelo abrazándolo en su regazo.

Pensó en cómo su vecina había pellizcado


amorosamente su mejilla, cómo su pequeño
hermano rodeó con sus bracitos su panzota
y su mejor amiga le había dado un beso en
la nariz.

Fue entonces cuando, por primera vez, pudo


ver también:
Y COLORÍN
COLORADO

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